SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue48Marx’ Theory of FetishismNew MEGA-Based Readings of Marx author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.48 Bogotá Oct./Dec. 2023  Epub Mar 07, 2024

https://doi.org/10.25058/20112742.n48.04 

Artículo de investigación

HACIA UN MARX DESCONOCIDO

Towards the Unknown Marx

Rumo a um Marx desconhecido

Enrique Dussel1 

1 Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México dussamb@unam.mx


Resumen:

En el siglo XXI Marx sigue siendo un autor desconocido, no solamente por el limitado acceso a su obra -que no ha terminado de publicarse ni siquiera en alemán, lo que está en proceso a través del Proyecto Marx-Engels Gesamtausgabe-, o porque tengamos traducciones problemáticas, sino fundamentalmente porque el marxismo del siglo XX realizó una lectura de Marx con muchos prejuicios y fuertemente influenciada por el velo de marxismo-leninismo estaliniano que impidió descubrir las tesis fundamentales de un pensamiento crítico que tiene vigencia hasta el día de hoy y que nos abre a una crítica no solo económica, sino de la modernidad como proyecto civilizatorio.

Palabras clave:  trabajo vivo; marxismo; teología; dialéctica.

Abstract:

In the 21 st century, Marx remains an unknown author, not only because of the limited access to his work that has not been published entirely even in the German language -this being an ongoing work within the Marx-Engels Gesamtausgabe Project, or because of flawed translations, but fundamentally because the 20 th-century Marxism did a biased reading, strongly influenced by Stalin’s Marxism-Leninism. This hindered the discovery of critical thinking central theses that are still valid today, and opens a door not only to economic criticism, but also to a critical look of modernity as a civilizing project.

Keywords: living work; Marxism; theology; dialectics.

Resumo:

No século XXI Marx continua a ser um autor desconhecido, não apenas pelo limitado acesso à sua obra - que não terminou de ser publicada nem sequer em alemão; atualmente em processo por meio do Projeto Marx-Engels Gesamtausgabe -, ou porque temos traduções problemáticas, mas porque, fundamentalmente, o marxismo do século XX fez uma leitura de Marx com muitos preconceitos e muito influenciada pelo véu do marxismo-leninismo estaliniano que impediu descobrir as teses fundamentais de um pensamento crítico que tem vigência até hoje e que nos defronta para uma crítica não só econômica, mas da modernidade como projeto civilizatório.

Palavras-chave:  trabalho vivo; marxismo; teologia; dialética.

Cómo establecer un ritmo de trabajo en la lectura de Marx

Marx no es un autor de lectura sencilla, y Engels era consciente de ello. De allí que le pedía a Marx que hiciera su obra comprensible para los obreros, llevándolo a redactar varias veces un mismo texto hasta alcanzar la claridad deseada, aunque no siempre lo lograba. A pesar de su esfuerzo por escribir un texto accesible, la obra de Marx no resulta fácil de asimilar ni en la primera ni en la segunda, ni siquiera en la tercera lectura. Marx nos ha legado una obra muy profunda y constituida por múltiples aspectos que requieren tiempo para ser asimilados.

El pensamiento de Marx mantiene su plena vigencia, ya que realizó una descripción crítica de la esencia del capital, y mientras éste exista, Marx será su gran crítico. ¿Por qué? Por haber criticado al capital en un momento crucial de la historia de la Modernidad. ¿Cómo lo hizo? A mediados del siglo XIX, en pleno apogeo del capitalismo, Marx fusionó la mejor economía política de la época con la «gran filosofía» alemana, produciendo una obra crítica aún no superada. En esto, no hay «posmarxismo». Y aunque Marx no pudo desarrollar completamente su proyecto, dejó muchos materiales para poder continuar desde su misma lógica y metodología.

Marx sigue siendo válido y por eso debemos volver a él; no para ser marxistas, sino para dejar de ser ingenuos. Aquellos que se consideren marxistas, al estudiar a fondo la obra de Marx (y no la de los marxistas), podrán adquirir una nueva visión de la realidad, de su obra y su crítica. El marxismo se ha convertido en escolástico y, posteriormente, en una ideología estaliniana que ha perdido el sentido de la realidad, especialmente en América Latina, donde era necesario continuar su obra. Por ejemplo, Marx no abordó el problema de la colonialidad en la economía, aunque proporcionó mucho material para pensarlo.

Muchos marxistas han desacreditado la teoría de la dependencia latinoamericana, argumentando que es una teoría que sólo les interesa a las burguesías, ya que el tema central de esta teoría es la competencia entre las burguesías. Algunos marxistas del siglo XX sostenían que a Marx no le interesaba este tipo de competencia, sino que sólo se debía pensar en la contradicción entre el capital y el trabajo. Sin embargo, Marx tiene textos clarísimos donde sostiene que existe una dominación vertical capital-trabajo, fundamental, pero también una relación de explotación capital-capital. En este tipo de relaciones entra en juego la competencia. En el Congreso de Quito de 1975, se sostenía que no hay lugar teórico para la teoría de la dependencia en el pensamiento de Marx. Se equivocaron. Hay lugar, y es al interior de la teoría de la competencia entre capitales globales nacionales en el mercado mundial. Este tema no fue trabajado por Marx en una obra en particular porque no llegó a hacerlo. Vendría después de El capital, como un tratado de la competencia. No obstante, Marx legó cientos de textos, y quienes lo lean con atención comprenderán su proyecto de trabajo general tan bien que podrán continuarlo.

Hacemos un llamado a la formación de seminarios de lectura de Marx en los que, por ejemplo, se reúnan diez jóvenes todos los sábados de 14 a 16, en cualquier lugar, para abordar de manera sistemática la obra de Marx. El método es simple: todo el grupo debe leer el capítulo correspondiente de nuestros comentarios a las cuatro redacciones de El capital, pero quien exponga ante todo el grupo también debe leer el texto original de Marx y, a su vez, redactar un ensayo de al menos cinco páginas que deberá leer y abrir a discusión común. Los temas deben distribuirse entre todos los participantes, y después de un tiempo, por ejemplo, habrán leído detenidamente todos los Grundrisse, línea por línea. Cualquiera que haya participado en estos seminarios puede asumir la responsabilidad de liderar otro grupo y multiplicar este tipo de iniciativas. De esta manera, podrían surgir cientos de grupos que estudien pacientemente la obra de Marx y, a partir de ahí, iniciar la construcción de una teoría adaptada a nuestra realidad. Además, se debe establecer una red de grupos de lectura en la que se compartan los descubrimientos que surgen de las lecturas y discusiones. Es fundamental llevar a cabo, como mínimo, tres años de lectura de Marx con encuentros semanales. Aquellos que no sean marxistas, al menos dejarán de ser ingenuos, y quienes ya eran marxistas descubrirán a un personaje muy interesante: Karl Marx, quien para nosotros todavía es, en gran medida, un desconocido.

Marx y la cosmovisión semita de la afirmación de la vida

Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, Alemania, y falleció el 14 de marzo de 1883, en Londres, Reino Unido, a los 64 años. Sin embargo, resulta interesante ahondar un poco más en su vida. Marx provenía de una familia que, por parte de madre, llevaba el apellido Levi. Por lo tanto, su nombre completo era Karl Heinrich Marx Levi, siendo descendiente de una familia judía holandesa con un linaje que se arraigaba en la tradición rabínica de Tréveris por más de 400 años. Su padre era un abogado liberal que trabajaba como burócrata del káiser; y su tío, no pudo eludir la función histórica de la familia y ejerció como el rabino de Tréveris. Sabemos que cuando Marx le narraba cuentos a su hija Laura, solía decir: «Nosotros, los judíos», a pesar de haber sido bautizado como luterano a los 6 años, obligado por la conversión de su padre al luteranismo. En cambio, su madre no adoptó la conversión y permaneció siendo judía, lo cual será muy importante, ya que Marx desarrolló una visión de la realidad fundada en un horizonte cosmológico semita que se expresa en su pensamiento. En nuestro caso, como latinoamericanos, vivimos dos años en Israel (en tierras palestinas) con el objetivo de adentrarnos al pensamiento semita y confrontarlo con el pensamiento griego para liberarnos de sus influencias.

