Introducción
En la actualidad las instituciones de Educación Superior enfrentan el reto de identificar los causales que suscitan la deserción estudiantil, por el impacto que ella genera en el entorno, al fijarse unas metas personales, familiares, sociales e institucionales que finalmente no logran ser alcanzadas. El Estado, dentro de las políticas educativas en la Educación Superior, tiene como meta ampliar la cobertura que impactará en la sociedad, de manera positiva, si el joven logra culminar sus ciclo de formación (Fontalvo et al., 2014); además, el acceder al conocimiento "es factor fundamental de competitividad y desarrollo" (Facundo, 2009, p.17), pues le permite al individuo responder a las exigencias de su entorno y del mundo globalizado, mejorar su calidad de vida, calidad vista como la posibilidad de que los jóvenes accedan a un mejor estatus educativo, y disminuir la brecha de "la alta desigualdad social en función de las oportunidades educacionales" (Goicovic, 2002, p. 14). Al respecto, en Colombia, el Ministerio de Educación Nacional (MEN), da directrices para que las IES realicen seguimiento e implementen acciones y estrategias para disminuir las altas tasas de deserción (Ministerio de Educación Nacional 2015).
El seguimiento a la deserción permite a las instituciones, conocer el estado de los estudiantes que son admitidos a una cohorte en particular, disponer de estimaciones que ayuden a comprender la problemática e identificar los patrones y tendencias, teniendo así elementos de juicio que evidencien su comportamiento eimpacto, esto permitirá dirigir acciones a la población en riesgo, generar alertas tempranas, proyectar acciones y políticas a los jóvenes cuando aún no han tomado la decisión de desvincularse, y motivarlos a permanecer y culminar su ciclo de formación profesional.
El análisis de la deserción en la Educación Superior depende del tipo de estudio que se plantee; puede enfocarse a caracterizar la población desertora, a describir la asociación entre los casuales (académicos, económicos, personales, familiares, entre otras) y las variables que se consideran relevantes en cada contexto e institución, a clasificar a los estudiantes de acuerdo con su trayectoria (desertores, graduados o matriculados) en términos de algunas variables independientes (Fontalvo et al., 2014; Sánchez y Brenes, 2003) o, en algunas ocasiones, se contempla la posibilidad de plantear modelos que permitan identificar y caracterizar los posibles desertores, reconociendo los factores de riesgo, con el propósito de establecer alertas tempranas (Pagura et al., 2000; Castaño et al. 2004, Castaño et al. 2008; Lamos y Giraldo, 2011; Muradás (2016) y Ortega et al. 2016,). En este sentido, es imperioso que las IES estudien la trayectoria escolar de la población estudiantil; el identificar las causas que influyen en el fracaso o éxito escolar es un mecanismo que permite establecer estrategias encaminadas a fomentar la permanencia y la graduación; esto implicará un compromiso de los diferentes actores de la comunidad educativa.
Deserción estudiantil
El abandono de la educación es una temática álgida para el Estado, las IES y la sociedad, por las condiciones de la población estudiantil, pues los jóvenes y sus familias proyectan elevar los niveles de formación, y hay una ilusión en buscar mejores condiciones laborales y de vida. Para el Estado y las instituciones educativas la proyección académica, organizacional, estructural y presupuestal se hace en función del capital humano que ingresa al sistema de Educación Superior. En este contexto, la deserción revierte en problemas de índole social, puesto que los adolescentes, al ver frustrada su proyección profesional, son ciudadanos inconformes socialmente y con las políticas del Estado, pasan a engrosar los índices de desempleo y, como lo manifiestan Chávez et al. (2007), esto es un indicador de ineficacia institucional: para el Estado, no solo porque destina unos recursos que no reflejan los resultados esperados, sino que, además, deberá diseñar políticas públicas enfocadas a cubrir el desempleo, la delincuencia, adicciones, entre otros problemas que afronta la juventud.
