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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

versão impressa ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.23 Bogotá set./dez. 2015

https://doi.org/10.7440/antipoda23.2015.04 

Política y cotidianeidad: memorias del pasado reciente en Bahía Blanca (Argentina)*

Gabriela González**

** Doctora en Humanidades con mención en Antropología, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Becaria posdoctoral IRICE-Conicet (Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación). Entre sus últimas publicaciones se encuentran: "Estrategias y prácticas de memoria en Punta Alta, provincia de Buenos Aires", en Actas XI Congreso de Antropología Social, 2014. "La mirada etnográfica sobre lo político: algunas consideraciones teórico-metodológicas". Pensar. Epistemología y Ciencias Sociales 8: 2-14, 2013. Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET).glgonza2@yahoo.com.ar

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda23.2015.04


RESUMEN:

En este trabajo abordaremos algunas de las aproximaciones realizadas como parte de las investigaciones desarrolladas en el marco de nuestra formación doctoral. Las mismas intentan profundizar en la reconstrucción de las memorias acerca de la militancia de la Juventud Peronista en la ciudad de Bahía Blanca entre 1966 y 1976, teniendo en cuenta la fuerte presencia de las Fuerzas Armadas en dicha ciudad. En esta reconstrucción, las concepciones nativas acerca de la política y lo político constituyen uno de los núcleos problemáticos principales. De esta forma, puntualizamos de manera particular en la relación entre memoria y testimonio y en las posibilidades que nos ofrece una mirada etnográfica para la aproximación a la militancia política.

PALABRAS CLAVE:

Política, cotidianeidad, memoria, pasado reciente, etnografía.


Politics and Ordinariness: Memories of the Recent Past in Bahía Blanca (Argentina)

ABSTRACT:

In this article we deal with some of the approximations undertaken as part of the research studies developed within the framework of our doctoral training. Said studies attempt to delve into the reconstruction of memories of the militancy of the Juventud Peronista in the city of Bahía Blanca between 1966 and 1976, taking into account the strong presence of the Armed Forces in said city. In this reconstruction, the native conceptions about politics and the political constitute one of the main nuclei of the debate. We thus place particular emphasis on the relationship between memory and testimony and on the possibilities that an ethnographic approach offers for studying political militancy.

KEYWORDS:

Politics, ordinariness, memory, recent past, ethnography.


Política e cotidianidade: memórias do passado recente na Bahía Blanca (Argentina)

RESUMO:

Neste trabalho, abordaremos algumas das aproximações realizadas como parte das pesquisas desenvolvidas no ãmbito da nossa formação doutoral. Estas pretendem aprofundar na reconstrução das memórias sobre a militãncia da Juventude Peronista na cidade da Bahía Blanca entre 1966 e 1976, considerando a forte presença das Forças Armadas nessa cidade. Nessa reconstrução, as concepções nativas sobre a política e o político constituem um dos núcleos problemáticos principais. Dessa forma, concretizamos, de maneira particular, a relação entre memória e testemunha e nas possibilidades que nos oferece um olhar etnográfico na aproximação à militãncia política.

PALAVRAS-CHAVE:

Política, cotidianidade, memória, passado recente, etnografia.


Este trabajo forma parte de la investigación desarrollada en el marco de nuestra tesis doctoral, en la que abordamos la problemática de la construcción de la memoria sobre la militancia de la Juventud Peronista (JP) en la ciudad de Bahía Blanca (Argentina), entre 1966 y 1976, con especial atención a la fuerte presencia institucional de las Fuerzas Armadas en la ciudad. Dicha investigación se centra en el potencial que nos ofrece la denominada Antropología de la Política, en cuanto enfoque que privilegia la propia mirada de los sujetos en torno a la política y lo político. De allí la importancia que, consideramos, poseen las categorías y los discursos nativos, esto es, las explicaciones recurrentes (Balbi 2007) y los enunciados significativos que aparecen en las narrativas de los sujetos, los cuales, a su vez, procuramos comprender e interpretar.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, nos centramos en una concepción de sujeto determinada, que comprende el reconocimiento de sus singularidades y atravesamientos, lo cual hace referencia a la situacionalidad en la que éste se encuentra. Situacionalidad que no se limita únicamente a las relaciones presentes que lo constituyen, sino además al conjunto de relaciones pasadas que también conforman la identidad de ese mismo sujeto en el presente. Cabe aclarar que esta preponderancia de las perspectivas de los sujetos no implica que debamos adoptar las mismas como propias; por el contrario, tal como nos sugieren Fernando Balbi y Ana Rosato (2003), al reconocer la singularidad de cada sujeto y al considerar como centrales para nuestro análisis sus diferentes perspectivas, podremos evitar "caer en un recorte arbitrario y estático" (Balbi y Rosato 2003, 16), en este caso, de la relación entre cotidianeidad y militancia política.

A lo largo de este artículo nos proponemos, entonces, presentar algunas aproximaciones a las memorias sobre la militancia en gran parte de la década del setenta y las reflexiones sobre la política presente, desarrolladas en nuestro trabajo investigativo. Procuraremos así enfatizar en los procesos que conformaron nuestra problemática, a través del diálogo permanente entre la teoría y el trabajo de campo, es decir, entre las perspectivas nativas y el acercamiento crítico del sujeto investigador a aquella realidad que busca aprehender. En este sentido, existen dos aspectos significativos que conforman esta relación entre teoría y práctica, y que nos gustaría subrayar. Por un lado, se trata de la complejidad del mundo social que atraviesa tanto a la problemática en cuestión como al presente desde el que nos aproximamos a ésta, y, por otro, de la valoración que hacemos acerca de las afirmaciones de los sujetos sobre sus propias acciones (Balbi 2007); en este caso, en torno a la militancia de la Juventud Peronista.

Por cuanto las construcciones de sentido nativas (Frederic y Soprano 2009) en relación con el pasado reciente constituyen el eje central de nuestro trabajo, en primer lugar nos interesa reponer una discusión respecto de la importancia del testimonio en la aproximación a las memorias. En segundo lugar, nos detendremos en la relación entre política y memoria desde una mirada etnográfica, potenciando así su diálogo con la antropología.

Relaciones entre memoria y testimonio como herramienta para la aproximación al pasado

La relación entre memoria y testimonio en la reconstrucción del relato histórico sobre el pasado ha formado parte de numerosos debates y caracterizaciones. Nos gustaría referirnos a algunos de ellos, por cuanto concebimos al testimonio como una herramienta metodológica importante para abordar la problemática de investigación. Dicha opción retoma a su vez los planteos de Pilar Calveiro, para quien el testimonio -en el caso argentino- constituye una práctica signada políticamente y direccionada de manera específica, y posee, además, "una 'valencia’ política: el lugar que se le asignará a la resistencia en la construcción de la historia del terrorismo de Estado, como relato de verdad socialmente validado" (Calveiro 2006a, 65).

Entendido como un instrumento válido en la reconstrucción del relato histórico, Michael Pollak y Natalie Heinich (1986) afirman que el testimonio pone en juego tanto a la memoria como a una reflexión sobre sí por parte del sujeto, es decir, la propia identidad. Así como que "todo testimonio se ancla también y sobre todo en las condiciones sociales que lo vuelven comunicable" (Pollak y Heinich 1986, 3). De esta manera, la recuperación de la experiencia del sujeto militante, por medio del relato testimonial, nos habla de unas memorias entendidas, inicialmente, como relatos transmitidos por "aquellos que lo vivieron", pero en tal sentido no como relato petrificado, inmóvil, siempre igual a sí mismo. Esta valorización del relato testimonial de la propia experiencia se enmarca en lo que Sarlo (2005) denomina "giro subjetivo", un cambio en las formas de abordar el pasado que juzga, según la autora, a las fuentes testimoniales como más "reveladoras". Tendencia académica actual, según Sarlo, que es producto del reordenamiento ideológico y conceptual de la sociedad, del pasado y de los sujetos, que busca ya sea conservar el recuerdo, ya sea reparar una identidad lastimada. Sarlo pareciera así ubicar el relato testimonial en el lugar de una moda de época, y también advierte que la forma de este tipo de discurso se explica a través de su producción y sus condiciones culturales y políticas que lo hacen más o menos creíble.

En este punto es preciso retomar la cuestión del tiempo, ya que experiencia y narración se inscriben en una temporalidad que vuelve más compleja la manera de hallarse frente a la memoria, en un sentido figurativo. Tanto experiencia como narración se ubican en momentos particulares; la una, en el de su acontecer y posterior recuerdo y/o reconstrucción; la otra, en el de su repetición/reactualización (Sarlo 2005). Ahora bien, por cuanto el relato es reactualizado en cada enunciación y, al igual que la experiencia, el mismo se encuentra condicionado contextual, cultural y políticamente, ¿puede dicha experiencia ser re-presentada a través del discurso?1. Esta pregunta encierra una doble acepción; por un lado, el hecho de que toda experiencia es relativamente transmisible; por el otro, el testimonio puede, por lo menos parcialmente, representar lo que la experiencia fue para el sujeto. Si, como sostiene Pilar Calveiro (2006b), el testimonio es un relato fragmentario que implica, no la "calca", sino la construcción de la experiencia desde coordenadas sociales, esta pregunta podría encontrar aquí su respuesta. La discusión, sin embargo, no se termina en dicha afirmación, sino que se centra ahora respecto del testimonio como "ícono de verdad" en la construcción del pasado (Sarlo 2005).

Para quienes han abordado esta cuestión, todo testimonio plantea una serie de problemas teóricos y metodológicos que emergen en el momento de la realización de entrevistas y su posterior interpretación. En este sentido, algunos autores confieren a los testimonios el valor de fuente histórica, sin dejar de lado las dimensiones ético-políticas que hacen a su producción e interpretación (Carnovale et al. 2006). Otros, como Pollak y Heinich (1986), lo consideran una fuente de la que habría que diferenciar la necesidad a la cual responde (testimonios judiciales, relatos autobiográficos, relatos históricos). Pilar Claveiro (2006a), a su vez, plantea la centralidad de los testimonios en la construcción histórica. Como primera instancia de esta construcción, vinculada con el terrorismo de Estado en la Argentina de los años setenta, la autora distingue tres momentos que hacen al trabajo emprendido por la memoria: testimonio como ruptura del "silencio oficial", memoria como trama de los relatos de la resistencia e historia como texto estructurador de alguna "verdad" socialmente convalidada.

La problematización de estas diversas interpretaciones muchas veces pareciera simplificarse a través del énfasis que se hace en la memoria, o en la validez de los testimonios, como un campo de lucha. Se habla, entonces, de memorias o visiones dominantes que entran en juego tratando de adquirir poder de registro, y de "emprendedores de la memoria" que llevan adelante "proyectos sociales de escucha y rescate" de tales testimonios (Jelin 2006)2. En este sentido, estas diferentes visiones no necesariamente conllevarían un interés por las historias de vida cotidianas, a partir del uso del relato biográfico como "estrategia de representación" que otorga sentido a la trayectoria de vida de aquel que narra (Oberti 2006). Este cambio de perspectiva conlleva, para Sarlo (2005), la idea de entender el pasado desde su propia lógica, a la vez que sostiene gran parte de los trabajos de reconstrucción de las décadas del sesenta y setenta. Para Sarlo (2005), el testimonio abunda en detalles y adjudica un sentido único a la historia; por ello hay que someterlo a la crítica y confiar menos en la memoria y más en las operaciones de los intelectuales. Sin dejar de lado la mirada crítica que pueden aportar las "operaciones intelectuales", la experiencia que es narrada a través del relato biográfico comprende un saber sobre lo acontecido, articulable con otras formas de construcción del conocimiento (Calveiro 2010). Por otro lado, el valor del testimonio es particularmente importante cuando aquella realidad a la que buscamos aproximarnos es definida en términos de genocidio, siempre negado en primera instancia (Vezzetti 2009).

