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Revista Lasallista de Investigación

Print version ISSN 1794-4449

Rev. Lasallista Investig. vol.6 no.1 Caldas Jan./June 2009

 

Ensayo

De Tribus, de emos: de jóvenes en una sociedad débil y de riesgo

On tribes, on emos: On young people in a weak and risky society

De tribos, de emos: de jovens numa sociedade débil e de risco

Edwin Alonso Montes Marín*


* Educador, Investigador sobre circunstancias juveniles urbanas, Director Bachillerato Colegiatura Colombiana. e-mail: emontes191@gmail.com.



Resumen

El propósito de la exposición es una aproximación, con bases sociológicas, antropológicas, psicológicas y con ciertas claves interpretativas, para tratar de entender lo que sucede con los jóvenes en su devenir histórico, abordando su contexto, para identificar y analizar sus características. Invita esta reflexión a asumir, con solidaridad y profesionalismo, una actitud de escucha, respeto y acompañamiento frente al grito que jóvenes, emos y no emos, le están lanzando a la sociedad para que volcando la mirada hacia ellos, leamos sus capitales simbólicos y los saquemos del "abandono sutil" al cual seguramente los hemos sometido desde la familia, la escuela y la actual sociedad hiperindividualista. Se trata del devenir de las miradas y el devenir de un nuevo individuo, hasta mostrar cómo, en este proceso de resignificación, surgen nuevas posturas, nuevas prácticas, nuevas estéticas con capacidad de inspirar y/o consolidar nuevas tendencias. Estas tendencias parecen constituir un grito de los jóvenes que nos dicen: ¡Aquí estamos! Obsérvennos no por lo que llevamos por fuera, sino por lo que nos ocurre por dentro.



Abstract

The purpose of this essay is an approach with sociological, anthropological, psychological and with certain interpretative keys, in order to understand what is going on with young people in their historical evolution, looking at their context to identify and analyze their characteristics. This reflection invites us to assume, with solidarity and professionalism, an attitude of listening, respect and companionship towards the cry that young people, emos or not, are shouting to the society asking us to look at them, to read their symbolic capitals and to take them out from that "subtle abandon" we have surely submitted them from the families, the education and from this hyper individualist society. This is about the evolution of the looks and the arrival of a new kind of person, achieving a demonstration of how, in this re-signification process, new points of view, practices and aesthetics appear, and they do it with the capacity of inspiring and / or consolidating new tendencies. These tendencies seem to be a shout from young people telling us: "We are here! Observe us not looking for our external appearance, but for what is inside us".



Resumo

O propósito da exposição é uma aproximação, com bases sociológicas, antropológicas, psicológicas e, com certas claves interpretativas, para tratar de entender o que sucede com os jovens em seu devir histórico, abordando seu contexto, para identificar e analisar suas características. Convida esta reflexão a assumir com solidariedade e profissionalismo, uma atitude de escuta, respeito e acompanhamento, frente ao grito que jovens emos e não emos, estão-lhe lançando à sociedade para que voltem os olhares para eles, leiamos suas capitais simbólicas e os saquemos do "abandono subtil" ao qual seguramente os submetemos desde a família, a escola e a atual sociedade hiper-individualista. Trata-se do devir das miradas e o devir de um novo indivíduo, até mostrar como, neste processo de re-significação, surgem novas posturas, novas práticas, novas estéticas com capacidade de inspirar e/ou consolidar novas tendências. Estas tendências parecem constituir um grito dos jovens que nos dizem: Aqui estamos! Observemnos não pelo que levamos por fora, senão pelo que nos ocorre por dentro.



No es nada sencillo hablar de los jóvenes. Aunque abundan los estudios acerca de ellos y sentimos la necesidad de conocerlos, no resulta fácil dicho propósito, en especial, porque la mayoría de los educadores no somos jóvenes y abordamos una realidad de la cual ellos mismos preferirían hablarnos para no correr el riesgo de utilizarlos subjetivamente y seguir alimentando nuestros imaginarios personales y colectivos, nuestras proyecciones y justificaciones de adultos.

No se puede hablar de juventud como si se tratara de algo real y uniforme, es más, en la actualidad resulta inútil la categoría sociológica de juventud, pues "no hay juventud sino jóvenes"1.

Ser joven hoy es algo bien relativo: una realidad cada vez menos en función de la biología y más determinada por la cultura y la sociedad. Por lo tanto, podría afirmarse que "no hay problemas o cuestiones juveniles, sino problemas sociales que se reflejan o condensan en los jóvenes"1.

