Sector de estudio

El sector meridional de Punta Indio abarca 722 km2 entre el estuario del Río de la Plata y el río Samborombón, límite sur del mencionado partido (véase figura 1). Hacia el sureste se encuentra la bahía de Samborombón, correspondiente a la porción exterior de dicho estuario, mientras que, como límite noroeste, fue trazada una línea imaginaria entre las desembocaduras de dos arroyos (La Matilde y Todos los Santos). Se trata de un ámbito mayormente rural que, en gran medida, integra la Reserva de Biosfera Parque Costero del Sur, área protegida de carácter internacional. Desde la geomorfología se distinguen la llanura costera y la llanura interior o continental. Ambas registran distintas geoformas elevadas de suelos bien drenados en las cuales se desarrolla el talar, así como bajos y pequeños arroyos que desaguan en los referidos cursos mayores, tratándose de un ambiente ampliamente influenciado por el agente hídrico. Tal incidencia fue mayor en el pasado, cuando la dinámica del estuario dio origen a la llanura costera. Esta unidad geomorfológica abarca distintas formaciones sedimentarias de origen marino adyacentes a la llanura interior, entre la cota de 5 m s. n. m. y la línea de costa actual, entre las cuales se destacan los cordones de conchilla mencionados. El máximo ingresivo ocurrido circa 6000 años a. P. y la posterior regresión marina configuraron al Río de la Plata como ambiente fluvioestuárico (^{Cavallotto 2002}). En este proceso, la formación de la llanura costera estuvo ampliamente influida por el saliente costero denominado Punta Piedras, que condicionó, y aún condiciona, la deriva litoral de sedimentos. Sobre el sustrato de conchilla, estabilizado a partir de aproximadamente 3000 años a. P., se conformó el suelo actual en el cual comenzó a desarrollarse el talar (^{Paleo et al. 2002}).

En la llanura interior, los ríos Samborombón y Salado, que desembocan en la bahía de Samborombón, funcionaron como paleoestuarios, por lo cual la estabilización fue progresiva en el sentido interior-costa. Si bien el río Salado es más extenso, ambos cursos son meandrosos y de muy escasa pendiente en sus cuencas inferiores, donde se desarrolla un paisaje fluvial-lagunar con albardones, lagunas, bajos y arroyos, con vegetación hidrófila, pastizales, talares y una variada fauna. Para el área de influencia se destaca la alternancia periódica de sequías y excesos hídricos, con mayor incidencia de estos últimos (^{Scarpati y Capriolo 2013}).

Lineamientos teórico-metodológicos

El concepto de dinámica social se emplea en este trabajo para referir al conjunto de prácticas e interacciones sociales, tanto intra como intergrupales, propias de un momento dado. De acuerdo con autores como ^{Bourdieu (1977)} y ^{Giddens (1984)}, las prácticas son acciones y representaciones cotidianas que constituyen los procesos sociales. Por otra parte, según ^{Gamble (2001)}, las interacciones sociales son las relaciones establecidas sobre la base de la comunicación entre personas con distintos recursos, las cuales se organizan en distintos niveles. La red íntima implica relaciones cercanas, continuas y estables, básicas para la organización social. Es el círculo íntimo de la unidad doméstica, que brinda apoyo al sujeto y hace uso de múltiples recursos materiales y emocionales. La red eficaz refiere a los vínculos cotidianos más allá de la unidad doméstica, aunque igualmente necesarios para la reproducción social. Si bien la estabilidad de esta red es menor, también conlleva recursos emocionales y brinda seguridad. Por otra parte, integran la red ampliada aquellas personas conocidas que desarrollan interacciones no cotidianas, tratándose, según ^{Gamble (2001)}, de una estructura fundada en aspectos simbólicos. Cabe señalar que esta propuesta fue considerada en las investigaciones arqueológicas de la Depresión del Salado por ^{González y Frère (2019)}. De acuerdo con estas autoras, para quienes los indicadores arqueológicos de grupos cazadores-recolectores de la región trabajada impiden diferenciar entre redes íntimas y eficaces, el presente estudio considera conjuntamente estas redes relativas a las relaciones intragrupales.

Mediante las experiencias que las personas tienen al habitar el mundo, la dinámica social se vincula con el paisaje, entendido como una construcción social dinámica relativa al espacio, el cual es productor y producto de las prácticas y relaciones sociales, de acuerdo con la propuesta de la arqueología del paisaje (^{Acuto 2013}; ^{Anschuetz, Wilshusen y Scheick 2001}; ^{Criado 1999, 1993} ; ^{Ingold 2017, 1993} ; ^{Thomas 2008}; ^{Tilley 1994}; entre otros). Este concepto permite referir a la espacialidad humana en términos relacionales, asociar el pasado y el presente e integrar datos de distintas fuentes. Desde este enfoque, los sitios arqueológicos se conciben como lugares habitados y experimentados por los grupos sociales, conectados entre sí a través de recorridos en los cuales circularon las personas (^{Gamble 2001}; ^{Tilley 1994}). Así, estudiar el sector meridional de Punta Indio en términos de paisaje implica contemplar las experiencias, prácticas e interacciones sociales en vinculación con otros seres vivos, objetos, lugares y recorridos. También resulta fundamental para este trabajo el entendimiento de la materialidad desde su participación en las prácticas y relaciones sociales (^{Lemonnier 1992}) y de los grupos cazadores-recolectores en sentido amplio, como representantes de una organización social heterogénea y dinámica (^{Bettinger 2001}; ^{Gamble 2001}).

