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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.50 Bogotá Jan./June 2023  Epub Feb 22, 2023

https://doi.org/10.7440/antipoda50.2023.05 

Dossier

La gestión emocional de la frustración en antropólogas(os) forenses que trabajan en la búsqueda de víctimas de desaparición forzada en Colombia*

The Emotional Management of Frustration in Forensic Anthropologists Working in the Search for Victims of Forced Disappearance in Colombia

A gestão emocional da frustração em antropólogas(os) forenses que trabalham na busca de vítimas de desparecimento forçado na Colômbia

Gabriela Fernández-Miranda** 

Juan Pablo Aranguren-Romero*** 

**Estudiante de doctorado en psicología y neurociencias en el Centro de Neurociencia Cognitiva de Duke University, Estados Unidos. Magíster en psicología de la Universidad de los Andes y psicóloga de la Universidad Javeriana. Entre sus últimas publicaciones están: (en coautoría con Juan Pablo Aranguren-Romero) “Gestionar la frustración: experiencias relacionales de antropólogas forenses en el contexto del conflicto armado colombiano”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos 21 (2021): en línea, https://doi.org/10.4000/nuevomundo.83956; (en coautoría con Wilson López López, Andrea Correa-Chica, Myriam Carmenza Sierra-Puentes, Juan Gabriel Castañeda Polanco, María del Rosario Duran Jaramillo y Pablo Castro-Abril) “Children’s Conceptualizations of Forgiveness, Reconciliation, and Peacebuilding in the Context of Armed Conflict”, en Children and Peace. From Research to Action, ed. de Nikola Balvin y Daniel J. Christie (Cham: Springer, 2020), 203-215, https://doi.org/10.1007/978-3-030-22176-8_13. https://orcid.org/0000-0002-5475-709 gabriela.fernandez@duke.edu

***Doctor en ciencias sociales y magíster en antropología social de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Argentina. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia e historiador de la Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. Profesor asociado del Departamento de Psicología y director de proyectos académicos de la Universidad de los Andes, Colombia. Entre sus últimas publicaciones están: (en coautoría con Juan Nicolás Cardona-Santofimio) “From ‘Work of Mourning’ to ‘Spectral Figurations’: Contributions of Psychoanalysis to the Listening of the Emotional Management of Absence in Cases of Political Violence in Latin America”, en Psychoanalysis as Social and Political Discourse in Latin America and the Caribbean, ed. Paola Bohórquez y Verónica Garibotto (Londres: Routledge, 2022), 69-82, https://doi.org/10.4324/9781003266211-7; “Escuchar y narrar la guerra: experiencias emocionales de periodistas colombianos”, Revista Mexicana de Sociología 84, n.o 4 (2022): 1077-1104, http://revistamexicanadesociologia.unam.mx/index.php/rms/article/view/60392/53263; (en coautoría con Laura Gallo Tapias) “Entre el compromiso y el distanciamiento: la fotografía como escucha del dolor de la guerra en Colombia”, en Narrativas artísticas del conflicto armado: pluralidad, memorias e interpelaciones, ed. de María Emma Wills Obregón (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2021), 97-124. https://orcid.org/0000-0001-5892-2153 jp.aranguren@uniandes.edu.co


Resumen:

Desde finales del siglo XX, el trabajo desarrollado por profesionales forenses en contextos de guerra se ha tornado en un tema de particular interés, entre otras cosas, por la importancia que tiene en el esclarecimiento de graves violaciones a los derechos humanos. El objetivo de este artículo es caracterizar la experiencia de frustración y las estrategias de gestión emocional que utilizan las(os) antropólogas(os) forenses que trabajan en el contexto del conflicto armado colombiano. A través de entrevistas semiestructuradas a diez antropólogas(os) forenses que trabajan en procesos de búsqueda de víctimas de desaparición forzada en Colombia y mediante el uso del método de análisis autobiográfico, el artículo identifica las estrategias mediante las cuales las(os) profesionales forenses gestionan la frustración en un contexto de conflicto armado y violencia política. Todas las entrevistas fueron llevadas a cabo en Bogotá durante el 2019. Se encontró que las(os) antropólogas(os) forenses entrevistadas(os) se confrontan con potenciales fuentes de frustración como escenarios políticos complejos, dificultades del contexto geográfico para adelantar los procesos de búsqueda, situaciones de impunidad de larga duración y altas expectativas por parte de las(os) familiares de las víctimas respecto del hallazgo de los restos. Así, el artículo da cuenta de los modos en que las(os) antropólogas(os) forenses gestionan emocionalmente estas dificultades de manera que logran mantener la motivación y los esfuerzos para continuar realizando su trabajo. El artículo se ocupa, desde una perspectiva novedosa, de los modos de gestión emocional de los impactos que tiene el trabajo en contextos de violencia política y guerra y revela la importancia de avanzar en investigaciones que permitan reconocer al sujeto implicado ante el dolor de las(os) demás.

Palabras clave: antropología forense; conflicto armado; desaparición forzada; frustración; giro forense

Abstract:

Since the end of the twentieth century, the work of forensic professionals in contexts of war has become a topic of particular interest, among other reasons, because of its importance in the clarification of serious human rights violations. The purpose of this article is to characterize the experience of frustration and emotional management strategies used by forensic anthropologists working in the context of the Colombian armed conflict. Using semi-structured interviews with ten forensic anthropologists working in the search for victims of enforced disappearance in Colombia, along with autobiographical analysis, the authors identify the strategies through which forensic professionals manage frustration in a context of armed conflict and political violence. All interviews were held in Bogota in 2019. The forensic anthropologists interviewed were found to be confronted with potential sources of frustration such as complex political scenarios, difficulties of the geographical context to carry out the search processes, long-lasting situations of impunity, and high expectations of the victims’ families to find their loved ones’ remains. The article thus describes the ways in which forensic anthropologists emotionally manage these difficulties in order to maintain their motivation and efforts to continue their work. The authors employ a novel perspective to explore the emotional management of the impacts of work in contexts of political violence and war, revealing the importance of research that allows us to recognize the subject involved before the pain of others.

