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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.41 Bogotá Jan./Mar. 2022  Epub Apr 28, 2022

https://doi.org/10.25058/20112742.n41.11 

Artículo de investigación

LA FAMILIA COMO ESCENARIO TERRITORIAL EN LA TRANSMISIÓN CULTURAL DE LA PAZ

Family as a Territorial Setting for Cultural Transmission of Peace

A família como cenário territorial na transmissão cultural da paz

Astrid bibiana Rodríguez Cortés1 
http://orcid.org/0000-0002-6023-2933

Hernán Rodríguez Villamil2  

Yuri Alicia Chávez Plazas3 
http://orcid.org/0000-0003-0115-7010

1. Doctora en Estudios Sociales. Universidad Externado de Colombia. Universidad Pedagógica Nacional, Colombia abrodriguez@pedagogica.edu.co

2 .Doctor en Estudios Sociales. Universidad Externado de Colombia. Universidad Militar Nueva Granada, Colombia hernan.rodriguez@unimilitar.edu.co

3 .Estudiante del doctorado en Derechos y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional a Distancia UNED. España. Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, Colombia yachavez@unicomayor.edu.co


Resumen:

El artículo cuestiona desde la relación madre-hijo, si en la cotidianidad vivida como un escenario territorial, las prácticas, los valores y las creencias se orientan a la paz. La investigación realizada con madres en bogotá1 y desde un diseño cualitativo muestran prácticas y discursos hegemónicos de regulación, disciplina y cuidado que fortalecen actitudes y prácticas para la convivencia, el respeto y la responsabilidad con los hijos. Las participantes naturalizan su rol y lo enmarcan en la imagen de mujer y madre destinada a cuidar y educar a sus hijos. No reconocen su contribución a la paz, ni dan importancia a los Acuerdos de la Habana.

Palabras clave: convivencia; madres; paz; preadolescentes; transmisión cultural; territorio

Abstract

From the viewpoint of mother-child relationship, this article challenges the assumption that daily practices, values, and beliefs are peace-oriented within family life as a territorial setting. This research carried out with mothers in the city of bogota, under a qualitative approach, show hegemonic practices and discourses of regulation, discipline, and care intended to strengthen attitudes and practices for coexistence, respect, and reliability towards their children. Participants normalize their role framing it within the pattern of the woman and the mother who is expected to care for and educate their children. They do not see their contribution to peace or give importance to the Havana Accords.

Keywords: coexistence; mothers; peace building; pre-adolescents; cultural transmission; territory

Resumo:

Desde a relação mãe-filho, o artigo pesquisa se na cotidianidade, vivida como cenário territorial, as práticas, os valores e as crenças se orientam à paz. A pesquisa, feita com as mães em bogotá e baseada em uma abordagem qualitativa, evidencia práticas e discursos hegemônicos de regulação, disciplina e cuidado que fortalecem atitudes e práticas para a convivência, o respeito e a reponsabilidade com os filhos. As participantes naturalizam seu papel e o enquadram na imagem de mulher e mãe destinada a cuidar e educar a seus filhos. Não reconhecem sua contribuição à paz nem apreciam a importância dos Acordos da Havana.

Palavras-chave: convivência; mães; paz; pré-adolescentes; transmissão cultural; território

Introducción

En el marco del acuerdo para la finalización del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera firmado entre la extinta guerrilla de las Farc-EP y el gobierno de Juan Manuel Santos, se prioriza, entre otros aspectos, «la participación política y apertura democrática para construir la paz» (pp.5-6). Dentro de esta prelación, el territorio constituye un eje transversal y fundamental para lograr la construcción de paz. El enfoque territorial se entendió como escenario socio- histórico y político con diversidad social y cultural, allí mujeres, hombres y comunidad en general, desempeñan un papel protagónico en el mejoramiento de sus condiciones de vida y con respecto a la paz.

Comprender que la paz se expresa desde las prácticas cotidianas y que se enuncia a través de un orden discursivo ligado a estilos de socialización, permite resaltar el importante papel de las madres en la construcción de una cultura de paz, no solo desde la relación Estado-sociedad sino particularmente en el espacio de la familia, fomentando relaciones más democráticas y solidarias tanto al interior como en sus relaciones externas.

Sin duda, los padres influyen directamente en las opiniones que sus hijos se forman acerca de diversos temas relacionados con la familia y la sociedad, este particular efecto determina también el desempeño de roles sociales, que bien podrían relacionarse, o no, con la construcción de relaciones sociales constructivas; en este sentido barbeito (2002) resalta el vínculo entre juventud, familia y proceso político (p.1).

Por su parte, Patiño-López (2017), en su artículo sobre prácticas de paz en la familia, señala dos diferentes tipos de conocimiento y acciones en cuanto a la paz, los denomina hegemónicos e insurrectos, en su mayoría coexisten posteriormente en la vida de los jóvenes. Este autor identificó cinco prácticas familiares orientadas a la paz; compartir en familia, distribuir los trabajos domésticos, dialogar en familia, el cuidado familiar, tomar decisiones conjuntamente y particularmente, el cuidado.