Se detalla a continuación la metodología relacionada con las distintas instancias analíticas desarrolladas entre 2014 y 2020. En primer lugar, se abordaron colecciones arqueológicas procedentes del sector de estudio, considerando el valor patrimonial de estos conjuntos y su potencial informativo respecto al registro del sector antes del trabajo de campo. Las colecciones Gabriel Garachico y María Amanda Caggiano, preservadas por la División Arqueología del Museo de La Plata, fueron analizadas según los lineamientos explicitados en ^{Ghiani (2016)}, teniendo en cuenta los documentos que pudieran aportar información sobre ellas. Por otra parte, se incluyeron dos colecciones particulares de las cuales se tomó conocimiento durante las tareas de campo a partir del diálogo con los pobladores locales. Ellos hallaron los materiales de manera casual, los recolectaron y los preservaron en sus domicilios. En cada caso, autorizaron el relevamiento y el empleo de sus nombres para la denominación del conjunto (A. D. Irisarri y A. Rodríguez respectivamente). Asimismo, integraron el estudio dos hallazgos aislados (1 y 2), efectuados de manera casual por otros pobladores que los acercaron al equipo de investigación.

Después, fueron diagramadas las prospecciones, mediante la integración de distintas fuentes de información. Entre estas se destacan los datos brindados por los pobladores mencionados y la procedencia de las colecciones analizadas, la interpretación visual de cartas topográficas e imágenes satelitales, en conjunto con las observaciones de campo. Considerando que, si bien el paisaje es dinámico, la geomorfología es relativamente estable y presenta una destacada influencia en el asentamiento y la circulación (^{Criado 1999}; ^{Tilley 1994}), se realizó una sectorización geomorfológica que implicó la distinción de cuatro subsectores. En cada uno se plantearon transectas que recorrieron y atravesaron distintos rasgos del paisaje, en las cuales se realizaron sondeos exploratorios y estratigráficos y limpiezas de perfiles expuestos, además de registrarse tanto los hallazgos como los puntos sin evidencia arqueológica, por medio de anotaciones, fotografías y georreferenciación. Los sitios fueron definidos en puntos de concentración de evidencias. Cabe mencionar que el software abierto Google Earth Pro resultó ser una herramienta útil para observar e interpretar imágenes satelitales, así como para el trazado de las transectas y la sistematización de datos espaciales.

Para la excavación fueron seleccionados dos sitios arqueológicos ubicados en distintos subsectores: Los Tres Ombúes y El Puesto. En cada uno fueron realizadas dos cuadrículas mediante niveles artificiales de 5 cm. Las evidencias se recuperaron manualmente y con tamizado en seco. Se emplearon diferentes técnicas de registro (escrito, fotográfico, georreferenciación, dibujo de planta) de información relativa a la situación de los materiales y las asociaciones, así como del perfil de suelo y observaciones vinculadas a los procesos de formación de sitio (^{Schiffer 1987}).

Los materiales recuperados se preservan en el Laboratorio de Análisis Cerámico (Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP). Estos corresponden en mayor medida a fragmentos cerámicos y restos arqueofaunísticos, en adición a maderas carbonizadas y elementos líticos. Los lineamientos seguidos para su estudio se detallan en ^{Ghiani y Paleo (2018)}), ^{Ghiani, Valencia y Paleo (2020)} y ^{Ghiani, Paleo y Day (2023)}. También se analizaron distintos aspectos de la espacialidad de los lugares, contemplando las condiciones de visualización y movilidad (^{Criado 1999}; ^{Gianotti 2014}), mediante la integración de observaciones cualitativas efectuadas en cada sitio y análisis realizados con sistemas de información geográfica. Como base para estos estudios se formuló un modelo ambiental de carácter actualístico, en tanto primera aproximación al lapso de interés de este trabajo, que integra variables como altitud, hidrología y vegetación. Asimismo, dichas herramientas se emplearon para la integración regional de los resultados de carácter espacial, considerando la vinculación del sector con áreas vecinas en una extensión de 12 000 km2 (para más detalles véase ^{Ghiani y Jakel 2024}y la bibliografía citada).

Resultados

Análisis de colecciones

En primer lugar, se analizaron dos colecciones de la División Arqueología del Museo de La Plata, correspondientes al sector de estudio. La colección Gabriel Garachico (figura 2A) está conformada por 35 fragmentos cerámicos recuperados en 1909 en la Estancia El Rincón, cercana a Punta Piedras, por parte de un trabajador del museo. Es posible afirmar la integridad del conjunto y su ubicación superficial, aspectos que indican un posible sitio arqueológico, gracias al documento elaborado por ^{Torres (1915)} y perteneciente a la División. La colección María Amanda Caggiano está integrada por un conjunto de tiestos, fragmentos óseos, conglomerados carbonizados y un artefacto lítico (figura 2B), recuperado en 1975 por esta arqueóloga en proximidades del arroyo La Matilde, según detallan los rótulos de los contenedores. El registro de campo de la investigadora permitió obtener detalles sobre el conjunto y su recuperación en el marco de tareas de prospección que no tuvieron continuidad (^{Caggiano 1975}). Se trataría de un sitio ubicado junto a la Ruta Provincial N.º 11, alterado por el trazado de esta vía. Un tercer conjunto resultó de interés ya que su rótulo lo asociaba a la colección Milcíades Alejo ^{Vignati, y particularmente a la recolección procedente de Punta Piedras (Vignati 1931)}. Sin embargo, se identificaron inconsistencias en cantidades y tipos de materiales con respecto a la publicación. Aunque no puede descartarse la pertenencia del conjunto a la colección obtenida por el investigador, resulta evidente la asignación errónea al trabajo realizado en el sector de estudio.

