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Tabula Rasa

versão impressa ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.38 Bogotá jan./jun. 2021  Epub 10-Nov-2021

https://doi.org/10.25058/20112742.n38.13 

Artículo de investigación

VIDAS PARALELAS: CONTACTO, DEMOGRAFÍA Y VIOLENCIA CONTRA LOS WAIMIRI-ATROARI Y LOS NUKAK. UN ENSAYO DE HISTORIA COMPARADA SOBRE DOS PUEBLOS INDÍGENAS EN LA AMAZONIA1

Parallel Lives: Contact, Demography, and Violence Against Waimiri- Atroari Nukak Peoples. An Essay of Compared History on Two Amazonian Indigenous Peoples

Vidas paralelas: contato, demografia e violência contra os waimiri- atroari e os nukak. Um ensaio de história comparada sobre dois povos indígenas na Amazônia

Gabriel Cabrera becerra1 
http://orcid.org/0000-0002-9772-7542

1.Profesor asociado y doctor en Historia de la Universidad Nacional de Colombia Universidad Nacional de Colombia. gcabrerabe@unal.edu.co


Resumen:

Este texto brinda un ejercicio comparado del contacto entre dos pueblos amazónicos. Los sectores de población aislada tras el contacto ven dramáticamente afectadas sus vidas; esta realidad parece ser desconocida en gran medida por la sociedad nacional o poco interés le despierta, a pesar de que lo que está comprometido es la supervivencia de grupos humanos. Con un seguimiento detallado de fuentes el texto reconstruye bajo categorías de análisis similares los dos casos, que permiten afirmar el derecho a la vida de estos pueblos y la responsabilidad que con ellos tenemos.

Palabras clave: Amazonia; pueblos aislados; waimiri-atroari; nukak; nómadas; contacto.

Abstract:

This article delivers a compared exercise of contact between two Amazonian peoples. The populational groups isolated after contact see their lives dramatically affected. This reality seems to be largely unknown or largely dismissed by Colombian society, even though the survival of human groups is at stake here. Through a comprehensive tracking of sources, this article reconstructs both cases under similar analysis categories, allowing to underpin the right to life of these two peoples and our accountability towards them.

Keywords: Amazonian region; isolated peoples; Waimiri-Atroari people; Nukak people; nomadic peoples; contact.

Resumo:

Esse texto oferece um exercício comparado do contato entre dois povos amazônicos. Depois do contato, os setores de população isolada veem dramaticamente afetadas suas vidas. Essa realidade parece ser desconhecida em grande medida pela sociedade nacional, dado que pouco interesse lhe produz, apesar de que o que está comprometido é a supervivência de grupos humanos. Com um rastreamento detalhado de fontes, o texto reconstrui os dois casos conforme categorias de análise semelhantes, as quais permitem afirmar o direito à vida desses povos e a responsabilidade que temos com eles.

Palavras chave: Amazônia; povos isolados; waimiri-atroari; nukak; nómades; contato.

Introducción

La historia de la humanidad fue vivida en un 99% como grupos de cazadores- recolectores (Lee & Devore, 1968) y los nómadas ocupan todos los ambientes (Lee & Devore, 1968; Leacock & Lee, 1982; Kelly, 1995; Cabrera, 1999). En la actualidad, en toda la cuenca amazónica hay sectores de población aislada o sin contacto con la sociedad nacional (Cabrera, 2007; brackelaire, 2015). Aunque es necesario aclarar que términos como aislados, en aislamiento, aislamiento voluntario no siempre corresponden a la realidad, algunos de estos grupos sostuvieron relaciones con otros pueblos indígenas e incluso con sectores de la sociedad nacional, solamente que en un momento dado se aislaron (Costa, 2016; Amorim, 2016; Conselho Indigenista Missionário, 2019).

En brasil los korubos contactados en 1996 y los matis contactados en 1976, tuvieron rivalidades previas que cobraron algunas vidas. El acercamiento de los primeros con los brasileños tuvo como mediadores a los matis a pesar de su pasado (Arisi & Milanez, 2017; Amorim, 2016). El aislamiento no es un fenómeno nacional; los aislados mashko piro viven en la frontera de Perú y brasil, los yanomami entre brasil y Venezuela (Amorim, 2016; Torres, 2019). Otros grupos viven entre Ecuador y Perú (Gondecki, 2011) y la región del Acre entre brasil y Perú concentra el mayor número de pueblos aislados que están bajo serias amenazas (Meirelles, 2011; Nascimento et al., 2011; Nascimento & Huertas, 2017; Octavio, 2017; Amorim, 2018).

En Colombia se habló de dos pueblos en aislamiento: caraballos en el interfluvio Puré-Caquetá y jurumi en el Metá afluente del Caquetá o en una zona no precisa entre los ríos Yarí y Apaporis o hacia las cabeceras del río Mirití-Paraná (Cabrera, 2007). Informaciones recientes elevan esta cifra a 10 grupos (Franco, 2012). En brasil para 1987 había medio centenar de sectores sin contacto; ese año la Fundação Nacional do Índio o Funai, constituyó el Departamento de indígenas aislados y estableció seis Frentes de protección etnoambiental para minimizar los efectos del contacto, ya no incentivándolo como en el pasado, sino conteniéndolo hasta donde fuera posible (Cabrera, 2007; Costa, 2016; Amorim, 2016). Los frentes llegaron a ser 11 aunque su persistencia está en entredicho (Amorim, 2016). El Tratado de Cooperación Amazónica creó un grupo de trabajo sobre aislados; pero vale recordar que estos también existen en las islas Andaman en el océano Índico, Nueva Guinea en Indonesia y en el Chaco Paraguayo (Wallace & Fagan, 2018; Amorim, 2016; Arisi & Milanez, 2017).

Gabriel Vallejo, Ministro del Medioambiente en el gobierno de Juan Manuel Santos, señaló que en el Parque Nacional Chiribiquete: «no hay vida humana, salvo los indígenas que se considera que todavía están allí, que nunca han salido de allí, pero allá no hay vida humana» (Semana, 2015). Sus palabras pueden parecer risibles, pero en verdad transmitían una enorme ignorancia y una valoración particular sobre la existencia de otros seres humanos.

