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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

versión impresa ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.48 Bogotá jul./sep. 2022  Epub 21-Jul-2022

https://doi.org/10.7440/antipoda48.2022.03 

Tema libre

Transitando por el arte, el ocio y la maternidad: una etnografía móvil con mujeres artistas en Santiago de Chile*

Transiting through Art, Leisure, and Motherhood: A Mobile Ethnography with Women Artists in Santiago de Chile

Transitando pela arte, pelo lazer e pela maternidade: etnografia móvel com mulheres artistas em Santiago do Chile

Javiera Muñoz-Retamal* 

*Universidad Alberto Hurtado, Chile. Doctoranda en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile (ANID Becas / Doctorado Nacional 21220157) y Antropóloga de la Universidad Alberto Hurtado, Chile. Actualmente es docente y coordinadora de experiencias laborales de la carrera de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado. Entre sus últimas publicaciones está: (en coautoría con Carla Pinochet Cobos) “Tiempos de ocio y trabajo creativo. Mujeres y desigualdad de género en el campo artístico”, Athenea Digital 22, n.° 1 (2022): 1-24. https://doi.org/10.5565/rev/athenea.2936. https://orcid.org/0000-0002-7049-7011 javieramunozret@gmail.com


Resumen:

A partir de una aproximación etnográfica a la vida cotidiana de mujeres artistas, este artículo explora el uso de la metodología móvil para comprender la vivencia del tiempo y el espacio, en el marco de las transformaciones del trabajo y de la experiencia urbana contemporánea. Se busca visibilizar las tensiones y estrategias de las mujeres madres profesionales del sector artístico al momento de compatibilizar sus tiempos productivos, reproductivos y de ocio en la ciudad de Santiago de Chile. Para esta investigación, durante el 2018 y el 2019 se llevó a cabo un trabajo de campo multisituado, con una metodología móvil de seguimiento de las actividades y los desplazamientos diarios de las participantes de estudio, que implicó transitar con ellas por los diversos contextos, públicos y privados, de su vida personal y laboral. De los análisis, se puede concluir que las mujeres artistas realizan un esfuerzo permanente para organizar una rutina en la que los tiempos y espacios del arte, el ocio y la maternidad resultan inevitablemente interpenetrados. La desigualdad de género no solo repercute en la sobrecargada conciliación de la doble jornada, sino también en la calidad de sus momentos de ocio y en su labor creativa. El uso de una metodología móvil me permitió capturar in situ esta gestión cotidiana del tiempo, así como los costos de género para sobrellevar un estilo de vida marcado por la superposición temporal y la movilidad cotidiana en la ciudad. Con estas decisiones teóricas y metodológicas, el artículo contribuye a las discusiones sobre el valor de la metodología móvil y los usos renovados de la etnografía, al tomar distancia de los enfoques tradicionales de la investigación social, que construyen sus objetos de estudio y se aproximan a los actores en contextos fijos dentro de la ciudad.

Palabras claves: estudios de género; etnografía urbana; maternidad; metodología móvil; ocio; trabajo artístico

Abstract:

Based on an ethnographic approach to the daily life of women artists, this article explores the use of the mobile methodology to understand the experience of time and space in the context of the transformations of work and the contemporary urban experience. It is intended to shed light on the tensions and strategies of working mothers in the artistic sector when they have to reconcile their productive, reproductive, and leisure time in the city of Santiago de Chile. Multisite fieldwork was conducted for this research during 2018 and 2019, with a mobile methodology of monitoring the activities and daily movements of the study participants. This involved moving with them through the various public and private contexts of their personal and working lives. I conclude, based on the analyses that women artists make a permanent effort to organize a routine in which the times and spaces of art, leisure, and motherhood are inevitably interpenetrated. Gender inequality impacts not only on the overburdened work-life balance of the double day, but also the quality of their leisure time and their creative work. The use of a mobile methodology allowed me to capture in situ this daily time management, and the gendered costs of coping with a lifestyle marked by temporal overlapping and daily mobility in the city. With these theoretical and methodological choices, the article contributes to discussions on the value of mobile methodology and renewed uses of ethnography by distancing itself from traditional approaches to social research, which tend to construct their objects of study and approach actors in fixed contexts within the city.

Keywords: Artwork; gender studies; leisure; mobile methodology; motherhood; urban ethnography

Resumo:

A partir de uma abordagem etnográfica da vida cotidiana de mulheres artistas, neste artigo, é explorado o uso da metodologia móvel para compreender a vivência do tempo e do espaço no âmbito das transformações do trabalho e da experiência urbana contemporânea. Pretende-se visibilizar as tensões e estratégias das mulheres mães profissionais do setor artístico no momento de compatibilizar seus tempos produtivos, reprodutivos e de lazer na cidade de Santiago do Chile. Para esta pesquisa, durante 2018 e 2019, foi realizado um trabalho de campo multissituado, com uma metodologia móvel de seguimento das atividades e deslocamentos diários das participantes de estudo, que implicou transitar com elas pelos diversos contextos, públicos e privados, de sua vida pessoal e profissional. Das análises, é possível concluir que as mulheres artistas realizam um esforço permanente para organizar uma rotina na qual os tempos e espaços da arte, do prazer e da maternidade resultam inevitavelmente interpenetrados. A desigualdade de gênero não somente repercute na sobrecarregada conciliação da dupla jornada, mas também na qualidade de seus momentos de lazer e em seu trabalho criativo. O uso de uma metodologia móvel me permitiu capturar in situ essa gestão cotidiana do tempo, bem como dos custos de gênero para enfrentar um estilo de vida marcado pela sobreposição temporal e pela mobilidade cotidiana na cidade. Com essas decisões teóricas e metodológicas, este artigo contribui para as discussões sobre o valor da metodologia móvel e os usos renovados da etnografia, ao se distanciar das abordagens tradicionais da pesquisa social, que constroem seus objetos de estudo e se aproximam dos atores em contextos fixos dentro da cidade.

Palavras-chave: estudos de gênero; etnografia urbana; maternidade; metodologia móvel; lazer; trabalho artístico

Las dinámicas del trabajo, así como los “flujos” y “ritmos” de la ciudad (Lefebvre 1992; Simmel 1986), son fenómenos esenciales para comprender los estilos de vida urbanos. Desde 1990, en América Latina, la fijación del modelo de la flexibilidad laboral ha transformado la rigidez de los tiempos y espacios productivos, en pos de una variedad de jornadas y lugares de trabajo, así como de una creciente movilidad ocupacional (De la Garza 2018; Echeverría y López 2004). Hoy, bajo la lógica acelerada del capital en una sociedad orientada al crecimiento y la competencia (Rosa 2016), cobran particular relevancia los estudios enfocados en la movilidad de las metrópolis latinoamericanas (Imilan, Jirón e Iturra 2015; Zunino, Gucci y Jirón 2017), así como los análisis sobre los efectos de la flexibilidad laboral en la desestandarización del tiempo de trabajo y de ocio (Pinochet 2017). Estas transformaciones demandan un activo involucramiento subjetivo de los/as trabajadores/as en la generación de estrategias creativas y organizativas, ante las innovaciones del proceso productivo (Aravena 2020; Sennett 2006).

