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Avances en Psicología Latinoamericana

Print version ISSN 1794-4724

Av. Psicol. Latinoam. vol.30 no.2 Bogotá July/Dec. 2012

 


Sociolugares: en el límite entre lo público y lo privado

Socioplaces: at the boundary between public and private

Sociolugares: no limite entre público e privado

PABLO PÁRAMO*
ANDREA MILENA BURBANO ARROYO**

* Ph.D. en Psicología del Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, en donde se desempeña como profesor-investigador del programa de Doctorado en Educación. Dirección postal: calle 149 número 54a79, apartamento 805, Bogotá, Colombia. Correo electrónico: pdeparamo@gmail.com

** Doctoranda en el programa de Estudios Territoriales de la Universidad de Caldas, Colombia. Magíster en Gestión Urbana de la Universidad Piloto de Colombia y arquitecta de la Universidad de La Salle, Colombia. Profesora de la Maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional y de la Maestría en Gestión Urbana de la Universidad Piloto de Colombia. Para la autora, el presente estudio hace parte de los avances de investigación de su tesis doctoral. Correo electrónico: arqburbano@gmail.com

Fecha de recepción: 14 de junio de 2011
Fecha de aceptación: 15 de agosto de 2012


Resumen

La investigación tuvo como objetivo explorar la manera como los individuos conceptualizan acerca de distintos lugares públicos y privados y cómo son valorados para llevar a cabo encuentros sociales. Participaron del estudio 50 personas de ambos géneros, distribuidas por igual en cinco intervalos de edad, quienes fueron entrevistadas de forma abierta a partir de la clasificación libre de un conjunto de 34 tarjetas que incluían nombres de lugares genéricos. Una vez realizada la entrevista se indagó por las preferencias para interactuar socialmente en dichos lugares, a partir de un cuestionario. Los resultados obtenidos mediante el Análisis de Escalamiento Multidimensional muestran que el constructo de "función del lugar" explica la estructura general observada en la valoración de los lugares, y el grupo de edad a que pertenecen los individuos explica las diferencias para socializar en ellos.

Se evidencia que la socialización tiene un componente espacial que sirve de escenario y a la vez se constituye en el medio facilitador para las transacciones entre los individuos. Se introduce el sociolugar como un nuevo concepto para comprender las experiencias sociales de las personas en el ambiente urbano.

Palabras clave: espacio público, socialización, socio-lugares, urbanismo


Abstract

The purpose of this investigation was to explore people's conceptualization of public and private places and how these places are assessed regarding their suitability for engaging in social interaction. A total of 50 people, men and women distributed into five intervals of age were interviewed using an open-ended procedure based on the classification of a set of 34 cards including places' generic names. After the interview, participants answered a questionaire regarding their preferences for social interaction in these places. The results obtained by a Multidimensional Scale Analysis showed that the construct of "place function" explains the general structure observed in the assessment of places, and the age group, explains the differences for socializing in them. The study demonstrates that socialization has a spatial component that serves as a milieu for facilitating transactions between individuals. Socioplace is introduced as a new concept for understanding the social experiences of people in the urban environment.

Keywords: Public space, socialization, socioplaces, urbanism



Resumo

A pesquisa teve como objetivo verificar como os indivíduos conceituam diferentes lugares públicos e privados e como estes conceitos interferem na hora de realizarem encontros sociais. Participaram do estudo 50 pessoas de ambos os gêneros, distribuídas equitativamente em cinco faixas etárias, as quais foram entrevistadas de forma aberta, a partir da distribução aleatória de um conjunto de 34 cartões nos quais constavam nomes de lugares genéricos. Uma vez realizada a entrevista, perguntou-se sobre as suas preferências para interagir socialmente nos ditos lugares, a partir de um questionário. Os resultados obtidos mediante a Análise de Escalonamento Multidimensional mostram que o constucto da "função de lugar" explica a estrutua geral observada na valorização de lugares, e a faixa etária a que pertencem os indivíduos explica as diferenças para sociabilizar neles. Fica evidente que a sociabilização tem um componente espacial que serve de cenário e por sua vez se constitui no meio facilitador para as interações entre os indivíduos. Apresenta-se o "sociolugar" como um novo conceito para a compreensão das interações sociais.

