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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.11 Bogotá July/Dec. 2010

 

AMISTADES INTERNACIONALES COMO CONTRIBUCIÓN A LA PAZ. LA CORRESPONDENCIA ENTRE PAUL RIVET Y THEODOR KOCH-GRÜNBERG EN EL CONTEXTO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL*

Michael Kraus**

** Humboldt-Universität zu Berlin. Berlín. Alemania. mpkraus@web.de


RESUMEN

Este artículo analiza la correspondencia entre el antropólogo francés Paul Rivet (1876-1958) y el antropólogo alemán theodor Koch-grünberg (1872-1924) después de la primera guerra mundial. las cartas ilustran cómo ambos se esforzaron por reactivar el intercambio científico, interrumpido entre sus naciones por la guerra. así, el interés en temas comunes de investigación, que ya había sobrepasado las fronteras de sus patrias, constituyó la base de su intento por colaborar con la superación de la hostilidad y apreciar en mayor medida el discurso internacional que las ideologías nacionales.

PALABRAS CLAVE
Historia de la antropología, Raul Rivet, Theodor Koch-Grünberg, Erland Nordenskiöld, Primera Guerra Mundial.


INTERNATIONAL FRIEDSHIPS AS CONTRIBUTIONS TO PEACE. THE CORRESPONDENCE BETWEEN PAUL RIVET AND THEODOR KOCH-GÜMBER IN THE CONTEXT OF THE FIRST WORLD WAR

ABSTRACT

This article analyzes the correspondence between the French anthropologist paul rivet (1876-1958), and the german anthropologist theodor Koch-grünberg (1872-1924) after the First World War. the letters illustrate how both anthropologists struggled to reactivate the scientifc exchange between the two nations which had been interrupted by the war. their interest in common research themes, which had always transcended their national borders, established a collaborative attempt to overcome hostility and further appreciate international discourses over national ideologies.

KEY WORDS
History of anthropology, Paul Rivet, Theodor Koch-Grünberg, First World War, Erland Nordenskiöld.


AMIZADES INTERNACIONAIS COMO CONTRIBUIÇÃO COM A PAZ. A CORRESPONDÊNCIA ENTRE PAUL RIVET E THEODOR KOCH-GRÜNBERG NO CONTEXTO DA PRIMEIRA GUERRA MUNDIAL

RESUMO

Este artigo analisa a correspondência entre o antropólogo francês paul rivet (1876-1958) e o antropólogo alemão theodor Koch-grünberg (1872-1924) depois da primeira guerra mundial. as cartas ilustram como ambos se esforçaram para reativar o intercâmbio científico, interrompido entre as suas nações por causa da guerra. assim, o interesse em temas comuns de pesquisa, que já haviam ultrapassado as fronteiras de suas pátrias, construiu a base de suas tentativas de colaborar com a superação da hostilidade e apreciar em mais o discurso internacional que as ideologias nacionais.

PALAVRAS-CHAVE

História da antropologia, Paul Rivet, Theodor Koch-Grünberg, Erland Nordenskiöld, Primeira Guerra Mundial.

FECHA DE RECEPCIÓN: JULIO DE 2010 | FECHA DE ACEPTACIÓN: AGOSTO DE 2010


INTRODUCCIÓN

Entre 1951 y 1953, el antropólogo inglés Francis Huxley trabajó varios meses con los Ka'apor, una etnia indígena en el nordeste de Brasil. En su libro Afable Savages, Huxley explica que quiere contar la mayor cantidad posible de anécdotas de su estadía con esta etnia, para así dar al lector una impresión realista de su vida y para hacerla hablar a ella misma lo máximo posible (1956: 12–16).

Naturalmente, la colección de anécdotas no es la meta principal de la ciencia, y, en sí, una anécdota amena no prueba nada. Sin embargo, pienso que Huxley, que por supuesto no redujo su relato etnográfico a unas anécdotas, enfatiza el valor de la anécdota justificadamente. Me parece que uno de los atractivos del trabajo etnográfico es elaborar obras científicas, que, al lado de la abstracción prudente de teorías, sistemas y estructuras, no rechazan la anécdota. Esto significa que no rehúsan la proximidad humana y literaria en su objeto de investigación.

En lo sucesivo, no voy a contar anécdotas exclusivamente; intentaré mostrar nexos y estructuras que eran de importancia para la cooperación internacional de antropólogos tras la Primera Guerra Mundial, recurriendo a citas detalladas e ilustrando sucesos del Hinterbühne1 del propio trabajo científico; sucesos que permiten dar un vistazo a la personalidad y la influencia de Paul Rivet más allá de su trabajo científico especializado.

Comienzo con el extracto de una carta que el francés Paul Rivet escribió a su colega alemán Teodor Koch-Grünberg, el día 3 de noviembre de 1919, después del fn de la Primera Guerra Mundial, durante la cual habían tenido lugar batallas sumamente feroces entre Francia y Alemania:

    ¡Mi querido amigo!

