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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.20 Bogotá Sept./Dec. 2014

https://doi.org/10.7440/antipoda20.2014.03 

De militar los barrios a militar el Estado: Etnografía sobre modalidades de acción política, formación de militancias y compromiso político juvenil en Argentina*

Felisa María Cura**

** Licenciada en Ciencias Antropológicas. Doctoranda en Antropología Social de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina. Becaria doctoral del CONICET. Correo electrónico: felisacura@yahoo.com.ar

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda20.2014.03


RESUMEN:

Este artículo indaga desde una perspectiva etnográfica las modalidades de acción y compromiso político de jóvenes de sectores medios que se incorporaron a la vida política a mediados de la década de los noventa en Argentina, a partir de iniciativas de militancia territorial orientadas por lineamientos de autonomía del Estado y los partidos políticos en barrios populares del Área Metropolitana Norte de Buenos Aires.

En particular, analizaremos el modo en que debates y tensiones relacionados con su paulatino proceso de vinculación con el Estado y con las transformaciones operadas en el escenario político nacional a partir de la asunción de Néstor Kirchner al Gobierno nacional en 2003 fueron incidiendo en su proceso de formación, así como en los distintos recorridos que éstos fueron tomando y transitando. Con este análisis procuramos contribuir al debate acerca de las modalidades de acción colectiva y las dinámicas de participación y compromiso político, en el marco de movimientos sociales y en relación con el Estado.

PALABRAS CLAVE:

Movimientos sociales, Estado, militancia, compromiso político, etnografía.


From militancy in neighborhoods to militancy in government: Ethnography of types of political action, formation of militant groups and political commitment among young people in Argentina

ABSTRACT:

This article presents an ethnographical analysis of the modes of political action and commitment among middle-class youths who became politically active in the mid-1990s through initiatives of territorial militancy oriented along lines of autonomy from both the state and political parties in workingclass neighborhoods of the North Metropolitan Area of Buenos Aires.

In particular, it analyzes the way the debates and tensions related to their gradual involvement in government and in the changes taking place on the national political scene since Nestor Kirchner assumed the presidency of Argentina in 2003 were influencing their formative process as well as the different paths they were taking and transitting. The analysis is intended to contribute to the debate regarding modes of collective action and the dynamics of participation and political commitment, within the framework of social movements and in relation to the state.

KEY WORDS:

Social movements, state, militancy, political commitment, ethnography.


Do ativismo nos bairros para o ativismo no Estado: A etnografia de modalidades de ação política, formação de ativismo e compromisso político juvenil na Argentina

RESUMO:

Este artigo indaga sob uma perspectiva etnográfica as modalidades de ação e compromisso político de jovens de classe média que se incorporaram à vida política em meados dos 1990 na Argentina a partir de iniciativas de militância territorial orientadas por lineamentos de autonomia do Estado e dos partidos políticos em bairros populares da região metropolitana norte de Buenos Aires.

Em particular, analisaremos a forma como os debates e as tensões ligadas ao seu proceso gradual de relacionamento com o Estado e com as transformações operadas no cenário político nacional a partir da promoção de Néstor Kirchner ao governo nacional em 2003 foram influenciando no seu proceso de formação, assim como nos diferentes caminhos que estes estavam tomando e transitando. Com esta análise procuramos contribuir ao debate sobre as formas de ação coletiva e as dinâmicas de participação e engajamento político no marco de movimentos sociais e em articulação com o Estado.

PALAVRAS-CHAVE:

Movimentos Sociais, Estado, militância, engajamento político, etnografía.


La década de los noventa en América Latina fue escenario de la profundización de la pobreza y la aplicación de políticas neoliberales impulsadas por organismos internacionales de crédito, pero también lo fue de la gestación de procesos de movilización política que cobraron protagonismo hacia finales de la década. Desde la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México en 1994 hasta los movimientos de indígenas y campesinos en Ecuador, Bolivia y Perú, el Movimiento Sin Tierra en Brasil, de Desocupados y Piqueteros en Argentina, o los fenómenos que llevaron al triunfo electoral de presidentes como Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, se trató sin lugar a dudas de procesos que plantearon debates diferentes a aquellos planteados en el contexto neoliberal.

En el marco de estos procesos, el objetivo del presente trabajo consiste en analizar las modalidades de involucramiento y compromiso político de grupos de jóvenes de sectores medios que se incorporaron a la vida política a mediados de la década de los noventa en Argentina, a partir de iniciativas de militancia territorial orientadas por lineamientos de autonomía del Estado y los partidos políticos en barrios populares del Área Metropolitana Norte de Buenos Aires.

En particular, reflexionaremos sobre el modo en que debates y tensiones relacionados con su paulatino proceso de vinculación con el Estado y con las transformaciones operadas en el escenario político nacional, a partir de la asunción de Néstor Kirchner al Gobierno nacional, en 2003, fueron incidiendo en su proceso de formación, así como en los distintos recorridos que fueron asumiendo y transitando. De este modo, esperamos contribuir a una comprensión más profunda sobre las modalidades de acción colectiva y las dinámicas de participación e involucramiento político que se generan en el marco de movimientos sociales en articulación con el Estado.

En términos más amplios, la preocupación por las prácticas de acción política generadas al margen de los ámbitos tradicionales de la democracia liberal surge hacia fines de los años setenta y durante los ochenta, en Estados Unidos, Europa y América Latina, procurando explicar la naturaleza y el papel de nuevos actores que habían comenzado a movilizarse en eventos tales como el Mayo del 68 o las protestas contra la guerra de Vietnam. De este modo, la categorización de Nuevos Movimientos Sociales, buscó constituirse como alternativa de lo que hasta entonces se había reconocido como movimiento social -en referencia al movimiento obrero-, tanto por sus reivindicaciones como por su modo de acción política. En este sentido, se entendió que los Nuevos Movimientos Sociales se proyectaban como paradigma crítico y superador tanto de la regulación social capitalista como de la emancipación social socialista, en los términos en que había sido definida por el marxismo, advirtiendo y rechazando formas de opresión que rebasaban las relaciones de clase, y propugnaban un nuevo orden social, menos basado en la riqueza y en el bienestar material que en la cultura y en la calidad de vida (Sousa Santos, 2001).

Este enfoque en América Latina fue retomado a partir de la década de los ochenta por los estudios sobre la transición democrática que, desde el supuesto de separación entre Estado y sociedad civil, definieron a esta última como el ámbito privilegiado para la participación autónoma, en contraposición al poder localizado en el Estado y el sistema de partidos. De ese modo, la tendencia se orientó hacia el estudio de factores estructurales, subjetivos e identitarios que movilizaban a las personas a participar, así como hacia las características de los modos de participación y vinculación generados en el seno de estos ámbitos políticos (Manzano, 2004; Wallace, 1999; Vilas, 1999). Al respecto, un conjunto de autores señalaron la funcionalidad política que tuvo este enfoque, en su contribución al desplazamiento del paradigma del materialismo histórico, al aportar elementos para descentrar el componente económico y categorías como clase y totalidad (Vilas, 1999).

