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Entramado

versión impresa ISSN 1900-3803

Entramado vol.7 no.2 Cali ju./dic. 2011

 

Los adioses. Metáfora para la construcción de ciudadanía ambiental

The farewell. A metaphor for building environmental citizenship

O adeus. Metáfora para a construção da cidadania ambiental

Reinaldo Giraldo Díaz*

*Candidato a Doctor en Filosofía, Universidad de Antioquia, Colombia. Magíster en Filosofía de la Universidad del Valle, Colombia. Ingeniero Agrónomo de la Universidad Nacional de Colombia. Docente Auxliar - Universidad Nacional Abierta y a Distancia - UNAD - Palmira, Colombia
reinaldo.giraldo@unad.edu.co

Fecha de recepción: 01-11-2011 Fecha de aceptación: 10-03-2011


Resumen

Se adopta como metáfora la Sonata 26, compuesta por Beethoven con motivo de la ausencia de su amigo el Archiduque Rodolfo de Viena, ante la llegada de las tropas napoleónicas. Consta de tres movimientos: Adagio. Allegro (Das Lebe/woht/Los adioses), Andante espressivo (Abwesenheit/La ausencia) y Vivacissimamente (Das Wiedersehen/El retorno). Fechó el primer movimiento el 4 de mayo de 1809, día de la partida, y el último el 30 de enero de 1810, día del regreso, y publicó la Sonata en 1811. El método-trayecto se construyó en la andadura-escritura, no hubo un punto de partida y uno de llegada. Se encontró que el movimiento Los adioses expresa la ruptura de la relación entre hombre y naturaleza y la fractura metabólica de la sociedad con el suelo. Ante la llegada de una época moderna que apuesta por la praecisio mundi, la naturaleza es sitiada, apartada y considerada separada del hombre, casi como enemiga. La ausencia es la parte más triste de la composición y señala el estado de ánimo de Beethoven ante la separación de su amigo; caracteriza las nefastas situaciones a las que ha conducido la apuesta moderna por la praecisio mundi. El retorno presenta la apuesta-propuesta ciudadanía ambiental, una reconciliación entre hombre y naturaleza. Se concluye que la ciudadanía ambiental requiere significarse con sentidos distintos a los de la lógica capitalista para generar posibilidades de despliegue del sujeto-ciudadano ambiental.

Palabras clave: Fractura metabólica, praecisio mundi, composición, sujeto erguido, ciudadano ambiental.


Abstract

Beethoven's Sonata 26, which was composed on the occasion of the absence of his fríend, Archduke Rudolph of Austria, before the imininent arrival of Napoleon's troops, is taken as a metaphor. The sonata consists of three movements, namely, Adagio - Allegro (Das Lebewohl/ The farewell), Andante espressivo (Abwesenheit/The absence), and Vivacissimamente (Das Wiedersehen/The return). He dated his fírst movement on May 4, 1809, the date of departure, and his last movement on January 30, 1810, the date of return, and released his sonata in 1811. The journey-approach was built based on a writing-as-you-go philosophy according to which there is no point of departure or arrival. It was found that the movement named The farewell expresses a rupture in the relation between man and nature as well as a metabolic rift between society and the ground. In the face of the advent of a modern time that is committed to praecisio mundi, nature is besieged, set apart, and deemed to be separated from man, almost as if it were an enemy. The absence is the saddest piece of the composition, and reflects Beethoven's mood as he faces separation from his fríend. It characterizes the disastrous situations that have arisen as a result of the modern commitment to praecisio mundi. The return presents a commitment to/ proposal for environmental citizenship, a reconciliation between man and nature. It can be concluded that environmental citizenship must be construed from the perspective of meanings other than those of capitalistic logic in order to be able to genérate possibilities for the unfolding of an environmental citizen/subject.

Keywords: Metabolic rift, praecisio mundi, composition, erect subject, environmental citizen.