Al desarrollar mis lecturas e interpretaciones sobre los escenarios juveniles urbanos, no pretendo realizar una radiografía de la juventud que, tal vez de manera irresponsable, confluya en una vulgar caricatura de la misma. Me propongo hacer de manera respetuosa, una aproximación que desde mi experiencia y búsqueda personal, con bases sociológicas, antropológicas, psicológicas, pero también con ciertas claves interpretativas, nos ayude a entender lo que sucede con los jóvenes en su devenir histórico, abordando su contexto.

Identificar y analizar las características de nuestros jóvenes, nos permitirá una mayor comprensión de su realidad, de sus necesidades concretas, sus formas de codificación y comunicación, su manera de ver el mundo e interactuar con él, al tiempo que se construyen mecanismos de intervención o de mediación, dotados de una gran fortaleza pedagógica y didáctica, que sin duda alguna le dará mayor sentido, significado y eficacia a nuestra labor en el proceso educativo.

Un elemento fundamental del acto educativo, lo constituye el proceso de construcción de la personalidad del individuo, en donde intervienen diversos factores: genéticos, étnicos, históricos, experienciales y relacionales.

Para nuestros jóvenes, el grupo de iguales (grupo de amigos, combo, parche, entre otros), se constituye en referente fundamental, por lo que las denominadas "tribus urbanas" deben ser consideradas como factor determinante en el proceso de búsqueda de elementos para construir una identidad personal por parte de ellos.

Michel Maffesoli, tratandola base de la socialidad contemporánea, ha llamado la atención sobre lo que parece fundamentar el principio vital de estas nuevas agrupaciones: "Reposa sobre una paradoja esencial, el vaivén constante que se establece entre la masificación creciente y el desarrollo de microgrupos que denominaré 'tribus'. Se trata aquí de la tensión fundadora que me parece que caracteriza la socialidad de este fin de siglo. La masa, o el pueblo, a diferencia del proletariado o de otras clases, no reposan en una lógica de la identidad; sin fin preciso, no son los sujetos de una historia en marcha. La metáfora de la tribu en sí misma permite dar cuenta del proceso de desindividualización, de la saturación de la función que le es inherente, y de la acentuación del papel que cada persona está llamada a jugar en su seno. Está claro que así como las masas están en perpetua efervescencia, las tribus que surgen de ellas no son estables, y las personas que las componen pueden evolucionar de unas a otras"2.

Considero que debemos evitar caer en extremos, ya sea, como "apologistas de los jóvenes" o "apocalípticos" frente a todos los factores que los acompañan. Es importante evitar la "generalización", ésta hace mucho daño, en especial cuando nos referimos a los adolescentes, seres en proceso de formación y de construcción de una identidad.

No puedo dejar de expresar mi preocupación en torno a los contenidos que nos llegan a través de la Internet y otros medios de comunicación masiva sobre los denominados "jóvenes emo", considero que la elaboración no cuenta con una fundamentación real y por tanto, desinforma. Afirmo, con conocimiento de causa, que lo expuesto en la mayoría de esos contenidos se aleja de la realidad de nuestros jóvenes, haciendo una lectura equivocada, alejada, y subjetiva de sus circunstancias.

Debemos asumir con solidaridad y profesionalismo una actitud de escucha, respeto y acompañamiento frente al grito que jóvenes emos y no emos, le están lanzando a la sociedad, para que volcando nuestra mirada hacia ellos, leamos sus capitales simbólicos y los saquemos del "abandono sutil" al que seguramente los hemos sometido desde la familia, la escuela y la actual sociedad hiperindividualista.

No hay juventud sino jóvenes, no hay "emos" sino adolescentes planteando un texto para todo aquel que lo quiera leer.

El devenir de las miradas

La visión social que se tiene de los jóvenes está fundamentada, casi siempre, en estereotipos, en respuestas prefabricadas, cargadas de subjetividad e imaginación; pueden servir como ejemplo, las palabras de Salustio (historiador romano 86ac-35ac): "Los jóvenes de hoy no son como los de otras épocas; aquellos eran respetuosos con sus mayores, generosos y honrados, pero los contemporáneos, están invadidos por la desilusión, son de ánimo blando, resbaladizo, fáciles de prender en los engaños..., amancebados, jugadores y despilfarradores"3.

