SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue48Towards the Unknown MarxMarx’ Approach and Turning Dialectics Upside Down author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.48 Bogotá Oct./Dec. 2023  Epub Mar 07, 2024

https://doi.org/10.25058/20112742.n48.05 

Artículo de investigación

NUEVAS LECTURAS DE MARX DESDE EL MEGA 1

New MEGA-Based Readings of Marx

Novas leituras de Marx desde o MEGA

Michael Heinrich1 

1 1. Matemático y físico, profesor de economía. Hochschule fuer Technik und Wirtschaft, Deutschland m.heinrich@prokla.de


Resumen:

La publicación del proyecto Marx-Engels Gesamtausgabe, las obras completas de Marx y Engels, abrirá a los estudiosos un Marx que ha sido desconocido y permitirá nuevas lecturas de su obra. Lo anterior no solo significará un redescubrimiento de Marx, sino al mismo tiempo una puesta en perspectiva de la lectura de los textos clásicos que ya conocemos. El artículo abordará algunos ejemplos de lo que esto puede significar.

Palabras clave: MEGA; Die Marx-Engels Gesamtausgabe; Marx; marxismo; El capital.

Abstract:

The publication of the Marx-Engels Gesamtausgabe Project -the complete Marx and Engels’ works- will open an unknown Marx’ side and will open the door to new readings. This will not only portend a redescovery of Marx, but it also will put in perspective his classical works we have already known. This article will address several examples of its potential significance.

Keywords: MEGA; Die Marx-Engels Gesamtausgabe; Marx; marxism; The Capital.

Resumo:

As possibilidades que suporá a publicação do projeto Marx-Engels Gesamtausgabe, as obras completas de Marx e Engels, permitirão aos estudiosos aceder a um Marx que tem sido desconhecido e que dará lugar a novas leituras. Isso não significará apenas uma redescoberta de Marx, mas ao mesmo tempo uma posta em perspectiva da leitura dos textos clássicos que já conhecemos. O artigo abordará alguns exemplos do que isso pode significar.

Palavras-chave: MEGA; Die Marx-Engels Gesamtausgabe; Marx; marxismo; O Capital.

Marx fue una persona que dedicó su vida entera a aprender. Siempre estuvo dispuesto a abandonar sus propias convicciones en el caso de que resultaran ser falsas. Por eso no puede sorprender el hecho de que su extensa y voluminosa obra esté repleta de cambios, o que introduzca nuevos conceptos y nuevas perspectivas cada dos por tres. Pero existen, al mismo tiempo, no pocas líneas de continuidad.

Contribución a la crítica de la economía política en seis libros de los Cuadernos de Londres a la Introducción (1850-1857)

Marx llevaba ya desde mitad de la década de 1840 con un plan en mente: realizar una crítica general de la economía. Una vez en Londres, empleó la mayor colección de literatura económica que existía en el mundo en ese momento, la de la biblioteca del British Museum, y llenó cuadernos y más cuadernos con notas y citas de los más diversos autores. Son de especial importancia los 24 Cuadernos de Londres ―así los han llamado― redactados entre 1850 y 1853, que contendrán los cinco volúmenes de la sección cuarta del MEGA (IV/7-11) y de los cuales han sido publicados tres hasta el momento. Más tarde aparecen en Londres otros tantos cuadernos de citas económicas, pero es en estos primeros 24 cuadernos donde se encuentra el principal estudio de Marx. En los siguientes años, Marx recurrirá una y otra vez a estos cuadernos, una fuente que, por lo demás, ha sido más bien poco atendida por la recepción crítica de Marx. 2

Marx puso pronto en entredicho aquellas teorías clave de Ricardo que con tanto brío había defendido anteriormente. Tal y como demuestran sus cartas a Engels, dudó para empezar de su teoría de la renta de la tierra, y poco después también de su teoría del dinero (cartas del 7 de enero y del 3 de febrero de 1851, 1975, III/3, pp. 6ss y pp. 24ss; 1956, 27; pp. 15ss y pp. 173ss). Esta crítica se extendió en los siguientes años a ámbitos cada vez más amplios, dando lugar finalmente a una crítica fundamental de las categorías de la economía política.

En marzo de 1851, Marx fue por primera vez más allá de la cita y redactó (1975 IV/8, pp. 227-234) el pequeño manuscrito «Reflection» del mismo año, donde tematizaba ante todo las cuestiones relativas al dinero, el crédito y la crisis sobre el trasfondo de la reproducción del capital. Probablemente más exhaustivos, sus «Comentarios sobre la economía», a los que se refiere en los Grundrisse ( 1975, II/1: p. 91; 1956, 42: p. 92), no se han conservado.

En la Introducción de agosto de 1857, Marx concreta un poco más el contenido de su gran obra (1975, II/1: pp. 21-45; 1956, 42: pp. 15-45). En la bibliografía sobre el tema, este texto es considerado las más de las veces como la introducción a los Grundrisse de los años 1857-1858, lo cual es harto dudoso. La Introducción, tal y como queda señalado también en el prólogo de 1859, es una introducción a una obra de carácter más general sobre la crítica de la economía política (1975, II/2: p. 99; 1956, 13: 7). Ese manuscrito conocido hoy bajo el título de los Grundrisse no es en modo alguno una especie de ensayo preparatorio para la obra económica prevista. Al inicio incluye una confrontación con Darimon, el seguidor de Proudhon, cuyas concepciones acerca de una posible reforma monetaria llevaron a Marx a la pregunta fundamental de si la circulación de mercancías no hace necesario algún tipo de medio de intercambio. Si pudiera probarse una tal relación, la imposibilidad de esas reformas quedaría demostrada, ya que pretendían abolir el dinero manteniendo la producción privada de mercancías. El análisis de esta correlación dada entre el dinero y la circulación de mercancías se fue extendiendo rápidamente a planos teóricos cada vez más profundos, o más elementales, que poco o nada tendrían que ver ya con las aportaciones de Darimon. Le siguen reflexiones similares acerca de la relación de capital ( Kapitalverhältnis). El manuscrito titulado por los editores posteriores como Elementos fundamentales de la crítica de la economía política ( Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie) no tiene en ningún caso un verdadero comienzo, sino que se derivó de un conjunto de notas. No se trata, pues, de una «obra» que pueda ni deba ser «introducida».

Aun cuando Marx conciba su Introducción de agosto de 1857 como un comienzo de la elaboración de su gran obra, más bien concluye, en lo que a los contenidos respecta, todo un periodo de redacción preliminar y de elaboraciones previas. Marx ofrece ahí un resumen conceptual y metodológico de los estudios realizados hasta la fecha. Las reflexiones formuladas en la Introducción, como también el tantas veces citado «ascenso de lo abstracto a lo concreto», no son verdades irrefutables, sino tanteos, primeras tentativas de eso que, en la elaboración posterior, será una y otra vez transformado: el «primer cuaderno» de 1859 no comienza con la categoría más abstracta, el valor, sino con el análisis de la mercancía «la más simple de las concreciones económicas», según diría, años después, en las Glosas marginales a Wagner (1956, 19: p. 369). 3 Otras consideraciones de la Introducción, como por ejemplo el fragmento sobre la «producción en general» que está al comienzo de la misma, no volverán a aparecer en el transcurso de su redacción de los Grundrisse. En cambio, la idea de que la línea de la exposición de las categorías debe quedar determinada no tanto por el desarrollo histórico cuanto por su relación sistemática en el seno de la sociedad burguesa será desarrollada en los Grundrisse y aun después.

Allá por el verano de 1857, Marx no tenía más que una idea aproximada acerca del orden de su obra prevista sobre la crítica de la economía política. Lo único que tenía claro era que debía comenzar con el capital como la más fundamental de las relaciones de producción. Mientras que en el Manifiesto comunista partía aún de dos clases antagónicas, llegó durante sus estudios de la década de 1850 a la conclusión de que, debido a la importancia fundamental de la clase de los terratenientes, había que partir de las tres clases. Al término de la Introducción dice, por tanto, que «es la división interna de la sociedad burguesa sobre la que se basan las tres grandes clases sociales la que debe quedar reflejada». Se tratará después de la «síntesis de la sociedad burguesa en la forma del Estado», a continuación de la «relación internacional de la producción» y, finalmente, del «mercado mundial y las crisis» (1975, II/1: p. 43, 1956, 42: p. 42). Si bien se apunta aquí ya al consabido plan de los seis libros, Marx carece aún de una concepción detallada de las restantes subdivisiones. Sólo en el proceso de redacción llegarán éstas a tomar cuerpo y precisarse.

El capital (en cuatro libros)

Cuando se publicó el primer volumen de El capital, en 1867, Marx anunció el programa de su obra en cuatro libros:

Libro 1: El proceso de producción del capital. Libro 2: El proceso de circulación del capital. Libro 3: Formaciones del proceso global. Libro 4: Historia de la teoría.

Esta obra debía aparecer publicada en tres volúmenes: libro 1 en el volumen I, libros 2 y 3 en el volumen II y libro 4 en el volumen III (1975, II/5: p. 14; 1956, 23: p. 17). Después de que Engels publicase en 1885 el libro 2 como volumen 2 y en 1894 el libro 3 (bajo el título algo diferente de «Proceso global de la producción capitalista») como volumen 3, la diferencia entre libro y volumen se volvió superflua. Con todo, cabe señalar que cuando Marx habla de «volumen segundo» en su correspondencia de finales de la década de 1860 y principios de la de 1870, se refiere siempre tanto al libro 2 como al 3.

Marx, en el prólogo, denominó a El capital como «continuación» del «primer cuaderno» de 1859. Pero aquí ya no hay mención alguna al famoso plan de los seis libros que había anunciado en el prólogo del «primer cuaderno». No queda claro si en El capital se trataba exclusivamente del primer volumen de la obra prevista o si ahí se disolvía todo el plan anterior.

El primero en discutir el «problema del cambio de planes» fue Henryk Grossman (1929). Pero fue a partir de finales de la década de 1960 cuando dicho problema acaparó la atención, sobre todo tras la publicación del comentario a los Grundrisse de Roman Rosdolsky. Éste ponía énfasis no sólo en el plan original de los seis libros, sino también en el concepto desarrollado en los Grundrisse del «capital en general», con lo que se preguntaba hasta qué punto tendrían validez ambas cuestiones en el discurso de El capital ( Rosdolsky, 1968, pp. 24ss.). En la década de 1970 surgió un intenso debate en el ámbito de lengua alemana en el que, no obstante, sólo la limitada pregunta siguiente pasó a un primer plano, a saber: qué partes de los tres volúmenes de El capital contarían aun como exposición del «capital en general» y cuáles no. Puesto que no se profundizó lo suficiente en la definición del «capital en general», la pregunta de si acaso no se estaba sustituyendo al «capital en general» por otra estructura nueva no tuvo la menor relevancia. Y es así como llegamos a los esbozos para El capital escritos a partir de 1863. Pero quiero hacer antes un par de apuntes sobre los cambios de estructura, a fin de aclarar, en la medida de lo posible, por qué tenemos que vérnoslas, desde mediados de 1863, con un proyecto y una estructura distintos.

