1. Introducción
La cadena de valor agrícola involucra agentes interconectados que realizan operaciones secuenciales para producir, transformar y comercializar productos alimentarios, adaptándose a las tendencias del mercado y al entorno específico (Ferranti, 2019); generando vínculos entre productores y clientes, facilitando la coordinación del flujo de materiales y relaciones laborales en el sector agrícola y revolucionado la producción y especialización (Boshkoska et al., 2019). El comercio de bienes intermedios y Anales ha aumentado, liderado por Europa y Asia, y con progresos notables en economías emergentes de América del Sur (OECD, 2020). La urbanización ha extendido estas cadenas, con una proliferación de actores en entornos urbanos y rurales, la coordinación vertical, a través de diversas relaciones, es esencial en los mercados tradicionales (IFAD, 2016), y la combinación de transacciones entre agentes define el contenido tecnológico del sistema, impulsando investigaciones en agronegocios (Leo, Camboim, Avila, Reichert y Zawislak, 2022).
En el ámbito social agrícola, se observan interacciones complejas entre actores involucrados en la agricultura, tanto directa como indirectamente. Los agricultores, como propietarios o administradores de tierras, interactúan con otros actores en relaciones comerciales y sociales que incluyen familiares y comunidades locales, todo dentro de un marco de normas y tradiciones. Además, el flujo de conocimientos en la cadena agrícola, desde la producción hasta la distribución, es crucial para la eficiencia y el valor agregado, dependiendo de la adopción de nuevas tecnologías para mejorar la competitividad (Janker, Mann, y Rist, 2019; Boshkoska et al., 2019; Rohit, 2023). Las pequeñas parcelas, que suman más de 570 millones mundialmente y ocupan solo el 12% de las tierras cultivables, son cruciales para el desarrollo rural. A pesar de su importancia, suelen estar desconectadas de las agrocadenas y carecen de tecnologías avanzadas, por ende, la adopción de herramientas para mejorar la producción, competitividad y reducir costos, mediante sistemas inteligentes y basados en datos puede ser una opción positiva (Lowder, Skoet, y Raney, 2016; Fasoyiro y Taiwo, 2012; Kamble, Gunasekaran, y Sharma, 2020; Lezoche, Hernandez, Alemany, Paneto, y Kacprzyk, 2020; Chen, Li y Li, 2020).
Jacobi et al. (2019) y Komarek, De Pinto, y Smith (2020) identifican riesgos en la agricultura que afectan rendimientos e ingresos, clasificándolos en socioculturales, político-económicos, ambientales, tecnológicos y personales. Estos incluyen desafíos como clima adverso, plagas, volatilidad de precios, cambios en políticas y salud del productor. Dichos riesgos no solo impactan al agricultor, sino que repercuten en toda la cadena productiva.
En general, la cadena de valor en el sector agrícola es crucial para mejorar los ingresos y la calidad de vida de los agricultores, especialmente en regiones donde la agricultura es la principal fuente de subsistencia. En el caso de los productores de café, estrategias de marketing pueden ayudar a mejorar el acceso al mercado y garantizar una producción sostenible, aunque enfrentan desafíos como la falta de valor agregado y prácticas de gestión deficientes (Mehrez, Khemira, y Mohammed Medabesh, 2023). Además, en Tanzania, la producción de arroz por pequeños agricultores es rentable, pero enfrenta desafíos como la infraestructura de agua y la comercialización, por lo que se recomienda mejorar estos factores para aumentar la rentabilidad (Mauki, Jeckoniah y Massawe, 2023). La participación en contratos agrícolas también puede ser beneficiosa para pequeños agricultores, aunque puede transferir riesgos a su favor (Mwambi, Oduol, Mshenga, y Saidi, 2016). Los anteriores ejemplos resaltan la importancia de intervenciones en la cadena de valor para mejorar el bienestar económico de los hogares rurales.