En Argentina, el interés por estos temas se vio revitalizado a partir de los fenómenos de movilización social y política que tuvieron lugar desde mediados de los noventa, centralmente tras las jornadas de protesta del 19 y 20 de diciembre de 20011, en las que cobraron visibilidad distintos actores y procesos políticos que venían gestándose desde décadas atrás. En este sentido, desde una aproximación al Estado como campo contradictorio inscripto en correlaciones de fuerzas asimétricas propias de la dominación burguesa, una vasta producción enmarcada en el campo de la sociología centró sus indagaciones en los componentes novedosos y de recomposición social y política que asumieron estas experiencias, como los movimientos piqueteros y de trabajadores desocupados (MTD), conformados desde mediados de los noventa, así como las controversias político-ideológicas suscitadas a partir de su progresiva vinculación con el Estado, profundizada tras la asunción del Néstor Kirchner al Gobierno nacional, en 2003 (Svampa y Pereyra, 2003). En esta misma línea, distintos estudios indagaron sobre las características y formas de activismo generadas en el seno de organizaciones sociales de "matriz autónoma", definidas por sus modalidades organizativas vinculadas a la ruptura con estilos partidarios, el rechazo a vincularse con el Estado y la adopción de la horizontalidad como dinámica de toma de decisiones (Fornillo et al., 2008; Vommaro y Vázquez, 2008). También fueron analizados los circuitos de sociabilidad y de circulación de ideas en el marco de los cuales los militantes "autónomos" se fueron formando políticamente (Zibecchi, 2003), las redes de sociabilidad que operaron para la gestación y transformación de estas experiencias colectivas a lo largo del tiempo (Vázquez y García, 2008) y las reconfiguraciones político-ideológicas y estratégicas producidas a partir de la asunción de Néstor Kirchner al Gobierno nacional (Fornillo et al., 2008; Vázquez y Vommaro, 2012). Finalmente, se abrieron interrogantes relativos a las formas de activismo y formación de referentes jóvenes, atendiendo a sus perfiles, saberes y capitales previos, reconstruidos por medio de narrativas históricas sobre el origen del movimiento y categorías de inscripción pública (Vázquez, 2012).

Estudios más recientes, centraron su indagación en los procesos de involucramiento y compromiso político juvenil enmarcados en lo que se denominó "espacio kirchnerista". Estos estudios analizaron los discursos y relatos históricos a partir los cuales las organizaciones kirchneristas configuraron y legitimaron sus proyectos políticos y formas de entender la militancia y la política, contribuyendo a iluminar términos y representaciones que fueron claves para modelar la identidad y el protagonismo que adquirieron los jóvenes en años recientes, así como sentidos particulares atribuidos a categorías tales como juventud, militancia, política, Estado, o a las experiencias de militancia de las décadas de los setenta y de los noventa (Natalucci, 2008).

En otro orden, un conjunto de estudios en Brasil abordó la temática propuesta desde diferentes dimensiones. Por un lado, se analizaron las modalidades de compromiso y militancia de dirigentes de diferentes organizaciones sociales y políticas, a partir de la indagación sobre las condiciones de adquisición de disposiciones para el compromiso, y el modo en que éstas se actualizaron en la realización de las carreras militantes -atendiendo a factores tales como la socialización familiar y religiosa, los niveles de escolarización y el pasaje por la universidad, o a hechos biográficos significativos­ (Seidl, 2009). Por otro lado, se indagó sobre las condiciones y dinámicas de la competencias militantes, a partir del estudio de itinerarios de dirigentes de organizaciones ambientalistas, señalándose la articulación entre el ejercicio de funciones expertas en el tema ambiental y una inserción simultánea en múltiples redes de organizaciones y movimientos, así como la ocupación de puestos en diferentes esferas sociales a partir de recursos y relaciones políticas acumuladas por medio de tales inserciones (Ferreira de Olivera, 2009).

Si bien estos aportes resultaron sustanciales para comprender aspectos de los procesos bajo estudio, consideramos que se ha prestado menor atención al modo en que dimensiones ideológicas, identitarias y subjetivas se conjugan con tramas de relaciones y prácticas cotidianas inscriptas localmente. Al mismo tiempo, entendemos que el excesivo énfasis colocado en la adquisición de disposiciones y competencias individuales dificultó la posibilidad de comprender estos procesos a la luz de la fluidez y el dinamismo de los vínculos y experiencias colectivos más amplios que los constituyen y posibilitan.

En el caso argentino, si bien los trabajos contribuyeron en gran medida a comprender particularidades de los sujetos y el campo político en general, y del "autonomismo" y el "kirchnerismo" en particular, la focalización excesiva en fuentes escritas, discursos y relatos oficiales generó la producción de "imágenes encantadas" y homogéneas que dificultan una comprensión más profunda de estos procesos. En particular, consideramos que no se atendió suficientemente a la heterogeneidad de sujetos que confluyen en estas experiencias, desde diversas tradiciones, orígenes socioeconómicos y experiencias de vida, como tampoco a la incidencia de las complejidades involucradas en la progresiva movilización de políticas públicas que articuló tensamente a movimientos y organizaciones sociales con el Estado desde mediados de los noventa.

En diálogo con estos aportes, recuperamos para este análisis un conjunto de trabajos etnográficos realizados en Argentina y Brasil que contribuyeron a iluminar las tramas de relaciones y condiciones sociales, políticas y cotidianas en el marco de las cuales se inscriben los procesos de participación e involucramiento político, ilustrando el modo en que las personas fluctúan dentro y fuera de los movimientos a partir de vínculos que operan como hilos conductores (Quirós, 2008), así como el modo en que estos procesos se inscriben en contextos locales, articulando complejas tramas de relaciones sociales y políticas más amplias (Rosa, 2009).

La elección del caso de análisis se vincula con mi participación personal como integrante de estos procesos desde 1998, por lo que las exigencias del trabajo etnográfico se articulan tensamente con las exigencias de lo que podría definirse como investigación-acción-participante, y la producción de datos se inscribe en relaciones densas que exceden el relato de las técnicas utilizadas. Es preciso mencionar también que, para preservar la identidad de los entrevista­ dos, hemos optado por cambiar los nombres e incluso algunas referencias de identificación personal, salvo de aquellos protagonistas reconocidos por des­ empeñarse como funcionarios públicos.