Palavras-chave: espaço público, socialização, sociolugares, urbanismo



La socialización ha sido estudiada desde distintas perspectivas, entre las que se incluyen: su componente evolutivo (Carrillo 2011; Wilson, 1980), el aprendizaje por modelamiento como mecanismo que contribuye a su adquisición (Bandura, 1977), y su papel como parte importante de los procesos de desarrollo de los individuos (Arnett, 2007; Gauvain, 1998; Shaffer & Kipp, 2009). Para los propósitos de este artículo nos centraremos en otra perspectiva, la del contexto socioespacial en donde ocurre la socialización.

La teoría ecológica del desarrollo humano, de Bronfenbrenner, enfatiza en los contextos sociales o microsistemas en donde se da el desarrollo del niño, en los que se articulan un patrón de actividades, roles y relaciones interpersonales que experimentan los niños a lo largo del tiempo y que se sitúan en un escenario determinado con características físicas y materiales. Este escenario es un lugar en el que las personas pueden ocuparse en interacciones sociales cara a cara, como suele suceder en el hogar, la escuela, el lugar de juego, el salón de clase o el lugar de trabajo (Bronfenbrenner & Crouter, 1983; Bronfenbrenner & Morris, 1998). Sin embargo, el estudio de estos microsistemas se ha centrado principalmente en lo que sucede dentro de la familia y la escuela, más que en aquello que tiene lugar fuera de estos ámbitos (Berns, 2012, Grusec & Hastings, 2007).

Dentro de los trabajos que han estudiado escenarios distintos a estos, como el vecindario, se encuentra el de Pol y Varela (1994) sobre identidad social urbana, que destaca el papel que cumple el barrio en la consolidación de la identidad social, de la que había hablado Tajfel años antes (1981), y el componente del entorno como elemento significativo en el que se desarrolla la vida de los individuos, con el que se identifican gracias a los significados elaborados y compartidos. Este entorno corresponde al barrio en el que el individuo logra formarse e identificarse dentro de un grupo social, reconociéndose como parte de él y reconociendo, de la misma manera, a quienes no pertenecen. Más recientemente Sampson, Morenoff y Gannon-Rowley (2002) y Parke y Buriel (2006) han estudiado los efectos de vivir en un determinado vecindario con ciertas características de deprivación socioeconómica sobre distintos procesos sociales. En el caso de los menores que crecen en entornos socioeconómicamente desfavorecidos, la investigación ha documentado indicadores bajos de desarrollo a nivel cognoscitivo y socioemocional tanto en niños como en adolescentes, así como en el surgimiento de comportamiento antisocial en los adolescentes (Barnes, Katz, Korbin & O'Brien, 2006; Evans, 2006; Fariña, Arce & Novo, 2008; Leventhal & Brooks-Gunn, 2004; Sampson, Morenoff & Gannon-Rowley, 2002; Secombe, 2000). Adicionalmente, la investigación sobre el tipo de vivienda también se ha investigado en relación con el desarrollo socioemocional del niño. Las familias que viven, por ejemplo, en edificios altos, a diferencia de quienes viven en casas de una sola familia, tienen menos interacción con los vecinos, lo cual conlleva a menos apoyo social (Evans, 2006). Es de anotar que la mayor parte de estos estudios se han centrado en los aspectos negativos en términos de los procesos cognoscitivos, de salud y sociales (criminalidad) asociados a vivir en vecindarios marginados.

Desde un contexto más amplio, se ha evidenciado la importancia que tenían los espacios públicos del barrio en la cohesión de los grupos culturales. Como lo señaló Jacobs (1961), las aceras y las esquinas constituían lugares importantes para las transacciones sociales en la ciudad, los encuentros informales de los adultos, el juego de los niños y el encuentro entre adolescentes, contribuyendo a la definición de la individualidad (Gans, 1962) y a la identidad social urbana (Fried, 1963), al menos para la época en que hicieron dichas observaciones en los Estados Unidos. En nuestro medio, Páramo y Cuervo (2006, 2009) han destacado igualmente la importancia que tuvo el espacio público para la socialización en el pasado, sirviendo de escenario para diversas prácticas sociales como el encuentro, la religiosidad, la lúdica y el entretenimiento, las cuales han venido desapareciendo de los lugares públicos como consecuencia del nuevo diseño urbanístico, el desarrollo de nuevas tecnologías y la vida agitada de los tiempos modernos.

