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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

versión On-line ISSN 1794-8886

memorias  no.31 Barranquilla ene./abr. 2017

https://doi.org/10.14482/memor.31.9888 

http://dx.doi.org/10.14482/memor.31.9888

Literatura de cordel y comunicación rural en Cuba. Una mirada microhistórica al mundo secreto de los Naite (1940-1958)1

Cordel literature and rural communication in Cuba. A microhistoric lookat the secretworldof the Naite (1940-1958).

Literatura de cordel e comunicação rural em Cuba. Um olhar micro-histórico do mundo secreto dos Naite (1940-1958)

Jaddiel Díaz Frene

Licenciado en Historia por la Universidad de La Habana y doctor en Historia por El Colegio de México. Actualmente realiza un posdoctorado en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM con una beca otorgada por la Coordinación de Humanidades de esa institución. En 2010 obtuvo una mención en el Premio de Musicología de la Casa de Las Américas. Entre sus publicaciones se encuentran: "Familia, campesinado y fotografía en Cuba: un acercamiento a la historia de la familia Naite", publicado en la revista Cuicuilco, Escuela Nacional de Antropología e Historia de México, vol. 20, núm. 57, mayo-agosto, 2013; "Los campesinos sólo mueren cuando olvidan: décimas mambisas en el imaginario de la Sierra del Rosario", en Cuba Etnográfica, La Habana, Fundación Fernando Ortiz, 2012; "La máquina del sonido o el artefacto de las nostalgias: apuntes para una historia del fonógrafo en México. 1876-1924", en Historia Mexicana, El Colegio de México, núm. 261, julio-septiembre, 2016, y "Música popular y nacionalismo en los campamentos insurgentes. Cuba (1895-1898)", en Historia Crítica, Universidad de los Andes, Colombia, julio-septiembre, 2015.

Recibido: 13/07/2016
Aprobado: 28/01/2017

Citar como:

Díaz, J. (2017). Literatura de cordel y comunicación rural en Cuba. Una mirada microhistórica al mundo secreto de los Naite (1940-1958). Memorias: Revista Digital de Arqueología e Historia desde el Caribe (enero-abril), 122-150.


Resumen

En este artículo se intenta reconstruir los usos sociales de la literatura de cordel desde las experiencias de los Naite, una familia de negros y mulatos que ha vivido durante más de dos siglos en la Sierra del Rosario. Las hojas y folletos que estos campesinos compraron y consumieron, entre 1940 y 1958, representan una valiosa puerta de entrada para pensar el impacto de la cultura impresa en el mundo rural. En un primer apartado se estudian asuntos como la circulación de los textos y las prácticas para divulgarlos y apropiarlos, y luego se pasa a analizar los melodramas conocidos como "novelas en décimas". Por último, indagamos en los impresos con espinelas sobre sucesos políticos, compuestas por poetas callejeros que se ganaban la vida narrando los últimos sucesos.

Palabras clave: campesinado, literatura de cordel, cultura popular, familia, memoria.


Abstract

This article attempts to reconstruct the social uses of string literature from the experiences of Naite, a family of blacks and mulattos who has lived for more than two centuries in the Sierra del Rosario. Sheets and brochures that these farmers bought and consumed between 1940 and 1958, represent a valuable gateway to think about the impact of print culture in rural areas. In the first section issues how the circulation of texts and practices for dissemination and appropriate them are studied, then move on to analyze the melodramas known as "novels in decimas". Finally, we will investigate in the poems on political events, written by street poets who made their living by narrating the latest events.

Keywords: peasantry, cordel literature, popular culture, family, memory.


Resumo

Este artigo tenta reconstruir os usos sociais da literatura de cordel a partir das experiências dos Naite, uma família de negros e mulatos que vive há mais de dois séculos na Serra do Rosário. As folhas e folhetos que esses camponeses compraram e consumiram, entre 1940 e 1958, representam uma valiosa porta de entrada para pensar o impacto da cultura impressa no mundo rural. Na primeira parte se estudam assuntos como a circulação dos textos e das práticas para sua divulgação e apropriação; em seguida, analisamos os melodramas conhecidos como “novelas em décimas”. Por último, indagaremos sobre acontecimentos políticos nos impressos com espinelas compostas por poetas de rua que sobreviviam narrando as últimas notícias.

Palabras chave: campesinato, literatura de cordel, cultura popular, família, memoria.


Introducción

A mediados del siglo XX, los campesinos de la Sierra del Rosario2, sobre todo los padres de familia, acostumbraban visitar pueblos aledaños a sus bohíos, como Bahía Honda, San Cristóbal, Candelaria y Artemisa, con el propósito de adquirir determinados insumos y vender otros producidos por ellos. Al regreso de estos viajes mensuales, otras veces semanales, llegaban a sus hogares portando en las alforjas del caballo, además de los víveres comprados, periódico, almanaques, salmos, y en algunos casos, una esporádica foto tomada en el parque del pueblo por un fotógrafo minutero.3

Pero, según cuentan algunos testigos, lo más esperado por sus hijos y esposa eran unas hojas sueltas y folletos impresos en los que se mostraban las décimas de algún poeta local o de fama nacional. En ellos se abordaban, de una forma peculiar, crímenes pasionales, la campaña de algún político, controversias entre famosos vates y desastres naturales. A estos asuntos se sumaban las gustadas "novelas en décimas", apasionantes melodramas en los que eran narrados, mediante cientos de espinelas, la controvertida historia de amor entre un campesino pobre y la hija de un terrateniente, por solo poner un ejemplo.

