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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.24 Bogotá Jan./Apr. 2016

https://doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05 

Industrias culturales "afropacíficas": encrucijadas del multiculturalismo en la ciudad de Cali, Colombia *

Mateo Pazos Cárdenas**

** Candidato a Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador Universidad Libre, Seccional Cali (Colombia). Entre sus últimas publicaciones están: "Música(s) e identidad(es): tradición y modernidad en el Festival de Músicas del Pacífico Petronio álvarez". Revista A Contratiempo 24, 2014. Correo electrónico: mpazoscardenas@gmail.com

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05


RESUMEN:

Este artículo analiza la incursión de los proyectos de industrias culturales en distintos escenarios de la ciudad de Cali (Colombia) y su vinculación con la diversidad cultural afrocolombiana, al ser ésta un fuerte componente sociodemográfico y cultural de la ciudad. Esto proceso ha sido fomentado por la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad -organismo adjunto a la Alcaldía de Cali- desde 2008, y poco a poco ha intentado consolidar su propuesta ideológica y praxeológica articulando la oferta cultural de esta urbe con las intenciones de generar espacios de producción económica asociados principalmente a los sectores de comercio y servicios, y a la vez, con el discurso multicultural del Estado-nación colombiano. La argumentación del artículo se construyó a través de una metodología de corte documental, recuperando informes y estudios del archivo público de la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad y tomando como caso de análisis el Festival de Músicas del Pacífico "Petronio álvarez". La argumentación propuesta demuestra que estos proyectos presentan diversas tensiones en su puesta en práctica y han invisibilizado las experiencias de las poblaciones afrocolombianas de la ciudad que intentan insertarse en éstos, siendo planteados por el Estado-nación con el fin de generar beneficios condicionados y sectorizados.

PALABRAS CLAVE:

Multiculturalismo, industria cultural (Thesaurus); afrocolombianos(as) del Pacífico, antropología urbana, Cali (palabras clave del autor).


"Afro-Pacific" Cultural Industries: Crossroads of Multiculturalism in Cali, Colombia

ABSTRACT:

This article analyzes the incursion of cultural industry projects in various scenarios in the city of Cali (Colombia) and their linkage with Afro-Colombian cultural diversity, which is one of the city's strongest socio-demographic and cultural components. The municipal Secretariat of Culture and Tourism has fomented this process since 2008 and has gradually sought to strengthen the ideological and praxeological proposal. It has done this by articulating the city's cultural offerings with efforts to create economic opportunities in the trade and services sectors and, simultaneously, with the multicultural discourse of the Colombian nation-state. The argumentation of the article was constructed through a documentary methodology, recovering reports and studies from the public archives of the Secretariat of Culture and Tourism, and taking the "Petronio Alvarez" Pacific Music Festival as the case for analysis. The article demonstrates that diverse tensions arise in implementing these projects which overlook the experiences of the city's Afro-Colombian populations who are trying to participate, since they have been designed by the nation-state in such a way as to condition and sectorize the benefits.

KEYWORDS:

Multiculturalism, cultural industry, (Thesaurus); Afro-Colombians from the Pacific coast, urban anthropology, Cali (author's keywords).


Indústrias culturais "afro-pacíficas": encruzilhadas do multiculturalismo na cidade de Cali, Colômbia

RESUMO:

Este artigo analisa a incursão dos projetos de indústrias culturais em diferentes cenários da cidade de Cali (Colômbia) e sua vinculação com a diversidade cultural afro-colombiana ao ser esta um forte componente sociodemográfico e cultural da cidade. Esse processo tem sido fomentado pela Secretaria de Cultura e Turismo da cidade —organismo adjunto à Prefeitura de Cali— desde 2008, e pouco a pouco tem tentado consolidar sua proposta ideológica e praxeológicaarticulando a oferta cultural dessa urbe com as intenções de gerar espaços de produção econômica associados, principalmente, com os setores do comércio e serviços, e, ao mesmo tempo, com o discurso multicultural do Estado-nação colombiano. A argumentação deste artigo foi construída por meio de uma metodologia de corte documental, na qual se recuperou relatórios e estudos do arquivo público da Secretaria de Cultura e Turismo da cidade e tomou como caso de análise o Festival de Músicas do Pacífico "Petronio álvarez". A argumentação proposta demonstra que esses projetos apresentam diversas tensões em sua prática e têm invisibilizados as experiências das populações afro-colombianas da cidade que tentam se inserir neles, e são apresentados pelo Estado-nação a fim de gerar benefícios condicionados e setorizados.

PALAVRAS-CHAVE:

Multiculturalismo (Thesaurus); indústrias culturais, afro-colombianos(as) do Pacífico, antropologia urbana, Cali (palavras-chave do autor).