    [...] yo no sabría bien explicarle por qué, pero he pensado inmediatamente en Usted, cuando asistí un día a una escena particularmente patética que ocurrió entre un soldado francés y un soldado alemán. Eran los días más trágicos de Verdún, en abril de 1916. Todas las noches, mi ambulancia recibía directamente de las líneas de guerra más próximas (yo estaba ubicado en Verdún mismo) centenares de seres adoloridos, la mayoría de ellos mutilados horriblemente. Estábamos en plena atmósfera de batalla, y los hombres que llegaban adonde nosotros no habían tenido todavía el tiempo de rehacer una mentalidad humana. Un carro me trajo un soldado alemán herido en un brazo, y un soldado francés herido en la pierna, ambos igualmente campesinos sencillos. Después de haberlos cuidado, los hice sentarse en un banco uno al lado del otro, esperando evacuarlos. Los observé de lejos. El francés comenzó a armar un cigarrillo; después de unos instantes, vi que se dirigió a su vecino preguntándole si quería fumar. Entendí un "Ya" [sic] sonoro y vi una amplia sonrisa. El tabaco pasó a las manos del alemán, pero cuando el francés se dio cuenta de que el alemán no era capaz de armar un cigarrillo por sí mismo, a causa de su herida, volvió a tomar el tabaco, armó un cigarrillo, lo encendió y se lo pasó a su vecino. Me acerqué y le interrogué. Él era de las regiones ocupadas y desde hacía dos años no había recibido noticias de su mujer y de su hijo. Y como yo simulaba asombrarme de su comportamiento, con el objetivo de averiguar el fondo de su pensamiento oscuro, él, señalando a su vecino, me dio esta respuesta, que todavía hoy en día, creo oír: "¿Qué quiere usted? ¡Es un pobre hombre como yo! Usted entiende bien, ¿no es así?". No le cuento la historia para vanagloriarme de la nobleza de nuestros soldados. No, se la cuento porque ese día comprendí lo artificiales que son los sentimientos del odio de razas, y llegué a convencerme de que la enorme solidaridad de la miseria humana volverá a reunir con la misma fraternidad a quienes estaban motivados a matarse a causa de los gobiernos. Entonces pensé con satisfacción en el día cuando, con Usted, pudiera volver a establecer en particular las relaciones amistosas que la guerra interrumpió tan trágicamente [...].

    ¡Tan pronto, mi querido amigo, quisiera que se establecieran relaciones como en el pasado! Pero, ¿cuándo sonará esa hora? Me consuelo con la idea de que trabajamos por eso, volviendo a retomar las relaciones individuales. ¿Pero cuánto hay que luchar para convencer no sólo a la gran masa de los pueblos, sino también a la élite, de que tenemos razón? (Carta de Rivet a Koch-Grün-berg, 3 de noviembre de 1919, VK Mr A.27)2.

En su carta, que he citado aquí en una versión abreviada, Rivet habla del horror de los cinco años pasados, de la esperanza de reconocer también en su amigo al otro lado de la frontera los mismos sentimientos, y también de la necesidad de superar conjuntamente el odio y las hostilidades causados por la guerra. Rivet describe la escena citada entre el soldado francés y el alemán que le refuerza y anima en su convicción de que la reconciliación es el verdadero deseo de los pueblos.

PAUL RIVET Y THEODOR KOCH - GRÜNBERG

Paul Rivet (1876-1958) y Theodor Koch-Grünberg (1872-1924) nunca se encontraron personalmente. Su amistad se limitó al intercambio de cartas y publicaciones. Se habían invitado mutuamente, pero, a causa de la guerra y la muerte prematura de Koch-Grünberg en 1924, nunca pudieron encontrarse3.

Los primeros contactos entre los dos eruditos ya habían tenido lugar antes de la guerra. En 1906 y 1910, Koch-Grünberg publicó dos artículos sobre la lengua uitoto en el Journal de la Société des Americanistas en París. A partir de 1908, se encuentran cartas de Rivet en el legado de Koch-Grünberg. Al inicio, lo fundamental de su correspondencia fue el intercambio de informaciones lingüísticas sobre los pueblos indígenas de América del Sur.

Contrariamente a Rivet, durante la guerra Koch-Grünberg no había estado en la cercanía inmediata del frente. Sólo por un año, de mayo de 1917 a mayo de 1918, lo llamaron a flas. Este tiempo lo pasó lejos de las batallas, en Stuttgart y Ulm, llevando a cabo trabajos cartográficos.

La actitud política de Rivet está bien documentada4. En cuanto a Koch-Grünberg, hay que anotar, no era políticamente activo. No obstante, en los documentos de los archivos se pueden observar, por un lado, su oposición general a la guerra –que no era típica de los profesores e intelectuales en Alemania al estallar la guerra– y, por otro lado, su simpatía por el socialismo y el nacimiento de la socialdemocracia. Característico de su actitud es un pasaje de una carta de junio de 1920 a Hermann Schmidt, el compañero de su expedición "Del Roraima al Orinoco" en Venezuela y Brasil. Koch-Grünberg escribió: "¡Déjeme en paz con la política! Soy uno de esos pacifistas odiados por Usted. También en Rusia, Inglaterra, Francia, hay gente que condena el odio entre los pueblos, y con orgullo me cuento entre estas personas, para quienes la humanidad tiene un valor mayor que la nacionalidad" (Carta de Koch-Grünberg a Schmidt, 1 de junio de 1920, VK Mr A. 29).

Entre 1914 y 1919, la comunicación directa entre Rivet y Koch-Grünberg estuvo interrumpida. Sólo indirectamente, con la ayuda del etnólogo sueco Erland Nordenskiöld (1877-1932), se llevaba a cabo el intercambio de informaciones. En su artículo necrológico sobre Nordenskiöld en 1932, Rivet subraya explícitamente el papel central de Nordenskiöld en aquella época (Rivet, 1932: 299).

Después de la guerra, la comunicación directa entre Rivet y Koch-Grün-berg se reanudó con una carta de Rivet del 14 de octubre de 1914. Rivet envió a Koch-Grünberg una separata de un artículo que Koch-Grünberg había mandado a Francia cinco años antes, y que sólo en ese momento pudo aparecer. Rivet añadió: "En fin, todo lo que Ud. pueda darme como noticias del mundo científico alemán me interesará muchísimo"5. La cita detallada con la anécdota de guerra es de la segunda carta de Rivet a Koch-Grünberg después de haber terminado la guerra.

Ahora, una cosa es asegurarse la amistad respectiva en cartas privadas. Otra cosa es, en el tiempo difícil después de la guerra, caracterizado por desconfianza y enemistades, luchar por las propias ideas y los ideales propios frente a otros, cuya actitud y cuyo comportamiento no se conocen. En cuatro puntos, que se encuentran en la correspondencia entre Rivet y Koch-Grünberg, quiero mostrar, cómo, más allá de la declaración personal de su amistad, los dos americanistas intentaban interceder a favor de la reaproximación pacífca de las naciones hostiles o bien de los científicos de ambos países.

ACTIVIDADES DESPUÉS DE LA GUERRA

La reanudación de relaciones internacionales

Lo primero que hay que mencionar en este contexto es el compromiso de Rivet por la reanudación de la cooperación internacional. Rivet se cuenta entre los primeros científicos que retomaron el contacto con sus colegas alemanes. Una carta del 8 de diciembre de 1919, de Koch-Grünberg a Nordenskiöld, muestra que esto no era de ninguna manera natural. Koch-Grünberg escribió: "Hasta este momento ninguna sociedad científica norteamericana o inglesa ha vuelto a enviarnos sus publicaciones. Este odio entre los pueblos es indeciblemente triste e incomprensible. La única excepción loable es la Société des Américanistes de Paris, que hace meses ha vuelto a restablecer todas sus relaciones con Alemania y Austria. En primer lugar, esto es gracias a nuestro amigo Rivet, con el cual he recomenzado una correspondencia activa y entrañable. Es un hombre excelente y un gran filántropo" (Carta de Koch-Grünberg a Nordenskiöld, VK Mr A. 27)6.

Como Christine Laurière menciona en sus trabajos, Rivet incluso amenazó con su dimisión, en caso de que se excluyera a los miembros alemanes de la Société des Américanistes (2008b: 72-73; 2009: 10). Además, Rivet (1923) elaboró para el Journal de la Société des Américanistes de Paris una lista de la literatura internacional que había sido publicada durante los años de la guerra. Koch-Grünberg subraya el valor de esta lista, escribiendo a Rivet: "Su 'bibliografía' es muy valiosa. Sin su compilación escrupulosa, sobre todo nosotros, los americanistas alemanes, no veríamos claro los trabajos aparecidos en los últimos cinco años" (Carta de Koch-Grünberg a Rivet, 15 de junio de 1920, VK Mr A. 29).

En cuanto a la reanudación de las relaciones anteriores, Rivet preguntó varias veces a Koch-Grünberg, a quién podría dirigirse en Alemania, porque en la tensa situación del momento no sabía cómo se interpretarían sus iniciativas. Además, le pidió enviar las direcciones actuales de los colegas alemanes (Carta de Rivet a Koch-Grünberg, 20 de noviembre de 1920, VK Mr A. 29; carta de Rivet a Koch-Grünberg, 1 de mayo de 1921, VK Mr A. 31; carta de Koch-Grünberg a Rivet, 11 de mayo de 1921, VK Mr A. 31).

En suma, la reanudación de contactos personales e institucionales con el mundo científico alemán, el restablecimiento de un Schriftentausch (intercambio de publicaciones), la compilación de una bibliografa internacional y el compromiso personal de ubicar el paradero de los colegas germanohablan-tes en la Sociedad Francesa de Americanistas forman una parte importante de las actividades de Rivet para superar las hostilidades, así como los deslindes y exclusiones en las relaciones científicas internacionales.

Compromisos personales de Rivet

Así mismo, Rivet se comprometió en un nivel muy personal. Quisiera mencionar dos ejemplos aquí: el caso de Rudolf Martin (1864-1926) y el de Walter Krickeberg (1885-1962).

Rudolf Martin era un antropólogo físico suizo, que, entre otros, había estudiado y trabajado en Alemania y Francia, y que había llevado a cabo una expedición a Malasia en 1897. Después, Martín fue profesor de antropología, así como director de las colecciones etnológicas de la Universidad de Zúrich. En 1911, Martin había decidido ir a Versalles como catedrático independiente. Al estallar la guerra, tuvo que abandonar Francia forzosamente. Tanto su material científico como su fortuna fueron confscados por las autoridades francesas (Sweeny, 1990: 280-281). En una carta a Koch-Grünberg del 9 de mayo de 1921 –entre tanto, Martin era profesor de antropología física en la Universidad de Múnich– relató el apoyo que Rivet le había dispensado en esa situación. Mar-tin escribió: "El Dr. Rivet ha hecho todo lo posible por mí. Durante la subasta pública de mis cosas, compró la mayor parte de mi biblioteca (por lo menos de la parte científica), y también debo a su intermediación haber recuperado hace una quincena las maletas con mi indumentaria, la ropa, etc., de la Francia meridional. Es realmente un hombre magnífico" (Carta de Martin a Koch-Grünberg, 9 de mayo de 1921, VK Mr A.31).