El artículo, «la familia como elemento mediador entre la cultura de paz y la violencia cultural» (Hinojosa & Vázquez, 2018), resalta a la familia como «herramienta» fundamental en la educación hacia una cultura de paz. «Al ser capacitados y orientados los padres pueden enseñar a sus hijos acerca de la paz, orientarlos en estrategias para solucionar los conflictos y generar relaciones constructivas con los demás» (p.437).

Es claro entonces que la construcción de paz en la familia pasa por el cuidado, aquí diversas miradas reconocen dos órdenes; una postura hegemónica, entendida como una función connatural de la madre y otra contrahegemónica que aboga por su reconocimiento como ejercicio político y social (Vinasco & Valencia, 2013), desde esta perspectiva se comprende que las relaciones sociales están atravesadas por relaciones de poder fuertemente jerarquizadas (Posada et al., 2011) y que modelan distintas prácticas de paz. Ahora, tampoco hay que desconocer el impacto que la violencia sociopolítica tiene en las familias en Colombia, y especialmente en las madres, quienes han experimentado la muerte de sus hijos, esposos y familiares, como víctimas, es decir, no solo exigen justicia retributiva sino han demostrado su compromiso con la paz (Valencia, 2016).

La investigación realizada en 2020 con madres en bogotá, exploró un tema poco abordado: la transmisión cultural de la paz, en el marco del acuerdo de paz y la cotidianidad. La pregunta se orientó hacia el «modus operandi» de la transmisión en el espacio familiar y concretamente en la relación madre-hijo, entendida como escenario territorial en el que se expresan creencias, valores y prácticas sociales que podrían facilitar u obstaculizar los propósitos de paz. En este sentido la madre, como transmisora de cultura, juega un papel importante en el proceso de socialización por transmitir prácticas y discursos relacionados con la convivencia, la resolución de conflictos, y sentido de pertenencia. Estos procesos se desarrollan a través de la comunicación y constituyen narrativas y metarrelatos del acontecer cotidianos.

Esta investigación se desarrolló con base en un diseño mixto. El abordaje cualitativo permitió reconocer el entorno sociocultural de las madres, sus visiones de mundo con relación a la paz. Participaron 24 madres de distintos estratos socioeconómicos: (1) pertenece al estrato 1, (4) estrato 2, (14) estrato 3, (4) estrato 4 y (1) estrato 5. En un 80% la procedencia de las madres era de bogotá y el 20% de distintas regiones del país. Las edades de los hijos correspondían a: 11 niños de (14 años), 2 niños de (13 años), 3 niños de (12 años) y 8 niños de (11años).

Como técnicas de recolección de información se utilizaron: la entrevista semiestructurada y un grupo focal; en ellas las narrativas testimoniales se registraron en modalidad remota por las circunstancias del confinamiento propiciado por el coronavirus. La entrevista individual facilitó el identificar visiones de mundo, prácticas y creencias de las madres en relación con sus hijos y la paz; los grupos focales permitieron una experiencia en donde se discutieron estas prácticas, sobre todo aquellas relacionadas con las maneras en que las madres solucionan con sus hijos conflictos cotidianos en distintos contextos sociales. Cada entrevista contó con los consentimientos informados.

El análisis de la información se realizó bajo el método de análisis de contenido (AC), que según Delgado & Gutiérrez (1995), corresponde al «conjunto de métodos y técnicas que tienen como objetivo establecer sistemáticamente las relaciones entre la superficie (el nivel sintáctico) de corpus expresivos -fundamentalmente textos- y sus funciones comunicativas, tanto semánticas como pragmáticas» (p.605). De acuerdo con lo anterior, la investigación genera un proceso de comprensión de los hechos sociales, mediante el análisis de las narrativas testimoniales de las participantes, que conlleva a la interpretación de los investigadores en un proceso de contraste con los marcos teóricos.

Para Ruiz (2006) el «Análisis de contenido es una herramienta que, en dinámicas particulares de la investigación social, contribuye a dar respuesta a muchas de las necesidades y los objetivos definidos por los investigadores, así como requerimiento de los contextos investigados» (p.45). Por tanto, esta herramienta de análisis permite comprender la complejidad de la realidad social en «lugar de simplificarla y reducirla a mínimos esquemas de representación» (Ruíz, 2006 p.45).

Con el fin de estudiar las narrativas testimoniales de las madres (transcripción de entrevistas), el análisis de contenido propone tres momentos:

  1. Nivel sintáctico o de superficie textual: ésta constituido por las relaciones y redes que se manifiestas en las respuestas de las entrevistadas o encuestas, de ser el caso.

  2. Nivel analítico o semántico: se construye por niveles de clasificación, organización y categorización en códigos que permiten establecer posibles conexiones entre las redes de significación social.

  3. Nivel interpretativo: es el momento en que el investigador construye conexiones teóricas y comprensión de nuevas relaciones, dando un nuevo sentido a la información analizada.

Cada fase ofrece la posibilidad de ampliar la comprensión de la realidad social, permitiendo al investigador finalmente la construcción de metatextos, entendiéndose estos, como un cuerpo textual que se construye a partir de las expresiones-objeto, que representan las interpretaciones del sentido de las madres.