Los efectos de las enfermedades sobre los pueblos amazónicos en el pasado ya fueron descritos (Santos, s.f.; Myers, 1988). Un inventario incluye descenso demográfico; presencia de nuevas enfermedades; sustitución de valores propios por foráneos; desaparición progresiva de la cultura material; descomposición de las instituciones autóctonas fundamentales para el orden y la organización social; expolio de parte o la totalidad de sus territorios, depredación de fuentes de alimento; cambios en la dieta y nutrición; y transformación en fuerza laboral cautiva (Cabrera, 1999). Teniendo en cuenta el contexto anterior, este texto ofrece un análisis comparado del contacto y poscontacto entre los waimiri-atroari y nukak ubicados en el Mapa 1.

Mapa 1 Ubicación de los pueblos Nukak y Waimiri-Atroari. 

El contacto con los waimiri-atroari en Brasil

Los waimiri-atroari también llamados como (kinja, kiña, uaimiry, crichaná) viven entre los estados de Amazonas y Roraima; su población se estimó en 1.490 individuos en el año 2011 (Instituto Socioambiental -ISA-, 2017). La palabra kinja significa «gente» en oposición a ka?amin’ja «los otros» y aunque en el pasado se refirieron dos grupos todo apunta a que se trata de una misma unidad (baines 1995). Hacia 1663 una expedición por el río Urubu fue masacrada por los indígenas. Otra expedición, de Pedro da Costa Favela, quemó 300 aldeas, asesinó 700 indios y apresó 400. En doscientos años y pese a su desventaja tecnológica y militar los indígenas rechazaron cualquier ingreso a su territorio (Souza, 2015).

La pacificación de los crichanás fue liderada por el ingeniero y botánico brasileño João barbosa Rodrigues (1842-1909). Él viajó por primera vez a Manaos en 1872, y fue designado por el emperador Pedro II para hacer registros geográficos, antropológicos, geológicos y botánicos (bittencourt, 1973). Como director del Museu Botânico do Amazonas en 1883, el presidente de la provincia, José Lustosa da Cunha, lo invitó para adelantar la «catequesis de la tribu salvaje». barbosa conocía la violencia que los blancos ejercían sobre los indígenas y fue al río Jauapery para entablar relaciones amistosas. A su primer viaje en marzo de 1884, le siguieron otros dos. Le acompañó el viajero italiano Ermanno Stradelli (1852-1926), quien tomó algunas fotos e hizo colección de objetos probablemente intercambiados con los indígenas (Dias, 2016).

barbosa menciona iniciativas pacíficas de los indígenas para relacionarse con los habitantes de Moura, que siempre terminaban frustradas por las armas de los civilizados (baines, 2010). Esta agresividad estaba extendida, les disparaban, robaban sus canoas y les perseguían. Los contactos pacíficos e intercambios fueron casuales con pescadores. Finalmente, barbosa consiguió su confianza y les hizo diferenciar con la ayuda de sus intérpretes que había buenos blancos, como él, que buscaban darles regalos y ropas reuniéndolos en un solo lugar para protegerlos de los malos blancos (Matos, 2011).

Las informaciones sobre los waimiri-atroari proceden de los alemanes Georg Huebner y Theodor Koch-Grünberg. Juntos recorrieron el bajo río Jauapery en 1905. Ellos estimaron la población en 6.000 individuos (Comité, 2014). En verdad fue Huebner quien en carta a Koch-Grünberg en febrero de 1906 narraba el primer y premonitorio futuro de los indígenas:

como ya le había informado, una expedición punitiva de cincuenta soldados fue enviada para el río Jauapery. Que retornaron a Manaos hace un mes, con diecinueve prisioneros indios, entre ellos una mujer. Desde la llegada de esas personas, que fueron vestidas con el uniforme de los soldados de aquí, me encontré con ellos en el río Cachoeira Grande y las fotografié en grupo. (Schoepf, 2005, p.169, traducción propia)

La captura tuvo efectos más dramáticos, la comunicación agregaba:

vistieron los pobres indios con uniformes, dejándolos con un aspecto bastante cómico. Ellos fueron alojados en el cuartel de infantería. Como era de prever, algunos luego cayeron enfermos debido a la alimentación, con la cual no estaban habituados; inclusive, dos de ellos fallecieron. En el momento, dejan que escojan la alimentación en el mercado y la preparen, lo que les ocupa el día entero. En verdad, no consigo entender con qué finalidad quedan retenidas esas personas habituadas a la vida en el bosque (Schoepf, 2005, p.169, traducción propia).

Fueron funcionarios del Serviço de Proteção aos Índios o SPI bajo el mando de los militares Alípio bandeira y Euclides Nazaré como de otras once personas quienes comenzaron en noviembre de 1911 un viaje de seis días encontrando a los indígenas «a quienes al alcance de la voz comenzaron a gritarle, todos al mismo tiempo, formulando preguntas de qué, con un vocabulario reducido adquirido en Moura, apenas comprendíamos las palabras destacadas» (Melo, 2009, p.91, traducción propia). En el encuentro intercambiaron cuchillos y hachas por arcos, flechas, bananas y yuca. Se conocieron varias aldeas indígenas unas de grupos sedentarios y otras nómadas, como se publicó en 1926 (bandeira, 2009; Melo, 2009). Dos expediciones más en 1911 buscaron ampliar el contacto y produjeron el establecimiento de Tauacuéra como centro de atracción (Melo, 2009; Melo, 2011).

En 1912 bandeira fue sustituido por el ingeniero João Augusto Zany, este continuó el acercamiento con regalos: «prefieren siempre las herramientas y utensilios a los juegos y adornos: aceptan satisfechos algunos de estos, sin embargo, solo piden con insistencia hachas, machetes, cuchillos, cizallas, anzuelos, utensilios de cocina y ropa, ésta especialmente para los hijos» (Melo 2009, p.108, traducción propia). En 1926 trabajadores de la firma Penha & bessa entraron a la zona para colectar castaña; los indígenas reaccionaron y fueron asesinados varios trabajadores incluido Cândido bessa. El inspector del SPI, Luis José da Silva, mantuvo la defensa de los indígenas a pesar del antiindigenísmo cabalgante. El funcionario recibió amenazas de muerte, llegando a ser atacado un barco en el que se movilizaba con su familia. El hecho fue organizado por Edgar Penha, quien no se conformó, sino que fue al puesto del SPI y lo destruyó. Silva regresó a Manaos, fue hostigado y murió tiempo después. Tras su muerte el territorio indígena fue invadido y murieron centenares de indios (Milanez, 2015).

