SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue22History, anthropology and spanish empire in the museum of america (1940-1965)Anthracology of Paleo-Indian Bonfires in Central Brazil: Technological and Paleoethnobotanical Considerations Regarding the Use of Forest Resources in Lapa do Santo Rockshelter, Minas Gerais, Brazil author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.22 Bogotá May/Aug. 2015

https://doi.org/10.7440/antipoda22.2015.06 

10.7440/antipoda22.2015.06

Los fuegos de baradero. un estudio sociológico sobre acciones de protesta en la argentina reciente*

Evangelina Caravaca**

** Licenciada en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires, Argentina. Estudiante de doctorado en Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires (Buenos Aires, Argentina). Docente e Investigadora del Área de Antropología Social (FLACSO Argentina). Ha publicado en revistas nacionales artículos vinculados a la sociología urbana y protesta social, entre los cuales están: 2012. Fuegos cruzados. Sentidos en disputa en torno a un estallido social en la provincia de Buenos Aires. The Second ISA Forum of Sociology. Isaconf. Y, De qué hablamos cuando hablamos de linchamientos. Una sociología de la actualidad. Question 1 (42), pp. 29-41. evangelinacaravaca@gmail.com
Consejo Nacional de Investigación Científicas y Técnicas –CONICET– Becaria doctoral. Buenos Aires, Argentina

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda22.2015.06


RESUMEN:

Este artículo se propone reflexionar sobre determinadas acciones de protesta en la Argentina reciente. A través de una aproximación socio-antropológica, se pondrá énfasis en el análisis de ciertos episodios de protesta social, reflexionando en las formas particulares que adoptan la protesta social y el activismo en la Argentina contemporánea a partir de un estudio de caso. Entendiendo al espacio público como un campo de disputas, concebimos las diversas protestas sociales (marchas, estallidos, concentraciones y otras) como parte de un contexto conflictivo y cotidiano que plasma disputas y tensiones sociales de mayores proyecciones.

PALABRAS CLAVE:

Protestas sociales, estallidos sociales, memorias sociales, activismo, víctimas.


The fires of baradero: a sociological study of protest actions in recent argentina

ABSTRACT:

This article aims to reflect on certain protest actions in recent Argentina. Through a socio-anthropological approach, emphasis is placed on the analysis of certain episodes of social protest, reflecting on the particular forms that social protest and activism adopt in contemporary Argentina on the basis of a case study. Understanding the public space as a field of disputes, we conceive of the various forms of social protest (marches, riots, and demonstrations, etc.) as part of a conflictive everyday context that shapes social tensions and disputes of greater projections.

KEYWORDS:

Social protests, riots, social memories, activism, victims.


Os fogos de baradero. um estudo sociológico sobre ações de protesto na argentina recente

RESUMO:

Este artigo propõe refletir sobre determinadas ações de protesto na Argentina recente. Por meio de uma aproximação socioantropológica, enfatizará a análise de certos episódios de protesto social, refletindo nas formas particulares que adotam o protesto social e o ativismo na Argentina contemporânea a partir de um estudo de caso. Entendendo o espaço como um campo de disputas, concebemos os diversos protestos sociais (marchas, estouros, concentrações e outras) como parte de um contexto conflitivo e cotidiano que traduz disputas e tensões sociais de maiores projeções.

PALAVRAS-CHAVE:

Protestos sociais, estouros sociais, memórias sociais, ativismo, vítimas.


Nos proponemos pensar ciertas formas de acción colectiva de protesta, tanto en sus formas clásicas como también aquellas más innovadoras, en la Argentina contemporánea. La aproximación metodológica propuesta se sustenta principalmente en un trabajo de investigación cualitativo en la ciudad argentina de Baradero que incluye entrevistas en profundidad, observaciones participantes y análisis de fuentes periodísticas.

En relación con la elección del caso de análisis, nos propusimos abordar un caso de análisis que no tenga lugar en la ciudad de Buenos Aires y/o en otro centro urbano de grandes dimensiones, dado que muchas de las investigaciones sobre protesta y acción colectiva analizan espacios y/o problemáticas situados en ciudades capitales. También, creemos que los eventos identificados, observados y clasificados nos permiten ver un panorama del heterogéneo repertorio de acción colectiva en el espacio urbano actual. Así, en este escrito analizaremos un conjunto diverso de acciones directas e indirectas en el espacio público de la ciudad: estallidos, marchas, peregrinaciones y grafitis, los cuales serán entendidos como una parte constitutiva de los mundos de sentido que producen y reproducen los espacios en cuestión. El artículo se divide en dos segmentos: por un lado, presentaremos los principales debates en torno al concepto de estallido social en el campo de la sociología argentina. Además, expondremos las formas particulares de las protestas que involucran a víctimas de las violencias de Estado. Por otro lado, en el segundo segmento desarrollaremos el análisis de nuestro caso de estudio (las protestas en la ciudad argentina en Baradero), en donde nos ocuparemos de presentar algunas claves en torno al estallido social, el recurso a las memorias sociales y dinámicas particulares de las protestas.

Estallidos sociales: aproximaciones posibles

Es necesario dibujar
una imagen más amplia
de las acciones de la multitud.
(E. P. Thompson, 1995: 254)

Si bien la problemática de la multitud tiene una temprana presencia en las ciencias sociales, como un vector para pensar los cambios profundos del orden social en la transición del siglo XIX al siglo XX (especialmente, en los aportes de Durkheim, Freud, Tarde y Canetti), las formas en que ésta es nominada sigue siendo un tópico de disputas hasta la actualidad. ¿Cómo nombrar la multitud? ¿Cómo pensar esta noción en relación con la de “pueblo”? ¿De qué forma pensar los procesos de latencia y producción de la multitud? En este punto resulta inevitable mencionar la clásica referencia de Gustave Le Bon de 1895, Psicología de las masas, dimensionar el impacto de su obra, su transformación en best seller en los albores del siglo XX, cuando fue traducido tempranamente en diversas latitudes. Sin ir más lejos, la cercana obra de Ramos Mejía, Multitudes argentinas (1899), muestra el fuerte impacto de este trabajo, no sólo en el pensamiento de este autor, sino también en las incipientes ciencias sociales argentinas. La búsqueda incesante de organizar semánticamente un caos persigue a estos autores, constituyendo desde su origen aquello que será una preocupación central del pensamiento social argentino: masa, multitud y pueblo serán conceptos que guiarán las empresas de investigación generando debates y combates.

Es posible afirmar que la sociología argentina ha prestado especial atención en llevar adelante empresas de investigación encargadas de analizar el variado abanico de lo que entendemos y definimos como protesta social. Se destaca una vasta tradición que ha analizado el surgimiento y desenvolvimiento de los movimientos obreros (Germani, 1964; Murmis y Portantiero, 1971), el devenir de los movimientos de mujeres (Barrancos, 2007), el surgimiento y consolidación de las agrupaciones piqueteras (Iñigo Carrera, et al., 2003; Svampa y Pereyra, 2003), entre otros.

A su vez, en los últimos veinte años han proliferado trabajos sobre el fenómeno de los estallidos sociales. Dentro de ellos, es posible identificar un conjunto de trabajos que se encuentran suscriptos en marcos teóricos propios de los movimientos sociales (Merklen, 2005; Auyero, 2002a y 2007; Schuster, 2006)1. En esta línea, los trabajos de A. Scribano (1999) sobre los levantamientos de Catamarca, las investigaciones de M. Farinetti (1999 y 2009) a propósito del Santiagueñazo, el análisis de J. Auyero (2007) sobre los disturbios y saqueos de alimentos en 2001, la recopilación y análisis de J. Rebón y V. Perez (2012) sobre los estallidos y protestas de usuarios de trenes urbanos son un claro ejemplo de la reproducción de esta mirada.

Por su parte, D. Merklen sostiene que en el “nuevo repertorio de acción” de las clases populares argentinas nos encontramos con asentamientos, piquetes, saqueos y estallidos. Al reflexionar sobre los estallidos sociales, sostiene que “Los estallidos intentan decir ¡Basta! y restablecer los lazos morales frente a la corrupción, al disfuncionamiento político y los nepotismos múltiples” (Merklen, 2005: 64). En sus trabajos, apuesta a pensar y resituar los episodios de estallidos sociales y revueltas en una economía de intercambios conflictivos y cotidianos. En sintonía con el autor, buscamos resituar un acontecimiento espectacular en un contexto de más larga duración, dentro de un marco conflictivo menos excepcional, para de esta forma “inscribir esa violencia en el marco de una racionalidad que nos permita aprehender las producciones de sentido que acompañan esos actos” (Merklen, 2010: 58). Insistiendo, así, en la necesidad de una lectura política de estas violencias, con la aspiración de inscribir estos actos en un contexto de conflicto para poder analizar conflictos sociales que se manifiestan, esporádicamente, con violencia (Merklen, 2010). Además, desde esta perspectiva, y principalmente a través de la herramienta etnográfica, es posible distinguir la articulación de un doble punto entre procesos políticos-culturales de corta y larga duración.

Por otro lado, el nuevo escenario social que toma lugar a partir de los años noventa confluye en la formación de una identidad beligerante que, en términos de J. Auyero, enfrenta a manifestantes con funcionarios y/o políticos (Auyero, 2002b). En relación con pensar las protestas, Auyero hace énfasis en la existencia de redes asociativas previas que activan las protestas, oportunidades políticas que las hacen viables y recursos que las facilitan. Su lectura, heredera de los aportes de Charles Tilly, considera que ciertas crisis gubernamentales2 actúan como ventanas de oportunidad frente a las cuales los manifestantes responden (Auyero, 2002b y 2007). Además, sostiene que la identidad insurgente no proviene de un vacío social; por el contrario, entiende esta identidad como una construcción colectiva y conflictiva.

Por su parte, M. Farinetti (1999) sostiene que la conceptualización de lo que entendemos analíticamente como estallido social desborda los ejes desde los cuales se piensan y definen los movimientos sociales. La denominación de estallido social a una protesta particular suele tomar lugar cuando ésta alcanza un pico de intensidad fuerte con participación, multiplicidad de protagonistas y una violencia que puede ser ejercida sobre el orden social y político. El énfasis está puesto en la noción de fugacidad de los estallidos sociales, por cuanto entiende que no suelen dar lugar a agrupamientos capaces de sostener un conflicto en el tiempo.

En la propuesta analítica que nos brinda M. Farinetti para pensar los estallidos sociales, encontramos que, por un lado, la autora no considera necesario suponer una unidad homogénea de intenciones entre los individuos protagonistas de un estallido social. Entiende que no necesariamente se trata de una acción de un grupo con una identidad forjada de antemano. Es decir, entiende que para actuar juntos no es necesario ni constituir un grupo ni pensar la acción como un resultado de un sujeto preexistente a la acción o construido justamente en esta misma acción (Farinetti, 2009). Colocándose en la compleja intersección que supone pensar la masa y el grupo social, Farinetti sostiene que se puede pensar que en el estallido social no se da una unidad de intenciones, ni de sentimientos o emociones. Por el contrario, puede no haber una unidad en las percepciones de los individuos.

Retomamos sus aportes cuando sostiene que lo que tienen en común los individuos que "estallan" es la percepción de una situación de crisis, de enorme incertidumbre, una experiencia de fisura del orden cotidiano o del proceso habitual. Se aleja así de la noción de estrategia para pensar los estallidos y se basa en tres cuestiones fundamentales al hacerlo. Por un lado, entiende que los estallidos se caracterizan por la ausencia de un momento de decisión o premeditación plenamente consciente. La segunda cuestión es que entiende que los estallidos no se caracterizan por presentar un adversario bien delineado ni un objetivo claramente determinado, y se presentan generalmente en un episodio único. La última cuestión es la consideración racional respecto a que las oportunidades y los recursos para actuar requieren un campo de acción estructurado.

Llegado a este punto, creemos necesario mencionar que en los últimos años hemos presenciado una suerte de inflación del término violencia (Isla y Míguez, 2003; Kessler, 2007; Garriga y Noel, 2009). Esto ha implicado, entre otras cosas, su expansión en numerosos dominios de la vida colectiva, al punto de que no existe hoy prácticamente área de la vida social que no pueda jactarse de su propia modalidad endémica de violencia (Garriga y Noel, 2009). De esta forma, es común encontrar testimonios que informan sobre la violencia en el fútbol, la violencia policial, la violencia en la protesta social, la violencia de género, la violencia política, la violencia escolar, etcétera. La lista parecería ser interminable.

Pensar las formas de las violencias, su creciente instalación como problemática social y mediática, nos conduce a reflexionar en las nuevas formas de conflictividad y de integración como producto de estos dos procesos. Así, los cambios en los sistemas de representación, particularmente de los sectores populares, pueden ser vistos como ejemplo de esta transformación sobre el uso de la fuerza como estrategia de resolución de conflicto. Ahora bien, ante el mayor uso de la fuerza en los vínculos interpersonales, ¿qué respuestas ensayan los analistas sociales?

