SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue28The Importance of Varied, Complementary and Comparative Approaches to the Investigation of the Interactions between Humans and Fauna in Latin AmericaAnimals as psychopomps in the tombs of the Justino Archaeological Site? (Canindé de São Francisco - Sub-region of Xingó - Sergipe, Brasil) author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.28 Bogotá May/Aug. 2017

https://doi.org/10.7440/antipoda28.2017.02 

Meridianos

Narrativas etnográficas sobre ballenas y balleneros en las costas de Chile*

Ethnographical Narratives about Whales and Whaling off the Coast of Chile

Narrativas etnográficas sobre baleias e baleeiros no litoral do Chile

Daniel Quiroz** 

Gastón Carreño*** 

1Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Chile, daniel.quiroz@museosdibam.cl

2Centro de Estudios de Antropología Visual, Chile, manqacen@hotmail.com


Resumen:

La historia de la caza comercial de ballenas en Chile permite distinguir la presencia de tres tradiciones balleneras foráneas, que denominamos "yanqui", "noruega" y "japonesa", que se instalan sobre una tradición preexistente: la caza pasiva o el procesamiento de ballenas varadas en las playas, realizado no sólo por los pueblos originarios sino también por los europeos y sus descendientes. Este montaje de tradiciones configura una secuencia de procesos sobrepuestos que ha sido narrada por un conjunto de observadores contemporáneos de los hechos. La revisión de los textos escritos por estos observadores muestra distintas construcciones conceptuales sobre las ballenas (como "monstruo", "recurso" y "recurso escaso") y los balleneros (como "héroes" y "profesionales"), vinculadas con la evolución tecnológica (caza pasiva, caza tradicional, caza moderna) de la caza de ballenas en nuestro país.

Palabras Clave:  Chile; caza; caza de ballenas; tradiciones balleneras; narrativas etnográficas

Abstract:

The history of the commercial hunting of whales in Chile allows us to distinguish three foreign whaling traditions, which we shall call the "Yankee", the "Norwegian" and the "Japanese", which inserted themselves into a pre-existing tradition: passive hunting or the butchering of whales stranded on beaches undertaken not only by the native populations but Europeans and their descendants as well. This montage of traditions shapes a sequence of superposed processes which have been narrated by a group of contemporary observers of these events. A review of the accounts written by these observers reveals different conceptual constructions about whales (as a "monster", "resource" and "scarce resource") and the whale hunters (as "heroes" and "professionals"), linked to the technological evolution of whale hunting in our country (passive hunting, traditional hunting, modern hunting).

Keywords Chile; hunting; whale hunting; whaling traditions; ethnographic narratives

Resumo:

a história da caça comercial de baleias no Chile permite diferenciar a presença de três tradições baleeiras estrangeiras que denominamos "yankee", "noruega" e "japonesa", que são instaladas sobre uma tradição preexistente: a caça passiva ou o processamento de baleias atoladas nas praias, realizado não somente pelos povos originários, mas também pelos europeus e seus descendentes. Essa montagem de tradições configura uma sequência de processos sobrepostos que vem sido narrada por um conjunto de observadores contemporâneos dos fatos. A revisão dos textos escritos por esses observadores mostra diferentes construções conceituais sobre as baleias (como "monstro", "recurso" e "recurso escasso") e os baleeiros (como "heróis" e "profissionais"), vinculadas com a evolução tecnológica (caça passiva, caça tradicional, caça moderna) da caça de baleias em nosso país.

Palavras-chave: caça; Chile; caça de baleias; tradições baleeiras; narrativas etnográficas

La caza de ballenas, definida como "la matanza intencional de grandes cetáceos con el fin de obtener productos económicamente útiles" (Reeves y Smith 2006, 82), fue precedida en muchos lugares del mundo por la "caza pasiva", es decir, por "la captura y el procesamiento de las ballenas varadas en las costas" (Kalland y Moeran 1992). Las representaciones visuales de ballenas y su "posible" caza tienen una historia de miles de años, como lo atestiguan diversas manifestaciones rupestres repartidas por el mundo (Bahn 2013). Los escritos son algo más recientes, pero algunos "textos cuneiformes sugieren que los fenicios podrían haber cazado ballenas (incluso cachalotes)" hace unos 3.200 años, práctica que habría desaparecido por completo en la época de griegos y romanos (Proulx 1986, 8-9).

Los historiadores han asegurado que la caza comercial de ballenas se inicia en el mundo occidental recién a partir del siglo X o XI de nuestra era (Ellis 1991, 45), cuando pescadores vascos capturaban ballenas en las costas del golfo de Vizcaya, usando botes abiertos y arpones de mano, para obtener la grasa, que comercializaban por toda Europa (Azpiazu 2000). Los vascos extenderán luego sus sistemas de caza en aguas atlánticas llegando hasta Terranova (Canadá) en el siglo XVI, e incluso instalándose en las costas de Brasil a comienzos del siglo XVII (Du Pasquier 2000). Entre los siglos XVII y XVIII, holandeses e ingleses (también franceses, daneses, rusos y alemanes) cazaron ballenas por todo el Atlántico norte continuando con la tradición iniciada por los vascos. Los balleneros anclaban sus naves cerca de la costa y construían una estación terrestre con materiales del barco. Las ballenas eran avistadas desde la playa y luego perseguidas y cazadas desde la proa de una chalupa. La carcasa de la ballena era remolcada a la estación costera, donde la grasa era removida y derretida. El aceite de ballena se almacenaba en barriles de madera (Hacquebord 2003). En la segunda mitad del siglo XVIII comienza desde las costas de Nueva Inglaterra una nueva forma de cazar y procesar cetáceos. La caza se realizaba con veleros que llevaban a bordo botes balleneros. Cuando se divisaba una ballena, los botes eran bajados de los buques. Desde el bote, el arponero lanzaba, a muy corta distancia, uno o más arpones contra la ballena. Herida, esta remolcaba los botes balleneros en su huida. Cuando se cansaba, el timonel la mataba con una lanza que hundía en el cuerpo de la ballena, la cual era llevada a un costado del velero, donde era descuartizada; la grasa era retirada y subida a bordo mediante poleas. En el velero era transformada en aceite usando hornos instalados a bordo. Con este sistema se mejoraba la calidad del aceite, y las expediciones duraban entre tres y cuatro años (Davis, Gallman y Gleiter 1997, 36). La caza de ballenas alcanzó las costas del Pacífico a fines del siglo XVIII y se globalizó durante la primera mitad del siglo XIX (Dolin 2007). Es la denominada caza "tradicional" o "premoderna" (Ellis 1991).

La caza "moderna" de ballenas surgió en el norte de Noruega en la segunda mitad del siglo XIX, cuando Sven Foynd "inventa" el cañón arponero montado en buques de vapor, construidos para hacer más eficiente la cacería. El buque debía ser "rápido, poderoso, maniobrable y virtualmente imposible de hundirse" y usaba "un arpón explosivo lanzado desde un cañón montado en la proa" (Brown 1976, 25). Estas innovaciones permitieron capturar todo tipo de ballenas, incluidos grandes rorcuales como la ballena azul y la de aleta, y la explotación de los mares antárticos. Las carcasas eran procesadas en plantas terrestres para producir aceite y abono. El proceso comenzaba con la llegada de la ballena a la planta, que, luego de ser izada a la rampa, era llevada a la plataforma de descuartizamiento, donde se separaban el tocino, la carne y los huesos, que iban a las "cocinerías". Se obtenía un aceite que era enviado a plantas de purificación, y el resto -una mezcla de líquidos y sólidos-, a la planta de harina o de guano (Basberg 2004, 83-84). Usaban también buques factoría, considerados como verdaderas "fábricas en movimiento". Los primeros buques factoría sólo permitían que se trabajara al costado de la nave, cortando el tocino en grandes trozos que luego eran subidos a bordo, picados en trozos más pequeños y cocinados en calderas para obtener el aceite. Las verdaderas fábricas flotantes, con una rampa que permitía subir el cetáceo completo, sin necesidad de un procesamiento previo, se usaron desde 1925 (Basberg 1998, 31-32). Los japoneses siguieron el modelo noruego pero, como su objetivo no era el aceite sino la carne para consumo humano, modificaron las plantas de procesamiento de las ballenas (Kalland y Moeran 1992, 79).