Al adentrarnos en la lectura de Marx, comprendimos que utilizaba categorías cotidianas semitas, lo que le permitía interpretar la realidad de manera completamente distinta a los helénicos y ser muy crítico con la Modernidad. Por ejemplo, Marx solía afirmar que el capital es como un «vampiro» que absorbe la «sangre» del obrero. ¿Qué significa aquí «sangre»? En el contexto del capital, Marx sostiene que se produce circulación de valor y para referirse a este fenómeno utiliza la palabra alemana « Blutzirkulation», que se traduce como «circulación de sangre», y para el pensamiento semita, la sangre es la vida. De esta manera, Marx está expresando que el capital le absorbe la vida al obrero. Por tanto, en el núcleo del pensamiento de Marx yace una metafísica de la vida. Otros ejemplos incluyen la metáfora de «capital muerto», que se refiere a la objetivación de la vida, y el concepto de «valor», cuya metáfora es el «coágulo de sangre». Muchos de estos temas no fueron descubiertos por la tradición marxista, ni siquiera por Friedrich Engels. Sólo una relectura minuciosa de su obra permite descubrirlos.

En el fondo de su pensamiento, Marx se apoya en una metafísica de la vida y la muerte, como destaca Michael Heinrich. En este sentido, la economía política y el capital deben ser analizados desde el criterio material de la afirmación de la vida o la muerte.

El laboratorio teórico de Marx

Se ha sugerido que Marx era un científico al estilo de Karl Popper, los analíticos o Ludwig Wittgenstein, pero Marx, en realidad, era un científico alemán que se basaba en la dialéctica, un método completamente distinto al del positivismo. A finales del siglo XIX y especialmente en el siglo XX, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el pensamiento de Marx se transformó en un pensamiento positivista que perdió la fuerte raigambre de su dialéctica. Lukács la recupera en parte, ya que hay muchos temas en su lectura que deben ser revisados. Pero Louis Althusser, para nosotros, cuanto menos, es un irresponsable. Inventó un Marx que no existe, ya que ni siquiera leyó los Grundrisse ni terminó de leer El capital, como confirmó en su autobiografía. En Para leer El capital (1965), Althusser no trató el «plusvalor», y de haberlo hecho, su libro carecería de razón de ser. Fue en el proceso de una lectura seria de la obra de Marx que nos enfrentamos de inmediato con las ideas de Althusser, lo que nos llevó a destruir todas sus hipótesis.

Expulsado de Alemania, Marx se trasladó a París, pero también fue expulsado de allí y se exilió en Bruselas hasta 1849, cuando fue expulsado nuevamente y se fue a vivir al corazón del imperio. Paradójicamente, estando dentro del imperio, pudo trabajar arduamente en su obra. Marx llegó a escribir alrededor de ciento cuarenta cuadernos de apuntes, siete de los cuales se denominan « Grundrisse» (1857-1858). 1 Estos textos los redactaba por las noches londinenses, sumido en una pobreza extrema. A veces, su cabeza caía sobre la mesa del cansancio. Al no conseguir trabajo, la vida se volvía realmente difícil. Su hijo Edgar murió de frío, enfermo de neumonía. En una carta a Engels, Marx escribió: «Mi hijo ha muerto. Una víctima más de Moloch». ¡Marx usó una metáfora religiosa! ¿Por qué? Porque en Fenicia existía un dios al que se le inmolaban los primogénitos. Sin embargo, los ricos podían comprar un hijo a una familia pobre y lo inmolaban en lugar de sus verdaderos primogénitos. Marx sentía precisamente que su hijo era un hijo de un pobre y por eso fue inmolado al ídolo Moloch.

La primera redacción de El capital se encuentra en los Grundrisse, un libro que no fue publicado sino hasta 1937, pero pasó desapercibido en la URSS. En 1964 se produjo una nueva edición y sólo Roman Rosdolsky lo tomó en serio, produciendo una reinterpretación importante en 1968. Nosotros partimos de Rosdolsky, pero avanzamos.

Los Grundrisse no fueron leídos por la tradición marxista. Vladimir Lenin y Lukács no lo conocieron, aunque Engels sí, ya que lo trabajó para armar la publicación de los tomos II y III de El capital. Se trata de una obra extraordinaria, donde Marx expone para sí mismo y no para el público. Escribía lo que pensaba, lo cual dificulta la comprensión, ya que no estaba pensando en la inteligibilidad de los lectores.

Decidimos comenzar el estudio de Marx junto a un grupo de 30 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1982, abarcando desde su nacimiento hasta que falleció. Inclusive, leímos tesis doctorales en alemán acerca de la familia y los profesores de Marx. Sin embargo, ¿posee esto alguna relevancia?

A los 17 años, Marx rindió el examen de «lengua alemana», donde debía exponer las razones detrás de la elección de una profesión. En tan sólo un par de páginas, se puede vislumbrar todo el pensamiento de Marx. En este examen, reflexionó sobre su deseo inicial de ser poeta, pero no le resultaba suficiente; consideró ser científico, pero tampoco era suficiente, al igual que ser rico. Tras exponer sus argumentos, concluyó afirmando que la profesión que debía elegir era aquella que haga más feliz a la mayor cantidad de personas. Y cerró diciendo que aquellos que entregan su vida de esta manera, sobre su tumba derramarán lágrimas millones de personas. 2 Marx era un ético que se adentró en la ciencia económica con el propósito de hacer felices a los marginados, explotados y pobres de este mundo, utilizando la ciencia como un instrumento de liberación para los oprimidos y excluidos.

La pregunta central para Marx no fue «¿qué es el capital?», sino «¿por qué los pobres producen la riqueza y siguen siendo pobres?». ¡Este es un problema ético! En una carta a Engels, Marx expresó: «Hay que ser muy animales para dar la espalda al sufrimiento de la humanidad. He ofrecido mi vida y hasta la de mi familia para escribir este libro». El capital fue el modo en que Marx pudo desentrañar los secretos y misterios del sistema económico de la Modernidad: el capitalismo. Incluso, decidió trasladar la Internacional a Nueva York para dedicar más tiempo a la redacción de su obra, dejando un poco de lado la práctica para seguir desarrollando su teoría. 3

Ahora bien, siempre hemos dicho que Marx redactó El capital cuatro veces. Sin embrago, en realidad, lo hizo cinco veces. La celebración del «150 aniversario» en 2017 conmemora la publicación de la cuarta redacción publicada en 1867, omitiendo la quinta y última redacción que apareció en la edición francesa de 1872-73 y segunda edición alemana. Marx introdujo alrededor de 150 páginas nuevas, repensando muchos temas y planteando nuevos. La tradición marxista nunca consideró que Marx no definió el capital de manera unívoca ni definitiva. Al contrario, lo trabajó durante muchos años. Al principio, cometió errores y definió mal, por ejemplo, el «precio de producción» hasta comprenderlo definitivamente en noviembre de 1862. A través de la lectura, el estudio y la discusión con estudiantes y colegas, observamos cómo Marx construyó su teoría, la cual implica una crítica de todo el sistema de las categorías de la economía política burguesa.

Sin embargo, Marx no sólo realizó la crítica de un sistema de categorías, sino que también nos legó otro marco teórico desde el cual analizar un fenómeno económico o tomar decisiones, ya que los marcos teóricos «iluminan» el sentido de los fenómenos. Por ello, los trabajos empíricos en ciencia económica se desarrollan desde marcos teóricos específicos. En este sentido, El capital no es un texto empírico sobre el sistema económico capitalista ni un compendio de conclusiones económicas, sino más bien la descripción de las categorías fundamentales que arrojan luz sobre todo el campo económico.

Hace algunos años, el profesor encargado de la cátedra de marxismo en la Universidad de Berlín se encontraba inmerso en la publicación de un extenso diccionario sobre los conceptos de Marx, dividido en ocho tomos. En ese contexto, nos extendió la invitación para colaborar. Al revisar la lista de términos ya asignados a otros especialistas, notamos la ausencia de la palabra «categoría». ¿Cómo era posible? Marx hablaba del «sistema de las categorías», pero los especialistas no lo estaban abordando. También notamos la omisión del concepto de «trabajo vivo», la primera categoría de Marx y desde la cual se despliega todo su sistema categorial.

