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Sophia

Print version ISSN 1794-8932

sophia  no.9 Armenia Jan. 2013

 

DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO A LA SOCIEDAD DEL RIESGO1

FROM THE SOCIETY OF KNOWLEDGE TO THE SOCIETY OF RISK

Alejandro Abdala Cardona2

1 Este artículo surge gracias a la investigación: Construcción del vínculo entre la formación en filosofía y el quehacer del filósofo en la sociedad a través del concepto de competencia filosófica. Grupo de investigación SOFOS: enseñabilidad de la filosofía. Universidad del Quindío.

2 Magister en Educación de la Universidad de Caldas. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas. Docente catedrático de la Universidad del Quindío, perteneciente al grupo de investigación SOFOS: enseñabilidad de la filosofía. Universidad del Quindío. Correo oaabdala@uniquindio.edu.co. Correspondencia: universidad del Quindío, programa de Filosofía, Armenia, Quindío, Colombia.

Cómo citar este artículo: Abdala C. Alejandro. De la sociedad del conocimiento a la sociedad del riesgo. Sophia, Vol. (9), 196-212.

Recepción: Febrero 21 de 2013. Aceptación: Junio 19 de 2013


Resumen

El tiempo en el que vivimos: el siglo XXI, presenta a la vez, retos y exigencias al conjunto global de los habitantes del mundo, puesto que, no solo se nos presenta la actualidad como aquella coyuntura histórica en los que el cambio de los acontecimientos gira en torno al rol central del conocimiento, sino también, en torno al potencial que dicho conocimiento trae tras de sí; es decir, el presente siglo impone al conjunto de personas el rótulo de "sociedad del conocimiento" donde se puede encontrar el punto nodal de las acciones humanas pivotando alrededor de la reflexión y la trasformación que, a partir del conocimiento se puede construir en un punto cualquiera del globo y que a su vez, puede repercutir en la totalidad de la Tierra. Nos permite ver, a todas luces que, el conocimiento siempre ha sido un elemento fundamental dentro de las actividades humanas y, al mismo tiempo que, ha existido un cambio en la concepción misma de conocimiento. En suma, es pues, importante apuntar aquí, cuál ha sido esa trasformación del concepto mismo de conocimiento, o cuál ha sido la nueva forma de aplicarlo en el marco general de esta sociedad humana y cómo ello impone retos y exigencias a los académicos que piensan el tiempo presente y el tiempo por venir, donde la actualidad presenta múltiples alternativas de acción y el futuro ciertas dudas en su aplicación. Todo esto resumido en un slogan de la actualidad "sociedad del conocimiento" que, como diría Ulrich Beck desemboca en una "sociedad del riesgo".

Palabras clave: Conocimiento, filosofía, pensamiento, riesgo, sociedad.


Abstract

The times we're living: the XXI century, forward to the world inhabitants within the global context challenges as well as demands, given that not only it's the present shown to us like a historical juncture, where change of events evolve around the main role of knowledge, but also around the potential that this knowledge brings itself; is that so, that the current century impose over the conglomerate of people the sign of "Society of knowledge" where the nodal point of human actions can be found pivoting around the reflexion and transformation that can be built departing from any place in the globe and that in turn can have repercussions earth wide. It then allows us to see that knowledge has always been a fundamental element in human actions and at the same time that, a change in the conception of knowledge itself has existed. As a summary, it's then important to point out here what sore of transformation of the concept of knowledge itself has been, or what has been the new way of applying it within the general frame of human society and how this can impose challenges and demands to the academics thinking about present times and times to come where actuality presents multiple alternatives for action and the future certain doubts in its application. All summarized in one slogan "society of knowledge" as it has been said by Ulrich Beck, it converges in a "society of risk".

Key words: Knowledge, philosophy, thought, risk, society.


Introducción

Este proyecto se desarrolla como investigación de tipo cualitativo puesto que busca comprender las percepciones y los presupuestos de los filósofos, haciendo una revisión documental para identificar las posibilidades, retos y exigencias que se proponen a la filosofía en el contexto de la sociedad del conocimiento y del riesgo.

En esta perspectiva cualitativa, la Teoría Fundada es la metodología que se considera más adecuada para dar cuenta de los objetivos, puesto que permite "elaborar o modificar teorías basadas en datos sistemáticamente recogidos y analizados" y sustenta la construcción de "teorías en situación". Los aspectos procedimentales se desarrollan aplicando la técnica denominada "codificación" utilizada para abordar información contenida en textos orales y escritos y que comparten algunos enfoques de investigación cualitativa con el análisis de contenido.

Los objetivos que se trazaron en esta investigación se refieren al establecimiento de los vínculos entre la formación en filosofía, las competencias y el quehacer del filósofo en los contextos de las sociedades del conocimiento y del riesgo en los programas de filosofìa de la region del Eje Cafetero, si bien este se declara como el objetivo general de tal investigación, en el presente artículo, se presenta el apartado del objetivo específico: identificar retos y exigencias que asume la filosofía en las sociedades del conocimiento y del riesgo. Motivo por el cual, este texto se centra en el trabajo de algunos autores que han pensado el tema de las sociedades del conocimiento y del riesgo.

Desarrollo

En el mundo de hoy, en el confort y la comodidad de la información, en la era de la transformación y la velocidad; hacerse la pregunta por la educación se vuelve un poco difusa, en tanto nos es casi obligatorio llegar a un final en la respuesta posible, lograr un objetivo, comentar la hazaña, hacer visible lo que nos parecía oculto, hablar del acontecimiento de manera analítica, sin omitir detalle, sin dejar cabos sueltos, aprehendiendo el fenómeno para hacerlo posible, viable, claro, deseable, cognoscible, medible y cuantificable, hacerlo parte del decorado del conocimiento, de la historia del saber humano, del significado del conocer humano que nos hace sociedad.

Esta sociedad del conocimiento es el producto de una transición que se gestó el pasado siglo XX, donde se le permitió a la sociedad y la cultura, casi a modo de voz general, inscribirse en el hilo histórico, como aquella colectividad que pasó de la industrialización, a la postindustrialización y a la información. Eamonn lo expresa de la siguiente manera:

Desde hace décadas hemos estado evolucionando inexorablemente de una economía industrial a una postindustrial, una transición económica y social tan profunda como el paso de la era agrícola a la industrial en los siglos XVIII y XIX. La más importante característica de las economías postindustriales, de lejos, es la relación cada vez más débil entre la masa física y el valor económico. Alan Greenspan lo ha dicho bien: "El peso físico per cápita de nuestro producto interno bruto es evidentemente apenas un poco mayor de lo que era hace cincuenta o cien años. El mayor contribuyente al crecimiento de nuestro PIB ajustado a los precios, o al valor agregado, han sido, de lejos, las ideas: los conceptos que propiciaron la realidad física". En la economía postindustrial, la creación de valores se basa cada vez más en el conocimiento, las ideas, la inteligencia y la innovación. (Eamonn, 2006: 176).

A este respecto Maurizio Lazzarato, expresa esta idea de la siguiente manera:

El paso que los gobiernos de los países continentales europeos han dado de la "estrategia" a la "gestión" que, en términos de la historia del capitalismo, se entiende como el cambio del estado fordista al posfordista, aunque su énfasis difiere ampliamente del de la economía política y neoclásica (2007: 10).

