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Co-herencia

Print version ISSN 1794-5887

Co-herencia vol.16 no.31 Medellín July/Dec. 2019

https://doi.org/10.17230/co-herencia.16.31.14 

Reseñas artísticas

Memorias de un álbum de láminas

Claudia Ivonne Giraldo G.1 

1 Graduada en Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia Bolivariana, especialista en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Medellín. Codirectora de la revista Odradek, el cuento y cofundadora y directora de la Colección Madremonte, de Hombre Nuevo Editores. En la actualidad se desempeña como Jefe de la Editorial de la Universidad EAFIT y es coeditora de la revista P&P+arte, junto a Elkin Restrepo, dedicada a la Poesía, la prosa y el arte. Colombia. cgiral74@eafit.edu.co


En 2011 el señor Mario Posada Ochoa donó a la Universidad EAFIT una extensa y poco conocida colección de arte; acaso unos cuantos amigos habrían visto de cerca las 480 obras que recibió la Universidad, de artistas como Segundo Angelvis, Inés Acevedo Bernal, Sergio Trujillo Magnenat, Luis A. Rengifo y Ramón Vásquez, entre otros. Algunas de ellas carecían de la firma del autor o de un dato que comprobara la autoría, y estaban deterioradas, más que por el tiempo, por el improvisado bodegaje: don Mario las había guardado durante cuarenta años en su hermosa casa de Maracaibo, en el centro de la ciudad. En Extensión Cultural de EAFIT han procurado, desde entonces, conservar este legado.

En 2018, y tras el fallecimiento de don Mario, por iniciativa del rector Juan Luis Mejía Arango, y con el apoyo de Extensión Cultural y de la Sala Patrimonial de la Biblioteca, nos dimos a la tarea en la Editorial de rendir un homenaje a quien fuera uno de los ciudadanos más interesantes, lúcidos y empecinados de Medellín. Por eso, el rescate de una parte de su trabajo -una que guardábamos en la memoria- fue el mejor tributo que pudimos ofrecerle: un pequeño álbum, que sin repetir al original, conservara en algo la esencia y contara, a las nuevas generaciones, parte de la gesta de la Independencia desde sus antecedentes históricos hasta la Batalla de Boyacá, con la que se consolida la Campaña Libertadora en la entonces Nueva Granada.

Mario Posada tuvo muchas ocupaciones y pasiones pero, de todas, su empresa Movifoto fue, por mucho tiempo, un referente de la fotografía profesional en Medellín. Cuenta su hijo, el maestro Andrés Posada Saldarriaga, de los viajes a los que lo llevaba su padre, junto con sus hermanos, por todo el territorio de Colombia, ya fuera en su camioneta o en un pequeño avión privado que había comprado para ese propósito y desde el que tomó algunas de las más bellas fotografías del paisaje colombiano. Lo guiaba no solo la pasión por la aventura y por este país, sino por la fotografía. Por ese interés y esa pasión fue capaz de llevar a cabo un proyecto editorial de grandes repercusiones para la memoria y el relato de nuestra historia.

Se trató del álbum Conozca a Colombia que salió publicado en 1966. Había entonces un verdadero furor por lo álbumes de láminas, y por los “cromos” que se conseguían en sobres; sobres que era un placer abrir para encontrar la sorpresa de las repetidas y las que no se tenían. Los había de autos, de aviones, de futbolistas, de artistas de Hollywood, en fin. Pero este, de Mario Posada, fue un fenómeno que hoy podría llamarse “viral”, si se me permite. Muchas familias se ocuparon con entusiasmo de “llenar el álbum” Conozca a Colombia, ideado, editado y publicado por don Mario, y apoyado por la infraestructura de Movifoto. Muchos de quienes fuimos niños entonces recordamos la emoción cuando la mamá llegaba con las nuevas “laminitas” para pegarlas con engrudo o goma arábiga en el álbum; los trueques en el colegio, y la alegría cuando alguien conseguía alguna de las “escasas”.