El marxismo del siglo XX utiliza el término «fuerza de trabajo», pero carece de una distinción clara con respecto al concepto de «trabajo vivo». Mientras que la fuerza de trabajo tiene valor, el trabajo vivo es la fuente creadora del valor y, por ende, carece de valor, pero posee dignidad. El salario no paga al trabajo vivo, ya que, ¿cómo podría hacerlo si la vida es la fuente creadora del producto, del valor, del precio, del dinero y de todas las mediaciones humanas existentes? ¿Cómo la causa podría pagar el efecto? Nos adentramos a lo más profundo de la «ciencia marxista» alemana, incluso de la República Democrática Alemana (RDA), pero encontramos muchas fallas. Hemos trabajado en los archivos inéditos de Marx, de quien aún falta publicar alrededor del 50 por ciento de su obra. ¿Por qué no se ha publicado? Porque es peligroso. Si se lee Marx seriamente, se cae en pedazos el marxismo-leninismo estaliniano y el marxismo del siglo XX eurocéntrico y moderno. En este sentido, nos encontramos ante numerosas novedades, ya que Marx sigue estando en el futuro.

Recientemente, se ha completado la Segunda Sección del Marx-Engels-Gesamtausgabe ( MEGA). Esta sección incluye 14 tomos dedicados a El capital. Cuando publicamos La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse ( 1985), aún no se habían publicado cuatro de estos tomos. Por este motivo, trabajamos en los archivos de Berlín y Sloterdijk (Ámsterdam), que albergaban los manuscritos inéditos de Marx en alemán. Marx todavía debe ser estudiado. 4

Hemos leído todo Marx en seminarios, comenzando por el joven Marx y sus primeros artículos. 5 Fuimos avanzando y tradujimos al español un cuaderno tecnológico-histórico inédito, hasta llegar finalmente a 1857 y leer los Grundrisse. 6 Mientras los estudiantes leían en español, nosotros supervisábamos el texto en alemán. Apenas comenzamos la lectura, nos encontramos con un lenguaje sumamente hegeliano, a pesar de que Althusser sostenía que a partir de 1845 Marx había abandonado a Hegel y, con él, la filosofía. Sin embargo, en los Grundrisse, Marx se vale de un Hegel «invertido» de manera completamente distinta a lo que generalmente sostiene el marxismo del siglo XX. A menudo se afirma que Hegel es idealista y Marx materialista, pero esto es absolutamente falso. Marx nunca expresó ni escribió algo semejante.

Respecto a la «infra» y «supraestructura», Marx sólo dedicó tres líneas en el Prólogo de su Contribución a la crítica de la economía política de 1859. Él pensaba de manera distinta. Veámoslo.

En la Introducción a los Grundrisse, Marx señala la existencia de producción, distribución y consumo. La producción genera el consumo al producir bienes consumibles. No obstante, el consumo también influye en la producción, ya que, al satisfacer la demanda, ahora el consumidor tiene el deseo de volverlo a consumir y, por lo tanto, se lo debe reproducir para su venta en el mercado. Por ejemplo, la producción de jugos de naranja genera su consumo, pero una vez que se tiene el deseo de volverlo a consumir, la demanda de consumo fomenta su producción. En este contexto, existe una determinación material de la producción sobre el consumo, pero también una determinación de la producción derivada de la necesidad de consumir. Marx visualiza esta dinámica como una espiral creciente, donde la producción inicial influye en el consumo, y en una segunda vuelta, el consumo incide en la producción y así sucesivamente. En este sentido, Marx habla de una «determinación determinada determinante», enfatizando así la ausencia de una infraestructura y supraestructura, y destacando la existencia de relaciones dialécticas entre los diversos términos.

Marx afirma que el sujeto viviente se enfrenta a una mercancía, como una mesa, y la percibe desde el espejo del derecho. El derecho refiere a un problema político, ya que, al observar la mesa, se reconoce que no es de nuestra propiedad y que no tenemos el derecho de modificarla o venderla. Esta determinación del derecho de propiedad por la política revela que esta última se encuentra dentro de la esencia económica. Esta idea desafía el marxismo tradicional, ya que Marx pensaba de manera más dinámica que el marxismo del siglo XX. Por este motivo, redactó cinco veces El capital, ya que nunca llegaba a concluirlo tal y como él lo deseaba, debido a su meticulosidad. Marx fue un verdadero creador. ¡Jóvenes, Marx está en el futuro! Deben estudiarlo y continuar su legado.

En sus meditaciones nocturnas, Marx se adentraba en callejones sin salida del pensamiento y debía salir para volver a tomar otro camino, hasta encontrar una salida verdadera. Hemos seguido minuciosamente sus sendas perdidas, lo cual ha sido un trabajo apasionante. Hasta donde sabemos, nadie había emprendido esta tarea antes. Sólo un grupo de latinoamericanos se atrevió a realizarla. De este modo, hemos innovado en el marxismo mundial, convirtiéndonos en especialistas de nivel planetario.

El trabajo vivo como fuente creadora del ser del capital

Hemos impartido conferencias en Harvard, Berlín, Moscú y en el Instituto Marxista-Leninista de Berlín, donde en 1984, antes de la perestroika, preguntamos a los editores de Marx: ¿por qué Marx, en el plustiempo del plustrabajo, sostiene que el trabajo vivo crea valor de la nada del capital? Sorprendentemente, no habían estudiado el tema, a pesar de ser expertos en el pensamiento de Marx a nivel mundial. ¡No habían advertido cuestiones centrales! Al regresar a México, nos pusimos a trabajar en las numerosas vetas desconocidas de la obra de Marx.

Marx sostiene en los Grundrisse que la mercancía tiene valor y éste es objetivación de trabajo vivo. Al llegar a la categoría de «trabajo», Marx no puede retroceder más y, por ende, la adopta como la categoría fundamental. Desde allí, desarrolla todo su sistema categorial. Sin embargo, encontramos un texto que nos ha dejado perplejos.

La filosofía de la liberación que practicamos ha hecho desde el origen una opción por los pobres. Sin embargo, algunos compañeros marxistas argumentaban que hablar del «pobre» era anecdótico y mítico, y que lo crucial era centrarse en la clase obrera y la lucha de clases. No obstante, el mundo está lleno de pobres. De allí que leímos a Marx para aclarar este tema. En el capítulo VII de los Grundrisse, Marx sostiene que la contradicción originaria se encuentra cuando el propietario del dinero enfrenta al propietario del trabajo. En este contexto, el capital aún no existe, siendo una relación anterior a su surgimiento. Es importante comprender que una cantidad infinita de dinero no constituye ni una pisca de capital. Por ejemplo, el avaro medieval que acumulaba dinero gracias al interés no era un capitalista.

Quienes provienen del campo, como el siervo de la gleba en Europa, llegan a la ciudad en busca de trabajo. Sin embargo, ¿cómo pueden solicitar trabajo si ellos mismos son el trabajo vivo? ¿El empresario proporciona trabajo o simplemente actualiza la existencia de dicho trabajo? El trabajo vivo es el ser humano, mientras que el empresario sólo brinda la posibilidad de poner en práctica dicho trabajo.

Cuando alguien llega a la ciudad, según Marx, «negativamente» carece de posesiones, estando desnudo y desprovisto de hogar, tierra y medios de producción. A este sujeto, Marx lo denomina «pobre», pero no sólo eso, sino que lo describe como la «pobreza absoluta» ( absolute Armut). En nuestro libro (1985), mencionamos que, en diciembre de 1983, en Oaxtepec, leímos un texto nunca antes revelado, ni por Engels, Lenin, Lukács, Herbert Marcuse, ni ningún otro marxista. El origen del capital surge del pobre. Aunque nos decían que era una categoría mítica o mística, en realidad es una categoría de Marx, quien incluso la escribe en latín como « pauper ante festum» (el pobre antes de la fiesta); el pobre devorado en la fiesta orgiástica del capital.

Marx sostiene que el poseedor de dinero compra la corporalidad viva del pobre por un tiempo determinado, quien, si no la vende, muere de hambre. Este intercambio desigual plantea un dilema científico, pero, sobre todo, ético. ¿Tiene Marx una ética? ¡ El capital es una ética! Presentamos este tema en La Sorbona ante 1.500 marxistas, invitados por Michael Löwy, con la participación de Adolfo Sánchez Vásquez, Bolívar Echeverría y muchos otros destacados marxistas alemanes y franceses. Al concluir la exposición, todos aplaudieron porque abordamos un tema que nunca habían considerado. Marx critica la moral burguesa desde una ética de la vida, lo que nos llevó a distinguir entre «moral» y «ética».