La estructura de El capital : capital individual y constitución del capital social global sobre distintos planos de abstracción

En el Manuscrito de 1861-1863, Marx se da de bruces con una serie de problemas conceptuales que requieren de una estructura nueva para la exposición. Marx no supera sus viejos planes con un gran salto adelante, sino que lo hace en varios pasos. Menciona su nueva obra por primera vez en la carta a Kugelmann del 28 de diciembre de 1862, o sea, mientras trabaja aún en el Manuscrito de 1861- 1863. Ahí le comunica a Kugelmann que no prevé ya continuación alguna del «primer cuaderno», sino que redactará, desde el principio por así decir, una obra independiente, El capital, el cual no obstante contendrá tan sólo el apartado relativo al «capital en general». El resto, con excepción del libro sobre el Estado, podrá ser realizado por otros (1975, III/12: p. 296; 1956, 30: p. 63). Marx parte aquí aún del plan de los seis libros y de su concepción del «capital en general»; pero ya ha reconocido, de algún modo, que su plan es demasiado ambicioso y que no podrá llevarlo a término. En lo sucesivo, no se quedará en esta simple reducción cuantitativa, se transformará también el método de la exposición.

El más notorio de los cambios es el que atañe a la historia de la economía política. En lugar de exponer por separado la historia de cada una de las categorías, Marx pretende, como comenta en el prólogo de 1867, presentar una historia contextualizada de la teoría (1975, II/5: p. 14; 1956, 23: p. 17). Debió de tomar la decisión antes de empezar con el Manuscrito de 1863-1865, ya que en éste no se halla aproximación alguna a las categorías.

Rosdolsky había dado ya buena cuenta de una segunda variación (Rosdolsky, 1968, pp. 37ss .). Con su estudio de la lucha por los límites de la jornada laboral, las consecuencias de la maquinaria sobre las condiciones de trabajo, la forma-salario como precio imaginario del trabajo, la «ley general de la acumulación capitalista» y sus implicaciones para la clase trabajadora, así como con su exposición de las rentas absoluta y diferencial, Marx se ha volcado en El capital sobre esas cuestiones tan centrales, pendientes ya desde la planificación de los libros previstos en un principio sobre el trabajo asalariado y la renta de la tierra. Se constata así que «las condiciones de vida económicas de las tres grandes clases» (1975, II/2: p. 99; 1956, 13: p. 7) son tan escuetas que no pueden ser expuestas por separado en tres libros sobre el capital, la propiedad del suelo y el trabajo asalariado. Desde el punto de vista de su extensión conceptual, El capital entra pues en escena en el lugar de los tres primeros libros del plan de los seis libros que acabamos de referir. 4 Más allá de El capital se hallan, por tanto, los tres últimos libros sobre el Estado, el comercio exterior y el mercado mundial.

La más importante variación de estructura consiste, no obstante, en su alternativa al «capital en general». A partir de 1863, este concepto no volverá a aparecer ni siquiera como parte de una clasificación más general, como tampoco va a ser mencionado de nuevo en manuscrito o en carta alguna. Por lo visto, Marx parece haberse dado cuenta de que el doble requisito que se marcó en el apartado del «capital en general» ―un contenido determinado (aquello que se manifiesta en la competencia) a un determinado nivel de abstracción (haciendo abstracción de la competencia)― no se puede cumplir. Sin embargo, y para la exposición del «capital en general», va a conservar la tripartición prevista en términos de proceso de producción, proceso de circulación y proceso global (antes capital y ganancia). No se trata ahí de la clasificación arbitraria de una gran cantidad de material, sino de diferentes planos o niveles de abstracción, cuyo sentido resulta del propio proceso de valorización del capital, y que, por tanto, tampoco está vinculado al concepto específico de «capital en general». En el plano del «proceso de producción» se investiga el proceso de producción «inmediato» del capital, y esto en un doble aspecto: por un lado, como producción capitalista, se produce no sólo la mercancía sino también el plusvalor; por otro lado, y como producción del capital mismo, lo hace a través de la transformación del plusvalor en capital. En el plano del «proceso de circulación» se analizan luego no sólo los actos de circulación que están implicados como exitosos, o como finalizados, en la investigación del proceso de producción inmediata; se trata, más bien, de señalar que el proceso de producción capitalista como un todo es la unidad de los procesos de la producción (inmediata) y de la circulación. En el nivel de este «proceso global» se da por supuesta esta unidad y se estudian las formas concretas que existen sobre la base de esa unidad, como la ganancia, la ganancia media, el interés y la renta del suelo.

El nuevo principio estructural que entra en juego en lugar de esa contraposición entre el «capital en general» y la «competencia de los muchos capitales» sólo es empleado por Marx de pasada en los manuscritos de El capital, pero el asunto queda algo más claro al realizar una lectura atenta de los mismos. En el Manuscrito de 1861-1863 resultaba ya evidente que era imposible abstraer totalmente de los capitales particular e individual. Y, sin embargo, el capital individual y el particular no pueden ser estudiados en el plano de la competencia empírica. En cada uno de los libros de El capital (en cada uno de los niveles de abstracción referidos) se considera, en principio, el capital individual (según la terminología marxiana), y sólo entonces se pasa a tratar la constitución del capital social global alcanzada en el correspondiente nivel de abstracción.

En el Manuscrito II del segundo libro de El capital (surgido en 1868-1870) 5 Marx escribe sobre el primer volumen, que por aquellas fechas había visto ya la luz, y a modo de resumen: «Con lo que tuvimos que vérnoslas fue el propio proceso de producción inmediato que se presenta, en cada momento, como proceso de un capital individual» (1975, II/11: p. 370; 1956, 24: p. 393). En el nivel del proceso de producción inmediato, Marx había estudiado la producción de plusvalor absoluto y relativo como proceso referido a un capital individual. A ese nivel de exposición los capitales individuales se distinguen sólo por su volumen y su composición de valor (la relación de capital constante y variable), por eso estas asociaciones sólo pueden ser hechas sobre el capital global. Esto aparece como una suma simplemente aritmética de los capitales individuales. Pero es justo en este nivel tan abstracto en el que se ve cómo funciona el movimiento del capital global. Y no digamos ya si se observan las consecuencias de su acumulación, con una composición de valor constante o en aumento, respecto del desempleo o la situación de la clase trabajadora.

En el segundo libro se presenta una estructura similar. El Manuscrito II señala, acerca de los dos primeros capítulos (en la edición de Engels del segundo volumen, los dos primeros apartados) donde se trata del ciclo y la rotación del capital, que «ahí sólo ha sido considerado un único capital individual, el movimiento de una parte independiente del capital social» (1975, II/11: p. 342; 1956, 24: p. 353). En el Manuscrito I (parte del Manuscrito de 1863-1865 para el libro 2) Marx sostenía en su estudio sobre el ciclo que todas las fases existen simultáneamente, es decir, que las distintas fases son acaparadas al mismo tiempo por capitales distintos: «Como todo, como unidad,;el capital, M.H.; se encuentra repartido simultáneamente en sus distintas fases, la una junto a la otra espacialmente... ( räumlich neben einander). Presumimos que existen procesos de reproducción paralelos de los diferentes capitales» (1975, II/4.1: p. 180 y p. 182). En el proceso de circulación, los distintos capitales individuales no se dan en una relación de mera coexistencia. El capital social global considerado en el tercer capítulo (según Engels, en el tercer apartado) del libro segundo, no es ya la simple suma aritmética de los capitales individuales como ocurría en el primer libro: «Pero los distintos ciclos de los capitales individuales se mezclan los unos a los otros, se presuponen y se condicionan mutuamente y conforman precisamente en este embrollo el movimiento del capital social global» (1975, II/11: p. 342; 1956, 24: pp. 353ss.). El capital global es contemplado aquí en su proceso de reproducción. Y en la medida en que requiere de una proporción determinada de materia y de valor, por su parte establece ciertas barreras al movimiento de los capitales individuales.

En un principio, y en el plano del «proceso global» analizado en el libro tercero, Marx expone la transformación del plusvalor en ganancia como un proceso del capital individual. En relación con lo cual se observa cómo los capitales productores de ganancia, en tanto que dan lugar a una tasa de ganancia general, constituyen el capital social global. El proceso que opera ahí no es ya el simple embrollo que decíamos de sus distintos ciclos, sino la «competencia»: y ésta, a su vez, no en el sentido de una competición, sino como el mecanismo específico de la socialización ( Vergesselschaftung, en cursiva en el original) del capital: «El capital asciende así, en esta forma, a la propia conciencia como poder social ( als gesellschaftliche Macht, en cursiva en original), en el cual cada capitalista participa pro rata of his share in total capital of the society», (1975, II/4.2: p. 269; 1956, 25: p. 205, en inglés en el original). O formulado de otro modo y en alusión a la relación entre el capital individual y el capital global: «Hemos visto que la ganancia promedio de los capitalistas individuales, del capital particular, está determinada no por el plustrabajo que explota, sino por la cantidad de plustrabajo social que el capital global explota, del cual el capital particular extrae sólo la parte proporcional correspondiente a los dividendos de este capital global», (1975, II/4.2: p. 661; 1956, 25: p. 620). Esta tasa general de la ganancia forma la condición previa fundamental para el examen de toda otra determinación económica formal como la de la ganancia comercial, el interés y la renta de la tierra.

