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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.41 Bogotá Jan./Mar. 2022  Epub Apr 26, 2022

https://doi.org/10.25058/20112742.n41.01 

Artículo de investigación

EL PACÍFICO COLOMBIANO Y LAS COMUNIDADES NEGRAS EN EL CONTEXTO DE LA FIRMA DEL ACUERDO DE PAZ: APORTES AL CAMPO DE LOS ESTUDIOS AFROCOLOMBIANOS

The Colombian Pacific and Black Communities after the Signing of the Peace Agreement: Contributions to the Field of Afro-Colombian Studies

O Pacifico Colombiano e as comunidades negras: contribuições ao campo dos estudos afro-colombianos

Angela Yesenia Olaya Requene1 

1. Harvard University, USA yesenia-olaya@fas.harvard.edu


Introducción

El campo de los estudios afrocolombianos comprende una rica producción de referencias, conceptualizaciones e investigaciones adelantadas desde diferentes disciplinas, orientaciones y metodologías acerca de la creación de territorios para explicar las dinámicas de construcción de identidades y lugares rurales, ribereños y urbanos de las comunidades negras en el Pacífico colombiano. Haciendo énfasis en las contribuciones de la antropología e historia, se ha profundizado en las dinámicas histórico-demográficas de poblamiento y movilidad de los afrodescendientes en el periodo colonial y republicano. En este campo, las prácticas de activación y apropiación de espacios pueden entenderse en diferentes momentos históricos, no disociados entre sí, por el contrario, hacen parte de procesos continuos de definición de identidades socioculturales y relaciones materiales y simbólicas que dan sentido a la vida cotidiana de estas comunidades. A saber: desde la constitución de la costa del Pacífico como una zona minera de frontera, impulsada por la esclavitud durante la Nueva Granada, cuya principal actividad económica residía en la minería del oro de aluvión laborada con fuerza de trabajo esclavizada criolla y africana (Almario, García 2014). Después de la independencia y a lo largo del siglo XX, la apropiación territorial, individual y colectiva que permitiría entender la emergencia del Pacífico como un colectivo diferenciado con una identidad territorializada en estrecha conexión con estrategias ecológicas, productivas y económicas propias de las comunidades negras.

En este contexto, las experiencias entre la vida humana colectiva y el ambiente natural, las relaciones de la familia extensa y las dinámicas de integración socioculturales y religiosas se presentan como constitutivas de la identidad afrodescendiente, e incorporan una construcción social del territorio, en una experiencia colectiva, familiar y propia, lo que prefigura un elemento que se expresaría, con el tiempo, en una etnicidad territorializada.

En las últimas tres décadas, los estudios sobre la región Pacífico se han ido desplazando hacia la construcción de categorías analíticas, teóricas y políticas, acerca de las transformaciones sociales y culturales del Pacífico como consecuencia del conflicto armado; categorías como «desplazamiento forzado», «despojo», «resistencia», «violencias armadas» y «destierros», comienzan a hacer parte de la discusión teórica y metodológica para el estudio de las comunidades negras y sus territorios. También se plantea que estas categorías deben ser leídas en procesos de larga duración, que mantienen las exclusiones y violencias estructurales contra estas comunidades, al tiempo que dan continuidad a las herencias coloniales de la esclavitud que permean las dinámicas de modernización y desarrollo capitalistas impuestas en la región.

La región Pacífico, geográficamente estratégica y socialmente vulnerable, donde grupos armados, como la guerrilla de las Farc, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y bandas criminales, progresivamente comienzan a tener presencia, ejerciendo una disputa armada por el dominio territorial y el control sobre las zonas de cultivos de coca, los corredores y las rutas terrestres y marítimas para el tráfico de drogas; generando el desplazamiento forzado de personas y comunidades enteras que huyen de sus territorios para salvar sus vidas. Cientos de miles de desplazados han arribado a diferentes ciudades del país buscando refugio, otros han cruzado las fronteras nacionales huyendo hacia Ecuador o Panamá. De esta manera, la espacialidad de la región organizada por las comunidades negras, en los planos geográfico, social, político y económico, como territorios colectivos de identidades étnicas, progresivamente se ha convertido en lo que Ulrich Oslender ha denominado una «geografía del terror» (2008). Es decir, espacios no transitables que producen confinamientos y restringen la movilidad de la vida cotidiana y, con esto, una pérdida del control físico y mental del espacio. Situaciones que comúnmente derivan en la creación de un espacio liminal entre la vida y la muerte, o entre los espacios de la guerra y la sobrevivencia cotidiana: cadáveres abandonados en los manglares, cuerpos desmembrados y arrojados en los ríos, «casas de pique» en las que torturan y descuartizan los cuerpos, tierras acaparadas para los cultivos de coca, manglares convertidos en «cocinas» para la producción de cocaína. Esta geografía del terror no solo impone a las comunidades sus rutas de tránsito cotidianas, también influye en aquello que se debe de ver o hablar.

