SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue46The Gender of Race: Fanon as a Reader of BeauvoirDengue Fever and Diversity: What Classical Epidemiology Keeps Silent author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.46 Bogotá Apr./June 2023  Epub Sep 26, 2023

https://doi.org/10.25058/20112742.n46.09 

Artículo de investigación

PRECARIZACIÓN, PRODUCTIVISMO Y LA BUROCRACIA UNIVERSITARIA: HACER ANTROPOLOGÍA EN LA ACADEMIA NEOLIBERAL

Precarization, Productivism, and University Bureaucracy: Doing Anthropology in a Neoliberal Academy

Precarização, produtivismo e a burocracia universitária: fazer antropologia na academia neoliberal

1. Doctor en Antropología Social, Universidad de Brasilia Centro de Investigación, Innovación y Creación / Departamento de Antropología.. Universidad Católica de Temuco, Chile eduardoa.restrepo@gmail.com

2. Doctorado en Antropología (con énfasis en estudios culturales), The University of North Carolina at Chapel Hill. Departamento de Antropología, Universidad Católica de Temuco, Chile gdiazcrovetto@uct.cl


Resumen:

Las transformaciones que se han sucedido en las últimas dos décadas en el sistema mundo universitario han implicado una serie de demandas orientadas hacia lo que las burocracias universitarias valoran como productividad en aras de visibilizar y posicionar, desde una serie de indicadores, los establecimientos universitarios en los rankings y de lograr las acreditaciones y reconocimientos de los distintos programas académicos. Para los antropólogos esto ha significado un creciente socavamiento de unas condiciones favorables a la producción de conocimiento antropológico pertinente, así como un desdibujamiento de las especificidades de nuestra disciplina en los entornos universitarios. Frente a dicho escenario este texto proveniente de una seria de intercambios que los autores han realizado en experiencias en torno a antropologías latinoamericanas y caribeñas, busca problematizar y discutir sobre la constitución de un sistema mundo universitario. Desde esta concepción observamos y desarrollamos algunos elementos constituyentes significativos, como lo son: los modelos gerenciales de las universidades, las condiciones de estructuración en torno a publicar, y el quehacer de la antropología en contextos universitarios actuales y cerramos dejando algunos desafíos y agendas de investigación.

Palabras clave: sistema mundo universitario; establecimientos antropológicos; trabajo; precarización; neoliberalismo.

Abstract:

The transformations that have taken place in the last two decades in the university world system have implied a series of demands oriented towards what university bureaucracies value as productivity in order to make visible and position, based on a series of indicators, university establishments, in which rankings of the universities and to achieve the accreditations and recognitions of the different academic programs. For anthropologists this has meant a growing undermining of favourable conditions for the production of relevant anthropological knowledge, as well as a blurring of the specificities of our discipline in university environments. Faced with this scenario, this text, coming from a series of exchanges that the authors have carried out in experiences around Latin American and Caribbean anthropologies, seeks to problematize and discuss the constitution of a world university system. From this conception we observe and develop some significant constituent elements, such as: the management models of universities, the structuring conditions around publishing, and the work of anthropology in current university contexts and we close by leaving some challenges and research agendas.

Keywords: University world system; anthropological establishments; work; precariousness; neoliberalism.

Resumo:

As transformações ocorridas nas últimas décadas no sistema mundo universitário têm implicado uma série de demandas orientadas para o que as burocracias universitárias valoram como produtividade na perspectiva de visibilizar e posicionar, a partir de uma série de indicadores, os estabelecimentos universitários nos rankings e de conseguir as acreditações e reconhecimentos dos diferentes programas acadêmicos. Para os antropólogos isso significou uma crescente diminuição de condições favoráveis para a produção de conhecimento antropológico pertinente, assim como uma desfiguração das especificidades de nossa disciplina nos contextos universitários. Perante tal cenário, este texto, que surge de uma série de trocas realizadas pelos autores em experiências ao redor das antropologias latino-americanas e caribenhas, procura problematizar e discutir sobre a constituição de um sistema mundo universitário. A partir dessa concepção observamos e desenvolvemos alguns elementos constitutivos significativos tais como: os modelos gerenciais das universidades, as condições de estruturação ao redor da publicação, e o trabalho da antropologia em contextos universitários atuais e finalizamos deixando alguns desafios e agendas de pesquisa.

Palavras-chave: sistema mundo universitário; estabelecimentos antropológicos; trabalho; precarização; neoliberalismo.

Desde el quiebre a mediados de los años setenta, este país; Estados Unidos; ha sido el motor teórico y práctico para la elaboración y la difusión planetaria de un proyecto político que tiene como objetivo subordinar todas las actividades humanas a la tutela del mercado.

(Wacquant, 2015, p. 46).

Introducción

Desde la perspectiva de las sensibilidades y condiciones de existencia de la disciplina antropológica, las universidades requieren ser reinventadas con urgencia. Se han convertido en escenarios de precarización laboral, de entrampamientos burocráticos y de socavamiento de las condiciones más elementales para que florezca el pensamiento. Para la antropología esto ha supuesto nefastas consecuencias. En cuestión de unas pocas décadas, la universidad cambió ante nuestros ojos. No hicimos lo suficiente para problematizar e interrumpir estos cambios, cuando no buscamos acomodarnos. Con contadas excepciones, nos hemos plegado dócilmente a las trasformaciones materiales de los entornos universitarios en los cuales nuestra disciplina vive derroteros. Esto no significa que las universidades hayan dejado de aportar a las sociedades, en sus múltiples dimensiones, pero han perdido un carácter más propositivo y alternativo al someterse a las reglas de un juego que nos ha sido, en gran parte, ajeno.

Hace un tiempo ya, Jean y John Comaroff se plantearon interrogantes fundamentales en torno a lo social, la sociedad y la comunidad moral, al caracterizar y cuestionarse críticamente sobre la era del capitalismo milenario (2001, p. 44). En torno a ello también evocan varias batallas establecidas desde las ciencias sociales y humanidades frente a la consagración del capitalismo y sus condicionantes sociales, sobre todo de sus prácticas/agencias, representaciones y alcances neoliberales. Los cuestionamientos y desafíos propuestos a lo largo de nuestro texto también tienen un tono de arenga para no naturalizar lo que nos incómoda en los distintos espacios de reproducción y producción disciplinar, y en todas nuestras otras dimensiones que nos tornan trabajadores y ciudadanos de ciertas latitudes y contextos; es imposible concebir la antropología fuera de contextos sociales, políticos, laborales y económicos en y entre distintas espacialidades.

Este artículo hace parte de una larga conversación que los autores hemos sostenido a partir de las antropologías del mundo y de nuestra participación en la Asociación Latinoamericana de Antropología. Desde nuestros anclajes en Chile y en Colombia, encontramos confluencias preocupantes para el ejercicio de nuestra disciplina en las transformaciones de los entornos universitarios que responden a las demandas de unas políticas de ciencia y tecnología en nuestros países. Aunque nuestros planteamientos podrían ser relevantes para otras ciencias sociales y humanidades, hemos preferido hablar desde la antropología porque es desde este locus de enunciación disciplinario que entendemos las transformaciones de los entornos universitarios. De igual manera, creemos que faltan etnografías de las transformaciones recientes en las universidades de Latinoamérica, sabemos desde ya que son alteraciones múltiples y que se implementan para uno u otro modo de formas disimiles y alcances diferenciados, que permitan rescatar, entre otros elementos, las subjetivizaciones de trabajadores y trabajadoras a partir de dichos ajustes (Cárdenas et al., 2021)

Para presentar nuestros argumentos, abordamos una discusión en torno al sistema mundo universitario, los modelos gerenciales de las universidades y las condiciones de estructuración en torno a publicar. Luego situamos brevemente reflexiones sobre el que hacer de la antropología en el escenario actual de las universidades, para finalmente, proponer algunos desafíos que le restan a nuestra disciplina para pensar y poner en acción alternativas frente a los tropiezos, cegueras y olvidos declarados.

Sin duda, creemos que la antropología tiene mucho que proponer en dicha discusión, más aún unas antropologías que se pueden pensar en toda la diversidad y multiplicidad que los «sures» pueden tener en Latinoamérica que, como toda parte, se inscriben en historias locales, entramados nacionales y transnacionales del ayer y hoy. Sera en esa lectura lugarizada que algunas propuestas y reflexiones de este texto tendrán ecos más o menos profundos, dónde de seguro se harán evidentes otras interpelaciones, siempre necesarias de enfrentarnos y reconocernos tanto en nuestros establecimientos antropológicos, como también a las formas en que sistemas transnacionales gobiernan nuestras prácticas y nuestros cuerpos en nuevos y complejos entramados que nos quitan, o al menos alteran, cada vez más nuestro propio sentido, forma y lugar de estar en el mundo.

