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Co-herencia

versión impresa ISSN 1794-5887

Co-herencia vol.9 no.17 Medellín jul./dic. 2012

 

Rubiano Muñoz, Rafael. Prensa y tradición. La imagen de España en la obra de Miguel Antonio Caro. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2011

Gustavo A. Bedoya S.

Universidad de Antioquia. gustavoadolfo00@yahoo.com


Este libro es resultado del proyecto "Política e intelectuales: la imagen de España en el siglo XIX". La investigación general fue financiada por la Fundación Carolina y la Universidad de Antioquia, y se centró en el estudio de la recepción de España, como referente ideológico, en la obra y el pensamiento de tres intelectuales hispanoamericanos del siglo XIX, a saber: Andrés Bello, Manuel González Prada y Miguel Antonio Caro1 La ejecución del proyecto es prueba directa de la importancia que España ha tenido, como modelo, en la definición política y cultural de las naciones americanas, pues ya fuera a favor o en contra de ella, las relaciones con España siempre han sido tema de reflexión, obligado y álgido, en la historia de nuestro continente.

De esta manera, la investigación de Rubiano Muñoz2 establece las relaciones que Miguel Antonio Caro fundó con algunas figuras españolas, pero sobre todo, con la misma idea de España como "Madre Patria", siempre recordada, siempre anhelada. Al mismo tiempo, la investigación perfila la imagen del intelectual conservador, reaccionario y ultramontano, durante el periodo histórico colombiano conocido como Regeneración.

El libro posee dos capítulos en los que se reconstruye el pensamiento político del colombiano. El primer capítulo aborda los aspectos sociales e históricos del pensamiento conservador (partiendo de los postulados de Mannheim, pero también de José Luis Romero), así como sus raíces intelectuales, para enfocarse en la figura de Caro, es decir, la investigación parte de los más general: el origen del partido conservador como oposición de los ideales de "progreso" de la Ilustración y la Revolución Francesa (y el romanticismo como alternativa a los "excesos" de la razón); y llega a lo más específico: la utilización que Caro hizo de las directrices de su partido, es decir, la naturaleza de su proyecto regeneracionista, como oposición a los liberales y a su Constitución de 1863 su relación con la Iglesia y su adhesión a la tradición española. El investigador declara: "Acercarse al pensamiento conservador colombiano es una manera de observar en retrospectiva lo que somos hoy y entender en su contexto lo que significó el pensamiento de los radicales de mediados del siglo XIX" (100).

El segundo capítulo compara el sistema de ideas de Caro con las diversas maneras de pensar el mundo de sus maestros, de sus guías intelectuales, entre ellos, quizás una de las más importantes, la propuesta hispanista de Marcelino Menéndez Pelayo. En este sentido, Caro establece a los americanos como herederos de la lengua y las tradiciones españolas (aunque ni siquiera del mundo español contemporáneo, sino del mundo cultural del siglo XVI), al nivel de pensarlo como un proyecto político-cultural y teológico. Dado lo anterior, Caro defiende la Conquista y la colonización como una obra de civilización, en ese mismo sentido observa a la Inquisición. Para el conservador, el proceso de Independencia no debía tomarse como una ruptura definitiva con el legado de España. Ahora bien, la lectura de la correspondencia entre Caro y Menéndez Pelayo le permite al autor de la investigación identificar las afinidades intelectuales entre los dos hombres. En las misivas es clara la defensa que se hace de España, de la Iglesia, de las tradiciones, la lengua y de la crítica a los procesos políticos laicos. Hay que recordar que Menéndez Pelayo ha sido considerado como el intelectual católico de la Restauración que intentó reconciliar ciencia y religión, supeditando la educación a la vigilancia y autoridad de la Iglesia, evitando así la influencia francesa, pero sobre todo, evitando cualquier síntoma de secularización. El investigador concluye: "Apoyado en la convicción según la cual la religión no riñe con el mundo de las ciencias y menos con el de las letras, Caro concibió a Menéndez Pelayo como la figura arquetípica del intelectual católico, en la que se sintetizaban las labores intelectuales con una inmensa lucha por la fe y la religión en el mundo" (199-200).

