SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número24La travesía económica del poder. Una mirada a la historia de San Andrés índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

versión On-line ISSN 1794-8886

memorias  no.24 Barranquilla sep./dic. 2014

 

Del Canal de Suez al brillo del trópico en el Istmo panameño: Los pasos del conde Ferdinand de Lesseps por Barranquilla

Antonino Vidal Giussepe D'Amato

En diciembre de 1879 la población de Barranquilla retumbó con el sonido de los cañonazos que anunciaron la llegada del ilustre conde francés Ferdinand de Lesseps. El motivo no podía pasar desapercibido, tanto así, que las provincias colombianas enviaron al recibimiento de Lesseps sus comitivas con los ciudadanos más nobles, en busca de rendir pleitesía a quien Joaquín P. Posada, hombre de letras establecido en Barranquilla para la época, describió como: A quien el genio inspiró. Y con su brava intrepidez trochó el istmo de Suez. Y el Africa suprimió... El que Colombia aguardó anhelante... Y con sus potentes brazos hará saltar en pedazos el Istmo de Panamá.

Su destino era el puerto de Colón donde se había decidido a construir un canal desde el golfo de Limón a la bahía de Panamá, estimada en un valor 214 millones de dólares y un tiempo de 12 años para concluirlas. Sucesivos viajes a EEUU y a Francia consumieron parte de su tiempo, tamaña empresa necesitaba capital. Al mismo tiempo otro asunto que demandó sus energías fue el de reclutar mano de obra, pues la envergadura de la empresa así lo requería, aunque muchos trabajadores salieron de nuestras costas colombianas, la gran mayoría fueron provistos por las Antillas, destacando Barbados, Martinica, Trinidad y Tobago y Jamaica.

Definitivamente las obras comenzaron a finales de 1880, cuando más de 2000 trabajadores dieron inicio al proyecto. La malaria y la fiebre amarilla hicieron mella en ellos, las condiciones laborales eran muy duras y en los primeros meses murieron cientos de ellos. A partir de 1884-85 en Panamá se empezaron a dar rebeliones políticas que mostraban el malestar de los panameños con Bogotá una capital demasiado lejana y que no comprendió la importancia estratégica de este trozo del territorio de la nación que se perdió irremediablemente a comienzo del siglo XX. La despreocupación de las elites dirigentes andinas por el mar ha sido secular y el país por ello ha sufrido a lo largo de sus doscientos años de vida diversas amputaciones de su territorio, siendo la más grave la perdida de Panamá y 100 años después, abundando en el mismo error las aguas jurisdiccionales de San Andrés. ¿Será que la historia no sirve para nada?

Rescatamos aquí en esta ocasión la pequeña crónica del paso de Lesseps por Barranquilla transcrita del semanario barranquillero El Promotor del 3 de enero de 1880.

El Promotor

Recepción de Lesseps. Publicado por El Promotor. Barranquilla, sábado 3 de enero de 1880.

El estallido del cañón anuncio a la ciudad de Barranquilla que el barco que le traía había mojado sus anclas. Ese barco se llama Lafayette, nombre de buen agüero, para la libertad, la independencia, el progreso y la prosperidad de América.

Eran las nueve de las mañana respondiendo a la voz de artillería el poderoso silbido de la locomotora empezó a sonar, con insistencia llamando a las comisiones de la ciudad, que avisadas con anticipación por el señor gobernador de la provincia don Arístides Voigt debían ir a hacer los honores al ilustre huésped, en un tren expresó que había puesto a sus disposición el señor director del ferrocarril de Bolivar. Dichas comisiones fueron transportadas a bordo desde puerto Salgar en dos remolcadores.

Representaban oficialmente a la capital de la provincia, el gobernador, su secretario, el doctor Julián Ponce, el alcalde del distrito, sr. doctor León Martínez y su secretario, lo señores jueces 1° y 2° de la provincia, el administrador de Hacienda, el sr Jose Viana, miembro de la municipalidad y el fiscal de la Provincia.

A esta comisión oficial se asociaron en su calidad de empleados nacionales, los señores Joaquín M. Palacios, administrador de la Aduana de este puerto Nicolás Jinetto Collante, Administrador de la hacienda nacional y el comandante del medio batallón 4° de la línea; llevando la palabra del señor Voigt.

Constituían la comisión del comercio, lo señores Pedro Noguera, Oswal Berno, el doctro J, M. Vengoechea, el Doctor J.F. Insignares, D. López Penha, llevando la palabra el primeros. La comisión de la logia masónica la componía de los Señores José Martínez, Sr. Doctor José Manuel López, Juan A. Giraldo, Rafael M. Palacio, Robert Conu Jr., Jacob R. Méndez, Juan V. Aycardi, José L Alandete, llevando la palabra el Sr. Giraldo.

Como representante de la prensa iban los señores Joaquín P. Posada y Domingo González Rubio, llevando el primero la palabra.

Los comisionados del gobierno nacional y de los Estados de Cundinamarca, Santander, Bolivar y Cartagena, señores doctor Antonio Ferro, doctor Carlos Holguín, General Lino Ruíz, doctor D. H. Araujo, y Juan Campo Serrano, respectivamente, y que llevan el encargo de acompañar a Lesseps hasta Panamá, y asistir a su solemne recepción, acompañaron a las comisiones señaladas.

Muchos caballeros distinguidos también hicieron parte de la lucida comisión.

Lesseps los recibió a todos, de pie en el suntuoso salón del Lafayette, contestando en castellano a cada uno de los discursos que se le dirigieron, con esa gracia singular, esa espontanea facundia, esa inimitable naturalidad y esa rapidez de percepción que la Europa entera reconoce y admira en él, y que son dotes privativas del genio.

Por un movimiento espontaneo de galantería, llamó a sus tres hijos que lo acompañaban y se los presentó con sencillez conmovedora a la entusiasmada concurrencia, levantando en brazos a la pequeña Fernanda, la niña encantadora a quien reserva la misión de despedir la chispa encargada de completar la obra del esfuerzo plutoniano que no alcanzó a separar los dos continentes que constituyen el hemisferio occidental.

Esta niña y sus dos preciosos hermanitos, Israel y Mateo, vestidos elegantemente las cabezas cubiertas con sombreros de palma de ancha ala, traídos probablemente de Ejipto, recibieron con agrado manifiesto, con simpáticas sonrisas, los cariños, los halagos que todos se aprestaban a prodigar.

En seguida, el esposo presentó a su bella compañera, la Señora Condesa de Lesseps, a los caballeros que más cerca se encontraban, y ella tuvo para cada uno palabras agradables y sonrisas benévolas, en las cuales se revelaba que compartía los sentimientos que unían al grande hombres cuyo valor lleva, y este reiteradamente había manifestado que se sentía no solo complacido sino lisonjeado por la esporádica cordialidad de la recepción que se le hacía.

No fue menester hacer presente a Lesseps el ardiente anhelo de esta ciudad de verlo, contemplarle y recibir el honor de su visita, porque su anticipo a declarar su propósito de venir a hacerla en muestra de la vida satisfacción son sus palabras que le causaba la popular ovación de que era objeto.

Siendo francés el barco, siendo francés su comandante y oficiales, no necesitamos decir que todos supieron hacer los honores de su palacio flotante con esquisita cortesanía, la cual llevaron al punto de enarbolar el pabellón colombiano en el tope de su palo mayor.

También la gloriosa bandera de la Francia flameante en la proa del bote de vapor que condujo a Lesseps y a algunos que le acompaña y que forma algún la ocurrente expresión del señor Merkel, "El Estado Mayor del Genio". En el instante preciso de poner este el pie sobre nuestro muelle, su caluro "¡Viva el Conde de Lesseps!" se escapó mínimamente de la boca de todos los circunstantes "¡Viva la Provincia de Bolívar!" respondió el noble anciano, descubriendo su cabeza venerable.

En la estación Montoya se había reunido numeroso concurso que así mismo propició en estrepitosos victores. En el trayecto entre el vagón y la casa de pasajeros estaba tendida en alas una compañía de la Guardia Colombiana, de grande uniforme presentando las armas al redoble del tambor, para lanzar su saludo militar al más conspicuo estranjero que haya pisado nunca nuestras playas.

Un par de magníficos coches particulares aguardaban en la estación y fueron ocupados por nuestro huéspedes y en ellos fueron conducidos, llevando en pos una larga hilera de carruajes y al entre ambos lados compacta y entusiasmada multitud hasta el Hotel San Nicolás.

Situado el Hotel en la esquina de la plaza que le ha dado su nombre tupida muchedumbre llenó el espacio circunvecino y al aparecer Lesseps en el balcón fue acogido con estusiasmaticas aclamaciones que el Dr. Enrique López Zapata interpretó en breves y enérgicas palabras que le dirigió al pueblo diciendo: Este es aquí, él ha dicho con plena confianza que el Canal se hará, y el Canal será hecho. Podéis contar con que esa fuente inagotable de riqueza para nuestro país será abierto con la ayuda de nuestros brazos. él viene a completar la obra de Colón.

Lesseps repuso dirigiéndose también al pueblo: Tengo confianza, porque tengo fe. La fe sirve para remover agonías. ¿Por qué no ha de servir para abrir un Canal? La ciencia ha producido su fallo inapelable. Yo no soy más que el instrumento. Yo os prometo que dentro de siete años el comercio del mundo pasará, sin transbordos, del uno al otro océano ¡Viva el pueblo de Barranquilla!, ¡ Viva Lesseps! respondió el pueblo (Párrafos ilegibles).

Concluida la comida, manifestó Lesseps deseos de salir a pasear a pie, provocado tal vez por la limpiades de este cielo y la claridad de la luna. Con él salieron muchos de los concurrentes, a los cuales se agregaron y se iban incorporando en el transito innumerables personas, seguidas de la banda de música que desde por la tarde al pie de los balcones del Hotel se hallaba ejecutando. Algunos de los presentes le invitó a entrar en la casa del señor Dar. Eduardo Salazar, quien se apresuró a salir su encuentro a saludarlo. De allí, previa invitación del señor D. López, se encaminó a la casa de D. Agustín Senior, en donde pasó una hora reposando y en donde este caballero y su familia le hicieron los honores cumplidamente, obsequiándole y obsequiando a los numerosos asistentes una copa del delicioso champagne de la Keuve.

A las diez se retiró a la habitación que se le tenía preparada en el mismo Hotel San Nicolás.

A las 7 de la mañana de día 29 tuvo lugar el regreso a bordo, en las mismas condiciones de la venida a Salgar y a Barranquilla, -si exceptuamos la falta de asistencia de algunos miembros de las comisiones.

La señora condesa de Lesseps hizo los honores de la sala del vapor con esa natural distinción, con ese tacto y esa sencilla amabilidad, que ella misma no se da cuenta de sus propios, relevantes dotes personales. Sus pupilas habituadas a tanta luz no se deslumbran con el resplandor que irradia la frente del insigne vapor del preclaro padre de sus siete hijos.

El galante capitán del barco no consintió en que los caballeros que habían ido a acompañar y a despedirse de Lesseps, representando esta ciudad, volvieran a tierra antes de almorzar y los obligó a hacerlo a su mesa.

El almuerzo fue tal como debe suponerse.

Después, con reiteradas manifestaciones de mutua cordialidad, remplazando la benevolencia y el cariño a las formas oficiales, -los comisionados se transbordaron de nuevo al remolcador y tornaron a tierra, no satisfechos, porque nada habían hecho digno de su huésped; pero si contentos de él, de su interesante familia, de los miembros de las comisiones científicas y de los empleados abordo.

Y aquí, se nos permitirá una reminiscencia individual, antes de concluir.

El señor Wyse (Luciano Napoleón Bonaparte), una de los miembros del cuerpo que acabamos de mencionar, por razones que ignoramos, no pudo hacernos el honor de saltar a tierra. No pudimos menos de notar su ausencia de esta solemnidad popular, pues en verdad, muy grato nos habría sido poderle presentar un público testimonio de nuestra admiración y de gratitud de colombianos.

Él fue el jefe de las últimas exploraciones del Istmo americano en las cuales le secundaron el ingeniero belga, señor Reclus, el colombiano señor Sosa y otros, cuyos nombres sentimos no recordar. A su inteligencia a su energía, a su perseverancia incontrastable, a su privilegiada organización, y a sus esfuerzos en el Congreso Internacional, se debe que esta augusta Asamblea hubiese adoptado el proyecto de canal presentado por el señor Wyne, y que el voto decisivo, más que autorizado del conde Lesseps lo hubiese respaldado con todo el prestijio de su enorme reputación.

Terminamos está mal compaginada reseña escrita como es de suponerse más que de prisa, enviando su entusiasmo saludo a nuestro amigo Sosa, que en estos momentos está de enhorabuena en su ciudad natal, ostentando también, sobre su pecho la roja ciudad de la Legión de Honor.

La provincia de Barranquilla estará siempre reconocida a su actual Gobernador a cuya inteligente iniciativa, a cuyos esfuerzos se debe principalmente el buen éxito alcanzado en la manifestación, o mejor dicho, en la improvisada festividad que acabamos de bosquejar.