En este artículo parto de una hipótesis: la aproximación a las expresiones culturales de las poblaciones afrodescendientes por parte del Estado-nación colombiano en la contemporaneidad está mediada por la imbricación de estas prácticas con los proyectos de patrimonio cultural y, más recientemente, con los de industrias culturales. Esta idea se justifica en la reinterpretación que ha dado el Estado a las culturas populares del país, vistas como un lastre que impedía el desarrollo de las naciones durante el siglo XIX y una buena parte del XX, por su asociación con los valores "inferiores" de las poblaciones indígenas y afrodescendientes (situación generalizada para la región de América Latina durante el mismo período; ver Andrews 2007). A finales de los años ochenta del siglo pasado, esta visión se transforma con la entrada de dos proyectos concretos a la región latinoamericana: por un lado, el proyecto multicultural de fomento y aceptación de la diversidad cultural inherente a las sociedades que conforman los países latinoamericanos, y por otro, el proyecto económico-político neoliberal. Siguiendo la lógica de pensamiento multicultural, las expresiones populares pasan a ser apropiadas e incorporadas a la sociedad nacional bajo la idea de que pervivan y sean protegidas, pero, siguiendo la lógica de pensamiento y acción neoliberal, con la condición de que su existencia se traduzca en réditos productivos para las naciones; es decir, la cultura debe ser "puesta a funcionar".

En sintonía con esta hipótesis, en este artículo desarrollo una discusión alrededor de la reciente incursión de los proyectos de industrias culturales en los escenarios políticos, económicos y socioculturales de la ciudad de Cali (Colombia), en los que se busca capitalizar la diversidad cultural propia de la ciudad (representada principalmente en las expresiones culturales afrocolombianas de la región del Pacífico, denominadas "afropacíficas" en este texto) como motor de desarrollo económico, industrial y de servicios de la misma. Para ello, se toma como ejemplo de análisis de caso uno de los eventos más significativos en el escenario cultural contemporáneo de la ciudad: el Festival de Músicas del Pacífico "Petronio álvarez".

La argumentación es construida con base en una estrategia metodológica de revisión de informes y documentos del archivo público de la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad de Cali, analizando materiales relacionados con la articulación de los eventos "afroculturales" que se realizan en esta urbe y los proyectos de industrias culturales fomentados por las instituciones estatales locales y nacionales. En esta revisión documental se prestó especial atención a los llamados "informes de gestión" o "informes de resultados" de dichos eventos (informes que aparecen en este archivo con mayor recurrencia a partir de 2008, situación que será explicada más adelante), así como a los documentos relacionados de manera específica con el Festival de Músicas del Pacífico "Petronio álvarez". Dado que la coherencia argumentativa del artículo está construida a partir de esta revisión documental, no se incluyó el análisis de los resultados generados por otras estrategias metodológicas que evidencian las "voces nativas" de los sujetos insertos en tales dinámicas. Aunque dicha situación puede tomarse como una falencia metodológica del presente documento, la decisión de privilegiar unas fuentes sobre otras responde a la necesidad de analizar críticamente las bases epistemológicas sobre las que están construidas estas políticas -tanto públicas como privadas-1

El artículo se desarrolla en cuatro apartados. En el primero, contextualizo la discusión sobre las industrias culturales y la patrimonialización de expresiones culturales "afrodiversas", en el marco del multiculturalismo colombiano y la ciudad de Cali. En el segundo, describo las diferentes estrategias de articulación del Festival "Petronio álvarez" con los proyectos de industrias culturales en la ciudad de Cali. En el tercero, analizo las tensiones que se presentan alrededor de algunos procesos del Festival, al ser vinculados a estos proyectos por parte de la Alcaldía de la ciudad. En el último, planteo algunas reflexiones finales a modo de conclusión.

Aproximaciones teóricas para entender el proyecto de industrias culturales en el contexto del Estado-nación multicultural colombiano y la ciudad de Cali

Para comprender el panorama de discusión sobre el multiculturalismo en Colombia es necesario mencionar el escenario regional latinoamericano de reformas constitucionales a finales del siglo XX (por mencionar algunos casos: Brasil, en 1988; Colombia, en 1991; México, en 1992, y Ecuador, en 1998) que declaran a estos Estados-nación como pluriétnicos y multiculturales, diferenciándose de sus constituciones políticas anteriores, que en buena parte apuntaban a ideales de nación decimonónicos, de corte monocultural y declaradamente católicos. La aceptación de este discurso multicultural implicó una serie de promulgaciones de políticas públicas y la creación de un marco legal que se encargara de regular y, en teoría, hacer cumplir los derechos y deberes que se les otorgaban a las comunidades representantes de esta diversidad cultural en su acción social y política dentro del marco de un Estado-nación.

La idea del multiculturalismo ha calado en buena parte de los Estados-nación latinoamericanos, en la medida en que reconoce y acepta las diferencias culturales para homogenizar y centralizar el ejercicio de poder sobre las personas que están bajo su jurisdicción político-administrativa, que pasan a llamarse genéricamente ciudadanos (Gros 2000; Segato 2007). De acuerdo con estos dos autores, en el marco de los diferentes movimientos sociales de comunidades indígenas y afrodescendientes del país y de las reformas políticas de finales del siglo XX, el Estado-nación necesita constituir, reconocer y legitimar un sujeto étnico con el cual dialogar y al cual administrar (en vez de erradicar, objetivo primordial en décadas anteriores), por lo que debe modificar tanto su aparato burocrático como legislativo. El multiculturalismo es entendido como un discurso orientado, por un lado, a la domesticación de la diversidad cultural por parte de las élites mestizas hegemónicas de las naciones latinoamericanas, para ejercer una dominación efectiva y simbólica sobre la representación, interlocución e inclusión de esta diversidad en el Estado-nación latinoamericano (De Carvalho 2004). Por otra parte, está orientado a la construcción de políticas estatales que regulen las relaciones entre las alteridades indígenas y afrodescendientes y el Estado promulgador de las mismas.

