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Psychologia. Avances de la Disciplina

On-line version ISSN 1900-2386

Psychol. av. discip. vol.8 no.1 Bogotá Jan./June 2014

 

Influencia de la estructura de las redes personales sobre el desarrollo de procesos comunitarios en población desplazada*

Influence of personal networks structure on the development of community processes in displaced population

Ignacio Ramos-Vidal**
Universidad de Sevilla, Sevilla - España

*Agradezco al editor de la revista y al evaluador anónimo los comentarios efectuados para mejorar el manuscrito.
Este trabajo forma parte del proyecto «Redes personales de los menores trabajadores en familias desplazadas por la violencia política en Colombia: indicadores para la evaluación de las acciones de cooperación internacional para el desarrollo (2012-2013)», financiado por la Oficina de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Sevilla. El autor es beneficiario de una beca posdoctoral en la Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa (México) otorgada por el promep (2013-2014).
**Dirección de correspondencia: Facultad de Psicología, Departamento de Psicología Social (Universidad de Sevilla). Campus Ramón y Cajal s/n CP (41018), Sevilla (España). Despacho B221. Correo-e: ignacioramosvidal@hotmail.com

Fecha recepción: 28/02/2014 • Fecha aceptación: 29/04/2014


Resumen

El desplazamiento forzado afecta a más de 5 millones de personas en Colombia. El proceso de movilidad que experimentan los desplazados implica el debilitamiento de los vínculos con su entorno relacional y supone la privación del derecho de incidir a nivel sociopolítico. El sentido de comunidad, la participación y el empoderamiento sirven para comprender tanto el proceso de adaptación en la comunidad de destino, como el incremento de la participación comunitaria. Desde un enfoque estructural, el Análisis de Redes Sociales hace posible evaluar las redes de apoyo social de la población desplazada. Los objetivos de la investigación son (a) evaluar los tres procesos mencionados, (b) analizar las redes personales de los participantes y (c) examinar los posibles efectos que la estructura de las redes personales pueda ejercer sobre el desarrollo de los procesos comunitarios analizados. Los resultados indican que las propiedades estructurales de las redes inciden en el nivel de participación en actividades de desarrollo comunitario. Sin embargo, no se han detectado relaciones significativas entre los indicadores estructurales y los otros dos procesos comunitarios evaluados. Existen evidencias que indican que la densidad contribuye positivamente sobre la participación mientras que los parámetros de centralización afectan de forma negativa. Concluimos discutiendo el alcance de nuestros resultados para diseñar estrategias de intervención que promuevan la integración plena de los desplazados en la comunidad receptora.

Palabras clave: centralización, densidad, desplazamiento, empoderamiento, participación, redes personales, sentido de comunidad.


Abstract

Forced displacement affects over 5 million people in Colombia. The process of mobility experienced by displaced implies the weakening of the linkages with their relational environment and may involve the deprivation of the right to decide at socio-political level. The sense of community, the community engagement and the psychological empowerment display a strong potential to understand both the adaptation process in destination community, and the increase in community involvement. From a structural viewpoint, Social Network Analysis allows to evaluate the social support networks of the displaced population. The aims of this study are: (a) assess the three community processes; (b) analyze the personal networks structure of the displaced population; and (c) identify the potential effects that personal networks may exert on the development of community processes. Results suggest that structural properties of networks impact on the level of participation in community development activities. However, no significant relationships were identified between the structural measures and the other two community processes evaluated. Density contributes positively on community participation while centralization parameters affect in a negative way. We conclude discussing the applications of our results to design effective intervention strategies to promote the full integration of displaced population in the host community.

Keywords: centralization; density; displacement; empowerment; participation; personal networks; sense of community.


Introducción

Características del conflicto armado en Colombia

La sociedad colombiana lleva padeciendo las consecuencias del conflicto armado que ha enfrentado al Gobierno y a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) durante más de 40 años (Guzmán, Fals-Bordá, & Umaña, 2010). La prolongada vida del conflicto se siente en diferentes esferas de la sociedad colombiana, incluso en aspectos tan difíciles de observar como el nivel de confianza que existe en la sociedad y que marca las relaciones humanas (Restrepo, Spagat, & Vargas, 2003).

