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Co-herencia

Print version ISSN 1794-5887

Co-herencia vol.10 no.18 Medellín Jan./June 2013

 

DOSSIER

 

El laboratorio de periodismo. La práctica universitaria de la idea fundacional de Pulitzer*

 

The journalism laboratory: The University practice of Pulitzer's foundational idea.

 

 

Carlos Mario Correa Soto**

** Magíster en Literatura Colombiana, Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia. Profesor Asociado, Universidad EAFIT, Medellín-Colombia. ccorrea9@eafit.edu.co

 

Recibido: marzo 8 de 2013 | Aprobado: abril 25 de 2013

 


Resumen

El periodismo estudiantil universitario como objeto de investigación académica ha sido casi por completo ignorado en Colombia, pese a la existencia y desarrollo constante de numerosos medios impresos y digitales que nos brindan contenidos investigativos, informativos, interpretativos y de opinión en muchos aspectos distintos y más provechosos que aquellos que recibimos de la agenda de las empresas informativas de difusión masiva. Este trabajo, básicamente descriptivo, resalta y explica las características de una de las categorías de este tipo de periodismo, el cual se planea y se realiza a partir de una estrategia pedagógica constructivista, en los periódicos y revistas que sirven como laboratorios de prácticas en los pregrados de Comunicación Social y/o Periodismo en el país.

Palabras clave Periodismo universitario, constructivismo, modelo pedagógico, estudiantes reporteros, periódicos, revistas, crónica, reportaje.


Abstract

University student journalism as an object of academic investigation has been almost completely ignored in Colombia, despite the existence and constant development of numerous printed and digital media that can provide research, information, interpretative, and opinion content about many and diverse aspects, more beneficial than those we receive from the agenda of the information companies of massive distribution. This work, basically descriptive, highlights and explains the characteristics of one of the categories of this type of journalism, which is planned and conducted, starting from a pedagogical constructivist strategy, in the newspapers and journals that serve as undergraduate practice laboratories in the fields of Social Communication and/or Journalism in the country.

Key words University journalism, constructivism, pedagogical models, student reporters, newspapers, journals, chronicles, reporting.


 

 

Introducción

En agosto de 2002 un grupo de estudiantes de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia entregó al público la edición número 15 de De La Urbe –su periódico de prácticas– con el título en la primera página ''Comuna 13: común la guerra'', el cual remitía a un informe especial en las páginas interiores1 con los subtítulos: ''Con la guerra a cuestas'', ''Esto ya no es un juego de niños'', ''Historias de un liceo visitado por la guerra: mil contra el miedo'', ''Vivir haciéndole el quite a las balas'', ''Vencer con música'', ''Cartas bajo fuego'', ''El eco de la Comuna 13'' y ''Sueños de barro: alfareras en vísperas de La Independencia''. En los textos no sólo se decía dónde estaba ubicado2 este sector de Medellín habitado por 130 mil 804 personas de los estratos sociales 1, 2, 3 y 4, sino que se revelaba cómo en su mayoría estaban afectados emocional y físicamente por el conflicto armado (2002: 9-16).

Un mes antes en el consejo de redacción del periódico se había decidido, de manera imprudente para algunos directivos universitarios, conformar un equipo de periodistas para adentrarse por las calles de la Comuna 13 y pasar una semana allá, de día y de noche, ''armados de grabadoras, libreta de notas y lapiceros...'', en palabras de la profesora Patricia Nieto.

El director del periódico3 respaldó decididamente esta aventura periodística y, entonces, con la coordinación editorial de la profesora Nieto los estudiantes-reporteros Silvia Luz Gutiérrez, Carolina Martínez, Juan Miguel Villegas y Juan Camilo Cardona, comenzaron una investigación que los llevó primero a dibujar el mapa físico y social de la Comuna 13, un extenso sector de Medellín desconocido por muchos en el país y en la misma ciudad, del que forman parte barrios de tradición como San Javier; a establecer y precisar la cronología del conflicto armado en el último año, con los nombres, las edades y las fechas de las víctimas y de los victimarios; a retratar y narrar la sobrevivencia de sus gentes haciéndole el quite a las balas; a destacar cómo en medio de la muerte palpitaban la alegría de los niños, la música y las labores artesanales; y a encontrarle explicaciones políticas y sociales a la violencia que allí se registraba.

Contactar las fuentes de información tanto documentales como testimoniales y seducir a éstas últimas para que accedieran a dar entrevistas, cuando ni siquiera los periodistas de los medios más reconocidos de la ciudad habían podido hacerlo, les tomó mucho tiempo a la profesora Nieto y a sus estudiantes-reporteros. Pues no era tarea fácil convencer a quienes estaban enmudecidos por el miedo o encapuchados haciendo la guerra, de la importancia de contarles sus experiencias con el fin de ser publicadas.

Los integrantes del equipo periodístico completaron tres días de trabajo de campo, caminando, conversando, interrogando y parapetándose de las balas en los recodos de las calles, casas, tiendas y escuelas de los 19 barrios que conforman la Comuna 13. Y así consiguieron apuntar en sus libretas y retener en sus grabadoras y en sus sentidos, la mayoría de los datos, los nombres y las voces que le darían forma a una de las crónicas más trajinadas del periodismo colombiano contemporáneo.

Días después, exactamente el 16 de octubre de 2002 en la noche, con el nombre de Operación Orión4, las Fuerzas Armadas de Colombia, siguiendo órdenes del presidente Álvaro Uribe Vélez, irrumpieron en la Comuna 13 para efectuar una de las primeras acciones de la llamada Política de Seguridad Democrática de su gobierno.

En la mañana siguiente la línea del único teléfono de la pequeña oficina del periódico De La Urbe, en el bloque 12 de la ciudad universitaria, estuvo a punto de colapsar: de Bogotá y de otras ciudades de Colombia, de Miami, de Nueva York y de Madrid, los periodistas de varios medios y agencias de noticias, querían información sobre la Comuna 13 de Medellín. Información exclusiva que sólo tenía este periódico en la edición de agosto; ahora convertida en una crónica paradigmática de lo que actualmente representa el periodismo estudiantil universitario, el cual cumple con uno de sus objetivos más precisos, a pesar de su categoría amateur y experimental: generar conocimiento y memoria de los sucesos que viven los seres humanos, como individuos y como sociedad.

Este notable trabajo de De La Urbe –a nuestro juicio el periódico de prácticas de estudiantes de Comunicación Social y/o Periodismo que señaló un nuevo horizonte para el ejercicio del periodismo universitario estudiantil en el siglo XXI en Colombia– se logró explorando y aprovechando a fondo una metodología pedagógica de índole constructivista que ha remozado la educación de los periodistas en las universidades del país. Sus principales escenarios de práctica, donde se incorporan y se reflejan las características específicas del ejercicio profesional del periodismo, son el aula de clase utilizada como sala de redacción y los periódicos y revistas –impresos y digitales– como medios de difusión de contenidos informativos, narrativos y de opinión, procedentes de una agenda propia, que son sometidos al escrutinio de los lectores.

Acogiendo las ideas que en un momento dado expresó en público el escritor Gabriel García Márquez sobre la forma más apropiada para enseñar el periodismo –al que estima como ''el mejor oficio del mundo''–, se trata de considerar a estos laboratorios de práctica como un escenario construido a propósito, parecido ''a los simuladores aéreos que reproducen todos los incidentes del vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en el camino'' (2010: 118).

Así mismo, este tipo de producción de contenidos periodísticos a cargo de universitarios reporteros corresponde a una puesta en práctica de la idea fundacional del director y propietario de periódicos estadounidense Joseph Pulitzer (1847-1911), quien en 1903 anunció su decisión de establecer y apoyar intelectual, afectiva y financieramente un Colegio de Periodismo en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Una determinación altruista que recordamos y valoramos como una de las principales acciones visionarias e históricas de defensa del periodismo como profesión: ''Antes de que se acabe el siglo5, las escuelas de periodismo serán aceptadas generalmente como una característica de la educación superior especializada, como la escuela de leyes o de medicina'' (1999: 6).

Para lograr la instrucción competente de los estudiantes de periodismo, Pulitzer –quien se refirió también a una ''preparación real''– vislumbró la importancia de crear y poner a funcionar en el edificio universitario el periódico como laboratorio de prácticas, con una publicación semanal, quincenal, mensual, bimensual, etc., tras considerar que nadie en las oficinas de un periódico o en su sala de redacción, en su época –y opinamos que la misma situación sigue dándose en el agitado ambiente laboral de las actuales empresas periodísticas– ''tiene el tiempo o la inclinación para enseñar a un reportero crudo las cosas que debe saber antes de que asuma incluso hasta el trabajo más humilde del periodista'' (1999: 11).

Tal periódico –precisó Pulitzer– permitirá a los estudiantes:

Practicar en todas las ramas del trabajo periodístico –editar, reportar, criticar, edición de copia, corrección de texto, diagramación– en resumen todo lo que un joven debe ser capaz de hacer antes de que se aventure a desempeñar el trabajo de periodista. Estará bajo la supervisión de un profesor que no solamente esgrimirá la pluma tan descarnadamente como lo hace un editor verdadero, sino que también hará lo que el verdadero editor no tiene tiempo de hacer, decir por qué lo hizo. Ocasionalmente a todos los estudiantes se les podría pedir escribir editoriales sobre el mismo tema y el mejor de todos podría ser publicado, con una explicación sobre las razones para su selección (1999: 40).