Para cerrar esta introducción, es pertinente tener presente que esta investigación asume la hermenéutica de las narrativas, como un camino metodológico de comprensión de quienes describen lo que sucede en sus territorios, es de alguna manera la expresión de las subjetividades. Las narraciones, según Larrosa (2007), «son un mecanismo fundamental de comprensión de sí mismos y de los otros, perspectiva central para los pobladores del significado de su territorio» (p.605).

Precisiones conceptuales

Transmisión cultural

La pregunta inicial sería ¿cómo se transmite la cultura?, no se trata solamente de hacer llegar información a otro, cuando se piensa en las tradiciones culturales y su consolidación en el tiempo, este fenómeno tiene que ver con mucho más que pasar un mensaje al otro. Si bien transmitir, parece una palabra que no tiene mayor trascendencia y que fácilmente puede quedar equiparada a otras como reproducir, enseñar o transvasar algo de un lado a otro, es posible considerar que en este proceso o acción se sostiene gran parte de la cultura y por tanto la sociedad en sí misma.

La acción de transmitir ha sido usada desde diferentes disciplinas para explicar algunos procesos. Ahora bien, para el filósofo francés Regis Debray, la transmisión consiste en primer lugar hacer una diferencia entre transmitir y comunicar:

Transmitir consiste en «transportar una información dentro del tiempo», entre esferas espacio-temporales distintas. La comunicación tiene un horizonte sociológico y parte del trampolín de una psicología interindividual (entre un emisor y un receptor, en la experiencia principios que constituye el acto de interlocución). La transmisión tiene un horizonte histórico, y su punto de partida es una prestación técnica (por medio de la utilización de un soporte). (Debray, 2001 p.16 )

Esta distinción inicial que hace Debray, aclara aspectos fundamentales: primero, la transmisión transporta una información en el tiempo, mientras que la comunicación parte de una necesidad y es la interlocución en un momento determinado. Dicho de otra manera, por el mismo autor, «la comunicación transporta información en el espacio, mientras que la transmisión transporta información en el tiempo» (2007, p.1). El segundo aspecto, que destaca este autor, es que una función puede darse en la otra, pero quizás lo contrario no es posible, es decir, en la comunicación se transmite, pero no necesariamente en la transmisión se comunica, en relación con el tiempo anota que en la comunicación es corto y sincrónico, y en la transmisión es largo y diacrónico, el centro de gravedad de la comunicación es la información para el uso, en la transmisión son los valores y saberes para la memoria, la dimensión simbólica en la comunicación, no es necesaria (vínculos pragmáticos entre individuos) mientras que en la transmisión es indispensable (vínculos que trascienden las generaciones). Por último, señala, «Los lugares famosos de difusión en los casos de la comunicación son la televisión, periódicos, radio, Internet, redes, mientras que en la transmisión son las bibliotecas, museos, escuelas, iglesias, academia, entre otros» (Debray, 2001 p.30).

Comprendiendo la perspectiva que propone Debray, se puede decir, que la transmisión está centrada en perpetuar en las generaciones las formas en que han constituido su cultura, es la memoria que se preserva en el tiempo. Por tanto, la transmisión de la cultura será una serie de mecanismos que realizan las sociedades para salvaguardar en el tiempo sus valores, tradiciones, saberes: «se dirá que el arte de transmitir, o de hacer cultura, consiste en la suma de una estrategia y una logística, una praxis y una tekné, o de un direccionamiento institucional y una instrumentación semiótica» (Debray, 1997, p.29). Lo que busca preservar la cultura con el paso del tiempo tiene que ver con: la perpetuación de sistemas simbólicos explícitos: religiones, ideologías, doctrinas y producciones de arte (1997, p.24).

Cualquiera que sea tal transferencia cultural y social de la paz, requiere tener presente dos aspectos: primero algunos antecedentes de la subjetividad de quienes la experimentan y segundo, el contexto de esas experiencias que, en esta investigación, se refiere al territorio.

Territorio

En esta investigación el territorio o territorialidad, se refiere al contexto familiar y particularmente a la relación madre-hijo, se asume como uno de los ámbitos propios donde se materializa cierta manera de entender y asumir la convivencia, la interacción, la participación y la regulación social. La noción de territorio fue abordada teniendo en cuenta su contexto desde cuatro aspectos estrechamente relacionados: el tiempo, en el que un pasado cargado de violencia tiene presencia activa en el presente, Lo anterior, en el marco de un territorio que va más allá del sitio o lugar, lo conforma experiencias de sentido de vida que incluye el pasado como aquello que pudo ser y no fue, pero dejando importantes aprendizajes. El presente como el escenario propicio para iniciar la construcción de un proyecto de vida y el futuro como la realización de sí mismo a partir del otro