Resumo

Foi adotada como metáfora a sonata 26 composta por Beethoven devido à ausência de seu amigo o arquiduque Rodolfo de Viena, fugido antes da invasão das tropas napoleônicas. A composição consta de três movimentos: I. Adagio. Allegro (Das Lebewohl/O adeus), II. Andante expressivo (Abwesenheit/A ausência) y III. Vivacissimamente (Das Wiedersehen/O regresso). A data do primeiro movimento é de 4 de Maio de 1809, o dia da partida, e a do último é de 30 de Janeiro de 1810, o dia do regresso, e a Sonata foi publicada em 1811. O método-trajeto foi construído sobre o andamento-escrita, não existindo um ponto de partida e um de chegada. Se verificou que o movimento O adeus expressa a ruptura da relação entre o homem e a natureza e a fratura metabólica da sociedade com o solo. Com a chegada de uma época moderna que aposta na praecisio mundi, a natureza está sitiada, retirada e considerada separada do homem, quase como sua inimiga. A ausência é a parte mais triste da composição e assinala o estado de espírito de Beethoven perante a separação de seu amigo; caracteriza as situações funestas a que conduziu a aposta moderna na praecisio mundi. O regresso apresenta a aposta-proposta da cidadania ambiental, uma reconciliação entre o homem e a natureza. Se conclui que a cidadania ambiental precisa se identificar com sentidos diferentes aos da lógica capitalista para gerar a possibilidade de revelar o sujeito-cidadão ambiental.

Palavras-chave: Fratura metabólica, praecisio mundi, composição, sujeito ereto, cidadão ambiental.


La metáfora se desplaza a lo indeterminado como necesidad de pensar y decir de modos distintos. La metáfora es exuberancia de sentido, excedencia de lenguaje, no como juego de abalorios, sino como ampliación de la mirada en las pretensiones valóricas y teleológicas del sujeto en sus posibilidades de mundo.
(GUARÍN, 2006)

Introducción

La composición compleja y sistémica de la sonata aborda la ruptura de la relación del hombre con la naturaleza en la modernidad, reinterpretando y complejizando las presentaciones lineales, simples y predicables que forman parte del paradigma positivista de Newton, Bacon, Descartes y Comte. En otras palabras, entrelaza lo epistémico con lo práctico, el pensamiento con la vida, el sujeto con el mundo, creando conciencia de su temporalidad histórica por el sujeto que hace, que produce, que construye historia, que emerge en posición siempre gestante, humanizadora (Mosquera 2011; Arteaga, 2009).

Esta pieza-obra retumba con toda su fuerza en el sujeto-ciudadano ambiental, en su despliegue histórico existencial, en la re-significación de la ciudadanía, de la ciudadanía ambiental y de la sociedad y la ciudad mismas, las cuales deben re-encantarse, re-mistificarse y recobrar el sentido de lo humano en expansión, de seres humanos protagonistas, conscientes de la emergencia de una sociedad inédita en la que los sujetos, críticamente comprometidos con la construcción de una civilización planetaria (Morin y Brigitte, 1999), se relacionen entre sí en plenitud humana y humanizadora (Zemelman, 2002).

La sonata consiste en una apertura del límite de lo producido, en un ejercicio de pensamiento que se expresa en el proceso de reflexión en horizontes de posibilidades, donde la naturaleza no es exterior al hombre (Zemelman, 2002, p. 77). El hombre no está en el mundo, sino que lo transforma en espacio para ser sujeto. En este sentido, la apuesta por una ciudadanía ambiental en donde lo humano en expansión constituye el pilar fundamental de las potencialidades individuales y colectivas, implica posicionar al sujeto frente a los problemas de la era planetaria que hoy configura las preocupaciones radicales de nuevos tiempos y la necesidad de construir, pensar y apostar por mundos y experiencias más humanos y complejos, que afirmen la vida con todo lo que ella contiene de azaroso.

1. El método

Aquí, la teoría no es nada sin el método, la teoría casi se confunde con el método o más bien teoría y método son los dos componentes indispensables del conocimiento complejo.
(MORIN, CIURANA Y MOTTA, 2002)

La sonata 26 (Fundación Juan March, 2002), como metáfora de esta obra de conocimiento, suena en la travesía de un camino que se piensa, de un viaje que traza su rumbo a medida que se avanza. Este trazo es a la vez un ensayo del sujeto que se inventa y re-inventa, que se construye y de-construye constantemente. En esta travesía no hay recetas, sino experiencias, circunstancias y situaciones cambiantes, inciertas y complejas, en las que el sujeto y la sonata se ensayan, se ponen a prueba. La realidad, al igual que la existencia y la experiencia, es posibilidad de movimiento, de acción. Potenciar la realidad es construir realidades en distintas direcciones. No es posible disociar sujeto y realidad, pues, la realidad no es externa al sujeto: "una alienación en la forma actual de pensar se encuentra determinada por la tendencia (derivada de la influencia del método cartesiano) de investigar algo separado de nosotros y dotado de leyes propias en su independencia y autonomía" (Zemelman, 2007, p. 35)