En 1926 tras una masacre que exterminó un grupo de indígenas en su aldea, fueron capturados veinte de ellos, llevados a Manaos y exhibidos públicamente para su humillación. De estos sólo cinco regresaron al territorio devueltos por un policía que se apiadó de ellos, los otros 15 murieron en Manaos (Milanez, 2015). Con el segundo ciclo cauchero, el territorio indígena fue de nuevo invadido. Según el sertanista José Porfírio Fontenele de Carvalho (1946-2017) quien con su trabajo en los años setenta buscó establecer relaciones amistosas para allanar el camino de la exploración y explotación de los recursos naturales, recuerda que en 1946 un destacamento militar norteamericano fue a los ríos Jauapery y Alalaú para hacer observaciones astronómicas; los indígenas no les dejaron regresar y todos murieron. Se creó un incidente diplomático, e incluso a belén llegó un navío con un contingente armado para enfrentar a los nativos. La diplomacia brasileña impidió la retaliación (Milanez, 2015). En realidad la expedición fue en 1944 comandada por dos militares norteamericanos el teniente Walter Wiliamsom y el sargento baitz (Comité, 2014).

Para 1958 el jefe de la Inspectoria Regional I del SPI, Tubal Fialho Viana, abrió el puesto indígena de Camanaú «construyendo una casa con tapia, abriendo rozas para cultivo de yuca, maíz y frijol y continuando el trabajo de atracción de los temibles indios Waimiri o Atroari» (Anónimo, 1959, p.7, traducción propia). La respuesta de los indígenas fue un ataque fulminante que no dejó sobrevivientes; una tentativa posterior fue rechazada cobrando once vidas más (Souza, 2015). Entre funcionarios del SPI y su reemplazo la Funai, los indígenas mataron un total de 64 personas, pero no hay registro sobre los indígenas muertos (Milanez, 2015).

La violencia no era nueva; existen las referencias del pasado (baines, 2010), esta fue extendida en el tiempo sin que los autores materiales fueran castigados como se denunció ante el Tribunal Russell (Anônimo, 1974). La apertura de la carretera bR-174 que comunica Manaos (capital del Amazonas) con boa Vista (capital de Roraima) cambio dramáticamente la vida de los indígenas. Los gobernadores coincidían en la necesidad de la vía y en 1975 Fernando Ramos del estado de Roraima se expresó así: «soy de la opinión que un área rica como esa no puede darse el lujo de conservar media docena de tribus indígenas impidiendo el desarrollo» (Comité, 2014, p.51, traducción propia). La construcción vial comenzó en 1967 y terminó en 1979, e involucró el traslado de dos aldeas indígenas. La obra se ejecutó bajo los programas Operación Amazonia de mediados de los años sesenta y el Plano de Integração Nacional o PIN promulgado en julio de 1970 bajo la presidencia del militar de Emílio Garrastazu Médici (1969-1974) que incluía la construcción de las carreteras transamazónicas Cuiabá-Santarem y Manaos-Porto Velho (Arquivo Nacional, 2009).

En 1968 el sacerdote João Calleri fue al territorio de los waimiri-atroari contratado por el Departamento de Estradas de Rodagem do Amazonas, pidiéndole «amansar los indios», que bajo sus ideas era colocarlos a trabajar en la construcción de la carretera (Milanez, 2015). Calleri estimó la población en 3.000 personas, cifra coincidente con los datos de la Funai en 1972. Este último organismo calculó una población de1.000 tras una epidemia. La expedición de Calleri fue atacada, él y ocho miembros más murieron (Davis, 1977). Las circunstancias no son claras, el religioso perdió la vida 25 días después de iniciar su viaje. Tras recuperar su cuerpo la iglesia lo mostró como mártir, con procesiones y una velación que duró más de una semana, lo que aumentó la oposición a los indígenas (Milanez, 2015). En 1973 cuatro funcionarios de la Funai fueron asesinados, un año más tarde otros cuatro operarios murieron y un ataque más en cabeza del cacique Maroaga y su aliado el cacique Comprido al puesto de Alalaú II cobró la muerte del sertanista Gilberto Pinto Figueiredo. Luego hubo un periodo de tregua y los indígenas desaparecieron; Maroaga llegó incluso a atacar un suburbio de Manaos, pero tras la muerte del sertanista Pinto no se volvió a saber de él; entre tanto Comprido murió en una epidemia de sarampión. La malaria y el sarampión llegaron con la construcción de la bR-174 en 1974 (Waimiri-Atroari, 2017). Luego se sumaron la gripa, la tuberculosis y las venéreas que diezmaron los indígenas y entonces los ataques armados en su contra culminaron.

En 1970 se creó el Frente de Atração Waimiri-Atroari (Fawa) que ligó de manera definitiva el indigenismo de la Funai con las acciones de los militares. Fontenele de Carvalho y Pinto Figueiredo Costa lideraron los trabajos y su meta era facilitar la relación con los indígenas, aunque por el camino estos atacaron los puestos indígenas de atracción en 1973 y 1974 interrumpiendo temporalmente la construcción de la vía (Silva 2016). La construcción de la carretera buscaba una ruta hacia la frontera con Venezuela donde se habían descubierto depósitos de molibdeno por la Mineral Resources Research Company en la Serra do Mel (Davis, 1977). El general Gentil Noguera en 1974 recomendaba realizar «pequeñas demostraciones de fuerza, mostrando a los mismos los efectos de una ráfaga de ametralladora, de granadas defensivas y de la destrucción por el uso de dinamita» (Comité, 2014, traducción propia). Una fuente periodística menciona el uso del defoliante o napalm entre 1975 y 1976 de la que se encontraron sus latas (A Critica, 2014 en Silva, 2016, p.78). El primer censo del antropólogo Stephen baines contabilizó un total de 332 personas en 1983, de las cuales 216 eran jóvenes con menos de 20 años (Gráfica 1).

Fuente:Baines, 1991, p. 77.

Gráfica 1 Pirámide de población Waimiri-Atroari, 1983 

El poscontacto llevó la población a la cifra más baja y afectó los grupos de edad mayores; la población llegó a ser una séptima parte de la original en un período de diez a quince años (Tabla 1); los sobrevivientes se agruparon en aldeas cerca a los puestos indígenas donde fueron incorporados al trabajo en las plantaciones de la Funai a comienzos de 1980.