Subjetividad política

En lo que al primer aspecto se refiere, el interés se ubica en la subjetividad política, subjetividad en cuanto que los seres humanos, según Zemelman (2004), «no estamos sobre determinados, sino que somos seres de posibilidades y éstas tienen relación con la subjetividad» (p.99), posibilidades tales como dar sentido a la vida, a partir de vivencias, imaginarios, representaciones, valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo y la política, según Žižek (2001) «como una multitud de acciones de vida que comprometen la totalidad social, el trabajo, la cultura, el Estado, lo público y el pensamiento» (p.157), se complementa con la anterior posición, lo propuesto por Arendt (1997) respecto a que «la política se basa en el hecho de la unidad a partir de la pluralidad de los seres humanos» (p.45). Esta idea también presente en Zemelman, permite hilvanar los elementos necesarios para construir las subjetividades políticas en cuanto que trabajan por unas utopías, generando procesos de reflexión sobre las causas generadoras de la violencia, y creando antídotos individuales y colectivos que las prevengan tales como: escenarios públicos para expresar, discutir y llegar a acuerdos sobre necesidades e intereses comunes, que impulsen formas diferentes de exigir a las instituciones sus derechos ciudadanos.

Paz

Entonces la intención principal para citar algunos referentes significativos de estudios sobre la paz en este apartado, no es otra sino informar respecto a algunas posibilidades comprensivas de paz, desde luego, sin pretensión alguna de abarcarlas en su totalidad. Los antecedentes investigativos sobre el tema de la paz comenzaron por quienes pretendieron, según Jiménez (2004), investigador geógrafo y antropólogo español, «clarificar el sentido de la guerra como extensión de la política» (p.9); idea respaldada por el violentólogo Vicent Martínez Guzmán (2005), diciendo que «los estudios para la paz comenzaron anclados al paradigma de la no paz, es decir, estudiando las diferentes formas de violencia» (p.112). Miradas ingenuas al tema de la paz, según Galtung (1998), pues «la paz en gran medida se construye después del alto al fuego; o si no, el después de la violencia se puede convertir fácilmente en un antes de una nueva violencia» (p.165).

Galtung plantea tres tipos de violencia: «violencia directa que se expresa en comportamientos, violencia estructural en contradicciones y violencia cultural que se evidencia en las actitudes. A cada violencia él propone tres tipos de paz. La paz directa (ausencia de violencia), la paz estructural (libertad, equidad y justicia) y la paz cultural o cultura de paz (deslegitimación de la violencia)» (p.169).

En ésta misma línea, Galtung (2003) en su obra, Paz por medios pacíficos, ha desarrollado la paz estructural denominándola «paz positiva que consiste en trabajar por el desarrollo y la satisfacción de lo que él llama las cuatro necesidades básicas del ser humano: seguridad contra la violencia y la muerte, el bienestar contra la miseria, la identidad contra la alienación y la libertad contra la represión» (pp.71-73). Tal satisfacción de las necesidades propuestas es una manera de sustituir las estructuras de dominación, marginación y exclusión que se producen en la violencia estructural.

Sin embargo, Martínez (2005) considera la propuesta de Galtung, demasiada antropomórfica pues no incluye la perspectiva ecológica de la paz. En este orden de ideas, Martínez propone una quinta necesidad básica: el equilibrio biológico (p.112) estrechamente ligado, en el caso colombiano, al tema de la paz por aquello de la territorialidad, específicamente, por ejemplo, en las comunidades indígenas del Cauca y en general en las comunidades campesinas.

Entonces, construir la paz, según Lederach (2007), responde a una vocación, que requiere como fundamento «una convicción profunda, en la que no solo se trata de lo que hacemos sino de profundizar en las raíces de lo que se hace y saber cuál es el sentido y el fin que cada ser humano tiene en la vida» (p.14). En este sentido para el autor, «el trabajo de construir la paz es un acto creativo más que de procesos técnicos» (Lederach, 2007, p.15). Lo anterior permite concluir que para construir la paz no es suficiente solo por procesos cognitivos, sino a través de la estética, el pensamiento sistémico y la capacidad intuitiva, elementos relacionados con la construcción de subjetividades.

En la iniciativa de paz según Lederach (2007), es el reconocimiento de los otros, poniendo especial atención en las relaciones de la comunidad bajo la premisa de que «la calidad de nuestra vida depende de la calidad de la vida de los demás» (p.70). El autor insiste en que «esto es un antídoto para la violencia: la aproximación, pues al acercarnos es posible reconocernos y, por ende, deshomogenizar al otro» (p.71). Esto es compatible con una de las características básicas del territorio: el sentido de pertenencia, reconocer al otro en la diferencia de ser, pensar y actuar. Además, que se da ejemplo de tal reconocimiento invitando a los vecinos de departamento o de otros sitios del país.

Esto es abiertamente una acción política, en términos de Galtung (1998), en cuanto se encuentra arraigado a un sistema patriarcal que legitima el machismo como lógica de relación entre los géneros. Se promueve así el cambio de actitudes (valores) y prácticas a favor de una cultura de paz, tanto en la familia como en la comunidad municipal.

Resultados

Se presentan a continuación fragmentos de metatextos, que permiten concretar cómo algunas prácticas presentes en la relación madre-hijo representan ejercicios de cultura de paz, apropiación del territorio y construcción de relaciones más democráticas:

La familia como escenario de territorialidad: espacio, tiempo, «modus operandi» de las madres con relación a la paz

Para las madres es a través del lenguaje y la comunicación que sus hijos aprenden la forma para solucionar conflictos, así como la interacción con el otro basada en el respeto, el diálogo y la identificación de formas alternativas de negociación, los espacios por excelencia para lograr esto son la familia y el colegio, aunque también reconocen espacios públicos como el parque.