Esta oferta literaria, dirigida a un público popular, no era exclusiva de las aglomeraciones urbanas que rodeaban la Sierra del Rosario. Por aquella época, las calles de pueblos y ciudades de la Isla, tal como ocurría también en Puerto Rico y Brasil, eran transitadas por vendedores ambulantes que voceaban los títulos de estos impresos y en ocasiones cantaban alguna que otra estrofa, con el propósito de seducir a los posibles clientes.4

Para el público rural, las décimas eran, en realidad, el elemento más atractivo de los impresos. Desde el siglo XiX, las espinelas desempeñaron un papel protagónico en la vida campesina insular, y la sierra del Rosario no había sido la excepción. Durante más de un siglo fueron utilizadas como forma de cortejo y legitimación cultural de las diferencias sexuales, estrategias para amenizar las penas del trabajo agrícola y doméstico, protesta social contra los atropellos de terratenientes, soldados españoles y guardias rurales, y forma de divulgación y reprobación del racismo. En ellas circulaba la más completa crónica de la vida cotidiana campesina, desde las noticias más recientes sobre el acontecer local y nacional hasta la narración de acontecimientos pasados, registrados en composiciones que se fueron trasmitiendo generación tras generación.5

Además de las deseadas estrofas poéticas, los folletos y las hojas vendidos en los pueblos incluían estrategias de seducción visual, entre los que destacan la inserción de grabados y fotografías. Los retratos podían mostrar a los personajes inmersos en la trama o, en otros casos, daban a conocer al público popular la figura del autor de la obra, generalmente un poeta iletrado. Algunas de estas imágenes, al igual que las publicadas en los periódicos y revistas adquiridos en los pueblos, podían convertirse en objeto de decoración, al ser recortadas y pegadas en las agujereadas paredes de los bohíos, construidos con tablas de palma.

Entre los campesinos serranos que consumieron habitualmente las codiciadas estrofas impresas estuvieron los Naite. Se trata de una familia extensa de negros y mulatos que ha vivido en la Sierra del Rosario durante casi dos siglos, atravesando trascendentales procesos de la historia nacional como la esclavitud, las guerras de independencia y la Revolución cubana.6 En este trabajo se intenta reconstruir los usos sociales de la literatura de cordel, entre 1940 y 1958, a partir de sus experiencias.

Los testimonios de estos campesinos, algunos folletos y hojas conservados por poetas y pobladores de la zona permitirán explorar este mundo ausente de los archivos oficiales y olvidados por la historiografía insular. Para comenzar a descubrirlo varias preguntas pueden servir como brújula metodológica: ¿cómo llegaban los impresos a las montañas? ¿Cuáles eran los géneros consumidos por la familia? ¿Conocieron alguna novela en décimas? ¿Arribaron a sus manos composiciones en las que se divulgaba la realidad política del país?

Lejos de constituir una curiosidad de corte culturalista, el fenómeno que pretendemos estudiar permite explicar cuestiones vitales de la historia insular, desde el siglo XIX hasta la primera década de la Revolución del 59. Entre ellas podemos mencionar las relaciones entre los medios impresos y los circuitos orales, los diálogos entre la cultura rural y la urbana, la invención popular del nacionalismo y la existencia de un mercado alternativo de noticias en el que los sectores iletrados actuaron como emisores y receptores.

A pesar de su riqueza metodológica, el tema ha pasado desapercibido por varias generaciones de historiadores. Solo algunos estudiosos de la poesía, como Virgilio López Lemus y Carolina Poncet, se refirieron a los impresos populares en sus análisis sobre la circulación de las décimas, pero sin profundizar en el asunto. En su libro El Romance en Cuba, Poncet, por ejemplo, constriñó de forma radical el fenómeno de las hojas sueltas con espinelas a la esfera pública urbana, donde narraban los "acontecimientos importantes de la vida de la ciudad" y eran "por lo general obra de versificadores gárrulos, ramplones e ignorantes".7 Todo lo contrario ocurría en el idealizado mundo rural, en el que la estrofa, según la intelectual guanabacoense, se utilizaba para "cantar la vida y amores del campesino", podía "permanecer inédita" y era "conservada por tradición oral".8 Salvando las distancias temporales con las observaciones de Poncet, publicadas en 1913, esta investigación intenta demostrar cómo los campesinos, en este caso marginados desde el punto de vista geográfico y racial, consumieron los impresos vendidos en los pueblos e integraron estas narraciones a su "tradición oral". 9

Una de las mayores limitaciones de este trabajo radica en la dificultad de hallar rastros documentales sobre los Naite en los fondos archivísticos. Si bien existen referencias a algunas propiedades en el registro civil de Candelaria y fotografías del periodo revolucionario -estas últimas conservadas en el Museo de la comunidad Las Terrazas-, lo cual puede ser considerado como un material valioso para reconstruir una historia de la familia, se trata de una información poco relevante para los propósitos de esta investigación.

El complemento metodológico ante este silencio documental ha consistido en ofrecerle mayor protagonismo a los testimonios orales. Las entrevistas permiten, en sentido literal, arribar a las "voces bajas de la historia", como planteara Ranajit Guja, para revelarnos, en este caso, procesos comunicativos difíciles de captar desde las fuentes tradicionales.10 Por una parte, los relatos de la familia dan acceso a los textos que circularon en los impresos, comprobando su impacto en la vida rural y mostrando, en caso de que se encuentren las hojas y folletos originales, las distintas reelaboraciones producidas en la memoria durante décadas. Por otro lado, muestran el mundo del consumo, conformado por un complejo sistema de prácticas, entre las que sobresalen la lectura, el canto, la recitación y la memorización. Mediante estos usos sociales, las estrofas impresas en los pueblos y ciudades se resignificaban hasta confundirse y adaptarse a las necesidades expresivas de una cultura rural, que lejos de ser pura y aislada, se nos devela como un universo en constante transformación.

2. Comprar, leer y cantar: algunas memorias sobre el consumo de la cultura impresa

Si bien existieron múltiples formas y estrategias para que las hojas sueltas y folletines arribaran a las manos de los Naite a mediados del siglo XX, la principal vía eran los viajes frecuentes de los jefes de núcleos familiares y los hombre adultos a los pueblos de Artemisa y Candelaria, ambos ubicados a 30 kilómetros, aproximadamente, de los viejos bohíos construidos en las faldas de las montañas, cerca del río San Juan. La circulación de los impresos, en este sentido, pone de manifiesto el funcionamiento de circuitos que incidían en la articulación de las diferencias de poder en el interior de los núcleos familiares. Así, el padre de familia, con acceso permanente a Candelaria y Artemisa, funcionaba muchas veces como un árbitro poderoso en el consumo hogareño, ya que seleccionaba los temas y los enfoques de las obras que durante días, años y décadas serían leídas, cantadas y memorizadas por su esposa e hijos.

El poder que ofrecían los viajes puede ser constatado en algunas historias de los miembros de la familia. Faustino Naite Naite, el más pequeño de los seis hijos de Esteban, recordó que en las tertulias nocturnas de su infancia, en las que se leían periódicos e impresos con décimas, si algún niño tenía duda sobre las noticias, se le preguntaba al papá "porque era el que más estaba saliendo pa afuera". 10

Además de la circulación, la recepción de los temas desarrollados en los impresos trazaba también fronteras marcadas por el género. Específicamente, una vertiente decimística: la erótica o pornográfica, con un lenguaje pletórico de frases osbcenas, quedaba -o al menos intentaba quedar- fuera del alcance de las mujeres hogareñas, aunque no siempre la exclusión era satisfactoria. Estos impresos, en los que se difundían historias de infidelidad, descripciones de encuentros ardorosos e imágenes pornográficas, desempeñaban una función importante en las prácticas sexuales campesinas.

Antolín Mezquía, en complicidad con su primo Lando Naite, me contó de la existencia de estas historias "picantes" relatadas en décimas: "Hay veces que la vieja mía las leía -se refiere a las hojas sueltas con estrofas decentes"-, pero había décimas picantes de esas y nosotros la leíamos solos, que no la dábamos a leer".11Después de varias horas de risas pícaras entre los primos y juramentos sobre el olvido de los textos, accedieron a contarme un relato poético, increíblemente escandaloso para la época. Se trataba de las memorias de una anciana que desde los 11 años había comenzado una desatinada vida sexual. Las estrofas narraban, con descripciones minuciosas, sus encuentros sexuales con un moro, un gallego, un "poeta de avanzada edad" y un capataz, entre otros.12

De acuerdo con los entrevistados, los vendedores ambulantes les permitían leer estas hojas sueltas para decidir su compra. Así, desde la complicidad entre el vendedor y el comprador -y tras de este paso, entre el decimista y el impresor- hasta la lectura en las montañas, tenemos un mundo de prácticas y circuitos marcado por las diferencias de género.

¿Hasta qué punto puede esquematizarse la imagen del líder masculino como único integrante del núcleo doméstico con acceso a los pueblos? Con respecto a esta interrogante, las entrevistas evidencian que las mujeres, con menor frecuencia que sus cónyuges, visitaban Candelaria, Artemisa e incluso San Cristóbal, acompañadas de hijos, sobrinos o ahijados, con el propósito de ver un pariente, hacer compras y, en algunas ocasiones, retratarse en los estudios fotográficos pueblerinos. Decenas de fotografías de señoras con sus hijos tomadas en los estudios pueblerinos fueron conservadas por la familia en cajas y baúles.

De forma paralela, la pesquisa nos permitió también comprobar la existencia de padres que podían hacer excepciones. Por ejemplo, Esteban Naite fue, al parecer, más flexible que sus hermanos, pues en ocasiones prefería llevar a su hija en sus viajes ecuestres antes que a uno de sus cinco hijos mayores. A sus ochenta años, Cresencia Eladia Naite contaba con orgullo cómo su padre accedía a sus constantes pedidos para visitar Candelaria, cuando este iba una vez por semana, como era costumbre, a una bodega para adquirir varios insumos con las ganancias de la venta de carbón y algunas viandas. Desde la montura del caballo ella conoció un mundo fascinante que no escapó de su memoria. Recuerda Eladia que "al lado de la bodega" siempre había un vendedor de periódicos, quien de acuerdo con su descripción "era un viejo canoso". "¡El País, El País, que me voy!", este era su pregón con un rollo de periódicos en la mano, mientras a su alrededor "se reunía la gente a comprarlos". También, entre miradas nostálgicas, recordó la entrevistada que "había gente por las calles vendiendo papeles así de décimas" y su padre, conociendo el gusto de la audiencia familiar, les decía a los vendedores ambulantes: "Dame una décima de tal título, y se la daban". Si bien "la décima de amor era casi siempre la que compraba... también política", Esteban llevaba a cabo un proceso de selección temática en el que su hija no tenía voz ni voto, según recuerda ella: "Yo nunca le propuse na que me comprara". 13

Al final de la jornada su padre regresaba a la casa con un puñado de impresos locales con historias en verso y unos periódicos, como "El País" y la revista "Bohemia". Los primeros eran consumidos con devoción por todos los miembros de la familia, quienes los leían en silencio muchas veces. En este sentido, la misma Eladia recuerda: "Yo nunca leía pa nadie, yo leía pa mí".14

Por su parte, los periódicos eran leídos en voz alta por su hermano mayor, ante una audiencia que podía escoger entre la escucha sobre el muro del portal o la ejecución de otras actividades. El tamaño de la letra y la densidad de una escritura que adolecía de la simplificación octosilábica y el encanto de la rima podían, por una parte, disgregar la atención de los oyentes, pero, por otra, demostraba que Lilo, a pesar de no haber ido nunca a la escuela, "era el que mejor leía".15

Crescencia coincidió con Lando en señalar que Lilo, su hermano mayor, era el mejor lector de la familia, pero ¿lograron siempre los primogénitos ostentar este título? Aleido Naite recordó que en su casa eran las hermanas quienes mejor leían y escribían, debido a que su mamá "las ranqueó bien en la letra".16 Mientras ellas permanecían en la casa ayudando a su madre y recibiendo lecciones entre los intersticios del trabajo domésticos, Aleido y sus hermanos tenían que trabajar. El cansancio de la faena muchas veces les impedía disfrutar de la lectura en voz alta que su madre hacía de los pliegos con décimas:

Ella nos leía cosas pero los hermanos se pasaban el día cortando cañas o engordando bueyes para traérselos aquí al viejo [su padre] para que los matara en la zafra. No, no, la creación de nosotros no fue papití.17

Al igual que sus primos, Aleido también señaló que los periódicos llegaban a su casa traídos por su padre Paulino: "El viejo va pa Artemisa y pa todos partes y veces traía un periódico".18 Debe señalarse que la prensa cubana de la época, como era costumbre desde el siglo XIX, incluía décimas en sus páginas con el propósito de ganar la atención de un público popular.

Si bien la historiografía ha tendido a enfatizar la lectura desarrollada en los campos con la imagen de un lector colectivo, debido a los altos índices de analfabetismo, los testimonios de los Naite dan cuenta de un universo más complejo de prácticas culturales a la hora de revelar los textos impresos. Las décimas publicadas en las hojas y folletos de cordel y en los diarios que llegaban a manos de la familia podían ser leídas en un acto de introspección y el silencio, tal como lo hacían los lectores letrados, pero también era común que algún miembro de la familia leyera para los demás.