Otro paréntesis que creemos necesario hacer se encuentra en relación con el testimonio en cuanto fuente que presenta determinados criterios metodológicos que lo diferencian de otras fuentes con las que, sin embargo, se halla vinculado: las "historias de vida" o los "relatos biográficos" (Piña 1988). Siguiendo a Carlos Piña, el relato de vida se caracteriza por la profundidad que se le otorga al recorrido biográfico de uno o varios sujetos, además que el mismo resalta la versión que los sujetos dan de sus propias vidas. El testimonio, en cambio, constituye para Piña el "relato con el cual una persona se refiere, a través de sus propias vivencias personales, a algún suceso histórico o momento social del cual fue testigo" (Piña 1988, 4). Acorde a la problemática de investigación propuesta, podríamos decir que los relatos testimoniales con los que trabajamos constituyen narrativas acerca de la militancia de la Juventud Peronista en Bahía Blanca y las prácticas y concepciones políticas de los sujetos en torno a ello. En la definición de testimonio recién mencionada, Piña (1988) deja entrever un aspecto importante que luego explicita más adelante en el artículo al que aquí hacemos mención. Nos referimos con ello al carácter informativo, que, según él, sería la esencia del testimonio. Permítasenos poner entre signos de interrogación esta afirmación, cuando mucho se ha discutido, e incluso mencionado, acerca de la memoria como algo abierto, como una construcción presente que, como nos dice Calveiro (2005), se lanza hacia el pasado recreando viejos y nuevos sentidos. Queremos decir que, sin dejar de reconocer el valor informativo que todo testimonio posee, concebimos al mismo como un instrumento metodológico desde el cual aproximarnos al pasado de manera reflexiva, a partir de aquello que el sujeto restituye en su relato, y no como un corpus de datos acabado.

La militancia política desde una mirada etnográfica

En el campo de la antropología, pasando por los viejos debates acerca de si su pertinencia era la sociedad o la cultura de tal o cual pueblo (Neufeld 2004), hasta las preocupaciones más recientes por los aportes que los antropólogos podemos realizar a nuestras propias sociedades, lo que siempre ha prevalecido es la consideración de que la perspectiva de los sujetos es un camino privilegiado para acceder al conocimiento del mundo social (Balbi y Boivin 2008). En este sentido, nos encontramos con los aportes de diversos autores que enfatizan en la potencialidad que la etnografía conlleva, en la medida en que la misma constituye un proceso teórico que permanentemente se halla renovado (Peirano 2001). Tal renovación se produce, según Mariza Peirano (2001), cuando los datos etnográficos son puestos en una situación de diálogo con las teorías previas. Dándose, de este modo, una "acción espiralada" que en los últimos años ha llevado a la reactualización de autores y obras clásicos de la antropología. Por otro lado, Pires (1989) destaca que, aun así, ha habido una actitud bastante crítica por parte de muchos antropólogos acerca de las tradiciones de la disciplina en las que se enmarcan las obras clásicas a las que alude Peirano. Sobre todo, respecto de aquellas investigaciones producidas en contextos coloniales, en los que dicha situacionalidad de colonización no era puesta en tensión con el trabajo de campo. Parte de estas críticas se encuentran también atravesadas por los diversos intentos de incorporar nuevos temas y formas de análisis dentro de la disciplina. Entre tales intentos, Pires enfatiza en las relaciones de poder y en las formas en que las mismas han sido abordadas en las etnografías más recientes. Señala principalmente la influencia de la Antropología Política como subárea de la disciplina a partir de la década del cuarenta y, desde allí, las preocupaciones en torno a temas relacionados con la dominación, la resistencia, la lucha y el conflicto (Alucin y González 2013).

Otro de los aportes acerca de este enfoque es el proporcionado por Vaena Das y Deborah Poole, para quienes la etnografía "es una forma de conocimiento que privilegia la experiencia, lo que le permite introducirse en los dominios de lo social" (Das y Poole 2008, 20). Lo interesante de la propuesta de estas autoras es su mirada acerca de las particularidades de esa experiencia a la que podemos acceder mediante un estudio etnográfico, en este caso, las experiencias militantes de Bahía Blanca durante buena parte de la década del setenta. Razón por la cual hemos considerado los aportes de antropólogos cuyas investigaciones han hecho énfasis en esta forma de aproximación. Entre ellos, destacamos los trabajos de Cristina Cravino y otros (2002) respecto de la relación entre política y cotidianeidad. Relación en la cual lo cotidiano no referiría a la repetición rutinaria de determinadas prácticas, tal como podría pensarse, sino más bien a las capacidades intelectuales, los sentidos, las habilidades, los sentimientos, pasiones, ideas e ideología. Es decir, a los distintos aspectos que los sujetos ponen en marcha en la vida cotidiana y que poseen un sentido político. La vida cotidiana se hallaría, de este modo, definida por las experiencias particulares de los sujetos, tal como lo sostiene Daniela Soldano (2009, 235). Es por ello que su análisis deviene una escala válida a partir de la cual pensar los procesos de representación social de lo político que forman parte de esa cotidianeidad. O dicho de otro modo, para pensar la relación entre militancia política y vida cotidiana en Bahía Blanca. Sin olvidar, en esta relación, las representaciones de los sujetos respecto de la trama social, política, cultural y militar en que las mismas se inscriben. De esta manera, la definición de escala como categoría analítica para el estudio de la política se relaciona, en su configuración, con las categorías empleadas por los sujetos (Frederic y Soprano, 2009). Al mismo tiempo, constituye una construcción espacial y temporal donde no sólo se desplegaría la política, sino en la que además se reconoce el contexto en que se desarrollan las prácticas políticas.