Esta identificación de espacios conlleva formas particulares de regulación por parte de la madre mediante un control de los comportamientos que los hijos deben seguir, acordes a las exigencias del entorno, de esta manera se fortalece la posibilidad de apropiación y construcción de espacios sociales.

Él muchas veces viene como del colegio, con preguntas, ¿sí? -Ay mamá, ¿si así? Entonces ya puedo yo compartirle algo. No siempre me siento con él, es mentira, -ay, esto es así, de la ciudad así, así. No, no. Porque así cuando trabajo, o cuando estoy en la casa, pues él, llega a veces con preguntas y yo le respondo. (SJ, 15 de abril)

El tiempo es identificado por las madres como conflictivo y en el que existen muchos riesgos, por lo que abogan por trasmitir a sus hijos un pensamiento crítico que les permita debatir frente a la realidad. Estos aspectos permiten identificar madres que valoran a sus hijos como seres individuales y autónomos.

Porque siempre la política, ve por sus propios intereses y no por los de él… no por los intereses de, como el pueblo, como de los ciudadanos. Entonces, en ese sentido, aunque tengan un poco de relación, no estoy de acuerdo. (SJ, 17 de abril)

Para las madres el respeto es fundamental en las relaciones con sus hijos, constituye la base de la convivencia y se expresa de diversas maneras, aquí un ejemplo:

siempre golpeo a su puerta antes de entrar a su cuarto, porque eso es su individualidad, su espacio. (S, J. 15 abril 2020) bueno, el comportamiento de ella si cambia, cuando está con los amigos, ellos tienen como su propio léxico, en un mundo completamente diferente en el cual nosotros hemos tratado, de estar al tanto, pendientes de lo que sucede, pero debe tener su espacio y pienso que es algo que nos ha sucedido a todos. (G.F., entrevista realizada el 25 de abril de 2020) En el colegio este año se ha reflejado un evento bastante complicado, y es que él no ha podido adaptarse al curso, el pasó ya a bachillerato, este año empieza primero de bachillerato y a él lo separaron en sí de sus amigos, en fin, con los que venía conviviendo en toda su primaria, por lo tanto a él le ha sido muy difícil la adaptación con el nuevo curso, además porque me cita que ha tenido como una especie de bullying o falta de amigos, dice que él no congenia con muchos de los compañeritos actuales y aparte de eso pues ha tenido momentos de depresión, se puede decir así, y también momentos de rabia y momentos de estrés. (D.P., entrevista realizada el 18 de abril 2020)

Para las madres los conceptos de solidaridad, ayuda, empatía son fundamentales para construir democracia.

Pero, muchas veces como, en la sociedad si, como si no podemos seguir, o no empieza desde casa, también eso es otra parte ¿sí? Que la paz no solo viene de afuera hacia adentro ¿sí? Sino que empieza desde adentro, si claro, creo que es un poco complicado. ¿sí? Pues por el tema de los muchos grupos que hay. Pero yo pienso que si desde, la paz empieza por casa. Enseñándoles a nuestros hijos, conviviendo con nuestros hijos yo pienso que sí. (Mp, entrevista 17)

Territorio como escenario de convivencia, interacción y regulación social

Sin duda uno de los aspectos importantes para las madres tiene que ver con la manera en que sus hijos «aprenden a defenderse» en los espacios fuera de casa, uno de los primeros espacios es el colegio, seguido de los espacios públicos. El dominio de los territorios implica, conocer los espacios, apropiarse de los lugares y ejercer poder sobre ellos. Como bien se ha dicho, estos ejercicios de empoderamiento pueden denominarse territorialidades, que implican una carga subjetiva en la vivencia de los territorios, por tanto, los conflictos son inherentes a la relación humana, hacen parte de una sana confrontación tanto personal como social, que implica entre otras, colocar límites tanto individuales como colectivos que permitan la construcción de relaciones afectivas en el territorio:

Sin embargo, en forma general, las madres reconocen la importancia de que sus hijos aprendan a resolver sus problemas en el colegio, por ejemplo, no tener amigos en la institución escolar, puede generar «un tiempo difícil, fue un tiempo en que llegaba con lágrimas a la casa a contarme esa situación y obviamente yo también me partía ;…; pero al final aprendimos juntas» (S.G., entrevista realizada 3 de abril de 2020). Así ello sea doloroso para las madres en algunos momentos, estas situaciones permiten el crecimiento emocional de los/as hijos/as, así como afianzar de alguna manera la identidad frente a sus pares:

los significados convencionales del territorio apuntan con diversas variables al espacio del dominio de un determinado grupo, sector, especie, con facilidad, en el uso del término, olvidamos luego que ese dominio implica confrontación, implica colocación de límites que otros supuestamente no deben traspasar y, lo que es aún más radical, implica establecer imposiciones al otro: negarle el ejercicio del paso libre, obligarle a hacer o no hacer algo, a seguir determinadas formas de proceder, usar, trabajar, relacionarse. Nos encontramos ante opuestos, no sólo como positivo y negativo en una visión dialéctica de la historia, sino como pluralmente diferentes en un juego de múltiples alteridades. (Lozano et al., 2013)

En este sentido, la pertenencia a un colectivo hace parte de la territorialidad, como construcción social, por tanto, la disputa para ganar reconocimiento y respeto frente a su grupo implica confrontación consigo mismo y con los otros, entre ellos con sus padres, para los adolescentes asumir comportamientos propios de su grupo, les permite una construcción simbólica de dominio del territorio.

