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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

On-line version ISSN 1794-8886

memorias  no.17 Barranquilla Dec. 2012

 

Una literatura en los trópicos. Ensayos de Silviano Santiago.

Mary Luz Estupiñán y Raúl Rodríguez Freire, editores.
Concepción, Editorial Escaparate, 2012. 287 pp.

Entre los críticos culturales más originales de Latinoamérica, tanto en términos intelectuales como políticos, el nombre de Silviano Santiago ya se ha convertido en un referente ineludible, y sin embargo, permanece extrañamente desconocido en el mundo de habla hispana. Desde los años setenta, su producción ensayística se ha preocupado de los problemas que no han dejado de aquejar a los dispositivos culturales, arrojando luz a su tiempo, dilucidando alternativas, entreviendo posibilidades, lo que le ha permitido lograr una contemporaneidad que ya desearían los críticos de su generación o cualquier crítico en verdad. Nacido en Formiga, Minas Gerais, en 1936, Santiago es además narrador y poeta, y ha publicado libros centrales de la literatura brasileña, que le han valido en varias ocasiones los principales galardones literarios de su país. En inglés ya se publicó una antología de sus ensayos, de manera que este libro, editado y traducido por Mary Luz Estupiñán Serrano y Raúl Rodríguez Freire, viene a saldar una deuda que los lectores hispanohablantes habíamos contraído con Brasil, país en el que sí se ha traducido activamente el pensamiento que lo ha rodeado por décadas, generando un diálogo que por lo general no es respondido. Ejemplo de ello es un libro del mismo Santiago, titulado As raízes e o laberinto da América Latina, esfuerzo que pone en diálogo deconstructivo a Octavio Paz (El laberinto de la soledad) y Sergio Buarque de Hollanda (Raízes do Brasil), junto a sus respectivos ensayos identitarios.

Una literatura en los trópicos recoge once ensayos de Santiago, que van desde 1970 ("Eça, autor de Madame Bovary") hasta 2008 ("Interpretando interpretaciones de América Latina"), presentado cerca de cuatro décadas de su trabajo activo; ello le permite a los editores mostrar un recorrido excepcional de la crítica literaria y cultural brasileña, así como el devenir y los intereses del autor. El libro se abre además con una lúcida presentación, titulada "Un ensayista en los trópicos", que entrega algunas claves de lecturas para comprender el lugar que el trabajo de Santiago tiene en Brasil, así como la potencia de su ensayística más allá de su lugar de enunciación. Y cierra con una entrevista que traza con detenimiento los puntos clave de su pensamiento y trayectoria. En cuanto al título, éste recoge el nombre del primer libro de ensayos de Santiago, Uma literatura nos trópicos, un claro eco del magistral relato de viajes de Claude Levi- Strauss, aunque con una alegre ironía que combate la triste nostalgia del antropólogo francés. Aquel primer libro reunió algunos de sus primeros textos, entre los que se encuentran algunos ya clásicos del pensamiento de América Latina, como es el caso de "El entre-lugar del discurso latinoamericano", también presente en esta edición; a partir de la deconstrucción derrideana, aquí se devela la inoperancia de los conceptos dominantes con que se pensaba la creación intelectual no europea: original y copia, centro y periferia. Santiago señala que "la mayor contribución de América Latina a la cultura occidental proviene de la destrucción de los conceptos de unidad y pureza" (22), lo que permite suspender la metafísica inherente al pensamiento identitario tan característico de la intelligentsia criolla. Por otra parte, este texto presenta un concepto hoy por hoy muy conocido: el de "entre-medio" o "in- between", popularizado por Homi Bhabha hacia la mitad de los años ochenta, no obstante, a partir de sus viajes entre Brasil -Francia-Estados Unidos-México, Santiago lo acuñó alrededor de 1970 y poco después (1971) lo presentó en una mesa junto a Michel Foucault y René Girard. "El entre- lugar del discurso latinoamericano" abre con una cita de Montaigne en su ensayos Los caníbales", lo que, a juicio de los editores, le permite a Santiago "establecer de una vez la inscripción no en un género, sino en una manera de comprender el mundo, después de todo, eso es el ensayo y el legado" del padre del ensayo.

Entre los otros ensayos que han adquirido relevancia, se encuentran "A pesar de dependiente, universal" (1980) y "¿Por qué y para qué viaja el europeo?" (1984), textos con los que su autor descentraba el pensamiento eurocéntrico mucho antes de que los estudios postcoloniales comenzaran a dominar la producción académica con Edward Said y Gayatri Spivak a la cabeza Santiago fue uno de los primeros intelectuales que comenzó a releer textos coloniales como la famosa carta de Pero Vaz de Caminha a partir de los trabajos de Jacques Derrida, generando lecturas que develaban "un proceso de réplica y violencia cultural hasta entonces encubierto" (32). Como señalan Estupiñán Serrano y Rodríguez Freire, estos "ensayos son el primer intento, serio y acertado, por trabajar con la deconstrucción en Brasil y también en Latinoamérica, sin someterse a ella, y lo hace de una manera brillante, al entregarnos un conjunto de herramientas que ponen en jaque las ideas metafísicas de la crítica latinoamericana tradicional, y dando además un gran golpe no solo al dominante sistema literario, sino también a la dictadura, a la izquierda autoritaria y al imperialismo estadounidense" (22).

Otros de los ensayos principales son "El homosexual astuto" (2000) y "El cosmopolitismo del pobre" (2002). El primero, en una clara política que podríamos llamar minoritaria, señala los inconvenientes que implica asumir un modelo de subjetividad homosexual como el exigido a los homosexuales norteamericanos desde los años sesenta en adelante, un modelo que necesita de etiquetas y, por tanto, comporta una violencia innecesaria contra sí mismo. A partir de una lectura cuidadosa de obras como O Cortiço (1888), de Aluísio Azevedo, Santiago propone no esa fgura de militancia confrontacional, sino la del malandro: "Trabajando necesariamente con la ambigüedad del comportamiento, del lenguaje, distinguiendo lúdicamente diferencia y conducta y no marginalidad y norma, sin explicitar fonéticamente la propia condición, a través de buttons, slogans, etiquetas, etc., el homosexual malandro también dejaría de explicitar la violencia social contra sí mismo" (210). Y agrega: "Al dejar de explicitar la violencia social contra sí mismo, el homosexual malandro haría más explícito el modo en que la 'norma' fue y está siendo constituida social y políticamente por la violencia heterosexual".

En cuanto al cosmopolitismo, Silviano devela el eurocentrismo inherente a la política multicultural contemporánea en boga, al mostrar su origen racista y exclusivista. Por el contrario, su interés pasa por lo que llama "una nueva y segunda forma de multiculturalismo" que busca "dar cuenta del influjo de migrantes pobres, la mayoría ex-campesinos, en las megalópolis postmodernas, constituyéndose en sus legítimos y clandestinos habitantes" y, por otra parte, "rescatar... grupos étnicos y sociales, económicamente desfavorecidos en el proceso señalado de un multiculturalismo al servicio del estado- nación". Su interés, por tanto, pasa por aquellas y aquellos marginados que, por sobrevivencia, se saltan la modernidad industrial para instalarse de lleno en ciudades como Paris o Berlín, dando lugar a un cosmopolitismo otro, ni intelectual ni nacional. Se trata, en síntesis, del "cuestionamiento de la ineficiencia y de las injusticias cometidas durante siglos por el discurso de la élite intelectual y gubernamental en el plano de la ciudadanía nacional" (232).

Por último, ensayos como "El narrador postmoderno" (1986) y "Literatura y cultura de masa" (1993) encaran las transformaciones del aparato literario, de su producción y distribución en la sociedad post-industrial. El primero describe la sobrevivencia de la palabra escrita, y de cómo ella logra, todavía, transmitir una experiencia, pero no ya la propia, como quería Walter Benjamin, sino ajena, puesto que "El narrador postmoderno sabe que lo 'real' y lo 'auténtico' son construcciones de lenguaje" (162). A partir de algunos recuerdos de infancia, particularmente aquellos que pusieron en contacto al niño Silviano Santiago con la producción cultural masiva estadounidense, el autor comienza a recorrer las transformaciones de la literatura desde los años cuarenta en adelante. Y nos deja una conclusión optimista, a pesar de la desconsideración que la escritura tiene hoy: "La literatura ofrece en la futura lectura de la obra una visión presente del pasado y una visión pasada del presente. Todo texto literario, por más ajeno que sea a los valores del pasado, mueve directa o indirectamente a formas de tradición que son el escenario donde se desenvuelven los acontecimientos presentes que real y virtualmente se representan en el tiempo anacrónico y en el espacio atópico de la escritura" (198). En otras palabras, la literatura ha devenido en una práctica anacrónica, lo que la hace intempestiva y le permite incomodar la pasividad del presente dominado por obras como las de Coelho o Allende. La literatura es, así, una política de la literatura.

Estos son así algunos de los provocativos y estimulantes ensayos que Una literatura en los trópicos presenta en español, algunos, la mayoría, por primera vez. Es de esperar que este libro tenga la acogida que se merece, pero sobre todo que las y los lectores vean aquí un pensamiento radicalmente heterogéneo e iluminador, en una palabra, intempestivo.

Miguel Urrutia Fernández
Universidad de Chile
Santiago de Chile, Septiembre de 2012