Luego de tan exitoso y lúdico proyecto -gracias al cual tuvimos, como niños, una idea más amplia de nuestro territorio- y ya en el inicio de la década de los setenta, don Mario se embarcó en otro, esta vez compuesto de cuatro álbumes al que llamó Historia pictórica de Colombia. Para ello encargó a reconocidos artistas del momento las imágenes para contar nuestra historia, según la mirada de cada uno, desde los tiempos precolombinos hasta la República. Esa es la colección que hoy guarda Extensión Cultural de la Universidad EAFIT. El proyecto contó con el apoyo del reconocido intelectual Joaquín Pérez Villa quien entonces tenía ganada una merecida reputación como investigador de la historia de Colombia. Nació en Fredonia en 1918, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana en Bogotá; entre sus muchas realizaciones habría que destacar que fue miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y que fundó, en 1945, el Instituto de Literatura y Filología de la Universidad de Antioquia. Los documentos del trabajo de Pérez Villa, para el extenso proyecto editorial, permanecieron también a buen recaudo en casa de don Mario.

Se trataba de un trabajo cuidadoso y extenso: a cada una de las secuencias históricas seleccionadas para los álbumes correspondía una obra de arte. Villa escribió hasta cinco cuartillas para cada una, que las explicaban y ampliaban cabalmente y, además, unos textos breves, de no más de dos párrafos, para que acompañaran las imágenes y que fueran, por decirlo así, un resumen, una breve reseña dirigida al gran público de todas las edades. Internarse en esos archivos marcados con un indescifrable código, dar con la imagen y el texto adecuados, en muchas ocasiones no fue fácil. Pero la tarea tuvo su recompensa: seguir el rastro del trabajo minucioso de otra persona, leer sus “marginalias” escritas a mano y con lápiz, esa labor de “arqueología de papel” que es fascinante y, para la cual, las limitaciones de tiempo son la única amenaza.

Don Mario había hecho también su propia investigación: dedicó muchos años a recorrer los museos del país para buscar las obras de arte, los registros pictóricos que se guardaban sobre nuestra historia nacional; “[…] lo que no estaba retratado, lo mandé a pintar yo”, aclaró alguna vez en una entrevista. De este nuevo empeño, es una pena, don Mario solo editó y comercializó el primer álbum, un re- sumen del gran proyecto inicial del que quedaron, sin embargo, las pinturas encargadas y el archivo escrito a máquina de los textos del doctor Pérez Villa.

La obra completa contó con la revisión de Guillermo Hernández de Alba, expresidente de la Academia Colombiana de Historia; el álbum primero, tiene una presentación de Carlos Lleras Restrepo, entonces Presidente de la República, en la que asegura: “Esa Historia ayudará a entender y a sentir, con la ayuda de la imagen y del color, cuánta grandeza atesora nuestro pasado y las lecciones de virtud y heroísmo que nos ofrece”. El doctor Carlos Arbeláez C., miembro de la Academia Colombiana de Historia, dio el aval final a la publicación, y conceptuó: “En lo venidero los niños de Colombia encontrarán en tan hermoso conjunto histórico e iconográfico una afortunada síntesis de los hechos principales de nuestra historia, cuyo conocimiento mínimo no puede faltar a ningún buen patriota”.

Ese concepto de “buen patriota” que hoy está, por lo menos desdibujado y muy olvidado, era para aquellas generaciones algo incuestionable. Quien “estas líneas escribe” se pregunta si ese proceso de olvido de la historia de nuestro país no tendrá como una de sus consecuencias, que solo hablemos de fervor patrio en un partido de fútbol, en un juego que imita un duelo bélico; que podamos poner en solfa, no solo el oficio de un presidente de la nación, sino a su persona toda, a su dignidad de ser humano, y que la prensa y las redes socia- les no tengan empacho en promulgar y prolongar la burla ruin a las personas que, como pueblo, hemos elegido para que nos representen. Habla todo ello de nuestra estatura espiritual.

Así como de niños necesitamos de una historia familiar que nos filie y nos identifique, de una historia que al fin y al cabo es nuestra más fuerte y valiosa herencia, una nación precisa también de su historia colectiva, que como la personal, la escondida en el álbum de fotos familiar, está compuesta de verdades a medias, de orgullos genuinos, de personajes de leyenda, de tíos pícaros y de ladrones, de amores y de rupturas. Todo ello es la gesta de donde provenimos y que es preciso conocer para interpretarla, para revisarla y poder así comprenderla con espíritu crítico

Descripción de las ilustraciones

Portada

Obra de Sergio Trujillo Magnenat. Batalla de Boyacá, 1819.

En las primeras horas del 7 de agosto de 1819 recibe el ejército libertador en la plaza de Tunja la orden de marcha. El Libertador busca cortar la comunicación de Barreiro con la capital. A las diez de la mañana observa que Barreiro toma el camino de Tunja a Santa Fe y manda a Santander y a Anzoátegui destruirlo donde lo encuentren. Los patriotas alcanzan al enemigo en la Casa de Teja al otro lado del Puente de Boyacá y atacan violentamente. Barreiro hace frente con dos batallones y parte de la caballería; Santander trata de impedir al jefe realista unirse al grueso de su ejército, pero éste burla al patriota y pasa la quebrada; queda Santander atrapado entre dos fuegos; Bolívar manda la Legión Británica en su auxilio. Ordena a Anzoátegui aniquilar el centro y lanza a los llaneros para reforzar el ataque. Los jinetes arrollan la artillería enemiga. Santander pasa la quebrada y pone en fuga la vanguardia realista, mientras Anzoátegui define la batalla. Quedaron en poder del Ejército Libertador 1600 prisioneros, entre ellos Barreiro y su segundo el Coronel Jiménez. Se ha sellado la Independencia de Colombia.

Página 11

Obra de Sergio Trujillo Magnenat. Independencia de Mompós 1810.

Varios incidentes contra las autoridades españolas habíanse presentado en Mompós pero fue exactamente al tener noticia de lo ocurrido en Santafé de Bogotá el 20 de julio de 1810 cuando Mompós, sin poder contener la rebeldía que la rebasaba, publicó el 6 de agosto de 1810 a todos los vientos y sin temor alguno su “Libertad e independencia absoluta del Consejo de Regencia Español”. Acto seguido se procedió a expulsar del Cabildo y de los puestos de representación a los españoles adeptos a la monarquía, nombrando en su lugar hombres suyos, criollos auténticos como ellos. Los Próceres Doctores José María Salazar y José María Gutiérrez de Cavieres, iniciaron en Mompós y quizás en Colombia, la galería de mandatarios nacionales.

Página 77

Obra de Sergio Trujillo Magnenat. Tertulia de El Buen Gusto.

Con el fin de lograr un sano esparcimiento, ilustrativo a la vez, fundó en la capital del Virreinato Doña Manuela Sanz de Santamaría de Manrique, el círculo denominado de El Buen Gusto, al estilo de las reuniones de moda en París. El fin buscado era una sana, pero culta e ilustrativa diversión para que, entre gracejos, adivinanzas, poemas, piezas literarias, lecturas y críticas de obras, los asistentes cultivasen su espíritu y estuviesen al día en los movimientos similares en Europa. Como más asiduos asistentes a esta tertulia figuraron Camilo Torres, José Fernández Madrid, Frutos Joaquín Gutiérrez, Custodio García Rovira, Manuel Rodríguez Torices y José María Salazar. Entre las obras de carácter burlesco producidas en el seno de estas reuniones figura La Tocaimada, obra del presbítero José Ángel Manrique, hijo de Doña Manuela. Esta cultísima dama, cultivadora también de las ciencias naturales, mereció elogios del Barón de Humboldt y de su compañero Bonpland.

Página 151

Obra de Luis Rengifo. El juramento del Monte Sacro.

En compañía de su maestro don Simón Rodríguez llega el Libertador a Roma en el año de 1806 después de haber recorrido gran parte de Europa. Cierto día, los dos Simones acompañados de Don Fernando del Toro se encaminaron hacia la colina del Monte Sacro. Contemplaban las ruinas, impresionados con la antigua grandeza de la Roma de los Césares y con las depravaciones de aquel gran pueblo. Coronaron la cumbre rodeados por esa atmósfera de gloria y por las vislumbres maravillosas del sol poniente. El recuerdo de la patria esclavizada surgió en la mente de los viajeros. Bolívar, con los ojos húmedos, el rostro enrojecido y agitado el corazón, se vuelve a su maestro y jurando por Dios y por la patria, exclama: “¡No daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”. La historia se encargó de confirmar la gloria de tan heroica determinación.

Página 221

Obra de Sergio Trujillo Magnenat. Semanario del Nuevo Reino.

El 3 de enero de 1808 apareció en Santafé de Bogotá el primer número del Semanario del Nuevo Reino de Granada, conquista de primer orden en la historia del periodismo colombiano. Ciento cuatro entregas del Semanario y once de Monografías, son prueba evidente de la tenacidad y espíritu científico de su fundador y animador Don Francisco José de Caldas, gloria de la ciencia y modelo de escritores. Fueron colaboradores del Sabio Caldas en su Semanario del Nuevo Reino, Don Jorge Tadeo Lozano, Don Joaquín Camacho, Don José Fernández Madrid, Don Francisco Antonio Ulloa, Don Miguel de Pombo, Don Frutos Joaquín Gutiérrez y el Padre Eloy Valenzuela. En sentir de Gómez Restrepo, en las páginas del Semanario apareció nuestra prosa científica “adulta y perfecta”. De física, geografía, medicina, estadística y comercio se trata ampliamente en las páginas de esta publicación, que tanto honra a la ciencia colombiana.

Página 321

Obra de Luis Rengifo. Firma del Acta de Independencia.

El puñetazo o reyerta entre el chapetón González Llorente y los criollos produjo el gran incendio con el cual inició nuestra independencia de España. Entre lo más importante que se siguió a estos hechos, está la redacción del Acta de Independencia y la firma de este documento al amanecer del día 21 de julio de 1810, culminación de lo que habían planeado los próceres fundadores de la República. El Acta original desapareció lamentablemente en el incendio ocurrido en el año 1900. Según el Doctor Eduardo Posada el libro en que se escribió el Acta de Independencia había sido empezado el 4 de enero de 1810 y se terminó el 11 de diciembre de 1811.

Página 425

Obra de Luis Rengifo. Batalla del Pantano de Vargas.

El 25 de julio de 1819, Barreiro, habiéndose dado cuenta de los movimientos de los patriotas y para aprovechar las excelencias militares del terreno, colocó a 3000 de sus hombres en el cerro del Picacho desde donde dominaba el Pantano de la quebrada Varguitas y otras comunicaciones con distintas poblaciones, poniendo a las fuerzas patriotas en difícil situación. Frente a las desmirriadas huestes de Bolívar que se movían en la llanura, Barreiro gritó a voz en cuello: “Viva España. ¡Ni Dios me quita la victoria!”. Viendo Bolívar perdidos regimientos y posiciones se dirigió al Coronel Rondón Jefe de la caballería, a quien gritó: “¡Coronel, salve usted la patria!”; Rondón y un puñado de apenas catorce lanceros de los llanos se abalanzaron como centellas, en épica y desatada furia y, mientras todo fue confusión y angustia, los héroes lanceros de Rondón ponían en fuga a los antes invencibles realistas. Una carga final que consolidó la victoria estuvo a cargo de la caballería del Alto Llano, los guías de la guardia y los de Apure.

Solapa

Obra de Luis Rengifo. Sitio de Cartagena, 1815.

La más heroica y sangrienta página de la historia colombiana fue escrita durante el sitio que el Pacificador Morillo puso a Cartagena del 17 de agosto al 6 de diciembre del mismo año. Durante el centenar de días que estuvo sitiada Cartagena, tuvo que soportar cuatro tentativas de asalto, además de asedio permanente. El 6 de diciembre, después de 106 días de espantoso asedio, ocupó Morillo a Cartagena la que había perdido más de la tercera parte de su población y los sobrevivientes eran espectros ambulantes por calles y plazas. Las tropas sacaban cadáveres por carretadas; el olor del sahumerio se mezclaba con el de la cadaverina y nunca ojos humanos habían presenciado tal espectáculo de heroísmo y horror. El mismo Morillo afirmó que su entrada a Cartagena había sido “el día más amargo de su vida”

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