En otro caso también se puede determinar un compromiso personal. Desde 1906, Walter Krickeberg trabajaba en el Museo Real de Etnología de Berlín y se dedicaba sobre todo a las culturas precolombinas de América. En 1915, lo reclutaron para el ejército alemán y a partir de 1917 fue prisionero de guerra por casi tres años (Trimborn 1963; carta de Krickeberg a Koch-Grünberg, 3 de marzo de 1920, VK Mr A. 29).

De nuevo, fue Rivet quien intercedió por su colega, pese a las hostilidades dominantes entre Francia y Alemania. Después de la reanudación de la correspondencia con Koch-Grünberg, Rivet se informó en diciembre de 1919 sobre el paradero exacto de Krickeberg para ocuparse de él (carta de Rivet a Koch-Grünberg, 23 de diciembre de 1919; carta de Rivet a Koch-Grünberg, 14 de diciembre de 1919, VK Mr A. 27). En una carta recurrió al comandante del campamento francés de prisioneros de guerra en donde Krickeberg estaba detenido. Entre otras cosas, abogó por el derecho de Krickeberg de llevar a Alemania, después de su liberación, las obras científicas compuestas durante el tiempo de su cautiverio (carta de Rivet a Koch-Grünberg, 23 de enero de 1920, VK Mr A. 29)7. La intervención de Rivet pareció haber sido un éxito; en marzo de 1920 Rivet escribió en una carta a Koch-Grünberg: "Su afectuosa carta del 9 de marzo me conmovió mucho y me siento muy feliz de enterarme de que Kric-keberg volvió a casa finalmente y pudo llevar consigo sus manuscritos (carta de Rivet a Koch-Grünberg, 17 de marzo de 1920, VK Mr A. 29).

El tomo de homenaje a Eduard Seler

Un tercer aspecto que refleja tanto la relación francoalemana como la relación entre Rivet y Koch-Grünberg y sus opiniones comunes se observa durante el proceso de la elaboración del tomo de homenaje a Eduard Seler.

Eduard Seler (1849-1922), que cumplió 70 años el 5 de diciembre de 1919, fue el fundador de los estudios precolombinos en Alemania. Son bien conocidos, especialmente, sus estudios sobre los códices prehispánicos. Seler trabajaba en Berlín en el Museo Real de Etnología y era catedrático en la universidad berlinesa. Viajó seis veces a México, y entre 1910 y 1911 fue el director del Instituto Internacional de Arqueología de México.

Durante la guerra, Walter Lehmann, uno de los alumnos de Seler, había organizado un tomo de homenaje para ser publicado en el septuagésimo cumpleaños de Seler. A causa de la guerra y las dificultades con la producción y el financiamiento, el libro no apareció hasta 1922, es decir, tres años después de la fecha prevista (Lehmann, 1922)8.

En 1919, Paul Rivet se había puesto en contacto con Seler y lo felicitó por su aniversario. Suscribió el libro y lo anunció en el Journal de la Société des Americanistes. Además, ofreció contribuir con un artículo propio y preguntó otra vez a Koch-Grünberg si su artículo era deseado o si eventualmente provocaría sensibilidades del lado alemán (carta de Rivet a Koch-Grünberg, 8 de octubre de 1921, VK Mr A. 31).

Koch-Grünberg apoyó la iniciativa de Rivet y escribió a Lehmann: "desde mi punto de vista y pensando en el carácter internacional de nuestra ciencia, consideraría la cooperación de Rivet muy valiosa. Hay que comenzar de nuevo un día y uno tiene que dar el primer paso [...] Seler se alegraría sobre ello seguramente" (carta de Koch-Grünberg a Lehmann, 11 de octubre de 1921, VK Mr A. 31). No obstante, ya habían concluido los preparativos de la obra y no era posible incluir otro artículo.

Hay otro aspecto en el proceso de la elaboración de este libro que es de importancia en el contexto que aquí se trata. Cuando el libro apareció en 1922, contenía, entre otros, un ensayo de Georg Friederici con el título "Sobre el tratamiento de los prisioneros de guerra por los indígenas de América". En la primera nota a pie de página se encuentra la siguiente anotación: "Expulsado por los franceses de mi patria en Alsacia, tengo que basarme principalmente en lo que tengo a mano en mis papeles de apuntes de un tiempo anterior" (Friederici, 1922: 59, anotación 1).

Es interesante explicar el trasfondo de esta anotación: Georg Friederici (1866-1947) era un oficial alemán que se había ocupado intensamente tanto de los pueblos indígenas de América y de Oceanía como de la historia del período del descubrimiento de América y de la época colonial. En 1910, se había asentado en Dorlisheim, cerca de Estrasburgo, para dedicarse a sus trabajos científicos. Al estallar la guerra, volvió a afiliarse al Ejército y participó en las batallas de la cordillera de los Vosgos. Después de la derrota –desde una perspectiva alemana–, Friederici también perdió su propiedad en la Alsacia (Termer, 1947).

