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Psychologia. Avances de la Disciplina

versão On-line ISSN 1900-2386

Psychol. av. discip. vol.7 no.1 Bogotá jan./jul. 2013

 

¿Cuáles y qué tan graves son los daños a la salud individual y a la sociedad causados por el consumo de drogas lícitas e ilícitas?

¿What and how severe is the damage inflicted by the consumption of licit and illicit drugs upon the health of human individuals and upon society?

Tania Romo-González*
Universidad Veracruzana, Xapala - México
Carlos Larralde**
Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F. - México

*Área de Biología de Salud Integral, Instituto de Investigaciones Biológicas, Universidad Veracruzana. Dirección postal: 2.ª Schubert n.º 4 Indeco Animas, Xalapa, Ver., México. C.P. 91190. E-mail: tromogonzalez@uv.mx Teléfono: +52 (228) 8418900 ext. 13420. Fax: +52 (228) 8418911 ext. 15911
**Instituto de Investigaciones Biomédicas, Universidad Nacional Autónoma de México.


Resumen

En vista del amplio consumo de drogas lícitas e ilícitas en casi todo el mundo occidental, nosotros sospechamos que no eran tantos ni tan graves los daños que causan, como se afirma, y decidimos evaluar la solidez de tal sospecha. La sospecha resultó correcta en términos de la salud física individual de los usuarios, pues las drogas no aparecen entre las primeras quince causas de Morbilidad ni de Mortalidad en los habitantes de México, EUA, Canadá, España, el Reino Unido y Holanda. En cambio, las drogas sí causan daño psicológico y social al individuo por propiciar indolencia motivacional, cuadros psicóticos serios, potencialmente irreversibles, e inducir la comisión de conductas riesgosas (accidentes de tránsito) y hasta criminales (robos, asaltos, violaciones). El consumo de drogas también lesiona la integridad y economía de las familias de los usuarios y daña a la comunidad, pues se eleva la tasa de desempleo, disminuyen los ingresos fiscales, incrementan los costos de los programas de desarrollo, de seguridad y de beneficencia, así como propician la exclusión de los usuarios en el trabajo, escuelas, clubes y servicios públicos diversos. Nuestros resultados son de interés para el diseño de las acciones destinadas al control del consumo de drogas para que sean congruentes con el tipo, gravedad y extensión del daño individual y social que las drogas causen.

Palabras clave: mortalidad, morbilidad, consumo drogas lícitas e ilícitas, costos.


Abstract

In view of the widespread use of licit and illicit in most of the Western world, we suspect that there were not so many and so serious the damages that they cause, as stated, and we decided to assess the strength of such suspicion. The suspicion was correct in terms of physical health of individual users, as drugs do not appear among the top fifteen causes of morbidity or mortality in the population of Mexico, USA, Canada, Spain, the United Kingdom and the Netherlands. However, drugs do cause psychological and social harm to the individual by promoting motivational indolence, serious psychotic symptoms potentially irreversible, and induce the commission of risky behaviors (traffic accidents) and even criminals (robbery, assault, rape). Drug use also damages the integrity and economy of the families of users and harms to the community, since it raises the rate of unemployment, lower tax revenues, increase costs of development programs, safety and welfare, and favor the exclusion of users in the workplace, schools, clubs and various utilities. Our results are of interest for the design of actions to control drug use to be consistent with the type, severity and extent of the individual and social harm that drugs cause.

Keywords: mortality, morbidity, licit and illicit drug consumption, costs.


Introducción

Una de las razones principales que aducen algunos gobiernos de América y Europa para prohibir el consumo de drogas, son los daños que le causan a la salud física del consumidor y a la economía y bienestar de la comunidad.

No obstante, llama la atención la falta de información epidemiológica al respecto y que la mayoría de las fuentes disponibles contienen información sobre tabaco y alcohol, las drogas lícitas (ENA, 2008; ODC, 2011; WHO, 2009a; WHO, 2011), mientras que el daño provocado por las drogas ilícitas es poco revisado por los órganos dedicados a la salud. Por ejemplo, el reporte de los Riesgos para la Salud Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), muestra que el tabaco es el responsable del 9% de la mortalidad en el mundo, siendo solo precedido por la presión alta con un 13%, y respecto al riesgo de enfermedad, sitúa al alcohol en el tercer sitio con un 5% (WHO, 2009b). Las drogas ilícitas solo merecen un párrafo en la sección de sustancias adictivas, en el que se reporta solo el aumento en su consumo y la alusión a que existe una gran incertidumbre en la estimación de que 245.000 muertes a nivel mundial fueron atribuibles al consumo de drogas ilícitas (WHO, 2009b), lo que puesto en porcentajes sería 0.4% de las muertes y el 0.9% de riesgo de enfermedad en el 2004 (WHO, 2009b).

Por otro lado, NIDA (National Institute of Drug Abuse) en su reporte del 2012 sobre las drogas ilícitas indican las tendencias en el consumo de drogas lícitas e ilícitas, así como las estadísticas en el número de individuos que llegan a tratamiento, pero no muestran el daño en la morbilidad y mortalidad provocado por las mismas (NIDA, 2012).

Ante las inconsistencias existentes entre las razones de la prohibición y los daños generados por las drogas, en este artículo se examinan los datos epidemiológicos de la última década sobre el consumo de drogas y sus consecuencias para la salud individual y social de países del primer mundo y de México.

La epidemiología del consumo de drogas en el primer mundo

El examen de los cuadros de mortalidad y morbilidad del último año que fueron publicados en EEUU, Canadá, España e Inglaterra muestra que las drogas no aparecen explícita y específicamente entre las 10-20 primeras causas de muerte ni de enfermedad, a pesar de consumirse con frecuencia por decenas de millones de sus habitantes (tabla 1) (Agencia de Salud Pública de Canadá, 2005; INEGI/Secretaria de Salud DGIS, 2008; Instituto Nacional de Estadística, 2010; Xu et ál., 2010).

Esta ausencia de las drogas en las tablas de mortalidad de las comunidades europeas puede quizá deberse a que los índices de mortalidad suelen solo reportar la última causa de la muerte y no necesariamente a la causa de la causa, y así, todas las subsiguientes causas de las causas (v. g. Muerte por accidente automovilístico propiciado por conducir a alta velocidad, envalentonado por la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas por razones de...).

Asimismo, las publicaciones científicas enfocadas al estudio de la mortalidad y/o morbilidad directas por el consumo de drogas ilícitas son escasas o no se hacen del conocimiento público. La publicación más reciente encontrada en Internet proveniente de Canadá reporta para 1992 la mortalidad y morbilidad directas causadas por alcohol, tabaco o drogas ilegales en su conjunto. Las tablas 2, 3 y 4 muestran que el consumo legal del tabaco en Canadá fue responsable de 33 000 muertes y 6701 por alcohol, mientras que todas la drogas ilícitas combinadas causaron solo 732 muertes (1,8%) (Single et ál., 1999).

De hecho, haciendo todas las comparaciones entre los totales de muertes, años vitales perdidos, hospitalizaciones y días de hospitalización, entre el tabaco, el alcohol y las drogas ilícitas, unificadas en una sola variable compleja, las drogas ilícitas corresponden del 2-11%, de las que causan el alcohol y el tabaco, respectivamente, en Canadá (Cuadro 5) (Single et ál., 1999).

A este mismo respecto de identificar el daño causado por cada una de las drogas, un grupo de expertos, en Inglaterra, evaluó cada una de ellas de acuerdo a 16 criterios de daño, los que incluyen los daños individuales a la salud del usuario, los costos sociales y los derivados de la atención a la salud, que genera el uso de cada una de ellas (Nutt et ál., 2010). Nueve de estos criterios se refieren a los daños que cada droga produce en el individuo y siete a los daños y costos para la salud pública, y así se dividen las drogas en cinco subgrupos, según el daño físico, psicológico y/o social que causen (figura 1).

Se encontró que las drogas más dañinas para la salud física, psicológica y social del usuario fueron la heroína, la cocaína el «crack» y la metanfetamina; mientras que las drogas más dañinas para la sociedad fueron el alcohol, el «crack» y la heroína. Cuando se combinan los dos tipos de daños, las puntuaciones más altas fueron las del alcohol, seguidas por la heroína y el «crack» (figura 2).

Asimismo, al analizar las contribuciones de cada droga a cada tipo de daño, se destaca que las drogas que más contribuyeron a la mortalidad fueron: alcohol, heroína, GBH (ácido g-hidroxibutírico), metadona y butano. Mientras que del total de los costos económicos de las drogas 50% se asocian con el alcohol, 17,5% con el tabaco, 12,5% con la heroína, 10% con la marihuana, 5% con el crack, 3% con las anfetaminas y 2% con la cocaína (figura 3).

Tomando en cuenta lo anterior, así como los resultados obtenidos por otro estudio hecho en Holanda (van Amsterdam et ál., 2010), se plantea una clasificación de las drogas (lícitas e ilícitas) en tres categorías (tabla 6):

  1. Muy dañinas (alcohol, tabaco, heroína, cocaína en «crack», metanfetaminas)
  2. Moderadamente dañinas (benzodiacepinas, GBH, marihuana, éxtasis, ketamina)
  3. Poco dañinas (hongos mágicos, LSD, Khat)

Con esta categorización de daño, los autores del estudio se cuestionan el que el alcohol y el tabaco sean drogas lícitas, pues esa clasificación es el resultado de decisiones del pasado no basadas en argumentos científicamente valorables1 (van Amsterdam et al., 2010). Y los autores concluyen que la clasificación jurídica actual de las drogas necesita ser revisada incorporando todos los criterios de daño individual y social de cada una de ellas.

La epidemiología del consumo de drogas en México

Al igual que los países del Primer Mundo, una de las razones principales que aduce el gobierno de México para prohibir el consumo de drogas, es el daño severo que causan a la salud individual.

Los datos epidemiológicos de México sobre morbilidad y mortalidad directamente causados por el consumo de drogas no son estrictamente comparables con los de los países desarrollados pues los de México fueron recabados del Servicio Médico Forense (SEMEFO) y de los Servicios de Urgencias Hospitalarias de algunos hospitales públicos de solo 21 estados de la República Mexicana (Secretaría de Salud de México, 2008), mientras que los Europeos fueron colectados por encuestas hechas a la población abierta de cada país. Además, los datos de mortalidad y morbilidad de México muestran flagrantes incongruencias unos y maquillajes otros, como, por ejemplo, el censo del INEGI del 2008 cuenta 539 530 muertes en la Nación (tabla 7) (Secretaría de Salud de México & Dirección General de Información en Salud, 2008), mientras que el SISVEA registra tan solo 18 216 defunciones, de las cuales 3307 (18,1%) arguyen fueron producto del uso de drogas (tabla 8), y el conteo de 17 734 ingresos hospitalarios, de los cuales 7296 (41%) refirieron haber consumido «alguna sustancia en los últimos 30 días» (tabla 9) (Secretaría de Salud de México, 2008).

A pesar de la disparidad de muestreo estadístico entre los datos europeos y mexicanos algo puede declararse sobre la epidemiología de las drogas en México en términos semejantes a los europeos aunque impliquen varios supuestos.

Por ejemplo, de forma similar a lo observado en los países europeos, en México, las drogas legales son las que más afectan la salud individual en términos de mortalidad y morbilidad, siendo el alcohol el que más muertes causó en 2008 (2730) y la tabaco el que más ingresos a urgencias por patología causó (2726). Aunque existen algunas disparidades en el tipo de droga consumida, en el caso de México, los inhalables afectan casi exclusivamente a «Niños de la calle», mientras que en el Primer Mundo los inhalables no aparecen entre las drogas consumidas (Secretaría de Salud de México, 2008).

Además, tomando en cuenta los datos de la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) de 2008 (la que se aplicó a una muestra representativa de la población abierta de México, y cuyas cifras sobre la Frecuencia del Consumo (FCENA) de drogas lícitas e ilícitas en el país se reproducen en el tabla 10) y los datos procedentes de la SEMEFO y de los Servicios de Urgencias Hospitalarias de México sobre la Frecuencia de Muerte (FM) (tabla 9) y la Frecuencia de Consultas (FC) (tabla 8), pueden calcularse groso modo los cocientes de mortalidad y morbilidad por drogas ilícitas en México.

Así calculados, los cocientes de mortalidad y morbilidad en México por drogas ilícitas, resultan excesivamente pequeños, mortalidad 577/10 745 576 (0,0000537%) y morbilidad 3078/10 745 576 (0,000286%) y no alcanzan niveles de consideración epidemiológica, pues resultan mucho menores de 0,43%, el límite inferior de confianza de la ENA 2008 (CONADIC et ál., 2008).

Por otra parte, los daños causados a los no consumidores (daños sociales) en México, son mucho mayores que los causados a los consumidores (daños individuales) (CONADIC et ál., 2008), como ocurre también en el Primer Mundo.

Conclusiones

En suma, es correcta la sospecha de que el consumo de drogas no causa un daño severo a la salud individual del consumidor en términos de morbilidad y mortalidad, aunque sí causen daños psicológicos al consumidor y a su familia, así como daños severos, sociales y económicos, al consumidor y a la comunidad.

Es de subrayarse la escasez de datos oficiales en México sobre los costos sociales y económicos del consumo de drogas, y también es de subrayarse y envidiarse el completo y minucioso registro de la Salud Pública en los países del Primer Mundo.

Por otro lado, se recomienda el estudio minucioso de los daños causados por las drogas, así como su inclusión en la toma de decisiones y la reglamentación.


Pie de página

1Hay dos versiones sobre la historia de la prohibición de la marihuana en los EE.UU. La versión más antigua aduce que los orígenes de la prohibición de la cannabis en california, desafía la tradicional explicación de su prohibición, según se relata en el «Marihuana Tax Act of 1937». A diferencia de su sucesor, la prohibición de 1913, no tenía nada que ver con la campaña propagandística «reefer madness» («locura del porro») de Hearst, ni con las maquinaciones burocráticas de Harry Anslinger. Y, menos aún, tenía que ver con la fantasiosa conspiración entre Hearst y Du Pohemp, como algunos sostienen. El mito generalizado sobre el daño a la salud que amenaza a los usuarios de la marihuana, empezó al principio de los 50, cuando William Randolph Hearst predicó, a través de sus numerosos periódicos, y otros medios de comunicación, en todo el Mundo Occidental anglo-parlante, que el consumo de la marihuana amenazaba con cambiar la conducta social de los americanos a una similar a la practicada por los mexicanos (W.A. Swanberg, Citizen Hearst). Hearst logró así convencer a su público de que la marihuana era nociva para toda la sociedad, y EE.UU. prohibió su consumo, posesión, venta, tráfico y producción. Aunque, en realidad –según afirma su biógrafo– la principal razón de Hearst para luchar contra el uso de la marihuana, era desalentar la migración de trabajadores legales e ilegales, procedentes de México (quienes traían consigo la cultura y la locura de la marihuana («crazy mexican weed») («loca hierba mexicana»)), hacia los EE.UU., y competían ventajosamente («cheap labor» («mano de obra barata»)) por la oferta de trabajo de EE.UU. a sus propios ciudadanos («Marihuana Tax Act of 1937»).
El Mundo Occidental no tardó mucho más en promulgar la prohibición de la marihuana basado en el mismo mito, ni tampoco México, ni tampoco el resto de Latinoamérica.


Referencias

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