Tanto aquel que leía como el que escuchaba, además de disfrutar el texto intentaba memorizarlo si resultaba de su agrado. La memorización se convertía una práctica cotidiana en el consumo de las décimas. Las estrofas aprendidas se cantaban o recitaban luego en guateques campesinos, sobre todo en las veladas de santos y las serenatas. Conocer nuevas composiciones sobre un amplio abanico de temas era una virtud apreciada en el ámbito rural, y muchas veces era determinante para conquistar la admiración de alguna persona pretendida.

Estos procesos comunicativos evidenciaban la relación entre lo oral y lo impreso, así como lo urbano y rural, a partir de códigos y experiencias extraordinarias. Un lugar esencial lo ocupaban los vendedores y decimistas, quienes en muchos casos desempeñaron ambas funciones. En las memorias de la familia serrana sobreviven los recuerdos de estos fabulosos personajes de la comunicación popular iberoamericana.

Las primas de Eladia, quienes estuvieron bajo la tutela de un padre estricto como Paulino Naite, y por ello tuvieron pocas posibilidades de visitar los pueblos, tenían conocimiento de las características de la compra de impresos a través de las historias relatadas en los pliegos. Daniela Naite, quien solo abandonó su casa cuando fue, en pleno acuerdo con su madre, raptada por su pretendiente, recordó la historia de un vendedor artemiseño:

Por qué será que el poeta
Siempre le dan mala fama
Cuando una mujer lo ama
Tratan de tenerla inquieta
Yo no quiero dos pesetas
Un peso ni diez monedas
Cada cual da lo que pueda
Y así ayudará al poeta
Ya que esta senda discreta
Quiso traerme a este estado
Con afecto delicado
Yo hago saber en mi prosa
Que con muy poquita cosa
Queda el asunto arreglado.19

Era común que los vendedores, quienes a veces también se desempeñaban como autores, contaran en décimas la amarga historia de su infancia, así como de alguna discapacidad o problema familiar, para conquistar el corazón de sus compradores. Mediante la lectura de estos impresos autobiográficos, concebidos como estrategias de mercadotecnia subalterna, así como de los escasos comentarios de su padre, Daniela llegó a una conclusión: "El prácticamente las compraba por hacerle el favor a aquel para darle el medio o la peseta, aquel que tenía las décimas esas así".

Sin embargo, detrás de los vendedores, muchas veces existía un andamiaje más complejo, de poetas, impresores y editores, que podían obtener mejores dividendos que el mismo vendedor ambulante, sobre todo en los casos en que este no fuera poeta. Algunas entrevistas a poetas populares de la zona, como ismael Pérez Esquivel, conocido como "El Rubio Alquizareño", dan cuenta de que se trató de un negocio próspero, sobre todo gracias al auspicio de los dueños de establecimientos, quienes pagaban para que en los impresos de incorporaran anuncios publicitarios.

La literatura de cordel no siempre llegaba a las montañas gracias al traslado de los campesinos o campesinas a los pueblos aledaños; en ocasiones los Naite recibían los impresos sin moverse de sus taburetes. ¿Qué hacía posible este fenómeno en las alejadas montañas de la Sierra del Rosario? Las hojas y folletos viajaban, junto a hilos, galletas, telas, agujas y velas, en las alforjas de vendedores ambulantes llamados "cachurreros", quienes desde el siglo XIX recorrían los campos de Cuba revendiendo o cambiando en especie algunos insumos de producción urbana. La labor de este buhonero insular, así como su importante función para entender la cultura política rural y sus conexiones con lo urbano, están pendientes de ser estudiadas en profundidad.

Rita Naite recordó que Pablo, un cachurrero, venía "aquí en su caballito" desde Candelaria para vender "hasta ropa"; también ofrecía hojas sueltas con décimas. Pablo, quien para los inicios de la Revolución era ya "viejito", vendía, según recuerda Rita, "décimas de esas de la Reforma Agraria".20

Las memorias de Rita no son un ejemplo aislado. Desde los inicios de 1959, en un período pletórico de confusiones, las hojas sueltas fueron un medio eficiente para socializar y debatir los proyectos de la Revolución cubana ante un público mayormente campesino.

De la lectura de varias estrofas impresas vendidas por Pablo, Rita recordó la siguiente redondilla:

La Reforma Agraria trae en sí
La demanda dos trinales
De doctores ideales
Ya votamos por Martí.21

3. Novelas en décimas en la familia Naite. El mundo de los melodramas campesinos

Uno de los géneros más apasionantes que viajaron en los folletines desde los pueblos hasta las montañas fueron las novelas en décimas. Se trataba de melodramas escritos en más de 100 estrofas, generalmente, en los que se narraban historias de amor, impedimentos de clase, tragedias y finales felices. A pesar de constituir un fenómeno particular de la cultura popular cubana y una clave para analizar las relaciones de género en el mundo campesino, estas novelas han pasado casi inadvertidas para la historiografía insular.

El filólogo Virgilio López Lemus, relevante investigador de la décima cubana, ha sido uno de los pocos académicos que ha estudiado estos particulares relatos. En el prólogo a la publicación de dos obras de este tipo escritas por el popular decimista Chanito Isidrón ("Camilo y Estrella" y "Manuel García Rey de los campos de Cuba") López Lemus recrea el contexto de los melodramas, muestra la evolución del género y hace importantes observaciones sobre la estructura de los textos. Al mismo tiempo, admite en su estudio introductorio que se conocen solo otros dos autores que cultivaron el género, ambos, junto con Chanito, pertenecientes a la pléyade nacional de decimistas cubanos:

Que conozcamos, junto con isidrón sólo cultivaron la narrativa en décimas el popular cantor Justo Vega, quien En el jardín de la muerte, obra de ficción en la década de 1930, y sus cuentos guajiros para ser radiodifundidos, muestra su valía de improvisador y de legítimo poeta; y Agustín P. Calderón con El triunfo del destino, que dio a conocer en cuaderno de 1943. 22

La investigación realizada en la sierra del Rosario permitió complementar estas consideraciones, pues se pudo comprobar que en la región circularon decenas de melodramas, muchas veces producidos por decimistas locales que no participaron en las grandes cadenas nacionales de radio y televisión, ni contaron con el patrocinio de poderosas empresas como Gravi y Palmolive. Las memorias sobre estos impresos poéticos, en algunos casos recordados casi de forma íntegra por los campesinos, develan el importante papel desempeñado por estas historias, al incentivar el intercambio de opiniones en torno al matrimonio, el divorcio y los obstáculos morales entre pretendientes de distinto nivel social.

¿Es posible encontrar aún los rastros dispersos de estas narraciones en la memoria de la familia? A sus 74 años Aleido Naite recordó decenas de décimas de una novela en la que se relata la historia de amor entre Alberto, el hijo de un campesino, y Elena, único retoño de don vicente, un acaudalado terrateniente en cuya finca laboraban el enamorado labriego y su padre. De acuerdo con Aleido, la primera décima comenzaba así:

Dentro de bella sitiería
De los cubanos verdores
Entre palmares y flores
El guajiro se extasía
Cerca de la finca había
El chalet de don Vicente
Dice: ¿y quién era don Vicente?
Dice: don Vicente era un señor
Alto grueso de vigor
Un caballero solvente.

La siguiente escena, en la que se narra el encuentro entre los jóvenes, fue ilustrada por el anciano sin recurrir a la estructura decimística.

Entonces el tipo, el don Vicente, tenía una muchacha y el muchachón, trabajando ahí con el ganado, ahí con el ganado, qué se yo, y creo que cantando muy lindo, y ahí se cagó la perra, el tipo estaba cantando, recogiendo el ganado y cantando y dice:

Al fin cuando Elena vio
La puerta del pórtico

A ver quién era el cantor, y el que estaba era Alberto, entonces lo llamó pa allí, lo arrimó pa el chalet y ahí mismo se cayó, se aflojaron las piernas, ahí mismo.23

Con respecto a la estructura del relato resulta interesante señalar que a pesar del olvido, muchas veces momentáneo, de la ingeniería poética de rimas y métrica, los campesinos recuerdan el desenlace de la trama. vale destacar, asimismo, el uso del canto de décimas como forma de cortejo, empleado por Alberto. Esta era una práctica habitual, al menos entre 1940 y 1958, desarrollada en el marco de fiestas tradicionales de la zona como las veladas de santos y serenatas. Estos espacios de ocio permitían que las controversias cantadas entre mujeres y hombres fueran prácticas de complicidad amorosa ante la vigilancia de los padres.

A lo largo de la entrevista, Aleido Naite también recordó que Alberto le confesó el noviazgo secreto a su padre, quien respondió con fatalismo: "Alabao, chico, nos desgraciamos, nos van a botar de aquí como perros, y así mismo fue". Aleido no recuerda en la trama de la novela cómo se enteró don vicente, pero al final Alberto y su padre tuvieron que abandonar la propiedad e irse a La Habana a buscar trabajo.A pesar de la partida, Alberto y Elena se volvieron a ver. El encuentro fue pactado con la complicidad de dos criados: el primero le trasmitió la propuesta del encuentro a Elena, mientras que la segunda acompañó a la joven hasta el lugar pactado. Los siguientes fragmentos, transformados con respecto a la versión inicial, ilustran la llegada furtiva de Elena, citada para las 7 de la noche:

A las 7 de la noche
Ya Alberto estaba de guardia
Como todo aquel que guarda
Un amor en su derroche
Al poco rato ve venir un coche
Que frente hizo la parada
Y vio bajar del carruaje
A Elena y a la criada.24

A pesar del olvido de gran parte de las décimas, Aleido apelaba a fragmentos poéticos claves en la trama. Cuando le pregunté si se casaban, recordó un parlamento de don Vicente Laureano dirigido a Elena: "Ya yo le tengo ofrecida/ tu mano a don Nicolás". Este último era un abogado influyente que satisfacía los requerimientos del padre hacendado.

Hasta esta parte de la historia son muchas las similitudes entre la novela Alberto y Elena, recordada por Aleido, y su homóloga Camilo y Estrella, escrita por Chanito isidrón.25 Entre estos elementos, que convirtieron las novelas en best-sellers de la literatura rural, podemos mencionar: la alusión a La Habana, ciudad mencionada en otras novelas cuya descripción impresionaba al público; el uso de la décima como estrategia de cortejo masculina; la existencia de un pretendiente abogado que al final tiene una conducta desfavorable; así como la división de género en correspondencia con el status de los amantes: hombre campesino pobre, mujer educada hija del patrón.

Esta última característica no siempre se cumplía. "El Rubio Alquizareño", decimista, improvisador y autor de una decena de novelas en décimas y pequeños melodramas, quien tuvo a los Naite entre sus clientes, señaló que "el caso del pobre enamorao de la mujer rica se daba muy poco". Señalando la trama de sus novelas vendidas en Candelaria, Artemisa y otros pueblos de la zona, el sabio anciano arguyó: "Ahí se daban casos donde el hombre rico que se enamoraba de la pobre, la pobre que se enamoraba del rico eso nunca se daba; ahora, la que el rico se enamoraba de ella, ahí había acercamiento". Sus novelas en décimas, como "El Crimen de la fea" e "Ingratitud", también se desarrollaron en lugares lejanos, la primera en Camaguey y la segunda en Oriente. En este sentido, su receta consistía en el hecho de que "a la gente le gusta la lejanía, lo desconocido".26

Esta atracción de lo lejano y desconocido, sobre todo al oriente del país, puede constatarse en otras historias en décimas leídas en la casa de Aleido Naite. Él y sus hermanas, Catalina y Daniela, recordaron un terrible suceso narrado en versos octosílabos, que arribó a la casa en una hoja impresa comprada por su padre. La historia, que comenzaba precisamente con el verso "En el indómito27 oriente", contaba la historia de un padre que asesinó a sus hijas. Aquí la distancia con respecto al lugar del siniestro y la expectación causada por los hechos conformaba una lógica entre placer y consuelo: nos apasiona el crimen mientras se produzca lejos.

Lando Naite recordó haberle comprado a "El Rubio" una "novelita" cierto día en que fue con su hermano para cantar en la emisora de San Cristóbal, donde el decimista era locutor del programa "Guardarraya campesina". En las décimas recordadas por el campesino mulato, más de seis décadas después, puede reconocerse la estrategia editorial de representar una feminidad victimizada.

El texto narra la historia de Asunción, una joven ingenua y pura, víctima del amor que sintió por el joven Ángel María, catalogado como "caballeroso", "orgulloso" e "insincero". El señor María, que de ángel tenía poco, se aprovechó de la protagonista para llevarla a la cama, encuentro que dejó un embarazo como saldo. Cuando Asunción, emocionada, le confiesa a su amado el estado de gestación, recuerda Lando que "él le dijo que no, que no podía casarse con ella, porque era novio de Estrella, de otro muchacha".28 Entre el desamor, el engaño y la presión moral, Asunción decidió suicidarse, acto que quedó registrado en un verso: "Cogió una soga y se colgó, que dice ya al final, que dice que "se colgó de una soga gruesa". Parte de esta trama queda explicada en las décimas que recordó Lando:

Atención, ruego atención
De manera transitoria
Que le voy a hablar de una historia
De una triste recordación
Protagonizó Asunción
Y el joven ángel María
El juró que la quería
Mientras ella le suspira
Pero todo era mentira
Ilusión y fantasía.
Ángel María no es
Un hombre caballeroso
Es bastante orgulloso
Y una persona insincera
Pero ella al fin tolera
Y como lo quería
Acepta un aciago día
ir con él a una excursión
Y desde ese día
Asunción No tuvo más alegría.

Ella lloraba y lloraba viendo que abrazaba
Su estado de gestación
Y colmada de confusión
Escribió un papel que decía
Adorado Ángel María
Ven pronto que quiero hablarte
De algo que ha de gustarte
Y alegrarte mucho vida mía.

Ángel María leyó
Aquel papel y al instante
En presencia de su amante
Cuando ella le contó
Todo lo que sucedía
Le dijo que no podía
Jamás casarse con ella
Porque era novio de Estrella
Y que mucho la quería.29

La pasión por las novelas, el celo de algunas personas a no ceder los originales y el tiempo requerido para memorizar miles de versos, provocaron que muchos campesinos transcribieran las historias en libretas, cuyas páginas, en algunos casos, han logrado sobrevivir al tiempo y la humedad.

Quizás la práctica más espectacular en el proceso de circulación y consumo de los melodramas fue el canto. A la luz de las velas, reclinados en los taburetes, los campesinos escuchaban, al compás de la guitarra, brotar de la voz y la memoria prodigiosas de algún familiar o vecino cientos de décimas que provocaban suspiros y lágrimas. Todos podían conocer la trama, otros saber las estrofas, pero en un mundo donde la repetición no aniquila las expectativas, las palabras entraban en escena como si fuese la primera vez. Recuerda Lando al respecto:

Nos poníamos a cantar ahí a capella, como se decía, y si no el hermano mío -se refiere a Cindo- que tenía una guitarra últimamente (...) Uno cantaba las décimas, esa misma novela la cantaba yo solo. Ahí en la sala, en el portal, dondequiera nos poníamos a cantar.30

La repetición de las novelas durante estas tertulias también favorecía el aprendizaje colectivo de las estrofas. Los Naite, al igual que otros campesinos, habían desarrollado una impresionante habilidad para aprender décimas de memoria tras escasas repeticiones. Aleido Naite reveló el funcionamiento de estas experiencias:

Completa, ¡qué linda! Había uno que las sabía ahí y el venía aquí, porque el viejo mío, yo no te digo que le gustaba mucho eso, y venía y se la cantaba las 136 (décimas), pero ya se murió. (.) yo te oía a ti cantando y así la aprendía, así la aprendí yo.31

En el transcurso del día, durante su faena cotidiana los Naite entrenaban el canto y la memorización de las obras. Mientras las mujeres lavaban, cocinaban y barrían la casa, acompañadas por sus hijas, y los hombres cortaban caña, sembraban yuca o trozaban leña para hacer carbón, entonaban las décimas, que parecían aliviar el peso de las labores. La utilización de diferentes tipos de tonadas en el recorrido de la interpretación mediaba los sentidos de las espinelas que, al llegar la noche, alegraban las fiestas campesinas narrando las más diversas historias.

4. Cultura política popular: la memoria en los márgenes del Estado

Las hojas con décimas impresas también desempeñaron un importante papel en la difusión de sucesos políticos. Con sorprendente inmediatez los decimistas narraban los últimos acontecimientos de la opinión pública nacional, mundial y local, los cuales llegaban a las familias campesinas, al mismo tiempo que se leían y comentaban en barberías y cafés de los pueblos y ciudades. ¿Es posible encontrar todavía retazos, fragmentos de estas obras políticas en la memoria de los Naite y otras familias de la zona?

Antolín Mezquía recuerda, por ejemplo, unos versos que explicaban la muerte de Eduardo René Chibás, líder del Partido ortodoxo, cuyo suicidio en 1951 conmovió al país. Chibás, nacido en Santiago en 1907, había desarrollado una fuerte campaña contra la corrupción en la década de 1940, enarbolando el lema "vergüenza contra dinero". sus alocuciones radiales y su prestigio político habían calado tan hondo en los sectores populares cubanos que las encuestas lo daban por vencedor de las elecciones de 1952, finalmente frustradas por el golpe de estado protagonizado por Fulgencio Batista. Precisamente, las décimas recordadas por "Tono", y adquiridas de manos de un vendedor ambulante en Artemisa, difundieron esa generalizada posición de confianza y respeto:

Pobre Chibás ya murió
Y dejó una linda historia
Y prevalecerá su memoria
Por tanto que combatió.
Nunca el miedo sintió
Por su sentir de altruismo
Y lleno de patriotismo
Por Cuba siempre luchó.

Allí en la universida
Chibás estuvo tendido
Como un gladiador vencido
Para la posteridad
El pueblo con ansiedad
El cadáver contemplaba
Las lágrimas se ejemplaban
como una rebeldía
viendo tanta cobardía
Contra un hombre que luchaba.32

La favorable visión sobre Eduardo Chibás puede ser rastreada en otras zonas del país, donde su trayectoria fue narrada por poetas populares. El decimista villaclareño Cuco Menéndez, quien viajó cientos de kilómetros desde Santa Clara hasta La Habana para asistir al sepelio, guardaba con cariño una hoja suelta con décimas que narraban el deceso y daban cuenta de la significación del senador en la historia nacional.

En otros casos, las estrofas, lejos de transmitir loas a los líderes honestos, criticaban la postura de los presidentes de turno. Lando Naite recordó también algunos fragmentos de un impreso que su padre compró en uno de sus viajes pueblerinos, en el que se establecía un diálogo poético entre el "pueblo" y el presidente Ramón Grau san Martín. Ante la pregunta sobre la invisibilidad de sus ofrecimientos de campaña, el presidente de la república, entre 1944 y 1948, se justifica, según las décimas, planteando los efectos de "un furibundo ciclón". Las estrofas hacen referencia al famoso "ciclón del 44", huracán que azotó en octubre de ese año la capital y territorios aledaños, y dejó un saldo de "21 muertos y unos 700 heridos".33

Honorable presidente
Yo el pueblo cubano
Le pregunto humildemente
Cuál es el inconveniente
Que existe en nuestra portada
Que la cual se encuentra cerrada
Desde el día en que subió
Y todo lo que ofreció
se ha reducido a nada.

Grau contesta:

Calma pueblo ten paciencia

Que es temprano todavía
Para que las obras mías
Te sirvan de inconveniencia
Desde que tomé posesión
que en forma de temporal
trajo a nuestra capital el
furibundo ciclón. 34

Un sondeo de opinión entre los campesinos de la zona sobre los presidentes de la década de 1940 revelaría fácilmente una posición a favor de Grau, o en otros casos lo determinaría como el menos despreciable con respecto a sus homólogos Fulgencio Batista, quien gobernó entre 1940 y 1944, y Carlos Prío Socarrás, sucesor de Grau San Martín en 1948. La opinión de Antolín Mezquía coincide con estas posiciones generalizadas:

De Grau fue uno de los presidentes que estuvo después de las intervenciones esas de los americanos, que fue uno de los mejorcitos que pasó y que después estuvo gobernando creo que 4 o tres años, después Batista le dio el golpe de estado, y que fue el mejor, porque después vino Prío, y cuando Prío yo sí tenía un poquito más de conocimiento. (...) Prío fue de madre y existió bastante abuso también.35

Amado Pérez, campesino nacido en 1927 en el Burén, municipio de La Palma, y actual vecino de los Naite en la comunidad Las Terrazas, sostiene una posición similar:

Nadie quería ni a Prío ni a Batista, ninguno de esos dos; el único gobierno que hubo aquí que fue uno de los mejores que murió en La Habana sin custodia ninguna fue Grau san Marín; el gobierno de Grau fue el único que puso el jornal a dos pesos el jornal y 8 horas y dos pesos de jornal; el único gobierno que ha servido aquí antes del triunfo de la Revolución fue Grau San Martín.36

Ambas posturas, la de Antolín y la de Amado, fueron resguardadas en algunas décimas que circularon en hojas y folletines, en las que se evaluaba el desempeño de los gobiernos. En la estrofa memorizada por "Tono", seguramente compuesta durante el gobierno de Prío Socarrás, se expresan las nostalgias por la abundancia y buena gestión de su predecesor:

Recuerda pueblo cubano
Que Grau fue presidente
Y de oriente a occidente
Había un horizonte cubano.
Un horizonte cubano
Donde bien se podía vivir
Donde el hombre y la mujer
Podían buscarse la vida
Hoy Cuba está entristecida
sin sus cañas sin moler. 37

Por su parte, Amado Pérez recordó los fragmentos de un folleto que su hermano compró seguramente en La Habana o Artemisa. En su memoria, los versos se tejen con las historias familiares de hambre y desesperación:

Hay una Olpa en La Habana
A lo que deduzco yo
Esa es la que desgració
A nuestra patria cubana.
Pienso de manera sana
Que esto se ha vuelto un enjambre
Con una cuerda de alambre
Hoy mi lirismo no cobra
Hay quien la tiene de sobra
Y el pueblo se muere de hambre.

Hoy todo todo ha subido
Muy poca plata se gana
siendo hijo de La Habana
Y en La Habana estoy perdido
No sé qué habrá sucedido
En el terráqueo planeta
Rota está mi camiseta
se me ve todo la barriga
Y todavía hay quien me diga
Qué vida te das poeta.2

Las formas de circulación de estas narraciones diferían de las prácticas con que se difundían las novelas en décimas. Mientras las estrofas sobre las relaciones amorosas se cantaban, tanto en las faenas laborales como en las veladas de santos y serenatas, los textos políticos se decían de frente a frente. Lando Naite reveló algunas características del proceso:

Esas décimas que uno se las aprendía porque la vendían en un papel ahí, entonces uno compraba el papel y entonces la iban diciendo. (...) ahora mismo como yo y tú que nos ponemos a hablar: no, mira, a Grau le sacaron las décimas esas.38

Indudablemente, este tipo de comunicación entre personas conocidas garantizaba una mayor seguridad ante la censura y la delación de personas no confiables, debido a las férreas críticas que circulaban en estos versos sobre los presidentes, políticos locales y la misma guardia rural. El murmullo, el placer del rumor, la conformación de circuitos basados en el compadrazgo y la adrenalina de lo prohibido generaban la efectividad de estas redes subversivas de comunicación.

Además de la complejidad y eficiencia de los circuitos de transmisión oral y gráfica, lo que más impresiona es la capacidad de las décimas para convertirse en memoria, una memoria que rebasa el siglo XX, a pesar de las transformaciones tecnológicas vividas por la familia. vista desde las prácticas y espacios de mediados del siglo pasado, puede decirse que las espinelas políticas, tanto impresas como orales, externas o producidas en las entrañas de la Sierra, no fueron un medio alternativo, sino que alcanzaron una centralidad indiscutible en la vida cotidiana rural.

Vale destacar que generalmente son los hombres quienes más recuerdan décimas con estas temáticas, pero también quienes más se interesaron en comprarlas y leerlas. El ámbito político aparecía como un terreno protagonizado por los hombres y a la vez mediado por sus narraciones. sin embargo, deben hacerse dos salvedades al respecto. La primera es que los hombres también dominaban el repertorio de espinelas de amor, tanto noveladas como cantadas en las controversias. El segundo elemento es que existieron mujeres que también recordaron e improvisaron textos sobre la vida política; incluso algunas tenían acceso a esta memoria, a pesar de las limitaciones impuestas por los padres más estrictos. Gladis soroa, mujer negra descendiente de esclavos y entrevistada a los 73 años, cuenta que la vigilancia de su jefe de familia fue tan radical que ella y su hermana rara vez fueron a un baile, nunca se casaron y no podían ingresar a la sala cuando su padre recibía a sus amigos, muchas veces para hablar de política. sin embargo, desde la cocina Gladis "afilaba" el oído para enterarse de décimas y sucesos sobre el tema. Fue así que escuchó sobre la muerte de Chibás, quien se "había asuicidao, se había dado un tiro cuando estaba hablando", así como de estrofas centenarias de la guerra de independencia de 1895.39

Es necesario resaltar que los sucesos políticos narrados en décimas no solo arribaban de los pueblos impresos en hojas sueltas y folletos. También se producían en las entrañas de la Sierra por poetas campesinos, generalmente analfabetos, que fungían como líderes de opinión y cronistas de la vida cotidiana. En algunos casos, el movimiento de la información se invertía, es decir, las obras compuestas en las zonas rurales arribaban a los pueblos a través de circuitos de transmisión oral y se llegaban a imprimir, para después regresar a su lugar de origen de forma impresa y algunas veces con imágenes incorporadas.


1 UNAM. Progama de becas posdoctorales en la UNAM. Becario de Instituto de Investigaciones Históricas. Pude escribir la primera versión de este artículo durante mis estudios doctorales en El Colegio de México, etapa en la que conté con una beca otorgada por el CONACYT. Agradezco a la comunidad Las Terrazas, especialmente a Osmany Cienfuegos, Marcia Leiseca y Analia Piña, por su apoyo en esta investigación. Son infinitas mis deudas de gratitud con los miembros de la familia Naite, quienes me abrieron con generosidad las puertas de sus vidas para poder contar esta historia desconocida de la Cuba campesina.

2 Se encuentra en el occidente de la isla de Cuba y forma parte de la cordillera de Guaniguanico.

3 Como veremos más adelante, las mujeres serranas también visitaban los pueblos, pero con menor regularidad.

4 Véase, por ejemplo: Jiménez de Báez, Yvette. La décima popular en Puerto Rico, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1964; Slater, Candace. Stories on a string: the brazilian literatura de cordel, Berkeley, University of Berkeley, 1989; Curran, Mark. Retrato do Brasil em cordel, Sao Paulo, Atelie Editorial, 2011.

5 Aún en la memoria de los ancianos de la zona sobreviven las estrofas que sus antepasados aprendieron en los días de las guerras de independencia y las primeras décadas de la República inaugurada el 20 de mayo de 1902. ¥éase: Díaz Frene, Jaddiel, "Los campesinos sólo mueren cuando olvidan: décimas mambisas en el imaginario de la Sierra del Rosario". En: Cuba Etnográfica, La Habana, Fundación Fernando Ortiz, pp. 229-251.

6 Sobre la estructura de esta familia véase: Díaz Frene, Jaddiel, "Familia, campesinado y fotografía en Cuba. Un acercamiento a la historia de la familia Naite". En: Cuicuilco, vol. 20, núm. 57, mayo-agosto, 2014.

7 Poncet, Carolina. ElRomance en Cuba, La Habana, Fundación Fernando Ortiz, 1999, p. 9.

8 Poncet, Carolina. El Romance..., op. cit., pp. 9-10.

9 Ibíd.

10 Entrevista con Lando Naite, 2010.

11 Entrevista con Lando Naite, 2010.         [ Links ]

12 Entrevista con Antolín Mezquía, en presencia de Lando Naite, 2009.         [ Links ]

13 Entrevista con Crescencia Naite, 2009.         [ Links ]

14 Entrevista con Crescencia Naite, 2009.

15 Entrevista con Crescencia Naite, 2009.

16 Entrevista con Aleido Naite, 2009.

17 Entrevista con Aleido Naite, 2009.

18 Entrevista con Aleido Naite, 2009

19 Entrevista con Daniela Naite, 2010.

20 Entrevista con Rita Naite, 2011.

21 Entrevista con Rita Naite, 2011.

22 López Lemus, Virgilio. La décima constante. Las tradiciones oraly escrita, La Habana, Fundación Fernando Ortiz, 1999, p. 146.

23 Entrevista con Aleido Naite, 2007.

24 Entrevista con Aleido Naite, 2007.

25 Es posible que al menos en la primera parte de la trama, la obra de Chanito Isidrón haya servido como modelo.

26 Entrevista con Ismael Pérez Esquivel, 2010. Para una exposición más profunda sobre el tema véase: Díaz Frene, Jaddiel. "Las novelas en décimas: imprentas olvidadas, melodramas populares y memorias citadinas (CUBA, 1938-1958)." Inédito.

27 Los tres hermanos pronunciaron la palabra con acentuación en la penúltima sílaba.

28 Entrevista con Lando Naite, 2010.

29 Agradezco a Alexis Carmona por recuperar esta libreta.

30 Entrevista con Lando Naite, 2010.

31 Entrevista con Aleido Naite, 2007.

32 Entrevista con Antolín Mezquía, 2009.

33 Fornés - Bonavía Dolz, Leopoldo. Cuba Cronología. Cinco siglos de historia. Política y Cultura, p. 178.

34 Entrevista con Lando Naite, 2010.

35 Entrevista con Antolín Mezquía, 2009.

36 Entrevista con Amado Pérez, 2009.

37 Entrevista con Antolín Mezquía, 2009.

38 Entrevista con Lando Naite, 2010.

39 Entrevista con Gladis soroa, 2008.


Bibliografía

Entrevistas

1. Entrevista con Lando Naite, 2010.

2. Entrevista con Antolín Mezquía, en presencia de Lando Naite, 2009.

3. Entrevista con Crescencia Naite, 2009.

4. Entrevista con Daniela Naite, 2010.         [ Links ]

5. Entrevista con Ismael Pérez Esquivel, 2010.         [ Links ]

6. Entrevista con Aleido Naite, 2007.         [ Links ]

7. Entrevista con Galdis Soroa, 2008        [ Links ]

8. Entrevista con Amado Pérez, 2009.         [ Links ]

9. Entrevista con Rita Naite, 2011.         [ Links ]

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1 Entrevista con Lando Naite, 2010.         [ Links ]

2 Entrevista con Amado Pérez, 2009.         [ Links ]

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