Por lo visto, esta experiencia personal lo motivó a expresar resentimientos antifranceses en su artículo para el tomo del homenaje. Koch-Grünberg, que desde 1915 trabajaba como director científico del Museo Etnológico de Stuttgart, y que por eso negoció en lugar de Lehmann con la casa editora del libro, que también estaba establecida en Stuttgart, expresó claramente su convicción de que Friederici tenía que revisar la versión original. En una carta al editor del libro, Walter Lehmann, Koch-Grünberg expresó:

    En esta forma, es imposible incluir el ensayo en el tomo de homenaje; porque no sirve para nuestra ciencia y sería todo menos que un homenaje a una persona tan benemérita para esa ciencia como Seler; destruiría de un solo golpe todo lo que hemos establecido penosamente con Nordenskiöld, Rivet y otros franceses sensatos. Frente a mí está el decimotercer tomo del "Journal". No se encuentra ningún rastro de chovinismo en los artículos que contiene. Las investigaciones alemanas son reconocidas de la manera más honorable. Se anuncia el tomo de homenaje a Seler con recomendación. El artículo incendiario de Friederici tendría el efecto de una bomba [...] Hay que actuar consecuentemente aquí. Es mejor, sin culpa, ofender a alguien al cual los sucesos tristes han robado la reflexión clara, que causar un daño mucho mayor, respetando falsamente sus sentimientos. (carta de Koch-Grünberg a Lehmann, 17 de abril de 1922, VK Mr A. 32)

Koch-Grünberg, incluso, amenazó con retirar su propio artículo, si el ensayo de Friederici era publicado en la versión prevista.

No conozco la versión original del ensayo de Friederici, pero parece que Koch-Grünberg impuso su voluntad con su crítica. En una carta posterior, del 10 de mayo de 1924, a Nordenskiöld añadió: "La contribución de Friederici al tomo de homenaje a Seler era terrible, un artículo puramente difamatorio, antes de que yo lo corrigiera enfurecidamente con un lápiz azul" (carta de Koch-Grünberg a Nordenskiöld, VK Mr. 37).

El compromiso para un congreso de americanistas realmente internacional

El último punto que quisiera especificar es la iniciativa de más alcance de Rivet. Se trata del estímulo para la organización del Congreso de Americanistas en Gotemburgo.

Después de la guerra, era muy difícil organizar un congreso científico en el cual participaran representantes de todos los países donde había investigaciones relevantes, tanto por causas políticas, como por causas económicas. Al etnólogo sueco Erland Nordenskiöld le correspondió un papel clave en la organización del congreso (Rivet, 1932; Laurière, 2008b: 76). A él, Rivet le propuso la organización del congreso en Suecia. Entonces, ambos, Rivet y Nordenskiöld, intercambiaron cartas con Koch-Grünberg, para informarse de cuáles científicos alemanes estarían dispuestos a asistir a un congreso con colegas franceses, ingleses y norteamericanos.

En una carta a Koch-Grünberg, Nordenskiöld escribió: "Apreciado amigo, Usted tiene que ayudarme mucho ahora. Tenemos que conseguir, como Rivet escribe, establecer contactos entre los hombres de buena voluntad de todos los países. Esto puede tener una influencia benéfica para el pensamiento humano en el futuro" (carta de Nordenskiöld a Koch-Grünberg, 18 de julio de 1921. VK Mr A. 29).

Rivet había escrito a Koch-Grünberg:

    Pues, no voy a desanimarme y he escrito a Nordenskiöld, para instarlo a convocar el próximo congreso de Americanistas en Suecia en 1921. No me hago ilusiones sobre las dificultades y los peligros de la tarea que le requiero comenzar, pero le ruego intentarlo. Aun cuando haya conflictos, es necesario que los eruditos vuelvan a encontrarse para renovar los lazos rotos, para reanudar las relaciones interrumpidas; el choque más violento entre personas de buena voluntad es menos grave que el silencio. Los malentendidos entre los pueblos [...] se empeoran más por el mutismo que por una discusión viva, pero leal. Parto del consentimiento de Nordenskiöld y me alegro entonces de encontrarme con Usted y conocerle personalmente. (carta de Rivet a Koch-Grün-berg, 21 de junio de 1920, VK Mr A. 29)

Koch-Grünberg se había sumado a las ideas de Rivet y Nordenskiöld sin reservas. En su respuesta a Nordenskiöld, señaló: "Un cambio personal de opiniones es lo mejor para volver a reanudar las relaciones que la guerra rompió, así que una reunión tal sólo puede servir al bien de nuestra ciencia, tan destruida por la guerra. Además, Suecia es un país neutral que durante toda la guerra defendió su neutralidad estrictamente, de modo que también el nacionalista más riguroso puede viajar allá sin escrúpulos" (Carta de Koch-Grünberg a Nordenskiöld, 13 de julio de 1920, VK Mr A. 29)9.

Sin embargo, las reacciones en los respectivos países fueron bastante distintas y hubo que posponer el congreso varias veces. A pesar de esto, los organizadores no perdieron el ánimo. Nordenskiöld destacó en otra carta: "Si las celebridades no vienen, pues que falten. Es en nosotros, los jóvenes, en los que estriba el futuro. Pero necesitamos reconciliación para que podamos vivir mentalmente" (carta de Nordenskiöld a Koch-Grünberg, 30 de septiembre de 1920, VK Mr A. 29; conservo el énfasis del original).

Primero, en 1922, tuvo lugar un congreso en Río de Janeiro, y allá se decidió la realización de un congreso doble en La Haya y Gotemburgo, en 1924 (Rivet, 1932: 297). En Alemania, una comisión local, formada por Rudolf Martin (Múnich), por el geógrafo Karl Sapper (Würzburg) y su asistente Franz Termer y por Teodor Koch-Grünberg (Stuttgart), se encargó de organizar la participación de los alemanes (carta de Koch-Grünberg a Rivet, 13 de marzo de 1924, VK Mr A. 37)10.

En 1924, el congreso se realizó según los planes referidos (carta de Koch-Grünberg a Martín, 14 de abril de 1924; carta de Koch-Grünberg a Rivet, 19 de abril de 1924, VK Mr A. 37). Se intentó dar la mayor cantidad de facilidades a los colegas alemanes, otorgándoles transporte y alojamiento gratuitos. Además del intercambio científico, el congreso debía servir también a la aproximación internacional. En su artículo necrológico sobre Nordenskiöld, Rivet se refiere al logro y al compromiso del colega sueco en la organización de este congreso. Rivet añade: "Me acuerdo con qué preocupación afectuosa invitó al gran Karl von den Steinen en aquella situación, para que se hiciera fotografiar conmigo, y con qué alegría nos mostró al día siguiente el diario de Gotemburgo, donde se había reproducido la foto, que de esta manera simbolizaba en cierto sentido su sueño del olvido y de la reunifación" (Rivet, 1932: 297)11.

Koch-Grünberg tuvo que cancelar su participación en el congreso a corto plazo, porque Alexander Hamilton Rice, de Estados Unidos, le había ofrecido que lo acompañara en una expedición a Brasil y Venezuela. Al comienzo de este viaje, Koch-Grünberg murió de paludismo, el 8 de octubre de 1924. A pesar de un intenso intercambio por carta, Koch-Grünberg y Rivet nunca se encontraron personalmente.

MANERA DE CONCLUSIÓN

Naturalmente, lo importante para el desarrollo de una disciplina son sus teorías y los resultados empíricos. Sin embargo, también hay que anotar el factor humano, las contribuciones de las personas implicadas, las cuales –muchas veces entre bastidores y sin mucha atención en la retrospectiva histórica– lucharon por establecer las estructuras que hacen posible, o al menos fomentan decisivamente, este trabajo científico, la colección empírica de datos, la elaboración de teorías y su discusión pública y libre.

En las principales obras alemanas sobre la historia de la antropología casi no se hace referencia a Rivet o sólo se lo menciona al margen. En la mayoría de los casos, es reducido a su papel como fundador de instituciones importantes como el Instituto de Etnología de la Universidad de París (en 1925) o del Musée de l'Homme (1937), o como colega o profesor de antropólogos franceses más renombrados12.

No obstante, uno de los méritos peculiares de Rivet es que, a pesar de las experiencias terribles de la guerra, que había experimentado de primera mano en todo su horror, se comprometiera en la integración de los colegas de los países antagónicos durante la guerra. Junto a su trabajo científico, en el sentido estricto de la palabra, luchó por la reactivación de vínculos rotos y contactos interrumpidos. Para él, la ciencia era un asunto internacional cuyo progreso sólo se podía lograr a través de un intercambio pacífico y colegiado, sin fronteras.

En Koch-Grünberg, Rivet encontró un colega, del lado alemán, que compartía su opinión y contribuía a las iniciativas incitadas por Rivet. La carta de Rivet, que he citado al comienzo, fue enviada por Koch-Grünberg en enero de 1920, en una traducción alemana, a la redacción de un diario de Fráncfort, pidiendo que la publicaran. De esta manera, la anécdota sobre el soldado francés y el soldado alemán, que a Rivet le había conmovido tanto, debía contribuir a evocar en más personas el sentimiento de una reconciliación necesaria y posible entre los pueblos (carta de Koch-Grünberg a la redacción (folletín) de la Frankfurter Zeitung, 12.1.1920, VK Mr A. 28)13.

Documentos inéditos

VK Mr nachlass Theodor Koch-Grünberg. völkerkundliche sammlung der Philipps-Universität Marburg (legado de Theodor Koch-Grünberg. Colección etnográfica de la Philipps-Universität, Marburgo, alemania).

ANEXO

Carta de Paul Rivet a Theodor Koch-Grünberg, París, 3 de noviembre de 1919

    Fuente: nachlass Theodor Koch-Grünberg, völkerkundliche sammlung, Fachgebiet Kultur- und
    sozialanthropologie, Philipps-Universität Marburg, vK Mr a. 27.
(legado de Theodor Koch-Grünberg, Colección etnográfica, departamento de antropología Cultural
y social, Universidad de Marburgo, vK Mr a. 27).

    Paris, le 3 novembre 1919.
    Mon cher ami
    ,

Si vous avez eu du plaisir à recevoir ma lettre, croyez que ma joie n'a pas été moindre en lisant la vôtre. J'ai été surtout heureux de voir comme vous avez compris les sentiments intimes qui m'ont animés lorsque je vous ai écrit.

