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Avances en Psicología Latinoamericana

versão impressa ISSN 1794-4724

Av. Psicol. Latinoam. vol.31 no.1 Bogotá jan./abr. 2013

 


Impulsividad:
una visión desde la neurociencia del comportamiento y la psicología del desarrollo
*

Impulsivity:
A view from the behavioral neuroscience and developmental psychology

Impulsividade:
uma visão a partir de neurociência comportamental e psicologia do desenvolvimento

PAOLA SÁNCHEZ-SARMIENTO**
JUAN JOSÉ GIRALDO-HUERTAS***
MARÍA FERNANDA QUIROZ-PADILLA****

* La correspondencia se puede dirigir a María Fernanda Quiroz Padilla Ph.D., Facultad de Psicología, Universidad de la Sabana, Chía, Colombia. Campus universitario del Puente del común, Autopista norte Km 7 de Bogotá D.C. Call center 8615555-8616666 Ext. 28307.
Correo electrónico: mariaqp@unisabana.edu.co

** Estudiante de Psicología, miembro activo del semillero de Bases Biológicas del Comportamiento, Universidad de la Sabana.
Correo electrónico: luisasasa@unisabana.edu.co

*** Magister en Psicología, Universidad del Valle, psicólogo Universidad del Valle. Coordinador de Formación en Investigación, Universidad de la Sabana.
Correo electrónico: juangh@unisabana.edu.co

**** Doctora en Neurociencias con énfasis en Psicobiología, Universidad Autónoma de Barcelona. Psicóloga, Universidad Pontificia Bolivariana Sede Bucaramanga, Universidad de la Sabana. Correo electrónico:
mariaqp@unisabana.edu.co

Para citar este artículo: Sánchez-Sarmiento, P., Giraldo-Huertas, J. J. & Quiroz-Padilla M. F. (2013). Impulsividad: una visión desde la neurociencia del comportamiento y la psicología del desarrollo. Avances en Psicología Latinoamericana, 31 (1), pp. 241-251.

Fecha de recepción: 1o de agosto de 2012
Fecha de aceptación: 20 de enero de 2013



Resumen

La impulsividad se ha asociado a tres factores principales: el actuar sin una implicación directa de las funciones del lóbulo frontal, un aumento en la velocidad de la respuesta emitida y una obtención inmediata de gratificación. Este déficit de inhibición conductual abarca una variedad de comportamientos que incluyen los aspectos de la hiperexcitabilidad, la desinhibición del comportamiento y el orden superior de toma de decisiones. Aunque por tradición, la definición de esta función ejecutiva ha sido conceptualizada desde una visión psicopatológica, en la actualidad la gran variedad de técnicas de evaluación neuropsicológicas, del desarrollo y en modelos animales nos invitan a establecer diálogos más integrativos desde los conocimientos de estas perspectivas teóricas para la interpretación y compresión de la impulsividad.

Palabras clave: corteza prefrontal, estriado, función ejecutiva, gratificación, impulsividad



Abstract

Impulsivity has been linked to three main factors: performing without direct involvement of the frontal lobe functions, an increase in the speed of response, and the acquisition of immediate gratification. This behavioral inhibition deficit involves a variety of behaviors including aspects of hyperexcitability, behavioral disinhibition and higher order decision making. Although by tradition, the definition of this executive function has been conceptualized from a psychopathological view, currently, the wide variety of neuropsychological, developmental and animal models assessment techniques encourage us to establish dialogues that integrate the knowledge of these theoretical perspectives for the interpretation and understanding of impulsivity.

Keywords: prefrontal cortex, striatum, executive function, gratification, impulsivity



Resumo

A impulsividade tem sido relacionada com três fatores principais: agir sem uma implicação direta das funções do lobulo frontal, um aumento na velocidade de resposta emitida e uma obtenção imediata da gratificação. Esse deficit de inhibição comportamental envolve uma variedade de comportamentos que incluem os aspectos da hiperexcitabilidade a desinhibição dos comportamentos assim como a ordem superior da toma de decisões. Embora, por tradição, a definição de essa função executiva tem sido concetualizada a partir de uma visão psicopatológica, na atualidade existe uma gran variedade de técnicas de avaliação neuropsicologicas, do desenvolvimento e de modelos animais que promovem o estabelecimento de diálogos mais integrativos a partir dos conhecimentos dessas perspetivas teóricas para a interpretação e com-prenção da impulsividade.

