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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.18 Bogotá Jan./Apr. 2014

 

La feria binacional de camélidos y las instituciones del desarrollo*

Natividad González, Liliana Bergesio, Laura Golovanevsky

Licenciada en Antropología de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), Argentina. Becaria doctoral de Conicet en la Facultad de Ciencias Económicas-UNJu, Argentina. pykari2@yahoo.com.ar

Magister en Teoría y Metodología de las Ciencias Sociales de la UNJu, Argentina. Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), Argentina lilianabergesio@gmail.com

Doctora en Economía, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), Argentina lauragolo@arnet.com.ar

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda18.2014.09


RESUMEN:

Este trabajo propone reflexionar sobre la Feria Binacional de Camélidos, organizada en la frontera entre Jujuy (Argentina) y Potosí (Bolivia) por instituciones locales, cuyo objetivo era promover la integración socioeconómica de la región y promocionar la ganadería de camélidos. Recuperando las conceptualizaciones de desarrollo puestas en juego por los diferentes actores, así como sus posicionamientos políticos, se busca mostrar cómo la falta de definiciones y la diversidad de intereses pueden dificultar la concreción de los objetivos.

PALABRAS CLAVE:

Desarrollo, ganadería de camélidos, feria campesina, frontera, puna.


The bi-national camelid fair and development institutions

ABSTRACT:

This article is a reflection on the Binational Camelid Fair organized by local institutions in the border towns of Jujuy (Argentina) and Potosí (Bolivia) with the aim of encouraging social and economic integration in the region and promoting camelid husbandry. By recording the views the different actors hold concerning development and politics we seek to show how a lack of clearly defined views and a multiplicity of interests can complicate the process of defining goals.

KEY WORDS:

Development, camelid husbandry, rural fair, border, puna.


A feira binacional de camelídeos e as instituições do desenvolvimento

RESUMO:

Este trabalho propõe refletir sobre a Feira Binacional de Camelídeos, organizada na fronteira entre Jujuy (Argentina) e Potosí (Bolívia) por instituições locais, cujo objetivo era promover a integração socioeconômica da região e promover a criação de camelídeos. Ao recuperar as conceitualizações de desenvolvimento postas em jogo pelos diferentes atores, assim como seus posicionamentos políticos, busca-se mostrar como a falta de definições e a diversidade de interesses podem dificultar a concreção dos objetivos.

PALAVRAS-CHAVE:

Desenvolvimento, criação de camelídeos, feira camponesa, fronteira, puna.


INTRODUCCIÓN

En un sector del Altiplano Andino se desarrollaron  entre 2003 y 2009 cinco ediciones de la Feria Binacional de Camélidos (FBC, de aquí en adelante), evento destinado a intercambiar experiencias, saberes y recursos relacionados con la producción de fibra de llama en la zona fronteriza de cusi cusi (Jujuy, Argentina) y san Antonio de Esmoruco (sud Lípez, Potosí, Bolivia). En la Feria confluyeron organizaciones de productores con instituciones de diversos niveles orientadas al desarrollo. Por ello resulta un lugar privilegiado para el análisis conjunto de la población-objetivo de los programas y las miradas institucionales sobre el desarrollo, en el contexto de una relación transfronteriza. En este sentido, el presente trabajo se propone aportar a la discusión general sobre el desarrollo a partir de una experiencia local concreta como la FBC1.

La Feria reunía la promoción de objetivos políticos y económicos (encuadrados en una visión de desarrollo), conjuntamente con la puesta en valor de un proceso productivo de pequeña escala. Así, actores locales (productores e instituciones de gobierno) confluyeron en un proceso que convocaba, por su emplazamiento en la frontera, a actores nacionales y provinciales ligados a la promoción productiva, la comercialización y estatutos legales de ambos países.

Los pequeños productores de fibra de llama en el noroeste argentino son emergentes de un largo y complejo proceso socioeconómico que los fue acorralando en áreas inhóspitas y segregando de los ámbitos donde se toman las decisiones políticas y financieras. Como tejido económico, se caracterizan por ser un grupo heterogéneo que realiza actividades económicas en pequeña escala, en una amplia gama de emprendimientos. Quienes hoy comercializan la fibra de llama estuvieron históricamente articulados alrededor de un acopiador privado que la compraba a precios bajos (que él mismo fijaba), con escaso valor agregado (sucia y sin clasificar). Este ganado estaba circunscripto a los lugares más altos y lejanos, lo que aumentaba la dependencia frente a los acopiadores, que compraban en el lugar, funcionando también como transportistas. Frente a esta situación, algunos ganaderos se organizaron para acopiar fibra y venderla directamente a la industria textil.

En este contexto, necesidades como la mejora genética, el intercambio de experiencias y los acuerdos entre los productores propiciaron la creación de la FBC, que reunió, en sus cinco ediciones, productores de las áreas de Sud Lípez (Potosí, Bolivia), Rinconada y Santa Catalina (Jujuy, Argentina)2. Así, se buscaba generar cambios que favorecieran el desarrollo de esta actividad productiva y posibilitaran el aprovechamiento de las oportunidades del mercado, aunque la iniciativa encontró dificultades en el sistema de control sanitario (principalmente de Argentina) y en las definiciones políticas que requería.

En este trabajo proponemos analizar la experiencia de la Feria, recuperando las conceptualizaciones de desarrollo puestas en juego por los diferentes actores involucrados en ella, así como sus posicionamientos políticos (explícitos e implícitos), develando continuidades, complementariedades y rupturas que permiten problematizar, para este caso, las posibilidades y limitaciones de la cooperación transfronteriza.

Para ello, en primer lugar se revisan las nociones de desarrollo y de cooperación transfronteriza; a continuación se presenta el caso de la Feria Binacional de Camélidos, comenzando por su contextualización espacial -la Puna-, relatando luego las diferentes ediciones y los actores involucrados, para finalmente discutir las definiciones de desarrollo puestas en juego y las conclusiones a las que se arriba.