Oui, les penseurs de tous les pays, tous ceux que estiment et croient que la paix universelle dans le travail n'est pas un vain rêve, ceux qui ont la convic-tion que les rivalités des castes dirigeantes peuvent se résoudre autrement que par l'égorgement des peuples, ont atrocement soufert pendant les cinq dernières années. Que de fois, au cours de la lugubre tâche que j'ai accomplie pendant ce temps, ma pensée s'est reportée vers mes frères spirituels qui par delà la zone de lutte ou peut-être plus près encore, dans les tranchées toutes proches, pleuraient leur beau rêve déçu. Souvent, j'ai pensé à vous en particulier, dans le cœur de qui j'espérais bien trouver un jour des sentiments semblables aux miens. J'ai eu une aura de joie, le jour où par une lettre de Nordenskiöld, j'ai pu deviner que je ne m'étais pas trompé, puisque vous vous étiez inquiété de moi. Je ne saurais bien vous expliquer pourquoi, mais j'ai pensé immédiatement à vous un jour où j'assistai à une scène particulièrement pathétique entre un soldat français et un soldat alle-mand. C'était aux jours les plus tragiques de Verdun, en avril 1916. Toutes les nuits, mon ambulance recevait directement des lignes toutes proches (j'étais installé à Verdun même) des centaines d'êtres douloureux, la plupart afreusement mutilés. Nous étions en pleine atmosphère de bataille et les hommes qui nous arrivaient n'avaient pas encore eu le temps de se refaire une mentalité humaine. Une voiture m'amena un soldat allemand blessé au bras et un soldat français blessé à la jambe, deux paysans frustes l'un et l'autre. Après les avoir pansés, je les fs s'asseoir côte à côte sur un banc en attendant de les évacuer. Je les observais de loin. Le français se mit à rouler une cigarette, puis au bout de quelques instants, je le vis s'adresser à son voisin et lui demander s'il voulait fumer. J'entendis un «Ya» sonore et vis un large sourire. Le tabac passa aux mains de l'allemand, mais le français s'apercevant qu'en raison de sa blessure, celui-ci ne pouvait pas faire de cigarette, reprit aussitôt sa bla-gue, roula le tabac, l'alluma et le passa à son voisin. Je m'approchai et le questionnai; il était des régions envahies, n'avait pas de nouvelles de sa femme et de son enfant depuis deux ans. Et comme je faisais semblant de m'étonner de ce qu'il venait de faire pour essayer de deviner le fond de sa pensée obscure, me montrant son voisin, il me ft cette réponse, que je crois encore entendre: « Que voulez-vous? C'est un pauvre bougre, comme moi! ». Vous comprenez bien, n'est-ce pas ? que je vous rapporte cette histoire non pas pour vous vanter la noblesse de nos soldats. Non, je vous l'ai rapportée, parce que j'ai compris ce jour-là ce qu'il y a d'artifciel dans les sentiments de haine de races et que j'ai eu la notion très nette que l'immense solidarité de la misère humaine réunirait à nouveau dans un même fraternité ceux que les fautes des gouvernants faisaient s'entretuer et ce jour-là, j'ai pensé avec joie au jour où je pourrais de nouveau reprendre avec vous en particulier les relations amicales que la guerre a interrompues d'une façon si dramatique.

Depuis que je suis rentré dans la vie civile, depuis que j'ai le droit de pen-ser et d'agir suivant mes sentiments, je travaille ardemment, sans me laisser décourager par aucun obstacle, à hâter le moment où, toute haine ayant dis-paru, nos deux peuples pourront reprendre ensemble, d'un commun accord, avec le même idéal, leur haute œuvre de civilisation et de progrès. Quelque fois, quand je fais le compte des grands et nobles esprits qui ont disparu au cours de cette lutte atroce, tant en Allemagne qu'ici, quand je constate l'état d'esprit d'un grand nombre de mes compatriotes, je suis efrayé de l'énormité de la tâche, mais ces moments de lassitude sont courts. J'imagine que de votre côté, vous vous heurtez aux mêmes obstacles.

Pourtant, je rencontre chaque jour des encouragements; le bon sens revient peu à peu ; la vérité renait lentement mais surement, et puis la grande mise de l'humanité épuisée, efrayée de l'œuvre de dévastation accomplie doit fatalement ressusciter la grande solidarité humaine.

Quand l'on pense à ce que l'on aurait pu réaliser pour le progrès de l'humanité avec le centième des énergies et de l'argent dépensés au cours du con-fit, on éprouve un sentiment de révolte atroce, et, après cette efroyable guerre, où les meilleurs représentants de l'humanité ont été sacrifés, on demeure con-fondu de constater que des hommes sont encore assez fous pour se quereller sur des questions d'hégémonie territoriale, au lieu de se donner tout entiers à l'établissement d'une paix défnitive, saine, qui assurera seule leur réconciliation sincère et leur collaboration efcace pour le relèvement de l'humanité.

J'ai repris mes travaux scientifques avec un plaisir que vous devez com-prendre. Actuellement j'ai liquidé à peu près tous les articles que la guerre avait interrompus et j'en ai entrepris de nouveaux. J'ai fni de lire et de noter les travaux parus pendant les hostilités. Grâce à vous, j'ai la liste de ce que est paru en Allemagne. J'ai demandé et obtenu l'échange avec «La Cultura latino-americana », belle revue, dont j'ai reçu les tomes déjà parus. J'ai envoyé le Journal de la Société à toutes les Sociétés allemandes et autrichiennes ; prochainement, j'écrirai au Père Schmidt. Je vous remercie aussi de m'avoir indiqué que M. Seler fête son 70ème anniversaire le 5 décembre. Je lui écrirai à cette occasion, ainsi que M. Vignaud. Une manifestation collective de la Société n'est pas encore possible en raison de l'état d'esprit de certains de nos collègues, contre lequel je lutte sans relâche, mais que je n'ai pas encore modifé entièrement.