El 23 de julio de 1982, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) aprobó una moratoria o pausa a la caza comercial de todas las especies de ballenas (Donovan 1982), que entra en vigor en 1986. Se autoriza la caza con fines científicos y la caza aborigen de subsistencia, que la CBI define como aquella cuyo propósito es el consumo local, y que desarrollan pueblos aborígenes que comparten fuertes vínculos comunitarios, familiares, sociales y culturales, con una dependencia tradicional de la caza y el uso de las ballenas (Donovan 1982).

Lineamientos teóricos

Este trabajo se inscribe en lo que se ha denominado "antropología histórica". C. Lévi-Strauss reflexiona sobre las relaciones entre historia y antropología señalando que la historia se preocupa de las sociedades complejas, "cuyo pasado se evidencia en archivos", y la antropología, de las sociedades sin escritura, "cuyo pasado se reduce a conjeturas, lo que incita a restringir su estudio al tiempo presente". Sin embargo, la historia, al entrar en contacto con la antropología, genera estudios que se han agrupado "bajo el nombre de antropología histórica" (Lévi-Strauss 1981, 1218). J. C. Schmitt señala que para el historiador, la antropología histórica, sin renunciar a las reglas de su "oficio" y a la tradición de su "saber hacer", busca "en su reflexión teórica y en su trabajo práctico, inspirarse en las problemáticas, los objetos y métodos de la antropología social y cultural", lo que constituye "un enriquecimiento por 'mestizaje' de tradiciones científicas distintas, con la esperanza, sino de una reunificación de saberes, al menos de un mejor diálogo entre las disciplinas, respetando el criterio de evolución de cada una de ellas" (Schmitt 2010). E. Ohnuki-Tierney afirma que los antropólogos interesados en la historia han producido dos tipos de "antropologías históricas", una que examina la cultura como un proceso histórico, y otra que se dedica a construir historias (Ohnuki-Tierney 2005, 180).

El interés de este trabajo es "construir una historia" de la caza de ballenas en Chile desde la antropología, en el espíritu sugerido por Schmitt: buscando un diálogo interdisciplinario, sin renunciar al propio "saber hacer". La etnografía retrospectiva es la herramienta escogida pues busca estudiar "el pasado de la misma manera como un antropólogo aborda una sociedad exótica" (Thomas 2009, 2) y analizar un modo de vida del ayer como si fuera contemporáneo, usando "los mejores equivalentes históricos de las observaciones de los etnógrafos" (Tilly 1978, 210). La caza de ballenas en Chile es un "evento del pasado" que no puede ser observado directamente, por lo que se debe recurrir a otro tipo de datos, que denominamos "recuerdos", "recortes" y "ruinas". Son los "recuerdos" de las personas que pudieron observar directamente la experiencia ballenera o les hablaron de ella; los "recortes" de documentos administrativos, científicos y literarios, de noticias y entrevistas de prensa, depositados en archivos; y las "ruinas" son testimonios y huellas materiales posibles de relevar en visitas a los lugares donde la caza de ballenas se produjo (Quiroz 2014b).

La gran mayoría de las investigaciones antropológicas sobre la caza de ballenas han estudiado la caza de subsistencia, siendo la cultura ballenera el concepto más usado. La cultura ballenera es "un complejo de rasgos que comprende no sólo las diversas maneras de capturar las ballenas sino también las formas de usar cada una de sus partes (piel, carne, aceite, huesos), tanto en su vida cotidiana como en la religión y el arte" (Takahashi et al. 1989, 105). Se la considera como "un conocimiento compartido sobre la cacería de ballenas que es transmitido a través de generaciones [... y que] abarca un patrimonio y una cosmovisión comunes, una comprensión de las relaciones ecológicas (incluidas las espirituales) y tecnológicas entre seres humanos y ballenas, procesos de distribución especiales y una cultura alimenticia" (Akimichi et al. 1988, 75). Sin embargo, los antropólogos que estudian la caza comercial de ballenas evitan usar el concepto cultura ballenera pues implica considerar "una adaptación marítima, tecnológica y económicamente especializada en la explotación de cetáceos, y donde las ballenas son particularmente importantes en otras esferas de la vida cotidiana" (Lindquist 1994, 15), aspectos no siempre presentes en el marco de la caza comercial. Se recomienda usar, entonces, el concepto tradición ballenera, entendida como "una forma particular de organización social, que integra habilidades y conocimientos individuales y colectivos, reglas de captura de una o varias especies de cetáceos, su procesamiento y la distribución y el uso de los productos transmitidos a través de generaciones" (Lindquist 1994, 16). La tradición no es sólo un patrón heredado de pensamiento y/o acción, una práctica específica a largo plazo, transmitida de generación en generación, sino también una interpretación del pasado mediatizada simbólicamente en el presente, en una transformación permanente, con continuidades y discontinuidades (Van Ginkel 2007, 9).

Sabemos de las tradiciones balleneras a través del estudio de las narrativas que se han construido y se siguen construyendo para representarlas y valorarlas. Las narrativas son formaciones discursivas que podemos entender como representaciones de una serie o secuencia de eventos. Una narrativa es una forma de contar, a menudo con palabras escritas o dichas (aunque es posible la mímica), algo que sucedió, una historia: la narrativa no es la historia sino su relato (Rudrum 2005). Las narrativas seleccionan algunos elementos, dejan fuera otros, y los ordenan dándoles un significado: crean historia (Kreiswirth 2000). Michel de Certeau define la narrativa etnográfica como el relato de un viaje desarrollado en tres etapas: "el viaje de ida", la búsqueda de lo extraño que se presume diferente; "la permanencia en el lugar", espacio en el que se realiza la traducción, y "el viaje de regreso", la vuelta a casa del viajero-narrador y su escritura. Es la representación del otro por un "testigo" (De Certeau 1986, 69-70). De este modo, "los horizontes narrativos de la escritura etnográfica son los parámetros de semejanza que permiten la verosimilitud del relato", son sus principios de coherencia y correspondencia (Pina-Cabral 2003, 119). El término "narrativa etnográfica" se usa en un sentido muy amplio, incluyendo no sólo los relatos elaborados por "etnógrafos profesionales" sino también por sujetos que no son nativos ni colegas, simplemente socios epistemológicos en la construcción de conocimientos (Quiroz 2015a, 321).

Operaciones balleneras en Chile

Reeves y Smith (2006, 83-84) usan el término "operación ballenera" para estudiar no sólo las formas de matar los cetáceos sino también la manera de procesar sus carcasas con el fin de obtener productos que luego serán consumidos y/o comercializados. Cada operación ballenera ocurre en un espacio/tiempo determinado, y los autores elaboran una compleja tipología, ordenando las distintas operaciones en una secuencia de "eras balleneras", con ciertos traslapes históricos. Las eras balleneras corresponden a "porciones de espacio/tiempo", donde es posible encontrar continuidades tecnológicas, sociales y culturales específicas, diferentes a las precedentes (Reeves y Smith 2006, 85). En nuestro trabajo hemos reemplazado el concepto era ballenera, más asociado a la geología y/o la historia natural, por el de tradición ballenera, en el mismo sentido planteado por Lindquist (1994, 15-16).