Definir la deserción implica determinar cuáles son los parámetros o perspectivas para su estimación. Páramo et al., (2012) y Tinto (1989a) aluden a que depende básicamente del interés particular del investigador y del contexto en el que se encuentra inmerso el estudiante. En estos términos, el desertor puede definirse de dos formas diferenciales: en el tiempo (precoz, temprana o tardía) o en el espacio, ya sea teniendo en cuenta el abandono del programa, la facultad, la universidad o del sistema educativo. Para el MEN un estudiante es desertor cuando, pasados dos semestres consecutivos, se desvincula del sistema educativo. En particular, en la UPTC, un joven es desertor --teniendo en cuenta la "deserción semestral causada"--, cuando se desvincula en el semestre; cualquiera sea la razón, para la institución es un referente que determina el estado de la población estudiantil y con ello puede establecer directrices para aumentar los índices de permanencia respondiendo a las políticas del MEN, y a los requerimientos al nivel mundial planteados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y que se plasman en los Objetivos del Desarrollo Sostenible ODS3, los cuales fueron acordados por las Naciones Unidas.
Estudiar la deserción también tiene implícito identificar las causas; la literatura especializada las desglosa en cinco categorías: aspectos psicológicos, económicos, organizacionales, interacciónales y sociológicos (Tinto 1989b). Pero, a la vez, estos se pueden agruparse en causas académicas y no académicas. La deserción depende en gran medida: de las características económicas, sociodemográficas, familiares de los jóvenes; de las diferencias entre los aspirantes que ingresa a las instituciones, esto es, egresados de colegios públicos o de colegios privados, diferencias surgidas por la inequidad del sistema educativo colombiano, no solo en la calidad de los contenido básicos impartidos, sino en el tiempo que dedican a cursar sus estudios; del manejo y acceso a las nuevas tecnologías y a los idiomas (Vries et al., 2015; Guerrero, 2014), de la orientación vocacional de los jóvenes o de las condiciones de su entorno.
Este artículo presenta una caracterización y seguimiento a la deserción en la UPTC en el período comprendido entre el primer semestre de 2008 y el primer semestre de 2015, a partir de los datos entregados por la oficina del Grupo de Organización y Sistemas de la universidad. Inicialmente se muestra un acercamiento a las políticas que han marcado el proceso de deserción, y posteriormente, se caracteriza la población universitaria en el periodo de estudio. Este trabajo es una herramienta que evidencia el comportamiento de la deserción; además, es un referente para proseguir este tipo de estudios en la universidad y así proyectar estrategias que logren disminuir la deserción y aumentar la permanencia. Evaluar y hacer seguimiento a la deserción es un factor preponderante a la hora de estimar la retención, y las tasas de graduación, puesto que es elemento influyente al evaluar la calidad de las universidades (Yóguez, 2009).
Deserción y políticas públicas
Según Alzate (2011) las políticas públicas se consideran una herramienta fundamental en el ejercicio académico y práctico de la gestión pública; se diseñan a fin de solucionar necesidades y resolver los conflictos sociales existentes, y se constituyen en la base para definir los planes, programas y proyectos. La fundamentación de las políticas públicas en los diferentes ámbitos surge de acuerdo con el comportamiento de las estadísticas demográficas. Para el caso que nos ocupa, la deserción en la UPTC, es necesario tener estudios estadísticos que fundamenten la toma de decisiones en la institución.
Desde la creación de las IES, las políticas públicas en el siglo XX se orientaron a formar las grandes elites académicas; posteriormente fueron dirigidas a ampliar la cobertura en la Educación Superior, situación que generó la proliferación de instituciones privadas faltas de regulación para su funcionamiento con el atenuante de que no garantizaban la calidad en la formación de los individuos.
En los años 90, aparecen nuevas políticas orientadas a regular la Educación Superior, especialmente al sector privado, con el propósito de garantizar la calidad. Esta época fue coyuntural pues se generó una crisis al incrementarse significativamente la demanda estudiantil, así como la globalización económica y la internacionalización de la educación. La reglamentación para el funcionamiento de las IES se dirigió a garantizar la formación integral de los estudiantes (artículo 67 de la Constitución Política de 1991; artículo 6 de la Ley 30 de 1992); a fin de mejorar el estatus académico y la calidad de vida de los futuros ciudadanos, se normativizó la Educación Superior buscando garantizar cobertura, aumentar las tasas de alfabetización, obviando los requerimientos mínimos de las instituciones. Además, la diversidad y heterogeneidad de la población estudiantil, los niveles de formación, la integración social y académica, y, el factor económico de los estudiantes influyen en su rendimiento, y en ocasiones, muy posiblemente no logran alcanzar la meta de "culminar el ciclo de formación al cual se matriculan", debido a las marcadas diferencias en sus niveles de formación.