Tabla 1.  Estimativos históricos de población waimiri-atroari, 1905-2011 

La muerte de más de 2.000 indígenas comenzó a ser visible en un informe producido por los profesores Egydio y Doroti Schwade, quienes vivían con sus cuatro hijos entre los indígenas de la aldea Yawará, donde alfabetizaban a un sector de población de menores huérfanos entre los años 1985 y 1986 (Schwade, s.f.; Silva, 2016). Los dibujos de los alumnos recordaban la violencia y su discusión en las aulas reunió frases o palabras que identificaban o acompañaban los dibujos siendo recurrente en ellos la pregunta ¿Por qué el blanco mato al Kiña? (Schwade, s.f.; Comité, 2014), como se aprecia en la Figura 1. Entre los alfabetizados había dos hermanas cuya madre había sobrevivido a una masacre (Comité, 2014). El impacto demográfico fue enorme, desaparecieron nueve aldeas indígenas que había fotografiado João Calleri (Comité, 2014) y «por lo menos una de ellas fue masacrada por el bombardeo de gas letal, con apenas un sobreviviente (sobrevivientes de esas cinco aldeas fueron nuestros alumnos en Yawará/sur de Roraima)» (Schwade, s.f., traducción propia).

Fuente: Comité Estadual de Direito a Verdade, a Memória e a justiça do Amazonas, 2014, p. 156.

Figura 1 Dibujo de José Maria. Escuela Yawará, s.f.  

Luego comenzaron los trabajos de la Minera Taboca que hacia parte del grupo empresarial Paranapanema. Se definió un área de 526.800 hectáreas dentro del territorio waimi-atroari como zona de explotación (Carvalho, 1991), localizada a 250 kilómetros al norte de Manaos; para lo cual llegó una media anual de 1.000 trabajadores y sus familias, sumando cerca de 3.000 personas, y comenzó la construcción de Villa de Pitinga. Estos empleados sufrieron maltratos, innumerables accidentes laborales y exposición de ellos y sus familias a las enfermedades tropicales (Silvan, 2014). Por otro lado, en 1985 terminó la construcción de la hidroeléctrica de Pitinga, hecha para cubrir la demanda energética de la explotación minera. Un año antes de la autorización legal de la construcción ya se conocía la presencia de los tikiria y piriutiti, dos sectores aislados de población indígena, lo que era información reconfirmada en 1988, pero encubierta por la empresa.

La otra obra, la represa balbina, en el río Uautumã; se planeó desde 1968 y en 1981 comenzó la construcción cubriendo parte de la margen sudeste del río para la presa. El lago se extendía hacia el centro del territorio indígena cubriendo cerca de 30.000 hectáreas (Comissão Nacional da Verdade, 2014) o unos 2.300 km2 (Conselho Indigenista Missionário, s.f.). En 1987 cuando se determinaba la cota de inundación se localizaron ocho aldeas bajo este límite, los indígenas que acompañaban los técnicos dijeron que todos habían sido asesinados por el ejército (Souza, 2015). El potencial energético de 250 megavatios fue sobrestimado y hubo sobrecostos, construyéndose a pesar de saberse que era más ventajosa una hidroeléctrica en el río Trombetas con un potencial de 800 megavatios en el vecino estado de Pará (Silvan, 2014). Las fuentes alimenticias de los indígenas disminuyeron y la Funai les obsequió a los indígenas relocalizados regalos como motores fuera de borda, embarcaciones de aluminio y otras cosas, lo que derivó en fricciones internas entre los relocalizados (Fearnside, 1989). Las tierras inundadas ocasionaron el desplazamiento de las aldeas Taquarizinho y Tapypyna y la materia orgánica en descomposición produjo gases de efecto invernadero y malos olores, al igual que la muerte de peces y el ahogamiento de animales (GEEA, 2008) (Figura 2).

Fuente: Waimiri Atroari: divulgando nossa história, 2017, p. 107.

Figura 2 Embalse de Balbina.  

El avance minero se acompañó de la Sacopá, empresa paramilitar comandada por los reservistas teniente Tadeu Abrao Fernandes y el coronel Antonio Fernandes, así como por un militar activo: João batista de Toledo Camargo, jefe de Policía del Comando Militar de la Amazonia. Su tarea era brindar seguridad a la operación minera y limpiar la selva para permitir sus trabajos, tenían 400 hombres armados y perros amaestrados; como parte de la limpieza se hicieron bombardeos por parte de la FAb (Força Aérea brasileira) (Comité, 2014).

La carretera bR-174 produjo una reclamación ilegal de predios, los paulistas Fernando y Sérgio Vergueiro, aliados con el gobernador del estado Amazonas, Danilo de Matos Areosa, tramitaron solicitudes en áreas indígenas, como la reserva indígena Waimiri-Atroari constituida en 1971 y otras áreas reconocidas en 1981 y 1989 que excluyen todas las áreas de minería (Mapa 2). Estas familias tradicionales de la política, consiguieron más de 12.000 hectáreas en donde adelantaron actividades madereras y agropecuarias (Comité, 2014).

Fuente: Comité Estadual de Direito a Verdade, a Memória e a justiça do Amazonas, 2014, p. 69.

Mapa 2 Dinámica de la tierra indígena Waimiri-Atroari.  

La Funai, en su mayoría con jefes militares entre 1970 y 1985, siguió la idea desarrollista y la visión de seguridad que priorizaba el acceso a recursos naturales (Cabrera 2015). Sus funcionarios no realizaron esfuerzo alguno por controlar los invasores e incluso destruyeron cultivos de los indígenas cerca a sus puestos y bloquearon la navegación de un igarapé para impedirles ir hasta la zona del futuro embalse de balbina. Adicionalmente, intentaron pacificarlos usando indígenas de otros pueblos como tukano, suruí, baré, desana, munduruku, sateré-maué a quienes armaron por los probables enfrentamientos. Hasta mediados de los años ochenta la Funai divulgó la imagen de la crueldad waimiri-atroari para justificar la violencia de la que era cómplice.