Cabría también destacar que toda construcción de conocimiento se encuentra, además, en estrecha relación con los entramados sociales e históricos del campo académico en los que se instituye/produce dicho conocimiento y con la movilidad del mundo social. De esta manera, tanto las perspectivas teóricas y epistemológicas como la metodología adoptada en relación con el objeto de estudio planteado constituyen una opción que el sujeto investigador realiza, no sólo mediado por sus intereses y presupuestos particulares, sino además por los condicionamientos sociales, políticos e, incluso, ideológicos que atraviesan (a la vez que constituyen) tales intereses (Menéndez 2010). Es por ello que esta particular área de estudios no permanece ajena al contexto histórico presente, en el que la misma ha alcanzado enorme visibilidad en el marco de una política de Estado. Se destaca entonces la enorme cantidad de publicaciones e investigaciones realizadas acerca de la militancia de los años setenta y de la dictadura militar de 1976-1983, y también acerca de la abolición de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la reapertura de los juicios por delitos de Lesa Humanidad, la creación del Museo de la Memoria en la ex-ESMA (Escuela de Superior de Mecánica de la Armada), donde funcionaba uno de los centros clandestinos más conocidos de nuestro país, y la identificación y señalización de numerosos centros clandestinos que habían sido invisibilizados hasta la fecha, entre otros.

A partir de estas consideraciones teórico-metodológicas, hasta aquí desarrolladas sintéticamente, estipulamos algunos ejes a través de los cuales abordamos el material proveniente en el transcurso de nuestro trabajo de campo. Dichos ejes, por otro lado, se hallan inscriptos en dos dimensiones particulares que hacen al análisis de la problemática en cuestión. A saber, los procesos político-sociales que dieron lugar al desarrollo de la militancia política y las representaciones respecto de los acontecimientos del pasado y el contexto de producción de las mismas. De este modo, nos propusimos ilustrar lo que denominamos el pasado congelado, el pasado revisitado y relaciones presentes.

En el primero de estos ejes, el pasado congelado, analizamos el relato pasado del pasado, presente a través de fuentes documentales. Nuestro interés recae en cómo fue reformulada en el pasado la práctica política, a través de distintas fuentes escritas de la época. Sostenemos que la aproximación a tales fuentes, en la medida que parte de una mirada etnográfica, se encuentra atravesada por las preguntas acerca de "por qué y para qué fue escrito" tal o cual documento (Rodríguez 2008, 63), en un sentido siempre político. De esta manera, centramos el análisis, primero, en los Documentos de la Juventud Peronista compilados y publicados por Roberto Baschetti en diferentes volúmenes, que abarcan desde 1955 hasta 1978. Se trata de comunicados, panfletos, solicitados3 y otros documentos de circulación mayormente pública. En segundo lugar, se aborda un conjunto de notas editadas en el diario El Eco relacionadas con la JP a nivel nacional y local. El Eco fue un periódico que la Juventud Peronista de Bahía Blanca editó entre 1971 y 1974, a fin de convertirlo en un espacio de comunicación alternativo capaz de competir, en cierta medida, con el diario local hegemónico La Nueva Provincia, atrayendo parte de sus lectores.

A partir del análisis de este corpus documental, procuramos ilustrar los sentidos que emergen en cada documento como expresión de un contexto y una época, esperando así enunciar las diversas miradas sobre lo que fue aconteciendo, los conflictos y las tensiones suscitados y las representaciones en torno a las etapas políticas que se fueron sucediendo. Consideramos, de esta manera, que toda fuente documental constituye "un producto histórico" (Rodríguez 2008, 62) mediado por la subjetividad de quien le dio origen, articulado con una representación que nos hacemos desde el presente en relación con lo que el mismo enuncia sobre el pasado (Feierstein 2012). En este sentido, tanto en la compilación realizada por Baschetti como en los artículos publicados por El Eco encontramos una referencia permanente al pueblo como guía de toda práctica política -homologable, a su vez, con el peronismo- y a las "respuestas violentas" como estrategias defensivas. Estrategias que, en el caso de Bahía Blanca, no se vinculan con la fuerte presencia militar en la ciudad, sino con un contexto nacional. De todos modos, cabe destacar que mientras a nivel nacional observábamos una serie de publicaciones en las cuales durante el período de auge de las organizaciones armadas se aducía la violencia como recurso para la transformación, en el ámbito local la referencia a la violencia como estrategia revolucionaria no aparece con la misma fuerza. Podría tratarse de una lectura más cuidadosa por parte del diario local, de un análisis distinto de la situación nacional, o bien de una mirada más temerosa en relación con la trama político-militar que caracteriza a Bahía Blanca.

Destacamos a continuación fragmentos de dos publicaciones que ubicamos en este sentido. El primero de ellos corresponde a una publicación del la JP de enero de 1969, en la que se plantea el tema de la lucha armada como estrategia o método y "la movilización total de las bases peronistas y de todo el pueblo, que permitirá ir forjando los instrumentos, organizando y capacitando la acción del militante, que es la verdadera forma de crear las condiciones que permitirán enfrentar con éxito a las armas y a la violencia reaccionaria" (Baschetti 1997, 585). Por otro lado, reponemos una declaración de Juventud publicada en el diario El Eco el 28 de abril de 1971. En la misma se alude a que "si el gobierno [de facto] no habla claro y no da las oportunidades que el pueblo reclama, puede agotarse la paciencia de quienes ya evidencian el cansancio de las esperas [...] nadie puede ejercer el derecho a decidir sobre el porvenir de toda una generación, por el solo argumento de tener la fuerza a su favor" (1971, 7).

En el eje correspondiente al pasado revisitado, centramos nuestro interés en cómo se reformula la práctica política pasada desde el presente, a través del análisis de las memorias del sujeto militante de las décadas del sesenta y setenta en Bahía Blanca. Consideramos en dicho análisis cómo tales memorias permiten en el presente una actualización de las relaciones de poder y de las relaciones políticas de aquellos años. De esta manera, tuvimos en cuenta, como eje significativo del análisis, la relación entre las experiencias de la vida cotidiana y la militancia. Para ello, hicimos especial énfasis en:

  • los procesos históricos y políticos más amplios que atravesaron la militancia en cuestión, tanto a nivel nacional como local:
    Cuando ingreso en 1968 a la UNS (Universidad Nacional del Sur), el primer tema con el que tropiezo es la guerra de Vietnam y la atrocidad de los crímenes yankis. En la UNS se pintaba "yankis go home", y la Dow Chemical instalaba Petroquímica Bahía Blanca. Esta empresa americana había fabricado las bombas NAPALM arrojadas contra el pueblo vietnamita. Luego, otro hecho es la primavera de Praga. Culturalmente hubo un movimiento muy interesante, el GUDEC, que proyectaba un ciclo de cine arte en la Unión Ferroviaria, y esto hace a la formación de esa generación de militantes. (Omar)4
  • la inserción de la militancia y la política en la vida de un sujeto, al considerar para ello las diferencias e identificaciones, los conflictos y contradicciones de los mismos:
    Lo mío es una historia familiar, desde muy joven participé con mis hermanos mayores en las actividades del peronismo [...] mi padre era changarín, trabajaba en el campo y en la estación, así que conocieron lo que fue la mejor época del peronismo, un poco me habría quedado de ahí, aprender cosas desde la infancia, lo que significaba el gobierno peronista desde el 45 al 55. (Ricardo)5
  • la dimensión vivida de la acción colectiva, a través de la participación en alguno de los frentes (barrial, estudiantil, laboral) de la Juventud Peronista:
    Cuando se dio más apertura política, que se integraron otros grupos como la Juventud Universitaria, después se formó la Juventud de Trabajadores. Nosotros trabajábamos mucho en el gremio de la construcción, y ahí era el centro. Ahí nos reuníamos todos, éramos cantidad de jóvenes y salíamos a hacer trabajos barriales, cualquier tipo de trabajo, o sino salías a charlar con la gente, a buscar soluciones para los problemas que había. (Dora)6
  • la estructura organizacional y la influencia de las Fuerzas Armadas a lo largo de todo este proceso.
    Recuerdo una vez que nos tocó hacer una pintada que decía "Perón-Evita", una letra por columna en la universidad, cada uno tenía que pintar la letra que le correspondía en la columna que debía ser, creo que ahí es que nos marcaron, estábamos vigilados y después me fueron a buscar. (Jorge)7

A modo de síntesis, respecto del análisis de este eje, es posible pensar en un doble proceso como parte de la militancia peronista, en la cual se enmarca la JP. Por un lado, aquel por el cual la vida de un sujeto pasó a estar a tal punto atravesada por la militancia que ambas se tornaron una y la misma cosa. Indisolubilidad que nos habla de una manera particular de conceptualizar la política y de vivenciarla. Por el otro, aquel por el cual -ante la coyuntura que se abrió hacia fines de 1973- esa indisolubilidad conllevaría el fin de la militancia o de la vida, lo que es decir el fin de ambas. El sostenimiento de la militancia, constituida en una opción de vida con la intensidad que tuvo para la generación del setenta, conllevó que en ella se jugara la vida misma, a la vez que su ausencia equivaldría también al fin de la vida, al menos en los términos concebidos hasta ese entonces.

En el último de los ejes desarrollados, las relaciones presentes, abordamos la reflexión que los sujetos realizan acerca de la práctica militante en el presente, en comparación con el pasado y el presente. De esta manera, analizamos en qué medida la reformulación presente de las prácticas políticas se encuentra orientada por miradas críticas, heroizantes y/o trivializantes acerca de las experiencias del pasado. Para ello, nos detuvimos en la reflexión que los sujetos realizan sobre las prácticas militantes del presente, en el contexto histórico-político actual, considerando en qué medida supone una reelaboración del pasado y qué papel le asignan al componente militar. Tuvimos en cuenta particularmente la valoración que los sujetos enuncian desde el presente en términos de las continuidades y rupturas que encuentran entre la práctica política de la juventud actual y la práctica política pasada. En este sentido, este eje se orientó hacia las diversas miradas respecto a cómo los procesos pasados son revisados en el presente y cómo, a partir de los mismos, se resignifica el presente y se proyecta el futuro.

    En aquel tiempo había tantos jóvenes como ahora, con una cosa por delante distinta: unos para pelear y otros para poder hacer [...] cuando te juntás con varios chicos te das cuenta en seguida cuál es la diferencia, pero está bien que sea así, porque llegar a convencer a cientos, a miles de jóvenes, de poner en riesgo sus vidas por un ideal y agarrar un arma era trabajo de estudiar y de leer y discutir, porque claro, convencerlos a tantos no era fácil. (Ricardo)8

Procuramos, por otro lado, ilustrar aquellos elementos que hoy entran en tensión con la militancia política de los setenta y sus distintas interpretaciones, a través de las cuales son pensados y resignificados la derrota, la violencia, los paréntesis, los cambios, la construcción política, la militancia.

Como parte del análisis de este eje quisiéramos destacar algunas aproximaciones realizadas. Por un lado, nos encontramos con ciertas continuidades y discontinuidades que los sujetos establecían entre los diferentes procesos histórico-políticos pasados y presentes. Continuidades y discontinuidades visibles en clave generacional y en términos no sólo de las políticas de gobierno, en relación con un proyecto específico, sino también de la participación de la juventud.

    La profundización ideológica que nosotros teníamos y perseguíamos era muy diferente del estado ideológico en que está hoy la juventud [...] cuestiones en las que nosotros estábamos muy profundizados en ese tiempo, que creo que es lo que le falta a la juventud kirchnerista9, pero bueno, la juventud kirchnerista buscará su camino [...] Una diferencia notable, nosotros nos preocupábamos mucho por la formación, incluso sacando horas de nuestras casas, nuestro estudio, nos preocupaba, nos preocupaban nuestros compañeros, lo que estaba pasando, la patria, pero la preocupación ésa estaba muy movida y muy motivada por el enclave ideológico que teníamos, y no te hablo de un límite como puede ser la lucha armada, te hablo del compromiso político. (Esteban)10

Por otro lado, entre las reflexiones presentes acerca del presente, las valoraciones y concepciones respecto de la práctica política actual enfatizaban en el resurgimiento de la política que habría tenido lugar durante los últimos años en nuestro país. A partir de allí, abordamos aquellos núcleos de sentido vinculados con la presencia de las Fuerzas Armadas en Bahía Blanca, los temores ante la posibilidad de un vuelco hacia las políticas neoliberales de la década del noventa y la actual participación política como clave para la consolidación futura de un gobierno democrático (Gonzalez 2014).