El trabajador es «negativamente» la pobreza absoluta, pero «positivamente» es la fuente creadora del valor. Marx no utiliza la noción de «fundamento productor» del valor, sino que habla de fuente creadora. La creación «desde la nada» es una tesis metafísica del pensamiento semita. Para entender este concepto, atendamos el siguiente ejemplo. Marx sostiene que, en el tiempo socialmente necesario, el trabajo vivo reproduce el valor del salario, es decir, el trabajador objetiva el valor de su salario en un período específico. Sin embargo, su labor no concluye allí, ya que continúa trabajando. Por tanto, Marx señala que en el «plustiempo» se realiza un «plustrabajo» que crea «plusvalor» desde la nada del capital. El capital remunera el salario del trabajador, pero no compensa el plusvalor que crea, creándose así este valor desde la nada de capital. Esto explica por qué Marx no habla de reproducción, sino de creación de valor.

Si no se aborda este tema desde una perspectiva filosófica y económica, se dificulta mucho la comprensión de Marx. El desafío que enfrentan los economistas radica en no ser filósofos y desconocer las categorías metafísicas de Marx.

¿De dónde obtuvo Marx esta terminología? De Friedrich Schelling, a quien Lukács considera el origen del irracionalismo. No obstante, Lukács abordó sólo una parte de la obra de Schelling, dejando de lado la otra. Pero como nosotros somos filósofos, no sólo estudiamos el pensamiento de Hegel, sino que también estudiamos la filosofía posthegeliana de izquierda, de la cual Marx será heredero.

En 1841, el filósofo del idealismo alemán, Schelling, recibió la invitación del káiser para destruir la filosofía de Hegel, quien había fallecido en 1831 y se estaba volviendo peligroso a través de la izquierda hegeliana. Schelling pronunció sus clases sobre Filosofía de la revelación en Berlín, donde se encontraban Kierkegaard, Feuerbach, Engels, Savigny y otros 500 jóvenes. Aunque Marx no asistió a sus clases, se encontraba en Berlín. Sin embargo, hoy sabemos que Marx adoptó la noción de la creación desde la nada a partir de una reflexión de Schelling sobre Dios.

Marx sostiene que mientras que el poseedor del trabajo «negativamente» es un pobre, «positivamente» es el creador de la riqueza. El poseedor del dinero paga un salario al poseedor del trabajo, fuente creadora del valor. Así, el trabajo vivo es subsumido en la totalidad del capital. Quien es la fuente creadora del valor se convierte, en el proceso de producción, en una mediación, como trabajo asalariado, para la producción de ganancia capitalista. Esto significa que el creador del valor ahora se transforma en un instrumento del valor. Aquí reside la alienación: la persona se destituye de su humanidad y se convierte en una cosa, mientras que la cosa, el capital, adquiere la dignidad de la persona. En este proceso, el capital se diviniza, es decir, se fetichiza, mientras que el trabajo vivo, o sea, el ser humano, se convierte en un momento necesario de la esencia del capital.

En los Grundrisse, Marx describe las determinaciones esenciales del capital. El proceso inicia con el dinero que se acumula, aunque aún no es capital. En el mercado, el poseedor del dinero adquiere medios de producción (por ejemplo, maderas, clavos, martillos y serruchos) y paga un salario al trabajador (para producir una mesa). En otras palabras, el poseedor del dinero paga la fuerza de trabajo del trabajo vivo.

Marx califica el momento de la producción en la fábrica como un «martirologio», ya que es donde el obrero es sistemáticamente torturado. En el capítulo II de El capital, Marx señala que el capitalista, en el mercado, encuentra, entre los diversos valores de uso posibles, al pobre o desempleado y lo contrata por un tiempo determinado a cambio de un salario. De este modo, se pasa de la relación cara a cara (sujeto-sujeto) a una relación de alienación (sujeto-objeto). La entrada del trabajo vivo a la fábrica es lo que Marx denomina la «teatralización» del infierno de Dante.

Una vez finalizado el proceso de producción, el producto se convierte en mercancía al ser introducido en el proceso de circulación del mercado, vendiéndose por dinero con ganancia, la cual se acumula como una espiral creciente.

Entonces, ¿qué es el capital? ¿Son las empresas, los bancos, el dinero o los trabajadores? Es el valor que se valoriza. El dinero, los medios de producción, los productos y las mercancías tienen valor, pero no el trabajador, es decir, el creador del valor. ¿Cuál es la esencia del capital? El valor que circula a través de todas las determinaciones del sistema capitalista. Pero ¿qué es el valor? Marx sostiene que la circulación del valor a través de las diversas determinaciones del capital es una «circulación de sangre». La sangre, en la cosmovisión semita, representa la vida, y para Marx, el valor es la objetivación de la sangre, es decir, la objetivación de la vida. En este contexto, Marx establece la distinción entre «valor de uso» y «valor de cambio», algo que requiere una cuidadosa reflexión. 7

¿Cuál es la distinción entre el dinero con el que se paga el salario al trabajador y la ganancia que surge después de vender las mercancías que él produjo? ¿Cómo descubrió Marx el misterio de la ganancia? A través del plusvalor. Pero antes de adentrarnos en el tema del plusvalor, es crucial comprender qué es el valor.

Uno de los componentes del valor es ser un momento cualitativo de la cosa real. Por ejemplo, una manzana tiene propiedades físicas (calorías, proteínas, minerales, etcétera) que no constituyen el valor en sí mismo. ¿Quién constituye las propiedades físicas de la cosa real en valor? Un ser viviente. Un perro, por ejemplo, constituye a la carne con un proto-valor de uso, ya que también es un ser viviente con necesidades alimenticias. Sin embargo, la manzana no es en sí misma una cosa alimenticia; lo es para un ser viviente que, por el metabolismo de la vida, necesita consumir materia y energía.

No nos referimos a las «preferencias» según la terminología de Friedrich von Hayek y otros neoliberales, sino a «necesidades», ya que, si el sujeto viviente no se alimenta, muere. La materia y energía consumida durante el día deben reponerse; incluso las plantas y las amebas deben alimentarse. Sólo el viviente necesitante constituye a la manzana en alimenticia, es decir, con valor de uso. En este sentido, el valor es la propiedad física de la cosa real, pero en relación con un sujeto viviente necesitante. El punto de partida es la vida y no la materia o la mera naturaleza.

¿Qué está primero, el sujeto de trabajo o la materia del trabajo? El marxismo tradicional sostiene que afirmar la materia como lo primero implica ser materialista, mientras que afirmar al sujeto primero es de idealistas. ¡Qué barbaridad! No han leído a Marx, quien afirma que primero está el sujeto vivo necesitante, es decir, el trabajo vivo. Este constituye a la naturaleza como materia de trabajo y consumo. Marx sostiene un concepto no físico del materialismo, es decir, no considera la realidad como un «gran cascote». Marx no era ingenuo como el estalinismo superficial y positivista. Primero está el sujeto humano viviente, el cual constituye a la naturaleza como materia de trabajo y de consumo. Marx adopta un materialismo vital en lugar de uno puramente físico como el de Holbach. 8

Es en la relación entre el sujeto viviente necesitado y la propiedad física de la cosa real donde se constituye el valor. Este último no es puramente subjetivo, ya que se «apoya» en las propiedades físicas, es decir, cósmicas, de la cosa real. Como hemos indicado, la manzana no adquiere propiedades alimenticias por mera ocurrencia subjetiva, sino debido a sus propiedades físicas reales que posibilitan la reproducción de la vida objetiva. En este sentido, la manzana sólo tiene valor en la relación entre el sujeto viviente y la cosa real. Ahora, observemos esta cuestión con mayor detenimiento.

Una relación entre A y B consta de cuatro términos: el primero, A; el segundo, B; el tercero, la relación entre ambos; y el cuarto, la dirección de dicha relación. Marx analizó estos temas con gran precisión. Si A es el padre y B es el hijo, entonces existe una relación de paternidad en una dirección que va del padre hacia el hijo. Pero si A es el hijo y B es el padre, la relación es de filiación en dirección del hijo hacia el padre. Marx siempre considera las relaciones entre todos los términos. Por ejemplo, sostiene que el valor no es una propiedad física de la cosa real, sino la relación entre el viviente necesitante que constituye la propiedad física de la cosa real como una mediación para la reproducción de su vida. No se trata de un fenómeno subjetivo ni objetivo, sino más bien de una realidad dialécticamente relacional, donde la definición de un término implica la presencia del otro.

Al concluir la lectura de los Grundrisse, descubrimos que Marx escribió otra obra entre 1861 y 1863. En este contexto, redactó 2.200 páginas, donde desarrolló por segunda vez El capital, abordando temas de los tomos II y III. Una lectura pormenorizada de estos años de Marx se encuentra en nuestra obra Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los Manuscritos del 61-63 ( 1988). Somos los primeros pensadores en todo el mundo en producir un comentario sobre esta obra de Marx, adelantándonos a los alemanes, norteamericanos y rusos. Sabemos más de Marx que ellos. Claro que ofrecemos nuestra propia interpretación, pero está fundamentada en los textos originales.