También se ha estudiado el papel que desempeñan algunos condicionantes físico-espaciales sobre la vida social en los espacios públicos (Carr, Francis, Rivlin & Stone, 1992; Shaftoe, 2008; Whyte, 1980). Estos autores hacen notar el papel de condicionantes como el clima para motivar el interés por salir a espacios públicos abiertos; la cultura como una fuerza importante que influencia a los individuos, llevando a unos grupos a estar más motivados que otros para entablar relaciones; el diseño espacial de la ciudad como facilitador de los encuentros sociales; y los elementos simbólicos de carácter religioso o de carácter político, que buscan llamar la atención con manifestaciones multitudinarias en calles y plazas. Sin embargo, en ninguna de estas investigaciones se ha indagado por el tipo de lugares en particular en los que las personas socializan en el ambiente urbano ante la erosión de la vida social en los espacios públicos, con algunas excepciones como la de Oldemburg (1999).

Desde la perspectiva del ciclo vital, la investigación sobre la socialización se ha centrado en explorar los procesos que se dan en el marco de la relación padre-hijo durante la infancia y la adolescencia, y que incluyen el afecto, la seguridad y la responsividad mutua. Igualmente, se han investigado los mecanismos claves que facilitan la socialización en estas etapas evolutivas como el reforzamiento, el modelamiento, la sensibilidad de respuesta y los intercambios verbales entre padres e hijos, que se afianzan más adelante con los amigos o compañeros (Laible & Thompson 2007). Arnett (2007) describe igualmente las características de los jóvenes que están próximos a convertirse en adultos, ya no tan dependientes de los padres, pero tampoco independientes como para valerse económicamente por ellos mismos. Estos jóvenes son descritos por el autor como receptores todavía de la influencia de los padres en la toma de decisiones sobre asuntos como el estudio o el trabajo, pero más autónomos ante la influencia de los compañeros y los medios, al hacer la comparación con la influencia que estos suelen ejercer en el periodo de la adolescencia. Finalmente, Fingerman y Pitzer (2007), al describir la socialización en la edad adulta y madura hacen notar que el modelamiento en estas etapas de la vida ya no ejerce influencia, y mencionan algunos intereses centrales de estos grupos poblacionales en este punto del ciclo vital, entre los que figuran en la población adulta la motivación por relacionarse con amigos muy cercanos y dentro de grupos conformados por familias, mientras que en los adultos mayores aparece una preocupación por el pasado y el presente más que por el futuro y el regreso a una dependencia de otros por razones de salud o pérdida del sentimiento de autoeficacia y autonomía.

No obstante estas caracterizaciones sobre la socialización, es poco el trabajo de investigación que explora la relación de la socialización a lo largo del ciclo vital con la dimensión espacial, o las preferencias de la socialización relacionadas con el lugar en que esta ocurre.

Este trabajo se justifica, en consecuencia, con los planteamientos anteriores, dentro de la necesidad de explorar las conceptualizaciones que tienen las personas sobre los lugares públicos y privados y, en particular, por el papel del contexto espacial en la socialización, a partir de las preferencias para interactuar socialmente mostradas por individuos pertenecientes a distintos grupos de edad.


Método

Participantes

Participaron hombres y mujeres habitantes de la ciudad de Bogotá, Colombia. Se entrevistaron 50 personas que fueron distribuidas por igual en cinco intervalos de grupos de edad: de 10 a 14 años; de 15 a 19; de 20 a 34; de 35 a 64; y más de 65 años, cada uno compuesto por 10 individuos.


Instrumentos

Se incluyeron dos técnicas de recolección de información: una entrevista realizada en forma individual, a partir de las clasificaciones que debían hacer los participantes sobre un conjunto de nombres de lugares, tanto públicos como privados, los cuales han sido identificados como los lugares más genéricos o universales reconocidos por diferentes culturas (Ito & Páramo, 2000; Páramo 2007a), y un cuestionario que indagó por las preferencias para los encuentros sociales en dichos lugares. La tabla 1 recoge la lista de lugares que fueron objeto de exploración.