Palavras chave: córtex pré-frontal, estriado, função executiva, gratificação, impulsividade



Tradicionalmente, la impulsividad ha sido descrita según las alteraciones psicopatológicas identificadas en el ser humano. Con el paso del tiempo la psicología del desarrollo, la neuropsicología y la misma neuroanatomía nos han brindado nuevos conocimientos en torno a esta manifestación comportamental de los seres vivos (Evenden, 1999; Pichot, López & Valdez, 1995; Squillace, Picón & Schmidt, 2011). El concepto de este constructo teórico ha sido objeto de importantes controversias, en parte por la dificultad de establecer asociaciones o vínculos entre los postulados propuestos por la psicología y el desarrollo biológico del ser humano.

El Manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM IV) nos presenta un buen ejemplo de la afirmación anterior. Este documento no ofrece una definición clara de la impulsividad, pero realiza una descripción de los posibles comportamientos impulsivos en relación con algunas enfermedades mentales, haciendo énfasis en el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad/ impulsividad (TDAH) (Pichot et ál., 1995). Otras patologías asociadas son identificadas en el juego patológico: las compras compulsivas y las adicciones en general, trastornos alimenticios como la bulimia, conductas hipersexualizadas y promiscuidad, la agresión reactiva y algunos trastornos de la personalidad como la histriónica, la limítrofe y la antisocial. Todas las anteriores se hallan en el DSM IV agrupadas bajo el nombre de desórdenes de control de impulsos (Leshem & Glicksohn, 2007; Rodriguez-Jimenez et ál., 2007).

La incapacidad de inhibición conductual está descrita según la neuropsicología dentro de las funciones ejecutivas, las cuales son habilidades cognitivas implicadas en la iniciación, la inhibición, la planificación y la regulación de los comportamientos que son necesarios para establecer objetivos a largo plazo. Estas funciones que se localizan principalmente en la corteza prefrontal (CPF), ayudan al control o ajuste del comportamiento del ser humano cuando las demandas ambientales así lo exigen (Ardila & Ostrosky-Solís, 2008; Ramírez & Ostrosky-Solís, 2009).

Barkley (1997) define a la impulsividad como la característica que permite retrasar e interrumpir respuestas para alcanzar los objetivos. La autorregulación emocional y motivacional es otra de las funciones ejecutivas descrita por este autor y que están relacionadas con la incapacidad de inhibición conductual. Esta última permite que el individuo tenga la posibilidad de controlar sus emociones y motivaciones para así dirigir sus acciones hacia una meta. Barkley, afirma que la regulación emocional y la abstención de emitir respuestas inadecuadas son complementarias pero diferentes comportamentalmente, e incluso otorga un valor más relevante al autocontrol, argumentando que el déficit en esta habilidad (impulsividad) traería consigo el deterioro de otras funciones como la planificación y la flexibilidad cognitiva (Barkley & Russell, 1997).

Sin apartarse de tal perspectiva, pero con un mayor énfasis en las habilidades observadas y no en los déficits, la psicología del desarrollo se ha enfocado en dos aspectos específicos relacionados con la impulsividad: la capacidad de autocontrol requerida en el retraso de la gratificación (delay of gratification) y los procesos de toma de decisiones racionales (Casey et ál., 2011; Duckworth & Kern, 2011; Kidd, Palmeri & Aslin, 2013). Dicha distancia entre el estudio de la impulsividad y el desarrollo de las habilidades mencionadas puede deberse a la independencia de escuelas que, salvo mínimas excepciones, logran reunir los estudios de investigadores interesados en el rasgo de la personalidad impulsiva, con el análisis experimental del comportamiento impulsivo y junto a estudios psiquiátricos de la impulsividad o con la neurobiología de la impulsividad (Evenden, 1999).

El propósito de este artículo es establecer una descripción del comportamiento impulsivo, realizando la integración de tres áreas del conocimiento: el neuropsicológico, el neuroanatómico y la psicología del desarrollo. A continuación se inicia con un acercamiento al concepto de impulsividad y se sigue con una breve introducción de las áreas que se van a integrar, comenzando por la neuroanatomía de la impulsividad y siguiendo con técnicas y métodos de evaluación, entre los cuales se incluyen los dedicados al estudio del desarrollo de la capacidad de autocontrol y los procesos de toma de decisiones racionales en niños; se termina con una reflexión a modo de conclusión.