Sistema mundo universitario

Por sistema mundo universitario entendemos el ensamblaje institucional y las racionalidades que crecientemente definen y administran las condiciones de existencia de las universidades en los centros y periferias a partir de la distribución asimétrica de una serie de recursos materiales y simbólicos que son objeto de constante escrutinio y medición que responde a densos entramados burocráticos y a la operación de algoritmos que producen la diferencia. De esta forma, pareciera que las reglas del juego cambiaron, y nosotros, simplemente, asentimos. Se nos impuso un modelo de control basado en una burocracia total (Graeber, 2015), que dan cuenta de una «cultura de auditoría» (Strathern, 2000; Shore & Wright 2000, 2015), organizada, en gran parte, por un sistema mundial universitario de orden, control y disciplinamiento que uniformiza el saber y las ciencias desde fuera de éstas. Si bien esta afectación es de alcance global, las formas, modos e intensidades de afectación varían nacionalmente. Por mucho que este sistema mundo universitario reina globalmente, sus intensidades y las formas de intervención varían tanto entre distintos contextos nacionales, como también, en la capacidad que han tenido las universidades y los departamentos para surcar y tejer otros rumbos más allá de los que se pueden imponer, y coexistir, al menos en parte, con sus propias lógicas y los modos en que los individuos están en la universidad.

Además, tomando en cuenta que la gubernamentalidad se teje desde el corporativismo transnacional, esto no significa que no existan varios modelos y conjugaciones posibles de la forma de contar, sumar y diferenciar en el mundo universitario. Ejemplo de aquellos son los distintos índices y rankings de escala global que mapean las universidades, como también los modelos de competencia y los sistemas de indexación como generadores de la diferencia o bien los modelos de acreditación universitaria.

Sabemos que las afectaciones de una «cultura de la auditoría» a escala global y de una «burocratización total» son distintas en los nortes y sures globales, pero han significado para el establecimiento universitario en general un reensamblaje de lo que hoy se espera y demanda en torno al trabajo docente universitario. Por supuesto que el sistema mundo universitario, si bien de alcance global, tiene matices muy particulares cuando es considerado desde una geopolítica que teje las particularidades coloniales de gobernanza que se impone desde un norte global. Por tanto, no podemos soslayar las marcaciones de diferencia y las desigualdades de establecimientos situados en las periferias en escalas global, regional y nacional.

De modo general, esta constatación no tiene nada de nuevo, pues hace parte de las formas como en general la educación y las agencias del Estado han entrado en lógicas liberales que sitúan la competencia y la construcción de la diferencia como parte de un sistema expuesto usualmente como eficiente frente a presupuestos estatales cada vez menores; al respecto nótese, por ejemplo, para el caso de Estados Unidos y las transformaciones del sistema educativo el trabajo de Marta Nussbaum (2010) y para el caso de España la obra de José Carlos Bermejo (2011) .

Modelo gerencial de universidad

Es en este marco del sistema mundo universitario en el que se ha ido posicionando un nuevo modelo de universidad en nuestros países. Este modelo no se circunscribe a las universidades privadas, sino que también se expresa en las universidades públicas. Aunque no se ha posicionado con la misma fuerza en todas las universidades, hoy parece constituir un sentido común en las aspiraciones y angustias de las burocracias universitarias en la región.

El nuevo modelo de universidad se define por tres rasgos destacados que están estrechamente relacionados entre sí. El primero se refiere a la creciente centralidad de un lenguaje y prácticas gerenciales para concebir y regular la universidad (Vega, 2015). Este modelo enfatiza las narrativas y prácticas que priorizan una concepción gerencial de la universidad, donde conceptos como «productividad», «calidad» y «eficiencia» se han naturalizado junto con los de «innovación» e «internacionalización», quedando fuera de cualquier escrutinio o discusión crítica.

La concepción y prácticas gerenciales basadas en la productividad, eficiencia y calidad han permeado la universidad, en parte debido a su promoción constante por parte del Estado. Los discursos estatales crean incentivos para que estas prácticas gerenciales se integren en la vida cotidiana de las universidades como algo necesario y deseable (Cabrales & Díaz, 2015, p. 230). Como resultado, este modelo ha generado mercados de servicios y especialidades en administración y gestión, donde la acreditación universitaria se convierte en una expertise disputada y deseada.

El modelo gerencial se traduce en una precarización de la investigación y las labores docentes. Se observa una precarización en los contratos laborales y los espacios para la docencia, así como en las condiciones para la investigación que se subsumen a la exigencia de productos visibles que posicionen a las universidades (Amador, 2011; Vega, 2015). Se regula el tiempo y los productos de los docentes, y se les exige que se encarguen de la creciente demanda de procesos burocráticos que consumen gran parte de sus esfuerzos. Todo esto nos lleva a preguntarnos si la universidad hace tres o cuatro décadas era menos eficiente, tenía menos impacto social o formaba estudiantes y personas menos adecuadamente, o si la investigación era menos validada sólo porque no se medía con los parámetros actuales establecidos fuera de estas. Las respuestas son obvias, pero a menudo nos olvidamos de hacer las preguntas pertinentes.

Todo esto redunda en la corrosión del carácter (Sennett, 2012) del trabajo docente que es vislumbrado y es vivenciado día a día por distintos modos, formas y lugares; al punto que hemos normalizado la precarización laboral en el establecimiento universitario. Pero, sobre todo, de forma más dramática, y ahí su corrosión, se impone una pérdida del sentido del trabajo entre docentes que piensan que nada pueden hacer frente a lo que se les exige y que los sentidos anteriores del trabajo docente e investigativo están en declive. Lamentablemente pocos nos preguntamos por qué y para qué se nos exige lo que hoy se nos exige bajo supuestos parámetros de eficiencia y distribución equitativa del reconocimiento o de la distribución de recursos de ciencia, tecnología y prestigio: basta sólo ver de qué manera se rigen los criterios para establecer la diferencia entre los rankings globales y nacionales de las universidades, como de las revistas indexadas.

La instalación del modelo gerencial ha llevado a las universidades a imaginarse y operar cada vez más como empresas. Por lo tanto, podemos considerar que este nuevo modelo de universidad, en el que las ansiedades gerenciales tienen gran peso, se trata de uno de universidad-empresa. En esta universidad-empresa, no solo se opera desde el discurso empresarial, sino que también existe un interés cada vez menos encubierto por obtener una rentabilidad inmediata de la actividad académica. Esta rentabilidad no solo se entiende en términos monetarios inmediatos, sino también en términos de visibilidad y prestigio de las universidades, incluso en las universidades públicas. Todo esto ha llevado a una corrosión y, en muchos casos, a una perversión de premisas y sentidos de lo que significaban antes las universidades, que se basaban en condiciones y moralidades que surgían de propuestas y utopías provenientes en contradicción con las premisas actuales que han sido moldeadas por políticas públicas y privadas de gobernanza en torno al establecimiento de un sistema mundial universitario.

El segundo aspecto de este nuevo modelo de universidad, que está estrechamente relacionado con el primero, es la creciente y poderosa presencia de la burocracia académica. La burocracia universitaria ha diseñado una avalancha de formatos que alimentan plataformas y bases de datos digitales para registrar, regular y evaluar los diversos procesos administrativos relacionados con la docencia o la investigación. Estos formatos se multiplican exigiendo cada vez más tiempo y energía de los profesores e investigadores: «el diligenciamiento de un sin número de formatos, informes, productos no conforme, planes de mejora, actas y reuniones, ha hecho que el trabajo de la enseñanza se reemplace por el trabajo administrativo» (Cabrales & Díaz 2015, p. 228). Así, los investigadores y profesores ven cómo su tiempo y energía se ven afectados para satisfacer los requisitos impuestos por las burocracias universitarias, que demandan grandes cantidades de datos. No es sorprendente que algunos de los tecnócratas que forman parte de esta burocracia académica carezcan de experiencia en investigación o enseñanza, y en caso de tenerla, a menudo es bien precaria.