Entre 1863 y 1865, Marx redactó los tres tomos de El capital, publicados apenas algunos años atrás. Aparte de Engels, nadie había consultado estos manuscritos. Sin embargo, en la actualidad, el estudiante puede examinar, por ejemplo, la evolución del concepto de «valor» desde los Grundrisse hasta los Manuscritos del 61-63, luego los trabajos que abarcan de 1863 a 1865, hasta llegar a la cuarta redacción publicada en 1867, la cual se celebró en 2017. Muchos de los últimos textos no están redactados con la misma precisión que los anteriores, ya que estaban destinados a un público no académico. No obstante, siguen siendo complejos.

¿En qué se distinguió Marx de Hegel?

En los Grundrisse, Marx utiliza una terminología estrictamente hegeliana. Entonces, ¿en qué sentido invirtió a Hegel? El tema es complejo, pero intentaremos esbozar una breve explicación. No se trata de que Marx sea materialista y Hegel idealista, ya que en la Filosofía de la naturaleza, Hegel sostiene que la «divinidad» se transforma en pura materia, constituyéndose como materia absoluta. Esto significa que el materialismo es un momento tanto de la filosofía de Hegel como de Schelling, invalidando así oposiciones simplistas. El tema es mucho más sutil.

Después de cuatro o cinco semestres dedicados a la lectura de Marx, nos sumergimos en un semestre en la lectura de la Lógica de Hegel. Fue entonces que los estudiantes lograron una comprensión mucho más profunda del pensamiento de Marx.

Hegel divide la Lógica en tres partes: la Doctrina del ser, la Doctrina de la esencia y la Doctrina del concepto. En la Doctrina del ser, Hegel parte del ser como «indeterminación absoluta», análogo al Dios creador antes de la creación, cuando aún no se ha determinado. Es como la subjetividad humana recién nacida, abierta a todo al no conocer nada. Este ser se determina, en primer lugar, por la cualidad, que a su vez determina al ser. La segunda determinación es la cantidad, y la tercera es la relación entre la cualidad y la cantidad, denominada «grado». Marx sigue meticulosamente la lógica de Hegel. Por ejemplo, Marx sostiene que la cualidad es el valor de uso, refiriéndose a la cosa real percibida por el sujeto viviente como útil para la reproducción de la vida. La cantidad se refiere al valor de cambio de dos valores de uso diversos. En cuanto a la relación entre ambos términos, lo que para Hegel es el grado, en el análisis de Marx es el dinero. Así, las tres categorías de Marx son valor de uso, valor de cambio y dinero.

Para Hegel, el ser es el fundamento, es decir, su esencia. Por su parte, Marx también se pregunta por la esencia del capital. Es importante comprender que, para Hegel, el ser se transforma en esencia de manera homogénea, es decir, el ser se pone a sí mismo como fundamento. Por otro lado, Marx sostiene que la esencia del dinero no es el capital. Como hemos mencionado, infinita cantidad de dinero no constituye ni una pisca de capital, sino que Marx produce un salto al infinito. Mientras Hegel transita homogéneamente del ser a la esencia, Marx señala una ruptura. Cuando el poseedor del dinero, a través del salario, subsume al trabajo vivo en la totalidad fundada en la esencia, el trabajador crea nuevo valor desde la nada del dinero. Este plusvalor no está presupuesto en el ser del dinero ni en la totalidad del capital; surge desde el «no ser», es decir, desde la exterioridad. Marx afirma que el ser del capital es el «no ser» del trabajador. 9

Lukács consideraba que la categoría «totalidad» era central para Marx, cuando en realidad lo es la categoría de «exterioridad». En la totalidad, es el Otro, el trabajador, quien, desde la nada de la totalidad del capital, crea plusvalor, emergiendo no homogéneamente desde el ser del capital, sino desde su exterioridad: el trabajo vivo, es decir, la carnalidad viviente o la subjetividad explotada del trabajador. En este sentido, la distinción entre Marx y Hegel radica en que Hegel cree que el ser se despliega homogéneamente, mientras que para Marx, para que exista capital, debe haber surgido valor desde la nada del capital. Esto implica que, en el movimiento circular hegeliano, surge de repente la irrupción de un valor nuevo desde la nada del dinero: el plusvalor, fundando así el capital como totalidad. El ser humano viviente, el trabajo vivo, es la fuente creadora del plusvalor del capital, un trabajo no remunerado por el poseedor del dinero y el capitalista. Esto plantea un problema metafísico y ético. Esta es la esencia de la ética de Marx. Al principio, Marx hablaba de la «alienación»; sin embargo, el «viejo Marx», hablaba de la subsunción del trabajo vivo en el capital, a quien se le niega ser la fuente creadora del nuevo valor, que no es el fundamento como creía Hegel, ya que surge desde la exterioridad de la totalidad del capital. Se abren así paso nuevas categorías que requieren estudio y debate.

El pobre, que no posee nada, al ser subsumido en el capital, crea la ganancia del capitalista mediante la creación de plusvalor. A menudo, ni el trabajador ni el capitalista perciben esta explotación. El capitalista propone un salario, y el trabajador lo acepta como justo. Entonces, ¿por qué el trabajador continúa siendo pobre? El propio trabajador ha fetichizado el salario y no comprende la esencia de su explotación, al igual que el capitalista. En este contexto, Marx sostiene que el capital se vuelve misterioso. Es en este punto que Marx se distancia de Hegel.

Aquel que estudie firmemente el pensamiento de Marx podrá observar con claridad cómo el sistema, especialmente el neoliberalismo, se arraiga en el fetichismo debido a la falta de descubrimiento de las categorías fundamentales «superficiales». El neoliberalismo opera con el mercado y el precio, como señalaba Hayek, como teoría del conocimiento. El precio indica algo infinitamente complejo, del cual no es necesario ocuparse, ya que es el resultado del movimiento del mercado. Por lo tanto, es el mercado el que se ocupa de todo. Sin embargo, esta teoría no resuelve nada, y el trabajador se empobrece cada vez más.

Un Marx para nuestro tiempo

En nuestra obra 16 tesis de economía política ( 2015), expandimos el pensamiento de Marx al situarnos en el mercado mundial y pensar la competencia entre el capital global nacional más desarrollado (con una mayor composición orgánica) y el capital global nacional menos desarrollado del mundo colonial, como Chile, Argentina o México. Mostramos que a través de la competencia se transfiere sistemáticamente plusvalor, resultando en un empobrecimiento progresivo. Sin embargo, este fenómeno se manifiesta en relaciones minoritarias, ya que la mayoría son monopólicas. En el centro capitalista mundial, los monopolios compran nuestras materias primas y, al venderlas, dependemos de los precios que ellos estén dispuestos a pagar. Además, al tener el monopolio de la producción de maquinaria, nos la venden al precio que desean, obteniendo siempre beneficios. Prestan dinero con intereses, a menudo innecesarios para los países del Sur global, creando dependencia a largo plazo. Corrompen a las élites locales, quienes depositan el dinero en bancos estadounidenses. ¡Es una estafa abismal!

Marx es el único que ha explicado la pseudo-globalización actual. ¿Está globalizado el capital financiero? Sí, debido a que el dinero se puede guardar en cualquier banco. ¿Está globalizado el capital comercial? También, ya que se puede comprar Coca Cola en cualquier parte del planeta. Sin embargo, el capital industrial, es decir, los trabajadores, fuentes creadoras del capital, enfrentan restricciones de movimiento, ya que tienen pasaportes y no pueden ingresar libremente a otros países, especialmente a los europeos y Estados Unidos. El capital no está verdaderamente globalizado, sino sólo a nivel financiero y comercial. ¿Por qué? Porque se aprovechan de los bajos salarios en los países del Sur global e introducen su tecnología, destruyendo el capital nacional periférico. Las transnacionales, como en el juego de billar, a través de un golpe a dos bandas, mediante la competencia y la absorción de bajos salarios estafan a la humanidad, incluso a los capitales globales nacionales del centro. 10

Es importante continuar la obra de Marx para comprender la situación actual. La afirmación política de la autodeterminación nacional y popular es esencial, ya que el pueblo, incluida la clase obrera, es el actor colectivo transformador y revolucionario de la realidad. Aquellos que hoy gozan de salario y seguro social temen perder estos privilegios y convertirse en marginados. Hinkelammert sostiene que el trabajador tiene el «privilegio» de ser explotado, mientras que el marginal es realmente prescindible. Ante el abismo de la muerte al que nos enfrentamos, el obrero se aferra a su condición de explotado y le resulta imposible constituirse en el protagonista de la transformación o revolución. En este momento histórico, el pueblo, con la inclusión de diversas clases sociales, etnias, géneros, movimientos populares y sociales, colectivos, etcétera, debe formar un «bloque social de los oprimidos», como diría Antonio Gramsci. Marx desarrolló toda una económica, pero no una política; por lo tanto, es nuestra tarea realizar la crítica al sistema de las categorías de la política burguesa moderna, es decir, el liberalismo y el neoliberalismo político.

En el prólogo de El origen de la familia, la propiedad y el Estado (1884), Engels sostiene que: «Según la concepción materialista de la historia el momento determinante de la historia es en última instancia la producción y reproducción de la vida real». Aquí, no se refiere a la economía, sino de la vida. Marx no sólo contaba con una metafísica y una económica, sino también una ética de la vida. Nuestra obra Ética de la liberación (1998) es también una ética de la vida. La primera exigencia ética es «dar de comer al hambriento», un principio arraigado en el mito de Osiris, el Dios de la resurrección egipcio hace más de 5 mil años. En el Libro de los muertos, Osiris le pregunta al muerto: «¿Qué has hecho de bueno?». En el capítulo 125, el muerto responde: «di de comer al hambriento, di de beber al sediento, di de vestir al desnudo y una barca al peregrino». En otras palabras, afirmó todas las necesidades vitales, y por eso Osiris lo resucitó. Treinta siglos después, el fundador del cristianismo expresó lo mismo; y diecinueve siglos después, Engels afirmó que las cuatro necesidades fundamentales del ser humano son comer, beber, vestirse y tener una casa. Esto representa cinco mil años de coincidencia en una ética materialista semita de la afirmación de la vida.

Crítica de la teología y la religión en el pensamiento de Marx

En 1993, vio la luz Las metáforas teológicas de Marx, un libro que escribimos con la picardía de un niño. Se trata de un texto que despista tanto a la derecha como al marxismo dogmático, es decir, a la mayoría de los marxistas del siglo XX, que solemos denominar «soviéticos» y que murió tras la caída del Muro de Berlín en 1989. Si lo analizamos como un juego de billar, podríamos decir que hicimos un tiro a «dos bandas» con el propósito de que emerja un Karl Marx desconocido, un Marx que ni Friedrich Engels pudo vislumbrar con claridad, y mucho menos Karl Kautsky, György Lukács y tantos otros. Lamentablemente, todos ellos han planteado mal el tema de la crítica a la teología y la economía capitalista en el pensamiento de Marx. Veamos, pues, en qué consiste esta crítica.

Marx no se centra en la teología, sino que aborda en primer lugar cuestiones políticas y luego económicas. Marx sostiene: «La crítica de la teología se (trueca) en la crítica de la política» ( Marx, 1979, p. 491). 11 En este sentido, nos gustaría plantear la siguiente pregunta: ¿qué implica la crítica a la teología? ¿Por qué la crítica del cielo se transforma en una crítica de la tierra? Prácticamente ninguno de los autores que hemos leído ha acertado en el tema. Marx sostiene:

De ahí que la crítica ;o el crítico; esté en su perfecto derecho cuando obliga al Estado ;el Sacro Imperio Romano Germánico; que invoca la Biblia a reconocer lo torcido de su conciencia ;…;, desde el momento en que la vileza de sus fines seculares ( weltlichen), que trata de encubrir con ;el manto de; la religión, se hallan en flagrante contradicción con la pureza de su conciencia religiosa. ( Marx, 1958, p. 474 ) 12

Siguiendo a Marx, esto sugiere que los críticos mexicanos tendrían pleno derecho de poner en cuestión la cristiandad que profesan los miembros del Partido Acción Nacional (PAN), en relación con la fe cristiana de los primeros tres siglos, tal como se presenta en la Biblia hebrea y aramea. De manera similar, en su obra La guerra campesina en Alemania (1850), Engels argumenta que:

;Thomas Müntzer; por medio de la Biblia enfrentó al cristianismo feudal de su época con el sencillo cristianismo de los primeros siglos ;…; Los campesinos utilizaron este instrumento contra los príncipes, la nobleza y el clero. Entonces Lutero lo volvió contra ellos ;…; Con la ayuda de la Biblia se justificó (ahora) el origen divino de la monarquía ;…;. ( Engels, 1960, pp. 350-351 )

Müntzer tomó la Biblia y, en su nombre, lideró una guerra campesina contra los príncipes, la nobleza y el clero, es decir, contra un Estado y un sistema que se autoafirmaba como cristiano.

En este sentido, lo importante no radica en si Marx era o no cristiano, sino en su papel como crítico de un orden político que se ha fetichizado. 13 Si Marx hubiera nacido en China, habría afirmado que los críticos tienen todo el derecho de señalar las contradicciones entre el ejercicio corrupto del poder político del linaje chino y los textos de Confucio. Si hubiera nacido en Arabia Saudí, habría defendido el derecho del crítico a mostrar la contradicción entre la monarquía saudí con los textos del Corán. ¿Era Marx cristiano? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que su preocupación no era la teología ni la religión, sino el señalar las contradicciones entre el Estado y la cosmovisión que éste profesaba.

La inversión del cristianismo y la aceptación de la economía capitalista

Es fundamental comprender que, en los primeros siglos, el cristianismo luchó contra el Imperio romano debido a su poder corrupto, dominador y explotador. Sin embargo, en el siglo IV, con Constantino y Teodosio, el cristianismo experimentó una «inversión» convirtiéndose en la «cristiandad». 14 Por lo tanto, cuando Marx alude a la inversión del cristianismo, surge la pregunta de a qué grupo de cristianos se refiere específicamente.

Marx se centra en un tipo específico de sujeto cristiano. Su crítica no se dirige al cristianismo mesiánico de los primeros tres siglos y ni siquiera al catolicismo predominante en el sur de Europa, aunque este ya se había invertido, ya que aún no había adoptado el capitalismo industrial. El problema para Marx residía en la cristiandad del norte de Europa, especialmente la que se practicaba en Ginebra. Fue Juan Calvino quien proporcionó una justificación teológica para el préstamo con interés, algo que hasta ese momento estaba prohibido según la Biblia. Esta reforma, en consecuencia, allanó el camino para el surgimiento del capitalismo en el norte de Europa. Por su parte, el sucesor de Calvino en Escocia, John Knox, fundó el presbiterianismo que más tarde sería adoptado por Adam Smith. 15 En este sentido, Marx critica el puritanismo ginebrino de los escoceses, en particular el de Smith. ¿Qué significa esto? Significa que Marx no criticaba a todas las religiones, ya que ni siquiera criticaba a los anglicanos y mucho menos a los católicos, sino que sólo criticaba aquella variante de la cristiandad que permitía la perpetuación del capitalismo.

Siguiendo las palabras del fundador del cristianismo, quien proclamó: «Bienaventurado los pobres», 16 los cristianos de los primeros tres siglos entregaron sus vidas por los pobres y fueron asesinados en los circos bajo la acusación de ser ateos por negar a los dioses romanos, lo que también implicaba negar al emperador. Sin embargo, como se mencionó, a partir de mediados del siglo IV, el cristianismo se convirtió en la ideología del Imperio romano (cristiandad), transformándolo en un Imperio cristiano. En el contexto del Estado alemán, Marx plantea la siguiente pregunta:

¿Acaso no ha sido el cristianismo el primero en separar la Iglesia del Estado? Leed la obra de San Agustín De civitate Dei o estudiad a los demás Padres de la Iglesia y el espíritu del cristianismo ;…; volved y decidnos cuál es el Estado cristiano ;…;. ( Marx, 1958, pp. 233-235 ) 17

¡Qué paradoja! Marx recomienda la lectura de obras de san Agustín y de los padres de la Iglesia, algo que ningún marxista del siglo XX ha hecho. Marx tenía un amplio conocimiento en teología, dado que se formó como asistente de Bruno Bauer, quien era profesor de teología en la Universidad de Bonn. Si no hubieran expulsado a Bauer de la universidad por afirmar el ateísmo de todos los dioses profanos, es posible que Marx habría seguido una carrera como teólogo en Bonn en lugar de convertirse en el economista que conocemos hoy. Sin embargo, ni los marxistas ni la derecha cristiana parecen poseer un conocimiento sólido en teología.

