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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.16 Bogotá Jan./June 2013

 

Los legados de Writing Culture y el futuro cercano de la forma etnográfica: Un boceto*

George E. Marcus

Ph.D., Harvard University. University of California, Irvine. gmarcus@uci.edu


RESUMEN:

Este artículo argumenta que el legado contemporáneo de más vivo interés de las críticas de Writing Culture de los años ochenta se sitúa afuera o más allá de los textos convencionales, y más bien, en las formas que son integrales al trabajo de campo mismo. El trabajo de campo actual requiere un tipo de trabajo de conceptos en colaboración, lo cual estimula estudios, archivos, parasitios, y a su vez constituye las expresiones más innovadoras de la etnografía, difíciles éstas de captar en el género tradicional (archivos, colaboración, trabajo conceptual, parasitios, estudios).

PALABRAS CLAVE:

Writing Culture, teoría etnográfica, archivos, comunicación académica.


The legacies of Writing Culture and the near future of the etnographic form: A sketch

ABSTRACT:

This article argues that the most lively contemporary legacy of the 1980s Writing Culture critiques now lie outside, or beyond, conventional texts but, rather, in the forms that are integral to fieldwork itself. Fieldwork today requires a kind of collaborative concept work that stimulates studios, archiving, para-sites, which in turn constitute the most innovative expressions of ethnography, difficult to capture in the traditionalgenre [archives, collaboration, concept work, para-sites, studios]

KEY WORDS:

Writing Culture, Ethnographic Theory, Archives, Academic Communication


Os legados de Writing Culture e o futuro próximo da forma etnográfica: Um esboço

RESUMO

Este artigo argumenta que o legado contemporâneo de mais vivo interesse das críticas de Writing Culturedos anos 1980 se situa fora ou mais além dos textos convencionais; aliás, nas formas que são integrais ao trabalho de campo em si. O trabalho de campo atual requer um tipo de trabalho de conceitos em colaboração, o qual estimulado estudos, arquivos, "para-site" e, ao mesmo tempo, constitui as expressões mais inovadoras da etnografia, estas de difícil captação no gênero tradicional (arquivos, colaboração, trabalho conceitual, "para-site", estudos).

PALAVRAS-CHAVE:

Writing Culture, teoria etnográfica, arquivos, comunicação académica.

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda16.2013.04


Dos imágenes de apertura...

El "momento" de escribir la cultura, de hecho, comenzó para mí con la llegada de un invitado a nuestro departamento en la Universidad de Rice, en 1980 (estábamos todos discutiendo, si lo recuerdo bien, la oralidad y la escritura en la producción de etnografías), con su bolsa (de la librería de Harvard) llena de libros... El invitado era James Clifford, y en ese entonces presentó una versión temprana de su artículo "Sobre la autoridad etnográfica", mientras repartía objetos de valor-ejemplares (el que recuerdo más vivamente es Deadly Words de Jeanne Favret-Saada [1980])- de lo que más tarde se convertiría en el giro reflexivo hacia la experimentación y hacia todas sus variantes al "escribir la cultura'!

    (¿A qué equivale esa bolsa de libros cuando se piensa en los legados actuales de Writing Culture [Clifford y Marcus 1986]?)

***

Un intercambio de reconocimientos... Un tipo particular de intercambio de "El Don" que define y entreteje las carreras académicas1:

El proyecto "Late Editions" (ocho publicaciones, una por año, editadas por mí y publicadas por la editorial de la Universidad de Chicago entre 1992 y 2000) fue una de mis grandes preocupaciones durante la década -que coincidentemente era el fin de siglo-siguiente a la publicación de Writing Culture y a los subsiguientes debates que el libro estimuló. Entiendo esto como un proyecto que trazaba un puente entre los desafíos propuestos por Writing Culture sobre la representación documental y los experimentos actuales con la forma paralela y dentro del proceso etnográfico que serán introducidos en este boceto...

En la contraportada del primer volumen de la serie Late Editions, Perilous States: Conversations on Culture, Politics, and Nations, 1993:

    ¿Quién mejor que George Marcus para capitanear el buque fantasma de la antropología, el siempre inquieto niño del colonialismo, hacia la niebla del fin de siglo? Hoy día la antropología-como-crítica-cultural encuentra su propio medio en un nuevo orden mundial de socialismos colapsados, capitalismos salvajes, señores de guerra planetarios, y una redefinición radical de lo que es femenino y masculino, de lo que es blanco y negro. Combinando el choque del método etnográfico con la nomadología del escritor-guerrrillero, esta nueva aventura colectiva, que no es libro ni revista, promete ser el formato preciso e idéntico a este momento de la historia. - Michael Taussig

(¡Increíble! ¿Qué ha cambiado desde entonces? Como lo dice Taussig, Late Editions no era ni libro ni revista. ¿Qué era entonces? ¿Cuál era el tipo de forma? ¿Idéntico a este momento de la historia? Ésta siempre fue una pregunta prematura. No lo es tanto ahora.)

En el mismo año de su publicación, 1993, comenté en la contraportada del libro que se ha convertido en el más influyente y más perdurable de los libros de Mick Taussig, Mimesis and Alterity: A Particular History of the Senses:

    Lo que es más estratégico y crucial de este trabajo es que redime a la mimesis de su asociación con ideas simples acerca de la representación, en un momento dado dominantes en las ciencias sociales. Al hacerlo crea un fuerte y un muy necesario desafío para la idea alternativa que toda la cultura está construida en el discurso: la bestia de carga teórica del movimiento de estudios culturales tan a la moda, que amenaza con llegar a un nivel de saturación y de predecibilidad. Las lecturas antropológicas profundamente informadas de Taussig nos presentan un gabinete de curiosidades contemporáneo que da vida a la constante fascinación con lo primitivo en la constitución de lo moderno, y nos golpea, tal y como el espíritu de Benjamin, para reconsiderar lo que nosotros creíamos que había sido descartado de nuestras preocupaciones con las políticas de la representación.

(En 1993 Taussig ya estaba utilizando la mimesis para ir más allá del complejo del trabajo de campo-etnografía: intentar evocar aquello que podía ser escrito pero no representado.)

***

Writing Culture fue una crítica ambiciosa y muy necesaria de la antropología hecha a partir de la terapia literaria y aplicada a su formato genérico principal2. Asuntos políticos, aseveraciones del conocimiento antropológico y la cuestión de qué era lo que exactamente se intercambiaba en el trabajo de campo, todo esto se convirtió en materia de experimentación con una forma textual bastante modesta que llegó a convertirse en algo bastante recargado durante un tiempo, y luego se asentó en nuevas convenciones que articulaban retóricas del argumento, en "hacer" teoría, y en un llamado" giro reflexivo" general. Este legado de experimentación con las formas ha cambiado y se ha combinado hoy con los desafíos contemporáneos de cómo constituir proyectos casi siempre individualistas de investigación etnográfica en un mundo más globalmente organizado, o mejor, arreglado, en el cual el trabajo de campo debe ser constituido de una manera que no sea local. Lejos de ser cuestiones de un nuevo método, sobre las cuales los antropólogos siempre han sido poco explícitos y poco específicos, estos desafíos una vez más son acerca de las formas de conocimiento. Pero hoy estos desafíos han pasado de los textos como reportajes de campo a la producción de los medios (textos en la red, formas de pensamiento colaborativo, articulaciones, trabajo conceptual alrededor de datos o como datos) adentro y junto al campo. Estos medios, a su vez, han ido cambiando su carácter (Faubion y Marcus, 2009) y las modalidades de cómo hacer el trabajo accesible a múltiples públicos, incluido el profesional. Aunque la última moda pueda ser vista como el resultado de la proliferación de nuevas tecnologías de la información -la ponderada revolución digital-, sería un error, sin desestimar su importancia, no tener en cuenta la continuidad de las preocupaciones críticas de Writing Culture hechas a través de experimentos con formatos (discursivos). Estas mismas críticas aparecen en los mismos impulsos de hoy de encontrar caminos, medios y modalidades que mezclen el discurso etnográfico dentro de las reinvenciones antropológicas del trabajo de campo como proceso de investigación.

Por ello, en esta re-identificación de las preocupaciones de Writing Culture en el presente, quiero identificar dos tendencias:

1. Hay cambios en las formas de comunicación académica, o al menos en la ecología de la actual expansión de las posibilidades digitales, y como empiezan a afectar el género etnográfico de investigación y de escritura: él, obviamente, sigue siendo importante para la etnografía, pero en una ecología diferente que favorece los "bienes comunes" de diversos tipos. Chris Kelty (2009) ha descrito esto como la función de la composición como una forma clave del proceso etnográfico que se basa en fundamentos colaborativos y colectivos. (Estos funtamentos se extraen de las prácticas de crowdsourcing, de acceso libre y de código abierto, y de la formación de públicos recursivos). ¿En qué se convierten el libro o sus productos relacionados (por ejemplo, el artículo en una revista académica) cuando surgen de un proceso etnográfico inscrito en esta ecología? Algunos de los ejemplos de las nuevas formas que mencionaré surgen al intentar situar la investigación etnográfica en esta ecología y al desarrollar sobre la marcha expresiones accesibles y articuladas de ella.

2. Y hasta cierto punto, ha habido una involución de la forma cuando se escriben recuentos etnográficos, un cierto asentamiento de influencias teóricas como reglamentos de prácticas de escritura; lo que ha llevado a una forma manierista e incluso barroca (Marcus, 2007). Recuentos etnográficos destacados a menudo están marcados por un exceso en el ardor descriptivo y teórico, y por un deseo de sorprender con tropos de yuxtaposición inusuales. Formas de etnografía menos barrocas deberán encontrar su riqueza afuera de las ya establecidas tradiciones teóricas de la escritura etnográfica crítica. Además, el atractivo de formas alternativas yace precisamente en la articulación de pensamientos, ideas y conceptos dentro y al lado de procesos de trabajo de campo; en "espacios terciarios" como archivos, estudios, laboratorios, "parasitios".

La reflexión discursiva producida en estos formatos que surgen junto al trabajo de campo no es especialmente antiteórica o en exceso pragmatista; más que todo, está abierta y es sensible a hallar perspectivas que se conviertan en fuentes de sus propias ideas, y en el propio lenguaje de compromiso que se usa para argumentar o criticar. El uso de teorías críticas culturales de los años ochenta y noventa es un medio de crear un aparato a menudo accesorio para un tipo de conceptos de trabajo directos encontrados en espacios diseñados para la experimentación y la intervención. Este aparato se junta a los circuitos y movimientos de los valiosos hallazgos fortuitos del trabajo de campo (éstos podrían ser, por ejemplo, estudios, instalaciones, talleres, o simplemente seminarios que estén acompañados del trabajo de campo). Lo más importante es que el proceso etnográfico se vuelve transitivo y recursivo, además de ser ya profundamente reflexivo. Escribir la cultura dentro de este proceso, entonces, se desplaza desde el cuaderno de campo (en anticipación del texto final) a ciertas formas, si no públicas, sí accesibles, de trabajo conceptual y crítico que se hace fragmentadamente y por etapas en los actuales proyectos de trabajo de campo. Son los experimentos y los intentos de estos tipos de formas los que me interesa examinar hoy día como legados de los debates de la escritura de la cultura de los años ochenta, en cuanto al desplazamiento dentro de los terrenos de la investigación antropológica que se categorizan comúnmente como "método".

La década de los noventa, la década del 2000, y el Center for Ethnography en University of California. Irvine (UCI)

Después de los debates de la escritura de la cultura en los años ochenta que activaron un paradigma crítico para la investigación antropológica -desde, digamos, principios y mitad de los años noventa en adelante-, la antropología en Estados Unidos ha tenido que repensarse a sí misma, al igual que muchas otras disciplinas, en relación con la realidad y la percepción de cambios sociales a niveles de gran envergadura que ocurrieron bajo la rúbrica de la globalización. Como disciplina, ha tenido que ocuparse de las economías del conocimiento, de los proyectos globales de economía política, de ensamblajes, o de circulaciones, para encontrar su camino tanto hacia los sujetos tradicionales como hacia los nuevos, a una escala etnográfica (cotidiana, cara a cara) en la cual está comprometida a trabajar.

Esta tarea es más que una simple recontextualización o una nueva narración de las escenas o de los lugares donde se puede hacer la etnografía. Quiere decir, literalmente, moverse en flujos y perspectivas reinventando el concepto de campo, reproblematizando el objeto de estudio tradicional y explorando nuevos objetos. El pensamiento colectivo se vio reflejado en aquella época en un puñado de escritos de "moda" resonantes (en la antropología norteamericana, trabajos como los de Appadurai, 1996; Tsing, 2000; Gupta y Ferguson, 1997; Marcus, 1995, entre otros) acerca de la recalibración de la escala y del sentido de los tropos básicos del método de investigación antropológica, para así ponerlos en movimiento.

Las diversas y fascinantes maneras en que se concibieron las tendencias en los años noventa -a medida que continuaba el desafío de la globalización a las formas previas más circunscritas de concebir proyectos etnográficos- se desarrollaron a lo largo de la primera década de este siglo -y continúan haciéndolo- como problemas de diseño del trabajo de campo y de sus prácticas en órdenes institucionales complejos, entre esos órdenes y adentro de ellos. (Por ejemplo, Ong y Collier [2005] es para mí, entre muchos otros, un texto emblemático del ethos de la investigación etnográfica durante este período). Las condiciones de la investigación etnográfica percibidas y evocadas en los años noventa son ahora tendencias de prácticas investigativas llenas de energía, que deben ser examinadas como movimientos experimentales o como improvisaciones que ocurren proyecto por proyecto: a medida que son reportadas en escrituras etnográficas aún dominadas por la teoría crítica; a medida que se evocan con términos cambiantes del "relato del campo": el tipo específico de sociolecto profesional con el que los antropólogos se dan gusto hablando acerca de su ocupación; a medida que son enseñadas en prácticas graduadas; y lo más importante, a medida que se ven reflejadas en formas y medios alternativos, a menudo en colaboración, a través de los cuales se vuelven accesibles tanto el trabajo de campo como sus resultados en desarrollo.

A grandes rasgos, estoy particularmente interesado en proyectos que tienen que trabajar y encontrar soluciones en economías de conocimiento complejas, y así, dar forma a sus propios objetos de estudio por medio de una concepción antropológica. En estos proyectos el balance se ha desplazado: si antes había un marcado interés epistemológico a la hora de definir preguntas de investigación etnográfica por medio de la examinación intensa por parte del antropólogo -otra intersubjetividad-, ahora hay un marcado interés ontológico en el problema de concebir objetos de estudio complejos (en esto, la participación de la antropología en los estudios de la ciencia ha sido crucial para adaptarla a estas preocupaciones más generales de las economías del conocimiento y a los lugares de la vida cotidiana [véase especialmente Fischer, 2003 y 2009]). Y proporcionalmente, el giro reflexivo, inculcado por las críticas de la escritura etnográfica en los años ochenta ha sido ensombrecido por el giro transitivo o, alternativamente, el giro recursivo. Los antropólogos se mueven en circuitos, en ensamblajes o entre relaciones -metáforas para definir el campo-, y mueven discursos fijos que ellos mismos acumulan alrededor de sí mismos en configuraciones inusuales. Este movimiento y establecimiento de argumentos desde los lugares desde los cuales a menudo son hechos, escuchados, y desde los cuales se reacciona, son unos actos específicos de trabajo de campo etnográfico que, en su naturaleza, son políticos, normativos y a menudo provocativos, y que se merecen sus propias modalidades para darles acceso a audiencias, a lectores, y a públicos que consumen etnografías como formas de conocimiento. En este sentido, de hecho, la etnografía a menudo se ha vuelto "circunstancialmente activista" (Marcus, 1995). No tanto por un efecto contingente de las repercusiones de la investigación, en cuanto es multiposicional, sino debido a sus estrategias de hacer preguntas y de perseguir respuestas dentro de sus publicos. Estos públicos incluyen activistas, movimientos sociales, jueces, intervenciones humanitarias, organizaciones internacionales, y también, corporaciones, agencias y laboratorios. Estas preguntas siempre se hacen en nombre de una tradición particular y de una forma de disciplina del conocimiento.

Las visiones y los tropos de los años noventa se han convertido en planes, diseños y tecnologías, para darle forma al trabajo de campo en el presente. El formato textual etnográfico clásico -incluso enmendado desde los años ochenta- es un medio muy parcial y cada vez menos adecuado para componer y articular los movimientos y los desafíos del trabajo de campo -tanto naturalista como forzado, tanto colectivo como individualista- que motivan esta escritura, y acerca del cual se supone que debe reportar. La alternativa son formatos de medio alcance, de articulaciones en colaboración que se hacen sobre la marcha y que requieren, a su vez, ensayos y experimentos bajo el auspicio del reconocimiento disciplinario y de la autoridad que la antropología debe concederle a la investigación que engendra. Estos desarrollos están de hecho ocurriendo, y el particular punto de vista desde el cual los exploro es desde el Center for Ethnography, que, desde su fundación en la University of California, Irvine en 2005, (www.ethnography.uci.edu) ha venido estudiando, acerca de las condiciones de los desafíos contemporáneos a las disciplinas que promueven y valoran la investigación etnográfica y las contribuciones que estos desafíos promueven en la comprensión de estas disciplinas (no sólo la antropología). Estos formatos van, por ejemplo, desde las críticas de Writing Culture de los ochenta -y tanto las de antes como las de después- a la hora de desplegar los proyectos de investigación etnográfica, no importa si son proyectos iniciales pedagógicos de una tesis de doctorado, o proyectos posteriores de carreras de investigación avanzadas.

Las siguientes seis condiciones dan forma a los proyectos etnográficos actuales a los que el Centro presta particular atención. Personalmente, estas condiciones son significativas porque incentivan la experimentación con las formas discursivas de pensamiento colectivo que están mezcladas con la búsqueda de proyectos de trabajo de campo, a menudo concebidos individualmente.