Desde comienzos del siglo XX hubo identificación del territorio waimiri-atroari; en 1917 se reconocieron las tierras de la margen derecha del río Jauapery a los indígenas, pero este reconocimiento fue derogado en 1921. Sólo hasta 1971 con la construcción de la bR-174 se creó la reserva Waimiri-Atroari que dejó por fuera muchas malocas de la margen derecha del rio Alalaú y muchas otras de la región central. En 1974 y con una modificación en 1975 se reconoció con límites más precisos el área Waimiri-Atroari. En 1978 una nueva intervención dejó una zona adyacente fuera de la reserva en la que había tres malocas que ya estaban rodeadas por vecinos que trabajaban en la explotación maderera, agropecuaria y minera. En 1981 se revocaron todas las áreas anteriores transformando la zona en una reserva para la atracción indígena. Finalmente, en 1987 se declaró un área de ocupación de 25.859 km2, quedando excluidas las zonas del embalse de balbina y la faja de dominio de la bR-174; acciones estas por las que se perdió la mitad del territorio tradicional (Mapa 2).

A partir de 1977, con la derrota de la resistencia indígena, se hablaba de indígenas amables que intentan asimilar las costumbres civilizadas y jugar fútbol. Desde 1987 el Programa Waimiri-Atroari (PWA), supeditado a la empresa Electronorte, supervisó el acceso a la región; el programa seleccionó algunos líderes indígenas a quienes controló plenamente, pero sobre quienes transmitía la idea de una autodeterminación indígena, pero que en verdad eran dirigidos hacia una forma particular de etnicidad que los ponía bajo el ideal o visión indígena del Estado, que consolidaba una ruptura con las tradiciones del pasado (baines, 1997). Estos liderazgos desconocían la estructura tradicional indígena donde ellos «consideran sus aldeas como si fuesen unidades casi autónomas económica y políticamente, basadas en una dicotomía básica entre ‘dentro’ y ‘fuera’ - por un lado, aska (los verdaderos parientes), por otro lado, baxi’ra, ‘amba mydy’tany (pueblo de otra aldea)» (baines, 1995, traducción propia). Los jóvenes reclutados por el Fawa servían como transmisores de los propósitos de la Funai a cambio de privilegios como acceso a bienes manufacturados, control de la distribución de alimentos y bienes de prestigio sobre los demás indígenas (baines, 1995).

El programa multidisciplinar proyectado para 25 años tenía seis áreas: salud, educación, producción, medio ambiente, vigilancia de límites, acciones técnico administrativas y obras de infraestructura. Sus virtudes se divulgaron en un seminario en 1990, una exposición en un centro comercial en 1993 y un video promocional que se proyectaba en los vuelos internacionales de Varig (baines, 1997). La imagen fue un mecanismo de difusión con el video Nossa história, pero acompañado de la prohibición del ingreso de investigadores sociales. Empero, se aceptó la visita de la estrella de fútbol David beckham para publicitar el programa y hacer un documental para la bbC, José Porfirio Fontenele de Carvalho le atendió y mostró la virtuosa tutela (Silva, 2016).

El sarampión volvió en 1987 con cuatro indígenas que regresaron de Manaos, tras recibir regalos de la empresa minera Taboca (Comité, 2014). Este «indigenismo empresarial» divulgador de los beneficios a través de indígenas (baines, 1995, 2000, 2017) fue criticado por los profesores Aniceto barroso y Darleda Ferreira en 1988, ellos señalaron las promesas incumplidas de equidad salarial con funcionarios de la Funai y las de formación de posgrado hechas por un funcionario de la Secretaría de Educación del Amazonas y coordinador del Programa de Educación del Programa Waimiri-Atroari. Adicionalmente revelaron que el curso de posgrado no consideraba la formación antropológica, reclamo que se dijo se subsanaría luego; quedando a su suerte bajo el control del Programa. El desprecio regía la iniciativa y trataba a los indígenas como niños mimados aprovechando el desconocimiento que tenían del dinero, los pesos y las medidas. El clímax de su inconformidad llegó con el pago de 30 días de labor cuando en verdad trabajaron 82 días (Silva, 2016). La educación incluía lengua materna, portuguesa, matemáticas, geografía, historia, ecología, agronomía, arquitectura, prácticas domésticas, caza y pesca. Algunos jóvenes que aprendieron el portugués ridiculizaban su propia lengua siguiendo el ejemplo de algunos funcionarios de la Funai (baines citado en Silva, 2016). En cuanto a la salud el Programa prestó atención y prevención a partir de la vigilancia epidemiológica. Se hicieron inmunizaciones, control de malaria, tuberculosis, salud oral y educación general en salud.

Por otra parte, el atropellamiento de fauna silvestre en la bR-174 entre 1997 a 2016 alcanzó la cifra de 9.837 animales; circunstancia que revela la fractura del bosque primario en una zona de alta biodiversidad (Waimiri-Atroari, 2017). La Figura 3 recuerda este aspecto. La respuesta indígena fue el bloqueo nocturno de la vía, que ocasionó tensiones con un sector de la dirigencia regional.

Figura 3 Valla sobre atropellamiento.  

Así miso, la presencia de objetos de plástico y metal generó basuras en los asentamientos desde la década de 1980 (Waimiri-Atroari, 2017), por lo que, a la pérdida territorial derivada de la actividad minera, que alcanzó las 726.000 hectáreas, se sumaron las aguas residuales de la extracción de estaño y caserita que contaminó los ríos y aguas con los lagos o piscinas del proceso. La ruptura de una barrera de tierra en la mina Pitinga el 1 de mayo de 1987 vertió 700.000 m3 de desechos del lavado de caserita, aunque antes de esto los indígenas ya habían reclamado por la presencia de residuos en el río Alalú que ponían el agua turbia y disminuían la cantidad de peces. Los riesgos sobre los waimiri-atroari no cesaron; la construcción de una línea de transmisión eléctrica dentro de la tierra indígena, con 250 torres en un trecho de 122 km, fue percibida por los indígenas como 250 nuevas obras en su espacio vital (Folhes, 2017). La obra fue autorizada por el ministro de Minas y Energía a pesar de la oposición de los indígenas (Waimiri-Atroari, 2017). Así mismo, la presencia de garimpeiros, la deforestación, el extractivismo, los pescadores y la deforestación, completan un cuadro poco alentador. La comprensión plena de los efectos sobre los waimiri-atroari puede captarse bien cuando se describe que su vida:

incluía las prácticas de subsistencia: la caza, la pesca, la horticultura y la recolección. Los habitantes de cada aldea utilizaban áreas del bosque conforme a sus necesidades, cambiando el lugar de la aldea en el caso de la muerte de un líder, de agotamiento de la caza en proximidades, del agotamiento de áreas del suelo apropiado para la agricultura, de la obstrucción de los cultivos por hierbas dañinas, o cualquier combinación de estos factores. Grandes áreas de bosque ocupadas esporádicamente a través de largos periodos de tiempo permitían la recuperación de los animales de caza. La vida ritual abarcaba rituales intercomunitarios entre aldeas vecinas, rituales a nivel de aldea y rituales privados. (baines, 1995, p.139, traducción propia)

El trabajo de los investigadores fue también afectado por los vínculos mineros con la política indigenista de la Funai. bajo el control del PWA fueron expulsados en 1987 el lingüista de la Universidad Estadual de Campinas, Márcio Silva, quien denunció la presencia del sarampión, y en 1989 el antropólogo Stephen baines y la periodista Verenilde Santos Pereira. Ya en 1986 se había expulsado al misionero Egydio Schwade y su familia por el presidente de la Funai Romero Jucá (Pereira & baines, 1991; Comité, 2014; Silva, 2016).