Como se mencionó anteriormente, evaluar la deserción es una temática compleja. Rama (2006) cita:
La diversidad de sectores estudiantiles es la nueva característica principal de los nuevos estudiantes... Además de hijos, son padres; además de solteros, casados; además de jóvenes, adultos: todo está cambiando hacia una mayor semejanza con la estructura social de las propias sociedades. Sin embargo, esta masificación trae varios temas adicionales a la discusión, entre los cuales una nueva realidad de deserción, repitencia y abandono; la existencia de dos circuitos de escolarización terciarios, diferenciados por la calidad de la educación y que tienden a asociarse a sectores sociales igualmente diferenciados, y la incidencias sobre los mercados laborales y sobre las emigraciones de profesionales (p.19).
En particular, la UPTC, desde el 2011 en su plan de desarrollo 2011-2015, contempló aspectos enfocados a tratar el fenómeno de la deserción, entre ellos, creación del comité de deserción, reglamentación del plan padrino, seguimiento a las tasas de deserción causada y la reportada por el Sistema para la Prevención de la Deserción en Educación Superior SPADIES del MEN; asimismo, se estudia el tiempo de permanencia que tienen los estudiantes para terminar sus estudios profesionales, todo enfocado a bajar la tasa de deserción, aumentar la retención y buscar reducir el tiempo de permanencia para la terminación del ciclo profesional.
Desde la Unidad de Política Social (UPS) se han encaminado las estrategias a través de proyectos orientados "Hacia una Universidad Saludable"(Bienestar Universitario UPTC, 2015), donde se dirigen acciones a las comunidades vulnerables (jóvenes en riesgo de deserción, los que presentan algún tipo de adicción, menores de edad y los que poseen problemas de salud e inadecuados estilos de vida). Algunas de las acciones más relevantes han sido: a los estudiantes con dificultades socio-afectivas y de aprendizaje que se encuentren en alto riesgo de deserción a fin de brindar acompañamiento y atención individual, en las áreas de Psicología y Psicopedagogía. A partir del segundo semestre de 2013, se diseñó e implementó el taller de "Adaptación a la vida Upetecista", fortalecimiento del desempeño académico, mediante la promoción de talleres, conversatorios, charlas, convivencias de desarrollo humano.
Materiales y métodos
Esta investigación es de tipo exploratorio-descriptivo; se realizó teniendo en cuenta cada uno de los estudiantes matriculados desde el primer semestre de 2008 al primer semestre de 2015, en pregrado modalidad presencial, en las siete facultades ubicadas en la sede de Tunja (Ciencias Agropecuarias, Facultad de Ciencias, Facultad de Ciencias de la Educación, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias de la Salud y Facultad de Ingeniería) y tres sedes ubicadas en Chiquinquirá, Duitama y Sogamoso; estas tienen la connotación de facultades.
El estudio de la deserción se plantea desde tres perspectivas diferentes: la primera hacereferencia a La deserción reportada por el MEN a través del sistema de información SPADIES, El cual permite hacer seguimiento al abandono en las IES del país; la segunda, La deserción semestral causada en la UPTC; esta tiene en cuenta los estudiantes que se desvinculan de La universidad durante el semestre, y La tercera está dada en función Del seguimiento en el período de estudio (2008-2015), tomando como referente a los jóvenes que en al momento de la entrega de los datos no se encontraban activos en el sistema.
Las variables empleadas en el estudio fueron: período de ingreso, edad, género, número de veces que ha reingresado a La institución, el estado de los estudiantes (matriculado, no matriculado, pérdida de cupo por causas académicas consagradas en El reglamento estudiantil, retirado, terminación académica, graduado, terminación académica con reserva cupo o sin matricular), Pruebas de Estado, facultad y programa a los cuales pertenece El estudiante, desertores (causas académicas y no académicas) y promedio acumulado.
