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Co-herencia

versión impresa ISSN 1794-5887

Co-herencia vol.11 no.21 Medellín jul./dic. 2014

 

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

 

González González, Fernán E. (2014). Poder y violencia en Colombia. Bogotá: Odecofi-Cinep-Colciencias.

 

 

Luis Javier Ortiz Mesa**

Profesor Titular y Ph.D. en Historia Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín ljortiz@unal.edu.co

 

El Libro Poder y violencia en Colombia escrito por Fernán González recoge su trabajo individual de casi una vida y los análisis y reflexiones de los equipos del CINEP que se han ocupado del tema durante casi cuarenta años y de los equipos que hoy se agrupan en ODECOFI (Observatorio Colombiano para el desarrollo integral, la convivencia ciudadana y el fortalecimiento institucional en regiones fuertemente afectadas por el conflicto armado). También sus reflexiones se han beneficiado de los acumulados del Grupo de Memoria Histórica, liderado por Gonzalo Sánchez, del grupo de investigación de María Teresa Uribe y Liliana María López Lopera sobre los discursos legitimadores de las guerras civiles plasmados en sus libros Las palabras de la guerra. Un estudio sobre las memorias de las guerras civiles en Colombia (2006) y La guerra por las soberanías. Memorias y relatos en la guerra civil de 1859-1862 en Colombia (2008); así mismo, de las discusiones sobre las guerras civiles del siglo XIX en el Seminario Taller del grupo ''Democracia, Nación y Guerra'', impulsado por Gonzalo Sánchez, y de un importante número de tesis de diferentes universidades del país y del exterior, y de estudios de especialistas nacionales y extranjeros. Se trata pues de un libro surgido de intercambios intelectuales, de diálogos fecundos, percepciones etnográficas y recorridos por Colombia, lo que lo hace aún más vital y lo arraiga, a manera de ruptura en muchos casos, a nuestras más caras tradiciones en las ciencias sociales y humanas.

El libro se compone de una introducción, dos partes y una síntesis final a manera de conclusión. La primera parte es desarrollada en tres capítulos y la segunda en cinco capítulos.

Los problemas planteados en la introducción son una de las claves de esta obra y, en parte, Fernán González anuncia allí lo que la hace peculiar en el contexto de una alta producción colombiana y extranjera sobre la compleja construcción del Estado en Colombia. Se trata de una mirada interactiva y multiescalar del conflicto armado colombiano y de numerosos e históricos conflictos que le precedieron desde el período colonial, pasando por las guerras civiles del siglo XIX y por las violencias y tensiones propias del siglo XX hasta el presente. Fernán González no elabora este recorrido de manera lineal ni a partir de concepciones ideales del Estado sino de modalidades llenas de matices, interpretando siempre el presente a través de un pasado vivo y entendiendo el pasado como una relación activa con el presente. A tal punto que la conjugación de saberes, espacios y temporalidades, dejan claro que estamos leyendo un libro que no se encuentra adscrito estrictamente a una sola disciplina sino que navega por varias de ellas al mismo tiempo, la Antropología, la Historia Política, la Sociología, la Ciencia Política y la Geografía, con lo cual ofrece ventajas para una comprensión más compleja y diferenciada de los procesos de construcción del Estado colombiano en el mundo Occidental (26), tanto en el ámbito europeo como americano, pero también en comparación con países orientales y africanos, en menor medida (64, 75).

La comprensión de los procesos de violencia, actuales y anteriores, así como del desarrollo desigual de las regiones y de la construcción del Estado nacional, pasa para Fernán González por cuatro intuiciones y convicciones fundamentales: 1. ''la manera como los espacios regionales se han venido poblando y articulando entre sí para configurar el espacio de la nación'' haciendo eco a la idea clásica patrones de poblamiento señalada por Germán Colmenares; 2. ''El modo como sus pobladores se han ido cohesionando y organizando internamente''; y 3. ''La manera como las regiones y sus pobladores'' se han ido articulando (19). Para ello, Fernán González dedica partes importantes de sus reflexiones al papel que desempeñaron los partidos políticos tradicionales como redes de poderes locales y regionales que se fueron configurando a partir de las guerras civiles, las luchas electorales, los programas de principios y los mecanismos de corte clientelista a lo largo del siglo XIX (19, 180-185). A partir de tales intuiciones, revela la importancia de los estudios de caso con acentuadas variaciones en los procesos de colonización operados en el tiempo y el espacio, los que a su vez se reflejan en la manera y el momento de inserción de los actores en las diversas regiones, tal como aparece en las publicaciones de Odecofi, las cuales establecen contrastes entre las macrorregiones del suroccidente y el oriente del país y las subregiones del oriente y el Urabá antioqueños, el Bajo Putumayo y el departamento de Córdoba (19-23, 77-81) realizados por profesionales con muy buen nivel de análisis y rigor expositivo.

