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Diversitas: Perspectivas en Psicología

Print version ISSN 1794-9998

Divers.: Perspect. Psicol. vol.7 no.2 Bogotá July/Dec. 2011

 


Exposición a violencia entre los padres de adolescentes
y adultos jóvenes víctimas de alguna conducta de
maltrato en el noviazgo
*

Parent Violence Exposure of Adolescents
and Young Victims of Some Abusive
Behavior in Dating Relationships

César Armando Rey-Anacona**

Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia

* Artículo de investigación. Grupo de Investigación en Psicología Clínica y de la Salud. El autor agradece a las siguientes personas por su colaboración con esta investigación: Alexandra Fresno, Diego Gómez, Luz Stela Cipagauta, Cindy Guarnizo, Gina Jiménez, Nubia López, César Vargas, Diana Vela, Erika Pérez, Jennifer Uribe y Johana torres.

Recibido: 25 de febrero de 2011 Revisado: 2 de abril de 2011 Aceptado: 20 de julio de 2011



Resumen

Esta investigación tuvo como objetivo determinar si la exposición a violencia entre los padres podría relacionarse con el informe de haber sido objeto de algún tipo de maltrato por parte de la pareja en el noviazgo. Participaron 149 varones y 254 mujeres entre 15 y 35 años, solteros y sin hijos, comparándose los que informaron al menos una conducta maltratante con los que no, en relación con la exposición a violencia entre los padres. Se encontró que un porcentaje mayor de los participantes que informaron maltrato, presenciaron al menos un acto de violencia entre sus padres, comparado con el porcentaje de participantes que no reportaron maltrato, siendo esta relación más fuerte estadísticamente entre las mujeres que entre los varones y entre los adultos jóvenes que entre los adolescentes. Estos resultados señalan que dicha exposición podría facilitar la victimización y debería contemplarse en los programas de prevención.

Palabras clave: factores de riesgo, noviazgo, prevalencia, violencia de pareja.



Abstract

This investigation had as objective to determine if exposure to parent violence could be related with the report of having been object of some abusive behavior in dating relationships. 149 men and 254 women single and without children participated, 15-35 years-old, being compared those that informed at least an abusive act with those that did not, in relation to the exposure to violence between the parents. It was found that a significantly bigger percentage of participants that reported some abuse behavior witnessed at least an act of violence among their parents, compared with the percentage of participants that did not inform abuse, and this relation was statistically stronger among women than men and among young adults than adolescents. These results confirm that this exposure could facilitate the victimization, and it should be contemplated in prevention programs against violence.

Keywords: risk factors, dating, prevalence, partner violence.



Introducción

La violencia en el noviazgo puede definirse genéricamente como aquella que ocurre en las parejas jóvenes que no se encuentran casadas o que no conviven (Chung, 2005; Close, 2005). Los estudios de prevalencia indican que este tipo de violencia afecta a un número importante de adolescentes y adultos jóvenes y se relaciona con varios problemas de salud, como el abuso de sustancias, el embarazo no deseado, los intentos de suicidio y las conductas sexuales riesgosas (Ackard & Neumark-Sztainer, 2002; Centers for Disease Control and Prevention, 2006; Howard & Wang, 2003; Matud, 2007; Silverman, Raj, Mucci & Hathaway, 2001).

En los Estados Unidos las cifras de prevalencia de esta violencia alcanzan hasta el 88% cuando se contempla la violencia verbal y los actos de maltrato incluyen conductas de violencia física, psicológica, sexual y emocional que varían visiblemente en función y extensión (Cornelius & Resseguie, 2007). En Iberoamerica se han realizado algunos estudios publicados sobre la prevalencia de violencia en el noviazgo, que confirman que dicha prevalencia es alta entre adolescentes y adultos jóvenes, aunque no se han publicado muchas investigaciones sobre sus factores asociados. Muñoz-Rivas, Graña, O'Leary y González (2007), por ejemplo, encontraron que el 95.3% de las mujeres y del 92.8% de los varones había ejercido conductas verbales agresivas, entre 2416 adolescentes y adultos jóvenes españoles, entre 16 y 20 años de edad. Igualmente, hallaron que el 2% de las mujeres y el 4.6% de los varones habían ejecutado actos de agresión física. Rivera, Allen, Rodríguez, Chávez y Lazcano (2007), por su parte, informaron que un 9.37% de las mujeres y un 8.57% de los varones habían sido víctimas de violencia psicológica, mientras que un 9.88% de las mujeres y un 22.71% de los varones habían sido objeto de violencia física, entre 7960 estudiantes en edades de 11 a 24 años de la provincia de Morelos, México.