Uno: lo más importante, el imperativo y el impulso de colaborar

La colaboración siempre ha sido una dimensión del trabajo de campo, algo que más o menos se reconoce. Pero hoy en día también es una ideología explícita y una forma ubicua para llevar a cabo todo tipo de actividades científicas, corporativas, estructurales, etc. Es este imperativo de colaborar, incrustado en sitios y situaciones de investigación etnográfica, el que afecta su profundo modo individualista de producción y la estimula a revisar su ethos de observación-participante y a avanzar hacia formas de colaboraciones explícitas pero ambiguas, algunas veces forzadas, otras veces simples oportunidades o estrategias etnográficas. La colaboración es ahora la doctrina en los mundos en los cuales se mueven los antropólogos, y las creaciones en formatos alternativos a trabajos de campo son, en parte, adaptaciones exquisitas a estas condiciones de investigación, y en parte, elaboraciones necesarias alrededor del impulso colaborativo siempre existente en estos proyectos. La colaboración es por ello no sólo una constricción a la hora de solucionar problemas de temas, aproximaciones y atención a los datos que están particularmente presentes en el trabajo antropológico, sino, además, un deseo de la tradición investigativa que desde hace mucho tiempo ha visto restringidos sus impulsos colaborativos. Esto hace que cualquier conjunto de relaciones de trabajo colaborativo atraviese zonas de trabajo de campo altamente políticas, y también desafíos a las concepciones tradicionales de la ética de investigación.

Dos: doble agencia

La particular y pujante cultura de investigación de la antropología, formada a partir de grupos de estándares y prácticas informales, tiene una relación incierta y a menudo problemática con las necesidades, y con los lenguajes analíticos en uso, de las grandes estructuras y ecologías de investigación institucional. Es en esos términos que debe definirse y darse forma a sí misma, para poder acceder a "bienes" tan tangibles como financiaciones de investigación o el reconocimiento disciplinario, y a conversaciones públicas y académicas en las cuales la antropología querría ser partícipe. Sus normas profundamente reguladoras a menudo entran en conflicto con contextos más amplios, en los cuales la disciplina debería estar en capacidad de ser una productora de conocimiento contemporáneo. Por lo menos parte de la solidaridad e identidad de los antropólogos hoy día está basada en la premisa de la "intimidad cultural" de su propia disciplina (véase Herzfeld, 2004), un entendimiento compartido de que está participando en un doble juego o, dicho de otra manera, se ejerce una doble agencia, tanto al nivel de diseño de los proyectos como al nivel de su desarrollo. Hay un incentivo de producir investigación tanto para "ellos" como para "nosotros" al mismo tiempo, en distintos registros. Cada exploración de una forma alternativa, evocada en este boceto, también es una exploración productiva y más explícita de esta condición de doble agencia adentro y junto a las escenas de trabajo de campo a medida que se desenvuelven3.

Tres: recepción y públicos granulares dentro de los marcos del trabajo de campo

El extenso llamado a una antropología pública, por lo menos en la antropología norteamericana, señala el intenso interés de los antropólogos por las respuestas a su trabajo de públicos (o comunidades) de variadas composiciones y escalas con los que estos trabajos son capaces de entrar en contacto. Estas respuestas parecen importarles más a muchos antropólogos, por lo menos en términos afectivos, que las respuestas académicas. Algunas de las formas alternativas al trabajo de campo que estoy observando acogen este deseo y definen desafíos para abordarlo. ¿Cómo puede este interés en la recepción convertirse en una dimensión granular que esté en la escala y en el proceso del proyecto de trabajo de campo? Ésta no sólo es una pregunta acerca de lo que los sujetos piensan sobre lo que los antropólogos han escrito acerca de ellos, sino también una descripción de cómo las diferentes respuestas al proyecto se convierten en parte de sus conjuntos de datos consustanciales, y luego, en la base para la recepción y evolución profesional de sus propios productos de conocimiento hechos por los mismos antropólogos en un proceso doble y dialógico, por el cual los resultados en proceso de la investigación antropológica son no sólo conocimientos públicos sino también autorizados. Las recepciones yuxtapuestas dentro de la investigación antropológica que ocurren en estas formas alternativas, tales como el estudio, el parasitio, un archivo dinámico, responden y "pasan" como una especie de imperativo operativo, como el de colaborar en proyectos y acuerdos institucionales neoliberales para dar voz a los "acreedores". Pero en los contextos etnográficos del estudio o del parasitio, estos acuerdos de recepción en las agendas de investigación mismas hacen parte del juego de los compromisos y de los fundamentos críticos de largo aliento en la antropología misma. Todas las formas a las que hago referencia más adelante definen explícitamente los públicos y las circunscripciones como una dimensión del mismo trabajo de campo.

Cuatro: el estado incompleto y la escala

Las etnografías nunca han cumplido con proveer recuentos holísticos literales de ninguna de las escalas sociales que ellas han representado. Pero la investigación que ha producido etnografías ha sido llevada a cabo con imaginarios satisfactorios de los más amplios contextos sistémicos sociales (incluso las doctrinas de "conocimiento parcial" proveen, por medio de una imaginación prorrogada, este contexto sistémico para la escala íntima de la etnografía [véase Otto y Bubandt, 2010). Evocar y comprender escalas más amplias de proyectos de investigación etnográficos se hizo más problemático durante los años noventa -no tanto en la retórica de la escritura de la etnografía sino en el planeamiento y la ejecución de la investigación-, con múltiples discusiones, por un lado, de "la situación global", y por el otro, el gran cambio de las preocupaciones epistemológicas a las ontológicas en varias áreas importantes de la investigación etnográfica (por ejemplo, estudios de las ciencias, economía política, desarrollo). Con el fracaso o el debilitamiento de las retóricas en los sistemas políticos que asisten en la definición de los sitios o de los circuitos de investigación etnográfica, el estado incompleto se convierte en un postulado metodológico, incluso en un teorema. Qué tan incompleto es un proyecto en su elaboración intensiva no sólo se convierte en una pregunta interesante en sí misma, sino también en una sonda con la cual se establecen conexiones paraetnográficas con sujetos de investigación o con contrapartes que tal vez comparten una afinidad con el etnógrafo, basada ésta en una dimension de especulación variable sobre las agencias y una escala sistémica, contextualizable y abarcadora (alguna vez pensé en estas relaciones de investigación como basadas en la complicidad, y no tanto en la relación [Marcus, 1997]). En cualquier caso, un imaginario especulativo de tipo etnográfico acerca de cómo se relacionan las indagaciones cotidianas hechas por uno mismo con la cotidianidad invisible de otros sitios aledaños, se convierte en una dimensión importante del trabajo de campo. Este trabajo es a su vez motivado por la creación de formas alternativas para sondear, junto a los circuitos del trabajo de campo, este "teorema" del estado incompleto interior y adyacente a muchos proyectos etnográficos hoy día.

Cinco: la temporalidad del surgimiento

Al trabajar en la temporalidad del surgimiento de lo actual (lo que apenas ha pasado y el futuro cercano), se logra definir con la misma fuerza, o incluso más, la puesta en escena de muchos proyectos etnográficos hoy día, que el espacio o el sitio tradicional distintivo, con un pasado definido y un presente capturado. Cuando el presente se convierte en futuro cercano se forma una orientación común del etnográfo y de sus sujetos, y provee una base negociable para un trabajo conceptual mutuo -un imaginario compartido y fundacional- del cual dependen los experimentos formales de colaboración que estoy describiendo. Orientarse hacia un presente que emerge, por lo tanto, produce la satisfacción estética de la sorpresa, que, en parte, da fuerza a la indagación etnográfica, pero también nos conecta con las estéticas paralelas halladas entre los sujetos etnográficos intelectualmente más activos, tales como los interlocutores y los compañeros epistémicos en la investigación.

Kim Fortun, en su artículo "Ethnography in Late Industrialism", concibe esta característica de la temporalidad en la investigación etnográfica de lo contemporáneo como lo "anterior futuro":

    La etnografía [...] puede ser diseñada para producir un futuro anterior que no es calculable a partir de lo que sabemos ahora, un futuro que sorprende. La etnografía, por lo tanto, se vuelve creativa, al producir algo que no existía antes. Algo que está más allá de las fórmulas codificadas por los expertos [...] El futuro es anteriorizado cuando el pasado es envuelto en la manera en que la realidad se presenta a sí misma, fundando así las estructuras y las obligaciones del futuro [...] Las toxicidades, como lo anterior futuro, nos obligan a pensar acerca del determinismo pero sin las claras directivas de la teleología. (Fortun, 2012: 450)

La temporalidad de lo emergente es, por ello, una condición de la situación de investigación y un rasgo de lo material -los datos en sí- que recoge la etnografía, pero más importante aun, es un componente de las maneras de pensar y de analizar que los etnógrafos y sus sujetos utilizan los unos con los otros, a medida que el trabajo de campo se desenvuelve. Eventualmente, esta temporalidad se vuelve un lenguaje demarcante y analítico en la escritura de los textos etnográficos, pero mucho antes de eso, es una dimensión clave de la manera como los conceptos y el pensamiento emergen en colaboración y especulativamente en el campo.

Seis: el encanto del diseño y del estudio como formas legítimas de experimentación en asocio con proyectos de trabajos de campo

Las prácticas de diseño se han vuelto bastante atractivas en años recientes a través de un gran número de prácticas en las ciencias humanas, que fueron reformuladas por las teorías críticas de la cultura, en especial durante los años ochenta y noventa. Bruno Latour ha bautizado atractivamente el diseño como "el Prometeo cauto" (2008), evocando así una especie de ethos y de planeación pragmática y a pequeña escala, para el académico crítico en cuanto investigador con inflexiones activistas en una era indiferente a los imaginarios políticos liberales de izquierda. El diseño, por lo tanto, tiene dentro de sí asociaciones con las prácticas críticas, y aun así prospera en una relación formal con los mercados del comercio. De manera optimista, la apropiación de métodos del diseño, por lo tanto, puede darle a la etnografía (hacia donde los diseñadores se han dirigido al querer tener en cuenta a los usuarios y sus propias curiosidades como "sondas culturales") la disponibilidad de un "espía" en "espacios terciarios". Esto puede ser una simple expresión de deseos, pero, en cuanto a cómo se lleva a cabo el trabajo de campo, ofrece un concepto del estudio y de sus prácticas como medios materiales de experimentación, con formas alternativas dentro y junto a los movimientos fortuitamente sorpresivos de los etnógrafos en el trabajo de campo. El estudio capta un micropúblico -o sus representantes- que evoca una comunidad a pequeña escala o que crea un espacio literal para un pensamiento amplio, especulativo y teóricamente exquisito, y unos medios culturalmente sensitivos para dar forma a un campo informe o a un área de circulación de investigación. Puede establecer una autoridad para la indagación etnográfica, consolidándose a partir de la existente en el estudio de diseño, donde la consolidación a partir de la etnografía misma es mucho más constreñida y a duras penas reconocida4.

Espacios terciarios, y demás...

Michael Fischer propuso con influencia en los primeros años del siglo XXI que la antropología "ahora opera en un conjunto de espacios terciarios" en los cuales "el desafío de la antropología es desarrollar las herramientas de traducción y mediación para ayudar a hacer visibles la diferencia de intereses, accesos, poder, necesidades, deseos y perspectivas filosóficas" (Fischer, 2003: 3). Luego pasa a decir que "estos espacios terciarios son terrenos y topologías de análisis de crítica cultural de mesetas éticas. Son procesos traumatológicos, campos de acción y profundos juegos de razón y emoción, deseo y compulsión, producción de sentido y de sensualidad, paralógicas y sentidos profundos, acción social, y con restricciones de fuerzas sociales que abruman" (2003: 4).

Mi comprensión del rumbo de muchos de los proyectos de investigación etnográfica que empezaron, a grandes rasgos, con el cambio de siglo es que, en efecto, están operando en espacios terciarios, pero espacios hechos y diseñados por ellos mismos, y a su vez espacios "encontrados" y propuestos. Por lo tanto, ¿cuáles son estos espacios terciarios literalmente, cómo han sido imaginados y algunas veces literalmente producidos, manejados o forjados a partir de circuitos y movimientos fortuitos que definen los proyectos de trabajos de campo?

Para hallar estos espacios terciarios, ¿no deben ellos acaso ser de alguna manera producidos u obtenidos como dominios de pensamiento especulativo al estar al lado y al definir cada vez más las situaciones del trabajo de campo? ¿Cuáles son las variantes de tales movimientos y de tales intenciones? ¿Cómo llegan a ser concebidas y qué presagian para el conocimiento antropológico?

Ejemplos...