Tales procesos exigen un análisis de las relaciones que se presentan entre las regiones centrales y las regiones y territorios periféricos para distinguir los casos donde ''el Centro no controla'' la periferia (Centeno, 2002: 64-67), ''a diferencia de las naciones cuyas capitales logran un aceptable dominio del territorio'' (González, 2014: 22). De allí que Fernán González considere que es conveniente ''explorar los condicionamientos estructurales (esa larga duración fundante de Fernand Braudel en la Escuela Francesa de los Annales, que atraviesa subrepticiamente este libro, en mi concepto) y coyunturales (mediana duración) que hacen o no posible la configuración de los Estados con su respectivo monopolio de la coerción legítima y de la justicia'' (22).

El autor recurre a planteamientos de obras y autores de trayectorias reconocibles en diferentes campos de las Ciencias Sociales y Humanas pero tomando distancia de partes de ellas, para comprender modelos interpretativos de la formación del Estado en Europa, ''lo que no significa que los procesos analizados sean replicables, sin más ni más, en todas las sociedades'' (83). Tales obras y autores son diseccionados en sus líneas de fuerza con el objeto de lograr de ellos comprensiones de sus procesos de formación estatal y posibles contrastes con sus correspondientes en Iberoamérica, pasando por el análisis cuidadoso y contextualizado de los planteamientos de Ernest Gellner (sobre la existencia previa de un conjunto de condicionamientos sociales de la vida política para la imposición del monopolio estatal de la coerción), Akhil Gupta (sobre los aprovechamientos por parte del Estado en la India, de relaciones de dominación previamente existentes en regiones y localidades), Norbert Elías (sobre la integración de territorios y estratos sociales), Michael Mann (sobre las fuentes del poder de los Estados nacionales), Clifford Geertz (sobre la heterogeneidad y el conflicto en los procesos de construcción del Estado a partir de la emergencia de nuevos Estados en Asia y África después de la descolonización), Charles Tilly (centrado en los efectos políticos de las guerras entre naciones), Barrington Moore Jr. (sobre las correspondencias entre cierto grado de economía comercial y el surgimiento de regímenes democráticos), Theda Skocpol (sobre la importancia de las burocracias centrales), Timothy Abrams (sobre la construcción simbólica del Estado), Pierre Bourdieu (sobre la construcción de la concentración del poder simbólico y el papel de los juristas y el derecho en la construcción de algunas naciones de Occidente), entre otros (29, 30, 83-114, 126-139). Todo ello, para entender qué diferencias y similitudes presentan los casos de América Latina y, más específicamente, el caso colombiano, con procesos de otras partes del mundo (84). A partir de tales reflexiones, es notorio su interés por ocuparse de las tensiones entre el Estado central y los poderes locales y regionales en varias vías: por las relaciones entre el Estado central y esos poderes previamente existentes en regiones y localidades, insistiendo en que ''la centralización estatal no destruye esos poderes sino que los articula en torno a ella'' (25), por las formas de resistencia exitosa de regiones y localidades ante los intentos supuestamente modernizantes del Estado central, por la ''constitución cultural del Estado'', esa esfera de las representaciones sociales y, sobre todo, ''la manera como sus instituciones se encarnan en la vida cotidiana de la gente'', pues ''la población aprende sobre la existencia del Estado a partir de las prácticas cotidianas'' (25).

Los enfoques anteriores son de utilidad para comprender mejor los fenómenos del ''clientelismo, la presencia de caudillos militares en algunos países y su ausencia en otros, el sentido de las guerras civiles que caracterizaron la historia de Iberoamérica e incluso la presencia o ausencia de populismos de la primera mitad del siglo XX y de los neopopulismos más recientes'' (25-26). De allí son deducibles las limitaciones de los Estados Iberoamericanos que se involucraron ocasionalmente en guerras limitadas, pero que no produjeron efectos positivos de fortalecimiento estatal y de neutralización del poder militar, lo que sí lograron sus pares en los países europeos (26).