Además de los dos capítulos ya comentados, la investigación está compuesta por su respectiva Introducción, Conclusiones y sección Bibliográfica3 De esta estructura clásica llama la atención el desigual número de páginas dedicadas a cada división: de las 232 páginas que tiene el libro, 25 están dedicadas a la Introducción (es decir, el 10% del libro) y 7 a las Conclusiones (tan sólo el 3%). De esta manera, la Introducción resulta, por momentos, repetitiva, y las Conclusiones se limitan a comentar, a manera de resumen, las conclusiones parciales ya redactadas en el interior de los capítulos. Muchas de estas conclusiones tienen la impronta de Rafael Gutiérrez Girardot, el mismo investigador lo declara de esta manera (222), sobre todo en lo que tiene que ver con su tesis de la Regeneración como una "utopía hacia atrás"4 , pero igualmente, en su idea de una sociedad colombiana hispanista, pacata, establecida en su ensayo "La literatura colombiana en el siglo XX"5. No estoy declarando que la investigación de Rubiano Muñoz carece de conclusiones, lo que digo es que están a lo largo de los capítulos y no en la sección titulada de esa manera. Asimismo, la Introducción deja por momentos de presentar el problema de estudio y su justificación, para adentrarse de inmediato en la conceptualización y demostración de hipótesis, lo que puede ocasionar que, por momentos, resulte recargada.

A pesar de lo anterior, es necesario resaltar la manera en que el investigador configura su objeto de estudio en la Introducción. En principio llama la atención sobre un posible tema: el nombre de Miguel Antonio Caro. Analiza el estado del arte, o las investigaciones que se han encargado de estudiarlo (Valderrama Andrade, Jaramillo Uribe y Torres García). A partir de los límites de dichas investigaciones resalta la actualidad de su tema y delimita su objeto de estudio, ahora se trata del análisis de Caro como "intelectual", para cuya conceptualización utiliza a Mannheim y a Le Goff, y al propio contexto del nacimiento moderno del término (el famoso caso Dreyfus y las protestas de Zola, en la Francia de 1898). En este momento reitera una de las características del intelectual moderno: albacea de la "opinión crítica razonada" (23). Establece las condiciones históricas de la época en que Caro perfila las directrices de su proyecto político, incluso años atrás de su época como coordinador de El Tradicionista (1871-1876), con lo cual dibuja definitivamente a su objeto de análisis: el intelectual-político-conversador-católicohispanista6 .

Antes de terminar vale la pena señalar algunas incongruencias de la investigación. Aunque el investigador llama la atención sobre la dificultad de definir y caracterizar el pensamiento conservador (ya que éste se difumina en las fronteras ideológicas y cualquier posible definición rechaza de plano el esquematismo, pues hasta incluso los hombres que se identificaban como tal cambiaban de parecer, y las fronteras entre los partidos eran, a veces, invisibles), no duda en establecer a Caro como el intelectual político conservador y católico por antonomasia. En la investigación aquello de "intelectual católico" no es cuestionado. El investigador parece definirlo junto con Víctor Alba7 , cuando declara que el intelectual católico es "el tipo social del intelectual sacralizado, que tras la argumentación racional invoca o persuade con argumentos religiosos, utilizando concepciones del catolicismo decimonónico para ello, en los que bosquejaba una imagen de la organización de la sociedad y de la idiosincrasia colombiana de contornos hispánicos definidos" (47). Estamos seguros de la existencia de este tipo de intelectual, de su profusión en la historia colombiana, incluso en la historia colombiana contemporánea, pero resulta molesto que el autor de la investigación no se tome un par de líneas para señalar la contradicción en sumarle el adjetivo "conservador" al nombre intelectual, así como le resultó extraño a Julien Benda y a Raymond Aron el comportamiento del intelectual arrastrado por una fe ciega en una ideología específica, o como lo hace en el contexto colombiano Ricardo Arias Trujillo cuando habla justamente del intelectual católico (por cierto, ninguno de los tres autores es citado en la investigación de Rubiano Muñoz)8 .