Desde esta perspectiva una de las hipótesis fundamentales de nuestra investigación es que en el trabajo realizado en estos laboratorios, entre profesores y alumnos, es muy visible el ejercicio de un periodismo más planeado, más reporteado y mejor narrado. Lo cual ha sido posible gracias al diseño de un proyecto editorial y al apoyo institucional brindado a una propuesta informativa sistemática y disciplinada que establece una diferencia notable con la propuesta más accidental, de marcado acento político y de estilo panfletario, que tuvo el periodismo estudiantil universitario en los siglos XIX y XX; buena parte de éste realizado también por los estudiantes de las primeras carreas de Periodismo6 y de Comunicación Social en la segunda mitad de esta última centuria.

 

1. Aprender periodismo haciendo periodismo

La teoría del constructivismo con sus componentes epistemológico y pedagógico, tal como fue formulada en las décadas de los años 80 y 90 del siglo XX, es para nosotros la más adecuada para una reformulación de la pedagogía del periodismo –tras reconocer el notable carácter vocacional que éste tiene– en las universidades colombianas. Entre otras razones, la más importante es que permite la adaptación de condiciones reales del ejercicio del periodismo al ambiente académico, para poner en práctica el principio de ''aprenderhaciendo'' inherente a la construcción de un conocimiento práctico y teórico (Agudelo, 2005: 38).

En efecto, otra de las hipótesis que guían nuestra investigación está el que una de las principales opciones que tienen los alumnos para aprender periodismo es haciendo periodismo; entrenándolo en un ambiente académico en el cual se cree un escenario de trabajo –en el aula de clase y en el periódico o revista de prácticas–, que refleje las características concretas y esenciales del ejercicio de la profesión periodística.

En nuestro medio aún no ha sido plenamente superado el debate entre los académicos que sostienen la idea de que los principios, las técnicas e inclusive los hábitos del periodismo deben ser enseñados en las universidades, y entre algunos periodistas muy exitosos formados en las circunstancias del trabajo en los medios masivos, quienes insisten en que su formación se logra con mayor eficacia a través de la práctica a manera de aprendices en las oficinas de redacción de las empresas periodísticas.

Un episodio histórico significativo de este debate se remonta a mayo de 1904 cuando Joseph Pulitzer, considerado como el creador del periodismo informativo moderno, en un artículo publicado en The North American Review, aseveró que el periodismo es una profesión que debe ocupar un lugar entre las carreras consideradas ''ilustradas'', como la Medicina, el Derecho y la Arquitectura, tras considerar que la búsqueda del bien común es la más importante razón de ser del periodismo (1999: 6). Al mismo tiempo trató de controvertir las objeciones de sus críticos, entre quienes afirmaban que los periodistas nacen, no se hacen:

Ellos argumentan que hay algunas cosas que un Colegio de Periodismo no puede enseñar. Lo admito. Ningún colegio puede dar imaginación, iniciativa, impulsos, entusiasmo, un sentido del humor o ironía. Estas cosas deben nacer de adentro. Pero, ¿acaso estas cualidades interiores no serán desarrolladas y fortalecidas en la atmósfera del colegio propuesto? ¿No se ve el desarrollo de estas cualidades inherentes en todas partes en la vida intelectual? El poeta, es cierto, nace, no se hace. Eso es cierto también para el gran orador y un gran pintor. Pero, ¿acaso el gran poeta no indica y cultiva su talento inherente al devorar instintivamente, aun desde niño, toda la poesía que puede conseguir? Keats escribió: ''Ansío devorar al viejo Homero como lo he hecho con Shakespeare y como lo he hecho últimamente con Milton'' ¿Acaso oradores como Demóstenes, Cicerón, Burke y Webster no declamaron las obras maestras de la oratoria y retórica? ¿Acaso Van Dyck y todos los otros grandes pintores no se beneficiaron del estudio cuidadoso del trabajo de sus grandes predecesores en el arte? Y con estos hechos en mente, ¿No podríamos esperar que el estudiante en Columbia, viviendo en una atmósfera de periodismo, con los más grandes ejemplos e ideales del periodismo constantemente ante él, sacar a la mayor eficiencia cualquiera que sea las dormidas facultades inherentes que posea? Me parece que entre más los críticos prueban concluyentemente que ciertas cosas no se pueden enseñar, más se prueba la necesidad de enseñar todo lo que es posiblemente enseñable (1999: 17-18).

Ahora bien, el modelo de la teoría constructivista es especial para la enseñanza y el aprendizaje del periodismo porque como epistemología argumenta que el mundo no puede ser conocido independientemente del sujeto que conoce y que el conocimiento adquirido sobre éste es construido en el proceso de la interacción del sujeto con la realidad. Se deduce, entonces, que el conocimiento no puede ser transmitido directamente de una persona a otra en la medida en que las circunstancias personales de los sujetos involucrados y el contexto en el que actúan son diferentes. Como pedagogía, cuestiona el tradicional modelo conductista y objetivista de la educación que en muchos aspectos predomina en la enseñanza del periodismo en las carreras de Comunicación Social, el cual sostiene la existencia de una realidad que reside fuera del sujeto para quien es posible conocerla a través del profesor cuyo papel a la luz de esta concepción se limita a transmitir conocimiento al estudiante, con el fin de ayudarlo a incorporarlo en su memoria de coro y largo alcance (Agudelo, 2005: 38-39).

El primer objetivo de la teoría constructivista es estimular en los estudiantes la resolución de problemas y el desarrollo conceptual, desde el punto de vista de David H. Jonassen –profesor distinguido de la Escuela de Ciencias de la Información y Aprendizaje de Tecnologías en la Universidad de Missouri– quien en su modelo conocido como Entornos de Aprendizaje Constructivista (EAC), propone basar la educación en tareas reales y auténticas (Esteban, 2002).

Su finalidad, entonces, es diseñar entornos que comprometan a los alumnos en la elaboración del conocimiento. Su propuesta parte de un problema, pregunta o proyecto como núcleo de dichos entornos en los que se ofrecen al aprendiz varios sistemas de interpretación y de apoyo intelectual derivados de su alrededor. El alumno ha de resolver el problema, finalizar el proyecto o hallar las respuestas formuladas. Los elementos constitutivos del modelo son: a) fuentes de información y analogías complementarias relacionadas; b) herramientas cognitivas; c) herramientas de conversación/colaboración; y d) sistemas de apoyo social/contextual (Esteban, 2002).

Hay en el planteamiento de Jonassen un sentido inverso del enfoque objetivista aplicado a la educación partiendo de los conceptos y de la información en sí misma; sostiene que el mundo está completo y correctamente estructurado en términos de entidades, propiedades y relaciones. Razón por la cual, entonces, la experiencia o la práctica juegan un papel insignificante en la estructuración del mundo; pues el significado es algo que existe en éste muy por fuera de la experiencia (Agudelo, 2005: 39). En el modelo EAC se parte los ejemplos, de los proyectos o de los problemas y, mediante ellos, se llega a la información y a la elaboración de los conceptos adecuados, que corresponden a los mismos supuestos de aprendizaje: activo, constructivista y real (Esteban, 2002).

Consideramos que uno de los principales referentes en Colombia de la aplicación del modelo de David H. Jonassen, se encuentra en el pregrado de Periodismo7 de la Universidad de Antioquia, concebido en 1998 por un grupo de profesores de la Facultad de Comunicaciones y el cual comenzó sus actividades en el segundo semestre de 2001.

En el documento básico de constitución de este programa universitario –discutido y redactado por un grupo de profesores del Área de Periodismo con experiencia en los medios de comunicación (Vallejo et al, 1998: 17)– se estableció, entre los criterios metodológicos, que un aspecto importante de la enseñanza parte de la práctica; de la labor de reportería, como el terreno de iniciación al periodismo. Esta práctica corresponde además a la estructura propia de los medios de comunicación en su labor informativa, esto es, al ambiente de sala de redacción, en el cual se desarrolla la labor docente. Con ellos se inicia al futuro periodista en la cultura profesional y en el aspecto vocacional que deberá encontrar posteriormente en el desempeño de su trabajo.

Aprender sobre el terreno, tanto en el mundo como en la sala de redacción, implica hacerlo, no sobre tareas inocuas que van a terminar con la revisión y calificación por parte del profesor –o a veces en una lectura en voz alta por parte de los estudiantes en el aula de clase–, sino sobre tareas investigativas específicas cuyo resultado sean uno o varios artículos publicables. ''Se trata pues, de orientar el trabajo de los estudiantes hacia la producción periodística en todas sus modalidades. De enseñar y aprender periodismo ejerciéndolo, en circunstancias reales'' (Vallejo et al, 1998: 17).

En todo este proceso la investigación está implícita, es parte constitutiva e inseparable del ejercicio y el aprendizaje. A diferencia de otras profesiones donde se puede o no investigar, el reportero es un investigador por definición y sin ella no podría ejercer. La búsqueda de la información es investigación. En este sentido, formar reporteros en la búsqueda de información susceptible de ser tratada como noticia es formar investigadores. Además de la búsqueda de la información como tal y de su elaboración, la investigación periodística deriva necesariamente en otras líneas como la investigación de medios, que complementa el trabajo periodístico en sí, y la investigación histórica del periodismo, entre otros (Vallejo et al, 1998: 17).

El periodismo es una profesión envolvente y comprometedora. Tiene mucho de aventura y exploración, de persistencia y de equilibrio, de talento creativo y de búsqueda (Vallejo et al, 1998: 17). Entonces, se debe instigar en el estudiante el elemento vocacional de la profesión, la pasión, el entusiasmo, las ganas de hacerlo bien y a fondo.

En última instancia –como una respuesta a quienes desde los medios empresariales critican la labor de los pregrados de Comunicación Social y/o Periodismo–, de lo que se trata es de proponer una preparación práctica, competitiva y humanística, donde el periodista salga de la universidad capacitado para desempeñar su profesión desde el primer día de trabajo y no tenga que llegar a ser entrenado y a tratar de aprender sobre la marcha (Vallejo et al, 1998: 13).

