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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

versão impressa ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  n.12 Bogotá jan./jun. 2011

 

ETNICIDAD Y COMUNIDAD EN EL PROCESO PATRIMONIAL: EL CASO DEL ÚLTIMO BARRIO CHINO RURAL DE EE. UU. EN LOCKE, CALIFORNIA

Chuo Li*

* Uníversíty of Illínoís at Urbana-Champaígn. chuolí2@íllínoís.edu


RESUMEN

Locke, California es el último barrio chino rural en América formado por los primeros inmigrantes chinos, en 1915. El valor de Locke como un sitio histórico conmemora la contribución de los trabajadores chinos al Estado Nación y ha sido extensamente reconocido. Pero su preservación ha levantado muchas controversias dentro y fuera de la comunidad. Este artículo muestra cómo el discurso hegemónico de tradición y lugar podría generar los significados impugnados de herencia y espacio que firmemente se conectan con los discursos sobre la ideología y la identidad. Esto también proporciona perspicacias para entender la dinámica y la política compleja de paisaje étnico y patrimonio.

PALABRAS CLAVE:
Etnicidad, políticas del patrimonio, preservación histórica, barrio chino, paisaje vernáculo.


ETHNICITY AND COMMUNITY IN THE HERITAGE PROCESS: THE CASE OF AMERICA’S LAST RURAL CHINATOWN IN LOCKE, CALIFORNIA

ABSTRACT

Locke, California is the last rural Chinatown in America that was formed by the early Chinese immigrants in 1915. Locke's value as a historic site commemorating Chinese laborers' contribution to the nation-state has been widely recognized, but its preservation has raised many controversies within and outside the community. The paper shows how the hegemonic discourse of tradition and place could generate contested meanings of heritage and space that solidly grounded on the different ideology and identity discourses. It also provides insights to understand the dynamicity and complex politics of ethnic landscape and heritage.

KEY WORDS:
Ethnicity, Heritage Politics, Historic Preservation, Chinatown, Vernacular landscape.


ETNICIDADE E COMUNIDADE NO PROCESS O PATRIMONIAL: O CASO DO PASS ADO BAIRRO CHINÊS RURAL DE EE .UU EM LOCKE, NA CALIFÓRNIA

RESUMO

Locke, California é a última rural Chinatown na América que foi formada pelo inicio imigrantes chineses em 1915. Locke do valor, como um local histórico comemorar trabalhadores chineses contribuido para o Estado-nacáo foi amplamente reconhecido, mas sua preservacáo levantou muitas controvérsias no interior e no exterior da comunidade. 0 artigo demonstra como o discurso hegemí de tradicáo e local poderia gerar contestada significados do património e no espaco que sólido fundamento sobre os diferentes ideologia e identidade discursos. Prevé também insights para entender a dinamicidade e complexo política étnica de paisagem e património.

PALAVRAS-CHAVE:
Etnicidade, Política Património, Preservacáo Histórica, Chinatown, paisagem Vernáculo.

ARTÍCULO RECIBIDO: 13 DE ENERO DE 2011 / ACEPTADO: 18 DE MARZO DE 2011 / MODIFICADO: 18 DE ABRIL DE 2011


Introducción

Locke, California, es un pueblo rural ubicado 96 kilómetros al este de San Francisco y 32 kilómetros al sur de Sacramento. Es el último barrio chino rural estadounidense construido por y para trabajadores agrícolas chinos. Construido en 1915 e incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 1977 y declarado Monumento Histórico Nacional en 2001, Locke ha sido ampliamente reconocido como un lugar patrimonial de alta importancia para los inmigrantes chinos y los chinos americanos. También ha recibido atención pública debido a sus esfuerzos de preservación y desarrollo socioeconómico. Sin embargo, puesto que sus primeros pobladores han envejecido, y sus descendientes se han trasladado a otros lugares del país, Locke ya no es un enclave étnico próspero, y está cambiando en virtud de una población cada vez más diversificada y una economía estancada. Las tensiones entre los promotores de bienes raíces, los residentes locales y los preservacionistas han desalentado los esfuerzos por rescatar al pueblo de su condición ruinosa y han convertido el lugar histórico en un territorio disputado y competido.

La historia particular del barrio chino de Locke provee un importante ejemplo para examinar el significado discutible de patrimonio, su relación con la identidad étnica y las políticas de conservación patrimonial. El patrimonio étnico constituye una práctica de representación mediante la cual se comunican y manejan la memoria y la identidad de un grupo étnico específico. También es un recurso crítico para la representación política y el avance económico dentro de las narrativas más amplias de multiculturalismo y diversidad social. Este artículo comienza con una introducción general a la conservación del patrimonio étnico en Estados Unidos y continúa con una breve historia de la inmigración china en ese país, que incluye la formación del barrio chino de Locke. Más adelante se enfoca en las controversias que rodean la conservación patrimonial, el desarrollo de los bienes raíces y las cambiantes identidades socioculturales de Locke. La sección final discute las características más importantes del lugar patrimonial y el papel de la etnicidad y la comunidad en el proceso patrimonial.

Conservación del patrimonio étnico en Estados Unidos

La historia inicial de la conservación patrimonial en Estados Unidos se puede remontar a la restauración masiva de Williamsburg, Virginia, durante las décadas de 1920 y 1930. Durante el proyecto se concentró la atención en la interpretación "correcta" de ciertos aspectos históricos que incluían la participación de europeos americanos en la guerra de Independencia de Estados Unidos, y sus vidas en los Estados Unidos del siglo XVIII. En contraste, muy pocos esfuerzos se han hecho por preservar las viviendas y jardines de los afroamericanos. La historia de la esclavitud se ignoró u ocultó de manera deliberada en una "limpieza de la historia" que ayudó a construir una identidad nacional basada en la cultura hege-mónica de los blancos (Alanen y Melnick, 2000: 6-7; Carrillo, 2004).

