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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

On-line version ISSN 1794-8886

memorias  no.28 Barranquilla Jan./Apr. 2016

https://doi.org/10.14482/memor.28.8097 

DOI: http://dx.doi.org/10.14482/memor.28.8097

Alegorías de una hermandad atormentada: Haití en la literatura dominicana

Allegories of a Tormented Sisterhood: Haiti in Dominican Literature

Alegorias de uma irmandade atormentado Haiti na literatura Dominicana

Sophie Mariñez

Investigadora y profesora de francés y español en Borough of Manhattan Comunity College, Universidad de la Ciudad de Nueva York. E-mail: smarinez@bmcc.cuny.edu

Recibido el 5 de diciembre de 2015
Aprobado el 24 de febrero de 2016


Resumen

A raíz de la violenta controversia provocada por la sentencia TC-168/13 con la cual se intentó legitimar el despojo de la nacionalidad a miles de dominicanos de origen haitiano de manera retroactiva hasta 1929, está claro que la necesidad de desmantelar los viejos paradigmas de representación de Haití y los haitianos en la imaginación popular dominicana se ha vuelto más urgente que nunca. Este artículo revisa algunos tropos con que se construyó Haití desde su revolución en 1804 y sostiene que los mismos también han coexistido con discursos y prácticas de fraternidad, solidaridad y convivencia pacífica. Este paradigma alterno se ve encarnado en la figura de Jacques Viau Renaud (1941-1965), poeta haitiano residente en Santo Domingo y combatiente que dio su vida en defensa de la democracia y soberanía dominicanas durante la ocupación norteamericana de 1965.

Palabras clave

República Dominicana; Haití; relaciones domínico-haitianas; Literatura dominicana; Jacques Viau Renaud; sentencia TC-168/13.


Abstract

The violent controversy provoked in the aftermath of the much-decried 168-13 Constitutional Court ruling that stripped of their nationality thousands of Dominicans of Haitian descent made it clear that the need to dismantle old paradigms representations of Haiti and Haitians in Dominican popular imagination has become more imperative than ever. This article reviews some of the tropes used to construct Haiti since its revolution in 1804 and argues that these tropes have coexisted with discourses and practices promoting fraternity, solidarity and peaceful coexistence. This alternative paradigm is embodied in the figure of Jacques Viau Renaud (1941-1965), a Haitian poet who resided in the Dominican Republic and a combatant who gave his life for the defense of Dominican democracy and sovereignty during the U.S. occupation in 1965.

Key words

Dominican Republic; Haiti; Haitian-Dominican Relations; Dominican literature; Jacques Viau Renaud; TC-168/13.


El 23 de septiembre del 2013, el Tribunal Constitucional de República Dominicana emitió la entencia 168-13, en la cual se establecía que los descendientes de personas extranjeras residentes "irregularmente" en el país desde 1929 no tenían derecho a la nacionalidad dominicana.1Como era de esperarse, la misma creó gran conmoción en la sociedad dominicana y en la comunidad internacional.2 Por un lado, su carácter retroactivo atentaba contra los derechos humanos y civiles de cientos de miles de dominicanos que entraban en esa categoría. Por otro lado, era evidente que se apuntaba a los descendientes de inmigrantes haitianos. Uno de los problemas de manejo de esta sentencia es que, a pesar de ser objeto de condena nacional e internacional, amplios sectores de la población entendían que la misma tenía como objetivo "ponerle control" a un reciente aumento de inmigrantes haitianos. A tres años de la controversia creada, muchos están aún bajo la impresión, alimentada por los sectores conservadores del país, de que esta sentencia está dirigida a restringir la presencia de estos inmigrantes; pocos entienden su carácter lesivo para quienes, según la constitución vigente hasta el 2010, son dominicanos de nacimiento. Buena parte de la causa de esta confusión es perpetuada por medios de comunicación que reproducen la idea de una identidad nacional dominicana o "dominicanidad" monolítica y homogénea y propugnan la idea de que la nación se encuentra bajo la amenaza de desaparecer "engullidas" por ese Haití que "siempre quiso" dominar el lado oriental de la isla.

Todo esto muestra que si bien la sociedad civil debe rechazar la violación de los derechos de esta parte de la población, resulta igual de urgente difundir de manera más prominente narrativas alternas con qué pensar y re-humanizar "lo haitiano": Haití como nación vecina, la presencia haitiana en República Dominicana y las modalidades de relación entre ambos países. En este sentido, numerosos investigadores sociales y críticos literarios de ambos lados de la isla, así como de la diáspora dominicana y otros en el extranjero, ya han contribuido los frutos de décadas de investigación y de reflexión sobre esta dinámica tan compleja. Un valioso ejemplo de este esfuerzo ha sido la publicación de Derecho a vivir: República Dominicana y Haití (2014), una colección de ensayos de varias disciplinas articulados en torno al pensamiento de Juan Bosch, quien fuera el primer crítico del maltrato a los haitianos. Derecho a vivir incluye su famosa "Carta de Juan Bosch a Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy" (1943), en la cual denuncia el anti-haitianismo de las clases dirigentes que se benefician de la explotación de los trabajadores haitianos.3 Así mismo, varias producciones culturales recientes han condenado la marginalización y el maltrato de los haitianos, y continuado así el gesto de Bosch en su carta y, luego, en el cuento Luis Pie (1946), el cual fue llevado al cine en un cortometraje de Felix Germán (2012). En la literatura de la última década, esta denuncia surge en el cuento "La Sangre de Philippe" (2005) y la novela Candela (2007) de Rey E. Andújar, los cuentos "Eyeless" y "No Excuses" de la colección Poeta en Animal Planet (2007), de Juan Dicent, y la novela Nombres y Animales (2013), de Rita Indiana Hernández.4 Las novelas Azúcar! The Story of Sugar (2001), de Alan Cambeira, Erzulie S Skirt (2006), de Ana-Maurine Lara, y The Brief and Wondrous Life of Oscar Wao (2007), de Junot Díaz, también denuncian el maltrato de los haitianos en el país y la masacre de 1937. Así mismo, el poema El Corte (2015), de Marianela Medrano, ofrece una condena inequívoca de la masacre de 1937, contrario, por ejemplo, a El Masacre se pasa a pie (1973), de Freddy Prestol Castillo, en el cual la compasión del narrador se tiñe de prejuicios racistas. Vale mencionar también dos producciones de Julia Alvarez, A Wedding in Haiti (2011), un testimonio que da cuenta de su relación afectiva con Piti, un trabajador haitiano a quien contrató para supervisar su finca en las montañas. Alvarez también escribió "There are Two Countries" (2013), un poema que, al inspirarse del conocido poema "Hay un país en el mundo" (1949), de Pedro Mir, inscribe la presencia de Haití como país hermano que comparte la isla de Quisqueya con República Dominicana.5 La escritora Alanna Lockward igualmente publicó la novela Marassá y la Nada (2013) y Un Haití Dominicano (2014), la recopilación de entrevistas y reportajes periodísticos sobre Haití.6 De igual manera, en el cine, surge un interés por la condición del haitiano en las películas Jean Gentil (2010), de Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán, y Cristo Rey (2014), de Leticia Tonos, en las cuales el personaje haitiano se convierte en el protagonista de una historia que se presenta a partir de su perspectiva.

Es innegable que las ideologías anti-haitianas se han enraizado en la mentalidad de una gran parte de la población dominicana que vive aún cautiva del espectro del colonialismo y del trujillismo. Sin embargo, este anti-haitianismo no es exclusivo de la nación dominicana pues tiene sus orígenes en la agresiva reacción de las potencias esclavistas ante la independencia de Haití en 1804. Esta ideología se mantiene vigente en las sociedades europeas y norteamericanas, cuyos medios de comunicación siguen reproduciendo toda suerte de estereotipos y de discursos anti-haitianos.7 Por otro lado, el anti-haitianismo tampoco es lo único que domina las relaciones entre ambos pueblos. Como bien señalara Lauren Derby, los discursos anti-haitianos siempre han variado de un período a otro y de una región a otra en el país, siendo históricamente más radicales y extremos en la capital, Santo Domingo, que en las regiones fronterizas por falta de contacto con la población haitiana.8 En su estudio sobre las poblaciones haitianas y dominicanas residentes en los bateyes, Amelia Hintzen también señala cómo estos conviven pacíficamente, trabajan juntos y han sabido luchar juntos por reivindicaciones laborales, como aumentos de salario o mejores condiciones de trabajo. Para ella, el caso domínico-haitiano, sobre todo en los bateyes, no es sólo una historia de opresión de los haitianos, sino también la historia de comunidades en las que conviven dominicanos, haitianos y personas de otras nacionalidades que han sabido unirse y alzarse con huelgas y protestas en contra de esta opresión.9 Como también observa Ernesto Sagás, los discursos anti-haitianos han tenido como contrapartida la posición de sectores progresistas que han visto la presencia haitiana en el país como el resultado natural de los movimientos migratorios en el Caribe y como un factor que beneficia la economía del país. Estos sectores progresistas incluyen a periodistas, intelectuales, artistas y dirigentes comunitarios y manifiestan posturas de tolerancia y solidaridad frente a los haitianos y sus descendientes domínico-haitianos.10

Lo que se ha observado en la historia de ambos países es un movimiento de vaivén, de altibajos, caracterizados por etapas en que una élite conservadora supo reanimar discursos anti-haitianos para manipular a la población y servir determinados intereses del momento. Franklyn Franco ha señalado que la llamada historia de "conflicto" entre los dos países es una historia de sus élites respectivas, no de sus pueblos. 11 Sin embargo, también está claro que estas dos élites han sabido entenderse muy bien en sus componendas políticas y acuerdos comerciales. Como bien ha señalado Pablo A. Maríñez, "las clases • dominantes de ambos países (...) establecen convenios económicos y comerciales; acuerdan la forma de explotar a los braceros haitianos en la agroindustria azucarera dominicana; se protegen políticamente, vigilando las actividades de los exiliados políticos haitianos en República Dominicana".12 Es decir, se trata de un problema de lucha de clases, lucha que es importante tener presente para evitar percibir las relaciones domínico-haitianas como un modelo de "conflicto fatal," inevitable o inherente a estos dos pueblos, pues este modelo no le hace justicia a la trayectoria de convivencia pacífica y/o solidaria que también ha habido, a pesar de los prejuicios, y que tanto historiadores dominicanos como haitianos ya han documentado.13 Tal como señalara Samuel Martínez (2003), si se contara la historia completa, el producto final sería una narrativa tan llena de emociones e impulsos contradictorios-de ternura y violencia, amor y odio, incorporación y rechazo del "otro" haitiano-que ningún tema tan monolítico como la 'ideología anti-haitiana' podría abarcar.14Martínez concluye que los pueblos de ambas naciones no se confrontan como enemigos irreconciliables, sino que están atados en un tejido más complejo de mutua fascinación y repulsión, atracción y desagrado, respeto y miedo, lo cual no significa que estas tensiones sean de fácil solución pero sí indica la necesidad de un estudio mucho más cuidadoso de las raíces de estos conflictos.15 Dentro de la historia misma de las élites, cabe recordar lo que han señalado Torres-Saillant, Quisqueya Lora y otros sobre el hecho de que desde la fundación misma de la nación siempre existieron líderes políticos e intelectuales que expresaron una visión de Haití y de los haitianos en términos de admiración y fraternidad. Y en esta historia hay momentos específicos en que se abrieron oportunidades de solidaridad y apoyo, siendo las fechas más ilustres las de 1865, en que el régimen haitiano envió tropas para apoyar la lucha dominicana de restauración de su independencia; 1965, en que brigadas de exiliados haitianos tomaron las armas junto a los constitucionalistas para defender la soberanía dominicana contra la ocupación norteamericana; y 2010, cuando el pueblo y el estado dominicanos se movilizaron masivamente en solidaridad con Haití a raíz del terremoto de ese año.

Es imposible incluir aquí todo lo que se ha producido sobre el tema, pero propongo ofrecer un análisis dividido en dos partes. Primero, recojo algunas narrativas que surgieron a raíz de la revolución de Saint-Domingue en 1791 y que se han mantenido hasta el presente a través de figuras sobrenaturales como el Comegente y el Cuco. Estas figuras, que forman parte del paradigma dominante de la construcción de Haití como el Otro, se transmitieron a través de leyendas orales y textos literarios que, incorporados a discursos políticos, se transformaron en metáforas de una nación caníbal, Haití, figura latente y permanente de amenaza para la integridad de la nación dominicana. En la segunda parte, sintetizo algunos aportes ya hechos sobre la complejidad de esta dinámica y examino el paradigma opuesto, el cual se define como de hermandad, fraternidad, solidaridad y/o coexistencia pacífica entre ambos pueblos. Para ello, parto del concepto de solidaridad desarrollado por el filósofo Richard Rorty, quien cuestiona la aplicabilidad del punto de vista cristiano que prescribe que la solidaridad debería sentirse hacia todos los seres humanos, sin importar sus diferencias.16 Rorty sostiene que el concepto moderno de solidaridad no debe ser el de ignorar las diferencias tradicionales (raciales, religiosas, culturales), sino precisamente el de reconocer que estas diferencias existen, pero que son insignificantes cuando se comparan con las experiencias similares de dolor, opresión y humillación.17 Para ello es preciso liberarse del espejismo de una otredad inalterable debido a "esas diferencias tan grandes entre ellos y nosotros" y enfocar la mirada en las experiencias humanas y trayectorias históricas similares de dolor, humillación y opresión por las mismas fuerzas coloniales y las mismas clases dirigentes. Este trabajo debe establecer claramente que la unidad y solidaridad de ambos pueblos no significa la temida "fusión" en la que se perdería la identidad cultural de una nación, sino un esfuerzo de acercamiento basado en la convicción de que, como proponía el sociólogo y embajador haitiano Guy Alexandre cuando señalaba el hecho inalterable de que ambos países comparten la misma isla y no pueden evadirse el uno al otro, no queda más remedio que aprender a coexistir y desarrollar relaciones armoniosas pues hay mucho más que ganar a través del intercambio y la cooperación que a través del rechazo y la hostilidad. 18 Tal como planteo más adelante, este paradigma surge bien temprano en la historia dominicana, empezando por la admiración que profesaron Juan Pablo Duarte y Gregorio Luperón, fundadores de la nación dominicana, hacia ese pueblo hermano que fuera el primero en liberarse del yugo colonial y esclavista europeo. En la literatura, este paradigma se manifiesta en las obras ya citadas que denuncian el maltrato de los haitianos, pero sobre todo en la poesía de Jacques Viau Renaud (1941-1965), cuya vida y poesía surgen como epítome de una relación de solidaridad y fraternidad entre ambas naciones.

Históricamente, los discursos anti-haitianos se remontan a la revolución de Saint-Domingue, cuando ideólogos franceses iniciaron la construcción simbólica de Haití y de la entonces colonia de Santo Domingo como los dos lados opuestos de un sistema binario fácilmente reconocible en la epistemología occidental y en los discursos coloniales.19 Como se sabe, a partir de 1804, Haití fue representado por las potencias colonizadoras como una nación de criaturas salvajes, primitivas y demoníacas-una imagen que no era nueva pues ya se había fabricado para justificar y legitimar la esclavización de los africanos. Como bien señala Fernando Valerio-Holguín, la imagen del Haití caníbal es una de las variantes del "Otro primitivo".20 En Canibalia: canibalismo, calibanismo,antropofagia cultural y consumo en América Latina (2008), Carlos A. Jáuregui nos recuerda que Haití:

representó una constante pesadilla para las sociedades esclavistas y el colonialismo moderno. El verdadero terror que la Ilustración le lega a la Modernidad no es el del reconocimiento de un ego caníbal, sino el de la insurrección de las fuerzas de trabajo; el miedo a que se levantaran contra sus amos cientos de miles de seres humanos reducidos a pedazos de humanidad. Mientras los esclavos y luego los trabajadores eran consumidos por las plantaciones (y denominados cabezas, piezas, mano de obra, brazos, músculos,), los temores a la insurrección se expresaban con imágenes góticas como la decapitación, el robo y sacrificio diabólico de niños, la mutilación sexual, la violación de mujeres, la quema de medios de producción y mercancías, el degüello de los administradores de las plantaciones, la dominación zombi y el canibalismo. La paranoia definió los imaginarios culturales hegemónicos e impulsó a los aparatos represivos de las economías esclavistas del Caribe. Haití le dio materialidad al principio africano y contribuyó sustancialmente a la formación de la imagen de un caribe negro voraz e insurrecto, partícipe de sangrientas ceremonias de vudú y canibalismo, y capaz de crímenes atroces.21

Como vecinos inmediatos de la naciente Haití y técnicamente pertenecientes a Francia durante los enfrentamientos entre esta y Haití, los habitantes de la colonia de Santo Domingo fueron los primeros testigos y recipientes de ese imaginario de los esclavistas franceses.22 De ahí en adelante, la élite criolla pudo reciclar estas imágenes de un Haití sobrenatural, salvaje, demoníaco y caníbal para alimentar la imaginación del pueblo.

La noción de un Haití caníbal se manifiesta primero en la figura del Comegente, ser monstruoso que aparece en leyendas orales, relatos de crímenes, cuentos y novelas desde las cartas que el Arzobispo Fernando Portillo escribiera en 1791, hasta la reimpresión en 1985 de la novela Episodios Nacionales (ca. 1886), de Casimiro de Moya (1849-1915), cartógrafo, historiador y vicepresidente de la República. En sus cartas, Fernando Portillo describe las revueltas de esclavos en el vecino Saint-Domingue como una serie de robos, asesinatos y violaciones, expresa su temor de que esa multitud cruce a la colonia española, y acuña el término de "Comegente" para enfatizar el nivel de crueldad y salvajismo del que serían capaces los rebeldes, pues es un "Negro más cruel y desnaturalizado que las Fieras mismas [...] que refugiado en un Monte [...] observa a las mujeres, las hiere y mata cruelmente y haciendo horribles estos homicidios las goza cuando mismo están expirando".23 Indudablemente, la población aprenderá a asociar estas imágenes de violencia bestial con Haití, internalizar ese horror, y construir lo que era una legítima lucha por la libertad como simples actos de atroz barbarie.24

Estas leyendas circularon oralmente gracias a la labor de difusión emprendida por los elementos conservadores de la Iglesia católica durante todo el siglo diecinueve, especialmente cuando presentó la ocupación haitiana de 1822-1844 como un "castigo divino" por los pecados cometidos por los feligreses dominicanos.25 Como bien observa Quisqueya Lora, además de la iglesia, historiadores y literatos pertenecientes a las élites conservadoras contribuyeron a reproducir imágenes antihaitianas de manera estratégica durante diferentes períodos del siglo diecinueve.26 En la literatura, la imagen del Comegente fue repetida copiosamente por el historiador Manuel Ubaldo Gómez (1857-1941) y la escritora Mélida Delgado Pantaleón (1885-1967), quienes perpetuaron la leyenda en el siglo veinte.27 Pedro Francisco Bonó explica en una carta a Gregorio Luperón de 1895 que la figura del Comegente se convirtió en el "cuco" de su niñez.28

El cuco es una figura abstracta, sin forma específica pero que guarda todas las características de monstruo indescriptible, un caníbal con poderes sobrenaturales que consume a niños, mujeres y ancianos por las noches. Aunque el cuco es una figura universalmente empleada en Latinoamérica, las leyendas populares dominicanas lo asocian primordialmente con la figura de un haitiano que recorre las calles con un saquito al hombro para meter ahí a los niños, freírlos en aceite y untarse ese aceite para hacerse invisible y cometer otras brujerías. Como figura abstracta el cuco también se ha prestado a la perfección para que los ideólogos del régimen de Trujillo lo transformaran en una figura de calibre nacional, Haití, nación caníbal que engulliría a la República Dominicana si sus habitantes no se detuvieran en la frontera. Esta imagen sirvió para justificar a posteriori la llamada "dominicanización" de la frontera, proceso que incluyó la matanza de miles de haitianos en 1937.29En La isla al revés, obra que recibió quince reimpresiones entre 1983 y 1994 (tres de las cuales salieron en 1994, año decisivo en que el líder de ascendencia haitiana José Francisco Peña Gómez era candidato a la presidencia), el influyente político e ideólogo dominicano Joaquín Balaguer refuerza estos temores al hablar de un Haití cuya independencia nació unida a un ideal imperialista de la unión de las dos partes de la isla bajo la bandera haitiana. En este texto, Balaguer conjura la imagen de un Haití cuya negrura engullirá a la República Dominicana si no se establecen mecanismos para proteger las grandezas tradicionales dominicanas.30

En pleno siglo veintiuno, la violenta controversia provocada por la sentencia 168-13 es prueba fehaciente de que los tropos de un Haití caníbal están lejos de desaparecer de las estrategias de manipulación ideológica. Por consiguiente, me parece que una de las armas para combatir el anti-haitianismo (además, por supuesto, de leyes que penalicen la incitación al odio racial y al crimen) consiste en reconstituir y difundir imágenes y narrativas que transformen esta imagen de Haití en el imaginario dominicano, empezando con la visión que tenía Juan Pablo Duarte, quien, según Torres-Saillant, Quisqueya Lora y otros, fue el primero en presentar una visión dialogante sobre Haití y en señalar las virtudes del pueblo haitiano. Ciertamente, Duarte expresó así su admiración hacia el pueblo haitiano:

Yo admiro al pueblo haitiano desde el momento en que, recorriendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores, y veo cómo los vence y cómo sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes, el amor a la libertad y el valor f...].31

Es decir, aunque Duarte fuera el propulsor de la independencia dominicana contra Haití, no por ello dejaba de reconocer el pasado de opresión del pueblo haitiano y su capacidad de resistencia.32 El pensamiento de Duarte encontró ecos en José María Imbert, general comandante del distrito y operaciones de Santiago, quien consideró a los haitianos como hermanos. Según Lora, en 1844, Imbert

envió una misiva al general haitiano Pierrot, en la que fraternalmente expresó que los dominicanos siempre estarían dispuestos 'a mirar y reconocer como amigos y hermanos a los Haitianos del Norte [. N]uestra República, estado libre e independiente, estará animada de los sentimientos de fraternidad más sinceros hacia ellos, y siempre dispuesta a hacer tratados de amistad y de comercio.'33

De igual manera, Gregorio Luperón, líder de la gesta de restauración de la independencia, esta vez frente a España, gesta que benefició del apoyo de militares haitianos, manifestó una visión de los pueblos de Haití y de República Dominicana como dos pueblos hermanos:

Entre los pueblos libres e independientes de la República Dominicana y los de la República de Haití, debe existir una paz inalterable, por ser dos pueblos hermanos, llevados a vivir en la mejor armonía, y a sostener y defender juntos su independencia y libertad, para lo que se hace absolutamente indispensable, que entre ambas partes haya un acuerdo sincero, que los unifique en su política la que ha de ser liberal, genuinamente patriótica y republicana, y conforme a sus circunstancias respectivas, y debiendo todo esto fijarse por medio de un Convenio entre los que legítimamente representen en uno y otro estado tan elevadas ideas de conveniencia nacional.34

Agrega Lora que la perspectiva fraternal de Luperón pertenecía a una compleja visión de Haití que habitó las mentes liberales a partir de 1865, una visión moderada y ambivalente, sujeta a los vaivenes políticos del momento y motivada por la guerra de la Restauración, la cual desplazó a Haití de la centralidad que ocupaba como objeto de combate y de resistencia y convirtió a España en el nuevo enemigo.35 Además, el apoyo militar ofrecido por los haitianos a los restauradores ejerció un gran peso en esta actitud.

De manera que se puede concluir que en el siglo diecinueve se observan movimientos contradictorios frente a Haití: por un lado existe la tendencia a ver al "otro" satanizado y deshumanizado, y por otro, se percibe un pensamiento racional alterno, que reconoce la necesidad de una relación solidaria. Estas percepciones contradictorias de Haití persisten a lo largo del siglo veinte y siguen persistiendo en el día de hoy. En el siglo veinte, la ideología anti-haitiana se vio reforzada por una nueva valoración de la "hispanidad" dominicana, inspirada del arielismo que surgió en Latinoamérica como reacción a la doctrina Monroe y la presencia imperialista norteamericana.36 En la década de los treinta, esta valoración de la "hispanidad" dominicana se alió con ideologías racistas que circulaban en Europa y el sur de los Estados Unidos para enarbolar la supuesta necesidad de un blanqueamiento de la nación dominicana, ideología que culminó con la horrenda masacre de 1937. Dicha ideología surgió de nuevo con fines políticos en 1994, cuando José Francisco Peña Gómez, quien era hijo de padres haitianos víctimas de la masacre, lanzó su candidatura a las elecciones presidenciales y sus opositores reavivaron los discursos anti-haitianos para manipular a los votantes. Sin embargo, durante ese mismo período, como observara Guy Alexandre en su estudio de las relaciones entre ambos países, también hubo un proceso de "normalización" o acercamiento que tuvo lugar durante más de veinte años, entre 1994 y 2005, y que fue detenido con la caza de haitianos perpetrada en mayo del 2005 cuando la matanza de una comerciante dominicana en Hatillo Palma fue atribuida, aunque nunca demostrada, a los habitantes haitianos de la zona.37 Según Alexandre, este acercamiento estuvo ligado a cambios estructurales que se realizaron en la economía dominicana de los años ochenta, cuando se sustituyó el modelo de producción basado en la exportación de azúcar con modelos de producción basados en el turismo, las zonas francas y los servicios. Del lado haitiano, esto correspondió a la caída de Duvalier en 1986, lo cual llamó la atención sobre Haití. Sostiene Alexandre que hasta entonces ambos países habían vivido "de espaldas" el uno al otro.38 Con la caída de Duvalier, los medios de comunicación dominicanos comienzan a enviar a sus periodistas a Haití para cubrir las noticias y, viceversa, los haitianos también envían sus periodistas.39 Al mismo tiempo, los migrantes haitianos comienzan a diversificarse y a expandirse a otros sectores de la economía dominicana. Ya no se trata sólo de campesinos que huyen de la miseria para trabajar en los "bateyes", sino que ahora vienen de los centros urbanos y de los sectores pobres de la clase media a trabajar en la agricultura, la construcción y el turismo. Entre tanto, las clases privilegiadas de Haití, su élite y su clase media acomodada, comienzan a visitar al país en calidad de turistas y a enviar a sus hijos a estudiar en universidades dominicanas. 40 Más importante aún: el embargo impuesto por las Naciones Unidas y la OEA en 1991 y 1994 para penalizar a las juntas militares que habían derrocado a Aristide provocó el surgimiento de intercambios comerciales jamás vistos en la historia moderna de ambos países. Aunque el comercio entre ambos lados de la isla había existido desde tiempos de la colonia, el embargo causó una "verdadera explosión" de exportaciones de productos de primera necesidad hacia Haití. Es en este momento que la clase comercial y empresarial de República Dominicana descubre el inmenso potencial de una relación productiva con Haití.41Más recientemente aún, a raíz del terremoto del 2010 la muestra masiva de apoyo inmediato por parte del pueblo y del estado dominicano fue una elocuente señal de ese sustrato de solidaridad de que puede ser capaz el pueblo dominicano frente al país vecino.42 Según Lorgia García Peña, la política de frontera abierta que decretó el gobierno dominicano a fin de abrir canales de ayuda al vecino país y de recepción de los refugiados haitianos creó una ruptura en las narrativas anti-haitianas oficiales y permitió, aunque fuera brevemente, que se debatieran estos discursos en la esfera pública.43

La visión de fraternidad concreta, real, surgida de la convivencia, raras veces aparece en la representación del tema haitiano en la literatura dominicana. Una gran excepción es el ensayo "Las dos patrias de Santo Domingo: tesis acerca de la división política de la isla en dos naciones" (1975), en el cual el laureado poeta Pedro Mir promueve la idea de fraternidad entre ambos países sobre la base de sus experiencias comunes en su lucha de resistencia y sugiere que el espíritu de solidaridad entre ambos ha persistido a pesar de la voluntad de las clases dirigentes.44 Pero esta visión es posterior a la de Jacques Viau Renaud, poeta que rompe todos los estereotipos sobre "el haitiano" y que, tal como expresaron sus contemporáneos, simboliza a la perfección la imagen de solidaridad y fraternidad entre ambos pueblos.45 Viau Renaud creció y vivió la mayor parte de su vida en Santo Domingo y combatió junto a los Constitucionalistas las tropas norteamericanas que invadieron República Dominicana para aplastar el movimiento que, en abril de 1965, luchaba para restituir a Juan Bosch, quien había sido destituido por un golpe de estado en 1963. Viau llegó al rango de sub-comandante del Comando B-3 (llamado así por los tres hermanos Bonilla que lo dirigían) y murió con apenas 24 años el 21 de junio de 1965, después de una semana de agonía tras ser alcanzado por una granada lanzada por un mortero de las tropas norteamericanas. El día de su muerte, el presidente constitucionalista Francisco Caamaño emitió el decreto No. 55, amparado por el artículo 18 de la Ley número 1683 sobre Naturalización Privilegiada de 1948, otorgándole la nacionalidad dominicana, a "título de naturalización privilegiada póstuma".

Además de erigirse, a cincuenta años de su muerte, como una luz de esperanza y solidaridad, Viau Renaud surge también como el primer poeta domínico-haitiano, pues, aunque se le otorgara la nacionalidad dominicana de manera póstuma, ya había sido adoptado por sus contemporáneos dominicanos. Además, escribió toda su poesía en español, siendo su tema principal el llamado a la resistencia de ambos pueblos contra la opresión. Su poesía se inserta, pues, tanto en el cuerpo literario producido por dominicanos que han escrito sobre Haití como en el de los haitianos que han abordado el tema dominicano. Sin embargo, Viau se destaca por ser el único en haber pertenecido a carta cabal a ambas culturas, a ambos lados de la isla. Esta posición privilegiada se vio enriquecida además por su alto nivel intelectual y el espíritu marxista que lo animaba, al igual que muchos de su generación, lo cual le permitió desarrollar una visión política y poética sin par sobre ambos países.

Nacido en Puerto Príncipe en 1941, Jacques Viau Renaud era hijo de Elaine Renaud y Alfred Viau, quien fuera educador y juez del Tribunal Civil de Puerto Príncipe, y por consiguiente pertenecía a la clase media de Haití. Viau Renaud llegó a República Dominicana junto a su familia en 1948, a raíz de la muerte de su hermano Gérard, quién fue linchado por un pequeño grupo de funcionarios del gobierno de Dumarsais Estimé (1900-1953) por haber abatido en un altercado al periodista Jean Rémy, director del periódico La République.46En 1958, dos años después de la caída del presidente Paul Magloire (1907-2001), Jacques Viau regresó a Haití junto a su madre y hermanas, donde vivió por poco tiempo. Adolescente aún, pues sólo tenía 16 años, participó en un movimiento revolucionario en Haití, acto que motivó su madre a reenviarlo de regreso a Santo Domingo. Vivió en varias partes de Ciudad Nueva y estudió en diversos planteles escolares, graduándose de bachiller en el Liceo Presidente Trujillo, que luego se convertiría en el Liceo Juan Pablo Duarte, recinto donde también estudiaron muchas de las lumbreras intelectuales y políticas de esa generación. Fue profesor de francés en el Liceo Dominicano, frecuentó a otros exiliados haitianos y se integró a círculos literarios y artísticos que incluían a Aída Cartagena Portalatín, Silvano Lora, Juan José Ayuso, Miguel Alfonseca y Antonio Lockward Artiles. Viau Renaud publicó sus primeros poemas en 1963 en la Revista Liberación.47Pocos meses después de su muerte, Antonio Lockward Artiles reunió sus poemas en una colección titulada Permanencia del Llanto. El Frente Cultural, dirigido por Silvano Lora, publicó esta colección en diciembre de 1965.48

Según los testimonios de sus amigos y compañeros de letras y armas, Viau gozaba de personalidad carismática, apasionada e íntegra en sus principios, pues, como a muchos de su generación, lo animaba un gran valor patriótico y político, y por ello era admirado y querido de todos. Muchos fueron los que asistieron a su funeral, entre ellos Francisco Caamaño, quien vino a darle sus condolencias a un Alfred Viau desconsolado de perder trágicamente a otro hijo.49Ciertamente, Viau arroja una luz en la compleja narrativa domínico-haitiana y complica las narrativas sobre el supuesto anti-haitianismo intrínseco a los dominicanos que no toman en cuenta los vaivenes de la historia de ambos países ni el factor clase que complica estas relaciones. Un reciente ejemplo de estas narrativas incluye el trabajo de Dawn Stinchcomb, quien obvia este crucial aspecto de clase social y camaradería, concluyendo que si Viau no abordó el tema de la raza en su obra era probablemente porque también fue víctima del racismo anti-haitiano.50 Nada más lejos de la realidad, pues tal como atestiguan sus contemporáneos, Viau fue excepcionalmente acogido y se sintió integrado hasta el punto de lanzarse a luchar por la soberanía de su país de adopción. De hecho, es muy probable que su procedencia social y fenotipo hayan favorecido su aceptación entre los dominicanos de clase media, pues los testimonios de los escritores Juan José Ayuso, Andrés L. Mateo y Antonio Lockward Atriles concuerdan en describirlo como alguien de gran elegancia, preparación intelectual y un físico de piel clara y ojos verdes, es decir, un individuo totalmente contrario al estereotipo del "haitiano".

Se podría decir además que su condición de "dominicanizado", o residente en República Dominicana desde su tierna infancia, le permitió forjarse lo que Édouard Glissant concibió como la identidad-rizoma, concepto que parte de la noción deleuziana del rizoma, la cual se opone a la noción de raíz única pues en vez de aspirar a la pureza, unicidad y exclusión del Otro, es una identidad que se abre a la multiplicidad, la heterogeneidad y a la inclusión, una identidad que permite el intercambio con el Otro, sin temor a perderse o desnaturalizarse, un intercambio sin deseo de dominio o de conquista y a través del cual ambas partes se nutren y se enriquecen, se complementan y se apoyan mutuamente. 51El aspecto rizomático de la figura de Viau se manifiesta tanto por el lugar que ocupa su poesía en el espacio literario del Caribe como por sus fuentes de influencia política y literaria. Por ejemplo, aunque haitiano escribió en español y su poesía se ha incluido tanto en antologías poéticas caribeñas de habla hispana como en las francófonas. De hecho, Lockward Artiles establece a Viau como heredero de la tradición de escritores caribeños que hurgaron en sus raíces africanas para movilizar resistencias sociales, como Jean Price-Mars, Nicolás Guillén, Aimé Césaire y el conjunto de escritores martiniqueños de corte marxista y surrealista que, en 1932, fundaron la revista Legitime Défense, en la que se denunciaba el colonialismo. 52 Por otra parte, antologías dominicanas y latinoamericanas, como las realizadas por Pedro Conde, el Ché Guevara y Mario Benedetti, incluyen a Viau como autor dominicano mientras que el crítico haitiano Raymond Philoctéte lo ha incluido entre los suyos, al considerarlo poeta símbolo de la resistencia. 53 Es decir, Viau trasciende las fronteras geográficas, lingüísticas y nacionales del Caribe y surge como figura internacionalista del momento.

En lo político, está claro que Viau representa un símbolo de fraternidad y solidaridad entre ambos pueblos y un mártir de la generación posterior a la dictadura de Trujillo, cuya meta principal era la libertad. Puesto que desde los años cincuenta ya se respiraban aires revolucionarios en el país y se difundía el pensamiento marxista como herramienta de análisis de las luchas sociales, Viau compartía las opiniones de sus contemporáneos, las cuales, al parecer, obviaban cualquier etiqueta racial, étnica o nacional que lo pudiera separar a él de sus compañeros dominicanos. Al contrario, su condición de intelectual haitiano enriquecía el debate pues con él se transmitía el pensamiento de Jacques Stephen Alexis, Aimé Césaire, así como poetas simbolistas y surrealistas franceses que eran muy leídos entre los poetas y artistas de su círculo.54 Vale recordar también que Juan Bosch, el presidente por cuya restitución iría a inmolarse en 1965, también había sido uno de los pocos líderes dominicanos en condenar el maltrato a los trabajadores haitianos, en resaltar la condición de pobreza y de opresión del pueblo haitiano, en llamar al pueblo dominicano a defender al haitiano de sus explotadores, y en condenar el anti-haitianismo, urgiendo a los dominicanos a que se dirijan contra el que esclaviza a todos los dominicanos, es decir Trujillo y el imperialismo norteamericano, y a convocar en son de hermanos a los haitianos, ayudándoles a ser libres ellos también de sus explotadores; a que, lo mismo que nosotros, puedan levantar una patria próspera, culta, feliz, en la que sus mejores virtudes, sus mejores tradiciones florezcan con la misma espontaneidad que todos deseamos para las nuestras.55

El pensador francófono que más parece haber influido a Viau es Jacques-Stephen Alexis, en especial a través de su novela Compére Général Soleil (1955), la cual aborda la masacre de 1937 desde un punto de vista marxista y subraya la solidaridad de los dominicanos que protegieron como pudieron a los haitianos. Según Alexis, la masacre fue producto de un conflicto de clases, no de un supuesto odio visceral de los dominicanos contra los haitianos, visión que lo lleva a representar a los dominicanos sin los estereotipos que, al parecer, abundan en la literatura haitiana en las raras ocasiones en que aparecen personajes dominicanos.56 Según Léon-Francois Hoffman, salvo las novelas de Alexis, Edwidge Danticat y René Philoctéte, que tratan la masacre de 1937, no hay una sola novela haitiana que tenga a dominicanos como personajes principales. Sobre el tema de la masacre, Hoffman resalta a autores de la izquierda haitiana que:

insisten en no condenar al pueblo dominicano en su conjunto, y recuerdan los testimonios de solidaridad, la ayuda aportada a las víctimas, el heroísmo de hombres y mujeres que alojaron y escondieron a los fugitivos. Sobre la masacre, de la cual escapó, una vieja haitiana explica: "Todo se ha dicho, escrito, cantado sobre ese tema: la crueldad de los soldados de allá, la cobardía de nuestros gobernantes de entonces, los veinticinco mil [dólares] de la vergüenza, nuestra legítima indignación... Lo que a veces se omite subrayar es la bella solidaridad de esos hombres y de esas mujeres gracias a los cuales pudimos tener la vida salva'"57

Esta observación de Hoffman refuerza las críticas de las posturas que imputan al pueblo dominicano los crímenes de Trujillo durante la masacre. Los que saben lo que es vivir bajo una dictadura entienden perfectamente que hubiera sido imposible denunciar públicamente la matanza sin arriesgarse a perder la vida.58

Viau enriqueció esta perspectiva con sus propias vivencias. Por un lado, como me señalara Andrés L. Mateo al referirse a su amigo Jacques, cuando éste pensaba en el pueblo haitiano, no lograba conciliar que el mismo pueblo que una vez tuviera la grandeza de llevar a cabo la primera revolución anti-esclavista del mundo estuviera hoy convertido en un amasijo de miseria. Además, para Jacques, el pertenecer a una clase media, aunque modesta, era un "privilegio hiriente". Cuenta Mateo que Jacques quería renunciar al mundo de los privilegios y sentía que para poder entender el destino de su nación tenía que convertirse en trabajador de la caña. Sin esta experiencia, sin este escarnio sufrido en carne propia, decía Jacques, él no podía entender el destino de su nación, no podía escribir la angustia de su pueblo, y eso era fundamental para él. En cuanto a la dinámica entre ambos países, Jacques consideraba que los héroes de la independencia haitiana habían cometido el error de nunca reconocer la "otredad" de los habitantes del lado este de la isla, de los que luego se conformaron como dominicanos. Según Mateo, Jacques pudo vivir en ambos lados de la isla y darse cuenta de una otredad que no era tal otredad. Para Jacques, cuando le quitas la diferencia del idioma, no hay tal diferencia entre ambos pueblos; son iguales. 59

A mi parecer, es probable que Viau se refiriera no sólo a las similitudes culturales de ambos pueblos, sino también a la igualdad en condiciones de opresión material. Al menos, es lo que aparece en el énfasis que él le da a la condición de opresión de ambos pueblos y la necesidad de levantarse, luchar y resistir, en Nada permanece tanto como el llanto, escrito en 1964, del cual extraigo aquí los primeros versos:

En qué preciso momento se separó la vida de nosotros, (en qué lugar,

En qué recodo del camino?

En cual de nuestras travesías se detuvo al amor para (decirnos adiós?

Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas. Nada ha dolido tanto a nuestro corazón Como colgar de nuestros labios la palabra de amargura. Por qué anduvimos este trecho desprovistos de abrigo? En cuál de nuestras manos se detuvo el viento para

(romper nuestras venas

y saborear nuestra sangre? Caminar, hacia dónde? Con qué motivo? Andar con el corazón atado,

Llagadas las espaldas donde la noche se acumula,

Para qué, hacia dónde?

Qué ha sido de nosotros?

Hemos recorrido largos caminos.

Hemos sembrado nuestra angustia

En el lugar más profundo de nuestro corazón.

Nos duele la misericordia de algunos hombres!

El tono de interrogación de estos versos insta al pueblo a reflexionar sobre su pasado de opresión: desde cuándo hemos vivido así y hasta cuándo aguantaremos, se pregunta, en rechazo del estatus quo. Por otra parte, el sujeto plural de "nosotros" que, se estilaba mucho en esa generación, integra al poeta con el pueblo, sin importar si es dominicano o haitiano, pues para el poeta marxista no hay diferencia: ambos están unidos por una misma historia.

En "Estoy tratando de hablaros de mi patria", Viau declara tener dos patrias, Haití, de quien resalta una pobreza descarnada, y Santo Domingo, la cual describe como su "guarida salina", su lugar de refugio. Ambas ocupan el mismo espacio central en su visión de poeta:

Estoy tratando de hablaros de mi patria,

Aquella que comienza a deslizarse

Allá donde crecen las guazábaras,

Las cayenas frágiles,

Los cántaros sedientos y polvorientos,

La yerba rara,

Amarillenta,

Solitaria lanza midiendo el corazón de mi isla.

Estoy tratando de hablaros de mi patria, Desde aquí,

Desde mi guarida salina

Desde Santo Domingo,

Quizás os hable de ambas:

Son dos terrones complementarios

Puntos cardinales de mi tristeza

Caídos de la rosa de los vientos

Como amantes en cuyo abrazo se rompieran.

[■■■]

Mucho tiempo ha transcurrido desde que partí,

Nada ha cambiado,

Siguen los mismos montes pelados,

La misma vegetación de vegetales y girasoles,

De cafetales oscuros y pastizales estrellados,

Sólo el hambre ha crecido,

Ya no hay lugar en los cementerios

Ni en los ojos llanto

Ni en mi isla patrias,

Sólo dimensiones de tierra y harapo,

De muertos desencajados en el vientre del barro.

Así es mi patria,

Prolongación de Santo Domingo que llora,

Así es mi guarida,

[■■■]

Desde el otro lado de la sangre, [■]

He querido hablaros de mi patria, De mis dos patrias, De mi Isla,

Que ha mucho dividieron los hombres Allí donde se aparearon para crear un río.

Si en el poema anterior, los dos pueblos están unidos por una misma historia de opresión, en este queda claro que hay dos naciones distintas que comparten la isla. Es importante señalar esto porque uno de los argumentos de los sectores conservadores dominicanos es que existe un "plan de fusión" de ambos países por parte de las potencias extranjeras que querrían que la República Dominicana "cargue" con Haití. Para ellos, toda referencia a la hermandad y solidaridad entre ambos pueblos es tergiversada como parte de ese plan de fusión. En el poema queda claro la distinción entre una realidad geográfica ineludible, el hecho de que ambas patrias son "terrones complementarios", pero que al mismo tiempo son entidades claramente diferenciadas. En este poema se manifiesta la condición rizomática del poeta, pues "desde aquí", desde su "guarida salina" que es Santo Domingo, nos habla de su patria ancestral, Haití, con énfasis en un paisaje árido, poblado de guasábaras, cayenas frágiles, hierbas raras y amarillentas-una vegetación típica de tierras resecas por el clima y la sobre-explotación. Si bien ambas patrias aparecen divididas por aquellos que se "aparearon para crear un río", es decir, los colonizadores europeos, una es prolongación de la otra, y en este sentido, no hay tal división. En sus "dos patrias" y "mi isla", el poeta ve una realidad geográfica y política cuyo destino no es la fusión, sino la unidad o alianza en la lucha contra un enemigo común.

Nueva York, 10 de julio de 2014 [Revisado el 15 de junio de 2015. Segunda revisión el 15 de diciembre 2015]


1 Ver texto integral de la sentencia 168-13 en http://tribunalconstitucional.gob.do/sites/default/files/documentos/Sentencia%20TC%200168-13%20-%20C.pdf. Tras más de ocho meses de presión por parte de la comunidad internacional y de los sectores progresistas del país, el gobierno Analmente aprobó la Ley 169-14, que establece un "Régimen Especial para personas nacidas en el territorio nacional inscritas irregularmente en el registro civil dominicano y de naturalización". Dos años después de su implementación, está claro que la misma ha fracasado por un sinnúmero de razones de carácter administrativo y político.

2 Ver Alvarez, Julia et al. Two Versions of a Dominican Tale. New York Times, 31 de octubre del 2013 y Mario Vargas Llosa. Los parias del Caribe. El País, Madrid, 3 de noviembre, 2013; Pérez, Amín. 'Yo no soy racista, sólo defiendo mi patria': síntomas y efectos nacionalistas en República Dominicana. En Caribbean Studies. 41:2. Río Piedras, 2013.245-255.

3 Bosch, Juan. Carta de Juan Bosch a Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy. La Habana, 14 de junio de 1943. En Derecho a vivir: República Dominicana y Haití. Fundación Juan Bosch. Santo Domingo, 2014. pp. 129-144. Ver un magnífico análisis de la misma en Villarini Justo, Ángel R. "Bosch y Haití: el intelectual en la encrucijada." Ibídem. pp. 39-68.

4 Bustamante, Fernanda. Representar el «problema de lo haitiano» o el problema de representar lo haitiano: una lectura de textos literarios dominicanos del 2000. En: 452 °F Revista Electrónica de teoría de la literatura y literatura comparada, No. 11. Barcelona, 2014 125-141. Ver también Matibag, Eugenio. HaiLan-Dominican Counterpoint: NaLon, Race, and State on Hispaniola. Palgrave-MacMillan. New York, 2003.

5 Alvarez, Julia. There are Two Countries, En Afro-Hispanic Review 32.2 (2013): 145-148. Ver, en el mismo número, Torres-Saillant, Silvio. Homeland, Poetry and Justice: Julia Alvarez Engages Pedro Mir. ibidem,. 119-124.

6 Ver un análisis detallado de Marassá y la Nada en Maríñez, Sophie. Mito y feminismo en Marassá y la Nada de Alanna Lockward. En: Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 42:2 (2016).

7 Ulysse, Gina Athena. Why Representations of Haiti Matter Now More Than Ever. En: NACLA Report on the Americas. 43: 4. New York, 2010, pp. 37-41. Sobre el origen colonialista de este anti-haitianismo han salido numerosos trabajos, incluyendo los de Franklyn Franco, Silvio Torres-Saillant, Ernesto Sagás, Lauren Derby, Samuel Martínez y Quisqueya Lora, a quienes cito en lugares perinentes de este ensayo.

8 Lauren Derby, Magic, and Money: Raza and Society in the Haitian-Dominican Borderlands, 1900 to1937. En: ComparaLve Studies in Society and History. 36.3. Cambridge, 1994. pp. 488-526.

9 Hintzen, Amelia. Extranjeros en tránsito: La evolución histórica de las políticas migratorias en la República Dominicana. En Derecho a vivir... Op. Cit.,, pp. 217-235.

10 Sagás, Ernesto. Race and PoliLcs in the Dominican Republic. University of Florida Press. Gainesville, 2000, pp. 90-91.

11 Franco Pichardo, Franklyn. Du racisme et de l'anL-ha'ÍLanisme. C3 Editions. Pétion-Ville, 2013, p. 98.

12 Maríñez, Pablo A. Relaciones domínico-haiLanas y raíces histórico-culturales africanas en la República Dominicana: Bibliografía básica. Editora Universitaria, UASD. Santo Domingo, 1986.

13 El debate sobre el modelo de "conflicto fatal" fue provocado por la periodista Michelle Wucker, cuya obra Why the Cock Fights? Dominicans, HaiLans and the Struggle for Hispaniola I2000), fue objeto de crítica por parte del antropólogo Samuel Martínez (2003) quien objetó el carácter reduccionista y esencialista de este modelo..Ver también, Manuel Antonio Victoriano-Martínez (2014), quién señala que aunque la metáfora evoca el contexto cultural dominicano, es también la mayor debilidad del libro, pues reduce la dinámica entre ambos países a un conflicto inevitable, y disminuye cualquier otra instancia de cooperación y convivencia.

14 Martínez, Samuel. Not a Cockfight: Rethinking Haitian-Dominican Relations, LaLn American PerspecLves. 30.3, Riverside (California), 2003. pp. 80-81.

15 Ibídem, p. 83-84.

16 Rorty, Richard. ConLngency, Irony, andSolidarity. Cambridge University Press. Cambridge, 1993, pp. 189-198.

17 Ibídem, p. 192.

18 Alexandre, Guy. Pour HaíL. Pour la République Dominicaine.Editions C3. Pétion-Ville, 2013, p. 91

19 Para una recapitulación de los hechos históricos de formación de las dos colonias y de la nación dominicana, ver Cassá, Roberto . Historia social y económica de la República Dominicana. Editora Alfa y Omega. Santo Domingo, 2001, T.1 y Tolentino Dipp, Hugo. Raza e historia en Santo Domingo: Los orígenes del prejuicio racial en América. Fundación Cultural Dominicana: Santo Domingo, 1992

20 "Las diversas formas que adoptan los tropos del primitivismo en el discurso con respecto a los haitianos son: los haiianos son animales, los haiianos son caníbales, los haiianos son salvajes, los haiianos son violentos, los haiianos son ladrones, los haitianos son naturales y los haitianos son promiscuos y prolíficos. Todas estas imágenes e ideas fueron las mismas uilizadas por los europeos para referirse no sólo a los africanos y asiáicos sino también a los latinoamericanos en general y a los caribeños en particular." Valerio-Holguín, Fernando. Nuestros vecinos, los primiivos. Academia.edu. acceso 1 de julio, 2014, p. 3.

21 Jáuregui, Carlos. Canibalia: canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina. Iberoamericana. Madrid, 2008, p. 277.

22 Unos de los vehículos de propagación de esta imagen fueron los relatos de viaje de colonos franceses como el criollo martiniqueño Moreau de Saint Mery, quien publicó una Description topographique et politique de la parte espagnole de l'isle de Saint-Domingue (1796) en el que describía al lado español como mucho más "blanco" que el lado de la colonia francesa. Candelario, Ginetta. Black Behind the Ears, Dominican Racial Identity from Museums to Beauty Shops, Duke University Press, Durham, 2007, p. 39. Otro texto influyente fue De l'inégalité des races humaines (1853-1855), de Joseph Arthur de Gobineau, autor que utilizó a Haití para demostrar la "degeneración de la raza negra" e identificarlos como "depravados, brutales y salvajes". Dayan, Joan . Haiti, History and the Gods, University of California Press. Berkeley y Los Angeles, 1998. p. 13.

23 Jauregui, Canibalismo... Op. Cit. p. 281.

24 Ibídem, p. 285. Para otro análisis detallado del Comegente, ver Johnson, Sarah E. Guangua pangnol pi fort pasé ounga haitien. En The Fear of French Negroes: Transcolonial CollaboraLon in the RevoluLonary Americas. University of California Press. Berkeley/Los Angeles, 2012, pp. 83-90.

25 Lora H. Quisqueya. La construcción de Haití en el imaginario dominicano del siglo XIX. En Derecho a vivir... Op. Cit. p. 182.

26 Ibídem.

27 Ubaldo Gómez, Manuel. Resumen de la historia de Santo Domingo. Imp. El Progreso. La Vega, 1920; Delgado Pantaleón, Mélida. Historia del comegente con sus conclusiones. En La cítara campestre cibaeña: la criolla, poesía, ensayos, cuentos cibaeños, Editorial Amigo del Hogar. Santo Domingo, 1989, pp. 295-336.

28 Rodríguez Demorizi, Emilio, ed. Papeles de Pedro F. Bonó, Gráficas M. Pareja. España, 1980, p. 572. Demorizi también señala que la historia del comegente fue escrita por el Padre Pablo Amézquita y reimpresa en varios números del periódico El Esfuerzo, en la Vega, en 1881. Nota 33, pp. 572-573.

29 Torres-Saillant, El retorno de las yolas: Ensayos sobre diáspora, democracia y dominicanidad. Librería La Trinitaria, Santo Domingo: 1999, p. 398.

30 Balaguer, Joaquín. La isla al revés: Haití y el desLno dominicano. Editora Corripio. Santo Domingo, 1983. La ideología anti-haitiana de Balaguer, Peña Batlle y, más recientemente, Manuel Núñez, ha sido desmantelada por historiadores y críticos dominicanos como Franklyn Franco, Andrés L. Mateo, Odalís Pérez, Silvio Torres-Saillant, Ginetta Candelario, Néstor E. Rodríguez y Ramón Antonio Victoriano-Marínez entre otros.

31 Lora. Quisqueya. La construcción de Haití... Op. Cit. 191-192. Ver también Torres-Saillant, Silvio. Introduction to Dominican Blackness. En: Dominican Studies Working Papers Series, No. 1, CUNY Dominican Studies Institute. New York, 1999, p. 31.

32 Torres Saillant, Silvio. El retorno de las yolas...Op. Cit., p. 143.

33 Lora H.,. Op. Cit, pp. 199-200, mi énfasis.

34 Ibídem. p. 200,, p. 154.

35 Otros importantes pensadores que plantearon una versión desprovista de hosilidad incluyen a Ulises Francisco Espaillat, quien manifestó una visión opimista sobre un Haií que preferiría trocar mercancías en vez de intercambiar "carabinazos" y "sablazos" (Lora, Ibídem. pp. 192-194/

36 Torres-Saillant, Silvio. An intellectual History... Op. Cit., p. 216-218.

37 Alexandre, Guy. Algunos aspectos de evolución del Estado dominicano entre 1918 y 2011: Materiales para un análisis. En Haití y República Dominicana: Miradas desde el siglo XXI. C3 Editions. Pétionville, 2013, p. 95.

38 Ibídem., p. 91.

39 Ibídem., pp. 91-92

40 Según las fuentes de Alexandre, en el 2007 se calculaba la presencia de unos 16,000 estudiantes haitianos en las universidades del país (p. 92). Es muy probable que después del terremoto del 2010, esta cifra haya aumentado de manera significativa.

41 Ibídem., p. 93

42 Señala Alexandre, que en el contexto de la corriente "neo-nacionalista" que tomó auge a partir del 2005, "ambos, haitianos y dominicanos, quedaron 'sorprendidos' por la envergadura de la solidaridad expresada por los dominicanos con sus 'hermanos' y 'vecinos' del oeste". Ibídem., 97.

43 García Peña, Lorgia. Un-bordering Hispaniola: David Pérez's Performance Actions of Haitian-Dominican Solidarity. Afro-Hispanic Review 32.2 (2013): 57-70.

44 Torres-Saillant, Silvio. Homeland, Poetry and Jusice. Op. Cit.

45 Mi más profundo agradecimiento a la escritora Alanna Lockward por haberme dado a conocer a este gran poeta domínico-haiiano.

46Philoctéte, Raymond. Anthologie de la poésie haítienne contemporaine: 1945-1995. Éditions du CIDIHCA. Montréal 1998, p. 241. Agradezco profundamente a Jean-Pierre Richard Narcisse por haberme comunicado esta antología. El año de nacimiento de Jacques Viau es atribuido por algunos a 1941 y por otros a 1942. Para más detalles sobre las circunstancias de la muerte de Gérard Viau y las causas del exilio de la familia Viau Renaud, ver Matthew J. Smith. Red and Black in Haiti: Radicalism, Conflict, and Political Change, 1934-1957. The University of North Carolina Press. Chapel Hill, 2009, pp. 119-120.

47 Lockward Artiles, Antonio. Haitianos y cocolos en la literatura dominicana. Editora Universitaria. Santo Domingo, 2009, pp. 41-42.

48 La colección de poemas volvió a ser publicada en 1985 por la Editora Universitaria bajo el titulo Permanencia del llanto: el XX aniversario de la Insurrección de Abril. En 2006, Ediciones Cielo Naranja publica Poesía completa, con introducciones de Máximo Arturo Jiménez y Antonio Lockward Artiles y un colofón de Miguel de Mena. En el 2015, la Fundación Juan Bosch publica una nueva edición bajo el cuidado de la poeta Angela Hernández titulada Y en tu nombre elevaré mi voz: Jacques Viau Renaud, Poesía y homenaje a su gesta. Fundación Juan Bosch. Santo Domingo, 2015.

49 Ver el conmovedor relato de Alejandro Paulino sobre la vida y muerte de Jacques Viau en www.historiadominicana.com.do/temas/articulos/347-jacques-viau-renaud-el-poeta-haitiano-que-en-1965-ofrendo-su-vida-por-los-dominicanos.html, el cual incluye el panegírico escrito por su inseparable amigo Miguel Alfonseca así como su poema "Responso para Jacques Viau Renaud", textos reproducidos de Ramón Alberto Ferrera, Guerra Patria. Santo Domingo, s.p.i., pp. 87-93. Ver también "Madame Saga", de Antonio Lockward Artiles, en Haitianos y cocolos.... Op. Cit., pp. 133-148. Por último ver el reportaje de la periodista Argénida Romero publicado en tres entregas en Diario Libre bajo el titulo "La Permanencia de Jacques Viau" los días 26, 27 y 28 de mayo del 2015. Ver el primero en http://www.diariolibre.com/ecos/2015/05/26/i1165101_permanencia-jacques-viau.html

50 "[Viau Renaud's] choice not to address specific concerns about race may be due to his own oppression in the Dominican Republic as a black Haitian dedicated to the creation of a country that might consider him human above all else." Dawn Stinchcomb, F. The Development of Literary Blackness in the Dominican Republic. University Press of Florida, Gainesville: 2004, p. 81.

51 Deleuze, Gilles y Felix Guattari, Mille Plateaux. Gallimard. Paris, 1980; Glissant, Edouard. La cohée du Lamentin. Gallimard. Paris, 2005, pp. 25, 35 y 38; Introduction a une poétique du Divers. Gallimard. Paris, 1998.

52 Lockward Artiles, Cocolos y Haitianos... Op. Cit. pp. 54-55.

53 Conde, Pedro. Antología informal: La joven poesía dominicana.,Editora Nacional. Santo Domingo, 1970; Guevara, Che y Mario Benedetti. Poesía Trunca. Casa de las Américas, Ciudad de La Habana,1977. Philoctéte, Raymond Anthologie. Op. Cit.

54 Agradezco profundamente a Juan José Ayuso, por comparir en una entrevista personal en enero del 2015, sus recuerdos sobre Jacques y la visión que animaba a los jóvenes poetas de esa generación.

55 Bosch, Juan. Carta de Juan Bosch... Op. Cit.

56 Hoffman, Léon-Francois. La République dominicaine dans la fiction haítienne. En: The Caribbean Writer As Warrior of the Imaginary: L'ecrivain caribéen, guerrier de l'imaginaire. Rodopi, Amsterdam, 2008, pp. 345-357, mi traducción.

57 Ibídem, p. 354, mi traducción y énfasis. La cita de la sobreviviente de la masacre proviene del escritor haitiano Dalembert Louis-Philippe. L'Autre face de la mer. Stock. Paris, 1998, p. 30.

58 Según Silvio Torres-Saillant, si los dominicanos hubieran estado tan de acuerdo con la matanza como se pretende ¿por qué no salieron a las calles a festejar y celebrarla? (Blackness and Meaning in Studying Hispaniola: A Review Essay. En: Small Axe, Small Axe. 19. New York, 2006. pp. 180-188). Ver diversos análisis de la representación de la masacre en De Maeseneer, Rita. Encuentro con la narrativa dominicana contemporánea. Iberoamericana/Vervuert. Madrid/Frankfurt, 2006; Lister, Elissa L. Le Conflit haítiano-dominicain dans la littérature caribéenne (El conflicto dominico-haitiano en la literatura caribeña). C3 Editions, Pétion-Ville, 2013; Victoriano Martínez, Manuel Arturo. Rayanos... Op.Cit.; y Fumagalli. María Cristina. On the Edge: Writing the Border between Haiti and the Dominican Republic, Liverpool University Press. Liverpool, 2015.

59 Entrevista a Andrés L. Mateo, enero 2015.


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