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Diversitas: Perspectivas en Psicología

versão impressa ISSN 1794-9998

Diversitas v.7 n.1 Bogotá jan./jun. 2011

 


Cuerpos que narran: la práctica del tatuaje
y el proceso de subjetivación

Talking Bodies: Tattooing Practice and
the Subjectivation Process
*

Asceneth Sastre Cifuentes**

Universidad Santo Tomás, Bogotá, Colombia

* Artículo derivado del Proyecto de Investigación Prácticas Corporales y Construcción del Sujeto, financiado por la Unidad de Investigación y Posgrados de la Universidad Santo Tomás, en la Convocatoria interna de noviembre 2004-2005, inscrito en la línea Interpretaciones del cuerpo desde las ciencias sociales y humanas, del Grupo Cuerpo, Sujeto y Educación con categoría D de Colciencias. Proyecto desarrollado por José Arles Gómez Arévalo y Asseneth Sastre Cifuentes, Docentes-investigadores (Departamento de Humanidades y Facultad de Cultura Física, Deporte y Recreación, Universidad Santo Tomás, Bogotá), con la asistencia de los estudiantes Julio César Rueda, Ghianna Herrera (Cultura Física) y Pilar Rivas (Psicología), agosto 2006.

Recibido: 24 de febrero de 2010 Revisado: 5 de abril de 2010 Aceptado: 1 de junio de 2010



Resumen

Este artículo reporta los resultados obtenidos específicamente con practicantes de body arts (piercings y tatuajes) que constituyeron el grupo de sujetos entrevistados como parte del proyecto Prácticas Corporales y Construcción del Sujeto, el cual, a través de un enfoque cualitativo-interpretativo, ofrece una comprensión de la relación entre las prácticas corporales, la percepción del cuerpo, el cuidado de sí y el sentido de sí mismos que construyen personas vinculadas a diferentes prácticas corporales. Los autores se aproximan a una comprensión de la forma en que los sujetos construyen su "sí mismo" desde sus prácticas corporales, en este caso, específicamente del tatuaje.

Palabras clave: cuerpo, sujeto, percepción corporal, cuidado de sí mismo, body arts, piercings, tatuajes



Abstract

This article reports the results obtained from a study with a group of tattoo practitioners integrating the sample of subjects interviewed as a part of the project entitled Corporal practices and the construction of self. By means of a Qualitative-interpretative approach, it offers an understanding of the relationship between the corporal practices, the body perception (body concept), the selfcare and the sense of themselves that people build when they link to different forms of corporal practice. The authors approach to an understanding of the way in which persons build their "selves" from their corporal practices, in this case, specifically from tatooing.

Key words: Body, self, corporal perception, self care, tattooing. body arts



Introducción

A partir de los planteamientos de los fenomenólogos franceses Merleau-Ponty, Mounier y Foucault, Gómez y Sastre (2004, 2007, 2008) y Sastre (2007, 2009) que han venido afirmando, al hablar de una existencia corpórea, no se trata simplemente de indagar por el objeto físico, sino por el sujeto consciente que vive en un cuerpo y que construye desde él su subjetividad y sus dinamismos interiores y culturales, por lo que el cuerpo se entiende como la exteriorización de la realidad interna y cultural del sujeto. En consecuencia, en la reflexión acerca del sujeto es condición esencial la reflexión sobre el cuerpo desde nuevas categorías que permitan superar el dualismo cartesiano imperante durante siglos.

Desde esta nueva perspectiva el cuerpo se reconoce como la condición necesaria del ser, del sí mismo, del ser persona, pues es en él que la existencia humana adquiere una dimensión espacio-temporal, y es por él que el sujeto hace parte activa de la naturaleza y del proceso de la vida: es en el cuerpo donde integra sus múltiples experiencias y manifestaciones y es en él que se sintetizan, en una relación de interdependencia, sus diferentes dimensiones —biológica, cognoscitiva, motriz, emocional, relacional y comunicacional, ética, estética y trascendente—.

Por otra parte, se ha venido sosteniendo en coherencia con una perspectiva neohumanista, que una cultura contemporánea del cuerpo puede entenderse como un aprendizaje fundamental y construcción del sí mismo, como cultivo de valores básicos de expresión personal y de relación social a través de las experiencias corporales. Dichas experiencias son elaboradas por el ser humano en lo que podríamos llamar el "arte de vivir el cuerpo".

Desde las ciencias sociales como la psicología, la sociología y la antropología se han desarrollado en los últimos años numerosos estudios con el propósito de establecer la relación entre el cuerpo y la identidad personal y social, describiendo ampliamente la relación entre necesidades de orden psicológico o social y las transformaciones que las personas hacen en sus cuerpos a través de prácticas como los regímenes de adelgazamiento, la musculación, el uso de adornos corporales, de intervenciones quirúrgicas, etc. (Steven & Richards, 1996; Yardley, 1997; Henriques & Calhoun, 1999; Tiggemann & Williamson, 2000; Morry & Staska, 2001; Wolfradt & Neumann, 2001; Carroll, 2002; Frank & Thomas, 2003; Webster & Tiggemann, 2003; Potter, 2003; Murray, 2003; Atkinson, 2004; Banner, 2004; Faircloth, Boylstein, Rittman & Gubrium, 2005). La gran mayoría de estos estudios se enmarcan en enfoques cuantitativos, de tipo transversal correlacional con limitaciones derivadas de los procesos de muestreo, que aplican instrumentos de medición como escalas estandarizadas, cuestionarios, inventarios y pruebas psicológicas. Sólo excepcionalmente, en el caso de estudios españoles y latinoamericanos, se encuentran estudios de enfoque cualitativo, algunos de los cuales contradicen en sus conclusiones, las generadas por estudios cuantitativos.

Este trabajo indaga acerca de la relación entre el tatuaje como práctica corporal, el sentido que los sujetos tatuados construyen de su sí mismo y el concepto de cuerpo que manejan, a partir de la autopercepción y las prácticas de cuidado de sí. Para ello, se entiende el "body art" (tatuajes y piercing) como una práctica caracterizada por acciones orientadas a decorar el cuerpo de manera transitoria o permanente, alterando su apariencia y forma, con intención de construir una estética particular del cuerpo.

La premisa subyacente es que la mirada que se tenga sobre el cuerpo y por tanto sobre sí mismo se relaciona con los usos y prácticas corporales. La pregunta que se aborda a través del testimonio de personas comprometidas con prácticas de transformación corporal como el tatuaje y el uso de piercings, es: ¿qué relación se puede establecer entre la práctica del tatuaje, el concepto de cuerpo (percepción y cuidado de sí) y el sentido de sí mismo que construyen los sujetos comprometidos con esta práctica corporal?


Método

Se utilizó un método cualitativo de tipo etnográfico, con la entrevista en profundidad como técnica de recolección de información. A partir del problema de investigación, la pregunta y los objetivos del estudio se establecieron y definieron las siguientes categorías que orientaron el diseño del guión y el trayecto de la entrevista: Descripción de la práctica corporal, Percepción del cuerpo, Cuidado de sí mismo y Sentido de sí mismo. En el curso de la recolección y análisis de la información emergieron algunas subcategorías: dentro de la categoría Descripción de la práctica corporal, las subcategorías de: sentido, inicio, motivación, logros, costos y otros. Dentro de la categoría Percepción del cuerpo, las subcategorías de Autopercepción del cuerpo como entidad orgánica/simbólica y Percepción social del cuerpo como entidad orgánica/simbólica.

Se entrevistaron seis sujetos comprometidos con la práctica del tatuaje y el uso de piercings; seleccionados con criterios de pertinencia conceptual, accesibilidad y disponibilidad en contextos destinados al "body art" (Centros de Tatuaje del sector de Chapinero en Bogotá). El grupo quedó conformado por cinco hombres y una mujer, entre 23 y 26 años. Una vez validadas las categorías para la respectiva codificación mediante la triangulación de investigadores, se aplicó a las entrevistas transcritas un análisis de contenido de tipo categorial con el párrafo como unidad de análisis. Para la organización, análisis e interpretación de la información se emplearon matrices descriptivas, relacionales e interpretativas.


Resultados e interpretación

La naturaleza de la práctica

Respecto a su naturaleza, el body art es descrito como una práctica en cuyo inicio, aunque puede haber elementos de orden estético, prima la influencia de amigos durante la adolescencia o juventud temprana, pese a la oposición familiar o justamente en virtud de ella:

Mis amigos se empezaron a tatuar. Un amigo del grupo se empezó a tatuar y fue quien me hizo mi primer tatuaje.

Joven tatuador, tatuado, 26 años

Entonces, mis compañeros de la universidad como que se hacían tatuajes, y una tarde fui a acompañar a un amigo a hacerse un tatuaje; empecé a ver revistas, cuando vì uno que me gustó, y dije 've, este me gusta, pero quiero que sea así, así, así, y un muchacho de los que tatúa me dijo hágaselo, de una, y [...] me senté; sin pensarlo [...]' Vinieron los reclamos y yo dije: es mi cuerpo. Yo no le estoy poniendo esto ni a mi papá, ni a mi hermana, ni a nadie [...], esta expectativa es mía únicamente, e sea, yo no lo hago por nadie. Yo hago las cosas que son para mí. Si les gusta bien y si no también.

Joven tatuado, 22 años

La influencia principalmente del primero fue un grupo de metal al que yo pertenecía [...] mis amigos eran metaleros entonces yo empecé a hacer una filosofía de vida con eso y decidí recrearlo en mi cuerpo.

Joven tatuada, 20 años

El tatuaje tiene para el sujeto un sentido expresivo y narrativo que adopta sus particularidades a partir de su universo individual. Los tatuajes son un modo de hablar de sí mismo, permitiendo identificarse en sus aspectos más significativos y valorados, y hacerlos visibles. Así, representan afectos, vínculos y valores que al hacerse explícitos sobre la piel permiten al sujeto autoafirmarse, tanto desde aquello que lo hace diferente como de aquello que permite reconocer su pertenencia a un grupo de sujetos bien diferenciado. El tatuaje actúa reafirmando el sentido de ser único y diferente, mientras preserva el sentido de pertenencia.

Los tatuajes actúan como testimonio de la evolución y devenir del sujeto, de su historia personal y por ello los significados de las figuras tatuadas son profundamente personales. El cuerpo tatuado habla de las memorias y proyectos del sujeto: de sus dichas, desdichas, ansias, temores, ideales, lealtades, ideologías, convicciones y luchas.

En su permanencia, el tatuaje evidencia los más firmes compromisos que tienen que ver con los afectos y con el modo de verse a sí mismo ante la vida. El tatuaje es motivado por el deseo de expresar la propia voluntad, por la necesidad de afirmar de manera permanente ante sí mismo y ante los otros la propia identidad y la diferencia, tanto como hacer explícita la propia filosofía de vida, exponer el ser interior, objetivar lo subjetivo y evidenciarse desde un registro impreso de la experiencia de vida:

Sí, soy diferente, y si me tachan por ser tatuado, ser tatuador, estar perforado, o tener algo en mi cuerpo, no me interesa [...] agradezco eso también, que pude llegar a ser diferente, no ser tan vacío; aunque no digo que hay que tener tatuajes para ser una persona con cosas en la cabeza, pero es que también un tatuador no se ve todos los días [...] aquí en Colombia no se ve. (Es una manera de ser especial) sí, muy especial, me parece que sí; demasiado especial.

Joven tatuador y tatuado, 26 años

Si la gente viera, de pronto, al tatuaje como algo artístico, como algo que representa la vida de una persona, como una marca indeleble de por vida que quiso representar algo supremamente importante, las personas ya podrían llegar a darse cuenta de lo importante que puede llegar a ser...Yo creo que me ven [...] no sé, de pronto como una persona un poco solitaria. Eso representa mi tatuaje, para mí: soledad. Eso es lo que veo. No sé que verán las demás personas en mi tatuaje. Han sido como una expresión [...] algo de soledad.

Joven tatuador y tatuado, 25 años

El tatuaje es síntesis visual del sujeto. La principal motivación, más allá del elemento estético, es pues, la de dejar testimonio imborrable de sí mismo en su unicidad, en el sentido justamente de trascendencia ontológica. Por otra parte, los logros en este tipo de práctica tienen que ver con la potencia expresiva del tatuaje que reflejan la singularidad del sujeto; la "indelebilidad" del tatuaje, la permanencia de su sello hasta la muerte como una memoria que sobrevive al olvido, es un costo que a su vez se constituye en una de las motivaciones que más fuerza le imprimen:

El tatuaje es un arte caminante, es un arte que tiene vida, es un arte que siente [...] que muere... siempre lo he visto ahí y siempre va a estar ahí; hasta el día en que me muera, así las personas que yo tatúo siempre me van a decir como [...]" eh tú fuiste el que me marcaste" [...] y hay muchas personas que me dicen "me acuerdo de usted hasta en el baño, me acuerdo, me acordaré de usted por siempre [...]", porque voy a estar ahí por siempre.

Lo que buscamos en el tatuaje para que éste se vuelva algo artístico, es que tú puedas representar cosas que sean sentimentalmente importantes para ti, pero que las pueda representar en forma gráfica, y que las puedas observar, que las puedas ver artísticamente en tu piel, y que siempre los vas a ver. La cantidad de tatuajes no tiene nada que ver, o sea, uno nunca se define en "cuántos tatuajes me voy a hacer". Uno puede decir que sólo me voy a hacer uno, y se acabó.

Una persona que decida hacerse un tatuaje, está decidiendo marcar su cuerpo para toda la vida y es como un lienzo, no sólo caminante sino parlante.

Hacerse un tatuaje es una decisión personal. El tatuaje es para la persona que lo lleva, no para la persona que lo ve. La persona que decide si lo lleva, si no lo lleva, qué es lo que se quiere tatuar, es la persona tatuada, la persona que le da algo de sentimiento a su figura [...] encima de la piel.

Joven tatuador y tatuado, 25 años

Esta "permanencia" del registro afirma la memoria y parece ser animado por la oposición de quienes alimentan la necesidad de afirmación del sujeto al "querer negar" o desdibujar las diferencias, especialmente los padres y otros miembros significativos de la familia. En este sentido puede considerarse un logro en esta práctica, el diferenciarse de otros, en virtud del tatuaje, de las marcas en el cuerpo. Por otra parte, cada sujeto puede considerar particularmente sus logros a partir del significado individual de sus tatuajes, o de la profundidad de su inmersión en el mundo del tatuaje. Así, puede ser un logro el sentirse claramente diferente, el haberse tatuado, la calidad de los tatuajes desde el punto de vista técnico y estético, o el haber materializado en un tatuaje una experiencia, idea o sentimiento personal.

Los sujetos coinciden al referirse a la irreversibilidad del tatuaje como un alto costo de esta práctica, por lo que aseguran que debe haber una enorme convicción antes de tomar la decisión de hacerlo. Dar vuelta atrás significaría vivir con una cicatriz muy poco estética en el cuerpo y eventualmente negar una experiencia vital. El dolor, la irreversibilidad y la indelebilidad simbolizan por tanto la fuerza de una convicción y del compromiso a sí mismo, sellados en la piel. Aunque es parte de aquello que motiva un tatuaje, también se vive como un costo la oposición a otros significativos (familia y entorno social), pues, aunque no parece ser una apreciación generalizada, el que el tatuaje se asocie con subculturas del hampa y el crimen y no con expresiones artísticas expone al sujeto a ser identificado como tal. Asumir todos estos costos representa, por tanto, la fuerza de la convicción y el peso de la autoafirmación:

yo quería que el tatuaje de mi espalda doliera demasiado porque lo que él representa fue un dolor muy impresionante; fue un dolor que de niño me marcó la espalda mucho. Entonces yo quería que ese dolor se reflejara al momento de tatuarme para acordarme. Cada vez que yo me miro al espejo el tatuaje de la espalda digo "uy, me dolió". Me acuerdo del porqué me lo hice, y "uy, me dolió" [...] Y no sólo el dolor del tatuaje, sino el dolor de las razones por las que me lo hice.

Joven tatuado, 22 años

En el inicio e impulso que toma la práctica participan de manera importante "los otros", quienes pueden estar con (pares) o en contra (familia, trabajo) del tatuaje, afectando desde ambos ángulos la decisión de "hasta dónde tatuarse": los otros se constituyen pues en la medida del límite (lo hago pero tengo en cuenta.) que asegura la no transgresión de la prescripción social respecto al arte corporal dominante (no tatuar la cara, el cuello, las manos, y hacerlo sólo en partes que puedan cubrirse y eventualmente descubrirse a voluntad). Igualmente, "los otros" son los interlocutores en esta comunicación no verbal en la que el texto es el cuerpo tatuado. Los otros pueden ser vistos por los sujetos de diferente modo: como "ejemplo" de calidad y técnica digno de imitar, como el objeto a simbolizar en el tatuaje en virtud de lo que representa o del vínculo construido con él, como "la comunidad de tatuados/tatuadores que validan y comprenden este lenguaje, o como aquellos ante quienes hay que afirmarse y de quienes hay que diferenciarse. Los otros son los lectores a quienes el cuerpo "narra" el devenir del sujeto, son también narrados en el tatuaje y son definidos en la relación con él.

Al margen de estos aspectos comunes a la descripción de esta práctica corporal hay particularidades que merecen ser descritas: aunque lo usual es iniciarse bajo la influencia explícita de otros, también se inicia por decisión personal como resultado de la apreciación estética del sujeto, quien reconoce el tatuaje como un "arte vivo" que habla, siente, camina, muere y responde a una intención de gratificación estética, independientemente de la intención comunicativa, que por lo general es privilegiada. Los valores, ideas o vínculos representados particularmente por cada sujeto (imponencia, sabiduría, poder, ternura, fortaleza, fuente de vida, feminidad, inmortalidad al padre, a la abuela a una mujer amada...) son muy particulares, incluso tratándose de figuras estereotipadas (modeladas en revistas, por ejemplo), que cobran sentido en el marco de la historia individual del sujeto. El tatuaje trasciende los juicios de moralidad respecto al deber o no deber ser, o a lo bueno y lo malo, porque expresa sentimientos humanos esenciales (¿acaso arquetípicos?).


La experiencia del cuerpo y el significado que de él elabora el sujeto tatuado

El cuerpo pareciera percibirse sólo en tanto simbolismo del sí mismo y posibilidad de objetivación de la subjetividad, pues no hay testimonios que den cuenta de percepciones del cuerpo como entidad orgánica, dimensión que parece ser subsumida por la dimensión simbólica. Las marcas en el cuerpo tatuado se perciben del mismo modo en que un no tatuado percibe sus detalles, como por ejemplo sus manchas o lunares: el tatuaje es parte del cuerpo y es motivo de agrado y orgullo, pero además, el observar su cuerpo tatuado ante el espejo pone al sujeto no sólo frente a una "obra de arte", a una creación estética, sino frente a su propia historia.

Es...una forma de expresarse. Me recordará un momento de mi vida. Siempre me acordará de María Fernanda. Y cuando me haga el de la espalda, seguro siempre me hará recordar a mi papá, y siempre que me lo vea en el espejo, me va a recordar a mi papá. Es como una línea en un diario. Uno luego coge el diario, ve la línea, y se acuerda de algo: de su primer beso, de su primer novio, de muchas cosas [...] Hasta el día en que me muera...

Joven tatuado, 23 años

El cuerpo se percibe como testimonio de vida, del modo en que lo haría un diario. El cuerpo se percibe como un texto que habla del sujeto, de lo significativo en su vida, de aquello a lo que el sujeto da relevancia, de lo que tiene importancia: es un texto mediante el cual habla de sí mismo a otros. El cuerpo tatuado recrea, trae al presente y materializa de manera permanente aspectos del sujeto, los explicita, evidencia su filosofía de vida, sus compromisos existenciales o la ausencia de los mismos y asegura un sentido de trascendencia ontológica. El cuerpo es su identidad subjetiva.

Igual que evoluciona mi pensamiento evoluciona mi cuerpo y me gusta reflejar todo lo que voy pensando y voy cambiando. Me gusta que la gente lo vea.

Esa calavera simboliza la parte, digamos oscura, oculta, que todo mundo lleva dentro y que yo de cierta forma la quise mostrar como, para decirle a todo el mundo mire tengo mi parte buena, pero también tengo mi parte mala, eh? La parte de abajo como ya lo expliqué, me parece que es el abdomen y la parte del útero de la mujer, que es la fuente de vida [...] es mas que todo como una forma de identificarse de manera en parte diferente, porque no eres el único que tiene un tatuaje, pero tampoco es muy común, entonces es como arraigar tu personalidad y como identificarte con eso".

Joven tatuada, 20 años

Aquí, pues, tengo otro tipo de guerrero; es otro vikingo, es malo, pero me gusta; me gusta por lo mismo, la imponencia, la fuerza. Me atrae mucho la fuerza de las cosas. Igual, todavía no está terminado y todavía le falta más trabajo; le voy a dedicar más tiempo para terminarlo [...] Yo soy una persona rebelde, fuerte... eh? de carácter también fuerte, por eso los guerreros. Soy una persona brusca y de cuerpo de pronto un poco más agresivo. Pero igual, como te dije, la parte buena es muy espiritual [...] soy muy dado a mis cosas espirituales. Mira, yo no demuestro nada aunque sea loco, pero no demuestro que tengo mi parte buena, muy bonita [...] Esa parte yo creo que es la parte más difícil. La parte buena para mí es mi hijo [...] lo que te hace crecer espiritualmente, lo que te hace crecer como ser humano ¿no?, no sólo como persona, sino que él me ha hecho sentir ser humano [...] el rostro de él me lo quiero tatuar [...] envolver al niño en el ave fénix es como la inmortalidad, ¿no?, e igual la inmortalidad que él me ha dado. Cuando uno es joven, uno se siente inmortal, pero uno puede llegar a unos alcances de ser inmortal, o sea [...] no negando la muerte, pero viviendo, ¿sí me entiendes? para mí vivir me da inmortalidad.

Joven tatuado, 26 años

Los otros con sus percepciones interpretan la narración que hace el sujeto con su tatuaje y la regresan a él confirmándola, respondiendo a su necesidad social o a su necesidad de ser leído, interpretado, así sea que la interpretación sea, por ejemplo del tipo "no se acerque... soy peligroso", que es justamente la que protege al sujeto de vincularse. El tatuaje comunica a los otros la distancia o cercanía que se espera de ellos. Así, no sólo habla de sí mismo, sino también de la relación que se ofrece a otros, y que debe ser interpretada por ellos.

Me gusta que los vean. Yo a veces salgo en pantaloneta para que me vean las piernas, para que la gente vea eso. Me gusta que los niños se alarmen, que les dé como esa inquietud de preguntarle al papá o de preguntarle a una persona "¿qué es eso? ¿cómo se hace?" [...] Lamentablemente algunos niños, pues no tienen la respuesta adecuada".

Joven tatuado, tatuador, 26 años

Yo me he dado cuenta, por como me visto, por como me ven, que todo el mundo piensa que yo soy muy malo. Una niña en primer semestre me preguntaba "¿usted por qué es así, por qué tiene esa cara de malo, por qué mira mal a todo el mundo [...]?" Ese, tal vez es como un escudo protector que yo tengo.

Joven tatuado, 22 años

Todo lo anterior se sintetiza de manera particular en el dibujo que elige el sujeto para su tatuaje, que alude a temas particulares de su vida, a sus experiencias, a personas y vínculos significativos o a valores:

Es un escudo de la cultura celta, un guerrero muy importante que en esa época [...] no luchaba por luchar sino que luchaba por amor [...] entonces [...] yo siempre he luchado por cosas que yo creo; me pareció muy chévere la presentación[...] yo soy un luchador, soy de los hombres que en esta época hay muy pocos; soy de los de serenata, flores, chocolates, llevarla hasta la casa, los papás [...] entonces, es como mi forma de ser.

Joven tatuado, 22 años

Cuando yo decidí dedicarle mi brazo derecho al hombre araña, me [...] lo hice más con la idea de representar a mi abuela. Yo vì en mi abuela a un súper héroe; siempre lo fue, hasta el día en que murió. Entonces [...] yo siempre fui muy fan del hombre araña, y cuando ella murió sentí como si se fuera un pedazo de mi alma. Entonces decidí dedicarle una parte muy importante. Qué más importante que tu mano derecha, como tatuador. Para mí, mi mano derecha es mi trabajo, es mi vida.

Joven tatuado, tatuador, 25 años

Sin el tatuaje sería el mismo niño de la casa, el niño que vive la vida color de rosa, que no se ha estrellado contra el mundo, que vive todavía en la concha del papá [...] con el tatuaje es [...]. Es un Rafael independiente, un Rafael que ha aprendido mucho de la vida a las malas, estrellándose, pero ha aprendido mucho [...] eh, que hace lo que toque. Borrar mis tatuajes sería como borrar mi imagen, como quitar mi nombre: es parte de mí. Digamos, una persona que se vaya a hacer un tatuaje tiene que estar muy, muy segura de lo que se va a hacer, que no se va a arrepentir. Quiero más tatuajes. Cuando salga de mi casa, tendré los tatuajes que quiero [...]

Eso lo haría por tener siempre presente mi nombre, el nombre de mi papá [...] Que por más que no esté presente, lo voy a sentir. Ahí es donde está Rafael, ahí está la imagen de mi papá en la espalda.

Joven tatuado, 22 años


Acciones del sujeto tatuado, orientadas al cuidado de sí

Los sujetos tatuados buscan mantener en alto una imagen de sí y cultivan sentimientos de estima y valor personal, lo que se expresa en el cuidado de los tatuajes y de su imagen corporal: los tatuajes se quieren y se cuidan así como el sujeto se cuida por ser quien es y procura mostrarlo con su cuerpo. Quienes se tatúan cuidan de su presentación, de su cabello, mediante el uso de cremas y accesorios que evalúan desde un punto de vista estético. Los tatuajes se cuidan por lo que significan.

El cuerpo como dimensión orgánica no parece ser el objeto del cuidado, y en caso de serlo se trataría de un cuidado de sí convencional, mediante acciones como comer, quizás ejercitarse un poco. La actividad física y deportiva, la alimentación, evitar el alcohol o el cigarrillo, son acciones de cuidado en la dimensión orgánica, son sólo acciones aisladas que no responden a un concepto de cuidado de sí, ligado a la práctica del tatuaje. El cuidado de sí mismo apunta estrictamente a la dimensión simbólica del cuerpo.

¿Cómo me cuido? escalo, monto patines, dibujo, leo mucho [...] La fiesta también lo relaja a uno.

Joven tatuador y tatuado, 25 años

Me cuido [...] soy narcisista, es decir, me gusta verme muy bien. Todos los días me cambio de ropa, me baño, me peino el cabello, me aplico crema [...] a mí no me gusta verme igual todos los días, no me gusta que sientan malos olores de mí, ni nada de esas cosas. En cuanto a salud, me gusta el deporte. Pero [...] no estoy haciendo deporte hace aproximadamente dos años largos porque el trabajo no me ha dado tiempo de ponerme a practicar. No fumo, muy de vez en cuando bebo licor. Y de deporte fui capoeirista; hice capoeira. Fui capoeirista [...] muy rudo, por decirlo así, demasiado pesado, pero [...] fue el trabajo lo que no me dejó seguir, pero pues sí tengo (fundamentos) de defensa personal, ¿no?, pero nunca los practico, pero sí [...] sigo siendo lo mismo, me sigue gustando igual; soy también adicto a esa cultura brasilera, siempre va a ser lo mío, ¿no? Amo la música, amo el idioma [...] y amo la capoeira [...] es otra cosa que amo tanto en la vida.

Joven tatuador y tatuado, 26 años

Soy muy vanidoso. Estoy muy pendiente de mis aretes, de que me combinen, los cambio de sitio [...] a veces en un lado tengo unos, o a veces me los quito o me pongo unos más grandes, depende [...] yo siempre intento que los aretes sean llamativos, sean grandes, que si son dos, que si son estos o son los otros, uso camisas de manga cortica para que se vea el tatuaje [...] Siempre estoy pendiente de que vean qué tengo, como de decir mis cosas [...] Me cuido siendo mesurado en mis actos. No haciendo cosas que atenten contra mi integridad. Hago deportes extremos, pero no tan al extremo. Trato de no involucrarme en actividades peligrosas, porque ya viví esa época y sé que pueden volver a pasar. Y en cuanto a médico y cuidados estéticos, las cremas, los aretes, el fijador: Mi pelito bien peinadito.

Joven tatuado, 22 años


Conclusiones

Relación entre la práctica corporal, la percepción del cuerpo, el cuidado de sí mismo y la construcción del sujeto que se tatúa

Iniciarse en la práctica del tatuaje tiene que ver con una necesidad de sentido en un momento de la vida, de integrar experiencias y de querer expresar un aspecto de sí mismo, frente a lo cual la decisión de hacerlo marcando la piel parece responder a esa búsqueda, que puede experimentarse en sí misma como un logro personal de compromiso con una idea, valor o experiencia. Las circunstancias del inicio resumen algún interés que puede ser estético, expresivo o de pertenencia a un grupo.

El tatuaje se inicia al identificar el cuerpo como un lienzo vivo y sensible, como posibilidad de expresión artística que permite hablar de sí. El dolor que se experimenta al tatuarse también da sentido a la práctica. Un brazo, una pierna tatuados son totalidades que trascienden los límites de lo orgánico y cobran vida propia. El cuerpo es la expresión del sí mismo en tanto es texto pictórico, grabado en la piel, que tiene el valor de hacer presente ante los ojos, de manera permanente y para toda la vida una narración, una historia que cuenta las experiencias, sentimientos y vínculos significativos del sujeto. El tatuaje, entonces, no es una parte de sí mismo: es una síntesis del sí mismo, al identificar de manera explícita y objetiva aspectos de la subjetividad.

El cuerpo, entonces, se percibe eminentemente como dimensión expresiva y estética. La percepción de otros, interlocutores, adquiere por tanto un lugar muy importante en la construcción del sí mismo en tanto aquellos son destinatarios, intérpretes del texto y confirman el mensaje que el texto vehicula, en la relación sí mismo-otros. De igual modo, la percepción de otros respecto al sujeto se vuelve "tema" sobre el cual el sujeto re-elabora sus propios significados respecto a sí mismo y los escribe en el tatuaje.

El sí mismo orgánico no parece distinguirse del sí mismo simbólico, y el discurso de los sujetos no establece la distinción mente-cuerpo, o psicológico-físico en ningún caso. Puede pensarse que ésta correspondería más a una distinción de los investigadores que de los sujetos, quienes al ser interrogados acerca del cuidado de sí, exponen sus acciones para verse y sentirse bien, y que tienen como objeto su propia imagen: su cabello, sus accesorios, sus tatuajes, la ropa que les permite descubrirlos o cubrirlos a discreción, de modo tal que su imagen hable de sí mismos. Cuidarse a sí mismo es entonces procurar que lo que el cuerpo expresa sea fiel a lo que el sujeto experimenta, siente y piensa. Esta coherencia entre lo subjetivo y lo objetivo (el ser y su imagen o su presencia) sintetizaría el cuidado de sí en los sujetos tatuados.

No me lo imagino [...] Yo ya no me acuerdo de mi cuerpo sin tatuajes, y la verdad no me gustaría verme sin tatuajes, me sentiría desnudo! Levantarme todos los días a bañarme y mirar [...] "Umm, los tatuajes". En cambio si tu llegas y te levantas y de repente ya no están, tú "¡Uuuy! que pasó, dónde están". Ya están contigo, ya sabes dónde están, ya son parte de ti. Te los llevas a tu casa, te los llevas al baño, los llevas con tu novia, o en el cine, ya no los puedes dejar. Están contigo siempre, y nunca te van a dejar ¿sí me entiendes? Entonces, la cuestión es lo que representa el tatuaje en sí. Es parte de uno [...]

Cuando yo miro mis tatuajes, como que yo miro mi pierna y [...] "mi pierna" ¿sí? Como que tengo ahí un recuerdo bueno en ese tatuaje. Es un sentimiento como muy, no sé, especial por decirlo así. Si me lo quitan, el sentimiento como que ya no va a estar [...] (con respecto a) esta mujer [...]

Es algo que estás acostumbrado a ver; es normal que tú llegues a tu cuarto, a tu soledad por decirlo así, y acaricies como el recuerdo y tengas tu tatuaje, y está ahí, o sea, es una marca que nunca se te va a caer y siempre va a estar ahí recordándote lo especial que fue, o que fue una época muy especial en tu vida, y fue una parte importante de tu vida. Ya es una cuestión más, no sé, más espiritual diría yo [...] Cada tatuaje tiene un pedazo de historia [...]

Joven tatuado, tatuador, 25 años

No me quitaría ninguno de mis tatuajes, de pronto los mejoraría los corregiría y ya, pero nunca me los quitaría porque sentiría que estaría faltando algo a mi personalidad y a lo que quise demostrar en alguna época.

Joven tatuada, 20 años

Los sujetos tatuados no perciben su cuerpo como entidad orgánica, sino como entidad expresiva y estética; su discurso no ofrece concepciones "organicistas" del cuerpo, privilegiando una percepción del cuerpo como entidad simbólica y unidad de comunicación.

Los otros son de gran importancia en el inicio del tatuaje y el uso de piercing y aretes, animando la práctica sea por apoyo, como en el caso de los amigos o miembros de un grupo, o por franca oposición como en el caso de los padres y familiares. En ambas situaciones el sujeto parece fortalecerse en su decisión de hacerlo. La oposición paterna entre más franca y violenta, más inútil parece ser. La resistencia cultural dominante a que un joven se tatúe, mediatizada a través de la familia, al contrario de desanimar a quien quiere tatuarse termina por fortalecerlo en su determinación. Podría afirmarse que el tatuaje se inicia como respuesta a la necesidad de decir cosas a otros, de tratar temas fundamentales que al parecer tienen que ver con el derecho a la diferencia o al disenso, con la afirmación de la libertad y la individualidad, con la expresión de la unicidad. Así pues, en el tatuaje el sujeto se construye como ser único y diferente, en un diálogo no verbal con unos interlocutores que se constituyen como tales en virtud de su reconocimiento o negación del derecho a la diferencia.

Es tal el peso semántico del tatuaje, que "hace que el sujeto se sienta vivo", y la sensación de estar vivo que provee el tatuaje se relaciona con la posibilidad de lograr ser escuchado -que no es otra cosa que ser visto y reconocido-, incluso ante situaciones de gran resistencia. Esta necesidad de autoafirmarse como sujeto único con sus propias luchas y posturas ante la vida, incluye por tanto la narración de la relación con otros (experimentada y deseada).

El sujeto se sintetiza en la elección del símbolo o tema del tatuaje y en él "sella" su compromiso individual con una filosofía de vida o con un elemento identitario. Selecciona el símbolo que representa aspectos importantes de sí mismo; su elección particular (un vikingo, una rana, un dragón) resulta que en él converjan la expresión de sentimientos, vínculos con personajes amados o admirados, o valores (ternura, amor, poder, sabiduría, vida, inmortalidad).

La síntesis también se logra mediante la ubicación del tatuaje en determinadas partes del cuerpo, generalmente cargadas de significado; por ejemplo, la mano como principal herramienta de trabajo del tatuador y muy valorada, se tatúa como ofrenda a la abuela, mujer trabajadora y admirada guerrera, con un hombre araña, el súper héroe de la infancia del sujeto; la imagen del padre en la espalda, como símbolo de fuerza y respaldo. Significante y significado son de carácter particular, individual, aunque sean inspirados por producciones más bien colectivas o estereotipadas, como muchos de los simbolismos que se emplean.

El sujeto se construye en el tatuaje además con sentido de irreversibilidad y permanencia, como una memoria de quien se es o se ha sido a lo largo de la vida. La subjetividad se hace evidente, permanente y trascendente. La posibilidad de cambio en el discurso acerca de sí mismo podría hacerse cada vez más limitada, o quizás justamente, más que necesidades de evidenciar cambios en el discurso acerca de sí mismo, el tatuaje responda a una necesidad de reconocer y exhibir las permanencias encontradas en el proceso de construcción de sí mismo, proceso que se realiza eminentemente sobre el cuerpo como entidad simbólica.

La percepción de sí mismo desde los otros se apropia y se vuelve objeto de representación el tatuaje: Wilson se tatuó un vikingo, del modo en que lo ven su mujer y sus amigos, que coincide con el modo de verse a sí mismo. Es importante para el sujeto ver que otros lo miran del modo en que espera ser mirado (con respeto, con temor, con curiosidad, con inquietud). Su interés es exponer su cuerpo, a la manera de las obras de arte, para ser mirado de un modo especial.

Una vez más se confirma que el cuidado de sí no compromete un concepto de cuerpo como entidad orgánica: lo hace como entidad simbólica. Se cuida la imagen integrada por los tatuajes para que digan lo que deben decir: se cuida el poder narrativo del tatuaje. La percepción de sí mismo desde la perspectiva de otros parece no registrar el cuidado de sí mismo que el sujeto realiza, especialmente, porque es de carácter simbólico, poco convencional. Se cuida que otros perciban la unicidad, que otros significativos estén representados en lo que el tatuaje narra, que otros interpreten lo narrado (teman, admiren, respeten, reconozcan). Esto es lo que se cuida.

Los imaginarios sociales dominantes, prejuiciosos frente a la persona tatuada, se convierten en un costo, el de ser tachado de "hampón y rehuído". El costo del dolor y de la "desconfianza social" son, sin embargo, elementos de sentido: en virtud de ellos el sujeto se autoafirma, se reconoce "diferente y valeroso".

Lograr un "buen tatuaje", estético y significativo, anima a continuar haciendo nuevos tatuajes, en sí mismo o en otros cuando se es tatuador. Aunque el concepto de arte puede diferir de sujeto a sujeto (un arte con vida: se siente, se duele, habla, se lleva con la piel, muere, por ejemplo) en la base de esta práctica hay un interés por lo estético: la textura, el color, las formas.

Los sujetos difieren en el momento vital particular y las circunstancias particulares de vida que participan de una búsqueda de sentido. En algunos hay un sentimiento de extrañeza. Lo que dice el tatuaje de cada sujeto es diferente, como diferente es cada uno de ellos. El grado de convencimiento para dar ese paso es diverso: desde quien lo hizo sin siquiera pensarlo, hasta quien lo consideró por varios años. Es excepcional encontrar que la práctica se inicie por iniciativa personal y obedeciendo a un interés eminentemente estético.

Aunque a nivel del lenguaje siguen existiendo barreras para abordar la reflexión sobre el cuerpo, pues a veces no queda claro si se habla de éste como un límite o como una posibilidad. La experiencia de los sujetos que se tatúan presenta al cuerpo como posibilidad que puede abrir el espacio para contemplar otras facetas relacionadas: el cuerpo-diálogo, el cuerpo-presencia, el cuerpo-testimonio, el cuerpo-comunión con, el cuerpo-integración con el contexto. Esto implica un punto de vista más enriquecedor, más complejo y más dinámico en la reflexión sobre el cuerpo, la corporalidad y la corporeidad.

A manera de conclusión general, puede decirse que esta experiencia de campo confirma las conclusiones obtenidas en los estudios iniciales de los autores que recogen las propuestas de Merlau-Ponty, Mounier y Foucault según las cuales se reconoce la indisolubilidad cuerpo-sí mismo, por lo que no es posible hablar de "un cuerpo que se piensa" como diferente de "un cuerpo que se es": el sujeto es su cuerpo en relación. De la misma manera se confirma que sólo es posible acceder a la comprensión del sí mismo desde la concepción de un sí mismo-en-relación, por cuanto éste sólo puede tener existencia por su comunicación, compromiso y relación con otros, razón por la cual se requiere reconocer la inextricable relación entre el cuerpo-sí mismo y su entorno social, cultural y político.

Desde este trabajo puede concluirse con suficiencia que el cuerpo es expresión de subjetividad, que está justamente en la base de un empoderamiento personal que se asocia con nuevos usos y prácticas corporales, en las que el cuerpo se instaura como expresión de la experiencia subjetiva y como posibilidad de relación. Desde la experiencia de sujetos que practican el tatuaje se confirma que el cuerpo es un no instrumento: es lenguaje, es espacio, es posibilidad de expresión y co-construcción del mundo, y posibilidad del sujeto de hacer presencia. El cuerpo es una síntesis de la persona.

Desde el método fenomenológico empleado en gran parte en este trabajo investigativo se confirma que los fenómenos asociados al cuerpo, lo corporal y la corporeidad nos convocan a referirnos a la experiencia misma de lo que captan los sentidos sobre el cuerpo; desde este punto de vista los indagados construyen referentes de su experiencia que involucran al propio cuerpo, de manera consciente en mayor o menor grado.

De cara a la necesaria participación multidisciplinaria en la reflexión sobre el cuerpo, debe destacarse la importancia de preguntarse por la razón de ser del cuerpo desde las múltiples miradas de las ciencias que han hecho aportes significativos al respecto, pues la reflexión, lejos de limitarse a una única disciplina solamente, debe incluir otras disciplinas que permiten entender de manera más amplia esos procesos de construcción del sí mismo desde el cuerpo. En consecuencia, este proyecto invita a la comunidad académica a reconstruir desde estas comprensiones su discurso pedagógico sobre el cuerpo, de modo que se generen alternativas al imaginario de la dimensión físico-orgánica predominante, hacia la construcción colectiva de un discurso complejo sobre las prácticas corporales y la construcción del sujeto, para lo cual resulta fundamental el aporte de las ciencias sociales y humanas.

Finalmente, de esta experiencia de investigación emergen cuestiones de interés para los investigadores en el campo: ¿cómo ocurre el proceso de interpretación de esta comunicación no verbal y códigos pictóricos propios del tatuaje?, ¿cómo se construye el significado en la relación?, ¿cómo debería ser la relación texto-lector para que haya significación?, ¿requiere la "traducción"- mediación del sujeto portador del texto?, ¿es esta necesidad de traducción la que vehicula la relación y por tanto se convierte en una invitación a la relación con otros?, ¿es acaso una comunicación paradójica (invito a otros a reconocer que amo la soledad)?, ¿la percepción del cuerpo como entidad simbólica es un proceso co-construido?, ¿puede concluirse que la percepción corporal es entonces un proceso relacional?, ¿es este proceso sintetizado en tiempo y espacio en un tatuaje?, ¿cómo se vive la evolución y el cambio (inherentes a la vida) del sí mismo a lo largo de su historia, en los tatuajes que, en cambio, tienen carácter de permanencia?, ¿hasta dónde el poder expresivo de un tatuaje limita el discurso acerca de sí mismo, ligado al proceso de cambio?, ¿cómo el sujeto maneja la dinámica cambio-permanencia del sí mismo y cómo habla de él con su cuerpo tatuado? Estas y otras preguntas podrían orientar nuevos trabajos de investigación en este apasionante problema de la relación cuerpo-sujeto.



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** Correspondencia: Asseneth Sastre. Facultad de Cultura Física, Recreación y Deporte. Correo electrónico: mariasastre@usantotomas.edu.co. Dirección Postal: Autopista Norte Calle 209, Vía Arrayanes, Km. 1.5 Bogotá, Colombia.

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