Asimismo, fueron estudiadas dos colecciones particulares, preservadas por pobladores locales, quienes obtuvieron los materiales gracias a hallazgos aislados y casuales, en su mayoría durante la década de 1990. Se trata de las colecciones Alejandro Daniel Irisarri (figura 2C) y Alberto Rodríguez (figura 2D), cada una integrada por tres artefactos líticos manufacturados mediante picado y abrasión. Entre estos hay bolas de boleadora y preformas, un yunque y otros artefactos indeterminados, elaborados con materias primas líticas alóctonas como cuarcitas y riolitas. Además, se tuvieron en cuenta dos hallazgos aislados que efectuaron, también de manera casual, otros pobladores locales, en la cuenca del río Samborombón. Por un lado, el hallazgo aislado 1 consiste en una cuenta lítica recuperada en el sitio arqueológico Corral del Indio, en la entrada de una madriguera de vizcacha (Lagostomus maximus). Está elaborada en una roca verdosa que no presenta afinidad con los afloramientos rocosos registrados en la región pampeana, debido a lo cual es factible considerar que sus habitantes tuvieron alguna forma de acceso a bienes de procedencia extrarregional. Por otro lado, el hallazgo aislado 2 es una pipa de cerámica recuperada en una cantera, cuyos microrrestos vegetales fueron estudiados por ^{Auge et al. (2018)}. Esta pieza resulta relevante por ser muy poco habitual en el área, si bien expone características tecnológicas afines a la alfarería indígena local. En consecuencia, el análisis de estos materiales arqueológicos, incluyendo la información contextual disponible, efectuó valiosos aportes al conocimiento preliminar del registro arqueológico del sector para complementar los escasos antecedentes publicados y para la planificación de los trabajos de campo.

Fuente: fotografías tomadas por la autora con permiso del Museo de La Plata (A y B), A. D. Irisarri (C) y A. Rodríguez (D), entre los años 2014 y 2017. Figura editada en 2024.

Nota: A. G. Garachico (Museo de La Plata), B. M. A. Caggiano (Museo de La Plata), C. A. D. Irisarri (particular), D. A. Rodríguez (particular). Escala 2 cm.

Figura 2. Colecciones procedentes del sector de estudio  

Prospecciones

La sectorización basada en la geomorfología permitió distinguir, en el sector meridional de Punta Indio, los cuatro subsectores que pueden observarse en la figura 3. Dos de ellos corresponden a las llanuras costeras, separadas por el saliente costero de Punta Piedras: llanura costera rioplatense (1) y llanura costera de la bahía de Samborombón (3). Otro subsector abarca la llanura interior, correspondiente a la cuenca hidrográfica del Río de la Plata (2), y el restante abarca una porción de la cuenca del río Samborombón, en la cual se combinan ambas unidades geomorfológicas (4). Cada subsector fue objeto de prospecciones en transectas previamente definidas, en las cuales se observaron aspectos del paisaje, se recuperaron materiales arqueológicos aislados y se hallaron concentraciones que posibilitaron definir cuatro nuevos sitios arqueológicos. Con respecto a los elementos únicos recolectados, una lasca fue recuperada en la superficie alterada de una cantera de conchilla en el subsector 3 (hallazgo prospección 1), mientras que un artefacto lítico fue identificado en un albardón de laguna del subsector 4 (hallazgo prospección 2), en proximidades de los puntos de los hallazgos señalados por A. Rodríguez y correspondientes a su colección. En relación con los sitios definidos, uno presenta materiales históricos asignables al siglo XIX (Rincón de Noario Puesto, subsector 2), mientras que los restantes muestran un registro afín a cazadores-recolectores: Los Tres Ombúes en el subsector 1, Don Enrique en el subsector 3 y El Puesto en el subsector 4 (véase figura 3). También se prospectó Corral del Indio, único sitio reconocido previamente para el sector (^{Balbarrey et al. 2008}), ubicado en el subsector 4.

A continuación se describen los sitios de cazadores-recolectores, a excepción de los incluidos en el siguiente apartado. Don Enrique constituye un caso particular para el área, por tratarse de un sitio con evidencias arqueológicas concentradas en un paleosuelo intercalado entre depósitos conchiles, según lo observado en los perfiles expuestos por la extracción de conchilla. Estas evidencias consisten en fragmentos cerámicos de características similares a los de otros sitios, de gran tamaño y con escasa variedad de motivos decorativos, así como restos óseos arqueofaunísticos con representación de variados taxones. Los procesos de formación del registro fueron interpretados con un equipo interdisciplinario, incluyendo la datación de los depósitos, que permite estimar una antigüedad de 1300-1200 años a. P. para el sitio (véase ^{Ghiani et al. 2024}).