En esta perspectiva la profesora Helga I. Serrano, máster en periodismo de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y quien dirigió la escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico, destacó que pasó en aquel tiempo cuando al buen reportero, pero mal redactor, se le reescribían sus textos. O a la inversa. Hoy las presiones económicas, de competitividad y de celeridad, además de las implicaciones de ''cubrir'' una sociedad tan compleja requieren un profesional idóneo y un ''producto terminado'' en las salas de redacción. Alguien que sepa cómo buscar la información y redactarla de manera adecuada en un mínimo de tiempo. De tal manera que:

Uno de los grandes retos del profesor de periodismo es fomentar en el estudiante el dominio de ambas tareas. Se trata de un proceso de formación en el que el estudiante, cual materia prima, es sometido a una serie de procesos que lo convierten en un ''producto terminado'' que es el reportero efectivo y, en ocasiones, un periodista consumado (1997: 39).

La profesora Serrano explicó que la práctica supervisada en un medio de comunicación –el periódico o revista universitaria estudiantil al que nos hemos referido– es una etapa sumamente importante en la formación del periodista, porque le brinda oportunidades valiosas de aplicar, en un contexto profesional, la teoría estudiada. Para la gran mayoría de los alumnos es el primer acercamiento al mundo real del periodismo. No sólo aprenden cómo operan los medios, sino que la experiencia podría servirles de referencia de empleo, para cuando se lancen al mundo profesional. La práctica supervisada requiere pulcritud en su implantación, para garantizar a sus estudiantes una experiencia verdaderamente enriquecedora y es un paso vital para complementar la teoría. Los cursos de tipo taller que forman parte del currículo de periodismo no bastan para mostrar a los alumnos la dinámica real que se desarrolla en los medios de comunicación. ''Los talleres son modelos previos a una experiencia mucho más profunda, que ellos deben experimentar en la fase final de su formación como periodistas'' (1997: 169).

Así que la creación y el respaldo institucional y económico brindado a un medio de comunicación propio, como un entorno de aprendizaje constructivista del periodismo –el periódico o revista, impreso o digital–, le proporciona a los profesores y estudiantes de los pregrados de Comunicación Social y/o Periodismo las herramientas para trascender el simulacro académico y, en cambio, adaptarle condiciones reales del ejercicio informativo, en el siguiente escenario metodológico:

La sala de redacción (en el aula de clase y en el periódico de prácticas): Es el escenario que permite la discusión de conceptos teóricos, la definición de las agendas informativas, el diseño de metodologías de trabajo específicas para cada acontecimiento noticioso, el trabajo en grupo, la evaluación colectiva del trabajo periodístico y la mirada crítica hacia los medios de comunicación. Es el escenario del Consejo de Redacción, máxima instancia de planificación del trabajo periodístico, donde se definen los enfoques para las asignaciones, los compromisos éticos que se deben respetar, y se determina la posición política que el medio asumirá con respecto a la actualidad informativa. Como laboratorio para la enseñanza del periodismo debe de ser un escenario dinámico y participativo que permita el desarrollo académico de los cursos y la producción periodística en un ambiente profesional.

El editor (el profesor): El editor es un asesor de acuerdo con la guía básica para editores de prensa y reporteros de Roy Peter Clark y Don Fry, cuyo modelo hace énfasis en el proceso de elaboración de la información y no sólo en el producto final e involucra a todos los miembros de la sala de redacción, toda vez que él es el guardián de la ética periodística del medio. Él vigila que se cumplan los principios básicos de la profesión y que el medio en el que trabaja cumpla con el papel que le corresponde la estructura social. ''El editor defiende la libertad de prensa y expresión, pero también la responsabilidad de la información. El editor, más que cualquier otro actor del proceso periodístico, es el depositario y ejecutor de los criterios fundamentales de la profesión'' (Agudelo, 2000: xiv).

Su trabajo va más allá de editar artículos pues consiste en administrar los recursos humanos de la empresa periodística, inyectando creatividad a todo lo largo del proceso para lograr la superación de los redactores, la del medio para el que trabajan y la suya propia. Por eso, un editor que solamente corrija el borrador, titule y de órdenes, ''es poco más que un mensajero que transporta textos de un lugar a otro sin transformarlos o mejorarlos cualitativamente'' (Agudelo, 2000: xiv). El editor es y debe ser el guía, maestro, supervisor, amigo, confidente de los redactores que tiene a su cargo. Para ellos, el editor es su vínculo principal con su audiencia y con el medio a través de las asignaciones y de la supervisión del proceso de reportería y redacción.

La relación editor-reportero crea un clima profesional de trabajo. La edición se realiza sobre artículos periodísticos reales; la retroalimentación permanente permite corregir los errores y evitar que se repitan; se trabajan sobre asignaciones que determinan una propuesta informativa coherente; los profesores ejercen el periodismo en su trabajo docente; los trabajos realizados por los alumnos deben alcanzar la calidad de publicables; y las dinámicas participativas individuales y en grupo permiten el fogueo de los estudiantes frente a sus habilidades para la investigación, la escritura y el criterio ético y profesional que implica su labor.

El reportero (el estudiante): Es el periodista o informador, quien como reportero debe ser investigador; y como redactor, escritor. Es el cronista de su tiempo y a la vez el profesional que se está formando en la universidad. Al terminar su carrera debe tener la capacidad para: desempeñarse con idoneidad, criterios profesionales y éticos en cualquier medio de comunicación; para conceptualizar y contextualizar la información con el fin de darle sentido y aportar conocimiento al convertirla en noticia, crónica, reportaje u opinión.

Para la profesora Helga I. Serrano todo reportero es investigador, en mayor o menor grado. El investigar, en todas sus dimensiones –indagar, averiguar, buscar, escudriñar, examinar, explorar, hurgar, inquirir, mirar, preguntar, sondear, tantear, pensar, etc.– es su razón de ser profesional. ''Para convertirse en un buen investigador, el estudiante que aspira a ser reportero tiene que, como prioridad, aprender a razonar correctamente'' (1997: 41).

El reportero tiene como instrumentos principales para hacer su trabajo: la entrevista como herramienta de indagación periodística, la revisión y verificación de la información documental; sus sentidos, además de los cinco sentidos del periodista: Estar, ver, oír, compartir y pensar (Kapuscinski, 2003), que le permiten, a la manera de un etnógrafo, sumergirse en el mundo de los personajes y de las historias que pretende contar.

 

2. La opción de una agenda propia

La historia de los periódicos universitarios que son respaldados institucional y financieramente por los pregrados de Comunicación Social y/o Periodismo en Colombia –y con la participación de sus profesores en la orientación editorial–, aún es corta ya que podemos indicar que es en los últimos doce años cuando estas publicaciones han podido establecerse y editarse con regularidad. La referencia principal que nos permite verificar esta situación es el periódico De La Urbe –cuyo primer número se publicó en octubre de 1999– de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia. Aunque tenemos presente que actualidad 68, llamado Contexto8 desde 1974, de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, surgió en 1968; mientras que Aula 347, hoy llamado Página, de la Universidad de Manizales y Tercer Milenio, hoy llamado Nuevo Milenio, de la Corporación Universitaria Minuto de Dios de Bogotá, comenzaron a publicarse desde 1995; y que El Comunicador, de la Universidad Autónoma del Caribe de Barranquilla y Paréntesis, de la Universidad Santiago de Cali, tienen una trayectoria desde 1998 y 1999 respectivamente.

Sin embargo, ahora en varias ciudades del país este tipo de periodismo estudiantil universitario es el que con mayor notoriedad ha tomado una posición clara con respecto a la manera de informar sobre su entorno. Una mirada noticiosa narrativa, histórica, analítica y crítica, que ofrece a sus lectores una alternativa de contenidos diferentes a los que usualmente se reciben por parte de los medios masivos de comunicación empresariales tradicionales.

El camino señalado por De La Urbe ha sido recorrido por al menos de veinticinco a treinta9 periódicos y revistas –en su mayoría con formatos impresos y versiones adaptadas a Internet–, cuyos contenidos nos permiten asegurar que una parte importante del mejor periodismo colombiano actual lo están forjando los estudiantes de Comunicación Social y/o Periodismo, en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga, Manizales, Pereira, Armenia, Popayán, Neiva, Tunja, Barranquilla y Cartagena, donde sus propios medios cumplen una función importante como laboratorios de prácticas de los estudiantes, a través de talleres de reportería y redacción en los cuales los profesores actúan como editores y ellos como reporteros, para la divulgación de hechos reales de interés humano individual y social.

Estos periódicos se han ganado un espacio sobre todo por su agenda propia que les permite presentar informes en todos los géneros periodísticos, especialmente entrevistas, crónicas, perfiles, reportajes y foto reportajes, elaborados con patrones profesionales. Trabajos frescos, dinámicos, de calidad literaria, con investigación y denuncias contundentes, casi siempre en un tono de voz más alto que el común de los medios tradicionales y con la vehemencia que es propia de las ganas y el entusiasmo de los jóvenes periodistas en formación.

Además, por su carácter de laboratorio de prácticas, estos periódicos y revistas –que también son atractivos por sus formatos y diseños– permiten observar una constante experimentación con las formas expresivas de los géneros periodísticos informativos y de opinión, y de manera especial con los géneros mayores como son la crónica y el reportaje10 –desplazados, incluso con cierta violencia e irracionalidad, de nuestros periódicos diarios por el relato noticioso y comercial de las agencias de prensa, por las reseñas y por la publicidad– los cuales han encontrado en ellos un espacio para conservar su grandeza y respetabilidad.

No es casualidad, entonces, que los estudiantes reporteros se estén ganando en Colombia los principales premios nacionales y locales de periodismo11. Y tampoco que se hayan creado concursos para incentivar la producción periodística estudiantil universitaria como el Premio Nacional de Periodismo Escrito Universitario12 Orlando Sierra Hernández, convocado por la Universidad de Manizales y el diario La Patria.

En las ciudades donde circulan los periódicos universitarios – cuyas ediciones en papel oscilan entre los mil y los doce mil ejemplares– la gente los busca con manifiesta ansiedad cada quince días, cada mes o cada dos o tres meses –que son sus períodos de publicación más comunes– y a través de ellos se han enterado de una forma privilegiada de muchos acontecimientos y de la existencia de personas imprescindibles para el desarrollo local y nacional por sus actividades en múltiples campos, y que suelen no ser tenidos en cuenta en las agendas informativas de los medios masivos de comunicación.

En este orden de ideas, y de manera especial por su dinámica editorial de organización, búsqueda, producción y difusión de contenidos noticiosos, interpretativos y de opinión, el periodismo estudiantil universitario y sus medios –entre ellos los periódicos y revistas impresos y digitales– se corresponde en buena medida con la filosofía del denominado periodismo alternativo, toda vez que al saltar los muros y las vallas del campus universitario, trascender la voz institucional y no estar regido por los patrones de la empresa comercial privada, le ofrece a los ciudadanos otra opción informativa, educativa e incluso entretenida, probada y útil.

No obstante, creemos que la denominación de periodismo alternativo en este sentido específico es ambigua y no la podríamos manejar con precisión para hacer referencia a todas las expresiones y a todos los medios del periodismo estudiantil universitario, el cual entre otras cosas tiene uno de sus principales atractivos en la diversidad de matices que toman en cuanto a sus formas físicas y sus contenidos; justamente, para diferenciarse no solo de los medios empresariales tradicionales sino entre ellos mismos. Además, desde el punto de vista de su respaldo económico por parte de las instituciones universitarias, total o parcialmente, hay diferencias de tipo cualitativo y cuantitativo entre públicas y privadas.

Por lo tanto nos acogemos a las apreciaciones del periodista español Pascual Serrano para quien la galopante pérdida de credibilidad de los grandes medios de comunicación y el desarrollo de muchas de las técnicas de comunicación, en especial internet, ha desembocado en un amplio panorama de medios de información que buscándoles en un sentido general podríamos denominar alternativos.

Para Serrano –quien en 1996 fundó junto con un grupo de amigos la publicación electrónica Rebelión (www.rebelion.org), la cual funciona como diario alternativo en Internet– no hay dos de estos medios que sean iguales puesto que cada uno de ellos dispone de su propio modelo de organización, su línea informativa y editorial, su método de recogida y búsqueda de información, su relación con los movimientos sociales, etc. ''Lo que les une es la firme convicción de que tienen algo que decir y que los medios tradicionales no responden al derecho a la información y la libertad de expresión de los ciudadanos'' (2006).

El punto de vista de Serrano sobre el asunto del periodismo alternativo tiene un mayor alcance:

La pluralidad de estos medios no comerciales es tal, que ni en la denominación hay consenso, mientras unos se consideran alternativos, otros gustan de llamarse de contrainformación. Yo reconozco que prefiero el primer término, puesto que el segundo supone considerar a los medios comerciales como los legítimos de información, y ese es un privilegio del que no les considero merecedores. Incluso creo que el término alternativo debemos aspirar a superarlo. El objetivo a largo plazo es que sean estos medios, no comerciales, democráticos y participativos, los que predominen en el panorama informativo de las sociedades democráticas. Si las revoluciones sociales buscan que los movimientos y los líderes ciudadanos sean los que lleguen al poder y democraticen las sociedades, las revoluciones informativas también deben aspirar a derrocar el modelo vigente de comunicación, dominado por grandes emporios económicos. Es decir, que los actuales alternativos se conviertan en hegemónicos (2006).

El periodista Javier Parra –colega de Serrano en la prensa alternativa como director del diario laRepública.es– aseguró que desde el punto de vista de la influencia política y social, personalmente no se atrevería a dar una definición contundente y definitiva de lo que es un medio alternativo, aunque, a priori, todos sepamos cuál es un medio alternativo y cuál no. Por tanto, la definición que hagamos tendrá mucho que ver con el aspecto que sometamos a análisis.

Parra estimó que la cualidad fundamental de un medio de comunicación no debe ser, en principio, ni su carácter económico-empresarial, ni su forma organizativa, sino la información que difunde y la forma de hacerlo. Deberíamos entonces, clasificarlos según este aspecto. Explicó que: ''Un medio alternativo debe caracterizarse porque analiza y muestra la realidad de una manera alternativa a la que lo hacen los medios convencionales. Que plantea una visión distinta de la realidad, para transformarla (2007) y agregó que si le pidieran realizar una definición de lo que es un medio de comunicación alternativo hoy día diría que ''es aquel medio que se opone al capitalismo, lo enfrenta ideológica y culturalmente, y cuya información no está condicionada por fuentes de financiación capitalistas'' (2007).

Pero, teniendo en cuenta la información que difunde y la forma de hacerlo, ¿un medio de comunicación que se financia por publicidad de empresas capitalistas podría ser alternativo?

La opinión de Parra, que sin duda no disminuye la complejidad del asunto, es esta: ''Si consiguiese que esa financiación no afectase a su información, por supuesto que sí'' (Parra, 2007).

En el contexto colombiano, la profesora Patricia Nieto, vinculada desde hace doce años al trabajo editorial de De la Urbe, se refirió al carácter del periodismo desarrollado en Medellín por este medio y en otras ciudades del país por sus ''hermanos de sangre'' –o de ''tinta''–, en los siguientes términos:

El periodismo llano, sencillo, original, tiene un compromiso irrenunciable con el ciudadano; así lo apelliden como urbano, cívico, alternativo, comprometido, investigativo o universitario, su esencia es la misma aunque sus énfasis temáticos se especialicen en la práctica. El periodismo universitario es, por excelencia, el llamado a cumplir estrictamente con la función pública que está en el origen del oficio. Si se acepta que la universidad es el lugar para el debate libre de las ideas, para la creación del conocimiento, para el refinamiento del espíritu, debemos reconocerla como el ámbito propicio para la práctica de un periodismo que no le hace venias al poder y entiende que su compromiso es con toda la nación (2004: 8).

La profesora Nieto (2004: 8-9) apreció que el periodismo universitario tiene la obligación de contribuir a la formación de los jóvenes colombianos. Por ello, está llamado a generar debates sobre los grandes temas del país de modo que el estudiante asuma, desde las aulas, su rol de ciudadano responsable. Esta vocación pedagógica del periodismo universitario se extiende a un público lector que, por fuera de la universidad, requiere de información libre de compromisos con el poder. Ella además preparó un decálogo, a manera de guía, con las claves para leer este tipo de periodismo escrito universitario: 1. Compromiso intelectual, 2. Compromiso investigativo, 3. Compromiso político, 4. Compromiso pedagógico, 5. Compromiso estético, 6. Compromiso local, 7. Compromiso histórico, 8. Compromiso universitario, 9. Compromiso social, 10. Compromiso profesional.

En lo referente a los compromisos investigativo y profesional la profesora Nieto consideró que para el periodismo universitario, investigar es observar el mundo contemporáneo, conocerlo a partir de múltiples voces, interpretarlo y dar a conocer al público la versión construida. Se trata de ''utilizar lupas diferentes'' para mirar los asuntos de la agenda informativa de los grandes medios y mostrar lo que ocultan. Puesto que la prensa universitaria está llamada a ''rescatar el concepto original'' de la palabra objetividad como resultado de la aplicación rigurosa de las técnicas de investigación periodística, donde son necesarias la contrastación y la verificación de fuentes documentales y testimoniales (Nieto, 2004: 8-9).

 

3. El eco histórico del periodismo estudiantil universitario

En este artículo privilegiamos al periodismo estudiantil universitario que se realiza en los medios de práctica por estudiantes periodistas que están recibiendo formación académica especial para aprender a investigar y a narrar sucesos de diferente índole y relevancia, y el cual ha tenido un impacto sobresaliente en lo que va corrido del presente siglo. De estos medios en particular, centrándonos en los periódicos y revistas, impresos y digitales, sí podemos asegurar que unos y otros son muy similares en su política editorial, en su organización y operación como laboratorios de periodismo.

De ahí que no estemos haciendo referencia puntual al periodismo universitario entendido como el que se realiza en el periódico, revista o agencia de noticias oficial o corporativa de la universidad, generalmente a cargo de un equipo de periodistas profesionales contratados expresamente para dicha labor, secundados por docentes, por investigadores y por estudiantes; ni al que se realiza en las páginas y secciones dedicadas al tema de la educación en los diarios y revistas de publicación masiva y condición empresarial, con el aporte directo e indirecto de docentes, investigadores y estudiantes, bien sea en calidad de fuentes de información o como autores de contenidos; ni tampoco al estudiantil universitario que podríamos ubicar en una categoría de genérico, es decir, aquel que es creado, elaborado, publicitado y difundido por alumnos adscritos a distintas carreras –entre ellas, la de Comunicación Social y/o Periodismo–, casi siempre orientado por el lema ''de estudiantes para estudiantes'' y del cual hay varios medios que no tienen una oficina en las edificaciones del campus de las instituciones en las que están matriculados.