La noción de desarrollo

El desarrollo es un concepto que, aunque originado en las ciencias biológicas en referencia a "los cambios entre estados sucesivos de un ser, proceso en el cual cada uno de esos estados es más complejo que el anterior" (Schweitzer, 2008: 202), ha recorrido un largo y bifurcado camino en las ciencias sociales. No existe una única definición de desarrollo, puesto que se trata de una construcción social e histórica, y, por ende, dinámica (Isla y Colmegna, 2007). El desarrollo "es la utopía social por excelencia" (Boisier, 1999: 7), de tal manera que es inalcanzable. Así, cada vez que algún grupo social se acerca a lo que sería su noción de "desarrollo", sus metas cambian, lo que deviene en la constante búsqueda de mejorías y avances.

El término adquiere legitimidad política en 1949, cuando es utilizado por el presidente norteamericano Harry Truman, en el discurso inaugural de su mandato, para hacer referencia a regiones del planeta consideras atrasadas. Luego de esto, los términos desarrollo y subdesarrollo comenzaron a ser utilizados especialmente por los organismos internacionales para aludir a las diferencias socioeconómicas entre los países más ricos y los más pobres (Valcárcel, 2006). También se incorporó la expresión "países en vías de desarrollo', subrayando el carácter procesual que se le adjudicaba.

La noción de desarrollo fue abordada desde distintas vertientes teóricas, con diversas implicancias prácticas3. Comenzando por la teoría de la modernización (Nurske, 1953; Lewis, 1955), y siguiendo por las cinco etapas del desarrollo de Rostow (1960), se arriba a la teoría de la dependencia, con sus críticas a la visión unilineal y etnocentrista del desarrollo. La teoría dependentista resalta en sus dos vertientes -la estructuralista de Cepal, encabezada por Raúl Prébisch y Celso Furtado, y la neomarxista, que hunde sus raíces en el propio Marx, Hilferding, Luxemburgo y Lenin, para expresarse luego en las voces de Baran (1957), Frank (1966), Amin (1970) y Dos Santos (1970), entre otros- la división internacional del trabajo, el rol del Estado para planificar el desarrollo y la funcionalidad del subdesarrollo (la periferia) para la acumulación de capital en los países centrales.

Como consecuencia de la toma de conciencia sobre el cambio climático surgen enfoques del desarrollo que enfatizan la mirada ambiental. El ecodesa-rrollo, el otro desarrollo, el desarrollo sostenido, el desarrollo sustentable, si bien no son idénticos, tienen muchos rasgos en común: cuestionan la actual sociedad de consumo y el despilfarro de recursos que la misma implica; subrayan la importancia de satisfacer las necesidades de toda la población, erradicando la pobreza y procurando la equidad; reconocen la importancia de la dimensión cultural y territorial, por lo cual no puede hablarse de un patrón universal de desarrollo; enfatizan la preservación de los recursos y el reconocimiento de los límites ecológicos, incorporando la preocupación por las generaciones venideras (Sachs, 1974; Brundtland, 1987).

Este conjunto de miradas ambientales es seguido por otro grupo de enfoques basados en el desarrollo humano. El enfoque de las necesidades básicas de Streeten (1981), el desarrollo a escala humana (Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn 1986), el enfoque de las capacidades de Sen (1981 y 1999) y el desarrollo humano (PNUD, 1990) apuntan a los seres humanos como objetivo central del desarrollo, que abarca tanto las usualmente reconocidas necesidades básicas de alimentación, vivienda, salud, educación y acceso al agua potable, como otras que involucran el transporte, el empleo y el acceso a un entorno saludable y humano. El desarrollo excede en mucho lo meramente económico, e incluye dimensiones sociales, políticas y culturales, donde la coherencia, la participación y la expansión de las libertades humanas tienen un rol central.

Nos centramos ahora en los enfoques que aparecen como más pertinentes para el tema que nos ocupa, que son aquellos vinculados a la dimensión territorial del desarrollo. ¿Cómo pensar el desarrollo para una pequeña comunidad de una región marginal y aislada dentro de una provincia pobre en el marco de un país subdesarrollado? En este sentido, cobra relevancia la teoría del desarrollo endógeno. Aparecida hacia fines de la década de 1980, puede verse como la conjunción de dos líneas de investigación: una que se proponía lograr un enfoque apto para lograr el desarrollo de regiones y localidades con algún grado de atraso relativo, y otra que surge de analizar procesos de desarrollo industrial endógeno en algunas localidades y regiones del sur europeo (Vázquez Barquero, 2007). Este nuevo enfoque resulta a su vez fortalecido por los escritos sobre la especialización flexible (encabezados por Piore y Sabel, 1984), la incorporación de la noción de redes en el estudio de los territorios (redes de empresas y redes de actores) y la importancia asignada a los aspectos institucionales y socioculturales en los procesos de desarrollo (North, 1981; Vázquez Barquero, 2007).

La teoría del desarrollo endógeno estudia las diversas formas en que se produce la acumulación de capital. Las decisiones de las empresas son centrales y dependen en buena medida de las capacidades y recursos del territorio donde cada empresa se localiza, por lo que la perspectiva territorial se inserta en la base de este enfoque. Importan además mecanismos tales como la organización de los sistemas de producción, la forma en que se diseminan las innovaciones, y el funcionamiento institucional. Así, la organización social e institucional del territorio adquiere un rol crucial, por lo que la sociedad civil tiene un papel protagónico en la definición de lo que considera su futuro (Vásquez Barquero, 2007). El caso de la FBC parece, por tanto, un ejemplo apropiado para estudiar este tipo de enfoques de desarrollo.