La tesis formulada en los Grundrisse de que la competencia no produce las leyes del capital, sino que las ejecuta, tampoco es abandonada en la nueva concepción. Sólo que estas leyes no van a ser ya analizadas abstrayendo del conjunto de relaciones que tienen que ver con los muchos capitales. La fundamentación de estas leyes requiere de una exposición bastante más compleja que la concebida en los Grundrisse. Pero en El capital nos encontramos, asimismo, con que el aspecto de la competencia que se encarga de que las leyes del capital se impongan ha sido excluido. Es lo que expresa Marx al final del Manuscrito de 1863-1865, echando la vista atrás sobre el tema de la exposición:

En la exposición de la cosificación de las relaciones de producción y su independización respecto de los agentes de la producción mismos nosotros no nos centramos en la manera como los contextos del mercado mundial, sus coyunturas, el movimiento de los precios de mercado, los periodos del crédito, los ciclos de la industria y el comercio, las diferentes épocas de prosperidad, crisis, etc., prevalecen sobre ellos, ni en cómo se muestran ante ellos en tanto que leyes naturales y ciega necesidad exentas de toda voluntad, ni en cómo se hacen valer frente a ellos. Y ello por la sencilla razón de que el verdadero movimiento de la competencia, etc., cae fuera de nuestro plan y nosotros tenemos que exponer únicamente la organización interna del modo de producción capitalista, por decirlo así, en su promedio ideal. (1975, II/4.2: p. 853; 1956, 25: p. 839)

Quedan pues excluidos de la exposición el «verdadero movimiento» de la competencia, sus formas de manifestación empíricas, la figura que adopta en el mercado mundial, etc. Sin embargo, esta competencia excluida de la exposición no abarca todo aquello que tiene que ver con el movimiento de los muchos capitales. La competencia como mecanismo general de la socialización del capital pertenece ante todo a ese «promedio ideal» del modo de producción capitalista que Marx se propone exponer.

Primer borrador de El capital : fase de formación (1863-1865)

Después de que Marx acabara, en el verano de 1863, el Manuscrito de 1861-1863, empezó, hacia mediados de ese mismo año, con un nuevo manuscrito económico. Este Manuscrito de 1863-1865 ha sido designado por el MEGA como «tercer borrador» de El capital (tras los Grundrisse y el Manuscrito de 1861-1863). Pero si tenemos que partir de dos proyectos diferentes, a saber, de la «crítica de la economía política» en 6 libros y El capital, entonces el Manuscrito de 1863-1865 publicado en el MEGA II/4.1 y 4.2 puede ser considerado el primer borrador de El capital, que comenzó a surgir a partir de 1863. Sin embargo, se trata tan sólo de los tres primeros libros. Ni entre 1863-1865 ni más tarde escribió Marx ensayo alguno del cuarto libro. Que las Teorías sobre la plusvalía no pueden contar como tal ensayo debería quedar claro por tres razones. En primer lugar, porque se trata de la historia, repleta de excursos, de una única categoría, no de una historia de las consecuencias de todas las teorías. Segundo, porque el material de los posteriores estudios de Marx, en especial del renovado estudio de los fundamentos presente en los cuadernos A-H del año 1863, no es tenido ahí en cuenta. Y tercero, porque la historia de las teorías debería basarse en un estudio pormenorizado de las conexiones de la producción y la reproducción capitalistas. Los primeros estudios importantes al respecto fueron realizados con la redacción de las Teorías sobre la plusvalía, tal y como lo prueban las confrontaciones de Marx con el «dogma smithiano» ( PEM, 1975).

En lo que a los contenidos respecta, Marx hizo grandes progresos en el Manuscrito de 1863-1865. Toda una serie de puntos fue aquí expuesta de manera sistemática por vez primera. Sin embargo, con los manuscritos de los libros 2 y 3, Marx estaba aún lejos de ese grado de elaboración que habría podido servir como precursor directo de la revisión para imprenta. De ahí que pueda hablarse de la fase de formación de El capital.

La cosa pinta probablemente bien distinta si nos referimos al ensayo para el libro 1. De éste se ha conservado tan sólo el capítulo final, los «resultados del proceso de producción inmediato» (1975, II/4.1), con lo que no podemos contrastar directamente el grado de elaboración. Pero puesto que Marx hizo llegar su propuesta definitiva del primer volumen de El capital entre enero de 1866 y abril de 1867, puesto que estuvo enfermo durante todo este tiempo y la primera parte sobre la mercancía y el dinero debía ser redactada de nuevo (en la elaboración del Manuscrito de 1863-1865 todavía planeaba ofrecer sólo un breve resumen del «primer cuaderno»), podemos decir que recuperó directamente buena parte de ese ensayo perdido del libro 1.

En el manuscrito para el libro 2 (del Manuscrito I) encontramos por primera vez una exposición contextualizada del proceso de circulación capitalista. Aquí es donde se produce la primera división del capital social global en tres partes: ciclo, rotación y reproducción. Con motivo de la exposición, Marx tendría que lidiar, no obstante, con serios problemas, de modo que Engels no pudo emplear este manuscrito para su edición del segundo volumen.

En el manuscrito para el libro 3 (el así llamado Manuscrito principal, el cual sirvió de base a Engels para su edición del tercer volumen), Marx analizó al detalle no sólo la ganancia y la ganancia media, sino también el capital productor de interés, incluida una exposición general del crédito y del capital por acciones. Marx subraya aquí, entre otras cosas, la ambivalencia fundamental del sistema de crédito: sus efectos positivos sobre la acumulación, la elevada elasticidad y flexibilidad, no pueden darse sin una tendencia a la «sobreespeculación» y a las crisis financieras (1975, II/4.2: pp. 501ss.; 1956, 25: p. 451). 6 La pretendida exposición sobre la perspectiva general del sistema de crédito se trueca rápidamente en un renovado proceso de investigación. Qué corresponde a tal perspectiva, cómo se pueden separar unos contenidos de los otros, no está nada claro. 7

Con la teoría de las crisis ocurre tres cuartos de lo mismo. En el Manuscrito de 1863-1865 se encuentra una sucesión de teorías de las crisis distintas, donde los argumentos para una teoría del subconsumo gozan aún de una considerable relevancia. 8 La «ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia» también es tratada de una manera más exhaustiva y sistemática que antes. Y en conexión con ello se encuentran algunas de las más extensas reflexiones sobre las crisis de todo el manuscrito. Lo que en el manuscrito de Marx no eran sino comentarios esporádicos, Engels lo condensa, lo altera y extrae de ahí el capítulo 15. El título del capítulo «despliegue de las contradicciones internas de la ley» sugiere una estrecha correspondencia entre la «ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia» y la teoría de las crisis. Pero este título (al igual que el subtítulo del capítulo 15) no se debe a Marx sino a Engels, y si la teoría de las crisis debía o no estar ubicada en este lugar no está claro en absoluto. Si uno analiza los comentarios de Marx en detalle, entonces queda claro que sólo una parte de sus reflexiones atañe a la ley de la tasa de ganancia. Otras consideraciones fundamentales sobre la teoría de las crisis vienen ahí añadidas, aun siendo del todo independientes respecto de esta ley ( Heinrich, 2014: pp. 357ss .).

El manuscrito del tercer libro termina con el comienzo de un subcapítulo sobre las clases. El discurso se había hecho ya cargo de las clases anteriormente: la existencia, por un lado, de una clase que dispone de medios de producción y, por el otro, de otra que está excluida de esa propiedad, responde a una de las precondiciones objetivas de la relación de capital. Pero es evidente que Marx considera que el tratamiento sistemático de las clases y de la lucha de clases sólo puede estar presente al final de la exposición sobre el modo de producción capitalista «en su promedio ideal» (1975, II/4.2: p. 853; 1956, 25: p. 839). Aquí se constata una clara diferencia respecto de su concepción de las clases en la década de 1840. Entonces partía de las clases y su lucha como de entidades dadas, como lo muestra el conocido pasaje inicial de la primera parte del Manifiesto Comunista: «Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de lucha de clases», (1956, 4: p. 462). Ahora el análisis de las clases no es sino un resultado ―rico en precondiciones y supuestos― de la investigación del modo de producción capitalista.

Después del Manuscrito de 1863-1865 no hay más esbozos completos para los tres primeros libros de El capital. Pero se pueden distinguir claramente dos fases de trabajo diferentes en las que surgen dos borradores parciales para El capital. La primera fase va desde 1866 hasta 1870, la segunda de 1871 hasta 1881.

Segundo borrador de El capital : primera fase de realización (1866-1870)

Marx quería que se publicara la «crítica de la economía política» original en cuadernos individuales, mientras que con El capital ocurre lo contrario: el 31 de julio de 1865 Marx escribía a Engels que no podría publicar una parte de la obra mientras no tuviera todo acabado (1975, III/13: p. 510; 1956, 31: p. 132). Sin embargo, terminó cediendo a la presión de Engels y Wilhelm Liebknecht, que no se cansaron de preguntar por los progresos de su trabajo. En enero de 1866, Marx comenzó con la redacción definitiva del primer volumen, que en principio debía contener los libros 1 y 2 y que, poco después, sólo pudo albergar el primero; tras la fase de formación empezó pues una primera fase de realización. El hecho de que Marx cediese en favor de una publicación parcial de su obra se debe a que creía tener ya preparado lo esencial de la misma en el Manuscrito de 1863-1865, de tal manera que el resto de los volúmenes pronto seguiría al primero. Escribió a Engels el 7 de mayo de 1867 diciéndole que era intención del editor tener el manuscrito del segundo volumen (libros 2 y 3), a más tardar, antes de finales del otoño, a lo que añadía: «En invierno debe estar terminado el tercer volumen ;libro 4, M.H.;, de modo que a principios del año que viene esté ya todo el opus listo» (1956, 31: p. 296). 9

En la elaboración del primer libro para imprenta, el mayor de los problemas bien podría haber sido la nueva concepción de la exposición sobre la mercancía y el dinero. Marx no se limita, como había planteado en un principio, a un breve resumen del material presente ya en el «primer cuaderno» de 1859. Su concepción es del todo novedosa. El análisis de la forma-valor queda aquí por primera vez claramente escindido de la investigación en torno al proceso de intercambio, de tal manera que el análisis de las determinaciones económicas de la mercancía se separa del análisis de la acción de los propietarios de mercancías y la exposición del fetichismo de la mercancía adquiere una importancia netamente superior. Durante la corrección de las galeradas, Marx se decidiría, no obstante, por una segunda concepción, algo más divulgativa, del análisis de la forma-valor en un apéndice, ya que tanto Engels como Kugelmann, quienes habían leído ya las pruebas por aquel entonces, eran de la misma opinión, a saber, que la exposición era demasiado difícil de entender.

Los «resultados del proceso inmediato de producción» del Manuscrito de 1863- 1865 previstos como conclusión al libro 1 Marx los deja de lado; el porqué, no queda claro. La suposición de que Marx los dejase caer porque el libro 2 no iba a ser publicado de inmediato tras el primero, y de que el tránsito producido con los «resultados» no era por tanto necesario, no puede convencernos realmente: por un lado, porque el libro 2 debía salir rápidamente y porque así la omisión del tránsito se habría hecho notar; por el otro, porque los «resultados» contienen mucho más material que el susodicho tránsito del libro 1 al 2. Antes bien, lo plausible es, a mi juicio, que Marx no incorporase los «resultados» en el primer volumen debido a la presión temporal (a principios de 1867 el editor esperaba ya el envío del manuscrito): Marx tendría que haber reescrito no sólo los «resultados», sino también el punto 1 del capítulo quinto (en la segunda edición alemana el capítulo 14, en la traducción inglesa el 16) en los que se ocupaba de la subsunción formal y real del trabajo, lo cual era un tema importante ya en los «resultados».

Poco después de la corrección de las galeradas del primer volumen, Marx se centró en la elaboración del libro 2. Con ello vio la luz, probablemente a partir de principios de 1868 y hasta mediados de 1870, un texto completamente nuevo: el Manuscrito II para el libro 2 (en el MEGA II/11), que no sólo es mucho más extenso que el Manuscrito I de 1864-1865 (en el MEGA el Manuscrito II abarca unas 500 páginas frente a las 240 aproximadamente del Manuscrito I), sino también, en muchas ocasiones, notablemente más convincente. 10

Durante su trabajo en el Manuscrito II, Marx comenzó con el Manuscrito IV para el libro 2, en el cual toma, en parte, el escrito original del Manuscrito II, y en parte esboza también una serie de nuevas ideas. Además, redacta otros manuscritos para el libro 3 que tratan de la relación entre la tasa de plusvalor y la de ganancia, así como la propia tasa de ganancia, el precio de costo y la rotación del capital. Aquí se constatan los problemas de delimitación de los contenidos entre los libros 2 y 3. Se encuentran también redacciones diferentes para el comienzo del libro 3 (para los detalles de este manuscrito: Vollgraf, 2011). En el MEGA II/4.3 están contenidos el Manuscrito IV para el libro 2 y otros pequeños manuscritos para el 3. 11

Al término del manuscrito para la primera edición del primer volumen, Marx se dedicó de modo intensivo a la redacción definitiva de los libros 2 y 3. En 1869 y 1870, la pronta finalización del libro 2 no era una meta tan poco realista. Como tampoco lo era la relativa al libro 3. Aquí no había sólo una serie de problemas no resueltos: ya desde 1868 la correspondencia deja entrever también una prolongación del material a exponer en el libro 3.

Esta prolongación atañe, por un lado, a la exposición de la renta del suelo: Marx se ocupó de la concepción de la renta de Henry Carey, quien a diferencia de Ricardo partía de una productividad del suelo creciente ( Vollgraf, 2011, p. 110 ); estudió la literatura sobre química agrícola y le interesaron especialmente los conflictos sociales en la agricultura entre «farmer und landlord» acerca del pago de las rentas. Según escribió a Engels el 10 de octubre de 1868 (1956, 32: pp. 180ss.), deberían ocupar el lugar de «los conflicting dogmas las contradicciones reales y los conflicting facts» que componen su trasfondo.

La otra prolongación se refería a la exposición del tema del crédito. Puede que el estímulo para ello fuese la crisis de 1866, sobre la cual Marx afirmara, en una breve nota del primer volumen, que tuvo un «carácter predominantemente financiero». Su desencadenamiento, en mayo de 1866, estuvo señalado por la bancarrota de un gigantesco banco londinense, a la seguida inmediatamente por la ruina de innumerables sociedades dedicadas a los tejemanejes en el campo de las finanzas. Uno de los grandes ramos industriales londinenses castigados por la catástrofe fue el de la construcción de barcos de hierro. Durante el período de las transacciones fraudulentas, los magnates de este ramo no sólo se habían lanzado a una sobreproducción desmedida, sino que además habían firmado enormes contratos de suministro, especulando con que las fuentes crediticias seguirían manando con la misma abundancia que antes. Actualmente se ha operado una reacción aterradora que aun en la hora actual ―fines de marzo de 1867― afecta a otras industrias londinenses». (1975, II/5: p. 540; 1956, 23: p. 697). Esta estrecha conexión entre el crédito y la crisis no se encuentra todavía en el Manuscrito de 1863-1865. Ahí, el crédito debía componer únicamente un punto subordinado dentro del capítulo sobre el capital productor de interés. En una carta a Engels del 30 de abril de 1868, en la que Marx comenta la estructura del libro 3, vemos el tratamiento de la cuestión del sistema crediticio pero ya al mismo nivel, o en un grado de importancia similar, respecto del capital productor de interés (1956, 32: p. 74). El 14 de noviembre de 1868, Marx llegó a decir que emplearía «el chapter sobre el crédito para la actual denunciation del fraude y del commercial moral» (1956, 32: p. 204, en inglés en el original). Esto, que bien puede sonar a una tibia ilusión, requiere, no obstante, de un desarrollo teórico más extenso. Marx parece haberse puesto ya entonces manos a la obra: entre 1868 y 1869 aparecen largos comentarios sobre el crédito, el mercado de divisas y las crisis (serán publicados en el MEGA IV/19). 12

Lo que denomino aquí «segundo borrador» de El capital abarca la versión impresa del primer volumen de 1867, los Manuscritos II y IV del libro 2 y algunos manuscritos menores para el comienzo del libro 3 que fueron escritos entre 1868-1871. Dos acontecimientos impidieron que Marx pudiera seguir trabajando en este segundo ensayo para El capital. Por un lado, en 1870 tiene lugar la guerra franco-alemana y, tras la derrota francesa en 1871, llegamos a la Comuna de París. Marx, que había dedicado mucho tiempo anteriormente a su labor en el Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), estaba ahora obligado a emplear grandes dosis de energía en el análisis y el comentario de estos sucesos. Redactó La guerra civil en Francia, un libro que, en la Europa de aquel entonces, lo hizo más conocido que el primer volumen de El capital. Por otro lado, Marx recibió a mediados de 1871 del editor de El capital la nota de que su primer volumen pronto estaría agotado. En lugar de seguir trabajando en los libros 2 y 3, Marx tuvo que preocuparse así de la revisión del primer volumen para la segunda edición.

Tercer borrador de El capital : segunda fase de realización y comienzo de una nueva fase de formación (1871-1881)

En esta última fase se dieron grandes avances epistemológicos en las temáticas relativas a los tres volúmenes de El capital. No obstante, Marx no se va a acercar a una versión definitiva debido, precisamente y entre otras razones, a estos avances.

Al comienzo de esta fase, Marx se ocupó del primer volumen de El capital. Para la segunda edición alemana, aparecida en 1872-1873, dejó de lado la doble exposición del análisis de la forma-valor. Sobre la base del apéndice a la primera edición, Marx elaboró una nueva versión. De ahí salió un extenso manuscrito que contenía importantes reflexiones en torno a la mercancía y el valor, ausentes tanto en la primera como en la segunda edición alemanas. 13 Llevó a cabo también una detallada subdivisión de todo el volumen. De los seis capítulos de la primera edición resultaron luego siete apartados que contienen numerosos capítulos y subcapítulos, lo que facilita considerablemente la lectura. 14

De 1872 a 1875 apareció (al principio en entregas separadas) una traducción francesa del primer volumen de Joseph Roy, que fue corregida por el propio Marx. Entonces reelaboró el texto alemán en numerosas partes, y fue en especial en el apartado sobre la acumulación donde introdujo una serie de añadidos importantes respecto de la segunda edición alemana. Aquí distingue por primera vez entre concentración y centralización del capital, y subraya el papel del crédito en la acumulación. También siguió haciendo más y más subdivisiones.

A la pregunta de Danielson de si el segundo volumen (o sea los libros 2 y 3) estaban ya listos, Marx respondió el 13 de junio de 1871 que ése no era el caso: «Considero necesaria una reelaboración completa del manuscrito» (1956, 33: p. 231). Con el Manuscrito II había emprendido ya una tal reelaboración para el libro 2, y por lo visto consideraba necesaria una reelaboración similar también para el libro 3, lo que sugieren también las cartas citadas en el último apartado sobre la revisión de la exposición del crédito. Pero, después del Manuscrito de 1863-1865 contenido en el Manuscrito principal, Marx no llegó a redactar un ensayo completo para el libro 3. Además, estuvo ocupándose, una y otra vez, de la relación cuantitativa entre la tasa de ganancia y la tasa de plusvalor. Una serie de manuscritos menores sobre el tema aparecieron tanto en el marco de aquello que he denominado «segundo ensayo» de El capital (1866-1870) (en el MEGA II/4.3) como en el de comienzos de la década de 1870, en el marco del «tercer ensayo». En 1875 redactó, finalmente, un largo manuscrito que fue publicado por primera vez en el MEGA II/14 bajo el título de «Tasa de plusvalor y tasa de ganancia tratadas matemáticamente». Marx intenta aquí concebir de forma sistemática, bajo condiciones marginales diversas y con una pluralidad de ejemplos nada desdeñable, las diferentes posibilidades de la relación cuantitativa entre la tasa de plusvalor y la de ganancia.

Desde finales de 1876 en adelante vuelven a aparecer de nuevo diversos manuscritos para el libro 2. Poco antes de lo cual Marx había proporcionado a Engels una aportación a su Anti-Dühring en la cual se confrontaba críticamente con la Historia crítica de la economía nacional de Dühring y en especial con el Tableau économique de Quesnay, o sea con temas del segundo libro. 15 Los Manuscritos V, VI y VII redactados a finales de 1876 son intentos de una reelaboración nueva del comienzo del libro 2, donde Marx consigue avances significativos respecto del Manuscrito II en la exposición del ciclo del capital. En el Manuscrito VIII, que escribió, en parte, paralelamente a estos manuscritos, en parte después, se centra en el tercer capítulo (en la edición de Engels, el tercer apartado) del libro 2. Tal y como han subrayado, correctamente, los editores del MEGA, Marx logra la superación definitiva de la «perspectiva del velo del dinero» (« Geldschleier-Perspektive», en 1975, II/11: pp. 881ss.), esto es, de esa visión de que las magnitudes de dinero no son sino una forma de velo frente al resto de las magnitudes de cantidad. Una visión que, si bien no está presente en el tratamiento del valor al comienzo del primer volumen de El capital, sin embargo, se encuentra de facto tras sus intentos de comprender el proceso de reproducción, primero de manera cuantitativa e independientemente de la circulación de dinero, y más tarde en conexión con la misma. Duplicación que será superada en el Manuscrito VIII.

Si uno contempla el contenido de los manuscritos de esta fase con mayor atención y tiene en cuenta también la correspondencia de Marx de la década de 1870, así como los temas de las notas de esta época, se encontrarán razones de sobra para suponer que Marx se proponía realizar una variación de buena parte de El capital, sobre todo del libro 3. Comenzaba una nueva fase de formación para El capital. El siguiente apartado trata de ello.

Variaciones y nuevos enfoques en la década de 1870. Valor y forma-valor en las diferentes versiones del primer volumen

El primer volumen de El capital fue el único volumen que Marx mismo pudo publicar. En vida suya apareció en tres variantes, a saber, las dos primeras, ambas en la edición alemana, y la traducción francesa corregida y retocada por Marx. En el «Avis au lecteur» de 1875, Marx se expresó en términos muy halagüeños sobre esta última: «elle possède une valeur scientifique indépendante de l’original et doit être consultée même par les lecteurs familiers avec la langue allemande». (1975, II/7: p. 690). Para la tercera edición alemana, Marx quería extraer algunas variantes de esta traducción. Engels trató de respetar esta intención en la tercera edición alemana que publicara él mismo en 1883. No obstante, aunque tuvo allí en cuenta varias de las variaciones de la traducción francesa, no incorporó todas. En 1890 publicó una cuarta edición en la que echó mano de otras tantas variaciones de la traducción francesa, pero, de nuevo, no de todas. 16 Esta cuarta edición es hoy la versión más extendida del primer volumen de El capital: en ella se basan no sólo el volumen 23 del MEW, sino también de la mayoría de las traducciones. Además, este texto no corresponde a ninguna de las ediciones autorizadas por Marx.

Dado que la edición francesa es la última revisada por Marx y, además, él mismo ha subrayado su carácter científico, algunos intérpretes la dieron por buena, convencidos de que se trataría de la mejor posible. Pero la correspondencia de Marx contradice esta opinión. Cuando se trataba de escoger un texto para la traducción rusa, lo cierto es que Marx pidió «que el traductor cotejase cuidadosamente la segunda edición alemana con la francesa, ya que contiene las últimas, y muy importantes, variaciones y añadidos», pero añadía, a su vez: «aunque yo he estado, sin embargo, a menudo obligado -especialmente en el primer capítulo- a ‘aplatir’ ;simplificar, M.H.; la exposición en la versión francesa» (Marx a Danielson, 15 de noviembre de 1878, 1956, 34: p. 358). En la siguiente carta del 28 de noviembre de 1878, Marx escribía: «Los dos primeros apartados (‘Mercancía y dinero’ y ‘La transformación del dinero en capital’) deben ser traducidos exclusivamente según el texto alemán». (1956, 34: p. 362). De hecho, en los dos primeros apartados Marx resolvió muchos problemas de traducción simplemente comprimiendo a la fuerza o dejando fuera partes de enunciados particulares e incluso frases enteras.

En lo que respecta a la teoría del valor, la edición francesa no es la mejor variante, aunque las dos ediciones alemanas tampoco pueden ostentar ese título. Una de las partes centrales de la teoría del valor, el análisis de la forma-valor, existe, en total, en tres versiones distintas: una en el primer capítulo de la primera edición, otra en el apéndice de la misma y una última en la segunda edición alemana, que en buena medida (no toda) parte del apéndice de la primera edición. Acerca del primer capítulo sobre la exposición del análisis de la forma-valor, Marx escribía, en el prólogo al primer volumen de El capital: «Es de difícil comprensión, porque la dialéctica es aquí más acusada que en la primera exposición ;se refiere a la Crítica de la economía política. Primer cuaderno de 1859, M.H.;», (1956, II/5: pp. 11ss.). Marx antepuso este prólogo también a la segunda edición, pero tachó la frase citada. El caso es que la nueva concepción del análisis de la forma-valor del apéndice y la segunda edición da lugar, en varios puntos, a una problemática simplificación en comparación con la exposición de la primera edición. Así es como, por ejemplo, se sustituyó la paradójica cuarta forma-valor (cada mercancía es equivalente general) por la forma-dinero. La forma-dinero ya no va a poder ser justificada en términos de análisis formal, sino tan sólo en términos de acción colectiva, lo que sugiere también el propio Marx mediante su alusión al «uso» o la «costumbre social» (« gesellschaftliche Gewohnheit», en 1975, II/6: p. 101; 1956, 23: p. 84), con lo que la estricta diferenciación entre el plano analítico-formal del primer capítulo y el relativo a la teoría de la acción del segundo se pierde. Por si fuera poco, hay otros puntos que están tratados con más exactitud en el apéndice de la primera edición y, por extensión, también en la segunda que en el primer capítulo de la primera. De entre las tres versiones que existen del análisis de la forma-valor, no hay ninguna que pueda ser considerada, de modo unívoco al menos, la mejor. El análisis de la forma-valor es, sin embargo, una de las piezas fundamentales de la teoría del valor de Marx, y es por ello que se diferencia sustancialmente tanto de la teoría del valor de la economía política clásica como de los enfoques en torno a las teorías del valor y del dinero propios de la neoclásica. Una discusión científica del análisis de la forma-valor de Marx debe pues incorporar las tres versiones.

En la revisión del apartado sobre la mercancía y el dinero para la segunda edición surgió un manuscrito, «Añadidos y variaciones», que fue publicado por primera vez en el MEGA II/6. Este manuscrito no sólo muestra cuán meticuloso era Marx con muchas de sus formulaciones, 17 sino que también contiene un pequeño comentario, de apenas tres páginas, acerca de su propia exposición. Marx señala ahí su determinación del valor del apéndice del capítulo primero de la primera edición y concluye:

La chaqueta y la tela fueron así, en tanto que valores, y cada cual para sí, reducidas a objetivación de trabajo humano en general. Pero en esta reducción se olvidaba que ninguna de ellas es, para sí, tal objetividad de valor, sino que tan sólo pueden serlo en la medida en que la objetividad les es común a ambas. Fuera de su relación recíproca, en la que se equiparan, ni la chaqueta ni la tela poseen objetividad de valor u objetividad como meras cristalizaciones de trabajo humano en general. (1975, II/6: p. 30)

Y más preciso aún es en la siguiente página:

Un producto del trabajo, considerado aisladamente de lo demás, no es, pues, valor, como tampoco es mercancía. Se vuelve valor únicamente en su unidad con otro producto del trabajo, o en la relación en la que diferentes productos del trabajo, como cristales de la misma unidad, del trabajo humano, son equiparados los unos a los otros». (1975, II/6: p. 31)

Marx se posiciona aquí frente a uno de esos problemas tan a menudo discutidos en el siglo XX, a saber, si el valor es resultado directo del gasto de trabajo en la producción o si el valor se logra como resultado de la producción y de la circulación. La unidad de sendos productos del trabajo mencionada en la cita, la equiparación, tiene lugar, en cualquier caso, en el intercambio. Si el producto no es intercambiado, no es, según Marx, mercancía, como tampoco contiene objetividad de valor. Marx enfatiza luego esto mismo también en la segunda edición, en la que introduce lo siguiente: «Sólo dentro del intercambio adquieren los productos del trabajo una objetividad de valor socialmente equivalente, separada de su objetividad de uso sensorialmente distinta», (1975, II/6: p. 194; 1956, 23: p. 87). En la producción, «el carácter de valor de las cosas» sólo se toma «en consideración» (« in Betracht», ibíd.), esto es, los productores calculan el valor, pero éste no existe aún en la producción. Al comienzo del capítulo, Marx había convertido ya la caracterización del trabajo (abstracto) como «substancia social común» (« gemeinsame gesellschaftliche Substanz», 1975, II/5: p. 19) en «substancia social comunitaria» (« gemeinschaftliche gesellschaftliche Substanz», 1975, II/6: p. 72; 1956 23: p. 52), lo que viene a decir, de un modo si cabe más expresivo, que las mercancías no pueden tener esta substancia cada cual para sí, sino tan sólo en «comunidad» con las demás mercancías.

Una comprensión adecuada de la teoría del valor de Marx precisa, por tanto, no sólo de la primera y la segunda edición alemanas del primer volumen, sino también de este manuscrito revisado. 18

¿Abandona Marx la «Ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia»?

Marx, desde los Grundrisse, consideró la «ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia» como una de las leyes más importantes de la economía política, puesto que daba cuenta de las tendencias de desarrollo a largo plazo del capitalismo. La economía burguesa no ponía en duda que se diera una caída a largo plazo en la tasa de ganancia, pero se discutía sobre los motivos de dicha caída. Marx afirmaba haber encontrado la razón: la forma específicamente capitalista del incremento de las fuerzas productivas, la cual va acompañada de una composición de capital siempre en aumento (la relación de capital constante y variable). Pero puesto que el incremento de las fuerzas productivas conduce no sólo a una composición de capital en aumento, sino también a una tasa de ganancia cada vez mayor, no estaba en absoluto claro que la tasa de ganancia fuese a caer. En el Manuscrito principal para el tercer libro de 1864-1865, Marx hizo varias tentativas tratando de justificar esta ley. Si tuvieron o no éxito tales intentos es una cuestión que ha sido debatida, con conclusiones muy diversas, a lo largo de todo el siglo XX. 19

Después de 1865, Marx no vuelve a confrontarse de manera explícita en ningún manuscrito con la famosa ley. La menciona por última vez en una carta a Engels del 30 de abril de 1868, en la que esboza el plan del tercer libro (1956, 32: pp. 73ss.). El hecho de que Marx no mencione en absoluto esta «ley» en la década de 1870, aunque en sus cartas se tratase en más de una ocasión de las crisis y las tendencias del desarrollo de capitalismo, podría ser una primera señal de que ya no se aferraba más a esta ley.

En cualquier caso, la relación cuantitativa entre las tasas de plusvalor y ganancia ―relación que está en el centro del debate sobre la ley de la caída tendencial― siguió ocupando a Marx tras la conclusión del primer volumen de El capital. Desde 1868 elaboró varios manuscritos pequeños sobre el tema (véase MEGA II/4.3) hasta que, finalmente, en 1875, redactó el mencionado manuscrito, algo más extenso, «Tasa de plusvalor y tasa de ganancia tratadas matemáticamente», (en MEGA II/14). En este manuscrito Marx se esforzó por encontrar «las leyes que determinan el aumento o la reducción o la constancia de la tasa de ganancia, en una palabra, la ley de su movimiento» (1975, II/14: pp. 128ss.). Marx parte ahí de la fórmula de la tasa de ganancia y recorre en términos de cómputo matemático las diversas posibilidades de la transformación. Ahí queda meridianamente claro que, en principio, pueden tener lugar toda clase de movimientos. En cantidad de ocasiones, Marx contempla también la posibilidad de un incremento de la tasa de ganancia, aunque la composición de valor del capital aumente.

Aunque no haya más mención explícita a la «ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia» por parte de Marx, existe, con todo, un claro indicio de que Marx no se aferró por mucho tiempo a esta ley. En una nota en su ejemplar personal de la segunda edición del primer volumen de El capital, Marx se despide de facto de esta ley:

Aquí para anotar más adelante: si la ampliación sólo es cuantitativa, con un mayor y menor capital del mismo negocio, las masas de ganancia se comportan como los volúmenes de los capitales invertidos. Si la ampliación cuantitativa pasa a ser cualitativa, la tasa de ganancia para un capital mayor aumenta». (1975, II/8: p. 906, cursiva de Marx)

Como se desprende del contexto, con el efecto «cualitativo» de la ampliación cuantitativa se está aludiendo a una composición de valor creciente del capital. En consecuencia, Marx parte aquí de una tasa de ganancia creciente junto con una composición de valor también creciente (lo contrario de la ley de la caída tendencial de la tasa de beneficio). Engels incorpora este comentario como nota al pie de página en las ediciones tercera y cuarta del primer volumen, donde, no obstante, ha pasado en buena parte desapercibida (el texto de Engels sin cursivas en 1975, II/8: p. 591; 1956, 23: p. 657). Únicamente Groll y Orzech (1987) supusieron, debido a este comentario, que Marx habría dudado de su ley de la tasa de ganancia. Tras la publicación de los manuscritos sobre las tasas de plusvalor y de ganancia en el MEGA, tal suposición se ha vuelto más que plausible.

Teoría y empiria de la crisis en la década de 1870

Si uno empieza a indagar en la teoría de la crisis de Marx, lo más corriente es recurrir a pasajes pertenecientes al tercer volumen de El capital y a las Teorías sobre la plusvalía, es decir, a textos que fueron redactados entre 1861 y 1865. Pero Marx dedicó también los siguientes 15 años a investigar las crisis contemporáneas en diferentes notas y cartas, yendo bastante más allá de todo cuanto había formulado en la primera mitad de la década de 1860.

Ya la crisis antes mencionada de 1866 dio pie a un profundo estudio por su parte de la relación entre el crédito y la crisis. Si los procesos de crisis se encuentran en tan estrecha relación con el crédito, la crisis no debería entonces ser tratada, al menos no exclusivamente, antes de la teoría del crédito, esbozada por Engels en su edición del tercer volumen.

Una carta a Engels del 31 de mayo de 1873 pone de manifiesto que Marx todavía no estaba seguro en muchos puntos de su teoría de la crisis. Allí se preguntaba si era posible «determinar matemáticamente las leyes de la crisis», (1956, 33: p. 82). Una posibilidad tal supone que los procesos de crisis se suceden con una enorme regularidad. Al preguntarse sobre la determinación matemática, Marx evidencia que todavía no las tiene todas consigo en lo que a la dimensión de esa regularidad respecta.

Marx dio un importante paso adelante para su teoría de la crisis a finales de la década de 1870, en el Manuscrito VIII para el libro 2 de El capital. En el Manuscrito de 1864-1865 para el libro 3, la teoría del subconsumo era sólo uno de tantos enfoques que Marx ponía de relieve, mientras que designaba la «pobreza de las masas» por un lado y el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas por el otro como la «razón última de toda verdadera crisis», (1975, II/4.2: p. 540; 1956, 25: p. 501). En el manuscrito de finales de los 70 que acabamos de mencionar, se rechaza de plano toda variante posible de la teoría del subconsumo. Es más, ahí se argumenta que es «pura tautología» el decir «que las crisis (resultan de) la escasez de un consumo solvente» y añade:

Pero si se le quiere dar a la tautología la apariencia de una justificación más profunda con que la clase trabajadora recibe una parte demasiado reducida de su propio producto y con que, por consiguiente, el mal es remediado en cuanto percibe una porción mayor, y por tanto su salario aumenta, es preciso señalar que las crisis son en todo caso preparadas por un periodo en el cual el salario, en general, aumenta y la clase trabajadora obtiene, en realidad, una porción mayor de la parte de la ganancia anual determinada por el consumo. (1975, II/11: p. 742; 1956, 21: p. 409)

La última palabra (cronológicamente hablando) de Marx sobre la teoría de la crisis la encontramos pues no en el manuscrito del libro 3 sino en el manuscrito, algo más tardío, para el libro 2.

Sea como fuere, Marx confiesa en una carta a Danielson, en torno al curso de su trabajo para El capital, que en modo alguno podría publicar «el segundo volumen» (libros 2 y 3):

antes de que la presente crisis en Inglaterra alcance su punto álgido. Los fenómenos son esta vez muy particulares, se diferencian en muchos aspectos de los anteriores... Por lo tanto, debe observarse el curso actual de los acontecimientos hasta que la cosa esté algo más madura, y es entonces cuando puede uno «consumirla productivamente», es decir, «de manera teórica». (Carta del 10 de abril de 1879, 1956, 34: pp. 370ss)

Al mostrar así que desea consumir esta crisis «de manera teórica» queda claro que no se trata de recoger unos cuantos datos empíricos de dicha crisis en El capital. Antes bien, la clave está en el escrutinio teórico de los procesos de crisis en curso, los cuales Marx valora como algo completamente nuevo.

En efecto, a finales de la década de 1870 entra en escena un nuevo tipo de crisis. Mientras que en las anteriores crisis todo auge económico repentino venía seguido de una recesión igualmente repentina, en la segunda mitad de la década se dio por vez primera un estancamiento duradero. De ahí que la rotunda afirmación de Marx de que no habría avanzado aún lo suficiente en su proceso de investigación como para poder concluir su exposición de la teoría de la crisis sea completamente acertada. Los planteamientos del Manuscrito de 1864-1865 no pierden por ello su validez, pero es evidente que se trata no de una teoría de la crisis casi acabada, sino de enfoques dispares acerca de dicha teoría. Enfoques que se basan, con todo, en un marco empírico muy reducido.

Uno de los elementos novedosos subrayados por Marx es la ausencia de un crash bursátil y de una crisis monetaria en Londres, el «epicentro del mercado de divisas», un punto en el que volverá a hacer hincapié apenas año y medio después en otra carta a Danielson (carta del 12 de septiembre de 1880, 1956, 34: p. 463). Marx explica esta ausencia en una primera carta por la compenetración del banco de Inglaterra con el de Francia y por la recuperación de los pagos en metálico por parte de los Estados Unidos. Más allá de si Marx reconoció o no correctamente estos vínculos, se puede apreciar que las crisis y las relaciones de crédito en las potencias centrales capitalistas ya no pueden ser consideradas en un plano puramente nacional, y que los bancos nacionales juegan ahí un papel decisivo. Pero eso significa, a su vez, que el sistema de crédito y las crisis no pueden ser estudiadas sin la intervención de los bancos nacionales y, por tanto, tampoco sin la consideración del Estado. Cabe entonces preguntarse si la exposición que Marx pretendía realizar en El capital de la organización interna del modo de producción capitalista «en su promedio ideal» (1975, II/4.2: p. 853; 1956, 25: p. 839) puede ser tratada en un plano donde se abstrae aún por completo del Estado y del mercado mundial. En otras palabras, nos preguntamos si no es acaso necesaria una nueva alteración del plan de la obra.

Inglaterra, Estados Unidos y Rusia

En los manuscritos de El capital, ni Rusia ni los Estados Unidos juegan un papel importante. En el prólogo de 1867 quedaba claro por qué. Marx, que quiere investigar el modo de producción capitalista, comenta: «Hasta el momento, (éste) ha tenido su ‘clásica sede’ en Inglaterra. He aquí la razón por la que sirve como la principal ilustración de mi desarrollo teórico», (1975, II/5: p. 12; 1956, 23: p. 12). Pero la cosa no quedó ahí.

Estados Unidos había experimentado un fuerte desarrollo económico en la década de 1870, que Marx seguía con atención. Para ello no se servía únicamente del material disponible en Londres, sino que hizo también enviar a amigos y conocidos periódicos e informes estadísticos directamente desde los Estados Unidos. Como escribiera a Danielson el 15 de noviembre de 1878:

El campo más interesante para los economistas reside ahora, sin lugar a dudas, en los Estados Unidos y, sobre todo, en el periodo que va de 1873 (desde el crash de septiembre) hasta 1878 ―el periodo de la crisis crónica―. Lo que requirió de siglos enteros en Inglaterra, aquí ha tenido lugar en pocos años. (1956, 34:p. 359)

Como se deduce de la entrevista realizada por John Swinton en 1878, Marx planeaba exponer el sistema de crédito a la vista de las relaciones en los Estados Unidos (1975, I/25: pp. 442ss.). Se advierte así que Marx no consideraba ya ―o al menos no sólo― a Inglaterra como la «sede clásica» del modo de producción capitalista.

Marx se ocupó intensamente en la década de 1870 no sólo de los Estados Unidos, sino también de las relaciones de la propiedad de los bienes raíces en Rusia, las cuales debían jugar un papel central en el tratamiento de la renta de la tierra del tercer libro. De hecho, y a fin de poder estudiar la bibliografía correspondiente, incluso aprendió ruso. Es probable que el motivo original de este interés fuese la expectativa de una pronta convulsión revolucionaria en Rusia, suscitada por el libro de Flerowski sobre la «clase trabajadora en Rusia». 20 La expectativa fue fortalecida por los contactos con revolucionarios rusos como Vera Zasulich. En el prólogo a la edición rusa del Manifiesto comunista de 1882, última publicación de Marx, se dice que Rusia es «la vanguardia de la acción revolucionaria en Europa», (1856, 19: p. 296). Pero Marx estudió no sólo la situación contemporánea de Rusia, sino también la historia de la propiedad de los bienes raíces del país. 21 Debido a tales investigaciones, así como a los estudios etnológicos llevados a cabo en la década de 1870, Marx superó también, y de manera definitiva, aquel etnocentrismo que puede encontrarse especialmente en sus artículos sobre la India de la década de 1850.

Son precisamente los diferentes desarrollos de Inglaterra, Rusia y los Estados Unidos los que demuestran que la famosa frase del prólogo de 1867 ―«¡El país más desarrollado no hace sino mostrar al que lo está menos la imagen de su propio futuro!»― no se puede seguir sosteniendo. Ya en la traducción francesa del prólogo, Marx restringía un tanto el alcance de dicha frase: «Le pays le plus développé industriellement ne fait que montrer à ceux qui le suivent sur l’échelle industrielle de leur propre avenir» (1976, II/7: p. 12, cursiva de M. H.). Ahora es obvio que no se puede partir de una única vía de desarrollo capitalista más o menos homogénea. Los países menos desarrollados no obedecen necesariamente al patrón de los más desarrollados. En los Estados Unidos del siglo XIX existía, debido sobre todo a la inmigración europea y a las enormes reservas de recursos naturales, una dinámica que condujo a un desarrollo notablemente rápido. Marx contempla incluso la posibilidad de que Rusia evite la vía occidental anglo-europea de desarrollo capitalista, pero sólo si, según el testimonio de los propios Marx y Engels en la edición rusa del Manifiesto comunista, un desarrollo comunista en Rusia que se funde en la propiedad común existente es apoyado por una revolución en Europa occidental (1956, 19: p. 296).

En una carta a la redacción del Otetschestwennyje Sapiski de 1877, Marx había subrayado ya la peculiaridad del desarrollo ruso y se había manifestado a toda costa contra «une théorie-historico-philosophique de la marche générale fatalment imposé à tous les peuples, quelles que soient les circonstances historiques où ils se trouvent placés» (1975, I/25: p. 116; 1956, 19: p. 111). Ahora bien, si no existe una única vía universal del capitalismo, entonces tampoco puede haber un único modelo de un capitalismo desarrollado.

Los problemas de los manuscritos de Marx y de la edición de Engels de El capital

En la década de 1870, Marx no sólo se enfrentó a los temas mencionados hasta ahora. Sabemos de la existencia de gran cantidad de notas sobre fisiología, sobre historia de la técnica, sobre geología, sobre cuestiones más generales de las ciencias naturales 22 y sobre matemática. Tales apuntes no hacen sino poner de manifiesto el amplio abanico de intereses de Marx, o al menos de aquella parte de los mismos que pudiera estar directamente relacionada con El capital. Los campos temáticos tratados por Marx se abrían a nuevos horizontes. Así fue como llegó a problematizar ciertos asuntos que hoy cabría considerar bajo el rótulo de la ecología y la ciencia económica. Marx tenía claro que un acercamiento a cuestiones tecnológicas tales como las que están en la base de El capital de 1867, y a la vista de los enormes progresos técnicos del momento, ya no servía. Hasta el final de su vida procuró seguir las huellas de los desarrollos técnicos más recientes. En una carta a Engels del 8 de noviembre de 1882 (1956, 35: p. 104), pocos meses antes de su muerte, se mostró fuertemente interesado por las transmisiones de energía a larga distancia vía cable telegráfico, demostradas a la sazón como uno de los fundamentos de la electrificación luego extendida en el siglo XX.

A la luz de los problemas centrales mencionados en los apartados previos, sobre todo los del libro tercero y la prolongación de los temas a tratar sugerida en las notas y cartas, para Marx, a finales de los 70, la tarea no podía reducirse simplemente a enviar a imprenta los manuscritos de que disponía. Tenía ante sí una reelaboración radical, en concreto un «cuarto ensayo» de El capital, el cual debía no sólo integrar sus nuevos planteamientos en los ensayos realizados hasta la fecha, sino también tomar posición de cara a nuevos problemas conceptuales. De especial relevancia puede haber sido, en ese estado de cosas, lo que se revelaba en el contexto de la teoría del crédito y la crisis, amén de que ya no podía abstraerse ni del papel del Estado, en particular de los bancos nacionales y del crédito público, ni del papel del comercio internacional, del tipo de cambio y del flujo internacional del crédito. Temas todos que, en la investigación del modo de producción capitalista «en su promedio ideal» (1975, II/4.2: p. 853; 1956, 25: p. 839), habría que poner entre paréntesis. Pronto se constataría, sin embargo, que esto no era posible así como así. Entonces habría que haber valorado de nuevo qué pertenece a este «promedio ideal» y cómo podría continuar, en lo sucesivo, la exposición.

No sólo es una lectura crítica de los manuscritos disponibles la que sugiere que existen problemas conceptuales que exigen una reelaboración sistemática. Estos problemas también se aprecian en algunas de las afirmaciones tardías de Marx. Ya nos hemos referido a la entrevista de Swinton, en la que Marx habla de que le gustaría exponer el sistema de crédito sobre la base de las relaciones norteamericanas, y más arriba citábamos también la carta a Danielson del 10 de abril de 1879, donde Marx señala que podría no tener listo el segundo volumen (libros 2 y 3) antes de que la crisis actual alcance su punto álgido, pues habría debido abordar «teóricamente» los fenómenos más recientes. Esto exige una transformación radical del manuscrito del libro 3. El 27 de junio de 1880 Marx escribía a Ferdinand Domela Nieuwenhuis acerca de la segunda parte de El Capital (libros 2 y 3): «ciertos fenómenos económicos han entrado en un nuevo estadio de desarrollo, por tanto demandan una nueva revisión», (1956, 34: p. 447); lo que suena a algo más que a una simple recogida de nuevos datos. Marx dejó también claro, finalmente, que la necesidad de una revisión no se limita a los libros 2 y 3. El 13 de diciembre de 1881 escribió a Danielson sobre la inminente tercera edición del primer volumen, en el sentido de que acordaría con el editor imprimir sólo un reducido número de ejemplares con escasas variaciones y, en caso de venderlos, «tal vez revise el libro como lo habría hecho bajo otras circunstancias», (1956, 35: p. 246). 23 Un primer paso para esta revisión podría haber sido uno de los últimos textos de Marx, las Glosas marginales a Wagner escritas entre 1879 y 1881, en las que Marx se vuelve a enfrentar a cuestiones tales como la mercancía y el valor. 24 A finales de la década de 1870, El capital de Marx estaba inacabado no sólo en un sentido cuantitativo, ya que algunos capítulos todavía no habían sido formulados. Lo estaba también en un sentido cualitativo: una serie de problemas conceptuales aún no habían sido resueltos; las consecuencias de diversos planteamientos (como, por ejemplo, el retroceso de la «perspectiva del velo del dinero» del Manuscrito VIII para el libro 2, las dudas acerca de la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia, los nuevos enfoques sobre el curso y las repercusiones de las crisis) todavía no se habían reflejado sobre el resto de la exposición; y, en última instancia, tampoco estaba claro cuánto podría dar de sí una presentación del modo de producción capitalista «en su promedio ideal».

Tras la muerte de Marx, Engels hizo con los manuscritos de El capital precisamente aquello que Marx había querido evitar: preparó ediciones para imprenta a partir de los textos disponibles. Esto era, sin embargo, lo único que Engels podía hacer en su tiempo y con sus propios medios a fin de salvar El capital para la posteridad. En 1885 publicó el libro 2 como un segundo volumen y en 1884 el 3 como un tercer volumen. 25 Para ello tuvo que poner bastante de su parte, corrigiendo, acortando, introduciendo subdivisiones y títulos. En el prólogo al tercer volumen, decía «haber conservado, en la medida de lo posible, el carácter del primer ensayo allí donde la claridad lo permitía», (1975, II/15: p. 7; 1956, 25: p. 11), pero al mismo tiempo mencionaba que, en particular, la sección quinta había necesitado añadidos notables (1975, II/15: 9ss; 1956, 25: 13ss.); y sobre la sección séptima escribió que sus «interminables frases enmarañadas debían ser primero descompuestas para poder ser impresas», (1975, II/15: p. 10; 1956, 25: p. 14). Engels señaló en su «epílogo» al tercer volumen que su deseo era hacer hablar a Marx «con sus propias palabras» (1975, II/14: p. 323; 1956, 25: p. 897), pero en una carta a Danielson del 4 de julio de 1889 escribió: «Pero puesto que este último volumen representa un trabajo tan irrebatible y excelente, considero que es mi deber sacarlo a la luz en una forma tal que la línea general de la argumentación transcurra de un modo plástico y claro. En la situación en la que se encuentra este manuscrito ―un esbozo primero, a menudo interrumpido e incompleto― no es tan fácil», (1956, 37: p. 244). Por una parte, Engels deseaba no ocultar el carácter inacabado de los manuscritos de Marx, sino proporcionar el texto de la manera más auténtica posible. Por la otra intentó, no obstante, y con la vista puesta en la trascendencia política de El capital, incrementar el grado de inteligibilidad del texto y presentarlo como una obra en buena medida completa. Objetivos que, sin embargo, se excluyen entre sí.

Con el MEGA es por primera vez posible un cotejo del manuscrito marxiano con la edición de Engels (y ahí se puede apreciar que Engels intervino en gran medida en los manuscritos). Una parte no menor de sus retoques mejora, en efecto, la legibilidad del texto sin apenas alterar el contenido. Unas pocas variaciones emprendidas por él se deben a errores, fallos al descifrar el texto 26 o a erróneas clasificaciones del mismo. 27 Pero Engels abordó una serie de cambios con el objeto de expresar mejor aquello que, según su interpretación, Marx quiso decir. Con lo cual el texto se vuelve, en algunas partes importantes, más comprensible, sin que por ello el lector pueda, con todo, percatarse de que las partes correspondientes al texto original no eran en absoluto tan claras.

Lo que en la edición de Engels aparece como una obra no del todo acabada, pero sí, en buena medida, completa y concluida, se refiere a manuscritos redactados en épocas muy diversas. Proceden de diferentes ensayos de El capital y representan niveles distintos de análisis. Con la idea de que El capital estaría en su mayor parte completo y acabado, el estado de la reflexión de Marx quedó de facto fijado de manera definitiva. Desde esta perspectiva, quedaba oscurecido el que Marx ampliase constantemente su base empírica y que el desarrollo categorial, sobre todo en el libro 3, no estuviera aún cerrado ni de lejos. Mientras que el segundo ensayo de El capital (1866-1870) presenta, en múltiples respectos, una precisión, elaboración y ampliación del primer ensayo de 1863-1865, el tercer ensayo (1871-1881) muestra una nueva fase de formación de la obra al completo, lo que queda corroborado también por los testimonios del Marx tardío. Los manuscritos, apuntes e intereses de la investigación de este tercer ensayo no logran desembocar en una obra acabada. Lo que Marx ha dejado tras de sí no es tanto una obra acabada cuanto un programa de investigación cuyos vastos contornos quedan ahora a la vista a la luz del MEGA.

Referencias

De Paula, J. A., Gama Cerqueira, H. E., Gomes de Deus, L., Suprinyak, C. A., Motta E Albuquerque, E. (2016). Investigating Financial Innovation and Stock Exchanges. Marx's Notebooks on the crisis of 1866 and structural changes in capitalism, en: Beiträge zur Marx-Engels-Forschung Neue Folge 2014/15 (pp. 194-217). Argument-Verlag. [ Links ]

Harstick, H. P. (1977). Karl Marx über Formen vorkapitalistischer Produktion. Vergleichende Studien zur Geschichte des Grundeigentums 1879-80. Cam-pus. [ Links ]

Hecker, R. (1999). Die Entstehungs-, Überlieferungs- und Editionsgeschichte der ökonomi-schen Manuskripte und des „Kapital“, en: Altvater, E. (e.a.), Kapital.doc, (pp. 221-242). West-fälisches Dampfboot [ Links ]

Hecker, R. (1987). Die Entwicklung der Werttheorie von der 1. Zur 3. Auflage des ersten Bandes des „Kapitals“ von Karl Marx (1867-1883). Marx-EngelsJahrbuch 10, 147-196. [ Links ]

Heinrich, M. (2014). Die Wissenschaft vom Wert. Die Marxsche Kritik der politischen Ökonomie zwischen klassischer Tradition und wissenschaftlicher Revolution, 6. Aufl., Münster: Dampfboot. [ Links ]

Henning, C. (2006): Übersetzungsprobleme. Eine wissenschaftstheoretische Plausibilisierung des Marxschen Gesetzes vom tendenziellen Fall der Profitrate, en: Marx-Engels-Jahrbuch 2005 (pp. 63-85). Akademie Verlag. [ Links ]

Marxhausen, T. (2008). Kapital-Editionen. en: Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus Bd. 7/I, Sp. 136-160. [ Links ]

MEGA (1975). Karl Marx, Friedrich Engels: Gesamtausgabe. Akademie Verlag (ursprünglich Dietz Verlag). [ Links ]

MEW (1956). Karl Marx, Friedrich Engels: Werke. Dietz Verlag. [ Links ]

PEM (Projektgruppe Entwicklung des Marxschen Systems) (1975). Der 4. Band des Kapitals? Kommentar zu den Theorien über den Mehrwert. VSA. [ Links ]

Rosdolsky, R. (1968). Zur Entstehungsgeschichte des Marxschen ‘Kapital’. Der Roh-entwurf des Kapital 1857-1858. EVA. [ Links ]

Takenaga, S. (2016). Marx’s Exzerpthefte of the later 1860s and the Economic Crisis of 1866, en: Marx-Engels-Jahrbuch 2015/15 (pp. 71-102). de Gruyter. [ Links ]

Vollgraf, C. E. (2011). Marx erstmals veröffentlichte Manuskripte zum 2. und 3. Buch des Kapitals‘ von 1867/68 im MEGA-Band II/4.3. Zu neuralgischen Punkten in der Ausar-beitung des ‚Kapitals‘, en: Beiträge zur Marx-Engels Forschung Neue Folge 2010 (pp. 77-116). Argument. [ Links ]

1Este texto es una versión sintética de un texto reelaborado y completado de Michael Heinrich (2011). El artículo original en alemán lleva por título «Das 'Kapital' nach der MEGA. Von Diskontinuitäten, Abbrüchen und Neuanfängen», el cual fue publicado en inglés en 2016 en la revista Crisis and Critique, 3(3), 92-138, posteriormente el mismo fue traducido y publicado en Sociología Histórica 9/2018, 63-116. Agradecemos al autor el habernos permitido incluirlo en este número de Tabula Rasa para ofrecer al público una visión de primera mano sobre las novedades interpretativas que nos trae el MEGA. Traducción del alemán de Mikel Angulo Tarancón. Revisión de César Ruiz.

2Los editores de estos cuadernos del MEGA desarrollaron una intensa actividad investigadora acerca de los mismos en la República Democrática Alemana y bajo la dirección de Wolfgang Jahn y Ehrenfried Galander, documentada tanto en los «Arbeitsblättern zur Marx-Engels Forschung» (1976-1988) como en toda una serie de disertaciones. Tras la entrada de la República Democrática Alemana en la República Federal Alemana, este productivo grupo de investigación ―al igual que muchos otros― fue «disuelto».

3En el prólogo de 1859, Marx señala que «el lector que quiera seguirme habrá de ascender de lo particular a lo universal», (1975, II/2: p. 99; 1956, 13: p. 7). Aquí no se trata, pues, del paso de lo abstracto a lo concreto.

4La «doctrina especial del trabajo asalariado» mencionada en El capital (1975, II/75: p. 449; 1956, 23: p. 565) y la «consideración independiente de la propiedad del suelo» (1975, II/4.2: p. 668; 1956, 25: p. 628), que acaso Marx quiso añadir más adelante, no se pueden identificar con los libros anteriormente planeados.

5La numeración de los manuscritos del segundo libro sigue a la de la versión de Engels en el prólogo del segundo volumen de El capital publicado por él (1975, II/12: p. 6; 1956, 24: pp. 8ss). Sin embargo, cabe recordar que la datación que ofrecía Engels de los distintos manuscritos resultó no ser la correcta.

6Con ello, Marx nos proporciona de facto una posición completamente opuesta a la concepción tan en boga hoy día de que con una regulación «correcta» del sistema financiero las crisis serían evitables. La disputa entre neoclásicos y keynesianos consiste más que nada en cómo debería ser una tal regulación. Por supuesto, ante una acumulación acelerada toda regulación no aparecerá sino como un obstáculo y será puesta en tela de juicio, y a pesar de todo no tardará en hacerse responsable, tras la crisis, al carácter deficitario de la propia regulación. El hecho de que el plus y el minus en regulación sólo pueden ser establecidos post festum, y que por tanto una medida correcta de la misma no se puede determinar de antemano, queda perfectamente justificado mediante la ambivalencia analizada por Marx.

7Engels hizo del capítulo quinto (en su edición, el apartado quinto) del punto «5) Crédito. Capital ficticio» (1975, II/4.2: p. 469) 11 capítulos en total y corrigió y cambió notablemente el texto, con lo cual su influencia sobre el enfoque y la dirección de las primeras investigaciones sobre Marx es más que evidente. Una discusión sobre el estado de la teoría del crédito de Marx debería pues situarse en la órbita del manuscrito de Marx y no en la edición de Engels del tercer volumen, lo que ya es viable también en lengua inglesa: en 2015 apareció una traducción al inglés del manuscrito original de Marx del libro 3 de El capital (Marx, 1864-1865).

8Véase la tantas veces citada frase: «La razón última de todas las crisis es siempre, por un lado, la pobreza de las masas, pero también lo es, por el otro, el impulso del modo de producción capitalista de desarrollar las fuerzas productivas de tal manera como si la capacidad de consumo absoluta de la sociedad formase su límite (1975, II/4.2: p. 540; 1956, 25: p. 501).

9Marx se había expresado en los mismos términos frente a Sigfrid Meyer (carta del 30 de abril de 1867, en 1956, 31: p. 542) y Ludwig Büchner (carta del 1 de mayo de 1867, en 1956, 31: p. 544).

10El concepto de «capital en general» parece asomar de nuevo por última vez en el Manuscrito II. Marx escribe ahí que éste «no sería el modo en que se presenta realmente el ciclo continuo del proceso del capital en general» ( des prozessierenden Kapitals in Allgemeinen, 1975, II/1.1: p. 48). La cita es gramaticalmente ambigua. Pero, como se puede deducir del contexto, no se trata del ciclo del capital en general, sino de cómo este ciclo-capital es expuesto en general.

11Debido a una defectuosa datación, estos manuscritos fueron reunidos en la concepción del MEGA como una primera elaboración del manuscrito impreso en MEGA II/4.1 y 4.2, por lo que estaba previsto que fueran publicados en el volumen II/4.3. Los especialistas del MEGA parten entretanto de la hipótesis de que se realizaron después del manuscrito de la primera edición de El capital de 1866-1867 (1975, II/4.3: pp. 429ss.).

12Para una primera valoración de los cuadernos de 1868/69 en torno a la crisis de 1866, inéditos hasta la fecha, véase De Paula et al. ( 2016) y Takenaga ( 2016).

13Este manuscrito se encuentra, bajo el título de «Añadidos y variaciones al primer volumen de El capital», (en 1975, II/6, pp. 1-54). Los pasajes mencionados, de cierto valor metodológico (1975, II/6: pp. 29-32) se pueden encontrar en el apéndice 4 en Heinrich (2016).

14Engels se había quejado de manera poco habitual sobre la división (apenas disponible) de la primera edición: «¡Pero cómo has podido dejar el orden externo del libro tal como está! El capítulo 4 tiene casi 200 páginas y sólo 4 apartados van designados con encabezados en letras finas -luego imposibles de reencontrar. Ahí se interrumpe el argumento por medio de una ilustración y el punto a ilustrar no llega nunca a ser resumido al término de la misma, de modo que uno pasa siempre de la ilustración de un punto directamente a la del siguiente. Esto es horriblemente cansino y, si no prestas la debida atención, hasta confuso» (Carta del 23 de agosto de 1867, 1956, 31: p. 324, subrayado por Engels).

15En la versión impresa del Anti-Dühring, el capítulo correspondiente abarca tan sólo unas 15 páginas (1975, I/27: pp. 411-425). Los extensos trabajos previos se encuentran en 1975, I/27: pp. 136-216.

16Ver «Índice de los textos de la edición francesa que no fueron recogidos en la tercera y cuarta edición alemana» (1975, II/10: pp. 732-783).

17El texto tiene sólo apenas 50 páginas, pero el índice de variantes en el MEGA abarca más de 300.

18En Heinrich (2016) he realizado un comentario del análisis de la forma-valor recurriendo a tales textos. Sobre la historia del desarrollo de la teoría del valor en las diferentes ediciones de El Capital, véase Hecker ( 1987).

19Henning ( 2006) recogió los diferentes argumentos que se alegaron en el curso del debate para la justificación de esta ley.

20Las cartas a Engels del 12 de febrero de 1870 (1956, 32: 443ss.) y a Laura y Paul Lafargue del 5 de marzo de 1870 (1956, 32: p. 659).

21Véanse los apuntes Kowalewski publicados por Harstick ( 1977).

22Los apuntes de ciencias naturales escritos entre 1877 y 1883 han sido publicados en MEGA IV/31.

23Cuando Marx escribió esto, no sólo es que estuviera en un estado de salud bastante frágil, es que también su mujer Jenny había fallecido apenas unos días antes.

24El economista alemán Adolph Wagner era el primero que había dedicado a El capital una parte de su «Manual de economía política» aparecido en 1879.

25Sobre la historia de las ediciones de El capital, véase Hecker ( 1999) y Marxhausen ( 2008).

26De «una forma de demostración del crédito» (1975, II/4.2: p. 442), donde se trata de la deducción del crédito a partir de la función como medio de pago del dinero, Engels extrae «una forma particular del crédito», (1975, II/15: p. 360; 1956, 25: p. 382).

27El capítulo 48 de Engels, «la fórmula trinitaria», se compone de tres fragmentos: numeró I, II y III. El primero y el segundo son claramente extractos de un texto anterior, mientras que el tercero apunta a un agujero en el texto, (1975, II/15: p. 797; 1956, 25: p. 831). Miskewitsch y Wygodski (1985) son los primeros en señalar que el I y el II son las dos mitades de una misma hoja que se cayó del texto designado como III, y que es esto lo que habría causado ese vacío.

Recibido: 28 de Abril de 2023; Aprobado: 22 de Julio de 2023

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons