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Revista Lasallista de Investigación

versión impresa ISSN 1794-4449

Rev. Lasallista Investig. vol.11 no.1 Caldas ene./jun. 2014

 

Artículo original/Article original/Artigo originais

Travesías funcionales para la investigación con humanos, desde la obra de Hugo Zemelman*

Functional journeys for research with humans, from Hugo Zemelman's work

Travessias funcionais para a investigação com humanos, desde a obra de Hugo Zemelman

Jorge Hernán Betancourt Cadavid**

"La tercera premisa del libro… apunta fundamentalmente a prácticas de conocimiento
que permitan intensificar la voluntad de transformación social.
La identificación de las relaciones desiguales de poder-saber
que subyacen a las epistemologías del norte… es un primer paso
para transformar esas relaciones de poder"
(Santos, 2009, p. 13)
.

* Artículo de reflexión derivado del proyecto de tesis doctoral titulada "Una lectura desde la Antropología Filosófica, e histórico pedagógica, a la constitución del sujeto, la formación y la transformación, en la obra de Hugo Zemelman: aportes a la(s) Pedagogía(s) Crítica(s) en Latinoamérica".

** Licenciado en Educación Preescolar de la Corporación Universitaria Lasallista, Especialista en Docencia Universitaria de la Universidad de San Buenaventura y estudiante de Doctorado en Filosofía (civil) de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín. Investigador del Grupo Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos - GIDEP de la Facultad de Educación de la Universidad de San Buenaventura - seccional Medellín. Docente del Departamento de Pedagogía en la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. Docente investigador y miembro del Grupo de Investigación Educación y Subjetividad - GIES, de la Facultad de Ciencias Sociales y Educación en la Corporación Universitaria Lasallista.

*** La investigación que origina este texto es del orden cualitativo. El enfoque metodológico del mismo es Hermenéutico, que desde griego (hermeneutiké - hermeneutik), remite al arte de la interpretación. El verbo griego sobre el que recae la expresión, es Hermenein, que en latín corresponde a interpretare. Se trata de una postura metodológica sobre el significado que posee una expresión, su interpretación y traducción. Dicho de otra manera, al expresarse algo, hay un intención de hacerse entender sobre ello, y en esa interpretación existe lo que es interpretado, y al pasarse de un lenguaje a otro, se traduce con el fin de que sea comprendido (Gadamer, 2007).

Correspondencia: Jorge Hernán Betancourt Cadavid, email: jobetancourt@lasallistadocentes.edu.co

Artículo recibido: 12/03/2014; Artículo aprobado: 03/06/2014


Resumen

El trabajo se apoya en el diálogo entre la Antropología Filosófica y la Antropología Histórica Pedagógica, para sustentar que los principios de la bioética atraviesan la investigación sobre seres humanos: ese es el objetivo. Corta travesía comprensiva*** por la investigación en torno a la constitución de sujetos, por tanto de la formación y la transformación, desde el pensamiento de Hugo Zemelman, autor en el que se producen saberes sobre las pedagogías críticas, procurando comunicación con los lugares de enunciación de dicho discurso y sus formas de visibilidad en instituciones sociales.

Palabras clave: antropología, sujetos, formación, investigación, principios de bioética.


Abstract

This works uses the dialog between philosophical anthropology and pedagogic historic anthropology to argue that the bioethical principles go through the research about human beings: this is its objective. We make a short and comprehensive journey through research concerning the constitution of subjects from Hugo Zemelman's thinking, an author who produces knowledge about the critical pedagogies thus opening a communication with the places of enunciation of such speech and its visibility forms in social institutions.

Key words: anthropology, subjects, formation, research, bioethical principles.


Resumo

O trabalho se apoia no diálogo entre a Antropologia Filosófica e a Antropologia Histórica Pedagógica, para sustentar que os princípios da bioética atravessam a investigação sobre seres humanos: esse é o objetivo. Curta travessia compreensiva pela investigação em torno da constituição de sujeitos desde o pensamento de Hugo Zemelman, autor no que se produzem saberes sobre as pedagogias críticas, tentando comunicação com os lugares de enunciação de dito discurso e suas formas de visibilidade em instituições sociais.

Palavras importantes: antropologia, sujeitos, formação, investigação, princípios de bioética.