Esta sonata se forja teniendo como horizonte la incertidumbre, el camino de despliegue y colocamiento del sujeto y la travesía que no disimula el reconocimiento de la antiquísima experiencia del viaje: "se vuelve, nos enseña la sabiduría que se desprende de los mitos, las tradiciones y las religiones, pero se regresa cambiado, el que regresa es otro. Aprendizaje: transfiguración. Si el camino es una trayectoria en espiral, el método ahora consciente de sí descubre y nos descubre distintos. Un regreso al comienzo de la travesía es precisamente, al mismo tiempo, la evidencia de la lejanía del comienzo. Es la revolución del aprendizaje" (Morin, Ciurana y Motta, 2002, p. 2). Esta sonata construye relaciones de conocimiento desde lo inacabado, lo informal, lo vago, lo difuso, es decir, desde donde es posible el nacimiento de espacios de creación y construcción del sujeto. La realidad es leída tanto como producto de la lógica del capital como de potencialidad, es decir, como inacabable pero construible: "el trasfondo es que los sujetos son la posibilidad de realidad; en otras palabras, que la realidad es sujeto" (Zemelman, 2007, p. 43).

El método de la sonata, su camino, no se reduce a un programa cuyos puntos de partida y de llegada están dados de antemano. Es, más bien, una posibilidad de transformación del sujeto y de la composición que se va ensayando y esbozando al caminar en busca de la complejidad, pues sólo una visión deficitaria reduce la dimensión múltiple del método a una actividad programática y a una técnica de producción de conocimiento (Morin, Ciurana y Motta, 2002).

La escritura de esta sonata se elabora en el caminar, en el ensayarse, en la actividad pensante del sujeto en experiencia vital, en la puesta en escena de notas, acordes, arpegios, ritmos y velocidades que se van escuchando y probando hasta encontrar la belleza y la solemnidad delicada de la composición. Esta sonata multitonal, abierta, crítica y multivariada, que suscita comprensiones y explicaciones de la pérdida de la relación hombre-naturaleza, opta por un método-trayecto, que se construye en la andadura-escritura-experiencia.

En cada línea de la partitura de esta sonata-apuesta, el sujeto (pero también la apuesta-obra-sonata) se transforma y enriquece. En su trasegar errante, se encuentra su emergencia y la constitución de significaciones inéditas en la organización del pensamiento desde la capacidad del sujeto escribiente y ensayante, para reconocer lo inacabado en una apertura de visión que permita su enriquecimiento y la posibilidad de crear nuevos horizontes (Mosquera, 2011).

El método de esta sonata considera los principios:

  • Sistémico u organizacional: Que relaciona el conocimiento de las partes con el conocimiento del todo y viceversa. En la sonata hay una coherencia-tonalidad que permite comprender su belleza en los tres momentos que la componen: los adioses, la ausencia y el retorno.
  • Hologramático: Cada parte contiene, al igual que el holograma, prácticamente la totalidad de la información del objeto representado, en toda organización compleja no solo la parte está en el todo sino también el todo está en la parte. Las tres partes que configuran la sonata (los adioses, la ausencia y el retorno) pueden escucharse aisladamente, porque cada una de ellas tiene su belleza y singularidad. Sin embargo, también pueden escucharse y concebirse como una única composición. En la ruptura de la relación del hombre con la naturaleza se pueden prever las consecuencias de una apuesta por la precisión del mundo y las tareas que habría que realizar para restaurarla. Y, a su vez, en las consecuencias de esta apuesta se pueden considerar la apuesta por la precisión del mundo y las posibilidades para la restauración de esta relación hombre-naturaleza. Finalmente, pero no por ello en último lugar, en el retorno se pueden analizar tanto las consecuencias de la pérdida de la relación del hombre con la naturaleza, como la apuesta por la precisión del mundo.
  • Retroactividad: Frente al principio lineal causa-efecto la sonata se sitúa en otro nivel, no solo la causa actúa sobre el efecto sino que el efecto retroactúa informacionalmente sobre la causa, lo que permite la autonomía organizacional del sistema. Esta sonata se puede escuchar-leer desde los adioses, la ausencia o el retorno. No hay un orden para su comprensión.
  • Recursividad: Los productos son necesarios para la propia producción del proceso. Es una dinámica auto-productiva y auto-organizacional. La sonata es, a la manera deleuziana, un cuerpo sin órganos, un organismo vivo auto-productivo y auto-organizacional, que no depende de la intención comunicativa, enunciativa o de sentido del autor.
  • Autonomía/dependencia: Este principio introduce la idea de proceso auto-eco-organizacional. Toda organización para mantener su autonomía necesita de la apertura al ecosistema del que se nutre y al que transforma. Esta sonata resuena en el contexto de las desgarraduras-sujetos que apuestan por un mundo distinto en y para la colocación de sujetos en humanidad expandida.
  • Dialógico: Este principio puede ser definido como la asociación compleja (complementaria / concurrente / antagonista) de instancias necesarias, conjuntamente requeridas para la existencia, el funcionamiento y el desarrollo de un fenómeno organizado.
  • Reintroducción del cognoscente en todo conocimiento: La sonata re-introduce el papel del sujeto observador/ computador/ conceptuador/ estratega en todo conocimiento. El sujeto no refleja la realidad, la construye por medio de principios.

Esta sonata explora respuestas al interrogante ¿qué concepción de ciudadanía ambiental emerge desde la racionalidad abierta, crítica y compleja para potenciar al sujeto y restaurar la relación hombre-naturaleza? Este interrogante crucial relaciona apuestas filosóficas-éticas-epistémicas en consonancia con la línea de investigación en desarrollo rural.

La urgencia de una sonata-ciudadanía ambiental para el rescate del sujeto y su colocación tiene como desafío proponer enfoques y estrategias para restaurar la relación del hombre con la naturaleza sin caer en argumentaciones-limitaciones puramente normativas, sino en la capacidad-apertura-libertad del sujeto para desplegar su siendo (Zemelman, 2007).

2. Desarrollo

2.1. Primer movimiento: Los adioses

¿Me pides que are la tierra. Tomar un cuchillo y desgarrar el pecho de mi madre? Entonces, cuando me muera, ella no me acogerá en su seno para descansar.
SMOHALLA

En este movimiento de la composición "ciudadanía ambiental" se presenta la pérdida de la relación del hombre con la naturaleza y cómo ésta, como categoría y concepto moderno, es considerada objeto, propiedad, datum (Noguera, 2004). Lo sustancial de la época moderna, la del positivismo victorioso y del nihilismo, es que cree que es una época de la praecisio mundi, del mundo sin metafísica y sin religión, donde el cosmos desacralizado es preciso, explicable, medible, expresable matemáticamente (Janke, 1988).

La despedida-pérdida-ruptura de la relación del hombre con la naturaleza contrasta con una sensibilidad animista que ve a la tierra como un dominio inalienable y casi sagrado, a la producción de alimentos como actividad espiritual y al consumo de alimentos como un ritual santificado (Bookchin, 1991). En distintas regiones del mundo las comunidades están estrechamente ligadas a su entorno, viven en comunión con él; las especies animales y vegetales no son conocidas más que porque son útiles, sino que se las declara útiles o interesantes porque primero se las conoce y se convive con ellas (Levi-Straus, 1997, p. 24).

Para Marx (1980), la libertad consiste en que el hombre regule racionalmente su intercambio orgánico con la naturaleza, pues, el trabajo como mediador material entre el hombre y la naturaleza, en la sociedad moderna, constituye la alienación total del hombre, ya que obedece a las leyes capitalistas de la producción de bienes (Rengifo, 1990; Rengifo, 1996; Giraldo, Quiceno y Valencia, 2011). Marx (2004), al desarrollar el materialismo histórico, muestra esta despedida-fractura-ruptura al ocuparse de la naturaleza, en la medida en que entra en la historia humana, haciendo hincapié en la calidad de la interacción metabólica entre la humanidad y la naturaleza a través de la producción (Foster, 2004, p. 181). Utiliza el concepto de "fractura" en la relación metabólica entre los seres humanos y la tierra para denotar el extrañamiento material de los seres humanos dentro de la sociedad capitalista.

El hombre, a través del trabajo, regula y controla su intercambio con la naturaleza, pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, bajo una forma útil para su propia vida. Al actuar sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su propia disciplina (Marx, 2004, p. 375).

El hombre es un ser universal y, por tanto, libre, que transforma constantemente la naturaleza porque ésta es no sólo un medio directo de vida sino a la vez el de su vida física y espiritual (Marx, 2004; Marx, 1980; Rengifo, 1996; Rengifo, 1990). La creación práctica de un mundo objetivo, la elaboración de la naturaleza inorgánica no obedece a la construcción de objetos para satisfacer necesidades inmediatas, el objeto del trabajo es la objetivación de la vida genérica del hombre, contemplándose a sí mismo en un mundo creado por él (Marx, 1980; Marcuse 1971; Marcuse, 1969; Rengifo, 1990; Rengifo, 1996).

La forma humana del producir se da como universalidad y totalidad. El hombre tiene un mundo objetivo dado respecto al cual puede comportarse de manera universal y libre, ya que, la totalidad del ser humano es concretada como "unidad del hombre y naturaleza a través de la objetivación práctico-histórico-social" (Marx, 1980; Marcuse, 1971, p. 28; Marcuse, 1980; Rengifo, 1990; Rengifo, 1996). Dicha unidad del hombre y la naturaleza, donde la naturaleza se encuentra con la historia del hombre, se convierte en "naturaleza humana" mientras que el hombre, por su parte, es siempre "naturaleza humana" (Marcuse, 1971).

El hombre produce la naturaleza entera y la transforma continuamente, a la par de su propia vida; no está en la naturaleza, ésta no es su mundo exterior frente al cual debe despojarse de su intimidad, sino que es naturaleza; la naturaleza es su manifestación, su obra y su realidad (Marcuse, 1971, p. 28).

Con el concepto de metabolismo Marx define la relación humana con la naturaleza a través del trabajo (Foster, 2004). El concepto de metabolismo adopta un significado ecológico específico y un significado social general. Marx lo utilizaba tanto para referirse a la interacción entre naturaleza y sociedad a través del trabajo humano, como para describir el conjunto de necesidades y relaciones, complejo, dinámico, interdependiente, que se originaba y se reproducía constantemente, en forma alienada, bajo el capitalismo, y también la cuestión de la libertad humana que suscitaba (Foster, 2004, pp. 244-245).

2.2. Segundo movimiento: La ausencia

En este movimiento de la composición "Los adioses" se presentan las consecuencias de la despedida-pérdida-fractura de la relación del hombre con la naturaleza (Escobar, 2007). El hombre moderno, apoyándose en los presupuestos de la ciencia y la técnica, logra poner el mundo a su disposición (Hoyos, 1989, p. 138). Sin embargo, en la sociedad de la despedida-pérdida-fractura de la relación del hombre con la naturaleza (es decir, en la sociedad capitalista), el sometimiento al hombre de las fuerzas de la naturaleza está acompañado de la alineación de la naturaleza que se manifesta en la división entre ciudad y campo (Marx, 2004; Foster, 2004, p. 218). Las nefastas consecuencias de una despedida-pérdida-fractura y una actitud objetiva y precisa con la naturaleza ha conducido al hombre a un punto de no retorno (Hoyos, 1989, p. 138).

A pesar del desarrollo científico y tecnológico en la agricultura, el capital es incapaz de mantener las condiciones necesarias para el reciclaje de los elementos constituyentes del suelo (Foster, 2004, p. 242). El énfasis de Marx y Engels en la disolución de la contradicción entre la ciudad y el campo les permitió ver el problema ecológico de la sociedad capitalista y formular la necesidad de crear una sociedad sostenible (Foster, 2004, p. 219).

Marx (1980) no consideraba la alienación como destino fatal del hombre sino como resultado de formas específicas de organización social, económica y política. El universo ampliado de la explotación, del dominio del hombre sobre la naturaleza, solo puede incrementarse a merced de la libertad humana; la sociedad está sujeta a una racionalidad tecnológica dócil a los requerimientos del capitalismo. Por eso, el proceso tecnológico tiende a la mecanización y a la normalización y no a la liberación del hombre (Sánchez, 1999; Marcuse, 1968; Rengifo, 1996).

La despedida-modernas formas del hombre hacer presencia en el mundo-convierten a la naturaleza en objeto de cálculo científico para apropiarse de ella, dominarla y ponerla a su servicio (Descartes, 1977, p. 63). Esta apropiación-despedida del mundo convierte al ser humano en un objeto de la dominación que reproduce los valores del sistema capitalista. La organización total de la sociedad convierte al hombre en un ser que sucumbe ante el mundo fetichizante de la mercancia y afirma ese mundo como lo cierto, lo coherente, lo establecido (Sánchez, 1999).

Las condiciones materiales impuestas por el sistema capitalista generan frustración, miedo, neurosis e infelicidad (Guattari, 1993). La racionalidad de la represión organizada, en la sociedad de consumo, no permite satisfacer las necesidades vitales de los individuos, lo cual procura la acumulación de una reserva aterradora de violencia en la vida cotidiana (Marcuse, 1971). De esta manera, el capitalismo determina la vida de los hombres y mujeres, modela la naturaleza y la sociedad a su propia imagen (Quijano, 2006).

Con el concepto de fractura metabólica en la relación entre la ciudad y el campo, entre los seres humanos y la tierra, Marx penetra hasta las raíces de la "segunda revolución cultural", que se produce en el capitalismo de su época, y la crisis de la agricultura que estuvo relacionada con ella, lo que le permitió desarrollar una crítica de la degradación medio ambiental (Foster, 2004, p. 221). La producción capitalista desarrolla la técnica y el grado de combinación del proceso social de producción socavando simultáneamente las fuentes originales de toda riqueza: el suelo y el trabajador (Marx, 2004; Foster, 2004, p. 241).

La respuesta oficial a esta ausencia-crisis civilizatoria o crisis de modernidad se lleva a cabo por estructuras globales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) que han elaborado un discurso ecotecnocrático de la sostenibilidad que presenta los problemas ecológicos y sociales como susceptibles de ser solucionados por la extensión de la ciencia convencional, la tecnología industrial y las "estructuras democráticas" a todo el planeta (Sevilla, 2006, p. 203, citado por Giraldo, Quiceno y Valencia, 2011). La ciencia convencional, la tecnología industrial y las llamadas "estructuras democráticas" juegan un papel limitado en la resolución de estos problemas de la humanidad, pues reclaman un contexto independiente de la cultura y de la ética (Sevilla, 2006, p. 204, citado por Giraldo, Quiceno y Valencia, 2011).

La respuesta oficial considera que un ciudadano ambiental es aquel que se interesa por y exige sus derechos ambientales, y, a la vez, está dispuesto a ejercer su propia responsabilidad ambiental (Pnuma, 2005). Desde esta óptica, la ciudadanía ambiental es un

...concepto que parte del concepto explícito de los derechos y responsabilidades de cada actor social frente al medio ambiente, así como de dos nociones claves involucradas en el concepto del ciudadano: igualdad y participación. La Ciudadanía Ambiental Global sugiere no solo el hecho de ser ciudadanos de un país, sino que somos ciudadanos globales. La Ciudadanía Ambiental Global describe las obligaciones éticas que nos vinculan tanto con la sociedad como con los recursos naturales del planeta de acuerdo con nuestro rol social. La Ciudadanía Ambiental Global significa adquirir un mejor conocimiento del medio ambiente y utilizar esa información y conocimiento del medio ambiente como herramienta para una acción ambiental ciudadana responsable, tanto individual como colectiva. La evolución de la vida en sociedad que revaloriza el contenido de la relación político-social entre individuos y grupos, en la perspectiva de construir un nuevo pacto social en el que el ambiente sea un factor básico a preservar y, con ello, asegurar la sobrevivencia de la propia sociedad (Pnuma, 2005).

En América Latina, el concepto más difundido de ciudadanía es el que enfatiza en el reconocimiento de derechos y deberes, el cual tiene tres componentes claves: la asignación de derechos, el papel preponderante del Estado-nación y la pertenencia al Estado-nación (Gudynas, 2009, p. 59). A partir de esta postura clásica de la ciudadanía, que se origina en el pensamiento de Thomas H. Marshall en la Universidad de Cambridge en 1949 y legitima una concepción de la ciudadanía que propone derechos a los individuos y les impone también responsabilidades, evolucionan los derechos de ciudadanía desde sus orígenes civiles hasta los derechos sociales (Sojo, 2002; Barry, 2006).

La perspectiva ambiental se va incorporando a esta postura clásica de la ciudadanía como un derecho nuevo, que hace parte de los llamados derechos económicos y sociales, o de tercera generación (Gudynas, 2009, p. 60; Sojo, 2002; Barry, 2006; Aldana, 2010). Este concepto clásico de ciudadanía basada en derechos, encuentra limitaciones frente a la diversidad cultural latinoamericana:

diferentes pueblos indígenas o grupos campesinos conciben de otra manera a los sujetos sociales y a la acción política; el ejercicio y la promoción de la justicia son muy distintos, y sus relaciones con el ambiente son parte esencial en las cosmovisiones. (Gudynas, 2009, p . 75).

Las posturas oficiales y/o clásicas de la ciudadanía ambiental, arraigadas en la cosmovisión occidental de la polis y del Estado-nación, reflejan un dualismo que separa al ser humano de la naturaleza.

2.3 2.3 Tercer movimiento: el retorno

En las palabras esenciales de la lengua cae en el olvido lo que dicen propiamente. El secreto de ese proceso apenas lo ha meditado el hombre. La lengua quita al hombre su decir sencillo y elevado. Pero con esto no cesa su primitiva sugestión, solamente calla. El hombre ciertamente omite considerar este mutismo.
(HEIDEGGER, 1995 )

Construir es una actividad fundamental del hombre. El hombre construye al reunir espacios y así da forma al espacio. Construyendo responde a la esencia de su tiempo. Nuestro tiempo es el de la técnica. La nota de nuestro tiempo es el desarraigo.
(HEIDEGGER, 1995 )

En este movimiento sobre el retorno-reencantamiento de la ciudad y del mundo, se expone la idea de la constitución de un sujeto-ciudadano ambiental erguido, con consciencia histórica de sí y de sus circunstancias, que es capaz de re-encantar la ciudad y concebirla desde otras miradas distintas a la hegemónica de la modernidad y del capital, es decir, más allá de los acontecimientos que acompañan el nacimiento de la época moderna: dicotomía campo-ciudad, despliegue de una móvil sociedad civil y un sistema económico capitalista, nacimiento del moderno aparato Estado-Nación, democracia y Derechos Humanos como núcleo de aspiración universal de ética pública y fundamento del Estado Constitucional, identidad como construcción del yo, ser humano como objeto del Derecho y ciudadanía que asume a la persona como un sujeto jurídico y no como un ser constitutivo (Sarmiento, 2002, p. 96).

La idea de ciudadanía ambiental propuesta en esta sonata conduce a potenciar al individuo desde sus condicionamientos, a fortalecer al sujeto-ciudadano que se oculta detrás de los atributos del proyecto occidental moderno, cuidando de no reducirlo a los controles y determinaciones que le impone la lógica del capital. Se trata, por tanto, de la constitución de un sujeto erguido-ciudadano ambiental en ruptura con los parámetros y convenciones de la modernidad, que puede verse a sí mismo en todas sus posibilidades y horizontes, sin caer en argumentaciones meramente normativas (Zemelman, 2007).

No es posible un pensamiento ambiental complejo donde las formas de vida se miren como naturaleza en sentido homogéneo y singular, como esa naturaleza de la modernidad, es decir, como esa naturaleza exterior, reductible a las cifras del mundo matematizado por un sujeto matemático
(NOGUERA, 2004: 122)

La ciudad moderna, tallada a imagen y semejanza del capital, requiere ser desarmada (en tanto que imagen establecida) para descubrir lo inédito, el misterio y las múltiples posibilidades que tienen los individuos para construir realidades no parametralizadas. En este desarrollo de la potencialidad humana es posible avanzar hacia el mar abierto, hacia la vastedad y la apertura, rechazando los absolutos, las verdades establecidas, las certezas de la modernidad y la pesadumbre del cierre que nos atrapa a través del acto de recuperación del sujeto que se asume y transforma las verdades en misterio, en enigmas. A este acto Noguera (2004) lo denomina complejidad rizomática de lo urbano, es decir, a la disolución de las categorías y conceptos rectores de la modernidad, como razón, estado, sociedad, individuo, región, nación y se abre paso a lo inestable, lo fugaz, lo híbrido, lo múltiple y lo complejo.

La ciudadanía ambiental consiste en un potenciamiento del sujeto en humanidad expandida para romper con el empobrecimiento de los parámetros, convenciones e imaginarios de la ciudad, la sociedad y el mundo y afrontar sus horizontes posibles en la realidad contextual en la que se despliega, es decir, en su mundo de vida, en su cotidianidad. El sujeto-ciudadano ambiental se coloca ante sus circunstancias, remplaza la visión unidimensional y lineal del mundo de vida, desafían la lógica del capital y construye una lógica de la afirmación de la vida, de despliegue del sujeto, de apertura de los límites hacia horizontes de posibilidad, a potencialidades posibles de activarse por el sujeto (Arteaga, 2009).

Un sujeto-ciudadano ambiental comprende los fenómenos ambientales como densas relaciones entre los sistemas culturales urbanos y los ecosistemas desde una perspectiva que concibe la complejidad ambiental y de-construye los discursos racionalistas de lo urbano: "No es posible un pensamiento ambiental complejo, donde las formas de vida se miren aún como naturaleza en sentido homogéneo y singular, como esa naturaleza de la modernidad, es decir, como esa naturaleza exterior, reductible a las cifras del mundo matematizado por un sujeto matemático" (Noguera, 2004, p. 122).

En este camino-andadura-propuesta para el reencantamiento del mundo (Noguera, 2004) y nuestro habitar mítico y poético la tierra (Janke, 1988) se encuentran conceptos como el de morar de Heidegger (1995), quien después de una larga pausa de retiro, reapareció dentro del «Coloquio» sobre arquitectura celebrado en Darmstadt a fines del año 1951. El autor de El ser y el tiempo, disertó sobre «construir, morar, pensar». En la disertación, que hace parte de la preocupación filológica del filósofo alemán y es una parte de su estilo de filosofar, se ocupa de la palabra "morar", la cual tiene muchas connotaciones.

"Morar" se deriva de la vieja palabra nórdica dvelja, que significa quedar, permanecer. Heidegger relaciona la palabra alemana whonen a bleiben y sich aufhalten y menciona que en el antiguo sajón wunon, wunian significan, como la vieja palabra bauen, quedar, demorar; la palabra alemana friede significa estar libre, protegido de los peligros y daños. El construir, como morar, como estar en la tierra, como cultivar, como cuidar, como erigir, no es ninguna fabricación, construir es propiamente morar, el morar es la manera como los mortales están sobre la tierra, "el construir como morar se desarrolla en un construir que cuida, a saber, el crecimiento; y en un construir que erige edificios"(Heidegger, 1995, p. 9).

Así conduce Heidegger al camino de la pregunta: ¿hasta dónde pertenece el construir al morar?; para responderla se limita al construir, en el sentido de la edificación de cosas, y, se plantea la pregunta: ¿qué es una cosa construida? Para su reflexión se sirve de un puente como ejemplo. El puente es una cosa que permite un paraje, pero sólo lo que es en sí un lugar puede espaciar un paraje. El lugar no existe antes del puente; el puente no llega a estar primero en un lugar, sino que del puente mismo nace el lugar.

El sitio y el camino que se determinan por este paraje forman un espacio. Lo que la palabra «espacio» nombra, lo dice su vieja significación, Rum, sitio libre para poblar y almacenar, espacio es lo esencialmente espaciado y que deja entrar en su límite; los espacios reciben su esencia de los lugares y no del espacio. El espacio no se opone al hombre, el espacio no está por un lado y el hombre por el otro, no hay el hombre y además el espacio.

El construir produce lugares, su esencia es el dejar morar; por eso, el espacio es creado por la forma como el hombre habita entre el cielo y la tierra. Cuando el hombre construye deja su impronta «sobre la tierra», que significa «bajo el cielo» e implica a «los divinos» y a «los mortales», pues, los cuatro pertenecen a una unidad originaria. A esta unidad Heidegger la llama el cuadrado; los mortales están en el cuadrado al morar, «en la salvación de la tierra, la aceptación del cielo, aguardar los divinos, en acompañar a los mortales, se produce el morar como el cuádruple trato considerado del cuadrado» (Heidegger, 1995: 11). Los mortales cuidan y cultivan las cosas crecientes y edifican las cosas que no crecen, el morar, en tanto que salva el cuadrado en las cosas es, como este salvar, un construir.

Consideraciones finales

La sonata-composición ciudadanía ambiental es un esfuerzo por construir-ampliar horizontes de posibilidad, significaciones del sujeto-ciudadano ambiental en su empeño por hacerse presente activamente en su contorno (Zemelman, 2007: 49). La realidad es una construcción del sujeto desde su despliegue histórico-existencial, desde su cotidianidad y capacidad para colocarse ante las circunstancias y trascender sus opciones de desenvolvimiento.

El sujeto-ciudadano ambiental no se encuentra atrapado en una realidad definida por la lógica del capital. El sujeto-ciudadano ambiental trastoca estas determinaciones y las convierte en imprevisibilidades, en posibilidades inéditas para lo humano en expansión. El sujeto-ciudadano ambiental convierte las determinaciones en circunstancias aciagas que eclosionan con eventualidad y contingencia. Afronta los desafíos de la incertidumbre de colocarse ante las circunstancias, ante el porvenir, ante lo indeterminado que resuena en el sujeto actuante, pensante, sintiente, que rompe con lo codificado que se impone como parámetro (Arteaga, 2009).

El sujeto-ciudadano ambiental no está determinado; su posición, su lugar en el mundo no están dados de antemano. El ciudadano ambiental organiza y tensiona sus condiciones, su realidad y las traduce en prácticas de elaboración, avanzando hacia la búsqueda de sentidos en el marco de unos parámetros distintos a los de la lógica capitalista para, así, abrirse a un horizonte de posibilidades como desafío para su despliegue (Zemelman, 2007, p. 59).


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