La historia de la caza comercial de ballenas en Chile permite distinguir la presencia de tres tradiciones balleneras foráneas, que denominamos "yanqui", "noruega" y "japonesa" (Quiroz 2014a), que se instalan sobre una forma preexistente: la caza pasiva o el procesamiento de ballenas varadas en las playas, realizado no sólo por los pueblos originarios sino también por los europeos y sus descendientes (Quiroz 2015a). Este montaje de tradiciones configura una secuencia histórica en la que se organizan las distintas operaciones balleneras en Chile.

La caza pasiva

Martin Gusinde piensa que los nómades canoeros del extremo sur sudamericano no cazaban ballenas: "nunca se aproximan a un animal completamente sano, pues podría resultarles muy peligroso", pero cuando ven una ballena acosada o herida se acercan en sus canoas desde todas direcciones, "los hombres lanzan sus largos arpones" y todos tiran "de las cuerdas para hacer mayores las muchas y graves heridas del animal". Si la matan, "arrastran la enorme presa a la playa, aprovechándose de la marea, con cuyo auxilio empujan el deforme cuerpo del animal lo más alto que pueden tierra adentro". El resultado "abastece a muchas familias durante varias semanas; su carne y aceite, huesos y tendones, barbas y dientes tienen un útil y variado aprovechamiento" (Gusinde 1951, 212-213). Antonio Vásquez de Espinoza describió a comienzos del siglo XVII, en la provincia de Atacama, otra operación ballenera en la que grupos de pescadores se acercaban sigilosamente en balsas de cuero de lobo a los cetáceos mientras dormían, asestándoles un golpe con una lanza con punta de cobre debajo de la aleta. Se arrojaban al agua y regresaban a la costa en la balsa. Observando desde la playa, esperaban a que la ballena muriera y varara. Acudían luego con toda la "parentela" y "parcialidad" para faenarla. Comían su carne y esperaban a que el sol derritiera la grasa para obtener el aceite, que guardaban en odres de tripas de lobo (Vásquez de Espinosa 1948, 618-619). La llegada de los europeos no terminó con esta práctica, sino que su propia experiencia (si se considera que la caza comercial de ballenas se inició en el norte de España y Francia alrededor del siglo X) se mezcló con la de los primeros habitantes del territorio, por lo que la caza pasiva y el aprovechamiento de ballenas varadas se continuó practicando en las costas de Chile hasta bien avanzado el siglo XX.

La caza tradicional

La presencia de balleneros extranjeros, principalmente estadounidenses, desde finales del siglo XVIII en los puertos chilenos estimuló una serie de operaciones locales, de naturaleza tanto pelágica como costera. La participación chilena en la caza pelágica aumentó significativamente entre 1868 y 1870, llegando a conformar en 1869 una flota de unos veinte veleros, adquiridos en Estados Unidos e Inglaterra, que usaban para cazar ballenas siguiendo el modelo pelágico yanqui, recorriendo las costas entre Chile y Panamá en viajes que duraban cerca de diez meses (Quiroz 2015b). Del puerto de Talcahuano salieron algunas expediciones para cazar ballenas en los mares antárticos (Cartes 2009). Desde 1830 se desarrollaron en el centro-sur del país algunas operaciones costeras, con botes abiertos y arpón de mano, para capturar ballenas y beneficiarlas en instalaciones terrestres bastante precarias. Los establecimientos más importantes estaban en Tumbes, isla Santa María y Lebu, pero se expandieron mucho más al sur, llegando hasta Chiloé a comienzos del siglo XX (Quiroz 2016).

Una de las experiencias más notables es la de la Familia Macaya, primero en isla Santa María y luego en Chome, cerca de Talcahuano. Los orígenes son, en cierto modo, "mitológicos". Su iniciador, Juan Macaya Aravena habría aprendido el oficio de Juan da Silva, un portugués que llegó a la isla Santa María en 1890. Da Silva habría aprendido las artes de la caza y el procesamiento de las ballenas en las islas Azores, desde donde se habría embarcado en los veleros balleneros norteamericanos (Hernández 1998, 43). La relación ballenera entre estos dos personajes se materializó con la creación de la Sociedad de los dos Juanes, sellada además por el matrimonio de Juan da Silva con Isabel Macaya (sobrina de don Juan). La sociedad no duró mucho tiempo, "apenas lo suficiente para que los Macaya descubrieran su vocación ballenera y aprendieran las técnicas de caza del portugués" (Sepúlveda 2008, 26). La Sociedad de los dos Juanes usaba chalupas balleneras y arpones manuales para la cacería y precarias instalaciones en la costa noreste de la isla Santa María para su procesamiento (Hernández 1998). En 1932 se constituyó la Compañía Chilena de Pesca y Comercio Juan Macaya Aravena e Hijos, y se instaló una planta para el procesamiento de ballenas en Puerto Macaya, isla Santa María.

La caza moderna

La caza de tradición noruega llegó a Chile en 1903 y se formalizó con la creación de la Sociedad Ballenera de Magallanes, empresa que operó tanto con plantas costeras como con buques factoría (Martinic 2004). Hacia 1910, la actividad ballenera moderna en Chile estaba completamente en manos noruegas, con plantas en Punta Arenas, Valdivia y Chiloé, aunque los capitales chilenos no eran tan ajenos. La retirada de los noruegos en 1913 permitió la emergencia de la Sociedad Ballenera de Corral, una empresa chilena que operó desde Valdivia bajo el modelo noruego hasta 1935 (Quiroz y Pastene 2014). La Sociedad Ballenera de Corral fue adquirida en 1935 por la Compañía Industrial S. A. (Indus) de Valparaíso, dando inicio a una nueva etapa en la industria ballenera nacional. La empresa, organizada como sociedad anónima, emprendió un negocio a gran escala, a fin de asegurar la materia prima para la elaboración de sus productos -jabones, detergentes, velas, aceites y margarinas-. Sus operaciones balleneras representaron la culminación del modelo noruego de caza costera (Pastene y Quiroz 2010). Sus actividades terminan con el cierre en 1967 de la planta de Quintay. Pero la Indus no fue la única empresa ballenera en la segunda mitad del siglo XX. La familia de Juan Macaya y sus hijos había iniciado sus operaciones durante los primeros años del siglo XX en isla Santa María, bajo la modalidad de caza "costera tradicional", y adopta paulatinamente elementos de la modalidad "costera moderna", como el uso de remolcadores y, luego, buques balleneros con cañón arponero, y, finalmente, la instalación en 1950 de una planta ballener moderna en Chome, cerca de Talcahuano. El cierre de esta planta en 1983 constituyó el punto final de la actividad ballenera chilena.

La presencia japonesa fue breve, pero resultó significativa. Se instaló en Chile en 1964 mediante una sociedad entre la empresa chilena Indus y la japonesa Nitto Whaling Co., que duró hasta 1967. La misma empresa se asoció durante la temporada siguiente con la familia Macaya, retirándose de Chile en 1968. Los japoneses cambiaron la orientación de la actividad ballenera de la elaboración de aceite a la producción de carne para consumo humano (Kasuya 2009), que principalmente se exportaba a Japón pues en Chile nunca tuvo demasiada aceptación en la población.

Narrativas balleneras en Chile

Las operaciones balleneras son contadas por quienes las observaron y regresaron para hacerlo, y las narrativas se han modificado junto a las transformaciones producidas en las mismas relaciones cinegéticas entre seres humanos y ballenas. La caza de ballenas en las costas chilenas ha sido relatada por diversos "cronistas" que pudieron observarla en un presente etnográfico (Sanjek 1993; Pina-Cabral 2000). En este trabajo hemos escogido, por su relevancia, las narraciones elaboradas sobre la industria ballenera de dos funcionarios gubernamentales: Carlos Pozzi, oficial de la Armada de Chile, y Luis Castillo, biólogo, que trabajaba en la Sección de Aguas y Bosques del Ministerio de Industrias y Obras Públicas de Chile. Para la época de la caza pasiva utilizamos las descripciones de los historiadores jesuitas del siglo XVII Alonso de Ovalle y Diego de Rosales.

Charlotte Epstein habla de "una ruptura" que ocurre en algún momento durante la segunda mitad del siglo XX entre el "mundo ballenero" y el "mundo antiballenero" (Epstein 2008, 2). Este cambio fue provocado por la emergencia de un poderoso discurso antiballenero, donde los roles en el "enfrentamiento" entre seres humanos y ballenas fueron permutados: en uno de los mundos, "los balleneros persiguen monstruos en frágiles embarcaciones"; en el otro, son los "gigantescos buques balleneros" los que persiguen "ballenas indefensas", y "las frágiles embarcaciones" son ahora las de los "valientes activistas" de Greenpeace (Epstein 2008, 96-98). Indudablemente, el surgimiento y expansión global de la caza moderna de ballenas contribuirán a reducir en el imaginario de la época la importancia de ciertas cualidades en los balleneros, y comenzará a predominar la naturaleza tecnológica de las armas utilizadas para cazarlas. El cañón arponero representa, sin duda, la eficiencia tecnológica, un poco en desmedro de la pericia humana (aunque obviamente se la necesite para usarlo de buena manera). La caza de ballenas pasa de ser considerada una actividad heroica, en la que el hombre pone en juego su propia vida en un combate contra un monstruo aterrador, a una actividad cruel e innecesaria, donde el hombre muestra lo peor de sí mismo ante una criatura indefensa (Lawrence y Phillips 2004). En un corto tiempo, pasamos de una narrativa proballenera a la moratoria mundial y al surgimiento de "un poderoso discurso" antiballenero (Epstein 2008, 3), donde la caza es "un acto de barbarismo, no tradicional, sino anacrónico" (Van Ginkel 2007, 11), y los seres humanos pasan a ser considerados los verdaderos "monstruos", y las ballenas, sus "víctimas".

En este trabajo nos interesa mostrar tres formas específicas de representar las ballenas y su caza en textos escritos entre los siglos XVII y XX, antes del surgimiento de la moratoria y, por ende, del fin de la caza de ballenas en Chile, sin que esto implique agotar el tema. Se distinguen en los textos estudiados varias modalidades de representación de la ballena: como "monstruo marino", "recurso" y "recurso finito", sin dejar de considerar que en textos más modernos pueden aparecer otras, como por ejemplo, "objeto de acuario" o "símbolo de la protección del ambiente" (Sowa 2013).

Las ballenas como "monstruos marinos" y como "un espectáculo"Figura 1 Figura 2

Los primeros testimonios hablan de las ballenas como "monstruos marinos" [del latín monstruum, originalmente "prodigio"], como "criaturas espectaculares que capturaban la imaginación de los escritores" (Szabo 2008, 4). La imagen de la ballena "como agresor y como monstruo es probablemente la descripción medieval más conocida", pero hay varios "retratos detallados de ballenas que parecen indicar una observación atenta y familiaridad" (Szabo 2008, 30). Es interesante señalar que esta percepción "monstruosa" de la ballena se aplica también a la contemplación de los animales varados, que tanto llamaban la atención de los habitantes de la costa que iban a observar el maravilloso "espectáculo".

A mediados del siglo XVII, el cronista chileno Alonso de Ovalle describe a las ballenas en el capítulo dedicado a "los varios géneros de peces que se pescan en las costas de Chile", donde "hay tanta abundancia de ballenas". Señala que "su grandeza parece que la hace reina de todos los demás" peces. Muchas veces, el mar "las arroja o muertas o para morir, que es cosa de ver como dan en aquellas costas". En la misma costa "se hace el aceite con la fuerza del sol que derrite su gordura y cuando el tiempo ha consumido la carne y quedan las costillas y demás huesos blancos, de que se aprovechan los indios para hacer algunos bancos y pudieran hacerse muchas curiosidades" (Ovalle 1646, 43-44). Ovalle resalta la frecuencia de estos varamientos de ballenas en las costas.

Diego de Rosales también nos habla de las ballenas en el siglo XVII, definiéndolas como "bestias marinas que son de inmensa grandeza", pues el mar produce "más corpulentos animales [...] que la tierra por las gruesas calidades de sus aguas". Nos dice que "a los pescados de gran cuerpo que proliferan por partos y no por huevos, se dicen generalmente cetáceos, de la palabra latina con que se nombra la ballena, que es cete, a quien los indios chilenos llaman yene". La ballena es un pez que se reproduce por crías vivas. Agrega que el "mar de Chile está muy poblado de ballenas, pero no de tanta grandeza [...]. En Chiloé hay muchas y de estupenda corpulencia; suelen andar cargadas de caracoles, lapas y otras conchas que se les pegan, de manera que sobreaguadas parecen islotes empedrados de marisco. Unas arrojan el agua que reciben en la boca por dos fistulas o canales que tienen en la frente, otras por solo un caño, con tan gran ímpetu y furioso batido que ponen espanto y se oye de muy lejos". Finalmente indica que "no hay aquí quien se ocupe en pescarlas y mucho menos en beneficiarlas", excepto "algunos indios chonos y sus confinantes, vecinos al Estrecho de Magallanes", quienes "las comen y se untan todo el cuerpo con su aceite o manteca". Subraya que "no las persiguen, sino que de las muchas que dan al través en sus costas sacan lo que han menester para su alimento" (Rosales 1877, I, 305).

Las ballenas son todavía para los habitantes de Chile en el siglo XVII, y también en el XVIII, "peces monstruosos", y no recursos. El hecho de considerarlas peces implica que, al compararlas con otros, resalte su grandeza relativa y sus peculiares características. Las ballenas aún no se cazaban, pero frecuentemente se las encontraba varadas en las playas. En el mundo, los artistas de la época las van a registrar en innumerables grabados que muestran la enorme cantidad de personas que concurría a observarlas (Barthelmess 2003). Pero, incluso cuando se las cazaba, la presencia de ballenas en las costas seguía siendo "un espectáculo". Por ejemplo, se informa en un diario local en 1864 que "con motivo de haber dado caza los balleneros a un par de ballenas en nuestra bahía, hemos tenido a Talcahuano de paseo a Tumbes a ver la ballena"1. Era tanto el interés, que en 1873, "una ballena que se ha pescado en la bahía de Talcahuano, se ha puesto en exhibición a 50 centavos la entrada"2.

Fuente: grabado realizado por Jan Saenredam. El título completo es Illustri generoso Ernesti Comiti de Nassau. fortissimo Horoi, et Belgicae Liberta.is vindici acersimo D. suo clementissimohoc monstrum [...] monstro so ho faculo D.D.D. J. Saenredam, más conocido como Illustri Monstrum.

Figura 1 Grabado de un cachalote varado en 1602 en las costas holandesas, publicado en 1618 

Fuente: grabado por J. B. Zwecker. En T. Mayne Reid, 1860, Odd People. Being a Popular Description of Singular Races of Man. Nueva York: Harpers & Brothers Publishers.

Figura 2 Grabado del aprovechamiento de una ballena en Tierra del Fuego 

Las ballenas como recurso económico, y el ballenero como héroeFigura 3 Figura 4

A fines del siglo XVIII, las ballenas comenzaron a ser consideradas más como "recursos" y menos como "monstruos", y podemos reconocer que, en la segunda mitad del siglo XIX, todo el mundo conocido era "un mundo ballenero": las ballenas eran un "recurso estratégico", "materia prima clave", "combustible y alimento"; el aceite de ballena "iluminaba las calles de Nueva York o Londres", sus barbas eran "el equivalente del plástico", y la industria ballenera era tan importante como hoy lo es "la industria del petróleo" (Epstein 2008, 1).

La abundancia de ballenas en las costas de Chile es un dato que aparece en forma continua en las descripciones que se realizan sobre sus costas. Eduard Poeppig lo subraya, notando que son "perseguidas muy poco por los chilenos hasta ahora, por lo cual son tan mansas que se les puede observar nadando sin ninguna preocupación entre los buques anclados en la bahía de Talcahuano". Los cetáceos son cazados sólo por buques extranjeros, que para hacerlo "tienen que navegar alrededor de la mitad de la tierra"; en cambio, los chilenos, "que pueden alcanzar esas mismas regiones dentro de cuatro a doce semanas", nunca han realizado "la menor tentativa para dedicarse a ella, ni siquiera en las inmediaciones de sus puertos [... ya] que la preparación de expediciones mayores es todavía demasiado costosa en Chile, por lo cual no sería posible competir con los extranjeros". Concluye su relato señalando que "como la construcción de buques, la elaboración de telas para velas y de jarcias, etc., se transformarán en ese país en pocos años en un negocio importante, es posible que los chilenos se dediquen entonces también a aquella actividad, que les promete ventajas extraordinarias" (Poeppig 1960 [1835], 314-315).

El capitán Carlos Pozzi fue un entusiasta promotor del fomento de la industria ballenera en Chile, desde su posición como Gobernador Marítimo de Concepción, puesto que ejerció el cargo casi veinte años, entre 1857 y 1875. En su opinión, el futuro del puerto de Talcahuano "depende enteramente del mayor o menor número de buques balleneros que [lo] frecuentan anualmente: por datos que tengo se calcula que cada ballenero deja al comercio en el desembolso de sus gastos de 1.500 a 1.800 pesos uno con otro i que no se sustentaría sin aquellos". Por esta razón, Pozzi pensaba que la Gobernación Marítima les debía prestar una decidida protección (Pozzi 1862, 116-117). El Gobernador observaba preocupado la disminución progresiva de la presencia ballenera extranjera en Talcahuano: "actualmente la concurrencia de ellos es muy reducida [...] pero se ha de esperar que esta mui hermosa bahía recuperará su antigua existencia vital con la afluencia de mayor número de naves que en la presente época, a pesar de todos los auxilios que a los buques balleneros se les presta por esta oficina a mi cargo para evitar deserciones, teniendo a todas las casas de aposentaduría matriculadas" (Pozzi 1865, 162). Esta disminución no se detuvo, pues ninguna medida tomada por las autoridades nacionales y locales fue capaz de frenar una tendencia que era global (Davis, Gallman y Gleiter 1997). En 1866 recalaron en el puerto de Talcahuano solamente doce buques balleneros estadounidenses (Pozzi 1866, 145). Además de reconocer una baja en la presencia ballenera extranjera, Pozzi aplaudió el surgimiento de una verdadera industria ballenera nacional: "la industria de la pesca de ballena va en progreso, aunque no con la rapidez que es de desear, pero se cree con sobrado fundamento que cada año haya más interés por ella y se haga en mayor escala. Inútil me parece hacer presente que merece la protección de las autoridades por ser una industria nacional que regularizada i hecha en grandes proporciones será un bien para el país i dará ocupación segura i lucrativa a muchas personas, formándose al mismo tiempo en crecido número gente de mar experimentada en el manejo de toda clase de embarcaciones i fáciles de convertirse con provecho en buenos marineros para nuestra armada" (Pozzi 1867, 64). Resalta "el rápido progreso que ha tomado este puerto en la industria de la pesca de ballenas", pues la flota ballenera estaría compuesta en 1868 por los "cinco buques que salieron el año próximo pasado" más otros seis "comprados para armarlos para la pesca", esperándose "tres buques más"3.

Pero el gobernador Pozzi no considera la caza de ballenas sólo desde una perspectiva económica sino también educativa y formativa, pues la actividad permitiría tener "gente de mar" bien preparada. Es así como los cinco buques que operaron en 1867 emplearon "260 individuos de mar, de los cuáles, dos terceras partes son nacionales" (Pozzi 1868, 98). Estaba preocupado de la formación de "gente de mar" y consideraba que la participación de nacionales en la caza de ballenas les permitiría aprender a desempeñarse de buena manera a bordo de los buques, tanto de la marina mercante como de guerra: son los futuros "marinos profesionales".

La ballena era un recurso pero, manteniendo algunas de sus características de "monstruo", aquellos que podían dominarlos, los balleneros, son construidos como verdaderos "héroes", involucrados en una lucha cuerpo a cuerpo con "el monstruo", que los supera muchas veces en tamaño y fuerza. Se requiere esta característica, lo heroico, para dominar al "monstruo" y transformarlo en un recurso, y son innumerables las imágenes que resaltan este aspecto. Pero es tal vez mediante la literatura (el libro Moby Dick es un buen ejemplo), y en especial la poesía, que se intentaba dar cuenta de esta cualidad de los balleneros. Por ejemplo, el poema "El arponero" de Samuel Lillo es una de estas ilustraciones: "Resuelto el arponero/ a dar fin a la lid, se precipita/ al vórtice rugiente en que ya ciega/ la bestia de ira y de dolor se agita./ Y, maniobrando osadamente, llega/ casi a tocar con la barquilla el lomo/ que, a intervalos, se pierde en el sudario/ de espuma que lo baña,/ y en el sitio buscado, hunde con saña/ su lanza el arponero temerario" (Lillo 1914, 17).

Fuente: fotografía perteneciente a uno de los autores (Daniel Quiroz).

Figura 3 Descuartizamiento de ballena en Tumbes, c. 1940 

Fuente: fotografía perteneciente a uno de los autores (Daniel Quiroz).

Figura 4 Trabajadores de la Planta Ballenera de Bajo Molle posan frente a una ballena azul, 1956  

La ballena como recurso finito

La caza de ballenas fue valorada durante mucho tiempo como una actividad económica legítima, pero la explotación desmedida de algunas especies de cetáceos produjo cambios profundos en la manera como las personas comenzaron a percibirla (Van Ginkel 2007). Las ballenas continuaron siendo un recurso, pero se convierten en "un recurso escaso" (Sowa 2013).

En las transformaciones de los discursos sobre la caza de ballenas en el país es fundamental, en la aparición de nuevas narrativas, la formación en 1903 de la Sección de Aguas y Bosques del Ministerio de Industrias y Obras Públicas de Chile, dirigida por Federico Albert, quien señalaba en 1913 que la ballena "es otro ser de la creación que luego habrá hecho desaparecer de los mares la insaciable codicia del hombre", como ha ocurrido con otras especies, "si no se atiende al pedido de protección que ha elevado en su favor nuestra Oficina". Propone proteger a las ballenas mediante el otorgamiento "de concesiones por zonas de costa", mecanismo que, además de proteger a los cetáceos, le significará importantes ingresos al Estado. Reconoce que la presencia de "seis empresas beneficiadoras" en el país, "dotadas de elementos modernos y rápidos de explotación", además de "los balleneros extranjeros que explotan nuestros mares australes", provocará una merma importante en las poblaciones de ballenas. Termina invocando "el concurso de los hombres de corazón i patriotas para que nos ayuden a dar fin a la tarea empezada de salvar, junto con nuestro prestigio, el patrimonio a que tienen derecho nuestros descendientes" (Albert 1913, 196).

En la Sección de Aguas y Bosques trabajaba el biólogo Luis Castillo, quien construye un "relato consistente", etnográficamente fundado, sobre la "pesca de ballenas" en las primeras décadas del siglo XX en las costas de Chile (1906; 1907; 1937). Uno de sus trabajos más conocidos es un texto sobre la caza tradicional de ballenas en la isla Santa María (1906), escrito luego de una visita en el invierno de 1905. El resultado de sus observaciones y conversaciones en la isla es un texto de seis páginas que muestra en toda su complejidad "las primitivas labores con que se realiza la faena" y los precarios métodos "del aprovechamiento industrial" de sus restos (Castillo 1906, 5). Para Castillo, "una industria ballenera no requiere de la protección del Supremo Gobierno para progresar", al contrario, "puede vivir i progresar espontáneamente por el esfuerzo particular" (Castillo 1906, 6), siendo la función del Estado "reglamentar la caza" y preparar "personal competente en escuelas en que puedan, después de un corto estudio, acreditar la competencia requerida" para el desempeño del oficio y "sustraerse de las desastrosas consecuencias a las que hoy se exponen en estas peligrosas i mal remuneradas tareas" (Castillo 1906, 7). Castillo resalta que, "durante su estadía en las costas de Llanquihue i Chiloé", pudo enterarse de que la caza de ballenas "abarca en la región de mi referencia a un solo cetáceo de nuestros mares", la ballena franca, "denominada vulgarmente raituel" (Castillo 1907, 162). En su caza "se ocupan más de veinte empresas balleneras en las dos provincias de Llanquihue i Chiloé, constituyendo en muchos de esos puntos las tareas preferentes de la población" (Castillo 1907, 163). Castillo considera que la ballena franca es una especie que se encontraría en peligro de extinción, debido a un "procedimiento inconveniente adoptado en la caza del animal por los balleneros nacionales" (Castillo 1907, 162), que es hacerlo "durante la época de procreación del cetáceo" (Castillo 1907, 164). Castillo subraya, treinta años después, que "los cetáceos han sido de tal modo perseguidos, que los pocos sobrevivientes de esta persecución inmoderada, han debido recluirse en una zona que ya no puede seguir disputándole el hombre, sino muy de tarde en tarde" (Castillo 1937, 39): los mares árticos y antárticos. Recuerda a los antiguos balleneros chilenos: "en esos tiempos, [...] el animal era atrapado con una audacia temeraria realmente inconcebible para una época tan cobarde e incolora como la presente. Todo se hacía desde una chalupa tripulada por ocho hombres, sin miedo [...]. Eran esos otros tiempos, que no se han ido del todo. Tiempos de menos pericia profesional quizás, pero de más cachaza" (Castillo 1937, 43). Después vino la caza moderna, donde la industria ballenera, "dígase lo que se diga, [...] es ante todo una industria noruega" (Castillo 1937, 46).

Castillo manifiesta una opinión positiva sobre la caza tradicional, con balleneros audaces, sin miedo, y otra negativa sobre la caza moderna, inmoderada, mostrándola como paradigma de una nueva época, cobarde e incolora. Esta opinión negativa de la caza moderna, y positiva de la tradicional, es una narrativa previa a la aparición del "poderoso discurso" antiballenero (Epstein 2008).

Este nuevo ballenero, de tradición noruega, con "más pericia profesional" pero menos agallas, fue nuestro nuevo ballenero, ya no un "héroe" sino un "profesional". En 1946 se crea la Comisión Ballenera Internacional, con la finalidad de asegurar "la conservación apropiada de los stocks de ballenas y hacer posible, así, el desarrollo organizado de la industria ballenera" (Donovan 1982). Las organizaciones ambientalistas focalizan "la atención del mundo en el problema de la ballena", haciendo de su caza un asunto "controversial" (Van Ginkel 2007, 10). El ballenero no es ya un "héroe", ni siquiera se le trata como un "profesional", ahora es el "monstruo".

Conclusiones

El propósito de este trabajo fue revisar lo que se había escrito sobre las ballenas y su caza, con el fin de buscar las ideas centrales de los respectivos discursos construidos sobre el tema. Las narrativas que hemos revisado son anteriores a la "ruptura" (Epstein 2008) pero prefiguran el discurso que dominará a Occidente en el siglo XXI. El itinerario de la imagen de la ballena de "monstruo" a "símbolo" de la conservación de la fauna es sin duda una trayectoria que debemos escudriñar con mucha atención. Se nos dice que la ballena no es más "un recurso que debe ser administrado ni una especie en peligro de extinción, sino animales con cualidades que los hacen inherentemente valiosos" (Lawrence y Phillips 2004, 696). El relato antiballenero se mueve de una base ecológica a una ética. Las ballenas han sido "reconstruidas", no como recursos que deben ser cosechados, ni especies que deben ser salvadas, sino como individuos que, por exhibir conductas casi humanas, deben ser apreciados y respetados (Lawrence y Phillips 2004, 698).

Las narrativas proballeneras han estado asociadas a la "la clase política y empresarial del Estado, favorables a la mantención de la caza de ballenas", que son desafiadas y han sido derrotadas por los discursos antiballeneros planteados "por ambientalistas y simpatizantes de las ballenas" (Filho y Aguiar 2014, 139-142). Es interesante la definición de los antagonistas en el "conflicto ballenero": por un lado, el Estado, con su clase política y empresarial, y por el otro, la Ciudadanía, representada por un conjunto de grupos de ambientalistas y amigos de las ballenas. Esta dicotomía es sin duda discutible, y la discusión misma es contemporánea. El conflicto Estado-Ciudadanía emerge con fuerza frente a problemas muy diversos, aunque sobre la temática de las ballenas y los balleneros se ha llegado casi a una coincidencia. Esta línea de investigación requiere, sin duda, mayor trabajo y más profundidad.

Menos conocidas son las narrativas anteriores a la moratoria y, por ende, a la "ruptura", como las que hemos revisado en este texto. La caza pasiva tiene como núcleo duro la idea de la ballena como "monstruo", y su presencia en las costas chilenas será vista como "espectáculo"; la caza tradicional genera una percepción de la ballena como recurso y la aparición de la figura del ballenero como héroe; la caza moderna y su impacto sobre las poblaciones de ballenas provocan el surgimiento del concepto de la ballena como "recurso finito" o escaso, y la transformación del ballenero en un "profesional". Es la idea de montaje la que ofrecemos para intentar comprender el juego histórico de las tradiciones balleneras. El montaje es un procedimiento narrativo que opera por efecto "de continuidad entre espacios y tiempos" diversos, donde confluyen las tradiciones. Este efecto de continuidad funciona como una transición entre las distintas tradiciones (Cozarinsky 1974). Las antiguas nociones no desaparecen con la instalación de una nueva tradición sino que conviven con las emergentes, como una especie de "supervivencias".

El antropólogo noruego Arne Kalland señala que, entre todos los animales, las ballenas han sido transformadas en Occidente en seres únicos: la "superballena", un constructo conceptual que reemplaza un reconocimiento apropiado de las setenta y cinco especies diferentes incluidas en el orden taxonómico de los cetáceos y sobresimplifica y oscurece las actuales circunstancias ecológicas de cada especie de ballena: todas las ballenas están en peligro de extinción y todos los balleneros son unos bárbaros (Kalland 2009, 28-46). En Occidente existe un discurso dominante, antiballenero, en el que se ha reemplazado "el ciclo de consumo de las ballenas" de los balleneros por "el ciclo de consumo de la superballena", mediante la masificación del turismo, la personificación de la ballena y la generación de un discurso que la describe como una propiedad común, y no como un recurso de acceso abierto (Kalland 2009, 135).

La industria turística se ha apropiado de las ballenas. La transición de la caza al avistamiento con fines turísticos es una de las características más relevante de la relación contemporánea entre los hombres y las ballenas. La "caza de ballenas" se hace ahora con cámara fotográfica, lo que es bastante "menos letal" para las ballenas, pero siguen siendo consideradas un "recurso", ahora no por la industria ballenera sino por la turística. Se ha convertido en un gran negocio, que durante el 2006 significó que 13 millones de personas gastaron más de 2.100 millones de dólares en 119 países del mundo (O'Connor et al. 2009). Esta actividad no es inofensiva para las distintas especies de cetáceos objeto de la industria turística del avistamiento. Hay varios estudios que han registrado cambios problemáticos en la conducta de los cetáceos producto del avistamiento de ballenas, por lo que se ha insistido en que esta industria sea "sustentable" (Hoyt y Parsons 2014).

La ciencia se ha apropiado también de las ballenas; los científicos se les han acercado para estudiarlas. En el pasado, lo hicieron de la mano de los cazadores de ballenas. Ahora prefieren olvidar esa historia. A la caza letal de ballenas con fines científicos aprobada por la Comisión Ballenera Internacional, y reprobada por gran parte de la comunidad internacional, se le opone una caza no letal que permita seguir conociéndolas sin afectar sus poblaciones. Los científicos, los "héroes" de los nuevos tiempos (no sabemos hasta cuándo), les disparan dardos para recoger muestras que permitan estudiar sus características genéticas y otros temas de interés.

La industria ballenera, la industria turística y la industria científica son cosas distintas pero tienen algo en común: son industrias. Las ballenas siguen portando esa naturaleza "monstruosa" que las hace tan atractivas para los seres humanos, quienes las siguen por todas partes del mundo, en algún momento para matarlas, y ahora sólo para "verlas" y/o "estudiarlas".

Referencias

Akimichi, Tomoya, Pamela J. Asquith, Harumi Befu, Theodore C. Bestor, Stephen R. Braund, Milton M. R. Freeman, Helen Hardacre, Masami Iwasaki, Arne Kalland, Lenore Manderson, Brian D. Moeran y Junichi Takahashi 1988. Small-type Coastal Whaling in Japan. Edmonton: Boreal Institute for Northern Studies. [ Links ]

Albert, Federico. 1913. "Lejislación y reglamentación urjentes en el ramo de caza". Boletín de Bosques, Pesca i Caza II (4): 193-197. [ Links ]

Azpiazu, José Antonio. 2000. Balleneros vascos en el Cantábrico. San Sebastián: Ttarttalo. [ Links ]

Bahn, Paul G. 2013. "The Bangudae Whales in the Context of World Rock Art". En Petroglyph Panels in Ulsan, Korea, in the Context of World Rock Art, editado por Ho-tae Jeon y Jiyeon Kim, 37-66. Seúl: Hollym. [ Links ]

Barthelmess, Klaus. 2003. "Stranded Whales in the Culture and Economy of Medieval and Early Modern Europe". Isana 27: 1-4. [ Links ]

Basberg, Bjorn. 1998. "The floating Factory: Dominant Designs and Technological Development of Twentieth Century Whaling Factory Ships". The Northern Mariner 8 (1): 21-37. [ Links ]

Basberg, Bjorn. 2004. The Shore Whaling Stations at South Georgia: A Study in Antarctic Industrial Archaeology. Oslo: Novus Forlag. [ Links ]

Brown, Sidney G. 1976. "Modern Whaling in Britain y the Northeast Atlantic Ocean". Mammal Review 6 (1): 25-36. [ Links ]

Cartes, Armando. 2009. Los cazadores de Mocha Dick. Santiago: Pehuen. [ Links ]

Castillo, Luis. 1906. La pesca de la ballena en la isla Santa María. Santiago: Cervantes. [ Links ]

Castillo, Luis. 1907. "La reglamentación de la caza de ballenas". Anales Agronómicos II (1-2): 157-165. [ Links ]

Castillo, Luis 1937. "En torno a la industria ballenera". Acción Social 65: 39-46. [ Links ]

Cozarinsky, Edgardo. 1974. Borges y el cine. Buenos Aires: Editorial Sur. [ Links ]

Davis, Lance E., Robert E. Gallman y Karin Gleiter 1997. In Pursuit of Leviathan: Technology, Institutions, Productivity and Profits in American Whaling, 1816-1906. Chicago: The University of Chicago Press. [ Links ]

de Certeau, Michel. 1986. Heterologies: Discourse on the Other. Minneapolis: University of Minnesota Press. [ Links ]

Dolin, Eric J. 2007. Leviathan. The History of Whaling in America. Nueva York: Norton y Co. [ Links ]

Donovan, George P. 1982. "The International Whaling Commission and Aboriginal Subsistence Whaling: April 1979 to July 1981". Report of the International Whaling Commission 4:79-86. [ Links ]

Du Pasquier, Thierry. 2000. Les baleiniers basques. París: Editions S.P.M. [ Links ]

Ellis, Richard. 1991. Men and Whales. Nueva York: Alfred A. Knopf. [ Links ]

Epstein, Charlotte. 2008. The Power of Words in International Relations. Cambridge: MIT Press. [ Links ]

Filho, Francisco Henrique Duarte y Jose Otávio Aguiar. 2014. "Baleias e ecologistas na Paraíba: uma história do fortalecimento do movimento ambientalista e o debate sobre a crise da economia baleeira (1970-1980)". Topoi 28: 116-142. [ Links ]

Gusinde, Martin. 1951. Hombres primitivos en la Tierra del Fuego: (de investigador a compañero de tribu). Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla. [ Links ]

Hacquebord, Louis. 2003. "English and Dutch Whaling Trade and Whaling Stations in Spitsbergen (Svalvard) before 1660". International Journal of Maritime History 15: 117-134. [ Links ]

Hernández, Juan. 1998. Donde viven las ballenas. Actividades balleneras en Isla Santa María y Chome del pionero Juan Macaya Aravena. Concepción: Editora Aníbal Pinto S.A. [ Links ]

Hoyt, Erich y E. Chris M. Parsons. 2014. "The Whale-watching Industry: Historical Developments". En Whale-watching: Sustainable Tourism and Ecological Management, editado por James Highman, Lars Bejder y Rob Williams, 57-70. Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]

Kalland, Arne. 2009. Unveiling the Whale. Discourses on Whales and Whaling. Nueva York: Berghahn. [ Links ]

Kalland, Arne y Brian Moeran. 1992. Japanese Whaling: End of an Era? Londres: Curzon Press. [ Links ]

Kasuya, Toshio. 2009. "Japanese Whaling". En Encyclopedia of Marine Mammals, editado por Perrin, William F., Bernd Würsig y Hans Thewissen, 643-649. Nueva York: Academic Press. [ Links ]

Kreiswirth, Martin. 2000. "Merely Telling Stories? Narrative and Knowledge in the Human Sciences". Poetics Today 21 (2): 293-318. [ Links ]

Lawrence, Thomas B. y Nelson Phillips. 2004. "From Moby Dick to Free Willy: Macro-Cultural Discourse and Institutional Entrepreneurship in Emerging Institutional Fields". Organizations 11: 689-711. [ Links ]

Lillo, Samuel. 1914. "El arponero". Unión Iberoamericana XXVIII (5): 16-18. [ Links ]

Lindquist, Ole. 1994. "Whales, Dolphins and Porpoises in the Economy and Culture of Peasant Fishermen in Norway, Orkney, Shetland, Faroe Islands and Iceland, ca. 900-1900 A.D., and Norse Greenland, ca.1000-1500 A.D.", tesis de doctorado, University of St. Andrews, Reino Unido. [ Links ]

Lévi-Strauss, Claude. 1981. "Histoire et ethnologie". Annales E. S. C. 6 (1983): 1217-1231. [ Links ]

Martinic, Mateo. 2004. "Antecedentes históricos sobre la caza de cetáceos en Chile". Boletín Antártico Chileno 23 (1): 7-12. [ Links ]

O'Connor, Simon, Rod Campbell, Hernan Cortez y Tristan Knowles, 2009. Whale Watching Worldwide: Tourism Numbers, Expenditures and Expanding Economic Benefits. Yarmouth: IFAW & Economists at Large. [ Links ]

Ohnuki-Tierney, Emiko. 2005. "Always Discontinuous/Continuous, and "Hybrid" by Its Very Nature: The Culture Concept Historicized" . Etnohistory 52 (1): 179-195. [ Links ]

Ovalle, Alonso de. 1646. Historica Relación del Reyno de Chile. Roma: Francisco Caballo. [ Links ]

Pastene, Luis y Daniel Quiroz. 2010. "Outline of the History of Whaling in Chile". En Human Culture from the Perspective of Traditional Maritime Communities, 73-98. Kanagawa: Kanagawa Shimbun Press. [ Links ]

Pina-Cabral, João de. 2000. "The Ethnographic Present Revisited". Social Anthropology 8 (3): 341-348. [ Links ]

Pina-Cabral, João de. 2003. "Semelhança e verossimilhança: Horizontes da narrativa etnográfica". Mana 9 (1): 109-122. [ Links ]

Poeppig, Eduard. 1960. Un testigo en la alborada de Chile (1826-1829). Santiago: Zig-Zag. [ Links ]

Pozzi, Carlos, 1862. "Memoria que pasa el Gobernador Marítimo de la Provincia de Concepción [1 de mayo de 1862]". En Memoria del Ministerio de Marina de 1862, 116-119. Santiago: Imprenta Nacional. [ Links ]

Pozzi, Carlos, 1865. "Memoria que pasa el Gobernador Marítimo de la Provincia de Concepción [1 de mayo de 1865]". En Memoria del Ministerio de Marina de 1865, 160-166. Santiago: Imprenta Nacional . [ Links ]

Pozzi, Carlos, 1866. "Memoria del Gobernador Marítimo de Concepción [30 de abril de 1866]". En Memoria del Ministerio de Marina de 1866, 145-151. Santiago: Imprenta Nacional . [ Links ]

Pozzi, Carlos. 1867. "Memoria del Gobernador Marítimo de Concepción [1 de mayo de 1867]". En Memoria del Ministerio de Marina de 1867, 63-66. Santiago: Imprenta Nacional . [ Links ]

Pozzi, Carlos. 1868. "Memoria del Gobernador Marítimo de Concepción [1° de abril de 1868]". En Memoria del Ministerio de Marina de 1868, 97-100. Santiago: Imprenta Nacional . [ Links ]

Proulx, Jean-Pierre. 1986. Whaling in the North Atlantic from Earliest Times to the Mid-19th Century. Ottawa: National Historic Parks and Sites Branch Parks Canada. [ Links ]

Quiroz, Daniel. 2014a. "Las tradiciones balleneras en el Chile del siglo XX: influencias norteamericana, noruega y japonesa". En Balleneros del Sur. Antropología e Historia de la caza de ballenas en las costas sudamericanas, editado por Daniel Quiroz y Patricio Toledo, 181-204. Santiago: Andros. [ Links ]

Quiroz, Daniel. 2014b. "Etnografía histórica de la planta ballenera de Isla Guafo [1921-1937]". Magallania 42 (2): 81-107. [ Links ]

Quiroz, Daniel. 2015a. "Balleneros en la niebla: una mirada para-etnográfica de la caza de ballenas en Chile". Chungará 47 (2): 319-330. [ Links ]

Quiroz, Daniel. 2015b. Cazadores clásicos de ballenas en las costas de Chile (1819-1921). Santiago: CDBP-DIBAM. [ Links ]

Quiroz, Daniel. 2016. "Excursiones etnográficas entre los pescadores de ballenas de Tumbes y la isla Santa María, Chile, a comienzos del siglo XX". Antropologías del Sur 5: 103-123. [ Links ]

Quiroz, Daniel y Luis Pastene. 2014. "Norwegian Whaling in Chile in the 20th Century and Its Influences on Chilean Local Communities". En Whaling and History IV, 61-70. Sandefjord: Vestfold Museene. [ Links ]

Reeves, Randall R. y Tim D. Smith. 2006. "A Taxonomy of World Whaling: Operations, Eras, and Data Sources". En Whales, Whaling and Ecosystems, editado por James A. Estes, Douglas P. DeMaster, Daniel F. Doak, Terrie M. Williams y Robert L. Brownell Jr., 82-101. Berkeley: University of California Press. [ Links ]

Rosales, Diego de. 1877. Historia general de el Reyno de Chile. Flandes Indiano. Valparaíso: Imprenta de El Mercurio. [ Links ]

Rudrum, David. 2005. "From Narrative Representation to Narrative Use: Towards the Limits of Definition". Narrative 13 (2): 195-204. [ Links ]

Sanjek, Roger. 1991. "The Ethnographic Present". Man 26 (4): 609-628. [ Links ]

Schmitt, Jean-Claude. 2010. "La anthropólogie historique de l'Occidente médiéval: un parcours". L'Atelier du Centre de recherches historiques 6, s/p. [ Links ]

Sepúlveda, Jorge. 2008. "La epopeya de la industria ballenera chilena. Trece empresas balleneras chilenas". Boletín de la Academia de Historia Naval y Marítima de Chile 11: 11-35. [ Links ]

Sowa, Frank. 2013. "Was bedeutet ein Wal für Sie?: Divergenzen von Walperzeptionen in Deutschland, Japan und Grönland". Forum: Qualitative Sozialforschung 14 (1): 10. [ Links ]

Szabo, Vicki E. 2008. Monstrous Fishes and the Mead-Dark Sea: Whaling in the Medieval North Atlantic. Leiden: Brill Academic Publishers. [ Links ]

Takahashi, Junichi, Arne Kalland , Brian Moeran yTheodore C. Bestor . 1989. "Japanese Whaling Culture: Continuities and Diversities". Maritime Anthropological Studies 2 (2): 105-133. [ Links ]

Thomas, Keith. 2009. The Ends of Life. Oxford: Oxford University Press. [ Links ]

Tilly, Charles. 1978. "Anthropology, History and the Annales". Review I (3/4): 207-213. [ Links ]

van Ginkel, Rob. 2007. Coastal Cultures: An Anthropology of Fishing and Whaling Traditions. Apeldoorn: Het Spinhuis. [ Links ]

Vásquez de Espinosa, Antonio. 1948 [1628-1629]. Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Washington: Smithsonian Institution. [ Links ]

*Este trabajo fue escrito gracias al financiamiento del Proyecto de Investigación Regular Fondecyt 1140056 "Una etnografía retrospectiva de la caza de ballenas en las costas de Chile durante el siglo XIX", CONICYT-Chile.

1La Tarántula, Concepción, 2 de noviembre de 1864, 4

2La Revista del Sur, Concepción, 31 de enero de 1873, 3.

3La Tarántula, Concepción, 22 de febrero de 1868.

Recibido: 14 de Octubre de 2016; Aprobado: 22 de Febrero de 2017

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons