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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

versión impresa ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  n.11 Bogotá jul./dic. 2010

 

Presentación

ANTROPOLOGÍA. HISTORIAS, PRÁCTICAS E IDENTIDADES

Aura Lisette Reyes1, Héctor García Botero2

1 Universidad Nacional de Colombia

2 Museo del oro del Banco de la República, Colombia


La crítica antropológica de la antropología es uno de los ejercicios más frecuentes en el desarrollo de la disciplina a lo largo de su trasegar en diferentes contextos de producción y reproducción. Pese a que no existe una razón necesaria para que los antropólogos sean tan proclives a revisar su propia historia, sus propios métodos y sus propias ideas, no deja de ser relevante notar la dispersión y persistencia de este tipo de ejercicios en los diferentes escenarios espacio-temporales en que los antropólogos han conceptualizado sus certezas e inquietudes sobre el oficio que cotidianamente practican. Desde las historias testimoniales de la antropología, que buscaron definir los límites de una nueva especialidad del conocimiento científico social en los umbrales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, hasta el desafío político de la crítica poscolonial sobre el mundo jerarquizado en el cual la disciplina había desarrollado sus métodos, sus conceptos y su entramado institucional, motivos y lógicas específicas se han concretado para enfrentarse al devenir disciplinario y discernir sentidos de la práctica de una profesión.

Por esa pluralidad de los motivos y las lógicas de la crítica antropológica de la antropología es pertinente no pensar que se está inaugurando una nueva subdisciplina o una región más especializada para la indagación de las prácticas antropológicas. Por el contrario, la diversidad de las intenciones que han animado las variadas críticas y reflexiones intradisciplinares, y sus diferentes caminos de materialización, deben ser tomados como constatación e inquietud. Constatación de que la antropología, más allá de los intentos de colapsar su identidad frente a unos principios institucionales, a unas prácticas profesionales o a unas herencias intelectuales, se resiste, como la mayoría de actividades humanas, a ser reducida a una esencia intemporal y se manifesta en su esplendorosa y difícil diversidad como un ejercicio en conflicto, en tensión y siempre dinámico. Inquietud porque la producción de esa diversidad no es un hecho de la naturaleza, sino que implica el recorrido de diferentes procesos, azarosos y no determinados, que deben ser indagados en su realización concreta para construir una cartografía contemporánea de la antropología en el mundo.

Para emprender una cartografía de la pluralidad de antropologías contemporáneas es absolutamente incoherente situarse, así sea hipotéticamente, en un punto cero y elevado de reflexión. Por el contrario, se hace absolutamente necesario que estas críticas antropológicas a las antropologías (siempre en plural) estén articuladas desde unos lugares concretos de enunciación para seguir develando, en una lectura inacabada, los sentidos diversos que tiene, en este 18 momento, reflexionar sobre el transcurrir de una disciplina desde y a través de sus límites. Ya sea sobre el sentido de sus conceptos o sobre la lógica de la práctica de sus técnicas y de sus metodologías, ya sea sobre los contextos políticos y económicos o sobre los desarrollos institucionales en los Estados-nacionales, el lugar desde el cual se formula una lectura de estos procesos es determinante, no para obtener un conocimiento más profundo de la situación (lo cual hay que denunciar como un nativismo ingenuo), sino para entender por qué caminos y en qué sentidos se tejen estas interpretaciones.

Este volumen de Antípoda es producto de los esfuerzos de cada uno de los autores por abordar y desenredar distintas tramas de la antropología que habitamos como estudiantes, docentes, investigadores y, en suma, practicantes de una disciplina en constantes procesos de reidentificación. Más allá de toda equivalencia naturalista del lugar de enunciación como un lugar geográfico, la perspectiva geopolítica de las críticas antropológicas aquí recopiladas tiene dos puntos en común que es pertinente explicitar. En primer lugar, los escenarios nacionales trabajados en los textos se han pensado en sus relaciones más allá de los límites actuales del Estado-nación para concentrarse en la circulación de individuos, métodos y perspectivas sobre la antropología, llevando a cabo un descentramiento de los modos de narrar y construir la disciplina. Este proceso no se lleva a cabo dejando de lado las antropologías metropolitanas; éstas son parte de los procesos de producción de diferentes contextos antropológicos en el mundo. En este volumen se cuestiona la relación entre las diferentes antropologías nacionales a través de los espacios liminales que se construyen entre sus prácticas y practicantes. El lugar de enunciación de estas críticas se sitúa en la mirada a la antropología como un proceso históricamente construido y no como un conjunto de principios axiomáticos definido de una vez y para siempre.