La información objeto de análisis corresponde a los datos suministrados por el Grupo de Organización y sistemas (GOS). Inicialmente se presenta una caracterización de la información por facultades, teniendo en cuenta cobertura, nivel de las Pruebas de Estado, graduación; se analiza la deserción temprana teniendo en cuenta cada una de las cohortes y las facultades; posteriormente, se estudia la asociación que presentan las pruebas saber y los estados de los estudiantes, clasificándolos como: desertores por causas académicas y no académicas, y los no desertores (se denominará otro, donde se incluye los estudiantes que presentan un estado diferente a desertor). Finalmente, se aplica el análisis discriminante (AD), con el propósito de describir y clasificar los Estudiantes en cada uno de estos estados. Como no se satisfizo el supuesto de homocedasticidad multivariada, el análisis se realiza mediante la técnica de clasificación Del vecino más cercano, que es considerada una técnica de tipo no paramétrico (Díaz, 2002, p. 473); el análisis de la información se realiza haciendo uso de programa SPSS versión 18.
Contextualización de la población estudiantil de la UPTC
La UPTC, dentro de sus metas en el plan de desarrollo 2015-2019, proyecta bajar las altas tasas de deserción, aunque comparativamente con otras instituciones públicas y con el promedio nacional es menor. De acuerdo con lo reportado por SPADIES en la página del MEN a junio de 2015, en las IES, diez cohortes atrás, el abandono es del 50.07 %; en la universidades, del 48.12 %; en las universidades públicas, del 49.02 %; en las no oficiales, 47.19 % y para la UPTC, del 44.56 %. Al comparar la deserción por cohorte de la Universidad, con la Universidad Nacional (UNAL), la Universidad Industrial de Santander (UIS), la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), la Universidad de Caldas, la Universidad del Tolima y la Universidad de Los Andes, se encontró que Los Andes y la UNAL reportan las tasas más bajas, con el 22.36 % y 31.67 %, respectivamente, pero es de aclarar que las condiciones de los estudiantes y los sistemas de admisión son muy diferentes a los de la UPTC. La Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Sede Tunja modalidad presencial, reporta una tasa de deserción por cohorte de 38.86 %, seguida por UIS con el 40.68 %, la Universidad de Caldas con el 41.47 %, la UPN (41.73 %) y la Universidad del Tolima con el 48.90 %.
En cada una de las cohortes objeto de estudio, en promedio, 47 % son mujeres y el 53 % son hombres. El mecanismo de ingreso de los estudiantes está fundamentado sobre las Pruebas de Estado SABER 11; al respecto, el 70.7 % de la población matriculada en cada una de las cohortes presenta un nivel medio (49.65 %) y bajo (21.06 %), y, en menor porcentaje, puntajes alto, comportamiento que es muy similar en las diferentes cohortes de estudio, coincidiendo con el planteamiento dado por (Herrera, 2013), donde la población estudiantil actualmente se caracteriza por tener baja calidad académica, medición dada a través de las Pruebas de Estado realizadas por el ICFES.
La Universidad hace seguimiento a la deserción causada semestralmente; su cálculo tiene como base los estudiantes inactivos en cada semestre; se consideran como desertores los que se retiran o abandonan el programa por cualquier situación, de acuerdo con lo expuesto por Paramo y Correa (2012). Este es el interés de la universidad para estimar la deserción; además, es funcional en el sentido que genera alertas a las facultades y programas semestralmente. En el período de estudio, a partir de la figura 1, se observa una tendencia a bajar esta tasa, aunque no es un comportamiento constante.