Por otra parte, Corral del Indio se ubica en una lomada fluvial con talar, en adyacencias de un bajo inundable vinculado al río Samborombón. Denota fácil acceso y una destacada visibilidad de los alrededores. ^{Balbarrey et al. (2008)} recolectaron materiales arqueológicos en la barranca correspondiente a uno de los lados del sitio y, en menor medida, en la excavación de dos cuadrículas. En la prospección realizada una década más tarde se observó escasa cobertura herbácea en el talar y gran cantidad de material expuesto de manera superficial, principalmente cerámico. Esta situación no fue documentada antes para el sitio ni para otros de entornos similares. Cabe mencionar que la mayoría de las evidencias presentaban asociación con madrigueras del roedor Lagostomus maximus, lo cual coincide con lo mencionado por el poblador que recuperó la cuenta lítica. En cuanto a las características tecnológicas de los materiales líticos restantes, son similares a los identificados en sitios próximos, al igual que en el caso de la alfarería, si bien cabe señalar ciertas modalidades decorativas no registradas antes para el sector de estudio. Una unidad de remontaje presenta pintura roja sobre negra en la cara externa, y en otra se observa una gruesa capa interna de cobertura roja, tratándose, en ambos casos, de tiestos de espesores gruesos (50 a 90 mm).

Fuente: mapa elaborado por la autora a partir de Google Earth Pro, con el software Corel Draw, 2024. Fotografías de la derecha tomadas por la autora en 2015, 2016 y 2017. Figura editada en 2024.

Nota: se detallan subsectores: (1) llanura costera rioplatense, (2) llanura costera de la bahía de Samborombón, (3) llanura interior, (4) cuenca del río Samborombón. Se representan transectas realizadas (rojo), hallazgos aislados (celeste), sitios identificados correspondientes a grupos cazadores-recolectores (naranja) y a momentos históricos (verde). A la derecha pueden observarse fotografías de algunas prospecciones realizadas entre 2015 y 2017.

Figura 3. Tareas de prospección en el sector de estudio  

Excavaciones

Con el fin de obtener una aproximación más detallada del registro arqueológico, fueron seleccionados dos sitios para realizar excavaciones. Por un lado, se excavó Los Tres Ombúes, próximo a la línea de costa del estuario y situado en una geoforma elevada de la llanura costera (cordón de conchilla) con desarrollo del talar. Para una caracterización más amplia del sitio y los resultados véanse ^{Ghiani y Paleo (2018)} y ^{Ghiani, Valencia y Paleo (2020)}. Los sondeos y recolecciones superficiales permiten considerar para este sitio una superficie mínima de 1300 m2 (figura 4A). Las evidencias, casi siempre fragmentos cerámicos y arqueofaunísticos, y en menor medida materiales líticos, masas de arcilla y fragmentos de maderas carbonizadas (figura 4B-E), fueron recuperadas desde la superficie hasta 0,65 m de profundidad. En cuanto a la cerámica se destaca la reconstrucción de variadas morfologías de vasijas (^{Ghiani y Coronel 2023}), así como la presencia de alfarerías tubulares. Los materiales líticos son principalmente tallados, de cuarcita y calcedonia. También hay rodados silíceos sin modificaciones, y destaca en el conjunto un fragmento de pigmento rojizo con caras planas y estrías asociadas al uso. El perfil de excavación indica correspondencia con los horizontes A y AC del suelo actual, conformado sobre el sustrato conchil arenoso (horizonte C). Hay claros indicios de bioturbación, asociada a agentes como raíces, insectos y pequeños roedores, como un túnel identificado a 0,25 m de profundidad. Los materiales cerámicos presentan una densidad de 499/m3 y el conjunto arqueofaunístico de 349/m3, en ambos casos con un pico de mayor concentración en el nivel 0,25-0,30 m.

El registro brinda indicios de actividades múltiples que fueron realizadas en el lugar, estratégicamente ubicado en las proximidades de un arroyo y de la costa del estuario. Distintas prácticas sociales estuvieron implicadas en la obtención de recursos animales, entre los que se destacan venados y roedores, la realización de fogones con maderas locales posiblemente para la cocción de alimentos y también de piezas cerámicas, en cuya manufactura se habrían empleado arcillas obtenidas en las proximidades del sitio y pigmentos alóctonos. El fechado radiocarbónico obtenido de un hueso de ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) ubica al contexto en 1110 ± 19 años a. P. (982-1017 años cal.; AA109359).

Por otro lado, fue excavado el sitio El Puesto, ubicado en un albardón fluvial del río Samborombón, adyacente a la llanura de inundación del curso y con vegetación de talar. Los resultados y la interpretación se detallan en ^{Ghiani et al. (2023)}. Los sondeos realizados dan cuenta de una superficie mínima de 350 m2 para el sitio (figura 5A). En el suelo, desarrollado sobre sedimentos lacustres fluviales, se recuperaron distintos materiales desde la superficie hasta una profundidad de 0,35 m, correspondiente al horizonte A y a la parte superior del horizonte Bt. En mayor medida son tiestos y restos arqueofaunísticos, aunque en cantidades escasas y de reducido tamaño en comparación con lo registrado en Los Tres Ombúes, además de pequeños fragmentos de madera carbonizada, materiales líticos y masas de arcilla (figura 5B-E). La cerámica se concentra a 0,20-0,25 m de profundidad, mientras que los restos de fauna tienen mayor presencia entre 0,10 y 0,20 m. Este último conjunto tiene una densidad de 144/m3, mientras que en el caso de la alfarería es de 122/m3.