El segundo punto que articula el lugar de enunciación de los artículos recopilados en este volumen especial de Antípoda es la lectura de la antropología como una configuración en constante movimiento. La metáfora del desplazamiento, pensada casi de manera inmediata como una referencia a los viajes etnógrafos, se expone en los artículos como un modo de pensar la constitución de los límites y de las prácticas disciplinares: los movimientos transnacionales de discusiones conceptuales, los traslados intercontinentales de individuos-antropólogos, los recorridos de tipos de escritura y de registro de la información se abordan desde distintas miradas en estas lecturas de las antropologías. En consecuencia, la antropología, como disciplina, como institución académica, como práctica intelectual, pierde la seguridad de sus referentes unívocos para convertirse en el punto de partida para cuestionar las certezas del presente y el sentido del pasado. Descentramiento y desplazamiento, entonces, son los presupuestos que se pueden leer en estas aproximaciones a la antropología que se suscitan desde el interior de la disciplina. No está de más insistir en que los descentramientos y los desplazamientos son de tan variada índole como aquello que pretenden descentrar y desplazar.

Cada uno de los artículos ha perseguido, según los interrogantes fundamentales planteados a la antropología desde sus practicantes y realidades, una "localización estratégica" (la expresión es de James Cliford) de la disciplina. Estas localizaciones son las que hemos condensado en la organización de la tabla de contenido de este volumen. La primera sección, Meridianos, trabaja sobre localizaciones de la antropología colombiana. En vez de seguir las referencias institucionales o las figuras fundacionales dentro de los límites del territorio nacional, los textos de Páramo, Kraus, Niño, Laurière y Langebaek han tomado la antropología colombiana desde su constitución a través de las relaciones globales que la construyen. En la segunda sección, Paralelos, el cuestionamiento de la antropología colombiana cede su lugar a diferentes localizaciones del trabajo de campo en Latinoamérica; los textos de Guber, sobre Argentina, de Podgorny, sobre Bolivia, y de Ruiz, sobre México, dan cuenta de cómo el trabajo de campo ha circulado y se ha articulado para formar ciertas subjetividades especializadas en conocer la diferencia cultural y ciertos objetos de estudio relevantes para dicho conocimiento. Por último, en Panorámicas, Narotzky, sobre España, y Pulido, sobre Colombia, plantean miradas sobre la antropología contemporánea, mostrando cómo en el presente también se pueden leer las lógicas y los sentidos de la producción de las diferentes antropologías en el mundo. Para finalizar, este volumen especial de Antípoda incluye una sección denominada Documentos, donde se presentan algunas cartas inéditas entre José de Recasens y Paul Rivet en la década de los años cuarenta, sobre los asuntos del Instituto Etnológico Nacional en Colombia. Clara Isabel Botero, quien hace el comentario introductorio de las mismas, propuso su publicación y trabajó en todas las etapas de la preparación del material, desde su transcripción a mano en los archivos del Museo del Hombre en París hasta la revisión de la digitalización.

La insistencia en la diversidad de estas miradas a la antropología no debe tomarse como una justificación del relativismo conceptual que campea en ciertos sectores de la academia mundial. Los textos, cada uno con el propósito de hacer una localización del fenómeno que estudia, no se acoplan necesariamente entre sí. El locus de enunciación al que nos referimos, por lo tanto, no sugiere la existencia de una plataforma compartida armónicamente por los autores, puesto que los enfoques seleccionados siempre plantean inclusiones y exclusiones constitutivas de los argumentos. El propósito de presentar en un solo lugar 20 una diversidad de planteamientos y de aproximaciones a la disciplina no persigue la homogeneización de los argumentos; por el contrario, más allá de las líneas generales esbozadas en esta presentación, nuestra intención es que los lectores analicen los textos en su relación mutua para discernir los puntos de convergencia y divergencia, las tensiones y los acuerdos, los presupuestos compartidos y los principios antagónicos. De ese modo, seguiremos explorando, de manera plural, la pluralidad del ejercicio antropológico.

Estamos seguros de que los artículos incluidos en este volumen especial de Antípoda contribuirán al desarrollo empírico, teórico y epistemológico de las críticas antropológicas de la antropología. Por eso, nuestro primer agradecimiento es para cada uno de los autores que hicieron llegar sus textos a la revista. Cada uno de los artículos publicados da una vigorosidad inusitada a un volumen dedicado a un tema tan específico pero que expande continuamente sus intereses y atrae un mayor número de lectores. Del mismo modo, los evaluadores anónimos fueron fundamentales para garantizar la calidad de los argumentos y lo que aquí aparece publicado se debe, sin duda alguna, también al silencioso trabajo de su revisión. También tenemos una deuda con José Alejandro Restrepo, por sus sugestivas imágenes, que, desde una propuesta estética diferente, contribuyen a la reflexión sobre la alteridad y su representación.

El equipo editorial de Antípoda, encabezado por Claudia Steiner y Olmo Uscátegui, así como sus comités editorial y científico, fueron fundamentales para que la revista se animara a la puesta en escena de este debate. En particular, Margarita Serje y Carlos Alberto Uribe participaron en la discusión de este proyecto y estuvieron atentos a nuestras solicitudes. Roberto Pineda Camacho fue el motivador principal de esta iniciativa y su apoyo constante durante el proceso fue invaluable. A todos ellos, y al grupo de investigación de Antropología e Historia de la Antropología en América Latina, nuestro más sincero reconocimiento por su apoyo.

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