Según Marx, ningún Estado puede ser realmente cristiano. ¿Por qué? Porque el cristianismo es crítico por esencia, mientras que el Estado moderno es esencialmente dominador y explotador.

Ahora bien, ¿qué sucede con las religiones que critican el fetichismo del Estado moderno? En los Manuscritos del 44, Marx sostiene: «El ateísmo, en cuanto negación de la carencia de esencialidad, carece ya totalmente de sentido, pues el ateísmo es una negación de Dios y afirma, mediante esta negación, la existencia del hombre» ( Marx, 1971, p. 607). Alguien podría pensar que esto fue escrito por el joven Marx. Sin embargo, el 23 de noviembre de 1871, doce años antes de su muerte, Marx escribe una carta a Friedrich Bolte en la que relata que en 1868 Bakunin intentó fundar una segunda Internacional con él como jefe, bajo el nombre de «Alianza de la Democracia Socialista»:

Su programa consistía en una cantidad abigarrada de confusiones: igualdad de clases, exclusión del derecho de herencia como punto de partida del movimiento social (una tontería saint-simoniana), exigencia de ateísmo como dogma de los miembros, etcétera, y como dogma principal (proudhoniano) la abstención política del movimiento. ( Marx, 1960, p. 329 )

Llama entonces la atención que entre las «tonterías ( Blödsinn)» bakunianas se encuentra el «ateísmo» ( Atheismus als Dogma), que además es considerado como un «cuento para niños ( Kinderfabel)».

En realidad, esta posición era ya para Marx una conclusión importante dentro de la Internacional. Por ello, en el trabajo escrito entre enero y febrero de 1872 sobre las «Pretendidas escisiones de la Internacional», editado en francés en Ginebra poco después, Marx escribe, en referencia a la «Sección de ateos socialistas», que no pueden ser aceptados como miembros, ya que, «en el caso de la Youth Men’s Christian Association -y es interesante saber que la YMCA pidió ser miembro de la Internacional-, no fue aceptada porque “la Internacional no reconoce secciones teológicas ( theologische Sektionen)”», ( Marx, 1960, p. 19).

Está claro que, para Marx, entonces, una «sección atea» era una institución teológica, que debería ser excluida. Y esto es tan así que en un artículo del 4 de agosto de 1878, cinco años antes de su muerte, sobre la historia de la Internacional, y en respuesta a George Howell, vuelve a afirmar, en la cuestión de la «Idea religiosa» propia, que el mejor ejemplo de cómo debe tratarse la problemática es como se trató el caso de Bakunin y su «Sección de ateos socialistas» que no fue aceptada porque, al igual que la YMCA, el Consejo General aclaraba que no podía «reconocer secciones teológicas».

Para Marx, el ateísmo era una cuestión teológica y no debía introducirse como factor de contradicción en la clase obrera. Hay entonces gran distancia entre la posición política de Marx, con la posición dogmática (que el mismo Marx rechaza, hasta por su nombre: «el ateísmo como dogma») del marxismo posterior, que deformó la clara decisión de la primera Internacional al respecto.

Si Marx no estaba en contra del ateísmo, ¿por qué el marxismo del siglo XX y el Partido Comunista insisten en ser ateos? Porque son inconscientes respecto a las sucesivas inversiones de la cristiandad. ¡Quién lo hubiera dicho! Marx estaría en contra de todos los teóricos de la segunda Internacional.

Para Marx, lo importante era demostrar que no se puede ser capitalista siendo cristiano al mismo tiempo. Lo mismo habría hecho si hubiera nacido en China, ya que no se puede ser capitalista siendo confuciano ni musulmán en el mundo islámico. Esto se debe a que tanto en los textos de Confucio como en el Corán, así como en muchas otras obras de religiones universales, se encuentran escritos críticos sobre la acumulación de la riqueza, ¿Era Marx cristiano? No lo sabemos. ¿Hubiera sido confuciano? Tampoco lo sabemos. Lo que sí sabemos es que era un pensador crítico.

La crítica a la cristiandad como fundamento del Estado alemán es un tema que han abordado los posthegelianos, como Kierkegaard, Marx y otros. Ellos aceptaban la idea de que el cristianismo se había invertido, ya que en los primeros siglos se jugaba por los pobres, pero a partir del siglo IV se convirtió en el fundamento del Imperio romano y, en el caso de Alemania, del Estado alemán. Es precisamente a este Estado al que Marx critica. ¿Por qué no critica a España?No sólo porque no la tenía en mente, aunque conocía el castellano porque había leído el Quijote, sino también porque su preocupación estaba centrada en un tipo de cristiandad muy particular que prevalecía en el norte de Europa.

Si consideramos que la inversión del cristianismo se produjo cuando se aceptó el capitalismo como sistema económico, podemos afirmar que la economía política se invirtió con Smith al ocultar el hecho de que el sistema económico capitalista explota y roba de manera sistemática a los más pobres. En este sentido, es crucial destacar que Smith ocupó el cargo de profesor en Glasgow siendo presbiteriano y sucesor de Knox y Calvino. A menudo, estas conexiones pasan desapercibidas: el fundador del pensamiento económico liberal no era anglicano, sino que era un presbiteriano calvinista. Es precisamente esta posición fetichista la que Marx critica.

Marx mostró dos tipos de inversiones. Por un lado, mostró que la economía política estaba invertida y ocultaba una profunda falta ética: el robo al obrero, es decir, el asesinato del Otro. 18 Por otro lado, mostró que un cierto protestantismo había invertido al cristianismo de los primeros siglos. Mientras la economía política y el cristianismo estuvieran invertidos, no habría contradicciones aparentes. Por lo tanto, el objetivo de Marx era desarrollar una economía política que pusiera de manifiesto la falta ética del capitalismo y un cristianismo crítico al imperio, similar al de los primeros siglos. ¿Lo hizo porque era cristiano? No, porque era un pensador crítico. Reiteramos: Marx señalaba que tanto el cristiano, como el musulmán, el confuciano y cualquier creyente de otra religión que fuera capitalista estaba en contradicción con los principios fundamentales de sus respectivas religiones. ¡Esa es la crítica de Marx! Lamentablemente, el marxismo del siglo XX nunca lo comprendió, y por esta razón creó un dogma absurdo y burocrático: el ateísmo es una condición necesaria para ser revolucionario. Sin embargo, olvidó que Marx enfatizaba la importancia de prestar suma atención a la coyuntura histórica y espacial. Ser ateo es esencial cuando el faraón se erige como la representación de Dios en la Tierra y el resto de la población se somete a la esclavitud debido a la naturalización de la voluntad «divina» del faraón. ¿Qué se puede hacer en tales circunstancias? ¡Es necesario ser ateos del faraón! En esta coyuntura, es imprescindible negar la divinidad del faraón y la esclavitud del pueblo para lograr su liberación. No obstante, una vez que la población se haya liberado, ya no será necesario negar la divinidad del faraón, ya que nadie creerá en él y, por lo tanto, el problema desaparecerá. Por ello, Marx afirma explícitamente: «La crítica de la religión desemboca en el postulado de que el hombre es la suprema esencia para el hombre» (Marx, 1958, pp. 491-491). 19

¿Cuándo no habría contradicción entre el cristianismo y la economía? En el caso en que el sujeto cristiano volviera a sus raíces, es decir, a los principios fundamentales. Marx les insta a los cristianos a regresar a sus orígenes, donde encontrarán una crítica inherente a la esclavitud y al sistema opresivo que puede servir como base para criticar el capitalismo y, por último, la Modernidad. En otras palabras, exhorta a los religiosos a retornar a los fundamentos más prestigiosos de sus propias cosmovisiones, ya que los principios esenciales de todas ellas están en profunda contradicción con el capitalismo y la Modernidad. Al mismo tiempo, en el campo de la economía política, Marx expuso cómo la economía para la vida se invierte para servir a una economía capitalista que resulta destructiva para la vida humana y para la naturaleza. 20

Entonces, ¿a qué religión se refería Marx cuando afirmó que «la religión es el opio del pueblo»? (Marx, 1958, p. 458). 21 Marx se refería a cualquier religión que se utilizara como instrumento de dominación. ¿Quién podría compartir esta perspectiva? El mismo que afirmaría que «la crítica de la religión es la premisa de toda crítica», (Marx, 1958, pp. 491-491). 22 ¿Quién estaría de acuerdo con esta declaración? El fundador del cristianismo, quien fue crucificado por criticar al Imperio romano y a la religión fetichizada de su época. ¿Qué significa la crucifixión? ¿Es un símbolo religioso? ¡Hay que ser ingenuo para pensar eso! La crucifixión es un acto político. 23 El fundador del cristianismo mantuvo una crítica a la religión fetichista desde el inicio de su vida hasta su muerte, y precisamente murió debido a esa crítica.