En el caso particular de la academia argentina, el fenómeno del clientelismo, como preocupación teórico-metodológica, ha sido puesto en funcionamiento como una respuesta posible a estos interrogantes (Auyero, 2002a y 2007; Colabella 2012)3. Una noción más amplia de politicidad popular, que contemple las formas simétricas, no sólo es útil sino que se torna necesaria para el análisis del fenómeno de los estallidos sociales en el escenario argentino.

Fenómenos que, a nuestro entender, son de naturaleza política, pero que no se definen por su asimetría. Creemos que estos fenómenos colectivos se caracterizan, entre otras cosas, por su ambigüedad. Por cuanto no hay referencia carismática que lidere las acciones colectivas que nos proponemos analizar, podemos definirlas (en su reducción mínima) como un conjunto de actores que se movilizan en estatus simétrico. Nos alejamos, así, de la noción de clientelismo en cuanto locus explicativo del fenómeno. Además, podemos pensar estos eventos, fugaces pero no menos trascendentes, como eventos en los cuales los actores sociales reproducen formas y atributos de su politicidad.

Entonces, en este artículo nos proponemos pensar los estallidos como un tipo particular de protesta urbana, que se distingue por constituirse como un tipo de acción directa que no se encuentra mediada (o determinada) por la institucionalidad dominante. En su trabajo Las vías de la acción directa, Rebón y Pérez (2011) consideran que ésta es una característica central del conflicto social en Argentina, siendo una forma de ser y estar en el espacio público que marcó las últimas dos décadas (Rebón y Pérez, 2011).

Así, elegimos pensar las violencias de la sociedad civil, sus expresiones, repercusiones y tensiones en cuanto relacionales y en el marco de economías de intercambios conflictivos y cotidianos. Por último, sostenemos que una reflexión sobre los episodios de violencia colectiva contra espacios y figuras de autoridad estatal no debería prescindir del análisis de las tensiones entre las formas legítimas e ilegítimas que adoptan las violencias, junto al relato social acerca de su efectividad-ineficacia como práctica de protesta (Pérez y Rebón, 2011).

Repertorios de protesta social en la Argentina reciente: la impronta de las víctimas

Tomando en consideración la vasta tradición de lucha y protesta social que ha caracterizado a la cultura política argentina a lo largo del siglo XX y el siglo XXI, sostenemos que los reclamos colectivos y pedidos de justicia frente a casos de violencias estatales conforman una parte significativa de la protesta social en las últimas dos décadas (Gepsac, 2002 y 2006; Auyero, 2002a y 2002b). Así, en los últimos años ha tenido lugar una multiplicidad de estallidos y levantamientos populares en repudio a ciertas violencias estatales. Usualmente, estos episodios han sucedido en ciudades pequeñas e intermedias, localizadas en distintas regiones del país (Caravaca, 2013).

En este sentido, los reclamos colectivos y pedidos de justicia ante el fallecimiento de jóvenes, en cuyas muertes se encuentran implicados tanto funcionarios estatales como policías, han conformado una parte importante de la protesta social en las últimas dos décadas en Argentina. En la década de los noventa, uno de los casos más recordados es el de María Soledad Morales. Este caso particular marca una bisagra, a la vez que consagra un formato de protesta particular. Las recordadas acciones de protesta que rodean el caso María Soledad dieron lugar a un número importante de manifestaciones, que se denominaron las "Marchas del Silencio"4. Allí, cientos de miles de habitantes de la ciudad marcharon tomados de los brazos, en total silencio, reclamando la verdad sobre el asesinato y pidiendo justicia. El caso María Soledad resulta pertinente al analizar una forma de protesta en donde, por un lado, quienes protestan ponen de manifiesto el vínculo del Estado con un determinado crimen, y, por otro lado, se despliega una novedosa forma de protesta que se sumará al repertorio de acción colectiva.

En este punto, creemos necesario precisar que nuestra mirada deja por fuera tanto episodios de protesta como movimientos sociales que surgen con motivo de la muerte de militantes políticos. En nuestro caso, como lo sugiere M. Pita (2010), se trata de muertes políticas, pero de vidas no ligadas expresamente a la actividad política. En este sentido, no sus vidas sino sus muertes son políticas. Consideramos, además, que las distintas maneras de intervención y protesta de los familiares y activistas implican y consolidan la politización de estas muertes (Pita, 2010). Diversos grupos han conformado un campo de protesta contra las violencias de Estado, espacios en los cuales los muertos tienen un valor central. En este sentido, su identidad es resaltada y reconstruida en cada acto, en cada movilización. Así, los muertos son recuperados en cada protesta, son puestos en evidencia, adquiriendo centralidad en el reclamo y en las formas del activismo (Pita, 2010).

Por otro lado, consideramos que la figura de la víctima es central en los modos de vida contemporáneos, convirtiéndose en un objeto de identificación social potente. Así, la víctima condensa un conjunto de atributos y sentidos de profunda trascendencia en la Argentina reciente, siendo ésta una figura que refiere a un conjunto de experiencias diversas (las víctimas del terrorismo de Estado, las víctimas de la “inseguridad”, las víctimas de las violencias institucionales, las víctimas de la violencia de género, por nombrar sólo algunas), a través de las cuales se despliegan saberes, discursos y prácticas particulares que consolidan una forma específica de ser víctima. Por último, las modalidades propias de la victimización se cristalizan particularmente a través de las intervenciones tanto en el espacio público como en los medios de comunicación masivos (Cerruti, 2007)

En términos generales, en los eventos que nos interesa analizar nos encontramos, por un lado, con una impugnación al Estado y sus atributos, bien como partícipe de un tipo de violencia particular (en los casos de gatillo fácil, por ejemplo) o como cómplice de la impunidad ante el encubrimiento de ciertos crímenes. Asimismo, otro rasgo distintivo es que, en la mayoría de los casos, la muerte de jóvenes, sumada a las implicancias de agentes estatales o policiales en dicho crimen, suele funcionar como disparador de las acciones de violencia.