Keywords: Armed conflict; forced disappearance; forensic anthropology; forensic turn; frustration

Resumo:

Desde o final do século 20, o trabalho desenvolvido por profissionais forenses em contextos de guerra tem se tornado um tema de particular interesse, entre outras coisas, pela importância que tem no esclarecimento de graves violações dos direitos humanos. O objetivo deste artigo é caracterizar a experiência de frustração e as estratégias de gestão emocional que as(os) antropólogas(os) forenses que trabalham no contexto do conflito armado colombiano utilizam. Por meio de entrevistas semiestruturadas a dez antropólogas(os) forenses que trabalham em processos de busca de vítimas de desaparecimento forçado na Colômbia e mediante o uso do método de análise autobiográfica, este artigo identifica as estratégias pelas quais as(os) profissionais forenses lidam com a frustração num contexto de conflito armado e violência política. Todas as entrevistas foram realizadas em Bogotá, Colômbia, durante 2019. Foi constatado que as(os) antropólogas(os) forenses entrevistadas(os) são confrontados com potenciais fontes de frustração, como cenários políticos complexos, dificuldades do contexto geográfico para realizar os processos de busca, situações de impunidade de longa duração e altas expectativas por parte das(os) familiares das vítimas a respeito do achado dos restos. Assim, este artigo evidencia os modos em que as(os) antropólogas(os) forenses lidam emocionalmente com essas dificuldades de maneira que consiga manter a motivação e os esforços para continuar realizando seu trabalho. Trata-se, sob uma perspectiva inovadora, dos modos de gestão emocional dos impactos que o trabalho em contextos de violência política e guerra tem, e revela a importância de progredir em pesquisas que permitam reconhecer o sujeito envolvido ante a dor das(os) demais.

Palavras-chave: antropologia forense; conflito armado; desaparecimento forçado; frustração; virada forense

El interés en torno a las experiencias emocionales de profesionales forenses que trabajan en contextos de guerra, violencia política o conflictos armados ha ido en aumento en las últimas dos décadas (Aranguren-Romero 2019; Aranguren-Romero y Fernández-Miranda 2021; Aranguren-Romero y León 2020; Black 2016; Blau 2006; Dominguez y Ross 2016; Ferllini 2013; Koff 2005). Dicho aumento se explica, en parte, como resultado de la producción de narrativas testimoniales de las(os)1 profesionales forenses que empezó a incidir en novelas de ficción histórica y en textos autobiográficos (Baraybar 2012; Black 2018; CNMH 2014; Manheim 2000; Ondaatje 2001). Es lo que Aranguren-Romero (2019) ha denominado un giro subjetivo al interior del giro forense (Dziuban 2017), materializado, incluso, en producciones audiovisuales documentales y cinematográficas (Bidault 2014; CNMH 2015; Dutrénit y Leal 2020; Gálvez 2014) que han contribuido a amplificar las voces sobre los impactos psicosociales de la desaparición forzada y la violencia en masa, particularmente en América Latina, a través de una cierta focalización en la experiencia de los antropólogos forenses.

Con todo, el giro subjetivo al interior del giro forense es también una expresión del marcado interés de las investigaciones sobre experiencias traumáticas secundarias o vicarias que empezaron a delinearse a finales del siglo XX. Con estas, se busca mostrar los modos en los que diversos profesionales que trabajaban en contextos de guerra, violencia política o conflictos armados eran afectados emocionalmente por dicho trabajo (Fassin y Rechtman 2009). Así, el interés por las formas en que las personas se ubicaban ante el dolor de los demás se tendió a situar predominantemente en una perspectiva sobre el contagio de lo traumático producto del encuentro entre un actor aparentemente externo a los contextos de violencia con las experiencias de dolor y sufrimiento. Esta perspectiva, derivó en una remarcación de categorías como trastorno de estrés postraumático, trauma secundario, trauma vicario, entre otras, que terminaron por limitar la comprensión de las implicaciones éticas, políticas y afectivas de estar situado ante el dolor de los demás (Aranguren-Romero 2017).

Aunque en el caso de profesionales forenses la caracterización psicodiagnóstica ha sido relativamente menor, algunos estudios pioneros sobre las experiencias emocionales de personas que participan en procesos de rescate e identificación de cuerpos en situaciones catastróficas y violentas muestran una marcada tendencia a acoger estas experiencias bajo la estela del trastorno de estrés postraumático (Cicognani et al. 2009; Fullerton, Ursano y Wang 2004). Desde otras perspectivas, se ha insistido en la necesidad de entrever el involucramiento emocional de profesionales forenses en una perspectiva mucho más dialógica e intersubjetiva, reconociendo los modos de implicación emocional y política de dichos profesionales en el contexto en el que trabajan (Aranguren-Romero y Fernández-Miranda 2021; Ferllini 2017, 2013; Koff 2005; Williams y Crews 2003). Esto, a su vez, ha permitido reconocer cómo la misma profesión de la antropología forense se ha transformado como resultado de las demandas de los contextos.

De hecho, los escenarios de violencia en masa, desaparición forzada y otras violaciones a los derechos humanos han puesto el foco de atención en la antropología forense como un modo para ‘desentrañar la verdad’ de un pasado que se presume emergerá de las entrañas de la tierra y permitirá cerrar ciclos de violencia, contribuyendo a la reparación a las víctimas (Ferrándiz 2014). Al mismo tiempo esta situación ha aumentado las demandas y expectativas sobre el rol de los antropólogos forenses en tales contextos. Estos escenarios han consolidado la necesidad de que los profesionales establezcan vínculos más estrechos con los familiares de desaparecidos y desplieguen modos de relacionamiento con el dolor humano que van desde habilidades psicosociales para acoger el sufrimiento de los familiares (Fondebrider 2005; Gómez y Beristain 2007; Pérez y Navarro 2007) hasta estrategias para gestionar dicho sufrimiento en su propia vida. Todo ello pone de manifiesto escenarios en los que la experiencia emocional del profesional forense se torna relevante no solamente como un giro de época, sino porque su disposición emocional para acoger el dolor de los familiares de desaparecidos se torna determinante también en los procesos mismos de reparación integral.

El trabajo de los antropólogos forenses en un contexto como el colombiano se torna demandante y supone una directa implicación emocional en la labor que realizan. Se constituye en un reto complejo, toda vez que sobre el forense tiende a recaer la responsabilidad de, por un lado, hallar los cuerpos que han sido objeto de prácticas de violencia intencionadas y orientadas a que sean desaparecidos -esto es desdibujados, deshechos, rotos, fracturados y difuminados- y, por otro lado, lidiar con trabas institucionales y judiciales dirigidas a invisibilizar o a impedir el reconocimiento de la existencia de dichos crímenes.

Así, algunas de las dificultades inherentes a la búsqueda en el contexto colombiano son el ocultamiento en zonas geográficas complejas y las modalidades de desaparición utilizadas (enterramientos en fosas comunes clandestinas, disposición de los cuerpos en ríos, desmembramiento, hornos crematorios, etc.) (CNMH 2018). Además, está, primero, el hecho de que el número de casos de víctimas de desaparición desborda la cantidad de antropólogos forenses disponibles en el país para los procesos de búsqueda y, segundo, la existencia de escenarios políticos que, históricamente, apuntan a limitar el reconocimiento de los crímenes cometidos en el contexto del conflicto armado colombiano. Esto deriva, entre otras cosas, en que las instituciones estatales terminan por vulnerar y dificultar la restitución de los derechos de las víctimas. A todo ello se suma, el hecho de que el Estado colombiano también es responsable por estos crímenes, lo que deriva en escenarios de impunidad.