Para hablar de desarrollo endógeno tiene que haber capacidad para transformar el sistema socioeconómico y reaccionar ante los desafíos externos, y la sociedad debe estar apta para aprender, siendo la habilidad para innovar en el ámbito local el rasgo central de este enfoque (Garófoli, 1995). Para que se pueda generar un proceso de desarrollo endógeno se requiere un sistema territorial con un elevado stock de capital tanto intangible como sinergético, y se observarán cuatro planos entrecruzados: el plano político (capacidad de diseñar y ejecutar políticas de desarrollo y capacidad de negociar), el plano económico (apropiación y reinversión regional de parte del excedente, para aplicarlo a la diversificación de la economía regional y asegurar su sustentabilidad en el largo plazo), el plano científico y tecnológico (capacidad para generar impulsos tecnológicos de cambio que puedan provocar modificaciones cualitativas) y el plano de la cultura (capacidad para generar una identidad socioterritorial) (Boisier, 2005).

Así, en el campo del desarrollo económico actualmente se reconoce la importancia de la localización y del territorio en los procesos que involucran tanto acumulación de capital como innovación tecnológica y formación de capital social (Soto Uribe, 2006). El territorio ha pasado a ser, a diferencia de en los enfoques anteriores, un elemento explicativo de carácter central para entender los procesos de desarrollo (Soto Uribe, 2006). Podemos hablar entonces de desarrollo territorial, y dentro de él, de desarrollo local y desarrollo territorial rural.

Para profundizar en un enfoque de desarrollo territorial se debe reconocer que el espacio no es sólo una cuestión geográfica, sino el ámbito en el cual se dirimen conflictos entre grupos sociales, cada uno de los cuales tiene a su vez su propia historia y su propia identidad. Por lo tanto, el territorio "expresa y es resultado de relaciones entre grupos sociales presentes en un espacio geográfico concreto y en un tiempo determinado" (Schweitzer, 2008: 202). Partiendo de esta noción de territorio, el desarrollo territorial sería aquel que permitiría mejorar las condiciones de reproducción de las sociedades de una determinada región, de manera sustentable, dando prioridad a los actores locales por sobre los externos (Schweitzer, 2009).

El desarrollo local, por su parte, se puede definir como un "proceso sostenible de crecimiento económico y cambio estructural en el que las comunidades locales están comprometidas por su interés en aumentar el empleo, reducir la pobreza, mejorar el nivel de vida de la población y satisfacer las necesidades y demandas de los ciudadanos" (Vázquez Barquero, 2005: XII). Pese a su énfasis en los factores internos, no se puede dejar de lado la realidad más amplia y compleja en la cual estas sociedades se insertan y con la cual interactúan. Pero el concepto de desarrollo local puede ser aplicado a asentamientos humanos de diferente escala, incluso pequeñas unidades territoriales, siempre con el objetivo de promover una mejor calidad de vida de la población (Buarque, 1999). La diferencia entre desarrollo territorial y desarrollo local, pues ambos apuntan a sociedades de pequeña escala, estaría en que el primero se focaliza en la dimensión espacial que toman las acciones, y el segundo, en su dimensión relacional.

Algunos puntos importantes para señalar en torno al desarrollo local serían el rol de la voluntad y capacidad de los actores locales, la valorización de las potencialidades locales, la importancia de las empresas pequeñas y medianas, la capacidad de integrar las iniciativas empresariales y de dar lugar a la interacción entre lo local, lo nacional y lo internacional. Si bien algunas corrientes puntualizan que se trata de un proceso endógeno de cambio estructural, hay que destacar que todo proceso de desarrollo constituye -o debería constituir-, por definición, un proceso endógeno, ya que su concepción, diseño, implementación y seguimiento deberían ser sólo competencia de la comunidad o actores directamente involucrados en el mismo (Boisier, 2005).

El desarrollo territorial rural se define como "un proceso de transformación productiva e institucional de un espacio rural determinado, cuyo fin es reducir la pobreza rural" (Schejtman y Berdegué, 2004: 30). La transformación productiva se propone lograr una articulación entre la economía de un territorio determinado y la de mercados dinámicos, siempre de manera ecológicamente sustentable, que redunda, en general, en cambios en la organización del empleo y de la producción en un área rural dada. Los cambios institucionales, por su parte, implican incentivar la cooperación de los actores locales entre sí y también con los agentes externos que resulten relevantes, modificando las reglas que suponen seguir excluyendo a los más pobres de los beneficios acarreados por la transformación productiva (Schejtman y Berdegué, 2004: 30).

En este sentido, el caso de la FBC resulta paradigmático, puesto que, además de ser un ejemplo de un espacio de escaso dinamismo económico, le agrega a ello su carácter binacional, llevando la noción de desarrollo a superar las barreras de una pequeña región, pero no por una macrorregión sino por una microrregión atravesada por un límite político, contextos en los cuales resulta relevante problematizar las posibilidades de cooperación transfronteriza. Éstas son algunas particularidades del caso por las que vale la pena explorarlo más en profundidad.

La cooperación transfronteriza

El sistema de cooperación internacional también tiene como punto de partida el discurso de Harry Truman sobre el desarrollo (Barroso Hoffmann, 2011), cuando los países autoidentificados como tales -Estados Unidos y las naciones europeas- crearon mecanismos institucionales -entonces bilaterales- de transferencia de capital (sobre todo dinero, y también recursos técnicos) hacia regiones o países objeto de esos planes de desarrollo, como América Latina y África4.

Los mecanismos de cooperación adquirieron así importancia política, pues el apoyo económico (donaciones, créditos o subsidios) se supeditaba a la realización de acciones dirigidas por el país donante, además del posible capital político que tales acciones podrían representar en los países receptores (Barroso Hoffmann, 2011). Quienes ligan el desarrollo sustentable con la cooperación transfronteriza afirman que "la cooperación internacional desempeña un papel fundamental en la construcción de un escenario global de justicia ambiental y social" (Marcellesi y Palacios, 2008: 1), pues los impactos antrópicos sobre el ambiente, en distintas escalas, tienen consecuencias transfronterizas.

En relación con la cooperación transfronteriza, sus premisas se basan en la ubicación de los actores y procesos en contextos fronterizos y en la adecuación (o creación) de marcos normativos especialmente diseñados para instancias de articulación entre estados nacionales o subnacionales (Ferrero, 2005; Rhi Sausi y Oddone, 2010). La integración toma relevancia en este caso, puesto que se postula como una respuesta institucional ante situaciones sociales o económicas críticas. Tal visión postula que "Las fronteras deben convertirse en motores del desarrollo y de integración saldando así una deuda histórica de marginación y zonas de conflicto"5.

En los procesos de integración se distinguen la integración desde "abajo hacia arriba" (low politics), y su contrario, desde "arriba hacia abajo" (high politics), como partes complementarias y necesarias para la realización del proyecto integracionista (CeSPI, 2011: 3), definidas por los ámbitos donde se toman las decisiones que posibilitan la integración.

Según una lista presentada por el Centro de Estudios de Política Internacional (CeSPI, por su sigla en italiano), los procesos fronterizos que presentan claras condiciones para la integración serían aquellos que poseen cierta relevancia económica (por estar contiguos físicamente o por integrar corredores productivos o comerciales), política, social (por colaborar con la inclusión y cohesión social), cultural (cuando existe una identidad compartida, como sería el caso que nos ocupa) o ambiental (cuando la existencia de bienes públicos de afectación regional requiere su gestión conjunta); aquellos donde haya voluntad política de priorizar la interacción binacional o trinacional, según el caso, en el ámbito nacional, o de los gobiernos locales; donde existan procesos endógenos por los cuales las relaciones transfronterizas se asienten en lazos familiares o de cooperación autónoma en el campo económico, social, ambiental o cultural, y también áreas fronterizas que hayan tenido experiencias anteriores de proyectos de cooperación transfronteriza.

La Puna

La puna jujeña es parte del altiplano andino, donde el clima árido y frío y la gran altitud general condicionan las posibilidades de subsistencia. En este contexto, la actividad más importante fue históricamente la ganadería, puesto que permitió el sustento de grupos humanos por varios milenios, en un sistema productivo disperso y con gran movilidad (Madrazo, 1981; Nielsen, 1997-1998). El ganado tiene la ventaja de ofrecer múltiples usos para la economía rural: el consumo de carne (fresca o elaborada para conservarse como charqui), la lana, el transporte, los cueros, el guano (que sirve como combustible)6, obtención de dinero mediante su venta y su uso en trueque para obtener otros productos extrarregionales.

El paisaje está conformado por valles entre altos cerros (que superan los 5000 metros), los ríos forman cuencas endorreicas o son parte de la cuenca del río Grande de San Juan (parte, a su vez, de la alta cuenca del río Pilcomayo). Las precipitaciones se concentran entre diciembre y marzo, época en la cual la zona queda aislada, debido a la poca absorción de los suelos y a las fuertes pendientes, que provocan inundaciones y ríos caudalosos. En esta área se encuentra la alta cuenca del río Grande de San Juan, que tiene una importancia crucial en términos productivos (por la disponibilidad de agua), culturales (por su identificación como hito en el paisaje) y políticos (marca el límite entre Bolivia y Argentina) (González, en prensa).

En términos históricos, no se conoce mucho de lo acaecido en esta área, debido a la ausencia de investigaciones específicas, y por ser una región limítrofe que ha escapado, hasta épocas recientes, al control efectivo del Estado7, tanto argentino como boliviano; ya que el límite actual se definió en 1925 y se hizo efectivo recién pasada la mitad del siglo XX (González, 2012b). Esta porción del territorio se encuentra débilmente conectada con el resto de la provincia de Jujuy o con el departamento de Potosí, en el caso de Sud Lípez.

En este contexto, la ganadería de camélidos es una actividad económica central para la región. Las llamas han servido históricamente para proveer de carne, cuero, lana y, lo que es más importante, transporte, para llevar y traer alimentos desde y hacia otras regiones. Los arrieros cruzaban montañas y desiertos con sus rebaños de llamas para buscar alimentos derivados de cultivos que no se podían obtener localmente. Traían maíz, frutas y papas de Tupiza y Tarija (en Bolivia) y de la Quebrada de Humahuaca, Cachi y otros lugares de Jujuy y

Salta. También se proveían de chañar y algarroba en San Pedro de Atacama o Calama, en Chile. Los viajes con caravanas de llamas tuvieron gran importancia hasta mediados del siglo XX, y a partir de entonces empezaron a decaer (Madrazo, 1981; Nielsen, 1997-1998). En el presente sigue siendo notable la importancia de los camélidos para las unidades productivas locales, convirtiéndose en un seguro frente a los diversos riesgos (Lamas, 2011). Si bien se aprovechan tanto la carne como la fibra de la llama, esta última es la que brinda mayores posibilidades de comercialización, al no requerir las medidas higiénicas que sí necesita la carne, y al no implicar el sacrificio del animal. El cuero también se utiliza, pero sólo en el plano doméstico, y de manera parcial (Lamas, 2007).

La organización del espacio andino se caracterizó por la presencia de territorios heterogéneos, discontinuos y ocupados insularmente, forma que se opone a la organización moderna de las jurisdicciones. Si bien ambos modos pudieron en algún momento convivir, el control territorial por parte del Estado significó, en tiempos recientes, que este espacio se dislocara. El caso que se presenta interesa por la singularidad de abordar una problemática en una actual zona limítrofe, situada en un territorio étnico (Lípez8), donde los grupos locales cumplen un rol central en la constitución del territorio (González, 2012b). Pese a la división representada por el límite entre ambos países -Argentina y Bolivia-, los lazos entre las poblaciones situadas a ambos lados se mantuvieron fuertes y activos (González, 2012a).

Este trabajo sobre la FBC se centra en la sección occidental de la puna jujeña, en su límite con Bolivia. Allí, en el territorio de la Comisión Municipal de Cusi Cusi, se formó la Cooperativa Cuenca Río Grande de San Juan; en el lado boliviano se encuentra la Alcaldía de San Antonio de Esmoruco, donde se encontraba la AZCCA San Antonio9; estas instituciones, según sus distintos objetivos, tuvieron la iniciativa de realizar la Feria.

La Feria Binacional de camélidos10

Esta Feria tuvo cinco ediciones, en las cuales reunió ganaderos de llamas de la alta cuenca del río Grande de San Juan. Concurrieron particularmente productores de los municipios de Cusi Cusi (provincia de Jujuy) y San Antonio de Esmoruco (provincia de Sud Lípez, departamento de Potosí), de las localidades indicadas en la figura 1. La idea de su realización surgió en el

II Encuentro de Integración Binacional Sud Lípez-Cuenca del Río Grande de San Juan, en septiembre de 2002, en el que se reunieron pobladores, miembros de ARCCA11, la Cooperativa Cuenca Río Grande de San Juan12y autoridades de las localidades que conforman ambas jurisdicciones, con el propósito de avanzar en la gestión para la habilitación de un paso internacional entre Ciénega de Paicone (Jujuy) y Río Mojón (Potosí). Una de las herramientas que idearon para dar visibilidad política a este objetivo fue la realización de una feria que congregase productores de ambos lados de la frontera. Esto permitiría, además, impulsar a la ganadería camélida, que estaba en pleno proceso de afianzamiento institucional en la región, con fuerte protagonismo de organizaciones de productores dedicadas a la comercialización de fibra13.

En junio de 2003 se llevó a cabo en Río Mojón, localidad boliviana cercana al límite con Argentina, la I Expo Feria Binacional de Llamas14. Explícitamente, los objetivos propuestos eran "revalorizar el recurso camélido en comunidades alto-andinas por su importancia socioeconómica para el productor ganadero; exponer la riqueza genética de llamas en las comunidades andinas de Bolivia y Argentina; efectuar intercambio de experiencias entre productores de ambos países a fin de consensuar problemas y soluciones comunes para lograr un aprovechamiento racional y sostenido de este recurso y mostrar el mejor aprovechamiento de los recursos derivados de la ganadería camélida, mediante la participación de artesanos y gastrónomos"15. Los auspiciantes fueron instituciones locales, gubernamentales (de Potosí) y no gubernamentales de la Provincia de Jujuy y del departamento de Potosí relacionadas con la ganadería de camélidos.

La II edición tuvo lugar en Río Mojón en agosto/septiembre de 2006. Su objetivo se había extendido a la "integración de los pueblos originarios alto andinos". Gracias a la experiencia acumulada, se agregaron algunas temáticas y se perfeccionó la reglamentación para la participación. Otro hecho significativo fue que en 2005 se había instituido en la Provincia de Jujuy el Programa Camélidos (dependiente de un organismo provincial), por lo cual el gobierno jujeño pasó a ser un actor importante en la organización y el financiamiento de la Feria. Entre los auspiciantes se encuentran los gobiernos de Jujuy y Potosí, programas nacionales (de Argentina y Bolivia) y organizaciones no gubernamentales (ONG) regionales y extrarregionales (del ámbito nacional o internacional). Esta edición marcó un hito por la gran cantidad de auspiciantes que obtuvo, y se fue refinando en la etapa técnica, con una mayor injerencia de organismos especializados. En esta edición ya no se habla de llamas sino de camélidos.

La III edición se llevó a cabo en la localidad fronteriza de Ciénega de Paicone (Argentina), en mayo de 2007. En las invitaciones se resaltaban la participación del sector ganadero y la pertenencia a una sola región, que compartía cultura, tradición, costumbres, folclore, producción y parentesco familiar. Se subrayaba que los gobiernos municipales de Cusi Cusi y San Antonio de Esmoruco tenían el objetivo común de posicionar la llama como un recurso significativo para la puna. En ese momento se produce un cambio cualitativo importante, puesto que se incorporan en la organización el SENASA16 y el SENASAG17. Esto implicó un proceso de identificación de los animales, su traslado en vehículos habilitados y un conjunto de requisitos que los productores debían cumplir y que hicieron más compleja y encarecieron la participación de los ganaderos. Además, esto generó que hubiera mayor cantidad de gente en el predio de la Feria, cumpliendo tareas de fiscalización. En esta edición, a los organizadores y auspiciantes locales (municipios, sociedad civil y asociaciones de ganaderos) y regionales se sumaron el SENASAG y ONG extrarregionales por Bolivia (como Medicus Mundi y el Programa Mundial de Alimentos).

La IV Feria se realizó en junio de 2008, en la localidad de Ciénega de Paicone. En este caso, las tareas de coordinación fueron más complejas, ya que las normas sanitarias por cumplir requerían la participación de numerosos técnicos. Se incorporaron restricciones acerca de productos que los ganaderos bolivianos no podían ingresar a Argentina, como frutas, verduras o derivados de los camélidos. El propio Supervisor de Sanidad Animal de SENASA de la provincia de Jujuy manifestó que estas prohibiciones no podían ser resueltas en el ámbito de esta feria, y subrayó: "La intención de los países estaría clara ya que las fronteras son imaginarias y que debería haber acciones sanitarias comunes"18. Con los nuevos requisitos y el personal incorporado, la Feria fue tomando un tono de evento urbano. Si bien las instituciones organizadoras fueron las mismas de las ediciones anteriores, se sumaron como auspiciantes organismos regionales de turismo y desarrollo agroganadero, junto a programas nacionales relacionados con la ganadería camélida de ambos países. Además, se encontraban presentes ONG de ambas regiones.

La V y última edición se realizó en Ciénega de Paicone, en mayo de 2009. Se incorporaron nuevos actores interesados en el proceso (tanto comunidades participantes como posibles auspiciantes), entre ellos, las comunidades de Alota y San Agustín19, la ONG Veterinarios Sin Fronteras y un representante de la Cámara de Diputados por Bolivia, así como el INTA20, por Argentina. Los requisitos de SENASA aumentaron, y entre las nuevas exigencias se incorporó una inspección clínica en la puerta de la Feria, además de la documentación obligatoria ya exigida en la edición anterior. Esto llevó a que la mayoría de las actividades se concentraran en temas vinculados a la creciente presencia de técnicos y de actores políticos, mientras que el acceso real de las llamas al predio era cada vez más complejo para los productores. En esta edición no hubo cambios en la lista de organizadores, pero entre los auspiciantes se agregó el Programa Social Agropecuario (programa estatal argentino).

La VI edición de la Feria Binacional de Camélidos debía realizarse en Río Mojón en 2010, pero no se concretó. Esto puede atribuirse a requisitos cada vez más complejos de los organismos sanitarios (en especial de SENASA) y también a falta de decisión política. El objetivo explícito de organizar la Feria para promover la habilitación del paso internacional Ciénega de Paicone/Río Mojón finalmente no se cumplió, aunque se logró un importante espacio de intercambio y relación para los ganaderos de la región.

Los actores del desarrollo en la Feria Binacional de Camélidos

Si bien la Feria no fue la misma durante sus cinco ediciones, una serie de actores sociales fueron relevantes en su mayoría o fueron cobrando una importancia decisiva a lo largo de las diferentes ediciones. A continuación presentamos de forma resumida el listado de los mismos, con sus principales características, separándolos por asociación de productores, municipios, programas provinciales, nacionales e internacionales, organismos del Estado y ONG.

Entre las organizaciones de productores, del lado argentino está la Cooperativa Cuenca Río Grande de San Juan, que reunía en ese momento ganaderos de los pueblos de Cusi Cusi, Lagunillas del Farallón, Paicone, Misa Rumi, Ciénega de Paicone, Nuevo Pirquitas, Loma Blanca y Orosmayo, la cual acopia y vende fibra de llama. En el caso de Bolivia, la organización que representa a los productores era la AZCCA (del área altoandina de Potosí), siendo que participó en la Feria un grupo procedente de la zona de Sud Lípez, dedicado a la cría de llamas para fibra. Ambas asociaciones participaron en la etapa organizativa de la Feria y se dedican a la producción.

La Comisión Municipal de Cusi Cusi (Argentina) y la Alcaldía de San Antonio de Esmoruco (Bolivia) son los dos organismos de gobierno que participaron en la organización. En el caso de Cusi Cusi, su Comisionado Municipal estuvo comprometido con la Cooperativa Cuenca Río Grande de San Juan21. Tanto las organizaciones de productores como los actores del gobierno local están interesados en objetivos puntuales y a corto o mediano plazo en la Feria.

Otro grupo de actores corresponde a instituciones del Estado que intervienen por su relación directa en la temática de la Feria o por sus objetivos institucionales: la Dirección de Desarrollo Ganadero, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Productivo (Ministerio de Producción y Medio Ambiente), a través de su Programa Camélidos; el Programa Social Agropecuario (PSA); el SENASA y el SENASAG.

También participaron diferentes Programas tanto nacionales (argentinos o bolivianos) como de organismos multilaterales. El Programa Mi Pueblo depende del Ministerio del Interior de Argentina, mientras que el "Proyecto Piloto para el desarrollo de negocios en familias rurales del sector camélidos en el altiplano boliviano" depende del Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios de Bolivia. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) es parte del Sistema de Naciones Unidas.

Finalmente, fueron parte de la Feria Binacional de Camélidos diversas ONG: Fundandes (Fundación para el Ambiente Natural y el Desarrollo), con sede en la provincia de Jujuy; ACRA, de origen italiano; Medicus Mundi, red internacional a la que pertenecen organizaciones de Alemania, Austria, Bélgica, Benín, España, Holanda, Italia, Polonia y Suiza; la Mancomunidad Gran Tierra de los Lípez, entidad boliviana; Agrónomos y Veterinarios sin Fronteras, asociación de solidaridad internacional, y el Centro de Estudios y Servicios Multidisciplinarios (Centro INTI), institución privada y sin fines de lucro de Bolivia. La intervención de las ONG y los Programas se dan por la presencia de la población-objetivo del desarrollo (poblaciones aborígenes o bajo la línea de pobreza).

En la tabla 1 se presentan sintéticamente los diferentes actores intervinientes en la Feria. Allí se indica de qué país proviene cada uno, el tipo de actividad que desarrolla, cuál es su ámbito de acción, cuáles fueron su rol, influencia e interacción22, así como su objetivo principal, siempre en relación con la FBC. También se exponen el modelo y tipo de desarrollo que promueven23.

La Feria se puede ver como un caso paradigmático que convocó a una multiplicidad de actores, objetivos y visiones alrededor de una propuesta concreta. En ella, mientras que el propósito declarado de los municipios era conseguir la habilitación de un paso internacional "es decir, volver frontera el límite-, los ganaderos (a través de sus asociaciones) buscaban aumentar su potencial productivo, desarrollar mejores tecnologías y posibilidades de comercialización de sus productos. Mientras que los programas estatales e internacionales y las ONG exponían entre sus objetivos la búsqueda del desarrollo (entendido de diversas maneras), otras instituciones del Estado perseguían regular la actividad y controlar la sanidad, aunque no fomentar el desarrollo, pues actuaban casi "de oficio".

Con la única excepción de estas últimas (SENASA y SENASAG), todos los otros plantean (explícita o implícitamente) propuestas de desarrollo; pero ninguno define qué entiende bajo esta denominación, aunque algunos declaran trabajar en pos del mismo. Sobre estas diferentes interpretaciones del desarrollo y sus implicancias no se generaron instancias de diálogo entre las partes para llegar a acuerdos, lo cual redundó en superposiciones y conflictos.

Para pensar estas superposiciones puede ayudarnos la distinción entre actores con fines a corto o mediano plazo (como son las organizaciones de productores y los gobiernos locales) que suelen identificarse con la población-objetivo del desarrollo, aquellos actores que se involucran en un proceso en razón de la presencia de esta clase de población-objetivo (en general, son quienes se dedican a proyectos de desarrollo, como ONG y afines) y, finalmente, quienes intervienen porque la temática está relacionada con su quehacer institucional (como los organismos estatales). Esta distinción nos propone indagar sobre la necesidad de diálogos horizontales entre los actores dedicados al desarrollo (las poblaciones objetivo, las ONG y las instituciones), pues podrían existir diferencias entre las agendas de los gobiernos, de las organizaciones dedicadas al desarrollo y de las poblaciones que son objetivo del mismo.

Comentarios finales

La FBC se nos presenta como un laboratorio desde el cual estudiar cómo en la práctica se ponen en juego diversas aproximaciones al desarrollo encarnadas en los distintos actores, en el marco de un proceso fronterizo. Así, se observan diferencias en la explicitación y en los objetivos vinculados al desarrollo. Por un lado, en el caso de las organizaciones de productores y de los gobiernos locales, parece haber más una cuestión de inmediatez y practicidad/operatividad en relación con los propósitos, que una búsqueda de un ideal de desarrollo de largo plazo (quizás por su propia premura de resolver cuestiones cotidianas, de supervivencia, en el caso de los productores, y de gestión, en el caso de los gobiernos locales), y ambos proponen explícitamente metas con un fuerte anclaje en su territorio. Por otro lado, en el caso de algunas instituciones del Estado y de las ONG, hay claramente una búsqueda del desarrollo definido de una manera explícita, pero con notables divergencias entre ellos (e incluso, un mismo grupo puede proponer más de una versión de desarrollo)24.

En términos generales, se puede decir que predominaba entre productores, gobiernos locales e instituciones del Estado una visión del desarrollo local, territorial y/o rural, mientras que entre las ONG predominaba una visión del desarrollo humano y desarrollo sustentable. Tal vez parte del problema, de por qué fracasan en muchas ocasiones estas intervenciones que se proponen objetivos vinculados al desarrollo, podría deberse a esta diferencia entre los distintos grupos intervinientes, o incluso, a heterogeneidades dentro de un mismo grupo, sin que medien instancias de consenso sobre los medios y los fines, es decir, sobre las definiciones de desarrollo que están implícita o explícitamente detrás de las acciones.

En general, en ciencias sociales el concepto de desarrollo ha sido utilizado como indicativo de un proceso de transformación sobre una realidad concreta e históricamente determinada. Se trata de un concepto pluridimensional, que engloba aspectos que involucran lo productivo (con énfasis en la sustentabilidad), lo distributivo, las necesidades y las capacidades. Y que apunta a decidir acerca de qué se quiere lograr como sociedad, y también, de qué forma conseguirlo (Valcárcel, 2006). En este sentido, requiere una aproximación interdisciplinaria y también intercultural, que dé respuesta a dimensiones económicas, políticas, culturales y sociales. El no reconocimiento de esta complejidad y de la necesaria interacción y debate, para un posterior consenso, podrían ser cuestiones básicas para explicar el fracaso de algunas experiencias.

En el caso particular de esta Feria, fueron finalmente los requisitos planteados por SENASA y SENASAG los que terminaron por forzar el fin de la experiencia, justamente los dos organismos que no tenían ninguna propuesta de desarrollo (comprensible, ya que su misión es el control sanitario). Estos organismos técnicos, sin un objetivo de transformación de la realidad, dificultaron la flexibilidad necesaria en un contexto de frontera, donde debían interactuar dos normativas distintas. La ausencia de esa visión pluridimensional en ellos, sumada a la falta de consensos entre los actores, aparecen como los principales motivos de la disolución de la Feria.

Por último, un aspecto no menor y peculiar de este proceso es que el territorio en cuestión corresponde a dos países diferentes pero limítrofes: Argentina y Bolivia. Si bien las comunidades han estado vinculadas ances-tralmente, los límites políticos actuales las ubican a ambos lados. En este sentido, pensar la noción de desarrollo involucrada en un espacio binacional, pero histórica, cultural y étnicamente vinculado, parece ser parte de la agenda por seguir. En ella, el tema de la escala por considerar (local, regional, nacional, internacional) cobra relevancia central, aunque haya sido descuidado en muchos casos. El desarrollo no debería ser así una concepción abstracta o definida per se, sino una herramienta de acción política basada en "las prácticas económicas, sociales, culturales e históricamente situadas, que considere las múltiples relaciones que las afectan y los procesos de los cuales forma parte" (Bergesio, 2010: 18).

Volviendo a la lista presentada por CeSPI sobre las áreas y procesos que exhiben claras condiciones para la integración transfronteriza, la FBC cumple tres de las cinco características mencionadas, en especial, las que representan procesos de integración de "abajo hacia arriba". En primer lugar, se trata de un área fronteriza con gobiernos locales que consideran prioritarias las relaciones con sus vecinos; en segundo lugar, es un área fronteriza con estrechas relaciones entre los pobladores de ambos países, y, en tercer lugar, podría considerarse un área fronteriza con una experiencia de proyecto operativo de cooperación, que sería la propia Feria.

El contexto de realización de la FBC es propicio, entonces, para esta clase de acciones, pues se trata de una actividad económica y política llevada a cabo por actores de ambos lados de la frontera, con sus respectivos apoyos institucionales (tanto de ONG como del gobierno). Sin embargo, hay una situación, que es parte del problema resolutivo de la feria, que imposibilita la cooperación transfronteriza, o mejor aún, se encuentra antes que ella.

Las poblaciones de Ciénega de Paicone y Río Mojón, con sus respectivos gobiernos municipales (Comisión Municipal de Cusi Cusi y Alcaldía de San Antonio de Esmoruco, respectivamente), colindan entre sí, pero mediante un límite internacional, no una frontera. La distinción, a simple vista de nomenclatura, es clave, pues una frontera implica que existe intercambio (tránsito de población, comercial, etc.) entre ambos lados -que impone una dinámica propia- reconocido legalmente por sendas autoridades; un límite, simplemente, escinde los espacios en dos territorios separados políticamente. En este sentido, la realización de la FBC era un proyecto para hacer frontera a un límite, es decir, para habilitar los mecanismos primigenios que luego podrían devenir en cooperación transfronteriza. Esto remarca el valor de la experiencia en el ámbito local y la importancia de su análisis. Y plantea la necesidad de profundizar los estudios de desarrollo territorial en contextos de regiones fronterizas que, como en este caso, comparten una historia y una identidad cultural comunes, que el límite no puede dividir.

Agradecimientos

La información sobre la Feria Binacional de Camélidos se obtuvo mediante entrevistas a los integrantes de la Cooperativa Cuenca Río Grande de San Juan (fundamentalmente, su presidente, Santos Mamaní) y a Hugo Lamas, Maximiliano Carabajal, Raúl Martínez y Anastacio Prieto. Las interpretaciones y valoraciones aquí expuestas son de nuestra absoluta responsabilidad. .


Comentarios

* Este trabajo fue financiado por el proyecto PICTO UNJU 00128. Universidad Nacional de Jujuy (Argentina).

1 La información analizada proviene de entrevistas y documentos de la organización de la Feria, aunque ninguna de las autoras pudo participar en ella. Es por eso que no se presentan descripciones de carácter etnográfico.

2 Véase más adelante la figura 1. Su carácter binacional se basó, en buena medida, en la existencia de relaciones e intercambios continuos, y de larga data, en lo que históricamente fue la zona de Lípez.

3 Son numerosos los escritos dedicados al tema del desarrollo, por lo cual optamos por líneas pioneras y argumentaciones que han estructurado definiciones más allá del análisis de caso y son, además, pertinentes al objetivo del presente escrito.

4 Una nutrida discusión sobre la definición de la población objetivo de los programas de cooperación se suscitó cuando la cooperación noruega hacia pueblos indígenas avaló programas contra la pobreza en Botsuana con los pueblos San, instaurándose la discusión sobre la distinción entre pobres e indígenas (Barroso Hoffmann, 2011).

5 En: 3er ítem Declaración de Ciudad del Este "Cooperación Transfronteriza para la Integración Regional" del Mercosur, citado por Rhi Sausi y Oddone (2010: 21).

6 Estas funciones se relacionan íntegramente con las llamas, mientras que las ovejas proporcionan lana, cuero y carne; las cabras, leche, carne y cuero, y los burros y mulas, transporte solamente.

7 La relación entre apropiación del espacio y conocimiento del mismo ha sido históricamente una constante.

8 La identidad del territorio de Lípez ha sido objeto de un largo debate en los estudios etnohistóricos, el cual escapa a nuestro objetivo.

9 La Asociación Zonal de Criadores de Camélidos (AZCCA) de San Antonio era parte de ARCCA (Asociación Regional de Criadores de Camélidos), que nucleaba a otras AZCCA de Potosí.

10 Esta sección se basa en González (2012a).

11 Asociación Regional de Criadores de Camélidos (Potosí).

12 Que fusiona a ganaderos de la Comisión Municipal de Cusi Cusi (Jujuy).

13 Existían otras asociaciones de productores que acopiaban y comercializaban la fibra (González, en prensa).

14 Los nombres de la Feria cambian, pues se respetaron los documentos originales de organización.

15 Invitación a la I Feria Binacional de Camélidos.

16 Servicio Nacional de Sanidad Animal (Argentina).

17 Servicio Nacional de Seguridad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Bolivia).

18 Acta de Reunión de Organización de la IV Feria Binacional de Camélidos.

19 Departamento de Potosí, Provincia Baldivieso, AZCCA San Agustín, que tenía su producción dedicada a carne-fibra, mientras que las otras organizaciones presentes estaban dedicadas a la fibra.

20 Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Argentina).

21 Si bien el tiempo en que se realizó la feria abarca varias gestiones, en todas, el comisionado municipal era Anastacio Prieto.

22 Al puntualizar la influencia e interacción, se debe considerar la dificultad de evaluar estos aspectos, ya que influyen tanto en el grado de compromiso como en el tiempo destinado. Hay, así, actores que se incorporaron tardíamente y tuvieron menos posibilidades de influencia e interacción, pero no por eso estaban menos comprometidos. O a la inversa, actores que participaron en casi todo el proceso, pero con poco nivel de compromiso. En este caso, se pretende considerar ambas variables (tiempo y compromiso) en los dos ítems.

23 La reconstrucción del modelo y tipo de desarrollo que promueven se realizó con base en publicaciones oficiales de presentación de cada institución y/u organismo citado, disponibles en internet.

24 Estas versiones se identifican a partir del segundo término asociado al desarrollo (territorial, rural, humano, económico, sustentable, etc.), el cual ofrece pistas para identificar la ideología (y política) detrás de cada concepción.


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