Ahora bien, la sostenibilidad de la cadena de valor es esencial para el bienestar de los agricultores y sus comunidades. En África Central, productos forestales no maderables como el njansang son cruciales para la subsistencia, pero su sostenibilidad está amenazada por la sobreexplotación (Ndumbe, Ingram, Tchamba, y Nya, 2019). Nuevamente en Tanzania, la participación en el mercado de pequeños productores de cereales se ve afectada por factores de la cadena de suministro, por lo que se recomienda mejorar la infraestructura y promover la comercialización colectiva (Siwandeti, Israel, y Mahuwi, 2023). Además, en Filipinas, el empoderamiento de mujeres y hombres en las cadenas de valor agrícolas es desigual, afectado por estereotipos de género, lo que sugiere la necesidad de políticas inclusivas (Malapit et al., 2020). Estos estudios destacan la necesidad de intervenciones que mejoren la sostenibilidad y el empoderamiento en las cadenas de valor agrícolas para asegurar un desarrollo económico más equitativo.
A continuación, se describe la metodología empleada en el estudio. Los resultados se dividen en dos partes: primero, la revisión bibliométrica y, posteriormente, la revisión de contenido realizada a partir de los artículos seleccionados tras un proceso de cribado. La discusión y las conclusiones se presentan de manera integrada.
2. Materiales y métodos
Se realizó una revisión semisistemática de la literatura de publicaciones disponibles desde 2016 hasta inicios de abril de 2024 (la revisión se realiza hasta el 1 de abril de 2024) y se considera el protocolo PRISMA. El estudio incluyó los documentos extraídos de la base de datos de Scopus utilizando "agricultural value chain" como elemento de búsqueda. Los criterios de inclusión se concentraron en artículos en revista a partir de 2014. La búsqueda generó 396 documentos, el proceso de cribado se llevó a cabo en dos fases, en la primera se excluyen artículos sin ninguna relación o duplicados presentes (N=310); un segundo filtro se realiza por revisión del documento (N=31), dejando un total de 55 artículos para ser analizados en el estudio, tal como se observa en la Figura 1.
El manejo de bases de datos robustas brinda una amplia cobertura de publicaciones académicas, aunque pueden ofrecen variaciones en calidad y consistencia de datos e información, el protocolo PRISMA contribuye a la consistencia y precisión en la selección y análisis de los artículos incluidos en el estudio, donde el proceso de cribado en dos fases ayuda a minimizar la variabilidad y a maximizar la fiabilidad al excluir artículos poco relevantes y duplicados, lo que deriva en un conjunto de datos más coherente y confiable para el análisis.
3. Resultados y discusión
3.1. Análisis bibliométrico
En este estudio se revisaron 55 artículos publicados desde 2016 hasta abril de 2024. El 2023 fue el año con más publicaciones (15), seguido por 2022 (12). El 2020 destacó por tener el mayor número de citaciones (134), con el artículo de Mwambi et al., (2016) a la cabeza (87 citaciones), German, Bonanno, Foster, y Cotula. (2020) con 55, y Rutherford, Burke, Cheung, y Field. (2016) y McMullin et al. (2019) con 37, con relación a los autores. La mayoría de los trabajos sin citaciones provienen de 2023 y 2024, sumando el 92,85% del total, debido a su reciente publicación que limita su visibilidad y citaciones (ver Figura 2.A). Ahora, por ubicación geográfica del estudio, la Figura 2.B muestra la distribución, siendo Etiopía el área geográfica donde se llevan a cabo más investigaciones.
En el análisis de los 55 artículos distribuidos en 39 revistas, las que más contribuciones tienen son "Outlook on Agriculture" con 5 artículos, "World Development" con 4, y tanto "Cogent Food & Agriculture" como "International Journal of Rural Management" con 3 cada una. "World Development" lidera en citaciones con 98, mientras que "Food Security" sigue con 40. En cuanto al factor de impacto, "Sustainable Production and Consumption" se destaca con un índice de 12.1, seguido por "Technological Forecasting & Social Change" con 12.0 y "Journal of Business Research" con 11.3. Según Scimago, el 67% de los artículos se clasifica en Q1, el 22% en Q2 y el 11% en Q3. Con relación a editoriales, los artículos se distribuyen principalmente entre Science Direct con 28, SAGE con 14, Taylor & Francis con 9, Springer Link con 8, y tanto Emerald Insight como BioMed Central Ltd. con 2 artículos cada uno (ver Tabla 1).