Resultados
En el período 2008- 2015, se evidencia que la tasa de graduación para el primer semestre del 2008 (15 cohortes atrás) es del 44.34 %; para el II semestre 2008, del 35.17 %; en el primer semestre del 2009, 32.81 %, y para el segundo semestre del 2009 y primer semestre del 2010 es del 21.96 % y 14.69 % respectivamente. Considerando las terminaciones académicas que presentaron los estudiantes en el momento del estudio, se espera que al finalizar el segundo semestre del 2015, teniendo en cuenta las cohortes del 2008, 2009 y 2010, la tasas de graduación sean aproximadamente, del 49 % y 43 % para I y II semestre del 2008; del 43 % y 33 % para el primer y segundo semestre de 2009 y del 28% para I semestre del 2010. Además, considerando el tiempo trascurrido y de permanencia, estas tasas de graduación no son altas, en particular; para el caso de los estudiantes matriculados en las cohortes del 2008, aproximadamente el 50 % no logró alcanzar su nivel de profesionalización. Asimismo, en la figura 2, se evidencia una tendencia a aumentar la cobertura de acuerdo con las directrices dadas por MEN (población matriculada en cada cohorte).
En cuanto a los desertores, desde el primer semestre del 2008 al segundo semestre de 2011 están alrededor del 40 %; en las demás cohortes teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde la matrícula las tasas de abandono siguen siendo altas, como se evidencia en la figura 2; del mismo modo se observa que del total de desertores prevalecen más las causas no académicas sobre las académicas. Se entiende por causas académicas las consagradas en el Reglamento Estudiantil artículo 80; los demás estados que presenten los estudiantes son considerados como causales no académicas. Asimismo, a partir de los datos analizados, se encontró que el 94 % ha sido admitido una única vez en la universidad, mientras que el 6 % dos, tres y hasta cuatro veces.
Teniendo en cuenta el período de estudio la tasa de abandono fue del 30 %; se evidenció que el 61.8 % de los desertores son hombres de los cuales el 32 % lo hacen por causas académicas y el 29.8 % por causas no académicas; mientras que, el 38.2 % de los desertores son mujeres y el 22.5 % de ellas lo hacen por causas no académicas. En el período de estudio, en promedio el abandono global en el primer semestre fue del 10 %, en tanto que en el periodo 2008-I-2009-II está alrededor del 14 %, aunque este valor presenta una tendencia a disminuir a partir del 2013, situación que se justifica por la implementación de políticas institucionales dirigidas a bajar la tasa de deserción (la implementación del plan padrino, seguimiento a los jóvenes durante el semestre académico de acuerdo con los reportes generados por la oficina del GOS y de los informes que reportan los programas a la Vicerrectoría Académica).
Haciendo un corte en el primer semestre de 2013, es decir, en el período 2008-I a 2013-II, las tasas medias de abandono en el segundo, tercero y cuarto semestres fueron del 21%, 26 % y 29%, pero es de resaltar, que al hacer corte en el primer semestre de 2011 la tasa media de abandono en el segundo semestre fue del 23.5 %, en el tercero y cuarto semestres del 28.7 % y 31.9%, lo que evidencia una tasa de abandono alta en la transición del primero al segundo semestre académico. Al evaluar conjuntamente los datos en el período de estudio, la deserción en la universidad es más alta en los primeros cuatro semestres. En la tabla 1 se observa que los retiros en la primera cohorte de ingreso se deben a causas no académicas, mientras que, en las otras tres cohortes, las tasas son menores, y predominan las causas académicas. Del grupo de desertores, por ejemplo, en la segunda cohorte, se observa que para el I semestre de 2008, el 41.2 % de los estudiantes lo hicieron por causas no académicas, y un 58.8 %, por causas académicas consagradas en el Reglamento Estudiantil; en ese mismo período de ingreso para la tercera cohorte, el 41.3 % de los desertores lo hicieron por causas no académicas. En tanto que para la tercera cohorte, en el primer semestre del 2010 se observó que el 61.6 % desertó por razones no académicas, es decir, el 38.4 % lo hizo por causas académicas. Los resultados para cada cohorte y semestre de ingreso se muestran en la tabla 1.