Con el surgimiento de los movimientos de derechos civiles en Estados Unidos, los afroamericanos y otros grupos étnicos minoritarios empezaron a ser poderes políticos innegables, que luchaban por su representación en todas las esferas. Mientras tanto, la reestructuración económica y los cambios sociales, bajo la influencia del desarrollo capitalista mundial, exigieron un nuevo orden económico y una nueva ideología política para reorganizar el mercado laboral nacional (Lowe, 1996). Entonces, la narrativa del multiculturalismo fue adoptada por el Estado-nación para mediar las presiones provocadas por el surgimiento de los poderes étnicos y las poblaciones cada vez más diversificadas (Lowe, 1996: 86). El patrimonio, una esfera importante de la representación, tenía que registrar las exigencias del multiculturalismo e incorporar las diferencias y contradicciones dentro de los diferentes grupos raciales y étnicos, y entre éstos. Por lo tanto, en las décadas de 1970 y 1980, las conservaciones patrimoniales empezaron a prestar atención a las historias ocultas de las minorías étnicas. Se hicieron esfuerzos importantes por documentar la historia de la esclavitud y preservar la arquitectura y los oficios del pasado, en especial del patrimonio afroamericano (Kaufman, 2009: 90). Para la década de 1980, varios estados, incluidos Nueva York, Alabama, Georgia, Tennessee, Florida, Kentucky, Carolina del Sur y Luisiana, formaron grupos dedicados específicamente a preservar el patrimonio afroamericano, y crearon guías de recursos históricos negros (Kaufman, 2009: 91). Al mismo tiempo, reconocidos sitios históricos nacionales como Colonial Williamsburg y Monticello, residencia de Thomas Jefferson, también comenzaron a incorporar la historia de la esclavitud en la interpretación de los sitios por medio de excavaciones arqueológicas y documentaciones (Alanen y Melnick, 2000: 6-7).

El incremento del apoyo oficial a la conservación del patrimonio afroamericano demostró el creciente reconocimiento, por parte de la nación, de la diversidad social y la igualdad racial. Mientras tanto, la crisis fiscal de 1973 en Estados Unidos provocó un gran cambio de las políticas nacionales para adecuar la reestructuración económica, por medio de la promoción de la "resolución del mercado" como medio para revivir la economía nacional. Las políticas cambiantes y la nueva agenda del neoliberalismo priorizaron la circulación del capital y de otros recursos para alcanzar las tasas de acumulación del capital (Hackworth, 2007: 80; Goodwin, 1993: 148). El discurso en el que "los lugares ya no son presentados como focos de apego y preocupación, sino como paquetes de oportunidades sociales y económicas que compiten entre ellos en el mercado abierto por una porción de la torta de la inversión de capital" revela la mercantilización de lugares como manera central de facilitar el crecimiento y el desarrollo (Philo y Kearns, 1993: 3). Al interiorizar estas ideas de mercanti-lizar y consumir lugares, las instituciones regionales y locales han manipulado de manera consciente la cultura, en aras de mejorar las imágenes locales y el atractivo de los lugares (Philo y Kearns, 1993: 3).

El patrimonio siempre ha sido una fuente importante de imágenes y memoria enraizadas en la tradición, las costumbres y vidas culturales de un lugar. Debido a que los intentos por conseguir uniformidad y homogeneidad cultural en la sociedad moderna han fracasado, el cambio hacia una mayor tolerancia con la diversidad y la presencia cultural de otros ofrece nuevas oportunidades para el patrimonio étnico en el siglo XXI. Es más, debido a que Estados Unidos pronto se convertirá en una sociedad "mayoritariamente minoritaria", en la que los grupos minoritarios constituirán más de la mitad de la población, el patrimonio étnico no sólo parece significativo en la imaginación cultural de la nación, sino que también es un componente clave en sus campañas de mercadeo (Kaplan y Li, 2006). Los esfuerzos, impulsados por el mercado, por apropiarse y transformar símbolos e imágenes de la cultura étnica en bienes producen muchas oportunidades de turismo étnico. En ciudades grandes como San Francisco, Chicago y Nueva York, los vecindarios étnicos se han convertido en destinos turísticos populares. En 2005 hubo más de 3.200 participantes en la serie de Tours de Vecindarios de Chicago, promovidos por la oficina de turismo de Chicago. La serie incluía tours en doce vecindarios étnicos de la ciudad, incluidos el barrio chino, el barrio griego, Pilsen y Little Village (vecindarios mexicanos), Bridgeport (vecindario irlandés), Pequeña Italia, Devon Avenue (vecindario indio), entre otros. La narrativa del multiculturalismo en tales encuentros permite el consumo de la cultura étnica y media las impresiones de los lugares étnicos para el público occidental.

A pesar de la creciente atención al patrimonio étnico, algunos grupos étnicos minoritarios, como los hispanoamericanos y los asiático-americanos, todavía están subrepresentados significativamente en los principales campos de preservación. De acuerdo con Kaufman (2009: 76), de las 77.000 entradas que había en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 2004, casi 1.300 estaban asociadas con patrimonio afroamericano, pero sólo 90 eran hispanas y 67 eran asiáticas. En 1985, el Centro de Reubicación de Guerra Manzanar era el único patrimonio asiático americano, además de Hawái, reconocido como Monumento Histórico Nacional (Dubrow, 2000: 163). Las razones para la negligencia nacional hacia estos patrimonios étnicos deben ser atribuidas al hecho de que estos grupos tienen un poder político relativamente débil, en comparación con los afroamericanos, quienes han usado más exitosamente su influencia política para validar la preservación del patrimonio (Kaufman, 2009: 93).

Dubrow (2000: 143) atribuye la invisibilidad del patrimonio asiático-americano a los siguientes dos factores: el primero es la falta de huellas culturales obvias de los inmigrantes de Asia y las islas del Pacífico en el entorno construido y en el paisaje; el segundo es la falta de conocimiento y de guía que tienen los funcionarios encargados de la preservación, para identificar y evaluar los recursos culturales pertenecientes a grupos étnicos asiáticos. La institución en California de la ley de tierras para forasteros, en 1913 (derogada en 1952), prohibía a todos los inmigrantes asiáticos poseer propiedades en California. Desde 1921 hasta 1925, otros trece estados occidentales aprobaron leyes restrictivas similares que no permitían a los asiáticos poseer tierras (Coletta, 1967: 185). Las regulaciones discriminatorias efectivamente evitaron que los inmigrantes asiáticos construyeran edificios y crearan paisajes que reflejaran sus propias tradiciones culturales y su etnicidad. En cambio, tendían a ocupar las construcciones y paisajes estadounidenses y a realizar alteraciones modestas (Yip, 1995; Dubrow, 2000: 143). El insuficiente conocimiento y la falta de comprensión del patrimonio étnico en el campo de la preservación oficial son evidentes en las obras de preservación realizadas por instituciones como el Servicio de Parques Nacionales. Esta institución fue criticada por aislarse de los profesionales afroamericanos. Buscaba encuestar a afroamericanos para sus investigaciones y consultas, pero fracasó en una reforma de sí misma mediante la contratación de profesionales afroamericanos bien capacitados (Kaufman, 2009: 122).