Tabla 1 Análisis de artículos por revista Journal
| Journal | Autores | Citaciones | Factor de Impacto | Base de datos | Categorización Scimago |
|---|---|---|---|---|---|
| Journal of Agribusiness in Developing and Emerging Economies | (Mwambi et al., 2016) | 87 | 1,98 | Emerald Insight | Q1 |
| World Development | (German et al., 2020) | 55 | 6,90 | Science Direct | Q1 |
| Food Security | (McMullin et al., 2019) | 37 | 6,70 | Springer Link | Q1 |
| World Development | (Rutherford et al., 2016) | 37 | 6,90 | Science Direct | Q1 |
| Journal of Rural Studies | (Malapit et al., 2020) | 36 | 5,10 | Science Direct | Q1 |
| Technological Forecasting & Social Change | (Varella et al., 2021) | 26 | 12,00 | Science Direct | Q1 |
| Cogent Food & Agriculture | (Tarekegn et al., 2020) | 16 | 2,00 | Taylor & Francis | Q2 |
| Journal of Business Research | (Dung et al., 2021) | 14 | 11,30 | Science Direct | Q1 |
| Cogent Food & Agriculture | (Gebre et al., 2020) | 13 | 2,00 | Taylor & Francis | Q2 |
| Agricultural Systems | (Klingenberg et al., 2022) | 13 | 6,60 | Science Direct | Q1 |
| Food Policy | (Ola y Menapace, 2020) | 12 | 6,50 | Science Direct | Q1 |
| Outlook on Agriculture | (Donovan et al., 2021) | 11 | 3,00 | SAGE | Q1 |
| World Development | (Nuhu et al., 2021) | 11 | 6,90 | Science Direct | Q1 |
| Cogent Food & Agriculture | (Mossie et al., 2020) | 9 | 2,00 | Taylor & Francis | Q2 |
| Forests, Trees and Livelihoods | (Ndumbe et al., 2019) | 9 | 2,50 | Taylor & Francis | Q2 |
| Food Security | (Strecker et al., 2022) | 7 | 6,70 | Springer Link | Q1 |
| Journal of Stored Products Research | (Ellis et al., 2020) | 6 | 2,70 | Science Direct | Q1 |
| Agroforestry Systems | (Nigussie et al., 2019) | 6 | 2,20 | Springer Link | Q1 |
| Outlook on Agriculture | (Wehmeyer et al., 2022) | 6 | 3,00 | SAGE | Q1 |
| Journal of Agriculture and Food Research | (Wosene y Gobie, 2022) | 6 | 3,80 | Science Direct | Q1 |
| Land Use Policy | (Carias et al., 2022) | 5 | 7,10 | Science Direct | Q1 |
| Sustainable Production and Consumption | (Deka y Goswami, 2022) | 5 | 12,10 | Science Direct | Q1 |
| Agriculture & Food Security | (Mossie et al., 2021) | 5 | 3,91 | BioMed Central Ltd. | Q1 |
| International Journal of Fruit Science | (Tarekegn y Kelem, 2022) | 5 | 2,40 | Taylor & Francis | Q2 |
| World Development | (Villalba et al., 2023) | 4 | 6,90 | Science Direct | Q1 |
| Journal of the Saudi Society of Agricultural Sciences | (Hassen Mehrez et al., 2023) | 3 | 5,91 | Science Direct | Q1 |
| Development in Practice | (Makuya et al., 2017) | 3 | 1,20 | Taylor & Francis | Q2 |
| Agricultural Systems | (Torres-Avila et al., 2022) | 3 | 6,60 | Science Direct | Q1 |
| The European Journal of Development Research | (Ajwang, 2020) | 2 | 2,50 | Springer Link | Q1 |
| Agronomy for Sustainable Development | (Alexandre et al., 2023) | 2 | 7,83 | Springer Link | Q1 |
| Outlook on Agriculture | (Cavite et al., 2023) | 2 | 3,00 | SAGE | Q1 |
| The Journal of Development Studies | (Dürr, 2017) | 2 | 2,90 | Taylor & Francis | Q1 |
| Outlook on Agriculture | (Mayanja et al., 2022) | 2 | 3,00 | SAGE | Q1 |
| Journal of Agribusiness incDeveloping and Emerging Economies | (Pérez y Gómez, 2022) | 2 | 1,98 | Emerald Insight | Q1 |
| Cogent Business & Management | (Rahman et al., 2022) | 2 | 3,00 | Taylor & Francis | Q2 |
| Journal of Biosystems Engineering | (Rubagumya et al., 2023) | 2 | 1,98 | Springer Link | Q2 |
| Land Use Policy | (Schoneveld y Weng, 2023) | 2 | 7,10 | Science Direct | Q1 |
| International Journal of Rural Management | (Begho & Begho, 2023) | 1 | 1,43 | SAGE | Q3 |
| Evaluation Review | (Nguyen et al., 2023) | 1 | 0,90 | SAGE | Q2 |
| International Journal of Rural Management | (Trivedi et al., 2023) | 1 | 1,43 | SAGE | Q3 |
| Forest Policy and Economics | (Zuberi et al., 2024) | 1 | 4,00 | Science Direct | Q1 |
| Agriculture & Food Security | (Chrisendo et al., 2023) | 0 | 3,91 | BioMed Central Ltd. | Q1 |
| Industrial Crops & Products | (Gniza, 2024) | 0 | 1,43 | SAGE | Q3 |
| International Journal of Rural Management | (Gniza, 2024) | 0 | 1,43 | SAGE | Q3 |
| Big Data & Society | (Hackfort et al., 2024) | 0 | 8,50 | SAGE | Q1 |
| Food and Bioprocess Technology | (Hasan et al., 2024) | 0 | 5,60 | Springer Link | Q1 |
| African Journal of Science, Technology, Innovation and Development | (Houessou et al., 2022) | 0 | 1,27 | Taylor & Francis | Q3 |
| World Development Perspectives | (Jacobi et al., 2024) | 0 | 1,90 | Science Direct | Q2 |
| Management and Labour Studies | (Kabi et al., 2023) | 0 | 0,82 | SAGE | Q3 |
| European Urban and Regional Studies | (Kłoczko-Gajewska et al., 2023) | 0 | 3,10 | SAGE | Q1 |
| Erwerbs-Obstbau | (Macit y Abaci, 2023) | 0 | 1,30 | Springer Link | Q3 |
| Heliyon | (Mauki et al., 2023) | 0 | 4,00 | Science Direct | Q1 |
| Outlook on Agriculture | (Rambiki et al., 2024) | 0 | 3,00 | SAGE | Q1 |
| Global Business Review | (Siwandeti et al., 2023) | 0 | 2,40 | SAGE | Q2 |
| SAGE Open | (Yu y Gambrah, 2024) | 0 | 2,00 | SAGE | Q2 |
Fuente: Elaboración propia.
3.2. Análisis de contenido temático
Con relación a la temática tratada en los 55 artículos, se realiza una distribución en seis pilares (como se observa en la figura 3). Calidad de vida e ingresos, emprendimiento y conocimiento de la cadena, entorno de mercado, innovación y tecnología, sostenibilidad y seguridad alimentaria y riesgo de perecederos, pérdida postcosecha; en cada pilar hay un desglose sobre temas del área de pertinencia. 273 palabras clave se identifican en los 55 documentos, siendo "value chain" (cadena de valor) la de mayor repetición con 14 veces, aunque 19 si se contempla alguna adición "Value chain analysis", "Value chain development", "Value chain finance", "Value chain participation" o "value chain sustainability". Entre otras "Smallholder" (pequeño productor), "Farmer" (agricultor) o "Agriculture" (agricultura), entre otros, como se observa en la Figura 3.

Fuente: Elaboración propia.
Figura 3 Pilares de segmentación y nube de palabras de los artículos seleccionados
3.2.1. Calidad de vida e ingresos
Este segmento explora estrategias de marketing dirigidas a mejorar los ingresos y la calidad de vida de los agricultores, enfocándose en superar obstáculos y aprovechar oportunidades de crecimiento económico. Se resalta la relevancia de los contratos agrícolas para abrir nuevas oportunidades de mercado que incrementen los ingresos (Mwambi et al., 2016), y se enfatiza en la necesidad de identificar factores que influencian la participación en el mercado, lo que conlleva a la mejora de infraestructura y la promoción de la comercialización colectiva (Siwandeti et al., 2023). Además, se discute la transición de granjas de subsistencia a la producción comercial como clave para elevar el rendimiento agrícola y aliviar la pobreza, a pesar de desafíos como la falta de crédito, incertidumbre de precios y acceso a tecnología de avanzada (Gniza, 2024). Este enfoque integral busca potenciar el acceso al mercado, especialmente para productores de pequeña escala (Mehrez et al., 2023).
En algunas regiones, la agricultura a pequeña escala se percibe como una opción de último recurso y está estigmatizada. No obstante, el estudio de Begho y Begho (2023) revela que, aunque la juventud tiende a abandonar esta actividad, muchos agricultores se dedican a ella por elección y se sienten orgullosos de su labor. De manera similar, Mauki et al. (2023) destacan la importancia económica de la agricultura y su capacidad para mejorar la vida de los agricultores, a pesar de que su rentabilidad a menudo es limitada. Según Jacobi et al. (2024), los desafíos de rentabilidad podrían mitigarse mejorando la calidad del producto, lo que podría conducir a precios más altos. Además, Rutherford et al. (2016) sugieren que intervenciones en la cadena de valor y soluciones de mercado pueden incrementar el bienestar económico de las familias rurales empobrecidas, o en lo mencionado por Nigussie et al. (2019), donde no solo basta con que los agricultores estén bien organizados en cooperativas, tengan una capacitación adecuada, siempre deberán enfrentar una amplia gama de problemas, desde plagas y enfermedades, hasta problemas de comercialización, en particular precios bajos.
3.2.2. Emprendimiento y conocimiento de la cadena de valor
La relación entre el emprendimiento y la adquisición de conocimientos especializados, junto con la colaboración entre distintos actores, contribuye significativamente a la mejora en la transferencia de conocimientos y habilidades, lo que a su vez incrementa el éxito y la competitividad de las pequeñas empresas agrícolas (Dung et al., 2021). Esta colaboración actúa como un elemento mediador esencial que refuerza la conexión entre la orientación emprendedora y la adquisición de conocimientos especializados, proporcionando diferenciación y valor agregado, con el objetivo de incrementar los ingresos de los agricultores y la competitividad de los productos agrícolas (Carias et al., 2022). No obstante, la falta de capital representa un desafío constante y se convierte en un obstáculo significativo para el éxito de estas organizaciones. A pesar de la disminución de la contribución de la agricultura al Producto Interno Bruto en muchos países, como indica el estudio de Trivedi et al. (2023), es crucial mantener la viabilidad económica de los pequeños predios productivos, dada su importancia en la seguridad alimentaria. Por ello, la financiación ayuda a superar brechas que enfrentan agricultores en países en vías de desarrollo, pero debe mantener un enfoque ecosistémico para establecer esquemas de largo plazo (Villalba et al., 2023).
A lo largo del tiempo, la dinámica de la cadena ha cambiado, especialmente en la relación con los pequeños productores y la concentración de poder entre actores intermedios y multinacionales. Esto ha resultado en la fragmentación del poder de decisión de los productores sobre estándares y en la consolidación vertical entre actores intermedios y multinacionales. Este cambio ha llevado a una mayor inversión en marketing a expensas de la captura de valor, excluyendo a los productores de menor escala (German et al., 2020). Según Pérez y Gómez (2022) se identifican dos modelos de negocio: primero, agroempresas que controlan los nodos de la cadena de suministro, asegurando la calidad del producto; segundo, asociaciones de pequeños y medianos productores, centradas en la integración rentable en los mercados y el fortalecimiento del capital social en áreas rurales mediante procesos intensivos en mano de obra.
El análisis de los impactos en la cadena de valor agrícola debe considerar a todos los actores involucrados, desde proveedores de insumos hasta consumidores, incluyendo productores, recolectores, minoristas, mayoristas y procesadores. Es crucial mapear estos actores, sus roles, conexiones y coordinación, identificar los canales de mercado principales y examinar la estructura, conducta y desempeño de la cadena para potenciar la adición de valor, como se sugiere en Wosene y Gobie (2022) y Gebre et al. (2020). Además, los servicios logísticos que contribuyen a la eficiencia deben ser evaluados (Makuya et al., 2017). Las cadenas de valor varían en longitud; las más cortas, que fomentan la cooperación entre un número limitado de operadores, pueden impulsar el desarrollo económico local y sostenible (Ktoczko-Gajewska et al., 2023). Las redes de información entre agricultores también son beneficiosas para su rendimiento y productividad (Yu y Gambrah, 2024). Los vínculos con sectores tanto formales como informales pueden generar empleo, aunque a veces menos valor agregado (Dürr, 2017). Finalmente, incorporar el procesamiento de residuos para producir bioinsumos puede ser una etapa valiosa al Anal de la cadena (Garcia-Vallejo y Alzate, 2024).
3.2.3. Entorno de mercado
La industria agroalimentaria experimenta cambios significativos en su oferta y demanda, impulsados por la evolución de los gustos de los consumidores y la rápida urbanización. Nuhu et al. (2021) destacan cómo la expansión de las cadenas de valor alimentarias abre oportunidades de mercado para los agricultores, especialmente a través de la demanda de cultivos como materia prima. Este fenómeno resalta la importancia del segmento medio, incluyendo procesadores, mayoristas y compañías de logística, en la determinación de precios. Ola y Menapace (2020) y Mossie et al. (2020) observan que los agricultores de menor escala valoran los atributos transaccionales del mercado y prefieren condiciones que promuevan su participación sostenida en mercados de alto valor. Esto se logra mediante incentivos y relaciones formales a largo plazo, lo que les permite obtener precios premium y acceder a una mayor porción del precio Anal pagado por los consumidores. Por ello, las decisiones de producción deben ir de la mano con la identificación de problemas que tienen los productores y buscando prácticas y recomendaciones para darles solución (Macit y Abaci, 2023).
Dentro de los aspectos críticos para la investigación agrícola, se identifican múltiples barreras que ameritan un análisis detallado. Entre estas, destacan las restricciones que limitan la productividad y comercialización de ciertos productos agrícolas, lo cual contrasta con el potencial de producción de la región, como lo documentan Tarekegn et al. (2020). Este fenómeno se manifiesta en la cadena de distribución que va desde el productor al consumidor, siendo el canal productor-mayorista-minorista-consumidor el más predominante, según Houessou et al. (2022). Además, la distancia al mercado incide significativamente en la comercialización, tal como lo señalan Rahman et al. (2022), así como el papel de los distintos actores y las dinámicas que influyen en la participación de hombres y mujeres en estos mercados, analizado por Mayanja et al. (2022) y por Malapit et al. (2020). Por otro lado, la variabilidad climática, especialmente la sensibilidad de los cultivos a la lluvia o la inflación repercute directamente en la volatilidad de precios. En este contexto, los mercados de derivados de materias primas cobran especial importancia en la formación de precios, el análisis de mercados y la gestión de riesgos, como es expuestos por Kabi et al. (2023).
3.2.4. Innovación y tecnología
Este apartado destaca diversas contribuciones. Según Torres-Avila et al. (2022), la escalabilidad de innovaciones es crucial para enfrentar desafíos agrícolas, generando beneficios más amplios y rápidos al considerar la dinámica del sistema, aunque la complejidad del proceso de introducción y escalado de la innovación es evidente. Por otro lado, según Donovan et al. (2021), los programas de mejora emplean asociaciones público-privadas y recursos privados para ampliar la producción y distribución de semillas, pero enfrentan incentivos débiles y alto riesgo, sugiriendo una comprensión más profunda de la cadena de valor. Además, las actitudes de los agricultores y la presencia de plataformas de múltiples partes interesadas influyen en la adopción de variedades mejoradas, aunque persiste la reticencia hacia nuevas vías, a pesar de la evidencia de su potencial competitivo en Rambiki et al. (2024), aunque no para Zuberi et al. (2024), en donde los agricultores de menor cuantía productiva valoran las semillas mejoradas, pero los de menores recursos enfrentan barreras para adoptar esta variedades; como puede observarse en la agricultura orgánica, cuya adopción sigue siendo un gran desafío, el cual va de la mano con determinantes significativos tales como la educación (capacitación), la fuente de las semillas, el precio de compra, y el acceso a crédito (Cavite et al., 2023).