No obstante, debemos destacar que este estilo de periodismo estudiantil universitario de tipo genérico tiene un extraordinario patrimonio histórico que en Colombia se remonta al 22 de abril de 1834 cuando surgió El Estudiante publicado por varios alumnos de la Universidad de Cartagena, según se consigna en la tesis monográfica13 Historia crítica del periodismo universitario en Colombia (1981) de Juan Pablo Gaitán-Didier que valoramos como uno de los poquísimos trabajos de investigación que sobre nuestro objeto14 de estudio se han realizado en el país. El Estudiante15 –señaló Gaitán-Didier– se plasma por primera vez en Colombia una posición estrictamente estudiantil por parte de un periódico. En su caso una posición pro gobierno16, la cual se reafirma en una carta dirigida por los redactores del periódico, en representación de todos los estudiantes de la Universidad de Cartagena, a los ''compañeros'' de los colegios de Bogotá, y en una de sus partes puntualiza que:

[...] fomentaremos la opinión a favor del gobierno...ofrecemos si es necesario las columnas del Estudiante, que ha visto la luz pública, y admitid los votos que hacemos por vuestra prosperidad y el más tierno afecto de vuestros amigos y compañeros de carrera. Los Estudiantes (1981: 35).

Así mismo, en el siglo XIX, Gaitán-Didier17 identifica en dos periódicos universitarios surgidos en 1848, Broma de Colegiales y El Estudiante –el tercero y el cuarto impresos que se conocen en la historia del periodismo estudiantil universitario en Colombia–, los cuales con relación a las publicaciones que los precedieron constituyeron un suceso por su originalidad representada en una voz –un lenguaje y una actitud– auténticamente estudiantil, informal y mordaz, fresca y ocurrente; inexperta pero con la fuerza y la decisión que les son reconocidas a los jóvenes que se están preparando académicamente para desempeñar distintas trabajos a un nivel profesional.

Se trata de un rasgo que continúa revelándose, como marca de fuego, en los periódicos estudiantiles universitarios contemporáneos, incluyendo a los que en la actualidad sirven de laboratorios de práctica a los alumnos de Comunicación Social y/o Periodismo. Así como se mantiene en todos ellos un fuerte acento regional identificable en el enfoque y alcance de sus contenidos, en los cuales además se aprecia la intención del estudiantado de incorporarse como grupo de presión a las realidades sociales, culturales y políticas que los rodean.

Pero este marcado carácter local y regional que tiene el periodismo estudiantil universitario en Colombia –que para nosotros junto con su producción en un ambiente pedagógico constructivista es otra de sus principales fortalezas toda vez que renuevan y oxigenan los contenidos informativos y llenan el vacío que especialmente en cuanto a historias de interés humano dejan los medios tradicionales– para algunos comentaristas como el sicológico afectivo y analista simbólico Andrés Granada es una de las razones por las cuales este tipo de periodismo no logra su plena visibilidad e impacto en el país, convirtiéndose en un alternativa a los grandes medios que de manera independiente y ética informen y formen comunidad, revelándose como ''un quinto poder'' (2007).

Para Granada ''periodismo universitario sí hay en Colombia'' pero está todavía muy lejos de tener alcance nacional; sigue siendo marginal porque, de hecho, son muy pocos los medios que son conocidos más allá de su propia universidad o ciudad de origen. Y, a diferencia de la prensa tradicional, que se encuentran debidamente agremiada en entidades como Andiarios, universitaria no cuenta con ninguna asociación18, ni actúan en red para colaborarse en su labor; a la vez que depende considerablemente de los presupuestos institucionales.

De manera que si los grandes medios son considerados como el cuarto poder; si la prensa universitaria se organizara, se agremiara, si actuara en conjunto, bien podría constituirse en el quinto poder. Porque a diferencia del ciudadano del común, el universitario es más contestatario, no traga tan entero, no se le puede enredar tan fácil. Ahí puede estar entonces el quinto poder; en el periodismo universitario, ojalá independiente, autónomo, al servicio de la verdad y no de unos intereses particulares; consciente de la importancia que podría llegar a adquirir en la formación política de la ciudadanía en general, además del necesario control y veeduría de los recursos que (por cierto son tan pocos) se invierten en la educación (2007).

En defensa del compromiso local del periodismo estudiantil universitario podemos –apoyándonos en los argumentos de la profesora Nieto (2004: 9)– esgrimir una estimación: a mayor globalidad, mayor individualidad, de ahí que en un mundo globalizado implica que la prensa universitaria se levante como una bandera de la individualidad, de la diferencia, de la localidad. Se trata de entender que cada persona es una historia y cada acto de su vida hace parte de una narración mayor. Como lo han entendido los estudiantes reporteros a juzgar por la inclusión en todas las ediciones de sus medios de una cantidad notable de crónicas, con los perfiles de seres humanos que son desatendidos por la agenda informativa de los medios empresariales.

 

4. La ciudad en los zapatos de los estudiantes reporteros

La historia del periodismo estudiantil universitario en Colombia, ligada firmemente al desarrollo tecnológico e ideológico del periodismo general así como a los avatares sociales y políticos, especialmente de índole local y regional del país, está escribiendo un nuevo capítulo en lo que va corrido del siglo XXI con la generación de contenidos informativos, narrativos, argumentativos y fotográficos publicados en los periódicos y revistas –impresos y digitales– que son elaborados en los entornos pedagógicos constructivistas de las carreras de Comunicación Social y/o Periodismo.

Uno de los aportes genuinos de esta categoría de periodismo estudiantil universitario contemporáneo a la historia del periodismo general en Colombia, es la transformación de uno de sus lemas primigenios ''periodismo de estudiantes para estudiantes'' a ''periodismo universitario para la ciudad19''. Una decisión de su política editorial que valora el escenario urbano también como laboratorio para la investigación, la apropiación de conocimientos, el deslumbramiento y la sensibilidad social del estudiante reportero que a cada paso y en cada ámbito va descubriendo historias originales de personas y sucesos, como materia prima para experimentar con una narrativa de resistencia contra la desidia y además de información contribuir a la fecundación de la memoria20 individual y colectiva de los avatares en los que transcurre la vida de sus conciudadanos.

Esta declaración de principios que involucra a la ciudad –ya no solo a la ciudad universitaria– como el escenario privilegiado para la práctica del periodismo está reiterada en varias de las ediciones de las publicaciones a las que nos estamos refiriendo de manera especial. Entre las que hemos analizado hasta ahora en nuestra investigación, cuatro de las que tienen una presencia más periódica en los últimos 13 años –De la Urbe, 15, Directo Bogotá y Página– exhiben su credo con precisión:

En su primer editorial el periódico De la Urbe señaló:

El público de De la Urbe es la comunidad medellinense como receptora directa de la publicación. Por eso, creemos conveniente preguntarnos; ¿quiénes somos los medellinenses hoy?, ¿qué nos preocupa ahora?, ¿qué leemos?, ¿por qué leemos o por qué no leemos?, ¿hacia dónde vamos?

De la Urbe ve la ciudad desde la mirada de los estudiantes, sus gustos, sus inquietudes, sus conflictos, sus opiniones. ¿No es el periódico un espacio para que contemos nuestro entorno?, ¿para decir cómo vemos ese bario en donde contamos tantos amigos asesinados?, ¿para denunciar la falta de espacios para expresarnos, para recrearnos, para educarnos y para poder vivir?, ¿no es desde allí que nosotros, los que tenemos la oportunidad de estar en la Universidad, podemos emprender la reconstrucción sensorial de nuestro entorno, de nuestra ciudad, de la gente, de las calles, de todo cuanto somos testigos, cómplices e investigadores? (1999: 4).

Esta relación directa del estudiante reportero con su ciudad la definió el ex director del periódico, Ramón Darío Pineda Cardona: ''nuestros temas dependen del espíritu universitario de los estudiantes de la de Antioquia que son callejeros; el nuestro es un periódico que tiene calle, donde hay muchos temas de problemáticas sociales y de minorías: afrocolombianos, mujeres, homosexuales y tribus urbanas'' (Sánchez – Cárdenas, 2010: 71-72).

También en su primer editorial el periódico 15, estableció un diálogo directo con sus lectores:

En 15, el producto periodístico que hoy tiene en sus manos, queremos hacer un periodismo reposado, sin tanta carrera, que le permita al lector tener la mayor cantidad de visiones posibles sobre lo que pasa en la ciudad, en su ciudad. Queremos tener una agenda informativa propia determinada por lo que le interesa y le es útil a los bumangueses, y contar las cosas buenas y malas que pasan aquí con profundidad, con espacio, sin temor, sin presiones.

¿Qué pretende 15? Queremos ayudar, a través de una información seria, a que la ciudad reflexione sobre sí misma y se apropie de su futuro, a darse cuenta que no es la periferia sino el centro de su propio futuro (2002: 3).

La revista Directo Bogotá, en la edición especial con motivo de sus diez años de labores, renovó sus votos de fidelidad a la capital del país:

Desde su comienzo Directo estaba dirigida al estudiante universitario y a cualquier ciudadano, entre los 18 y los 80 y pico de años, habitante de Bogotá, porque mientras los mayores tienen la posibilidad de reencontrarse con el pasado, los jóvenes lo descubren y sin distingos de edad reconocen nuevas tendencias, lugares y estilos de vida que reflejan la identidad.

El propósito de Directo siempre ha sido contar historias de la ciudad: de sus gentes, dramas, costumbres y tradiciones, tendencias, edificios emblemáticos, barrios, calles, lugares de encuentro. Una cartografía con las coordenadas exactas para que el lector de hoy y de mañana no se pierda. Tan solo leyendo los titulares y sumarios es posible hacerse una idea del carácter y del estilo periodístico directo al grano, sobrio, desenfadado, riguroso y ameno, con una pizca de picardía (2012: 3).

Por su parte el periódico Página, reiteró en la edición el número 56 del 2003 que su objetivo principal es ''ofrecer información veraz sobre el acontecer de la ciudad de Manizales y su entorno, y privilegia aquella que esté relacionada con el desarrollo cultural y social''; mientras que en el editorial de la edición número 83 editorializó sobre su deber ser:

Si le damos una mirada al panorama de los periódicos universitarios, vemos que hay ya bastantes buscando convertirse en alternativas de periodismo para sus comunidades. En el caso de Página, insistimos, queremos que se convierta en un espacio ''para escribir la ciudad'', y a nuestros redactores, periodistas en formación, les insistimos en que procuren mostrar enfoques y voces que ofrezcan puntos de quiebre frente a las unanimidades. Pero ello, lo sabemos y lo reconocemos abiertamente, no es tarea sencilla y no siempre se logra. Pero en esa búsqueda somos constantes (2004: 2).