    Hoy recién a treinta años estamos viviendo lo que soñamos, creo, en aquel momento, porque acá lo que me parece que se rescató fue la política, que es lo más importante, que es lo que no tuvimos desde el 1955 hasta el 2002, no hubo política, la que manejaba las cosas era la economía. (Horacio)11

    Medio que a nosotros se nos había hecho una costumbre, también, "bueno si este gobierno va mal, 3, 4 años suben los militares", y hoy ya no. Hoy, por suerte, no. Así que hoy podemos hablar de un sujeto totalmente democrático, porque nació en democracia, se crió en democracia. [...] En aquel tiempo los que eran militares pensaban que podían gobernar. Hoy creo que esta idea mesiánica ya se les ha quitado. Dentro de un orden constitucional, ellos tienen que estar para otras acciones que no sean las de derrotar gobiernos y las de pensarse de que pueden gobernar. Esto también va constituyendo nuevos sujetos que dicen: "A ver, ¿cuál es el rol de las Fuerzas Armadas?". El rol de las Fuerzas Armadas es la defensa, tratar siempre de estar cuidando las fronteras. (Marcelo)12

Teniendo en cuenta que la construcción de la memoria conlleva por ende el tema de la transmisión de una narrativa atravesada por las experiencias pasadas y presentes y por las expectativas hacia el futuro, nuestra intención a partir de este último eje fue ilustrar cómo un proceso histórico que para muchos comienza con los días felices del peronismo (Horacio), allá por la década del cuarenta, es resignificado en el presente, adquiriendo así una enorme potencialidad política. Lo medular de esta potencialidad, que a su vez atraviesa las memorias, sería entonces su capacidad transformadora, un acto que hace del pasado algo "más-que-pasado", parafraseando a Didi-Huberman (2006), y del presente, algo "más-que-presente".

Habiendo realizado este breve recorrido por lo que fuera el análisis de la relación entre militancia y cotidianeidad, por demás sintético, si se tienen en cuenta las condiciones para este artículo, resta a continuación explicitar algunas de las conclusiones a las que hemos arribado. Nuestra intención es poder plasmar, de manera más concreta, el potencial que nos ofrece una mirada etnográfica para la aproximación a la política.

Algunas consideraciones finales

A lo largo de nuestro proceso investigativo nos propusimos reconstruir las diversas memorias de la militancia política en la ciudad de Bahía Blanca, a partir de los sentidos asignados desde el presente a tales experiencias de militancia. Nuestro interés en esta reconstrucción, realizada a través de diversas fuentes o documentos de memoria, se orientó hacia el análisis de qué tipo de memorias se recuperaban, y si éstas correspondían a una mirada heroica, trivializada o crítica acerca del pasado reciente. En otras palabras, en qué medida la memoria habilita o no el pasaje de las experiencias pasadas a las generaciones actuales y qué tipo de pasaje realiza.

De este recorrido emergió una memoria ambigua caracterizada por las diversas formas en que los sujetos se aproximaban a lo acontecido. Incluso, las representaciones mismas acerca de Bahía Blanca, la mostraban en términos paradójicos. Por un lado, una Bahía Blanca de la que poco se decía -al menos en un sentido positivo-, pero que al mismo tiempo ilustraba singulares experiencias de lucha, reflejadas tanto en los testimonios como en las fuentes documentales trabajadas. En este sentido, el análisis realizado nos permitió ilustrar un conjunto de relaciones en torno a las transformaciones en la construcción de la memoria por parte del sujeto militante de la generación del setenta. Transformaciones con respecto a sus propias concepciones y prácticas, tanto en el pasado como en el presente, así como con respecto a las prácticas políticas de las generaciones actuales.

Por otra parte, esta etnografía de la militancia pasada nos permitió entrever unas memorias en tensión, conflictivas, en movimiento, con continuidades y discontinuidades tanto en las concepciones como en las prácticas políticas generacionales. Pasado y presente se nos fueron mostrando religados por medio de la pasión por lo político, por su reactualización, que es, finalmente, el sentido de la memoria.

En cuanto a la referencia a la presencia de las Fuerzas Armadas en la ciudad de Bahía Blanca, ésta aparece como una cita ineludible al aproximarnos tanto a las memorias del pasado reciente como a su historia particular. Tal referencia aparece también en términos de una presencia constitutiva y constituyente, en los relatos de memoria y, principalmente, en la vida cotidiana de los propios bahienses. Una cotidianeidad caracterizada por la vigilancia y el disciplinamiento sobre el cuerpo social. Cabría destacar, sin embargo, que la influencia y acumulación de poder de las Fuerzas Armadas durante el período en cuestión -más allá de su fuerte presencia en Bahía Blanca- se vinculaban con la estrecha relación entre éstas y determinados sectores dominantes a nivel nacional.

Bahía Blanca constituyó -en este sentido- un caso paradigmático, a menor escala, de lo que aconteció en el resto del país. Al tiempo que, de manera singular, fue parte de una "cultura política militarizada" (Ollier 1998, 131), la misma alcanzó allí raíces más profundas y matices propios. En gran medida, dichos matices refieren no sólo al emplazamiento de diversos elementos militares y su impacto sobre la población, sino también al papel legitimador del mismo que desempeñaron otras instituciones de gran peso como la Iglesia católica y periódicos como La Nueva Provincia, a través de todo su aparato comunicacional (prensa, radio y TV).

    No solamente las tres Fuerzas Armadas están ahí presentes [...] y una parte de la sociedad muy asociada a ese ambiente militar, sino que, además, la fuertísima presencia de La Nueva Provincia como formador, o deformador, de mentes durante décadas en Bahía Blanca. Que tuvo una omnímoda presencia y tuvo una absoluta y excluyente, porque no hubo otras alternativas comunicativas en ninguno de los medios, salvo su monopólica radio, LU2, también apareció en la televisión, canal 9. Entonces, esa omnímoda presencia era el otro gran factor de poder que tenía todo el sur, no solamente Bahía Blanca, y docilizaban las mentes, [...] y el tercer factor es la Iglesia, que después evidentemente dio muestras muy claras de en qué lado estaba, es decir, cuando nuestros familiares iban a preguntar por qué nosotros estábamos desaparecidos y él [el sacerdote] decía: "por algo será", y les cerraba las puertas en las narices, y tantas cosas más. (Carlos)13

Ahora bien, a pesar de esta prevalencia, también aparece otra imagen significativa de Bahía Blanca que la revela como peronista y en pie de lucha, lo que muestra la pluralidad y la ambivalencia de las memorias, así como la dificultad para ilustrarlas. En parte, esta dificultad igualmente está vinculada con el predominio de relatos atravesados por ciertos miedos que aún prevalecen, a pesar de un contexto político que facilita la apertura de problemáticas relacionadas con la memoria del pasado reciente. A su vez, cabe destacar el predominio de aquellos recuerdos heroicos sobre lo acontecido, en cuanto elaboraciones posibles, dado lo traumático de aquella experiencia. Sin embargo, en la medida en que dicho trauma no sea resignificado en el seno mismo de la sociedad, tarea para nada sencilla, difícilmente se puede establecer una transmisión de otro tipo, es decir, con más vigencia y actualización respecto a las necesidades del presente (Gonzalez 2014).

Es por ello que el contexto en que emerge esta conceptualización es para nosotros, por demás, significativo. No sólo se trata de la trama histórico-política local de presencia/influencia de las Fuerzas Armadas y otros sectores de poder. También se considera cómo dicha trama se articulaba con un contexto nacional signado por la división entre peronismo-antiperonismo y con los procesos y acontecimientos que tuvieron lugar en el orden nacional, así como en el resto del mundo, de carácter fuertemente autoritario. Todo lo cual fue dando lugar a la constitución de este sujeto político particular, al que algunos denominan a-crítico. Por otro lado, cabe destacar que la apelación al mencionado contexto forma parte constante de las narrativas de los sujetos.

La apelación constante al conjunto de relaciones histórico-políticas que atravesaron la militancia en Bahía Blanca se condice además con la concepción de un sujeto constituido y constituyente de tales relaciones, pero que en los relatos emerge como una reconstrucción más bien de tipo heroico. Esta dimensión resultó significativa, por cuanto nos permitió abordar los discursos y categorías nativos desde su situacionalidad particular y general. Esto es, tomar en cuenta no sólo el contexto local bahiense, sino también el nacional, considerando tanto aquellos acontecimientos que marcaron a los sujetos en cuestión como las herencias y experiencias retomadas por estos, principalmente aquellas enmarcadas dentro del peronismo. Esta situacionalidad también presente nos llevó a ilustrar las continuidades y rupturas enunciadas acerca de las concepciones y prácticas militantes en clave generacional, no sólo respecto de las generaciones recientes y la de los setenta, sino también de las que precedieron a esta última. Cabe, por otro lado, subrayar que esta recurrencia a los procesos previos a 1966 y posteriores a 1976 constituyó una estrategia narrativa utilizada por los entrevistados, no sólo en términos de una periodización de su relato, sino fundamentalmente en pos de ilustrar la existencia de proyectos políticos antagónicos y su relación con el pueblo.

Al internarnos en lo profundo de cada relato pudimos acercarnos a las resistencias concretas, a ese control y disciplinamiento a los que aludimos párrafos atrás, más allá de los silencios y resquemores aún presentes, y a pesar de ellos. Las resistencias que se fueron haciendo visibles por medio de la explicitación no sólo de la lucha política y/o militar llevada a cabo durante aquellos años. Es también en el sostenimiento de los patrimonios heredados que esas resistencias se ponen de relieve. Lo ilustrarían las opciones individuales de inserción en la militancia en una ciudad en la que sobresalía la presencia de diversos elementos militares y sujetos afines al sostenimiento de esas políticas de control. Fue precisamente la visualización de estas resistencias constitutivas de las identidades de los sujetos la que nos permitió caracterizar las experiencias políticas y culturales de los años setenta, a partir de los relatos. Caracterización que posee un enorme potencial simbólico, capaz de operar y transformar aquellas transmisiones que enfatizan en una mirada heroica o trivializada acerca del pasado reciente.

La "valencia política" de la memoria giraría entonces sobre la posibilidad de "situar el tema de aquella violencia en términos teórico-críticos" (Casullo 2007, 293). Ahora bien, todo posicionamiento en este sentido no podría escindirse del contexto histórico-político que, o bien lo habilita, o bien lo coarta. Consideramos que las memorias construidas en el presente se encontrarían en estrecha relación con la apertura que esta problemática ha tenido en los últimos años, posibilitada por una serie de políticas estatales orientadas a tal fin. La memoria del pasado reciente alcanzaría, así, una potencialidad significativa, que es la que nos permitió aproximarnos a los sentidos en torno a la militancia política en la ciudad de Bahía Blanca. Dicha potencialidad se expresa en las relaciones que los mismos sujetos establecían y reconstruían entre el pasado, el presente y el futuro.

El proceso histórico-político actual se convirtió de esta manera en un eje fundamental a partir del cual abordar las concepciones y prácticas políticas del pasado, en clave de cambio histórico. Sin embargo, en esta trama de relaciones que los sujetos enunciaban, también nos fuimos encontrando con diversas miradas e interpretaciones, e incluso con distintas maneras de religar un tiempo y el otro. La cuestión de la democracia y de la reapertura de la política -tal como la definen los entrevistados- constituye dos grandes núcleos a través de los cuales se vertebran tales interpretaciones. Ambos núcleos, a su vez, forman parte de discusiones propias de este momento político desde las que se pretende realizar el pasaje entre las experiencias políticas pasadas y presentes.

Ahora bien, lo medular de este análisis respecto de las continuidades y discontinuidades entre el pasado y el presente es el tema de la transmisión intergeneracional. En este enfatizado resurgimiento de la política aparecen determinadas tensiones, que para nosotros responderían a cómo el sujeto generacional de la década del setenta concibe la militancia de las generaciones más recientes y la práctica política, en un sentido más abarcador. De esta manera, nos fuimos encontrando con que la transmisión de las experiencias pasadas actuaba y actúa, ya como ideal o nostalgia de un tiempo pasado, ya como potencial transformador de la realidad, es decir, como algo "más-que-pasado" (Didi-Huberman 2006); ya como eje doctrinario respecto de la juventud actual.

No obstante las diversas maneras en que la experiencia pasada procura ser puesta en movimiento en el presente, se encuentra atravesada por matices, por las singularidades propias de cada sujeto y por el contexto de enunciación. Toda transmisión a este respecto posee además una enorme carga afectiva y apasionada en la que se trasluce muy fuertemente esa indisolubilidad entre la vida y la militancia: Sin sentir no hay historia que tenga emoción, relevancia, que mueva sensaciones, nos decía Esteban. En cada transmisión, y más allá de ella, lo que se halla en juego no son solamente las experiencias personales sino el proyecto político por el cual esas experiencias personales se anudaron a una trama colectiva finalmente derrotada, que luego, para muchos, vuelve a resurgir, aunque de diferente manera.

Más allá de estas diversas formas de construir las memorias del pasado, el pasaje social de aquellas experiencias a las generaciones actuales y a las circunstancias presentes continúa siendo un asunto pendiente y necesario en términos políticos y académicos. Sólo en la medida en que puedan problematizarse tanto los aciertos como los errores y fracasos, consideramos que será posible comenzar a zanjar dicho debate. No así mientras se sostenga un relato de tipo heroico o trivializante del pasado y se realice una transmisión del "sentido" de lo vivido. No así mientras se sostengan relatos de "naturalización" o "heroizantes" que dificultan los usos de la experiencia en el presente. En otras palabras, se trata de la distinción realizada por Tzvetzan Todorov (2000) entre la memoria "literal" y otra "ejemplar".

Esta inquietud que fuimos planteando fue la que nos movilizó, en gran medida, para adentrarnos en las memorias de la militancia política en Bahía Blanca. La resignificación de aquel pasado y la problematización de los silencios y los miedos que aún persisten permitirán que los mismos puedan comenzar a transitar nuevos y, fundamentalmente, propios caminos. El debate respecto de cómo los sujetos políticos se aproximan al pasado y a sus respectivas experiencias de militancia política es imprescindible para restituir el sentido político de lo acontecido, a partir de una transmisión capaz de atestiguar, aun con sus propias contradicciones, que el pasado no es sólo olvido, miedo, derrota y muerte o, por el contrario, relatos heroicos e idealizados. Ésa es, precisamente, la paradoja de las narrativas de las memorias de Bahía Blanca. Memorias que, en lo más hondo, nos muestran lo intenso y apasionado de aquel tiempo político, reconfigurado ahora en este nuevo resurgir de la política, pero que es necesario llenar de sentidos actualizados para los usos presentes de la memoria.


Comentarios

* El presente trabajo forma parte de la investigación realizada para mi tesis de doctorado, financiada por una Beca de Posgrado Tipo II, perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

1 Sarlo (2005) equipara "discurso de la memoria" con "testimonio".

2 Jelin (2006) plantea que existen distintas iniciativas llevadas a cabo por "emprendedores de la memoria" que, desde el advenimiento de la democracia, implicaron un giro en el sentido del testimonio, primero de los exiliados y algunos organismos de Derechos Humanos que hicieron visible públicamente la represión, y luego por parte de la CONADEP y, en tercer lugar, las causas judiciales.

3 Una solicitada es un aviso o artículo que una institución u organización paga para publicar en un medio gráfico.

4 Omar es escritor y vive en Capital Federal. Si bien su participación no fue dentro del peronismo, realizó algunas actividades con organizaciones peronistas como parte de su militancia. Entrevista realizada en enero de 2014.

5 Ricardo es jubilado, vive en Bahía Blanca y comenzó su militancia a mediados de los sesenta en la UOCRA, y más tarde en la JTP (Juventud Trabajadora Peronista). En los setenta fue delegado de la JP de la regional sur por Bahía Blanca. Entrevista realizada en febrero de 2011.

6 Dora es ama de casa y vive en Bahía Blanca. En los setenta participó como militante de Base de la JTP. Entrevista realizada en febrero de 2011.

7 Jorge es docente y militó en la JUP (Juventud Universitaria Peronista) de Humanidades de la UNS. Entrevista realizada en julio de 2010.

8 Entrevista realizada en julio de 2013.

9 Cuando se alude a "juventud kirchnerista" se hace referencia a aquellos jóvenes que militan o se identifican con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

10 Esteban es arquitecto, vive en La Plata, y a principios de los setenta militó en la JP de Bahía Blanca, siendo uno de los referentes de la Unidad Básica Evita Montonera de Ingeniero White. Entrevista realizada en agosto de 2013.

11 Horacio fue militante sindicalista durante la década del setenta. Entrevista realizada en febrero de 2011.

12 Marcelo es docente; a comienzos de los setenta tuvo una militancia gremial dentro del peronismo. Entrevista realizada en febrero de 2011.

13 Carlos vive en Capital Federal, y a comienzos de la década del setenta militó en el Peronismo de Base. Entrevista realizada en agosto de 2013.


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Artículo recibido: 10 de diciembre de 2014; aceptado: 3 de agosto de 2015; modificado: 6 de agosto de 2015