En el año 2016 se firmó el Acuerdo de Paz entre el gobierno, a cargo del expresidente Juan Manuel Santos, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc- EP). Con ello parecía que se abría una nueva etapa que ponía fin a más de 50 años del conflicto armado. Sin embargo, el país está presenciando una persistencia de violencias asociadas al fortalecimiento de grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), carteles del narcotráfico, bandas criminales y la emergencia de las disidencias de las Farc (guerrilleros que no se acogieron al acuerdo de paz), sumados a grupos de excomandantes que recientemente anunciaron su decisión de retomar la lucha armada. Tras la firma del Acuerdo de Paz, antiguos y nuevos grupos ilegales se disputan los territorios dejados por las Farc en el proceso de desarme para controlar los cultivos de coca y laboratorios para la producción de cocaína. En este escenario, la reorganización criminal en el Pacifico de grupos disidentes y antiguas redes de apoyo de las Farc, con intermediarios de organizaciones de carácter transnacional y grupos criminales como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y el Clan del Golfo, se han apropiado de las rutas de salida y distribución de la cocaína hacia los mercados de México y Centroamérica (FIP, 2018).

De manera particular, en la región Pacífico, el escalamiento del conflicto armado afecta de manera catastrófica no solo los tejidos socio-territoriales de las comunidades negras, sino también sus agendas de movilización política, en la medida en que existe una constante amenaza sobre sus derechos territoriales y culturales como grupo étnico. En esta región, tras la firma de los Acuerdos, se han agudizado distintos tipos de violencias (despojos de tierras y territorios, explotación intensiva de los recursos naturales, conflictos socioambientales), vinculadas a las economías extractivas y agroindustriales presente en los diferentes territorios del Pacífico, entre ellas la minería de oro, los cultivos de palma africana, la tala maderera y la ganadería extensiva.

La presencia creciente del crimen organizado, involucrado no solo en la cadena productiva del narcotráfico: cultivos de hoja de coca, procesamiento y tráfico de cocaína, sino también en la explotación de los recursos naturales, como los yacimientos de oro, plata, platino y las fuentes de hidrocarburos (petróleo y carbón), como forma de financiación de sus actividades ilícitas, y como un medio para incrementar su poder, agudiza más la disputa por el control de tierra, territorios y su población.

A lo anteriormente descripto se suma, el asesinato selectivo de líderes sociales, muchos de ellos promotores de restitución de tierras y territorios o reclamantes de la sustitución de cultivos ilícitos, los conflictos socioambientales, las nuevas oleadas de desplazamientos forzados internos y migraciones con alcance transnacional (Ecuador y Chile son los principales países de recepción de la población desplazada del Pacífico), el reclutamiento forzado de menores y adolescentes por parte de antiguos y nuevos grupos armados ilegales después de la firma de los Acuerdos de paz, hechos que interpelan los estudios hasta ahora realizados en el Pacífico para repensar y proponer nuevos abordajes teóricos y metodológicos con y cerca de las comunidades negras y territorios.

Para este número, Tabula Rasa reúne diferentes contribuciones que tienen el propósito de discutir las violencias en los territorios afrocolombianos de la región Pacífico en el contexto de la firma del Acuerdo de Paz, y repasar brevemente las categorías analíticas propuestas desde la movilización social afrocolombiana y diversas perspectivas académicas para su estudio. A partir de diferentes casos de estudio se abordan la relación entre territorios y comunidades negras como espacios de representación y/o resistencia en el que estas comunidades enfrentan las violencias históricas y contemporáneas que se ciernen sobre la región, entre ellas el conflicto armado interno, las políticas de desarrollo extractiva, la apertura neoliberal a los mercados internacionales, las demandas de la economía global y el racismo estructural. De esta manera, las comunidades negras van teniendo menos control sobre sus territorios, ya que el control está siendo ejercido por actores externos. De hecho, y esto es clave en los artículos que integran este número, el control territorial a mano de actores externos coexiste con condiciones históricas de empobrecimiento de los territorios. Si bien una de las violencias más depredadoras es la ocasionada por el desplazamiento forzado, también los contextos estructurales de pobreza y exclusión han configurado desplazamientos que confina las vidas afrocolombianas en geografías precarias: lugares en los «márgenes» «aislados» y «olvidados» sometidos al control de fuerzas violentas que prolongan las situaciones de riesgo, amenaza y muerte de la población desplazada.

En el primer artículo, titulado «Economía de la muerte y afrojuvenicidio en El Charco, Pacífico nariñense», Gustavo Santana Perlaza, realiza una aproximación crítica y situada en los hechos, momentos y cotidianidades sobre las relaciones entre muerte violenta de las personas juvenizadas en El Charco y las dinámicas históricas de exclusiones de las comunidades negras. Dichas exclusiones se asocian con el racismo estructural, que dan origen a lo que el autor denomina como afrojuvenicidio. El texto tiene como finalidad comprender el devenir de las personas juvenizadas, racializadas, aniquiladas por la economía de la muerte y el afrojuvenicidio que objetiva, subjetiva y mata sistemáticamente las presencias, existencias y formas de ser de la gente negra. El afrojuvenicidio, un concepto potente que ilustra y examina las violencias predatorias contra los jóvenes negros, es el resultado de la imbricación entre las opresiones de juventud, clase, raza, género y sexualidad que produce gentes jóvenes y territorios para el empobrecimiento, la marginalidad, el dolor y la muerte. Las personas juvenizadas de El Charco son construidas por las maquinarias de la guerra como cuerpos y territorios racializados, habilitados para la violación radical de derechos fundamentales, las masacres, los asesinatos y la desterritorialización.

En el segundo artículo, Andrés García Sánchez, titulado «Comunidades negras, paz territorial y resistencias en el río Atrato», a partir de un interesante estudio etnográfico se propone analizar las transformaciones de la movilización social que se ha experimentado en la región del medio Atrato, por parte de las comunidades negras que conforman el Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato (Cocomacia). Ante los efectos del terror sobre sus cuerpos y los territorios colectivos, las formas organizativas y sus modos de vida, las comunidades campesinas negras devinieron «desplazadas» y «víctimas», embarcándose en procesos creativos de producción de otras territorialidades y en la configuración de formas inusitadas de coalición con distintos agentes sociales, para demandar el cumplimiento de sus derechos étnicos, la protección de la naturaleza, la reparación colectiva y la no repetición de las violencias en su contra.

En el siguiente artículo «De campesinos colonos a comunidad negra, de la regulación guerrillera a la regulación estatal», Claudia Quijano Mejía, a porta a la comprensión de la emergencia de las comunidades negras en el Magdalena Medio, para ello recurre a los procesos históricos de poblamiento y desarrollo del conflicto armado en la región. A partir del estudio del caso de una vereda que se constituyó en comunidad negra y logró la titulación colectiva, afirma que la identificación con las categorías étnico-raciales (comunidad negra y afrodescendientes) significan una estrategia de resistencia frente al recrudecimiento de la confrontación entre los actores armados, y ofreció mayores niveles de interlocución con las entidades gubernamentales, al tiempo que creó condiciones para la aproximación de los pobladores rurales a las formas de regulación estatal. Situación que después de la firma de los acuerdos de paz con las Farc ha dificultado que la guerrilla del ELN, aún presente en la zona, se posicione como un mediador válido de los conflictos comunitarios. Metodológicamente el estudio recurre a la etnografía y a la historia oral, haciendo uso de técnicas como entrevistas, revisión documental y observación participante.

El texto, «Todas las violencias: conversaciones sociales en torno al conflicto en el Pacífico caucano», de Carlos Enrique Osorio Garcés y Tulio Andrés Clavijo Gallego, es el resultado de un diálogo social con activistas y líderes de la región del Pacífico en el departamento del Cauca, mismos que desde hace más de 30 años han asumido los procesos de resistencia y reivindicación de lucha por el reconocimiento y la autonomía comunitaria. Los acercamientos que iniciaron en la segunda mitad de la década de 1980, se han enriquecido política y académicamente, asumiendo rutas de acompañamiento y de solidaridad con las comunidades, con sus territorios, historias, memorias, conocimientos, luchas y expectativas. Durante este periodo de tiempo, por experiencias vivenciales, académicas e institucionales, se aprecia un deterioro y un agudizamiento de los procesos de confrontación, desde la lucha armada por el territorio -expresada tendencialmente por el narcotráfico y la minería ilegal-, hasta la violencia política, socio-racial, cultural y epistémica, acentuada además por los crímenes en contra del medio ambiente.

