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Avances en Psicología Latinoamericana

Print version ISSN 1794-4724

Av. Psicol. Latinoam. vol.32 no.3 Bogotá Sept./Dec. 2014

https://doi.org/dx.doi.org/10.12804/apl32.03.2014.04 

Doi: dx.doi.org/10.12804/apl32.03.2014.04

El papel de los esquemas cognitivos y estilos de parentales en la relación entre prácticas de crianza y problemas de comportamiento infantil

The Role of Cognitive Schemas and Parenting Styles in the Relationship between Parenting Practices and Child Behavior Problems

O papel dos esquemas cognitivos e estilos de parentais na relação entre práticas de criação e problemas de comportamento infantil

Ariel Vite Sierra, María Guadalupe Pérez Vega*
Universidad Nacional Autónoma de México

* Ariel Vite Sierra, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM; María Guadalupe Pérez Vega, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. Coyoacán, México, D.F.

La correspondencia relacionada con este artículo debe ser dirigida a: Ariel Vite Sierra, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, Av. Universidad 3004, Col. Copilco Universidad., C.P. 04510 Del. Coyoacán, México, D.F. Correo electrónico: avite@unam.mx

Para citar este artículo: Sierra, A. & Pérez, M. (2014). El papel de los esquemas cognitivos y estilos de parentales en la relación entre prácticas de crianza y problemas de comportamiento infantil. Avances en Psicología Latinoamericana, 32(3), 389-402. doi: dx.doi. org/10.12804/apl32.03.2014.04

Fecha de recepción: 27 de septiembre de 2013
Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2014


Resumen

El objetivo del estudio es determinar el valor mediacional de los esquemas cognitivos y los estilos de crianza en la relación entre las prácticas de crianza y los problemas de comportamiento infantil. Participaron 184 progenitores de niños referidos por instituciones educativas con problemas de comportamiento. La edad promedio de los padres fue de 35.7 años, con una escolaridad media de secundaria y nivel socioeconómico medio-bajo. Del total de los niños, 130 eran niños y 54 niñas, con un promedio de edad de 8.7 años. Se aplicaron los siguientes instrumentos: Inventario de Comportamiento Infantil, Inventario de Prácticas de Crianza, Cuestionario de Autoridad Parental y Cuestionario de Esquemas Cognitivos-Forma reducida. Para el análisis de los datos se llevaron a cabo correlaciones, regresiones múltiples y la prueba de Sobell. Los resultados apoyan el modelo en el cual el esquema cognitivo Estándares Inflexibles 1 funge como mediador entre las Prácticas de Crianza (Castigo e Interacción Social) y la Frecuencia de problemas de comportamiento.

Palabras clave: Problemas de conducta; prácticas de crianza; esquemas cognitivos.


Abstract

The current study examined the mediational value of cognitive schemes and parenting styles in relation to parenting practices and child behavior problems. Participants were 184 parents of children referred by educational institutions with behavior problems. The average age of parents was 35.7 years, with an average education corresponding to secondary school and lower middle socioeconomic status. Of all the children, 130 were boys and 54 girls with an average age of 8.7 years. The following instruments were applied: Child Behavior Inventory, Inventory of Parenting Practices, Parental Authority Questionnaire and Cognitive Schema Questionnaire - Reduced Form. Correlations, multiple regressions, and the Sobel test were carried out to analyze the data. The results support the model in which the cognitive schema Inflexible Standards 1 acts as mediator between parenting practices (punishment and social interaction) and the frequency of behavioral problems.

Key words: behavioral problems; childrearing practices; cognitive schemas.