Estas preguntas han venido a convertirse en la columna vertebral -los temas orientativos- del Center for Ethnography en UCI, debido a una curiosidad sobre los muchos proyectos que en ese entonces estaban surgiendo tímidamente en el momento de su inauguración (en 2005). Luego, estos proyectos comenzaron a convertirse en áreas establecidas de investigación antropológica en medio de las redes, los ensamblajes, las economías del conocimiento y los complejos acuerdos institucionales de órdenes globales que habían sido temas prominentes en la "moda" de la escritura influyente en la antropología durante los años noventa que ya mencioné, y los primeros intentos de la antropología de adentrarse en los estudios de las ciencias, así como la fascinación con las críticas del neoliberalismo, los flujos, circuitos, las múltiples localidades etnográficas, y demás. El trabajo de campo inmersivo ciertamente ha permanecido como la ideología de la investigación etnográfica en estas áreas, pero sus resultados finales, sus argumentos e ideas para su desarrollo son funciones de tipos diferentes de participaciones que persiguen una línea de pensamiento en el campo, a menudo de naturaleza colectiva y en colaboración, que requiere no sólo documentación (en diarios y notas de campo, por ejemplo, convirtiéndose éstos en una monografía), sino también formas de proposición, demostración y acceso de públicos y lectores sobre la marcha. Por lo tanto, en proyectos etnográficos contemporáneos, los prototipos -las versiones de trabajo en anticipación del resultado- se han convertido, en cierto sentido, en producciones más importantes que los textos interpretativos pulidos y acabados. Pero estas producciones necesitan sus formas, sus espacios, sus estudios y sus medios. Es a la variedad de tales experimentos en el formato a la que el Centro ha intentado dar seguimiento e incentivos, proveer de perspectivas, y tal vez articular y utilizar los rudimentos de una teoría de tales prácticas.

En términos de tecnología digital, la página web, y sus capacidades de cambio y evolución (por ejemplo, el desarrollo de sistemas de manejo de contenido, páginas web enfocadas en el texto, o blogs, como WordPress) para representar, comunicar, y crear oportunidades para la participación, han sido el medio de trabajo para el desarrollo y la comunicación de formatos alternativos articulados en el proceso de investigación. La capacidad, el conocimiento y los recursos para apoyar las formas digitales de etnografía son otro tema, y otro desafío. Aun así, los siguientes ejemplos hacen uso de tal tecnología en distintos niveles y estados de compromiso. En términos generales, proveen los medios para un acceso continuado durante la vida del proyecto de investigación para experimentar el formato etnográfico, sin importar que sea hecho a través de alta tecnología (como en ciertos experimentos de archivamiento dinámico) o a través de intervenciones y eventos de estudio activamente preparados para los cuales la tecnología digital provee unos medios de reportaje y de participación continua en relación con sus públicos granulares y constitutivos. A lo que de todas formas proveen acceso, asistido o no tecnológicamente, no es tanto a los datos sino al pensamiento y al análisis del proyecto de investigación en curso. Ciertamente, no sobrepasan aún el libro o el texto etnográfico convencional. Más bien, en esta intersección, pueden proveer una ecología que enmarque el texto. Sin embargo, a medida que se desarrollan los eventos participativos como formatos y las tecnologías para acceder discursivamente a ellos, en efecto prometen convertirse en algo más que un complemento o un marco de los modos clásicos de escribir la cultura.

En los límites y en el espíritu de este bosquejo, simplemente paso a categorizar con descripciones y notas breves un conjunto de proyectos que he estado siguiendo con atención. Cito sus declaraciones y sus propias páginas web para que los lectores las consulten y las sigan en sus modelos de conocimiento académico antropológico que se van constituyendo continuamente, y a lo largo de proyectos y economías del conocimiento más amplios y de largo alcance, a través de los cuales constituyen su investigación como trabajo de campo bajo la gama de las condiciones contemporáneas que he descrito.

I. Archivamiento dinámico...

En vez de ser simples repositorios de datos y de erudición acumulada, los archivos en la modalidad de la experimentación etnográfica son activos, animados, de múltiples niveles, abiertos, y transitivos en sus autorías, géneros, públicos, comunidades y relaciones internas, monitoreando así las condiciones cambiantes de la producción de la investigación etnográfica hoy día. Dentro de los ejemplos que estoy esbozando, los archivos son la modalidad más alternativa a los géneros impresos autorizados de la comunicación académica. Su éxito convencional depende de los recursos, inversiones y patronazgo de las tecnologías a través de las cuales son creados. De esta manera, no son tan diferente a, digamos, las enciclopedias y los gabinetes de curiosidades, cuando éstos estuvieron de moda. De los muchos proyectos en curso hoy en día que están combinando las prácticas convencionales disciplinarias, seleccioné el proyecto de los Archivos del asma de Mike y Kim Fortun5. Los archivos del asma es una obra en proceso que no sólo ilustra las considerables dificultades a la hora de construir una plataforma que sea fiel a las ambiciones y a la visión del proyecto, sino que también provee una discusión continua, normativa, teórica y conceptualmente profunda de los imaginarios del proyecto que están arraigados en los objetos escenográficos del mundo (véase Asthma Files. Sin fecha; Fortun, 2011b).

En tales proyectos no sólo la posibilidad tecnológica sino también las prácticas curatorias se convierten en clave para la construcción y el mantenimiento, y en clave para los argumentos-dentro-de-la-forma del archivamiento dinámico, por cuanto "escriben la cultura"6.

II. Estudios, laboratorios, parasitios...

Los estudios y los laboratorios que se establecen en relación con proyectos de trabajo de campo particulares, llevados a cabo colectiva o individualmente, tienen duraciones, composiciones y estilos intelectuales diferentes.

A menudo se ven influidos por prácticas de trabajo de una variedad de disciplinas del diseño (por ejemplo, la arquitectura, el diseño industrial, el diseño gráfico y las variedades de diseño en informática e ingeniería de sistemas; movimientos artísticos y teatrales como el arte conceptual, las instalaciones artísticas y el performance) o las ciencias naturales, que combinan el trabajo de campo con el trabajo de laboratorio.

Un modelo en laboratorio es la Anthropological Research of the Contemporary (ARC; véase anthropos-lab.net), que empezó a mediados de la primera década del siglo XXI en Berkeley, y ha experimentado una serie de cambios (véase Rabinow, 2011). Ha ido construyendo un sentido particular de cómo el trabajo colectivo en laboratorio debe desarrollarse junto con proyectos de investigación etnográfica (la función de "trabajo del concepto" que define para sí mismo), y hay algunos debates interesantes al principio de su historia, y archivados en su página web, acerca de maneras alternativas de cómo una iniciativa en el laboratorio o en el estudio puede relacionarse con maneras existentes de pensar acerca de la conducta del trabajo de campo (véase también Marcus, 2008). En sus reiteraciones posteriores ARC reporta sobre eventos específicos en el estudio y su relación con proyectos particulares de trabajo de campo en curso.

Un modelo de estudio es el "parasitio" desarrollado desde mediados de la primera década del siglo, asimismo, en el Center for Ethnography en UCI, como una modalidad disponible para proyectos de "primer trabajo de campo" de investigación (tesis de doctorado en curso), que provee medios oportunos para desatar ciertos "nudos" conceptuales o relacionales que surgen durante o después (en el período del posdoctorado) de tal investigación pedagógicamente monitoreada. Las escenas para tales eventos han sido pensadas, diseñadas e, incluso, puestas en escena con cuidado, y dependiendo de sus problemáticas, y de sus políticas, por así decirlo, logran atraer diferentes comunidades a la investigación, incluso aquellas en el "campo" (informantes, sujetos, miembros de sus públicos), y aquellas que no lo están (por ejemplo, profesores que supervisan y dirigen, otros estudiantes, y expertos en el área).

Si bien el concepto "parasitual" de eventos del estudio junto o dentro del trabajo de campo fue pensado originalmente como una modalidad pedagógica7, se ha convertido también en un elemento para pensar acerca de los proyectos etnográficos en carreras ya maduras. Sin embargo las intervenciones en estudios/talleres parasitios no pretendían ser parte del diseño ideal de la planeación de los proyectos de trabajo de campo en sus primeras etapas, sino que, en cambio, pretendían ser un recurso y una forma en reserva, pensadas en relación con las condiciones de cómo se hace la etnografía hoy día, y adaptadas a ellas, en especial, en relación con el imperativo y el impulso a colaborar, discutido antes. Los parasitios son, por lo tanto, oportunistas, y con ellos se pretende reducir la abstracción del procesamiento teórico de los datos etnográficos, al impulsar tal procesamiento a un nivel de ocasiones dialógicas con el proceso de investigación etnográfica8.

III. Proyectos dentro (o al lado) de proyectos...

Una categoría importante de proyectos contemporáneos de investigación etnográfica que crean condiciones para el tipo de experimentación con las formas como el taller, el laboratorio, la intervención diseñada o puesta en escena, un archivo curado, son los que están articulados, fundados y atribuidos en y a un "espacio" asignado por proyectos mucho más poderosos, a menudo internacionales e interinstitucionales. Éstas son funciones de investigación etnográficas dentro del Leviatán, por así decirlo, los nuevos ensamblajes, acuerdos e ideas impulsoras de los órdenes gubernamentales. En la actualidad, gran parte de la etnografía, sin importar cuán local sea, ocurre dentro de tales regímenes o en relación con ellos, cuyas aristas reflexivas ejercen un creciente escrutinio auditante, lo cual es en sí de variado interés etnográfico con respecto a lo que estimula (Strathern, 2000). La condición de producir etnografía que da pie a una función crítica de lo que promovía Writing Culture en la manufactura de los discursos (en el género textual, pero como lo argumento ahora, en el trabajo de campo) es ese tipo de "doble agencia" que he mencionado. Y estos proyectos etnográficos dentro de proyectos más grandes que negocian diferentes agendas ejemplifican esta condición de doble agencia y, de alguna manera, la ejecutan (perform) en las formas adyacentes que se producen, que patrocinan, y en las que participan (conferencias estudios, seminarios, reuniones de planeación, y demás).

Dos proyectos de este tipo que he venido siguiendo con fascinación son el Institute for Money, Technology and Financial Inclusion ([Instituto para el dinero, tecnología e inclusión financiera], IMTFI; consúltese http://www.imtfi.uci.edu), concebido y dirigido por mi colega Bill Maurer en UCI y financiado como proyecto de la Fundación Bill y Melinda Gates; y el período de Paul Rabinow como director del componente ELSI (Ethics, Law, Social Implication [Ética, ley e implicación social]) de una iniciativa multiuniversitaria, y financiada por la NSF (SynBERC) para establecer el naciente campo de la biología sintética (véase Rabinow, 2011; Rabinow y Bennett, en prensa; en la página web del ARC están los eventos de estudio en relación con este proyecto, luego de la controversial salida de Rabinow del SynBERC). Juntos, estos dos proyectos proveen una sonda comparativa interesante y reveladora en los proyectos que se alinean a (y ponen a prueba) los objetivos de la indagación crítica etnográfica con aquellos megaproyec-tos que definen el espacio y un cierto dominio de la agencia. Ambos proyectos definen la investigación y los medios antropológicos como un legado contemporáneo de la escritura de la cultura dentro de los mecanismos de la racionalidad burocrática de Weber, o de la gubernamentalidad de Foucault. Ambos exhiben tanto las sutilezas como las políticas más frontales al hacer esto, así como los experimentos adyacentes con las formas digitales, de conferencias, y de talleres, de las cuales depende el sentido de hacer trabajos de campo mientras se participa en el trabajo de proyectos más grandes.

Tornada

    Una etnografía posmoderna es un texto traducido cooperativamente que consiste en fragmentos de un discurso que buscan evocar, tanto en la mente del lector como del autor, una fantasía emergente de un mundo posible con una realidad cargada de sentido común y, por lo tanto, provocar una integración estética que llegue a tener un efecto terapéutico. Es, en una palabra, poesía, no en su forma textual, sino en su retorno al contexto original y a la función original de la poesía, la cual, por medio de su quiebre performativo del habla ordinaria, evoca memorias del ethos de la comunidad y, por lo tanto, persuade a los escuchas a actuar éticamente.

    -Stephen A. Tyler, Post-Modern Ethnography. [en Fortun, 2011a] .


Comentarios

* Texto publicado originalmente en inglés por la American Anthropological Association. CE. Marcus, 2012, "The Legacies of Writing Culture and the Near Future of the Ethnographic Form: A Sketch". Cultural Anthropology Vol. 27 (3), 427-445. Traducción de Juan Manuel Espinosa.

1 He pensado en escribir unas memorias -imaginativas y de tono cómico- que empiecen en los años ochenta y con la forma de una selección de promociones de libros que aparecen en la contraportada, tal y como éstos, y organizados para evocar ciertas relaciones de producción y de reciprocidad como ésta... pero más importante, para captar algo del estilo de la jactancia post-Writing Culture. Creo que habría algo de valor en captar colectivamente un retrato al antologizar estos textos, que lograron augurar dónde estamos ahora, en cuanto a los problemas más generales de la forma de investigación etnográfica (en vez de sólo producir etnografía como textos).

2 El objetivo del seminario de santa Fe, del cual surgieron aquellos ensayos, era el de introducir la conciencia literaria a la práctica etnográfica mostrando diferentes maneras a través de las cuales las etnografías podían ser leídas y escritas... La pregunta para el antropólogo era, en aquel entonces, qué tan relevante debía ser esta terapia literaria: ¿acaso sólo añade una nueva apreciación crítica a la etnografía, una que se puede tomar o dejar a un lado cuando se leen o escriben recuentos escenográficos, o acaso esta terapia allana el camino para reconceptualizar carreras antropológicas y las innovaciones valiosas en las estrategias para proyectos que conectan el trabajo de campo con la escritura? (Marcus, 1986: 268).

3 Tal y como lo sugiere Marilyn Strathern a partir de sus propias exploraciones de complejos proyectos científicos, y siendo redentora de la práctica etnográfica en estos contextos: "La antropología social tiene un truco particular: el intento deliberado de generar más datos de los que el investigador es consciente en el momento de recolección" (2004: 6). Éste "más datos", este exceso de interpretación y de hallazgos -más que los sujetos, clientes, o el público general que tal vez lo desean o entienden- es a menudo "aquello" que define la doble agencia del trabajo de campo. En las formas alternativas y experimentales que están surgiendo hoy en día, este "aquello" se expresa y articula de una manera que cambia, viaja y gana públicos dentro de las operaciones del trabajo de campo y más allá. La posición inevitable de la doble agencia hoy en día se convierte, en estudios, parasitios, en posicionamientos laterales, en la base para la composición del pensamiento, forjada en el campo, y la cual puede viajar y articularse más generalmente al "truco de los antropólogos".

4 Al evocar el diseño como una especie de fundamentación para la innovación en el surgimiento de prácticas adyacentes, antropólogos como Lucy Suchman (2011) y Melissa Cefkin (2010), quienes han construido su carrera trabajando en regímenes de procesos de diseño, me han llamado la atención acerca de un posible entusiasmo excesivo con las prácticas de diseño (por ejemplo, el diseño participativo) y acerca de lo que en efecto hacen. Además, al evocar el diseño como una inspiración, algunas veces he sido malinterpretado, pues me ven como si estuviera sólo interesado en mirar cómo puede funcionar la etnografía dentro de los procesos de diseño y los proyectos del estudio, una relación que ha sido permanente durante largo tiempo (especialmente en Escandina-via) y que ha tenido gran valor en campos del diseño como la arquitectura, y en especial la informática (véase Dourish y Bell, 2011). En efecto, estoy interesado en lo que los procesos y el pensamiento en diseño les permiten hacer a los proyectos de investigación etnográfica en sus propios términos y en sus propias conceptualizaciones. Por ello, estoy interesado, no en la etnografía que se convierte en diseño, sino en el diseño que está envuelto dentro de proyectos etnográficos concebidos independientemente y que a menudo desarrollan hoy día compromisos de colaboración y modos de operación sobre la marcha. El pensamiento del diseño dentro de la etnografía tal vez anticipa estas colaboraciones y provee espacios, marcos, y una historia de las formas para desarrollarlos. Al introducir formas y el pensamiento del diseño en el trabajo de campo, el cual sigue siendo individualista y naturalista, estimula pruebas y ensayos de conceptos y de valores que de otro modo deben esperar el proceso de "escribir la cultura" en los modos convencionales de la producción académica.

5 Por ejemplo, el grupo Matsutake Worlds Research, cuya página web, matsutakeworlds.org, archiva un esfuerzo continuo de investigación en colaboración que empecé a seguir a medida que escribía este artículo. Ha evolucionado a partir de la obra influyente de Anna Tsing en los años noventa y en la primera década del siglo XXI, acerca de la etnografía en la "situación global", hasta llegar a la formación del Matsutake Worlds Research Group (2009) con sus estudiantes y asociados como un proyecto en colaboración, que en su forma de archivo en línea es etnografía en proceso.

6 Éste es el resumen del proyecto hecho por sus creadores, que aparece en su página web: "Los archivos del asma es un proyecto etnográfico experimental y digital estructurado para apoyar la colaboración entre investigadores enfocados diversa y distributivamente, y como una manera de extenderse a diversas audiencias [...] Los archivos del asma operan en una plataforma de código abierto que apoya tanto los procesos de investigación como el compartir rápido y creativo de los resultados. A medida que el proyecto madure, habrá una búsqueda de conexión con audiencias diversas, incluidos científicos, proveedores de salud, periodistas, diseñadores de políticas y personas con asma [...] Los archivos del asma mantienen y expanden constantemente una lista de razones por las cuales el proyecto es importante. Esta lista, en el sustantivo cajón lógico del Archivo, mantiene a todo el mundo consciente de las condiciones históricas en las cuales trabajamos, y del desafío de conectar la investigación académica en las ciencias sociales y humanidades con los problemas sociales contemporáneos. Los archivos del asma también mantienen una lista en continua evolución sobre lógicas de planeación, que dan forma a cómo se imagina la investigación, cómo se lleva a cabo y cómo se representa. Estas lógicas se extraen de teorías sociales, literarias y estéticas. Curar una lista de lógicas de planeación permite que ideas teóricas animen estos archivos sin sobredeterminarlos" (Fortun y Fortun. Asthma Files. Sin fecha).

7 La etnocharrette es otra variante del evento del estudio, además del parasitio, que está siendo desarrollada por Keith Murphy y yo, en el Center for Ethnography de UCI, en particular como una modalidad pedagógica para pensar y rehacer monografías publicadas y convertirlas en prototipos para otras formas y formatos. Para los reportes de nuestras primeras dos etnocharrettes, consúltese http://ethnocharrette.wordpress.com/.

8 La teatralidad es una fuente interesante de estímulos para pensar acerca de la conducta en parasitios explorada brevemente en Deeb y Marcus (2010).


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