Procedimiento

Con el fin de conocer la manera como conceptualizan las personas acerca de los lugares genéricos seleccionados, se utilizó un tipo abierto de entrevista conocido como Clasificación Múltiple de Ítems (Canter, Brown & Groat, 1985; Páramo, 2008). El motivo para el empleo de este tipo de entrevista obedeció al interés por identificar esquemas de conceptualización provocados naturalmente. Este procedimiento tiene sus orígenes en la técnica de clasificación Q de Stephenson (1953), pero su mayor fuente de inspiración proviene de la técnica de rejilla de Kelly (1955), la cual presenta como principal ventaja el uso por parte de los participantes de sus propios criterios de clasificación con una influencia mínima de las preconcepciones del investigador.

Para la realización de las entrevistas se entregó a cada participante 34 tarjetas, de 15 centímetros por 10 centímetros cada una, de las cuales contenía impreso uno de los lugares de la tabla 1. Se le solicitó individualmente a cada persona que realizara tres clasificaciones diferentes de los lugares representados en ellas. Se le precisó, así mismo, que cada criterio de clasificación podía tener tantos grupos como quisiera. Posteriormente se le preguntó por el criterio de clasificación utilizado y la característica que definía a cada uno de los grupos conformados dentro de cada clasificación. El criterio de clasificación fue abierto, es decir, la persona podía valerse del que quisiera para agrupar las tarjetas. Esta operación se repitió tres veces para cada participante. Del total de criterios empleados por los participantes se hizo un análisis de contenido que permitió organizarlos en 21 categorías. De estas se logró identificar que el tipo de servicio o función que cumple el lugar, sus condiciones físicas, referidas a si es abierto o cerrado, así como la necesidad de pagar o gastar dinero dentro de ellos, o no, y la frecuencia de asistencia, fueron los criterios más empleados por los entrevistados para realizar sus clasificaciones. Adicionalmente a ellos, utilizaron otros criterios de clasificación con menor frecuencia, entre ellos: la destinación del lugar, su dominio (público-privado), el nivel de agrado por el lugar, la afluencia de personas, la facilidad de acceso, el nivel de diversión experimentado, la presencia de zonas verdes, el nivel de socialización que propicia el lugar y el tipo de acompañante con que suele ir la persona.

Para sistematizar los datos resultantes de las entrevistas, se construyó una matriz, donde los 34 lugares se presentaron como filas y las clasificaciones de los participantes dieron lugar a 150 columnas de datos, correspondiente cada columna a las distintas clasificaciones realizadas por el total de participantes, a partir de los criterios propuestos por ellos mismos sobre los 34 lugares genéricos.

Esta información se procesó con el Multidimensional Scalogram Analysis (MSA; Borg & Groenen, 2005; Borg & Shye, 1995). El escalamiento multidimensional es una técnica de análisis de datos que representa la similitud o diferencia entre variables, a partir de la distancia entre ellas en un espacio multidimensional; se muestran las interrelaciones complejas entre las variables, en este caso los lugares, reflejando la estructura inherente a la conceptualización que hace la gente de ellos. La representación del MSA permite mirar los lugares para explorar de forma visual la manera como se estructuran en los participantes. De este modo, los lugares clasificados frecuentemente dentro de una misma agrupación se observarán juntos en el plano, mientras que aquellos que no se categorizaron juntos, se representan aparte. Entre las ventajas que tiene el MSA, de acuerdo con Borg y Groenen (2005), están: (a) al representar la similitud de los datos como distancias en un espacio, los hace accesibles a la inspección visual y a su exploración, (b) le permite al investigador evaluar empíricamente sus hipótesis a partir de si las agrupaciones empíricas de sus variables se agrupan o se distancian, (c) el análisis multidimensional como aproximación analítica de los datos permite que el investigador descubra las dimensiones que subyacen tras los juicios de similitud o diferencia entre los datos.

Ahora bien, con el fin de conocer la valoración que realizaron los participantes de los lugares, en términos de su preferencia para interactuar socialmente, a continuación de la entrevista se administró un cuestionario en el que aparecían los nombres de los 34 lugares junto con una escala Likert al frente de cada uno, en la que se pedía que se calificara cada lugar a partir del nivel de agrado para relacionarse socialmente, dentro de una escala de 1 a 5, donde 1 correspondía a la opción muy desagradable y 5, muy agradable. Las respuestas se promediaron para cada lugar y por grupo de edad, configurando de esta manera una nueva matriz compuesta por los valores asignados en promedio por cada grupo de edad a cada lugar.

Así, para los lugares mejor valorados sería 55555, y el menos valorado sería aquel calificado por todos los grupos como 11111. Estos perfiles se procesaron mediante el programa para computador Posac (Partial Ordering Scalogram Analysis, Shye, 1988), el cual toma como referencia el valor de las medias de calificaciones que asignó cada grupo de participantes a cada uno de los lugares. Ejemplos de la aplicación de este programa pueden encontrarse en los trabajos de Ito y Páramo (2000), Domínguez y Salas (2009) y Canter (2004). El programa Posac mapea los ítems, en este caso los lugares, en un gráfico principal que muestra a lo largo de una diagonal imaginaria, que va desde el extremo superior derecho hasta el extremo inferior izquierdo, de tal forma que el lugar menos valorado en términos del agrado para los encuentros sociales se observará en el rincón izquierdo más bajo, mientras que el más valorado se observará en el rincón derecho más alto. Posac arroja igualmente unos gráficos secundarios correspondientes a cada variable bajo estudio, en este caso el grupo de edad de los participantes. Estos gráficos muestran la misma distribución del gráfico principal, pero ahora incluirá los valores promedio que asignó cada uno de los grupos de edad a los distintos lugares.


Resultados

Conceptualización acerca de los lugares

Esta sección muestra los resultados que arrojó el programa MSA, en los que se reflejan las relaciones entre los distintos lugares que fueron evaluados. Una vez ejecutado el programa MSA, y habiendo obtenido el gráfico resultante de las relaciones entre los lugares, se procedió a través de la inspección visual de la distribución de los ítems en el espacio, a crear regiones relacionadas que permitieran explicar los distintos agrupamientos entre los diferentes lugares e identificar así el sistema conceptual de los participantes a partir de las cercanía o distancia entre ellos. De esta manera, los investigadores proponen unas agrupaciones que explican la distribución de los lugares en el espacio a partir de los propósitos que los participantes persiguen en ellos (figura 1). Esto quiere decir que el tipo de uso o función que cumple el lugar fue el criterio más dominante y universal al valorar la experiencia de lugares por parte de los participantes.

De la distribución que fue posible establecer se puede inferir que los patrones de interacción de los participantes con los lugares son diferentes dependiendo del tipo de lugar. La figura 1 ilustra las cuatro regiones creadas por los investigadores para agrupar los distintos ítems: lugares recreativos y de esparcimiento (la cafetería, la plaza, la casa de un amigo, el parque de barrio, el escenario deportivo, el parque, los cerros, el bar, la casa y la discoteca), lugares culturales (la galería de arte, el museo, el teatro, el cine, la universidad/colegio y la granja educativa), lugares de encuentro (la piscina, el hotel, el restaurante, el club social, el parque de diversiones, el restaurante de comidas rápidas, la iglesia y el centro comercial), lugares de servicio (la calle, la tienda de barrio, la ciclorruta, el andén, el café Internet, el supermercado, el baño público, el paradero de bus, el banco, la terminal de transporte, la plazoleta privada y el hospital).


Preferencias por los lugares para interactuar socialmente

A continuación se muestran los resultados arrojados por el programa Posac, los cuales permitieron identificar las preferencias de los participantes a la hora de socializar. Sobre el gráfico resultante de las puntuaciones que asignaron los participantes a los distintos lugares, los investigadores trazaron unas líneas que agrupan los lugares por su nivel de agrado, de acuerdo con las escalas con las que se les pidió que los valoraran (figura 2).

La figura 2 se puede analizar en términos cuantitativos, si se mira la distribución de los lugares a partir del ángulo superior derecho hasta el ángulo inferior izquierdo, y cualitativos, al mirarla desde el ángulo superior izquierdo hasta el ángulo inferior derecho, lo que refleja el grado de dispersión o variabilidad que mostraron los grupos de participantes del estudio respecto de la valoración de los lugares, en términos de qué tan agradables son para llevar a cabo los encuentros sociales.

Las regiones creadas por los investigadores para diferenciar los niveles de agrado se trazaron sobre la diagonal cuantitativa imaginaria, a partir de la cercanía entre los puntos, o lugares, en nuestro caso. Según esta valoración, se encuentran como los lugares preferidos para relacionarse con los demás: la escuela/la universidad, la propia casa y el centro comercial, entre otros. Un segundo grupo de lugares con alta valoración por la socialización lo constituyen escenarios como el parque de diversiones, la tienda, la cafetería, la casa del amigo y el bar, entre otros, lo que guarda estrecha coherencia con la idea de diversión, recreación y lugares de encuentro. Al observar estos lugares se puede afirmar que todos ellos tienen las características propias que propician los encuentros sociales y, por consiguiente, satisfacen los propósitos que persiguen las personas en lo que respecta a su necesidad o motivación por establecer contactos sociales, y de ahí que los denominemos como sociolugares. La tercera región está conformada por lugares como la plaza, la biblioteca y la granja educativa, entre otros. Esta región se caracteriza por propiciar formas de socialización diversas, tal vez más esporádicas. Esto indica que la baja valoración puede responder a la poca permanencia de los individuos en estos lugares, contrariamente a lo que sucede en las primeras regiones. La cuarta región la conforman los lugares considerados menos agradables para socialización, entre los que se encuentran: el baño público, el hospital, el banco, la terminal de transporte, la ciclorruta y el andén. Llama la atención que el andén aparezca en este grupo, cuando en el pasado era el escenario propicio para los encuentros sociales.

Al observar los datos sobre la escala cualitativa, es decir, la que va del ángulo superior izquierdo al ángulo inferior derecho, se observa cierto grado de dispersión que responde probablemente a las variaciones en las preferencias para los encuentros de los distintos grupos de edad, lo cual es predecible en la medida en que los intereses que tienen niños, adolescentes o la población adulta varían en función de las metas o propósitos que persiguen en distintos momentos de su ciclo vital. Por este motivo, se decidió analizar la información a partir de los cinco grupos de edad, pensando en que esta variable pudiera explicar la variabilidad entre el nivel de agrado por los lugares.

Como se mencionó anteriormente, el programa Posac arroja adicionalmente unos gráficos secundarios que muestran la misma distribución del gráfico principal, incluyendo ahora los valores promedio que asignó cada uno de los grupos de edad a los distintos lugares. Para el caso particular de esta investigación, se generaron cinco mapas o gráficos correspondientes a los grupos de edad que se conformaron para el estudio (ver figuras 3, 4, 5, 6 y 7).

Como puede observarse, estas figuras muestran la misma distribución de los lugares que el mapa general, pero a diferencia de este, en los gráficos secundarios se indica cada lugar con el puntaje promedio de evaluación producto de la valoración que le dio cada individuo dentro de grupo de edad. A partir de estos valores, los investigadores crearon igualmente regiones para identificar de este modo los lugares más y menos valorados por cada grupo de edad. Se presentan a continuación los gráficos secundarios con los valores asociados para cada uno de los grupos de edad que participaron en el estudio.


Grupo de edad 1: de 10 a 14 años

En lo que se refiere al mapa del primer grupo de edad, se observa que los niños le asignan los mayores puntajes únicamente al colegio, el club social, la casa, la piscina y el bar. El mayor porcentaje de los lugares fueron calificados en el rango de 1 a 3 y coinciden con casi la generalidad de lugares públicos, a excepción de "la casa de un amigo". Las valoraciones intermedias (valor 3) están otorgadas para lugares en los que la interacción social se facilitaría porque en su mayoría son espacios cerrados (a excepción del parque) para compartir con compañeros, amigos o familia, destacándose lugares como: el teatro, el teatro de cine y la casa de un amigo, entre otros. Sin embargo, los resultados podrían estar indicando que los niños tienen poco contacto con este tipo de lugares. Entre los menos valorados están los lugares como el andén, el paradero de bus, el banco, el supermercado y la ciclorruta (figura 3).


Grupo de edad 2: de 15 a 19 años

En cuanto al grupo de los adolescentes, vemos que la más alta calificación (4) la asignaron solo a cuatro lugares: la universidad/colegio, el club social, el bar y la casa de un amigo. El menor puntaje (1) lo obtuvieron el banco, el hospital, la terminal de transporte y el baño público. Al igual que en el grupo de niños, la mayor proporción de lugares fue valorada entre 3, 2 y 1. Sin embargo, para los adolescentes más de 16 lugares son calificados como espacios de mediana socialización, siendo el único grupo que manifiesta esta opinión tan marcada. Quizás para los adolescentes estos lugares tienen un potencial para la interacción social que puede o no ser aprovechado según el propósito que persigan en ellos, de acuerdo con el tipo de lugares, bien sean abiertos, cerrados, de servicios, culturales o recreativos (figura 4).


Grupo de edad 3: de 20 a 34 años

En el caso de los adultos jóvenes, se observa, al igual que en el grupo anterior, que no hay puntajes de máximo agrado para llevar a cabo los encuentros; el mayor de los puntajes es cuatro (4) para lugares como la universidad/colegio, el club social, la piscina, la casa propia, el restaurante de comidas rápidas, la casa de un amigo y el bar. Los adultos jóvenes prefieren interactuar socialmente en lugares asociados con actividades recreativas o culturales, en su mayoría espacios cerrados, no habiendo distinción por el tipo de acceso a ellos. Por otra parte, el baño público, el hospital, la terminal de transporte, el andén y el banco son los lugares de menor preferencia para sus contactos sociales, como en los grupos anteriores, seguidos por la ciclorruta, el paradero de bus, el hotel, la granja educativa, la iglesia, el supermercado y el parque de diversiones, entre otros. Los adultos jóvenes, al igual que los adolescentes, consideran la calle, la biblioteca pública, la plaza, el café Internet, como lugares de mediana socialización (figura 5).


Grupo de edad 4: de 35 a 64 años

Con respecto al grupo de adultos, se observa un mayor porcentaje de lugares valorados positivamente para los encuentros sociales, dentro de los cuales se encuentran: el restaurante de comida rápida, el café Internet, la casa propia, el club social, la casa de un amigo, el bar, la piscina, el centro comercial, el teatro y el parque de diversiones, entre otros. Se puede observar también que este grupo de personas selecciona lugares de recreación y algunos de servicios para sus encuentros. Lugares como el museo y los supermercados son de mediano nivel de agrado (figura 6).


Grupo de edad 5: más de 65 años

Este grupo de edad considera lugares como la universidad, el colegio, la casa, la iglesia, el parque de diversiones y el teatro, entre otros, como aquellos que prefiere para los encuentros sociales, asignándoles la mayor calificación (5). Seguidamente, se encuentran el club social, la piscina, el parque, la plazoleta, la discoteca, el museo y la cafetería. En un tercer lugar se ubican la case de un amigo, el bar, el teatro, la plazoleta, la plaza, la biblioteca, el hotel, el andén, el hospital, la terminal de transporte, el banco, entre otros, y en último lugar, aunque no en el más bajo, se ubican la calle, la ciclorruta y el baño público (figura 7).


Discusión

Los resultados alcanzados permiten afirmar que la estructura que subyace bajo la valoración de los lugares es la de la intención o propósito que persiguen las personas para estar en ellos. En efecto, los datos observados en el gráfico principal resultado del MSA no pudieron ser agrupados de manera coherente y comprensiva, siguiendo un criterio distinto al de la funcionalidad del lugar. También se puede afirmar que los lugares no son valorados únicamente a partir de experiencias individuales; por el contrario, están indicando los propósitos que en general las personas les asignan, los cuales son compartidos en buena medida con otras personas. Los lugares, sus propiedades físicas y ambientales, lo mismo que las reglas que los regulan y los roles que los individuos asumen dentro de ellos, permiten su diferenciación por parte de las personas.

Respecto de la apreciación que hicieron los participantes acerca de lo agradable que resulta un lugar con la finalidad de servir de encuentro, se puede concluir que en la valoración promedio que otorgan los diferentes grupos de edad a los lugares para mantener sus encuentros sociales, se privilegian aquellos privados y de vocación colectiva y que en gran medida están mediados por el consumo, a los que se denomina sociolugares (Páramo, 2011).

Al analizar estos resultados a partir del grupo de edad, se puede concluir que la socialización en la población adolescente está asociada principalmente a la recreación y a la actividad académica, tal vez porque pasan el mayor tiempo del día en el colegio o la universidad y frecuentan la casa de sus amigos con fines sociales o también académicos. En los adultos jóvenes se asocia con lugares donde se da la posibilidad de conocer gente y a donde van generalmente a conquistar o a divertirse solos o en grupos muy pequeños. mientras que la población de adultos y adultos mayores coincide en preferir lugares como los centros comerciales. los restaurantes. el teatro o la tienda. entre otros. los cuales. particularmente en el grupo de los adultos mayores. se caracterizan por ser lugares de tipo cerrado y no de libre acceso. posiblemente porque en ellos se sienten más seguros. En la población de adultos mayores. lugares como el cafe Internet o el restaurante de comida rápida. no son considerados como espacios propicios para mantener sus encuentros sociales. quizás porque obedecen a otras formas de relacionarse más acordes con las nuevas generaciones. En cambio. la iglesia es considerada por este grupo de personas como uno de los lugares preferidos; no encuentra su correlato en los niños y adolescentes. para quienes la tradición de ir a misa los domingos y encontrarse con todos los vecinos de la comunidad resulta sin sentido en sus dinámicas de socialización. Sin embargo. estos resultados deben tomarse con cautela, en la medida en que el grupo de participantes para cada grupo de edad fue pequeño y no pueden considerarse como representativos de cada grupo de edad. No obstante, los resultados aquí obtenidos permiten suponer algunas diferencias importantes en el proceso de socialización a lo largo del ciclo vital.

Los resultados en general permiten confirmar la idea de que la socialización tiene un componente espacial que sirve de escenario y que a la vez se constituye en el medio facilitador para las interacciones entre los individuos. Sin embargo, tambien es notorio que los lugares públicos en sentido estricto, aquellos que son de libre acceso, han dejado de ser los preferidos para los encuentros sociales; las calles, plazas o andenes, no aparecen como escenarios por excelencia para la socialización, como sí lo fueron en el pasado. La historia de las prácticas sociales nos muestra la reducción gradual de la función socializante que cumplió el espacio público en las ciudades latinoamericanas desde sus procesos de colonización hasta el advenimiento de la modernidad (Páramo & Cuervo, 2006, 2009). Esta historia evidencia una sustitución de los lugares públicos por el surgimiento de otro tipo de escenarios que no siendo públicos y caracterizados por el consumo, vienen a cumplir ahora la función socializante que tuvo el espacio público. Como consecuencia de la insuficiencia de espacios públicos, la prioridad del automóvil, el consecuente desplazamiento del peatón, el inadecuado e insuficiente mobiliario urbano, las condiciones de inseguridad, y la atracción que generan las nuevas tecnologías de entretenimiento, los sociolugares se convierten ahora en los lugares por excelencia para la socialización. Este proceso psicosocial se ha venido desplazando hacia lugares que la gente percibe como más seguros, protegidos de los cambios climáticos y mediados por el consumo, sacrificando en gran medida la posibilidad de socialización y reemplazando esta actividad, en muchos casos, con la simple actividad de compra, limitando por consiguiente la experiencia de socialización a los niños y jóvenes y a los sectores menos favorecidos.

Finalmente, teniendo en cuenta el carácter exploratorio de este estudio, vale la pena continuar con la investigación de la dimensión espacial de las conductas sociales en otros países, donde el diseño urbanístico y la tradición cultural sean diferentes a los que han recibido una gran influencia de los Estados Unidos en el diseño urbano y en el estilo de vida. Igualmente, es necesario involucrar a un mayor número de participantes para el análisis a partir de variables socioeconómicas, de genero y de nivel educativo, entre otras.



Referencias

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