1. Introducción

La filosofía no piensa la filosofía, cuando es realmente filosofía y no sofística o ideología.
No piensa textos filosóficos, y si debe hacerlo es sólo como propedéutica
pedagógica para instrumentarse con categorías interpretativas.
La filosofía piensa lo no filosófico: la realidad (Dussel, 2011, p. 20)

Indagar sobre la constitución de los sujetos, es apuntar a procesos de investigación en torno a la razón y a la experiencia humana, cuya construcción no puede reducirse a lo cognitivo de manera exclusiva. Es también responder a la construcción gnoseológica1, es decir que corresponde a la búsqueda sobre el origen, la naturaleza, el valor y los límites de la facultad humana de conocer. Se trata entonces de evidenciar la necesidad de recorrer caminos más arriesgados. El trabajo es buscar el cómo y el porqué de ello, para tratar de comprender la realidad humana.

Es el punto de partida para obtener del ser humano un conocimiento que le permita encontrarse a sí mismo para deconstruirse y reconstruirse en lo cotidiano, procura dar respuesta a cuestiones en el sentido de ¿cómo se lograrán estos procesos? ¿Quién orienta al hombre en su propia búsqueda? Y lo que parece ser más difícil ¿Quién lo de construye y reconstruye? Definitivamente no es una tarea exclusivamente del hombre para el hombre, pues "el ente humano es, para empezar, estimulación, afección, y tendencia, tres desarrollos que tenemos en común con los demás mamíferos. Desde el momento germinal, lo humano vive ya de estos tres procesos psicofisiológicos" (Fullat, 1997, p. 47).

Entonces no basta con abordar el saber sobre el hombre desde su naturaleza física y biológica. También habrá que darse a conocer su dimensión trascendental, descubrir su más auténtica esencia, es decir, acceder al plano metafísico del sí mismo. Por tanto, el hombre se estudia ya no desde lo meramente biológico, sino que además se examina desde aquello que lo impulsa a su civilización: la experiencia. Esas vivencias, en cuanto que son objetivaciones de la vida, son objetos de conocimiento científico, permitiendo el surgimiento de preguntas importantes para el desarrollo de esta cavilación tales como ¿es posible comprendernos? Y ¿cómo comprender las vivencias humanas? En palabras de W. Dilthey, la respuesta es positiva gracias al Espíritu Objetivo, que es de hecho el espíritu que subyace al asunto de la formación a través de este trabajo:

Entiendo por tal espíritu objetivo las múltiples formas en las que se ha objetivado en el mundo la comunidad existente entre los individuos. En este espíritu objetivo, el pasado es presente permanente y duradero para nosotros. Sus dominios alcanzan desde el estilo de vida, las formas de trato, hasta la conexión de los fines que la sociedad se ha formado, a la costumbre, el Derecho, el Estado, la Religión, el Arte, las Ciencias y la Filosofía. Pues también la obra del genio representa una comunidad de ideas, vida psíquica, de ideal en una época y un entorno. A partir de este mundo del espíritu objetivo, nuestro sí mismo obtiene su alimento desde la primera infancia. Es también el medio en el que se lleva a cabo la comprensión de otras personas y sus manifestaciones de vida. Pues todo aquello en lo que el espíritu se ha objetivado contiene en sí algo común al yo y al tú (Dilthey, 2000, pp. 165-167).

Teniendo en cuenta todo lo anterior, se afirma que el individuo sobre el que se desarrolla este tipo de investigación, no es solo una realidad histórica, y menos una presencia exclusivamente espaciotemporal; no es solo un miembro del planeta, se trata del hombre que accede "también a la conciencia de su propia individualidad como ser humano consciente, proceso del que forma parte el conocimiento de su identidad" (Horkheimer, 2010, p. 143). Por tanto es imprescindible establecer un concepto de éste, desde una antropología que lo asuma y que dé respuesta al mismo desde el lugar del hombre en su propia historia y contexto. En esa medida, este rumbo sigue entonces la beneficencia de la existencia humana sin límites impuestos por la ciencia empírica, gracias a que quiere hacer posible un acercamiento a lo que constituye al sujeto desde una comprensión que devele lo que se es, y cómo ha llegado a serlo.