Así, Fernán González, para demostrar sus tesis, combina los estudios regionales de caso, la concepción del desarrollo político nacional, las reflexiones teóricas en el orden universal para ubicar espacialmente los procesos de violencia, anteriores y actuales; el desarrollo económico desigual de las regiones y los procesos de construcción del Estado nacional. Para el análisis de esas interacciones, el estudio de los partidos políticos que toman cuerpo a través de las guerras civiles, luchas electorales, programas ideológicos y mecanismos de corte clientelar, es decisivo. También ve necesario un acercamiento multidisciplinar al problema de la construcción del Estado, que permita analizar el proceso desde arriba y desde abajo, cómo se articulan las instituciones centrales y negocian con los poderes previamente existentes en localidades y regiones (26).

Este estudio se centra pues en la interacción de los niveles nacional, regional, subregional y local de la vida política, cuyos amplios campos, tienen efectos diferenciados de acuerdo a las condiciones particulares de regiones y localidades (27). Requiere a su vez un acercamiento interdisciplinar asociado a las interacciones entre centro y periferia, a la combinación entre la observación de las contradicciones estructurales de larga duración y las percepciones y valoraciones subjetivas de esas contradicciones, con el objeto de construir un modelo histórico y relacional destinado al estudio de la violencia política en relación con el proceso de construcción del Estado en Colombia (27).

Una explicación interactiva y multiescalar de los fenómenos violentos actuales y anteriores se podría buscar en una interrelación entre factores estructurales y factores subjetivos. En cuanto a los estructurales, Fernán González los recoge en tres puntos: 1. La configuración social de las regiones, su poblamiento y cohesión interna, ligados a un problema agrario nunca resuelto; 2. La integración territorial y política de las regiones y sus pobladores mediante el sistema político bipartidista; 3. Las tensiones y contradicciones sociales que se derivan de los dos procesos anteriores, frente a la incapacidad del régimen para tratarlas adecuada y pacíficamente (27). Por su parte, los factores subjetivos serían las interpretaciones que individuos y grupos sociales hacen de tales tensiones, su valoración de las mismas asociadas a hábitos de pensamiento, preconcepciones y marcos ideológicos que arrojan opciones y decisiones voluntarias frente a la situación diagnosticada (27). Así, la violencia sería ''un resultado no planeado previamente de manera voluntaria sino algo impremeditado y resultante de la combinación de las contradicciones estructurales de larga duración y del ámbito nacional, con tensiones sociales, económicas y políticas de orden regional y local en el mediano y el corto plazos, interrelacionadas con interpretaciones complotistas y maniqueas de la sociedad, tanto de los sectores de izquierda como de derecha, en un contexto mundial y continental marcado inicialmente por la Guerra Fría y luego por la lucha mundial contra el terrorismo y el narcotráfico, todo lo cual conduce a las opciones voluntarias de algunos actores o grupos sociales por la solución violenta de esas contradicciones y tensiones'' (27-28).

La interacción entre factores estructurales y subjetivos ha llevado a las investigaciones fundantes de este estudio a interrogarse sobre las categorías que sirven de punto de partida para el acercamiento a la vida política desde la perspectiva tanto de los analistas como de la opinión pública, centrándose en sus ''hábitos de pensamiento'' y en la manera como las poblaciones interpretan y adaptan las reformas estatales a sus particulares contextos regionales y locales. Ello permite un análisis histórico y la superación de concepciones apocalípticas y catastróficas que buscan aplicar a Colombia las caracterizaciones de un Estado fallido, a punto de colapsar, capturado o cooptado por organizaciones armadas y mafiosas (28).

Los análisis de Fernán González y de sus grupos de apoyo, exponen su modo de proceder multiescalar e interactivo, enmarcando los conflictos y desarrollos regionales en el contexto más amplio del desarrollo político de Colombia, combinando los procesos del nivel central y nacional con los desarrollos de los niveles local y regional, considerando los procesos de proyección desde el centro hacia las regiones y localidades como los de las regiones y localidades hacia el centro (28). La dimensión espacial de los fenómenos de violencia pública y de los procesos de construcción estatal, es clave, eso sí, siempre y cuando las diversas trayectorias temporales se encuentren en relación con sus desarrollos. Con ello, Fernán González puede pasar por ser un buen alumno del geógrafo francés Vidal de la Blache o de Lucien Febvre, quien, en su libro La tierra y la evolución humana, centra su atención en la interacción de los hombres con el medio, sin determinismos geográficos ratzelianos. Se trata pues del estudio de fenómenos espacialmente considerados en temporalidades diversas, con una mirada procesual y diferenciada, lo que distancia los enfoques de Fernán González de los enfoques normativos y teleológicos, bastante arraigados en nuestros hábitos de pensamiento sobre la vida política y el Estado (29). Por ello, la primera parte del libro, titulada ''El proceso de formación estatal en Europa e Iberoamérica'' inicia con un capítulo sobre algunos elementos conceptuales para la discusión asociados a unas ''Aproximaciones al estudio del Estado en Colombia'', en el que relaciona conflicto armado, ilegalidad y narcotráfico, llamativamente, los principales motivadores de las reflexiones sobre la configuración del Estado en Colombia (39-81).

O en otros términos, han sido la violencia y la ilegalidad los factores que han provocado numerosas reflexiones conceptuales sobre la manera concreta y puntual cómo funciona el Estado en Colombia. Ante las visiones catastróficas, frustradas, fallidas, ausentistas y cooptadas del Estado y ante los enfoques jurídicos, normativos y aquellos centrados en el juego ambiguo entre tradición y modernidad, Fernán González, considerando estudios clásicos de expertos internacionales y colombianos, después de adentrase en sus respectivos análisis y con sus perspicaces tomas de distancia, adopta las perspectivas de Daniel Pecaut con su concepto de precariedad del Estado, de María Teresa Uribe con sus soberanías en vilo, de Mary Roldán y Paul Oquist con la mirada diferenciada sobre el conflicto armado, y de los equipos de CINEP, acerca de la presencia diferenciada de las instituciones del Estado en el espacio y el tiempo (40, 55-59). En síntesis, este es un capítulo de polémicas decisivas para proponer que en el caso colombiano se trata de un ''Estado en formación'' (59), ''que tiene que ver con el poblamiento del territorio, la organización de la cohesión interna de sus poblaciones y la articulación de ellas al Estado nacional de Colombia. Este contexto puede explicar las luchas internas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX y el proceso de violencia reciente'' (59-60).

El capítulo dos trata de las ''Guerras internacionales y la formación del Estado en el occidente europeo''. En él, Fernán González elabora un metódico análisis de clásicos de diversas disciplinas para el estudio de cuatro procesos interactivos en el modelo de formación estatal (83-120). En cuanto a los procesos interactivos refiere la integración y unificación de territorios en torno a un centro hegemónico, la integración de estratos sociales y elites regionales y locales en un todo más o menos homogéneo, la centralización política, es decir, la subordinación o articulación de elites locales y regionales en torno a un centro, y la construcción simbólica del Estado: el papel del derecho y de los procedimientos burocráticos (84). Sobre las implicaciones de los procesos de formación estatal, éstas están referidas a la relación entre la cuestión agraria y la institucionalidad política democrática (Barrington Moore Jr); los condicionamientos estructurales de la construcción del monopolio estatal de la fuerza y la justicia (Ernest Gellner); las articulaciones, tanto entre regiones y nación como entre grupos sociales (Norbert Elías y Michael Mann), y la configuración de partidos políticos y las transformaciones de la representación política (Elías, Weber y Mann) (102). En este capítulo, Fernán González, fundado en contrastes entre los casos europeos y los latinoamericanos (117-120), sostiene que las guerras entre naciones no siempre desembocan en el fortalecimiento del Estado central que subordina los poderes regionales, ni en la consiguiente democratización política de las naciones. En casos, las guerras ''han conducido más bien al fortalecimiento de formas autoritarias'' o a ''un equilibrio complejo de fuerzas entre los funcionarios del Estado central y los poderes realmente existentes en las regiones y localidades, producto de difíciles negociaciones entre esos ámbitos de poder'' (30). De allí que, ''este equilibrio de poderes, estimado como desastroso para el Estado central y exitoso para los poderes locales y regionales, es resultado de la evolución previa de las regiones, de las relaciones entre las ciudades y el mundo agrario, así como del régimen de propiedad y trabajo imperante en el campo y la ciudad'' (30). Dos aspectos están en el centro de este análisis, la llamada evolución previa (los procesos coloniales) y el equilibrio entre diversos ámbitos de poder, los cuales dificultan la aplicación de modelos como el inglés, el francés y el prusiano en las sociedades hispanoamericanas. Pero además, también las dificultades crecen cuando se concentra la atención en el papel de las guerras internacionales en la configuración de los Estados sin considerar suficientemente el rol de las guerras internas en dicha configuración o institucionalización, pues un análisis detallado de tales guerras podría mostrarlas como intentos, no siempre exitosos, de superación de esas fragmentaciones mediante la articulación de esos poderes y regiones (30).

Para el análisis de los problemas que conllevan los trasplantes de modelos de instituciones estatales engendrados por guerras entre naciones, los países de Iberoamérica y los países descolonizados en el continente africano, Fernán González establece comunicaciones en su tercer capítulo con los estudios de Mann, Boone, Gibson, Gervasoni y otros, quienes ponen en consideración las relaciones de la centralización del poder con los poderes de orden subnacional y la combinación que Stathys Kalyvas, establece entre escisiones maestras y micromotivaciones regionales y locales (31). Allí son presentados los intentos de Miguel Ángel Centeno, en su libro Blood and debt: war and the nation-state in Latin America (2002), de aplicar a Iberoamérica el esquema de Charles Tilly, quien sostiene que las guerras entre naciones crean Estados y Ejércitos fuertes (124-146).

También demuestra las distancias y diferencias existentes entre los modelos inglés, prusiano y francés con los de Iberoamérica (125- 127), en dos sentidos, en las peculiares características de sus formaciones nacionales y en sus diferencias con respecto a las experiencias del mundo español y la manera como éste puede iluminar los casos hispanoamericanos. En estos últimos, las formaciones estatales han dado gran autonomía a los caudillos militares y a los grandes terratenientes, de una parte, pero, de otra parte, es imposible generalizar el modelo de Tilly cuando los caminos de formación estatal han sido tan distintos y cuando, como han expuesto Tulio Halperin Donghi (1995), Frank Safford y Eveline Huber (1995) y Gudmundson para casos latinoamericanos, existen decisivas diferencias con los modelos agrarios de Moore y de construcción estatal asociada al fortalecimiento de ejércitos y Estados de Tilly (115-117).

El capítulo tres está dedicado a las ''Guerras limitadas y la formación del Estado en Iberoamérica'', señalando diferencias entre Europa e Iberoamérica, basadas en tensiones regionales, condicionadas por la geografía y que condujeron a divisiones internas en las nuevas naciones, entre elites de las capitales y nacientes regiones, entre elites regionales y notables rurales, de tal manera que ''ese proceso continuo de negociaciones es indisociable de la construcción del Estado en América Latina'' (123). Otra disparidad entre los procesos europeos y los latinoamericanos tiene que ver con ''la competencia bélica y los problemas internos europeos que provocaron que fuera mayor el número de Estados que desaparecieron que el de los que sobrevivieron; en cambio, en el Tercer Mundo el sistema internacional de Estados mantiene a los Estados débiles o a punto de colapsar'' (123). Una tercera diferencia, mientras ''en Europa el Estado es producto de un triunfo político de unos actores sobre otros [...] en el Tercer Mundo'', se trata de un actor político que no logra derrotar otras formas de poder social regional y otras redes segmentadas de poder y se ve obligado a coexistir o competir con ellas por el control de la regulación política como un actor más, con más o menos poder y recursos (123). Y, una cuarta diferencia muestra ''unos límites territoriales en los países de América Latina que la institucionalidad no alcanza a cubrir, pues los llamados ''territorios vacíos'' mostraban que había más territorio que organización política'' (124).

La segunda parte del libro está referida al ''Conflictivo proceso de formación estatal en Colombia'' con sus idas y venidas, reveses y contradicciones, descartando de entrada una linealidad o tendencia evolutiva en dicho proceso, pero dejando claro que los corredores de las violencias siguen cierta lógica desde el período colonial, pasando por los viejos y nuevos recintos republicanos de guerras regulares y guerras de guerrillas en el siglo XIX y extendiéndose hacia los nuevos focos de colonización y apertura de nuevas fronteras en el siglo XX hasta el presente (313). Dicho proceso de formación estatal en sus momentos más decisivos son tratados por Fernán González en siete períodos, fundados en una muy calificada bibliografía relativa a los procesos de formación estatal y nacional, y en los estudios de caso de los grupos de investigación asociados en esta empresa académica. Esos períodos apenas los enunciaré, con el objeto de incitar a la lectura de este sugerente y novedoso libro:

1. Los antecedentes del poblamiento colonial, donde se contrasta la red inicial de ciudades y sus entornos rurales –sujetas al control de las autoridades coloniales-, y la población marginal, ''sin Dios, ni ley'', no susceptible de ser congregada a ''toque de campana'', asociada a las zonas periféricas (171-174), tal como han demostrado los estudios de Anthony McFarlane sobre desórdenes civiles en el siglo XVIII y los trabajos comentados por Fernán González en su libro Poderes enfrentados: de Julián Vargas Lesmes sobre Bogotá; de la antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda, Familia y cultura en Colombia; de la Visita de Francisco Moreno y Escandón entre 1775 y 1776; de Basilio Vicente Oviedo sobre el estado del Nuevo Reino de Granada en 1781, y del Diario de viaje del franciscano Josep Palacios de la Vega entre 1787 y 1788 entre los indios y negros de la provincia de Cartagena en el Nuevo Reino de Granada (Poderes enfrentados. Iglesia y Estado en Colombia, 1987, 113-117).

2. La proyección de esa situación colonial en las luchas de poder libradas entre regiones y localidades en la primera república (175- 179). En mi concepto, aquí debe valorarse el decisivo poder local que se expresó con fuerza en la llamada Patria Boba, que dicho de manera precisa se trató de un exceso de patrias vivas, cuyas afirmaciones de poder y significativa fragmentación política facilitaron la reconquista española entre 1816 y 1819.

3. La importante articulación política, tanto de esas redes de ciudades y entornos rurales como de las poblaciones marginales, cumplida a lo largo del siglo XIX y los comienzos del siglo XX, y fundada en gran medida en el papel de los partidos tradicionales y de las guerras civiles como claves en la construcción nacional con sus respectivas limitaciones evidenciadas en la Guerra de los Mil Días (186-211). Señalo, además de importante, la relativa articulación política, dada la existencia de grandes extensiones de tierras de los llamados ''territorios nacionales'' considerados por las elites como ''territorios vacíos'', que si bien contaban con una baja población indígena si se la compara con el mundo andino central, no obstante era significativa, aunque debe decirse que las comunidades religiosas dedicadas a la evangelización, e individuos y Compañías dedicados a la extracción de productos exportables, hicieron presencia en ellos y, aún, esas mismas comunidades tuvieron sus formas de vida con sus propios mecanismos autóctonos de control social y de organización política, que habría que auscultar, siguiendo las pistas de los estudios de Mary Roldán.

4. ''La hegemonía conservadora y la movilización social en los albores del siglo XX (1905-1930)'', es el título del quinto capítulo, mientras el sexto se refiere a ''Modernización y violencia'' entre los años 1930 y 1957. Los problemas que plantean se encuentran referidos a las vicisitudes de la hegemonía conservadora y algunos avances en la integración física del territorio, pero al tiempo, a los conflictos agrarios de los años veinte y treinta asociados el dominio bipartidista –con altas tensiones en las zonas de colonización rural, episodios violentos concentrados en algunas regiones y agitaciones lideradas por el Partido Socialista Revolucionario, los cuales no se generalizaron al conjunto del país por la explosión de la guerra con el Perú–, y la reacción de los partidos tradicionales y la Iglesia ante los crecientes movimientos sociales y protestas populares con la correspondiente caída del régimen conservador (219-247). Los fenómenos de violencia, identidades partidistas y dominios territoriales, continuaron asociados en la transición política de los partidos tradicionales, que se produce en los años treinta, que se agudizan en regiones como Boyacá, Santander y Caldas, y que son más explícitos en las colonizaciones campesinas y los conflictos rurales, lo que abrirá el campo a las reformas de la República liberal de los años treinta y cuarenta y a la Violencia de los cuarenta y cincuenta con sus impactos nacionales y regionales (249-316). En esta última, los episodios violentos despertaron una crisis general de la vida política, al coincidir con un ambiente muy polarizado en torno a los intentos de modernización de la República liberal –sobre todo con respecto a la tierra, a la educación y al papel de la Iglesia en la sociedad– y al surgimiento de una movilización populista (33). Esa crisis del sistema político explica la solución consensuada ''que los partidos encuentran en la violencia de mediados del siglo XX'', pero al tiempo, las limitaciones de dicha solución tanto para enfrentar rezagos de la violencia como para responder adecuadamente a los cambios sociales de los años 60, lo que desemboca en un nuevo escenario violento cuya naturaleza está centrada en la contraposición de los dos partidos tradicionales (33).

Los dos últimos períodos expuestos por Fernán González pueden recogerse en sus capítulos dedicados a la violencia más reciente, ''Una nueva insurgencia'', y a los intentos de solución negociada del conflicto armado, ''Entre la guerra y la paz: de Betancur a Santos''.