La digitalización está transformando la creación y captura de valor en la cadena agrícola, según la investigación de Klingenberg et al. (2022), que analiza la transformación digital en cuatro dimensiones: actividades, flujos, actores y gobernanza. Este estudio muestra que la creación de valor se está desplazando hacia plataformas operadas por actores más allá de los límites de la industria, mientras que la captura de valor por parte de los agricultores depende de la dinámica competitiva de estos actores y las políticas existentes, o de cómo existen estrategias para transformar los datos agrícolas en valor (Hackfort et al., 2024). De hecho, para Varella et al. (2021), la brecha entre la creación y difusión de innovaciones orientadas a la sostenibilidad en la industria agroalimentaria se debe a faltas de atención a la dimensión de gobernanza en la cadena. Por otro lado, las innovaciones institucionales privadas, como la "experimentación en la Anca", pueden mejorar la inclusión de los pequeños agricultores en las cadenas de valor y contribuir al desarrollo rural sostenible (Alexandre et al., 2023). Por ejemplo, los incentivos en inversiones, como la agricultura por contrato y empresas inclusivas, pueden mejorar el acceso a servicios, aumentar la productividad e ingresos de los campesinos, y promover prácticas y tecnologías sostenibles (Schoneveld y Weng, 2023). Estas prácticas innovadoras, como las Prácticas Óptimas de Manejo Agrícola, generan cambios socioeconómicos y agronómicos significativos (Wehmeyer et al., 2022), o en la agricultura de precisión (Nguyen et al., 2023).
3.2.5. Sostenibilidad y seguridad alimentaria
La problemática de la pobreza y la inseguridad alimentaria en regiones agrícolas puede mitigarse a través de estrategias multifacéticas. La integración de productores de pequeña escala en las cadenas de valor representa una vía prometedora para superar la pobreza, evidenciándose un impacto positivo y significativo en la seguridad alimentaria, medida en términos de consumo de kilocalorías; cuanto mayor es la participación de estos agricultores en la cadena de valor, mayor es la ingesta de alimentos en sus hogares, según Mossie et al. (2021). Además, la organización de estos productores en acciones colectivas a través de estructuras institucionales como las organizaciones de productores, fomenta su inclusión en las cadenas de valor. Esto no solo mejora la gobernanza y construye confianza, sino que también facilita la creación de redes de valor que promueven la sostenibilidad y evitan su salida de la cadena de valor (Ajwang, 2020); creando el objetivo de perdurar a largo plazo, incrementando la colaboración, acción colectiva y difusión de conocimientos (Ndumbe et al., 2019). Un ejemplo de esto es la certificación en prácticas de agricultura orgánica, que refuerza la sostenibilidad y el valor agregado de sus productos, como lo indican Deka y Goswami (2022).
3.2.6. Riesgo de perecederos, pérdida postcosecha
La pérdida postcosecha se refiere a las reducciones cuantitativas, cualitativas y económicas que sufren los cultivos alimentarios desde su cosecha hasta el consumo. Según Rubagumya et al. (2023), las pérdidas cuantitativas incluyen la disminución física visible, como el deterioro o daño severo, enfermedades o daño por insectos. Las pérdidas cualitativas se manifiestan en el deterioro del valor nutricional, el marchitamiento y el cambio de color, mientras que las pérdidas económicas se traducen en una reducción del valor monetario de los cultivos.
Diversos estudios han explorado este tema desde múltiples ángulos. Strecker et al. (2022) analizan la identificación de puntos críticos de pérdida y sus causas y efectos, considerándolos clave para la seguridad alimentaria y nutricional. Hasan et al. (2024) estudian la pérdida de agua como indicador de calidad postcosecha, considerando factores como el clima, el tipo de cultivo y las condiciones de almacenamiento. Chrisendo et al. (2023) vinculan los factores socioeconómicos con las pérdidas de alimentos en las primeras etapas de la cadena de suministro y el impacto de las externalidades negativas generadas por el desperdicio de recursos. McMullin et al. (2019) destacan la necesidad de mitigar riesgos asociados a las incertidumbres del mercado y el manejo postcosecha inadecuado. Finalmente, Ellis et al. (2020) y Tarekegn y Kelem (2022) resaltan la importancia del papel del agricultor y los desafíos que enfrentan los actores involucrados en la reducción de estas pérdidas.