En medio de estos aspectos se comprende la complejidad de abordar el grandioso cosmos del hombre como una realidad inacabada e inexorablemente abierta, en la que todo proceso que indague en el mundo de lo humano, indica el bien en pro de su humanización, su valoración, y la de su sociedad, sin intenciones coloniales, libre de cualquier sujeción hegemónica: "Una de las implicaciones más significativas del pensar histórico es la potenciación del sujeto" (Zemelman, 1998, p. 33).

En ese orden de ideas, y dándole la razón a los Conceptos fundamentales de pedagogía (Speck y Wehle, 1981), el hombre se presenta desde el comienzo de su existencia como dependiente y necesitado del proceso de desarrollo. El niño recién nacido es el más desprotegido de la naturaleza, deficiente orgánicamente, no soluciona sus dificultades y problemas sin ayuda ajena porque "… sin el seno materno social no está capacitado para vivir" (p. 528). Y desde allí la investigación sobre la formación, y la pedagogía como disciplina hermenéutica, no se pueden olvidar de sus dimensiones históricas, de sus conceptos, del devenir de los sujetos y las instituciones:

Wulf expone que la Antropología Histórico Pedagógica (AHP) surge de la doble implicación existente entre la Antropología Pedagógica (AP) y la Antropología Histórica (AH), la primera de ellas se refiere al estudio del ser humano en cuanto homo educandus y homo educabilis (el hombre es un ser educable y necesitado de educación). Para tal fin se propone desde cierta normatividad, develar las condiciones generales desde las cuales el ser humano podría identificar su hominización, a saber: la formabilidad (bildsemkeit), la necesidad de educación y la formación desde sus implicaciones en los planos internos de la personagénesis, es decir, desde las decisiones, intereses, gustos, placeres, entre otros, propios del sujeto; y los aspectos externos de las instancia humanizadoras, es decir, las instancias educativas desde las instituciones sociales y los diversos referentes culturales, tales como la familia, la escuela, el estado, entre otros, que influyen de manera intencional en el sujeto (Universidad de San Buenaventura, 2008, p. 60).

Con este fundamento, habrá que terminar este apartado preliminar mencionando que desde la corriente que defiende las correctas consecuencias, se asumen aquí sin carácter de universalidad, cuatro principios2 que pueden orientar de manera funcional la investigación sobre la formación y la constitución de sujetos -no desde los deontologistas para quienes los conceptos de obligación y de justicia son independientes de la felicidad o del bien3.

2. La discución: el concepto de sujeto que se investiga, una mirada desde la obra de Hugo Zemelman4 y apuntes desde los principios de la bioética

El devenir antropológico desde el pensar epistémico consiste en
recuperar al sujeto en sus posibilidades de historización,
a partir de su modo de colocarse ante el mundo. (Zemelman, 1998, p.154).

2.1 Un punto de partida para intentar comprender aquello sobre lo que se indaga

Habrá que partir llamando la atención para el desarrollo de este trabajo que aborda asuntos en torno a subjetividades, recordando una categoría que surge de una discusión que ya es de largo aliento para quienes hacen investigación en ciencias sociales, que se remonta hasta la fenomenología en E. Husserl, que también cursa por el existencialismo en M. Heidegger, y que para estas lidias se menciona desde Jean-Carles Mèlich (1994), a saber:

El mundo de la vida es el mundo de la cotidianidad (Alltagswelt). Es la esfera, el horizonte espacio-temporal en el que transcurren las vivencias, pensamientos y acciones humanas de orden espontáneo o irreflexivo. El Lebenswelt es el mundo intuitivo, pre-racional y pre-predicativo en el que estamos inmersos, en el que vivimos siempre, es el mundo rutinario, en el que nuestros actos tienen lugar maquinalmente, dado que muy pocas veces actuamos racionalmente en la cotidianidad. En el Lebenswelt nos limitamos a vivir, no a pensar que vivimos. Es el mundo de la subjetividad y de la intersubjetividad inmediatas. (…) El mundo de la vida es pre-científico y extra-científico y a la vez es el fundamento de toda posible ciencia, pero él, en sí mismo, escapa al influjo de la ciencia. Toda teoría científica o filosófica necesita del mundo de la vida como soporte. El olvido del mundo de la vida es lo que ha conducido a las ciencias europeas a la crisis en la que viven inmersas (pp. 70 y 71).