Contrastando el comportamiento en cada una de las facultades y seccionales de la universidad, la Facultad de Ciencias Básicas es la que presenta una mayor tasa de deserción en cada una de las cohortes del período de estudio, con un promedio del 50.4 %, seguida de la Seccional Chiquinquirá con 32.1 %, la Facultad de Ingeniería, 30.7 % y Educación, 29.5 %; las que poseen menor tasa son: las facultades de Salud y Derecho (ver tabla 2); estas últimas tienen los programas más llamativos para los jóvenes y para su ingreso; de acuerdo con la demanda requieren un mayor nivel en las Pruebas de Estado. Asimismo, se evidenció una mayor tasa de abandono en el 2009, I y II semestres, con un 42.6 % y 47.9 %, respectivamente, situación que coincidió con fuertes protestas estudiantiles en el interior de la institución
En los programas de la Facultad de Ciencias de la Salud que es la Facultad que reporta menor tasa de abandono en la universidad, se encontró que el 12.7 % han desertado de Medicina; el 18.3 %, de Psicología, y el 19 %, de Enfermería; con respecto a las demás programas de universidad estas tasas de abandono son muy bajas. En tanto que en la Facultad de Ciencias se encontró que 63 % desertaron del programa de Matemáticas; el 51 %, de Física; el 50 %, del programa de Química de Alimentos (programa que en la actualidad no se oferta); el 39 %, de Biología, y el 27 %, de Química.
En la Facultad de Ciencias Básicas, de acuerdo con los informes reportados por las escuelas, las causas que generan el retiro son los bajos niveles de formación en estas áreas, la inasistencia a clase; además, estos programas los emplean los discentes para mejorar los conocimientos en las ciencias básicas y posteriormente presentar nuevamente las Pruebas de Estado para aumentar los puntajes, o en ocasiones al estar en esta facultad, como la universidad contempla en el Acuerdo 130 de 1998, capítulo segundo, la posibilidad de hacer transferencia a otra carrera en función de unos requisitos, entonces, los estudiantes toman los programas de Ciencias Básicas como alternativa para acceder a una carrera más llamativa como las ingenierías o medicina, o finalmente terminan migrando a otra institución.
Para describir el comportamiento y la asociación de las pruebas SABER 11 y la inscripción de los estudiantes a los programas por facultad, mediante el análisis de correspondencias simples, se evidencia que hay dependencia entre los puntajes obtenidos en las pruebas y la facultad: el estadístico Chi-cuadrado arrojó un p-valor de 0.00. A partir de la figura 3, se observa que las mayores exigencias de la Pruebas de Estado se vinculan con las carreras de mayor demanda estudiantil como las ingenierías, los programas de ciencias de la salud y derecho, mientras que, los menores puntajes se asocian a las carreras menos llamativas, como Educación y Ciencias Básicas; en la seccional de Chiquinquirá se ofertan programas de Contaduría y Licenciatura en Educación Física; a esta también se le asociaron bajos puntajes en las Pruebas de Estado.
Analizando el comportamiento del promedio acumulado de cada estudiante, del total de registros se desagregó la población en desertores (académicos y no académicos) y los no desertores (otro), y se evidencia la existencia de alta variabilidad en los promedios acumulados en cada uno de los estados; el promedio de los desertores por causas académicas y no académicas es muy similar 2.55 y 2.57, respectivamente, mientras que para los que presentan otro estado su promedio es de 3.52. Asimismo, el 50 % de los desertores presenta promedios menores o iguales a 2.7 (causas académicas) y 2.9 (causas no académicas); el 10 % de los promedios es menor o igual a 1.6 para los académicos, y de 0.7 para los desertores no académicos.
Estudiando la asociación que presentan los puntajes de las pruebas de ingreso SABER 11 con el estado que presentan los estudiantes (para el análisis se categorizó: desertores por causas académicas y no académicas, y no desertores (otro)), a partir del análisis de correspondencias simples se evidencia la existencia de asociación: el p-valor (0.000) del estadístico Chi-cuadrado es menor que el nivel de significancia del 5 %. En la figura 4, se observa que a los desertores, ya sea por causas académicas o no académicas, se les asocian resultados en las pruebas SABER 11 más bajos, mientras que a los no desertores (otro) se les asocian los puntajes más altos.