Palabras finales

Necesitamos adoptar un enfoque crítico y comenzar a caminar con los pies en lugar de estar de cabeza. Volver al cristianismo de los primeros siglos y criticar la cristiandad moderno-capitalista es una exigencia política, no religiosa ni teológica.

Esta es una teología crítica que el marxismo del siglo XX no comprendió. Marx creía en la existencia de los dioses profanos de la semana y no en los «imaginarios» que se adoran sólo los sábados (judíos) y domingos (cristianos). Por lo tanto, si Marx estuviera vivo, estaría en desacuerdo con el marxismo del siglo XX y sugeriría que comenzaran a leer de nuevo su obra.

Marx sigue siendo un desconocido en la actualidad, a pesar de encontrarnos en el contexto del Marx del segundo siglo. Desde su muerte en 1983 hasta la caída del Muro de Berlín en 1889, encontramos al Marx protegido por las bombas atómicas de la URSS. A partir de 1989 y durante este siglo XXI, se revela el Marx del segundo siglo, un Marx completamente desconocido, que se muestra más vigente y relevante que nunca.

Referencias

Dussel, E. (2015). 16 tesis de economía política. Siglo XXI. [ Links ]

Dussel. E. (1988). Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los Manuscritos del 61-63. Siglo XXI . [ Links ]

Dussel, E. (1985). La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse. Siglo XXI . [ Links ]

Engels, F. (1960). Der deutsche Bauernkrieg, MEW, VII, Dietz Vertag, Berlín. [ Links ]

Marx, K. (1979). El capital. Crítica de la economía política. Tomo I/1. Siglo XXI . [ Links ]

Marx, K. (1971). Karl Marx frühe Schriften. Ed. Lieber-Furth. [ Links ]

Marx, K. (1970). La ideología alemana. Grijalbo. [ Links ]

Marx, K. (1960). Das Kapital. T. I. Ed. Marx-Engels Werke. [ Links ]

Marx, K. (1958). Sobre la cuestión judía. En Obras fundamentales, I. Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

1Marx tomó apuntes de sus lecturas diarias en la Biblioteca del Museo Británico, la mejor biblioteca económica del mundo en ese momento, como lo es hoy la Biblioteca del Congreso en Washington.

2Cuando visitamos su tumba, aunque no depositamos una lágrima, sí recordamos su texto.

3La importancia de la teoría, especialmente para América Latina, se acentúa al constatar que la izquierda carece de una teoría desde 1989. Por ende, estamos llamados a construir una, que sólo puede surgir a partir de la lectura de pensadores como Marx. Por ejemplo, un tema que merece desarrollo es una teoría sobre el Estado, algo que Marx no llegó a producir, aunque constituía la cuarta parte de un proyecto de seis partes que había diagramado.

4Los jóvenes tienen la tarea de decir lo no dicho sobre Marx, ya que hoy contamos con materiales sumamente novedosos recién publicados al alemán y que ni siquiera están traducidos al español. Esta constituye parte de la labor de la juventud crítica.

5Hemos dedicado 18 semestres a los seminarios sobre Marx, es decir, 9 años, donde lo leímos de manera cronológica. Esta fue una tarea apasionante, estudiando a Marx como si estuviéramos en un «laboratorio», descubriendo cómo construyó sus categorías a lo largo del tiempo.

6La editorial Siglo XXI ha publicado los tres tomos con una traducción al español de buena calidad.

7Los economistas, al no ser filósofos, no logran comprender el tema y lo reducen a simples complicaciones metafísicas, prefiriendo partir en sus análisis directamente desde el mercado. No les interesa lo que ocurre con el trabajador o en la fábrica; se centran en el precio de la mercancía, fetichizan la circulación y hablan de «capital humano», cuando el ser humano no es capital.

8Todos los dogmas se destruyen leyendo a Marx. Estudiamos su obra con la intención de ir a enseñar a Moscú y abrir el estalinismo. Sin embargo, en 1989 se vino abajo la URSS. Un gran marxista en Nueva York nos preguntó qué haríamos con Marx. Recién ahora comenzamos, ya que es útil para redefinir la ciencia y otros ámbitos de la realidad humana. Marx es más importante que nunca. Ya no tiene las bombas atómicas detrás y ahora su pensamiento podrá ser estudiado por toda la humanidad.

9Marx, siendo un filósofo brillante, a menudo es malinterpretado por los economistas. No hemos leído a ningún marxista expresando esto.

10Muchos trabajadores blancos están desempleados y recurren a las drogas, ya que se sienten fracasados y profundamente deprimidos. Aunque México produce drogas, el consumo impulsa la producción. Sin demanda, México no produciría drogas.

11Citaremos El capital, y las demás obras de Marx, en el siguiente orden: edición castellana, inglesa y alemana. Por ejemplo, la cita del texto la hemos extraído de la edición del Siglo XXI, México, t. I/1, 1979, p. 491; ed. de Collected Work (CW), London, t. I, 1977, pp. 175-176; Marx-Engels Werke (MEW), Berlín, t. I, pp. 378- 379.

12Marx, K. (1960). Zur Judenfrage, Berlín, MEW, 1, pp. 359-360. Es texto pertenece todavía al período pre-socialista, en Alemania, de la crítica «política», y no aún «económica», del pequeño burgués crítico que era Marx.

13Desde nuestra perspectiva, el tema al que hace referencia Marx no es el que propuso nuestro amigo Porfirio Miranda, quien quiso probar a través de una gran cantidad de textos que Marx era cristiano. Nosotros no lo sabemos ni nos interesa, lo que sí sabemos es que era un pensador crítico.

14La fusión del cristianismo con la cultura romana resultó en su inversión: el cristianismo pasó de ser una religión comprometida con los pobres y perseguida por el imperio, a convertirse en el fundamento del poderío imperial y a imponerse como religión oficial del imperio (la cristiandad).

15Hace años tuvimos el gusto de dar unas conferencias en el mismo «Hall» en el que J. Knox realizaba sus asambleas, y reflexionábamos sur place sobre todos estos hechos.

16Mateo 5:3.

17Del artículo citado «El Editorial del Nr. 179 de la Gaceta de Colonia», en CW, I, pp. 198-200: MEW; 1, pp.100-103.

18¿De dónde proviene la riqueza de los capitalistas? ¿Por qué el trabajador, a pesar de su arduo esfuerzo, se encuentra en una situación de pobreza? Con frecuencia, ni el propio capitalista ni el obrero logran responder a estas preguntas. Fue precisamente esta incertidumbre la que llevó a Marx a desarrollar una economía crítica que devela el concepto de plusvalor como un mecanismo sistemático de explotación y robo del trabajador, arrojando luz sobre las raíces de la pobreza.

19CW, III, pp. 175-176; MEW, I, p. 497; p. 182; p. 385. De su influencia feuerbachiana de esta época escribirá el «viejo» Marx, el 24 de abril de 1867: «el culto a Feuerbach produce en uno un defecto muy humorístico», (Marx, 1960, p. 290). Marx sabía hacer autocrítica hasta con humor.

20En términos teóricos, Marx reveló cómo se oculta la esencia de la economía en las aulas universitarias de Glasgow, Manchester y Edimburgo, tres ciudades escocesas de Gran Bretaña con fuerte influencia calvinista. Es importante señalar que no mencionamos a Londres, ya que Marx sólo criticó a los calvinistas.

21CW, III, pp. 142-143; MEW, I, p. 344.

22CW, III, pp. 175-176; MEW, I, pp. 378-379.

23Espartaco era un esclavo que lideró la revolución más importante que se haya producido en el seno del Imperio romano. A pesar de sus esfuerzos, él y los gladiadores que lideró fueron brutalmente masacrados. ¿Cuál castigo se les impuso? Fueron condenados a la «silla eléctrica» de la época: la cruz. A lo largo del camino que conectaba Roma con Capua, más de 3.200 personas fueron crucificadas.

Recibido: 28 de Abril de 2023; Aprobado: 20 de Junio de 2023

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons