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Co-herencia

Print version ISSN 1794-5887

Co-herencia vol.5 no.9 Medellín July/Dec. 2008

 

Los rostros de la guerra Las "Piedades" de Beatriz González

 

Imelda Ramírez

iramirez@eafit.edu.co


 

Hace más de dos décadas, la toma del Palacio de Justicia por parte del grupo armado M-19, así como su posterior recuperación por parte de las fuerzas militares colombianas, dejó un saldo de doscientas personas muertas, entre subversivos, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y civiles "desaparecidos". Ese hecho trágico, que mostraba la guerra colombiana como un acontecimiento público cada vez menos encubierto, y más radicalizado, marcaba el comienzo de una nueva etapa en la historia política del país. Al mismo tiempo, esa tragedia representaba para la artista bumanguesa Beatriz González, un punto de quiebre en el desarrollo de su proceso artístico.

Beatriz González fue alumna atenta, y muy estimada, de Marta Traba. La controvertida crítica de arte colombo-argentina -residente en Colombia durante parte de los años cincuenta y en los años sesenta- consideraba que la obra de González era la prueba de validez y de viabilidad de sus planteamientos sobre la resistencia y la autonomía del arte colombiano frente a las vanguardias norteamericanas y europeas de aquellos años. Esto quería decir que la obra de Beatriz representaba para Traba la comprobación de la existencia de un arte colombiano de cara a las crudas, y también fantásticas, realidades colombianas, sin recurrir a las retóricas del nacionalismo o a las estilizaciones modernistas.

En ese sentido, la exaltación de la cultura local y de sus aspectos «desmedidos» -en palabras de Beatriz González, o de su «incultura», en las de Traba-, se convirtió para la artista en una especie de militancia estética. En su batalla contra el «buen gusto», la artista encontró en la comedia social y política del momento su mayor deleite y la fuente para sus variadas experimentaciones plásticas: con una buena dosis de humor y de ironía, Beatriz González incorporó a su trabajo fotografías de prensa de sucesos trágicos y de eventos públicos anodinos que daban cuenta del absurdo de la sociedad colombiana. En otras ocasiones dirigió su mirada hacia las imágenes de la historia de Colombia, o a las del arte «universal» que ella encontraba en sus recorridos por la ciudad, en los puestos de revistas o en las estampas de Gráficas Molinari, que intercambiaba con los objetos del Pasaje Rivas. En esos casos sus provocaciones proponían un desafío a los discursos de los poderosos, llámense historia oficial, historia del arte europeo tomado como "arte universal" o "buen gusto".

Frente a la tragedia del Palacio de Justicia, sin embargo, esa obra que invitaba a la crítica mientras divertía, tomó otro rumbo. A partir de entonces, la obra de Beatriz González se retrotrae y se enfoca ya no en el cinismo de quienes ostentan el poder, sino en el dolor de las victimas; de aquellas vidas cercenadas o atravesadas injustamente por la guerra. Así pues, aquel desenlace trágico de la toma del Palacio de Justicia, según sus palabras, la hizo sentir que no podía seguir "haciendo chistes"1.

Desde entonces, y sin abandonar el diálogo con la Historia del arte que ha mantenido desde sus primeros trabajos –como cuestionamiento, pero también como fuente de fascinación-, la artista realiza unas series de Verónicas y de Piedades: La madre que llora sobre el cuerpo sin vida de su hijo, despojada de cualquier pretexto ante la realidad inexorable de la muerte. Una imagen que se repite por cada persona que muere en esta guerra injusta. Esta última serie de Piedades es la que, en esta ocasión, queremos compartir con los lectores de Co-herencia.

Si las realidades nacionales y la historia del arte le ofrecen a Beatriz González un marco operativo para su trabajo, su destreza en el dibujo y en el manejo del lenguaje de los colores le brinda las herramientas para llevarlo a cabo. Así, para sus Piedades, la artista utiliza combinaciones probadas con sabiduría: el verde "veronés" y los tonos vecinos y complementarios conforman una gama de colores tristes que hablan del dolor y de ese círculo de afectos que rodea a quienes caen víctima de la guerra: el dolor, primero frente al cuerpo transitorio, y luego en la ausencia, como recuerdo. Estas series parecen proponernos un acercamiento desde el arte, y desde la condición de ser mujer, al dolor y al sufrimiento que deja la guerra en Colombia

1 Rodríguez, Marta (2005) "Entre el humor y la muerte. Colombia en la pintura de Beatriz González". En: Piedepágina. Revista de libros 6; disponible en: http://www.piedepagina.com/numero6/html/beatriz.htm (septiembre 2 de 2008).

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