Pero este paso, posiblemente, no da cuenta de la verdadera trasformación en el horizonte de las actividades humanas, ni del significado real e histórico de pasar de una era industrial3, a una que, se puede denominar: postindustrial4. Podemos argumentar que tal paso no solo se explica a partir del tránsito de la trasformación de la materia prima en bien, hasta el consumo indiscriminado de recursos inmateriales, sino también del movimiento de la mano de obra, a la investigación para la trasformación de la misma, donde se muestra que, el sendero que se da del bien al servicio, es un tránsito que va de un tipo de conocimiento particular y aplicado, a otro general y diversificado. Lo que muestra, a todas luces que, el conocimiento siempre ha sido un elemento fundamental dentro de las actividades humanas y, al mismo tiempo hace ver que, ha existido un cambio en la concepción misma de conocimiento.

Al respecto Manuel Castells, muestra que, en el presente hay un puente entre la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento y ese se distingue en dos escenarios; el primero, que él denomina un espacio de información, es primordial para la actualidad y que, al mismo tiempo, ha sido fundamental para todas la épocas, donde lo que se pretende es comunicar o hacer público el conocimiento5; el segundo escenario, el informacional, supone no solo la comunicación de este sino, también, el trabajo que representa, en tanto producción, procesamiento y distribución del mismo, donde el conocimiento es producto y productor del poder, como atributo de las nuevas condiciones históricas de la sociedad actual, pues incorpora la ciencia, la tecnología y los agentes privados, en los procesos de comunicación y capital económico. Esto redunda en una nueva dimensión del concepto de valor, en donde se mezclan, la educación y la formación, promoviendo la productividad, aumentando el precio de los que producen el saber y distribuyen el conocimiento.

En suma, es pues, importante apuntar aquí, cuál ha sido esa trasformación del concepto mismo de conocimiento, o cuál ha sido la nueva forma de aplicar el conocimiento en el marco general de esta sociedad humana y cómo ello impone retos y exigencias a los académicos que piensan el tiempo presente y el por venir, donde la actualidad presenta múltiples alternativas de acción y el futuro ciertas dudas en su aplicación.

Al respecto, Olive comenta que:

El concepto de "sociedad del conocimiento" se refiere a muchos de esos rasgos novedosos en la historia humana y así adquirió sus propias credenciales. Las acepciones más comunes de este concepto se refieren a fenómenos como el incremento espectacular del ritmo de creación, acumulación, distribución y aprovechamiento de la información y del conocimiento, así como el desarrollo de las tecnologías que lo han hecho posible, entre ellas de manera importante las tecnologías de la información y de la comunicación que en buena medida desplazaron a las tecnologías manufacturadas. Se refiere también a las trasformaciones en las relaciones sociales, económicas y culturales resultado de las aplicaciones del conocimiento y del efecto de dichas tecnologías. Entre ellas se encuentra un desplazamiento de los conocimientos hacia un lugar central como medios de producción y, por tanto, una creciente importancia de las personas altamente calificadas en cuanto a habilidades y conocimientos como insumos en la producción de bienes y servicios, a grado tal que en algunos procesos son mucho más relevantes que los recursos naturales. (2007: 45-46).

En las actuales circunstancias, el conocimiento se presenta como la herramienta que ha dado lugar a un gran cambio social; este está inmerso en la política, la economía y la cultura; y es equivalente, en la sociedad postindustrial, al cambio del uso y el significado del saber6.

Sobre este punto encontramos la palabras de Lyotard, en su libro la condición posmoderna, que nos anuncian la necesidad de pensar nuestro tiempo, pues en un mundo globalizado, lograr un concepto que clarifique el tiempo en el que vivimos, nos lleva a pensar en la importancia que tiene el conocimiento, tanto en su uso como en su intercambio, tanto en la elección del objeto de estudio y el método para hacerlo, como la estructura de trabajo que realicemos con él; por tanto en este presente el conocimiento expresado categorialmente debe ser entendido como saber, porque este responde por la actualidad de lo que hoy se denomina sociedad postindustrial y por cultura posmoderna Lyotard asevera que:

Nuestra hipótesis es que el saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las culturas en la edad llamada postmoderna. Este paso ha comenzado cuando menos desde fines de los años 50, que para Europa señalan el fin de su reconstrucción. Es más o menos rápido según los países, y en los países según los sectores de actividad: de ahí una discronía general que no permite fácilmente la visión de conjunto. Una parte de las descripciones no puede dejar de ser conjetural. Y se sabe que es imprudente otorgar un crédito excesivo a la futurología (Lyotard, 1987: 7).

El saber en las sociedades postindustriales tiene dos características fundamentales (que a la vez son objetivos): investigar y comunicar lo investigado. Para la investigación, el campo actual da múltiples posibilidades, no solo de problemas para pensar, sino también, acciones para realizar; en la segunda encontramos un reto mayor, pues no basta con encontrar un problema que valga la pena ser pensado, además de eso hay que encontrar los medios que permitan la difusión del mismo, pues la forma en que se trasmite la información debe ser un correlato de lo que se pretende que se entienda, al mismo tiempo, hay que tener presente que, lo que no es susceptible de traductibilidad mass-mediática no existe o no es conocimiento y por tanto, no genera y no se traduce en saber.

Ese saber que se masifica en acto comunicativo difiere temporalmente y socialmente del antiguo o clásico, dado que este último buscaba o pretendía el conocimiento, en cambio en el mundo posmoderno es más un artículo de uso y de intercambio que permite la transacción mercantilista del mismo, como el consumo indiscriminado del que, por defecto, puede acceder a él. El saber como artículo de intercambio y con su valor de uso como medio, se han convertido en el gran motor de producción en los estadios de lo postindustrialización, tanto como un bien, como un servicio que, en su uso regular, dotara de estatus a su poseedor, y de poder a su productor.

La transformación que ha sufrido el saber en las últimas décadas, tiene repercusiones en niveles tan distintos como coincidentes, estos van desde el ejercicio privado, hasta la intervención del gobierno y de estructuras tan ajenas a la nación como las trasnacionales, donde no queda otra responsabilidad que la de evaluar cuál es el porvenir de los saberes como de la verdadera utilidad formativa que de estos se haga, pues en el mundo de hoy, estamos al borde de lo imposible, donde ya no se reunirán en el mismo lugar, el saber y la ignorancia y peor aún, el primer mundo y el resto de los mundos. Lyotard lo expresa así:

Se sabe que el saber se ha convertido en los últimos decenios en la principal fuerza de producción, lo que ya ha modificado notablemente la composición de las poblaciones activas de los países más desarrollados, y que es lo que constituye el principal embudo para los países en vías de desarrollo. En la edad postindustrial y postmoderna, la ciencia conservará y, sin duda, reforzará más aún su importancia en la batería de las capacidades productivas de los Estados-naciones. Esta situación es una de las razones que lleva a pensar que la separación con respecto a los países en vías de desarrollo no dejará de aumentar en el porvenir (Lyotard, 1987: 8).

El conocimiento, dentro de este nuevo orden, tiene una gran relación con las instituciones de orden gubernamental, al permitirles que, creen o construyan discursos y lógicas que moldeen o intenten moldear a los individuos para convertirlos en sujetos específicos que permeen y mantengan en juego, cierta característica del estado actual de cosas; modelaciones y modulaciones que, dentro del discurso, hablan de "cambio", "dinámica", "trasformación", "desarrollo" y "progreso", como si fueran elementos primarios y esenciales dentro de la evolución misma del conocimiento, lo que se traduce como "el nuevo inicio de todo". Para hablar de cambio o de progreso es importante comenzar de nuevo y evitar hacer lo que se hizo antes, es más, el cambio implica hacerlo 'mejor' y 'más rápido', lo que impide la continuidad.

Podemos decir que, quizá, la idea que más ha caracterizado la Modernidad (como paso previo de la posmodernidad), es la idea de progreso, lo que implica también que, sobre esta idea se centre su maquinaria racional y su afán de conocimiento, pues es el progreso lo que impulsa a los individuos, a los grupos y a las sociedades a moverse, a avanzar, a lograr la paz perpetua, a nunca detenerse. Al respecto, Eduardo Terren comenta lo siguiente:

El hilo conductor que seguiremos en nuestra composición de la constelación cultural de la Modernidad pretende seguir justamente el tenso curso de esa racionalización que a través de la ciencia, la tecnología y, sobre todo, la educación, intentó hacer de una correcta administración de las cosas y de los individuos el fundamento de un cálculo acertado del futuro (1999: 25).

Si se tratan de unir las nociones anteriores, podemos comprender que, en la era postindustrial, se ha puesto el acento en el ideal de progreso (idea que heredamos de los principios que dieron vida a la Modernidad), pues con esta, se incentiva a mejorar la vida del hombre mediante la adquisición de bienes que se han puesto a disposición de todo aquel que pueda pagar por ellos. Así, el progreso es la capacidad que tiene una sociedad para dominar la energía y los recursos para el desarrollo tecnológico, científico, cultural y social, gracias al conocimiento que de estos puede tener. Este crea la imagen de avance, pues equiparamos el mejoramiento en los aspectos materiales de la sociedad, con el bienestar de la misma, la consolidación de una ética y la equidad del Estado.

Todo esto se da porque centramos nuestras esperanzas, mejor aún, estamos convencidos de que, con una producción sobredimensionada y un consumo sobreestimado se alcanza la razón, el conocimiento o, por lo menos, confundimos la razón y el conocimiento con la capacidad de hacer de estos, herramientas capaces de satisfacer nuestras necesidades objetivas y materiales, pues ambos aparecen como el camino para acceder a las cosas del mundo postindustrial.

Virilio, hace referencia a este tema invocando la actualidad de la tecnología y el uso que hacemos de ella, pues, hoy es esta el vehículo que hace del conocimiento un insumo de dimensiones y velocidades que el pasado no podría entender, lo que nos pone ante dos caminos; uno, el protagonismo de la cultura; y dos, la privatización del conocimiento, lo que lo aleja de la palestra pública.

Quizá por eso, la mayoría de las veces, se confunde, ese ideal de progreso con los valores que se deben instalar y reproducir en una sociedad. En otras palabras, el conocimiento, el uso de la razón como garante de un espíritu, hacen creer al hombre que es capaz de alcanzar la felicidad; pues creemos que, el "verdadero" progreso de una sociedad se centra en el conocimiento, en la capacidad intelectual de los miembros de una sociedad, con el propósito de incentivar a sus ciudadanos para que estén al servicio, en disposición, de la comunidad, con el objetivo siempre claro de avanzar para el mejoramiento de la calidad de vida de todos los que hacen parte de la identidad que llamamos "sociedad del conocimiento".

Para salvar las distancias entre la vida material y intelectual y, al mismo tiempo, crear un puente entre el individuo y la felicidad, la sociedad del conocimiento encontró en la educación el material para llevar a cabo esta empresa; es así como, vista desde el presente, es la cuerda tendida entre la ignorancia y la luz del conocimiento. Si la performatividad7 es la actualidad del saber, si la ciencia es investigación-acción, si la transmisión es producto de la relación input/output de la información y los medios informáticos, o como diría Lyotard:

La verdadera fiabilidad del sistema, eso para lo que él mismo se programa como una máquina inteligente, es la optimización de la relación global de sus input con sus output, es decir, su performatividad. Incluso cuando cambian sus reglas y se producen innovaciones, incluso cuando sus disfunciones, como las huelgas o las crisis o el paro o las revoluciones políticas pueden hacer creer en una alternativa y levantar esperanzas, no se trata más que de reajustes internos y su resultado solo puede ser la mejora de la «vida» del sistema, la única alternativa a ese perfeccionamiento de las actuaciones es la entropía, es decir, la decadencia (1987: 14).

La utilidad del saber nos lleva a plantear un problema actual para la educación: la competencia. Esta ya no se ocupa de la verdad, se ocupa de la velocidad de hacer vendible lo imaginable, de hacer objeto de uso, el objeto de conocimiento tan rápido como sea posible, donde la competencia se da no entre los que saben, sino entre los que saben hacer algo con lo que saben. Esto genera una serie de retos complejos a la educación, el primero, el de la interdisciplinariedad, relacionando los campos y los objetos de estudio de diferentes saberes en pro de un problema de investigación; el segundo, la tarea de trabajar en equipo, sin personalismos y subjetividades; el tercero, la de producir y trasmitir esa producción al mayor número de personas, en una producción simple y una transmisión ampliada.

Lo anterior se puede resumir diciendo:

Lo que parece seguro, es que en los casos, la deslegitimación y el dominio de la performatividad son el toque de agonía de la era del profesor: éste no es más competente que las redes de memoria para trasmitir el saber establecido, y no es más competente que los equipos interdisciplinarios para imaginar nuevas jugadas o nuevos juegos (Lyotard, 1987: 47).

Al parecer, la tarea actual de la educación, o quizá dicho de una manera más apropiada, la de los educadores, no es otra que la de hacer frente al problema de los tiempos posmodernos, para encontrar un haz de luz que nos dirija a un mundo mejor, el mejor de los posibles, aun con todos los problemas de hoy8.

Siguiendo un poco este argumento, podemos decir que, el sentido del progreso de la sociedad actual, en primera instancia tiende al objetivo de permitir alcanzar algo, quizá la felicidad (esta puede ser entendida desde una perspectiva estética, lúdica, económica o quizá sentimental), la cual solo se puede lograr mediante la adquisición de conocimientos brindados por la educación y la adquisición de experiencias vividas otorgadas por el compartir con los otros; donde el conocimiento cumple una doble función: alimenta el espíritu individual y permite la construcción colectiva de un mundo por venir9, esto no es otra cosa que, la sociedad del conocimiento presentándose como una sociedad global. El sentido de la educación bajo esta premisa es educar para transformar y transformarnos dentro de una estructura social y cultural dinámicas. Con esto, la era postindustrial da rienda suelta al cambio social, a las teorías que permiten los cambios y las dinámicas en la sociedad. Lo anterior permite entender que, el progreso significa la transformación constante de todo, algo inherente al proyecto de las sociedades altamente calificadas; y que este progreso va de la mano de la educación como emplazamiento institucional global y local. Este cambia la perspectiva temporal: en la antigüedad se pretendía el pasado, pues allí las ideas y los valores explicaban el presente. En el presente se presupone el futuro, allí donde se van a consolidar las grandes ideas que esta sociedad pretende: la felicidad se logrará de manera plena en el futuro (pero hay que atravesar el puente del conocimiento).