Se analizó el promedio acumulado que presentan los estudiantes, y se clasifica el estado en desertores por causas académicas, desertores por causas no académicas y otro estado; en este último se incluyen los matriculados, los no matriculados, terminaciones académicas y los graduados. El propósito de esta clasificación es examinar su comportamiento y determinar si estas variables contribuyen a clasificar los estudiantes en desertores y no desertores, y posteriormente, aplicar un análisis discriminante con las variables independientes: puntaje pruebas SABER 11, la edad y el promedio acumulado, a fin de realizar una clasificación de manera exploratoria. Inicialmente, se determinó si el promedio de cada una de la variables independientes permite diferenciar de manera adecuada el estado de un estudiante; con un nivel de significancia del 5 % clasifica el alumnado en dos grupos desertores y no desertores; se eligió estadiscriminación pues fue la que presentó mayor porcentaje de clasificación correcto (79.2 %).
Se empleó el método de introducir las variables por pasos, tras los valores obtenidos; se encontró que existe una única función discriminante que permite de manera significativa clasificar los sujetos en desertores y no desertores, ya que, el p-valor (0.00) asociado al estadístico de Lambda de Wilks es menor que el nivel de significancia del 5 %. Se verificó el test para contrastar las medias de los funciones discriminantes en los dos grupos, y se encontró que existen diferencias significativas, puesto que para cada una de las variables arrojó un p-valor=0.000 menor al nivel de significancia del 5%.
A partir de los coeficientes estandarizados de la función discriminante canónica, se evidenció que la variable que más contribuye a clasificar el grupo en desertores y no desertores es el promedio acumulado (0.799), seguido de la edad (-0.570) y,
Fuente. Estimación realizada por el autor
De estas funciones propuestas, puede interpretarse que las tres variables ejercen de manera global efecto significativo para clasificar los desertores y no desertores; además, conlleva que los promedios en ambos grupos son estadísticamente diferentes. Analizando la clasificación de las observaciones se encontró que el 71.3 % (5691 / 7979) de los desertores se clasifica correctamente; el 82.5 % de los no desertores (14543 / 17627) se clasifican correctamente y la tasa de error de clasificación es del 20 %.
Discusión
El Estado, dentro de sus políticas públicas, busca aumentar la cobertura del nivel universitario. En el período de estudio se observó que la cobertura aumentó; además, se evidenciaron altas tasas de deserción, pero, como lo señala Herrera (2013), se hace necesario aumentar la tasa de graduación para así disminuir la brecha de la inequidad del sistema y contribuir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El mecanismo de ingreso de los estudiantes a la UPTC se fundamenta en los resultados de las Pruebas de Estado SABER 11, teniendo la opción de inscribirse a dos programas; pero cuando el puntaje no alcanza para ingresar a la carrera de interés, los jóvenes se matriculan en otro programa mientras mejoran su Prueba de Estado, o en ocasiones solicitan transferencia interna a otro programa, lo que genera desvinculación del programa o facultad; se considera este hecho como abandono (Paramo y Correa, 2012). En los informes a la comunidad presentados por la Oficina de Planeación de la UPTC, para el primer semestre de 2014 al 0.78 % de estudiantes se les aprobó transferencia; para el II semestre de 2014, al 0.43 %, en tanto que para el 2015 en el primero y segundo semestres el porcentaje de trasferencia fue del 0.6 % y del 0.72 %, respectivamente, coincidiendo con estudios realizados en la Universidad de los Llanos (Escobar et al., 2007), en una universidad de Manizales (Vergara y Perea, 2014) y en la Universidad Militar (Pedraza 2013) donde el cambio de carrera es un factor que contribuye al abandono. Esta situación no sería deserción para el MEN, pues el discente permanece dentro del sistema educativo, pero de acuerdo con el interés de la universidad y para el mismo Ministerio de Educación, implica una inversión de recursos humanos y económicos, planteamiento que coincide con el expuesto por Lugo (2013). Además, se negó la posibilidad de ingreso a otra persona que sí podría estar interesada en cursar la carrera. El cambio de programa dentro de la universidad es un factor que aumenta la tasa de deserción, situación que se asemeja a lo encontrado por Abarca y Sánchez (2011) en un estudio realizado en la Universidad de Costa Rica, donde se indica que el no ingresar a la carrera de interés es un factor que contribuye al abandono.