Adicionalmente, los profesionales deben trabajar en contextos en los que el conflicto armado continúa activo. Esto hace que el trabajo de los antropólogos forenses sea más retador aún, pues se torna difícil acceder a algunos territorios para realizar búsquedas, lo que deriva en la existencia de preocupaciones sobre su seguridad personal, y que los familiares de las víctimas también estén en riesgo permanente. Así, un escenario político en el que prevalece la impunidad y en el que la violencia por el conflicto armado se mantiene activa constituye un conjunto de obstáculos adicionales a aquellos propios a la naturaleza del trabajo de los antropólogos forenses.

En este sentido, las expectativas que se tienen sobre su trabajo son muy altas, pero, incluso cuando es posible encontrar los restos de una víctima de desaparición, no necesariamente se ‘desentierra’ la verdad sobre los hechos. Entonces, si bien los antropólogos forenses cumplen con el objetivo científico de su trabajo, el propósito de aliviar el dolor de las familias de las víctimas, que resulta de la dimensión social que adquiere su rol, permanece insatisfecho mientras la pregunta sobre la historia detrás del crimen continúe sin respuesta. Esta situación se torna particularmente palpable en instituciones cuyo carácter humanitario hace que su misión se oriente solamente a la identificación y entrega de los restos del desaparecido a sus familiares, sin que ello suponga una investigación judicial que acompañe dicho proceso de restitución.

En consecuencia, una gran parte del trabajo realizado por los antropólogos forenses en un contexto como el colombiano supone desempeñarse en escenarios en los que el hallazgo de los restos es altamente complejo, existe un alto riesgo para su trabajo y las dinámicas estatales no necesariamente favorecen su realización. Todo ello implica que a pesar de sus esfuerzos y empeño es altamente probable que los forenses no tengan un hallazgo efectivo. Esto sucede incluso al asumir personalmente el compromiso institucional de que este sí se va a dar, haciendo eco de los impactos de desempeñar su trabajo bajo el foco del humanitarismo contemporáneo (Fassin 2016).

En ese sentido, el trabajo de los antropólogos forenses supone, entonces, un alto involucramiento emocional, altas expectativas por su rol, altas demandas de búsqueda, un contexto complejo de desapariciones y un escenario institucional que tiende limitar el trabajo realizado. De allí que los profesionales forenses tengan que confrontarse con la necesidad de gestionar emocionalmente la frustración al no necesariamente responder plenamente a lo esperado por su rol. Este artículo, busca entonces indagar por el modo en que los antropólogos forenses entrevistados -que trabajan en procesos de búsqueda en casos de desaparición forzada- gestionan emocionalmente la frustración.

La gestión emocional de la frustración

Para los propósitos de este artículo, la frustración se va a entender como una reacción emocional que ocurre en condiciones en las que se presentan obstáculos o hay imposibilidad para alcanzar un objetivo (Dollard et al. 1939; Freud 1923). En estos casos se tiene la expectativa de conseguir una meta que se anticipa que va a generar satisfacción (Berkowitz 1989). Sin embargo, se evalúa que no va a ser posible alcanzar este objetivo y, en consecuencia, no se va a experimentar la recompensa esperada. Dado que la expectativa no se alcanza, la gratificación no se experimenta y la situación resulta estresante. De tal modo, la frustración se asocia con un afecto de valencia negativa por lo que la principal tendencia a la acción que se ha explorado en relación con dicha emoción es la pérdida de motivación que puede resultar en renunciar a los intentos de alcanzar el objetivo (Greenberg 2004; Heinerichs, Curtis y Gardiner-Shires 2014; Keenan y Newton 1984).

De hecho, las investigaciones sobre la frustración, tienden a concentrarse fundamentalmente en el ámbito organizacional y empresarial en los que se ha mostrado que la frustración se produce cuando otros esperan una alta productividad del empleado pero este no puede cumplir estas expectativas por diferentes motivos (Greenberg 2004). Entre estos factores se cuentan la ambigüedad con respecto al rol en la organización, un clima organizacional deficiente o poco apoyo por parte de la empresa (Keenan y Newton 1984). Heacox y Sorenson (2008) plantean que estas condiciones producen una reacción afectiva negativa en quien las experimenta. En contextos organizacionales, pero también en ámbitos deportivos y educativos, se ha visto que quienes experimentan frustración pueden desarrollar burnout (Greenberg 2004), mostrar deterioro en el desempeño (Chinchankar y Mardhekar 2012; Heinerichs, Curtis y Gardiner-Shires 2014) y abandonar su trabajo (Heacox y Sorenson 2008).

Sin embargo, la frustración también puede ser considerada como un factor determinante en el incremento de la motivación y de las conductas orientadas a alcanzar el objetivo deseado. Consideramos que este puede ser el caso de los antropólogos forenses, quienes, a pesar de trabajar bajo condiciones frustrantes, parecen preservar la motivación de alcanzar la meta de encontrar a las víctimas de desaparición forzada y mantienen sus esfuerzos para lograrlo. ¿Cómo logran los antropólogos forenses gestionar la frustración y todo lo que implica no alcanzar el objetivo de encontrar a las víctimas de desaparición forzada? El presente estudio caracteriza la experiencia emocional de frustración de los antropólogos forenses que trabajan en la búsqueda de víctimas de desaparición forzada en Colombia. Se muestra que dicha experiencia se relaciona con una tendencia a la acción caracterizada por una mayor motivación y un incremento en los esfuerzos de búsqueda de víctimas de desaparición. Así, los profesionales forenses despliegan estrategias para gestionar emocionalmente la frustración con el fin de darle continuidad a su trabajo a pesar de los obstáculos y las tensiones que este les puede generar.

Metodología

Dadas las características del objeto de estudio, para esta investigación se utilizó una metodología cualitativa. Un abordaje desde esta metodología permitió explorar a profundidad los significados que se construyen en la interacción social. También permitió considerar factores contextuales y obtener una comprensión compleja de la experiencia emocional.

En este artículo se presentan los resultados de entrevistas realizadas a diez antropólogos forenses, cuatro mujeres y seis hombres. Las personas entrevistadas desarrollan su trabajo en distintas regiones de Colombia. Sin embargo, todas las entrevistas fueron llevadas a cabo en Bogotá durante el año 2019. No fue un criterio de inclusión que los participantes tuvieran títulos de posgrado en antropología forense porque era posible que personas que desempeñaban este tipo de funciones no tuvieran formación adicional al pregrado (Blau 2016). Sin embargo, todos los entrevistados eran antropólogos y contaban con formación adicional en ciencias forenses. El criterio de inclusión más relevante fue que los participantes tuvieran al menos dos años de experiencia trabajando en búsqueda, recuperación, identificación y/o entrega digna en casos de desaparición forzada. Todos los participantes tenían empleos activos como profesionales forenses en instituciones estatales u organizaciones humanitarias. Adicionalmente, algunos de ellos habían trabajado en grupos de búsqueda independientes. Finalmente, los participantes se encontraban en un rango de edad de entre 30 y 55 años.