Resumo

O objetivo do estudo é determinar o valor mediacional dos esquemas cognitivos e os estilos de criação na relação entre as práticas de criação e os problemas de comporta-mento infantil. Participaram 184 progenitores de crianças referidos por instituições educativas com problemas de comportamento. A idade média dos pais foi de 35,7 anos, com uma escolaridade média de secundária e nível socioeconômico médio baixo. Do total das crianças, 130 eram do gênero masculino e 54 do gênero feminino, com uma idade média de 8,7 anos. Aplicaram-se os seguintes instrumentos: Inventário de Comportamento Infantil, Inventário de Práticas de Criação, Questionário de Autoridade Parental e Questionário de Esquemas Cognitivos (Forma Reduzida). Para a análise dos dados levaram-se a cabo correlações, regressões múltiplas e a prova de Sobell. Os resultados apoiam o modelo no qual o esquema cognitivo Standards Inflexíveis 1, serve como mediador entre as Práticas de Criança (Castigo e Interação Social) e a Frequência de problemas de comportamento.

Palavras-chave: problemas de comportamento; práticas de criação; esquemas cognitivos.


La incidencia del trastorno oposicionista desafiante y de los problemas de comportamiento infantil es preocupante, su frecuencia es entre el 4% y el 6 % en niños pequeños (Egger & Angold, 2006), y del 35% en los niños de familias de bajos ingresos (Webster-Stratton & Hammond, 1998) y se han convertido en un problema para el individuo, la familia y la comunidad en general (Pihlakoski, Sourander, Aromaa, Rautava, Helenius & Sillanpää, 2006; Timmermans, Van Lier & Koot, 2010).

Estos problemas de comportamiento aparecen en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV-TR, APA, 2002) como trastorno negativista desafiante y el trastorno disocial.

Loeber y Schmaling (1985) los clasifican en dos dimensiones: problemas de conducta abierta y encubierta Frick et al. (1993), adhieren a esta clasificación una segunda dimensión de destructivo - no destructivo. Por su parte, Achenbach (1978) propone una clasificación que abarca siete síndromes: reacción emocional, ansiedad/depresión, quejas somáticas, aislamiento social, problemas del sueño, problemas de atención, desobediencia, berrinches, gritos, peleas, y conducta agresiva, agrupados en dos grupos, conducta internalizante y conducta externalizante.

Además de su prevalencia en la infancia, se relacionan con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (Larsson, Fossum, Clifford, Drugli, Handegard & Morch, 2008) depresión y ansiedad generalizada (Egger & Angold, 2006; Stringaris, Maughan & Goodnan, 2010), desorden de personalidad (Loeber, Burke, Lahey, Winters & Zera, 2000), deficiencias académicas y deserción escolar (Drugli & Larsson, 2006; Frick, Barry, De Shazo, McCoy, Ellis & Loney, 2000), y con delincuencia, crimen y abuso de sustancias en la adolescencia (Lober & Schmaling, 1985).

En la última década, una serie de investigaciones ha permitido constatar la existencia de trayectorias de desarrollo asociadas a problemas de conducta, que surgen en la edad preescolar y tienden a incrementarse en frecuencia y gravedad por medio de la infancia, la adolescencia y probablemente desencadenen un problema de conducta antisocial en la adultez (Moffit et al., 2008; Pihlakoski et al., 2006; Timmermans, Van Lier & Koot, 2010). No obstante, se ha señalado la existencia de factores de riesgo que posibilitan su surgimiento y mantenimiento.

Estos factores se han clasificado como disposicionales y contextuales. Dentro de los primeros se encuentran las anormalidades neuroquímicas, irregularidades autónomas, complicaciones al nacer, temperamento difícil, impulsividad, preferencia por actividades peligrosas y novedosas, estilo dominante, baja inteligencia verbal, bajo rendimiento escolar y déficit en el procesamiento de la información social (Frick, 2004; Loeber, Farrington, Koehler, Crawford, Creemers, Stouthaner-Loeber et al. 2005).