El contacto con los nukak en Colombia

Los nukak son un pueblo de tradición nómada que ocupaba el interfluvio río Guaviare - alto río Inírida en el departamento del Guaviare. Su población se estimó en 612 individuos para el año 2011 (Franky, 2011). Conocidos como makú o makú del Guaviare. El nombre nukak, está compuesto de la raíz nuk (lengua) y una partícula adicional, que si se toma en consideración la lengua del pueblo kakua con cuya lengua hay inteligibilidad, se capta su sentido nuk (lengua) y kak (gente) (Silverwood-Cope 1990, p.140); se les llamó «gente de la lengua» o «persona de la lengua» (Mondragón, 1994, p.149). Nukak y kakua constituyen un grupo que unido a otro conjunto formado por el hup, yuhup, daw y nadëb denominado nadahup conforman los pueblos nómadas del noroeste amazónico (Epps, 2008), nombrados los dos primeros como makú occidental y los segundos como makú oriental (Martins, 2005).

Gracias a Koch-Grünberg hubo informaciones orales de ellos dadas por otros grupos, aunque él no recorrió la zona (Koch-Grünberg, 1995, p.136). Otro viajero en los años treinta de siglo XX, precisó el tipo de relación distante con sus vecinos piapocos y puinaves, con quienes peleaban envenenando las fuentes de agua de los segundos (Wavrin, 1948; Cabrera, 2002). Las primeras noticias sobre los nukak señalaban su aparición en 1988, pero el comisario del Vaupés escribió al presidente así:

en los últimos días, miembros de una tribu salvaje que habita la zona comprendida entre los ríos Guaviare e Inírida, en la Comisaría del Vaupés, han hecho incursiones en tierras ocupadas por colonos situados a orillas del Guaviare, arrasando cultivos, quemando casas y causando pánico entre el grupo de blancos e indígenas de aquella región. Dos causas parecen explicar la actitud de los nativos: el hambre y la represalia por una avanzada que en días anteriores hicieron dos hombres blancos que penetraron a la selva donde habitan los indígenas los cuales atacaron con sus armas primitivas siendo repelidos según informes, por disparos de escopeta que los colonos afirman fueron hechos al aire. (AGN. Minterior, Despacho del Ministro, caja 125, carpeta 924, fl 5)

El funcionario los refería como un sector de población «miserable, desnudos, sin auxilio de nadie» y como propuesta a su esperado y masivo retorno pedía el apoyo para reubicarlos en un tramo de la carretera entre San José y Miraflores que se construía en ese momento y hacia donde podrían llevarse varios de los indígenas a los cuales se les pagaría un salario justo que les permitiera adquirir alimento y el vestuario para ellos y sus familias. Los indígenas llevarían una vida más humana y la Comisaría se beneficiaría con el trabajo de un grupo numeroso de hombres que pueden con la ayuda del gobierno, convertirse en un potencial humano creador de riqueza y de progreso. (AGN. Minterior, Despacho del Ministro, caja 125, carpeta 924, fl 5)

El antropólogo Gerardo Reichel-Dolmatoff indicó que en el interfluvio Guaviare- Inírida vivía un grupo de makús desconocidos (Reichel-Dolmatoff, 1967). En verdad los primeros contactos tuvieron lugar en 1965; según los nukak hubo enfrentamientos porque un colono destruyó algunos de sus cultivos. Los nukak y otros indígenas recuerdan que hubo algunos muertos y una pareja capturada; según el relato del colono, el hombre herido y su pareja fueron entregados a las autoridades, pero sobre ella los indígenas como el colono refieren destinos diferentes (Cabrera, Franky & Mahecha, 1999, p.72-73; Cabrera, 2002, p.114). El testimonio gráfico de estos primeros encuentros reúne tres imágenes publicadas en El Espectador, periódico que envió un reportero a la zona, otros medios El Tiempo y La República publicaron los hechos. La fotografía con el pie de foto «Primer abrazo de integración. El colono Anselmo González y un indígena ‘macu’ se dieron el primer abrazo el 16 de diciembre. Aquí los dos soplan capadores plásticos obsequiados por El Espectador. Poco después los ‘macus’ asaltaron la casa de los colonos y se apoderaron de varios objetos», fue recortada y sólo la parte izquierda publicada con el nombre del colono cambiado (Figura 4).

Fuente: Archivo fotográfico de El Espectador, 1965.

Figura 4 Ambrosio González en compañía de un grupo de indígenas Nukak.  

Es relevante la coincidencia de varios encuentros violentos. Finalmente, los nukak se refugiaron en el bosque, hasta que en 1974 la Misión Nuevas Tribus hacía: «sistemáticas tentativas para hacer un contacto pacífico y permanente con los salvajes makú» (Cabrera, 2007, p.143). En realidad, en 1966 la misionera Sophie Müller hizo tres tentativas de contacto en compañía de indígenas de otros pueblos, corroborando que la lengua no era inteligible con la de sus acompañantes, hubo contacto cara a cara y encontró algunos objetos (Cabrera, 2007, pp.140-142). La memoria institucional es débil, el informe de Nuevas Tribus reposaba en los archivos de la Dirección de Asuntos Indígenas y su conocimiento hubiera ahorrado repetir la misma experiencia de usar intérpretes de otros pueblos de la región para establecer lo que Müller supo años atrás.

