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Tabula Rasa

versão impressa ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.48 Bogotá out./dez. 2023  Epub 07-Mar-2024

https://doi.org/10.25058/20112742.n48.13 

Artículo reseña

JUAN JOSÉ BAUTISTA: PENSAR DESDE AMÉRICA LATINA

Juan José Bautista: Thinking From Latin America

Juan José Bautista: pensar desde América Latina

Katya Colmenares Lizárraga1 

1 Instituto Nacional de Formación Política-Morena, México katyacolmenares@gmail.com


En este texto dibujaremos solo algunas líneas generales del retrato de un ser humano que nos ha dejado una enorme tarea, al haber abierto una nueva senda en la historia mundial de la filosofía y del pensamiento crítico.

Juan José Bautista nació en La Paz, Bolivia el 27 de diciembre de 1958, su madre, Ana Hortensia Segales fue ama de casa, y su padre, Pablo Bautista, zapatero, ambos de origen aymara. Sería el tercero de cinco hermanos, y su crianza transcurrió entre La Paz y la isla de Anapia en el lago Titicaca, lugar que permaneció siempre como parte de las tierras de sus peregrinaciones.

Su niñez y adolescencia se vio marcada por la situación política de la Bolivia de aquellos años, plagada de gobiernos militares, golpes de Estado, inestabilidad económica, escasez, devaluaciones, la muerte del Che Guevara, el fracaso de las guerrillas, la represión y la resistencia inquebrantable del pueblo en lucha.

Juan José Bautista vivía junto a su familia en una pequeña vecindad cerca del centro, a solo una calle de la avenida 16 de Julio, una de las avenidas más importantes de La Paz, de manera que la historia boliviana de aquellos años convulsos aconteció ante sus ojos y los vivió en carne propia. Desde su casa era posible escuchar el avance de los tanques y los disparos, pero también los cantos y las protestas del pueblo en rebeldía. Creció en una Bolivia profundamente escindida y racializada, en la que los «indígenas» 1 comenzaban a irrumpir en la ciudad, haciéndose visibles en la arena política desde otro horizonte de vida, aunque en lo fáctico eran tratados como ciudadanos de segunda, habiendo logrado pocos años antes derechos elementales como el libre tránsito. En su adolescencia, Bautista fue tomando mayor consciencia de las contradicciones sociales y políticas, lo que con el paso del tiempo se convertirá en el centro de sus preocupaciones.

Ingresa a la Universidad Mayor de San Andrés para estudiar arquitectura, durante una época en que dicha carrera era la más politizada de la Universidad, es testigo de la victoria del pueblo ante el golpe efectuado por el general Alberto Natusch Busch, lo que encendía la esperanza de estar a un paso de la transformación del país hacia el socialismo. Durante esta época se inicia en las lecturas de Marx y el marxismo.

Meses más tarde acontece lo imprevisible, el golpe perpetrado por García Meza derrumba toda posibilidad de cambio e impone la contrarrevolución. La destrucción del edificio de la Central Obrera Boliviana, símbolo de la lucha popular, quiso sembrar la idea de que no se iba a permitir la insubordinación. La nueva situación lo llevó a cambiar a la carrera de sociología con el objetivo de entender qué es lo que había sucedido. Su generación vivió de manera desconcertante el cambio de situación; cuando se supone que el pueblo estaba tan cerca de alcanzar la construcción de un nuevo proyecto largamente imaginado y añorado.

En medio de la inestabilidad política viajará a Cochabamba, donde permanecerá un año en lo que él denominaba como un «autoexilio». En 1983 asumió responsabilidades como profesor auxiliar ante el descabezamiento que sufrió la planta docente de la Universidad, impartió clases sobre metodología de las ciencias sociales, tiempo en el que profundizó sus estudios sobre dialéctica y materialismo histórico, pero también en la obra de autores como Karel Kosík, René Zavaleta y Hugo Zemelman, epistemólogo chileno que le produce gran impacto. La experiencia política le imprimió un profundo sentido a su formación teórica y acompañó apasionadamente el contenido de sus investigaciones, en las que trataba de explicarse lo que había pasado.

A mediados de los 80 comienzan a regresar a Bolivia algunos compañeros que habían estudiado en México, sus testimonios alimentan el espíritu de Juan José para continuar su formación en ese país junto a Zemelman con quien toma contacto. México se había convertido en centro de pensamiento al albergar importantes filósofos, pensadores y referentes políticos en exilio. En esta misma época se vuelve cofundador de la revista Autodeterminación y comienza entonces su incursión en la filosofía a partir de Eduardo Nicol, a quien le escribe una carta al terminar de leer su obra, misma que el filósofo español (radicado en México) le responde en marzo de 1988: «Alguna divinidad, desocupada y benévola, decidió que llegara a mis manos una carta de usted, sin dirección (mía). Y además sin posta de correos. Para que luego digan que no hay milagros». 2

El mismo año viajó a México en condiciones muy precarias en busca de grandes maestros con quienes aprender a pensar críticamente. Juan José Bautista nunca se dejó intimidar por su condición de clase, por el color de su piel, siempre decía que su madre le había enseñado a caminar erguido, orgulloso de sus orígenes y de su cultura. Por ello sus sueños no tenían límites, tocaba el cielo antes de dar el primer paso y avanzaba firme ante las dificultades con la mirada puesta en los objetivos. La carta de Eduardo Nicol auguraba una constante en su vida, el milagro. Muchas veces le escuché decir que el milagro acontece sólo después de que uno ha hecho todo lo posible y la vida del pobre pende del milagro, por eso el pobre mantiene su fe más allá que el resto. Él estaba acostumbrado a hacer todo lo posible.

Las preocupaciones de esta época se centraban en el porqué del fracaso en el intento de construir el socialismo en Bolivia, lo que teóricamente significaba pensar el tema de la realización de la utopía, la conciencia anticipatoria y comprender desde el futuro las posibilidades del presente, donde Ernst Bloch se vuelve su referencia fundamental y todo esto ligado a la construcción de la historia, la función de la crítica de la razón y la lectura que hace el Che Guevara del «hombre nuevo».

Ávido de integrarse a la vida académica, retomó el contacto con Zemelman y se unió a su seminario, impartido en el Colegio de México en el marco de un programa para estudiantes exiliados. Asistió a cursos, seminarios y presentaciones de libros en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde permaneció durante dos años en el seminario de Enrique Dussel sobre las 4 redacciones de El capital de Marx. En 1990 finalmente pudo matricularse en la carrera de Filosofía de la UNAM. Tardó mucho más tiempo que la mayor parte de sus compañeros en lograr cada grado de estudio, como inmigrante sin permiso para laborar y lejos de la familia, enfrentó múltiples dificultades para conseguir trabajo y estudiar al mismo tiempo. La mayor parte de los cursos que impartió a lo largo de su vida fueron sin pago y, sin embargo, formó generaciones. Pensaba en voz alta y en diálogo con la interpelación viva de sus alumnos, por lo que para él era vital dar clase.

La experiencia en el seminario de Zemelman le permitirá darse cuenta de que no solo la ciencia social boliviana tenía limitaciones para comprender lo que estaba pasando, las mismas limitaciones parecían extensivas a toda América Latina. En este contexto se entera de la existencia del libro de Heidegger ¿Qué significa pensar?, el cual no estaba todavía en ninguna de las bibliotecas de la UNAM. Consigue leerlo en la biblioteca de Flacso y lo integra como parte de sus referencias fundamentales, porque se había dado cuenta de que era necesario aprender a pensar para comprender lo que estaba pasando y estar a la altura del momento histórico. Heidegger le brinda una clave fundamental para continuar: solamente lo grave es lo que da qué pensar. 3

El 4 de junio de 1989 acontece la masacre de Tiananmén donde el ejército chino abre fuego contra los estudiantes y disuelve la movilización, meses después, el 9 de noviembre del mismo año cae el muro de Berlín augurando el triunfo del capitalismo y el fin de las alternativas. En el ámbito académico e intelectual se abandonaba a Marx, eran tiempos de definición en los que quedaba cada vez más lejos la construcción de la utopía del socialismo. A contracorriente, Dussel continuó su seminario de Marx al que asistía Juan José Bautista y comienza su diálogo con Karl-Otto Apel. Durante todo un año trabajaron en seminario la obra de Apel, fruto de lo cual cada participante preparó un texto para entrar en diálogo con el filósofo alemán, el encuentro se dio en febrero de 1991. Juan José Bautista escribió el texto «De la comunidad ideal de comunicación a la comunidad real de comunicación» 4 y fue un intento de pensar desde el mundo aymara del que provenía. Esta reflexión es fruto de un proceso de maduración que tiene su origen en un cambio generacional que se da en la juventud de Bolivia a mediados de los 80, cuando comenzó la percepción de que el discurso de izquierda estándar ya no funcionaba, de manera que los estudiantes comenzaron un proceso de indigenización que los llevó a volver a sus comunidades. Al principio él rechazó ese camino por considerarlo un retroceso, hasta que vio la necesidad de transitarlo ya estando en México, después de un diálogo con Eduardo Nicol en el que Bautista le preguntó ¿cómo puede uno pensar de modo radical? A lo cual el filósofo español le respondió que «pensar radicalmente significaba partir de la raíz y la raíz está en el principio. En el principio, ―y Nicol hizo un giro hacia atrás con la cabeza― están los griegos». Ese día volvió a casa con la tarea de volver al principio, pero cuando se puso en situación y realizó el giro, no encontró a los griegos, sino a los aymaras y los pukinas. En ese momento decidió partir desde ese mundo de la vida para elaborar otro tipo de pensamiento.

En el texto que escribió para el diálogo con Apel intentó avanzar el argumento, tratando de dibujar las líneas generales del sentido de la comunidad del mundo aymara, la cual era una comunidad real de comunicación, con la intención de contrastarla con la comunidad ideal de Apel. Planteó la inclusión de la madre naturaleza como parte de la comunidad real y la relación sujeto-sujeto como quiebre epistemológico respecto a la visión sujeto-objeto de Occidente. Bautista refiere que el encuentro con Apel fue devastador porque todavía no estaba bien construido su argumento, se dio cuenta de que no tenía un marco categorial para poder hacer inteligible su posición. Tenía intuiciones, pero había que convertirlas todavía en pensamiento. Era necesario construir una fundamentación que permitiera visibilizar su lugar de enunciación. Se dedicó a ello toda la década del 90.

El diálogo entre la ética del discurso de Apel y la ética de la liberación de Dussel fue sumamente provechoso para completar la formación de Juan José Bautista porque le permitió participar activamente de la refundación de la filosofía de la liberación. Hasta ese momento la ética de la liberación de Dussel era solo latinoamericana, no tenía perspectiva mundial, y en un primer momento parecía que la ética del discurso era efectivamente una fundamentación irremontable que había que asumir.

La posición de Apel partía de un análisis de la filosofía moderna en el que concluía que ésta se encontraba atrapada dentro del paradigma de la conciencia por haberse desarrollado desde el ego, era necesario superar dicha posición. No bastaba con la reflexión de Heidegger y Wittgenstein, quienes habían ampliado el horizonte, visibilizando que todo pensamiento está constituido a través del lenguaje. Apel da un paso más a partir de la obra de Pierce, superando el giro lingüístico y el giro hermenéutico desde la idea de que todo acto humano, incluido el lenguaje, tiene a su vez como presuposición una «comunidad ideal de comunicación» y por ello, finalmente, una normatividad intrínseca que puede sistematizarse como una «ética del discurso», con su propuesta inauguró un nuevo giro en filosofía, el giro pragmático. 5

Para Apel era fundamental superar el paradigma de la conciencia porque desde el ego moderno es imposible sostener un verdadero diálogo y construir acuerdos, ya que los interlocutores están autocentrados, invalidando a priori la posibilidad de que el otro pueda tener razón. La ética del discurso de Apel se asume como irremontable, y en un primer momento del diálogo parecía ser efectivamente así, hasta que es invitado Hinkelammert a participar. Hinkelammert se pone a trabajar la obra de Apel y se da cuenta de que más allá de la comunidad de comunicación de Apel está la vida como presupuesto. Para poder argumentar era necesario estar satisfecho materialmente. La vida es realmente el último horizonte de referencia, es anterior al lenguaje, al discurso y a la comunidad de comunicación, pero no solo eso, la vida también nos llama a la responsabilidad y al desarrollo de una ética. Dussel asume el señalamiento de Hinkelammert para configurar lo que será la obra Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión de 1998, donde construye una fundamentación con base en tres principios que articulan las aportaciones de Marx (principio material), Apel (principio formal) y Hinkelammert (principio de factibilidad). El resultado es una ética de la liberación con pretensión de universalidad.

Juan José Bautista es no solo testigo, sino partícipe del proceso de reconstrucción teórica de la filosofía de la liberación en el momento más decisivo, tiempo en el cual él mismo comienza a desarrollar un marco categorial propio para pensar primero desde los aymaras y después desde los pueblos originarios andino-amazónicos. Síntesis de ese trabajo de 10 años es un texto llamado «Hacia una crítica de la razón latinoamericana», el cual terminó de escribir en los primeros minutos del año 2000, donde aborda la cuestión de que el desarrollo de la razón moderna es fruto de la labor que hizo Europa por comprender su realidad y responder a sus propios problemas. La producción de conocimiento es una necesidad humana para desarrollar la vida en un determinado sentido, pero entonces la ciencia y la razón modernas han posibilitado el desarrollo de la vida moderna y su subjetividad, pero ese conocimiento no es universal en sí mismo, ni es pertinente para poder desarrollar los mundos de la vida en nuestro continente, más aún, hemos sido testigos de que la implementación de este tipo de conocimiento ha significado el subdesarrollo de nuestras economías y de nuestras formas de vida. El problema está en creer que la ciencia y la razón modernas son universales en sí mismas, porque entonces pareciera que no hay salida, que tenemos que aprender a pensar como modernos y vivir como modernos. Es importante recalcar que en última instancia el problema aquí no es cultural, en el sentido de que no se trata de recuperar lo propio porque es propio, sino por una cuestión metodológica y de racionalidad, se comienza con lo propio para producir conocimiento pertinente a la realidad concreta que, en el desarrollo, puede aspirar a tener pretensión de universalidad.

Durante los últimos quinientos años hemos sido testigos de las consecuencias nefastas del despliegue de la Modernidad. Ha quedado en evidencia que el contenido de su racionalidad es la dominación, primero de la naturaleza y después del ser humano. En ese sentido y atendiendo la provocación de Heidegger que dice que lo grave es lo que da qué pensar, lo gravísimo en el siglo XXI es, para Juan José, la devastación de la vida y la producción de miseria a escala mundial. Lo gravísimo es precisamente lo que lleva a Bautista a pensar en la necesidad de desarrollar la racionalidad en un sentido distinto al de la modernidad. La pregunta entonces es ¿por dónde empezar? Y aquí es donde viene la necesidad de llevar a cabo una crítica de la razón latinoamericana porque hay que comenzar por nosotros mismos. Se trata de descubrir lo que está contenido en el tipo de racionalidad al interior de nuestras formas de vida, este trabajo implicaría por supuesto hacerse cargo de la historia de nuestro continente imbricada con la invasión europea y el proceso de modernización que sufrieron las formas de vida de nuestros pueblos originarios. Pero no para quedarnos en lo local, sino que se trata de pensarnos a nosotros mismos, desde nosotros mismos, en relación con la historia de la humanidad. El pensar es la actividad propia de la razón, más allá del análisis y de la reflexión. Pensar implica inevitablemente situarse en perspectiva mundial. En ese sentido, aunque la pregunta por el pensar siempre es formulada desde un lugar en específico, se sitúa de manera radical por lo que está llamada a trascender el origen desde el cual se formula en primera instancia.

Toda crítica de la razón conlleva un proceso de purificación, para Bautista era necesario purificar nuestra racionalidad de toda pretensión de dominio que habíamos asumido con la invasión europea. Como resultado de esta reflexión en el año 2005 publicará la Crítica de la razón boliviana. Elementos para una crítica de la subjetividad del boliviano-latino-americano, su primera gran obra, que sale a la luz precisamente en el contexto de la victoria del pueblo con la llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia. Juan José asistió con profunda emoción a la ceremonia en Tiwanaku, donde el nuevo presidente fue investido con el bastón de mando de los pueblos originarios. Con esta obra Bautista pretendía llevar a cabo una puesta al día de la historia de la constitución de la subjetividad boliviana hasta el momento presente, evidenciando sus contradicciones, en virtud de contribuir a su superación a partir de una toma de autoconciencia del proceso histórico que suponía el proyecto del proceso de cambio en Bolivia. Dentro de esta obra añade un apéndice que lleva como título ¿Qué significa pensar desde América Latina? Básicamente todo el recorrido teórico y existencial le posibilitó arribar a dicha pregunta, el contenido irá madurando durante los años subsiguientes hasta llegar a la formulación que conocemos con el libro que lleva ese nombre, que fue publicado por Akal y acreedor del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2015.

Antes de reunirse con los ancestros para continuar la lucha desde ese otro plano, Juan José Bautista anunció la ruta que habría de seguir. Había comenzado un nuevo libro que ya no tuvo tiempo de terminar, el título era ¿Qué significa pensar desde Amerindia? y del cual conservamos importantes notas que esperamos publicar pronto. Pero la historia no terminaba ahí, el proyecto se completaría en una trilogía que trazaba el camino hacia la raíz para culminar en la obra ¿Qué significa pensar desde Abya Yala?6 Tenemos mucho trabajo por delante.

5 de agosto de 2021

Cuicuilco, México

1 No se hablaba entonces de «pueblos originarios» lo que implica ya un reconocimiento de su dignidad como pueblos que están desde el origen. Se les llamaba entonces «indios» en tono completamente despectivo para estigmatizarlos como atrasados y bárbaros por naturaleza.

2Carta de Eduardo Nicol a Juan José Bautista, 1 de marzo de 1988, inédita.

3Cf. Martin Heidegger, ¿Qué significa pensar? Editorial Trotta, Madrid, 2010.

4El texto fue publicado en: Dussel (coord.), Debate en torno a la ética del discurso de Apel. Diálogo filosófico Norte-Sur desde América Latina, Editorial Siglo XXI, México, pp. 90-98.

5Años después surgirá el proyecto del «giro decolonial» por parte del grupo Modernidad/colonialidad. Al comienzo Juan José Bautista no lo asumió, por considerar que el planteamiento era superficial al no suponer el giro pragmático de Apel. Era necesario subsumir las aportaciones de Apel para superar el paradigma de la conciencia y hacer un trabajo serio de fundamentación. En la medida que fue avanzando en sus investigaciones y en diálogo con Ramón Grosfoguel asumió la tarea de llevar a cabo dicha fundamentación en virtud de fortalecer el proyecto y potenciar sus alcances.

6Un agradecimiento especial a Diego del Basso quien nos recordó esta última formulación y que hizo importantes observaciones que permitieron enriquecer el texto de manera significativa.

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