Concepto de impulsividad

La palabra impulsividad proviene del latín impulsus que significa "golpear o empujar". Este término es adaptado por los mecanicistas franceses haciendo alusión a comportamientos primitivos que escapan al control voluntario. Históricamente, desde los inicios del siglo XIX, han sido investigadas las conductas impulsivas bajo el criterio de patología de la voluntad, concebida inicialmente como ligada a los sentimientos y al intelecto y, posteriormente, considerada como una función mental autónoma, la cual era susceptible de enfermar, lo que contribuyó a que se pensará la impulsividad como un signo de diferentes trastornos psicológicos y se estudiará científicamente desde la medicina y la psicología (Haro et ál., 2004; Pinal & Pérez, 2003).

Durante ese siglo, uno de los autores más representativos fue Esquirol (citado por Haro et ál., 2004), quien creó el concepto de "monomanie instinctive" como alteración de la voluntad, la cual está presente en los trastornos impulsivos debido a una enfermedad crónica del cerebro. Ribbot (citado por Haro et ál., 2004; Pinal & Pérez, 2003) retoma la definición de Esquirol, argumentando que dicho déficit tenía como etiología la presencia de un intelecto bajo y que este fenómeno correspondía a una respuesta de tipo psico-fisiológico, explicando que el aumento en los impulsos anulaba el poder de controlar o inhibir la voluntad. Otro autor de gran importancia histórica fue Magnan (1887), quien definió las impulsiones (impulsividad) como una rápida explosión de energía y una falta de control voluntario, añadiendo este concepto a la descripción de diferentes enfermedades mentales y explicando la etiología separada de los trastornos de tipo emocional (Haro et ál., 2004; Pinal & Pérez, 2003).

A finales del siglo xx hubo un aumento en el interés por el estudio de la impulsividad, debido a eventos en los cuales hacía evidente el riesgo de este comportamiento, no solo para el individuo, sino también para la comunidad, siendo la piromanía una de las manifestaciones más evidentes. La definición más compartida al inicio de aquella época se halla en la descripción de la impulsividad como una enfermedad congénita caracterizada por la invalidez psíquica general, donde el punto más débil es la falta de control debido a un desarrollo patológico de impulsos. Esta definición se fue modificando, incluyendo definiciones en las cuales se entendía la impulsividad como la tendencia a responder rápidamente sin reflexión previa, comportamientos de furia y agresividad o la incapacidad de actuar usando la atención sostenida (Haro et ál., 2004; Pinal & Pérez, 2003)

Estas definiciones, descritas desde la perspectiva psicopatológica de la impulsividad, se han categorizado con tres significados: síntoma de otras psicopatologías; una tendencia a provocar actos perjudiciales sin planificación (por ejemplo la agresión reactiva) y un rasgo de la personalidad (Pinal & Pérez, 2003).

La falta de una conceptualización y operacionalización de la impulsividad dificultó su investigación y, por tal razón, es a comienzos del siglo XXI que se da un mayor auge de estudios experimentales que tienen como principal objetivo la compresión de este comportamiento (Ávila, Cuenca, Félix, Parcet & Miranda, 2004; Haro et ál., 2004; Leshem & Glicksohn, 2007; Perales, Verdejo-García, Moya, Lozano & Pérez-García, 2009). Moeller, Barrat, Dougherty, Schmitz y Swann (2001) propusieron una de las definiciones más utilizadas para la descripción de la impulsividad, descrita como la predisposición que los sujetos tienen hacia estímulos internos y externos sin considerar las consecuencias negativas de estas acciones, siendo esta tendencia producto de una falla en el desarrollo de la voluntad.

Una de las definiciones vigentes y con la cual varios autores han interpretado sus postulados sobre esta conducta, es la de considerar a la impulsividad como un rasgo de personalidad dimensional que se ha aplicado a muchos aspectos diferentes del comportamiento animal y en los seres humanos, caracterizado por el déficit en la inhibición de la conducta, el cambio de comportamiento ante la demanda del medio ambiente y la tolerancia para el retraso de la gratificación (Dellu-Hagedorn, Trunet, & Simon, 2004; McCloskey et ál., 2009; Moeller et ál., 2001; Swann, Bjork, Moeller & Dougherty, 2002).

