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Diversitas: Perspectivas en Psicología
Print version ISSN 1794-9998
Divers.: Perspect. Psicol. vol.8 no.2 Bogotá June/Dec. 2012
Una propuesta de tipo investigativo - interventivo para construir resiliencia*
A Research - Interventive Proposal to Build Resilience
Sandra Liliana Aya Angarita**
Universidad Santo Tomás, Colombia
* Artículo de investigación. Producto tesis de Maestría en Psicología Clínica y de Familia.
Recibido: 9 de diciembre de 2011, Revisado: 29 de enero de 2012, Aceptado: 3 de mayo de 2012
Resumen
Este artículo continúa con las reflexiones planteadas en la tesis magistral "Procesos de construcción narrativa que organizan experiencias resilientes en familias en situación de desplazamiento, en la interacción institución familia" (articulada a la Maestría de Psicología Clínica y de Familia de la Universidad Santo Tomás), en las que se pretende comprender los procesos de construcción narrativa y el interventivo busca movilizar dichos procesos hacia la emergencia de experiencias resilientes. El texto muestra algunos resultados de la intención interventiva, definiendo la resiliencia desde diversas perspectivas, para luego conectar dichos significados con los procesos de construcción narrativa. Finalmente se proponen ideas acerca de cómo en un escenario conversacional de tipo reflexivo es posible movilizar procesos hacia la construcción de experiencias resilientes.
Palabras clave: Escenario conversacional, investigación, intervención, movilización, resiliencia.
Abstract
The following article is a continuation of the reflections treated in the master thesis "Procesos de construcción narrativa que organizan experiencias resilientes en familias en situación de desplazamiento, en la interacción institución familia" (articulated with the Master of Clinical Psychology and Family of Universidad Santo Tomás ), where the investigative purpose was understood as the processes of narrative construction, and the intervention purpose was to mobilize these processes towards the emergence of resilient experiences; The text shows some results of interventional intention, exposing concepts that define resilience from different perspectives, it then presents connections between these meanings of resilience and processes of narrative construction. Finally, ideas are proposed about how in reflexive conversation scenarios, processes can be mobilized towards building resilient experiences.
Keywords: Conversation scenario, reflection, movement, narrative construction processes, resilience.
Introducción
Favorecer la resiliencia en los sistemas humanos es un tema que a la psicología le ha interesado desde hace algún tiempo. La disciplina bajo sus diferentes enfoques (cognitivo - conductual, psicoanalítico, sistémico, etc.) se ha preguntado sobre las maneras en que las personas pueden encontrar el equilibrio psicosocial después de atravesar por situaciones críticas; asimismo se ha cuestionado sobre cuáles serían aquellas estrategias que podrían contribuir a la construcción de la resiliencia. El presente artículo, que es resultado de las reflexiones hechas en la tesis de investigación - intervención: "Procesos de construcción narrativa que organizan experiencias resilientes en familias en situación de desplazamiento, en la interacción institución familia", plantea una propuesta que podría favorecer dicha construcción.
La investigación - intervención, inscrita en la Maestría de Psicología Clínica y de Familia de la Universidad Santo Tomás, tiene dos propósitos: a nivel investigativo, comprender cuáles son aquellos procesos que permiten la emergencia de las narrativas y a nivel interventivo, movilizar dichos procesos tras la realización de cuatro escenarios conversacionales de tipo reflexivo, con el fin de favorecer las experiencias resilientes de tres familias que vivieron la situación de desplazamiento. En un primer artículo (Aya, 2010) se exponen adelantos de los resultados investigativos, sugiriendo que las narrativas emergen gracias al cruce recursivo de dispositivos que se incluyen en dos dimensiones -textos y tramas y contextos relacionales-. El presente documento, por su parte, ofrece un esbozo de los resultados interventivos, dando cuenta de cómo en un escenario conversacional de tipo reflexivo es posible, a través de la inclusión de ciertos eventos, movilizar los procesos inmersos en las narrativas de sistemas familiares en crisis, hacia un estado resiliente.
Se parte de la idea de que la resiliencia es un entramado complejo de narrativas y relaciones que se construye a lo largo de las historias vitales de los sistemas humanos, por ello se considera que la propuesta fijada en las siguientes líneas, es una entre muchas que podrían sugerirse. Esta invitación, en particular, está inmersa en un ejercicio de tipo investigativo-interventivo por lo que no es un modelo de intervención, pero esto no implica que no pueda ampliarse y mejorarse para ser aprovechada en otros contextos. Así, el cuestionamiento central que atraviesa el texto es ¿cómo en un escenario conversacional de tipo reflexivo es posible movilizar procesos de construcción narrativa hacia la organización de experiencias resilientes? Para poder dar respuesta, la primera parte habla de algunas comprensiones sobre el concepto de resiliencia y los recursos que acompañan la experiencia resiliente, a partir de autores como Ravazzola (2001), Walsh (2005), Melillo y Suárez (2001), entre otros; después se expone la relación de la resiliencia y los procesos de construcción narrativa (Aya, 2010) que a modo de resumen se presentan en gráficos. Luego se muestra la forma en que los procesos de construcción narrativa podrían ser movilizados a través de la inclusión de algunos eventos significativos como: el establecimiento de pautas de relación entre investigador-interventor y sistema familiar y la inclusión de relatos específicos que hablan de acontecimientos y experiencias vinculadas a las realidades de los sistemas, que fortalecen y potencian su historia. Estos eventos deben promover la reflexividad de las narrativas y por consiguiente la metaobser-vación de las situaciones críticas. Finalmente, a modo de conclusión, se plantea que la resilien-cia al ser un proceso complejo debe promoverse no solo a través de escenarios conversacionales, sino en los diversos medios ecológicos de los sistemas familiares. Asimismo se expone que en los escenarios conversacionales de tipo reflexivo las familias deben ser agentes activos y el investigador - interventor debe favorecer diversas escenas (calidez, quiebre de relatos dominantes, manifestación de acontecimientos extraordinarios (presentes, pasados y futuros), reconocimiento de las relaciones como constructoras de realidad y ejecución de diversos niveles de observación.
Comprensiones acerca de la resiliencia
De acuerdo con la revisión teórica efectuada en la investigación - intervención se determinó que la concepción de resiliencia surge en la psicología como una alternativa de aquellas posturas que minimizan y desconocen los recursos de las personas; en otras palabras, posturas que comprenden al ser humano desde el déficit. Durante largo tiempo, estos enfoques llevaron a algunos psicólogos a "pensar pronósticos reductores y negativos que inhiben a los sujetos a tomar iniciativas para resolver sus dilemas" (Ravazzola, citada por Melillo & Suárez, 2001, p. 104). En esas condiciones fue necesario resignificar las visiones ontológicas del ser humano hacia perspectivas que ponen énfasis en las fortalezas y no en las debilidades; hacia comprensiones del individuo como co-constructor de su propia historia con la posibilidad, en conjunto con el contexto que le rodea, de accionar sus propios cambios hacia una mejor calidad de vida. Como lo señalan Cyrulnik y O'Leary, citados por González (2004), "frente a la adversidad los individuos se ven obligados a confrontarse a sí mismos y a revaluar su sentido de vida y prioridades" (p. 124).
Algunas investigaciones explican la resiliencia desde una perspectiva individual, identificando que existen formas, capacidades, habilidades, reacciones y factores que hacen parte de las personas, estos elementos son adquiridos en la infancia gracias a la relación del individuo con figuras significativas. Tales definiciones interpretan al ser humano como poseedor de recursos (autoestima, buen humor, etc.), que facilitan el afrontamiento y la adaptación a la adversidad (Walsh, 2005).
A pesar de la importancia de estos hallazgos, no se considera que los atributos individuales por sí solos constituyen la resiliencia; aunque son dispositivos importantes para favorecer el equilibrio de los sistemas, se pierden si no interactuaran de forma recursiva con el contexto, es decir, las características personales no son causa de la resiliencia, estas se construyen con las situaciones de vida, a la vez que construyen dichas circunstancias.
Otras visiones incluyen en sus interpretaciones, que para que la resiliencia aparezca y se mantenga debe haber una interacción de los individuos con sus contextos; contextos entendidos como escenarios de relación utilizados por las personas, para potenciar sus recursos (Walsh, 2005); por otro lado, se entiende que no solo las personas tienen condiciones para salir adelante, además se identifica que las familias y las comunidades también "tienen potenciales capacidades para desarrollarse y alcanzar niveles aceptables de salud y bienestar" (Ravazola, en Melillo y Suárez, 2001, p. 107).
