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Co-herencia

Print version ISSN 1794-5887

Co-herencia vol.12 no.22 Medellín Jan./June 2015

 

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

 

Contra la alegoría: Hegemonía y disidencia en la literatura latinoamericana del siglo XIX, de Gustavo Faverón Patriau*

 

 

Pablo Pérez Wilson

The City University of New York Baruch College pablo.wilson@baruch.cuny.edu

 

Desde su inicio, Contra la alegoría: Hegemonía y disidencia en la literatura latinoamericana del siglo XIX (2011) hace una crítica del abuso de la alegoría en el estudio de las narrativas del siglo diecinueve latinoamericano. Dicha crítica no busca el abandono de la noción de alegoría sino su problematización y, hasta un cierto punto, su profundización, ya que parte de ella para proponer una terminología y procedimiento de lectura propios. El estudio centra su atención en cómo algunas de las narrativas fundacionales del siglo diecinueve latinoamericano –usualmente entendidas como alegorías de lo nacional– pueden ser releídas como parte de un movimiento que fisura desde dentro la pretendida totalización del gesto alegórico. En el agrietamiento de esas alegorías de lo nacional emerge un discurso que configura lo que Contra la alegoría denomina 'contragoría'. La contragoría decimonónica emerge como forma allí donde se activa una disidencia o violencia entre líneas que, aunque intermitente, hace posible el reconocimiento y el sucesivo ocultamiento de la contragoría. La provocación contenida en el estudio invita a revisitar el conjunto de presuposiciones que han mantenido la vigencia de la lectura alegórica.

El primer capítulo muestra cómo la pervivencia de la forma alegórica se filtró desde el período colonial al postcolonial. Las páginas más sugerentes del libro provienen del capítulo donde se desmonta con envidiable agudeza el constructo y genealogía de la alegoría nacional en el ya clásico Foundational Fictions: The National Romances of Latin America. Para Faverón Patriau el texto de Doris Sommer cae en una involuntaria (aunque monumentalizada) estabilización de los romances nacionales al postular el objetivo de unidad del cuerpo político como una alegoría totalizadora del liberalismo decimonónico. El estudio de Sommer, en último término, renuncia a la historización de sus propias categorías al remplazar esa indagación con las teorías del nacionalismo y del cuerpo en Benedict Anderson y Michel Foucault, respectivamente. Contra la alegoría basa su argumento justamente en una crítica que interroga por el sitio de fractura de la alegoría y no por su éxito. Esto tiene como consecuencia la generación de nuevos valores semánticos que confluyen en la construcción de la contragoría. Con ese objetivo el estudio provee una lectura de El primer nueva corónica y buen gobierno (1615-1616) de Guamán Poma de Ayala en tanto persistencia de la infiltración disidente en las alegorías del imperio español.

Los capítulos dos a cinco analizan en cuatro narrativas del siglo diecinueve latinoamericano la extensión, permanencia y reelaboración de la forma contragórica del periodo postcolonial. Las Memorias de Juan Bautista Túpac Amaru exponen la continuidad de la esclavitud indígena tras la independencia; Sab de Gertrudis Gómez de Avelleneda explora la subsistencia de elementos indígenas en la cultura y tradición cubanas; María de Jorge Isaacs trabaja el tema del desplazamiento y el judaísmo como un sistema de superposiciones de relatos; La peregrinación de Juan Bautista Alberdi opera como una verdadera contragoría de la contragoría al establecer una deliberada –y no velada o tácita– estrategia formal para la filtración de un discurso propio en el establecimiento de la ley nacional. Común a todos los casos estudiados es la idea de desplazamiento y exilio, este elemento activo y en movimiento se opone abiertamente a la homogeneización uniformadora de la alegoría. Del mismo modo, cada una de las contragorías se arma como resultado de la activación de una disidencia. Salvo en el caso de La peregrinación, la disidencia emerge producto de una lectura activa que la busca y visibiliza.

Contra la alegoría, por tanto, es un estudio que hurga en los bordes del texto a la caza de un tesoro o la revelación de un secreto.

El capítulo sexto revisa la idea de ciudad letrada acuñada por Ángel Rama. En esa línea se adhiere a las críticas de Julio Ramos, Martín Lienhard y Carlos Alonso haciendo énfasis en la captura alegórica de la ciudad letrada y en la figura del letrado como alegorista. Leyendo Contra la alegoría desde sus últimas páginas se advierte que la habilidad en el despliegue de la alegoría y la atrevida propuesta

de la contragoría como categoría analítica se ven, en cierta medida, desbalanceadas ante el uso restrictivo de la noción de hegemonía. El desequilibrio proviene de la forma en que es utilizada la noción de hegemonía, en un recorrido que va del uso cuasi sinónimo con 'homogeneización' y 'totalización' hasta su proposición como alternativa y reemplazo de la concepción de ciudad letrada. De esta manera, Contra la alegoría adelanta una línea argumental que asume una consideración de la hegemonía en la cual la disidencia se traduce en una versión frágil del antagonismo, optando por mantenerse en una órbita crítica que desaloja las consecuencias de una lectura fuerte de la negatividad del antagonismo. Prueba de ello es la oscilación entre las intermitencias en la activación de la disidencia en el texto y la presentación manifiesta del "acaso subalterno" anunciado en las primeras páginas.

Consciente de la inestabilidad de la contragoría el estudio apuesta por la adopción de la tesis sobre las ideas fuera de lugar argüida por Roberto Schwarz. El objetivo de esta introducción es describir la transición del período colonial al postcolonial como un movimiento en el que los zigzagueos del discurso público, principalmente el liberal, informan un vaciamiento semántico que dificulta la adecuada descripción de los escenarios históricos y presentes. El discurso del mestizaje vendría a reforzar la homogeneización del otro que más tarde el liberalismo vendría a asumir. La acertada sugerencia contenida en esta reconstrucción es que la importación del liberalismo, colado desde fuera para llenar un vacío semántico, opera como una fuerza arbitraria en su propia resemantización. Siguiendo esa idea la disidencia apunta a las grietas propias de la pragmatización del discurso liberal. De esta forma el estudio es capaz de evadir parcialmente la concepción errada de que la introducción del liberalismo sería meramente una "desviación" de un "modelo". Tal vez de manera inadvertida, este punto coincide con la dirección en que la nueva historia intelectual ha venido revaluando el legado de las élites letradas del siglo diecinueve. No obstante, la diferencia es también significativa: Contra la alegoría quiere escuchar la voz del subalterno en los textos que analiza.

Contra la alegoría establece pistas relevantes para el estudio de las narrativas del siglo diecinueve latinoamericano agregando una significativa corrección y sofisticación en el tratamiento de la alegoría. Junto con Nightmares of the Lettered City: Banditry and Literature in Latin America, 1816-1929 de Juan Pablo Dabove y The Optic of the State: Visuality and Power in Argentina and Brazil de Jens Andermann (publicados ambos por la editorial de la Universidad de Pittsburgh en 2007), se alza como una importante referencia para todos los interesados en este período.

 


* Hildesheim, Zürich, New York: Georg Olms Verlag, 2011, 198 pp.