Finalmente, y como se menciona al principio, la psicología del desarrollo aborda los déficits que definen la impulsividad y los transforma en oportunidades para el estudio de la capacidad de autocontrol requerida en el retraso de la gratificación y en los procesos y habilidades de toma de decisiones racionales en niños. Tales estudios han demostrado que a partir de los dos años de edad se observan comportamientos de tolerancia al retraso de recompensas muy cercanos a edades mayores y similares a los reportes en adultos (Steelandt, Thierry, Broihanne & Dufour, 2012). El aumento de la tolerancia en los comportamientos observados se relaciona frecuentemente y de manera positiva con mejores resultados académicos y éxito social posterior (Casey et ál., 2011; Duckworth & Kern, 2011) y de forma negativa con comportamientos de riesgo y adicciones en la adolescencia y juventud temprana (Liu et ál., 2012; Romer, 2010). Las habilidades de toma de decisiones surgen como una alternativa que no excluye la capacidad de autocontrol y tolerancia al retraso de la gratificación, pero que incluye el análisis que niños desde los tres años de edad pueden hacer de las condiciones de confiabilidad del ambiente para la entrega de recompensas (Kidd et ál., 2013). Es decir, que en condiciones confiables los niños tienden a mantener y demostrar su capacidad de autocontrol, pero en condiciones que generan baja confiabilidad en el ambiente para mantener las recompensas, estas capacidades no son expuestas de la misma forma.


Neuroanatomía de la impulsividad

La compleja red neuronal involucrada en la expresión de conductas impulsivas incluye a las zonas de la corteza prefrontal ventromedial (CPFVM), la corteza cingulada anterior (CCA), el núcleo basolateral de la amígdala (nBLA), el núcleo subtalámico (nST) y el accubems (nACC), como regiones cerebrales que participan en la incapacidad de la inhibición conductual; todas ellas relacionadas con la expresión emocional y las funciones ejecutivas y motoras (Alcázar-Córcoles, Verdejo-García, Bouso-Saiz & Bezos-Saldaña, 2010; Kalenscher, Ohmann & Gunturkun, 2006). Esta clasificación anatómica es consistente con el postulado de Filipek et ál. (1997) sobre la disfunción dopaminérgica de la corteza frontal derecha y el estriado bilateral como posible explicación al trastorno de hiperactividad/impulsividad (Filipek et ál., 1997).

De forma específica, a la CPF se le ha atribuido un papel importante en los modelos de acción autodirigidos que permiten al individuo maximizar globalmente los resultados sociales de su comportamiento, una vez que han considerado simultáneamente las consecuencias inmediatas y tardías de las distintas alternativas de respuesta, protagonismo establecido por los estudios neuropsicológicos realizados a pacientes con lesiones en el lóbulo frontal (Bechara, Tranel & Damasio, 2000; Hartje & Poeck, 1997; Kalenscher et ál., 2006). En este sentido, esta zona cortical se ha identificado más con las conductas impulsivas que con las funciones de regulación y reconocimiento emocional que se encuentran ubicadas en el sistema límbico.

Las investigaciones en modelos animales han permitido proponer que la CPFVM, la CCA, el nABL, el nST y el nACC parecen presentar funciones diferenciales durante la manifestación de la impulsividad (Dannon, Shoenfeld, Rosenberg, Kertzman & Kotler, 2010; Kalenscher et ál., 2006). El nACC y el nABL posiblemente son los encargados de mantener el valor del incentivo de recompensa cuando se presenta el premio o la ganancia en tiempos con demora o retraso. El nST puede ser relevante para las asociaciones pavlovianas y la CPFVM sería la encargada de la supervisión y actualización de las representaciones de las recompensas esperadas (Winstanley, Eagle & Robbins, 2006).

Los anteriores antecedentes anatómicos nos permiten concluir que la impulsividad está relacionada con el funcionamiento de múltiples estructuras cerebrales, cada una de ellas con un papel específico y complementario, no bajo el control exclusivo de la CPF como tradicionalmente se creía (Braquehais, Ramos-Quiroga & Sher, 2010).