El contexto colombiano además es testigo de la proliferación de grupos paramilitares vinculados al narcotráfico que se disputan el territorio con las Farc y que contribuyen a la generación de nuevos desplazados (Rabasa & Chalk, 2001). La acción de estos grupos se concentra en diferentes regiones, particularmente en la zona del Pacífico, donde además se observan mayores desigualdades sociales, lo que implica una doble victimización de la población (Oslender, 2007; 2008). En definitiva, la historia de Colombia describe un contexto multiproblemático marcado por la violencia y por la permanente reconfiguración demográfica y territorial del país. Cuando realizamos esta afirmación estamos aludiendo a que el mapa geoestratégico de las distintas regiones de Colombia, varía temporalmente en función de la pugna por los territorios y por la acción del ejército. De hecho determinadas oleadas de violencia han logrado que amplias masas de población abandonen sus comunidades de origen situadas en zonas rurales para radicarse en las grandes ciudades, lo que puede interpretarse como un éxodo rural. Pero este fenómeno por desgracia también se produce por los grupos paramilitares que trasladan sus operaciones a las grandes urbes (Duncan, 2005), por lo que actualmente no es posible afirmar que el conflicto genere consecuencias únicamente en zonas rurales o en regiones despobladas del país.

Consecuencias del desplazamiento a nivel psicosocial

Hemos explicado en pocas líneas algunas de las consecuencias que el conflicto produce sobre la sociedad colombiana a nivel macro. Sin embargo, las personas que padecen la violencia y que deben trasladarse desde su contexto de origen a otras regiones en búsqueda de seguridad, sufren otro tipo de fenómenos que describiremos brevemente a continuación. Los individuos que son desplazados de sus tierras experimentan múltiples situaciones que producen impactos negativos a nivel psicosocial. Los desplazados experimentan situaciones de alto estrés debido a la presión que sufren antes del desplazamiento por estos grupos para que dejen sus tierras y después del desplazamiento por la tensión que supone el proceso de adaptación en la comunidad de destino (Palacio & Sabatier, 2002, Ramos-Vidal, Holgado, & Maya-Jariego, 2014). De este modo existen multitud de antecedentes que demuestran que la población desplazada, al igual que los refugiados, a menudo se encuentran inmersos en situaciones de crispación (por ejemplo exposición a actos violentos o recibir amenazas) que producen estrés y que si se mantienen a lo largo del tiempo pueden propiciar la aparición de enfermedades de salud mental como depresión y ansiedad (Fazel, Wheeler, & Danesh, 2005; Steel et al., 2009).

Por otro lado las personas desplazadas experimentan pérdidas substanciales en relación al nivel de calidad de vida. El desplazamiento implica el abandono del contexto de origen y el inicio de un proceso de adaptación en un nuevo entorno, generalmente en grandes ciudades situadas en las cabeceras municipales (Cernea, 2000). La transición desde un entorno rural hacia contextos urbanos también puede ser una fuente asociada de estrés. En la nueva comunidad de residencia, el desplazado debe rehacer su vida buscando una vivienda digna, tratando de regularizar su situación administrativa –y la de su familia– y buscando un nuevo empleo. Este proceso puede ser largo y en la mayor parte de los casos, en particular cuando no se tienen contactos en la comunidad de destino, el desplazado tarda cierto tiempo en encontrar un empleo digno, perdiendo poder adquisitivo respecto al que ostentaba en el contexto de origen. Algunas investigaciones muestran que la pérdida de ingresos afecta negativamente sobre el grado de bienestar subjetivo (Diener, 2000).

Pero no solo la economía familiar queda dañada por efecto del abandono del contexto de origen. El desplazamientoimplicalarupturadevínculosconfamiliares y amigos, al mismo tiempo que produce una pérdida del apoyo social que percibe la persona (Watanabe, Okumura, Chiu, & Wakai, 2004). De hecho esta consecuencia no es baladí en tanto que la literatura considera que disponer de diversos recursos de apoyo social constituye un factor de protección ante el desarrollo de enfermedades de salud mental (Kaniasty, 2012). El estudio de las redes personales se ha empleado para analizar los efectos que el desplazamiento y los procesos migratorios producen sobre la estructura y la composición de la red de apoyo social (Sluzki, 2010). Desde esta perspectiva Martínez, García y Maya (2001) demostraron que el estrés y la tensión que se produce durante la migración, pueden reducirse si el migrante dispone de una sólida red de apoyo social que le proporcione recursos afectivos, materiales e informativos. Tener posibilidad de solicitar ayuda puntual para buscar un empleo o para encontrar un alojamiento en el nuevo vecindario, puede acelerar el proceso de adaptación en la comunidad de destino reduciendo los niveles de estrés. Sin embargo, debemos precisar que los antecedentes mencionados no versan sobre población desplazada, sino que se refieren a estudios que examinan migraciones. Si bien en ambos casos se produce un proceso de movilidad, la realidad del desplazamiento forzado implica mayor exposición a situaciones de riesgo para la salud.

Las consecuencias del desplazamiento son sensibles en el bienestar psicosocial de los desplazados, pero existen otros efectos sobre la identidad y sobre el nivel de vinculación con estructuras meso-sociales que es preciso abordar. Uno de los impactos más notables que genera el desplazamiento, reside en que la población que padece este fenómeno puede llegar a experimentar pérdidas de identidad y una fuerte sensación de anomía y asilamiento social (Castles, 2003). Reforzar la identidad y el sentido de comunidad (McMillan & Chavis, 1986) de los desplazados en el nuevo contexto, hace posible que las personas se integren mejor en la comunidad y se involucren más en iniciativas de desarrollo comunitario (Chavis & Wandersman, 1990; Kloos, Hill, Dalton, Elias, Wandersman, & Thomas, 2011; Ramos-Vidal & Maya-Jariego, 2014).

Existe una conexión tanto teórica como empírica entre el sentido de comunidad, el nivel de empoderamiento y el grado de participación en iniciativas diseñadas para mejorar la calidad de vida de la población. Así, los tres procesos se refuerzan mutuamente dado que al participar en este tipo de actividades, los individuos adquieren competencias y conocen los problemas que afectan a la comunidad, así como los recursos disponibles para hacer frente a estos problemas. Al perfeccionar las competencias y habilidades necesarias para contribuir en el bienestar de la comunidad, la persona adquiriere progresivamente control sobre el entorno y sobre las instituciones por las que se ve afectado (Rappaport, 1981). El aumento de la autodeterminación y la toma de control hacen que la persona (a) sienta que pertenece a una colectividad superior, (b) perciba que tiene capacidad para influir en la comunidad, (c) al mismo tiempo que logra satisfacer determinadas necesidades básicas al ser miembro de esta.

Estos elementos (pertenencia, influencia y satisfacción de necesidades) constituyen junto con la conexión emocional compartida, las dimensiones que modelan el sentido de comunidad (McMillan & Chavis, 1986). Por este motivo, en la medida en que la participación y el empoderamiento refuerzan estas dimensiones, es de esperar que la persona experimente mayor sentido de comunidad respecto al contexto de origen. En un estudio reciente analizamos la interacción entre los tres procesos mencionados, evidenciando que el sentido de comunidad, la participación y el grado de potenciación se encuentran intensamente relacionados (Ramos-Vidal, 2014a). El nivel de conectividad y el grado de integración en la comunidad de acogida, definida por el establecimiento de contactos con personas autóctonas del contexto de destino, también incide sobre los procesos mencionados. Las personas tienden a evaluar su pertenencia a una comunidad (tanto geográfica como relacional) en función de las relaciones que mantienen con familiares, amigos y vecinos (Talen, 1999). Por este motivo cabe esperar que los indicadores estructurales de las redes personales presenten relaciones de covarianza con los procesos comunitarios señalados. Utilizamos la figura 1 para ilustrar la conexión entre la estructura de las redes personales y los procesos comunitarios.

Desde esta lógica las personas que logran recomponer la estructura de su red de apoyo estableciendo contactos con personas del contexto local, es probable que se sientan más identificados con la comunidad –y más dispuestos a contribuir para mejorar la calidad de vida de sus miembros– en comparación con los sujetos que presenta dificultades para entablar vínculos y reconstruir su entramado de relaciones. Dado el papel que desempeña la dimensión relacional en la evaluación de la experiencia subjetiva de pertenencia a la comunidad y en procesos asociados como la participación y el empoderamiento, es de esperar que la estructura de las redes personales ejerza algún tipo de influencia en el desarrollo de estos procesos (Hughey & Speer, 2002). En este sentido los objetivos de esta investigación son:

  1. Analizar la estructura de las redes personales de los participantes.
  2. Evaluar los procesos comunitarios descritos anteriormente.
  3. Identificar los posibles efectos de la estructura de las redes personales en el desarrollo del sentido de comunidad, participación y empoderamiento.

Método

Participantes

En el estudio fueron entrevistadas en total 62 personas (desplazados, n=30 y no desplazados, n=32) residentes en dos vecindarios de bajos recursos en la ciudad de Barranquilla (departamento del Atlántico, Colombia). En la investigación participaron mayoritariamente mujeres (n= 55; 88.7%) en comparación a los varones (n=11; 11.3%). La desigualdad en la distribución de los participantes en función del sexo se debe a que las personas fueron contactadas y entrevistadas en fundaciones de atención a población infantil durante la jornada matinal, por lo que en su mayoría las personas que acuden a estos centros para llevar o traer a los hijos son mujeres. En la distribución por sexo entre la población desplazada se aprecia la misma tendencia habiendo mayoría de mujeres (n=25; 86.2%) en relación al número de varones (n=4; 13.8%), la misma distribución se observa en el grupo de no desplazados (29 mujeres, 90.6%; 3 varones; 9.4%).

En general se trata de población de bajos recursos que vive con el equivalente a 1.5 dólares diarios (Ramos-Vidal, 2014a), por lo que se sitúan en los límites de pobreza extrema. La mayor parte de los encuestados ha cursado estudios a nivel de primaria y secundaria (88.7%) siendo una minoría tanto los que no tienen ningún tipo de certificado escolar (3.2%) como quienes poseen titulación universitaria (3.2%). Esta caracterización es idéntica entre la población desplazada y no desplazada. Además efectuamos la prueba t para verificar si se dan diferencias entre ambos grupos, encontrando que no existen diferencias estadísticamente significativas. La población desplazada lleva de media 8.9 años en situación de desplazamiento (DT=9.03).

Diseño de investigación

El estudio que presentamos es de carácter transversal, para ello seguimos un esquema de investigación comparativo para trazar posibles diferencias entre población desplazada y no desplazada en dos comunidades de bajos ingresos en la ciudad de Barranquilla. La selección de ambas comunidades se realizó considerando que en las zonas del extrarradio de la ciudad suelen radicarse principalmente la población desplazada, así como en el distrito centro, en este caso debido a que se trata de comunidades de recursos moderados (Ramos-Vidal, Holgado, & Maya-Jariego, 2014).

Procedimiento

Establecimos contacto con los participantes a través de la intermediación de dos fundaciones privadas que ofrecen escolaridad gratuita a los hijos de personas en riesgo de exclusión social en Barranquilla (Colombia). Se mantuvieron reuniones con la dirección de los centros educativos para explicarles los objetivos y el alcance de la investigación. El equipo de investigación de la universidad se comprometió a entregar un informe con resultados para contribuir a mejorar la calidad de los servicios ofertados por los centros. De igual modo los participantes firmaron un consentimiento informado en el que se les indicó que se haría un uso agregado de la información con exclusivos fines de investigación. Por otro lado el grupo de encuestadores también firmó un compromiso de confidencialidad para preservar los derechos de los entrevistados. El trabajo de campo se efectuó entre los meses de marzo y junio de 2013. Las entrevistas se desarrollaron en las mismas fundaciones y tuvieron una duración aproximada de entre 60 y 90 minutos.

Instrumento e indicadores para evaluar redes personales

Para evaluar las redes de apoyo social empleamos el generador de nombres Arizona Social Support Interview Schedule (assis) propuesto por Barrera (1980) y adaptado al castellano por Maya (1999). El instrumento incluye seis preguntas –generadores de nombres– referentes a diferentes tipos de apoyo (material, informativo, afectivo, etc.) que deben ayudar al entrevistado a listar a las personas que forman parte de su red personal. En el siguiente paso el entrevistado (denominado «Ego») debe señalar la relación que mantienen entre sí las personas (denominadas «Alteri») que forman parte de su contexto relacional. Esta información se traslada posteriormente a una matriz simétrica y los datos en ella consignados fueron procesados con el programa Ucinet versión

6.3 (Borgatti, Everett, & Freeman, 2002). Una vez completadas las matrices procedimos a calcular diferentes indicadores estructurales que nos permiten establecer comparaciones entre las redes personales. Todos los participantes debían listar un total de 30 alteri con el objetivo de caracterizar la red personal. Esta selección se debe a que este número es suficiente para captar la diversidad interna de las agrupaciones que dan forma a las redes personales (McCarty, 2002). Las medidas calculadas son1 (a) la densidad (indica la proporción de contactos que tiene lugar en una red en relación al total de vínculos posibles), (b) la centralización de grado (señala la medida en que las relaciones se concentran en un pequeño grupo de actores), (c) la centralización de intermediación (examina la medida en que las funciones de conectividad en la red son asumidas por unos pocos alteri), (d) la centralización de la cercanía (este indicador evalúa el grado en el que las funciones de proximidad se concentran en unos pocos actores de la red) y finalmente (e) el número de cliques (subgrupos máximamente conectados de al menos tres actores).

Instrumentos para evaluar los procesos comunitarios

Sentido de comunidad. El sentido de comunidad es un constructo multidimensional formado por 4 factores (McMillan & Chavis, 1986). Estos factores son (a) la influencia, (b) la pertenencia, (c) la satisfacción de necesidades y (d) la conexión emocional compartida. La evaluación de este proceso se efectuó a través del Índice de Sentido de Comunidad en su segunda versión desarrollada por Chavis, Lee y Acosta (2008). El SCIII, por sus siglas en inglés, consta de 24 ítems que los participantes puntúan en una escala tipo likert que se valora de 1 a 4 en función del nivel de acuerdo que manifiestan ante diferentes afirmaciones (p.ej., «Me importa lo que otros miembros de la comunidad piensen de mí» ó «Invierto mucho tiempo y esfuerzo haciendo cosas por la comunidad»). La escala presenta una estructura factorial y propiedades psicométricas adecuadas (α=.89). Además el índice de fiabilidad de los cuatro factores del constructo también se encuentra dentro de los estándares de aceptabilidad establecidos por DeVellis (2011).

Participación comunitaria. Evaluamos este proceso con el instrumento desarrollado por Speer y Peterson (2000). La escala consta de cinco ítems que examinan el nivel de implicación en acciones participativas en diferentes agencias e instituciones de la comunidad (p.ej., «Con qué frecuencia asistes a reuniones o encuentros para promover cambios sociales o políticos en tu comunidad» o «Con qué frecuencia participas en encuentros para modificar las políticas locales en tu comunidad»). Los encuestados deben puntuar en una escala tipo likert de cinco puntos la frecuencia con la que realizan cada una de estas actividades desde «nunca participo» a «todas la semanas». En nuestra investigación el instrumento muestra óptimas propiedades psicométricas (α=.86).

Empoderamiento. El proceso de potenciación o fortalecimiento, evalúa el grado en que el individuo adquiere autodeterminación y toma de control sobre los programas e instituciones por los que se ve afectado (Rappaport, 1981). El instrumento desarrollado por Zimmerman y Zahniser (1991) evalúa la capacidad de liderazgo en actividades de promoción y mejora de la calidad de vida de la comunidad. La escala está compuesta por cinco ítems en los que se le pregunta al entrevistado por diferentes elementos como el liderazgo ejercido sobre el grupo o la capacidad para movilizar recursos para desarrollar alguna iniciativa a favor del bien común. Los encuestados debían responder en una escala tipo Likert de cuatro puntos indicando su grado de acuerdo con diversas afirmaciones (p.ej., «Puedo organizar a la gente para hacer cosas positivas en la comunidad» o «A menudo soy el líder en los grupos de los que formo parte»). En nuestra investigación identificamos una fiabilidad aceptable de la escala completa (α=.73).

Estrategia de análisis

Seguimos un diseño de investigación en el que en primer lugar examinamos la relación entre las variables de estudio y posteriormente llevamos a cabo tres análisis de regresión lineal simple para identificar el impacto de los indicadores estructurales sobre los procesos comunitarios.

Resultados

Podemos apreciar en la tabla 1 que existe una intensa relación entre los sumatorios de las escalas completas de sentido de comunidad, participación y empoderamiento. Este dato refleja la sinergia que existe entre los tres constructos evaluados (Ramos-Vidal, 2014a). Al mismo tiempo los indicadores de cohesión de las redes personales, en concreto la densidad correlaciona en negativo con todos los indicadores de centralización. Este resultado no es sorpresivo puesto que algunas investigaciones señalan que no es posible maximizar de forma simultánea la densidad y la centralización (e. g., Provan, Fish, & Sydow 2007). En la tabla 1 mostramos los estadísticos descriptivos y las correlaciones entre las variables analizadas.

El análisis preliminar de correlaciones muestra que los parámetros estructurales de las redes no se relacionan de forma significativa ni con el sentido de comunidad, ni con el proceso de empoderamiento. Sin embargo, los datos indican que la participación mantiene relaciones de covarianza positiva con la densidad y negativa con los tres tipos de centralización examinadas, no presentando relaciones significativas con el número de cliques detectados en las redes personales.

Con base en estos resultados preliminares, proponemos conocer el impacto de las medidas estructurales de las redes personales sobre el nivel de participación en la comunidad. Observando la matriz de correlaciones, vemos que la estructura de las redes no establece conexiones significativas ni con el sentido de comunidad ni con el empoderamiento, por lo que plantear tres modelos de regresión simple para comprobar la incidencia de las medidas de cohesión de las redes sobre el desarrollo de actividades participativas es la opción más adecuada. Ejecutamos tres modelos de regresión simple utilizando como variables independientes la densidad, la centralización de grado y la centralización de la intermediación y como variable dependiente la participación. La densidad constituye uno de los parámetros estructurales más empleados, debido a que describe de forma general el grado de cohesión interna de las redes (Wasserman & Faust, 1994).

En las tablas 2, 3 y 4 presentamos el resultado de los análisis de regresión lineal. Si prestamos atención a los resultados mostrados en la tabla 2, podemos apreciar que la densidad explica el 15% de la varianza de la variable criterio al máximo nivel de significación. Por otro lado el coeficiente Beta estandarizado indica que existe una relación de covarianza intensa entre las dos variables integradas en la ecuación de regresión.

En la tabla 3 aparecen los resultados del modelo de regresión simple en el que la centralización de grado actúa como variable independiente y nuevamente la participación comunitaria es la variable criterio. En esta ocasión conjuntamente las variables predictoras logran explicar conjuntamente el 10% de la varianza de la variable dependiente. Si bien el porcentaje de varianza explicada es modesto, el resumen del modelo señala que existen relaciones de dependencia entre las variables incluidas en el modelo de regresión.

Si prestamos atención a la Tabla 3, podemos apreciar que la Centralización de grado explica aproximadamente el 9% de la varianza de la dependiente, lo que refleja la covarianza entre ambas variables.

En la tabla 4 se muestra una relación de dependencia negativa entre la Centralización de intermediación el proceso de participación comunitaria. Al igual que sucediera con la Centralización de grado, la conexión entre ambos indicadores estructurales y el proceso de participación es negativa, lo que sugiere que las redes en las que unos pocos actores asumen las funciones de conectores y de aglomeración de vínculos, pueden darse situaciones de dependencia extrema que dificultan la implicación en iniciativas de desarrollo comunitario.

Si observamos el valor del estadístico de Durbin-Watson, podemos ver que está próximo a 2 lo que señala que tanto los residuos como las observaciones de las variables utilizadas en el análisis de regresión son independientes (DeVellis, 2011). Igualmente para los tres modelos de regresión, hemos calculado el estadístico fiv, el nivel de tolerancia y el autovalor para determinar si existe multicolinealidad entre las variables (Belsley, 1991), presentando en todos los casos valores que no reflejan existencia de colinealidad entre las variables implicadas en los tres modelos de regresión.

Los resultados de las tres regresiones indican que los indicadores estructurales tienen cierta capacidad para determinar la variación del grado de participación comunitaria. En sentido contrario hemos identificado que los parámetros estructurales no inciden ni sobre el sentido de comunidad ni sobre el nivel de empoderamiento de la población evaluada. Este resultado es disonante con las expectativas puestas en el modelo teórico, en tanto que la literatura muestra la potente conexión que existe entre los tres procesos comunitarios evaluados, por lo que cabría esperar que los parámetros estructurales mantuvieran una relación similar con el sentido de comunidad y con el empoderamiento, que la identificada respecto a la participación.

Discusión

Nuestros resultados indican que determinadas medidas estructurales de las redes personales, en concreto la densidad y los indicadores de centralización, pueden influir en el desarrollo de procesos comunitarios como la participación, que resultan fundamentales para comprender la conexión entre el individuo y la comunidad en la que reside y para promover estrategias de desarrollo comunitario que repercutan positivamente en la salud de la población (Kloos et al., 2011; McMillan & Chavis, 1986; Wandersman, 2009). Observamos que la densidad de la red personal afecta positivamente sobre la participación. Este resultado muestra el modo en que estar inmerso en una densa red de contactos favorece que las personas se impliquen en iniciativas de desarrollo comunitario que pueden generar efectos positivos sobre la calidad de vida y el bienestar psicosocial de los desplazados. En el caso de la población evaluada este dato es relevante, puesto que las personas suelen disponer de pocos recursos de apoyo en la primera etapa del proceso de adaptación. Una vez más observamos que el nivel de cohesión de la red de contactos en la que está inmerso el sujeto, es un factor clave para evaluar la experiencia de pertenencia subjetiva a la comunidad y el grado de implicación en la misma (Ramos-Vidal, 2014c; Talen, 1999). Cuando la persona consigue integrarse en el contexto de acogida y recompone progresivamente su entorno relacional, es más probable que (a) sea parte activa de la historia de la comunidad, (b) experimente una sensación de responsabilidad respecto a sus miembros y en consecuencia (c) decida involucrarse en iniciativas para mejorar la calidad de vida de sus miembros.

Sin embargo, a medida que la persona se integra en la comunidad (y uno de los signos más evidentes de integración es tejer una densa red de contactos con población autóctona), los sujetos conocen mejor las instituciones de la comunidad y al mismo tiempo se sienten comprometidos con el devenir de sus miembros (Ramos-Vidal, 2014a). No obstante es preciso puntualizar que las redes excesivamente densas dificultan las posibilidades de establecer relaciones débiles de tipo bridging, que son las que permiten superar situaciones de exclusión social, entrando en contacto con individuos y grupos de otras esferas sociales que pueden brindar a las personas nuevas oportunidades de ascenso social (Burt, Kilduff, & Tasselli, 2013; Granovetter, 1973; Ramos-Vidal, 2014b).

También hemos constatado otro elemento que nos permite comprender mejor la interacción entre la configuración de la red personal y la implicación en actividades de promoción comunitaria. Los indicadores de centralización señalan la medida en que determinadas propiedades de las redes (como la centralidad y la intermediación) son acaparadas por pocos integrantes de la red. Las redes que presentan niveles altos de centralización suelen ser disfuncionales porque en ellas un selecto grupo de actores mantiene un amplio número de contactos o de funciones de intermediación. En definitiva las redes que muestran niveles elevados de centralización podrían estar reflejando contextos relacionales de dependencia. En este tipo de redes, un reducido porcentaje de actores tiene control hegemónico sobre la mayor parte de vínculos y la capacidad de monopolizar la interconexión de las agrupaciones que componen la red. Esto significa que las redes personales en las que unos pocos actores asumen una elevada proporción de contactos, son menos proclives para que ego establezca relaciones con los miembros de la sociedad local, dificultando así el proceso de adaptación en la comunidad de destino. Así, cuando los distintos tipos de centralización presentan valores elevados, pueden ser interpretados como indicadores de dependencia extrema de ego hacia los actores en los que se concentran las relaciones.

A modo de conclusión final debemos señalar que nuestros resultados evidencian el potencial del estudio de las redes personales para comprender fenómenos complejos como el nivel de implicación de la población desplazada en el contexto de destino. Es necesario promover la integración plena de la población desplazada, facilitando el acceso a las instituciones y promoviendo los contactos positivos con los miembros de la comunidad local. De igual modo, es fundamental que desde las instituciones públicas se diseñen campañas para desmitificar la imagen negativa con la que frecuentemente se asocia a la población desplazada (Palacio & Sabatier, 2002; Ramos-Vidal et al., 2014). Al mismo tiempo las políticas públicas deben incrementar los esfuerzos para diseñar estrategias de intervención que persigan (a) facilitar el acceso de la población desplazada a los recursos disponibles en la comunidad, (b) incentivar la participación del colectivo de desplazados en estas organizaciones como un mecanismo de adaptación en la comunidad de destino que repercute positivamente sobre el bienestar psicosocial y finalmente (c) promover que el colectivo de desplazados se auto-organice para defender sus derechos e intereses legítimos.


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