Podríamos advertir en este punto que, en el origen mismo del momento postindustrial, o lo que ahora conocemos como sociedad del conocimiento (el movimiento que va del presente al porvenir) se mueve en la esfera de la información y lo que se puede hacer con esta; lo que se traduce como: el conocimiento se mueve dentro del espectro técnico-científico gracias a la información y a la cualificación de los individuos que hacen parte de esta sociedad que ahora es global. Pero no basta con decir qué es la sociedad del conocimiento, es importante adelantar, también, elementos que nos permitan, no solo entender e interpretar este presente, sino, además, enfrentarnos a él de manera crítica y constructiva. Para tal objetivo es menester mostrar cómo en la actualidad la sociedad del conocimiento global, incrementa de manera sutil pero permanente, el cambio. Este muestra, lo que se podría denominar, una segregación de saberes, pues deposita en unos pocos el privilegio, relegando a los otros a un segundo plano, todo esto gracias a ideales como la competencia, la creatividad y la acumulación sobre-especializada de un dominio de la realidad, de una parcela que trae como consecuencia el dictamen de la verdad10.

Uno de los elementos que parece quedar huérfano en todo este vaivén del conocimiento como producto de intercambio económico, es el de el problema de la verdad, o expresado de una manera más infantil, el problema de la legitimación de cierto saber sobre otro, especialmente el del científico sobre los demás saberes, dado que lo que puede legitimar un saber, en los diferentes estadios del conocimiento (sea el jurídico, civil, bien sea un teorema científico) es que debe englobar unas mínimas condiciones para tenerse como una proposición científica. Pero el problema de la legitimación no es solo la de hacer verdadero el ejerció de la verdad, sino también hacer verdad que aquel que dice la verdad es el verdaderamente adecuado para emitirla, es un problema planteado en la antigüedad pero tiene asidero en el presente ¿quién dice la verdad y quién tiene el poder de decir qué es la verdad?, eso es lo que en el texto de Lyotard la condición posmoderna se llamaría la conciencia de Occidente.

La respuesta a esta encrucijada la encontramos en un metalenguaje: la lógica. Pero pensar la ciencia a partir de esta requiere también, la necesidad de pensar cómo la ciencia plantea sus enunciados y cómo la lógica se enfrenta a ellos, desde esta perspectiva, esta última piensa la ciencia a partir de varios escenarios, el primero sería el de la consistencia; el segundo, la completitud sintáctica; el tercero, el de la decibilidad11; y por último, la independencia axiomática. Estos elementos permiten una aplicación natural, a un ejercicio artificial, en donde el metalenguaje es una lengua mayor (de carácter universal), y los enunciados de la ciencia una lengua particular o privada.

Al respecto el propio Foucault comenta que, "los discursos son prácticas que forman sistemáticamente los objetos de que hablan (…) los discursos no se refieren a objetos; no identifican objetos; los construyen y, al hacerlo, ocultan su propia invención" (1987: 81).

Esta óptica nos permite aclarar el panorama de la sociedad del conocimiento, aduciendo que esta es una sociedad de la verdad, que construye política y científicamente la verdad. Por lo anterior, es posible invocar que, el crecimiento y el progreso son los factores más importantes en la actualidad y que, la educación es, a la par de la economía y la política, el espacio en el que el desarrollo de la sociedad se dinamiza, tratando de responder al contexto, constituyendo el futuro.

Si partimos de la premisa de que en la actualidad estamos asistiendo al advenimiento de una sociedad que tiene como característica fundamental el conocimiento, entonces será igualmente importante decir que, dentro del campo del conocimiento la ciencia y la tecnología se trasforman en centros de saber que configuran los movimientos sociales y económicos, pues permiten la fluidez y el cambio dentro de los espectros de la política y de los emplazamientos culturales. Lo que en otras palabras quiere decir que, la llamada sociedad del conocimiento es, aquella que centra gran cantidad de su energía en la producción, distribución, intercambio y acumulación de saberes que, como resultado, amplían el espectro de la economía, porque la sociedad del conocimiento es también la de la gestión del mismo, lo que se traduce como: la sociedad del conocimiento se objetiva, al ser la herramienta constitutiva de la economía actual.

La pregunta que surge aquí es cómo se objetiva el conocimiento; pues bien, en la sociedad actual, este se objetiva gracias a la introducción del sujeto como agente del mercado, independientemente de sus características particulares, dado que, su saber se convierte en capital al ser el actor constitutivo de los circuitos económicos, donde su conocimiento (experiencias, competencias, habilidades, capacidades) es concebido como objeto que posibilita el desarrollo dentro del entramado económico, para generar el cambio y el progreso, puesto que, el capital de ese conocimiento se pone en juego dentro del discurso del capital.

Al particular Foucault menciona que

"no es una concepción de la fuerza del trabajo, es una concepción del capital-idoneidad que recibe, en función de diversas variables, cierta renta que es un salario, una renta-salario, de manera que es el propio trabajador quien aparece como si fuera una especie de empresa para sí mismo (2007: 264),

esto no es otra cosa que el sujeto que produce sus propias cosas para lograr la felicidad, trabaja con su conocimiento para alcanzar, en lo referente a los servicios, su salud, educación, sus imaginarios, donde invierte energía en una actividad que pone a prueba sus competencias, para retroalimentar su propio capital, eso que en la actualidad llamamos humano: capital humano.

Esta nueva concepción del trabajo está directamente ligada con la ampliación del concepto de conocimiento y va al mismo ritmo de la sociedad contemporánea, donde se puede expresar una idea o, mejor, un concepto del señor Lazzarato, que hace referencia a la inmaterialidad de la mano de obra de los trabajadores, donde el trabajo se relaciona con esferas no propiamente productivas, asumiendo un nuevo rol, que expresa un nuevo concepto o una ampliación del mismo, esto ajustado a los intereses del mundo de la tecno-ciencia, en tanto el trabajo inmaterial es constructor de conocimiento, expresado en bienes y servicios, puesto que, el trabajador debe poder ampliar su capacidad hasta el punto de presentarse como trabajo inteligente, es decir, este se desarrolla en los espacios de las tecnologías de la comunicación, el marketing, modelando el campo económico del mercado12.

Al respecto Lazzarato nos comenta que:

Su lectura de la línea filosófica "expresiva" convierte a la psicología económica, entendida como una nueva alianza entre el binomio afectos-valores, como rival poderoso de la vieja alianza trabajo-capital. De manera más particular, enfatiza en que los términos del primer binomio, al nutrirse de categorías genéticas tales como las de imitación e invención y de las ideas físicas involucradas en la propagación de flujos, hacen mención a una comprensión pragmática, inmanente y plural del mundo. En contraste, los términos del segundo binomio están arraigados a un atomismo radical del que se desprenden categorías estáticas sustentadas exclusivamente en las relaciones de producción y en sus vínculos con los valores economicistas y fenomenológicos (2007: 8).

Este nuevo binomio, afectos-valores, nos habre un nuevo campo conceptual de acción, en donde el conocimiento juega un papel preponderante, pues permite el flujo de capital en todas la direcciones haciendo del mundo una multitud, una pluralidad.

Este mundo múltiple y plural, en donde el sujeto es gestor, obliga al hombre a asumir el rol de máquina, es decir, que sea él que actue para producir sus propios medios y lograr su propia 'satisfacción', en otras palabras "el postulado de la 'formación de capital humano' pudiera ser visto como un mecanismo para 'hacer morir' a aquellos que no son incapaces de autogobernarse, de asumir responsabilidades, de ser sujetos morales" (Castro-Gómez, 2010: 211).

Esta responsabilidad de los sujetos con ellos mismos para sobrevivir en el presente nos abre la puerta para pensar una nueva dimensión del conocimiento: la exclusión. La globalización, la democracia y la llamada sociedad del conocimiento, se han constituido en una empresa que ha profundizado las crisis económicas y culturales. Tuvimos y tenemos problemas de racismo, violencia contra la mujer, discriminaciones sexuales, problemas con nuestras posiciones políticas, y un sinfín de intolerancias sociales más, para sumarle, en la actualidad y para el futuro, el de nuestro saber, pues se está construyendo una nueva frontera, además de la social y la económica, la cognitiva, o por lo menos aquella que representa nuestra cognición13. El conocimiento como agente de exclusión en el marco de una nueva sociedad es un debate que debemos tener presente, pues la brecha que hay entre quienes tienen acceso al conocimiento, la información y la tecnología y los que no, es la clara evidencia de las sociedades que potencian a sus ciudadanos para que tengan acceso a estas herramientas y las que no.

En nuestra sociedad, la política, la economía y los intereses particulares constriñen a las personas que, por su condición, no tienen la posibilidad de competir contra los que sí tienen. Más temprano que tarde la globalización y el discurso democrático, terminaran por hacer visible que los discursos de verdad sobre la igualdad serán solo sofismas de distracción que evidenciaran la desigualdad y la injusticia social. Brey, Innerarity, y Mayos lo expresan de la siguiente manera:

Existe, pues, el riesgo de acabar irremediablemente divididos en dos castas, una masa acomodada en su ignorancia, fascinada por la tecnología y cada vez más alienada, y otra formada por los expertos en los saberes productivos y los resortes de un modelo económico insostenible (2009:38).

Qué frontera entre Estados Unidos y México, qué muro de Berlín entre comunistas y capitalistas, qué apartheid será esta nueva condición del conocimiento. Es la pregunta que ronda en nuestro futuro, al respecto Renán Vega comenta que:

Lo que predomina en el capitalismo actual es la ignorancia generalizada en todos los terrenos, tal y como se constata con los 800 millones de analfabetos que hay en el mundo, cifra a la cual deben agregarse otros millones más de analfabetos funcionales -es decir, aquellos que aunque supuestamente sepan leer y escribir no están en capacidad de entender lo que leen ni de expresarse coherentemente a través de la escritura, además de la 'ignorancia sofisticada' de los que siendo expertos o profesionales no pueden pensar en el sentido estricto del término, entre los que hay que incluir forzosamente a los que se mueven en el terreno de la informática y la cibercultura, cuyo pensamiento es bastante tosco y rudimentario (2007: 137).

Si bien, la época actual nos invita a participar de las cosas del mundo, esta es, a la vez, cercanía y distancia; lejanía para los millones de analfabetas operativos y cercanía para aquellos que participan activamente de la tecnología. No olvidemos aquí que, participar de ella no nos hace propiamente expertos, ni poseedores de un saber, por el contrario, la facilidad del uso de las tecnologías implica, necesariamente que, se sepa poco sobre el funcionamiento y mucho sobre su manejo, por ello es importante mencionar aspectos discursivos importantes que tienen doble cara.

Por un lado, se menciona, y hay acontecimientos que así lo corroboran14, que las ciencias y, más específicamente, las tecnologías, son para sus participantes o consumidores, elementos indispensables de acceso, manipulación y producción de conocimiento o de elementos de acceso a cierta información que puede producirlo. Los intercambios de música, videos y textos, por mencionar ejemplos, son uno de esos fenómenos que han potenciado el acceso a un tipo de información, pero sería bueno pensar qué tipo de información buscan los consumidores de internet y qué hacen con ella. Se ha mencionado que hay mayor acceso a la información desde la aparición de internet, pero a su vez se ha banalizado esta información. En su libro "El contrato natural" Serres menciona lo siguiente:

Para tapar la boca a otro, de repente, uno cambia de idioma: así, antaño, los médicos hablan latín, y durante la última guerra, los colaboradores alemán, de la misma manera que los periódicos parisinos de hoy en día escriben en inglés, para que el pueblo ya no entienda nada y, embrutecido, obedezca. Nocivas en las ciencias y en la filosofía, casi todas las palabras técnicas no tienen otra finalidad que separar a los iniciados de los excluidos, de los que uno no se preocupa, para conservar algún poder, que participen de la conversación (1991: 19).

¿Sabemos lo que consumimos?, ¿digerimos lo que consumimos?, ¿nos hace falta un tamiz o filtro de información? O por el contrario ¿solo somos consumidores-esponjas? Estas son pues preguntas que quedan en el aire.

Pero a la par de ese acceso a la información está la frontera de los que, por condición económica, política, social, cultural y cognitiva, no participan de las maravillas de la información. Entre los millones de analfabetas operacionales y los no operacionales, y los millones de consumidores que indiscriminadamente hacen un uso no racional de la información, queda reducido a casi nada el porcentaje de usuarios de las tecnologías que saben y usan las mismas para producir conocimiento.

En Colombia, especialmente en el Eje Cafetero, somos consumidores de tecnología pero no productores; cuando se consume y no se produce conocimiento para asimilar la misma, se queda en el límite en el que la distancia entre los productores y consumidores no deja duda del abismo insalvable entre unos y otros. Para enfrentarse este problema los individuos se convierte a sí mismos en agentes de ese capital, en donde saberes, competencias y capacidades comienzan a formar parte del discurso espectacular del conocimiento, convirtiendo la producción de tecnología y de materiales intelectuales en recursos escasos; ya no se trabaja en bloque, ya no es una nación como conjunto la que busca el progreso, sino los sujetos en su individualidad los que buscan su salvación, esto produce coyunturas, distancias, emergencias lo que repercute en la consolidación de escenarios cognitivos15 que producen los derechos de propiedad intelectual y la privatización-prohibición del mayor recurso: el conocimiento.

Al respecto Vega comenta lo siguiente:

En esta suerte de brecha cognitiva contemporánea, así como existe una polarización social y económica, de la misma forma se consolida una polarización científica y tecnológica, puesto que un reducido grupo de la población mundial -cuanto mucho un 10%- tanto en los países del norte como los del sur, tiene acceso a los más sofisticados avances científicos y tecnológicos mientras que las grandes mayorías no conocen ni las técnicas más tradicionales. Así tenemos, por ejemplo, que mientras se exalta el computador, el teléfono celular, el internet como parte de una espectacular revolución en las telecomunicaciones que dará saber y bienestar a quienes la puedan disfrutar, hoy la mayor parte de la humanidad tiene menos posibilidades de acceder a un teléfono común y corriente y de comunicarse con sus amigos en los barrios cercanos. En este sentido, la ciencia y la tecnología han convertido a una mínima parte de la humanidad en "ciudadanos del mundo" del siglo XXI. Es necesario recordar, para sólo mencionar un ejemplo, que en el caso de la biotecnología en Estados Unidos se concentra más del 90% de todas las patentes que existen en el mundo y que del total de publicaciones científicas, en 1995, un 75% estaba concentrada en los países de la triada -EEUU, Europa occidental y Japón- (1999: 72).

Esta individualización se presenta bajo la forma de competencia, pero es, a la vez, un problema que han trabajado autores como Foucault y Lazzarato, bajo el concepto de Biopoder o Biopolítica. "Servidumbre y sometimiento conforman pues las dos caras de las estrategia de gestión del Bios, que nos son contemporáneas" (Lazzarato, 2007: 15), esto en otras palabras quiere decir que, se trabaja sobre "el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en la especie humana, constituye sus rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política, una estrategia política, una estrategia general del poder" (Foucault, 2007: 15), al respecto el mismo Lazzarato comenta que, "se podría decir, invirtiendo la definición marxiana: el capitalismo no es un modo de producción, sino una producción de modos y de mundos. El capitalismo es una forma de manierismo" (2007: 101).

El trabajo sobre el bios, sobre la gestión del bios, sobre la vida y la conducta como estrategia política no es otra cosa que el paso de una sociedad disciplinar a una sociedad del control16, lo que en otras palabras quiere decir que ya no se crean espacios cerrados para contener el cuerpo, sino que se amplían para pluralizar las actividades del cuerpo para contener los campos modulando la conducta a partir de la autocontención en espacios abiertos, ya no se castiga directamente, se contrae todo el ambiente para que no se incurra en una falta, así lo afirman Castro-Gómez:

No se interviene sobre los cuerpos directamente, sino sobre un 'medio ambiente' (acción a distancia) que favorece la autorregulación de la conducta. En el neoliberalismo se parte de que todos los individuos, aun los que se encuentran en las márgenes de la sociedad, tienen la capacidad de incrementar su 'capital humano' mediante la creación, la innovación y el emprendimiento. Pero para lograr esto es necesario crear un 'medio ambiente' de libertad frente a las vigilancias estatales, de tal modo que los sujetos puedan hacer marketing de sí mismos, adquirir nuevas competencias inmateriales y deslizarse tan flexiblemente como las serpientes. Hemos pasado del topo disciplinario a la serpiente neoliberal. Castro-Gómez, tomado de (Quijano Valencia, 2011: 12).

Esta Biopolítica expresa uno de los grandes retos a los que se enfrentan los individuos en su singularidad y los sujetos en su complejidad social, al hacer del conocimiento un instrumento de uso y ejecución del poder, de cierto poder que pretende generalizar las energías, quizá, como decía Foucault:

El punto más intenso de las vidas, aquel en el que se concreta su energía, se sitúa allí donde éstas se enfrentan al poder, forcejean con él, intenta utilizar sus fuerzas o escapar a sus trampas; porque los centros de poder (que son móviles y borrosos) no existirían sin puntos de resistencia, en cierto modo anteriores, pues el poder, el ejercicio de poder no tiene por objeto la vida, sin revelar, sin suscitar una vida que le resiste, dado que el afuera no deja de atacar y de intervenir los diagramas y no deja de resistir al ejercicio mismo de poder, que el poder opera sobre él (1996: 125).

Siguiendo un poco con esta idea podemos decir que:

Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida. Caracteriza un poder cuya más alta función, desde entonces no es ya quizá la de matar sino la de invadir la vida enteramente (…) La vieja potencia de la muerte en la cual se simbolizaba el poder soberano, se halla ahora cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la vida. Desarrollo rápido durante la edad clásica de diversas disciplinas -escuelas, colegios, cuarteles, talleres-; aparición en el campo de las prácticas políticas y las observaciones económicas de los problemas de natalidad, longevidad, salud pública, vivienda, migración. Técnicas para la sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones. Se inicia la era de un biopoder (Seveso)17.

Con el acelerado ritmo de creación, acumulación y distribución del conocimiento, vienen también, la contención -mejor, la autocontención- de los sujetos, la distribución de las energías y un nuevo panorama: el riesgo.

Ulrich Bech, ha trabajado en las últimas décadas en el cambio que han venido gestándose al interior de las sociedades, especialmente lo que tiene que ver con el tema del proceso o consecuencia de la industrialización y su consecuente (postindustrialización). Ya se ha mencionado que tal paso se da gracias a la transformación del bien en servicio, y que el motor que impulsa tal movimiento es el del conocimiento y la velocidad de la información, hemos dicho, además que, estos giran en torno al papel central del saber especializado, y que este, en la actualidad se ha convertido en un elemento de uso privado.

Pues bien, cuando Bech nos habla del riesgo, está hablando de un tipo de sociedad que es capaz de poner en juego la estabilidad de la vida misma en el planeta y, asimismo es el resultado del impacto que ha tenido el hombre sobre la tierra misma, por supuesto, que esa huella que marca el futuro de nosotros ha sido el producto de nuestro conocimiento sobre las cosas del mundo.

Cuando se habla de sociedad del riesgo, se está hablando de una sociedad global que se encuentra en peligro de extinción, no de tal o cual cultura en particular, sino de todos los habitantes como masa sobre la tierra, tanto del presente como del porvenir. Aun cuando suene crudo y molesto, ese riesgo que es producido por el hombre es derivado del conocimiento que tiene el hombre; es decir, podríamos aventurar una conclusión para advertir que, la sociedad de la información y del conocimiento es a la vez, la productora del riesgo.

Se puede definir el riesgo "entendido, en oposición a los dramas naturales que siempre han asaltado a la humanidad, como un peligro generado por decisiones sociales, derivadas de las ventajas y oportunidades generadas industrialmente" (Escobar, 2002: 279-280)18.

A esta definición se le debe agregar el que ha sido el conocimiento uno de los factores preponderantes en el aumento espectacular del riesgo. Desde la extinción de múltiples especies, como la contaminación atmosférica, hasta el calentamiento global que nos deja al límite de un desastre que pone en jaque el futuro. Las armas nucleares (que ya sabemos que hay países capaces de hacerlas detonar), la centrales termonucleares (Chernóbil y Japón son ejemplos paradigmáticos), la minería y la explotación de recursos naturales a escala en la que la entropía puede ser irrefrenable, nos pone al filo del abismo.

Si bien en las últimas décadas se ha trabajo sobre el riesgo y sobre la gestión del riesgo, son un enfoque posmoderno que piensa sobre la prevención y control de las consecuencias que para el futuro tienen el uso de las tecnologías que tienen asidero a escala global, consecuencias producidas por la acción del hombre, en tanto se pretende controlar el futuro. La gestión del riesgo une lo que hasta ahora ha estado separado, la sociedad humana y la naturaleza, no solo desde el discurso de las amenazas, sino también desde la materialidad y posibilidad real de las mismas.

La gestión del riesgo es, en términos operativos, el rol de las esferas políticas pensando, la intervención y la acción, donde áreas tan alejadas del mundo gubernamental (como el Ministerio del Medio Ambiente), cobran gran importancia y mayor relevancia, a mediano y largo plazo.

Si bien, la gestión del riesgo ejecutada por el mundo político, se presenta como una herramienta importante para pensar los problemas globales que aquejan el presente, es importante puntualizar que, esta gestión se establece sobre aquellos lugares que representan una alta importancia medioambiental, en términos de recursos naturales no renovables, donde los países que, ya han superado la brecha de la escasez, piensan sobre los avatares del futuro.

Esto lo podemos puntualizar en dos momentos; el primero, el que minimiza los riesgos en su propio territorio, el ejemplo claro que podemos conocer es el de las trasnacionales que teniendo su origen y su mercado en un lugar del mundo, sea el caso de Estados Unidos o Europa, instalan sus fábricas en lugares diferentes a su área de influencia, caso de China o la India, que se han convertido en países que abrazan a las fabricas extranjeras, contaminando su propio territorio, potencializando la mano de obra a muy bajo costo y entregando un producto acabado que, las multinacionales comercializan sin los costos adicionales provocados por la contaminación. El segundo, la masificación de los conceptos y proyectos de producción y desarrollo sustentable, que promueven el equilibrio ecológico de los poseedores de los recursos naturales, dado que, los que los tienen, crean leyes que los obliga a no gastar más de lo que necesitan, para no generar mayor gasto entrópico, pensando en este sentido, en las generaciones futuras, poniendo en jaque, su propio desarrollo. Es decir, los países del tercer mundo, son los que gastan sus recursos naturales operando las fábricas del primer mundo, o son los que no crecen por no poder gastar más de los que necesitan; para el primer caso, están las trasnacionales; en el segundo, los protocolos de Kioto.

La globalidad del riesgo no significa, una igualdad global del mismo, sino todo lo contrario: la primera ley de los riesgos medioambientales es: la contaminación sigue al pobre.

En la sociedad del riesgo financiero global, así como en la sociedad del riesgo global:

  • Existe una interrelación entre dos conflictos, dos lógicas de distribución: la distribución de bienes y la distribución de males;
  • Los fundamentos del "cálculo de riesgo" han sido socavados: no es posible compensar financieramente daños como millones de desempleados y pobres; no tiene sentido asegurarse frente a una recesión global;
  • La "explosividad social" de los riesgos financieros globales se está haciendo real;
  • La institución del Estado-nación se colapsa;
  • El riesgo implica siempre el tema de la responsabilidad, y la necesidad de "globalización responsable" se convierte en un tema público y político de alcance mundial;
  • Surgen nuevas opciones: proteccionismo nacional y regional, instituciones transnacionales y democratización19 (Bech, 1999: 8).

El riesgo, no ha sido uno de los problemas relevantes a lo largo de la historia de las sociedades humanas, pero sí ha sido un elemento fundamental para este presente y para esta sociedad globalizada, dado que, el desarrollo actual de la economía arroja a los ciudadanos a enfrentarse con el progreso y el agotamiento. Los gobiernos, especialmente el nuestro (Colombia), deben ser capaces de equilibrar el desarrollo y el agotamiento, lo que parece ser una paradoja en la que nadie gana, lo que puede presentarse con un punto suelto en el advenimiento del porvenir, pues las decisiones que se tomen con respecto a temas tan importantes como lo son el abastecimiento energético, el derecho, la investigación científica y tecnológica, entran en conflicto con los intereses de la política, la economía y, en general, los deseos de las personas.

Este desolador panorama de contradicción y entropía20, ha generado, paradójicamente, dos grandes posibilidades de enfrentarlo; uno de ellos el apersonamiento que los ciudadanos tienen de los problemas ecológicos de nuestro tiempo, Jeremy Rifkin, en su libro La civilización empática, nos muestra cómo esa creciente entropía es también, una marca de la creciente empatía entre los hombres y el mundo, afirma que:

En el núcleo mismo de la historia humana se encuentra la relación paradójica entre la empatía y la entropía. A lo largo de la historia la convergencia entre nuevos regímenes de energía y nuevas revoluciones en la comunicaciones ha ido creando unas sociedades cada vez más complejas, estas civilizaciones más avanzadas en el campo tecnológico han unido a pueblos antes dispersos, han hecho crecer la sensibilidad empática y han expandido la conciencia humana. Pero estos entornos cada vez más complejos exigen un consumo mayor de energía que supone un agotamiento creciente de los recursos. Lo irónico es que este aumento de la conciencia empática ha sido posible gracias a un consumo cada vez mayor de la energía y de otro recursos de la tierra que tiene graves efectos en la salud del planeta (Rifkin, 2010: 14).

El otro, el denominado principio de precaución21, que aunque de manera incipiente, comienza a hacerse un lugar en las actividades políticas y científicas, obligando (o por lo menos intentándolo), a los productores de conocimiento, sea este de corte teórico o práctico, a evaluar las consecuencias de los que hacen, proponiendo que, mientras haya incertidumbre sobre los efectos en la aplicación de un saber, este debe practicar todas las evaluaciones necesarias para identificar el potencial riesgo que puede producir, si la incertidumbre prevalece, el principio de precaución dictamina que es mejor no llevar a cabo tal investigación, o tal tecnología o tal aplicación. En el pasado el lema era "todo lo que pueda hacerse, debe hacerse", en el presente "no todo lo que pueda hacerse debe hacerse". Solo nos queda una cosa por decir, frente a los retos que nos imponen los nuevos acontecimientos del presente y del porvenir, la filosofía y los filósofos, son los llamados a pensar y, sobretodo, a actuar.

Si el conocimiento construye sentido desde las prácticas y los discursos, al interior de este movimiento se puede rastrear un tipo propio de historia, donde los sentidos que se juegan problematizan su propia actualidad. La vigencia de la experiencia del saber debe explicar el sentido, el ejercicio mismo del conocimiento se singulariza y produce nuevos valores, donde se interroga su propia razón para decir las cosas que dice y provocar las que se hacen; esta problematización de la actualidad crea una nueva forma de hacer filosofía, pues el filósofo ya tiene que colocar en juego su pertenencia a este presente que no se ampara en una doctrina o en una tradición, ni menos a una raza ilustrada, porque su problema se plantea, ahora, con y en relación con un 'nosotros', cuyo signo general es un impersonal del que se construye el sentido, este tipo de filósofo se convierte en el propio medio de creación, jugando en una singularidad que no es otra que la de un 'nosotros' del que él hace parte.

Quizá el encierro en el que se encuentra la filosofía, o dicho de otra forma, el aislamiento en el que se encuentran los filósofos, no es otro que el de la discursividad vacía de la reflexión en la que se han mantenido a lo largo de la historia, o como lo hacía notar Deleuze "lo importante es, en efecto, retirar al filósofo el derecho a 'reflexionar sobre'. El filósofo es creador, no reflexivo" (1999: 193). Y es el papel de creador el que le da al filósofo el doblez del pensamiento, que encarna una creación en el movimiento de los ejercicios filosóficos desde la acción como lenguaje y como concepto, lo que nos lleva a decir que la articulación de un leguaje y los múltiples conceptos que se puedan construir en la acción, son los que posibilitan un devenir que deshace el papel clásico del filósofo y construye uno nuevo para la filosofía.

Por eso Pardo afirma que:

La filosofía equivoca su tarea si se conforma con hacer pensable lo pensable, si se atiene a lo dado, no sólo ni principalmente en la forma de un empirismo toutcourt (que raramente responde a esa definición), sino sobre todo en la forma de un pretendido racionalismo o de una supuesta filosofía trascendental que extrae el modelo racional o trascendental de lo dado mismo y de las determinaciones de su pensabilidad en la representación; pues la única tarea que hace a la filosofía (en singular) digna de sí misma es la de hacer pensable lo impensado (2002: 69).

El mismo Deleuze, lo diría de la siguiente manera "si un creador no se encuentra atenazado por un conjunto de imposibilidades, no es creador. Creador es aquel que se crea sus propias imposibilidades al mismo tiempo que crea lo posible" (Deleuze, 1999: 81).

Creemos que el papel que deben jugar los filósofos no es otro que el de creadores, pues creamos las posibilidades y posibilitamos el mundo.


Pie de página
3 La economía de la era industrial se basó no en los bienes (como en la agrícola), sino en los contratos, donde se puede trabajar no solo con bienes materiales, sino también, en posesiones inmateriales, a lo que hoy denominamos créditos. Lo que une decisivamente lo industrial con un entramado jurídico que vele por el sostenimiento y flujo del dinero.
4 La economía postindustrial se caracteriza por dar mayor importancia a la investigación que al producto, lo que repercute no solo en un factor económico, sino, además, en un dominio teórico. Es decir, la economía postindustrial se caracteriza por el dominio del saber sobre el bien y el producto, lo que abre un nievo horizonte en el espacio social: el conocimiento.
5 La presencia del saber tecno-científico, presenta nuevas características: el pluralismo cognitivo, la influencia de la ingeniería de nuevos materiales, la economía y los discursos de verdad que determinan nuestro tiempo.
6 El saber no es una teoría subyacente, es un espacio de dispersión, un campo abierto y, sin duda, indefinidamente descriptible de relaciones; el saber no es una rama de la historia, es un juego simultáneo de permanencias específicas; el saber no es un estadio general de la razón, es una relación compleja de desniveles sucesivos (Foucault, Saber y Verdad, 1985: 51).
7 Esto se podría ejemplificar de la siguiente manera: la legitimación de un saber determinado, en este caso el científico, tiene su asidero axiomático en lo que se podría denominar "comunidad científica", donde lo que se dice se ha validado por aquellos que saben sobre lo dicho, o porque lo que se dice, aunque indemostrable, se consolida por la aceptación de la mayoría. La aceptación del hecho nos presenta un nuevo escenario a la hora de pensar la ciencia, puesto que la verdad ya no es el ideal, sino la performatividad del acto de ser científico, mientras se realiza un ejercicio científico-técnico, el lenguaje peformativo reúne idealmente el input/output, donde lo que se dice se trasmite por medios técnicos al interior y al exterior de la "comunidad científica", presentándose como el ideario que se pretende alcanzar, consolidando un ejercicio puro del poder, la exclusión o la inclusión, se tiene acceso al conocimiento y se detenta un saber o se está afuera de toda posibilidad y por ello el poder se ejerce y ya.
8 A esta imagen se le puede contrastar la vieja imagen de la ilustración cuando tomamos un apartado de Qué es la ilustración de Kant, cuando este anuncia que: "la aspiración a la felicidad, la preferencia sobre el hecho de merecer ser feliz del que la razón hace la condición suprema, se ha hecho hasta ahora de esa aspiración el principio de la educación y de las predicaciones del pulpito" (Kant, 1999:19).
9 Por venir entendido como el futuro construido conscientemente. Diferente del porvenir como un futuro insospechado.
10 Los saberes a partir del discurso, crea o trasforman la realidad, o por lo menos la percepción que tenemos de la misma, pues dan cuenta o sostienen una sociedad tal. Gracias a ciertas continuidades y rupturas, se construye una especie de sistema/mundo, que corresponden, que hacen eco, con los deseos o necesidades de las instituciones económicas, políticas y culturales. Lo que no es otra cosa que el saber puesto al servicio de un modelo o una idea que pretende ser global.
11 La capacidad de un saber lógico de comunicar un discurso.
12 La denominada 'sociedad del conocimiento' o el mercado del conocimiento, se caracteriza según Hernando Gómez Buendía (1997) por la convergencia de tres fuerzas maravillosas y al mismo tiempo implacables: el saber, el computador y las telecomunicaciones, o desde el planteamiento de Fernando Chaparro, por tres tendencias dinámicas y complejas: el desarrollo de la sociedad de la información, la globalización y el progreso científico-tecnológico (Chaparro, 1998:8). Tomado de: (Quijano Valencia, Eufemismos, 2011).
13 Llámese hoja de vida, currículum.
14 Gonzalo P. (2011) expresa lo siguiente: actualmente, en el conflicto en Medio Oriente, las redes sociales están siendo empleadas para manifestar las inconformidades de los ciudadanos. Según el Global Post (citado por Gonzalo, P., 2011) las redes sociales se presentan como formas de unión (Facebook) y de movilización (Twitter) en Tunez, por ejemplo. Mediante tecnologías como computadoras, teléfonos móviles y cámaras de foto y video, las redes sociales son usadas como armas pacíficas. Aunque, según afirma Rosenblum (citado por Gonzalo, P., 2011) los gobiernos también tienen la tendencia a usarlas para esta nueva forma de confusión que se denomina "desinformación instantánea". YouTube también juega un papel importante en esta situación: muestra imágenes que fueron capturadas en el momento, incita a actuar o unirse a la causa. Tomado de: http://mediosfera.wordpress.com/2011/03/11/importancia-de-fb-y-otras-redes-sociales-agentes-decambio/, visitado el día 21 de junio de 2012 9:28 a.m.
15 Monopolios.
16 No es preciso apelar a la ficción científica para concebir un mecanismo de control capaz de proporcionar a cada instante la posición de un elemento en un medio abierto, ya sea un animal dentro de una reserva o un hombre en una empresa (collarín electrónico). Félix Guattari imaginaba una ciudad en la que cada uno podía salir de su apartamento, de su casa o de su barrio gracias a su tarjeta electrónica (dividual) mediante la que iba levantando barreras; pero podría haber días u horas en los que la tarjeta fuera rechazada; lo que importa no es la barrera, sino el ordenador que señala la posición, lícita o ilícita, y produce una modulación universal. (Deleuze, 1999:279).
17 Tomado de: http://hum.unne.edu.ar/revistas/postgrado/revista6/articulos/seveso.pdf.
18 Tomado de: http://hum.unne.edu.ar/revistas/postgrado/revista6/articulos/seveso.pdf.
19 Tomado de: http://es.scribd.com/doc/44009755/Beck-Ulrich-La-Sociedad-Del-Riesgo-Global.
20 La definición más elemental de este concepto es la siguiente: Entropía es el grado de desorden que tiene un sistema. La palabra entropía procede del griego em que significa sobre, en y cerca de; y sqopg, que significa giro, alternativa, cambio, evolución o transformación. La entropía es un patrón de medida. En física esto se aplica a la segunda ley de la termodinámica, la cual dice que los sistemas aislados tienden al desorden, es decir, las cosas tienden al caos a medida que pasa el tiempo (no hay más que fijarse en el organismo de un ser vivo); mientras que en la teoría de la comunicación este concepto es empleado como un nº que mide el grado de incertidumbre que posee un mensaje. Tomado de: http://www.artfacts.net/pdf-files/inst/entropia-prensa.pdf.
21 Cuando una actividad es potencialmente amenazadora para el ambiente o la salud humana deben tomarse medidas precautorias aún si las relaciones causa-efecto no están científicamente establecidas. Frecuentemente las demostraciones definitivas no son rápidas; las condiciones que la ciencia requiere para establecer causalidad son muy exigentes. El retraso en establecer criterios de precaución permite la acumulación de daños. El ser humano y el resto del mundo natural solo tiene una capacidad limitada de absorber conductas riesgosas.


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