Hacia finales de 1987 los nukak reiniciaron contactos con colonos, circunstancia en torno a la que hay varias versiones (Cabrera, Franky & Mahecha, 1999, pp.72-73; Cabrera, 2002, p.114). En el contacto, de 1988 a 1991, falleció un 39% de la población, la causa mayor de muerte fue la gripe, elemento contextualizado en otro lugar (Franky et al., 2000). El supuesto canibalismo y mutuo temor entre indígenas y colonos fue dando paso a relaciones más frecuentes y extendidas entre todos los grupos (Cabrera, 2002). La Tabla 2 detalla el registro histórico de la población nukak. El dato de 1965 es determinado por esta investigación, pues el documento no tiene fecha, pero está dirigido a Guillermo León Valencia el presidente de Colombia entre 1962 y 1966. El fuerte impacto del contacto afectó más a la población madura y generó un elevado número de huérfanos que se aprecian con el sombreado en la Gráfica 2 (Franky, et al., 2000; Franky et al., 1995).

Tabla 2.  Estimativos históricos de población nukak, 1965-2012 

Gráfica 2 Pirámide de la población nukak, 1995.  

La cosmovisión nukak incluye tres niveles y espíritus (mik baka, némep, borekaku) que acompañan a cada individuo dirigiéndose tras su muerte respectivamente al cielo, tierra y subsuelo, lo que revela la permanencia material y espiritual de su cultura (barbero, Cabrera, & Mahecha, 2012). Los némep gustan del cabello largo razón por la cual los nukak tradicionalmente cortaban su cabello a ras (Cabrera, Franky & Mahecha, 1999). A su vez cada individuo tiene distintas esferas de identidad pues puede autoidentificarse a un grupo espacial, al grupo de un líder o a un ancestro (Franky, 2011).

La lengua Nukak incluye el concepto cha-ñü o «estar vivo», que significa literalmente «estar en movimiento», pues se construye a partir de las raíces verbales cha «estar» y ñü «mover» (Mahecha & Franky, 2014). Para 1995 se determinó que existían 13 grupos locales con territorio propio con un número de 9 a 43 individuos; estos grupos cambiaban de residencia de 68 campamentos por año, recorriendo 6,9 km de un lugar a otro, con una ocupación media de 5,31 días en un campamento y una velocidad de marcha de 2,4 km/h cuando se caminaba en compañía de los niños y con una permanencia mínima de una noche y máxima de 28 noches en el campamento de dormida (Figura 5), (Cabrera, 2002; Franky et al., 1995). Los recursos del bosque eran amplios (Cabrera, Franky & Mahecha, 1999; Cabrera & Nates-Parra, 1999; Cabrera, 2005) y la dieta era equilibrada, balanceada y suficiente (Sotomayor et al., 1998).

Fotografía del autor.

Figura 5 Joven nukak en su chinchorro 1995.  

El Estado constituyó el resguardo Nukak-Makú (Resolución del 136 del 23-11- 1993) ampliado por (Resolución 55 del 18-12-1997) alcanzando 954.400 hectáreas. Igualmente se filmó Los últimos nómadas verdes (1994), producción colombo-belga, que tuvo el propósito de divulgar la existencia del pueblo y recaudar fondos para su ayuda. Cumpliendo lo primero pero sin conocerse si lo segundo se logró (Cabrera, 2007; Cabrera, 2010). Hasta el año 1997 diversas investigaciones etnográficas se adelantaron en el territorio nukak, pero el conflicto interno que desde 1997 involucró la disputa territorial de la guerrilla de las Farc con los paramilitares y las masacres hechas por los segundos en Mapiripán y Caño Jabón (Puerto Alvira), sobre la margen norte del río Guaviare, bloquearon el acceso a la zona. Entre 2005 y 2009 la violencia aumentó por el esfuerzo de la fuerza pública para minar la capacidad de la guerrilla (Salazar & Escobedo, 2017), y poco después en la margen sur -territorio nukak- llegó el conflicto, ocasionando desde el año 2002 un desplazamiento de 413 individuos, es decir el 67.4% de la población estimada en 2011, y quedando el resguardo prácticamente vacío como se ve en el Mapa 3 (Franky, 2011). El desplazamiento y la respuesta institucional pueden leerse en otros textos (Cabrera, 2007; Franky, 2011; Mahecha & Franky, 2012). El paso del tiempo ha revelado efectos dramáticos como la violencia sobre las mujeres (Peña, 2018), incluso a manos de la fuerza pública (Durán, 2020; bonnet 2020; Uprimmy, 2020) o la paulatina pérdida de prácticas culturales (barbero, Cabrera, & Mahecha, 2012). Una consecuencia adicional fue el efecto sobre investigaciones que continuaron en las áreas de expulsión (Franky, 2011; Gutiérrez, 2016).

Fuente: Franky, Pérez-Rúa, Villareal, Carvajal, 2016, p, 74.

Mapa 3 Ubicación de los Nukak 2008-2010.  

Cuatro tutelas buscaron defender derechos fundamentales de los nukak así: 1992 sobre exploración sísmica; 1993 sobre constitución del resguardo; 1994 sobre la actuación de Nuevas Tribus y 1996 sobre la adopción de menores (Mahecha et al., 1998). De la última acción hay un certero análisis en otro trabajo (Sánchez, 2007). Las Nuevas Tribus abandonaron su base Laguna Pavón II en 1996 y reabrieron un nuevo punto llamado Checa muh cerca de Tomachipán, continuando allí hasta el año 2002 y luego desde San José, hoy ya han formado los primeros pastores nukak, Yerema y Perei que guían la oración y bautizan (Matiz, 2012). Otras iniciativas se adelantaron entre 1994 y 1995 por el Instituto Nacional de Salud, la Fundación Apinkunait y por la Fundación Gaia Amazonas desde 1995 hasta 1997 (Mahecha et al., 1998).

En el año 2004, el Ministerio de Cultura declaró «el manejo del mundo y la naturaleza y la tradición oral del pueblo Nukak Makú» como bien de Interés Cultural de Carácter Nacional. La Corte Constitucional se pronunció sobre el desplazamiento en el Auto 004 de 2009 y el Auto 173 de 2012, que llamó la atención sobre la inseguridad alimentaria, los problemas de salud, de pérdida territorial y de debilitamiento en la cohesión social y cultural (Franky et al., 2016). Los nukak tienen clara conciencia sobre su situación que sintetizaban así:

Aquí donde nos estamos quedando no es territorio de nosotros. Acá nos prohíben salir a cazar… En el territorio propio sí era muy abundante la comida. [Acá] La pesca es mala, el caño es muy pequeño… El territorio nukak tiene abundancia de frutos y animales y pesca…. Cada día se salía, se traía, se comía y salía otra vez a rebuscar. Acá no se puede hacer así, no hay. (Franky et al., 2016, p.118)

Conclusión

La aproximación comparativa fue propuesta por el historiador Marc bloch para el análisis social (bloch, 1963); este enfoque intenta examinar sistemáticamente como un mismo problema atraviesa dos o más realidades histórico-sociales distintas, dos estructuras situadas en el espacio y en el tiempo, dos repertorios de representaciones, dos prácticas sociales, dos historias de vida, dos mentalidades, y así por delante. Hace por mutua iluminación de dos focos distintos de luz, y no por mera superposición de las piezas. (barros, 2014, p.143)

bajo estos derroteros he intentado trazar semejanzas y diferencias del contacto de estos dos pueblos. Los ejemplos del contacto podrían multiplicarse. En brasil entre 1900 y 1957 de 230 pueblos indígenas se extinguieron 57 y se integraron 38. Igualmente, de 105 grupos aislados en 1900, 33 sostenían esta condición para 1957, otros tantos se extinguieron (Ribeiro, 1971). Hace más de cuarenta años Pierre-Yves Jacopin puntualizaba con relación a la Amazonia que los causantes de estos procesos eran, caucheros, misioneros, policías, delegados de gobiernos y los antropólogos, los dos casos que presenté confirman este señalamiento, pero el asunto no se detiene allí, certeramente el autor agregaba que «entre el asesinato de un pueblo en diez minutos, con ametralladora, y su desaparición lenta en diez años por la explotación de sus habitantes, no vemos diferencia de ninguna naturaleza» (Jacopin, 1976, p.169). Los contextos y actores en cada caso son particulares pero se repiten algunos tópicos que sintetiza la Tabla 3, y que como en el caso del impacto demográfico las similitudes se muestran en las Gráficas 3 y 4. En ambos casos estuvo comprometida su supervivencia, aunque hoy hay alguna recuperación, esta se acompaña de una profunda transformación cultural.

Tabla 3.  Síntesis comparada del contacto de dos pueblos indígenas en la Amazonia 

Fuente:

Gráfica 3 Población Waimiri-Atroari, 1905- 2011 

Gráfica 3 Población Nukak, 1965- 2011 

El reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y los procesos de memoria bajo las llamadas Comisión de la Verdad ya produjo su informe en brasil y avanza en Colombia; estos abren la posibilidad para que las sociedades nacionales se sensibilicen, aprendan y no permitan que se repitan tamaños atropellos. Los agentes de esta violencia en el caso de los waimiri-atroari están claramente identificados, es de esperar que en Colombia algo similar se revele con relación a los nukak. Cabe destacar que, si bien en brasil hubo una temprana acción gubernamental precontacto, esta no protegía, sino que busca despejar el acceso a estos territorios, situación que sólo cambio hasta 1987; en Colombia la presencia gubernamental está ausente o es tardía, llega en el poscontacto.

Todos los países amazónicos con grupos en aislamiento voluntario han ratificado el Convenio 169 de la OIT que contempla la protección de los pueblos; algunos de estos han creado áreas protegidas donde residen estos grupos, pero como certeramente se indica, ni un marco legal, ni una zona protegida son suficientes para liberarlos de las amenazas (brackelaire, 2015; Conselho Indigenista Missionário, 2019).

Para el año 2011 el conflicto armado y el desplazamiento se tomó el territorio nukak y cada vez está más ocupado por los cultivos ilícitos de coca (Franky, 2011; botero, 2018). Las imágenes satelitales no mienten si se comparan las actuales con las del pasado. La expulsión territorial apunta a propósitos concretos y hay claras sospechas de sus instigadores (Pacheco & Latorre, 2019), tampoco sabemos si pese a ser un resguardo alguien esté intentando tramitar algún tipo de derecho sobre este espacio. Entre tanto los recursos que por derecho tienen los nukak no se han ejecutado (El Tiempo, 2018) en especial porque sus liderazgos mantienen estructuras propias (Mahecha & Franky, 2017).

La vulnerabilidad que rodea los pueblos en aislamiento es epidemiológica, demográfica, territorial y política (Huertas citado en Amorim, 2016; Gondecki, 2011), y su origen está en al menos tres elementos: factores externos, incapacidad de respuesta y grado de propensión al impacto (Amorim, 2019). La respuesta indígena es la evitación o la violencia (Godecki, 2011; Vaz, 2019). En los casos abordados, las enfermedades redujeron dramáticamente la población y el espacio vital y la representación política intenta ser cooptada por agentes externos. Pero la vulnerabilidad no es algo que haya desaparecido entre los pueblos que tienen pleno contacto con las sociedades nacionales en sus países. Como se señala, los criterios base del contacto deberían ser: su no anticipación, la no violencia, el respeto de las organizaciones culturales propias, la implementación inmediata de programas de salud, entre otras estrategias (Forline & Pozzobon, 2006).

Al contacto le acompaña una inusitada violencia que tiene en la tierra y sus recursos su mayor componente y que regularmente se vincula con valoraciones de los espacios históricamente ocupados por los indígenas como áreas vacías o subutilizadas, enfatizando la idea de la exagerada tenencia de tierra en manos de pueblos de pequeño tamaño. O simplemente se ve a los pueblos como obstáculos del progreso (Gondecki, 2011). Estas ideas corresponden a un desconocimiento de las condiciones ecológicas en las que se soporta la vida de los pueblos indígenas como a su devenir histórico en el que con relación al espacio puede haber una pérdida territorial real, pero cuya territorialidad sigue vigente y se expresa en elementos como la toponimia, los mitos y sus concepciones del espacio (Vasco, 2002). Los riesgos y amenazas para ambos pueblos no terminan tras la carretera, minería, hidroeléctrica y red de transmisión eléctrica para los waimiri-atroari. Sísmica petrolera, conflicto armado, desplazamiento, colonización, deforestación y la palma africana que se aproxima desde los llanos y se ha sumado el área de refugio de las disidencias guerrilleras para los nukak. Sin salir de todas estas amenazas ambos pueblos hoy se exponen al COVID-19, que en la región amazónica de ambos países muestra las cifras más elevadas de impacto.

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1 El tiempo y los recursos para la escritura de este artículo fueron provistos por la Universidad Nacional de Colombia.

Recibido: 01 de Julio de 2020; Aprobado: 23 de Noviembre de 2020

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