Luego de realizar las transcripciones, los documentos fueron enviados a los participantes para su aprobación. Esto permitió que el entrevistado clarificara información, realizara ajustes o manifestara que no quería incluir cierta información en los resultados. Esta etapa del proceso fue fundamental para clarificar la voz del participante y evitar interpretaciones erróneas. Después de la aprobación de los participantes se procedió con el análisis de los datos.

Para el análisis se utilizó el método biográfico. Según Creswell (2007) este es un tipo de estudio narrativo en el que el investigador explora, graba y escribe las experiencias de vida de otra persona. En este estudio, el objetivo era entender las experiencias de vida de los participantes y los significados asociados. La importancia de realizar este tipo de análisis se debe a que permite aproximarse a la dimensión relacional entre el antropólogo forense y los familiares de las víctimas de desaparición forzada, que constituye una parte fundamental de la experiencia personal y de la narrativa individual. Adicionalmente, de acuerdo con Arfuch (2010), este tipo de análisis posibilita explorar la experiencia emocional en la cotidianidad, lo cual se considera fundamental para comprender la experiencia de frustración.

Resultados

Fuentes de frustración

Los antropólogos forenses entrevistados indicaron haber experimentado circunstancias que creaban condiciones que derivaron en frustración. Como primera fuente de frustración está el contexto geográfico y las modalidades de la desaparición forzada en Colombia (CNMH 2018), lo que hace que el objetivo de vincular el cuerpo con la identidad del desaparecido se torne una labor difícil. Por ejemplo, uno de los entrevistados menciona lo frustrante que resulta oír a un victimario decir “lo quemé y lo tiré al río y ya” (participante 1, 2019) y saber que esto probablemente ha pasado en muchos de los casos de desaparición forzada en Colombia. A esto se suma la difícil geografía del país. Los antropólogos forenses mencionaron lo retador que resulta trabajar en las cordilleras, buscar restos en los ríos y trabajar en condiciones climáticas agotadoras. Esto implica, además, que las búsquedas ocurren en periodos largos de tiempo y, en muchos casos, requieren que los antropólogos forenses vayan varias veces a campo y repetidamente se enfrenten a no lograr encontrar los restos de una persona dada por desaparecida. Uno de los entrevistados plantea “hemos ido a buscar al papá [de este familiar] por lo menos unas cuatro o cinco veces, a una zona que geográficamente es de muy difícil acceso” y luego menciona:

Esto es un proceso de largo plazo y seguramente ese plan de búsqueda habrá que escribirlo diez veces y habrá que ir cinco veces al lugar y […] entonces yo voy a tener que aplicar otras maneras para tratar de reducir el espacio y que eso se lo voy a tener que decir al familiar y que, si esta vez no fue, pues la próxima será. (Participante 2, 2019)

Con todo, a pesar de considerar que los procesos son de largo plazo e implican la participación de muchos profesionales, el entrevistado también expresa “cada vez soy más consciente de que habrá muchos casos en los que definitivamente no se van a encontrar” (participante 2, 2019). En su relato, se puede ver la tensión con la que lidian los antropólogos forenses de intentar encontrar los cuerpos de un crimen que está diseñado justamente para borrar los restos de las víctimas y en un territorio geográfico y unos escenarios de violencia que contribuyen a remarcar esta condición. Estos factores se constituyen, entonces, en la primera fuente de frustración.

Sin embargo, las dificultades no terminan cuando se encuentran los restos de los desaparecidos. El segundo reto del trabajo de los antropólogos forenses que se hizo evidente en las entrevistas es que, aún en los casos en los que se encuentran los restos, no siempre es posible realizar la identificación. Una de las personas entrevistadas menciona “ellos siguen buscando sin encontrar, siguen exhumando sin identificar, obvio, no todos, sí se identifica, pero la proporción no se acomoda a los hallazgos” (participante 1, 2019). Esto es algo que también se extiende a contextos diferentes al colombiano. Este mismo entrevistado menciona un caso en el que desde el 2007 hasta el 2019 solo se identificaron nueve cuerpos de una recuperación de 428 personas. En este sentido, es claro que la naturaleza de la desaparición forzada implica que la invisibilización del crimen va más allá del ocultamiento de los restos y se extiende a la dificultad de reunir el nombre de la víctima con el cuerpo hallado. En este sentido, el proceso de identificación es el segundo escenario que presenta condiciones que pueden generar frustración en los antropólogos forenses.

Desafortunadamente, incluso si se identifica a una víctima de desaparición y se hace la entrega a su familia, aparecen otras condiciones generadoras de frustración. El rol que adquieren los antropólogos forenses de “desenterrar la verdad” (CNMH 2014) se deriva de que además de la entrega de los restos, los familiares esperan conocer la verdad sobre la historia de la desaparición, lo que conlleva demandas de justicia. Esta situación muestra que la búsqueda, recuperación, identificación y entrega de restos de víctimas de desaparición forzada es necesaria pero no suficiente para las familias. Los familiares de las víctimas esperan que a partir del trabajo realizado por los antropólogos forenses no solo se logre el hallazgo de los restos de su familiar, sino que dicho hallazgo derive en información para aclarar las circunstancias en las que ocurrieron los hechos, lo cual da lugar a una tercera fuente de frustración.

La cuarta fuente de frustración se relaciona con la desproporción entre la cantidad de casos de desaparición forzada en relación con la cantidad de antropólogos forenses disponibles en Colombia. Uno de los participantes menciona “buscar 120 000 no es fácil para un equipo que no supera los setenta antropólogos a nivel del país” (participante 3, 2019). Esta desproporción implica que es inviable alcanzar el objetivo de encontrar a todos los desaparecidos y que los antropólogos forenses tienen que priorizar casos y negociar con las familias sobre la distribución de su tiempo para buscar a diferentes víctimas. Con respecto a la priorización de casos, uno de los entrevistados menciona: “Si intentamos y no encontramos […] no vamos a volver a buscar […], [pues] hay muchos más casos” (participante 4, 2019). Tener que distribuir el tiempo en diferentes casos implica, a su vez, dar explicaciones a las familias que sienten que no se hacen avances en el proceso de búsqueda de su ser querido. Así, una de las personas entrevistadas comparte un ejemplo de conversaciones difíciles que ha tenido con familiares de desaparecidos respecto a esto:

Yo estoy buscando a tu hermano y estoy buscando al papá de este otro señor y estoy buscando, o sea, la institución en la que trabajo busca por lo menos a 120 000 personas y el hecho de que no estemos todos los días contándote a ti qué hemos hecho para buscar a tu hermano no quiere decir que no lo hemos buscado o que le estamos dando otro lugar; porque es que tu hermano es tan importante como el otro campesino, como la otra señora. (Participante 2, 2019)

Adicionalmente, está el agravante de trabajar en un territorio donde el conflicto armado sigue activo, lo cual es otro aspecto relevante en los relatos de los entrevistados. En el siguiente caso se refleja cómo, además de las difíciles condiciones geográficas y climáticas, el trabajo realizado en campo está sujeto a las decisiones de los actores armados en el territorio:

Un testigo dice que es acá, vamos buscando durante un día allá y no encontramos el cuerpo, hay un pozo acá, una trinchera allá, el sol está bajando, y tenemos que salir de esta zona porque está controlado por un grupo armado, aunque tenemos su consentimiento, debido a las medidas de seguridad, nos vamos. (Participante 4, 2019)

El conflicto armado activo también implica que hay momentos en los que las búsquedas no pueden realizarse. El mismo participante reporta “necesitábamos un acuerdo entre las fuerzas armadas y el grupo [armado] asegurando un paro de acciones dentro de este espacio para que pudiéramos entrar y hacer [la búsqueda] y nunca llegaron a ese acuerdo” (participante 4, 2019). La tensión de trabajar en un territorio donde el conflicto armado continúa activo se constituye en la quinta fuente de frustración de los antropólogos forenses. Esto se debe a que, a pesar de que el equipo de trabajo esté listo para realizar la búsqueda y de que la probabilidad de que exista un hallazgo sea alta, todo ello puede verse obstaculizado por las decisiones que toman los grupos armados que se encuentran en el territorio.

Además de los reportes sobre los retos que implica la naturaleza del crimen de la desaparición forzada, los entrevistados también mencionaron repetidamente una sexta fuente de frustración: las dificultades de trabajar institucionalmente con la ausencia de voluntad política o de recursos.

La corrupción, la falta de dinero, la falta de tiempo, los pocos profesionales que hay en este cuento, los pocos profesionales bien preparados, porque en realidad son pocos, la voluntad, esas cosas lo frustran a uno […] por ejemplo, [el forense] no tiene los materiales en laboratorio, no está recibiendo capacitación, en campo todo es una lucha, le toca a uno sacar de su bolsillo para pagar una camioneta pinchada, el tiempo. (Participante 5, 2019)

Así, otras fuentes de frustración se derivan de las dinámicas institucionales. Uno de los entrevistados expresa:

Yo actualmente estoy vinculado a una entidad del Estado y me ha costado mucho adaptarme a los tiempos, a las dinámicas de trabajo, a la forma en que se dan los procesos de toma de decisión […] no solamente hay frustración porque lo que haces no es suficiente, sino por lo que quisieras hacer. (Participante 2, 2019)

Otro entrevistado habla de la frustración que implica “infinitos oficios, infinitas llamadas, [hacerte] hipótesis de dónde puede estar y no encontrar respuesta. El silencio [institucional] para mí es la frustración” (participante 1, 2019).

Sin embargo, las dificultades institucionales no se limitan a las condiciones materiales y laborales. Los antropólogos forenses tienen que enfrentarse a la impunidad y la falta de reconocimiento de los crímenes cometidos en el marco del conflicto armado. Además, tienen que cargar con una historia de no respuesta de parte de las instituciones y la necesidad de luchar por ganarse la confianza de las familias sin la seguridad de poder contestar a sus necesidades. Esto impone retos adicionales en la interacción que los profesionales tienen con las familias de las víctimas de desaparición forzada.

Es así, como una larga historia de impunidad frente a la desaparición forzada en Colombia constituye una de las cargas con las que tienen que lidiar los antropólogos forenses al ser representantes de instituciones que históricamente han vulnerado los derechos de las familias de las víctimas. Frente a esto, uno de los participantes menciona “cuando uno está de un lado, la gente dice ‘ustedes son parte de, entonces ustedes pues también son responsables’ entonces esa parte es dura” (participante 6, 2019). Pertenecer y representar a una institución que históricamente ha hecho daño, ya sea como actor del conflicto armado o por su ausencia en múltiples sectores del territorio nacional, es otra de las condiciones que puede generar frustración en los forenses.

En síntesis, el trabajo de los antropólogos forenses se lleva a cabo bajo múltiples condiciones que pueden ser generadoras de frustración. En las entrevistas, los antropólogos forenses mencionaron las modalidades de desaparición utilizadas, la compleja geografía del país, la dificultad en el proceso de identificación, las expectativas que tienen los familiares de las víctimas de encontrar la verdad de los hechos, la cantidad de casos de desaparición forzada en relación con la cantidad de antropólogos forenses, el trabajo en territorios de conflicto armado activo y los retos que implica pertenecer a instituciones que históricamente han vulnerado los derechos de las víctimas.

Intentos de gestionar la frustración

Encontramos que los antropólogos forenses entrevistados trabajan bajo condiciones que pueden dar lugar a frustración. Esto es, se enfrentan a situaciones en las que se presentan obstáculos para conseguir un objetivo deseado y, en consecuencia, no se obtiene la satisfacción que produce alcanzarlo (Berkowitz 1989; Dollard et al. 1939; Freud 1923). Nuestra hipótesis es que la experiencia emocional de frustración de los antropólogos forenses se caracteriza porque la tendencia a la acción correspondiente, contrario a ser la de retirarse, consiste en un incremento en la motivación y en los intentos de encontrar a las víctimas de desaparición forzada. A continuación, presentamos las formas de gestión emocional que encontramos que los forenses entrevistados utilizan en los procesos de búsqueda y que les posibilitan mantenerse en su trabajo a pesar de las condiciones de frustación expuestas.

Sentirse competentes

Uno de los aspectos fundamentales que tiene que ver con que los antropólogos forenses se mantengan en su trabajo a pesar de no alcanzar el objetivo de encontrar a las víctimas de desaparición forzada tiene que ver con que se sienten competentes en su trabajo. Uno de los entrevistados plantea lo siguiente “poner el conocimiento a disposición, al servicio, eso es satisfactorio, eso a mí me repara, me alivia mis tristezas, mis frustraciones” (participante 7, 2019). Para este participante sentir que sus conocimientos son útiles para otros es satisfactorio en sí mismo, aunque no necesariamente ello derive en un hallazgo. En esta misma línea, otro de los entrevistados plantea: “uno debe saber que tiene elementos que le permiten apoyar a la persona que está buscando esa información, le permiten, le ayudan a conseguir la verdad que quiere […] uno tiene mucho que dar, mucho que hacer” (participante 6, 2019). De acuerdo con la teoría de la autodeterminación, la competencia es una de las necesidades básicas de los seres humanos y promueve la motivación intrínseca (Deci y Ryan 2012). Los relatos de los antropólogos forenses sugieren que sentirse competentes puede constituirse en una forma de gestionar la frustración y les permite estar motivados y mantener los esfuerzos de búsqueda de víctimas de desaparición.

Sin embargo, hay otro aspecto que adquiere especial relevancia en la narrativa de los antropólogos forenses que tiene que ver con el vínculo que se genera entre el antropólogo forense y los familiares de las víctimas de desaparición forzada (Ferllini 2013; Williams y Crews 2003). Una de las entrevistadas habla sobre la sensación de tranquilidad al percibirse competente en su trabajo y siendo honesta frente a los hallazgos con las familias: “tener un poco de tranquilidad nosotros mismos a nivel emocional y personal porque sabemos que estamos haciendo lo que más podemos de la mejor forma y de una manera transparente con ellas [las familias]” (participante 3, 2019).

Ahora bien, varios entrevistados van mucho más allá al hablar sobre la relación entre sentirse competentes y hacer el mayor esfuerzo para poner en evidencia su trabajo frente a las familias. De hecho, uno de los ellos expone una forma de manejar aquellos casos en los que los familiares de las víctimas no se sienten convencidos con el proceso de búsqueda:

Yo he trabajado bastante en unos sitios donde he concluido “no está”, la familia dice “¿pero se puede?”, les he explicado “ustedes han visto, pero sí, vamos a excavar cincuenta centímetros más en un pozo pequeño” y les digo que vamos a ver el mismo suelo, misma compactación, mismo color, pero tenemos que dar la prueba, les damos la prueba y es así, con una predicción y dando la prueba […]. Si ellos están afuera mirando es solo su imaginación que va a decir “no han buscado bien, hay que seguir buscando abajo”. Cuando tienen pico y pala y ven que es durísimo, están convencidos, entonces eso, su participación directa, una explicación durante el proceso les ayuda a entender los principios científicos. (Participante 4, 2019)

En el ejemplo presentado, el entrevistado es capaz de llegar a una conclusión con base en sus conocimientos científicos y, adicionalmente, logra compartir este conocimiento de una manera convincente con los familiares de las víctimas. Esto implica que es capaz de identificar la necesidad de los familiares de tener evidencia y entender las conclusiones científicas que no derivan en un hallazgo. Además, el antropólogo requiere de la habilidad suficiente para comunicar este conocimiento a personas que no son expertas en el área. Finalmente, es necesaria una interacción efectiva con los familiares en la que se reconozca el dolor, las necesidades y el potencial que tienen los familiares de las víctimas para participar en los procesos de búsqueda. Este aspecto de la interacción es crucial en los procesos de búsqueda. Ser competente en el trabajo es útil en relación con la capacidad que se tiene de ofrecer respuestas a las familias. Otro de los entrevistados muestra claramente cómo sus esfuerzos y su capacidad de ofrecer información a los familiares es lo que hace que experimente satisfacción en su trabajo.

El final feliz muchas veces no es solo por recibir un cuerpo o algo sino porque la familia diga “bueno, ya sé que todo lo que ustedes hicieron, mucha gente hizo, para que yo supiera que realmente a mi familiar lo mataron y lo botaron a un río o lo metieron a un horno crematorio y nunca lo voy a encontrar” eso me da a mí ya tranquilidad. (Participante 6, 2019)

Se hace evidente que hay un intercambio de doble vía entre el antropólogo forense y los familiares de las víctimas de desaparición forzada. En los relatos de los participantes, se puede ver cómo una práctica profesional en la que se comparte el conocimiento con los familiares de las víctimas hace que el trabajo sea más satisfactorio para el antropólogo forense y también para los familiares:

Cuando uno a la familia le informa constantemente de las dificultades, le informa lo que va a hacer, maneja correctamente, responsablemente, sus expectativas y le permite su derecho a saber, a estar informado, a dialogar, a explicarle por qué y a que esa familia pregunte, con eso ya, con eso ya me voy tranquilo y con eso he visto que ellos se sienten tranquilos. (Participante 7, 2019)

Adicionalmente, la interacción con los familiares de las víctimas ofrece a los antropólogos forenses una fuente de motivación para continuar trabajando. Esto nuevamente se relaciona con la teoría de autodeterminación en cuanto a la necesidad de establecer vínculos con otras personas (Deci y Ryan 2012). Los entrevistados manifestaron que la cercanía con las familias los motivaba a mantenerse en su trabajo cuando se enfrentaban a situaciones difíciles:

Llegaba un punto como que, o sea, yo no quiero más ya nada, voy a renunciar, no quiero ver nada más de esto. Entonces mi jefe, cuando veía que yo estaba así, me mandaba para alguna entrega, o me ponía que le hiciera la entrevista a alguna familia o algo, y claro, en ese momento cuando tú estás con la familia tú te das cuenta como, o sea, es por ellos que yo estoy haciendo esto, mi trabajo es por ellos, no, o sea, el resto de las cosas no tienen por qué afectarme tanto, ¿sí? […] después de eso ya volvía yo otra vez y me calmaba y ya, claro, después ya seguía otra vez mi ritmo normal. (Participante 8, 2019)

En síntesis, diversos factores hacen que el trabajo de los antropólogos forenses sea sumamente retador y potencialmente frustrante. Una de las formas de gestión de la frustración que ellos utilizan tiene que ver con reconocerse como competentes en su trabajo. Ser las personas mejores capacitadas para buscar víctimas de desaparición forzada, y evaluarse como tal, hace que los antropólogos forenses sientan que su trabajo es satisfactorio en sí mismo. Sin embargo, una parte fundamental es que los familiares de las víctimas estén convencidos de que los hallazgos presentados por los antropólogos forenses son correctos. Para esto, es necesario traducir el conocimiento científico experto en un lenguaje cotidiano y encontrar formas de mostrar evidencia convincente sobre los hallazgos a los familiares. La interacción que se da entre los antropólogos forenses y los familiares de las víctimas es compleja y ocurre en la intersección entre un trabajo científico riguroso y un vínculo que se genera mientras se comparte una experiencia dolorosa.

