La transición desde la sociedad disciplinaria a la sociedad libre se ha manifestado como un efecto que subyace en lo humano, enmarcando la dilución de las estructuras constitutivas y las formas que se definían como bases culturales. Se "respira" la libertad de expresión humana como una constante, un emblema de gloria histórica que se ha posicionado como premio ante la lucha de quienes sufrieron la disciplina del biopoder. Vivimos tiempos modernos con el alcance de comodidades y dispositivos que realizan actividades imposibles de imaginar en otra época, afortunados de la evolución tecnológica y del conocimiento científico, partícipes del alcance de la imaginación humana a través del tiempo y el espacio. La sociedad de hoy es apta para transferir el conocimiento a través de redes personalizadas, participando activamente de la divulgación de pensamientos y opiniones sin el temor a la condena disciplinaria. Hoy somos el reflejo de las épocas carentes del mundo de la información en red, pero desprovistos de la humanidad que se consume en la individualidad tecnológica.

Posiblemente, lo que se describe como manifestación de libertad, realmente es una realidad construida bajo una lente de ilusión y la verdad se consolida como una manifestación falsa de una concepción individual. La sociedad de la libertad se ha esclavizado en la labor, se ha modernizado en la capacidad tecnológica que facilita realizar la adecuada tarea y se puede expresar libremente a través de medios que restringe sus propias opiniones. Somos la sociedad moderna, pero diluyendo su capacidad contemplativa y dispersando la realidad para sumergirse en la virtualidad que construye el internet. Somos la sociedad en la fase "camello" creyendo que volamos como aves libres y estamos en la fase de la labor agotadora distando de la fase león que se rebela del yugo, pues en este caso se trata de una sociedad que ha revertido su decisión de libertad en la de laborar hasta el cansancio para satisfacer la necesidad de aceptación.

El individuo se gesta como una posibilidad al interior de un medio contingente, un entorno dispuesto de estructuras cuya estabilidad se ha transformando desde su fase sólida hasta la líquida, difundiendo la realidad en una sustancia tal como un organismo vivo que unifica el conocimiento y la voluntad humana, fusionándose incluso la razón del individuo en una manifestación de creatividad como las redes sociales, siendo lo verdadero la construcción de realidad desde una conexión de operadores conectados desde la virtualidad.

La sociedad de hoy es la sociedad del rendimiento, actuando como máquinas definidas con una eficiencia, cumpliendo con condiciones laborales definidas a partir del nivel de producción, haciendo posible que se pueda medir el nivel de optimización de un individuo o de la misma sociedad. Según el enunciado Kelvin-Planck, es imposible que una máquina que funciona en un ciclo convierta toda su energía disponible en trabajo, lo cual se puede resumir en que es imposible que la eficiencia de cualquier sistema sea del cien por ciento y con ello, se da a entender que toda máquina degrada su energía disponible en cada ciclo productivo. Cada individuo que existe en la sociedad del esfuerzo y la eficiencia, diluye su capacidad a través del tiempo como producto de su labor, disminuyendo su eficiencia hasta finalmente dejar de producir y ser relegado en el alrededor de la sociedad de la evolución tecnológica. El ser eficiente es una transformación desde la sociedad disciplinaria hacia la sociedad de la óptima labor, un instrumento de realidad que entrega su vida al esfuerzo para sostener su vida.

La sociedad se ha transformado, la humanidad ha cambiado, entonces el individuo se encuentra en el flujo histórico que busca la estabilidad de la realidad y con ello se consolida una tendencia permanente a la estructuración de las formas que establece la cultura, tal que a medida que el conocimiento amplía su margen se definen las expresiones humanas y en la actualidad se puede considerar la alianza entre el dispositivo y el ser. El individuo y la máquina compiten en eficiencia, gestando una tecnocultura que evoluciona, gestando las nuevas formas de la civilización. El individuo de la eficiencia debe emanciparse como ser de inmediatez para profundizarse en su interior para volver a ser libre, para volver a ser humano.