El Carnaval en América y el Caribe es un hijo del cristianismo asociado a las fechas de la cuaresma, por tanto es la antítesis de los valores de esta. Un tiempo en el que el orden social se voltea y se experimenta una permisividad que contrasta con los siguientes cuarenta días de ayuno y abstinencia. El origen de la fiesta no está claro del todo. Algunos lo asocian a las saturnales romanas, pero otros también lo encuentran en la América prehispánica, por tanto podemos afirmar que es una fiesta que traspasa cualquier tipo de barrera geográfica y temporal y que alcanza una dimensión planetaria.

En el Caribe, desde finales del siglo XVIII, las poblaciones imitaban y hacían burlas de las autoridades, sana tradición que ha llegado hasta la contemporaneidad y que sirve como válvula de escape para aguantar los padecimientos de la vida, y sobre todo de los malos gobiernos. Barran-quilla como ciudad caribeña y con tradición similar a otras áreas de la cuenca de este mar hace gala de su bello carnaval, quizás la única fiesta que logra aglutinar a gran parte de su población y que la inmensa mayoría de sus habitantes comparte. Seña de identidad de la ciudad, su carnaval fue declarado por el senado de la República de Colombia Patrimonio Cultural de la Nación y un año después, el 7 de noviembre 2003, en París, la Unesco lo reconoció como Patrimonio Oral e Intangible la Humanidad.

Por tanto, ni qué decir tiene que el carnaval reúne todos los requisitos para ser objeto de estudio de nuestra Revista por ser la fiesta más representativa de Barranquilla y toda la región del mar Caribe. Memorias, después de treinta y un ediciones se decide a publicar un número dedicado a las fiestas y ha tenido la suerte de contar con trabajos de ambos lados del Atlántico y de toda América. Gracias en especial a la editora invitada, la comunicadora social Mabel Gasca, y a todos los que han colaborado con la elaboración de la presente entrega.

¿Que comience la fiesta!

Antonino Vidal Ortega
Editor