Como lo sugiere Carozzi (2006), la muerte violenta en plena juventud irrumpe con una fuerza particular en la experiencia y en la imaginación del colectivo social, produciendo un hecho a la vez notorio y memorable. En una misma línea, G. Noel (2013) entiende que “la muerte violenta de un joven, y en torno de esta clase de eventos, podemos esperar, en consecuencia, que se produzca una multiplicación de interpretaciones de particular intensidad” (Noel, 2013: 230). Por su parte, el sociólogo francés G. Mauger sostiene que la secuencia de desencadenamiento de las violencias, particularmente las urbanas, parece inmutable: la muerte de un joven de los suburbios, percibida con o sin fundamento como consecuencia directa de una “exceso” policial, provoca el estallido inicial. La víctima es transformada en un mártir que debe ser vengado mediante múltiples operaciones y represalias. En este punto, para el autor, la emoción, la solidaridad y los rumores generan una rápida escalada de violencia. El sentimiento de injusticia es, en este esquema, determinante en la “economía moral de las multitudes”. En un mismo sentido, entiende la revuelta en cuanto manifestación, pero también como otras formas de “emotividad callejera”, las cuales pueden ser definidas como “tomas de posesión colectivas de espacios públicos” (Mauger, 2007)

Caso de análisis: los fuegos de Baradero

Este artículo se nutre de los resultados de un trabajo socio antropológico llevado a cabo en la ciudad argentina de Baradero5 (provincia de Buenos Aires) entre 2010 y 2013. El detonador inicial de nuestro estudio es un episodio de violencia colectiva contra el Estado a partir de la muerte de dos jóvenes que montaban en una motocicleta por el centro de la ciudad. Asimismo, nuestra mirada se apoya en tres actores sociales locales: familiares de víctimas, jóvenes y, por último, sectores medios (en particular, periodistas y políticos).

La llamada “Jornada del 21 de Marzo” contempla el incendio y destrucción del Palacio Municipal, edificios de la administración municipal y aledaños, como protesta por la muerte de dos jóvenes locales en pleno centro urbano de la ciudad, en cuyas muertes se encuentran implicados funcionarios municipales. Creemos que el caso elegido propone una serie de aristas que lo tornan novedoso para el análisis: por un lado, pone en escena las disputas morales frente a lo que puede ser entendido como violencia institucional, pero también nos permite analizar las profundas tensiones que movilizan las protestas con uso de violencia.

Hemos recogido una diversidad de voces locales, jóvenes de los sectores populares y medios, familiares de víctimas y sectores medios (particularmente, periodistas y políticos locales), quienes han desplegado, desde diversas actividades, un diálogo tenso en la categorización y definición de la jornada en cuestión y de sus implicancias de sentido. Así, entendemos que las nociones de violencias y memorias sociales, en cuanto términos morales, son espacios permanentes de negociación y renegociación.

Entonces, nuestro énfasis está puesto en el análisis de los mundos de sentido que estos tres actores sociales despliegan en torno a las nociones de violencia y memoria al reflexionar sobre los eventos mencionados: la muerte de dos jóvenes enmarcada en un confuso episodio con inspectores municipales locales en marzo de 2010 y los subsiguientes estallidos, marchas y acciones de protestas que toman lugar en la ciudad. Asimismo, consideramos que el caso elegido nos permite analizar un aspecto novedoso para el enfoque, por cuanto brinda elementos para reflexionar sobre las formas en que se espacializan las problemáticas sociales. Si concebimos al espacio público en cuanto campo de disputas, podemos pensar las marchas, peregrinaciones y acciones violentas directas también como formas de apropiación del espacio público. Así, la configuración de los límites espaciales y los propios usos del espacio público desnudan las disputas por las visiones legítimas e ilegítimas del espacio y los usos permitidos o prohibidos del mismo.

Estallido social

El 21 de marzo de 2010, un nuevo estallido era transmitido por la TV: fuego, multitud, jóvenes, periodismo, leyendas, pasado, presente, violencias, justicia, familiares y duelos componían un estallido social en este pueblo bonaerense, donde “nunca pasa nada”. El detonante: la muerte de dos adolescentes que se trasladaban por el centro de la ciudad en moto a la madrugada. Los días subsiguientes se repetiría al unísono que en la muerte de estos jóvenes estaban implicados agentes de tránsito local. Como ya se afirmó, en este cúmulo heterogéneo de actividades, conocidas como la “Jornada del 21 de Marzo”, se incendiaron el Palacio Municipal, edificios de la administración municipal y aledaños.

Como una suerte de moratoria provisoria, o una temporalidad novedosa, cientos de personas se acercan al edificio municipal, aún en llamas, y toman muchas de las motos confiscadas anteriormente por los agentes de tránsito locales.

Unas pocas horas después, el fuego sería controlado por los bomberos locales, a quienes en un principio se les impidió llegar a la zona. Ahora bien, ¿cuáles serían los desencadenantes de una acción inédita y compleja en esta ciudad que no contempla en toda su historia un hecho de esta magnitud? Sólo pocas horas antes de las acciones de violencia tuvo lugar un hecho que involucró directamente a dos empleados municipales. Dos jóvenes locales, ambos de 16 años, se dirigían en moto por el centro de la ciudad. Ninguno de ellos usaba casco. Según testigos, los jóvenes advierten que la camioneta municipal de Control de Tránsito se dirige hacia ellos. Pocos minutos después se provoca el accidente en donde mueren, casi en el acto, los dos jóvenes.

En la plaza, sede inequívoca de las salidas nocturnas de los jóvenes de la ciudad, testigos aseguran que la camioneta municipal se encontraba realizando una persecución a los jóvenes. Así, nuestros entrevistados mencionan el humo que se extendía por cuadras, transformando radicalmente la fisonomía local. Un entrevistado lo describe como “Una gran nube que se había apoderado de la ciudad”, mientras que el fuego del edificio municipal es descrito como incontrolable. Un concejal local se posiciona frente al edificio municipal y pide a los presentes que paren los destrozos. La imagen, que recorrerá los medios locales y nacionales, es contundente: el concejal recibe una pedrada en la cabeza y se retira.

En este punto, nos preguntamos: ¿es lo mismo que una protesta tome lugar en el corazón político de una ciudad que en los márgenes de éste? Si bien no queremos dar por sentado que la escenificación sea el argumento central al pensar en un estallido social o una protesta social en general, concebimos que su ocurrencia, en cuanto su espacialización, no funciona únicamente como un telón de fondo.

Por el contrario, la espacialización, entendida como las dimensiones, dinámicas y prácticas espaciales de una protesta, es parte constitutiva de su escenario y consolida, a la vez, un determinado contexto de surgimiento. Es decir, sostenemos que el contexto espacial es parte constitutiva del escenario y cristaliza un mapa de tensiones y disputas sobre sus usos y sus definiciones. Siguiendo a Bourdieu (1999), entendemos al espacio físico como una encarnación del espacio social6, y entonces, como un campo de disputas. Esto no debe hacernos perder de vista que los espacios, particularmente los públicos, se encuentran profundamente jerarquizados y atravesados por sistemas de clasificación, con usos permitidos y prohibidos. Hablamos, así, de un espacio mediado por los poderes y, como tal, desigualmente distribuido.

Memorias en acción

En el primer aniversario de la muerte de los jóvenes, familiares y amigos organizaron un acto que contemplaba una marcha por los últimos lugares que habían transitado. Desde la terminal de ómnibus local, llegando hasta la plaza central (Plaza Colón), se podían ver carteles con fotos de los jóvenes, y la siguiente leyenda: “Ya un año y sus asesinos siguen sueltos. No se olviden de nosotros Baradero. Danos Paz. Danos justicia. El Portu y Giuliana”. Seguidamente, frente al edificio municipal, un pasacalle contenía la siguiente frase: “Porque la memoria también es justicia”.

En términos de las madres, el acto buscaba recordar a los jóvenes y reclamar justicia. Remeras con las fotos de los jóvenes y banderas con alusión a su muerte comenzaron a llegar en manos de compañeros y amigos, mayoritariamente de la Escuela Industrial local. También participaron familiares y amigos de Lucas R., asesinado por un policía local en febrero de 2011.

Con una concurrencia no mayor a las quinientas personas (mayoritariamente adolescentes) comenzó la marcha desde la Plaza Mitre. Se recorrieron en silencio unas doce cuadras, pasando por el lugar del accidente. El edificio municipal se encontraba cerrado y custodiado por policías locales. Un aplauso cerrado dio lugar al grito de un joven que se encontraba sosteniendo una bandera: “¡Miguel, Giuliana y Lucas, Presente!”. Seguidamente, un nuevo aplauso. La marcha toma de nuevos u destino hacia la Plaza Mitre. Momentos previos a que comenzara la marcha, pregunté a Marcela (madre de uno de los jóvenes) cuáles eran sus expectativas con la marcha y el acto que habían organizado, Marcela dijo: “Queremos demostrar lo que somos, lo que eran nuestros chicos. Es un día de dolor, pero es también de memoria. Queremos mirar a la cara al Municipio, tenemos la frente en alto, ellos son los responsables y andan sueltos” (Marcela 21/3/2011. Notas de campo).

La noción de mirar a la cara al municipio, al Estado, con la frente en alto y reconociendo en él al culpable de la muerte de sus hijos es central para los padres. Resalta el uso político de la memoria en el discurso de Marcela: memoria como ejercicio político y como herramienta de lucha. Algunos grafitis escritos en las bocacalles hacen alusión a este tópico: “La memoria vence la impunidad”7.

Al llegar a la Plaza Colón, en el anfiteatro los padres de los jóvenes dijeron unas pocas palabras. Sin un tono político determinado explícitamente, los cuatro padres agradecieron a la concurrencia y pidieron justicia.

Los jóvenes que tomaron la palabra en el acto sostuvieron un discurso sobre las continuidades autoritarias, plasmando una suerte de analogía con los crímenes cometidos por el Estado argentino en la última dictadura militar. Estas apreciaciones fueron reafirmadas por las jóvenes a través de una carta que fue leída en el acto por Analía. El testimonio de la carta resalta por su posicionamiento político: nuevamente ubican la muerte de los jóvenes como un ejemplo de lo que enuncian como continuidad autoritaria, a la vez que describen una decadencia de los Derechos Humanos. Al igual que las madres, pero desde una lectura profundamente más politizada, la memoria aparece como herramienta de lucha, la memoria como estrategia para vencer la impunidad. Por último, se hace explícita una lectura del abuso de autoridad, que sostiene además que el municipio actúa impidiendo el accionar de la justicia.

Así, en ocasión del primer aniversario de la muerte de los dos jóvenes, familiares y amigos llevaron adelante una serie de actividades que contemplaban marchas por la ciudad, lectura de cartas y proyección de videos. Estas actividades, además, fueron acompañadas con pintadas y panfletos en gran parte de la ciudad. Pudimos, así, observar un tipo de apropiación y toma del espacio público que puso en juego un factor central: el recorrido de la marcha del primer aniversario supuso un paso por todos los lugares que familiares y amigos consideraban, bien escena del crimen, o espacios que representan al poder local. Este recorrido, además, ponía de manifiesto qué lugar específico del espacio social era elegido para tomar la palabra.

Si bien la primera parte de la manifestación tuvo lugar en la plaza central frente al Palacio Municipal, éste fue concebido como un lugar de marcha y, por qué no, de peregrinación. Se recorrieron las calles centrales en silencio, ante la mirada curiosa de vecinos y comerciantes: el paso frente al Palacio Municipal, un aplauso y algunos cánticos. Luego, la marcha continuó su rumbo hacia la Plaza Colón, que, si bien se encuentra a escasas cinco cuadras del Palacio Municipal, es entendida y vivida como un espacio de la gente, un espacio de expresión y con menos incidencia del poder local.

Silencio como forma de protesta

Las actividades llevadas a cabo por familiares y allegados en el segundo aniversario de la muerte de los jóvenes nos permiten presenciar y analizar nuevas aristas. La mañana del 21 de marzo de 2012 es elegida para realizar un homenaje, con atributos y características claramente diferentes a los del año anterior. Los padres de los dos jóvenes optan por realizar una misa en el lugar exacto en el que fallecieron sus hijos y deciden que la misma se lleve a cabo por la mañana.

A diferencia del año anterior, en el segundo aniversario los jóvenes no toman la palabra ni despliegan un protagonismo público. Los familiares, en cambio, despliegan un discurso que reduce la vida política a la corrupción y los “fines impuros”. Esta construcción particular de los familiares hacia ciertas actividades propias de la vida política es justificada por ellos, ya que impugnan una “utilización de la muerte de sus hijos” en ciertas actividades políticas.

Además, son notables la elección del ritual religioso como conmemoración y el explícito rechazo a las formas más habituales de la protesta social desplegadas durante el primer aniversario.

En este punto, creemos que resulta fértil analizar la elaboración que un periodista local vuelca en la nota titulada “21 de marzo: día por la memoria, la verdad y la justicia”8. En un movimiento análogo al que realizaron los jóvenes firmantes de la carta que fue leída en el primer aniversario (2011), el autor de la nota ilustra aspectos centrales de la última dictadura militar argentina. Seguidamente, menciona la muerte de los jóvenes, las confusas y desordenadas horas que rodean su muerte, y finalmente anuncia: “Yo propongo que Baradero tenga su propio día de la memoria, la verdad y la justicia, y que sea el 21 de marzo” (Darío J. F, 2012)

Cuando reúne los tres elementos aglutinantes que definen en términos generales (memoria, verdad y justicia) la lucha de los movimientos de defensa de Derechos Humanos en relación con los crímenes de la última dictadura militar, el autor suscribe estas muertes en el marco de las violencias de Estado desplegando al mismo tiempo otro movimiento: posiciona su explicación y demanda de justicia en el marco del amplio y dinámico espacio de las memorias sociales. Nuevamente, las memorias, sus evocaciones, movilizan y suscriben al mismo tiempo un conjunto de tensiones que traspasan los límites de la jornada del 21 de marzo de 2010.

Por otro lado, resulta interesante ver los comentarios e intercambios volcados en la nota. Encontramos, por una parte, comentarios que abonan la visión del autor, suscribiendo la mirada en la lógica de las memorias sociales y en el reclamo de justicia: “Muy buena nota de un triste y lamentable suceso. Todo aún continúa impune, desgraciadamente. Memoria, verdad, justicia y nunca más” (Albert).

Ahora bien, esta visión moviliza tensiones en la ciudad y de la ciudad. De nuevo, se activan las tensiones y disputas en torno a los hechos que tuvieron lugar en “la jornada del 21 de Marzo” de 2010: “¡Las personas que destruyeron la municipalidad son delincuentes! No tienen respeto por nada” (anónimo).

“Hoy el tiempo le tapa la boca a muchos oportunistas que usaron la muerte de Miguel y Giuliana con fines políticos. ¿Pueblada? ¿Espontánea? Que alguien me diga de dónde salió espontáneamente tanto combustible para prender fuego a la municipalidad” (Mario).

A través de las lecturas, los comentarios y los intercambios entre lectores, el artículo moviliza una parte sustancial de las representaciones sociales sobre las violencias estatales y civiles, poniendo en escena un complejo mapa de tensiones sociales. También resulta provechoso para el análisis el intercambio que un grupo de lectores realiza a partir de la nota “Dolor y pedido de justicia al cumplirse dos años de la muerte de Giuliana y Miguel”. Allí, un lector comenta: “Toda la culpa es de los demás. ¿Nadie hace una autocrítica de que los chicos iban sin casco y alcoholizados?” (Oscar). “Es una lástima, por eso siempre hay que cuidar a los hijos siempre, no cuando no están” (Dani).

Es posible destacar al menos dos aspectos en los fragmentos seleccionados, los cuales resultan pertinentes para nuestros intereses. Por un lado, se destaca un movimiento de transferencia de responsabilidad hacia los jóvenes, y en esta misma acción, la responsabilidad por sus propias muertes. Las elecciones de estos jóvenes (conducir sin casco y beber alcohol) tendrían, así, un rol explicativo y decisivo para la jornada. En oposición a la despolitizada imagen llevada a cabo por familiares y amigos, estos fragmentos movilizan representaciones sobre estos jóvenes, quienes son situados como irresponsables en sus actitudes y como artífices centrales en el desenlace. Por otro lado, el último comentario citado remite de un modo directo a las dimensiones de la autoridad adulta, o en tal caso, a la falta de ella. El extenso intercambio de comentarios surgidos a partir de la lectura de la nota exhibía un énfasis marcado en el rol de los padres y la ausencia de educación como justificación de los eventos.

Finalmente, los repertorios morales sobre las formas de ser y estar en familia son movilizados con insistencia como ejes explicativos. Pero, además, se impugna una ausencia o un permiso familiar –en este caso, el uso de la motocicleta por un menor de edad– cuestionando ciertas formas familiares propias de los sectores populares.

A modo de conclusión

En el marco de este artículo nos propusimos reflexionar sobre determinadas acciones de protesta en la Argentina reciente. Para ello, mediante una aproximación socioantropológica, buscamos identificar y analizar los sentidos sociales movilizados en ciertas acciones de protesta que tuvieron lugar en una ciudad periférica argentina.

Por un lado, identificamos cómo ciertas protestas sociales, particularmente aquellas que tienen lugar en el “corazón cultural” de una ciudad, movilizan dinámicas espaciales, en especial en relación con el universo de las memorias sociales. Creemos que el análisis de los eventos que sucedieron en la ciudad de Baradero nos permite aprehender los sentidos que anudan ciertas dimensiones de la espacialidad con un conjunto de prácticas y saberes propios de la retórica de los DDHH en la Argentina reciente. Inicialmente, el pasado, como problemática social, aparecía en nuestro trabajo mezclado con el diagnóstico de ciertos actores sociales (particularmente, los sectores medios) en el momento de pensar los cambios culturales: se nombra una ciudad, en tiempo pasado, armónica, sin conflicto, segura, donde todos se conocen, haciendo un énfasis en los valores. En oposición, se presentaba un presente caótico, inseguro, donde el tránsito era descrito como una metáfora del desorden y la pérdida de valores.

Fue el primer aniversario del caso, con un ritual que supuso un cúmulo de actividades propias de las memorias sociales y los usos del pasado, a partir de lo cual fue necesario fijar nuestra atención en esta dinámica particular.

En una misma línea, creemos que los debates no sólo en torno a la muerte de los jóvenes, sino también acerca de los eventos del 21 de Marzo, desnudan sentidos claves sobre las violencias y sus respectivas memorias sociales en la Argentina reciente. La persistencia de la noción de continuidad (en relación con las violencias y apremios del Estado) resalta ser un recurso legitimador y dador de sentido para comprender estas violencias. Creemos que es a través de ciertas memorias locales que se cristalizan valores y representaciones en yuxtaposición con el recurso a ciertas memorias nacionales.

Consideramos, así, que el análisis del caso nos permite pensar en una suerte de intersección que cruza las memorias locales, las memorias nacionales y las formas particulares de la victimización en la era democrática.

También, en la diversidad de acciones de protestas analizadas (marchas, peregrinaciones, cortes de calles y grafitis) es posible identificar ciertas formas particulares que adopta el universo de las víctimas de las violencias de Estado en la era democrática.

Por otro lado, creemos que la estrecha relación entre memorias sociales y espacios nos permite pensar en las formas en que se hace memoria en el espacio público: los ejercicios y prácticas de memoria en un determinado espacio nos hablan de las dinámicas de la espacialidad pero también nos permiten ver un fenómeno social en el cual las memorias sociales impulsan, y performan, las acciones de los actores.

Así, es posible pensar cómo las memorias funcionan para ciertos actores como un término nativo, por cuanto son utilizadas como herramientas de legitimación en el espacio público. Los discursos sobre y desde las memorias sociales fueron analizados como ejemplo de las disputas por los usos legítimos-ilegítimos del pasado y como una fuerza que potencia socialmente la voz pública de la víctima. Además, creemos que abordar las violencias en contexto de protesta nos ayuda a pensar el fuerte desafío de ahondar en los terrenos de las violencias civiles. En este sentido, el análisis del trabajo de campo nos permitió identificar sentidos sobre las violencias, sus disputas y tensiones, pero también fue posible distinguir el anudamiento de las memorias sociales, los usos del pasado y los sentidos sociales sobre las violencias estatales.

Con todo, en este artículo nos propusimos pensar ciertos tipos de protesta social a través de una mirada que privilegie la perspectiva de los actores. Creemos que aún queda abierta una serie de interrogantes y dimensiones potentes para el análisis social. Futuras investigaciones podrán analizar las dinámicas de las fronteras morales y sus vínculos con el espacio público y las diferentes formas de clasificación moral/espacial. Asimismo, resta profundizar en las dimensiones de la temporalidad, especialmente al acercarnos a fenómenos como los estallidos sociales, que aportan y dinamizan, no sólo espacialidades, sino también temporalidades novedosas.


Comentarios

* Este artículo es resultado de la investigación que llevo adelante para mi tesis doctoral en Ciencias Sociales (UBA) sobre el "Activismo y las formas de participación de familiares de víctimas de la violencia institucional en la Argentina reciente". Es financiada por una beca de posgrado del CONICET.

1 Se puede sostener que la referencia a marcos teóricos propios de los movimientos sociales ha sido, para el caso de la sociología argentina, relativamente tardía (mediados de los años noventa). Posiblemente, se pueda reconocer una tendencia, en especial en los estudios que abordan la temática sobre “piqueteros”, que por sus características estimulan su tratamiento como “movimiento social” (Masetti, 2004).

2 Aquí recurre a este concepto con los ejemplos de protesta social que toman lugar en las provincias de Corrientes y Santiago del Estero.

3 Si bien la discusión teórica sobre clientelismo ha cobrado protagonismo en las últimas dos décadas, tanto en el campo de la sociología como en el de la ciencia política argentina, en esta tesis sostenemos que muchos de los estudios que encaran investigaciones orientadas al fenómeno del clientelismo entienden las redes clientelares como espacios escindidos de la política. Nos proponemos pensar que las redes políticas no se agotan en la noción clientelar del universo de la política. Éstas presentan, por el contrario, un mundo dinámico, algunas veces ambiguo y, sobre todo, heterogéneo. Buscamos, de esta forma, desnaturalizar la asociación que liga, sin solución de continuidad, a los sectores populares con las lógicas del clientelismo. Las politicidades populares muestran, lejos de los supuestos periodísticos y algunos sociológicos, un universo de disputas, estrategias y ambigüedades que no se limitan al universo de las relaciones asimétricas (entendiendo a éstas como reducción mínima de la práctica clientelar).

4 Esta forma de protesta se incorporó al repertorio de acción colectiva a partir del caso mencionado. Las manifestaciones y los reclamos de justicia que rodearon al caso se extienden hasta 1996, cuando se lleva adelante el juicio público a los acusados. Se estima que hubo un total de 107 marchas de pedido de justicia por María Soledad (82 marchas en Catamarca entre 1990 y 1996). Paulatinamente, el caso María Soledad traspasa los límites provinciales hasta convertirse en una causa federal, una causa contra la impunidad; un reclamo de justicia que extendió su voz en diversas latitudes nacionales. En marzo de 1996, miles de personas marcharon en las ciudades de Buenos Aires y Rosario reclamando justicia frente a los crímenes sin castigo. Esta marcha, autoconvocada ante la negativa del gobierno catamarqueño de televisar el juicio, sostenía que la falta de televisación permitiría a los jueces "Hacer lo que quieran, restando transparencia al juicio". La televisación del juicio adquirió un protagonismo inusitado potenciando transformaciones en la justicia y en el sistema de gobierno provincial. Dos de los implicados directos en la violación y asesinato de María Soledad terminaron condenados, y fue derrotada en la arena electoral la familia política que históricamente gobernó Catamarca.

5 La ciudad de Baradero, ubicada en la provincia de Buenos Aires, en la costa del río Paraná, fue fundada en 1615. Es la ciudad más antigua de la provincia de Buenos Aires y se encuentra rodeada por los municipios de San Pedro, Zárate y San Antonio de Areco, ubicada estratégicamente entre las ciudades de Buenos Aires y Rosario. Según los últimos datos censales disponibles, la ciudad posee una población estimada de 32.761 habitantes (Censo poblacional del año 2010, información disponible en http://www.censo2010.indec.gov.ar/). El municipio contempla grandes extensiones de tierra productiva, lo que lo convierte en un enclave agropecuario importante de la zona. Además, es sede de importantes refinerías industriales. Asimismo, entre la ciudad de Baradero y el municipio de Campana, se encuentra un extenso cordón industrial.

6 En relación con este punto, traemos a colación el ensayo “Efecto de lugar”, donde P. Bourdieu despliega una batería de conceptos útiles al reflexionar sobre la especialización de las problemáticas sociales. Bourdieu sugiere que la estructura del espacio social se manifiesta (en diferentes contextos) en la forma de oposiciones espaciales, en las cuales el espacio habitado funciona como una suerte de simbolización espontánea del espacio social. En un mismo sentido, sostiene que en una sociedad jerarquizada no hay espacio que no esté jerarquizado y no exprese tanto las jerarquías como las distancias sociales, de un modo tanto deformado como enmascarado. Bourdieu considera la problemática de la espacialidad como una dimensión de los fenómenos sociales y entiende cómo el espacio social se retraduce en el espacio físico, aunque se preocupa en aclarar: “siempre de manera más o menos turbia: el poder sobre el espacio que da la posesión del capital en sus diversas especies se manifiesta en el espacio físico apropiado en la forma de determinada relación entre la estructura social de la distribución de los agentes y la estructura espacial de la distribución de los bienes, servicios, tanto públicos como privados” (Bourdieu, 1999: 122).

7 Creemos importante precisar que no es el objetivo de este artículo indagar sobre el extenso y dinámico campo de estudio de las memorias sociales. En este artículo tomaremos la noción de “memorias sociales” como un término nativo, y también como un repertorio de acción. Para indagar en el campo de las memorias sociales, ver: Da Silva Catela (2001). Jelin (2002), Vezzetti (2009), entre otros.

8 La nota en cuestión es parte de un fichado de fuentes secundarias realizado a diversos medios periodísticos de la ciudad. Se puede acceder a las mismas desde el siguiente link: www.baraderoteinforma.com.ar


Referencias

1. Auyero, Javier. 2007. La zona gris: violencia colectiva y política partidaria en la Argentina contemporánea. Buenos Aires, Siglo XXI Editores.         [ Links ]

2. Auyero, Javier. 2002a. La protesta: retratos de la beligerancia popular en la Argentina democrática. Buenos Aires, Libros del Rojas.         [ Links ]

3. Auyero, Javier. 2002b. Los cambios en el repertorio de protesta social en la Argentina. Desarrollo Económico 42 (166), pp. 187-210         [ Links ]

4. Barrancos, Dora. 2007. Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos. Buenos Aires, Editorial Sudamericana.         [ Links ]

5. Bourdieu, Pierre.1999. La miseria del mundo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

6. Caravaca, Evangelina. 2013. “De fuegos, violencias y memorias: un estudio sociológico sobre las disputas de sentido a partir de un estallido social en una ciudad bonaerense”. Tesis de Maestría en Estudios Latinoamericanos. Escuela de Humanidades. Universidad Nacional de San Martín.         [ Links ]

7. Carozzi, María Julia. 2006. Antiguos difuntos y difuntos nuevos. Las canonizaciones populares en la década del 90. En Entre cumbias, santos y piquetes. Las culturas populares en la Argentina reciente, eds. Pablo Semán, y Daniel Mìgue, pp. 97-110. Buenos Aires, Editorial Biblos.         [ Links ]

8. Cerruti, Pedro. 2007. Una aproximación a las narrativas de la victimización. Revista Question 1 (15), pp. 1-15.         [ Links ]

9. Colabella, Laura. 2012. Llevarse la comida. Chisme y tabú en un comedor del oeste del Gran Buenos Aires durante una contienda electoral. Debate Público. Reflexión de Trabajo Social 3 (5), pp. 150-161.         [ Links ]

10. Da Silva Catela, Ludmila. 2001. No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos. Ciudad de La Plata, Ediciones Al Margen.         [ Links ]

11. Farinetti, Marina. 2009. Movilización colectiva, intervenciones federales y ciudadanía en Santiago del Estero (1983-2003). En Movilizaciones sociales: ¿nuevas ciudadanías?, comp. Gabriela Delamata, pp. 305-323. Buenos Aires, Editorial Biblos.         [ Links ]

12. Farinetti, Marina. 1999. ¿Qué queda del movimiento obrero? Las formas del reclamo laboral en la nueva democracia argentina. Trabajo y Sociedad (Santiago del Estero) 1, pp. 24-47.         [ Links ]

13. Garriga Zucal, José y Gabriel Noel. 2009. Notas para una definición antropológica de la violencia: un debate en curso. Antropología y Ciencias Sociales VIII (9), pp.101-126.         [ Links ]

14. Gepsac. 2006. Transformaciones de la protesta social en Argentina 1989-2003 (Documentos de Trabajo Nº 48) Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani, FCS-UBA, http://www.iigg.fsoc.uba.ar/Publicaciones/DT/DT48.pdf        [ Links ]

15. Gepsac. 2002. La trama de la crisis: Modos y formas de protesta social a partir de los acontecimientos de diciembre de 2001 (Informes de Coyuntura 3), Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani, FCS-UBA, http: //www.iigg.fsoc.uba.ar/docs/ic/ic3.pdf         [ Links ]

16. Germani, Gino.1964. Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

17. Iñigo Carrera, Nicolás y María Celia Cotarelo. 2003. Argentina, diciembre de 2001: hito en el proceso de luchas populares. En Movimientos sociales y conflictos en América Latina, ed. José Seoane, pp. 288. Buenos Aires, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.         [ Links ]

18. Isla, Alejandro y Daniel, Míguez. 2003. Heridas urbanas. Violencia delictiva y transformaciones sociales en los noventa. Buenos Aires, Editorial De las Ciencias.         [ Links ]

19. Jelin, Elizabeth. 2002. Los trabajos de la memoria. Madrid, Siglo XIX.         [ Links ]

20. Kessler, Gabriel. 2007. Miedo al crimen. Representaciones colectivas, comportamientos individuales y acciones públicas. En En los márgenes de las ley, comp. Alejandro Isla, pp. 37-58. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

21. Masetti, Astor. 2004. ¿Protesta o lucha de clases? La idea de "conflictividad social" en las teorías de los movimientos sociales. Laboratorio Estudios sobre Cambio Estructural y Desigualdad 6 (15), pp. 20-27.         [ Links ]

22. Mauger, Gerard. 2007. “La revuelta de los suburbios franceses: una sociología de la actualidad”. Buenos Aires, Antropofagia.         [ Links ]

23. Merklen, Denis. 2010. ¿Buenas razones para quemar libros? Un estudio exploratorio sobre la quema de bibliotecas barriales en Francia. Apuntes de Investigación 17, pp. 57-76.         [ Links ]

24. Merklen, Denis. 2005. Pobres ciudadanos. Las clases populares en la era democrática argentina. 1983-2003. Buenos Aires, Editorial Gorla.         [ Links ]

25. Murmis, Miguel y Juan Carlos Portantiero. 1971. Estudios sobre los orígenes del peronismo. Buenos Aires, Siglo XXI Ediciones.         [ Links ]

26. Noel, Gabriel. 2013. Vivir y morir en el barrio: lecturas morales de una muerte. Dilemas: Revista de Estudos de Conflito e Controle Social 6 (2), pp. 229-250.         [ Links ]

27. Pérez, Verónica y Julián Rebón. 2011. Tiempo de estallidos. La disconformidad de los pasajeros de trenes urbanos. Documento de trabajo 57. Instituto Gino Germani. Buenos Aires.         [ Links ]

28. Pita, María Victoria. 2010. Formas de morir y formas de vivir. El activismo contra la violencia policial. Buenos Aires, Editores del Puerto.         [ Links ]

29. Rebón, Julián y Verónica Pérez. 2012. Las vías de la acción directa. Buenos Aires, Editorial Aurelia Rivera.         [ Links ]

30. Schuster, Federico. 2006. Transformaciones de la protesta social en Argentina 1989-2003. Documento de trabajo 48. Grupo de Estudios sobre protesta social y acción colectiva, Buenos Aires.         [ Links ]

31. Scribano, Adrián. 1999. Argentina cortada: "cortes de ruta" y visibilidad social en el contexto del ajuste. En Lucha popular, democracia, neoliberalismo: protesta popular en América Latina en los años del ajuste, ed. Marcela López Maya, pp. 45-71. Caracas, Editorial Nueva Visión.         [ Links ]

32. Svampa, Maristella y Sebastián Pereyra. 2003. Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras. Buenos Aires, Ed. Biblos.         [ Links ]

33. Thompson, Edward Palmer. 1995. Costumbres en común. Madrid, Crítica.         [ Links ]

34. Vezzetti, Hugo. 2009. Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Buenos Aires, Siglo XX.         [ Links ]

Corpus periodístico

1. “21 de marzo: día por la memoria, la verdad y la justicia”. Portal web: “Baradero te Informa”.         [ Links ]

Artículo recibido: 30 de enero de 2014; aceptado: 05 de abril de 2015; modificado: 24 de abril de 2015