Acercamiento a la militancia e inserción territorial

El proceso que venimos siguiendo etnográficamente desde 2004 se originó en 1996, en un barrio localizado en el municipio de Tigre, zona norte del Área Metropolitana de Buenos Aires, protagonizado por un grupo de jóvenes universitarios de sectores medios que provenían de la ciudad de Buenos Aires. Éstos se habían conocido en el Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires, de carreras del área de Ciencias Sociales y Humanidades, en un contexto de cuestionamientos vinculados al compromiso que consideraban debía asumir la universidad en relación con las luchas sociales emergentes y con la construcción de una universidad pública y popular.

Argentina atravesaba en ese entonces un momento histórico-político crítico, rasgado por una tasa de desempleo y subempleo que alcanzaba al 30% de la población económicamente activa (Ferrer, 2004), y las transformaciones en la producción, junto a la implementación de políticas neoliberales impulsadas por organismos internacionales de crédito, configuraban una sociedad con una polarización económica y social cada vez más profunda. En ese marco, numerosas y dispersas agrupaciones de jóvenes de sectores medios fueron gestándose a la luz de espacios de encuentro y discusión, construyendo desde una articulación estrecha entre práctica y teoría proyectos e identificaciones vinculados a una práctica política definida en términos de autonomía con respecto al Estado y los partidos políticos, la democracia directa y la participación horizontal (Zibecchi, 2003). Entre estas conceptualizaciones, la centralidad que cobró "el barrio" para la práctica militante se enlazó con la recuperación de los vínculos cotidianos y modelos puestos en práctica en otros movimientos sociales, tales como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de México y el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil (Zibecchi, 2003). En relación con esto, se entendía que las acciones militantes debían apuntalar un movimiento que fuera de "lo social a lo político'; o que "diera contenido político al trabajo social" (Dri, 2002).

En este marco de ideas y referencias, el grupo en cuestión se propuso poner en funcionamiento un Centro Educativo desde el cual contribuir a procesos organizativos y de participación comunitaria barrial, así como a la resolución de problemáticas cotidianas que se plantearan desde la población local.

La elección del barrio "El Lucero" como ámbito espacial para el desarrollo del proyecto se vinculó, por un lado, al conocimiento que los militantes ya tenían sobre barrios similares de la región, producto de una experiencia de militancia previa en otro barrio localizado en el mismo municipio, y a que, habiendo realizado visitas a distintos barrios y villas de la zona norte y la ciudad de Buenos Aires, habían evaluado que el territorio estaba "menos trabajado" y que era menos "peligroso" ingresar allí, considerando que eran personas "externas" al barrio.

El barrio "El Lucero" tiene una población aproximada de 40.000 habitantes, de un total de 301.223 que habitan en el municipio de Tigre2. Su proceso de conformación se remonta a la década de los sesenta, paralelamente al desarrollo industrial de la zona, y posteriormente, entre los años ochenta y noventa, creció a partir de la ocupación masiva de terrenos fiscales en los valles de inundación del río Luján. A partir de mediados de los noventa su configuración socioespacial adquirió características peculiares, en el marco de la transformación social de Argentina y de un proceso que implicó políticas favorables al desarrollo de emprendimientos urbanísticos privados destinados a sectores de altos ingresos. En este marco, "El Lucero" fue rodeado progresivamente por urbanizaciones cerradas, las cuales se fueron configurando como una de las principales fuentes de trabajo para sus pobladores (Cura, 2013).

De manera puntual, la inserción de los militantes en el barrio se inició con la compra de un terreno donde funcionaría el Centro Educativo, cuyo dinero fue obtenido a través de la donación monetaria del padre de una de las militantes, y de una campaña de recaudación de fondos que consistió en la difusión del proyecto y el pedido de apoyo económico en buses.

Según entrevistas realizadas a militantes fundadores del Centro Educativo, la etapa inicial de inserción barrial tuvo como objetivo la creación de vínculos de confianza y acercamiento a los pobladores locales, a través del desarrollo de actividades educativas destinadas a niños, incorporándose tiempo más tarde nuevas propuestas, como talleres de expresión, murga, feria de ropa, grupo de jóvenes y de mujeres3.

Por otro lado, a partir de relatos y documentos elaborados por los militantes4, fue posible adentrarnos en el conocimiento de situaciones y representaciones particulares que operaron en la configuración identitaria y de sentidos compartidos entre quienes se iban incorporando al proyecto. La permanente reactualización de estas situaciones y representaciones ocupó un lugar destacado en los procesos de incorporación y socialización de nuevos militantes, así como en la delimitación de espacios de poder fundados en haber formado parte del "origen de la historia": Resultan particularmente interesantes, en este sentido, relatos que refieren al modo en que se incorporaban nuevos integrantes al "proyecto"; a través de relaciones de afinidad y mecanismos específicos diseñados para tal fin.

En términos más amplios, los testimonios refieren al modo en que se convocaba a los nuevos integrantes a que conocieran de primera mano el barrio y las actividades. Una vez allí, eran presentados a los demás "compañeros" y conducidos en un recorrido por el barrio y las instalaciones del Centro Educativo. Si mantenían el interés por incorporarse, eran progresivamente introducidos en la dinámica del trabajo barrial: recorrer casa por casa, buscar a los niños, planificar actividades, charlar en las casas de los "vecinos"; difundir problemáticas o propuestas específicas. Luego de un tiempo, eran invitados a participar en los "plenarios'; ámbitos donde se tomaban las decisiones colectivamente, y donde lograban dimensionar la totalidad del proyecto.

Con respecto a la mirada que los pobladores del barrio tuvieron sobre estos procesos, resultan esclarecedores algunos testimonios que permiten comprender aspectos del modo en que se tramaron las relaciones en el lugar. Éste es el caso del testimonio de Elena, quien, junto con su familia -compuesta por ella y sus cuatro hijos jóvenes-, formó parte del proyecto del Centro Educativo desde sus inicios.

Elena tiene actualmente 75 años de edad. Durante su infancia se formó en una escuela privada católica, donde aprendió idiomas. Posteriormente estudió enfermería, y durante varios años fue jefa de esa especialidad en una institución de salud. En las entrevistas que le realicé, Elena refirió al modo en que, junto a su familia, comenzó a participar en "La Escuelita" desde el primer día que arribaron los militantes al barrio.

    Un día yo estaba cortando el pasto con mi hijo Vicente acá afuera y vi llegar cinco, seis locos que venían caminando por el medio de la calle. Yo dije: "Esa gente no es de acá, ¿de dónde será esa gente?". Eran todos jóvenes, tendrían dieciocho, diecinueve años. La casa de enfrente se vendía, era una casita de madera, tenía el cartel. Golpearon. No salió nadie y se cruzaron a preguntarme a mí si se vendía la casa de enfrente. Yo les dije que sí, que se vendía, y ellos me dijeron: "Nosotros queremos poner un centro de apoyo para los chicos del barrio, si podemos, merendero". A mí me gustó la situación, porque toda la vida me gustó participar de proyectos de ese tipo, solidarios. Trabajé mucho tiempo en muchos lugares y siempre estuve dispuesta a entrar en ese tipo de barrios. Entonces, cuando estos chicos vinieron, me gustó muchísimo la situación, y desde el primer día que ellos entraron a la casa, entre yo atrás de ellos.

La trayectoria de Elena y los sentidos expresados en su relato permiten volver inteligible, por un lado, el modo en que los militantes fueron vistos como "gente de afuera" al arribar al barrio; y por otro lado, interpretar aspectos vinculados a su progresivo proceso de involucramiento, en el cual se pone de relieve su entusiasmo inicial por incorporarse al proyecto) así como determinados conocimientos y experiencias previos adquiridos por ella en diferentes ámbitos de la vida, laborales y de participación social que incidieron en su posterior constitución como referente barrial del Centro Educativo.

Otro fragmento de la entrevista realizada a Elena permite profundizar en el conocimiento de las características o atributos que proyectaron los pobladores del barrio sobre los militantes:

    Yo al principio nada más ponía orden, porque cuando ellos vinieron acá eran indios. En el colegio los echaban por mala conducta, en la casa no los aguantaban y los largaban a la calle. Entonces los chicos eran indios acá, no seguían un régimen de ninguna especie. Ahora ves chicos en la calle, pero tienen un ritmo de vida distinto al que tenían antes. Antes había chicos acá que nunca habían ido al colegio, que no sabían lo que era sentarse a una mesa y comer con plato y cuchillo. Nada, ¡no sabían nada! Yo no sé si el cambio fue gracias a "La Escuelita" que los fue llevando a los chicos. Ahora los ves y son chicos preciosos, chicos con una educación bárbara, chicos que han logrado "La Escuelita" en menos de seis meses que pudieran entrar al colegio, y no a primer grado por no haber ido nunca, han entrado a tercero, cuarto, quinto grado.

Este fragmento permite iluminar cómo los militantes fueron caracterizados por los residentes del barrio a partir de las tareas educativas que pasaron a desempeñar como parte de sus propuestas militantes. En este sentido, se advierte cómo su categorización como "maestros" se vinculó no sólo con lo que los militantes decían que harían e hicieron efectivamente, sino también con lo que los pobladores del barrio proyectaban sobre el origen socioeconómico del cual suponían que pro­ venían los militantes, lo cual puede verse reflejado en la referencia a que los militantes habrían mediado en el acceso a una "buena educación" y "buenas costumbres" por parte de los niños que acudían al Centro Educativo.

En resumen, este apartado permitió mostrar un conjunto de prácticas y sentidos vinculados al proceso de acercamiento e incorporación a la vida política por parte del grupo de militantes bajo estudio. En este recorrido cobran relevancia los circuitos de sociabilidad y de circulación de ideas en el marco de los cuales los militantes se vincularon entre sí; se acercaron a determinadas lecturas y concepciones sobre una práctica política entendida en términos de militancia barrial y de autonomía del Estado y los partidos políticos; y diseñaron prácticas y mecanismos específicos orientados a la inserción barrial e incorporación de militantes, en los cuales se pusieron en juego dinámicas de configuración identitaria y producción de sentidos compartidos.

Por otro lado, fue posible identificar condiciones y experiencias de vida más amplias, en el marco de las cuales los pobladores locales comenzaron a participar en las iniciativas militantes; el modo en que estos últimos fueron categorizados por aquéllos en términos de "gente de afuera" y de "maestros"; en función de las prácticas y los sentidos puestos en juego en la propuesta militante; así como particulares atributos que los pobladores del barrio proyecta­ ron sobre el origen socioeconómico del cual provenían los militantes.

Del vínculo con el estado, debates y realineamientos

En 1998, un primer punto de conflicto se produjo en el grupo de militantes, ante la posibilidad de gestionar programas de ocupación transitoria5 , como parte de las políticas de asistencia a la desocupación lanzadas por el Gobierno nacional en aquel entonces. Esta posibilidad había generado intensas discusiones entre los militantes y con los pobladores del barrio, pues mientras que los primeros exacerbaban su posición de preservar la autonomía con respecto al Estado, los segundos proponían su aceptación por considerarlos "una solución inmediata a los problemas materiales" y por una visión positiva respecto a la "ayuda estatal". Así, tras la decisión de aceptar la administración de estos programas, el grupo de militantes comenzó a vincularse con el Estado en calidad de "organismo responsable", reorientando parte de sus propuestas, modalidades y rutinas de trabajo, ya que la implementación de estos programas establecía el cumplimiento de determinados lineamientos precisos y específicos, vinculados a la puesta en funcionamiento de proyectos comunitarios. Así por ejemplo, fue necesario crear una estructura de funcionamiento capaz de organizar las contraprestaciones diarias de 68 personas que participaban en calidad de beneficiarios, y el centro educativo pasó a funcionar todos los días de 9 a 20 horas (mientras que antes lo hacía sólo los días miércoles y sábados), poniéndose en funcionamiento distintos grupos de trabajo, tales como comedor, merendero, panadería, costura, limpieza y administración. En síntesis, a partir del vínculo con el Estado comenzaron a activarse discusiones y modalidades de trabajo diferentes a las desarrolladas hasta entonces, las cuales fueron generando variados puntos de discusión entre los militantes y con los pobladores del barrio.

Los testimonios, documentos y registros de reuniones refieren a la profundización de estos debates a partir de las jornadas de protesta del 19 y 20 de diciembre de 2001 -en las que participaron numerosos militantes-, condensándose en torno a aspectos tales como las formas de construcción político-territorial, los modos de concebir y promover la participación de los pobladores locales, concepciones sobre el Estado y los modos de relacionarse con éste, y la participación en estructuras políticas mayores y en procesos electorales.

En el transcurso de estos debates, que se agudizaron con la asunción de Néstor Kirchner al Gobierno nacional en 2003, fueron definiéndose nuevos posicionamientos e identificaciones, que, en términos de los militantes, "se tornaron incompatibles". Así, mientras que una parte del grupo defendía continuar construyendo políticamente en un solo barrio y mantener la posición de autonomía del Estado y los partidos políticos, el otro grupo entendía que se había abierto una "nueva etapa" que requería dejar atrás el período "de resistencia" para pasar a construir "desde una identidad más peronista" un espacio crítico dentro del kirchnerismo (el "kirchnerismo crítico"), e incorporarse a un movimiento mayor para ganar despliegue territorial.

De este modo, tras la escisión del grupo en 2003, la facción identificada con el kirchnerismo, después de analizar su incorporación a distintas organizaciones, decidió incorporarse a un Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), del cual se desprenderían tiempo más tarde, para confluir, junto con otras organizaciones, en lo que sería la conformación del Movimiento Evita6.Por su parte, el grupo identificado con mantenerse autónomo del Estado y los procesos electorales pasó a concentrar sus esfuerzos en la iniciativa de creación de Bachilleratos Populares de Jóvenes y Adultos7 en el marco de una propuesta más amplia constituida junto con otras organizaciones sociales no alineadas con el Gobierno nacional.

Según testimonios de los militantes, esta iniciativa generó amplias expectativas pues sería el primer bachillerato de jóvenes y adultos que funcionaría en el barrio1 favoreciendo la reinserción educativa de numerosas personas que no habían podido culminar sus estudios secundarios y auspiciando la experimentación de nuevas formas de militancia que conjugaran el desafío de interpelar al sistema educativo formal y, a la vez, poner en juego los conocimientos que los militantes habían adquirido en la universidad. Por otro lado, poner en funcionamiento una escuela propia fue valorado como oportunidad de trascender las propuestas educativas informales que se venían desarrollando hasta el momento, las cuales no lograban "superar un rasgo asistencial" ni captar el interés esperado en la población local. Este desafío también se inscribía en expectativas vinculadas con el despliegue del escenario político regional-latinoamericano que se entendía como favorable a los sectores populares, por la afinidad entre gobiernos como los de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.

Así, después de tres años de trabajo -conformada gran parte de la propuesta pedagógico-política y el plantel docente, organizadas las materias para los tres años, incluidas aquellas actividades extraprogramáticas y comunitarias, con más de cien alumnos cursando, listas de espera para ingresar, y con un primer curso próximo a egresar-, la resolución de la oficialización del bachillerato se tornó eje central de preocupación y acción tanto para los militantes y docentes como para los estudiantes. Desde una perspectiva más amplia, la importancia que asumió la lucha por la oficialización de los bachilleratos (que en ese momento abarcaba una veintena de experiencias) se expresó en la necesidad de obtener el reconocimiento estatal para la emisión de títulos oficiales que certificaran el cumplimiento del trayecto de la educación media, respetando las particularidades con que se venía trabajando hasta el momento.

En ese marco, en 2007, ante las opciones abiertas desde el Estado para oficializar la escuela, vuelven a profundizarse debates que se mantenían abiertos desde la fragmentación anterior. Por un lado, el grupo que reivindicaba la autonomía estatal se inclinaba por la alternativa de oficialización como escuela privada, mientras que el grupo que reivindicaba el trabajo conjunto con el Estado se inclinaba hacia la constitución como escuela pública, aunque esto implicara perder márgenes de autonomía. Como resultado de estas discusiones, vuelven a producirse una escisión y un desdoblamiento del grupo, dando lugar a la con­ formación de una nueva organización, el Centro de Unidad Popular.

Éste mantendrá su base de trabajo territorial en "El Lucero"; y, según testimonios de su máximo referente, se propondrán avanzar hacia un modelo de desarrollo endógeno8 desde una política integradora que articule al Estado con la organización política comunitaria. A diferencia de los procesos anteriores, la mayoría de los militantes serán residentes del barrio y las acciones se concentrarán en la articulación de instancias de reinserción educativa para jóvenes y adultos con proyectos productivos y de formación en oficios.

En relación con esto, desarrollamos en otros trabajos aspectos del modo en que se fueron incorporando residentes del barrio al proyecto, asumiendo responsabilidades de liderazgo y coordinación. Fundamentalmente, mostramos cómo en un primer momento asumieron tareas de promoción de microcréditos enmarcadas en políticas del Ministerio de Desarrollo Social de la nación y orientadas por el paradigma de la economía social, y en un segundo momento, como parte de estas mismas políticas, conformaron una cooperativa de trabajo con la cual construyeron dos edificios (uno destinado a un Bachillerato Popular propio y el otro a una fábrica de premoldeados de hormigón); pusieron en marcha un Centro de Desarrollo Infantil destinado al cuidado de los hijos de los cooperativistas y un Centro Cultural para los niños y jóvenes del barrio (Cura, 2014).

Desde una mirada más amplia, los procesos restituidos permiten iluminar cómo el vínculo con el Estado, en sus diferentes formas y coyunturas (ya sea ante los cambios de gobierno o en el marco de la gestión de políticas públicas), fue activando complejos procesos de discusión, construcción colectiva y formación que fueron incidiendo y reconfigurando dinámicamente las formas y los sujetos de la militancia. En este sentido, es posible señalar cómo fueron variando no sólo las acciones militantes en articulación con las iniciativas esta­ tales, sino también las formas de involucramiento y participación política de los residentes del barrio.

El camino del kirchnerismo

El proceso de reconfiguración que implicó pasar de la estrategia de construcción política "autónoma" a un posicionamiento que podríamos denominar "estatista" permite iluminar el recorrido transitado por numerosas organizaciones que se acercaron desde construcciones políticas territoriales al espacio liderado por Néstor Kirchner. En este sentido, pueden señalarse los esfuerzos de articulación realizados por una multiplicidad de agrupamientos, que entre 2004 y 2006 se orientaron a conformar lo que se denominó "espacio transversal"; desde el cual se perseguía constituir una posición propia dentro del kirchnerismo, a distancia de sectores vinculados al Partido Justicialista. Desde dicha articulación, se planteaba la necesidad de superar la etapa de resistencia al neoliberalismo para pasar a la construcción del proyecto nacional, recuperando las banderas históricas del peronismo como la justicia Social, el desarrollo económico y la soberanía política, por las cuales los militantes entendían que habían dado su vida los luchadores populares y desaparecidos de las décadas de los sesenta y setenta (Natalucci, 2008).

En este marco, el grupo de militantes que había optado por la opción del kirchnerismo y que se incorporó al Movimiento Evita, luego de haber pasado por el Movimiento de Trabajadores Desocupados, abocó su energía a "abrir nuevos barrios", en el marco de vinculaciones trazadas con militantes de la década del setenta provenientes del peronismo revolucionario. Según testimonios de los militantes, esta posibilidad de expansión territorial se vio favorecida por políticas impulsadas desde el Estado nacional que se orientaban a la conformación de emprendimientos productivos (tales como talleres textiles, de panadería, carpintería, etcétera), las cuales contribuyeron a la dinámica de inserción barrial al complementarse con las actividades ya conocidas, como apoyo escolar y merendero.

Tiempo después, constituidos en responsables del Movimiento en varios municipios de la zona norte del Área Metropolitana de Buenos Aires, algunos de los militantes de este grupo pasaron a ocupar cargos de alto rango en el marco del Frente para la Victoria (partido que representa al kirchnerismo), ya sea como diputados nacionales y provinciales, como concejales municipales, o en cargos ejecutivos al frente de políticas vinculadas a áreas sociales9.

Los testimonios de algunos de los militantes que experimentaron estos procesos resultan esclarecedores para comprender ciertos fundamentos y representaciones que fueron claves para configurar posiciones, estrategias y formas de acción política en esta etapa.

    Yo militaba en una organización más social que política en Tigre. En el marco de todo ese proceso de ruptura de 2001 y demás, esas organizaciones habían proliferado pero no había ninguna salida política u organización política que a los pibes de esa época nos llamara la atención [...]. Imaginate, todos pibes solos, sin ningún compañero o compañera que haya transitado otra historia política. Y hacíamos eso hasta que apareció Néstor, que nos rompió la cabeza, porque aparecía a interpelar la cuestión más política. Acá hay un Presidente que dice una cosa y después la hace, la lleva adelante. Entonces eso nos obligó a nosotros a empezar a discutir otras cosas y empezamos a participar más políticamente10.

    Hubo un reverdecer en la participación a partir de Néstor Kirchner. Él fue el abanderado de que creyéramos nuevamente en la política como herramienta de transformación de la realidad. Quizás los jóvenes que militábamos antes que Néstor, lo hacíamos desde la resistencia, desde poner límites al avance del ajuste, de la privatización, del desempleo, del infierno que fue el modelo neoliberal. Sentir que estamos construyendo un proyecto de país se lo debemos a Néstor Kirchner. En todas las organizaciones que hay militancia juvenil, se lo ve en que antes era mala palabra, incluso en mi generación la política en los noventa era sinónimo de ladrones. Volvimos a recuperar una herramienta que es la única que tienen los humildes y los trabajadores para defenderse11.

Los fragmentos consignados aportan elementos para comprender ciertas particularidades que asumió este momento clave en la reconfiguración del campo político argentino. Al respecto, se advierte el lugar destacado que tuvieron la figura y el liderazgo de Néstor Kirchner como articulador de un conjunto de sentidos que se volvieron centrales para convencer y convocar a estos jóvenes militantes a participar en el "espacio kirchnerista". Al mismo tiempo, pueden identificarse distintos sentidos asocia­ dos a representaciones de encuentro y confluencia, como la articulación de distintas generaciones de militantes, de prácticas sociales y políticas, de dichos y hechos, de experiencias acumuladas por los sectores populares y aquellas adquiridas en la gestión estatal, así como el carácter dinámico y procesual que adquieren las experiencias vividas. En este punto, es posible reflexionar sobre el carácter de pasaje con sentidos múltiples que adquiere esta transición de la desconfianza e incredulidad a la recuperación y revalorización de la política como herramienta de transformación de la realidad, de defensa de los trabajadores y los humildes, y de construcción de un nuevo proyecto de país.

La trayectoria de otro militante -recientemente electo concejal del municipio Vicente López (también ubicado en la zona norte del Área Metropolitana de Buenos Aires), luego de seis años de desarrollo de trabajo político y social en los barrios más humildes del mismo- resulta relevante para comprender aspectos del modo en que se produjo el proceso mencionado de "expansión hacia los barrios" y posterior incorporación a la dinámica de participación en procesos electorales:

    Y ahí me preguntan los compañeros si no podía venir para Vicente López, donde estaba un compañero más viejo, con una lógica más barrial, que venía del peronismo revolucionario, de Montoneros y la Juventud Peronista de La Plata. Él tenía algunas relaciones en los barrios, y empezamos a armar laburo en La Loma. Después entramos en Las Flores, y empezamos a hacer un laburo de cero, con la lógica de trabajo en territorio. A fines del 2006, entramos en relación con una compañera, que venía de la lógica más ortodoxa del peronismo, con muchas inquietudes también. Y en ese momento se da una toma de edificios que estaba por entregar el municipio en el barrio Las Flores, y empezamos a recorrer y bancar la toma, armando la asamblea de la toma y después los que querían se quedaban en las reuniones del Evita. La toma duró un año y medio, y en el medio organizamos escraches, marchas, un plan de traslado para las familias, pero sale mal, y finalmente se produce el proceso de desalojo. En ese acompañamiento, se genera mucha legitimación ante el barrio y comenzamos a abrir distintos laburos, apoyo escolar, merendero, y se suman un montón de compañeros12.

Este fragmento de entrevista resulta particularmente relevante por la densidad de sentidos y procesos que condensa, permitiendo volver inteligible el modo en que la inserción y expansión política del movimiento en el distrito fueron siendo posibles a través de la generación de múltiples y diversos vínculos, que se configuraron como condiciones de posibilidad al condensar experiencias sociales y políticas previas, individuales y colectivas, que aglutinaron a militantes de distintas generaciones, tradiciones políticas y sectores sociales.

También es posible advertir cómo determinados acontecimientos extraordinarios, como la toma de tierras y el desalojo, operaron como dinamizadores para la incorporación de nuevos militantes, fortaleciendo al movimiento en su capacidad de representación y favoreciendo un proceso de legitimación que le permitió ganar inserción y referencia al nivel territorial.

Finalmente, el siguiente fragmento de entrevista permite adentrarnos en el conocimiento de otro conjunto de prácticas, sentidos y aprendizajes que se pusieron en juego en el proceso de involucramiento y participación en procesos electorales.

    Tuvimos que acomodar toda nuestra fuerza a esa dinámica, cualificar un montón de compañeros, hacer un montón de cosas que no teníamos: desde profesionalizar las pintadas, que nosotros las hacíamos desde la militancia, a sistematizar el salir casa por casa. Te cambia la dinámica porque nosotros veníamos trabajando muy hacia adentro desde el kirchnerismo, y es salir de eso, es dar el salto a salir a laburar hacia la sociedad y hacia el vecino. Nosotros queremos hacer la revolución pero al vecino le molesta que no anda el semáforo. [...] Entonces te asumís como una parte del kirchnerismo, que representa a los más humildes, el laburo territorial, la militancia, una parte del peronismo, o sos parte la representación del todo, que también es ese salto.

Este fragmento de testimonio es interesante, en la medida en que permite iluminar, por un lado, la multiplicidad de tareas que implicó aprender a llevar a cabo una campaña, como parte de las acciones necesarias para participar en la disputa por espacios de poder político-institucionales, y que conllevó, entre otras cosas, generar mayores niveles organizativos y de formación.

Por otro lado, el fragmento es ilustrativo para dimensionar la multiplicidad de formas de acción política aprendidas y capitalizadas a lo largo del tiempo, y el modo en que éstas fueron pasibles de complementarse, recrearse o descartarse, según la coyuntura o las evaluaciones político-estratégicas, comprendiendo desde las actividades clásicas de trabajo territorial (como apoyo escolar y merendero) hasta las de organización de una asamblea, la realización de movilizaciones, de un plan de traslado para familias, o aquellas de formación política destinadas a llevar adelante la campaña electoral.

***

A partir de 2009, las prácticas de todos estos grupos -tanto del Movimiento Evita como del Centro de Unidad Popular y del grupo que mantuvo la posición de autonomía- se reorientaron hacia la conformación de cooperativas enmarcadas en una política estatal denominada "Programa de Ingreso Social con Trabajo Argentina Trabaja"13 ya sea al nivel barrial o en los niveles de diseño e implementación desde ámbitos municipales, provinciales o nacional. Estas reorientaciones se vincularon con un marco mayor de transformaciones acontecidas en lo referente a la definición de políticas sociales al nivel nacional, que, según las antropólogas Cross y Fernández Álvarez (2008), se estructuraron a partir de 2003 como conjunto de iniciativas frente al desempleo que se presentaron públicamente como una transición desde una modalidad "asistencialista", representada por la preeminencia de los planes de ocupación transitoria, hacia otra "productivista", basada en políticas de fomento al cooperativismo y los emprendimientos productivos, entre las que cobró centralidad el "Programa de Ingreso Social con Trabajo Argentina Trabaja".

Así, tanto el Centro de Unidad Popular como el grupo autónomo conformaron sus cooperativas en el marco de diferentes relaciones de alianza barrial y municipal. El Centro de Unidad Popular lo hizo con organizaciones sociales afines al kirchnerismo que ya tenían presencia en el estado municipal y en otros barrios del municipio de Tigre (como centralmente el Movimiento Evita, con el cual compartieron tiempo más tarde espacios en la gestión política municipal), mientras que el grupo autónomo lo hizo a partir de alianzas con organizaciones no alineadas con el Gobierno nacional, con las cuales impulsaron un proceso de demanda para solicitar la conformación de cooperativas que no dependieran de los gobiernos municipales sino directamente del Ministerio de Desarrollo Social.

Estos procesos, en plena efervescencia, permiten reflexionar sobre el modo en que fueron dinamizados determinados procesos de construcción político-territorial y de disputa por el poder político a partir de la irrupción del kirchnerismo en la escena política nacional. En este sentido, puede interpretarse también el lugar destacado que pasaron a ocupar determinadas políticas estatales orientadas a la inclusión social de los sectores populares, que favorecieron la participación de las organizaciones sociales en sus instancias de diseño1 ejecución y evaluación.

Palabras finales

El seguimiento de este proceso de más de quince años de duración permitió identificar cómo fueron variando y reconfigurándose las prácticas, los sentidos y los sujetos de la acción política gestados a mediados de los noventa en articulación con las formas que fue asumiendo el vínculo con el Estado, y las transformaciones operadas en el contexto político nacional a lo largo del tiempo.

En particular, los procesos reconstruidos permitieron iluminar las condiciones y relaciones en el marco de las cuales, durante el período neoliberal, se conformaron espacios de militancia y se formaron militantes orientados por lineamientos de autonomía del Estado y los partidos políticos; las referencias y los modelos que se pusieron en juego en su nombre, así como las metodologías y los mecanismos por medio de los cuales se llevaron adelante procesos de inserción y militancia territorial.

También procuramos iluminar el modo en que los vínculos generados con el Estado a partir de la cogestión de políticas públicas -como inicialmente los programas de ocupación transitoria, tiempo después los bachilleratos populares y más tarde el "Programa de Ingreso Social con Trabajo Argentina Trabaja"- pusieron en juego los principios de autonomía que identificaban al grupo, redefiniendo posicionamientos, alianzas e identificaciones políticos.

En relación con esto, advertimos cómo la asunción de Néstor Kirchner al Gobierno nacional implicó la profundización de debates, que generaron reposicionamientos, reconfiguraciones identitarias, fragmentaciones y realineamientos que dieron lugar a la conformación de nuevos agrupamientos. Mostramos los diferentes caminos por los que fueron optando los distintos grupos, y el modo en que éstos fueron redefiniendo sus prácticas, sentidos e identidades políticas. En el caso del Movimiento Evita, mostramos el lugar central que tuvo para los militantes el "cambio de etapa", los múltiples sentidos asociados a la figura de Néstor Kirchner y su inscripción en nuevos marcos de sociabilidad que conjugaron trayectorias y experiencias de generaciones previas. En el caso del grupo que mantuvo la autonomía, evidenciamos los múltiples sentidos depositados en la puesta en marcha del Bachillerato Popular, así como el modo en que el proceso de lucha por la oficialización puso en un primer plano la discusión sobre el Estado como interlocutor principal y garante de la legalidad de los títulos. Mientras que en el caso del Centro de Unidad Popular evidenciamos el modo en que se apostó a una construcción político-territorial articulada con políticas estatales, en la que cobraran protagonismo militantes del propio barrio donde se desarrollaban las acciones militantes.

Resultan particularmente interesantes, desde una mirada retrospectiva, los sucesivos dilemas y debates a los que los militantes se fueron enfrentando en las distintas etapas y coyunturas, en el marco de los cuales se fueron dinamizando, recreando y produciendo nuevas formas de concepción y acción políticas. En este sentido, es posible afirmar que la aproximación a estas disyuntivas y contradicciones, ya sea las más antiguas -como aceptar o no los programas de ocupación transitoria o bajo qué forma institucionalizar los Bachilleratos Populares- o las más recientes -como militar "hacia adentro" o "hacia afuera" o representar a "la parte" o "el todo"-, operó como motor de estos procesos, en la medida en que permitió la generación de reflexiones críticas, en el marco de las cuales se produjeron nuevas herramientas teóricas y prácticas de intervención en la realidad, que fueron nutriendo, formando y capitalizando a los colectivos y a los sujetos con múltiples experiencias. En este mismo sentido, se vuelve inteligible el modo en que la política va siendo producida y aprendida en la construcción diaria, a partir de la articulación cíclica entre práctica y teoría y en relación con las posibilidades y limitaciones que plantean el contexto y las dinámicas propios de un campo político siempre en movimiento.

Finalmente, un punto por destacar constituye el hecho por el cual numerosos militantes que participaron en estos procesos se incorporaron desde sus distintos posicionamientos políticos a distintos niveles del Estado, creciendo en carreras como militantes-funcionarios o desempeñándose profesionalmente como técnicos e investigadores vinculados a políticas estatales, y cómo, paralelamente a estos procesos, pobladores de los barrios populares, que originalmente participaban como destinatarios de las iniciativas militantes, pasaron a ocupar roles de referencia y coordinación en la implementación de políticas estatales. En este sentido, es preciso señalar la complejidad que los efectos de las iniciativas estatales produjeron sobre el proceso de militancia estudiado, que evidencia el papel del Estado como constructor de sujetos políticos, así como el moldeamiento recíproco producido entre éste y las iniciativas populares.


Comentarios

* Los resultados que presento en este trabajo forman parte de un proyecto de investigación doctoral en curso, para el cual cuento con una Beca Interna de Posgrado Tipo II del CONICET, titulado "Políticas estatales, modalidades de acción colectiva y vida cotidiana: Etnografía de procesos cooperativos y emprendimientos productivos en la zona norte del Área Metropolitana de Buenos Aires", dirigido por la Dra. Virginia Manzano.

1 Los hechos de diciembre de 2001 constituyen un acontecimiento insoslayable en el análisis de la lucha social en la Argentina actual. Fueron en lo inmediato, la respuesta a las medidas económicas anunciadas por el ministro de Economía Cavallo, que incluyeron la limitación de la cantidad de dinero que podía retirarse de los bancos. Durante una semana, todas las clases, fracciones de clase y capas sociales se movilizaron y participaron, en uno u otro sentido: hubo ocupación de edificios públicos, ataque a sedes gubernamentales, lucha callejera con la Policía, cortes de rutas y saqueos a supermercados que se generalizaron en casi todo el país. En respuesta, el 19 de diciembre el Gobierno nacional decretó el estado de sitio, desatando la movilización y manifestación en distintas ciudades al grito de "que se vayan todos". El ministro de Economía Cavallo presentó su renuncia, y el 20 de diciembre, mientras continuaban los saqueos y el combate callejero en el centro político de la ciudad de Buenos Aires, la Policía atacó a los manifestantes que quedaban de la noche anterior. La respuesta fue una concentración popular sobre la Plaza de Mayo, luego de la cual renunció el presidente De la Rúa, abandonando la Casa de Gobierno en helicóptero, frente a la multitud embravecida (Iñigo Carrera y Cotarelo, 2001).

2 El municipio de Tigre, donde se localiza este barrio, dista 30 km de la ciudad de Buenos Aires, y, como todos los municipios del Área Metropolitana, presenta altos porcentajes de población con necesidades básicas insatisfechas (un 27%, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), así como deficiente cobertura de servicios urbanos, tales como red de agua corriente y cloacas.

3 El conjunto de estas actividades se enmarcaba en los principios y metodología de la educación popular, la cual -retomando aportes del pedagogo brasileño Paulo Freire- era entendida como encuentros dialógicos pedagógico-políticos orientados a la construcción de valores, sentidos y prácticas "comunitarios" tendientes al "cambio social".

4 Los documentos a los que me refiero son: un informativo de periodicidad semanal y otro mensual de carácter interno, informes de plenarios y de comisiones de trabajo.

5 Según analizó la antropóloga Manzano, "bajo la categorización de políticas activas de empleo se desarrollaron los programas de ocupación transitoria -como el Programa Trabajar, implementado desde 1995, y el Programa Jefes y Jefas de Hogar Desocupados-, dependientes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación, los cuales se caracterizaban por otorgar una 'ayuda' monetaria a personas desocupadas a cambio de la contraprestación en proyectos comunitarios o productivos, en los que las organizaciones no gubernamentales y gobiernos municipales tenían un papel preponderante como 'organismos responsables' en la elaboración y ejecución de actividades y en la selección de beneficiarios" (Manzano, 2008: 81).

6 Movimiento Evita se fundó en mayo de 2005 como resultado de la confluencia de un amplio conjunto de organizaciones sociales con similares características, con preponderancia del MTD Evita, localizado en la ciudad de La Plata y liderado por Emilio Pérsico, el cual, en forma similar a gran parte de los movimientos de trabajadores desocupados emergentes a fines de los noventa, anclaba sus prácticas territoriales en torno a comedores y merenderos destinados a desocupados, y a demandas de trabajo y planes sociales.

7 Los Bachilleratos Populares son ámbitos de escolarización secundaria para jóvenes y adultos creados en el seno organizaciones sociales y empresas recuperadas, que, tras su puesta en funcionamiento, reclaman al Estado su reconocimiento y capacidad de otorgar títulos oficiales (Cura, 2013).

8 El Desarrollo Endógeno es un modelo socioeconómico que cobró centralidad en el marco del gobierno de Hugo Chávez, en Venezuela, como enfoque distinto del neoliberalismo. Éste se sustenta en un concepto de desarrollo desde adentro hacia afuera, partiendo de las potencialidades propias de las comunidades y otorgando especial importancia a los recursos productivos, tales como el trabajo, la tierra, los recursos naturales y la tecnología, así como a los liderazgos, propuestas y procesos de toma de decisiones al nivel local.

9 En relación con esto, es preciso señalar también que la mayoría de los militantes que formaron parte de los procesos bajo estudio pasaron a ocupar cargos en el Estado, no sólo como funcionarios y representantes del pueblo, sino también como técnicos e investigadores, más allá de sus posicionamientos de adhesión u oposición al Gobierno nacional.

10 Entrevista a Leonardo Grosso. Diputado Nacional por el Frente para la Victoria-PJ. Militante del Movimiento Evita y exintegrante de la experiencia del Lucero. Fuente: Animal Político.

11 Entrevista a Patricia Cubría, diputada por la Provincia de Buenos Aires -Frente para la Victoria-PJ-. Militante del Movimiento Evita y exintegrante de la experiencia del Lucero. Fuente: Órgano de Difusión de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.

12 Entrevista a Joaquín Noya, concejal por el Frente para la Victoria-PJ en el municipio de Vicente López y exintegrante de la experiencia del Lucero.

13 Este programa fue lanzado en 2009, en el marco del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Sus principales lineamientos establecían la conformación de cooperativas de trabajo destinadas a la ejecución de obras públicas de infraestructura local, y sus destinatarios eran definidos como personas sin ingresos ni prestaciones de pensiones o jubilaciones nacionales, que percibirían un ingreso mensual de $1.200 (equivalentes a US$183,6) como retribución monetaria por una jornada de trabajo estipulada en 40 horas semanales.


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Artículo recibido: 23 de julio de 2013; aceptado: 9 de abril de 2014; modificado: 25 de julio de 2014