Mientras que el patrimonio asiático-americano ha sido subrepresentado en general, el patrimonio chino-americano en particular figura prominentemente entre las clases olvidadas de recursos culturales que merecen más atención y mayores esfuerzos de preservación. Aunque desde la década de 1970, y en especial en las décadas de 1980 y 1990, varios lugares históricos relacionados explícitamente con los chinos americanos ingresaron al Registro Nacional de Lugares Históricos o a otras listas de lugares históricos oficiales, las obras de preservación eran limitadas e inefectivas. El ejemplo más conocido de asentamientos históricos chinos, el barrio chino de San Francisco, no fue nominado como distrito histórico debido a la oposición de los dueños de las propiedades y la presión de la reurbanización (Li, manuscrito sin publicar). De igual forma, el barrio chino de Riverside, California, que fue designado por el Registro Nacional de Lugares Históricos en 1990, fue amenazado de ser demolido cuando el Concejo de Riverside aprobó el plan de construcción de un edificio de oficinas médicas en el lugar arqueológico del barrio chino, en 2008. Mientras que estos recursos culturales asociados con los chino-americanos, que son más conocidos, fueron pasados por alto o se consideró que no merecían ser preservados, muchos otros sitios patrimoniales chino-americanos menos conocidos también están en peligro debido a la ignorancia y están amenazados de ser demolidos, en especial los ubicados en áreas rurales.

Muchos de los primeros barrios chinos, ubicados en pueblos pequeños y áreas rurales, fueron erradicados intencionalmente debido a sentimientos antichinos durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Por lo tanto, el barrio chino de Locke sobrevivió como un importante y excepcional testimonio de la historia temprana de los trabajadores chinos que dieron forma al paisaje agrícola de los estados occidentales. El pueblo histórico no sólo es un patrimonio significativo para la comunidad china en Estados Unidos; también tiene una importancia más amplia, ya que es parte esencial de la historia nacional y regional de inmigración, raza y trabajo. Los acalorados debates que rodean su conservación reflejan algunas de las preocupaciones y varios de los desafíos primordiales que son inherentes al manejo del patrimonio étnico en el país.

Una historia del barrio chino de Locke

La primera ola de chinos llegó a Estados Unidos durante la fiebre del oro de California en 1849. Fueron traídos al país como trabajadores contratados por las compañías mineras de California, mientras que su país natal estaba experimentando la crisis económica y la confusión política de la Revolución China. La mayor parte de estos primeros inmigrantes estaba constituida por agricultores de pequeños pueblos de una provincia del sur de China llamada Guangdong. Eran considerados "forasteros" que buscaban hacer una fortuna y regresar con dinero a China, sin ninguna intención de quedarse en Estados Unidos (Lyman, 1970). Una vez que la minería de oro comenzó a declinar a finales de la década de 1850, la demanda de mano de obra barata se desplazó a la construcción de ferrocarriles. La segunda ola de inmigrantes chinos llegó cuando el ferrocarril transcontinental se encontraba en construcción en las montañas de Sierra Nevada. En 1875, el número de trabajadores chinos en el oeste de Estados Unidos había constituido una parte sustancial de los trabajadores en el estado de California. Cuando la minería empezó a disminuir en 1875, la cantidad de trabajadores chinos en el occidente estadounidense había constituido una proporción sustancial de los trabajadores de sexo masculino en el estado de California. Sin embargo, hacia el final de la década de 1870, cuando se terminó el ferrocarril transcontinental, disminuyó la demanda de trabajo chino. Entre tanto, los trabajadores chinos enfrentaron un creciente resentimiento racial cuando los trabajadores blancos sintieron la competencia de la fuerza laboral china y exigieron restricciones de inmigración. La retórica excluyente también afirmaba que los chinos no eran capaces de asimilarse, y llamaron a la organización social asiática una amenaza para la integridad política del país (Lowe, 1996: 5). En 1882, el estado instituyó Actas de Exclusión China para reafirmar el privilegio de los ciudadanos blancos, mientras que el Gobierno excluyó y privó de sus derechos a los inmigrantes chinos.

Los primeros barrios chinos se formaron en pueblos en los que los mineros y agricultores chinos se congregaban. Restaurantes, lavanderías y tiendas se agruparon alrededor de los hoteles y crearon un centro de negocios chino. Desde la década de 1850 hasta la de 1870, muchos barrios chinos pequeños se establecieron en las áreas mineras de los estados occidentales. Pero desde la década de 1880, debido a que los inmigrantes chinos fueron considerados una interferencia para las normas sociales y valores dominantes, los barrios chinos fueron amenazados de ser eliminados. Para el final del siglo XIX, muchos barrios chinos fueron quemados en los estados occidentales, y las masacres de chinos en Los Ángeles (1871), Rock Springs, Wyoming (1885) y Douglas Bar, Oregón (1885), forzaron violentamente a los inmigrantes chinos a abandonar sus asentamientos originales (Gillenkirk y Motlow, 1987: 12; Yip, 1978). La violencia se generaba a partir de la necesidad del grupo dominante de asegurar sus intereses políticos y capitales por medio del control socioespacial de los "otros" racializados y de lo que se consideraba desviación cultural. Estando en esta situación, algunos de los chinos que se encontraban desempleados empezaron a trasladarse al medio oeste y a la costa este, mientras que otros se reasentaron en las áreas rurales menos desarrolladas de California, en donde pudieron encontrar empleo y una relativa seguridad frente al abuso dirigido hacia ellos en las grandes ciudades.

En ese momento, el delta de Sacramento se convirtió en uno de los refugios en donde los chinos encontraron oportunidades para trabajar al reclamar pantanos para la agricultura. Aunque las condiciones locales de trabajo eran duras y la paga era injustamente baja, los chinos pudieron establecerse y ocupar un nicho que otros trabajadores no estaban dispuestos a ocupar. La afluencia de trabajo chino barato aceleró el desarrollo de las industrias agrícolas en el delta, que pronto empezó a ser conocido como "la capital de espárragos del mundo" y como un importante lugar de producción de peras Bartlett (Gillenkirk y Motlow, 1987: 13). Entretanto, algunos barrios chinos residenciales, ubicados en zonas rurales, tomaron la forma de pequeños grupos de chozas. La mayoría de la población china del delta estaba dominada por dos grupos dialécticos; un grupo era del condado de Sze Yap, perteneciente a la provincia Guangdong, y el otro era del distrito vecino conocido como condado de Zhongshan. Mientras que el grupo de Sze Yap se especializaba en recolectar cultivos, las personas de Zhongshan tendían a trabajar en huertos. Juntos, los dos grupos ocupaban el barrio chino de Walnut Grove, hasta que un incendio lo destruyó en 1915. Después del desastre, el clan de Zhongshan decidió construir un nuevo barrio chino en Locke.