Respecto a los contextuales se encuentran la exposición prenatal a toxinas, exposición temprana a la mala calidad de cuidado infantil, psicopatología parental, conflicto familiar, inadecuada supervisión y disciplina parental, carencia de participación parental y negligencia, rechazo de los compañeros, relacionarse con un grupo de compañeros con problemas de comportamiento, condiciones de vida empobrecidas, barrio inadecuado, hacinamiento y exposición a la violencia (Frick, 2004; Timmermans, Van Lier & Koot, 2010; Webster-Stratton, Reid & Stoolmiller, 2008). Sin embargo, el factor que más se le ha atribuido al desarrollo de los problemas de comportamiento se encuentra inmerso en las características de la familia, los estilos y prácticas de crianza (Aunola & Nurmi, 2005; Loeber, Farrington, Koehler, Crawford, Creemers, Stouthaner-Loeber et al., 2005; Oliva, Parra & Arranz, 2008).

Las prácticas parentales constituyen un ejemplo representativo de cómo el comportamiento humano puede estar influenciado por sistemas externos que están más allá de los procesos interindividuales e intrafamiliares (Baumrind, 1997; Bronfenbrenner, 1989). Particularmente influyente en el estudio de los estilos parentales ha sido la aportación de Baumrind (1966), quién delineó diferentes estilos parentales que hoy son ampliamente conocidos en la literatura científica. De acuerdo con Baumrind, los padres autoritarios intentan formar, controlar y evaluar la conducta y actitudes del niño de acuerdo a un conjunto estandarizado de conductas, usualmente un estándar absoluto y, formados por una gran autoridad, favorecen las medidas de castigo o de fuerza y están de acuerdo en mantener a los niños en un papel subordinado y en restringir su autonomía.

Los padres autoritativos intentan dirigir la actividad del niño imponiéndole roles y conductas maduras, pero utilizan el razonamiento y la negociación. Los padres de este estilo educativo tienden a dirigir las actividades del niño de forma racional. Parten de una aceptación de los derechos y deberes propios, así como de los derechos y deberes de los niños, lo que la autora consideraba como una "reciprocidad jerárquica", es decir, cada miembro tiene derechos y responsabilidades con respecto al otro.

Por su parte, los padres permisivos proporcionan gran autonomía al hijo, siempre que no se ponga en peligro su supervivencia física. El prototipo de adulto permisivo requiere que se comporte de una forma afirmativa, aceptadora y benigna hacia los impulsos y las acciones del niño. Su objetivo fundamental es liberarlo del control y evitar el recurso a la autoridad, el uso de las restricciones y castigos.

Posteriormente MacCoby y Martin (1983) realizaron una reformulación de las dimensiones básicas propuestas por Baumrind al redefinir los estilos parentales en función de dos aspectos, (a) el control o exigencia, presión o número de demandas que los padres ejercen sobre sus hijos para que alcancen determinados objetivos y metas; (b) el afecto o sensibilidad y calidez, grado de sensibilidad y capacidad de respuesta de los padres ante las necesidades de los hijos, sobre todo de naturaleza emocional.

Los estilos parentales tienen una gran repercusión y consecuencias sobre el desarrollo. La literatura sobre los efectos que estos tienen en el niño es profusa, por ejemplo se señala que un estilo autoritario o permisivo favorece la aparición de conductas agresivas, mientras que un estilo autoritativo actúa como factor de protección de estas (Côte, Vaillancourt, LeBlanc, Nagin & Trembley, 2006; Sheenan & Watson, 2008). Por otra parte, Hurt, Hoza y Pelmham (2007) y Goldstein, Harvey y Friedman (2007) sitúan al afecto como factor protector y al autoritarismo como factor de riesgo en la hiperactividad.

En un estudio llevado a cabo por Aunola y Nurmi (2005), los resultados mostraron que un alto nivel de control psicológico ejercido por las madres, combinado con un alto afecto, predice incrementos en los niveles de conductas internalizantes y externalizantes en los niños. El control conductual ejercido por las madres disminuye los problemas de conducta externalizantes, pero solo cuando se combina con un bajo nivel de control psicológico.

Por otra parte, Young, Klosko y Weishaar (2003) afirman que esos estilos parentales pueden favorecer esquemas cognitivos maladaptativos que guían el comportamiento de los progenitores respecto a la crianza de sus hijos. Los definen como estructuras funcionales de representaciones de conocimientos, de experiencias anteriores, que son extremadamente estables y profundas. Guían la búsqueda, codificación, organización, almacenamiento y recuperación de la información, y se manifiestan en el inicio con numerosos trastornos psicológicos. Estos esquemas cognitivos se clasifican en cinco dominios.

Dominio de desconexión y rechazo, incluye esquemas que implican la expectativa de que las necesidades propias de seguridad, aceptación y respeto no van a ser cubiertas por los demás. Dominio de autonomía deteriorada, consistente en una visión negativa de uno mismo y del ambiente, en cuanto a la capacidad para tener éxito o para funcionar independientemente de los demás. Dominio de límites deteriorados, el cual se caracteriza por dificultades para establecer límites internos y responsabilizarse respecto a los demás. Dominio de orientación a los demás, implica un énfasis excesivo en los deseos y sentimientos de los demás. Dominio de vigilancia excesiva e inhibición, el cual incluye los esquemas de inhibición emocional y estándares inalcanzables.

Las distorsiones cognitivas, así como los estilos de crianza pueden considerarse elementos clave para explicar el grado de vulnerabilidad de las madres a propiciar o reforzar problemas de comportamiento infantil, en virtud de que la paternidad requiere que estos dos factores favorezcan en los padres sus prácticas de crianza (Vite, Negrete & Miranda, 2012).

Por lo tanto, el objetivo de este estudio es determinar el valor mediacional de los esquemas cognitivos y los estilos de crianza en la relación entre las prácticas de crianza y los problemas de comportamiento infantil de tipo externalizante.

Método

Participantes

La población de estudio estuvo conformada por una muestra de 184 progenitores de niños referidos por el equipo psicopedagógico de sus respectivas escuelas por presentar problemas de comportamiento (p. ej., desobedecer, berrinches, gritar, pelear, desafiar a la autoridad), de nueve escuelas primarias públicas del sur de la ciudad de México. Del total de la muestra, 166 eran madres y 18 padres. La edad promedio de las madres fue de 34.56 años (DS 6.47), la edad promedio de los padres fue de 36.84 años (DS 7.12). Respecto a las características demográficas de los niños, del total, 130 eran varones y 54 niñas, con un promedio de edad de 8.7 años (DS 1.89). La mayoría de los padres eran casados, su grado de escolaridad oscilaba entre primaria y secundaria, con un nivel socioeconómico bajo.

Instrumentos

Inventario de Comportamiento Infantil (CBI; Eyberg & Ross, 1978). Los reactivos son frases que describen comportamientos generales (Es desobediente, Hace berrinches, Llora fácilmente). Consta de 36 reactivos que están divididos en dos escalas, (a) La escala de intensidad pregunta sobre la frecuencia de cada conducta de nunca = 1, hasta siempre = 3, y estos rangos de frecuencia se suman con el fin de obtener una puntuación total de intensidad que puede variar de 36 a 108. (b) La escala de problema, que pide a los padres que identifiquen los comportamientos problemáticos marcando "sí" o "no" en respuesta a la pregunta "¿Es un problema para usted?". La suma de los "sí", puede ir de 0 a 36.

El estudio sobre sus propiedades psicométricas señala que se trata de una medida con una alta consistencia interna α = .90 p>.01) y validez de constructo, así como una estructura factorial similar a la empleada en la versión original (Vite, Negrete & Miranda, 2012).

Inventario de Prácticas de Crianza (IPC; López & Morales, 2011). Consta de 40 afirmaciones cerradas en las que los padres tienen la posibilidad de elegir en una escala tipo Likert de siete puntos (desde 0 = nunca, hasta 6 = siempre), estas también evalúan las conductas de los padres con respecto a la disciplina y a la promoción del afecto de sus hijos por medio de las siguientes escalas: Castigo, Ganancias materiales, Interacción social, Normas, Ganancias sociales, Límites. El inventario posee un nivel de confiabilidad de .92.

Cuestionario de Autoridad Parental (PAQ; Buri, 1991). Traducido y adaptado para la población mexicana (Varela, Vernberg, Sánchez-Sosa, Riveros Mitchel & Mashunkashey, 2004). Se fundamenta en los estilos parentales propuestos por Baumrind (Autoritario, Autoritativo y Permisivo) consta de 30 reactivos, con cinco opciones de respuesta en escala de tipo Likert (De muy en desacuerdo = 1 a Muy de acuerdo = 5). En la validación en México se obtuvo un Alpha Cronbach de 0.81 y 0.90.

Cuestionario de Esquemas Cognitivos - Forma reducida (Young & Brown, 1994). Consta de 45 reactivos y 11 factores: abandono, insuficiente autocontrol, desconfianza, autosacrificio, privación emocional, inhibición emocional, estándares inflexibles 1, estándares inflexibles 2, inhibición emocional, derecho y entrampamiento. Su índice de confiabilidad para la población mexicana obtuvo un alpha total de 0.97 y para los factores de 0.87 a 0.97 (Vite, Negrete & Miranda, 2012).

Procedimiento

Posterior a la firma del consentimiento informado, en el cual se proporcionó información acerca de los objetivos del estudio, condiciones de anonimato y confidencialidad de las respuestas brindadas, los participantes respondieron a los instrumentos, que fueron presentados en un paquete con una hoja de datos generales, la aplicación tenía una duración de 50 a 60 minutos y se hizo de forma grupal exclusivamente.

Análisis estadísticos

La base de datos se capturó en Excel 97-2003 y se importó a SPSS 18 para su análisis estadístico. Mediante los estadísticos Rho de Spearman y Gamma, se calcularon las correlaciones entre los diversos instrumentos empleados, a fin de determinar el valor mediacional de los esquemas cognitivos y estilos de parentales, se llevaron a cabo análisis de regresión lineal múltiple y de Sobel.

Resultados

En la tabla 1 se muestra la mediana, media, desviación estándar y correlación entre la frecuencia de problemas de comportamiento infantil, prácticas de crianza, estilos parentales y esquemas cognitivos. La correlación entre la frecuencia de problemas de comportamiento infantil y la percepción de la conducta como un problema se obtuvieron por medio del estadístico Gamma. Como puede observarse, la percepción de la conducta como problema para los padres tiene una asociación moderada con la Frecuencia de problemas de comportamiento.

Para obtener el coeficiente de correlación entre las prácticas de crianza, estilos parentales y esquemas cognitivos con la Frecuencia de problemas de comportamiento se utilizó el estadístico no para-métrico Rho de Spearman.

Las prácticas de crianza que se correlacionan significativamente con la frecuencia de problemas de comportamiento son el Castigo y la Interacción Social. El Castigo que ejercen los padres como práctica de crianza se correlaciona positiva y significativamente con la frecuencia de problemas de comportamiento. La práctica de crianza de Interacción Social se correlaciona negativa y significativamente con la Frecuencia de problemas de comportamiento. Es decir, cuando existe poca interacción aumenta la Frecuencia de problemas de comportamiento.

Los estilos parentales permisivo, autoritario y autoritativo no se correlacionaron significativa-mente con la Frecuencia de problemas de comportamiento.

En relación a los esquemas cognitivos, a excepción del esquema de Desconfianza, se correlacionaron estadística y significativamente con la Frecuencia de problemas de comportamiento. Los esquemas con mayor correlación con la frecuencia de problemas de comportamiento son el esquema de Estándares Inflexibles 1, Abandono y Vulnerabilidad.

Como paso siguiente, se estimó un modelo de análisis de regresión lineal múltiple, donde funge como variable dependiente la frecuencia de problemas de conducta y actúan como variables explicativas los siete factores de prácticas de crianza, los tres de estilos de crianza y los 11 factores de los esquemas cognitivos.