Las investigaciones señalan, por otra parte, que la observación de violencia entre los padres, en amigos o conocidos que han sido víctimas o victimarios de dicha violencia, la aceptación de la violencia en la relación de pareja, los roles tradicionales de género y una historia de haber sido víctima de violencia por parte de la pareja o en la familia de origen podrían relacionarse con los malos tratos en el noviazgo (Matud, 2007; O'Keefe, 1998; Rey-Anacona, 2008; Rich, Gidycz, Warkentin, Lohc & Weiland, 2005; Sears, Byers & Price, 2007; Smith, Winokur & Palenski, 2005; Wolfe, Scott, Wekerle & Pittman, 2001). Se ha examinado en algunos estudios la violencia entre los padres, (e. g., Carr & Vandeusen, 2002; Foshee, Bauman & Linder, 1999; Gagné, Lavoie & Hébert, 2005; Kinsfogel & Grych, 2004), indicando que dicha exposición no solo legitimaría el uso de la violencia hacia la pareja, sino que expondría a los hijos a modelos agresivos de resolución de conflictos que podrían reproducir con sus propias parejas (Evans, Davis & DiLillo, 2008; Holt, Buckley & Whelam, 2008; Renner & Slack, 2006). Carr y Vandeusen (2002), por ejemplo, encontraron en estudiantes universitarios varones, que la observación de violencia entre los padres se relacionaba con la perpetración de violencia física en el noviazgo, mientras que Foshee y otros (1999) hallaron una relación positiva entre el ejercicio de violencia de pareja y el haber presenciado o haber sido objeto de violencia en la familia de origen, entre 1965 estudiantes varones y mujeres de octavo y noveno grado. No obstante, estas investigaciones se han centrado en los victimarios de violencia en el noviazgo y no en las víctimas de la misma, por lo que aún no es suficientemente claro si dicha exposición podría hacer más vulnerables a los adolescentes y adultos jóvenes a ser objeto de malos tratos por parte de sus parejas.

En Colombia no se han realizado estudios sobre los factores de riesgo de los malos tratos hacia la pareja en el noviazgo, a pesar de que existen datos que indican que su prevalencia podría ser alta entre los adolescentes y adultos jóvenes solteros (Rey-Anacona, Mateus-Cubides & Bayona-Arévalo, 2010). Rey-Anacona (2009), en ese sentido, encontró que el 83.9% de los varones y el 81.9% de las mujeres había informado haber sido objeto de algún tipo de maltrato por parte de su pareja, por lo menos en una ocasión, entre 149 varones y 254 mujeres solteros y sin hijos de 15 a 30 años de edad. Asimismo, informó que la frecuencia de los malos tratos correlacionaba positivamente con el tiempo de relación.