Por ende, las indagaciones en torno a la subjetividad, es decir, en el trabajo científico sobre ese mundo de la vida, perviven los principios de la bioética en toda su extensión. Y es que para estas indagaciones es importante saber que no es lo mismo elevarse para reconocer nuevos espacios y organizar afirmaciones de verdad sobre sí mismo, que reproducir los elementos que se han interiorizado; una cosa es lo que el sujeto piensa por fijación de conceptos y valores, y otra es pensar por necesidad de asumir la realidad.

Desde allí, el asunto que aborda en buena parte de su obra el profesor Zemeleman, se afinca en el problema de la racionalidad humana, porque es en la razón el lugar de la vida donde se condensan los nudos que impiden: el fracaso por ejemplo, la necesidad de las apariencias, la presión social; y estos, frente a los espacios que posibilitan tales como los deseos, los triunfos, aspiraciones, conquistas y logros. El sujeto cree que progresa debido a que piensa, pero como garantía de la autónoma, el progreso hace presencia como manifestación de una inconformidad con lo dado -posiblemente este principio bioético le permita resistir ante lo que le oprime-, esto implica la búsqueda de determinados recorridos que obedecen a una especie de expansión del universo de pertenencia, propagación que hace de la especie humana un constructor que se potencia desde su espacio y tiempo -la posibilidad de su propio beneficio-.

Pensar es la capacidad que no puede quedar atrapada o no se puede reducir solo al mundo de los instrumentos, la memoria o la rutina. Por el contrario, incorpora entornos desconocidos como experiencias posibles que resultan de la inconformidad; la razón, es esta misma inconformidad, pero debe hacerse consciente y organizada, de manera que se nutra de los desconocido, de lo inédito. Por tanto habrá que insistir que esta es una cuestión de autonomía.

Así las cosas, el hombre toma conciencia de sí mismo para romper con los límites que han cifrado el pensar, y cuando se quiebran estos límites, aparece la obligatoriedad de encontrar nuevos mecanismos racionales para ver y enfrentar la realidad. Esto implica abrirse a lo desconocido mediante una forma determinada de negar lo establecido. Él se encuentra frente a la necesidad de distanciarse de los mecanismos que moldean, limitan, restringen o condicionan, generándose una dialéctica, pues al no estar conforme con su función lógica centrada en contradicciones, trata de lograr su función epistémica a través de formas de razonamiento, como la crítica. El sujeto como categoría de análisis está en constante proceso de constitución, que sin duda se forma en la narración de la geografía de su experiencia vital y de su posición frente a la misma:

La consciencia es el desafío de ser hombre. La voluntad es el atreverse a asumir el desafío. Desde el lenguaje, lo que decimos apunta a distintos desafíos existenciales, como ser desde la consciencia, que refiere a lo que es, pero también desde donde se está. El lenguaje refleja estas exigencias existenciales, no necesariamente conscientes en las cuales el sujeto está siempre en la perspectiva del más que resulta de la conjunción del es y del siendo. (Zemmelman, 2005, p. 19).

Desde aquí aparecen los elementos que debe tener un sujeto para superar lo tangible, conocer como es realmente su vida; saliéndose de los paradigmas que le imponen. Y es sobre esto que indaga este tipo de investigaciones, que por ende requieren a toda costa ser justas y por encima de todo, beneficiosas. Primero debe saberse que el tiempo histórico en el cual se constituye el hombre, y su sociedad, están en constante transformación; a veces se generan individuos, no como sujetos sino como masa, se transforman limitando de una manera u otra los conocimientos y pensamientos. Pero el sujeto consciente de su subjetivación, capaz de razón y pensamiento, toma conciencia de su rol en su espacio y tiempo. Se da a la oportunidad de conocer, conocerse y hacerse conocer, transformándose en un ser reflexivo y crítico, teniendo como resultado la construcción de un nuevo conocimiento, un nuevo ser:

El desafío que se plantea al sujeto obliga a entender mejor, de manera más explícita, la compleja relación entre el sujeto y su propio discurso, porque tiene lugar múltiples conexiones que no se agotan en el plano de la capacidad analítica (Zemelman, 2005, p. 10).

Al llegar a este punto, desde el principio de autonomía, este sujeto cultiva y estimula sus ideales y se aleja de aquellas cosas que hacían de él un punto más en las cifras de una población. Es precisamente por ello que se argumenta que estas investigaciones deben ser justas y llenas de intenciones desde la beneficencia, en la medida en que al indagarse en torno al sujeto, se le puede posibilitar el alejamiento de la ignorancia frente a temas que son el pan de cada día en la sociedad moderna -la pobreza, la violencia, la marginación, los conflictos-.