La territorialidad entonces, es una condición de importancia para todos los seres humanos, la afirmación en espacios propios hace parte del desarrollo psicológico y social de los sujetos, en el caso de los adolescentes, el espacio geográfico es muy importante en la afirmación de su subjetividad, integrando a ello espacios como el colegio, la calle, las plazas públicas, los parques, de tal forma que puedan dar evidencia de organización, poder y fuerza (Valenzuela, 2016), respondiendo en alguna medida a condiciones estéticas y organización del territorio, por ello:

ella tiene su habitación, el tema del orden es complicado, pero cuando organiza lo hace supremamente bien, pero eso no es a diario ¿Sí?, entonces es, estarle diciendo y «bueno sí, sí», pero ella no protesta, hay veces lo hace, hay veces no lo hace. Pero finalmente, tenemos como unos… digamos, el día del orden es el sábado… entre semana, ;…; el tema del orden es complicado, jejeje, pero cuando organiza, le decimos, recuerda que compartimos un vestier, sin embargo, el cuarto es de ella y respetamos al final. (A.N., entrevista realizada 06 de abril 2020) yo hice énfasis en la comunicación e integración, porque de pronto en el comedor, compartimos nosotros las vivencias del día a día, entonces cuando ya estamos reunidos con mis hijos, nos comunicamos y de pronto cada uno dice, mire mamá, me pasó esto, yo hice esto, me fue mal en la universidad, en el trabajo me regañaron, entonces es en ese momento en que nos comunicamos entre todos y nos integramos, si, entonces ya nos comenzamos a dar como los consejos, ya mis otros hijos comienzan a decir bueno, tienes que hacer esto ; …; o bueno lo que sea, entonces por eso yo hago énfasis en que este es el espacio donde nos comunicamos y a la vez nos integramos nosotros mismos, donde estamos ahí pendiente de que le paso al uno de que puede hacer el otro, entonces por eso yo digo que ese es como el punto, que donde haya comunicación entre nosotros, entre nosotros mismos podemos salir adelante dónde hay como esa unión familiar. (G.F., entrevista realizada el 25 de abril de 2020)

Visión de mundo respecto a la construcción de la paz en la familia

Las madres reconocen la importancia de que sus hijos asuman posturas críticas frente a la realidad, solo así podrían aportar a la paz, sin embargo, su mayor preocupación está en los desempeños futuros que les garanticen éxitos en la vida:

Y sentía en muchas ocasiones a CV ;hija; como muy sola en el colegio y sin amigos con los cuales compartir y nos manifestó en varias ocasiones, que era muy difícil tener amigos, que nadie quería estar con ella y bueno un montón de cosas, pues para las que yo no podía hacer nada, escucharla y preguntarle que creía que podía hacer, entonces qué podía hacer para que no pasara, pero obviamente que generaba dolor que pasara los descansos sola, se fuera para el baño y cómo «desparchada», pero era consciente que era una situación que ella necesitaba resolver. (S.G., entrevista realizada 3 de abril de 2020)

En todas las entrevistas se señala como aspecto común, el escuchar las dificultades de los hij@s en el colegio, como una forma de crear lazos de compenetración y ayuda, sin embargo, en forma general, las madres reconocen la importancia de que sus hijos aprendan a resolver sus problemas en el colegio, como no tener amigos en la institución escolar, lo que puede generar «un tiempo difícil, fue un tiempo en que llegaba con lágrimas a la casa a contarme esa situación y obviamente yo también me partía ;…; pero al final aprendimos junt@s» (S.G., entrevista realizada 3 de abril de 2020), así ello sea doloroso para las madres en algunos momentos, estas situaciones permiten el crecimiento emocional de los hij@s, así como se afianza de alguna manera la identidad frente a su pares: las madres. «los valores se enseñan dando ejemplo» (J. U., entrevista 9 de abril de 2020).

Discusión

En términos generales, se observa la persistencia de las madres en socializar a sus hijos e hijas de acuerdo con valores y tradiciones culturales, bien sea acordes a sus sitios de nacimiento o de crianza: prevalecen en el total de las madres la transmisión de valores como la lealtad familiar, respeto y obediencia a los padres y profesores y el importante valor que se le asigna al estudio como herramienta principal «para ser alguien en la vida».

Si bien este aspecto corresponde a un discurso hegemónico, en el que se naturalizan ciertas prácticas sociales en el marco de la sociedad, y que contribuyen a la convivencia y la paz, es importante analizar el proceso de transmisión cultural en clave de las subjetividades políticas de la paz, pues las madres de bogotá sus hijos e hijas, son sujetos ubicados en determinados contextos, con necesidades, pero también con memoria, potencialidades y proyectos de vida expresados en construcciones de experiencias colectivas.