Con base en lo anterior y con el fin de aportar al conocimiento sobre los factores que podrían favorecer la victimización de violencia en el noviazgo, de cara a su prevención y tratamiento, esta investigación tuvo como objetivo general examinar si la exposición a violencia entre los padres podría relacionarse con el informe de haber sido objeto de algún tipo de maltrato por parte de la pareja en el noviazgo, en una muestra de adolescentes y adultos jóvenes, solteros y sin hijos. Como objetivos específicos, este estudio se planteó: a) determinar si existían diferencias en relación con la exposición a 28 conductas violentas entre los padres, entre individuos que informaron haber sido objeto de alguna forma de maltrato por parte de la pareja e individuos que no reportaron este tipo de maltrato; b) comparar por sexo y por etapa del ciclo vital, el porcentaje de participantes de cada uno de estos grupos, en cuanto a la exposición a cada una de estas 28 conductas de violencia entre los padres, c) comparar por sexo el porcentaje de participantes que presenciaron cada una de estas conductas violentas entre los padres y que fueron objeto de alguna forma de maltrato por parte de la pareja y d) comparar el porcentaje de adolescentes y de adultos jóvenes que presenciaron cada una de estas conductas violentas y que fueron víctimas de alguna forma de maltrato por parte de la pareja.


Método

Participantes

Se seleccionó incidentalmente a un grupo de 403 estudiantes solteros y con hijos, vinculados a una universidad pública colombiana, de los cuales 149 eran varones y 254 mujeres, todos entre 15 y 30 años de edad (M = 19.36 años; DT = 2.22 años). El 48.4% de estos estudiantes vivían en barrios de estrato socioeconómico medio bajo, seguidos por un 32.6% que vivían en barrios de nivel socio-económico bajo. Estos participantes fueron contactados en sus salones de clases, según la disponibilidad del caso y se solicitó su colaboración de manera voluntaria, previo consentimiento informado, enfocándose la consecución de la muestra en los cursos de primer a quinto semestre para incluir así a adolescentes y adultos jóvenes, por lo que el 94.2% de los participantes se encontraba en este rango de estudios.


Instrumentos

Cuestionario de auto informe sobre incidentes de violencia conyugal (Rey, 2008). Permite informar la presencia de 14 conductas de violencia ejercidas por parte del padre hacia la madre y las mismas 14 de la madre hacia el padre, a través de preguntas de tipo "Sí-No", así como otras formas de violencia no contempladas en el cuestionario, ejercidas del padre hacia la madre y viceversa. Los tipos de violencia examinados en este cuestionario son la violencia física, la violencia verbal, las amenazas verbales, las amenazas con un objeto contundente, encerrar a la persona en la casa o en un cuarto, las prohibiciones, echar de la casa a la otra persona, la violencia sexual, la violencia económica y las amenazas de daño a familiares (véase Tabla 1). El instrumento fue validado a nivel metodológico y de contenido mediante la técnica de jueces expertos (dos metodológicos y tres de contenido), mostrando en esta investigación un alfa de .86.

Lista de chequeo de experiencias de maltrato en la pareja (Rey-Anacona, 2009). Tiene como objetivo informar 79 formas de maltrato realizadas por la pareja, de carácter físico, psicológico, emocional, económico y negligente, por medio de una escala tipo Likert que presenta las siguientes opciones de respuesta: "Nunca", "Una vez", "Algunas veces" o "Muchas veces" (en Rey-Anacona, 2009 se delimitan los ítems y la definición conceptual de cada uno de los tipos de maltrato analizados por este instrumento). Este cuestionario fue validado a nivel metodológico y de contenido a través de la técnica de jueces expertos (tres metodológicos y tres de contenido), mostrando un valor alfa altamente satisfactorio (.92). Para esta investigación se tuvieron en cuenta las respuestas a los 68 primeros ítems de este instrumento, puesto que las restantes 11 se dirigen a personas que han conformado un hogar o han tenido hijos con su pareja.


Procedimiento

Los aspectos referentes a la aplicación de los instrumentos son los mismos que se describen en Rey-Anacona (2009), en donde se indica que dichos instrumentos fueron administrados por estudiantes de quinto semestre de psicología, quienes recibieron una capacitación con respecto a los aspectos conceptuales y teóricos de la violencia de pareja y un entrenamiento para la administración de los instrumentos, que incluyó aplicaciones de prueba y ensayos grupales retroalimentados de aplicación de los mismos, así como una capacitación en los aspectos éticos implicados en la investigación. Los instrumentos se aplicaron grupalmente en el salón de clases de los estudiantes, los cuales se seleccionaron incidentalmente de acuerdo con su disponibilidad. Para obtener el consentimiento informado de los participantes se les indicó el procedimiento de la investigación, señalándoles que algunas preguntas podían resultar molestas o generar sentimientos de vergüenza, así como la voluntariedad de la participación en el estudio, el anonimato en la contestación de los instrumentos, la confidencialidad de los datos obtenidos, la posibilidad de ofrecer los resultados al participante si éste los solicitase y la independencia de la investigación con respecto a su proceso educativo (Rey-Anacona, 2009). No se recompensó monetariamente a los participantes ni se les solicitó su consentimiento informado por escrito, por cuanto el nivel de riesgo del estudio era mínimo conforme a lo estipulado por la Resolución 008430 de 1993 (Ministerio de Salud de Colombia, 1993).

Como se informa en Rey-Anacona (2009), el 82.6% de los participantes (n = 333) reportó haber sido objeto, por lo menos en una ocasión, de una o más de las conductas de maltrato de pareja que aparecen en la Lista de chequeo de experiencias de maltrato en la pareja (Rey-Anacona, 2009), lo que da lugar a un 17.4% restante que no informó esta circunstancia (n = 70). El 83.9% de los varones (n = 125) y el 81.9% de las mujeres (n = 208) informaron haber sido objeto por lo menos en una ocasión de alguna conducta de maltrato por parte de su pareja.

El grupo de participantes que reportó maltrato y el grupo que no informó esta situación fueron comparados en cuanto al número de participantes que presenció al menos una conducta de violencia entre los padres y en relación con cada una de las 28 conductas violentas presentes en el Cuestionario de auto informe sobre incidentes de violencia conyugal (Rey, 2008), comparaciones que también se realizaron por sexo y por etapa del ciclo vital: Adolescentes (15-20 años) y adultos jóvenes (21-30 años). Se efectuaron las mismas comparaciones entre los varones y las mujeres y entre los adolescentes y los adultos jóvenes del grupo que fue objeto de alguna forma de maltrato por parte de su pareja. Todos estos análisis se efectuaron a través de la prueba "Chi Cuadrado de Pearson", aceptándose un nivel de significancia mínimo de .05, bilateral (en la Tabla 1 se definen operacionalmente las variables analizadas).


Resultados

En la Tabla 2 se presenta el porcentaje de participantes de cada grupo que reportó haber presenciado cada una de las 28 conductas de violencia que aparecen en el "Cuestionario de auto informe sobre incidentes de violencia conyugal" (Rey, 2008), mientras que en la Tabla 3 se relaciona el porcentaje de participantes, a nivel general, por sexo y por etapa del ciclo vital, que informó haber presenciado al menos una de las conductas de violencia que figuran en dicho cuestionario.

Se puede observar en la Tabla 2 que las formas de violencia más informadas a nivel general fueron: a) actos de violencia física del padre hacia la madre (19.9%), b) groserías, insultos o humillaciones (por lo menos una vez por semana) del padre hacia la madre (11.2%), c) prohibirle a la madre que trabaje o que estudie (9.2%), d) actos de violencia física de la madre hacia el padre (8.3%), e) echar a la madre de la casa o cerrarle la puerta para que no pudiese entrar (8.3%), f) amenaza verbal hacia la madre (7.5%), g) negarse la madre al padre a darle plata para las necesidades de los hijos, a pesar de que era quien contaba con dinero para cubrir esas necesidades (7.3%), h) groserías, insultos o humillaciones (por lo menos una vez por semana) de la madre hacia el padre (7%), i) encerrar al padre en la casa o en un cuarto (6.5%) y j) negarse el padre a la madre a darle plata para las necesidades de los hijos, a pesar de que era quien contaba con dinero para cubrir esas necesidades (6.2%).

Las comparaciones efectuadas por grupo en relación con cada una de las 28 conductas violentas presenciadas entre los padres, por otra parte, evidenciaron que los participantes que fueron objeto de maltrato por parte de su pareja, informaron con una frecuencia significativamente mayor haber presenciado "groserías, insultos o humillaciones (por lo menos una vez por semana) del padre hacia la madre", que los participantes que no fueron maltratados (X2 [1, 401] = 5.956, p = .012). No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las demás formas de violencia (véase Tabla 2).

La comparación entre el porcentaje de participantes de cada grupo que informó haber presenciado al menos una conducta violenta entre los padres (véase Tabla 3) reveló que, el grupo que fue objeto de algún tipo de maltrato de pareja, reportó con una frecuencia significativamente mayor esta circunstancia (X2 [1, 403] = 7.853, p = .005). Esta misma diferencia se observó entre las mujeres de los dos grupos (X2 [1, 254] = 5.797, p = .022), aunque no entre los varones (X2 [1, 149] = 2.334, p = .171). Tampoco se encontró esta diferencia entre los adolescentes de ambos grupos (X2 [1, 306] = 3.641, p = .064), aunque sí entre los adultos jóvenes X [1, 97] = 5.188, p = .038).

Las comparaciones realizadas entre los varones de los dos grupos de participantes, por otra parte, mostraron que éstos no difirieron en el porcentaje de individuos que informó cada una de las 28 conductas de violencia examinadas. Las mujeres, por su parte, presentaron una diferencia estadísticamente significativa en relación con la conducta "Actos de violencia física del padre hacia la madre", que indica que aquellas que fueron objeto de algún tipo de maltrato por parte de su pareja, presenciaron con mayor frecuencia esta conducta (porcentaje global: 15.8% [n = 40]; mujeres que informaron maltrato: 18.4% [n = 38]; mujeres que no informaron maltrato: 4.3% [n = 2]; X2 [1, 253] = 5.55, p = .015).

Las comparaciones efectuadas entre los adolescentes de los dos grupos de participantes, de otro lado, evidenciaron que los que fueron objeto de alguna forma de maltrato presenciaron con mayor frecuencia la siguiente conducta: "groserías, insultos o humillaciones (por lo menos una vez por semana) del padre hacia la madre" (porcentaje global: 10.5% [n = 32]; adolescentes que informaron maltrato: 12.6% [n = 32]; adolescentes que no informaron maltrato: 0% [n = 0]; X2 [1, 305] = 7.178, p = .004). No se presentaron diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos de adultos jóvenes, en relación con las 28 conductas violentas bajo análisis.

Las comparaciones realizadas por sexo entre los participantes que fueron objeto de alguna forma de maltrato por parte de su pareja, evidenciaron que las mujeres que fueron víctimas de algún acto de maltrato presenciaron con mayor frecuencia las siguientes conductas que los varones: a) actos de violencia física del padre hacia la madre (porcentaje global: 20.1% [n = 67]; mujeres: 24% [n = 50]; varones: 13.6°% [n = 17]; X2 [1, 333] = 5.293, p = .024) y b) groserías, insultos o humillaciones (por lo menos una vez por semana) del padre hacia la madre (porcentaje global: 13% [n = 43]; mujeres: 18.4% [n = 38]; varones: 4% [n = 5]; X2 [1, 331] = 14.079, p = .000). El porcentaje de varones de este grupo que presenciaron al menos una conducta de violencia entre sus padres, no fue significativamente diferente al porcentaje de mujeres del mismo grupo que fueron testigos de al menos una conducta violenta entre sus padres (porcentaje global: 46.8% [n = 156]; mujeres: 50% [n = 104]; varones: 41.6% [n = 52]; X2 [1, 333] = 2.212, p = .142).

Finalmente, las comparaciones realizadas entre los adolescentes y los adultos jóvenes que fueron objeto de alguna forma de maltrato por parte de su pareja, no mostraron diferencias estadísticamente significativas en relación con las 28 conductas violentas analizadas. El porcentaje de adolescentes de este grupo que presenciaron al menos una conducta de violencia entre sus padres, no fue significativamente diferente al porcentaje de adultos jóvenes del mismo grupo que fueron testigos de mínimo una conducta violenta entre sus padres (porcentaje global: 46.8% [n = 156]; adolescentes: 45.9% [n = 117]; adultos jóvenes: 50% [n = 39]; X2 [1, 333] = .407, p = .604).


Discusión

Esta investigación tuvo como objetivo general examinar si la exposición de violencia entre los padres podría relacionarse con el informe de haber sido objeto de algún tipo de maltrato por parte de la pareja, en una muestra de adolescentes y adultos jóvenes, solteros y sin hijos. Los resultados generales señalan, efectivamente, que esta exposición incrementa el riesgo de ser víctima de este tipo de violencia, como se ha encontrado entre individuos que han ejercido actos de maltrato a su pareja en el noviazgo (e. g., Carr & Vandeusen, 2002; Foshee, Bauman & Linder, 1999; Gagné, Lavoie & Hébert, 2005; Kinsfogel & Grych, 2004). Esto indica que una estrategia de identificación temprana de aquellos adolescentes y adultos jóvenes que estarían en riesgo de ser víctimas de maltrato por parte de su pareja, sería determinar aquellos que han presenciado violencia interparental, aunque deben realizarse otros estudios que confirmen otros factores de riesgo que han sido informados en la literatura internacional y otros que posiblemente podrían relacionarse con dicha violencia.

Los resultados también muestran que un alto porcentaje de los participantes, en general, han estado expuestos a situaciones de violencia entre los padres, aunque dicha exposición parece más probable entre aquellos que han sido objeto de malos tratos por parte de su pareja. Las agresiones físicas hacia la madre, en particular, parecen muy frecuentes dentro de esta población, siendo reportada por casi el 20% de la muestra general, en comparación con las agresiones físicas hacia el padre (8.3%). Los demás resultados también señalan que la madre es la víctima principal de la violencia interparental, ya que un alto porcentaje de los participantes informaron igualmente actos de agresión verbal y conductas como amenazas verbales, prohibirle que trabaje o estudie o echarla de la casa, en comparación con el porcentaje de participantes que reportaron agresiones hacia el padre, evidenciándose también en el hecho de que las tres conductas violentas más frecuentes eran dirigidas hacia la madre. Lo anterior indica que existirían factores de tipo sociocultural dentro de esta población que normalizarían el uso de la violencia hacia la mujer en las relaciones de pareja, como ha sido señalado reiteradamente por autores como Corsi (1995), Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi y Lozano (2003) y Stordeur y Stille (1989), quienes señalan, desde un enfoque socio-cultural, el papel de la cultura en la normalización de la violencia conyugal y las prácticas de dominación en contra del género femenino como favorecedores de la violencia hacia la mujer en la pareja, lo cual explicaría los altos índices de este tipo de violencia.

De otro lado, destaca el hecho de que solamente una conducta violenta entre los padres, de las 28 analizadas, caracterizó a los participantes que informaron al menos una forma de maltrato por parte de su pareja, lo que señala que la exposición a violencia entre los padres por sí misma no predeciría la victimización de violencia por la pareja, sino que ésta dependería del tipo de conductas violentas observadas. En este caso, las agresiones verbales del padre hacia la madre parecerían ser las que más aumentarían esta vulnerabilidad en la población bajo estudio y también las agresiones físicas, en el caso de las mujeres, ya que las que informaron haber sido objeto de maltrato por parte de su pareja, reportaron con mayor frecuencia haber presenciado este tipo de violencia interparental, que las mujeres que no reportaron haber sido maltratadas por parte de su pareja.

No obstante, el hecho de que un alto porcentaje de los participantes haya informado, de manera general, agresiones físicas y verbales hacia el padre y otras conductas como encerrarlo en su casa o en un cuarto y negarse a darle dinero para las necesidades de los hijos, indica que en esta población se presentan frecuentemente modelos agresivos de resolución de conflictos, que podrían normalizar el uso de la violencia hacia la pareja y que deberían ser prevenidos para fomentar formas prosociales de comunicación de pareja a nivel intrafamiliar, como una forma de prevenir el ciclo intergeneracional de la violencia (Browne & Herbert, 1997).

Los resultados también señalan que el riesgo de ser víctima de malos tratos en el noviazgo es mayor entre las mujeres que han presenciado violencia entre los padres, que entre los varones que han informado la misma circunstancia, lo que señala que dicha exposición haría más vulnerables a las mujeres que a los varones. Es posible que este mayor riesgo se deba a que estas mujeres presenciaron con mayor frecuencia actos de violencia del padre hacia la madre, no solo en relación con las mujeres que no reportaron maltrato por parte de su pareja, sino en relación con los varones que informaron esta circunstancia, siendo las mujeres las que reportaron con mayor frecuencia agresiones físicas y verbales del padre hacia la madre comparadas con los varones maltratados. De esta manera, la elevada exposición a formas de maltrato hacia la madre observada en esta población, normalizaría los malos tratos e incrementaría la aceptación del maltrato especialmente entre las mujeres, por lo que habría que examinar a profundidad la relación entre la exposición a violencia interparental y la aceptación de dicha violencia, especialmente entre las adolescentes y las adultos jóvenes que han sido víctimas de maltrato en la pareja, ya que la legitimación del uso de la violencia en la resolución de los conflictos en la pareja, normalizada por su observación en la familia de origen, sería, conforme a lo anterior, uno de los blancos de intervención en los programas de prevención secundaria y tratamiento de este tipo de violencia en esta población, toda vez que dicha observación ha sido asociada con la violencia en el noviazgo (Evans, Davis & DiLillo, 2008; Holt, Buckley & Whelam, 2008; Matud, 2007; Rey-Anacona, 2008).

Los resultados también revelan que el riesgo de ser víctima de malos tratos en el noviazgo sería mayor entre los adultos jóvenes (entre 21 y 35 años de edad), que entre los adolescentes (15 a 20 años de edad), lo que indica que el ciclo intergeneracional de la violencia de pareja llega a consolidarse con mayor probabilidad en la juventud que en la adolescencia, posiblemente, porque en la juventud se consolidan relaciones afectivas más duraderas y con un mayor grado de compromiso que en la adolescencia. No obstante, deben estudiarse a profundidad las causas de esta posible diferencia en el riesgo de ser maltratado en el noviazgo de acuerdo con la etapa del ciclo vital. Los resultados señalan, igualmente, que el riesgo de ser víctima de malos tratos en el noviazgo es similar entre los adolescentes y adultos jóvenes que han presenciado violencia entre sus padres, ya que no se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre el porcentaje de adolescentes y de adultos jóvenes que fueron objeto de maltrato por parte de su pareja y que presenciaron violencia entre los padres, tanto a nivel general como en relación con cada una de las 28 conductas violentas analizadas.

Para finalizar, debe indicarse que una de las principales limitaciones de este estudio fue el hecho de que se realizó principalmente con personas de estratos socioeconómicos bajo y medio bajo y con estudios universitarios, lo que limita la posibilidad de generalizar los resultados a individuos de otros estratos socioeconómicos y niveles educativos, por lo que debe complementarse este estudio con investigaciones que se centren en adolescentes y adultos jóvenes de estratos socioeconómicos medios y altos y sin estudios universitarios. Otra limitación importante es que la muestra no se obtuvo aleatoriamente sino de manera incidental, por lo que no se controlaron algunos factores relacionados con este tipo de selección que podrían haber influido en los resultados, limitando su generalización a la población de la cual se obtuvo la muestra. También deben examinarse otros factores que brinden una imagen más clara de los factores de vulnerabilidad y de protección que deberán tenerse en cuenta para la prevención de los malos tratos en el matrimonio o la convivencia en esta población.



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** Correspondencia: César Rey. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Facultad de Ciencias de la Salud, Escuela de Psicología, Dirección postal: Calle 24 No. 5-63, Antiguo Hospital San Rafael, Tunja, Colombia. Correo electrónico: cesar.rey@uptc.edu.co.

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