Al mismo tiempo, su historia será la base fundamental en el desarrollo de sí, es la encargada de darle fundamentos a cada sociedad y el lugar en el que el sujeto se da forma; ella lo narra a través de su constitución, lo hace ser vivo en el presente, creando futuro. Por tanto estriba en términos de prioridad mantener presentes, hacer funcionales los principios de la bioética que hasta ahora se han esgrimido, pues son necesarios para la investigación con humanos, son sin lugar a dudas funcionales en las indagaciones sobre el sujeto y su constitución, en la medida en que habrá que mantener siempre presente que:

Esta apertura del sujeto, a partir de su ubicación en el momento histórico, implica la necesidad de distinguir entre el pensamiento circunscrito al manejo de universos somáticamente cerrados de lo que es el esfuerzo del sujeto por ubicarse históricamente, que, pudiendo romper los limites, permita abordar realidades que no están necesariamente contenidas en las teorías; lo que supone la necesidad de abrir el pensamiento a las resignificaciones de los conceptos con los que estamos construyendo el conocimiento (Zemelman, 2005, p. 10).

Es en esa voluntad, propia del hacerse sujeto, donde él se constituye dadas las condiciones de época:

Es así como los sujetos que participan de estas prácticas de la libertad deben ocuparse de sí mismos para que de esta manera sus pensamientos y acciones, de acuerdo con sus vivencias, estén cargadas de valores morales que los han adquirido de su experiencia de vida para cuidar de los otros (Garcés y Giraldo, 2013, p. 189).

2.2 Esta investigación, teniendo en cuenta los principios de la bioética, posibilita que el sujeto se exalte en el encuentro de nuevos desafíos

El escudriñamiento en torno a la constitución del sujeto, que incluya la reflexión crítica y emancipadora, es viable donde se descubre la opresión, y es posible cuando se emancipa entre varias alternativas, en el contexto de los principios mencionados. No hay duda en que el fraccionamiento del hombre y su despersonalización, es causado por la cantidad de funciones especializadas que desempeña, que lo obligan a una nueva valoración de la subjetividad. Ante todo, en lo que se presenta en este apartado, "lo que critica no es la ciencia, sino, más bien, la condición de la ciencia como única forma posible de conocimiento" (Zemelman, 1998, p. 32).

En este tipo de fenómenos se encuentran una serie de relaciones sociales que acceden a prácticas interactivas específicas, las cuales regulan la manera como se asume el significado de las mismas, y ubican a la vez el posicionamiento de los sujetos, de manera que "las prácticas se forman a través de las relaciones sociales dentro de la producción/reproducción, las categorías configuran voces y las prácticas configuran su mensaje, el mensaje depende de la voz: y el sujeto es una relación dialéctica entre voz y mensaje" (Bernstein ,1993, p. 40), en ese proceso está lo que descubre este tipo de cavilaciones.

El periplo a través del cual va adquiriéndose la conciencia de aquello que limita y oprime, transforma a lo limitante en un ángulo que conduce a espacios desconocidos, para re-pensar la situación en que el sujeto se encuentra y en medio de la cual se constituye. Así vuelve sobre el examen de las facultades y los mecanismos cognitivos. Por ende, la crítica a las normas corresponde con la búsqueda de una nueva racionalidad que permita liberarse de la ciencia como parámetro de la racionalidad. Es a partir de reconocer los límites dentro de los cuales se construye la racionalidad, que aparece la posibilidad de una transformación. De hecho:

La consciencia es el desafío de ser hombre. La voluntad es el atreverse a asumir el desafío. Desde el lenguaje, lo que decimos apunta a distintos desafíos existenciales, como ser desde la consciencia, que refiere a lo que es, pero también a un más desde donde se está. El lenguaje refleja estas exigencias existenciales, no necesariamente conscientes en las cuales el sujeto está siempre en la perspectiva del más que resulta de la conjunción del es y del siendo. (Zemelman, 2005, p. 19).