J'ai le petit livre de Rocha, dont vous me parlez (Memorandum de viaje). Il est très intéressant. Je compte bien utiliser un jour les documents qui s'y trouvent et qui ne sont pas dénués de valeur. Je vous signale un tout petit vocabulaire hui-toto paru dans une revue colombienne : «Archivo historial, órgano del centro de estudios historicos. Manizales 1ère année, no. 11, juin 1919, p. 543-545. Si vous le désirez, je vous en enverrai la copie. Ce n'est d'ailleurs pas fameux.

De plus en plus, je croie en la nécessité de reprendre la classifcation des lan-gues américaines sur des bases modernes et j'estime que c'est de cette façon que nous arriverons le plus vite à voir clair dans le chaos sud-américain. Il est certain qu'il serait utile et facile, grâce aux excellents documents que vous avez recueillis de faire maintenant la grammaire comparée des langues tukano, mais en aurai-je le temps ? Mes documents sur le Purus et le Jurua m'ont plutôt orienté du coté des langues arawak, et j'en ai pour plusieurs années. A ce propos, je vous dirai que l'Ipurina est bien une langue arawak, tandis que j'ai des doutes pour les langues de l'ancien group Araua de Brinton : Pammari, Jamamadi, etc. Revoyez à ce sujet la démonstration d'Ehrenreich et vous verrez combien elle est peu convaincante.

Que j'ai hâte, mon cher ami, de voir les relations reprendre comme par le passé! Mais quand sonnera-t-elle, l'heure de la reprise collective? Je me console en pensant que nous y travaillons en renouant nos liens individuels, mais combien faudra-t-il lutter encore pour convaincre non seulement les masses, mais l'élite elle-même que c'est nous qui avons raison?

Le fascicule 2 du tome XI de notre Journal va paraitre d'ici un mois. Je n'ai pas besoin de vous dire les difcultés de toutes natures que j'ai eu et que j'aurai encore à vaincre pour le maintenir tel qu'il était avant la guerre.

Au revoir, mon cher ami, croyez à mes sentiments de bien sincère afection.


Comenarios

* Agradezco la lectura crítica de una primera versión de este artículo a Sol Montoya (Maburgo/Cali) y Dagmar Schweitzer de Palacios (Marburgo); y a Catherine Amé (Berlín) el apoyo en la transcripción de los textos en francés.

1 Hinterbühne = backstage / entre bastidores; véase Goffmann, 2001.

2 Véase la carta original completa en el anexo de este artículo.

3 Theodor Koch-Grünberg era uno de los pioneros de la antropología alemana que estudiaba las culturas indígenas de las tierras bajas de américa del sur. Había estudiado filología antigua, alemán, historia y geografía para trabajar como profesor en un colegio. Renunció a esta actividad y trabajó –entre 1901 y 1909– en el Museo real de etnología en Berlín; de 1909 a 1915, fue profesor en la Universidad de Friburgo, y a partir de 1915, fue el director científico en el lindenmuseum (Museo etnológico) de stuttgart.
Realizó cuatro expediciones a América del sur. En 1899 acompañó a Hermann Meyer de Leipzig en su expedición al alto Xingu/brasil. de 1903 a 1905 llevó a cabo su famosa expedición al alto río negro; entre 1911 y 1913 realizó su viaje "del roraima al orinoco". En 1924 dimitió de su función como director del lindenmuseum para acompañar a Alexander Hamilton rice en una expedición a brasil y Venezuela. al comienzo de este viaje murió en vista alegre (brasil) de paludismo. Para un resumen de la biografía y del trabajo científico de Koch-Grünberg, véanse las introducciones de Gerardo reichel-dolmatoff y otto Zerries en Koch-Grünberg, 1995; véase también Kraus, 2004a; para su expedición al alto río negro, véanse Koch- Grünberg, 1995 [1909/1910] y Kraus 2004b.

4 Véanse, p. E, baldus 1959, laurière 2008a, laurière 2008b.

5 Esta carta es la única de Rivet a Koch-Grünberg escrita en español. Por lo demás, Rivet escribía en francés y Koch-Grünberg respondía en alemán.

6 En los años siguientes, el museo de stuttgart, donde Koch-Grünberg trabajaba en aquel momento, también volvió a recibir revistas de otros países, por ejemplo, de estados Unidos, por intermedio de Franz boas.

7 El documento incluye una copia de la carta de Rivet al comandante del campamento francés de prisioneros de guerra.

8 El apoyo económico tanto de Franz boas, de estados Unidos, como del estado mexicano posibilitó la publicación.

9 Pocos días antes, Koch-Grünberg también había escrito a Rivet en este sentido (carta de Koch-Grünberg a rivet, 6 de julio de 1920, vK Mr a. 29).

10 Véase también la correspondencia entre Martin y Koch-Grünberg.

11 Véase también laurière, 2008b: 76.

12 Como Marcel Mauss, Lucien lévy-bruhl, Marcel Griaule, Michel leiris, Jean Routh o el suizo Alfred Métraux.

13 No fue posible verificar si el Frankfurter Zeitung realmente imprimó la carta.


REFERENCIAS

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