En el primer paso, se introdujeron las subescalas de Castigo e Interacción social, como posibles predictores de la Frecuencia de problemas de comportamiento. Como se puede observar en la tabla 2, los resultados arrojan una predicción estadísticamente significativa R2 = .123, F (2, 182) = 12.715, p < .001. En el segundo paso, se introdujeron los esquemas cognitivos de Estándares Inflexibles 1, Abandono y Privación emocional como probables predictores de la Frecuencia de problemas de comportamiento, de este análisis se obtuvo una predicción estadísticamente significativa R2 = .093, F (3, 181) = 6.175, p < .001.

El coeficiente de regresión de la práctica de crianza de Castigo es positiva y estadísticamente significativa (.243), mientras que el coeficiente de regresión para la práctica de Interacción Social es negativa y estadísticamente significativa (-.189). En cuanto a los esquemas cognitivos, únicamente el esquema de Estándares Inflexibles 1 tiene un coeficiente de regresión estadísticamente significativo (.277).

Para evaluar si la relación de las prácticas de crianza de Castigo e Interacción Social y la Frecuencia de problemas de comportamiento están mediadas por el esquema de Estándares Inflexibles 1, se siguieron los criterios recomendados por Holmbeck (1997) y Kazdin (2007). En un primer paso, las prácticas de crianza de Castigo e Interacción Social deben estar relacionadas con la Frecuencia de problemas de comportamiento. En un segundo paso, las prácticas de crianza deben estar relacionadas con el esquema de Estándares Inflexibles 1. En un tercer paso, la variable potencialmente mediadora (Estándares Inflexibles 1) debe estar asociada con la frecuencia de problemas de comportamiento. El paso final consiste en mostrar que la fuerza de asociación entre las prácticas de crianza de Castigo e Interacción Social con la frecuencia de problemas de comportamiento se vea significativamente reducida cuando el esquema de Estándares Inflexibles 1 se introduce al modelo.

Los resultados se presentan en las tablas 3 y 4 para cada una de las prácticas de crianza (Castigo e Interacción Social) utilizando como posible mediador el esquema de Estándares Inflexibles 1, el cual, al seguir los criterios, está asociado a la Frecuencia de problemas de comportamiento y a las prácticas de crianza.

En la tabla 3 se observan los resultados del análisis de mediación del esquema de Estándares Inflexibles 1 como mediador en la relación de Castigo y Frecuencia de problemas de comportamiento. Como primer paso, se introdujo la variable de Castigo, la cual predice estadística y significativamente la frecuencia de problemas de comportamiento R2 = .073, F (1, 182) = 14.385, p < .001. En un segundo paso, se introdujo la práctica de Castigo como variable que predice el esquema de Estándares Inflexibles 1, como resultado se obtuvo una predicción estadísticamente significativa R2 = .060, F (1, 189) = 11.604, p < .001. En un tercer paso, se introdujeron las variables de Castigo y Estándares Inflexibles 1 como variables predictoras de la Frecuencia de problemas de comportamiento, se obtuvo una predicción estadísticamente significativa R2 = .119, F (2, 182) = 12.180, p < .001.

Para comprobar la mediación del esquema de Estándares Inflexibles 1 se analizaron los coeficientes de regresión no estandarizados. Como puede observarse, el coeficiente de regresión no estandarizado disminuyo de .259 a .208, lo que indica que el 19.7% de la varianza, en la relación práctica de crianza de Castigo y la Frecuencia de problemas de comportamiento, se explica en función del esquema de Estándares Inflexibles 1 de los progenitores. Y que este esquema actúa como mediador entre la práctica de Castigo y la Frecuencia de problemas de comportamiento.

En la tabla 4 se observan los resultados del análisis de mediación del esquema de Estándares Inflexibles 1 en la relación de la práctica de crianza de Interacción social y Frecuencia de problemas de comportamiento. En un primer paso, se introdujo la práctica de Interacción Social como posible predictora de la Frecuencia de problemas de comportamiento, se obtuvo una predicción estadísticamente significativa R2 = .059, F (1, 182) = 11.406, p < .001. En un segundo paso, se introdujo la práctica de interacción social como posible variable predictora del esquema de Estándares Inflexibles 1, lo cual arrojó una predicción sin significancia estadística R2 = .018, F (1, 189) = 3.379. En un tercer paso, se introdujeron las variables de Interacción Social y Estándares Inflexibles 1 como potenciales variables predictoras de la Frecuencia de problemas de comportamiento, lo que arrojó una predicción estadísticamente significativos R2 = .118, F (2, 188) = 12.066, p < .001.

Al analizar los coeficientes de regresión no estandarizados se observa que disminuyó de -.205 a -.177, lo que indica que el 13.6% de la varianza, en la relación entre la práctica de crianza de Interacción Social y la Frecuencia de problemas de comportamiento, se explica en función del esquema de Estándares Inflexibles 1 de los progenitores (-.205 – -.177 / -.205). Al aplicar la prueba de Sobel se obtuvo que el esquema cognitivo de Estándares Inflexibles 1 actúa como mediador entre la práctica de Interacción Social de los cuidadores principales y la Frecuencia de problemas de comportamiento (z = 2.98, p <.05).

En la tabla 5 se muestra la frecuencia de los reactivos de las subescalas de Frecuencia y Problema por reactivo del Inventario de Comportamiento Infantil. Como puede observarse, las conductas que se presentan con mayor frecuencia son: se distrae fácilmente, es demasiado activo o inquieto, se enoja cuando no obtiene las cosas como él o ella quiere, su atención es de corta duración, no termina tareas o actividades, rechaza realizar quehaceres cuando se le piden, no obedece reglas de la casa, interrumpe, rechaza obedecer sino es amenazado con castigarlo, actúa de forma retadora cuando se le dice que haga algo, se queja, constantemente busca atención, llora fácilmente, grita o chilla, destruye juguetes y otros objetos, hace berrinches y se pelea verbalmente con sus hermano(a)s y las conductas que se presentan con una menor frecuencia son moja la cama, patea a sus papás, roba y destruye juguetes y otros objetos.

Discusión

El objetivo del presente estudio fue explorar si los estilos parentales y los esquemas cognitivos fungen como mediadores en la relación de las prácticas de crianza y la frecuencia de problemas de comportamiento infantil. Los resultados obtenidos señalan que solo el esquema cognitivo de Estándares Inflexibles 1 actúa como mediador en la relación de Castigo e Interacción Social y la Frecuencia de problemas de comportamiento. El modelo de mediación de Estándares Inflexibles 1 en la relación Castigo y Frecuencia explica una varianza baja pero significativa (11.9 %), del cual el 19.7% de la varianza en la relación Castigo y Frecuencia se explica en función de los Estándares Inflexibles 1. Mientras que el modelo de mediación de los Estándares inflexibles 1, en la relación Interacción Social y Frecuencia explica el 11.8% de la varianza total, del cual el 13.6% de la varianza en la relación Interacción Social y Frecuencia, se explica en función de los Estándares Inflexibles 1.

Estos resultados manifiestan que los progenitores de los niños con problemas de comportamiento ejercen el castigo para corregir el comportamiento por medio de gritos, regaños y obligan a que se cumplan las reglas, a la vez que retiran la atención. En medida explicado por los estándares altos de exigencia que tienen los progenitores para sí mismos y para los demás, con el fin de evitar la crítica (Castrillón et al. 2005; Estévez & Calvete, 2007).

Se ha señalado que un requisito fundamental para lograr establecer prácticas disciplinarias consistentes es la presencia de una relación apropiada padre-hijo. En esta línea, diversos estudios relacionan los problemas de comportamiento externalizante con aspectos de una pobre comunicación (Villar, Luengo, Gómez & Romero, 2003) o la falta de involucramiento y compromiso con la crianza de los hijos (Finkenauer, Engels & Baumeister, 2005; Kimonis et al., 2006).

Por otra parte, la relación negativa de la interacción social con la frecuencia de problemas de comportamiento se debe en medida al esquema cognitivo de Estándares Inflexibles 1, ya que las personas con este esquema muestran acciones y sentimientos que les dificultan la comunicación espontánea, lo que podría estar obstaculizando las habilidades de los padres para platicar, brindar explicaciones y escuchar a sus hijos (Gantiva, Bello, Vanegas & Sastoque, 2009; Young, 1999 en Esté-vez & Calvete, 2007).

Los datos respecto a la relación entre el Castigo y la Frecuencia de problemas de comportamiento son consistentes a la relación reportada por Campbell (1991) entre los síntomas de hiperactividad, inatención, pobre autocontrol, agresión y desobediencia en preescolares, y el uso de estrategias de control negativas que incluyen nalgadas, así como el surgimiento y mantenimiento de los problemas de comportamiento (Farrington & Loeber, 2000; Loeber et al. 2005).

Por otro lado, no se observa una relación significativa entre los estilos parentales que recibieron los participantes de sus padres y los esquemas cognitivos, una posible explicación podría ser que de acuerdo a testimonios de los progenitores evaluados, les era difícil definir un estilo, dado que su madre se comportaba de una forma y su padre de otra diferente. Este hecho ya ha sido reportado por Torio, Peña e Inda (2008), los cuales encontraron que solo el 12.8% de los padres tienen un estilo parental definido entre Democrático, Autoritario y Permisivo, mientras que el restante (87.7 %) no están definidos dentro de un estilo y se encuentran oscilando entre los tres estilos, principalmente porque tienen estilos de crianza contradictorios.

Similarmente Oliva et al. (2007) encontraron que los estilos parentales difieren en cuanto al sexo de los padres, dieron una valoración más positiva a las madres que a los padres, principalmente en la dimensión de afecto, promoción de autonomía, control conductual y revelación.

Concerniente a las conductas que se presentan con mayor frecuencia y consideradas como un problema por los padres, se tiene que son concentración y atención, actividad excesiva, poca motivación para terminar tareas y actividades, enojos cuando no obtienen las cosas como las quieren, desobediencia ante las reglas; o cuando no son amenazados con castigarlos, conducta desafiante, búsqueda de atención constante, berrinches y peleas con hermanos. Estos resultados son congruentes con lo reportado por Campbell (1991), quien denota como principales problemas en la infancia la hiperactividad, inatención, búsqueda de atención, dificultad para controlarse, irritabilidad, humor negativo y problemas con hermanos y compañeros.

En resumen, los hallazgos del presente estudio señalan que los Estándares Inflexibles 1 median la relación entre el Castigo e Interacción Social y la Frecuencia de problemas de comportamiento, que explica solo el 16 % de la varianza. Lo cual implica la existencia de otros factores que afectan el ejercicio de la paternidad y los problemas de comportamiento, como podrían ser las variables sociodemográficas, el malestar psicológico, la ansiedad, la depresión, el aislamiento social, el conflicto marital y el estrés (Pons, Cerezo & Bernabé, 2005).

Por lo cual, es sustancial para futuras investigaciones considerar dichas variables, que podrían estar participando en la relación entre las prácticas de crianza y los problemas de comportamiento, así como el papel mediador que pueden jugar en los problemas de comportamiento, ya que de acuerdo a Palacios (1987) las prácticas de crianza son afectadas por estas variables.

La limitante principal de este estudio fue la selección de la muestra y dentro de ella el diagnóstico de los problemas de comportamiento. La selección de la muestra se hizo por medio de la información brindada por los asesores del USAER y docentes responsables del grupo. Por lo anterior, sería interesante para futuras investigaciones aplicar un instrumento de detección de problemas de comportamiento al maestro titular del grupo, además de aplicar instrumentos a los niños para que evalúen los estilos y las prácticas de crianza desde su perspectiva.


Referencias

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