La tierra de Locke era propiedad de George Locke, quien también poseía huertos en los alrededores del área. Antes de que se quemara el barrio chino de Walnut Grove, algunos agricultores de Zhongshan ya habían construido un pequeño asentamiento en el terreno. Cuando el clan de Zhongshan llegó después del incendio, arrendaron nueve hectáreas de los huertos de peras de Locke, lugar en el que el barrio chino de Locke sería construido finalmente. Durante el auge de la década de 1920, alrededor de 600 residentes vivían en el barrio chino de Locke. Su prosperidad dependía en gran medida del desarrollo agrícola del delta de Sacramento, cuyos huertos necesitaban una gran cantidad de trabajo de temporada. Por lo tanto, los miembros del clan de Zhongshan, quienes se especializaban en plantaciones de huertos, se concentraron en Locke, donde se encontraban varios huertos de gran tamaño. Después de la Segunda Guerra Mundial, la mecanización de la industria agrícola mejoró significativamente la eficiencia de las operaciones y generó un mercado agrícola para el delta que se expandió con rapidez, mientras que el desarrollo de las redes de transporte también facilitó una operación más centralizada. Estos cambios llevaron al declive de los pequeños cultivos y huertos de Locke. Para la década de 1950, la demanda de trabajadores disminuyó y la población china empezó a desaparecer (Gillenkirk, 2006; Yip, 1978).

Las dos calles principales del barrio chino de Locke son Main Street y Key Street (también conocida como Second Street). Las construcciones que se encuentran a lo largo de Main Street en su mayoría son estructuras de madera y de dos pisos (ver la figura 1). Por lo general, el primer piso era usado para propósitos comerciales y el segundo piso era el área residencial. Los andenes de Main Street estaban cubiertos por balcones sobresalientes sostenidos por columnas de madera, que era una característica arquitectónica común en las construcciones comerciales o residenciales de varios pisos en Hong Kong y en la provincia de Guangdong, en el sur de China. Yip (1978: 10) especula que debido a la ley de tierras para forasteros de California, promulgada en 1913, y que impedía a los chinos poseer tierras, los chinos preferían las estructuras de madera que, aunque eran temporales, eran más económicas y más fáciles de construir, en lugar de construcciones hechas de manipostería, que requerían más inversión y significaban permanencia. La mayoría de las construcciones eran diseñadas y construidas por los carpinteros locales, quienes se apropiaron de la distribución típica de las estructuras estadounidenses para satisfacer las necesidades particulares de los chinos (Yip, 1978: 10). Por ejemplo, las construcciones entre Main Street y Levee Highway tienen dos entradas: una en el primer piso y que queda hacia Main Street, y la otra en el segundo piso y ubicada hacia Levee Highway. Esta disposición permitía que el espacio que daba hacia la calle principal se pudiera usar como unidad comercial, y que el espacio más privado se pudiera usar como almacenamiento y área residencial (Yip, 1978: 10). A lo largo de Key Street se encuentran casas residenciales de un piso rodeadas de pequeñas huertas de vegetales que tienen una llave compartida hacia el tanque de agua. Por lo general, las mujeres eran responsables del cuidado de los jardines de vegetales, mientras que los hombres trabajaban en huertos y cultivos cercanos. Más que un lugar de trabajo, el jardín de vegetales era un espacio social importante en el que los residentes intercambiaban información y participaban en actividades comunales.

De muchas maneras, el barrio chino de Locke no sólo era una comunidad residencial, sino también un centro social, cultural y comercial para los agricultores chinos que vivían en Locke o en sus alrededores. Los agricultores visitaban Locke para consumir comida étnica, para entretenerse, para comprar alimentos y para socializar. Por ejemplo, las casas de apuestas tenían una función social muy importante, ya que les ofrecían a los trabajadores lugares en los que se podían reunir a jugar mahjong y ajedrez, e intercambiar información sobre el trabajo y noticias de China (Gillenkirk y Motlow, 1987: 15). La oficina de correos era usada como dirección postal de los trabajadores, así que ellos iban con frecuencia para recoger las cartas que les mandaban desde China. En 1926, un comerciante chino recogió fondos para construir un colegio chino al que los niños asistían para aprender el idioma y los valores culturales tradicionales de sus ancestros. Yong Chen sostiene que los inmigrantes chinos construyeron y mantuvieron su identidad por medio de sus lazos con China. Ha criticado el modelo binario de "forasteros" y "pobladores" que asume que una persona sólo puede ser identificada con un hogar, y por el contrario sugiere que muchos de los inmigrantes chinos "eligen ser tanto forasteros como pobladores al mismo tiempo" (Chen, 2000: 57). Esto también ocurría en Locke, en donde se construyó una identidad cultural única a través de las conexiones culturales, económicas y políticas quese mantenían con China.

Los primeros inmigrantes eran hombres que llegaron a trabajar, dejando sus familias atrás. Pero durante la era de la posguerra, la sociedad del barrio chino, predominantemente constituida por hombres solteros, se convirtió en una comunidad orientada a la familia, lo que finalmente llevó a cambios tremendos en las estructuras sociales de parentesco. La asimilación era mucho más común entre los chinos americanos de segunda generación, quienes asistían a colegios públicos o colegios misioneros para aprender inglés y sobre las culturas mayoritarias. Pero la asimilación era problemática. En la famosa autobiografía de Maxine Hong Kingston, Mujer guerrera (1976: 111), la autora describió el barrio chino como un lugar atormentado por fantasmas, y declaró: "He encontrado algunos lugares en este país que están libres de fantasmas. Y creo que pertenezco a dichos lugares".

En lugar de ser un enclave étnico determinado estáticamente, el barrio chino está sujeto a una cultura, a un poder y a ideologías cambiantes, y su identidad colectiva es complicada, y se ve desafiada por los diversos grados de asimilación o identificación con la cultura tradicional china que existen entre las diferentes generaciones (Lowe, 1996: 65). Adicionalmente, las capacitaciones profesionales que la nueva generación de chinos recibió, les suministraron un medio para atravesar las barreras físicas y sociales del barrio chino, que habían impedido que los primeros inmigrantes chinos se integraran a la sociedad mayoritaria de Estados Unidos. En especial después del Acta de Inmigración y Nacionalidad de 1965, que abolió las cuotas de origen nacional y las exclusiones, hubo un enorme avance de los ideales democráticos estadounidenses que ampliaron las fronteras culturales y raciales de la nación. Las cambiantes políticas e ideologías nacionales brindaron nuevas oportunidades para los descendientes de los primeros trabajadores chinos, quienes no tenían ninguna intención de dedicarse a carreras agrícolas y dejaron atrás el gueto rural para buscar una nueva vida en las ciudades.

Con el envejecimiento de los trabajadores chinos de primera generación, el barrio chino de Locke gradualmente fue declinando. En 1988, sólo unos 25 chinos de edad avanzada vivían en Locke (Cummings, 1988b). Sin embargo, las vacantes, los bajos precios de los arriendos y un estilo de vida rural atrajeron a personas jóvenes de diferentes procedencias étnicas, quienes se fueron a vivir al pueblo. Estos nuevos residentes han abierto pequeñas tiendas que ofrecen a los turistas arte, manualidades y curiosidades. Su presencia cambia significativamente el tejido cultural y social del lugar, y plantea un acertijo para el futuro del pueblo histórico: ¿el pueblo debería ser conservado como enclave étnico a pesar de que el grupo étnico original escasamente permanece allí? ¿Se deberían estimular nuevas urbanizaciones y se debería permitir que Locke evolucione como una nueva comunidad? En realidad, los pueblos históricos no son museos sin vida; a menudo están sujetos a las condiciones cambiantes de la comunidad y la sociedad. Consisten en restos del pasado y nuevas características que transmiten significados e interpretaciones cambiantes sobre su importancia.

Controversias en cuanto a la conservación del patrimonio

En 1971, el barrio chino de Locke fue incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos, lo que incrementó la conciencia pública sobre el valor histórico del pueblo. Sin embargo, los esfuerzos de conservación se han visto desafiados por varios dilemas, incluidos las amenazas de incendios de las antiguas estructuras de madera, vandalismo, agua inadecuada, sistemas de alcantarillado dilapidados y viviendas precarias1. Para salvar el último barrio chino rural de Estados Unidos, la Agencia de Vivienda y Redesarrollo de Sacramento propuso en 1977 un Programa de Acción para Locke. El plan buscaba preservar a Locke como una comunidad viviente y un monumento manteniendo los patrones residenciales y comerciales existentes. La agencia instó al estado de California y a organizaciones privadas interesadas a que compraran las catorce hectáreas de terreno de Locke para poder preservar el pueblo intacto, evitando así que las personas vendieran el terreno de los residentes2. Desafortunadamente, la propuesta no fue aprobada por el estado.

En 1977, un constructor de finca raíz de Hong Kong compró esta parcela de tierra y las 450 hectáreas que la rodeaban. Aparentemente, el constructor iba a preservar la comunidad y la calidad de vida, pero pronto estableció la Asociación de Desarrollo de Propiedades de Locke, y anunció sus planes de construir una "ciudad asiática" en el lugar3. El plan era construir 238 condominios, un puerto para yates y un parque temático asiático, con una mezcla de estilos arquitectónicos de Japón, Taiwán, Corea, Filipinas, Hong Kong y Tailandia. Además, el constructor también planeaba convertir el barrio chino de Locke en un núcleo comercial y de entretenimiento al construir un centro comercial, un club campestre, restaurantes y una pista de carreras de botes en el terreno (Gluckman, s. f.).

En 1979, la Comisión de Planeación del Condado de Sacramento evaluó el plan y dijo que se desviaba de la intención del estado de preservar la integridad histórica del pueblo y se priorizaban los intereses económicos por sobre los valores históricos. Votaron para rechazar la petición del constructor de cambiar la designación original del uso de la tierra para adecuar el desarrollo comercial. La Agencia de Desarrollo Comunitario y Protección Ambiental del Condado de Sacramento emitió un informe del impacto ambiental y discutió los posibles efectos adversos del plan de la ciudad asiática sobre las condiciones existentes del pueblo histórico. En primer lugar, las 238 unidades de vivienda y estructuras comerciales hubieran podido incrementar los volúmenes de tráfico en más de un 50%. En segundo lugar, aunque los residentes locales necesitaban desesperadamente viviendas baratas, sólo se proponía la construcción de viviendas costosas. Asimismo, el proyecto se tomaría los jardines de verduras del pueblo para realizar allí construcciones comerciales. El fracaso de la ciudad asiática para abordar la importancia histórica de Locke y para preservar su integridad histórica y su tejido tradicional, finalmente, llevó a la negativa final.

En respuesta, el urbanizador argumentó que la tierra tenía que ser usada "económicamente" para poder financiar la preservación, y también para que los dueños de las viviendas se involucraran más (Wey, 1979). Algunos de los residentes de Locke firmaron una petición en la que solicitaban al condado la aprobación de los proyectos de vivienda de la ciudad asiática, ya que ellos consideraban que el barrio chino de Locke no tendría futuro si no se trasladaban nuevos residentes a la zona. Además, las nuevas viviendas podían atraer inmigrantes chinos y chinos americanos, ya que los inversores habían planeado vender las viviendas en Hong Kong y en ciudades cercanas al delta de Sacramento (Cummings, 1988a). Poco tiempo después el Departamento de Parques y Recreación sostuvo una audiencia pública para escuchar más opiniones de la comunidad con respecto al plan de adquisición, restauración y desarrollo del pueblo. Sin embargo, los residentes, en especial los chinos de mayor edad, se quejaron de que sus voces no recibían suficiente atención porque la reunión fue en inglés y no hubo traducción al cantonés.

Con respecto a la decisión del estado, la Asociación de Desarrollo de Propiedades de Locke decidió retirar el plan comercial de la ciudad asiática, pero siguió buscando una manera de desarrollar la subdivisión de viviendas y convertir el pueblo en un vecindario residencial y en atracción turística. En 1980, el estado aprobó un pequeño proyecto de renovación, propuesto por la asociación, para reparar las tiendas que daban a la calle y restablecer los pequeños negocios de Main Street. Sin embargo, el proyecto de renovación no salió bien. Uno de los principales dilemas fue que el constructor era propietario de la tierra, pero no de las construcciones. La propiedad compartida de las propiedades y la tierra llevó a tensiones entre el constructor y los dueños de las construcciones, lo que impidió una implementación exitosa del proyecto de renovación. Es más, aquellos dueños de construcciones que estaban dispuestos a reparar las estructuras tuvieron problemas para que les aprobaran préstamos en los bancos, debido a que no eran dueños de la tierra en la que se encontraban sus viviendas. A pesar de los fallidos esfuerzos de renovación de Main Street, la Asociación de Desarrollo de Locke sí consiguió restaurar el Colegio Chino de Locke. La construcción de un piso fue edificada en 1915 como sede del Partido Nacionalista Chino, y luego fue renovada en 1926 como colegio de chino. A mediados de la década de 1980, el colegio se cerró debido a que no contaba con suficientes estudiantes. Después de su cierre, la Asociación de Desarrollo de Locke convirtió el colegio en un museo, y la disposición del interior se recuperó para que se viera como los salones originales.