En el registro material de El Puesto se encuentran representadas distintas prácticas relacionadas con la vida cotidiana de grupos cazadores-recolectores, lo cual, junto a las características del lugar y sus condiciones de visibilidad y accesibilidad al río Samborombón, indica que este sitio fue habitado por dichas sociedades. Sin embargo, son notorias ciertas particularidades en comparación con otros contextos del área, como la reducida superficie del sitio, la escasa densidad de materiales y los tamaños muy pequeños. En particular, los tiestos dejan ver abundantes huellas de alteración, en mayor medida, desgaste de la superficie y depósitos minerales que, en adición a la alta fragmentación, indicarían la acción de variados procesos posdepositacionales. Entre estos se considera el agrietamiento del suelo a causa de la matriz arcillosa y la alternancia de periodos de sequía y exceso de humedad, así como la bioturbación provocada por raíces y fauna. Además, cabe señalar la mezcla de los materiales referidos con metales y vidrios de la época actual, lo cual indica que distintos procesos interactuaron, generando un contexto de compleja interpretación. La datación obtenida de un hueso de venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus) ubica a El Puesto en 260 ± 24 a. P. (1648-1796 años cal.; D-AMS 039750).

Fuente: plano elaborado por la autora a partir de imagen de Google Earth Pro, con el software Corel Draw, 2017. Fotografías tomadas por la autora en los años 2016 a 2018. Figura editada en 2024.

Nota: A. planta de excavación con cuadrículas (negro), sondeos positivos (rojo), hallazgos superficiales (amarillo) y sondeos negativos (celeste); B. materiales líticos recuperados; C. fragmentos cerámicos; D. restos arqueofaunísticos; E. fragmentos de madera carbonizada. Escala 2 cm.

Figura 4. Sitio arqueológico Los Tres Ombúes  

Fuente: plano elaborado por la autora a partir de imagen tomada de Google Earth Pro, con el software Corel Draw, 2020. Fotografías tomadas por la autora en los años 2018 y 2019. Figura editada en 2024.

Nota: A. planta de excavación con cuadrículas (negro), sondeos positivos (rojo), hallazgos superficiales (amarillo) y sondeos negativos (celeste); B. materiales líticos; C. fragmentos cerámicos; D. restos arqueofaunísticos; E. fragmentos de madera carbonizada. Escala 2 cm.

Figura 5. Sitio arqueológico El Puesto  

Análisis espaciales

En adición a las observaciones cualitativas de las condiciones de visualización y circulación, efectuadas durante las prospecciones, se llevaron a cabo estudios mediante sistemas de información geográfica. Para cada sitio se exploraron las condiciones de visibilidad y accesibilidad, teniendo en cuenta la categorización del movimiento de grupos cazadores-recolectores formulada por ^{Gianotti (2014)}, a partir de información etnográfica. Esta propuesta distingue recorridos vinculados a prácticas cotidianas (hasta media hora de duración), los implicados en actividades particulares y visitas a vecinos (hasta tres horas) y traslados de larga distancia que significan pernoctar en un campamento (hasta ocho horas). Para el análisis de accesibilidad se formularon isócronas representativas de estos intervalos temporales, teniendo en cuenta la velocidad promedio de caminata en un terreno llano y en condiciones óptimas (^{Murrieta-Flores 2010}).

Los resultados indican que, desde las geoformas elevadas en las que se ubican los sitios, es factible el acceso inmediato al entorno circundante donde se encuentran arroyos, así como la costa del estuario o bien del río Samborombón. Son también lugares con buenas condiciones de visibilidad, tal como fue observado en los trabajos de campo. Asimismo, se modelizaron las áreas de tránsito para el sector de estudio y para indagar la movilidad regional (figura 6A). En ambos casos es evidente su vínculo con las líneas de costa del estuario y de los ríos Samborombón y Salado. También, a escala regional, se analizó la aptitud locacional de los lugares gracias a una evaluación multicriterio de carácter actualístico, en la cual se ponderaron distintas variables ambientales (figura 6B). Según estos resultados, las ubicaciones de los sitios arqueológicos corresponden a condiciones muy adecuadas, las cuales prevalecen en el sector, que presenta características relevantes según las variables consideradas. Esta breve síntesis de los análisis espaciales, ampliamente desarrollados en ^{Ghiani y Jakel (2024)}, pretende destacar los aportes a la interpretación de las estrategias implementadas por los grupos sociales al asentarse y moverse por el territorio.

Fuente: ^{Ghiani y Jakel (2024; figuras 6 y 7)} . Figura editada en Corel Draw, 2024.

Nota: A. áreas de tránsito a escala regional; B. modelo de aptitud locacional que representa la categorización de la superficie para la ubicación de sitios arqueológicos.

Figura 6. Análisis espaciales realizados con sistemas de información geográfica  

Discusión

Los resultados obtenidos del análisis de colecciones, prospecciones y excavaciones, sintetizados en la tabla 1, señalan que el sector meridional de Punta Indio muestra evidencias de grupos cazadores-recolectores del Holoceno tardío, tanto en la llanura costera como en la llanura interior. Si bien los registros materiales son escasos, están principalmente concentrados en sitios, en los cuales se corrobora la acción de distintos procesos posdepositacionales. Asimismo, resulta notorio que las actividades antrópicas como el trazado de rutas (p. ej., en el posible sitio La Matilde, ^{Caggiano 1975}) y la explotación del sustrato en canteras de conchilla (como en el sitio Don Enrique) afectan al registro. La observación de evidencias en relación con estas alteraciones, así como en lugares con notoria erosión superficial del suelo (como en Corral del Indio), permite reflexionar sobre la escasa visibilidad arqueológica de los contextos de buena preservación y la necesidad de identificarlos por medio de sondeos, así como la importancia de atender a las modificaciones del paisaje para comprender los procesos de formación del registro. En tal sentido, se destaca la importancia de la prospección, diagramada mediante la integración de distintas fuentes informativas, entre las cuales cabe mencionar la consulta de colecciones. Más allá de su utilidad para identificar sitios, esta metodología permitió integrar las evidencias dispersas y concentradas con otros indicadores en un análisis de paisaje. Como generalmente los trabajos arqueológicos a nivel regional se han centrado en sitios puntuales, es interesante resaltar los aportes que el estudio de colecciones y las prospecciones puede brindar al conocimiento arqueológico del noreste de Buenos Aires. Por ejemplo, un aspecto poco discutido en la región de estudio es el hallazgo habitual, en superficie y de manera aislada, de artefactos líticos elaborados con picado y abrasión, como muestran las colecciones A. Rodríguez y A. D. Irisarri. Al menos para los artefactos esferoidales es factible un empleo vinculado a la caza y la pérdida de los artefactos en el marco de tales prácticas (^{Vecchi y González 2018}). En la mayoría de los casos, la dinámica ambiental habría producido su enterramiento, con lo cual cabe considerar la acción de procesos posdepositacionales para explicar los hallazgos superficiales, como el levantamiento generado por raíces y la acción de animales cavadores.

Con respecto a la posibilidad de registrar evidencias arqueológicas de mayor antigüedad en la llanura interior no afectada por la ingresión marina, las prospecciones allí efectuadas no tuvieron resultados positivos, aunque una de las colecciones museológicas y un hallazgo aislado corresponden a dicha procedencia. Es posible que el registro del interior sea difícil de identificar por estar vinculado a ocupaciones esporádicas, o bien que el trabajo realizado hasta el momento haya sido poco efectivo. En tal sentido, a futuro resulta interesante dar continuidad a las prospecciones principalmente en la llanura interior correspondiente a la cuenca del Río de la Plata (subsector 2) y en la porción continental de la cuenca del río Samborombón (subsector 4).

Las dataciones obtenidas para Los Tres Ombúes y El Puesto constituyen los primeros aportes para la cronología arqueológica del sector, que ubica a los grupos cazadores-recolectores entre aproximadamente 1000 años a. P. y momentos posteriores al contacto hispano-indígena, circa 200 años a. P., cuando el actual partido de Punta Indio fue incorporado al dominio hispano a causa del corrimiento de la línea de frontera (^{Sempé, Paleo y Pérez 1999}). El Puesto podría haber sido esporádicamente habitado durante este momento, caracterizado por la alta movilidad poblacional, como se ha interpretado para el sitio San Clemente IV (^{Paleo y Pérez 2004}). Sin embargo, como se mencionó, El Puesto tiene múltiples dificultades para la interpretación arqueológica, lo cual requiere continuar los estudios y ampliar la excavación.

Los sitios arqueológicos restantes del sector corresponden a lugares habitados de manera recurrente o prolongada, como bases residenciales en las cuales se realizaron diversas prácticas cotidianas. Esto puede corroborarse para Los Tres Ombúes a partir de la alta densidad y variedad de materialidades recuperadas. Don Enrique y Corral del Indio parecen seguir la misma tendencia, siendo necesarias futuras excavaciones que permitan profundizar el conocimiento del registro. Un aspecto sumamente complejo es la distinción entre ocupaciones prolongadas y recurrentes, dado que la alta dinámica edáfica de la región impide la distinción de unidades microestratigráficas, como señalan ^{Zárate et al. (2000/2002)} . Es interesante avanzar con estudios interdisciplinarios en relación con estos aspectos y fortalecer la cronología del sector mediante la realización de nuevas dataciones. Un aporte en tal sentido es el fechado de las capas conchiles de Don Enrique que, como se señaló, permitió estimar para el contexto arqueológico una antigüedad de 1300-1200 años a. P. (^{Ghiani et al. 2024}), aunque la datación es indirecta. Con respecto al proceso de formación del sitio, el suelo asociado a la actividad antrópica habría sido cubierto por la depositación bioclástica, posiblemente durante un evento extraordinario de tormenta, en el cual las aguas movilizaron sedimentos. Por otra parte, en Corral del Indio se verifica una dinámica erosiva conectada a la bioturbación del suelo causada por Lagostomus maximus, agente tafonómico habitual en contextos arqueológicos de la región pampeana según ^{Rafuse et al. (2019)}. El comportamiento de esta especie explica la exposición y fragmentación in situ de los restos, y también estaría produciendo la mezcla de los materiales enterrados, por lo cual se considera importante realizar excavaciones en el lugar. Cabe mencionar que, si bien en Los Tres Ombúes también se identificaron túneles, estos corresponderían a algún roedor de menor tamaño, como cuis (Cavia aperea) o tuco-tuco (Ctenomys talarum), frecuentes en los registros arqueofaunísticos de la llanura costera (^{Day 2018}).

Las evidencias indican que, durante el Holoceno tardío, el sector meridional de Punta Indio fue habitado y recorrido por grupos pequeños, cuyo modo de vida estuvo íntimamente vinculado al paisaje. La complementariedad entre observaciones de campo, análisis de imágenes satelitales y estudios realizados con sistemas de información geográfica, permite afirmar que las modalidades de asentamiento de los cazadores-recolectores implicaron la elección recurrente de lugares asociados a geoformas elevadas con bosque nativo y próximas a cursos menores y al estuario del Río de La Plata o bien al río Samborombón. Estos presentan acceso inmediato al entorno circundante y buenas condiciones de visibilidad. Un aspecto interesante para destacar es la interrelación de las personas con el talar, cuya cobertura brindaba protección y reparo, y además era fuente de recursos como frutos y madera combustible (^{Balesta et al. 1997}; ^{Ghiani, Valencia y Paleo 2020}; ^{González y Frere 2019}). Posiblemente, las prácticas cotidianas que ocurrieron en este entorno contribuyeron a la dinámica de la formación vegetal y, al mismo tiempo, su morfología pudo condicionar la estructura interna de los lugares habitados. Esto constituye un ejemplo de la construcción social del paisaje en el sector estudiado, proceso en el cual las modalidades de asentamiento y movilidad de los grupos se generaron y materializaron en una compleja trama de vinculaciones con otros agentes implicados en el paisaje.

Desde la perspectiva teórica considerada, las evidencias analizadas permiten caracterizar la dinámica social de los grupos cazadores-recolectores del Holoceno tardío. Por un lado, cabe señalar las prácticas cotidianas y las interacciones intragrupales que implicaron las redes íntimas y eficaces. Para ello se focaliza en la cerámica, ya que resulta notoria la abundancia de tiestos en los sitios trabajados, lo cual coincide con su alta representatividad arqueológica a escala regional (p. ej. ^{González 2005}; ^{González y Frere 2019}; ^{Maldonado 1931}; ^{Paleo y Pérez 2023, 2007, 2004} ). En el proceso de manufactura alfarera hay múltiples sentidos, tanto funcionales como simbólicos, que se entrelazan de manera compleja, los cuales forman parte del saber hacer que se reproduce en una comunidad alfarera (p. ej. ^{Gosselain 2000}). La alfarería demuestra que, en el sector meridional de Punta Indio, así como en las áreas vecinas (^{González y Frere 2019}; ^{Paleo y Pérez 2023} ), los modos de hacer tuvieron una amplia continuidad durante el Holoceno tardío. El proceso de manufactura, que puede entenderse en términos de una cadena operativa (^{Lemonnier 1992}), implicó la recolección de barros en las costas del estuario, el Samborombón o cursos menores, los cuales fueron trabajados en distintos sitios, como parecen indicar las masas de arcilla recuperadas en ellos. Se modelaron distintas piezas, que fueron cocidas en fogones realizados con leña local y posiblemente situados en los mismos lugares, como pudo interpretarse con base en el registro antracológico de Los Tres Ombúes (^{Ghiani, Valencia y Paleo 2020}). Asimismo, distintas marcas relevadas en tiestos de todos los sitios analizados dejan en evidencia su exposición al fuego. De esta manera, la materialidad alfarera ejemplifica cómo las prácticas fueron activamente reproducidas en el marco de las interacciones sociales intragrupales, en las cuales estuvieron involucrados múltiples sentidos y se construyeron identidades que brindaron seguridad a las personas (^{Gamble 2001}). También, las semejanzas en los modos de hacer cerámica entre los sitios del sector y las áreas vecinas se vinculan con las frecuentes interacciones entre sus habitantes, que estarían relacionadas con redes ampliadas con un fuerte contenido simbólico.

Otras prácticas representadas en los lugares arqueológicos se asocian a la obtención y preparación de alimentos de origen animal, mediante modalidades similares a las conocidas para los sitios de la llanura costera rioplatense (^{Day 2018}). Con respecto al rol de los vegetales, no se ha podido indagar ya que en el área no se recuperan macrorrestos más allá de fragmentos de maderas carbonizadas. Futuros estudios permitirán avanzar en el estudio de microrrestos vegetales para evaluar distintas prácticas vinculadas a estos recursos, tal como fue realizado para Las Marías y Barrio San Clemente (^{Auge et al. 2021}).

La tecnología lítica involucra ciertas particularidades por tratarse de un recurso alóctono. Las materias primas de los artefactos líticos, tanto tallados como formatizados por picado y abrasión, o bien modificados por uso (pigmento de Los Tres Ombúes), proceden de distancias que superan los 250 km. Los afloramientos más cercanos que podrían relacionarse con estos recursos se ubican en las sierras de Tandilia, en el centro sur de la provincia de Buenos Aires. También, hay rodados silíceos que podrían provenir del río Uruguay, situado al norte de esta provincia. Respecto a este registro, a futuro interesa precisar las materias primas y su procedencia, así como distintas cuestiones asociadas a la manufactura y el empleo de los materiales líticos. Una cuestión importante es evaluar si la fabricación de los artefactos fue in situ, o bien ingresaron a los sitios artefactos terminados, y si las lascas representadas indican prácticas vinculadas a la reactivación o al reciclaje. Por el momento es posible afirmar que algún mecanismo de interacción intergrupal, afín a redes sociales ampliadas, estuvo implicado en el acceso a los recursos líticos.

En relación con dicha materialidad, se destaca la cuenta recuperada en Corral del Indio por tratarse de un objeto excepcional en el registro del sector de estudio. Cabe mencionar que estudios recientes con espectroscopía Raman permitieron identificar la materia prima como amazonita, roca con afloramientos registrados en el noroeste de Argentina y sur de Brasil (^{Ghiani, Romano y Del Blanco 2024}). Además, un fragmento de cuenta lítica y otro fragmento de esta materia prima fueron recuperados en la localidad arqueológica San Ramón (^{González 2005}; ^{González, Frere y Escosteguy 2006}). De acuerdo con esto, ^{Frere, González y Costa (2022)} proponen que la presencia de la amazonita podría deberse al intercambio de bienes enmarcado en la interacción con grupos guaraníes, quienes la utilizaban ocasionalmente para la elaboración de adornos corporales, dado que existen otras evidencias de la interacción con estos grupos, como cerámica corrugada y pintada. Dicha interacción, registrada desde 1000 años a. P. en sitios asociados con el río Salado, podría estar conectada con la navegación fluvial. Si bien la alfarería típica guaraní no se registra en el sector, parte de la alfarería recuperada en el sitio Corral del Indio tiene características decorativas particulares y un espesor mayor al habitual en la cerámica característica del área, con lo cual podría evaluarse su vinculación con grupos de dicha filiación. Cabe señalar que la navegación por el río Samborombón es factible en momentos de excesos hídricos. Futuros trabajos en el sitio permitirán continuar indagando estos aspectos, si bien se puede afirmar que la cuenta recuperada constituye un indicador de que las redes de interacción regional podrían haber estado integradas en redes más amplias, de alcance extrarregional.

Respecto a la circulación humana en este paisaje de tierras bajas, las áreas de tránsito propuestas indican que la movilidad de los grupos pudo estar asociada a circuitos que seguían las líneas de costa. Si bien por el momento las dataciones no corroboran la simultaneidad de los asentamientos, las semejanzas en el registro arqueológico permiten pensar en vinculaciones entre sus habitantes mediante redes de interacción social. Los análisis espaciales destacan la importancia de las líneas de costa del estuario del Río de la Plata y de los ríos Samborombón y Salado. Su continuidad hacia las áreas vecinas permite afirmar que estas vías de tránsito habrían resultado fundamentales para la interacción social entre grupos cazadores-recolectores en la escala regional.

Consideraciones finales

El estudio arqueológico que se llevó a cabo en el sector meridional de Punta Indio, en el cual se integraron análisis de colecciones, prospecciones, excavaciones y análisis espaciales, permite interpretar que los grupos cazadores-recolectores que habitaron el sector durante el Holoceno tardío, produjeron y reprodujeron ciertas modalidades de dinámica social, además de incorporar diversas prácticas y relaciones sociales, al habitar los lugares y circular por los recorridos que los conectaron.

Las diversas materialidades recuperadas reflejan las prácticas cotidianas, cuyos modos de hacer fueron activamente reproducidos en el marco de interacciones intragrupales. Así mismo, los procedimientos tecnológicos y las modalidades de asentamiento, que presentan importantes similitudes con aquellos identificados a escala regional, dan cuenta de la dinámica intergrupal, vinculada a redes sociales ampliadas, con recurrencia de ciertas prácticas sociales y un universo simbólico compartido en el noreste de Buenos Aires. Los distintos materiales de procedencia alóctona, hallados en los sitios, indican intercambios que formaban parte de interacciones sociales en las cuales las personas integrantes de grupos afines habrían comunicado saberes, realizado rituales y establecido relaciones de parentesco.

En consecuencia, el registro arqueológico del sector de estudio da cuenta de la interacción social entre los grupos cazadores-recolectores que habitaron el sector y otros grupos del noreste de Buenos Aires, por lo cual se desarrollaron procesos de circulación e intercambio, enmarcados en redes ampliadas que funcionaron durante el Holoceno tardío y que posiblemente estuvieron implicadas en otras de alcance extrarregional.

Finalmente, se considera que esta investigación aporta una perspectiva multidimensional para el estudio de grupos cazadores-recolectores con registros materiales escasos, mediante la integración de fuentes de información diversas y desde una mirada arqueológica regional, lo cual puede significar un aporte a futuros estudios en contextos similares.