Partiendo de este panorama, retomo la idea inicial planteada, según la cual, a partir de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, se impulsan los proyectos de patrimonialización de diferentes tradiciones populares "culturalmente diversas" y la posterior vinculación de éstas con el discurso de industrias culturales. Sobre el tema del patrimonio cultural, una definición formal se refiere al "conjunto de manifestaciones culturales materiales e inmateriales que una sociedad hereda, interpreta, dota de significado, se apropia, disfruta, transforma y transmite" (Pizano et al. 2004, 28). Esta definición, sin embargo, se presenta sin los conflictos y tensiones que ocurren a la hora de declarar "patrimonio" de una nación un hecho social, invisibilizando el proceso a través del cual el Estado ejerce su poder, al definir y legislar lo que es relevante de ser considerado como tal y, por tanto, ser protegido y fomentado (Villaseñor y Zolla 2012). Este proceso presenta una paradoja dentro de las mismas leyes expedidas por el Estado colombiano, en la medida en que mientras la normatividad de patrimonialización exige una salvaguardia y protección de las expresiones culturales frente a la mercantilización de las mismas (Decreto 763 de 2009), otras publicaciones del Ministerio de Cultura mismo enfatizan en la necesidad de enlazar lo patrimonial con lo turístico, con el emprendimiento empresarial y las industrias culturales, con la exhortación a diferentes instituciones estatales (ministerios, ICANH, Colciencias, universidades públicas) a promover la investigación académica con este tipo de enfoques (ver Ministerio de Cultura 2010; Chaves, Montenegro y Zambrano 2010).

Las expresiones culturales que pasan por un proceso de patrimonialización deben matizar sus características más particulares (étnicas, de género, de región) para que puedan ser aprehensibles y significantes por una mayor cantidad de personas dentro de un mismo país, personas que son externas a las comunidades portadoras o "productoras" de estas expresiones (Ochoa 2003; ver también Chaves, Montenegro y Zambrano 2010; Villaseñor y Zolla 2012). Al pensar en el tema particular de la patrimonialización de prácticas culturales de comunidades afrodescendientes, es necesario dar cuenta del proceso de "fetichización" (De Carvalho 2003 y 2004; Andrews 2007) que éstas han vivido en el mundo occidental moderno, pasando algunas de ellas de ser anteriormente despreciadas en contextos urbanos o de clases altas, a ser en la actualidad relevantes en cuanto al consumo masivo.

Recientemente, se ha intentado imbricar los procesos de patrimonialización del Estado-nación multicultural colombiano con los proyectos de industrias culturales. El concepto "industria cultural" fue acuñado por Max Horkheimer y Theodor Adorno a mediados del siglo XX y retomado en la década de los setenta por la Unesco, suavizando la crítica política que traía consigo la definición original de los teóricos de la Escuela de Frankfurt, al eliminar la diferenciación entre cultura de masas y cultura de élite y el análisis de la estandarización de la cultura mediante su reproducción masiva. El término ha sido analizado desde diferentes posturas: algunas defensoras del concepto y sus utilidades (García Canclini 1999; Martín Barbero 2000), otras enfáticas en las críticas a la despolitización del concepto mismo en beneficio de las lógicas del capitalismo moderno (Narváez Montoya 2008; Chaves, Montenegro y Zambrano 2010). En este momento, recupero la definición de la industria cultural como "la organización de la producción, la distribución, la circulación, el intercambio y el consumo de bienes y servicios culturales en forma de empresa capitalista, independientemente del sistema técnico utilizado. Es la racionalización productiva de la cultura, por oposición a la espontaneidad de la cultura común" (Narváez Montoya 2008, 38).

Para el Ministerio de Cultura de Colombia, las industrias culturales tienen un "inmenso" poder económico del cual, según esta entidad, se desprenden manifestaciones como la identidad, la memoria y la participación social (Ministerio de Cultura 2003). Siguiendo esta línea argumentativa, las industrias culturales se asumen como determinantes/condicionantes de la cultura misma. Esta "nueva utilidad social de la cultura" (Ministerio de Cultura 2010, 398) busca generar cadenas productivas alrededor de las industrias culturales y a la vez generar procesos de identificación y pertenencia de ciertos grupos poblacionales "excluidos", hacia una vinculación a la gran sociedad -y economía- nacional.

En la ciudad de Cali, la incursión de los proyectos de industrias culturales logró resonancia en los diferentes escenarios de la ciudad a través del plan de gobierno de la alcaldía de Jorge Iván Ospina (2008-2011) con la puesta en marcha del proyecto "Industrias culturales, motor de desarrollo socioeconómico de Cali (2009-2012)", financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo y uno de sus organismos filiales, el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), con un monto total de inversión de US$3'400.0002. El objetivo general de este proyecto obedeció a la idea de contribuir al progreso socioeconómico de la ciudad de Cali, impulsando y posicionando las industrias culturales como una nueva fuente de desarrollo y de oportunidades a través de la cooperación de los sectores público y privado; esto teniendo en cuenta el peso de las industrias culturales en el PIB de Cali -entre el 1,01% y el 1,22%- y el aporte del área de "la cultura" de la ciudad en el PIB "cultural" del país -entre el 3,3% y el 4%- (Alonso Cifuentes et al. 2010). Este proyecto ha continuado su funcionamiento con la siguiente alcaldía de la ciudad (a cargo de Rodrigo Guerrero, 2012-2015), tomando cada vez más fuerza a través de eventos culturales relacionados con expresiones afrocolombianas (particularmente, las "afropacíficas") que tienen lugar en la ciudad, como el Festival de Músicas del Pacífico "Petronio álvarez", el Festival Mundial de Salsa y el "salsódromo", en el marco de la Feria de Cali3.