Esta es una postura racionalmente volitiva que le permite al sujeto ampliar el horizonte y desarrollar una capacidad de distanciamiento desde sus circunstancias: colocarse ante ellas, es abrirse a lo inédito, pensar desde lo desconocido y desde sus propias determinaciones, para que pueda ubicarse en el momento histórico antes de llegar a descomponerlo en objetos. "Lo que decimos refiere a la dimensión existencial del conocimiento que implica a la realidad no como objeto sino como contorno, esto es, como lo historizable" (Zemelman, 2005, p. 84). Con esto el sujeto puede llegar a ampliar su subjetividad, y allí se requiere de la justicia con él y con su configuración. Por eso es de suma importancia incorporarla a la investigación sobre el sujeto, que voluntariamente se narra desde su propio discurso, aún más, en el contexto actual en el que predomina la investigación cuantitativa, la subjetividad y la conciencia humana han quedado limitadas a la razón instrumental:

Nos parece fundamental iniciar estas reflexiones con el problema de la función que cumple el sujeto en el proceso de construcción del conocimiento, ya que los obstáculos que se presentan no se pueden simplemente transferir al plano metodológico ni al puramente técnico (Zemelman, 2005, p. 81).

El sujeto se vincula más claramente a la discusión sobre el método, gracias a la dimensión, que le permite apropiarse de lo real; de este modo el rescate no se trata solamente por demostrar y argumentar sobre la riqueza del sujeto, sino de involucrarlo a él, en la justa medida, con la totalidad de sus facultades. Es decir que

Si esta gente no se viese inducida a la imitación de la capa superior, la propaganda estentórea o los reclamos educativos que los exhortan a cultivar su "personalidad" se les antojarían como señal de condescendencia, para no decir de hipocresía: un esfuerzo por arrullarlos en un estado de engañoso contentamiento (Horkheimer, 2010, p. 135).

3. La potenciación hace posible la constitución del sujeto: ella es en sí misma una defensa de la vida

"Se plantea tener que recuperar al sujeto pensante desde el conjunto de sus facultades"
(Zemelman, 2005, p. 81)

La recuperación del sujeto para potenciarlo desde las funciones gnoseológicas, se encuentra en la tradición cultural e intelectual, pero estas han sido reducidas a una función puramente cognitiva. El sujeto fundador y activo que se pretende rescatar puede romper con los límites gracias a las formas del lenguaje, es el sujeto que se construye desde ángulos abiertos, para pensar la realidad con la mayor riqueza posible, ya que el propósito no es construir estrictamente un nuevo discurso sino romper con los límites que se imponen.

Las posiciones de Hugo Zemelman no son por supuesto las primeras ni las únicas que se:

pueden considerar como epistemología crítica. Nos parece que sin hacer la interesante historia de las perspectivas críticas en este ámbito, la epistemología crítica pudiera definirse a través de la fórmula que Adorno acuñó hace tiempo: el problema de la dialéctica no es si un objeto puede ser y no ser al mismo tiempo, sino como siendo A puede transformarse en B (De la Garza, 2001b, p. 118).

Es el conocimiento que contiene su propia necesidad de subvertir los límites, de ir más allá de lo fundado, como lo propone Basil Bernstein:

El problema del sujeto se plantea cuando subraya el papel de los códigos y de la ideología. Los códigos proporcionan los principios para la constitución del sujeto en el significado y en sus relaciones sociales. Los códigos sugieren la noción de sujeto constituido en relaciones que orientan a los significados. El sujeto entra en el universo simbólico a través de los códigos (1994, p.14).

Consiste en traducir en un discurso coherente las exigencias complejas de la realidad, de manera autónoma, en pro del bien y con justicia, sin que esto signifique restringirse a la constatación de las regulaciones sistemáticas dominantes. Estos principios sirven a la investigación con humanos, al trabajo en torno a la formación y la constitución de sujetos como una opción de resistencia para reivindicar las potencialidades culturales, que se desconocen o desprecian, que se han limitado a lo instrumental del mercado. Y es que "no habrá justicia social global sin justicia cognitiva global. Los procesos de opresión y explotación, al excluir grupos y prácticas sociales, excluyen también los conocimientos usados por esos grupos para llevar a cabo esas prácticas" (Santos, 2009, p. 50).

