El 14 de abril del 2019 perdimos a uno de los grandes exponentes del pensamiento crítico, el desarrollo y la cultura del Caribe colombiano. Ese día, Alberto Abello Vives murió de forma imprevista en un hospital en la ciudad de Bogotá. Minutos antes de su muerte, monitoreaba por vía telefónica el agasajo que ofrecía a sus amigos en su apartamento, del cual había tenido que ausentarse por sentir un leve malestar. Cuentan los comensales que era una tarde de conversación placentera y reflexiones críticas, de buena música caribeña y de exquisitos platos de las sabanas de Sucre y la tradición culinaria cartagenera. Alberto murió mientras hacía una de las cosas que consideró más significativas a lo largo su vida: hacerle homenaje al Caribe a través de la calidez, la generosidad, la exaltación de lo sensible y los lazos de amistad. Fue precisamente esa habilidad de tejer -conectando personas, ideas y lugares- lo que, junto con su inagotable curiosidad intelectual y su compromiso con la transformación social de la región, llevó a Abello Vives a ser un creador de procesos, instituciones y líneas de pensamiento fundamentales para la investigación, la formación y la gestión en torno al Caribe nuestro.

Sus aportes a la región fueron innumerables. Su producción intelectual, así como su gestión en el ámbito académico, institucional y cultural, contribuyeron a la consolidación de un campo de estudios interdisciplinario sobre el Caribe colombiano. Ayudó a posicionar temáticas y reflexiones teóricas que ayudaron a reconstruir imaginarios sobre la región y a pensar críticamente las asimetrías de poder que han marcado sus configuraciones socioculturales y económicas tanto en el interior de la región como con relación a los centros andinos. Temas como las desigualdades sociales y los retos para el desarrollo regional; la doble inserción del Caribe colombiano a la nación y al Gran Caribe; sus particularidades históricas y etnorraciales; la cultura como eje necesario del desarrollo regional; y la importancia de las expresiones festivas populares como escenarios de construcción de identidad y ciudadanía, no solamente fueron objeto de su apasionado escrutinio, sino que encontraron, con su apoyo, novedosos horizontes institucionales y formativos.

A lo largo de su vida, fue tejiendo una trayectoria intelectual con hilos de diversos orígenes disciplinares y teóricos. Su formación como economista y su activismo político en la izquierda en los años 1970 lo llevaron a reflexionar desde la economía política crítica sobre las reformas neoliberales de principios de los 1990 y a discutir sobre el papel de las regiones frente a la economía mundial, a partir de la preocupación por una inserción más equitativa y justa de las regiones en los procesos de globalización (^{Abello, 1997}; ^{Fernández y Abello,1994}). Esta preocupación hizo que se involucrara fuertemente en las investigaciones, debates y propuestas institucionales en torno a la descentralización y el desarrollo regional desde finales de los 1980s, marcando su paso por el CORPES entre 1989 y 1990, la creación de la firma consultora Estudios Regionales y su participación en el programa de Bancos de Proyectos Regionales del Departamento Nacional de Planeación en 1995.

A pesar de ubicarse en los inicios de su trayectoria intelectual en el campo de la economía regional, su sensibilidad frente al contexto y su enorme acervo intelectual hicieron de él un gran promotor de los diálogos entre la economía, la cultura, la historia y la geografía para comprender las dinámicas del desarrollo. Fue desde esa visión que impulsó la creación del Observatorio del Caribe y se convirtió en su primer director en 1997. Desde allí promovió la investigación, reflexión crítica y creatividad frente a los grandes problemas de la región, defendiendo de manera contundente la existencia de una región cultural y ambientalmente diversa, de trayectorias históricas singulares frente a la nación, y que reivindicaba -de manera complementaria y no contradictoria- su pertenencia al Gran Caribe y sus enormes aportes a la construcción de la nación colombiana. Fue este Caribe complejo y multidimensional el que se vio reflejado en la singular compilación fruto de las Memorias de la X Cátedra Ernesto Restrepo Tirado, titulada El Caribe en la nación colombiana (^{Abello 2006}), que se convirtió en un referente indispensable en los estudios regionales. Nueve años después, en 2015, publicaría otro referente para comprender la región desde su doble pertenencia a la nación colombiana y el Gran Caribe: La Isla Encallada. El Caribe colombiano en el archipiélago del Caribe. En dicha obra plasmó más de una década de investigaciones y reflexiones en torno a la pregunta sobre la "caribeñidad" de este territorio "encallado" en el continente a partir de la historia económica y social, el análisis de problemas sociales contemporáneos y la reflexión sobre la riqueza cultural de la región.

Esto último, la paradoja de una región con desoladores índices socioeconómicos, por un lado, y una enorme riqueza cultural, por el otro, se convirtió en una de sus principales preocupaciones intelectuales¹. Rompiendo con una tradición que pensaba el desarrollo en términos universalizantes y descontextualizados, Abello Vives buscó materializar la idea de la cultura local y regional como recurso, contexto y fin del desarrollo humano a través de una serie de proyectos que integraron formación, investigación, gestión cultural y apropiación social del conocimiento² (ver Abello et al., 2011). En 2009, siendo decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Tecnológica de Bolívar en Cartagena, creó la Maestría en Cultura y Desarrollo y, con la Cátedra Unesco en Políticas Culturales de la Universidad de Girona, cofundó el Laboratorio de Investigación e Innovación en Cultura y Desarrollo. Este último sirvió como plataforma para que, con su enorme capacidad creativa y de gestión, liderara proyectos como el de Iniciativas Culturales para la Superación de la Pobreza en Cartagena o la recordada Expedición Padilla, un recorrido pedagógico, investigativo y cultural por la ruta marítima de José Prudencio Padilla, en el marco del bicentenario de la independencia de Cartagena.

Fueron precisamente las fiestas de independencia la última estación en la prolífica trayectoria caribe de Abello Vives. Amante del baile y la fiesta, carnavalero fiel, promotor de la cultura popular y defensor del patrimonio histórico, en sus últimos años participó activamente en el Comité por la Revitalización de las Fiestas de Independencia de Cartagena y contribuyó al debate público y académico sobre las fiestas populares como motor del desarrollo y la reivindicación ciudadana. Es, de hecho, en homenaje a su labor y como parte de su legado que este volumen de Memorias incluye tres artículos sobre fiestas populares, uno de ellos específicamente informado por las reflexiones que Abello Vivespuso sobre la mesa (ver Espinosa en este volumen). Es también en homenaje a él y en reconocimiento de su enorme valor académico que la Editorial Universidad del Norte publicará próximamente, en conjunto con Ediciones Javeriana, Ediciones U Rosario y Ediciones Uniandes, el libro póstumo Carnaval y fiesta republicana en el Caribe colombiano, escrito en coautoría con Juan Sebastián Macías.

Su muerte deja en nosotros un profundo vacío. Con ella se fue un caribeño cosmopolita, sensible, apasionado y generoso y un intelectual riguroso, ético y comprometido con la equidad. Sobre todo, fue un gran amigo y cómplice en nuestras aspiraciones por un Caribe mejor para todos.