4. Conclusiones y discusión
El estudio actual segmentó las temáticas de los artículos para facilitar su análisis, destacando la complejidad de las cadenas de valor debido a su relevancia en diversas actividades y participantes. Los productos agrícolas, fundamentales para los actores involucrados y la sociedad en general, presentan desafíos constantes que requieren investigación continua y colaboración entre las partes interesadas. Por ejemplo, según Mauki et al. (2023), se sugiere integrar gobierno, cooperativas y otros participantes para mejorar la rentabilidad del arroz; refuerza Ajwang (2020), quien menciona la importancia de la acción colectiva y los arreglos de asociación público-privada. De manera similar, aunar los esfuerzos de los actores para aumentar los ingresos de pequeños productores de aguacate en Kenia (Mwambi et al., 2016) y para promover la sostenibilidad del njansang mediante una mayor colaboración entre las partes involucradas son recomendados (Ndumbe et al., 2019); o como se observa en el mercado del café, donde los productores de menor escala se pueden beneficiar de la participación en los mercados al hilvanar el apoyo gubernamental y el privado mitigando pérdidas de los cultivos (Jacobi et al., 2024).
El conocimiento profundo de las cadenas de valor en productos agrícolas como el café, el arroz orgánico y la sandía es fundamental para optimizar sus atributos de mercado y procesos. En el café, aspectos como el origen y los métodos de procesamiento son clave para innovar en el perfil de sabor (Dung et al., 2021). En el caso del arroz orgánico, factores como la educación, la fuente de semillas, el precio de compra, la asistencia a capacitaciones y el acceso a crédito son determinantes para su adopción (Cavite et al., 2023). Para la sandía, la eficiencia logística es esencial en aras de minimizar pérdidas y mejorar la calidad y disponibilidad del producto en los mercados (Makuya et al., 2017). Además, las redes de información juegan un papel crucial en mejorar el rendimiento y la productividad agrícola, con agricultores influyentes como actores clave en la difusión de información (Yu y Gambrah, 2024). En Uganda, la cadena de la sandía incluye múltiples actores y canales, destacando la ruta productor-mayorista-minorista-consumidor (Houessou et al., 2022), mientras que, en el sur de Etiopía, la cadena del banano muestra interacciones débiles entre sus actores, subrayando la necesidad de una acción colectiva para aumentar la participación de los agricultores y el consumo doméstico (Tarekegn et al., 2020; Deka y Goswami, 2022; Mossie et al., 2021).
La eficacia de las cadenas de valor agrícolas trasciende más allá de la organización y acceso a información, enfrentando desafíos adicionales. Entre estos, la tendencia de los agricultores jóvenes y educados a abandonar la agricultura (Begho y Begho, 2023), y la influencia de estereotipos de género que afectan la participación de mujeres y hombres, aunque se observan avances gracias a la concienciación sobre la importancia de la mujer en los negocios (Malapit et al., 2020; Mayanja et al., 2022; Rambiki et al., 2024). Sin embargo, los beneficios generados no siempre son suficientes para alejar a los pequeños productores de la pobreza (Nuhu et al., 2021). Además, los factores socioeconómicos están estrechamente vinculados con las pérdidas de alimentos en las fases tempranas de la cadena, lo que representa un riesgo significativo para la seguridad alimentaria (Chrisendo et al., 2023).
Para futuros estudios sobre cadenas de valor agrícolas, se recomienda enfocarse en varios aspectos clave. La colaboración intersectorial entre gobierno, cooperativas y otros participantes es crucial para mejorar la rentabilidad de productos como el arroz y el aguacate. Además, la innovación en el procesamiento y el origen de productos como el café puede mejorar su perfil de sabor. La educación y el acceso a recursos son fundamentales para la adopción de prácticas sostenibles, como el arroz orgánico. También es importante optimizar la eficiencia logística en productos perecederos y fortalecer las redes de información para aumentar la productividad. Abordar los estereotipos de género y la tendencia de los jóvenes a abandonar la agricultura es esencial para promover la inclusión y retención de estos grupos. Finalmente, reducir las pérdidas de alimentos y promover la acción colectiva para mejorar la sostenibilidad y el consumo doméstico son objetivos prioritarios.

