5. El penúltimo capítulo, titulado ''Una nueva insurgencia'' revela las dificultades para integrar la periferia a partir de los intentos reformistas del Frente Nacional, la aplicación de los modelos cepalinos y el fracaso del reformismo agrario, la resistencia de los poderes regionales y locales a las reformas y el surgimiento de un nuevo tipo de guerrillas. Este momento fundacional de nuevos grupos insurgentes fue el producto de la combinación de factores estructurales y subjetivos; los primeros se fundaron en las tensiones del mundo rural provenientes de la colonización permanente de las zonas periféricas y en las dificultades de sus pobladores para articularse al conjunto de la vida nacional en lo político y lo económico –factores que primaron sobre una insuficiente explicación que acude a la exclusión política y a las tensiones del mundo rural como razones para decidirse por una opción violenta– y los factores subjetivos, se concentraron en la interpretación complotista de tales tensiones, la opción voluntaria por la solución violenta de las mismas, y su valoración e interpretación en los contextos mundiales de la Guerra Fría y de la Revolución Cubana. El surgimiento de las guerrillas se produce en este contexto, inspiradas en las diversas versiones del marxismo leninismo, en zonas de colonización periférica de la frontera agraria abierta o a punto de cerrarse (34). En esta interpretación se le da mucha importancia al monopolio del Estado por parte del sistema bipartidista que dificultaba que las instituciones respondieran adecuadamente a las necesidades de organizaciones sociales y políticas construidas al margen de los partidos tradicionales, organizaciones que reflejaban las tensiones sociales de las zonas de colonización periférica provocadas por la no solución del problema agrario (34).

El capítulo final, titulado ''Entre la guerra y la paz'' (sexto y séptimo períodos) muestra los intentos de solución negociada del conflicto, los planes de rehabilitación, la apertura económica y la reforma constitucional de 1991 (379-418), y luego, el paso del fracaso del Caguán a la Seguridad Democrática y al nuevo proceso de paz del presidente Santos (170-171, 429-511). De una parte, Fernán González analiza ''la oscilación entre los ciclos expansivos de la violencia y los diversos intentos de solución negociada de la guerra, con resultados diversos'' pero siempre dentro de las atmósferas de época, teniendo en cuenta los ritmos internacionales, nacionales, regionales, subregionales y locales en el proceso de formación del Estado. Un nuevo ciclo de violencia tiene sus inicios en los años 80, cuando las guerrillas (FARC, ELN, EPL) salen de sus ubicaciones periféricas para proyectarse hacia zonas más integradas política y económicamente al conjunto de la vida nacional (34), aspecto asociado a factores estructurales y subjetivos: las limitaciones del reformismo del régimen bipartidista, sobre todo en el campo y su incapacidad para responder a las tensiones sociales jalonadas por organizaciones al margen del bipartidismo, lo que fue interpretado por las extremas como una situación prerrevolucionaria, con altos índices de violencia y respuestas a las guerrillas y a las izquierdas (la Unión Patriótica tuvo sus auges electorales, sobre todo, en zonas con predominio de guerrillas) desde la organización de grupos paramilitares de derecha, basados, como sus contrapartes, en la alianza de poderes locales y regionales de los nuevos territorios en disputa, áreas de mayor productividad y desarrollo infraestructural con clientelas ya constituidas, grupos emergentes vinculados al narcotráfico y sectores de las fuerzas estatales de seguridad (34-35).

La determinación de las Farc de expandirse territorialmente coincide con la decisión del presidente Betancur de abrir un proceso de negociación con las guerrillas, lo que encontró resistencias en el Establecimiento, en especial en los poderes regionales y locales, los cuales reaccionaron ante los avances políticos de la Izquierda (UP) y las amenazas y medidas duras de las Farc en sus regiones ante la presión del paramilitarismo, aliado al narcotráfico y a fuerzas militares y de seguridad del Estado. El resultado fue el exterminio de la Unión Patriótica, lo que se vio favorecido por la ambigua combinación de todas las formas de lucha adoptadas por las Farc y el Partido Comunista (35). La coyuntura descrita abre un nuevo escenario de oscilaciones entre negociaciones de paz y el ascenso de las violencias, que culmina con el actual proceso de paz entre el gobierno de Santos y las Farc en la Habana. De una parte, habían fracasado, en gran medida, las negociaciones de los presidentes Betancur y Barco; de otra, se había buscado la relegitimación del sistema político y el ataque a Casa Verde por el gobierno de César Gaviria, lo que desembocó en una nueva expansión guerrillera. Por su parte el gobierno de Samper envuelto en el proceso 8.000 se mantuvo en expresas ambigüedades y, el nuevo intento de paz del Caguán con el que logró la presidencia el gobierno de Andrés Pastrana, fracasó, lo que endureció a la opinión pública, a los militares y al establecimiento, produciéndose el triunfo electoral de Uribe Vélez en dos períodos presidenciales, el impulso a la Doctrina de la Seguridad Democrática, el reforzamiento del Ejército y la construcción de una opinión adversa a las Farc y a los demás grupos guerrilleros –a tal punto que su gobierno se negó a reconocer la existencia de un conflicto armado en el país; de tal manera que las confrontaciones del Estado con esos grupos quedaron reducidas a ataques narcoterroristas suyos contra una sociedad plenamente democrática y un Estado totalmente legítimo–, con lo que la guerra estuvo a su favor, secundada por una alta financiación de las fuerzas del Estado mientras aquellos obtuvieron un balance negativo por la pérdida de territorios, los golpes militares del Estado, su aislamiento internacional y el rechazo de numerosos sectores de la opinión pública, aunque la capacidad de reacomodamiento de la guerrilla ha sido proverbial asociada a la colonización cocalera y el control de muchas franjas fronterizas. El cierre de este capítulo versa sobre las señales de optimismo con algunas reflexiones acerca del gobierno de Juan Manuel Santos del 2010 al 2014, las dificultades y posibilidades del proceso de paz, los mitos y realidades de los acuerdos de la Habana, la concepción de las Farc sobre las negociaciones una vez reconocida la existencia de un conflicto armado por el gobierno de Santos, ''lo que le quita al Estado la legitimidad necesaria para ser juez'' con lo que no se trata de que la insurgencia esté dando pasos hacia la capitulación ya que en Colombia no ha habido derrota de la contraparte, ni se vislumbra, en concepto de las Farc (505) y, finalmente, los problemas de la inserción política de la insurgencia (507-510). En este contexto, se requiere un proceso de reeducación política de los miembros de las Farc y de la sociedad colombiana que pase de la política como confrontación amigo-enemigo a la política como diálogo y discusión despolarizante de los conflictos y de las partes confrontadas en sus campos estructurales y subjetivos (510-511).

Para una explicación de los procesos de formación del Estado en Colombia se impone una mirada de larga duración, tal como es desarrollada en este libro. Pero al tiempo, esa larga duración transita por momentos coyunturales y acontecimientos que permiten obtener una visión de conjunto, siempre dinámica y modificable. Al tiempo, dicha comprensión pasa por la combinación de factores estructurales y subjetivos. Es allí donde percibo las continuidades y los cambios propios de una sociedad en movimiento y de un Estado en construcción, con una presencia diferenciada de las instituciones del Estado en el espacio y el tiempo, en el que la violencia interna ha cumplido un papel central.

Algunos puntos que me atrevo a señalar surgidos de la lectura, aún inicial del texto, tienen que ver con: 1. la necesidad de poner un mayor énfasis en el papel de la Iglesia católica y de otras Iglesias en sus análisis de la formación del Estado, en especial, en zonas de frontera y de nuevas colonizaciones; 2. Aunque son analizadas algunas regiones llamadas ''periféricas'', será necesario en un futuro cercano ampliar las regiones de estudio, sobre todo, de aquellas que han estado menos integradas e menos incluidas al proceso de formación estatal y nacional, me refiero a zonas que están siendo estudiadas recientemente en tesis doctorales como el Vaupés, las Llanos de San Martín y el territorio Guajiro, asociadas a comunidades religiosas y desiguales presencias del Estado en ellas; 3. En consonancia con lo anterior, los estudios locales y regionales, con una mirada amplia, nacional y universal, se imponen para obtener visiones más contrastadas del país y peculiaridades de territorios aún por conocer, pensando en posibles alternativas de comprensión en el terreno, para el posconflicto; 4. El libro pone énfasis en factores estructurales y subjetivos para la comprensión de los distintos procesos de formación estatal, sin embargo, tenemos más estudios sobre los factores estructurales que sobre aquellos que se refieren a los factores subjetivos y a las formas de representación de los fenómenos sociales, políticos y culturales, con lo cual será necesario ocuparse de las formas más cotidianas de comprensión de los propios actores en sus localidades y regiones.

Considero que este libro merece numerosos análisis por su riqueza para la comprensión y transformación de nuestra sociedad, tal como realmente lo pretenden su autor y sus equipos de investigación. Me atrevería a señalar que buena parte de lo que necesita la Comisión nombrada en La Habana para estudiar las causas de la violencia en Colombia, lo encontrará en este libro, lleno de respuestas válidas que permitirán acortar el tiempo de las negociaciones