Así mismo, esta modalidad de periodismo estudiantil universitario es la que para nosotros ha tenido más visibilidad e impacto en los certámenes que se han realizado en diferentes escenarios del país, con el fin de deliberar sobre su quehacer, su presente y su futuro a través de la participación de periodistas profesionales, académicos, estudiantes y lectores.

Entre ellos, destacamos los siguientes de convocatoria nacional21: El encuentro Nacional de Medios de Comunicación Universitarios, realizado en Bogotá el 29 y 30 de enero de 2004; El Seminario Regional Medios de Comunicación Universitarios en América Latina, organizado por el Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), en Bogotá el 26 y 27 de septiembre de 2005; el Encuentro ''Hacia dónde va el periodismo universitario'', Cátedra de Periodismo Orlando Sierra Hernández, en la Universidad de Manizales, el 30 de septiembre de 2005; y el III Encuentro Nacional de Periodismo Escrito Universitario –convocado por el periódico Nexos de la Universidad EAFIT para celebrar sus 22 años–, en Medellín el 13 y 14 de agosto de 2009.

Este último certamen tuvo como ponentes principales a los periodistas Mary Luz Vallejo, Javier Darío Restrepo, Alberto Salcedo y Pascual Gaviria, quienes ante la concurrencia entusiasta de estudiantes de Comunicación Social y Periodismo –pero también varios de otros programas académicos–, coincidieron en que la pasión es una de las fortalezas del periodismo que hacen los reporteros universitarios.

La pasión que se suma a la vocación y la formación intelectual que requiere una persona para dedicarse al ejercicio tanto del periodismo universitario como del periodismo profesional, y que de acuerdo con las palabras francas de Javier Darío Restrepo –quien tiene a su cargo los talleres de ética periodística de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)–, son necesarias para la búsqueda de la verdad como proceso que exige una metodología y la aplicación de principios y reglas; en todo diferente de la práctica mecánica del intermediario que recibe información en documentos o entrevistas y se limita a reproducirla. Y en consecuencia sostuvo que:

Su actividad debe ser tan exigente como la de cualquier científico, y consiste en la transformación de la información en conocimiento a través de un cuidadoso proceso de verificaciones, revisión de antecedentes, contextualización, proyección, consulta de distintas fuentes y aplicación de la información (Restrepo, 2009).

Un periódico universitario –subrayó el maestro Restrepo– no es para la universidad, de la misma manera que una universidad no es para sí misma, ni un periódico es para sus suscriptores, ni siquiera para sus lectores. Periódico y universidad ''nacen, crecen y se multiplican en función de la sociedad. La universidad no es para sus estudiantes y profesores; trabaja, investiga, elabora pensamiento para toda la sociedad. Es el órgano de conocimiento de toda la sociedad'' (2009).

 

Conclusión

En mayo de 2010 durante su visita a varios centros educativos de Medellín, entre los que estuvo la Universidad EAFIT, los periodistas universitarios le preguntaron al científico español Jorge Wagensberg: ''¿Qué ha hecho como padre para incentivar el gozo intelectual22 en su hijo?''. Y él les respondió: ''Proveer estímulos paseando con él por la realidad de este mundo y con tres cosas más: conversar, conversar y conversar'' (2010).

Ahora bien, algo muy similar es lo que para nosotros están haciendo los profesores que tienen a su cargo los cursos de géneros periodísticos, así como la coordinación editorial de los periódicos y revistas que funcionan en un entorno pedagógico constructivista, en la mayoría de los pregrados de Comunicación Social y/o Periodismo, para incentivar en sus estudiantes el gusto por el aprendizaje del ejercicio informativo: proveer estímulos paseando con ellos por la compleja realidad de las ciudades y regiones colombianas; y con tres cosas más: reportear, reportear y reportear...de tal manera que aprendan a conjugar los verbos preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar e informar; que ''son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo'' (2006:235) tal como destacó el escritor y profesor de periodismo y literatura Tomás Eloy Martínez; y además para que aumenten su número de horas de vuelo periodístico antes de hacerle frente a las turbulencias de la vida laboral.

 


Notas al pie

* Este artículo presenta resultados parciales de la investigación ''Idea, estructura y contenido de la crónica periodística universitaria contemporánea en Colombia'', desarrollada actualmente en el Departamento de Humanidades de la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad EAFIT, Medellín-Colombia. Se encuentra inscrita en la línea de investigación ''Estudios de narrativas'' del grupo de Estudios sobre Política y Lenguaje de la misma Institución.

1 En la parte inferior de las páginas también se incluyó una cronología con los principales sucesos y los nombres de varias víctimas del conflicto armado en los últimos ocho meses, del 7 de enero al 21 de agosto.

2 La Comuna 13 San Javier, está localizada en el occidente de la ciudad y tiene un área de 700 hectáreas, equivalente al 6.2% del área urbana de Medellín. Está conformada por los siguientes barrios: El Pesebre, Blanquizal, Santa Rosa de Lima, Los Alcázares, Metropolitano, La Pradera, Juan XXIII, Antonio Nariño, San Javier nº 1, San Javier nº 2, Veinte de Julio, El Salado, Nuevos Conquistadores, Las Independencias, El Corazón, Belencito, Betania, Eduardo Santos y El Socorro.

3 Para esa época el autor de este artículo tenía a su cargo la dirección del periódico De la Urbe, como parte de su labor docente en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia. De ahí que haya decidido adoptar un tono evocativo y de crónica testimonial para empezar el mismo.

4 La Operación Orión fue un operativo militar realizado por miembros de todas las unidades operativas que integran las Fuerzas Armadas de Colombia, contra las milicias urbanas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de los Comandos Armados del Pueblo (CAP). El periodista Ricardo Aricapa Ardila en su investigación para el libro de reportaje Comuna 13: crónica de una guerra urbana, según sus ''fuentes oficiales'', estableció un balance en el que se dio cuenta de la muerte de cuatro militares, tres civiles y diez milicianos; treinta heridos entre ellos diez militares; cerca de 400 detenidos, de los cuales 80 fueron encarcelados con medida de aseguramiento; el decomiso de 47 revólveres, 19 fusiles, 108 granadas para fusil, 300 kilos de explosivos y 6.000 cartuchos de diferentes calibres; y de la liberación de tres mujeres y un hombre que habían sido víctimas del llamado secuestro exprés (Aricapa: 2005: 212-213). Sin embargo, otras fuentes de información tanto ''oficiales'' como ''extraoficiales'' citadas por medios de comunicación locales y nacionales se refirieron a más de 200 heridos, alrededor de 70 desaparecidos a manos de paramilitares, y algunas ejecuciones extrajudiciales del ejército presentadas en los mismos medios como ''balas perdidas''; 243 personas fueron arrestadas, de las cuales 29 fueron identificadas como cabecillas de milicias urbanas; y citaron a Luis Pérez Gutiérrez, alcalde de Medellín de esa época, quien informó que fueron liberados 72 secuestrados en esa zona de la ciudad. Tratar de esclarecer lo que ocurrió allí e identificar a las víctimas también ha sido un trabajo abordado por distintos investigadores sociales y ONG con resultados disímiles.

5 No obstante, las ideas para educar académicamente a los periodistas son más antiguas en América Latina, toda vez que de acuerdo con los estudios divulgados por Raymon B. Nixón –teórico de las comunicaciones, profesor de la Universidad de Minnesota y editor de Journalism Quaterly–, Argentina fue el país que fundó en 1901 las dos primeras escuelas de periodismo del continente y comenzaron a funcionar con un mes de diferencia. Los editores de los diarios La Prensa y La Nación, los más importantes de Buenos Aires, respaldaron la iniciativa de formalizar el entrenamiento de los redactores, pero a diferencia de Pulitzer fueron propietarios y directores sin las posibilidades económicas para organizar una escuela propiamente dicha y, por lo tanto, el proyecto fue concretado años más tarde por la Asociación de Periodistas de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, con algunos de sus miembros mejor preparados quienes comenzaron a impartir los cursos el 27 de abril de 1934. Un año después la Universidad Nacional de La Plata incorporó los cursos para conformar la Escuela de Periodismo. Simultáneamente, también Buenos Aires, otro grupo de dirigentes católicos organizó una escuela semejante en el Instituto Grafotécnico, institución privada, que inauguró sus clases el 25 de mayo de 1934. En abril de 1935, Brasil estableció la preparación de los periodistas entre las cátedras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Río de Janeiro, aunque esta institución fue abolida en 1939. Pero en 1938, la Asociación de Prensa Brasileña había logrado que por un decreto legislativo se estableciera y mantuviera una escuela de periodismo, de esta manera en 1943 se ofrecieron cursos en la Universidad de Brasil en Río de Janeiro. Mientras que la Escuela de Periodismo Gásper Libero, de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo, se organizó en1947. Entre tanto, Cuba fundó su primera escuela de periodismo en 1942, México en 1943, Ecuador y Perú en 1945, Venezuela en 1947, Colombia en 1949 –en la Universidad Javeriana en Bogotá, la cual desde 1936 ofrecía cursos de enseñanza del periodismo que dependían de la Facultad de Filosofía y Letras–, Guatemala en 1952, Chile y República Dominicana en 1953, El Salvador en 1954, Nicaragua en 1960, Panamá en 1961, Paraguay en 1965 y Bolivia y Costa Rica en 1968 (Nixon, 1970-1980).