El trabajo «La ética del cuidado y la construcción de paz: estrategias de re- existencia de las mujeres negras y rurales de Ladrilleros y Juanchaco en el municipio de Buenaventura», de Alejandra del Rocío Bello Urrego, es el resultado de una investigación etnográfica en Ladrilleros y Juanchaco en el municipio de Buenaventura, que indagó por las rupturas culturales de las mujeres a partir de la llegada de grupos ajenos a las comunidades en los últimos 70 años. Estos grupos al pugnar por un lugar en el territorio impulsaron cambios en sus formas de socialización cultural y organización económica. A partir de la aplicación de historias de vida y la cartografía corporal se analizaron las formas en como las mujeres han pugnado dichos cambios en sus dinámicas culturales, siendo Ébano un ejemplo magistral de las estrategias de agencia desplegadas por ellas. Este artículo aborda la discusión de estos resultados de investigación a la luz del rol del cuidado en las estrategias de agencia de las mujeres negras rurales del pacífico colombiano en el periodo de la firma de los acuerdos de paz del 2016.

Por su parte, Yilson J. Beltrán-Barrera, en el texto «Biocolonialidad y ecogenoetnocidio en Buenaventura. Aportes al giro biocéntrico en las afro- reparaciones y la justicia ecológica», propone un potente método definido como hermenéutica de las ontologías relacionales, para analizar los efectos de las prácticas ecogenoetnocidas en las comunidades negras del Consejo Comunitario de la Parte Alta y Media de la Cuenca del río Dagua (zona rural de Buenaventura-Colombia), en la transformación de su relación con el territorio y la producción de las nuevas subjetividades negras, en el marco del conflicto armado en Colombia. Todo ello desde la perspectiva antirracista, decolonial y biocéntrica de la biocolonialidad. El propósito es brindar algunos elementos analíticos y metodológicos para pensar las afro-reparaciones y aportar con ello a dicho campo, así como al de la justicia ecológica y las demandas de reparación de dicho Consejo.

Este número especial cierra con un texto de Angela Yesenia Olaya Requene, titulado «¿Condenados a la expulsión? despojo y desplazamientos forzados en las comunidades afrodescendientes del Pacífico colombiano», en el cual propone la categoría de «expulsiones» para referirse a la complejidad de los desplazamientos forzados, la aceleración de la destrucción de las tierras y territorios, las dislocaciones socioeconómicas y ambientales que trae aparejada la relación entre las economías extractivas y las economías lícitas, en particular el narcotráfico, en la región del Pacífico sur colombiano. Esta relación se ha convertido en formaciones depredadoras que pueden significar arrojar a la miseria a los pueblos afrodescendientes y reconfigurar la espacialidad de los territorios en geografías precarias: espacios empobrecidos, donde la muerte, el derramamiento de sangre, los cuerpos desmembrados, el crimen organizado, la militarización y la fractura del control político y social constituyen prácticas violentas rentables dentro de las lógicas de la acumulación de un capitalismo por despojo, y donde las subjetividades afrodescendientes son representadas como «vidas desechables»; manteniendo a estas colectividades como testimonio vivo de la fragilidad del orden social en el que se desarrollan.

Finalmente, con este número especial sobre el Pacífico colombiano y las comunidades negras en el contexto del Acuerdo de Paz, tenemos diferentes trabajos desde perspectivas disciplinares y transdisciplinares, elaborados a partir de disimiles problemáticas, enfoques teóricos y metodológicos, los cuales en su conjunto representan un insumo para reflexionar de forma sistemática sobre la continuidad del conflicto armado interno y las violencias en territorios afrocolombianos, así como en la ampliación de espacios y formas de lucha y re-existencia socioterritorial que se han venido desplegando en la región para visibilizar y articular iniciativas localizadas de resistencia por las formas de vida y territorios ancestrales de las comunidades negras.

Referencias

Almario García, O. (2014). De la etnogénesis negra del Pacífico al movimiento étnico afrocolombiano. Anotaciones para una posible comparación con la experiencia brasilera. Revista de Historia Comparada, 8(1), 96-127. [ Links ]

Fundación Ideas para la Paz -FIP- (2018). ¿Por qué siguen aumentando los cultivos de coca en Colombia?http://cdn.ideaspaz.org/media/website/document/5ba2578da51e3.pdfLinks ]

Oslender, U. (2008). Geografías del terror: un marco de análisis para el estudio del terror, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, XII(270). http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-270/sn-270-144.htm Links ]

1 Investigadora asociada (Research Associate, Afro-Latin American Research Institute, Harvard University).

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