La deserción en la UPTC es más alta en los primeros cuatro semestres coincidiendo con el planteamiento hecho por Guerrero (2014) y Becerra et al. (2016), y a su vez, con un estudio hecho en la Universidad de Cartagena donde a partir de la información de SPADIES la deserción en las áreas de ingeniería se concentra en los primeros cuatro semestres (Acevedo et al., 2015), y con lo expuesto por Restrepo et al. (2016) en un estudio de la universidad del Rosario. Al respecto Piratoba (2013) recomienda el planteamiento de políticas de retención y hacer seguimiento en los cuatro primeros semestres; además, refiere que en la media que el estudiante avanza en su proceso de formación la probabilidad de abandono va disminuyendo, situación que también concuerda con los hallazgos en la UPTC.
A partir de los resultados y de los informes que presentan los programas a la Vicerrectoría Académica, se hace evidente la falta de preparación en las ciencias básicas, la desmotivación y la falta de vocación al elegir la carrera para orientar su futuro; este es un patrón que coincide con lo planteado por Medina et al. (2015) y Sánchez, (2016) donde las ciencias básicas, en particular Matemáticas, Física y Química, generan rezago y deserción estudiantil, lo cual repercute de manera importante en la eficiencia para la terminación de la carrera.
La alta demanda de algunas carreras conlleva que los estudiantes que ingresan a estos programas tengan mayores resultados en las pruebas de ingreso a la universidad, pues requieren mayor puntaje de selectividad y traen consigo mayores niveles de exigencia (Gonzalo y Uribe, 2005), pero, a su vez, estos son factores que hacen que estas carreras no presenten altas tasas de abandono, como se evidenció en la tabla 2, en las facultades de Salud y Derecho. En cuanto a los puntajes de ingreso bajos (pruebas SABER 11) en algunos programas y facultades los jóvenes, al no poder ingresar a la carrera de su interés, los usan como trampolín, pues ven una buena opción para ingresar a la universidad, coincidiendo con lo planteado por Flórez y Carrascal (2016) en el sentido de que ingresan a ciertos programas para trasladarse a otra carrera ofertada por la universidad, de acuerdo con sus expectativas.
A los desertores se les asocian puntajes bajos en las Pruebas de Estado. Este comportamiento se asemeja a los resultados encontrados en estudios realizados en las universidades de Georgia, Purdue y la de West Virginia University , donde los sujetos con bajos promedios en las pruebas de ingreso presentan una mayor posibilidad de ser desertores; a su vez, los estudiantes mejor preparados tendrán una tasa de permanencia superior a los no preparados. De acuerdo con la experiencia en estas universidades, no deben tenerse en cuenta únicamente los puntajes de ingreso; hay que considerar otros aspectos como los promedios de los jóvenes en la Enseñanza Media, la rigurosidad de las pruebas de selección y posiblemente el estrato; todo ello aportará al establecimiento de estrategias de seguimiento y apoyo para generar alertas tempranas y evitar la deserción del sistema educativo (Sánchez y Brenes, 2003).
Conclusiones y consideraciones finales
Dentro de los hallazgos encontrados en la UPTC las mayores tasas de deserción se observan en los primeros cuatro semestres; además, se evidenció que las bajos puntajes en la pruebas SABER se asocian con las carreras de menor demanda académica y con los estudiantes desertores; los jóvenes emplean las carreras menos llamativas para ingresar a la universidad, lo que hace evidente la falta de vocación y propicia espacios para realizar estudios en este tópico.
El compromiso fundamental de las IES y el Estado es generar políticas y estrategias para mitigar las altas tasas de abandono y aumentar la permanencia, pero, a su vez, deben implementarse acciones que contribuyan a aumentar la tasa de graduación teniendo presente la calidad en la formación de sus egresados, pues de no ser así, en el futuro laboral se crearán falsas expectativas y se daría paso a otras problemáticas sociales que se verán reflejadas en el entorno y en su economía; en la región se dará cabida a profesionales egresados de otras instituciones, y se perdería la confianza de la Universidad ante la comunidad.
A partir de las variables discriminadas se plantea la posibilidad de realizar un estudio posterior donde se involucren otras variables que permitan hacer seguimiento a la deserción y predecir los factores que influyen para elevar las tasas de permanencia y graduación en la institución.