Pequeños triunfos

Cada avance en los casos de desaparición, aunque sea moderado, se constituye en una oportunidad para que el antropólogo forense se reconozca como una persona competente y comparta este conocimiento con las familias de las víctimas. Si bien esto no implica que se encuentren, identifiquen y entreguen los restos de una persona, alcanzar objetivos parciales genera satisfacción en los antropólogos forenses. Por ejemplo, uno de los entrevistados plantea: “cada vez que tienes la oportunidad, recuperas un cuerpo, terminaste un análisis, este, no sé, te entrevistaste con una familia, hablaste, esas son cositas que te van llenando” (participante 9, 2019). Así, un punto interesante que se identificó en las entrevistas tiene que ver con la forma en que los antropólogos forenses evalúan situaciones que potencialmente pueden considerarse como fracasos:

Yo tengo prospecciones de una semana de más de 400, 500 huecos, varias, para mí no es malo no encontrar, o sea, hacer 400 huecos en un potrero, para mí no es malo no encontrar, me permite descartar, o sea, yo puedo descartar que ahí ya no está. (Participante 10, 2019)

En este caso, el entrevistado hace referencia a una búsqueda en la que a pesar de muchos esfuerzos no se encontró el cuerpo que se estaba buscando. Esto puede considerarse como un evento que potencialmente genera frustración en la medida en que no se consigue la satisfacción del objetivo deseado (Berkowitz 1989; Dollard et al. 1939). Sin embargo, el participante evalúa esto como un hallazgo en la medida en que se sabe que el cuerpo no está en esa área. En este caso, obtener información, descartar hipótesis, se convierte en un logro. La evaluación sobre la situación no corresponde a que el objetivo no se va a alcanzar y, en consecuencia, no se va a experimentar satisfacción. Por el contrario, se evalúa como un logro en sí mismo. Esta evaluación puede jugar un papel crucial en mitigar las emociones negativas y promover una tendencia a la acción caracterizada por mantener o incrementar los esfuerzos de búsqueda. Algo similar se observa en la cita presentada a continuación:

El pequeño gran triunfo es información, ¿ves? El silencio y la información, cuando ya sabemos algo decimos “bueno, sabemos que dentro de los cuerpos que tiene el Estado colombiano bajo su custodia, su hijo no está, entonces vamos a seguir para otra”, como ir abriendo caminos. (Participante 1, 2019)

En este caso, nuevamente un evento que puede considerarse como generador de frustración (p. ej. concluir que un cuerpo no está donde se espera), se reevalúa como nueva información. Lo positivo que resulta de esto es que la información permite detener el trabajo realizado en líneas de investigación que no van a permitir encontrar a la víctima de desaparición y reorientar los esfuerzos hacia posibilidades con mayor potencial de resultar en hallazgos. El tema de adquirir información nuevamente está fuertemente ligado con que ello pueda ofrecer algo a las familias. Uno de los entrevistados los describe de la siguiente manera:

La posibilidad de un contacto muy directo y muy permanente con las personas que buscan y eso hacía que el flujo de información fuera muy cercano y, en ese orden de ideas, esa frustración relacionada con cuánto se avanza en el proceso baja. (Participante 2, 2019)

Se puede ver que la comunicación entre los antropólogos forenses y los familiares de las víctimas es importante para que los primeros, y probablemente los segundos, puedan gestionar la frustración. En esta medida, la comunicación constante y abierta sobre los procesos de búsqueda como parte de esta interacción se constituye en un aspecto fundamental para experimentar satisfacción a pesar de no encontrar: “para mí es el poder aportar, poder aportar básicamente a las familias ¿no? […] uno se da cuenta que ese aporte sí está llegando a cambiar” (participante 6, 2019). En esta medida, encontrar a las víctimas de desaparición forzada no es la única forma en la que se puede alcanzar el objetivo final. La importancia que adquiere la relación con las familias de las víctimas hace que más allá del hallazgo científico de exhumar e identificar, los antropólogos forenses busquen ofrecer alivio al dolor de las familias. En esa medida, surgen formas alternativas en las que esto puede lograrse y una de ellas es ofrecer información: “en muchos de los casos donde no podemos encontrar a veces con tener algo de parte de la verdad, con victimarios o con fuentes, ya es algo que aporta mucho a los procesos de los familiares” (participante 3, 2019).

En síntesis, cada logro en el proceso de búsqueda de víctimas de desaparición es una oportunidad para que el antropólogo forense haga uso de sus habilidades y conocimientos y se sienta competente en su trabajo. Uno de los aspectos fundamentales que resultan en satisfacción para los profesionales es evaluar situaciones frustrantes (p. ej. no encontrar un cuerpo) como nueva información que nutre el conocimiento que se tiene sobre un caso de desaparición (p. ej. descartar un posible sitio de entierro). Adicionalmente, compartir este conocimiento con la familia se mantiene como un elemento fundamental de sentir satisfacción con los logros parciales del proceso de búsqueda.

Compromiso y distanciamiento

La importancia de la relación entre los antropólogos forenses y las familias de las víctimas de desaparición forzada fue evidente en los relatos de los participantes. Esta interacción puede tener un impacto emocional para ambos participantes de la interacción como consecuencia del crimen cometido, la impunidad, el dolor, la incertidumbre, etc. (Ferllini 2017, 2013). El compromiso con las familias sumado a la carga emocional que involucra puede resultar en una tensión entre conductas de involucramiento y distanciamiento. Sobre este compromiso, uno de los entrevistados comenta:

Cuando hay algo que viene, un caso nuevo, sufro porque sé que es como… si inicio un vínculo es muy difícil después romperlo, ¿ves? […] Sé que ya no voy a poder desligarme, es un compromiso y eso tiene un costo emocional en los dos sentidos, para recibir mucho amor y afecto de ellos, pero también su dolor y su frustración, entonces son las dos cosas. (Participante 1, 2019)

El involucramiento o compromiso se entiende según Boltanski (2004) como la intención y orientación hacia la acción al estar frente al dolor del otro. Esto se puede comprender desde la propuesta de Das (2008) sobre conocimiento envenenado entendido como aquel que opera a través del sufrimiento. Este conocimiento envenenado resuena en quien se acerca de manera comprometida al dolor del otro, pues quien escucha debe “ocupar los signos mismos de la herida y conferirles un significado, tanto a través de actos narrativos como del trabajo de reparar relaciones y de dar reconocimiento a quienes las normas oficiales habían condenado” (248). Esto coincide con la propuesta de Aranguren-Romero (2008) de abordar la experiencia emocional de quien acompaña el dolor como entrar al espacio del otro y permitir que ese otro entre al propio de manera que resuenen juntos y esto permita la apertura personal. De esta manera se comprende la interacción que ocurre entre los profesionales forenses y las familias de los desaparecidos. Según los entrevistados, este compromiso involucra también dificultades. Una de las entrevistadas pone como ejemplo los retos que implica trabajar con los familiares de una de las víctimas de desaparición forzada:

Con ella trato a veces es como, “Ay, por Dios, yo no quiero, no quiero más” porque es muy demandante, es muy demandante y yo le tengo mucho respeto porque además es una mujer que ha hecho unas cosas increíbles […] pero, uf, qué difícil es a veces. (Participante 2, 2019)

Tanto las dificultades en la interacción como los retos del trabajo forense en sí mismo derivan en la necesidad de que los antropólogos forenses tomen distancia de su compromiso. Esto se traduce en dejar de lado el involucramiento en los casos de desaparición forzada y la interacción con las familias de las víctimas para aprovechar otros espacios diferentes a su trabajo para recuperarse. A continuación, se presentan dos ejemplos sobre diferentes estrategias que los entrevistados mencionaron como parte de tomar distancia:

Tengo un gato [risas], es un gato que me moviliza, tengo una vida personal muy tranquila, no te hablo de felicidad, ni de éxito, ni de triunfo sino de tranquilidad, tengo una red como pequeña, pero fuertísima de amigos, de quereres, de una familia tranquila, tengo la literatura y una psicoanalista maravillosa [risas], entonces estoy lleno de herramientas, de, yo creo que, de lazos de amor, creo que eso es importantísimo. (Participante 1, 2019)

Yo doy clase aquí, y el trabajo con los estudiantes me fascina y es algo que, ahora que lo pienso, esa sí ha sido una estrategia, […] dar clase hacía que llegara a la oficina totalmente renovado. (Participante 2, 2019)

En los relatos de los participantes, se hace evidente una complementariedad entre el compromiso y el distanciamiento. Uno de los entrevistados plantea esta tensión de la siguiente manera:

Pensar primero en el otro antes que en ti, pero al mismo tiempo no dejar que eso, o sea, te afecte, o sea, tener también presente que si tú no estás bien no vas a poder ayudar al otro en ningún sentido, entonces, o sea, que, que tengan como muy claro eso, como sí, o sea, todo el tiempo a tratar de hacer las cosas por bienestar del otro, pero sin dejar de pensar en ti. (Participante 8, 2019)

En este segmento del relato se hace evidente la tensión en la que trabajan los antropólogos forenses dada la necesidad de estar ahí para las familias de las víctimas que atraviesan por situaciones del dolor y simultáneamente de preocuparse por su propio bienestar. Esto es fundamental en la medida en la que distanciarse y cuidarse a sí mismo es lo que permite el compromiso y el involucramiento con ese otro. Esta complementariedad entre el compromiso y el distanciamiento se constituye en otra forma de gestionar la frustración y se evidencia en el siguiente relato:

Yo soy consciente de que ellos tienen una realidad y yo tengo la otra, hay una parte en la cual confluimos, ellos como el que busca, o el otro el que lleva el caso o el otro que está investigando y yo haciendo parte de, pero hay un momento que ya uno sale de allí, tiene que salir de ahí porque entonces qué queda para el que viene, para el que viene en la misma situación, para el otro familiar, qué queda de mí, qué les doy, si ya ellos me absorben, o qué queda para los míos, cuál es mi base, ¿sí? Cuál es la base de, de no tener un espacio o unos espacios como los tengo, el de tomarme un trago, el de escuchar música, el de leer un poema, el de poder ir de la mano con mi esposo, el de estar con mi niño, el de estar vacilando, viendo un partido de futbol, ¿cierto? Entonces esos son espacios míos, y esos espacios mientras yo más sea fuerte, y más sólido y los disfrute más plenamente y todo eso, voy a responder en el otro lado mejor. (Participante 5, 2019)

La interacción que se produce entre los antropólogos forenses y las familias de las víctimas por desaparición forzada implica retos para ambos. Los relatos de los entrevistados ponen en evidencia su compromiso para trabajar con el dolor del otro en un vínculo que se caracteriza por una apertura personal. Sin embargo, esta cercanía en conjunto con otros retos que implica el trabajo forense deriva en una necesidad de tomar distancia a través de diferentes estrategias. Tomar distancia es lo que permite que el antropólogo forense gestione la frustración, se fortalezca y entre nuevamente a la relación comprometida con los familiares de las víctimas de desaparición forzada. De esta manera, se constituye una complementariedad entre el compromiso y el distanciamiento en el trabajo forense.

Conclusión

En conclusión, los antropólogos forenses encargados de la búsqueda de víctimas desaparición forzada en Colombia trabajan bajo condiciones que pueden generar frustración y, sin embargo, logran mantener la motivación y los esfuerzos por llevar a cabo su trabajo. Dentro de los factores asociados a la frustración, encontramos que estos profesionales se enfrentan a escenarios políticos complejos, dificultades en los territorios en los que se realizan las búsquedas y expectativas de los familiares de las víctimas que difícilmente pueden satisfacerse. Estas, sin embargo, son circunstancias a las que otras personas que trabajan en contextos humanitarios también se enfrentan. Profesionales como arqueólogos forenses, psicólogos, trabajadores sociales, voluntarios, etc., de igual forma experimentan situaciones que exceden sus posibilidades de acción y resultan frustrantes. Simultáneamente, el trabajo de dichos profesionales exige cada vez más una interacción cercana con las víctimas. Esto implica un involucramiento emocional y una expectativa de que desarrollen habilidades de atención psicosocial que previamente su rol no requería. En tal sentido, es posible que un espectro más amplio de trabajadores humanitarios se vea reflejado en las formas de gestión emocional de la frustración que identificamos en el presente artículo.

En este estudio encontramos tres estrategias que usan los antropólogos forenses para gestionar emocionalmente su frustración. La primera es reconocerse como competentes en su trabajo y comunicar de manera efectiva los hallazgos a los familiares de las víctimas de desaparición forzada. La segunda es la manera en la que evalúan como triunfos parciales las situaciones frustrantes en las que no se realizan hallazgos. Y la tercera es mantener un balance entre el compromiso y el distanciamiento con su trabajo y con los familiares de las víctimas de desaparición forzada.

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*El artículo contó con el apoyo de una beca de investigación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para investigaciones forenses y desaparición forzada en Colombia, otorgada a Gabriela Fernández-Miranda en 2019. Además, se inscribe en el proyecto de investigación “La ética ante la ausencia”, financiado por el Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA), Perú y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, Colombia liderado por Juan Pablo Aranguren-Romero.

1 Aunque reconocemos la importancia y estamos de acuerdo con el uso de un lenguaje diferencial, en lo que sigue no se usará sistemáticamente en aras de mantener la fluidez del artículo. No obstante, en todos los casos, las personas a las que nos referimos comprenden los diferentes géneros.

Cómo citar este artículo: Fernández-Miranda, Gabriela y Juan Pablo Aranguren-Romero. 2023. “La gestión emocional de la frustración en antropólogas(os) forenses que trabajan en la búsqueda de víctimas de desaparición forzada en Colombia”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 50: 93-115. https://doi.org/10.7440/antipoda50.2023.05

Recibido: 10 de Junio de 2022; Aprobado: 26 de Octubre de 2022

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