Otro aspecto sobre el cual podemos llamar la atención es el epígrafe que abre el primer capítulo de la investigación, que según la nota a pie de página que lo acompaña pertenece a la antología de Carlos Valderrama Andrade Obra selecta (Caracas: Ayacucho, 1986), y tan sólo un par de páginas después se especifica que dichas palabras realmente le pertenecen a Rafael M. Carrasquilla. Creo que es necesario marcar la autoría del epígrafe de manera inmediata, pues no hay que olvidar que Carrasquilla fue un contemporáneo de Caro, rector del Colegio de Nuestra Señora del Rosario y coordinador de su revista, quien escribió dichas palabras para su texto "Miguel Antonio Caro. Homenaje de gratitud", leído ante la tumba de Caro pero luego publicadas en diversos medios periódicos de la época (por ejemplo, en el suplemento El Nuevo Tiempo Literario, Bogotá, del 12 de septiembre de 1909, p. 241-246).

Para terminar, la investigación demuestra la actualidad del estudio de la obra de Miguel Antonio Caro, y la necesidad de la evaluación de la Regeneración, pues no es gratuito que la Constitución de 1886 haya sobrevivido hasta 1991. Por supuesto, la investigación también llama la atención sobre la importancia del estudio comparado en las disciplinas sociales y humanas, en este caso, de las relaciones intelectuales entre el continente americano y España. También es necesario indicar que la investigación se centra, con acertada profusión, en el análisis de la labor periodística del autor (de allí el título de la investigación), y en la lectura acertada de su correspondencia, fuentes que, por ejemplo, los estudiosos de la literatura colombiana han obviado. De esta manera, la presente investigación, y las que ha desarrollado y sigue desarrollando el grupo de trabajo de Rubiano Muñoz, son altamente representativas del actual impulso por el estudio de las figuras tutelares del pensamiento hispanoamericano, de allí que no sea gratuito que el mismo conjunto de trabajo adelante el I Congreso Internacional de Historia Intelectual de América Latina9 .

En el aspecto material de la edición, o por lo menos del ejemplar leído (adquirido en un evento que tenía como fin el lanzamiento del libro), es necesario indicar que no se encuadernaron las páginas que van de la 111 a la 114.


Notas al pie

1 El estudio sobre el primer autor estuvo a cargo de Óscar Julián Guerrero (se desconoce si los resultados han sido publicados); el análisis sobre el segundo autor fue realizado por Juan Guillermo Gómez García (Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2009), cuyo libro ya ha sido reseñado (Co-herencia. Revista de Humanidades. Medellín: Universidad EAFIT, Vol. 8 No 15, jul.-dic., 2011. p. 299-304). Según Gómez García, la publicación de los resultados se hizo de forma separada ante razones netamente editoriales.

2 Sociólogo y Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia. Coordinador del grupo de investigación "Estudios sociales y políticos de América Latina" y miembro del grupo de investigación "Estudios de literatura y cultura intelectual latinoamericana". Recientemente publicó América Latina y las independencias en el escrutinio de la historiografía del siglo XX (Bogotá: Ediciones desde abajo, 2011), cuya edición, haciendo honor al nombre de la editorial, equivoca el número del siglo en sus portadas (externa e interna), anotando el XXI.

3 Es de anotar que la edición está acompañada de la presentación: "Hacia una relectura de Miguel Antonio Caro" (11-18), escrita por el profesor Juan Guillermo Gómez García.

4 Gutiérrez Girardot, Rafael. (1989). Temas y problemas de una historia social de la literatura hispanoamericana. Bogotá: Cave Canem, 100 p.

5 Gutiérrez Girardot, Rafael. (1983). "La literatura colombiana en el siglo XX", en: Manual de historia de Colombia, Tomo III, Bogotá: Procultura. Es de anotar que este ensayo no es citado en la investigación de Rubiano Muñoz. Asimismo, no sobra indicar que existe una nueva edición del ensayo que recoge la versión original, taquigráfica, en: Gutiérrez Girardot, Rafael. (2011). Ensayos de literatura colombiana I. Medellín: Ediciones Unaula, p. 27-148.

6 Por su parte, la investigación de Juan Guillermo Gómez García se centra en la figura de Manuel González Prada, el intelectual-anarquista-contestatario.

7 Alba, Víctor. (1976). Historia social de los intelectuales. Barcelona: Plaza & Janés.

8 Benda, Julien. (1941). La traición de los intelectuales. Existe traducción española, Chile: Santiago Ercilla, 1951.

9 Medellín, 12-15 de septiembre. Evento que contará con la asistencia de, entre otros, Carlos Altamirano, Luca D'Ascia, Renán Silva y Gilberto Loaiza, entre muchos otros. Más información http://www. historiaintelectual.com/