Es sabido que los individuos desde el nacimiento están sometidos a observar, y de cierto modo a repetir una serie de conductas impartidas por la cultura en la que está inmerso (Pineau, Dussel, Caruso, 2001). Muchas de estas conductas y comportamientos son interiorizadas y las acciones se vuelven un patrón, un esquema de todo aquello que está dado. Así la función a ejecutar para la construcción de sujeto, según Zemelman, es tratar de "madurar una postura racional que cumpla la función de reconocer a los parámetros: en esto consiste saber colocarse ante la realidad inédita, en determinar la forma de resolver acerca de cómo salirse del producto-dado" (1998, p. 83). Tanto en la obra de Zemelman, como en los postulados de otros autores en torno a su trabajo, cuando se asume el rompimiento de parámetros, se refiere entre muchos aspectos, al del discurso, a la cuestión del lenguaje.

Entonces es claro que esa capacidad del individuo de ubicarse en su momento histórico, desde su experiencia -la mirada precisamente de la Antropología Histórica Pedagógica-, es lo que le posibilita para que exista una necesidad de pensar no categorialmente, o en palabras propias del profesor Zemelman, "no parametral", ya que el sujeto ha de sobreponer la necesidad epistemológica de objetividad usando su lenguaje, ha de superar las exigencias de la deducción teórica que se basa en la lógica de la inclusión, para romper con la verdad; de esto se trata la desparametrización, necesaria para la construcción de sujeto, y esa es la que en términos generales se narra.

4. Conclusiones

Para esta labor es importante retomar el análisis del sujeto y los procesos de constitución del mismo, fundamentados desde la antropología, la historia y la pedagogía, como posibilidad a través de la cual se expresa la realidad del mismo. Así que pensarlo con tal fundamento, supone atender a los procesos de significación que lo constituyen, a una diversidad de despliegues de sentido de su propia acción constitutiva para que la noción de sujeto de acción que se trabaja, cuente con un discurso en construcción en el que se reconoce su potencia como transformador de realidades.

Hablar del discurso sobre la constitución de los sujetos, es decir, hablar de pedagogía, es abordar el saber en torno a la formación que requiere enfrentar ideologías. Desde allí, se posibilitan emergencias para la formación del significado de sujeto y de sus relaciones sociales; estos códigos sugieren la noción de sujeto constituido en crónicas que orientan a los significados, y así el sujeto entra en el universo simbólico a través de los códigos (Bernstein, 1993, p. 14). Y entre otros signos habrá que estudiar dicho discurso desde principios que ayuden a que el que se estudia sea desarticulado de la razón instrumental, y para ello este trabajo propone la autonomía, la beneficencia, la no maleficencia y la Justicia.

La formación, y cualquier indagación en torno a ella debe partir de una profunda confianza en el hombre, en su potestad creativa y transformadora de la realidad, solo así se podrá pensar en una pedagogía situada, que responda a los procesos de constitución desde la reivindicación de los sectores sociales, de una acción transformadora, para romper con los esquemas de dominación -opresores y oprimidos-, y configurar una sociedad de sujetos emancipados y solidarios (Betancourt, 2012), y los principios de la bioética están de manera funcional al servicio de dicha investigación.

El ser humano cree que progresa debido a que piensa, pero como se ha afirmado, el progreso es la manifestación de su descontento. Esto implica la búsqueda de determinados recorridos que obedecen a una especie de expansión del universo, de pertenencia, esta expansión hace de la especie humana un constructor, en la medida en que narra para sí mismo sus constantes búsquedas, potenciándose en su espacio creado. Pensar es la capacidad que no puede quedar atrapada o no se puede reducir solo al mundo de los instrumentos, la memoria o la rutina, por el contrario, incorpora entornos desconocidos como experiencias posibles que resultan de la inconformidad. Esto es otorgarle a los resultados de la investigación en torno al tema mencionado, autonomía y justicia.

La razón pone de manifiesto la inconformidad, pero ha de ser consciente y organizada, que se nutre de lo desconocido, de lo inédito. Ir en contra de los límites implica un choque con la realidad, en el que se pueden incluir diferentes formas de apropiación mediante un mecanismo de objetivación, de manera que este mecanismo exige ampliar la subjetividad para ver más allá de las verdades y no reducirlas a lo indeterminado. Esto reclama con behemencia posiciones claras de beneficencia por parte de quien se hace consciente desde la investigación sobre la subjetividad: el sujeto mismo.