6 Pero el periodismo perdió su especificidad como carrera universitaria a principios de la década de los años 60, cuando la idea de redefinir los estudios de comunicación comenzó a ser promovida en América Latina por la UNESCO. En 1964 Wilbur Lang Schramm, para entonces investigador de la Universidad de Stanford, fue comisionado por la Unesco para escribir un libro que sintetizara varios coloquios patrocinados por la organización sobre el tema de las comunicaciones, medios y desarrollo nacional. En el libro Mass Media and National Development (Stanford University Press, 1964), Schramm presentó los parámetros de lo que se conoce como la escuela ''desarrollista'' de las comunicaciones, que consideró a los medios como factores esenciales en la transición de sociedades tradicionales a modernas en el mundo en desarrollo como el de América Latina. Parte de esa transición tuvo que ver con la reorganización y asimilación del periodismo en programas de comunicación social, tal como se había hecho en muchas universidades de Estados Unidos en los años 40, donde también tuvieron mucho que ver las aportaciones de Schramm. Además de planear hacer las carreras más científicas, con la orientación del Schramm y de otros teóricos norteamericanos –entre ellos Raymón B. Nixón quien también recorrió el continente evaluando las escuelas de periodismo para la UNESCO y el CIESPAL–, otro de sus objetivos fue crear carreras ''polivalentes'' que comprendieran la mayoría de las habilidades necesarias para trabajar en los medios. Por lo tanto, el periodismo se convirtió en una línea curricular junto con la publicidad, las relaciones públicas y las comunicaciones organizacionales y corporativas, entre otras (Agudelo, 2005: 42).

7 Al plantear este pregrado se regresó a los orígenes de la enseñanza del periodismo en la institución pues en 1960 había comenzado a hacerse en la Escuela de Periodismo que fue transformada en Ciencias de la Comunicación en 1965, acomodándose a los criterios de la UNESCO y del CIESPAL sobre los estudios de las comunicaciones.

8 En la edición de octubre de 1971 cambió su nombre por el de Periodismo en acción y reinició su conteo en Año 1, Número 1.

9 Entre los medios, impresos y digitales, que sirven como laboratorios de periodismo en los pregrados de Comunicación Social y/o Periodismo de Colombia, hemos revisado en el desarrollo de nuestra investigación distintas ediciones de los siguientes: los periódicos 15 (Universidad Autónoma de Bucaramanga), Página (antes Aula 347, Universidad de Manizales), Contexto (Universidad Pontificia Bolivariana, de Medellín), Plataforma (Universidad Pontificia Bolivariana, de Bucaramanga), Nuevo Milenio (Universidad Minuto de Dios, de Bogotá), En Directo (Universidad de La Sabana), Paréntesis y Utòpicos (Universidad Santiago de Cali), Co. Marca (Universidad del Cauca, en Popayán), Expreso Bogotá (Fundación Universitaria Los Libertadores), Pasa La Voz ( Pontificia Universidad Javeriana, de Cali), Sextante (Fundación Universitaria Luis Amigó, de Medellín), El Comunicador (Universidad Autónoma del Caribe, en Barranquilla), El Punto (Universidad del Norte, de Barranquilla), Inay (Universidad Sergio Arboleda, de Santa Marta), Una ciudad contada (Universidad Cooperativa de Colombia, de Medellín); el digital Agenda Ciudadana (Universidad de Boyacá, de Tunja. En: http://www.uniboyaca.edu.co/agendaciudadana/ ), el digital Plaza Capital.co (Universidad del Rosario, de Bogotá. En: http:// www.urosario.edu.co/Plaza-Capital/ ); y las revistas: Directo Bogotá (Pontificia Universidad Javeriana, de Bogotá), Cuadernos de Comunicación y Periodismo (Universidad Lasallista, de Caldas, Antioquia), Ex-Presión (Universidad Católica de Pereira); Ciudad Vaga (Universidad del Valle, de Cali), Visor (Universidad Tecnológica de Bolívar, de Cartagena ), El Taller, la crónica de la Tadeo y El Taller digital (Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. En: http://www.utadeo.edu.co/comunidades/grupos/eltaller/htm/publicar.html); Altus en línea (Universidad Sergio Arboleda, de Bogotá, En: http://www.usergioarboleda.edu.co/altus/index.htm ); 1unPretexto (Universidad de Boyacá, de Tunja. En: http://www.uniboyaca.edu.co/ ), y la revista digital Bitácora (Universidad EAFIT, de Medellín. En: http:// bitacora.eafit.edu.co/). Algunos de éstos como De la Urbe y En Directo han impulsado, bajo el mismo nombre, la creación del sistema informativo o laboratorio de medios y de prácticas conformado por radio, televisión y el sitio web digital.

10 Uno de los proyectos que queremos realizar a partir de nuestra investigación es publicar un libro, tanto en formato clásico como digital, con una antología de textos narrativos del periodismo estudiantil universitario contemporáneo en Colombia, para la cual hasta ahora tenemos una preselección de 300 piezas ubicadas en 30 periódicos y revistas, impresos y digitales, que sirven de laboratorio de prácticas a los estudiantes de Comunicación Social y/o Periodismo.

11 El periódico 15 es el más ganador de todos ellos y en su primera década de actividades (2002-2011) sus editores y sus estudiantes reporteros habían recibido 19 distinciones, entre las que se destacan el Premio Nacional de Periodismo Escrito Universitario (2003, 2004 y 2005), Premio Nacional al Periodismo Ambiental Amway (2004, 2005 y 2011), Premio Departamental de Periodismo ''Luis Enrique Figueroa Rey'' (2008, 2009, 2010 y 2011) y el Premio Nacional de Periodismo 'Simón Bolívar (2003, 2006 y 2011).

12 Este concurso tiene como consigna ''un periodismo hecho con rigor'' y se hace en homenaje al periodista, filósofo y escritor Orlando Sierra Hernández, quien fue subdirector del diario La Patria y docente del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, y quien fue asesinado el 30 de enero de 2002. El tema del premio es libre y debe enmarcarse en una de las siguientes categorías: Periodismo narrativo, Periodismo gráfico y multimedial, y Periodismo de opinión. El jurado de este premio estuvo integrado por los periodistas profesionales Ana Lucía Duque, Ossiel Villada y Alberto Salcedo Ramos. El fallo se conoció el 19 de abril de 2013 y los estudiantes reporteros que lo ganaron en cada una de las tres categorías son: Laura María Pérez Panqueva de la Universidad del Rosario (periódico Plazacapital.com), en Periodismo narrativo con la crónica ''¿Qué pasa cuando amenazan a un periodista colombiano?''; Esteven Ríos Vanegas y José Miguel Vecino de la Universidad de Antioquia (periódico De la Urbe prensa y De la Urbe digital), en Periodismo gráfico y multimedial con el reportaje ''Los cañoneros''; y Agustín Patiño Orozco de la Universidad EAFIT (revista digital Bitácora), en Periodismo de opinión con el artículo ''El oficio de la tierra''.

13 Este trabajo ganó el Concurso Nacional de Investigación Histórica sobre Periodismo Universitario, auspiciado por la Universidad de los Andes, en 1981.

14 Aunque, de acuerdo con el criterio autorizado de historiadores de la prensa en Colombia, la tradición de publicaciones universitarias que se remonta a la primera mitad del siglo XIX y que son reseñadas en el estudio de Gaitán-Didier, podría hacer parte de otro objeto de estudio, es decir, de otra historia del periodismo estudiantil universitario expresado en periódicos y revistas dirigidas por estudiantes sobresalientes intelectualmente –en su mayoría de las carreras de Derecho, Filosofía, Sociología, Ciencias Políticas y Literatura– en nuestro trabajo las consideramos como fundacionales del periodismo estudiantil universitario de tipo genérico, en las cuales la labores editorial y de publicación son asumidas totalmente de manera autónoma por los jóvenes, sin la intervención ni de las directivas institucionales ni de los profesores. Creemos, entonces, que por las venas de los periódicos y revistas de los pregrados de Comunicación Social y/o Periodismo corre sangre con el mismo factor Rh de sus antepasados. Aunque hoy en día casi todos están apoyados institucionalmente y son orientados y dirigidos por profesores editores con un propósito pedagógico, con la participación de equipos de estudiantes reporteros cambiantes puesto que se rotan cada edición, cada semestre o cada año, de acuerdo con los avatares del proceso de formación académica. No obstante, estamos de acuerdo con nuestros pares investigadores de la historia de la prensa en Colombia, en que el origen específico del periodismo estudiantil universitario y de sus periódicos y revistas que estamos destacando en nuestro artículo, debe rastrearse desde el origen de los programas de enseñanza universitaria del periodismo en Colombia. Esto es: en la Escuela de periodismo de la Universidad Javeriana de Bogotá, creada en 1949; en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Antioquia, en 1960; y en la Escuela de Periodismo de la Universidad América de Bogotá, en 1965. Los dos primeros programas a partir de 1965 pasaron a llamarse de Comunicación Social y de Ciencias de la Comunicación Social, atendiendo a las recomendaciones que la UNESCO y el CIESPAL les hizo a las facultades y escuelas de periodismo de América Latina, basándose en un estudio de 1963 en el cual se consideró que el concepto de periodismo y su función social y humana no eran ajenos a los cambios generados por la investigación científica y, por lo tanto, los procesos de comunicación requerían de conocimientos especializados en el área de las ciencias de la información (Castellanos Prieto, 2011: 105-106). En esta dirección nuestros hallazgos nos han permitido conocer que antes de darse un apoyo institucional y de los profesores –como es apreciable en la actualidad– fueron los mismos estudiantes de Periodismo y Comunicación Social quienes dieron los primeros pasos en la creación y dirección de sus propios periódicos y revistas de práctica. Mencionamos el caso específico del periódico La Muralla de los estudiantes de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Antioquia, cuyo primer número se publicó en noviembre de 1974, bajo la responsabilidad del Consejo Estudiantil-Departamento de Ciencias de la Comunicación, con un Comité provisional de redacción integrado por los alumnos Carlos Bueno, Juan José Hoyos y Rodrigo Maya. En un fragmento de su editorial titulado ''El papel de la canalla'', destacó: ''El Consejo Estudiantil del Departamento, que se trazó como uno de los objetivos la lucha por un periódico de los estudiantes, comprendió que éste no podría existir sino como obra de nosotros mismos. Por eso como organización que representa los intereses del estudiantado, dimos este primer paso. Con un comité de redacción provisional, salimos a la calle a comprobar que los estudiantes sí podemos sacar un periódico nuestro y sostenerlo'' (1974). Para nosotros La Muralla –y otros periódicos y revistas de su estilo– aunque está liderado por estudiantes de Ciencias de la Comunicación y les sirve como laboratorio de prácticas periodísticas, al no tener el apoyo de la institución universitaria y de los profesores en la dirección editorial, corresponde al periodismo estudiantil de tipo genérico que hemos mencionado.

