Para la elaboración de esta editorial de la revista Entramado, se aborda uno de los significados más importantes de la palabra epistemología, el de tratado o la doctrina del conocimiento, que la Modernidad enmarca en el conocimiento científico elaborado por el sujeto (yo pienso), sobre el objeto (cosa medible), a través de operaciones matemáticas como la inducción, la deducción, la demostración y /o la cuantificación. Descartes, considerado el padre del racionalismo, piensa que la única fuente fidedigna de conocimiento es la razón. Subestima a la experiencia como fuente de conocimiento.

Descartes, en medio de la guerra, frente al Danubio, llega a una gran intuición: la filosofía no tiene método, pero la geometría sí. Entonces, toma el método de la geometría y lo aplica en la filosofía, con el fin de determinar procesos del pensamiento filosófico bajo las condiciones de claridad y distinción como pasa con la geometría. Toma el método del geómetra y se lo aplica a la filosofía; acción que adelanta en sus obras Reglas para la dirección del espíritu y en El Discurso del método.

Al método cartesiano instaurado en la modernidad sobre el conocimiento científico donde el sujeto (yo pienso) está sobre el objeto (cosa medible) Kant agregó a la discusión sobre la forma de conocer, que la realidad no se limita al ámbito del conocimiento sino también al ámbito de la acción. Con esto, Kant reconcilia a empiristas y racionalistas. Ahora, es la razón el instrumento del que nos servimos para conocer y la facultad que orienta y guía nuestra acción. Así, la razón es para Kant una doble expresión activa: práctica y teórica. Para cada una de ellas elabora un libro, Crítica de la razón pura y Crítica de la razón práctica. La respuesta de Kant a la pregunta ¿cómo es posible el conocimiento? consiste en la reconciliación entre el racionalismo y el empirismo. Según Kant, todo nuestro conocimiento comienza en la experiencia, pero no todo conocimiento procede de la experiencia. Al reconciliar empiristas y racionalistas, Kant lo que afirma, por un lado, es la acción humana del razonar con una génesis que le es natural: sin experiencia no hay conocimiento; Y, por otro lado, no toda experiencia deviene conocimiento; sin embargo, sea en un sentido o en el otro, el sujeto que conoce, en la acción misma del conocer deja sin oportunidad de división lo experimentado del mismo ejercicio de la razón, hasta que fluye el acto del conocimiento.

Al igual que Descartes y Kant, Husserl también intenta darle un método propio a la filosofía. El método cartesiano le sirve a Husserl como inspiración para montar el método fenomenológico. Para Husserl la fenomenología es la ciencia de las esencias. La esencia es la verdad de cada cosa. Llegar a la esencia de una cosa es algo muy difícil. El conocimiento puede ser verdadero, pero es preciso quitar el a priori. En Husserl el fenómeno es la representación que la conciencia hace del objeto. No es el objeto en sí, sino la interpretación que tenemos de él. Esta idea la toma Husserl de Kant. La reducción fenomenológica de Husserl consiste en quitar el filtro con el que leemos la realidad. Husserl cree que es posible llegar a la esencia de las cosas a pesar de los prejuicios, de los sentidos, de la sensibilidad, de la corporeidad. Husserl elabora un método para pasar de la vivencia individual a la formulación filosófica. La fenomenología es un método para captar la esencia de los fenómenos y, en tanto esencia de los fenómenos es la comprensión misma de la realidad.

Son Descartes, Kant y Husserl tres expresiones de la preocupación humana por no solo explicar el cómo conoce el hombre sino también el valor que es posible aportar a los conocimientos que define como tales. Si en algún periodo de la historia se araña la enciclopedia para intentar asir la confianza en el conocimiento del hombre y sus formas de conocer es la presente. Si bien cada momento de la historia ha presentado retos a la humanidad, pareciera que en el presente tales se multiplican no solo por el acontecimiento global de confinamiento, sino también por las formas de mercantilizaciones de los saberes a través de los medios digitales y de las legislaciones que hacen del saber la oportunidad de lucro para unos pocos.

Hablar entonces de la ciencia y su método en un contexto de pandemia y referir su historia para traer el peso de lo que significa pensar las apuestas de la ciencia y los Estados frente a la realidad que compromete lecturas diríase virtuales de la realidad, a propósito del confinamiento al que está sometida la humanidad por la presencia del Coronavirus SARS-CoV-2 resulta un imperativo categórico inaplazable.

Durante el año 2020 el COVID-19 puso al desnudo las desigualdades sociales en el Planeta y la inviabilidad de un sistema de producción hegemónico que genera pérdida de la biodiversidad, contaminación de los suelos, desaparición de las culturas y conflictos socioambientales. En cada uno de estos aspectos se presentan enormes desafíos para la ciencia, la tecnología, la innovación y los procesos de creación. Si bien es cierto estas problemáticas no son novedosas, sí lo es el que cada vez más se agudicen y que las propuestas científicas que se presentan para solucionarlas no logren sino ahondarlas. El valor de la producción científica está validado oficialmente por el impacto que tiene. Este impacto, sin embargo, es medido principalmente a través de las citaciones en índices bibliográficos, en bases de datos y/o sistemas de indexación. Los saberes situados, los saberes de la gente, los saberes de las comunidades que están afrontando en contexto las problemáticas sociales, ambientales, culturales y políticas son muy importantes. Y no únicamente como objetos de estudio.

En el ámbito de la comunicación de la producción científica existen las capacidades de interacción con estos contextos, con las comunidades, con diferentes sectores de negocios y con los grupos de interés de la producción científica. Están a disposición de investigadores, de universidades, de centros de investigación y de las revistas científicas, recursos transmediáticos que permiten a las publicaciones científicas contar con las narrativas y formas de expresión propias de esos espacios y/o escenarios. Los artículos, los capítulos y libros de investigación, las notas científicas y los Working Paper, tienden a ser impactados por los desarrollos que ofrecen las 5G, el Big Data, la Inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas. Actualmente, los artículos pueden elaborarse combinando diferentes recursos (por ejemplo, ampliación de un concepto a través de un podcast, poner a disposición de los lectores las entrevistas realizadas en una investigación en formato mp3, mostrar acciones colectivas o evolución de variables biológicas a través de videos, entre otros). El uso de diferentes recursos permite comunicar de una manera más profunda y completa los resultados de las investigaciones, incluyendo además de las reflexiones de los investigadores, los actores sociales, los contextos geográficos y las situaciones ambientales, culturales y políticas; sin embargo, tales recursos no son empleados en los artículos publicados, toda vez el fin que se impone a las editoriales no se centra en el aporte de conocimiento a la sociedad, sino en el impacto por citación.

Los debates en torno al objeto de la ciencia, su método y la valoración de un conocimiento como verdadero, pareciera que han perdido la rigurosidad con la que lo abordaron en su momento los pensadores Descartes, Kant y Husserl. Hoy por hoy, la Big data concentra el interés de lectura de la humanidad a la vez que la envuelve entre diásporas de datos que se torna inconmensurable y volátil al punto de insuficiente para volver a la humanidad misma de la que emergió.