Desde esta mirada, la resiliencia se entiende como parte del desarrollo humano, como un proceso que evoluciona y se trasforma, instaurado a través de la vida; se plantea que "no se nace resiliente ni se adquiere naturalmente en el desarrollo; depende de ciertas cualidades del proceso interactivo del sujeto con otros seres humanos" (Melillo y Suárez, 2001, p. 86-87).
Se plantea desde otras posturas, la resiliencia como un fenómeno complejo, entendiendo que los sistemas son capaces de autoorganizarse, puesto en otros términos, capaces de reflexionar la información que entra y sale, construyéndola reconstruyéndola, trasformándola "y generando nuevos patrones de organización" (De Almeida, 2008, p. 25). En este sentido la resiliencia es una experiencia construida a través de la instauración de escenarios de conversación donde la reflexión es protagonista, es decir, donde fluyen relatos y relaciones que permiten observar las situaciones críticas y resignificar las vivencias difíciles. "Es un proceso dinámico, flexible y cambiante a través del tiempo (...) es el resultado de la interacción de factores tanto internos como externos" (Ballesteros & García, 2005, p. 90, citados por Arango, 2003).
Desde esta visión, la resiliencia debe entenderse más allá de una mera presencia de atributos personales, ya que su emergencia incluye el intercambio de múltiples recursos del self y del contexto (relaciones, conocimientos, trabajo, dinero, tecnología, poder, tiempo, etc.) que circulan en diferentes medios ecológicos compuestos de estructuras físicas y psicosociales (Saforcada, 2008); es decir, transitan en los microcontextos (individuo, familia), mesocontextos (comunidades), exocontextos (instituciones, políticas públicas) y macrocontextos (cultura). Los paradigmas emergentes han:
ampliado la idea del individuo como portador de características personales innatas, incluyendo procesos relacionales más amplios de la familia y los sistemas sociales, y evidenciando la reciprocidad de las interacciones que se producen en tales procesos. (.) La resiliencia se entreteje en una red de relaciones y experiencias en el curso del ciclo vital y a lo largo de las generaciones (Walsh, 2005, p. 36-37).
De acuerdo con lo anterior, se entiende además que la resiliencia, hace parte de un entramado de acontecimientos conversacionales y relacionales, los cuales deben ser entretejidos en ciertos escenarios, bajo ciertas circunstancias para que emerjan relatos resilientes.
La familia es uno de esos escenarios al ser un nicho de protección, relación y construcción constante. Los sistemas familiares resilientes se reorganizan al redefinir los hechos que generan crisis, al otorgar un sentido diferente al acontecimiento crítico, al crear nuevos significados que sean útiles para las trasformaciones vitales de la familia.
Teniendo en cuenta que una mirada compleja de la resiliencia incluye a otros contextos, no debe desconocerse la responsabilidad que tienen otros sistemas a la hora de favorecer cambios en las familias; en este sentido se está de acuerdo con Walsh (2005, p. 37) cuando menciona que:
Hay que tener cuidado de que el concepto de resiliencia familiar no sea utilizado por las autoridades para sustraer su apoyo a los individuos y sus familias o mantener desigualdades entre ellos, basándose en que su éxito o fracaso está determinado por sus virtudes o fallas, respectivamente (.) hay que empeñarse además en trasformar las condiciones que mantienen las crisis.
En esas condiciones, los contextos comunitarios (mesocontexto), las políticas públicas, las instituciones (exocontextos) y la cultura e ideologías dominantes en contextos colectivos (macrocontextos) también deberían facilitar relaciones, relatos y conversaciones que permitan a los sistemas trasformar las situaciones críticas.
Todos los enfoques planteados hasta el momento son importantes en tanto aportan a la construcción un significado complejo de la resiliencia, esto ya que no se desconocen los recursos individuales o de otros contextos; por el contrario, se retoman para vincularlos con las historias de vida de los sistemas humanos y las formas en que estos los utilizan para establecer experiencias resilientes.
Estos recursos que circulan en los diferentes medios ecológicos, que a través de múltiples conversiones se cruzan unos con otros en forma de bucle, es decir, que son productos y efectos y a la vez son productores y causadores de otros recursos (González, 1997; González y Morin, 1997), se convierten en el eje que articula las diferentes perspectivas de la resiliencia. Algunos autores lo llaman factores protectores, otros lo denominan "los pilares de la resiliencia" (Melillo y Ojeda, 2001). Para el presente artículo se comprende que estos mecanismos se hacen presentes y se movilizan en las relaciones entre los diferentes contextos ecológicos y que al entretejerse en tiempos, modos, y relaciones particulares favorecen y recrean la resiliencia; se construyen con las experiencias vitales y se transforman con el transcurrir del tiempo, hacen parte de las historias y las identidades de los sistemas y se entrelazan de manera estrecha, con la forma de significar y otorgar sentido a las diversas situaciones de la vida; son puestos en juego en circunstancias críticas y pueden resignificarse e incluso emerger de forma diferente de acuerdo con los sucesos.
Tomando las consideraciones de las tres miradas expuestas anteriormente y referenciando autores como Walsh (2005), Pereira (2004) y Melillo y Suárez (2001); la Tabla 1 describe algunos recursos que pueden transitar entre los diversos "medios ecológicos" (Saforcada, 2008).
Las experiencias resilientes y los procesos de construcción narrativa
Las narrativas que integran el déficit en los sistemas suelen dominar la vida de algunos individuos, "los relatos dominantes sobre la vulnerabilidad y el déficit crean en las personas definiciones limitantes" (Rodríguez y Mora, 2006, p. 46).
Organizar experiencias resilientes a través de las narrativas implica promover una perspectiva de la vida desde la capacidad y la oportunidad, construyendo nuevos significados y sentidos de la adversidad y poniendo en juego todos aquellos recursos que se han construido y han sido útiles en el momento de afrontar situaciones difíciles.
Contar con narrativas que faciliten la resiliencia supone cuestionar los relatos que hablan de la incapacidad del ser humano de afrontar adversidades, construir una versión diferente sobre los acontecimientos dolorosos, "ver los déficits como oportunidades y retos para desarrollar recursos" (Rodríguez y Mora, 2006, p. 46).
En otras palabras, para que se construya la experiencia resiliente es necesario favorecer la emergencia de relatos posibilitadores. Rodríguez y Mora (2006, p. 44) citando a Kleiman (1989), Rolland (1993), Tedesco (2003), Ungar (2001, 2004), Cirulnik (2001, 2003, 2005) y Rodríguez (2005) plantean que la narrativa es el mayor "recurso resiliente frente a la pérdida" ya que esta permite crear nuevos sentidos y significados.
Rodríguez y Mora citando a Cirulnik, comentan al respecto que para trabajar la resiliencia es necesario comprender la narrativa.
Walsh (2005) citando a varios autores como Anderson y Goolishian (1988), Freedman y Combs (1996) y White y Epston (1990) refiere que los diversos enfoques de la terapia narrativa consideran que las trasformaciones y cambios se generan cuando en las conversaciones "se desarrollan significados alternativos y nuevos relatos, más esperanzadores y afirmativos, en lugar de narraciones saturadas de problemas" (p. 87).
Desde las anteriores posturas es claro, entonces, que las narrativas favorecen de manera significa tiva las experiencias resilientes, en tanto que contar un relato en un contexto determinado, conversar acerca de la adversidad, -entendida esta no como un fenómeno individual sino como una construcción social-, interactuar con el contexto y resaltar acontecimientos extraordinarios -que pueden ser eventos de la cotidianidad- permite la resignificación de sucesos, lo cual promueve la trasformación de narrativas dominantes orientadas al déficit, por otras alternativas que permita la resiliencia.
Pero, ¿cómo facilitar la construcción de dichos relatos? ¿cuáles podrían ser, desde el accionar psicológico, las estrategias oportunas? La propuesta sugerida en el presente artículo plantea que los procesos de contracción narrativa (figuras 1, 2 y 3) pueden ser movilizados hacia la organización de experiencias resilientes, si se relacionan con los recursos que transitan en los diferentes escenarios ecológicos (figuras 4 y 5).
Se parte de la idea de que los sistemas se autorregulan en situaciones de crisis, por consiguiente todos los procesos mencionados pueden movilizarse en cualquier escenario; pero ¿cómo movilizarlos en un escenario conversacional de tipo reflexivo?
Movilización de procesos y escenarios conversacionales de tipo reflexivo
La movilización de procesos se comprende como la organización de los dispositivos inmersos en las narrativas, de tal forma que construyan relatos que signifiquen e interpreten las experiencias de los seres humanos. Dichas movilizaciones pueden establecerse en múltiples escenarios; sin embargo, no todos favorecen los relatos que narran la vida de manera resiliente.
En la investigación - intervención se determinó que los escenarios conversacionales de tipo reflexivo son un ámbito en el que pueden constituirse estos relatos, ya que es aquí donde se incluyen eventos significativos que generen ruidos a los sistemas familiares y que favorezcan los quiebres (Echeverría, 1996) de aquellas narrativas dominantes que mantienen la situación de crisis. Por otra parte, Estupiñán, González y Serna (2006, pp. 65-66) definen los escenarios como:
Una estrategia central operadora de las acciones de investigación - intervención (...) buscamos evocar las historias significativas vinculadas a los fenómenos familiares, comprender junto con ellas, sus efectos en sus vidas, a la par que organizar formas de interacción conversacional para la emergencia de nuevos relatos posibilitadores de nuevos significados de las experiencias vividas, proyectadas, y de nuevas formas de acción y relación.
Entonces, al ser contextos relacionales donde hay una construcción de nuevas realidades a través de los relatos, el establecimiento de escenarios conversacionales de tipo reflexivo pretende promover interacciones en las que se incluya la polifonía de voces:
otros argumentos, que pueden validar otras narrativas acerca de sí mismo y de la propia experiencia vital hasta el momento marginalizadas o invisibilizadas por el relato dominante o simplemente no estructuradas y por tanto no disponibles para proveer sentidos alternos a la experiencia y acción (Estupiñán, González y Serna, 2006, p. 67).
Al ser los escenarios recursos de tipo investigativo - interventivo, incluyen la participación de actores que cuentan con determinados roles: los sistemas familiares, que poseen un papel activo en la trasformación de su propia realidad y los investigadores - interventores, quienes deben favorecer un ambiente trasformador.
Teniendo en cuenta que los seres humanos son expertos de sus propias realidades, los sistemas familiares tienen el papel principal en los escenarios conversacionales de tipo reflexivo, en tanto son ellos los que plantean alternativas frente a sus propios dilemas y construyen versiones diferentes de las situaciones críticas, pero esto debe ser favorecido en la conversación con el investigador - interventor, quien además de construir un nuevo conocimiento para la disciplina tiene la responsabilidad de favorecer la trasformación de las narrativas que mantengan el problema planteado en el escenario.
En este sentido el investigador - interventor debe instaurar algunas pautas que ayuden a establecer diálogos potenciadores de recursos. Según Estupiñán, González & Serna (2006) estas pautas, las cuáles no poseen un orden específico, se denominan "principios operadores" y permiten que el investigador - interventor asuma ciertas posturas que facilitan el cambio en los sistemas familiares; a modo de resumen, se presentan dichos principios operadores en la Tabla 2.
Se observa que todas las acciones mencionadas son importantes a la hora de propiciar un escenario donde se movilicen procesos inmersos en las narrativas para la emergencia de relatos resilientes; por ejemplo, el acople emocional y las posturas auto - referenciales mencionadas en el primer principio y la actitud de no experticia planteada en el tercero, facilitan en los sistemas familiares la expresión de sus relatos en un ambiente cálido, esto favorece una "danza terapéutica" (Linares, 1996, p. 121), construye significados comunes (White y Epston, 1993) y en palabras de Walsh (2005) "alienta a los miembros de la familia a contar sus historias y considerar más perspectivas sobre la situación que los perturba" (p. 188).
El segundo principio -acceso a voces marginalizadas o periféricas- moviliza procesos de manera significativa al permitir a los sistemas familiares descubrir nuevas realidades que pueden favorecer el cambio. Se cree que White y Epston (1993) determinan este evento como la inclusión de narrativas alternas, entendidas como relatos identificados y narrados por alguien que vive un dilema, que hablan de aquellas circunstancias que no son comunes en las narrativas cotidianas. Dichos relatos generan ruidos significativos para quien los descubre, e incluyen "toda una gama de sucesos, sentimientos, intenciones, pensamientos, acciones que tienen una localización histórica, presente y futura y que el relato dominante no puede incorporar" (White y Epston, 1993, p. 32). Este suceso se facilita a través de la externalización del problema, proceso que invita a los sistemas a hacer quiebres (Echeverría, 1996) con las formas tradicionales de comprender sus realidades a "separarse de los relatos dominantes que han estado dando forma a sus vidas y sus relaciones (...) cuando esto sucede se puede experimentar un sentimiento de agencia personal" (White y Epston, 1993, p. 55).
El cuarto principio, el cual propone la evocación de relatos significativos favorece la movilización de procesos en tanto permite a los sistemas familiares recorrer su historia de vida y visibilizar sus experiencias sin restricción de tiempo, modo o lugar.
Se cree que este principio se vincula con los relatos de acontecimientos extraordinarios pasados, presentes, futuros e imaginarios, propuestos por White y Epston (1993); estos autores suponen que son útiles las reflexiones que llevan a las personas a interpretar dichos acontecimientos extraordinarios "e investigar qué indican esos nuevos datos" (p. 56). Los relatos de acontecimientos extraordinarios del pasado pueden revelarse a través de las narrativas de historias y experiencias exitosas vinculadas con el afrontamiento de situaciones críticas.
Los relatos que hablan de acontecimientos extraordinarios actuales, se construyen en el transcurso de los diálogos instaurados en los escenarios conversacionales. Los relatos que tienen que ver con acontecimientos extraordinarios futuros se establecen planteando las intenciones o planes futuros de los sistemas intervenidos - investigados o indagando sus esperanzas de liberarse de ciertas adversidades; todo con el fin de escapar de la influencia de la situación problema. Los relatos asociados con acontecimientos extraordinarios imaginarios, son aquellos que a través de la creatividad, pueden incentivar a los sistemas a idear situaciones que lleve a transformar las situaciones de crisis.
El quinto principio favorece la reflexividad del escenario, es decir, potencia la meta-observación de los relatos, a través de la expresión de las voces de los diferentes actores participantes con sus propias versiones de una misma situación, o "varias posibles definiciones del problema" (White y Epston, 1993, p. 63). Lo anterior lleva a una coordinación de significados que favorece las interpretaciones alternas de un dilema de vida, de esta manera se potencia la construcción de narrativas que recreen el descubrimiento de opciones de cambio, invisibilizadas hasta el momento. La reflexividad debe ser vista como un proceso que favorece la circulación de relatos a través de las conversaciones suscitadas en diferentes niveles de observación (Figura 6). Es por ello que los relatos inmersos en las conversaciones son insuficientes si no cuentan con la intencionalidad de permitir a los participantes visualizar desde otra perspectiva sus propios significados y sentidos de sus problemas.
Las conversaciones reflexivas
La propuesta planteada sugiere que para favorecer los relatos resilientes en los sistemas familiares, además de instaurar las pautas relacionales mencionadas, se deben incluir conversaciones que relacionen los procesos de construcción narrativa con los recursos resilientes que transitan en los diferentes contextos ecológicos.
Dichas conversaciones irán siempre acompañadas por una intencionalidad meta-observadora, es decir, sus sentidos siempre se orientarán a que los sistemas familiares conversen sobre lo ya conversado en un nivel de significación distinto al mantenido, con el fin de visualizar posibilidades diferentes a sus dilemas de vida; por otro lado, incluir estas conversaciones busca explorar las memorias (relatos posibilitadores de cambio que no han emergido) Estupiñán, González y Serna (2006) de los sistemas familiares, para que se instauren narrativas alternas y se quiebren aquellas que hasta ahora han dominado. Valga decir que no deben ser conversaciones que planteen mundos imposibles de alcanzar, por el contrario, serán diálogos que, si bien es cierto expondrán y legitimarán recursos de los sistemas, también pondrán en claro los límites de las familias para afrontar la adversidad.
A continuación, a modo de sugerencia, se presentan algunas conversaciones que podrían ser útiles a la hora de movilizar procesos de construcción narrativa hacia la experiencia resiliente:
Conversaciones que hablen de acontecimientos extraordinarios pasados, presentes, futuros e imaginarios, en relación con el sí mismo (atributos, acciones y emociones)
Son conversaciones orientadas a potenciar memorias que visualizan al sí mismo como protagonista activo en la trasformación de las situaciones adversas, diálogos que incentivan a los participantes del escenario a encontrar acontecimientos extraordinarios relacionados con el Yo, explorando sucesos donde el individuo fomenta cambios que favorecen al sistema; es decir, conversaciones que incluyan "relatos que sitúan a la persona como protagonista o como partícipe en su propio mundo (.) un mundo en el que las personas participan con sus semejantes en la re-escritura y, por tanto, en el moldeado de sus vidas y relaciones (White, p. 93).
Incentivar este tipo de conversaciones abre la posibilidad de una meta-observación y evidencia las relaciones desde una perspectiva no saturada del problema. Asimismo, se considera que permite la emergencia de una historia alternativa de la vida del individuo, más atractiva para el sí mismo.
Conversaciones que hablen de acontecimientos extraordinarios pasados, presentes, futuros e imaginarios, en relación con la familia (atributos, acciones y emociones)
Estas conversaciones se enfocan a favorecer las memorias que hablen sobre las diversas posibilidades y recursos con los que cuenta el sistema familiar para enfrentar la adversidad; para ellos según Walsh (2005) es propicio "evaluar los puntos fuertes y débiles de cada familia en relación con su situación" (p. 195). Walsh encuentra útil además, que dentro de la evaluación se "identifiquen los factores estresantes y de los procesos de superación/adaptación a lo largo del tiempo" (p. 198), lo cual se presume, ayuda a rastrear sucesos invisibilizados que contribuyen a que el sistema familiar signifique la adversidad de manera diferente.
De igual manera, para Walsh (2005) es importante "dotar de sentido las experiencias críticas" (p. 202), esto favorece relatos que lleven a la familia a reconocer el significado y el sentido otorgado a la adversidad y a determinar cómo estos favorecen o no la resiliencia. Para que esto suceda, la autora propone el establecimiento de tres situaciones importantes: la primera refiere a descripciones e interpretaciones que lleven a aclarar las ambigüedades, instaurando diálogos que permitan a las familias entender lo que sucedió y cómo sucedió. En la segunda propone que hay que construir nuevas versiones de la incertidumbre ya que esta concepción, en algunos casos, trae consigo significados cargados de múltiples temores hacia los eventos inesperados, propiciando el mantenimiento del problema. Se debe convocar un relato alterno que otorgue confianza y empodere frente a los recursos que se tienen para enfrentar lo imprevisible; para tal fin es adecuada la exploración de las creencias y prácticas espirituales de los sistemas familiares. La tercera se vincula con los significados y sentidos de la crisis; estos deben orientarse hacia la visión de los dilemas humanos como oportunidades que favorecen mejores opciones de vida.
Aparte de evaluar y de dotar de sentido a la adversidad, Walsh (2005) propone que es relevante integrar conversaciones que resignifiquen los rótulos impuestos a la familia por diversos contextos, de forma tal que se despatologice y desculpabilice a los sistemas.
La autora también habla de incluir conversaciones orientadas a "dar crédito a las intenciones positivas de los miembros de la familia (.) a elogiar sus esfuerzos y logros", esto implica traer textos y tramas que hablen de recursos construidos en la historia familiar.
Finalmente, la autora postula que es útil involucrar conversaciones que sitúen a la familia en un futuro mejor, dejando atrás relatos dominantes sobre la queja y la culpa, reconociendo las posibilidades y las limitaciones del sistema, y favoreciendo relatos que incentiven el apoyo entre los miembros del sistema y de la familia con otros contextos.
Conversaciones que hablen de acontecimientos extraordinarios pasados, presentes, futuros e imaginarios, en relación con otros contextos (saberes populares y discursos)
Se identifica que estas conversaciones estarían orientadas a explorar narrativas que hablen de oportunidades ofrecidas por otros contextos, relatos que muestren la red de relaciones de los sistemas y las posibilidades y limitantes que ofrecen estas redes (Walsh, 2005). Esto facilita la metaobservación de recursos que no se habían percibido hasta el momento.
Por otro lado, los propósitos de estas conversaciones tendrían que ver con traer a escena acontecimientos extraordinarios, pasados, presentes, futuros o imaginarios que contradigan aquellos discursos y saberes populares que no permiten la trasformación de los sistemas familiares. En este sentido, White y Epston (1993) suponen que es necesario desafiar relatos dominantes que hablan sobre prácticas culturales imposibilitadoras, las cuales llevan a las personas a "relacionarse consigo mismos, con sus cuerpos y con otras personas como objetos" (p. 78) y por ende a ser partícipes activos en su propia subyugación. En sus palabras:
La cultura posee un poder que moldea la vida de las personas; a través de este poder, las personas se someten a verdades normalizadoras que precisan sus vidas y sus relaciones. Estas verdades son, a su vez, construidas o producidas en la aplicación del poder (White y Epston, 1993, p. 36).
Plantear conversaciones que desafíen estos relatos que dominan, puede ser una dinámica apropiada para la movilización de procesos de construcción narrativa, haciendo necesario que los interventores-investigadores, en conjunto con los sistemas familiares, constituyan diálogos que "cuenten y aprecien cabalmente su historia de lucha, así como exploren conjuntamente qué posibilidades existen de establecer las condiciones que faciliten la representación y difusión de sus relatos y conocimientos preferidos" (White y Epston, 1993, p. 86).
Conversaciones sobre los contextos relacionales de los sistemas investigados - intervenidos (procesos conversacionales y no conversacionales en la familia, de la familia con otros contextos y fuera de los sistemas familiares)
En relación con los contextos relacionales se observa que podrían incluirse conversaciones vinculadas con los patrones relacionales de la familia (conversacionales y no conversacionales) que favorecen y no favorecen el cambio; asimismo se encuentra pertinente suscitar conversaciones que permitan la meta-observación de las relaciones de la familia (conversacionales y no conversacionales) con otros contextos. Además, se sugiere que se incluyan conversaciones que permitan visualizar al sistema familiar cómo podrían ser percibidos por esos otros contextos, es decir, incluir conversaciones que hablen de aquellos procesos que se tejen fuera de su realidad.
Conclusiones
La resiliencia es un proceso complejo que implica la interacción de los sistemas con diversos contextos ecológicos; es por ello que no puede entenderse bajo una lógica lineal, en otras palabras, no aparece a causa de algo sino que se construye a través del desarrollo de la vida y a su vez construye historias de vida.
La movilización de procesos de construcción narrativa hacia la organización de experiencias resilientes puede darse en diversos escenarios de la vida de los sistemas humanos. Los escenarios conversacionales de tipo reflexivo son uno de tantos; no obstante, no son los únicos. Asimismo las acciones promovidas en él podrían ser insuficientes si no se generan ruidos en otros contextos; es decir, para que la resiliencia emerja, además, es necesario trabajar con los recursos presentes en todos los medios ecológicos y con todos los actores involucrados en un dilema de vida.
Los escenarios conversacionales de tipo reflexivo, los cuales son construidos con una intencionalidad investigativa-interventiva, deben tener algunas particularidades:
-
Los sistemas familiares deben ser agentes activos en la trasformación de su propia realidad; para ellos el escenario debe promover la participación de dichos sistemas en sus propios contextos.
-
El investigador - interventor debe favorecer diversas escenas donde predomine el respeto por la voz del otro, a través de cinco pricipios operadores que no tienen un orden específico: la construcción de un escenario cálido, la ruptura de relatos dominantes, la evocación de acontecimientos extraordinarios, el reconocimiento de la experticia del otro en la construcción de su propia realidad y el planteamiento de varios niveles de observación-conversación.
-
Para que se movilicen los textos y tramas y los contextos relacionales son útiles los escenarios conversacionales de tipo reflexivo, ocultar conversaciones que por un lado hablen de acontecimientos extraordinarios pasados, presentes, futuros o imaginarios sobre el sí mismo, la familia y otros contextos y por otro hablen de las formas relacionales de los sistemas familiares.
Referencias
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** Correspondencia: Sandra Aya, Facultad de Psicología, Universidad Santo Tomás. Cra. 9 N. 51 - 11, Bogotá, Colombia. Correo electrónico: sandraaya@usantotomas.edu.co