La presencia de burocracia en la universidad no es algo nuevo, pero en el nuevo modelo gerencial, su poder y complejidad se han potenciado enormemente. Se crean nuevas oficinas y cargos que establecen procedimientos estandarizados para la docencia y la investigación, generando una gran cantidad de formatos que ocupan el tiempo y energía de los docentes e investigadores. Se emplea a un gran número de personas que suelen trabajar en horarios de oficina, de ocho de la mañana a cinco de la tarde, para desarrollar y aplicar tecnologías de visibilización individualizada de la «producción» de profesores e investigadores y para regular un conjunto creciente de prácticas: «el aparato burocrático-administrativo produce un tipo de investigador disciplinado y útil al sistema, de lo contrario el docente-investigador estará excluido no sólo del contexto académico sino de las posibilidades de ingresar en concursos docentes que garanticen mayor estabilidad laboral» (Amador, 2011, p. 27). Hay que preguntarse por las posibilidades de proponer otras reglas del juego que puedan o no coexistir con las actuales que puedan rehumanizar el papel de las personas y del trabajo de estas en todos los engranajes que la universidad pueda ofrecer para dentro y hacia afuera. A no desestimar los procesos de transformación disciplinar, de miradas y enfoques, que nos sitúen en nuestros propios recorridos, pero también, y sobre todos, en nuestros cruces que las antropologías lugarizadas pueden vivenciar en sus diferentes contextos territoriales.

El antropólogo David Graeber (2018a) , en su libro Trabajos de mierda: una teoría, ha evidenciado cómo este creciente enjambre de burócratas que pulula en todos los ámbitos de la vida social a menudo hace parte de los trabajos inútiles de los que se podría prescindir sin que nuestras vidas se vean afectadas realmente. Así, los profesores no solo gastan parte importante de su tiempo en llenar formatos sobre su labor docente, formatos estandarizados e inteligibles para satisfacer las demandas de burocracias de turno (y que, no sobra anotarlo, adoran inventarse unos nuevos y más engorrosos), sino que deben sacarse del sombrero investigaciones y, ojalá, consultorías que les permitan registrar los productos por los que terminaran evaluándolos para sus ascensos en los escalafones docentes. Sin duda, esto afecta a los modos como y donde podemos orientar nuestra comunicación fuera de los márgenes de los contextos universitarios hacia públicos más amplios.

El libro de Graeber (2018a), ha destacado cómo este enjambre de burócratas mencionado, con sus trabajos inútiles entorpecen los trabajos que sí tienen sentido y relevancia, como el trabajo docente o de investigación. Lo entorpecen con sus cambiantes y caprichosas demandas, a las que todos deben plegarse sin reparo alguno. Esto es lo que podemos denominar entrampamientos burocráticos de la labor docente e investigativa en los establecimientos universitarios.

La burocracia ha transformado la universidad en un entrampamiento que no se parece en nada a un lugar donde se fomente la producción de conocimiento, la dedicación a la enseñanza y la reflexión medianamente crítica sobre las necesidades de nuestras sociedades. Estos entrampamientos burocráticos han esterilizado la esencia de la vida universitaria, generando más ceremonias y títulos ostentosos, pero ignorando la pasión que se necesita para ser un verdadero profesor. En su lugar, ha dado prioridad a los procesos formales de acreditación de calidad y visibilidad en los rankings nacionales e internacionales, olvidando que es la pasión por enseñar y generar conocimiento lo que realmente define nuestro futuro y el de las próximas generaciones.

Por esta razón, consideramos que los entrampamientos burocráticos devienen en inercias que sofocan las iniciativas más interesantes enraizadas en las pasiones y los compromisos de algunos docentes, investigadores y estudiantes. Esto tiene un efecto sutil pero profundo en la investigación y la enseñanza. Desde una perspectiva foucaultiana, estas tecnologías de los entrampamientos burocráticos deben ser examinadas no solo en su negatividad, es decir, en lo que impiden, sino también en su productividad, es decir, en lo que generan. Se crean subjetividades y corporalidades de profesores e investigadores dóciles, que llenan puntual y permanentemente planes de trabajo y formatos con diversas informaciones solicitadas sobre ellos mismos y otros, sobre lo que se ha logrado, lo que se espera, lo que no se ha alcanzado. Por supuesto, estas tecnologías no son en absoluto neutrales, priorizan y posibilitan ciertas cosas fomentándolas mientras hacen que otras sean inviables.

El tercer rasgo del nuevo modelo universitario se relaciona con su enfoque empresarial, que no solo implica adoptar prácticas empresariales y narrativas, sino también transformar la universidad para atender los intereses empresariales. Esta transformación consta de varios elementos. Uno de ellos, que surge del discurso sobre el perfil profesional de los egresados, sostiene que la universidad debe satisfacer las demandas del mercado laboral, entendido como la capacitación de una fuerza laboral útil y calificada o de emprendedores que promuevan los intereses empresariales.

Es cada vez más frecuente encontrar estudiantes que buscan obtener un trabajo bien remunerado lo antes posible. Ven la inversión en costosas matrículas y largas horas de estudio como una inversión que debe ser recompensada con un trabajo de alta remuneración. Este enfoque instrumental de la educación, en el que la formación universitaria tiene como objetivo asegurar el trabajo de los individuos y contribuir al «desarrollo» económico del país, ha llevado a la marginalización o incluso el desprecio de concepciones de la educación como la promoción del pensamiento crítico.

Las regulaciones sobre las actividades de los profesores e investigadores en las universidades evidencian una transformación significativa en la concepción misma de la universidad. En lugar de ser una institución dedicada a la reflexión crítica y autónoma de la sociedad con una función ética y política humanista, la universidad se ha naturalizado como una institución orientada por una racionalidad instrumental tendiente a producir tecnócratas y expertos que requiere el mercado y el Estado. El modelo gerencial dominante es solo la punta del iceberg de los cambios profundos que se han producido en las universidades, incluso en aquellas que aún se consideran públicas. 1

Publicar o fallecer

Aaron Swartz, en su conocido Manifiesto por la guerrilla del acceso abierto, publicado en 2008, escribía: «La información es poder. Pero como todo poder, hay quienes quieren mantenerlo para ellos mismos. La herencia científica y cultural del mundo entero, publicada durante siglos en libros y revistas, está siendo digitalizada y bloqueado su acceso por un puñado de empresas privadas». Desde entonces, se han desplegado una serie de estrategias y medidas para que nuestra labor investigativa se oriente a alimentar criterios y modelos de visibilidad subsumidos en lógicas establecidas por grandes emporios editoriales del norte global.

Aunque las burocracias universitarias y las políticas públicas de la ciencia y la educación no lo presenten de esta manera, las transformaciones del modelo de universidad y las concepciones y prácticas de investigación tienen una estrecha relación con el enriquecimiento de unas pocas empresas transnacionales a través de la privatización del acceso a artículos publicados en revistas indexadas, muchas veces fruto de investigaciones financiadas con recursos públicos. Las burocracias universitarias son solo una parte de un dispositivo global diseñado para el enriquecimiento de corporaciones poderosas, en el que se profundizan los lazos que nos subordinan complacientemente a la dominante economía política y geopolítica del conocimiento tecnocientífico, que garantiza los insumos ideológicos y tecnológicos de la reproducción de la desigualdad social en nombre de la supuesta visibilización internacional y el impulso de la calidad de la ciencia producida en nuestros países periféricos (Gómez-Morales, 2017; Gruber, 2014).

Los establecimientos universitarios han sucumbido a estas transformaciones con poca resistencia, ya sea por convicción o por las presiones vinculadas a la obtención de certificaciones o acreditaciones, condiciones de financiación o a la acumulación de capital económico o simbólico en establecimientos académicos cada vez más orientados por los imperativos del mercado. Como vimos, actualmente nos encontramos frente a un modelo de universidad en el que predominan las lógicas gerenciales que han instalado burocracias universitarias dirigidas por concepciones abiertamente empresariales que se centran en discursos de productividad, innovación, eficiencia, internacionalización y calidad. Lo preocupante es que no se presentan otras alternativas como posibles.

Se ha popularizado la publicación de papers en revistas indexadas internacionales como WOS (ex ISI) o Scopus, como medida privilegiada para evaluar la calidad científica de los programas, universidades e investigadores (Gruber, 2014; Rocha, 2014). En este sistema de medición, se da mucha importancia a la cantidad: lo que más importa es la cantidad de papers WOS o Scopus publicados, muchos de los cuales no reciben ni siquiera un puñado de citaciones, como ha demostrado Yuri Jack Gómez-Morales (2017) . Otros formatos de publicación académica, como el libro, han quedado en segundo plano. De hecho, el prestigio académico, así como la posibilidad de consolidar una carrera académica (y en gran medida su salario), parecen estar cada vez más vinculados a la publicación de papers en lugar de publicar libros (Piñeres, Vélez & Montes, 2017). Esto se agrava aún más en el caso de publicaciones en formatos no académicos, como los artículos de prensa o los materiales dirigidos a otros tipos de públicos, que literalmente han sido despreciados.2

Dado que el producto científico más valorado y medido son los artículos académicos (o papers) publicados en ciertas revistas (ubicadas en ciertos cuartiles y en determinados sistemas de indexación), la investigación se ha enfocado en una producción masiva de papers. Aunque antes se valoraba la publicación de resultados de investigación, hoy en día, la publicación se ha convertido en un fetiche que tiene un gran impacto en la forma en que opera la investigación, pero también la docencia que ha sido subsumida sino despreciada con respecto a los papers. La publicación ya no es solo un paso en el proceso de investigación, sino que se ha convertido en su principal producto y en el indicador privilegiado (Gómez-Morales, 2018). Sin embargo, no se trata simplemente de publicar en general, sino de publicar cierto tipo de textos en determinados lugares, lo que se ha convertido en un imperativo para las carreras de los investigadores y la sobrevivencia y visibilidad de las universidades, amarradas al chantaje de los procesos de registro y acreditación de sus programas y de la universidad en general.

Se ha ido confundiendo la relevancia de la investigación con los «buenos» resultados en la medición; se ha ido equiparando la calidad de universidades, grupos e investigadores con responderle dócilmente al conjunto de indicadores impuestos desde los ministerios de ciencia, tecnología e innovación de ambos países que rara vez son objeto de escrutinio o reflexión.

La carrera docente y de investigador/a universitario predisponen oficios, nos sitúa rápidamente desde un plano del trabajo, el cual tiene que ser nuestro lugar de observación y referencia para entender nuestra conexión con las implicancias del capitalismo mileniar (Comaroff & Comaroff, 2001). Sin duda, los impactos y formas que opera el sistema mundo académico ( Díaz Crovetto, 2019) afectan la gobernanza de los sistemas de ciencias y educación en cada país se podrá distinguir entre alcances a centros universitarios privados y públicos de formas relativamente distintas. Pero su alcance es global y ahí no basta con el negacionismo que venga de lo público o de lo privado. Peor que el negacionismo es, en todo caso, cruzarse de brazos y decir que ya no se puede hacer nada y dejarse vencer por el «publicar o fallecer» tan bien sabido en tantos confines. Es raro, porque desde la antropología enseñamos muchas veces a sospechar del sentido común que versa como ordenamiento o como comprensión del mundo. Pero al mismo tiempo no queremos dar el paso, ni el grande ni el pequeño, de intervenir en formas concretas en él.

Todo esto en un sistema universitario que posiciona a las universidades con certificaciones de alta calidad. Esta marcación supone un prestigio que se traduce en matrículas y recursos financieros que las autoridades universitarias no se dan el lujo de despreciar. Las universidades ejercen una fuerte presión en los procesos de contratación, incentivos salariales y dispositivos de gestión para estimular la producción en investigación que resulte en mayor visibilidad y mejor jerarquización en los modelos de medición ( Díaz Crovetto, 2019; Jiménez, 2017; Rodríguez, 2017). Uno podría pensar que tal como los documentos suelen presentar al individuo frente al Estado, como propone Peirano (2006) ; uno podría pensar que las publicaciones presentan al investigador o docente universitario productivo frente a las instancias de reconocimiento formal de dichos requerimientos (i.e. consejos de ciencia nacional o las propias universidades).

Hacer antropología en la universidad actual

El cuestionamiento o la puesta en marcha de alternativas frente a lo avasalladora que puede ser la imposición burocrática de un modo de ser y estar en el mundo ha generado que la nueva o transformadora condición de ser estudiante o ser profesor/a en la universidad haya sido tan poco problematizada o poco estudiada; las consecuentes alteraciones y la imposición de estas lógicas tampoco parecen ser muy atractivas para una discusión antropológica que va más allá de la especificidad del campo de los estudios de la ciencia, de los modelos científicos y de evaluación nacionales.

A la antropología pocas veces le gustó ser un otro material, vivo y afecto a todas las transformaciones dentro y fuera de ella. Sin duda, sobre ontologías, epistemes, paradigmas y teorías ha habido grandes y pequeñas, y suficientes, animosidades. La búsqueda contemporánea por la caza de mariposas, utilizando la célebre frase de Edmund Leach (1971), suele actualizarse, y en otras, la indagación del método y perspectiva infalible e ideal para entender cómo debe entenderse la realidad de unos, ha desdibujado nuestro acercamiento de condiciones de estructuración de la diferencia, del ser, del estar, del convivir y del poder a partir de condiciones tan simples y próximas como nuestra adscripción como trabajadores y como ciudadanos; o sea de una realidad que nos presenta horizontes sociales compartidos entre los no antropólogos. No nos cabe dilucidar en este trabajo las motivaciones que han facilitado dicho estado, sino más bien, mirar el espejo y ver todos los matices y ángulos que nos dibujan en y más allá de la antropología. No se trata de nativizar, indigenizar o subalternizar la diferencia antropológica, se trata de vernos por lo que hacemos y como lo hacemos dentro de las universidades y fuera de ellas -sin duda un gran paso para ello fue dado recientemente por Reygadas en México (2019)-.

La antropología no existe fuera de particulares entramados históricos y sociales (Trouillot, 2011). Y esto no es sólo válido para situar epistemes, exploraciones y textos antropológicos que tan elocuente y estimulantemente se han escrito por distintos autores y en distintos momentos, sino también de las formas que estamos o podemos vivir en este mundo.

De igual modo, también es cierto que la antropología en casa, es mucho más conservadora de la que se hace fuera de casa. Pero ni lo uno debería ser suficiente para que, al menos, de vez en cuando, nos sometamos a juicio que hay muchas prácticas que no tienen sentido alguno más allá de la tradición y, peor aún, son las leves transformaciones del día a día que van degradando y colocando nuevos sentidos a nuestras formas, posibilidades y prácticas habituales como ciudadanos/as y trabajadores/as.

Es decir, lo que le sucede a la antropología como disciplina y como profesión es similar a lo que nos sucede como ciudadanos y como trabajadores. Lo anterior parece evidente cuando, por ejemplo, pensamos en el valor y la imposición, desde afuera hacia adentro, de una forma avasalladora y ultrajante de sentidos y moralidades colectivos a partir de la imposición de un sistema mundo universitario ( Díaz Crovetto, 2019), que, entre otras cosas, está proporcionando contenido, y con ello, también dejando de lado otros, en torno al valor de lo que hacemos dentro de las universidades, y en parte, fuera de estas.

Todo lo anterior para establecer nuevas reglas y artimañas del mercado para jerarquizarlos y tornarnos subalternos entre unos y otros a partir de métricas que sitúan la diferencia a partir de muy pobres y disímiles indicadores, entre ellos, la paperzación y su respectiva indexación de la producción intelectual paperizada (Díaz Crovetto, 2019). Todo esto bajo lo que algunos autores conocen como «cultura de auditoría», que se materializa tanto en los procesos de burocratización total (Graeber, 2015), generando muchos de los «trabajos de mierda» que contabilizan, fiscalizan y resguardan que las métricas de cómo y por qué hacemos las cosas se mantengan, pero, sobre todo, que tengan sentido.

Por tanto, más allá de todas las articulaciones que la antropología ha sostenido de estos espacios, como los vinculados que se tejen en torno a la investigación, la formación y la interacción con sus respectivos contextos sociales y territoriales, en planos por demanda, participativos o de intervención; cabe también situarse crítica y reflexivamente sobre las condiciones de producción y reproducción que les son impuestas, pero también de las posibilidades de imaginación política que podamos proponer para generar, por un lado, cambios concretos de las formas de subordinación, como también vincularse y aproximarse a la realidad social desde su condición de trabajadores y ciudadanos. Pero al mismo tiempo sabemos que hay mucha antropología que se hace por ahí y por allá, dentro y fuera de la universidad, que propone alternativas al porque y al cómo hacerlo. Tornarse y dar formas distintas a esas relecturas de como tejer desde las antropologías formas de enseñar, de investigar y vincularse es mucho más infinito de lo que se proponen considerar como plausible desde parámetros que miden y ordenan lo que vale y lo que no vale. Al final, para muchos, no hay antropología sin emoción.

De ese modo nos cabe centrarnos en la acepción que la antropología no solo se encuentra en transformación constante por inclinaciones deambulantes entre diferentes epistemes, confabulaciones teóricas y exploraciones metodológicas, sobre todo porque las formas en que esta se ha construido como parte de determinados proyectos imperiales, relecturas nacionales, regionales y locales en diferentes épocas y contextos. Insistimos que sus lugarizaciones, marcan determinados establecimientos antropológicos, constituidos por grupos sociales y prácticas concretas (Restrepo, 2020, 2021). Nos cabe a cada grupo, colectivo e individuos concretos preguntarnos de qué formas podemos aportar nuevos caminos que vayan más allá de los cuales se nos quiera imponer.

Si creemos el universal de la antropología como lugar de los cuestionamientos de los tácitos, esto no debería ser alguna novedad. Al final, como que la antropología y ser antropólogo ha tenido como uno de sus leitmotiv, guste o no, ser un poco del contra, incómoda o subversiva (Krotz, 2016; Ribeiro, 2018). Por tanto, la transformación del sistema mundo, sus ajustes y alcances también ha sido imperiosa en sus formas de afectación política y económica para el desarrollo de nuestra disciplina. Al final nunca fue lo mismo ser un antropólogo del imperio o bajo del imperio, sea en sus matices históricas y materiales, sea en sus representaciones e imaginarios presentes que aún se reproducen, imponen o imaginan de formas diversas entre diversos contextos de desarrollo antropológico.

Proyectos como el de las antropologías del mundo nos propusieron hace un tiempo ya pensar nuevas categorías de conversación entre antropologías (Ribeiro & Escobar, 2009; Restrepo & Escobar, 2005; Díaz Crovetto, 2008). Ahora necesitamos confrontarnos como colectivos dispersos, pero siempre articulables, a nuestros modos de afectación como trabajadores bajo determinados contextos de producción y reproducción disciplinar. Debemos tejer puentes, pero nadie crea puentes en el aire. Los puentes deben tejerse de formas múltiples entre antropologías y entre sociedades. Recuperar la dimensión de análisis del mundo del trabajo a la cual la antropología también se inserta, es acercarnos más a nuestros estudiantes y colegas. El mundo es desigual, y por ello, la antropología habita, impone y reproduce desigualdades que siempre pueden ser contestadas: por lo usual desde cuestiones bien concretas y simples.

Todo lo anterior no hace suponer que la transformación en esta nueva producción de la diferencia, propio de un capitalismo mileniar (Comarroff & Comarroff, 2001) ha dejado marcas en la economía, salud, bienestar, trabajo, expectativas y condiciones de vida de ciudadanos y trabajadores de alrededor del mundo por lógicas neoliberales (Harvey, 2007; Sassen, 2010; Sennett, 2012; Fassin, 2018). Pues bien, naturalmente la antropología no tiene como quedarse fuera. Quienes hemos estado o estamos en esos espacios privilegiados, nos sometemos a varios juicios de valor y posibilidades de imaginación, pero también de concreción de proyectos políticos que nos permitan no solo cuestionarnos ciertos modos y formas, sino también proponer otros. Situar alternativas es una responsabilidad que va de la mano del debate intelectual.

Retos y posibilidades

La evidencia de algoritmos que dan cuenta cómo medir, qué medir y cómo favorecer determinados comportamientos es hace tiempo una realidad práctica y de mercado disponible al uso de campañas políticas (Ribeiro, 2018, 2020; Briones, 2020; Cesarino, 2020; Cárdenas et al., 2021). Tendencias que detectan o bien estimulan y controlan nuestras prácticas de consumo cultural, así como todas nuestras prácticas, todos los servicios y la lógica que administra nueva vida en sociedades de mercados con mayor o menor pasividad gubernamental en cuanto acciones y políticas, que tampoco están exentas de adscribirse a estas hojas de ruta de control, satisfacción y alcance de indicadores.

Al final de cuenta la pobreza se supera cuando un pequeño indicador porcentual ya lo manifiesta, pero la discusión no pasa toda vez por las distancias e inequidades que se producen en lógicas contemporáneas neoliberales de administrar y ordenar nuestras vidas. Comarroff & Comarroff pusieron sobre la mesa la pregunta por la expresión de lo neoliberal como una forma cultural particular del nuevo milenio (2001), mientras que Harvey dejaba en evidencia las formas concretas en que esta se manifestaba, sea a través de proyectos experimentales (Harvey, 2007), o bien a través de la acumulación por desposesión (Harvey, 2005).

La antropología debe dejar de «centrarse» exclusivamente en los desposeídos para concentrarse también en las formas en que se genera la desposesión, y en las formas cómo se organiza la «acumulación» en nuestros términos contemporáneos (Reygadas, 2008). Esto tan general se torna vivo por ejemplo en la discusión propuesta en torno a las métricas e índices de valor de indexación de la producción intelectual contemporánea, en un mercado global transnacional de papers indexables que generan nuevos status de prestigio, cada vez más situados en la medición individual que torna más difícil el establecimiento de proyectos colectivos.

La construcción del valor se está dando en la acumulación de «algo precioso» dado fuera a los márgenes de quienes componen el colectivo para el cual está dirigido originalmente el regalo, el don o el papel si se quiere. La indexación se impuso desde fuera de la universidad para organizar la universidad y con ellos sus formas y prácticas, mientras intenta imponer o sustentar un sentido basado en prestigio, calidad, superioridad, impacto, eficiencia e internacionalización. Pero igual que la pobreza, el índice se construye en la acumulación por desposesión. La única forma que unos tengan más, parece ser que otros tengan menos, que unos estén abajo de otros en escalas validadas externamente, que poco dicen de lo que queremos que digan. Nuevamente, que mide la diferencia que materializa que unas universidades estén más arriba que otras. La implicancia de esto es clave. Los presupuestos operativos de las universidades se construyen para alcanzar puestos mejores, y no para situarse en torno a ejes transversales de articulación societales que no son medidos ni cuantificados.

Frente a lo anteriormente expuesto resta preguntarnos sobre los sistemas de ciencia y la educación en América Latina y en el mundo en general, que han optado por centralizar y focalizar sus recursos en números limitados de financiamientos, pero con alta concentración de financiación versus modelos que han optado a reparticiones graduales y en distintos grupos buscando un mayor impacto, diversidad y alcance de los financiamientos, con menores capitales. La antropología, a nuestro juicio, más allá de participar en tantos otros frentes posibles, le cabe también entrar de forma significativa y generosa en la discusión de la ciencia, como de la asignación del valor que prima para generar la diferencia tanto entre la ciencia, entre las universidades y entre l/s académicos, rescatando al mismo tiempo, la riqueza de mirar el trabajar como un lugar decantador de la construcción de las desigualdades.

Fassin (2016) propuso como un horizonte de intervención la moral y las moralidades (como la constitución de comunidades morales), campo de observación bastante propio de la antropología, por ello, no podemos dejar de apelar a la reflexividad y la posibilidad utópica (Krotz, 2016), pero a la vez, práctica y política, de redefinir con nuestras prácticas, pero sobre todo con nuestra disposición a la conformación de contenidos y valores adyacentes -siempre locales-, pero a la vez capaces de traspasar fronteras territoriales.

Los/as antropólogos/as que hemos estado en cargos de dirección nos enfrentamos a un mundo que sólo manejábamos parcialmente antes de enfrentarnos a una gestión que siempre se inserta en particularidades lógicas de trabajo, sea en el mundo universitario o profesional público y privado. Siempre hemos creído que más allá de las formas los contenidos se pueden cambiar, resultando por tanto en nuevas formas. Y eso se puede hacer, al menos, en lo que respecta al mundo universitario y de la ciencia, en la gestión académica, en la apertura de nuevos programas y en los consejos de ciencia. Nuestras formas de afectación fuera de la antropología también deben pasar por la no indiferencia de las formas de afectación en el trabajo y vida universitaria.

Es verdad que la subordinación de la carrera de investigación a otras áreas de la vida y trabajo universitario (Bermejo, 2020) es una instauración reciente bajo determinados modelos globales del sistema mundo universitario (Díaz Crovetto, 2019). La forma de afectación recae incluso dentro de una de las mayores responsabilidades sociales que tenemos y compartimos en la docencia universitaria, sea tanto en que el tiempo de dar clases, buenas clases, de escuchar y comprender a nuestr/s estudiantes, como de estimularles y desestabilizarlos, sea tornado cada vez más, en algunos contextos, algo marginal, algo que viene con el trabajo denotando una pérdida del carácter como podría reconocer Sennet (2012).

No hay nada malo con la transformación, la pérdida o el cambio per se. Pero el camino que se está tejiendo y las alternativas que se están presentando parecen un socavamiento del espíritu mismo de la universidad en su papel de cambio social, no sólo por las oportunidades que ofrece en su capacidad de formar profesionales, sino también de aportar y comunicarse con la sociedad. Hemos escuchado y hemos visto las fórmulas para que «los académicos» universitarios «puedan rendir» más, rendir más significa, casi exclusivamente en muchos casos, simplemente producir más, o sea publicar en determinados lugares y adjudicar determinados proyectos a costa de sus cuerpos ( Díaz Crovetto, 2019).

Sabemos y/o creemos al menos, que la antropología no puede sólo hablar sobre, con y desde otros y otredades, debe exponerse a sí misma, sea como una otredad que ha permitido entenderse entre sus acentos nacionales gracias al aporte del proyecto de antropologías mundiales, pero también lo puede hacer en la medida que, al hablar de sí como una categoría de experiencia particular, se une a una categoría de experiencia compartida globalmente, la de trabajador (Wolf, 2010). De igual modo, a nuestro juicio, unificar la experiencia de la antropología a un sólo relato global o nacional resulta siempre peligroso (Díaz Crovetto, 2018, Restrepo, 2020). Entendemos la posibilidad de las lugarizaciones (Restrepo, 2020) como una forma de sobrepasar las fronteras nacionales.

De hecho, proponemos a futuro repensar lo que se ha escrito sobre lo nacional y contestar la capacidad de olvidar, denostar o ingenuamente desconocer trayectorias locales en la enseñanza e inserción profesional a escala regional y local. Esto potenciaría otras formas de significar, enseñar y actuar en nombre de «una antropología». Sin duda la frescura y riqueza en torno a las «lugarizaciones» radica en encontrar muchas versiones sui generis, aunque no siempre estén puestas por escrito.

Tal vez nos falta el ímpetu y las ganas de mirar allá dónde el valor académico centralizado no da valor, dónde la indexación no ha hecho visible novedosos procesos de formación, vinculación e interpelación. Cabe a nosotros aprender de esos lugares, como también de ir proponiendo cuñas y alternativas que vuelvan situar lo que queremos y podamos hacer como comunidades morales antropológicas en todo lo que implica situarnos como antropólogos/as de aquí y de allá.

Contestar el valor naturalizado de las «grandes tradiciones antropológicas» para así generar otros nodos, descentrarse y rearticularse es una de las posibilidades. Para ello tenemos que volver a encontrarnos con cuestionamientos que sirven para posicionar discusiones en plano global, de la misma forma como las lógicas de la cultura de la auditoría o de la burocratización total (Graeber, 2015) han sido descritas, estas pueden revertirse pensando en alcances e instrumentos globales, sin por ello descuidar todo el resto de esferas de injerencia política que el pensamiento y la práctica antropológica puedan generar en instancias locales, regionales y sobre todo, nacionales (Ribeiro, 2011, 2020).

Las antropologías como posibilidad nos sitúan en una arena dónde la transformación, la contestación, la reflexión y la alternativa son siempre posibles, y estas se puedan dar en distintas y múltiples arenas. Una de esas posibilidades nos invita a pensar las formas que la antropología se pueda tornar lugar de observación y anclaje de realidades próximas. Naturalmente este ejercicio nos convoca mucho más allá de problematizar la construcción de genealogías epistémicas, teórico-conceptuales y etnográficas -y no que este ejercicio no valga la pena en sí-. Sino que también debemos problematizar las formas por las cuales la disciplina y sus exponentes se ganan la vida. Las formas como la antropología genera la diferencia entre antropologías, no sólo por olvidos y silencios entre antropologías, sino también porque hemos sido algo descuidados con tomar fronteras de reflexión que acompañen las enjambres de la vida contemporánea, como ciudadanos y como trabajador/s.

De este modo, la antropología en general, la practicada y enseñada por aquí y por allá, ha contribuido a discutir y plantear problemas que nos competen a todos como ciudadanos (Jimeno, 2005, 2016), pero también trabajadores. Pero para dicha tarea, la antropología debe darse, en diferentes circunstancias y momentos, un tiempo para encontrarse con los elementos que la aproximan a la sociedad, y no sólo en aquellos dónde se instituye con un gran ojo de sabiduría única y exclusiva de su disciplina. Con eso, proponemos lo interesante que puedan ser miradas tanto menos ortodoxas, como multi o transdisciplinarias, que nos permitan revelar que «problemas de estudios» son también amarres y distancias en algunos casos, en otros, son posibilidades de aproximación y coexistencia. La, muchas veces, marginalidad que ha ocupado la antropología en algunos contextos regionales o nacionales de América Latina, frente otras disciplinas o bien por la capacidad de situarse como un actor de interlocución reconocido por su aporte por parte de instituciones estatales o de la sociedad civil no es siempre fácilmente reconocible. Además, sabemos que en algunos países la antropología se ha tejido al alero o en estrecha relación con el Estado (Peirano, 1981, L’Estoile et al., 2002).

Todo lo anterior nos lleva a un retorno de la centralidad del trabajo y lo que se ha construido sobre él, no sólo como una forma de afectación particular para la antropología profesional y disciplinaria, sino también para toda la ciudadanía que experimenta el trabajo. Por ello reconectarse con el trabajo, e inclusive, de concebir al antropólogo universitario, como trabajador/s es situarse y enfrentarse con la predominancia de formas contemporáneas de contenidos neoliberales que arrojan amarres de cómo vivir la vida y el trabajo (Comaroff & Comaroff, 2001).

La antropología practicada fuera de la universidad, como la practicada en torno a la docencia e investigación dentro de ella, no se escapa de los dilemas y construcciones que se han tejido en torno al mundo del trabajo contemporáneo. De este modo, si bien una cultura de la auditoría (Strathern, 2000, Shore & Wright, 2000, 2015) puede entenderse en clave de un sistema mundo universitario ( Díaz Crovetto, 2019), también es verdad que los trabajos de mierda de Graeber (2018) son la evidencia de la gente de carne y hueso que sustentan parte de la precariedad, flexibilización, tercerización (Cárdenas et al., 2021) y la fiebre del discurso del emprendedurismo o simplemente, el cuenta propia e independiente, prestador de servicios, usualmente social y económicamente despojado de derecho laborales y adepto a fragilidades en el sistema de garantías sociales -sobre todo en contextos nacionales de alta proliferación de un Estado nacional altamente neoliberalizado (Reygadas, 2019)-.

Conclusiones

La precariedad se ha convertido en un arma que permite no solo explotar a los trabajadores a tiempo parcial, auxiliares y temporales, sino también suprimir el disentimiento, pues les infunde el miedo constante a perder sus empleos.

(Giroux, 2018, p. 63)

Desde la premisa del reconocimiento que dispuso Myriam Jimeno en torno a su propuesta de considerar el antropólogo como ciudadano (2005, 2016); uno podría considerar también que situarse en algún sur de América Latina y el Caribe significa no sólo situarnos como ciudadanos, sino también como trabajadores; pues será entre éstas ambas experiencias, de trabajadores y ciudadanos, que gran parte de las lógicas neoliberales se nos hacen presentes y visibles.

Con lo cual, la antropología, como práctica profesional o como práctica disciplinaria se enlaza en múltiples posibilidades y tejidos sociales. De este modo, una propuesta por descotidianizar (Ribeiro 2011) no parece solo como una posibilidad de aprendizaje curricular de nuestras competencias profesionales, sino como un deber moral de situarnos como actores que hacen parte de un mundo que está aquí y ahora demandándonos posicionamientos, retos, alternativas y posibilidades (Ribeiro, 2018; Diaz Crovetto y Oehmichen-Bazán, 2020).

De este modo, es indispensable llamar la atención sobre las cosas que vivimos, pero que «normalizamos» en los espacios de reproducción disciplinar, y parte, del conocimiento antropológico, pues entendemos que este tiene múltiples formas de generarse y concretarse. Debemos pues continuar y explorar de diferentes formas el ejercicio de descotidianizar (Ribeiro, 2011) en torno a las formas neoliberales que se nos imponen como modelos de saber-hacer en todos los ámbitos de acción profesional y disciplinar, desde paradigmas universalizantes provenientes por corporaciones transnacionales que nos gobiernan bajo determinadas culturas de auditorías (Strathern, 2000; Giroux, 2018; Shore & Wright, 2000, 2015).

Tal vez hacer esto, nos permita reconectarnos como trabajadores y, por tanto, como ciudadanos, ya no desde el compromiso, la interacción o la construcción de otredades, usualmente, esencializadas, sino, de nosotr/s mism/s. Siempre hay una esperanza que dichos ejercicios nos permitan ir colectivizando discusiones y propuestas de acción, alteración y transformaciones de sentidos y condiciones que no son solo impuestas por el propio peso de las medidas que las acompañan, sino también por las formas que le damos, sentido y credibilidad, o bien, por nuestra frágil ceguera y olvido. La conexión con el mundo social sólo puede hacerse, a nuestro juicio, cuando nos reconozcamos que hacemos parte de ella, y que posiciones en torno a la investigación, en todas sus formas y posibilidades participativas o no, no son suficientes para «conectarnos» como iguales.

Ahora el porqué de muchos de nuestros colegas en distintas partes del mundo que trabajan en la universidad se sitúan bajo un horizonte de no conversabilidad o naturalización de estas cuestiones nos sorprende un poco, más allá que entendemos que hay múltiples luchas, actuaciones y compromisos llevados por distintas antropologías y sus representantes frente a tan diversos temas y cuestiones, y sobre todo, conscientes y en interacción con muchos grupos oprimidos u olvidados por el Estado -cuestión que siempre merece nuestro reconocimiento-. Pero no podemos dejar de desear que cada vez más, sobre todo, entre distintos contextos territoriales, instalemos agendas de conversación que propicien la transformación de las moralidades neoliberales por otras moralidades alternativas más en sintonía con los propósitos y sensibilidades de nuestra disciplina.

Resta abordar etnográficamente el trabajo en las universidades a partir de otras lógicas que están en la sociedad, estudiar el trabajo como experiencia sociológica significa un ejercicio político de descotidianizar (Ribeiro, 2011), para no suponer que las diferencias son algo dadas, sino arreglos, acuerdos o imposiciones que se negocian, transforman y se proponen constantemente. De igual modo, nos cabe a nosotr/s proponer constantemente alternativas y cuñas para que otras formas puedan, al menos, coexistir con otras. La valoración de agendas de trabajo colectivo debe tornarse significativa más allá de todas las otras agendas.

Referencias

Amador, B. (2011). Producción de conocimientos, propiedad intelectual y bienes comunes en Colombia. (Tesis de maestría en Estudios Culturales). Universidad Javeriana. Bogotá. [ Links ]

Bermejo, J. (2011). La maquinación y el privilegio. El gobierno de las universidades. Madrid: Akal Pensamiento Crítico. [ Links ]

Briones, C. (2020). Conflictividades interculturales. Buenos Aires: Calas. [ Links ]

Cabrales, O. & Díaz, V. (2015). El trabajo docente universitario ante los nuevos modelos de gestión. Dimensión Empresarial, 13(2), 219-232.https://doi.org/10.15665/rde.v13i2.538Links ]

Cárdenas, A., Díaz Crovetto, G. & Dasten, J. (2021). Editorial: problemas y temas emergentes en el estudio del trabajo en América Latina. Revista Cuhso 31,10-25. https://doi.org/10.7770/cuhso-v31n1-art2624Links ]

Cesarino, L. (2020). Cómo ganar una elección sin salir de casa: el populismo digital en el Brasil. Revista Plural. Antropologías desde América Latina y del Caribe, 6, 71-122. https://www.asociacionlatinoamericanadeantropologia.net/revistas/index.php/plural/article/view/152/110Links ]

Comaroff, J. & Comaroff, J. (2001). Millennial Capitalism: first thoughtson a second coming. En J. Comaroff & J. Comaroff (Eds.). Millennial Capitalism and the Culture of Neo-liberalism (pp. 1-56). Durham: Duke University Press. [ Links ]

Conpes (Consejo Nacional de Política Económica y Social-Departamento Nacional de Planeación). (2016). Política nacional de ciencia, tecnología e innovación 2015-2025. Borrador. http://www.consultorsalud.com/sites/consultorsalud/files/politica_nacional_de_ciencia_tecnologia_e_inovacion_2015-2025_conpes_borrador.pdfLinks ]

Consejo Nacional de Acreditación - CNA (2013). Lineamientos para la acreditación de programas de pregrado. https://www.cna.gov.co/1741/articles-186359_pregrado_2013.pdfLinks ]

Cortés Gómez, H. (12 de diciembre de 2018). Mantener a los estudiantes en la U, reto de las universidades, El Colombiano. https://www.elcolombiano.com/tendencias/desercion-universitaria-y-estrategias-JL9805957Links ]

Díaz Crovetto, G. & Oehmichen-Bazán, C. 2020. Las antropologías latinoamericanas ante el giro a la derecha: primeras aproximaciones. Revista Plural, 6, 15-32. https://asociacionlatinoamericanadeantropologia.net/revistas/index.php/plural/article/view/150Links ]

Díaz Crovetto, G. (2008). Antropologías mundiales en cuestión: diálogos y debates. E-Jour-nal WAN RAM 5, 131-155. https://doi.org/10.7770/cuhso-V24N1-art789Links ]

Díaz Crovetto, G. (2018). El valor de las palabras: control, disciplinamiento y poder en torno al conocimiento antropológico. Lecturas y reflexiones a partir del caso chileno. En P. Gatti & L. de Souza (Eds.). Diálogos con la antropología latinoamericana (pp. 23-54). Montevideo: Asociación Latinoamericana de Antropología. [ Links ]

Díaz Crovetto, G. (2019). El valor de las palabras: control, disciplinamiento y poder en torno al conocimiento antropológico. Lecturas y reflexiones a partir del caso chileno. Revista Plural, 3, 71-106. https://asociacionlatinoamericanadeantropologia.net/revistas/index.php/plural/article/view/77Links ]

Díaz Crovetto, G. (2020). Introducción: por una antropología de los encuentros y de las posibilidades. En G. Díaz Crovetto (Ed.). Antropologías contemporáneas: encuentros, reflexiones e intersecciones desde el Sur Sur (pp. 17-38). Temuco: Ediciones UCT. . [ Links ]

Fassin, D. (2018). Por una repolitización del mundo. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. [ Links ]

Giroux, H. (2018). La guerra del neoliberalismo contra la educación superior. Barcelona: Herder. [ Links ]

Gómez-Morales, Y. J. (2017). El baile de los que sobran: a propósito de las políticas de ciencia y tecnología en Colombia. Intervenciones en estudios culturales, 4, 169-178. [ Links ]

Gómez-Morales, Y. J. (2018). Abuso de las medidas y medidas abusivas. Crítica al pensamiento bibliométrico hegemónico. ACHCS, 451, 269-290. https://doi.org/10.15446/achsc.v45n1.67559Links ]

Graeber, D. (2015). La utopía de las normas. Barcelona: Ariel. [ Links ]

Graeber, D. (2018a). Trabajos de mierda: una teoría. Barcelona: Ariel. [ Links ]

Graeber, D. (2018b). Hacia una teoría antropológica del valor. Ciudad de México: Fondo Cultura Económica. [ Links ]

Gruber, T. (2014). Academic sell-out: how an obsession with metrics and rankings is damaging academia. Journal of Marketing for Higher Education, 24(2), 165-177. https://doi.org/10.1080/08841241.2014.970248Links ]

Grupo de investigación en Estudios Culturales. (2015). Prácticas de investigación en tiempos sombríos: apuntes para el debate. Intervenciones en estudios culturales , 2, 217-237. [ Links ]

Harvey, D. (2005). El «nuevo» imperialismo: acumulación por desposesión. Clacso. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20130702120830/harvey.pdfLinks ]

Harvey, D. (2007). Breve historia del neoliberalismo. Madrid: Akal. [ Links ]

Jiménez, Y. (2017). Repercusiones de las políticas neoliberales en el trabajo universitario: el caso de México. Revista Universitaria, Hecho en Casa, 20, 12-26. [ Links ]

Jimeno, M. (2005). La vocación crítica de la antropología en Latinoamérica. Antípoda Revista de Arqueología y Antropología, 1, 185-199. https://doi.org/10.7440/antipoda1.2005.03Links ]

Jimeno, M. (2016). La antropología en América Latina y la crisis del pensamiento crítico. Boletín Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, 37-43. https://archive.org/details/BoletinCEAS2016/page/n3/mode/2upLinks ]

Krotz, E. (2016). Dos retos para las antropologías latinoamericanas: orientalizarse y popularizarse. Boletín Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, 59-66. https://archive.org/details/BoletinCEAS2016/page/n3/mode/2upLinks ]

Laguens García, J. L. (2006). Tesauros y lenguajes controlados en internet. Anales de Documentación, 9, 105-121. https://doi.org/10.6018/analesdocLinks ]

Leach, E. (1971). Replanteamiento de la antropología. Barcelona: Seix Barral. [ Links ]

L'Estoile, B., Neiburg, F. & Sigaud, L. (Orgs.). (2002). Antropologia, impérios e Estados nacionais. Rio de Janeiro: Relume Dumará/ FAPERJ. [ Links ]

Martuccelli, D. (2004). Figures de la domination. Dans Revue Française de Sociologie, 45, 469-497. https://doi.org/10.2307/3323085Links ]

Martuccelli, D. (2010). Critique de la philosophie de l'évaluation. Cahiers Internationaux de Sociologie, 1-2(128-129), 27-52. https://www.cairn.info/revue-cahiers-internationaux-de-sociologie-2010-1-page-27.htm#:~:text=La%20g%C3%A9n%C3%A9ralisation%20de%20la%20philosophie,%2C%20sa%20capacit%C3%A9%20d'auto%C3%A9valuation Links ]

Montes, I. , & Mendoza I. (2018). Docencia e investigación en Colombia desde la perspectiva del capitalismo académico. Archivos Analíticos de Políticas Educativas, 26(40), 1-29. https://doi.org/10.14507/epaa.26.3220Links ]

Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro. Buenos Aires: Katz Editores. [ Links ]

Peirano, M. (2006). A teoría vivida: e outros ensaios de antropología. Rio de Janeiro: Jorge Zahar. [ Links ]

Peirano, M. (1981). The Anthropology of anthropology. The Brazilian case. (PH. D. dissertation), Harvard University, Cambridge. [ Links ]

Pineda, R. (2007). La antropología colombiana desde una perspectiva latinoamericana. Revista Colombiana de Antropología, 43, 367-385. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105015277012Links ]

Piñeres, J. D., Vélez, G. & Montes, C. (2017). Lucha por el reconocimiento en los modelos de medición: el caso de la Universidad de Antioquia. Andamios, 14(34), 259-281. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632017000200259Links ]

Puentes, C. & Virviescas, L. M. (2016). La relación acreedor-deudor en el sistema de educación superior en Colombia: un análisis de la pedagogía de la deuda-programa «Ser pilo paga». (Tesis de maestría en Educación). Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. [ Links ]

Restrepo, E. & Escobar, A. (2005). Other anthropologies and an-thropology otherwise: steps to a world anthropologies framework. Critique of Anthropology 25(2), 99-128. https://doi.org/10.1177/0308275X05053009Links ]

Restrepo, E. (2021). Articulaciones políticas en nuestras antropologías. Antropologías del Sur, 8(16), 99-113.https://dx.doi.org/10.25074/rantros.v8i16.2194Links ]

Restrepo, E. (2020). Hacer antropología desde América Latina hoy: especificidades y desafíos. En G. Díaz Crovetto (Ed.). Antropologías contemporáneas: encuentros, reflexiones e intersecciones desde el Sur Sur (pp. 147-165). Temuco: Ediciones UCT. [ Links ]

Reygadas, L. (2019). Antropólog@s del milenio. Desigualdad, precarización y heterogeneidad en las condiciones laborales de la antropología en México. México: UAM/INAH/CIESAS/UIA/CEAS. [ Links ]

Reygadas, L. (2008). La apropiación: destejiendo las redes de la desigualdad. Ciudad de México: Anthropos/UNAM. [ Links ]

Ribeiro, G. L. (2011). Descotidianizar. Extrañamiento y conciencia práctica, un ensayo sobre la perspectiva antropológica. En M. Boivin, A. Rosato & V. Arribas (Eds.). Constructores de Otredad (pp. 241-246). Buenos Aires: Editorial Antropofagia. [ Links ]

Ribeiro, G. L. (2018). Giro global a la derecha y la importancia de la antropología. Encartes Antropológicos 1(1), 5-26. https://doi.org/10.29340/en.v1n1.8Links ]

Ribeiro, G. L. & Escobar, A. (2009). Introducción. En G. L. Ribeiro & A. Escobar (Eds.). Antropologías del mundo: transformaciones disciplinarias dentro de sistemas de poder (pp. 25-54). México: CIESAS, UNAM, Universidad Iberoamericana. [ Links ]

Rocha, Felipe. 2014. Políticas de producción de conocimiento en Colombia: fijaciones jurídicas, tecnologías sociales y representaciones asociadas a la investigación social. Tesis Maestría en Estudios Culturales. Universidad Javeriana. Bogotá. [ Links ]

Rodríguez, N. (2017). Medición desenfocada: las ciencias sociales y humanas bajo el modelo de medición de Colciencias. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. [ Links ]

Rojas, T. (30 de junio de 2019).¿Dónde están los estudiantes? Semana. https://www.semana.com/educacion/articulo/donde-estan-los-estudiantes/621270Links ]

Santos Herceg, J. (2012). Tiranía del paper. Imposición institucional de un tipo discursivo. Revista Chilena de Literatura, 82, 197-217. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22952012000200011Links ]

Santos Herceg, J. (2013). Compra-venta de escrituras. El lugar de los académicos en el mercado de las textualidades. Revista Paralaje, 10, 6-23. http://dx.doi.org/10.21556/edutec.2008.26.466Links ]

Sassen, S. (2010). Territorio, autoridad y derechos. De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales. Buenos Aires: Katz Editores. [ Links ]

Sección Educación (11 de septiembre de 2018). Solo el 22 % de los colombianos tiene un título universitario. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/vida/educacion/laocde-asegura-que-solo-el-22-por-ciento-de-los-colombianos-tienen-un-titulo-universitario-266796 [ Links ]

Sennett, R. (2012). La corrosión de carácter. Buenos Aires: Anagrama. [ Links ]

Shore, C. & Wright, S. (2000). Coerctive accountability. The rise of audit culture in higher education. En M. Strathern (Ed.). Audit Culture. Anthropological studies in accountability, ethicsand the academy. (pp. 57-89). London: Routledge. [ Links ]

Shore, C. & Wright, S. (2015). Governing by numbers; audit culture, ran-kings and the new world order. Social Anthropology, 23(1), 22-28. https://doi.org/10.1111/1469-8676.12098Links ]

Shore, C. (2010). La antropología y estudio de la política pública: reflexiones sobre la «formulación» de las políticas. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 10, 21-49. https://doi.org/10.7440/antipoda10.2010.03Links ]

Strathern, M. (2000). Introducción. En M. Strathern (Ed.). Audit Culture. Anthropological studies in accountability, ethics and the academy (pp. 1-18). London: Routledge. [ Links ]

Swartz, A. (2008). Manifiesto por la guerrilla del acceso abierto. https://ia802908.us.archive.org/32/items/ManifiestoPorLaGuerrillaDelAccesoAbiertoCopia/Manifiesto%20por%20la%20Guerrilla%20del%20Acceso%20Abierto%20copia_text.pdfLinks ]

Trouillot, M. R. (2011). Antropología y el nicho del salvaje: poética y política de la alteridad. En Transformaciones globales. La antropología y el mundo moderno (pp. 43-79). Popayán: Universidad del Cauca. [ Links ]

Vega, R. (2015). La universidad de la ignorancia: capitalismo académico y mercantilización de la educación superior. Bogotá: Ocean Sur. [ Links ]

Wacquant, L. (2015). Poner orden a la inseguridad. Polarización social y recrudecimiento punitivo. En D. Ávila & S. García (Eds.). Enclaves de riesgo: gobierno neoliberal, desigualdad y control social (pp. 33-56). Madrid: Traficantes de sueños. [ Links ]

Wolf, E. (2010). Europa y la gente sin historia. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

1 La privatización de las universidades públicas no se puede entender solo desde la perspectiva de dónde provienen los recursos y quiénes pueden acceder a sus programas, sino también desde el modelo mismo de universidad: su propósito, método y dirección, que se refleja en prácticas como la implementación del modelo gerencial mencionado.

2Esto es una verdadera tiranía del paper, como lo ha planteado José Santos Herceg (2012).

Recibido: 14 de Enero de 2023; Aprobado: 18 de Febrero de 2023

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons