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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

On-line version ISSN 1794-8886

memorias  no.23 Barranquilla May/Aug. 2014

 

Patrimonio, religiosidad popular e identidades a través de la acción colectiva: el caso del municipio de Huizúcar en El Salvador, Centroamérica1

Heritage, popular religiosity, and identities through the collective actions: the case of the population of Huizúcar in El Salvador, Central America

José Heriberto Erquicia Cruz2
Martha Marielba Herrera Reina
3
Ariana Ninel Pleitez Quiñónez4

1 Este artículo se desprende la investigación denominada: Historias, patrimonios e identidades en el municipio de Huizúcar, La Libertad, El Salvador, subvencionada por la Universidad Tecnológica de El Salvador, Utec, y la Asociación Comunitaria Unida por el Agua y la Agricultura, Acua.

2 Licenciado en arqueología y Magister en Docencia Universitaria, Ciencias Sociales e Historia. Investigador de la Dirección de Investigaciones de la Universidad Tecnológica de El Salvador y del Colegio de América, Centro de Estudios Avanzados sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España. jose.erquicia@utec.edu.sv, erquiciacruz@gmail.com

3 Licenciada en antropología, investigadora adjunta de la Academia Salvadoreña de la Historia y de la Universidad Tecnológica de El Salvador. marielba@gmail.com San Salvador, El Salvador

4 Licenciada en antropología e investigadora de la Universidad Tecnológica de El Salvador. ninelantro@gmail.com San Salvador, El Salvador


Resumen

En El Salvador del siglo XXI, existe un interés de las localidades por conocer sus orígenes, sus historias, sus patrimonios y otros elementos que constituyen y conforman sus identidades. El municipio de Huizúcar, ubicado al sur de la ciudad de San Salvador, se ha sido identificado a través de su historia como uno de los lugares con población de ascendencia indígena de habla nahua-pipil, junto con otros municipios localizados en la misma cordillera. Dicha población, guarda dentro de su territorio y entre cada uno de sus habitantes un enorme capital de tradiciones, relatos y memorias, entre ellos la historia, patrimonio, identidades y religiosidad popular, que conforman la diversidad de universos históricos en dicha localidad. Con ello, los elementos patrimoniales de la cultura material y las manifestaciones vivas de sus habitantes, conforman elementos esenciales en la construcción de las historias locales de El Salvador.

Palabras clave: Huizúcar, patrimonio, identidad, religiosidad popular.


Abstract

In El Salvador of the XXI century there is an interest from the locations for knowing their origins, their stories, their assets and other elements that constitute and shape their identities. The municipality of Huizúcar, located south of the city of San Salvador, has been identified through its history as one of the places with population of indigenous descent speaking Nahua-Pipil, along with other municipalities located in the same mountain range. This population, holds within its territory and each of its residents a huge capital of traditions, stories and memories, including the history, heritage, identities and popular religiosity that shape the diversity of historic universes in that locality. With this, the assets of material culture and living demonstrations of its inhabitants, form essential elements in the construction of local histories of El Salvador.

Keywords: Huizúcar, heritage, identity, popular religiosity.


Introducción

En El Salvador5 del siglo XXI, existe un interés de las localidades por conocer sus orígenes, sus historias, sus patrimonios y otros elementos que constituyen y conforman sus identidades. El municipio de Huizúcar, está ubicado al sur de San Salvador, se ha presentado a través de su historia como uno de los lugares con población de ascendencia indígena de habla nahua-pipil, junto con otros municipios localizados en la misma cordillera. Huizúcar también es conocido por poseer un templo católico de la época colonial, dedicado a San Miguel Arcángel, el cual es una obra arquitectónica colonial de gran valor patrimonial.

Los elementos patrimoniales de la cultura material y las manifestaciones de la cultura viva de sus habitantes son componentes esenciales en la construcción de la historia de las poblaciones de El Salvador. La enseñanza de la historia en el sistema educativo salvadoreño tiene grandes vacíos, uno de tantos es no tomar en cuenta las historias locales, dedicándose solamente a examinar una historia nacional y urbana con muchos sesgos, excluyendo a las comunidades que se encuentran al margen de la sociedad salvadoreña dominante.

Es en este sentido fue importante que la comunidad del municipio de Huizúcar, desde su agencia, expresará ¿cuál es su historia?, ¿cómo la entienden?, ¿qué elementos y prácticas consideran que son parte de su patrimonio cultural?

Fue fundamental para la investigación la visibilización de la comunidad de Huizúcar, pues aunque se encuentre muy cercana a la ciudad de San Salvador, y por el difícil acceso a ella se ha encontrado al margen de la dinámica social urbana. Por lo tanto, descubrir, mostrar, conocer, analizar e interpretar las historias locales, las tradiciones y las diversas prácticas culturales que se desarrollan entre los individuos de los cantones que componen el municipio, a partir de la viva voz de los actores sociales, como agentes de cambio, eran unas de las razones principales de la propuesta de investigación.

El objetivo de la investigación recayó en la elaboración de una etnografía del municipio de Huizúcar, documentando y registrando los lugares y sitios patrimoniales que desde las comunidades guardan y mantienen un vínculo estrecho entre sus pobladores a fin de comprender la manera en que los pobladores de Huizúcar construyen sus identidades locales a partir del reconocimiento de distintos eventos de la historia y el patrimonio de su municipio.

Dentro del abordaje metodológico cualitativo, se empleó el método etnográfico,6 que permitió registrar, conocer y analizar la información de primera mano de los pobladores del municipio de Huizúcar, tanto en el área urbana como en la rural. Una de las técnicas operativas utilizadas fue la entrevista semiestructurada focalizada, la que se desarrolló en un entorno de confianza, en el que los entrevistados profundizaron con sus respuestas a las preguntas que se les plantearon.7 Las entrevistas logradas tuvieron como propósito registrar cómo los participantes configuran colectivamente sus realidades y experiencias en el entorno donde se desarrollan. Otra de las técnicas empleadas, fue la de grupos focales, la cual está asociada con la idea de grupos de discusión organizados alrededor de una temática, para este caso identidades, historia patrimonio y religiosidad. Junto a los anteriores procesos, también se utilizó el método historiográfico heurístico con la búsqueda y recopilación de fuentes documentales primarias y secundarias, para luego realizar el análisis y crítica de dichas fuentes. De igual manera, se recurrió al método hermenéutico, como parte importante de la lectura, comprensión e interpretación de las fuentes obtenidas a partir de su búsqueda y recopilación.

Identidades locales: etnicidad y religiosidad

Las identidades, desde las ciencias sociales y, después de todo, desde una perspectiva sociológica, se construyen. Según Castoriades, "...la identidad es la fuente de sentido y experiencia para la gente". 8 Por su parte Giddens, coincide también en que "...las identidades son fuentes de sentido para los propios actores y por ellos mismos son construidas mediante un proceso de individualización".9 Es así que las identidades pueden originarse desde las instituciones dominantes, pero solamente se convierten en tales si los actores sociales las interiorizan y construyen su sentido entorno a este proceso, esto lleva a distinguir la diversidad de identidades que se pueden generar en ambos sentidos.

Una de estas, es la identidad étnica, Weber, encuentra en esta pertenencia una creencia en un pasado común, que se vuelve un elemento subjetivo e ideológico. Refiere que la comunidad y los estamentos están relacionados con el nacimiento de la persona, y ambos tienen el poder de cerrarse socialmente. Así, toma a la comunidad como una forma social que está en constante construcción. Define como grupos étnicos "...a aquellos grupos humanos que fundándose en la semejanza del hábito exterior y las costumbres, abrigan una creencia subjetiva en una procedencia común, siempre y cuando no representen clanes". 10

Estas experiencias colectivas poco a poco construyen el imaginario local, que es el que reproduce estas prácticas. Para el caso de Huizúcar, la cuestión étnica fue un eje transversal de la investigación, pues se percibe en cada una de las expresiones de la comunidad huizucareña, en la oralidad surgieron referencias como: los ancestros que hablaban nahuat, fenotipos indígenas, arquitectura de las casas de habitación, utilización de espacios, tradición oral, conocimientos sobre la agricultura, gastronomía, entre otros elementos asociados a la cosmovisión indígena.

Huizúcar es uno de los 63 municipios del territorio salvadoreño que muestra población indígena. Para el Censo Nacional de Población de 2007, menos del 1 % (86 de 14, 465 personas) de su población se reconoció como indígena. Casi un siglo antes, en 1912, los datos de las actas de bautizo y de defunción de la población del municipio de Huizúcar mostraban que entre 75% y 80 % del total de la población documentada en el municipio era indígena. El proyecto del mestizaje, civilizatorio y modernizante, concebido desde el Estado y las élites salvadoreñas a partir de la década de 1870, fue progresando a pasos agigantados en la concepción del ser indígena en Huizúcar, pues solamente ocho años después, en 1920, la población adscrita como indígena pasó a ser el 50 %, frente a 11 % de ladinos y un 39 % descritos como "salvadoreños".

En cuanto a la identidad religiosa en Huizúcar, está conformada por el cristianismo católico y la cosmovisión indígena de origen étnico pipil. Actualmente, sus fiestas religiosas y las creencias mágico-religiosas presentan similitudes con otras poblaciones de ascendencia pipil, como sus vecinas en la región geográfico-cultural: Panchimalco, Comasagua y Rosario de Mora.

Tomando en cuenta los elementos anteriores y lo étnico, se propone generar el análisis comparativo relacionado a lo cultural y al mundo de las creencias, que se mantienen vigentes en el siglo XXI y que pueden tener un posible origen mesoamericano. Para comprender este fenómeno religioso, se propone un abordaje desde las investigaciones equivalentes que permiten evidenciar similitudes y diferencias dentro de un mismo contexto en la región del antiguo Curato de San Jacinto.11

Huizúcar se ubica dentro de la región conocida como Cordillera del Bálsamo12, lo que probablemente puede identificarse a esta región geográfica como un espacio de reproducción cultural de poblaciones de origen pipil. La cultura material prehispánica, a través de las investigaciones arqueológicas, ha identificado en la región dos lugares con manifestaciones gráfico rupestre que tienen entre otros elementos, motivos de Tláloc (Deidad de la lluvia y el agua); el primero de ellos es El Letrero del Diablo en el municipio de Jicalapa y el segundo El Letrero ubicado en el municipio de Chiltiupan, cada uno de ellos se ubica cerca de afluentes de agua. En el petrograbado de representación de la deidad Tláloc (sitio El Letrero) probablemente sus pobladores realizaron rituales donde se le veneraba para pedir por el agua.13

Con el paso del tempo, se mantienen remanentes de estas expresiones culturales prehispánicas, que se fusionaron con el cristianismo y dieron forma a un sincretismo religioso, donde las festividades asociadas o relacionadas a la lluvia, el agua y la agricultura se adaptaron a la cosmovisión de estos pueblos nahuas y se transformaron dándole un nuevo rostro a la religiosidad campesina de origen pipil, que comparte y mantiene vigente la idea de petición de la lluvia, para la abundancia de las cosechas en algunas localidades del mismo origen étnico en El Salvador.

En Huizúcar, esta petición de agua se puede identificar en la diversidad de fiestas religiosas cristianas relacionadas al ciclo agrícola, donde los rituales juegan un papel importante en el desarrollo y transmisión de la tradición, por ejemplo: en enero llega el momento del agradecimiento por los dones recibidos y la bendición de la nueva semilla (fiestas de la Sagrada Familia y el Niño Dios); febrero, marca el inicio del ciclo agrícola y la preparación de la semilla (fiesta de Candelaria); marzo y abril, es el momento de la siembra en los campos o cerros, en esos momentos aparecen en algunos lugares las primeras lluvias (fiestas de San José y Semana Santa). De los meses de mayo a octubre, se genera el tiempo de los santos patronos para el control del temporal, entonces, la petición de la lluvia y la fertilidad comienza con la fiesta de la Santa Cruz de Roma (3 de mayo); julio propicia el desarrollo y crecimiento de la milpa, en la que se ritualiza con la fiesta de Santa María Magdalena (22 de julio); agosto y septiembre, se presentan como el momento de primicia, donde los elotes crecen y se madura la mazorca, concluyendo con la cosecha de elotes en septiembre. Es en este mes una de las festividades más importantes en honor al santo patrono San Miguel Arcángel, este se asocia al ciclo agrícola al que se le celebra y pide por el agua para propiciar buenas cosechas.

Para el caso de Huizúcar, a este patrono se le ubica en el cerro más alto del sector urbano principal, es decir, el espacio que ocupa el templo católico colonial de San Miguel Arcángel. Retomando el análisis de Jarquín,14 son especialmente las montañas las que fungieron como residencia de algunos dioses e incluso fueron consideradas como entes sagrados. Cada una personificaba la figura específica de un dios, como el caso particular de Tláloc (elemento agua), entre los nahuas, quien representaba la deidad de la fertilidad agrícola, cuya residencia era el Tlalocan, al interior de las montañas. Tierra, agua, flores y frutos, paisaje y ambiente hacían un conjunto digno de su dueño, que en su mansión, en su paraíso no manejaba el rayo cegador ni el trueno espantoso, sino sólo mostraba su aspecto amable, dando al lugar sensación de bienestar, regocijo y paz, este espacio rechaza estados de cansancio y preocupaciones, cesó el dolor y la tristeza.15

El sincretismo religioso de San Miguelito, como le llaman los huizucareños, ofrece la particularidad de retomar a la deidad prehispánica de Tláloc, que en este caso, se vuelve el señor de las buenas lluvias, la milpa y la buena cosecha. Existe un punto en el cual el arcángel y Tláloc llegan a ser uno mismo, según Villela en sus análisis de las deidades de la lluvia, se refiere a San Miguel Arcángel como el que,

".. .comanda- en el final de la temporada agrícola- a los trabajadores, a los "ángelus", quienes se han encargado de verter el preciado líquido desde las nubes, donde tienen sus cantaros que contienen el agua de lluvia. Es por ello que, en rituales de aseguramiento de la cosecha, en su día, se le implora para que ya no caiga más lluvia, para que se termine el temporal y ordene a los ángelus que dejen de trabajar.16

Para estas fechas, la fiesta de la maduración del elote y sus primicias se celebraban en el mes Ochpaniztli (31 de agosto-19 de septiembre), que se trataba del nacimiento del dios del maíz, que aun pertenecía al ciclo de la estación de lluvias.17 Si se toma en cuenta que según el calendario pipil actual en El Salvador, tiene un mes de diferencia en relación al calendario propuesto por Broda, entonces, esta festividad local se conmemora entre el 27 de septiembre - 16 de octubre, por lo que también se celebra la caída de los frutos en Huizúcar con la festividad a San Miguel Arcángel.

Leer el contexto histórico, geográfico, cultural y agrícola pueden ser elementos que narren una realidad en concreto, para este caso, la comunidad agrícola de Huizúcar, que le ha dado personalidad y particularidad a una imagen sagrada, un mito, una historia, al final, una apropiación del icono cultural religioso que representa el arcángel. Poder acceder a este ícono de la agricultura, implica a los petidores de las buenas lluvias y las cosechas, buscarlo y llegar hasta su lugar de "residencia", en el último día de la celebración. Esto consiste en subir literalmente al cerro, lugar donde habita, es decir, el mundo de las nubes y las lluvias, para luego descender al mundo y compartir con los huizucareños de las festividades en su honor como uno más de la procesión, como un humano más en el mundo. Con el paso del tiempo, muchas comunidades encontraron mecanismos de supervivencia de su cosmovisión y cosmogonía en la que comparten y reproducen mitos y ritos que le dan sentido al orden que ellos mismos han establecido en su entorno, esta acción colectiva se ha adaptado al contexto donde van a reproducirse estas expresiones religioso-culturales cargadas de nuevos significados y discursos que en esencia no han perdido su pertenencia e identificación a la cultura pipil-mesoamericana.

Patrimonio huizucareño: El templo de San Miguel Arcángel de Huizúcar

El templo colonial de San Miguel Arcángel de Huizúcar, desde sus orígenes ha adquirido diferentes simbolismos, significados e identidades desde la población de Huizúcar. Esto ha creado en el imaginario local un referente patrimonial representativo de la comunidad católica y al mismo tiempo un recurso significativo del turismo local.

Este sentido de pertenencia, ha generado que la comunidad misma resguarde y valore el templo, como un legado local que hay que mantener vivo, por ello los huizucareños se organizan entorno a garantizar la conservación del templo como un bien patrimonial local. En los meses de enero y febrero de 2001, el territorio salvadoreño se vio afectado por dos fuertes sismos que destruyeron edificios patrimoniales a escala nacional, entre ellos el templo colonial de San Miguel Arcángel de Huizúcar. El grado de afectación del inmueble fue crítico, pues se encontró en mal estado: el techo, el cielo falso, las paredes, la fachada y ornamentos, tanto del interior como del exterior. 18 De igual manera muchas casas particulares resultaron afectadas, especialmente las que estaban en zonas de alto riesgo.

Luego de varias inspecciones por parte de la instancia que regula el patrimonio cultural nacional, se generó un informe del estado en el que se encontraba el templo de Huizúcar. Dicha institución dictaminó, que se debería demoler por completo el templo y construir uno nuevo que fuera similar, pero con materiales que dieran más resistencia a la edificación. Ante este dictamen, la población se cuestionó sobre el futuro de su templo católico y como esto afectaría al patrimonio de los huizucareños. Especialistas aseguraron a la comunidad que era mejor que la iglesia quedara como una ruina y que por el daño sufrido no la podían volver a abrir al público. Sin embargo, la comunidad se rehusó a la idea de tener una nueva, de tal forma que ésta jugó un papel determinante al decidir cuál sería el futuro de la edificación del tempo de San Miguel Arcángel.

La comunidad huizucareña realizó diversas actividades para recaudar fondos que ayudaran a la reconstrucción, entre ellas: se levantó un cine parroquial, se organizaron cenas, excursiones, baratillos, torneos de fútbol y turnos para recaudar fondos, lo cual hacía más intensas las actividades parroquiales, al mismo tiempo que daba cohesión a la comunidad católica.

El aporte de mano de obra de los huizucareños fue esencial en este proceso, un entrevistado comentó:

"...ha sido trabajo de nosotros y de algunos donativos, pero más que todo de la comunidad. Cuando la iglesia se cayó, el padre dijo que la iban a botar, pero nosotros le dijimos que no. En algún momento pensamos que no podríamos volver a abrirla, porque quedó todo el muro del fondo destruido y los retablos botados en el suelo.".

Otra persona entrevistada describió:

"Cuando el padre nos dio la noticia de que ya no se iba a botar, se iba a reconstruir, nos organizamos como comunidad por sectores, por grupos, en horarios; allí todo el día estaba abierto para llegar a ayudar: a sacar el ripio, a levantar los altares, todo lo hizo la comunidad. Cuando ya se logró levantar todo, se comenzó a ver qué se hacía, a ver cuál era el costo para restauración del altar; se tuvo la ayuda del alcalde, [...] en ese momento, allí fue donde él empezó. Luego lo demás poco a poco se fue haciendo con la comunidad; los arreglos del techo, la limpieza del piso, eso fue bastante; y aún hasta ahora no se ha terminado ya que hay bastante daño por la teja, del ripio. Así poco a poco ha ido caminando la restauración".

Sumado al trabajo que se realizaba durante el día, por la noche los hombres hacían turnos para cuidar la iglesia, sobre todo porque los materiales quedaban allí y tenían que ver que no se los robaran. La mayor parte del esfuerzo fue de la comunidad, ya que ellos fueron los que de una forma u otra buscaron la manera de conseguir los fondos y realizar el trabajo.

La ayuda empezó a llegar de diferentes destinatarios, entre ellos huizucareños residentes en los Estados Unidos de América e Italia. Estos colectivos de salvadoreños en el exterior, se pusieron de acuerdo para enviar un donativo importante para la reconstrucción, lo cual reivindicó el valor del edificio patrimonial de la iglesia como elemento identitario que trasciende las fronteras nacionales.

Actualmente la comunidad continua trabajando por el mantenimiento del templo, los grupos parroquiales se encargan de la limpieza, pintan el edificio una vez al año y se organizan turnos para recaudar fondos para mejorarla. Uno de los proyectos que ha ayudado a solventar esta parte económica, son las noches turísticas, que consisten en recibir una vez al mes varios autobuses provenientes de San Salvador, los huizucareños preparan una fiesta para recibirles. En ella se realizan diversas actividades, tales como: ventas de artesanías, comidas, actos artísticos, quema de pólvora y se abre un anexo del templo en donde se exponen algunos objetos coloniales de valor patrimonial de la iglesia.

Esto ha generado el incremento en la participación de la comunidad como guías turísticos, narrando la historia del templo colonial y como ellos han intervenido en su reconstrucción y salvaguarda, y como este se vuelve referente del patrimonio de su pueblo, ese orgullo hace que se refuerce su identidad como huizucareños.

Mujeres agricultoras y comerciantes, un referente identitario de Huizúcar

Desde la época colonial el municipio de Huizúcar ha pertenecido a una región en la que se han producido diversos cultivos de exportación, entre ellos añil, café y caña de azúcar.

Durante esta investigación muchas de las personas entrevistadas, comentaron que las actividades económicas de subsistencia de la población rural eran la agricultura y el trabajo en las fincas de café.19 La producción de frutas y hortalizas, es una alternativa más para generar ingresos económicos a la familia, en donde las mujeres juegan un papel fundamental en la producción y comercialización de estos productos en diversos mercados de la región. Una mujer comento que antes "había mucha pobreza, así que la gente se dedicaba a vender en San Salvador... "

Las mujeres cuentan como antiguamente las vías de comunicación de Huizúcar hacia otras poblaciones eran un impedimento para poder transportarse hacia otros lugares, entre ellos los mercados de las poblaciones vecinas. Una de ellas comenta:

"Salíamos a las 5 [de la mañana de Huizúcar] y llegábamos a las 9 [de la mañana a San Salvador]. La primer vez que yo fui a pie, iba con mi mamá, con una canastada de jocotes en la cabeza, yo la nuca al siguiente día no la podía mover de hinchada y los pies también, yo ya no me levanté, mire amanecí gateando. Yo iba con mi papá a vender leña a San Salvador allá, todavía las calles eran unas calles viejas y después empezaron a ir dos autobuses, eran dos no más, y la gente como sentía muy caro el transporte lo que hacían era irse en la mañana en pick up y después regresarse caminando".

Las mujeres aún recolectan la fruta que se produce en las fincas y terrenos aledaños. Esta forma de ganarse la vida es común en los cantones, las mujeres salen a vender a los lugares más cercanos y a otras poblaciones rurales vecinas, de esta forma abastecen los mercados de esos lugares. Comentaron que durante el período del conflicto armado en la década de 1980 que vivió El Salvador, las mujeres sostenían la economía familiar con esta ocupación. Una señora comentó:

"Fue una etapa bien complicada, mi mamá me cuenta, que ella nos crió de la agricultura del pueblo, que acá lo principal es la venta de frutas y verduras, porque en la época que nos tuvo, abundaba la piña.en las matas se maduraban los guineos20, y parte de eso se ha venido perdiendo..."

Si bien, hay escasez de frutas en el municipio de Huizúcar, muchas mujeres las compran en el mercado de San Salvador y las revenden en residenciales de San Salvador. Esta forma de "rebuscarse" por salir adelante es motivo de orgullo para muchas mujeres huizucareñas. Algunos pobladores coincidían en que con esta actividad "es como mi mamá nos sacó adelante". Esto indicaría que las mujeres vendedoras de fruta y otros productos del campo, son también un valor importante dentro de la comunidad. Según ellas, esta tradición familiar y económica, se convierte en un referente identitario de las huizucareñas.

Consideraciones finales

El municipio de Huizúcar guarda dentro de su territorio y entre cada uno de sus pobladores tradiciones, relatos y memorias asociadas a su identidad religiosa y al patrimonio material e inmaterial relacionado a ella. Su cultura se enriquece con las narraciones del pasado indígena, y como el sincretismo religioso se representa en el templo consagrado a San Miguel Arcángel. El fervor del santo patrono se reproduce constantemente con los relatos de apariciones, milagros y favores que ha hecho a la comunidad, por lo que se mantiene vivo en el imaginario los conceptos de lo sagrado y los profano, donde se reafirma la creencia de que este personaje es identificado como el Señor del Buen Temporal, al que se le invoca para que se finalice exitosamente el ciclo agrícola y puedan recolectar sus cosechas. Para que esto se logre es necesario que la comunidad creyente realice una serie de rituales a los que les dan significado propio reproduciendo de manera continua la tradición religiosa proveniente desde la época colonial en la que se fusionaron elementos cristianos con la cosmovisión y cosmogonía de las poblaciones pipiles del actual municipio de Huizúcar.

El sentido de pertenencia y colectividad están presentes en este pensamiento religioso de la comunidad, porque se establecen o mantienen lazos de amistad y parentesco que se generan a partir de una experiencia colectiva y de las particularidades ante los otros municipios cercanos. Cada uno, de manera especial, tiene sus diversas prácticas y creencias, que al parecer tienen el mismo origen étnico pipil, que con la dinámica social y los acontecimientos históricos han creado una personalidad característica que los hace únicos.

Por tanto, las peticiones de buenas lluvias propician el encuentro entre San Miguel Arcángel, de la tradición cristiana, o Tláloc, en la tradición del panteón prehispánico, y los seres humanos. Es el momento en el que las deidades o el arcángel descienden del mundo supra-humano para integrarse y recorrer el mundo humano.

Alrededor de estas imágenes benefactoras se crearon muchos elementos simbólicos, que alcanzan un sentido particular y un arraigo en su identidad como comunidad. Sin embargo, este pensamiento es tan complejo que no logra comprenderse en su totalidad; pero gracias a la continuidad y reproducción cultural puede tenerse una aproximación a sus formas de creencias en el siglo XXI. Se trata, entonces, de conocer dentro del contexto campesino la originalidad que estos grupos tienen de interpretar y validar su cultura e historia, que poco a poco van agregando nuevos elementos que han adaptado a su realidad cotidiana, de forma individual y colectiva.

El mundo campesino huizucareño, está inmerso dentro de la mitología agrícola mesoamericana y su mundo mágico. Para comprender esto habría que replantearse que es ser mesoamericano en el siglo XXI y analizar, para este caso, qué es un nahua de esta época; y a partir de ahí comprender desde nuevas posturas la complejidad de las sociedades actuales. Esto porque muchas veces se siguen retomando elementos de ambos conceptos, que ya no son del todo aplicables en la actualidad. En estos nuevos procesos, la memoria colectiva juega un papel determinante porque ese pasado social define identidades que arrastran y proyectan lo que ha de venir; lo que dará continuidad al pensamiento campesino-religioso-indígena de los huizucareños en un contexto delimitado por el tiempo y el espacio, generando una larga cadena de sincretismos y replanteamientos de elementos simbólicos que tienen un sentido especial para quienes los reproducen.

Según los entrevistados, el trabajo de las vendedoras de frutas, hortalizas y otros productos del campo, se volvió también un valor asociado al patrimonio, porque a través de estas actividades económicas, es posible identificar y diferenciar a las mujeres del municipio en relación con las otras.

En el ámbito social la comunidad huizucareña se presentó como un grupo cohesionado entorno a la protección y valoración de su patrimonio cultural edificado, para este caso la reconstrucción del templo San Miguel Arcángel, ofreció la oportunidad de trabajar en conjunto para salvaguardar este referente patrimonial de la localidad. Actividades como las anteriormente descritas presentaron según los entrevistados valores, como el voluntariado y la solidaridad, así como el fortalecimiento de una identidad de resistencia, ante la modificación o pérdida de su patrimonio cultural, porque para ellos el edificio, trasciende de una estructura física, volviéndose un símbolo que representa la identidad huizucareña.


5 El Salvador, el más pequeño en territorio de los siete países que conforman el área centroamericana y el único que no cuenta con costas hacia el océano Atlántico.

6 El método etnográfico alude al proceso metodológico global que caracteriza a la antropología social y que es utilizado en términos generales por las ciencias sociales.

7 Fortino Vela Peón. Un acto metodológico básico de la investigación social: la entrevista cualitativa. En: Observar, escuchar y comprender sobre la tradición cualitativa en la investigación social, Editora Maria Luisa Tarrés p. 63-95, Flacso y El Colegio de México, México, 2001.

8 Manuel Castoriades. La era de la información: economía, sociedad y cultura. El poder de la identidad. Vol. II, Siglo XXI Editores, S.A. de C.V., Tercera edición. Buenos Aires, Argentina, 2001. P. 28.

9 Anthony Giddens. En: Manuel Castoriades. La era de la información: economía, sociedad y cultura... P. 29.

10 Max Weber. "Comunidades étnicas". En: Las ideas detrás de la etnicidad. Una selección de textos para el debate. Manuela Camus, compiladora. Guatemala: Cirma, 2006. (Colección: ¿Por qué estamos como estamos?), 2006. P. 25-44.

10 Según Pedro Cortés y Larraz, el Curato de San Jacinto tenía tres anexos: Panchimalco, Guisúcar y Cuscatlán.

12 Esta zona geográfica y cultural, se conforma de los municipios de Teotepeque, Jicalapa, Chiltiupán, Tamanique, Comasagua, La Libertad, Santa Tecla, Zaragoza, San José Villanueva, Huizúcar y Nuevo Cuscatlán.

13 Escamilla, Marlon y William Fowler. Proyecto migraciones nahua-pipiles del postclásico en la Cordillera del Bálsamo. Recopilación investigativa 2012.Tomo II. Universidad Tecnológica de El Salvador. 1. a Edición. San Salvador, El Salvador, 2013. P. 162.

14 María Jarquín. La festividad de San Miguel Arcángel. En: X Coloquio internacional sobre Otopames. Instituto nacional de lenguas indígenas, Universidad Nacional Autónoma de México. México, 2010. P. 68.

15 Jarquín, La festividad de san Miguel Arcángel.. .P.68

16 Samuel Villela. El culto a las deidades de la lluvia en la Montaña de Guerrero. En: Revista Arqueología Mexicana. Dioses de la lluvia. Marzo-abril. Vol. XVI-Núm. 96, México, 2009. P. 71.

17 Johana Broda. Las fiestas del posclásico a los dioses de la lluvia". En: Revista Arqueología Mexicana. Dioses de la lluvia. Marzo-Abril. Vol. XVI-Núm. 96. México, 2009. P. 58-63.

18 Concultura, Informe de Registro de Bienes Muebles, San Salvador, 2004.

19 Esta actividad fue modificada después de la reforma agraria que se llevó a cabo en la década de 1980.


Referencias bibliográficas

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