Muchas personas caen en el error de aislar al sujeto de su contexto, de su historia y de su devenir, dando lugar a los imaginarios personales que luego se consolidan en imaginarios colectivos. Estos imaginarios generan mitos, fruto de la subjetividad y la ignorancia que se tiene frente a una realidad.

En las diferentes décadas los jóvenes han sido observados, valorados, utilizados y juzgados por la sociedad de diversas formas, reafirmando que finalmente, todo depende del lente con el que miramos al otro.

Considero que a los jóvenes los debemos abordar más desde el contexto que desde el texto, más desde su interioridad que desde su exterioridad. Nuestra sociedad sigue reprobando, rotulando, señalando y condenando toda aquella manifestación desconocida, nueva, que no se puede dominar o que no se logra explicar. Convirtiéndola en sospechosa, nociva y peligrosa. Así, ser joven, salido de los parámetros "normales", se constituye en amenaza.

Nuestros jóvenes, protagonistas y fruto de una sociedad compleja, son la prefiguración del futuro y el reflejo fiel de la sociedad que juntos hemos constituido, con sus fortalezas, potencialidades, vacíos, aciertos y desaciertos.

Quizá observando su propuesta estética, muchas personas, especialmente adultas, se están viendo a sí mismas, sus miedos, su inseguridad, su impotencia, su desconocimiento, su falta de compromiso, y el bajo nivel de significancia que han adquirido frente a los jóvenes.

Es importante asumir el reto que nos plantean: conocerlos, comprenderlos, analizar críticamente sus múltiples expresiones, lenguajes y capitales simbólicos, sólo así lograremos ver objetivamente, y en consecuencia, de manera real, respetuosa y justa. Los emo y no emo nos recuerdan que la mayoría de las personas deben cambiar de óptica con referencia a los jóvenes, y en especial si no ven más allá de los horizontes que la basura colgada en la Internet, plantea de manera equivoca y descarada sobre ellos y ellas.

¿El devenir de un nuevo individuo?

¿Qué hay de nuevo en unos jóvenes que toman elementos del hard cord, punk, metal, gotic, entre otros, se los apropian, consolidando otro estilo y otra expresión?

Fuera de encontrarnos con unos adolescentes que le gritan a la sociedad "¡aquí estamos!", es posible que estemos asistiendo a la consolidación de un nuevo individuo, no solo con una estética diferente, sino también con una ética, una moral y una forma de comunicación e interacción completamente distinta. ¿Estamos dispuestos a respetar esas diferencias que ponen en crisis a la mayoría de nuestras seguridades adquiridas?

Los denominados "jóvenes emo", no se han propuesto ser un movimiento social, ni una tribu, ni una cultura. Ellos expresan sus gustos desde estéticas que reciclan y reinventan en las estéticas expandidas, en donde todas las estéticas son posibles, superando el agotamiento estético de la modernidad a través de un sincretismo que recrea, propone, renueva lo existente, toma algo viejo y lo rejuvenece generando novedad constante.

Los emo fundamentan su razón de ser en la denuncia de las actuales sociedades capitalistas en donde el confort, la tecnología, y el alto nivel de vida, no se compaginan con la soledad, el tedio, el hastío, el sin sentido y el aburrimiento que ellas mismas producen. "No queremos un mundo en donde la garantía de no morir de hambre supone el riesgo de morir de aburrimiento"4.

Muchos de ellos son la manifestación del fracaso que las instituciones (familia-escuela-religión) han tenido, dejando de ser referente significativo para la mayoría de los jóvenes, y en consecuencia, sin importancia como propuesta y respuesta.

En ciudades contemporáneas donde "la gente circula cada vez más y se encuentra cada vez menos"5, estos jóvenes arrojados a la soledad, hacen una ruptura con la tradición, la familia y la educación. Ellos y ellas siguen proponiendo su sello propio, como nueva generación, ven distinto, valoran distinto, se relacionan y comunican distinto, son ellos en sí, la novedad, no su vestido. Aquí, la vestimenta es un medio de comunicación no hablada.

Su vestido dice mucho de cómo nos ven, más que cómo se ven, provocando emociones perturbadoras y contrapuestas, su estilo causa sorpresa, desdén, admiración, repudio, diversión, rabia, culpa, compasión, agresión, reprobación y miedo. Son un texto para leer. ¿Pero, sabemos leerlo?