Técnicas y métodos de evaluación

Con cierto rasgo de integración, el estudio del comportamiento impulsivo en el ser humano presenta ciertas similitudes con el realizado en modelos animales en el análisis de variables; como ejemplo: la incapacidad o dificultad de la inhibición de respuestas (perseverancia) y la tendencia a responder con rapidez a los estímulos sin importar el grado de gratificación en presencia o no de recompensa (Folino, Escobar Córdoba & Castillo, 2006; Squillace et ál., 2011). En este sentido, en el campo de la Psicología encontramos tres ámbitos o enfoques de evaluación para la impulsividad: el neuropsicológico, el del desarrollo y el de la psicología fisiológica mediante modelos animales.

Algunas de la pruebas neuropsicológicas más conocidos son: el Stroop, el Stop Signal, el Matching familiar figures, el de Iowa Gambling Task (para identificar juego patológico), las cartas de Wisconsin, la torre de Londres y las tareas de ejecución continua (tabla 1) (Dannon et ál., 2010; Dellu-Hagedorn et ál., 2004; Dougherty, Marsh-Richard, Hatzis, Nouvion & Mathias, 2008).

Para el estudio del desarrollo de la impulsividad y el autocontrol se encuentran al menos cuatro tipos de situaciones relacionadas con el estudio del retraso de la gratificación (Duckworth & Kern, 2011; Kim, Deater-Deckard, Mullineaux & Beekman, 2010; Kross, Duckworth, Ayduk, Tsukayama & Mischel, 2011): la elección hipotética, la elección real, el retraso sostenido y el retraso de ensayos repetidos (tabla 2). Los resultados en estas tareas son altamente convergentes con estudios realizados a través del análisis de las funciones ejecutivas, autorreportes o cuestionarios de personalidad (Duckworth & Kern, 2011).

Los estudios de desarrollo en el componente de toma de decisiones se hacen a partir del análisis de decisiones intertemporales1 (elegir entre recibir mil pesos hoy o recibir dos mil pesos en una semana) y la relación de estas decisiones con sistemas específicos de procesamiento de la información, caracterizados por una gran estabilidad entre los hallazgos tempranos en el comportamiento impulsivo y posteriores efectos de carácter multidimensional (Casey et ál., 2011).

En los modelos animales se ha estudiado la participación de los sistemas bioquímicos serotoninérgicos y dopaminérgicos, y desde la neuroanatomía al circuito frontoestriatales, mediante la medición de pruebas de toma de decisiones: delay-discounting y la impulsividad motora: go/no go, five choice serial (tabla 3) (Dannon et ál., 2010; Dougherty et ál., 2008; Marsh, Dougherty, Matthias, Moeller & Hicks, 2002).


Reflexión final

Este artículo describe el amplio escenario de los estudios de la impulsividad y sugiere una mayor integración en futuras indagaciones sistemáticas de dicho comportamiento, al proponer que el concepto de impulsividad no es un constructo unitario, sino que abarca una variedad de fenómenos relacionados como la planeación, la toma de decisiones, la flexibilidad cognitiva, la autorregulación emocional y la motivación, los cuales difieren y al mismo tiempo se relacionan en las bases biológicas, la variabilidad durante el desarrollo psicológico y algunos diseños y herramientas metodológicas específicas. Por tanto, es indispensable continuar con las investigaciones neurofisiológicas sobre el comportamiento impulsivo a lo largo del desarrollo del ser humano, integrando los conceptos, postulados y hallazgos en función de las edades de los participantes y de la psicología fisiológica, lo cual permitirá una adecuada definición y comprensión del comportamiento impulsivo (Braquehais et ál., 2010; Marusich, Darna, Charnigo, Dwoskin & Bardo, 2011; Moeller et ál., 2001; Morgan, Gray & Snowden, 2011) junto a la formulación de nuevos tratamientos psicoterapéuticos, farmacológicos y educativos para el desarrollo del individuo.


1 El término "intertemporal" hace referencia a diseños experimentales que permiten el cruce de una unidad de tiempo y una recompensa. Por lo general, los diseños intertemporales se caracterizan por que permiten elegir entre recompensas menores en tiempos menores y recompensas mayores en tiempos mayores. Las recompensas pueden variar de dinero en adultos a juguetes y comestibles (galletas, masmelos, etc.) en niños.



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