Por otro lado, entender el espacio familiar como escenario territorial, permitió, también, reconocer en las madres la importancia que le otorgan a establecer lugares individuales y comunes en la casa, por un lado, para permitir el desarrollo individual de sus hijos, y por el otro para establecer espacios comunes que fortalezcan la comunicación entre los miembros de la familia.

Desde los años setenta la geografía humana ha avanzado en ampliar el concepto de territorio ligado eminentemente a un espacio físico, en este sentido, se reconoce la casa como un territorio donde se configura el habitar humano, desarrollando patrones culturales y tejidos simbólicos que permiten la apropiación de los espacios, así que se entiende la casa como un «lugar de la existencia, de la construcción de subjetividades, del sentir propio de la experiencia humana» (Sañudo, 2013, p.216 ).

En este sentido, la paz, aspecto primordial del territorio, está vinculada a la dimensión de las creencias, principios y tradiciones y patrones culturales. Es repetitiva la idea en ellas de que «la convivencia es estar juntos con los que son distintos a uno, con respeto» (N. M., entrevista realizada el 6 de abril de 2020), algo que destaca a este propósito, Arendt (1997) «la política se basa en el hecho de la convivencia en la pluralidad de los hombres» (p.45).

Así, se establece la casa como la construcción entre lo íntimo y lo común, en este aspecto, Gastón bachelard avanzó en plantear desde su poética del espacio (2004) cómo las experiencias cotidianas del habitar humano en casa configuran en los sujetos topofilia, entendida como «el valor humano de los espacios de posesión, de los espacios defendidos contra fuerzas adversas, de los espacios amados» (2000, p.23). Las experiencias que presenta bachelard permiten considerar la casa como aquel lugar donde se configuran las primeras experiencias de construcción cultural de todo ser humano, por tanto, las formas cómo se aprende a relacionar con otros, aquellos que están fuera de mi entorno, por tanto «La comunidad es precisamente la posibilidad del encuentro, de las experiencias mismas de la participación ciudadana en la que la idea de vecindad adquiere valor» (Sañudo, 2013, p.226 ).

Apropiarse de los espacios de la casa, considerarlos como propios y hacerlos suyos hace parte de los aprendizajes que se tienen con relación al uso del espacio, en una relación público-privado. Para las madres, sus hijos a medida que crecen requieren de espacios propios, el cuarto por ejemplo, deja de ser un lugar, para convertirse en el lugar preferido que permite la construcción de su propio ambiente. Es necesario entonces, desde el hogar, enseñar a los hijos a defenderse en los entornos fuera de la casa, en este sentido, si bien, en todos los casos las madres entrevistadas, expresaron en primera instancia la resolución pacífica de los conflictos, como una forma de solucionar problemas dentro y fuera del hogar. Se deja entrever que, sí es necesario usar la fuerza como una manera de defenderse de los otros, es aceptado. Incluso fuera de casa, las madres entrevistadas, respecto a la transmisión de patrones culturales, endilgados desde sus abuelos y madres, sigue siendo fundamental para preservar pautas de crianza y creencias, en este caso, de cómo debería relacionarse con y en el territorio, pues para las madres es importante que los hijos aprendan que la ciudad es un espacio donde prima la desconfianza a los otros, el cuidado de sí mismo y la inseguridad, aspectos que se transmiten como premisas para vivir en bogotá.

El orden en el territorio, de alguna manera genera tensiones al interior de los miembros que habitan la casa, los patrones culturales que en alguna medida deberían construirse en conjunto, inicialmente son impuestos, las formas en que se habita el espacio también termina siendo de alguna manera cánones que no son cuestionados, hasta que los hijos crecen y empiezan a edificar formas de territorialización que confrontan los modos de ser en los espacios privados y públicos. La intimidad por ejemplo, en el espacio es compleja de ganar, el respeto a habitar el cuarto, cerrar la puerta y en algún momento aislarse en un espacio, es una trama simbólica cargada de significados que establecen los seres humanos para marcar límites territoriales a su existencia.

La casa como centro de la estructura social, pone de manifiesto diversas formas de apropiación de los espacios y el entorno, además genera maneras de relacionarse con los otros, por tanto, «el origen del cambio de nuestra sociedad está aquí en nuestra casa ;…; la mejor ciudad se construye cuando hay una mejor relación con los de la casa» (S.G., 3 de abril de 2020). Por tanto, es importante construir lazos familiares entrañables, donde los miembros de la casa compartan espacios como la comida, los juegos y las conversaciones amenas, a este propósito se señala la sala o el comedor como espacio para disfrutar, construir tejido familiar, definitivo para conocerse y comunicarse.

Si bien en los estudios sobre territorio se han abierto nuevas líneas de trabajo, aún la casa sigue siendo un campo poco explorado, los estudios sobre la casa como territorio permiten reflexionar sobre cómo se aprende a habitar los espacios, las maneras en que la relación social se construye con los otros, así como el lugar que ocupa lo doméstico en la vida cotidiana de los sujetos. Aspectos todos importantes desde análisis antropológicos, sociológicos y filosóficos que articulen prácticas de apropiación del territorio íntimo con lo público.

