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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

versión On-line ISSN 1794-8886

memorias  no.18 Barranquilla sep./dic. 2012

 

Los marqueses de Santa Coa. Una historia económica del Caribe colombiano 1750-1810

Vladimir Daza Villar
Bogotá, Colección Cuadernos coloniales.
Instituto de Antropología e Historia, 2009. 350 pp.

Durante los últimos años, la disciplina de la historia ha sufrido, como el mundo en el que vivimos, cambios continuos y muy rápidos. Los antiguos procesos de llevar a cabo investigaciones largas, reposadas con productos muy cuidados han dado lugar a una producción muy abundante, muy superficial y muy llevada de las manos de las modas y la presión de los indicadores académicos. Podemos poner el ejemplo del bicentenario de las independencias o del año internacional de los afros-descendientes, celebrados en años anteriores. De ambos temas hemos recibido un aluvión de publicaciones, en revistas, libros y capítulos de libros que si hiciéramos un balance han dejado mucho que desear. Es más, me atrevería a decir que de ambos temas se pueden sacar menos de una docena de trabajos que verdaderamente han hecho un aporte valioso a la ciencias históricas y a la sociedad, asunto que me parece especialmente grave en el caso de las pobres reflexiones llevadas a cabo en los 200 años de la independencia, poco o nada se aprovechó para pensar en la República, en sus problemas o en por qué la identidad colombiana es como es. Un balance realmente triste.

En este orden de cosas, la historiografía del Caribe colombiano que se caracterizó en los años 90 del siglo pasado por ser unas de las dinámicas, más abiertas a las influencias exteriores y con un producción variada, también en la última década se circunscribió a esta dinámica nacional de modas y ciclos coyunturales. Si bien se produjo mucho por el lado de la historia política y sobretodo del proceso de formación del Estado nación a lo largo del siglo XIX, hemos asistido también a algunas discusiones ideologizadas y personales que han derivado, en ocasiones, hacia posiciones realmente locales más llenas de inquinas de que de valor historiográfico.

En ese orden de cosas, se han descuidado muchos temas y otros se han echado en el saco del olvido. La historia económica y colonial pasaron a tener una presencia más que discreta en la producción de los últimos años, se avanzó mucho en el conocimiento de los puertos y de su funcionalidad, en la historia política del siglo XIX, pero aún existen unos huecos incomprensibles en otros procesos históricos: no sabemos mucho de la historia agraria, de la expansión de la frontera agropecuaria en el siglo XIX y XX, la historia del poblamiento y la ocupación de la región. Por ejemplo, no sabemos casi nada del proceso de extermino de los pueblos indígenas iniciados en el siglo XIX con el Estado Nación, nada de historia ambiental o ecología histórica y casi nulo sobre el siglo XX en general mas allá de los trabajos sistemáticos de historia económica y empresarial del grupo del Banco de la República, muy sesgados por la econometría, aunque de un rigor innegable.

El caso del libro que quiero reseñar es una excepción a todo esto, y claro que su autor también. Vladimir Daza se ha caracterizado en estos años por una trayectoria personal completamente individual, no se ha plegado a modas y ha sido un asiduo colaborador de revistas donde ha publicado bastantes reseñas críticas. Su obra no es muy abundante y se ha centrado en los últimos años en algunos pequeños trabajos sobre península caribe de la Guajira y sobre todo sobre la fotografía y la Historia. Por primera vez, en 2009 publicó éste su primer libro importante acerca de los marqueses de Santa Coa y su empresa económica en el centro del Caribe colombiano, que a su vez es una historia particular sobre la hermosa ciudad colonial de Mompox.

En el trabajo Vladimir traza, a través de fuentes documentales del Archivo General de la Nación, fundamentalmente testamentos y pleitos familiares: una semblanza de las redes y los intereses de esta familia inserta dentro del sistema colonial y apoyada directamente por los virreyes. Rastrea sus negocios, propiedades urbanas, empresas agrícolas y mineras, y lo que es más sorprendente: presenta el poder financiero que tuvo dicho marqués, que llegó a sustituir a la Iglesia en este sentido, pues al tratarse de una región periférica, ésta no estuvo presente con demasiada fuerza.

Sin discusión en el valor de las fuentes que utiliza y sobre todo el largo pleito que mantuvieron las tres ramas de la familia al final de la Corona por el control de los recursos económicos del marqués de Santa Coa, y si bien la obra tiene algunos defectos metodológicos que hace que no aproveche el inmenso valor de las fuentes utilizadas a las que saca un pobre rédito, es un trabajo interesante porque nos da luz sobre cómo la ciudad de Mompox fue un lugar central en el comercio del río, pero al mismo tiempo como se convirtió en la punta de lanza de la expansión de las frontera agropecuaria y los procesos de poblamiento hacia el interior del litoral caribe.

El ganado, la agricultura, la minería y la evangelización se movieron al unísono desde esta zona del interior del litoral caribe que sirvió de retaguardia para el abasto de los puertos siempre en riesgo en esta segunda mitad del siglo XVIII de los ataques británicos. Al mismo tiempo, la zona fue una despensa de los productos que salían todavía de sus tupidas selva (bálsamos, maderas preciosas, pieles____) y el inicio de la dominación de los pueblos que se opusieron a la dominación de la Corona española, posteriormente exterminados sistemáticamente entre el siglo XIX y XX.

Por todo ello, celebramos esta edición de Cuadernos coloniales del Instituto de Antropología e Historia, que edita este interesante texto que si bien presenta limitaciones metodológicas, nos permite reflexionar y plantearnos nuevas preguntas sobre cómo fue la expansión de la frontera agropecuaria y el desmonte de las selvas a finales del siglo XVIII y XIX.

Antonino Vidal Ortega
Universidad del Norte Barranquilla,
septiembre de 2012