El barrio chino de Locke fue agregado en 1990 al registro de Monumentos Históricos Nacionales. Pero el monumento histórico se había estado dilapidando y había estado luchando contra muchas dificultades a la hora de mantener y restaurar sus rasgos históricos. En primer lugar, los dueños de las construcciones, que eran en su mayoría descendientes de los primeros residentes chinos, ya no vivían en Locke. Su ausencia causó descuido general y respuestas atrasadas con respecto a los esfuerzos de conservación. Segundo, cada renovación, por pequeña que fuera, debía ser evaluada por las agencias de preservación en cuanto a su consistencia con el ambiente construido existente. Los procedimientos desalentaron a algunos de los propietarios, quienes ya no quisieron reparar ni mejorar sus casas. Tercero, la falta de fondos también obstaculizó el mantenimiento y mejora de las construcciones históricas. Debido al bajo retorno que generaban las propiedades, los dueños de las construcciones y los constructores no estaban dispuestos a invertir en las estructuras históricas del pueblo. Por lo tanto, como lo declaró uno de los residentes chinos, "nadie quiere a Locke; el costo es demasiado alto y ahí no hay valor. El potencial está allí, pero quizá no sea suficiente" (Gluckman, s. f.).

Las prácticas inefectivas de preservación, junto con años de descuido, finalmente llevaron al colapso en 2001 del sistema de alcantarillado del pueblo. El estado exigió que el pueblo fuera desalojado hasta que se reparara el sistema. Al darse cuenta de que el importante monumento histórico estaba bajo la amenaza de ser demolido, la Agencia de Vivienda y Redesarrollo de Sacramento decidió asumir el liderazgo de la preservación del pueblo y desarrolló un plan integral para validar los esfuerzos de preservación y mediar en los conflictos que existían entre las partes interesadas. Entre tanto, la Asociación de Desarrollo de Propiedades de Locke quería renunciar a la tierra, debido a la negociación tan prolongada con los preserva-cionistas y los dueños de las construcciones. En 2002, la asociación vendió la tierra de Locke y sus alrededores a la Agencia de Vivienda y Redesarrollo de Sacramento por US$250.000, precio que fue financiado por fondos estatales y federales. Dos años después, esta agencia subdividió los terrenos y vendió los lotes a los propietarios de las construcciones. Ellos esperaban que esto facilitara los intereses privados de preservación y atrajera a los descendientes chinos al pueblo.

Ha habido muchos esfuerzos por rescatar el pueblo, pero el verdadero desafío no es el arreglo de la infraestructura del alcantarillado ni el mantenimiento de las viejas construcciones, sino la incorporación del pueblo como una nueva comunidad en los procesos de preservación. Desde la década de 1970, la población china en Locke empezó a disminuir, y en 2007 sólo doce de sus ochenta residentes eran chinos (Liu, 2007). El resto de la población estaba constituida por varios grupos étnicos, incluidos blancos, mexicanos y filipinos. Como el pueblo había dejado de ser un enclave chino en su totalidad, el paradigma del enclave tradicional fue reemplazado por una nueva comunidad con grupos sociales y patrones culturales diversos.

Para coordinar los intereses de los diferentes grupos, se estableció una junta administrativa que contaba con representantes de los residentes del pueblo, agencias estatales y organizaciones asiático-americanas sin ánimo de lucro. Pero casi nunca llegaron a un consenso. Para algunos de los residentes, la clave para la supervivencia de Locke era crear un plan de desarrollo efectivo que introdujera nuevos negocios y atrajera turistas al pueblo. Ellos consideraban que los nuevos proyectos de vivienda eran cruciales para el desarrollo futuro. Pero otros grupos insistían en que las nuevas viviendas "serían la ruina de Locke". Les importaba más la mejora de las condiciones de vida existentes, como repavimentar las calles y construir parques para los niños (Gluckman, s. f.; Gillenkirk, 2006). Estas ideas contrastantes revelaron la continua necesidad de la comunidad de negociar, comprometerse y completar su identidad espacial, y de definir el significado de patrimonio. Al reconocer al pueblo como una comunidad vital que estaba incorporando una nueva identidad, la Agencia de Vivienda y Redesarrollo de Sacramento mostró la voluntad de "preservar no sólo el valor histórico de Locke, sino también su viabilidad en el presente" (American City & County Staff, 2000). La agencia afirmó: "Hay razones históricas fuertes para preservar el pueblo, pero es una comunidad única, viva y rural, y es importante conservar eso también" (American City & County Staff, 2000). Sin embargo, a medida que Locke se desmorona cada vez más, no es claro cómo incorporar principios de sostenibilidad al manejo del lugar ni cómo mantener el pueblo prosperando como patrimonio étnico y como comunidad en evolución. La siguiente sección ofrece algunas perspectivas generales sobre este tema en particular y discute las implicaciones de las ideas de etnicidad y comunidad en la conservación del patrimonio.

Expresión de etnicidad y comunidad en el proceso patrimonial

Desde la década de 1970 se ha hecho un esfuerzo consciente por usar los temas étnicos como estrategia de mercadeo en los barrios chinos de Estados Unidos. Las formas arquitectónicas chinas, como las puertas y los restaurantes en forma de pagoda, prevalecen como elementos característicos para mejorar el carácter exótico de la comunidad étnica. A diferencia de los barrios chinos urbanos con sus símbolos culturales esencializados, o lo que Dell Upton (1996) llama "tradición inventada", Locke siguió siendo una representación más precisa y más auténtica de la historia. Upton (1986: 10) intencionalmente señala la distinción entre la "arquitectura de la memoria" y el "paisaje de la experiencia". Mientras que la primera se compone de características derivadas de la nación de origen, el último representa las experiencias vivas de una comunidad étnica en Estados Unidos. Sin las evidentes características arquitectónicas de "lo chino", Locke representa el tipo de comunidad étnica que ha organizado su paisaje de manera local y que evolucionó durante una época en la que los habitantes respondían a las condiciones cambiantes.

En 1990, el Fondo Nacional para la Preservación Histórica lanzó un Programa de Turismo Patrimonial para estimular las comunidades históricas a que se mercan-tilizaran y comercializaran ellas mismas como paisaje patrimonial. En el proceso, la etnicidad fue bastante promovida (Francaviglia, 2000: 47). Dean MacCannell (1982: 13) ha sugerido que sin una "maravilla arquitectónica o natural" el turismo comercial expropiaría los detalles de la vida cotidiana, las costumbres sociales y la cultura del grupo étnico. En el caso de Locke, mientras que el papel de la etnicidad es central para su desarrollo comercial y turístico, el desafío es educar al público con una historia verdadera de sucesión étnica, migración y cambios sociales. Al igual que muchos pueblos rurales en Estados Unidos, Locke representa una comunidad histórica dejada de lado por el progreso, aunque esto en parte puede haber sido causado por los esfuerzos de preservación que evitaron desarrollos agresivos de finca raíz. Como ejemplo poco común y único, Locke es valioso no sólo debido a su asociación particular con China, sino también como parte de la historia nacional y regional de la agricultura y la segregación racial. La falta de manifestaciones visuales de etnicidad en Locke puede ser menos atractiva para los turistas que desean una fantasía de Oriente. Pero, por otro lado, una ciudad asiática inventada sólo reforzaría un estereotipo etnocéntrico y minimizaría la relación crítica entre patrimonio y representaciones sociopolíticas. De hecho, el tejido histórico original de Locke todavía puede deleitar a los visitantes perceptivos, ya que prácticamente es una comunidad viva de agricultores chinos que todavía no ha sido urbanizada agresivamente.

El enérgico activismo social de los asiático-americanos se ha dedicado a asuntos que abordan la diversidad y el acceso igualitario a la ciudadanía. También ha facilitado la noción de patrimonio étnico para relacionarla con la justicia social y la representación colectica de las comunidades asiático-americanas. Estas expresiones, como sostienen Waterton y Smith (2010: 4), están impregnadas de supuestos con respecto a la homogeneidad y a un concepto de unidad, lo que permite el reconocimiento de una historia desigual relacionada con grupos sociales subordinados. Por medio de la negación de la diferencia interna, el discurso de cohesión de la comunidad puede servir como herramienta organizadora para empoderar a los grupos étnicos en las esferas sociales y políticas. Sin embargo, en realidad una comunidad es algo inestable e incierto. No es un "supuesto" fijo, sino un proceso continuo (re)construido a través de experiencias, relaciones y actividades cambiantes (Waterton y Smith, 2010: 8). Aunque una comunidad es una forma de referencia que abarca intereses compartidos y experiencias colectivas, también es algo anclado a conflictos, diferencia, rabia, frustración e intereses divergentes (Burkett, 2001: 242; Waterton y Smith, 2010: 8-9).

Con el cambio constante de la demografía, la población y el patrón socioeconómico, la disputa por el futuro del barrio chino de Locke es, en últimas, una competencia por la identidad. En lugar de ser una comunidad étnica homogénea, el barrio chino de Locke se convierte en un espacio social complejo que contiene diversos grupos de personas y variadas interacciones y relaciones. Cuando los miembros originales de un grupo étnico dejan de ser los ocupantes dominantes del enclave, el significado de patrimonio étnico se vuelve ambiguo en cuanto a la propiedad y el control (Lowenthal, 1998: 11). La pregunta respecto a qué es lo que constituye la memoria del viejo paisaje urbano se puede responder de muchas maneras. Algunas voces afirman que, debido a que la ausencia de inmigrantes chinos indica la muerte del barrio chino de Locke, el pueblo debería convertirse en un museo en el que sean conservadas la memoria de los agricultores chinos y su contribución a la industria de la agricultura en los estados occidentales. En el presente, partes del pueblo de Locke ya han sido convertidas en museos. Por ejemplo, a lo largo de Main Street, el Dai Loy, una antigua casa de apuestas, se ha convertido en un museo en el que se exhiben la rueda de la lotería y las mesas de mahjong. Una antigua pensión ubicada en Main Street también fue renovada y convertida en museo. En respuesta a esto, algunos académicos se han preguntado si "Locke dejará de ser una comunidad china y se convertirá en el museo de ésta" (Gillenkirk y Motlow, 1987: 12). Aunque los funcionarios han buscado consolidar la coherencia de la identidad cultural del barrio chino de Locke a través de la representación del ambiente físico como algo fijo y estable, las contradicciones y perspectivas encontradas sobre la producción del sitio patrimonial evidencian los límites de un enfoque de esta naturaleza. Los intentos por imponer órdenes dominantes y estructurados en las actividades espaciales han erosionado las futuras posibilidades de desarrollo, y eventualmente amenazan la supervivencia misma del pueblo histórico.

Al señalar esto, no quiero sugerir que no necesitamos museos. Por el contrario, los buenos museos preservan la historia y pueden anclar la identidad de una comunidad. El Museo de China en Estados Unidos, fundado en 1980 en el barrio chino de Nueva York, es un buen ejemplo de esto. Muestra cómo un proyecto histórico orientado a la comunidad puede llevar a un mayor aprecio de la riqueza y textura compleja de la historia de una comunidad. John Kuo Wei Tchen (1992: 307) afirmó que "cuando las identidades raciales se entienden como un fenómeno cultural cambiante, entonces los patrimonios biculturales se pueden entender como experiencias mucho más matizadas y abigarradas". Al preservar "una historia de la comunidad más incluyente e integral", las prácticas preservacionistas del barrio chino de Nueva York enfatizan la historia de la comunidad china como parte de la formación cultural de ese sector y de la ciudad de Nueva York en general (Tchen, 1992: 293-295). En lugar de la práctica elitista del enfoque de arriba hacia abajo, que subrayaba una característica esencialista y cuasi genética del enclave étnico, el museo del barrio chino de Nueva York descubrió las heterogeneidades y la rica variedad de diferencias que existen entre los chinos americanos y sus asentamientos (Tchen, 1992: 193-195). Este tipo de pregunta también es urgente y necesaria para el barrio chino de Locke; mientras el ambiente físico continúa decayendo debido a la ausencia de personas apegadas, el pueblo permanece congelado en un pasado esenciali-zado que ya no les habla a los valores contemporáneos.

En sus estudios sobre paisaje vernáculo, J. B. Jackson (1984: 8) observó que el paisaje cotidiano servía como "infraestructura o contexto para nuestra existencia colectiva". A pesar de la ausencia de una organización formal del espacio, dichos paisajes muestran un grado de movilidad y flexibilidad que refleja el ajuste de sus creadores a los cambios de la sociedad (Alanen, 2000: 115). Por lo tanto, con respecto a las cualidades dinámicas del ambiente vernáculo, el pueblo patrimonial debería ser interpretado o preservado no como producto estático, sino como "expresiones de un proceso" (Alanen, 2000: 115). En otras palabras, la interpretación del lugar y la práctica de preservación deberían ser sensibles a los cambios en el tiempo y a las historias de múltiples capas que son centrales para las narrativas más amplias de desarrollo y transformación social.

El paisaje histórico del barrio chino de Locke fue creado por los agricultores chinos a comienzos del siglo XX. Pero su configuración y disposición se transformaron con las cambiantes condiciones socioeconómicas de la comunidad y con el contexto más amplio de migración y relaciones sociales. Con la ausencia de personas chinas en Locke, el problema ahora es cómo restaurar el paisaje, que ha sufrido cambios tan importantes. Las estrategias para atraer inmigrantes chinos de Hong Kong y otras ciudades de Estados Unidos por medio de la construcción de nuevas viviendas podría ayudar a sostener la asociación significativa entre el sitio histórico y el grupo étnico chino. Sin embargo, como lo han señalado muchos académicos, hay una gran diversidad entre los grupos de inmigrantes chinos y los chinos americanos (Lowe, 1996; Kwong, 1987). Su cultura e identidad no son coherentes, se complican por la clase, el género, las naciones de origen y la educación. Social y culturalmente los nuevos inmigrantes chinos que vienen de Hong Kong, el sureste asiático o las grandes ciudades de china son significativamente diferentes de los primeros inmigrantes, que provenían primordialmente de las áreas rurales de la provincia de Guangdong. Por lo tanto, los lazos únicos del sitio histórico con los orígenes étnicos de los primeros pobladores no serían duplicados (replicated) ni representados con la llegada de nuevos inmigrantes chinos.

Si los descendientes de los primeros pobladores se tomaran la propiedad de la tierra, podría ser particularmente valioso para ellos contar sus historias e involucrarse en el proceso de preservación. Michael Herzfeld (1991: 6-10) escribe que el tiempo social y monumental separa la comprensión popular de la comprensión oficial de la historia. El tiempo social es "un tiempo definido tanto por las relaciones formales como por la interacción cotidiana", mientras que el tiempo monumental tiende a enfocarse en el pasado categorizado y estereotipado a través de la monumentalización de la historia. Estos dos procesos están enredados en el complejo compromiso con la conservación del patrimonio y la construcción de la identidad (Lowenthal, 1994). El debate por la conservación del barrio chino de Locke subrayó una división fundamental entre estas dos visiones del patrimonio, que se pueden llamar la vernácula y la oficial (Bodnar, 1994). Los residentes locales y los dueños de las construcciones compartían una preocupación por la prosperidad económica, el ambiente de vida saludable y el avance social, y también indicaron una variedad de intereses especializados que estaban fundados en perspectivas y experiencias personales con el pueblo histórico. La visión vernácula interpreta la realidad del pasado y el presente de manera compleja y ambigua (Bodnar, 1994: 75). Sin embargo, este sentido de patrimonio ha sido pasado por alto por las autoridades patrimoniales, quienes institucionalizaron que el tropo del "patrimonio" se basa en una identidad colectiva y simplificada de la comunidad. Los intereses oficiales del patrimonio étnico se originaron en un esfuerzo por promover el ideal nacional de diversidad étnica y multiculturalismo. Dependen de formalismos dogmáticos y representaciones ideales de la realidad social que tienen muy poca tolerancia hacia la heterogeneidad intragrupal (Bodnar, 1994; Waterton y Smith, 2010: 10). El fracaso en la conformación de estas identidades esencializadas puede considerarse inauténtico (Waterton y Smith 2010, 10). Estas comprensiones oficiales de patrimonio y comunidad, acompañadas de regulaciones locales austeras, percepciones anticuadas del mercado y un sistema de financiación formulado, se presentaron como impedimentos para lograr un manejo efectivo del patrimonio.

Cuando el barrio chino de Locke se imagina dentro del punto de vista limitado de la etnicidad y la identidad fija, la comunidad y su patrimonio corren el riesgo de quedar congelados en el pasado, de manera que se eliminaría la oportunidad de que el patrimonio ilumine el proceso de la historia (Kaufman, 2009: 242). La exclusión de los puntos de vista vernáculos del proceso patrimonial también tiende a restringir las prácticas patrimoniales en las formas institucionalizadas de valor cultural, en lugar de ampliar los límites tradicionales del patrimonio para abarcar diversas experiencias socioculturales (Waterton y Smith, 2010: 11). Los puntos de vista en competencia expresados en el proceso de preservación del patrimonio guían la necesidad de reconciliación y movilización de diferentes grupos de intereses con agendas distintas. Pero en el proceso, la etnicidad y la comunidad no deberían ser percibidas como objetos de regulación. En lugar de esto, son procesos continuos y son agentes a través de los cuales la identidad se negocia, construye y (re)produce (Waterton y Smith, 2010, 11-12). Por lo tanto, una administración basada en la comunidad, que vea la etnicidad como un proceso cambiante, cree consenso entre las partes interesadas y equilibre las metas de sostenibilidad social y económica es crucial para la conservación del patrimonio étnico; en este contexto, la comunidad debería tener un papel activo en la exploración de su propia identidad y los significados de su patrimonio.

Conclusión

En lugar de representar un pasado fijo y discreto, el barrio chino de Locke es una comunidad viva que sufrió una transformación significativa. Estos cambios, acompañados de las prácticas controversiales de conservación del patrimonio, hacen que una pregunta sea el supuesto que a menudo se da por sentado con respecto a los términos etnicidad y comunidad. La tendencia de las agencias que manejan el patrimonio de representar la etnicidad y la comunidad como algo estático, homogéneo e inmutable ha creado tensiones en el proceso de manejo del patrimonio. Alanen (2000: 142) sugirió: "Si no podemos mantener estos paisajes cambiantes, lo vernáculo puede convertirse en una forma de paisaje en peligro que desmiente los términos típico y ordinario". La incapacidad para incorporar la naturaleza dinámica y la heterogeneidad de la etnicidad y la comunidad restringe la posibilidad de las prácticas patrimoniales de abordar la historia de las personas ordinarias y de los paisajes vernáculos. El valor principal del patrimonio está sostenido por la memoria, pero lo que se recuerda depende de los valores actuales de la comunidad y la sociedad. El manejo exitoso del patrimonio requiere una coordinación cuidadosa de los puntos de vista vernáculos, para movilizar así a la comunidad, a fin de que reclame su pasado, identidad y patrimonio propios.


Comentarios

1 "The Future of Locke is Clouded with Uncertainty", 1976 East/West, 17 de marzo, 9.

2 "The Future of Locke is Clouded with Uncertainty", 1976 East/West, 17 de marzo, 9.

3 "Locke Faces Invasion by 'Interested Persons'", 1979 East/West, 7 de febrero 7, 5.


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