Tal como lo manifiesta una de las entrevistadas, las preocupaciones expresadas por las madres tienen que ver con la manera cómo sus hijos socializan en el colegio, además de considerar esta institución, un segundo hogar para sus hijos, el colegio construye parte de la subjetividad de los adolescentes, siendo referente fundamental en la manera en que se confrontan con sus pares, aprehendiendo a relacionarse con otros, construyendo su identidad y pensamiento propio. Por tanto, el colegio se convierte en un espacio importante para afianzar la «identidad del individuo con un territorio, pues contribuye a prevenir el aislamiento social y por consiguiente mejora la percepción de la vida en la ciudad» (Páramo, 2010, p.23 ).

En todas las entrevistas se señala como aspecto común, escuchar las dificultades de los hijos en el colegio, como una forma de crear lazos de compenetración y ayuda. Contar con amigos en el colegio, permite en alguna medida generar prácticas de sociabilidad, un sentido de pertenencia a un grupo y un espacio donde se entretejen experiencias culturales y simbólicas, aspectos importantes en la relación territorio-paz, pues retomando que el territorio es un:

concepto que involucra el lugar con la experiencia de los sujetos, con su entorno social y cultural y los mundos materiales y simbólicos con los que se teje la nudosa trama que constituye la vida. Y la vida, es el material principal de una propuesta educativa constructora de paz. La paz la hacen los humanos. La educación también la hacen los humanos. Por eso, la idea de la Escuela como Territorio de paz, es hacer del espacio educativo una experiencia formativa. (Ávila, 2019, p.27)

En ese mismo sentido, las madres subrayan cómo el colegio es un lugar determinante en la construcción de elementos formativos para que los adolescentes enfrenten las situaciones que los aqueja día a día, siendo esto la base para construir, lo que se ha denominado paz, tanto individual como colectiva.

A modo de conclusión

La conformación del territorio, según las narrativas testimoniales de las madres respecto a las tradiciones que enseñan a sus hijos se concentra en los acontecimientos cotidianos, como referentes principales de una experiencia de sentido de vida. El acontecimiento se refiere, según Gómez-Esteban (2015) «a lo que sucede en el discurrir de la vida de las personas que tarde o temprano su efecto transformará radicalmente su vivencia y su ser en el mundo» (p.134), para este caso, los vínculos primarios de convivencia entre las madres y sus hijos se someten hoy, según Martuccelli (2013) «a que cada miembro de este vínculo se encargue de dar sentido por sí mismo a sus experiencias biográficas mediante la reflexividad y la auto confrontación permanentes» (p.136) En este sentido el impacto social sobre las madres y sus hijos ocurre desde su propia historicidad.

El territorio, como sentido de pertenencia, sólo es posible desde las vivencias de los sujetos en un contexto (tiempo, espacio, personas y procesos de comunicación), de suerte que las narrativas testimoniales de las madres, respecto a las tradiciones culturales tenidas en cuenta en la educación de sus hijos, son fiel reflejo de los aconteceres cotidianos vivenciados con intensidad en términos de valores, creencias y principios construidos con sus hijos en medio de contradicciones, dificultades, alegrías y tristezas, pero con esperanzas de un futuro mejor para ellos. En términos generales se destacan los valores asociados a las sociedades de origen, lealtad familiar, respeto y obediencia a padres y profesores.

Por ello, la paz como una construcción social en los territorios, se transmite de madres a hijos a partir de experiencias cotidianas en que se denotan su percepción sobre la vida en bogotá, tres aspectos se destacaron en esta categoría: primero, la importancia de la escuela en la socialización, como confrontación con sus pares y consolidación de identidad individual y colectiva; segundo, la enseñanza y reflexión constante de las madres sobre la ocupación de sus espacios individuales y sociales en casa, aspecto que ellas consideran se trasladan a la forma en que se relacionan en la ciudad, además se subraya la importancia de compartir en familia en determinados espacios de la casa, el diálogo permanente sobre la vida cotidiana de los jóvenes es elemento fundamental para construir elementos de paz, según se enuncia en algunas narrativas.

Por último, es necesario desde el hogar enseñar a sus hijos a defenderse en los entornos fuera de la casa, en este sentido, si bien, en todos los casos de las madres entrevistadas, se enuncia en primera instancia la resolución pacífica de los conflictos, como una forma de solucionar problemas dentro y fuera del hogar, se deja entrever que sí es necesario usar la fuerza como una manera de defenderse de los otros, lo que es aceptado, con mayor razón estando fuera de casa.

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1 La investigación titulada «Posconflicto y transmisión cultural de la paz en madres en Bogotá», y realizada en 2020 fue financiada por el Sistema Universitario Estatal Capital (SUE-2017). Código de proyecto SUE- FEF- 19-1, participaron investigadores de las universidades; Nacional de Colombia, Pedagógica Nacional, Distrital Francisco de Paula Santander y Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca.

Recibido: 15 de Septiembre de 2020; Aprobado: 16 de Noviembre de 2021

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