En este contexto, el modelo del trabajo artístico-cultural resulta particularmente relevante de analizar, en la medida en que expresa los ideales de flexibilidad, libertad y creatividad del nuevo paradigma laboral (Becker 2008; Boltanski y Chiapello 2002; Pinochet 2017). Si bien las consecuencias de la hiperflexibilización en este sector productivo han sido documentadas por estudios locales que remarcan la inestabilidad, el pluriempleo, la desprotección y la precariedad laboral de los/as trabajadores/as de las artes y la cultura en Chile (Brodsky, Negrón y Pössel 2014; CNCA 2004; Oliva 2017), no se han abordado, cualitativamente y desde un enfoque de género, las implicaciones de este modelo en la experiencia subjetiva y cotidiana del tiempo.

Desde la perspectiva de género, un eje de estudio importante ha sido el “conflicto capital-vida” (Pérez 2014) y el impacto que han tenido las nuevas formas de organización de la producción en la vida de las mujeres, en particular los modos en que concilian el trabajo mercantil y reproductivo (Todaro 2016; Yáñez 2004), así como el trabajo y la maternidad (Arteaga y Abarca 2018). Estas autoras han subrayado, así, los costos de la desigualdad de género en el uso del tiempo y en la organización del trabajo para el bienestar subjetivo de las mujeres.

Profundizar en este análisis requiere ampliar el foco binario, centrado en la dicotomía del trabajo productivo y reproductivo, para incorporar una mirada sobre la esfera improductiva, entendida como ocio. En Chile, así como a nivel global, las mujeres tienen menos tiempo de ocio que los hombres -5,94 y 6,43 horas, respectivamente, en un día tipo-; el ocio considerado como el tiempo no dedicado al trabajo mercantil, doméstico y de cuidado (INE 2018; 2016). Más allá de los análisis cuantitativos, las feministas han sostenido que la vida de las mujeres, al estar vinculada al hogar, conlleva una distinción borrosa entre el ocio y el trabajo, toda vez que la desprovisón de la condición de trabajo que poseen las labores reproductivas constriñen las posibilidades de las mujeres de tener tiempo libre (Henderson 2002; Shaw 1994). Estas perspectivas sugieren que el ocio de las mujeres debe mirarse como una experiencia subjetiva, determinada por las condiciones del trabajo y la vida social.

En esta línea, la investigación etnográfica que aquí se despliega se interesa por los modos en que las mujeres profesionales del arte -un sector productivo cuyas dinámicas son marcadamente flexibles y móviles- experimentan esta tríada de tiempos cotidianos destinados a la labor creativa, la crianza y el ocio, en relación con sus condiciones de vida y trabajo en la ciudad de Santiago. ¿Cómo experimentan y concilian los tiempos productivos, reproductivos y de ocio las mujeres profesionales del campo artístico? ¿Cuáles son las tensiones y estrategias en la gestión cotidiana de su tiempo en el marco de las transformaciones del trabajo y de la experiencia urbana?

Puesto que el estilo de vida de los/as artistas implica una multiplicidad de actividades y contextos, durante el año 2018 y 2019 llevé a cabo una “etnografía móvil” (Pujadas 2018) y “multisituada” (Marcus 2018), la cual busca comprender los significados y las experiencias de las personas por medio de seguir sus prácticas de movilidad cotidiana y compartir caminatas y conversaciones (Ingold y Vergunst 2008; Jirón 2012). Con base en este ejercicio, proporcionaré un paisaje vívido sobre tres casos de seguimiento etnográfico, con el fin de explorar el uso de esta metodología para comprender la experiencia temporal, desde el enfoque teórico y metodológico de la movilidad.

En una primera parte, propongo una lectura del trabajo artístico, el ocio y la maternidad bajo el paradigma de la flexibilidad laboral. En el segundo apartado, ofrezco una discusión sobre los usos clásicos de la etnografía y sus posibilidades de apertura desde los enfoques urbanos más recientes, que subrayan el valor epistemológico de los métodos móviles. En la tercera parte, expongo la metodología de seguimiento empleada en la investigación con mujeres artistas. Finalmente, presento la aplicación de esta metodología a través de tres casos de seguimiento. Planteo que esta concepción y uso renovado de la etnografía constituyen una aproximación fructífera a los fenómenos socioculturales, desde el lugar de los actores en el contexto de la movilidad y simultaneidad de la vivencia urbana contemporánea.

Trabajo artístico, ocio y maternidad en la era de la flexibilidad

Al analizar las lógicas económicas, culturales y simbólicas que rigen el trabajo artístico, diversos/as autores/as han subrayado sus similitudes con el modo de producción del capitalismo contemporáneo (Bolstanski y Chiapello 2002; Del Mármol y Basanta 2020; Kunst 2015; Lorey 2006; Mauro 2018; Pinochet 2015). Estos enfoques sostienen que, tanto en el campo artístico como en el paradigma laboral contemporáneo, el trabajo desregulado atraviesa todas las esferas de la vida, que deriva en la producción de subjetividades flexibles y autoprecarizadas. Bajo los principios de libertad y autonomía, el trabajador creativo se convierte, así, en el prototipo del trabajador flexible en el “capitalismo cognitivo” (Boutang 2004), cuyas relaciones laborales se distinguen, entre otros aspectos, por la exigencia de creatividad e innovación y el aumento de la fuerza de “trabajo inmaterial” (Lazzarato y Negri 2001).

Entre los efectos subjetivos de este proceso, se ha estudiado cómo la precarización laboral afecta la totalidad de la vida de los/as trabajadores/as del arte y deriva en formas específicas de subjetivación. En ellas, la “precarización de sí” (Lorey 2006), la introyección de la flexibilidad, la desprotección y vulnerabilidad conviven con estrategias de resistencia (Garbayo-Maeztu 2018), en un estilo de vida caracterizado por la “indistinción” entre el tiempo de ocio y trabajo (Pinochet y Muñoz-Retamal 2022), y un fuerte sentido de vocación creativa que naturaliza los efectos de la autoexplotación y precariedad (Zafra 2017).

Estas tensiones se complejizan con la maternidad, en la medida en que el trabajo reproductivo exige compatibilizarse con las condiciones del trabajo artístico. La invisibilización y feminización del trabajo reproductivo -tradicionalmente entendido como atributo natural de la psique y personalidad femenina (Federici 2013)- expresa una de las contradicciones esenciales del capitalismo, dado que su lógica oculta y desvalorizada es indispensable para el funcionamiento de la sociedad (Fraser 2000). Las teóricas feministas del ocio plantean que, producto de la naturalización del trabajo reproductivo y del cuidado, la distinción entre lo que es trabajo y ocio no es tan clara en la vida de las mujeres (Henderson 2002; Hochschild 1990; Shaw 1994). La asociación de la maternidad y la crianza con afectos y cualidades femeninas da lugar a que muchas de estas responsabilidades sean percibidas como parte del ocio femenino, desmarcándose de su condición de trabajo.

El concepto de fábrica social de Mario Tronti (1966) es retomado por Silvia Federici (2013) para referirse a esta condición desbordada de las relaciones productivas en el capitalismo actual: la indistinción entre sociedad y fábrica. Para la autora, el circuito de la producción capitalista y de la fábrica social “se asienta primordialmente en la cocina, el dormitorio, el hogar -en tanto que estos son los centros de producción de la fuerza de trabajo- y a partir de allí se traslada a la fábrica” (Federici 2013, 25). En tal sentido, es necesario abordar el ocio de las mujeres cuestionando su sentido de libertad, desde una mirada que ilumine sus vínculos con la dimensión reprimida del trabajo, la esfera reproductiva, así como sus particularidades en el capitalismo flexible.

A la par de estas reflexiones, los enfoques de género han contribuido a pensar la especificidad del trabajo artístico en el caso de las madres artistas. Las indagaciones en el campo consideran cada vez más el vínculo de la producción artística con la esfera reproductiva. Estudios recientes que analizan la representación de la maternidad en el arte (Heffernan y Wilgus 2018; Marchevska y Walkerdine 2019) muestran que la experiencia materna y la crianza se involucran activamente en las prácticas creativas de las mujeres, en una búsqueda por resistir y desafiar las concepciones tradicionales del ser madre. A través del arte maternal, la maternidad emerge como una práctica creativa y comunicativa.

Desde una aproximación etnográfica al campo de la danza, el análisis de Verdenelli (2020) sobre las carreras profesionales de las madres bailarinas en Buenos Aires plantea que la invisibilización de la maternidad reproduce las desigualdades de género en el campo artístico, ante lo cual las bailarinas despliegan estrategias de colectivización y reconocimiento de su condición de madres. En esta misma línea, a partir del análisis de la situación de los/as artistas en España, Garbayo-Maeztu (2018) sostiene que la precariedad, inseguridad y vulnerabilidad que caracteriza al campo artístico pueden constituirse en lugares de producción y enunciación, que posibilitan otras formas de subjetivación y sensibilidades, así como lógicas divergentes del trabajo desde la posición de las mujeres.

De este modo, el estudio de las madres artistas permite identificar formas específicas de concebir la práctica creativa (Liss 2009) y de experimentar las tensiones entre producción, reproducción y ocio en el paradigma de la flexibilidad (Pinochet y Muñoz-Retamal 2022), tal como se propone esta investigación. Una aproximación etnográfica a estas prácticas y contextos demanda una observación multisituada, en la medida en que los límites espaciotemporales de la labor artística y reproductiva son difusos, a la vez que se configuran en rutinas móviles y variables.

Hacia una etnografía movediza para un campo en movimiento

A partir de considerar la diferencia entre la movilidad como objeto y enfoque de estudio (Jirón e Imilan 2018), en esta investigación la movilidad opera como un enfoque teórico-metodológico, para abordar etnográficamente la experiencia del tiempo de las mujeres artistas en diferentes contextos de estudio: el hogar, la calle, el transporte, los lugares de trabajo, los diversos contextos del arte, el ocio, la crianza y el cuidado. Los espacios de tránsito -los “no-lugares” para Augé (2000)-, lejos de ser entendidos como dimensiones alienadas, vacías o de “tiempo muerto” (Sheller y Urry 2006, 214), son escenarios clave donde tienen lugar los significados y las prácticas de la vida cotidiana de las mujeres artistas.

Esta propuesta interdisciplinaria, proveniente de la antropología, la sociología y la geografía, revaloriza las prácticas paseantes como fuentes de conocimiento, así como distintas corrientes de pensamiento. Entre ellas, la fenomenología de Martin Heidegger, el corpus de trabajo de la Escuela de Chicago, las ideas de Walter Benjamín sobre la figura del flâneur, las derivas situacionistas de Guy Debord en París (1967), las observaciones metropolitanas de George Simmel en Berlín (1986), las nociones en torno a las prácticas espaciales de Michel de Certeau (1986) y el “ritmo-análisis” de Lefebvre (1992) en el estudio de la vida cotidiana, entre otras propuestas que privilegian la contemplación y descripción de la vida urbana mediante la experiencia móvil.

Al identificar al mundo primitivo como su objeto de estudio por excelencia, el modelo antropológico clásico fijó su prolongado trabajo de campo en sociedades aisladas de pequeña escala, que produjo análisis sobre unidades espaciales igualmente delimitadas (Guasch 1997; Jirón e Imian 2016). Resultado de ello son las descripciones estáticas y cerradas de los grupos sociales presentes en los primeros estudios estructural-funcionalistas.

A la par de los procesos de descolonización y la emergencia de diversos enfoques en las ciencias sociales de mediados de siglo, el ejercicio etnográfico comenzó a desarrollarse en las metrópolis, escenarios familiares para los/as etnógrafos/as. El reto de la disciplina, en este contexto, consistió en practicar el “extrañamiento” en la propia sociedad, que convierte “lo familiar en exótico” (Ribeiro 1989, 195). Emergieron, así, inquietudes sobre la aproximación microsocial a la ciudad y sus fenómenos: “¿Cómo estudiar la problemática urbana con los actuales instrumentos de las ciencias sociales?” (García 1995, 57).

Diversos autores han sostenido que el enfoque urbano -centrado en el análisis de los procesos de urbanización, las instituciones, comunidades urbanas e identidades barriales (García 2005; Guasch 1997)- ha tendido a reproducir la forma tradicional de construir el objeto de estudio antropológico. Esto es, una perspectiva sedentaria sobre fenómenos situados en territorios delimitados, estructurados, constantes y medibles dentro de la ciudad (Delgado 2007; Jirón e Imilan 2016).

Pese a que estas tendencias predominan en los estudios urbanos de América Latina y Chile, desde hace poco más de una década, nuevos enfoques en las ciencias sociales han impulsado un “giro hacia la movilidad” (Jirón 2012) o “paradigma de la movilidad” (Sheller y Urry 2016, 2006). Este ha remarcado la necesidad de emplear métodos móviles en la investigación cualitativa, toda vez que la movilidad diaria es una dimensión significativa de las experiencias de vida urbanas. Si bien la etnografía ha permanecido a través del tiempo como el método característico de la investigación antropológica, los profundos cambios en sus condiciones de producción replantean el ethos etnográfico malinowskiano (ver Marcus 2018) de su concepción y ejercicio más tradicional. En las últimas décadas, la práctica etnográfica ha proliferado en nuevos campos de trabajo y con renovadas formas de estar en ellos.

Aunque puede considerarse un enfoque emergente en América Latina y Chile, ciertos/as investigadores/as han dedicado sus esfuerzos a etnografiar las prácticas de movilidad en la metrópoli desde ángulos variados: movilidad y género (Jirón y Zunino 2017), movilidad y exclusión (Jirón, Lange y Bertrand 2010), movilidad y transporte (Jirón 2014, 2012); movilidad y trabajo flexible (Jirón e Imilan 2015), movilidad y prácticas artísticas (Carozzi 2019, 2015). En este último ámbito, destacan los aportes de María Julia Carozzi, cuya etnografía sobre las milongas porteñas en la ciudad de Buenos Aires (2015) retoma el paradigma de las movilidades para abordar la autopercepción, sociabilidad y el aprendizaje del baile; y propone una lectura del tango desde las tramas sociales y urbanas que construyen su saber vivido.

Los trabajos anteriormente mencionados subrayan la importancia del viaje en la ciudad contemporánea. Para ello, toman como punto de partida el hecho de que la experiencia urbana se desarrolla en distintas escalas, mediante prácticas fijas y móviles, las cuales deben mirarse desde sus interconexiones permanentes.

Distanciada de las perspectivas clásicas de los estudios urbanos, la presente investigación se alinea con una “antropología en movimiento” (Delgado 1999). Es decir, concibe su campo de estudio, la sociedad, como una textura -no como un texto dispuesto a ser traducido- cuyas dinámicas incesantes, viscosas y confusas no pueden ser aprehendidas sino desde una metodología abierta y movediza que, en este estudio, permita aprehender los diversos espacios y tiempos en enmarcan la experiencia cotidiana de las madres artistas.

Este horizonte teórico-metodológico tiene como referencia un modelo cinematográfico que aborda la actividad humana desde una audiovisión; es decir, a partir de la percepción directa de la cotidianeidad urbana, entendida como una puesta en escena en movimiento y transitoria, que el/la investigador/a puede observar por instantes, con el fin de capturar la simultaneidad de elementos sonoros, verbales, gestuales y corporales de la textura urbana (Delgado 2007). En tal sentido, la etnografía urbana, vista desde la movilidad, reconoce su campo de acción con base en la metáfora de la ciudad como sistema circulatorio: el movimiento de cosas, personas, información e ideas son el “corazón de la vida social” (Urry 2007). De esta manera, el ejercicio antropológico in situ adquiere, aquí, una diversidad de formas y contextos para estar y transitar, determinados por las circunstancias móviles de la investigación y la vida corriente de las artistas.

Metodología móvil de seguimiento

La metodología de este estudio consiste en una aproximación cualitativa fenomenológica a la experiencia vivida; en particular, a la experiencia del tiempo de las mujeres artistas, tanto en el nivel del discurso como en el de las prácticas cotidianas. El enfoque de la movilidad adoptado se alimenta de las referencias anteriormente delineadas y de un posicionamiento epistemológico sensible al género (Harding 1987; Gunzenhauser 2006), el cual considera que todo conocimiento es parcial, situado y se construye en la relación investigadora-investigada. Adoptar esta postura ha implicado tomar decisiones éticas: preocuparme por el trato dado a las participantes, aproximarme de manera no invasiva, respetar tiempos, límites y aperturas para acceder a su vida cotidiana, procurar construir una relación empática y horizontal a lo largo del trabajo de campo, así como mantener la comunicación en el periodo posterior a este.

En esta investigación, la flânerie se adopta como una práctica metodológica y herramienta analítica en tanto plantea una forma específica de mirar, percibir y leer las dinámicas urbanas a través del desplazamiento y el paseo (Torrecilla 2017). Por su naturaleza paseante, su capacidad analítica y de asombro, en sintonía con el “extrañamiento” antropológico (Ribeiro 1989), la figura del flâneur -recuperada de la obra de Baudelaire y estudiada por Walter Benjamin- se ha concebido como un modelo para la labor etnográfica que, a diferencia del etnógrafo clásico, resalta el valor de la movilidad espacial frente al anclaje territorial, en pos de captar la información de la vida social en su fluidez y circulación (Durán 2011). Esta aproximación propone una mirada crítica sobre la vida urbana e invita a los/as investigadores/as a involucrarse activamente en el espacio público, a través de un trabajo de campo móvil que permita recorrer los espacios urbanos.

La flânerie como metodología móvil es vista aquí desde la epistemología de género, en tanto toma en consideración las críticas al flâneur que lo posicionan como un conocedor masculino, joven, blanco y heterosexual, que desatiende las adversidades del espacio urbano desde el punto de vista de las mujeres (Torrecilla 2017). En esta línea, se han puesto en valor las prácticas paseantes de las mujeres a partir del concepto de “la flâneuse” (Broullón-Lozano 2021; Torrecilla 2017); perspectiva que, en este estudio, estimula a la investigadora a transitar por diversos escenarios públicos y laborales que, pese a estar circunscritos a una lógica masculinizada, es donde circulan las prácticas móviles de las participantes de estudio. Tal abordaje, en concordancia con el propósito de esta investigación, busca poner de manifiesto la experiencia de las mujeres en la ciudad y los efectos que tiene para su cotidianeidad el tránsito por un espacio urbano organizado alrededor de la lógica dicotómica público/privado.

A través del método etnográfico, busqué acercarme a la experiencia espaciotemporal de las mujeres artistas desde sus perspectivas y contextos, mediante un ejercicio de extrañamiento como elemento cualitativo distintivo para desentrañar este fenómeno del flujo cotidiano (Lins 1989). En particular, trabajé mediante una aproximación etnográfica “multisituada” (Marcus 2018), ya que esta centra su mirada en diversos espacios-tiempos y es consciente de la multilocalización de los procesos contemporáneos. En términos prácticos, consiste en seguir conexiones, relaciones y espacios -topologías- (Marcus 2018). De este modo, pude transitar por espacios-tiempos personales y colectivos, así como por las dimensiones híbridas del trabajo productivo, el ocio y la crianza en los itinerarios de las mujeres artistas.

En este marco, la estrategia de “seguimiento” (Jirón 2012) permite aproximarse etnográficamente a los fenómenos y prácticas que se dan en el curso de la movilidad urbana, por medio de acompañar a los participantes de estudio en sus desplazamientos y ocupaciones cotidianas; esto es, un seguimiento sistemático a lo largo de jornadas y trayectos diarios. Esta es una forma privilegiada para conocer la experiencia de las madres artistas, en la medida en que ellas se desenvuelven en contextos móviles y cambiantes de la ciudad de Santiago.

Al comienzo, diseñé la estrategia de seguimiento como un acompañamiento intensivo: seguir a cada participante de estudio durante una semana, desde el inicio de su jornada diaria hasta su fin. Sin embargo, mientras desarrollaba el trabajo de campo percibí las complejidades de penetrar en la vida de las personas, especialmente cuando se busca acceder a espacios privados que involucran a más personas que únicamente quienes consienten en participar de la investigación. A su vez, al tratarse de rutinas flexibles y caracterizadas por el multitrabajo, no todas las participantes sabían con certeza si mi presencia sería bienvenida en sus espacios laborales. Estos asuntos fueron conversados sobre la marcha y así fui previendo que podían emerger imprevistos de última hora. En suma, la estrategia de seguimiento consistió en acompañar a cada participante de estudio a lo largo de cuatro o cinco días diferentes de la semana, durante la mayor cantidad de tiempo posible, en un periodo total no mayor a dos semanas. Se optó por un procedimiento flexible, capaz de adecuarse al contexto de cada participante. El tiempo total dedicado al trabajo de campo fue de cinco meses, entre noviembre de 2018 y marzo de 2019.

El universo de estudio estuvo conformado por mujeres artistas y profesionales de la ciudad de Santiago. Las participantes fueron seleccionadas a través de un muestreo intencionado, no probabilístico, y los criterios de selección fueron: edad, número de hijos, edad del hijo o la hija, condiciones laborales y situación familiar/económica. La muestra corresponde a seis mujeres artistas y profesionales de la ciudad de Santiago, que se encuentran en etapa de crianza temprana, con edades entre los 35 y 40 años, que tienen un contrato de trabajo flexible y son jefas de hogar. El tratamiento de los datos se realizó a través de un análisis cualitativo que integra una serie de actividades interpretativas, con el fin de examinar las cualidades del fenómeno y las ideas asociadas a los datos; el paradigma de análisis se basó en los principios de la teoría fundamentada (Strauss y Corbin 2002). Para la sistematización de las notas de campo y entrevistas se empleó el software cualitativo Atlas.ti.

Las conversaciones informales surgieron en todo momento a lo largo del trabajo de campo. La espontaneidad de estos diálogos permitió acceder a dimensiones cotidianas que en las primeras entrevistas no siempre fueron tematizadas. Estas conversaciones se llevaron a cabo en diferentes contextos: domicilios, plazas, centros culturales, restaurantes, cafeterías, calles, transporte público y privado.

A partir de esta aproximación metodológica, me sumergí en los modos en que un grupo de mujeres artistas viven subjetivamente el tiempo en una ciudad cada vez más acelerada, como lo es Santiago. A continuación, presentaré tres casos de seguimiento, en función de los subcampos artísticos que contempló la investigación: danza, artes visuales y literatura. Estas trayectorias invitan a superar la visión dicotómica de la realidad, para percibir con mayor claridad el continuo temporal y cotidiano de lo productivo, reproductivo y el ocio. Al acompañar estas rutinas, observé de cerca cómo estas mujeres se enfrentan al día a día de una metrópoli acelerada, atochada y en constante crecimiento. De este modo, los ritmos y flujos capitalinos reflejan la tendencia de las condiciones contemporáneas del trabajo: movilidad, flexibilidad y multilocalidad.

El día de ensayo de Marcela1

Marcela es bailarina. Tiene 35 años y un hijo de tres, con quien vive en la comuna de Providencia. Tras separarse de su pareja, desde hace un par de meses reside con el padrino de su hijo. Durante ocho años se ha desempeñado como académica de danza en una universidad, por media jornada. Paralelamente, participa en proyectos colectivos de danza y otras iniciativas autogestionadas, tales como una plataforma web de formación para artistas y producción de eventos culturales. Esta diversidad ocupacional no le permite tener un lugar y horario de trabajo estable. Su rutina alterna diversas actividades y contextos.

A las 9:20 de la mañana de un viernes, se encuentra planificando las tareas de cuidado que requerirá S.2, su hijo. Él juega en el cuarto de estar mientras Marcela transita por el pasillo, alistándose para salir y dando las últimas instrucciones a la cuidadora. Le pide que prepare arroz, que lleve a su hijo al jardín y que no se olvide de la crema y el bloqueador. Marcela se despide y salimos rápidamente de su casa, para dirigirnos en automóvil a uno de sus trabajos, ubicado en el Barrio Yungay, centro de Santiago. En el trayecto, y al tiempo que Marcela intenta esquivar el tráfico (figura 1), envía a su grupo de trabajo un mensaje de audio vía WhatsApp desde su teléfono celular: “Recuerden que hoy empezamos a las 10:00”.

Fuente: fotografía de la autora, comuna de Santiago, Santiago de Chile, 2018.

Figura 1.  Trayecto en automóvil de la casa de Marcela a uno de sus trabajos en Santiago Centro 

Marcela es una persona organizada con sus tiempos y parece que siempre estuviera atenta a más de una cosa a la vez. Le pregunto por sus preocupaciones cotidianas. “Son tantas cosas”, dice. “Sin duda, S.; todo el tema de la rutina, de tener la comida y las cosas que él necesita”. En cuanto a su trabajo, señala que “varía dependiendo del proyecto. Yo creo que tener tiempo es una preocupación todo el rato; tener tiempo o estar en el set mental correcto para poder hacer las cosas, porque es desgastante” (Marcela, entrevista personal, diciembre de 2018).

Transcurridos veinte minutos, llegamos a una casona que funciona como espacio cultural. Posee numerosas salas de exhibición de arte y otras que se emplean como talleres para artistas, como la sala grupal de Marcela que ha arrendado por el mes de diciembre para el ensayo de su obra, enmarcada en un proyecto Fondart3. Las condiciones precarias del campo artístico que muestra la bibliografía existente al respecto, se manifiestan en gran medida en la rutina de Marcela: diversificación de fuentes de ingreso, autogestión de los espacios laborales, conformación de redes entre artistas, generación de proyectos grupales, búsqueda constante de subsidios (Brodsky, Negrón y Pössel 2014).

Pasadas las 10:00 de la mañana ya se ha incorporado el equipo completo: el productor audiovisual, el iluminador, el dramaturgo y el director de arte. La preparación del ambiente de trabajo toma considerable tiempo. La obra consiste en un trabajo experimental que será exhibido en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Marcela sostiene que su obra se inspira en preguntas que emergen de su propia maternidad, fuente de reflexiones que nutren su trabajo creativo: “preguntas que se me abren con la maternidad, la capacidad de percepción, de intuición. La transformación del cuerpo, otras maneras de percibirme o percibirnos como humanidad” (Marcela, entrevista personal, diciembre de 2018).

A las 14:00 horas termina la jornada. A Marcela le parece que la mañana ha transcurrido velozmente y, además de hambre, tiene apuros, porque a las 15:00 debe estar en la universidad para guiar la obra de danza de sus alumnas. En efecto, no le queda suficiente tiempo para almorzar. Rápidamente, se desplaza en automóvil a la universidad. Tarda quince minutos en llegar. En la clase, Marcela revisa constantemente su celular y, por medio de mensajes de WhatsApp, avisa a la encargada del jardín de su hijo que llegará pronto, cerca de las 16:00. A las 15:50 nos dirigimos en dirección al jardín de su hijo, ubicado a dos cuadras de su casa; se trata de un proyecto comunitario, conformado por un grupo de madres que turnan la crianza de los/as hijo/as. Durante el trayecto, Marcela se preocupa por la hora de su llegada y se mantiene atenta al celular, pese a que le permiten cierta flexibilidad. Sostiene que no preocuparse demasiado es una estrategia de compatibilización de sus tiempos que ha aprendido poco a poco, dada la variabilidad de actividades que tiene que atender:

He aprendido a desestresarme, planificando pero con la variabilidad. Desde que tengo a S. ha sido muy bonito entender los flujos, los movimientos; que todo es variable, todo el rato, que siempre hay más alternativas que una. He ido de a poco asumiendo ciertas cosas: que puedo no ir a un lugar, o que puedo llegar tarde, o que me lo llevo a él porque él no quiere estar en el jardín. Flexibilizar esos espacios. Esa es una gran estrategia, creo […]. Lo que es difícil con la variabilidad es que si no tienes una red de apoyo variable o que tiene una flexibilidad es bien difícil. Los malabares para poder encontrar personas en ciertos horarios es súper difícil. (Marcela, entrevista personal, diciembre de 2018)

Tal como se percibe en el relato de Marcela, y como han sostenido otras investigaciones (Lorey 2006; Pinochet y Tobar 2021), los ideales de flexibilidad, libertad y autonomía del trabajo creativo se traducen, en la vida de los/as trabajadores/as creativos/as, en costos subjetivos y en una carga mental permanente para poder autorregular el trabajo en un escenario de informalidad y conciliarlo con otras actividades. Implica, por tanto, rigidizar otras dimensiones de la vida, tales como los ritmos del trabajo de cuidado, afectando principalmente el trabajo feminizado (Todaro 2016). Desde esta perspectiva crítica, la supuesta libertad de acción es, en parte, consecuencia de una situación determinada por condiciones estructurales.

En esta rutina, los tiempos de ocio de Marcela, efectivamente alejados de sus labores productivas y reproductivas, son limitados. Al respecto, señala:

Creo que antes de quedar embarazada conocí lo que es el ocio y el tiempo libre, pero no creo que es algo de mi vida. Yo siempre he sido una persona muy productiva. En general, para poder hacer algo yo, tengo que pagar los cuidados de él [su hijo] y eso me está pasando la cuenta ahora. Entonces al final tampoco es que lo pueda disfrutar tanto. Y además me canso mucho en los horarios de noche, que son los horarios que tengo tiempo. Más bien diría que necesito ese ocio para recuperarme. (Marcela, entrevista personal, diciembre de 2018)

Para Marcela no es una necesidad tener tiempos de ocio, aunque sí descansar. Pero esto es así porque, en parte, ella encuentra ocio en su actividad artística; esto es, bailando. Muchas veces, las motivaciones para hacer su trabajo no son los resultados que se derivan de este -estabilidad profesional o remuneración-, sino el disfrute de su proceso. Por ello es que distingue dos tipos de trabajo. Por una parte, está el trabajo docente, el que tiene un propósito principalmente económico: “Doy clases porque necesito generar ‘lucas’4 y es un buen espacio para hacerlo, pero realmente no es mi principal objetivo; tengo muchos otros intereses y me conflictúa sentir que permanezco ahí sin desarrollar algo más” (entrevista personal, diciembre de 2018). Por otra, está el trabajo independiente de la danza; el que se mezcla con el ocio. Bailar es lo que la entretiene y sin esta actividad se siente conflictuada, porque en ella encuentra un sentido de vida: “Lo hago por el interés genuino que tengo, porque es lo que me entretiene también; lo que me hace sentido” (entrevista personal, diciembre de 2018).

Pocos minutos pasadas las 16:00 horas de esa tarde, llegamos a la entrada del jardín infantil y el rostro de Marcela refleja alivio por llegar.

Su ajetreada rutina da lugar a un modo especial de habitar el mundo. Tal como plantean Aravena (2020) y Sennett (2006), las lógicas flexibles del trabajo exigen un involucramiento subjetivo en la generación de estrategias organizativas y transforman no solo la estructura del trabajo, sino las subjetividades. En este sentido, la experiencia del tiempo de Marcela se ancla en una simultaneidad de imágenes, espacios y tiempos. Su propia rutina se construye a partir de una técnica: la gestión permanente del tiempo y la conciliación de las dimensiones asociadas al trabajo creativo y materno bajo un esquema móvil.

La exposición de arte y la última clase de Alejandra

Alejandra tiene 38 años. Es madre soltera y reside en la comuna de Independencia junto con su hija de 9 años, M. tiene una larga trayectoria como artista y activista feminista. Su posicionamiento político, así como sus experiencias personales, han impregnado su trabajo creativo y lo han centrado en la maternidad. Es profesora de arte de educación básica en una escuela y de educación media en otro establecimiento, donde ingresó a modo de reemplazo. Contratada a honorarios, a tiempo parcial y con salarios que considera bajos, hace clases cinco veces a la semana en horarios variados. Cada cierto tiempo, imparte talleres de arte.

Asisto a una de sus exposiciones en el Centro Cultural de la municipalidad de Quilicura. Es una exposición individual y retrospectiva de sus trabajos sobre maternidad. Mientras camino y observo la exposición, voy enlazando el relato biográfico de Alejandra sobre el proceso detrás cada obra con su resultado. Del siguiente modo relata el proceso de creación de “Rizomas comunes” (figura 2), uno de sus trabajos de videoarte:

Cuando M. estaba más chica, yo trabajaba como profe. Llegaba a la casa, me tiraba a la cama y le pedía que me hiciera masaje. Como era chiquitita y tenía pies ricos, caminaba encima de mi espalda y a ella le encantaba, porque a veces se caía y se tenía que equilibrar; era como un juego. Me vino a eso a la mente y dije: “voy a hacer eso”. Yo estaba acostada y a M. le compré un calzón blanco. No se me veía la cara ni a ella. Entonces, ella camina todo el rato. (Alejandra, entrevista personal, noviembre de 2018)

Fuente: fotografía de la autora, Centro Cultural de Quilicura, Santiago de Chile, 2019.

Figura 2.  Instalación y video “Rizomas comunes” (2013) por Alejandra Ugarte (Senoritaugarte), en su exposición retrospectiva “Malas lenguas”  

La práctica artística de Alejandra ilustra las tensiones de lo que se ha conceptualizado como “arte maternal” (Marchevska y Walkerdine 2019). Esto es, el involucramiento de la vivencia materna en el trabajo creativo y la inseparabilidad de estas dimensiones, cuya expresión creativa ilumina una forma singular de vivir la maternidad desde las interconexiones entre lo personal, lo creativo y lo político.

Acompaño a Alejandra a una de sus clases en la comuna de San Joaquín, sector sur-poniente de la ciudad. Mientras caminamos desde el metro hasta al paradero de microbuses, me cuenta que la de hoy es su última clase en la escuela y que pronto quedará cesante. Vive con una constante presión económica que le exige adoptar una actitud flexible: “Una, desde que estudia artes, se da cuenta de que tiene que ser como bien flexible. Es complejo tener estabilidad, entonces también tienes que tener una actitud de darlo todo” (entrevista personal, noviembre de 2018).

La clase finaliza a las 16:00, momento en que ayudo a Alejandra a ordenar la sala, para luego salir de la escuela y tomar el microbus de regreso. Apenas nos subimos, Alejandra llama por teléfono a su padre para avisar que su hija tiene clases de taller en la escuela; que no es necesario que vaya a buscarla, porque ella alcanza a llegar. En el trayecto conversamos sobre la importancia de contar con una red de apoyo para la crianza de los/as hijos/as, que en su caso recae en sus padres. La cercanía entre su casa y la escuela de su hija es fundamental para la organización de sus tiempos. Además, ha procurado residir en la misma comuna de su padre.

Los días jueves en la mañana y los viernes después de las 14:00 horas son los momentos que Alejandra dice tener libre, pero estas porciones de tiempo las emplea para generar proyectos creativos: “Generalmente estoy pensando en proyectos con la Escuela [de arte feminista]. También, a veces, me agobia pensar tanto, porque no hay muchos espacios en artes visuales; es súper difícil ganarse un Fondart con estas temáticas” (entrevista personal, noviembre de 2018). La búsqueda constante de empleo refleja otra de las precariedades del campo artístico, que se traducen en una gestión permanente de las propias condiciones de vida y trabajo, sin certezas económicas a mediano o largo plazo.

Alejandra distingue claramente dos tiempos productivos vinculados a su ocupación: “La artista suele tener la pega, el trabajo donde recibe lucas, pero además necesita ese otro tiempo de inspiración, de creación”. En este sentido, ser artista y madre implica una variedad de jornadas que deben compatibilizarse:

Ya ser artista es una doble jornada. Una mujer tiene muchas jornadas. Aparte de una jornada laboral, está la jornada de los cuidados […]. Y más encima, la carga de ser artista, ¿cuándo tienes tiempo para crear? Claro, en la micro, en el metro, podría ser [risas]; anotar ideas, que obviamente es una cosa que a mí me pasa. O sea, claramente, mis momentos de inspiración son esos, cuando estás corriendo en el cotidiano. Pero ya sentarte a trabajar, ¿cuándo? (Alejandra, entrevista personal, noviembre de 2018)

Al llegar a su casa hacemos un recorrido. En la parte delantera, en el área que correspondería al cuarto de estar, ha dispuesto una especie de taller de arte. En este lugar, ella y su hija se entretienen: pintan, dibujan, recortan. Si bien para Alejandra la compenetración de espacios y tiempos de la maternidad y el trabajo artístico es una estrategia de compatibilización de sus actividades, implica, también, una limitación para la parte más creativa del trabajo artístico: “A veces recortando puedo estar con la M., pero no cuando esto es como más complejo”, me aclara (entrevista personal, noviembre de 2018). La inexistencia de un espacio formal de trabajo es también una condición precaria del trabajo artístico, que Alejandra resuelve por medio de cohesionar el hogar y el taller de arte en un mismo lugar, con consecuencias para sus esfuerzos creativos.

Ella sostiene que, mientras busca empleo, tendrá más tiempo de ocio para dedicarse al arte. En este sentido, el tiempo de ocio es parte fundamental de su trabajo creativo: “Para mí, el ocio tiene relación con mi trabajo”. De este modo, los tiempos de ocio no solo constituyen aquellos momentos liberados del trabajo productivo y reproductivo, sino que Alejandra, al igual que Marcela, lo encuentra en su trabajo creativo, porque disfruta profundamente de este proceso. El ocio impulsa su proceso creativo, pero estos momentos resultan difíciles de experimentar en una rutina cargada de responsabilidades. En consecuencia, la tarea creativa es un desafío constante para ella.

Taller de escritura en casa de Paula

Paula tiene 40 años y es escritora. Se ha dedicado a escribir poesía y novelas por más de quince años. En sus libros aborda temas como los ciclos vitales, la violencia de género y el vínculo materno. Vive en la comuna de Ñuñoa, con su pareja D. y T., su hijo de dos años. Tiene un trabajo fijo de medio tiempo como docente en el Ejército de Chile de lunes a viernes de 8:00 a 14:00, donde enseña técnicas de comunicación en la escuela de suboficiales. Este trabajo queda lejos de su casa; tarda una hora en llegar, por lo que se levanta de madrugada. Dos veces a la semana, de 19:00 a 21:30, imparte talleres de literatura en espacios que arrienda y otros en su propia casa. Este trabajo es independiente e inestable; constituye una actividad económica complementaria. Paula pasa las jornadas de la mañana en el trabajo fuera del hogar, pero también trabaja diariamente en su casa, ya sea escribiendo su novela o haciendo clases de taller.

Llego a su domicilio a las 15:00. Ha terminado recién de bañar a su hijo, el que ahora corre desde el pasillo hasta el cuarto de estar. Paula descansa un breve rato en el sofá, mientras espera que las altas temperaturas de esta tarde bajen, para llevar a su hijo a la plaza: una labor de cuidado recurrente. Caminamos hacia la plaza ubicada a tres cuadras (figura 3). Para Paula, la maternidad es un constante quehacer del que es difícil desconectarse: “Una hace de todo, yo creo que es innumerable, es como 24/7”, dice (entrevista personal, enero de 2019). Disfruta de su maternidad, tanto como de su labor de escritora, pero sabe que para poder sobrellevar esta vida necesita accionar constantes esfuerzos, los que está dispuesta a asumir por la satisfacción que le entrega la escritura. “No quiero que nadie venga a decirme: pucha, la maternidad te pasó por encima”, dice Paula.

Fuente: fotografía de la autora, comuna de Ñuñoa, Santiago de Chile, 2019.

Figura 3. Paula paseando a su hijo 

Sus mayores preocupaciones son la familia y la escritura. Para ello, debe mantener un trabajo remunerado que pueda sustentar la crianza de su hijo y su pasión escritural. Su objetivo es conservar su actividad literaria y evitar que sea absorbida por el trabajo remunerado y la maternidad; es decir, el desafío de conciliar la maternidad con el estilo de vida propio de una escritora. Estar presente en la escena artística y en el campo literario es un desafío importante a la hora de convertirse en madre -“no desaparecer”, como ella dice-, porque implica salir del espacio doméstico en el que suelen circunscribirse las tareas de la maternidad más temprana.

Paula se identifica profundamente con su ocupación artística. Ser escritora, para ella, es una forma de experimentar el mundo; por lo tanto, penetra todos sus contextos cotidianos. A diferencia de su trabajo remunerado, el trabajo creativo en su vida no tiene límites. Los límites prácticos que intenta asignar a esta labor son para atender el trabajo remunerado y el trabajo de cuidado. Cuando no está haciendo una de estas actividades, ella se dedica a escribir: “La escritura no, nunca; no tiene límites. Mi pega como profe, esa sí. En mi caso, leer, ver películas y todo, está siempre relacionado con el proceso creativo y nunca no he estado en un proceso creativo” (Paula, entrevista personal, enero de 2019). Ella tiene muy claro que la llegada de su hijo ha irrumpido tanto en sus tiempos de ocio como en la escritura, la que experimenta como un sentimiento de vivo afecto:

El gran amor de tu vida es la escritura; entonces, cuando nace un hijo, es como: ¡oh! Hay otra cosa a la cual puedo amar profundamente. Te das cuenta de que existe otro tipo de prioridad. Entonces, aprendí a compartir un espacio. Antes podía estar escribiendo ocho horas si quería, seguidas […]. Ahora es distinto, porque hay reglas, hay obligaciones. (Paula, entrevista personal, enero de 2019)

En este sentido, los ritmos del trabajo creativo se acomodan a los ritmos de la crianza y la maternidad; actividades que imponen límites a la creación y que operan como una orientación temporal para organizar la vida diaria. Paula ha adoptado la estrategia de escribir en los momentos en que su hijo duerme, las madrugadas de sábado y domingo, porque en las noches termina agotada. Rigidizar los ritmos reproductivos constituye, también en su caso, una estrategia para poder planificar los ritmos flexibles del trabajo creativo en el contexto del hogar, donde la colaboración de su pareja es clave.

Los tiempos productivos y reproductivos, en el caso de Paula, se viven simultáneamente en el hogar en instancias de taller que imparte. Este inicia a las 19:00 y se desarrolla en el cuarto de estar de su casa. Realizar el taller fuera de casa implica destinar una parte de la ganancia económica al arriendo de un espacio, lo que no siempre sale a cuentas. Desde el cuarto donde se desarrolla la clase, se oye la risa de T. junto a una canción infantil de Navidad que proviene de la televisión. “Perdón por la música, es que quedó pegado con la Navidad”, dice Paula con un tono gracioso. Hacia el final del taller, cerca de las 21:30, se escucha el llanto de T. “¡Déjalo que venga! Me da pena”, le dice Paula a su pareja (entrevista personal, enero de 2019). T. camina hacia Paula desde la habitación y le pide atención. El taller finaliza junto a Paula y T. en sus brazos.

Si bien trabajar desde la casa evita algunos traslados cotidianos, demanda una aguda organización familiar y la autogestión de factores domésticos para poder crear un ambiente de trabajo apropiado en la intimidad del hogar, preocupaciones que merman el nivel de concentración. Ello da lugar a una superposición de trabajo y a la imposibilidad de separar las atenciones domésticas y reproductivas del desempeño productivo y creativo.

Conclusiones

La exploración móvil y multisituada por la vida cotidiana de estas artistas ha dado lugar a la comprensión de las cualidades de un fenómeno que, por su naturaleza, resulta difícil de aprehender de otro modo: la vivencia subjetiva del tiempo. No obstante, seguir prácticas ajenas, tanto fijas como móviles, es siempre un proceso parcial, mediado por las circunstancias de la investigación. Poner en práctica esta metodología ha constituido un desafío personal; ha requerido un gran compromiso y un trabajo de campo intenso. La intersubjetividad entre investigadora e investigadas, generada en los diversos espacios transitados, ha sido la base para conocer ciertos aspectos característicos de su cotidianeidad. Por ello, la estrategia de seguimiento se adecuó a una serie de imprevistos y situaciones que emergieron en el campo. Esta flexibilidad y reflexión permanente en torno a las implicancias metodológicas de las estrategias utilizadas resultan indispensables para no caer en una observación invasiva.

Con estas consideraciones en el seguimiento de las prácticas de movilidad de las mujeres artistas, observé de cerca rutinas que varían de un día a otro, cambiantes en términos de horario y lugar de trabajo, que exigen adaptarse a condiciones laborales mutables y que demandan una gestión constante del tiempo. Este desafío se intensifica con la maternidad, porque la crianza y el cuidado constituyen responsabilidades domésticas y reproductivas que intentan constantemente ser compaginadas con el trabajo en la ocupación. La llegada de un/a hijo/a irrumpe tanto en el trabajo remunerado como en la actividad creativa que más disfrutan hacer. De este modo, el “segundo turno” (Hochschild 1990), entendido como la doble presencia de las mujeres en el ámbito productivo-laboral y en el doméstico-familiar, se superpone aquí con la dimensión del ocio y la labor creativa. A través del acompañamiento permanente fue posible aproximarse al complejo grado de imbricación/superposición temporal que pueden llegar a experimentar las madres artistas.

De este modo, el ritmo de sus vidas está dado por una serie de estrategias y esfuerzos cotidianos para compatibilizar la maternidad con su profesión y labor creativa, en el marco del trabajo flexible, de la precariedad del campo artístico y de los servicios de cuidado, cuyos costos son asumidos individualmente o a través de redes de apoyo de cuidado que las mismas mujeres deben gestionar y movilizar. La maternidad “intensiva” (Solé y Parella 2004), de tiempo completo, es todavía un modelo hegemónico que se reproduce en el hábito del multitasking o en figuras como la “madre-máquina” (Meruane 2018); esto es, mujeres que movilizan y organizan varias cosas al mismo tiempo. Esta gestión permanente del tiempo y el espacio constituye una sobrecarga laboral y mental, que limita sus posibilidades para vivir tiempos de ocio verdaderamente “libres” del trabajo.

Como he sostenido en otro trabajo (Pinochet y Muñoz-Retamal 2022), esto es así porque las artistas dedican gran parte de su tiempo a dos actividades que, por sus cualidades particulares, se resisten a ser delimitadas y consideradas como un trabajo: la maternidad y la labor creativa. Ambas actividades adquieren una temporalidad permanente y conforman una carga mental superpuesta. La movilidad y fluidez de estas dimensiones de estudio demandaron un abordaje igualmente móvil para comprender que la productividad, la reproductividad y el ocio constituyen una tríada de tiempos cotidianos interconectados en la vida de las mujeres y que, durante gran parte del día, transcurren en forma simultánea.

En este escenario de interconectividad, las demarcaciones espaciotemporales de oposición binaria -lo público y lo privado; el espacio familiar y social; el ocio y el trabajo; el hogar y el trabajo- requieren ser revisadas desde sus interpenetraciones en la vida de las personas, lo que conduce a un replanteamiento de nuestros métodos. La metodología aquí desarrollada puede ser un camino fructífero para ello, particularmente en la exploración microsocial de la realidad desde el lugar de los actores en el contexto de la movilidad, aceleración y simultaneidad temporal de la vivencia urbana.

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Cómo citar este artículo: Muñoz-Retamal, Javiera. 2022. “Transitando por el arte, el ocio y la maternidad: una etnografía móvil con mujeres artistas en Santiago de Chile”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 48: 55-79. https://doi.org/10.7440/antipoda48.2022.03

1 En función del consentimiento de esta participante, su nombre fue modificado.

2Las personas que integran la vida de las participantes serán identificadas en el texto por las iniciales de su nombre.

3El Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes es un fondo concursable administrado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio del Gobierno de Chile, cuyo objetivo es financiar creaciones artísticas de diversa índole a nivel regional y nacional.

4En lenguaje coloquial chileno, “lucas” se refiere al dinero.

*Algunas de las reflexiones aquí contenidas son resultado de mi tesis de Magíster en Estudios de Género y Cultura de la Universidad de Chile. Asimismo, este artículo se deriva de mi participación, en calidad de tesista e investigadora invitada, en el Proyecto Fondecyt de Iniciación N.° 11170319: “Prácticas de ocio y trabajo cognitivo. Un estudio de los sectores creativos, artísticos e intelectuales”, financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), Chile.

Recibido: 30 de Noviembre de 2021; Aprobado: 15 de Mayo de 2022

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