Industrias culturales y empresas multiculturales en el Festival de Músicas del Pacífico "Petronio álvarez"

El Festival "Petronio álvarez" es un evento que se realiza anualmente en la ciudad de Cali, desde 1997, en el que se presentan diferentes expresiones culturales (musicales, en un principio) propias de las poblaciones afrodescendientes de la región del Pacífico colombiano (departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño). El Festival ha tenido una expansión y un crecimiento en popularidad, agrupaciones musicales concursantes, masividad, asistencia y significación (tanto para la ciudad de Cali y sus habitantes como para la región del Pacífico) verdaderamente exorbitantes: de acuerdo con las cifras encontradas en los informes de resultados del evento, al primer festival (realizado en 1997) asistieron 3.000 personas, mientras que al día final del concurso de 2014 asistieron 140.000 personas.

Frente a la importancia que ha tomado el evento para Cali, la Alcaldía de la ciudad (que es el organismo estatal encargado de la organización del Festival a través de su Secretaría de Cultura y Turismo) ha capitalizado en los años más recientes la simbología y significación que el "Petronio" ha ganado entre los habitantes de la urbe, y constantemente las ha utilizado con fines políticos y económicos. Esta situación se presenta, concretamente, desde la llegada a la Alcaldía de Cali de Jorge Iván Ospina, quien ejerció como gobernante máximo de la ciudad entre 2008 y 2011 y se preocupó por darle relevancia local y regional al Festival, vincularlo con los proyectos de industrias culturales y, además, asociarlo continuamente con su proyecto político personal4. La intención más relevante en este nuevo enfoque hacia el que es redirigido el Festival es dar cuenta de una fiesta que ya no es relevante en el plano sociocultural única y exclusivamente para la población afrodescendiente, sino para todos los habitantes de la ciudad de Cali, sea cual sea su autoidentificación étnica o cultural: "Este es el éxito del Petronio. La población afro se siente tratada con dignidad e identificada culturalmente, y la fiesta deja de ser patrimonio de los afros para convertirse en un evento de todos los caleños" (Alcaldía de Santiago de Cali 2009, 20)5.

Además de las proyecciones de ampliación de públicos a los que se dirige el "mensaje" del Festival a través del discurso multicultural, también se plantea la introducción del proyecto de industrias culturales como otra propuesta vinculada al "Petronio", que busca integrar las expresiones culturales "afro" performatizadas en este espacio (y las personas que las portan o las "producen") a las lógicas de la economía local, regional y nacional; al mismo tiempo, y en teoría, lograr un mayor vínculo de estas comunidades con la sociedad nacional en cuanto a la visibilización e inclusión social. A partir de 2008 y hasta la actualidad, se articula un complejo comercial a las afueras del espacio de las presentaciones musicales del evento, en el cual se venden los licores tradicionales de diferentes zonas de la región del Pacífico, diversos productos gastronómicos típicos de la región, así como artesanías y productos manufacturados que tienen una "influencia cultural" de estas tradiciones específicas. A continuación describiré brevemente los aspectos más relevantes de estos procesos.

La muestra artesanal, en un principio, era un pequeño espacio ubicado al frente de la zona de comidas, que ha tenido un crecimiento constante con el paso de los años: en 2009 apenas se presentan ocho puestos, mientras que en 2010 hay cincuenta, y en la edición de 2012 se inscriben más de cien stands, que incluyen principalmente prendas de vestir (turbantes, sombreros, bolsos) y objetos de decoración para hogares. De acuerdo con el Informe de Gestión del Proyecto "Industrias culturales-Gastronomía y Muestra Artesanal" (2010) de la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali, el objetivo de esta muestra es fortalecer el emprendimiento y la industria cultural, generar sentido de pertenencia por la ciudad y venderla como destino turístico cultural. El costo de la inscripción a esta muestra oscila entre 200.000 y 300.000 pesos por puesto, y, según el mencionado informe, las ventas individuales son, en promedio, de un millón de pesos durante los días de realización del Festival. Para 2011, según la página web del "Petronio", se totalizaron ventas en el complejo comercial del evento por 2.500 millones de pesos (1.400 millones en comidas, 800 millones en bebidas y 370 millones en artesanías). Es evidente que, a pesar de la variedad de productos que ofrecen los expositores participantes en esta muestra, esta parte es la que menos ganancias produce, en la que menos gastan los asistentes al Festival.

En lo referente a la muestra gastronómica, se puede describir como "mini-cocinas" que venden diferentes productos: desde bocaditos para el antojo hasta almuerzos completos, así como venta de bebidas tradicionales de la región del Pacífico (tanto alcohólicas como no alcohólicas). Esta sección del Festival también ha tenido un crecimiento constante, al pasar de ocho tascas gastronómicas en 2009 a alrededor de treinta en 2012. El precio de inscripción para la muestra oscila entre 300.000 y 400.000 pesos por puesto, siendo principalmente mujeres cocineras afrocolombianas (llamadas por la organización del Festival "empresarias gastronómicas y culturales") las personas que se inscriben como participantes en este sector.

En lo relativo a los intérpretes musicales que hacen parte del concurso musical del Festival, la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad ha elaborado convenios con instituciones como el SENA, la Cámara de Comercio de Cali y el Ministerio de Cultura para ejecutar talleres de capacitación y formación en construcción y ejecución de instrumentos musicales usados en la interpretación de las tradiciones musicales que el Festival pretende exponer; esto con la intención de "formalizar" la actividad profesional y laboral de las personas participantes en los procesos articulados alrededor del evento, otorgándoles certificados e incluso, en algunos casos, diplomas de estudios técnicos, a través del SENA. Así mismo, desde 2008 se efectúa paralelamente al Festival una rueda de negocios apoyada por el Ministerio de Cultura de Colombia y REDLAT (Red de Promotores de Latinoamérica y el Caribe), en la que agrupaciones musicales participantes en el Festival logran establecer contactos y contratos con empresarios culturales de diferentes ciudades del país y también de otros países para realizar presentaciones musicales en eventos, festivales o ferias, tanto a nivel nacional como internacional. A partir de 2013, este evento cambió su nombre por "Mercado Musical del Pacífico", aunque mantiene el mismo objetivo de negociación y circulación de propuestas musicales vinculadas al Festival y a la región.

Para finalizar este apartado, es pertinente mencionar que desde 2010, la Alcaldía de Cali fomenta el proyecto "Emprendimiento e industrias culturales" a través de la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad, siendo éste parte del macroproyecto mencionado antes, el cual es financiado por el BID y otras instituciones, tanto nacionales como internacionales, privadas y públicas. A través de este proyecto se realizan estudios de medición del impacto económico del Festival en la ciudad, que se preocupan por establecer las dinámicas comerciales que se articulan alrededor del evento (tanto formales como informales -por ejemplo, vendedores de comidas rápidas a las afueras del evento-) y las estrategias de creación de públicos y espectadores a través del mercadeo cultural. Todas estas acciones apuntan hacia la construcción de la imagen de Cali como una ciudad cultural y multicultural que al mismo tiempo es capaz de poner a funcionar económicamente toda esa riqueza cultural a través de la conformación de "empresas multiculturales" (Ministerio de Cultura 2002).

Encrucijadas en la producción de la diversidad "afropacífica" en la ciudad de Cali como industria cultural

El Festival "Petronio álvarez" es un ejemplo de los espacios en los que la diversidad cultural "afro" de la ciudad de Cali intenta insertarse en los proyectos de industrias culturales, articulada como "etnodiversidad", entendido este concepto, según Birenbaum (2009), como el conjunto discursivo y estructural, el campo de significación en el que la otredad cultural adquiere un valor. En este caso, esta diversidad cultural "afro" es representada por los habitantes de la ciudad cuyas familias (o ellos mismos) provienen de la región del Pacífico colombiano, por lo que sería más conveniente hablar de diversidad cultural "afropacífica", y, dado que estas prácticas culturales son referidas al conjunto poblacional afrocolombiano, se propone complementar el concepto de "etnodiversidad" con el de "afrodiversidad".

Las intenciones de instaurar y fomentar la creación de empresas articuladas a la "etnodiversidad"/"afrodiversidad" presente en la ciudad de Cali pueden asociarse al concepto propuesto por los antropólogos Jean y John Comaroff (2011) de "etnicidad S. A.". Para estos autores, la aparición de la etnicidad S. A. (o "etnicidad-empresa") implica un proceso dialéctico: por un lado, la constitución de una identidad étnica como un ideal homogéneo, y, por otro lado, la transformación en mercancía de sus productos y prácticas culturales. Este proceso está estrechamente ligado a la historia contemporánea del capitalismo, en la que el Estado-nación busca establecer un sujeto emprendedor capaz de formar empresa (en este caso, una "empresa multicultural" o "etno-empresa") frente a la creciente desregularización de la economía nacional por parte del aparato estatal, y en la que, además, hay una fuerte globalización de las economías, de la diversidad y del deseo (Comaroff y Comaroff 2011).

Siguiendo esta lógica, las poblaciones afrodescendientes del Pacífico colombiano que pretenden vincularse a las dinámicas de industrias culturales propuestas por el Estado-nación en la ciudad de Cali son entendidas como sujetos "libres" capaces de construir su propio futuro económico, entendiendo que el Estado neoliberal ya no necesariamente tiene que velar más por su sostenibilidad en este aspecto de la vida social. Sin embargo, aunque el Estado no se responsabiliza por el bienestar económico de sus ciudadanos, sí genera "las condiciones" para que, en el caso de las poblaciones afrocolombianas, surjan estas "etno-empresas", que, además, deben capitalizar lo más importante que poseen -su diversidad cultural "exótica"- para agregar un plusvalor a la mercancía o el servicio que ofrecen y, así, insertarse en las dinámicas propias de la economía nacional, contribuyendo a su propio "desarrollo" y al desarrollo de la región Pacífica del país6.

Estos procesos no están exentos de tensiones y contradicciones en su ejecución y puesta en práctica en el escenario cultural y comercial de la ciudad de Cali. Para el caso del Festival "Petronio álvarez", estas tensiones aparecen en las mencionadas muestras gastronómicas y artesanales que se realizan en el marco del evento e involucran a las personas que pretenden participar en ellas. Estas personas deben pagar su inscripción a estos escenarios y no tienen garantizado el hospedaje ni el transporte a la ciudad de Cali, por lo que, en caso de no vivir en la ciudad, deben asegurar una buena cantidad de dinero para solventar sus gastos durante la duración del evento. Teniendo en cuenta que las poblaciones afrocolombianas de la región del Pacífico colombiano viven en condiciones económicas considerablemente precarias, en comparación con la mayoría de los habitantes de zonas urbanas del resto del país, es evidente que la muestra gastronómica y artesanal es pensada principalmente para los "empresarios" afrodescendientes habitantes de Cali.

Además, en 2012 se presentaron problemas con las personas participantes en la feria gastronómica, pues el día del inicio del evento, las cocinas de los puestos estaban sin gas y sin energía, razón por la que se pudrieron muchos mariscos y pescados que necesitaban refrigeración inmediata. Las cocineras debieron improvisar espacios comunitarios para poder elaborar sus productos, lo que generó desorden y hacinamiento7. El último día del Festival, la Policía ordenó el cierre y desalojo del "complejo cultural" del "Petronio" a las seis de la tarde, cuando el permiso inicial por parte de la Alcaldía era hasta las once y treinta de la noche, lo que influyó en grandes pérdidas en ventas de "las empresarias gastronómicas". Estos problemas generaron una protesta conjunta por parte de varias de las personas participantes de la muestra gastronómica el último día del Festival ante el inminente cierre del espacio, por el incumplimiento de acuerdos pactados con la Alcaldía y la Secretaría de Cultura y Turismo para la realización de la muestra; voceros de la Secretaría se comprometieron, firmando un acta ese mismo día, a devolver a estas personas los 400.000 pesos de inscripción por el stand que habían pagado previamente al inicio del evento.

La producción de estas expresiones culturales "etnodiversas"/"afrodiversas" en la ciudad de Cali, en el marco de los proyectos de industrias culturales, se corresponde con el llamado "etno-boom" (Arocha 2005)8, que invisibiliza las condiciones de marginación y exclusión históricas a las que se han enfrentado las poblaciones afrocolombianas (a nivel de la ciudad de Cali pero también a nivel nacional) y simplifica sus expresiones culturales (musicales, principalmente, pero también hemos visto que se amplía este espectro hacia lo gastronómico y lo artesanal, e incluso a lo dancístico y lo corporal) a un papel "exótico" y seductor, que busca mostrarlas como una posibilidad de generar beneficios económicos, al ser entendidas como empresas y convertirlas en tales, pero que a la vez perpetúa la imagen de una identidad y cultura afrocolombianas que se encasillan en los estereotipos asignados en el país a estas poblaciones desde el período colonial y que han pervivido durante los siglos XIX y XX, e incluso hasta la actualidad9

Estos estereotipos (entendidos, según Hall [1997], como un juego de saber-poder que clasifica de acuerdo con la norma y construye lo excluido como "otro") de las comunidades afrocolombianas se encuentran materializados en prácticas y políticas, tanto públicas como privadas, que evidencian el racismo estructural del Estado-nación colombiano y que reproducen condiciones de vida extremadamente desiguales y precarias para estas poblaciones respecto al resto de la población colombiana. Según cifras del Observatorio de Discriminación Racial de las Naciones Unidas -basadas en el censo nacional realizado por el DANE en 2005-, la mortalidad infantil de la niñez afrocolombiana casi duplica la del resto de la población; el 12% de la población afrocolombiana ha sufrido el desplazamiento forzado; el 60% vive en la pobreza; apenas el 49% está afiliada a algún sistema de salud, y el porcentaje de desempleo es 40% más alto que el del resto de la población del país. Esto se corresponde con el caso de la ciudad de Cali: de acuerdo con el PIU (Plan Integral Único de Atención a la Población Desplazada) de la Secretaría de Salud Municipal (2011), el 50% de la población que llega a la ciudad en condición de desplazamiento es afrodescendiente, y el 75% de la población afrocolombiana vive en las comunas que concentran casi todo el hábitat popular en Cali (principalmente, en el Distrito de Aguablanca), mientras que, de manera inversa, los barrios de las clases media y alta no acogen sino a un 15% de los afrocolombianos (Urrea y Barbary 2004).

En este escenario de discriminación estructural tiene lógica que los afrocolombianos y sus tradiciones culturales sean aceptados y fomentados sólo si han pasado por el filtro del relato mestizo del proyecto multicultural, de lo que es útil y funcional para éste, correspondiendo con lo que Slavoj Zizek (1998) denomina una de las formas de expresión del racismo posmoderno contemporáneo. El recurso a lo étnico (en este caso, de lo "afrodiverso") como innovación de mercado permite mostrar la imagen de Cali como una ciudad tolerante con la diferencia, en la que todas las personas (sean mestizas o negras) pueden salir en la fotografía multicultural, fotografía que, de paso, será la postal para recordar a la ciudad y para promocionarla como destino turístico "cultural", tanto para el resto de ciudadanos colombianos como para turistas extranjeros. Si lo primordial para la Alcaldía de la ciudad de Cali y su Secretaría de Cultura y Turismo es la comercialización y producción de ciertas prácticas "etnodiversas"/"afrodiversas" como etno-empresas, lo que más relevancia tiene en esta lógica es entender estas prácticas culturales como mercancías que pueden ser comercializadas. Y frente a esto, hay que recordar que las mercancías se definen a través de un valor de intercambiabilidad articulado sociocultural e históricamente por la política (Appadurai 1991), que implica considerar los acuerdos "legítimos" que establecen las condiciones del intercambio y los sujetos involucrados -así como sus intereses particulares- en tales transacciones.

Como se mencionó antes, la diversidad cultural que celebra el multiculturalismo es al mismo tiempo una manera de administrar y domesticar las alteridades nacionales (De Carvalho 2004; Restrepo 2004a y 2004b; Segato 2007), en cuanto amenazas en contra de la sociedad nacional que se pretende homogénea, entendiendo esto en el sentido de que se compartan ciertos intereses comunes (una idea de "identidad nacional"), aunque los habitantes de la nación sean culturalmente diversos. Esta diversidad cultural no puede estar por encima de los "intereses nacionales comunes", intereses de las clases dominantes que detentan el poder del Estado, "una élite antropofágica que devora al otro y lo transforma en uno de los elementos de su nutrición" (Segato 2007, 27). Y estos intereses comunes pasan por la idea de la construcción de una sociedad igualitaria y tolerante (independientemente de las diferencias étnicas o culturales), por una idealización de la paz como retórica infaltable en cualquier discurso político que se realice en Colombia y por la necesidad de un "progreso" (o desarrollo) económico del conjunto del país, que se trata de agenciar para estas poblaciones "afrodiversas" (en este caso, en el marco de la ciudad de Cali) a través de la propuesta de industrias culturales y de empresas multiculturales o "etno-empresas".

Consideraciones finales

Aunque el análisis de los procesos descritos en este artículo apunta a evidenciar críticamente la inserción de las expresiones culturales "afropacíficas" en circuitos de intercambio mercantil propios del neoliberalismo contemporáneo, no se pueden desconocer prácticas y significados nuevos surgidos dentro de los sujetos "portadores" de éstos en medio de estos procesos, articulando nuevas formas de vivir y performatizar su identidad "etnodiversa", y que no necesariamente implican una pérdida total de ella, sino una fusión entre producción y consumo, inclusión y exclusión, apropiación y rechazo, en un contexto "glocal" donde objetos y sujetos culturales proliferan de forma masiva (ejemplos de estos procesos de reconstrucción y resignificación identitaria se pueden encontrar en Wade 2008; Comaroff y Comaroff 2011; Birenbaum 2012). Esta situación expone los términos en los que actualmente se relacionan las poblaciones afrocolombianas con el Estado-nación y sus "alteridades nacionales" (Segato 2007), y, por tanto, las maneras en que se construyen y dotan de sentido las identidades étnicas en los contextos contemporáneos.

Por otra parte, las discusiones presentadas no pretenden desestimar las perspectivas de análisis económico de los fenómenos socioculturales contemporáneos. Los estudios y enfoques, por ejemplo, desde una perspectiva de género sobre quién(es) realiza(n) qué tipo de labores en la producción y (re)creación de estas expresiones culturales, sobre la división social del trabajo "tradicional" y las transformaciones de la misma a la luz de los procesos de la modernidad o sobre la caracterización de la participación familiar en las "etno-empresas" (y qué es lo que se entiende por "familia" en estas poblaciones), son temas pertinentes y necesarios para pensar desde las ciencias sociales colombianas (incluida la economía y sus disciplinas afines). Pero estos análisis no se hacen, y parecen no estar en el panorama de lo posible para las instituciones involucradas en los proyectos de industrias culturales. Los únicos estudios que se realizan y se fomentan por parte de la Alcaldía de la ciudad de Cali y sus organismos adjuntos son elaborados por economistas (para un ejemplo, ver Cifuentes, Gallego y Ríos 2010) y están orientados, principalmente, hacia los públicos "consumidores", sus "hábitos de consumo", y en ninguna ocasión aparecen siquiera mencionadas las poblaciones "productoras"/portadoras de las prácticas culturales "etnodiversas" que se pretende articular en estos proyectos.

Los beneficios efectivos del proceso de vincular estas expresiones culturales "etnodiversas"/"afrodiversas" con las industrias culturales parecen, evidentemente, estar más dirigidos hacia el Estado colombiano (y sus representantes locales, en este caso, la Alcaldía de la ciudad de Cali) que hacia las poblaciones afrocolombianas de la ciudad. El desarrollo y crecimiento de las "etno-empresas" no son responsabilidad del Estado y están sujetos a las variantes y los flujos de la economía-mercado local, regional y nacional, mientras que el recaudo electoral es una ganancia fija para la Alcaldía de Cali (e incluso para el Ministerio de Cultura).

Los procesos descritos en este artículo son un ejemplo reducido de análisis sobre la ejecución del proyecto de industrias culturales "etnodiversas"/"afrodiversas" en la ciudad de Cali, pero también en el país. Este ejercicio, creo, ha de poner a los investigadores sociales, a las poblaciones afrocolombianas que pretenden articularse a estas dinámicas y, ciertamente, a las instituciones estatales (tanto locales como regionales y nacionales) en una posición reflexiva y crítica sobre la manida premisa de generar desarrollo a través de la cultura, idea repetida hasta la saciedad en los diferentes eventos culturales que se realizan en la ciudad y que en tiempos de "posconflicto" parece más recurrente que nunca. Son errados los fundamentos epistemológicos de estos proyectos, al incluir y articular la diversidad cultural de una ciudad -o del país en su conjunto- a las lógicas económico-productivas de los mismos, al plantearse sin reconocer a los sujetos portadores y productores de esta diversidad cultural y sin discutir con ellos, que están completamente ausentes en este artículo, y son también errados todos los lineamientos de política pública sobre industrias culturales, tanto a nivel local como nacional.


Comentarios

* Este artículo proviene de la investigación: "Expresiones del multiculturalismo en dos festivales musicales afrolatinoamericanos: el Festival de Músicas del Pacífico 'Petronio Álvarez' en Cali (Colombia) y el Festival Internacional Afrocaribeño en Veracruz (México)", financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt, México).

1 Para una mayor ampliación y caracterización de las diversas aristas que surgen al recurrir a técnicas como la entrevista para soportar y/o contrastar los análisis del presente texto, sugiero consultar la tesis que he presentado para optar al título de magíster en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (Pazos Cárdenas 2015), documento del cual se desprende este artículo.

2 El BID y el FOMIN financiaron el 60% del presupuesto del proyecto. El resto fue aportado por los otros organismos vinculados al mismo: la Alcaldía de la ciudad, la Cámara de Comercio de Cali, la caja de compensación Comfandi, la Universidad Icesi y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

3 El "salsódromo" es el evento inaugural de la Feria de Cali, creado en 2008, consistente en un desfile de varias de las más reconocidas escuelas de salsa que operan en la ciudad, a lo largo de casi kilómetro y medio por una de las autopistas más grandes de la urbe (la Autopista Sur-Oriental). La importancia del complejo musical de la salsa en la ciudad es reconocida internacionalmente. En la actualidad, de acuerdo con el Plan de Gestión de la Alcaldía 2011-2015, Cali cuenta con más de noventa orquestas locales intérpretes del género, cerca de ochenta escuelas de baile de salsa y sus diferentes estilos, y alrededor de nueve mil bailarines profesionales. Los procesos referentes a la vinculación de la "industria de la salsa" con las industrias culturales en Cali no serán caracterizados en este artículo por cuestiones de límite de extensión del mismo, pero es importante mencionarlos como uno de los espacios del despliegue de estos proyectos en el escenario cultural y económico contemporáneo de la ciudad. Como dato complementario, a principios de 2015, el alcalde de la ciudad, Rodrigo Guerrero, presentó al presidente del país, Juan Manuel Santos, los planos y presupuestos para la construcción de un "bailódromo", escenario pensado especialmente para este tipo de eventos culturales, con un aforo aproximado de 70.000 personas.

4 "El Petronio Álvarez [...] es un espacio extraordinario para hacer inclusión y construcción de cultura ciudadana; para crear identidad, a la vez que representa un punto estratégico para mostrar la Cali que ha estado oculta, marginada y que no ha tenido presencia, pero que en la presente Alcaldía del Doctor Jorge Iván Ospina sí la tiene y lo logra con altura" (Alcaldía de Santiago de Cali 2009, 20).

5 También se ha realizado una constante asociación del evento con la paz. Además del evidente juego semántico de las palabras "paz" y "Pacífico", la organización del Festival ha fomentado la idea de que expresiones culturales como las músicas afrodescendientes del Pacífico colombiano son una opción para la vinculación e inclusión de estas comunidades de una manera "pacífica" a las dinámicas propias del multiculturalismo de la ciudad de Cali y del Estado-nación colombiano, como respuesta a las vejaciones que han vivido estas poblaciones en medio del conflicto armado que se ha desarrollado en el país durante más de sesenta años (ver Birenbaum 2006 y 2012).

6 En otro nivel de análisis, estos procesos implican un "blanqueamiento" (Wade 2002; Ochoa 2003; Andrews 2007) de varios de los elementos culturales propios de las poblaciones afrocolombianas, a fin de poder ser "más aptos" para el consumo por parte de los ciudadanos del país que no se autoadscriben originalmente a estos grupos étnicos ni a sus prácticas culturales "diversas".

7 Similar situación ocurrió en el "Día del Pacífico" de la Feria de Cali de 2014. El "Día del Pacífico" se institucionalizó, en el marco de las actividades culturales de la Feria desde el año 2000, como un espacio en el que se realizan presentaciones musicales y venta de productos alimenticios, licores y artesanías "tradicionales" de esta región.

8 De acuerdo con Jaime Arocha (2005), el "etno-boom" hace referencia a la promoción cultural y mediática de los patrimonios inmateriales de poblaciones afrodescendientes e indígenas en Colombia, siendo éste un proceso de ninguneo, exaltación paternalista y trivialización de universos simbólicos que responde a las lógicas del conflicto armado colombiano, en medio de los contextos multiculturales.

9 Para un análisis sobre los discursos sobre la inferioridad racial y cultural de las poblaciones afrodescendientes en Colombia en los siglos XIX y XX, ver Wade (2002) y Birenbaum (2006).


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Artículo recibido: 11 de mayo de 2015; aceptado : 3 de agosto de 2015; modificado: 24 de agosto de 2015.