15 No se conoce el nombre de los estudiantes de la Universidad de Cartagena que lo publicaron y escribieron sus textos, pero se sabe que el impresor fue E. Hernández. Existen cuatro números de los ejemplares que circularon los días 22 de abril, 7 de mayo, 8 de junio y 30 de julio de 1934. Su tamaño en las dos primeras ediciones fue medio-oficio; y a partir de la tercera cambió al de oficio. Era gratis para los lectores (Gaitán-Didier, 1981: 31).

16 La época corresponde a la República de la Nueva Granada que estuvo conformada por los actuales países de Colombia y Panamá, e incluyó la Costa de los Mosquitos, hoy en Nicaragua. Había sucedido al departamento grancolobiano de Cundinamarca, tras la disolución de la Gran Colombia en 1830, y fue reemplazada por la Confederación Granadina en 1858. Al frente del gobierno estaba Francisco de Paula Santander (1792-1840), quien fue su presidente constitucional del 10 de marzo de 1832 al 1 de abril de 1837; y se le considera como el Padre de la República y Fundador de la Educación Pública. El Eco de la Universidad –según la investigación de Gaitán-Didier– es cronológicamente el segundo periódico estudiantil universitario que se conoce en Colombia y apareció el primer viernes de 1843, ''bajo la dirección i garantía de una asociación compuesta de algunos jóvenes estudiantes de Jurisprudencia en el Colegio de San Bartolomé'' (1981: 40) en la Bogotá de la entonces República de la Nueva Granada. A diferencia del Estudiante su objetivo es básicamente estudiantil y además se le debe la introducción de la literatura en sus páginas –especialmente de poemas y cuentos, bien sea de osados principiantes o reproducciones de autores conocidos– que es un aporte que subsiste en las publicaciones de este tipo (1981: 44).

17 Gaitán-Didier dividió la historia del periodismo estudiantil universitario en Colombia en tres periodos: 1. Primario o heroico (de 1834 a 1925), 2. Moderno (de 1925 a 1953), 3. Contemporáneo (de 1954 a 1968, año hasta el que hace un censo de periódicos y revistas estudiantiles universitarias, junto con un número mayor de publicaciones juveniles y estudiantiles colegiales, incluyendo su nombre y el año de su primera edición). Y destaca que la revista Universidad, fundada en 1921 por el multifacético intelectual Germán Arciniegas Angueyra (1900-1999), quien también la dirigió, parte en dos dicha historia entre el periodos Primario o heroico y el Moderno, por razones fundamentales como el desarrollo de la tecnología de impresión y el carácter nacional e internacional de sus contenidos a diferencia del regional que tuvieron todas las otras publicaciones y, por lo tanto, hizo que fueran voceras restringidas del estudiantado. Arciniegas fue catalogado por el investigador como el ''Padre del periodismo estudiantil universitario Moderno en Colombia'' (1981: 28), y sobre las peculiaridades la revista Universidad, señaló que: ''Tuvo un impulso gestor románticamente juvenil: por lo tanto una gran fuerza sentida y motora; pero, además se caracterizó por algo que vale la pena hacer notar: un gran sentido histórico (quizá dicho sentido se encuentra en forma primaria en El Estudiante). Básicamente puede sintetizarse ese sentido histórico en la compaginación del entendimiento de la necesidad de una época aunado a una gran autenticidad manifiesta. Sólo hasta la figura de Germán Arciniegas logra canalizarse la necesidad que tenía el estudiantado de hacerse partícipe en todas las actividades nacionales tanto políticas como culturales, y al mismo tiempo expresarse nacionalmente. Encontramos en Universidad muchas secciones: Vida universitaria, el cuento, deportes, cultura, página femenina, notas de diversas índoles, etc.'' (1981: 76). Se considerada que especialmente por su contenido la revista Universidad influenció a todas las publicaciones universitarias posteriores en Colombia. Su promedio de páginas por número era de 25, costaba 10 centavos y tenía muchísima publicidad. Su impresión era en varios colores y su periodicidad semanal. El 25 de junio de 1927, después de un receso, se volvió a editar con una nueva numeración y en ese mismo año llegó al número 61. Entre su artículos antológicos están: ''La guerra en Panamá'', de Lucas Caballero Calderón; ''La Universidad de Río de Janeiro'', de Eduardo Guzmán Esponda; ''Luis López de Meza'', por Baldomero Sanín Cano; y textos de otros colaboradores entre quienes estuvieron José Umaña Bernal, Alberto Lleras Camargo, Alfonso López Pumarejo, Julio Carrizosa Valenzuela, Gabriel Turbay, Luis Enrique Nieto Caballero, Lucía Cock Quevedo, etc. (Gaitán-Didier, 1881: 76-77).

18 Nos parece importante señalar que las nuevas generaciones de periodistas colombianos, entre ellos muchos universitarios reporteros en proceso de formación en sus medios de prácticas y otros a través de sus propios medios, en los últimos años han ido formando comunidades para compartir sus experiencias y aprovechar los réditos que ofrece el trabajo colaborativo. Una experiencia en este sentido es la Red Periodismo de hoy (http://periodismodehoy.ning.com/ ), un proyecto de formación, en convenio entre el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), del gobierno de Colombia; y la Universidad de Antioquia.

19 Así expresa el lema de De La Urbe (Universidad de Antioquia) y en términos similares los de algunos otros, por ejemplo: ''Para contar la ciudad'' el de Página (Universidad de Manizales), ''Periodismo desde la universidad para la ciudad'' el de Paréntesis (Universidad Santiago de Cali), ''Viaje por la ciudad difusa'' el de Ciudad Vaga (Universidad del Valle, de Cali), ''La ciudad vive'' el de 15 (Universidad Autónoma de Bucaramanga); y Una ciudad contada, lema que a la vez es el nombre del periódico de la Universidad Cooperativa de Colombia, de Medellín, creado en octubre de 2012.

20 En su edición No. 38 la revista Directo Bogotá (de la Facultad de Comunicación y lenguaje, de la Pontificia Universidad Javeriana), con motivo de su décimo aniversario exhibió en la portada con el título ''10 años de memoria capital'', y señaló que durante este tipo cerca de 400 reporteros aprendices han recorrido la ciudad para contar sus historias. Valga decir que el número tan alto de estudiantes que participan en el suministro de contenidos en su mayoría textuales y fotográficos para este tipo de periódicos y revistas universitarios se hace especialmente a través de: asignaciones al grupo de redactores de base, selección de los mejores trabajos de los cursos de géneros periodísticos y talleres de prensa o de medios, colaboraciones voluntarias de los alumnos más aficionados al periodismo, informes especiales planeados y realizados en los semilleros de investigación tales como narrativas periodísticas y artículos o capítulos de los trabajos de grado. En este orden de ideas es necesario señalar que el aporte de los estudiantes reporteros es temporal puesto que depende de la materia que este cursando, de los periodos académicos y de su estadía en la universidad. Esta situación es una de las razones que explica la interrupción en la periodicidad de varios de ellos.

21 Pero tenemos en cuenta que cada uno de los periódicos y revistas ha realizado en las universidades y ciudades de origen diferentes actividades académicas y públicas, con la participación de periodistas profesionales, estudiosos de la información y la comunicación, estudiantes y lectores, particularmente para celebrar los cumpleaños y los números de las ediciones alcanzados, relanzamientos o rediseños de sus formatos. Por ejemplo, el foro ''Desde el aula y el barrio: narraciones de ciudad. Encuentros entre el periodismo universitario y el periodismo comunitario, realizado por el periódico Contexto (UPB de Medellín), el 8 marzo de 2013, para presentar su ''Nueva etapa'', a partir del No. 35, y celebrar por haber ganado el premio ''Del aula a la calle, mejor prensa universitaria'', entregado por la Alcaldía de Medellín y la Universidad de Antioquia en los Premios de Periodismo Comunitario 2012.

22 Jorge Wagensberg, doctor en Física y profesor de Teoría de los Procesos Irreversibles en la Universidad de Barcelona, es autor del libro El gozo intelectual (Editorial Tusquets, 2007), el cual tiene como subtítulo ''Teoría y práctica sobre la inteligibilidad y la belleza''. Consta de dos partes: ''La teoría'' y ''La práctica''. En ''La teoría'', el científico aborda tres conceptos, estímulo, conversación y comprensión, a la manera de fases fundamentales para la adquisición de nuevo conocimiento. Pero destaca que ''el gozo intelectual'' es el ''concepto clave'' y funciona como el aparato propulsor de la energía placentera que empuja al ser humano para la adquisición de ese nuevo conocimiento.


 

 

Referencias

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