La posibilidad de instalarse depende de desarrollar la necesidad de realidad como experiencia y como conciencia de apertura a lo desconocido, que no es solamente la conjugación entre funciones cognitivas y gnoseológicas, sino además los desafíos de una conciencia ética, que exige hacer el bien; si instalarse en el mundo consiste en reconocer el contexto para el desenvolvimiento del sujeto, entonces lo que obliga es a romper con cuidado, de los y lo otro, los estereotipos acerca del espacio y el tiempo. Con todas estas cuestiones, la propuesta formativa y la narración del sujeto que se percibe, apunta a que el hombre puede apropiarse de la realidad inédita por medio de su capacidad de construcción; lo que requiere de hacer la separación de lo que es instalarse en el mundo, diferente de lo que es la apropiación del mismo.

Por ello se requiere de un lenguaje que revele la realidad como ámbito que contenga múltiples caminos en el espacio-tiempo, en los que se puedan distinguir experiencias y prácticas concretas, donde esta relación con la realidad permita pensar en el horizonte inmanente de lo temporal, para que desde ese lugar la realidad trascienda a lo inmediato. Reconocer la trascendencia, consiste en aceptar la realidad como posibilidad de espacios que permanecen abiertos a la vida, es el reconocimiento de espacios de sentido como realidades posibles, que presume que no se llega al mundo desde el conocimiento, por el contrario, desde el mundo se llega al conocimiento.

El proceso de admisión de la realidad sobre los seres humanos, sobre el sujeto y todo aquello que lo constituye, es parte de una narración que hace posible la conciencia histórica. Inmersa en ella hay una construcción dada por la capacidad de instalarse, lo que equivale a la asunción del conjunto de las facultades del hombre en la perspectiva de comprender a la realidad como horizonte de posibilidades. Esta perspectiva de indagación, puede y debe mantener presentes los principios de la bioética, o cualquier otro en este orden, para cuidar el proceso de indagación de cualquier sujeción hegemónica, y para hacer consciente de sí mismo a aquel sobre el cual se desarrolla el trabajo de investigación.


Pie de página

1 La Gnoseología es diferente de la Epistemología, y aunque también hace análisis de las disciplinas científicas, trabaja especialmente sobre cualquier otro tipo de disciplina que no necesariamente haya sido elevada al estatuto de lo científico -en el sentido de las ciencias positivas-. La gnoseología se ocupa del conocimiento general, teniendo por objeto la delimitación y definición de lo que es conocimiento, científico o no, y el estudio de sus características y límites.

2 Hace referencia a los principios de la bioética que son: 1- El Respeto por la Autonomía, que remite al derecho de las personas para decidir entre las posibilidades, que según él, son las mejores conforme a sus valores, creencias y planes de vida, no se trata de la intervención sobre las decisiones del otro, sino de la libertad sobre las propias; 2 - La beneficencia, tiene que ver con evitar riesgos en la investigación con humanos, porque implica el deber de realizar acciones para lograr el bienestar de los sujetos; 3 - La no Maleficencia, en tanto que no se puede causar ni hacer el mal; 4 - Y la justicia, principio por el cual se pretende la distribución equitativa entre todos los grupos de la sociedad, tomando en cuenta la edad, el sexo, el estado económico y cultural, al igual que las consideraciones étnicas.

3 En la filosofía moral se encuentran dos posturas. Una es la Consecuencialista que defienden la correcta acción determinada por un resultado de buenas consecuencias, Hume y Mill por ejemplo, aseguran que el criterio moral es el de mayor bien para el mayor número. La otra es la Deontologista para la que la justicia, no depende de la felicidad o el bien, depende de la buena voluntad y la imparcialidad del principio desde el que se juzga, Kant es un pensador clave en esta postura.

4 El profesor Hugo Zemelman Merino, nació la República de Chile (Concepción) en 1931, y murió en México en octubre de 2013. Licenciado en sociología rural y derecho, con postgrado en Sociología. Después del golpe por parte de los militares en su país (1973), se radicó en México, allí se desempeñó como docente en El Colegio de México y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde el año 2004 fundó y dirigió el Instituto "Pensamiento y Cultura en América Latina" - IPECAL, con el fin de contribuir a replantear los modos de pensar y aportar al campo de la construcción de conocimiento de este continente, y para procurar el encuentro de intelectuales de este continente.


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