Estamos frente a un fenómeno psicosocial complejo, que no podemos resolver con comentarios infundados, ni con estereotipos formulados de manera irresponsable y posiciones retroógradas, vetustas, cerradas e intransigentes. Pueden los emo parecernos tontos porque no los conocemos, no sabemos entenderlos y/o porque no logramos dominarlos. Su propuesta tiene su propia realidad, necesidad y determinismo.

Pero no todo tipo de expresión juvenil se puede denominar tribu y/o cultura juvenil. En las actuales circunstancias, debemos hablar más bien de las estéticas juveniles urbanas, las cuales responden a tendencias y oleadas propias de la cultura de mundialidad, e impactan especialmente a la máxima población de consumo en el mundo: los jóvenes. En consecuencia, la denominada "estética emo", es solo una nueva puerta que se abre para las nuevas tendencias y estéticas que se vienen consolidando y que llegarán, como: los otaku, los visual key, elegant, tectonics, flogers, entre otras.

Considero que debemos superar la fascinación de las apariencias y empezar a abordar a los jóvenes, más desde su interioridad, superando cualquier tipo de rótulo y /o estereotipo.

Es posible que muchos adolescentes sean emo por moda, postura, adhesión a un grupo de iguales, más no por una ideología. Pero ellos y ellas (emos y no emos) de algún modo, están exteriorizando todo aquello que, aunque no saben conceptualizar y/o verbalizar, caracteriza a un individuo completamente diferente de otras generaciones, y guste o no, es real, y juega un papel importante en el giro de la historia, en donde cada día más seres reales están encarnando este estilo y prototipo, entendiendo como estilo aquella forma que responde a la necesidad de expresar una nueva perspectiva o contenido de la realidad social o cultural"6

¿Es posible que en un mundo desacralizado y laico, donde se ha ampliado la aceptación del homosexualismo, las diversidades, en donde se "visten los cuerpos para devestir mejor las almas", en donde los paradigmas tradicionales se han derrumbado, surja un nuevo individuo?

Los Invisibles se hacen visibles.

Eran las 08:20 de la mañana, aún se percibían en el ambiente los aromas frescos de los jabones en los jóvenes cuerpos matutinos. La clase se desarrollaba con la monótona normalidad del sistema educativo colombiano, cuando el grito desesperado de una niña, irrumpió en el aula advirtiendo una tragedia: ¡profe! ¡profe! ¡rápido! ¡rápido! ¡Catalina se cortó las venas!

Al instante, el baño del colegio estaba colmado de niños y adolescentes, quienes con ojos de asombro, observaban un charco de sangre que se expandía por debajo de la puerta. Al recibir auxilio por parte de los maestros, uno de ellos exclamó: ¡ah! es la niña emo.

Días después de este suceso, la autoridad del núcleo educativo de ese sector de la ciudad, me contactó para que compartiera mi investigación sobre circunstancias juveniles urbanas, profundizando en la denominada "cultura emo".

Días antes del foro educativo, tuve la oportunidad de visitar a Catalina. En proceso de recuperación de las heridas causadas a su cuerpo, ella me compartió de qué manera estaban gravemente heridas su mente y su alma. Unos meses atrás, su padre había sido asesinado en una de las calles de Medellín y posteriormente, su madre, sumida en el dolor, se hallaba encadenada en el infierno del alcohol.

Hija única, y sin familiares cercanos, Catalina a sus catorce años, debió asumir la responsabilidad de los negocios de la familia, el día a día del hogar, la circunstancia de su madre, además, su vida personal y escolar. ¿Cómo se sentía? ¿Qué pasaba por su cabeza? Hasta ahora nadie lo sabía, a nadie le importaba, ella, simplemente no existía.

Puede este ser el caso de muchos niños, adolescentes y jóvenes, los cuales no existen para sus padres, no existen para sus colegios, y tampoco existen para la sociedad. Padres de familia sin rol y sin presencia, ocupados de asuntos muy importantes. Colegios en donde no existen los estudiantes sino los matriculados. "Maestros" mercenarios de la educación, sin ética ni vocación. Una sociedad hiperindividualista e incomunicada, niños y jóvenes sin referentes, para quienes su máxima certeza, son el olvido y el abandono. Esto no significa que sean unos condenados, pero en nuestro devenir histórico, podemos referirnos a ellos en términos de "los invisibles".

Considero que la mayoría de las circunstancias que acompañan a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, se constituyen en síntomas y metáforas de nuestra propia realidad social. Es importante que todos nosotros, pertenecientes a esta sociedad vetusta, anquilosada y de doble moral, nos hagamos la autocrítica, asumiendo nuestra responsabilidad social, cultural e histórica, antes de caer en juicios, señalamientos y estereotipos.

Frente a las realidades que viven muchos de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, ellos experimentan la necesidad de resolver de manera práctica, los vacíos, las falencias sociales e históricas, convirtiéndose espontáneamente en productores de significado, redimensionando y reconstruyendo, aún sin fundamentación y/o argumentación precisa, esta sociedad actual, caracterizada por la inseguridad, la debilidad, el relativismo, el sin sentido y el vacío.

Quizá, sus diversas estéticas, sean entre otras, la posibilidad de formulación de un texto visual que pretende lograr ser leído por la indiferencia, hasta ser vistos posiblemente como antagonistas del sistema.

Qué bueno sería, tener jóvenes inconformes, rebeldes, capaces de cuestionar y evidenciar los errores recurrentes de nuestra sociedad.

Personalmente, encuentro en las estéticas expandidas, sincréticas y camaleónicas de los jóvenes, una generación de seres humanos renovadores de sentido y de estilos de vida.

Ellos están resignificando su concepción de mundo, de hombre, de comunicación, de interacción. En este contexto surgen las nuevas identidades, las masculinidades y feminidades. Es la consolidación de la divergencia, la asimetría, la heterogeneidad, la multiplicidad, la emergencia de la extraordinaria complejidad del ser humano como individuo protagonista real de la historia, pero de esta historia, no la de otras épocas ya lejanas e inexistentes.

Es en este proceso de resignificación en donde surgen nuevas posturas, nuevas prácticas, nuevas estéticas con capacidad de inspirar y/o consolidar nuevas tendencias, que tienen gran importancia en su relación con las nuevas formas de vivir, de concebir la realidad, la sociedad, la escuela, la familia, la individualidad, el sentido de la existencia, de la erótica y de la identidad. Quizá alejados de lo establecido, surgen como reacción, contrapropuesta, contradicción y/o actualización de la historia. Vistos como ajenos, desconocidos, sospechosos, amenazantes, reprobables, raros, amorales, peligrosos, anarquistas y/o detestables, los niños, adolescentes y jóvenes, los invisibles, se hacen visibles y le dicen al mundo: ¡Aquí estamos! Obsérvennos, no por lo que llevamos por fuera, sino por lo que nos ocurre por dentro.

En múltiples auditorios colmados de padres y educadores (adultos), es común, que al finalizar mi presentación sobre escenarios y estéticas juveniles, algunos me digan: "profesor, gracias a Dios que mis estudiantes son normalitos, profesor, gracias a Dios que mis hijos son normalitos".

Y así continuamos, en una sociedad en donde se repite que "los buenos somos más", que existe "gente de bien", entre otros. No puedo evitar preocuparme y reirme ante tan cruel ignorancia. La mayoría de los adolescentes que se suicidaron el año anterior en Colombia, tenía entre otras, las siguientes características:

  • Habitaban el Área Metropolitana del Valle de Aburrá
  • Tenían entre 14 y 17 años
  • Todos eran "normalitos". Ninguno era emo, rockero, metalero, gótico, punk, entre otros
  • Todos eran hijos de padres muy "exitosos"



Referencias

1. MORAL, José Luis. Modernidad y postmodernidad: cambio de valores en la juventud. Roma: Universidad Pontificia Salesiana, Instituto de la Juventud, 2005.        [ Links ]

2. MAFFESOLI, Michel. Informe sobre la juventud española, 2000. Estudio No 2.370. Octubre-noviembre de 1999. [en línea]. España: Centro de Investigaciones Sociológicas-CIS. [citado en abril 4 de 2009]. Disponible en: http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-archivos/Marginales/2360_2379/Es2370mar.pdf        [ Links ]

3. SALUSTIO, Cayo Crispo. La conjuración de Catilina y guerra de jugurta. España: Aguilar, 1946. P. 2-3,5-6.        [ Links ]

4. Universidad Nanterre, 1968.        [ Links ]

5. OSPINA, William. Es tarde para el hombre. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1994.        [ Links ]

6. DE VENTÓS, Xavier Rubert. Teoría de la sensibilidad. Peninsula, 2007.        [ Links ]

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